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Veterinarios y la medicina de la conservación
from Hygia 3
by Grupo Asís
Una necesidad para la salud de la humanidad y de la naturaleza.
Fabiola Quesada Fernández
DVM. MsD CEO Wild Spirit, thewildspirit.com Fundación Wildlife Conservation Medicine, wildspiritfund.org Imágenes cedidas por la autora
El virus llamado SARS-CoV-19 de la familia Coronavirus ha llegado a nuestra vida comprometiendo nuestra salud, economía y moral, manifestándose como un fenómeno natural inesperado. Sin embargo, poco tiene de natural e inesperado. Durante más de una década científicos y veterinarios a la cabeza de la medicina de la conservación hemos alzado la voz de alarma especificando el riesgo que supone la agresión a la fauna salvaje y la destrucción de nuestro planeta para la salud y futuro de la humanidad. Ahora los veterinarios hemos de apostar por soluciones innovadoras, formar parte de equipos multidisciplinarios, y demostrar, una vez más, lo necesaria que es nuestra profesión como líderes frente de la protección de la naturaleza y la salud pública.
Trabajamos tanto en las enfermedades humanas como de fauna, brindando una perspectiva única en la investigación y control de las zoonosis.
Los conceptos de “Medicina de la Conservación” y “Una Salud” comparten muchos aspectos y en numerosas ocasiones los usamos indistintamente. Uno de los detalles por los que en este escrito preferimos usar el primer término, es por la mayor atención que la medicina de la conservación presta a la biodiversidad. Los programas de medicina de la conservación estudian el impacto de la huella humana en el planeta, y sus repercusiones sobre la salud mundial, y demuestran la conexión entre las enfermedades y la degradación del medio ambiente. Los estudios interdisciplinarios que los componen investigan las causas de nuevas enfermedades infecciosas y establecen un análisis de riesgo. En estos equipos, los veterinarios tenemos un papel esencial. Estamos formados no solo para analizar, sino también para establecer un diagnóstico (llegar a hechos concluyentes) y un tratamiento (crear una solución). Además trabajamos tanto en las enfermedades humanas como de fauna, brindando una perspectiva única en la investigación y control de zoonosis. Esto hace que nuestra experiencia y aportación sean de vital importancia para proponer iniciativas que impliquen soluciones claras y eficaces para la salud del planeta. Sin embargo, históricamente los currículos de veterinaria han carecido de formación en el ámbito de medicina de fauna salvaje y la ecología de enfermedades, comprometiendo nuestras referencias. Debido a la clara necesidad de proteger la salud mundial, junto a la demanda de aprendizaje de las nuevas generaciones, quizá sea el momento de hacer historia en la formación de nuestra querida profesión. Hasta la fecha la medicina de conservación de la fauna salvaje no formaba parte de los intereses políticos y existía un desconocimiento generalizado de la misma. La financiación gubernamental era escasa o nula en la mayoría de los países, recayendo el peso en instituciones privadas. Sin embargo, la situación actual ha demostrado la
creciente demanda de especialistas y proyectos en la materia. Tomando palabras del reconocido A. Alonso Aguirre (George Mason University), “es hora de apostar por la generación de doctores del planeta”.
INCREMENTO DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS EMERGENTES
Las enfermedades infecciosas emergentes (EIE) son una amenaza directa a la salud mundial y han cuadruplicado su incidencia en humanos en los últimos 50 años. Ejemplos cercanos son los brotes de algunos de estos virus: SARS, gripe aviar, ébola, west Nile, ninpha, hendra y chikungunya. Sin embargo, es menos conocido el impacto que las EIE representan para la fauna salvaje. Son numerosos los estudios que demuestran que en estas especies causan mortalidad en masa, decrecimiento de poblaciones, e incluso extinción. Junto a la pérdida de hábitat y la caza indiscriminada, las enfermedades infecciosas son la principal amenaza a la fauna salvaje.
Pero la cuestión es, ¿porqué hay un incremento exponencial de EIE en las últimas décadas? Desde 1970 la población humana ha duplicado su número y la fauna salvaje se ha reducido a la mitad. Paralelamente, numerosos estudios confirman que los cambios antropogénicos (la deforestación, el cambio climático, la contaminación química, etc.) aumentan la probabilidad de manifestación de numerosas enfermedades. A pesar de que el concepto puede ser complejo, se puede simplificar entendiendo que a medida que el impacto humano avanza, incrementa la interfaz persona - ganado - fauna salvaje, decrece la biodiversidad y las enfermedades infecciosas emergentes se incrementan. Un interesante concepto es el estrés de poblaciones. Tomemos como ejemplo la deforestación y pérdida de territorio. Esto provoca que las especies que ahí habitaban se desplacen, algunas mueran en el momento y otras se adapten a las nuevas condiciones. Consecutivamente tendremos una disminución de la genética con el potencial de consanguinidad, cambios nutricionales con impacto
Los brotes de moquillo canino originario del perro doméstico afectan a leones.
en la fisiología y cambios comportamentales y de reproducción. Todos estos factores desencadenan el estrés de poblaciones, que compromete el sistema inmunitario y facilita la aparición de enfermedades en poblaciones de animales salvajes y, por tanto, se incrementa el riesgo de transmisión a animales domésticos y humanos. Recordemos que allá donde ocurre la interfaz, el riesgo de infección ha de considerarse como una vía de doble sentido. Algunos ejemplos son los brotes con alta mortalidad de rabia o moquillo canino originario del perro doméstico que afectan a poblaciones de licaones, o de moquillo a los leones. Así como la alta morbilidad de tuberculosis (M. bovis) procedente de vacas en búfalos en África; se han convertido en el principal reservorio de esta enfermedad creando un serio problema de conservación y sanidad pública. Las Naciones Unidas asumen el impacto humano en la extinción de las especies: “los animales en peligro de extinción tienen menos del 12 % de su territorio libre de presión humana”. Paralelamente se ha demostrado que los mamíferos con mayor carga vírica de zoonosis son aquellos bajo mayor presión humana. En conclusión el riesgo de contagio por zoonosis se incrementa con el deterioro del hábitat y la pérdida de especies de fauna salvaje. Estos datos y el sentido común nos ayudan a entender que si queremos prevenir futuras pandemias, hemos de establecer buenos sistemas de monitorización de la sanidad de especies salvajes y proteger la biodiversidad en su entorno natural.
Los animales salvajes están altamente amenazados por la pérdida de hábitat, el furtivismo y, ahora, las epidemias.
El comercio ilegal de animales salvajes es uno de los más lucrativos y en auge en la actualidad. Anualmente se trafica con millones de animales salvajes, vivos o muertos: no es solo una vulneración a la naturaleza, sino un insulto a la salud pública. Estudios filogenéticos publicados en enero de 2020 afirman que el genoma SARS-Cov19-2 de humanos es idéntico en un 96,3 % al Bat-CoVRaTG13 del murciélago herradura (Rhinolophus affinis). Junto a estudios epidemiológicos se ha confirmado que la fuente de origen fue en el mercado de animales vivos de Wuhan. Para penetrar en el hospedador el SARS-Cov19 se une a través del dominio de unión al receptor (RBD) a la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE2). Puesto que la ACE2 tiene la misma secuencia de aminoácidos en humanos, grandes simios y primates asiáticos y africanos, el riesgo de infección de estas especies es muy alto. Desde el brote del bien estudiado SARS en 2002, también en mercados de animales salvajes en paí
VETERINARIOS COMO COMUNICADORES
El mensaje puede ser confuso e incitar a la siguiente cuestión: ¿está la fauna en riesgo o es la fauna salvaje un riesgo? Como profesionales al frente de la sanidad de poblaciones de animales y de humanos, es imprescindible que el mensaje se transmita claro para evitar una reacción innecesaria. Además de nuestra responsabilidad científica y clínica, es importante educar a la población, a otras disciplinas sanitarias y a gobernantes transmitiendo el mensaje claro y proponiendo soluciones pragmáticas que beneficien a largo plazo al futuro del planeta y, por tanto, al de la humanidad.
ses asiáticos, y debido a la inexistencia de controles veterinarios sanitarios, era cuestión de tiempo que el incidente se repitiera. Sin embargo, este tipo de mercados no son los únicos que comprometen la salud mundial. En China y Vietnam el mercado de marfil, huesos de leones, cuernos de rinocerontes, escamas de pangolines, etc., está hoy en un auge histórico y representa un negocio millonario. Pero el consumo de animales salvajes no es un hecho exclusivo de Asia, en muchos países de África el llamado bush-meat, carne de bosque, es un hábito común, y en ocasiones la única fuente proteica para los habitantes locales. Sin embargo, en los últimos años se ha magnificado por la demanda internacional y los conflictos bélicos locales. Ejemplos de morbilidad y mortalidad diversas son los virus del VIH y del Ébola, con zoonosis que parecen haber sido originadas por consumo de chimpancés en el centro de África.
En el control del brote de Ébola en 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a una coalición de países, establecieron medidas sanitarias y sociales que impidieron otra catástrofe internacional. No obstante, pocas fueron las medidas para controlar el furtivismo y evitar futuros brotes en el origen de esta u otras zoonosis. El virus del Ébola tiene su reservorio en murciélagos, y desde la década de los 90 ha diezmado las poblaciones de chimpancés y gorilas salvajes. Debido a su cercanía filogenética con el Homo sapiens, los grandes simios son vulnerables a muchos patógenos comunes, y en ocasiones son más sensibles por su sistema inmunitario no expuesto frente a enfermedades de origen humano. Actualmente están altamente amenazados por la pérdida de hábitat, el furtivismo y, ahora, las epidemias. Además del impacto en especies en peligro de extinción, la falta de veterinarios clínicos en el terreno, de controles sanitarios y los escasos estudios de salud en poblaciones animales, el consumo y tráfico ilegal de fauna salvaje constituyen una amenaza para la salud pública.
Bibliografía disponible en https://www.grupoasis.com/ hygia/bibliografias/Hygia3Conservacion.doc