Boletín Página al viento-N°17

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Jesús Aguilar Paz:

un referente de la geografía patria M

arzo es un mes lleno de fechas importantes. Iniciando la segunda semana, en todo el mundo se festeja el Día Internacional de la Mujer; en nuestro país, desde el 5 de noviembre del año pasado se decretó Día del Historiador Nacional en fecha 17; y para el 21—equinoccio de primavera— el Día Internacional de la Poesía. En este año, se sumó una efeméride más: el 31 de marzo, con el centenario del nacimiento del nobel mexicano, Octavio Paz, uno de los poetas hispanos más influyentes de la historia literaria. La Editorial Universitaria, en su continuo acercamiento con la comunidad universitaria y el público lector, ha conmemorado todas estas fechas en cada una de nuestras plataformas informativas. Y como cualquier mes y cualquier día es apropiado para recordar, Página al viento en este número salda una deuda pendiente con un hombre cuya labor como forjador de nuestra identidad fue irrepetible: el doctor Jesús Aguilar Paz. Las siguientes páginas ofrecerán un acercamiento a lo que fue el quehacer de nuestra figura del mes, reconocido sobre todo por crear el mapa oficial de Honduras —nuestro rostro como patria— pero que igualmente destacó con gran encomio en otras disciplinas. En un esbozo biográfico describiremos las múltiples proyecciones que tuvo el trabajo de Jesús Aguilar Paz, que fue, por ello, un erudito en toda la extensión de la palabra. Compartimos unas breves palabras que el doctor Aguilar Paz ofreció hace cincuenta y cinco años en la última reunión panamericana de consulta sobre geografía realizada en Ecuador. Y para no abordar únicamente esa parte de su perfil intelectual reproducimos el texto mítico que escribió sobre la iglesia de Curarén, uno de los pueblos más antiguos de Honduras, junto a una breve reseña sobre este pueblo. Les invitamos a que consulten nuestro catálogo de publicaciones y que sigan nuestras actividades a través de las redes sociales, y esperamos que continúen enviando sus comentarios y sugerencias a nuestros correos electrónicos. Boletín informativo de la Editorial Universitaria Año III, No. 17 • Marzo de 2014

Universidad Nacional Autónoma de Honduras Ciudad Universitaria, Edificio Juan Ramón Molina Tel. (504) 2232-4772 / 2232-2109 ext. 208 Correo: editorial.univ@unah.edu.hn editorialUNAH @editorialUNAH

En este número:

 La vida de un sabio viajero / 2  Jesús Aguilar Paz / Jorge Fidel Durón / 4  “La geografía: el secreto de todo lo que es” / Jesús Aguilar Paz / 5  La iglesia de Curarén / Jesús Aguilar Paz / 6

Director: Rubén Darío Paz Edición: Suny del Carmen Arrazola Néstor Ulloa Diseño gráfico: Rony Amaya Hernández Mercadeo y publicidad: Tania Arbizú Apoyo logístico: Alejandra Vallejo, Maryori Chavarría


La vida de un sabio viajero

A instancias de las autoridades y fuerzas vivas del municipio de Gualala se erigió un monumento en reconocimiento a la trayectoria de su hijo prominente.

“M

aestro, algún día yo le voy a hacer un retrato a mi patria”, fueron las palabras que el doctor Jesús Aguilar Paz le diría en algún momento a su maestro Pedro Nufio. Y así lo hizo. Recorrió palmo a palmo el país gran parte de su vida, acompañado de dos brújulas, un aneroide y un podómetro, con el objetivo de darle una cara a este pequeño pedazo de tierra —el ombligo de Centroamérica—: un mapa que nos identificara como Honduras. Nació en Gualala, Santa Bárbara, el 15 de octubre de 1895. Como muchos han dicho, la genialidad jamás nubló su lado humano, siempre fue un hombre sencillo, que además de intelectual fue campesino y pastor de vacas, amante de la artesanía de los campos, pues tejía sombreros de palma. Egresó de la Escuela Normal de Varones en 1914, por aquellas épocas dirigida por el maestro Pedro Nufio. Luego de eso, fue secretario y sub-director de la Escuela Normal de Occidente en La Esperanza, Intibucá. En

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1937 se graduó como Doctor en Química y Farmacia de la UNAH, donde posteriormente ocuparía el puesto de decano. Asimismo, fue maestro de primaria, delegado para Honduras ante la UNESCO, diputado al Congreso Nacional, presidente de la Sociedad de Geografía e Historia de Honduras y miembro de la Academia Hondureña de la Lengua. Con su labor y gestión fueron muchas las entidades culturales que tuvieron gran empuje, entre ellas la Academia Nacional de Historia, el Instituto de Cultura Hispánica y la Academia Hondureña de la Lengua. Falleció en Tegucigalpa el 26 de junio de 1974.

Estudios y publicaciones Su trabajo —toda una amalgama de conocimiento— reflejan su amplio saber intelectual, que no se encasillaba en una sola línea o disciplina, pues Jesús Aguilar Paz —científico, historiador, académico, educador, folclorista y geógrafo— no tuvo límites para el conocimiento. En 1918 publicó su primer libro, Laberintos de alquimia,

una obra filosófica; Tradiciones y leyendas de Honduras (1931) recoge las muestras de nuestro folclore tradicional —costumbres, mitos y crónicas populares— cuya misión se completa con lo que, años después, presentaría en Toponimias y regionalismos de Honduras (1970) y El refranero hondureño (1981). Para 1938 apareció Flora tradicional, una recopilación de investigaciones sobre plantas medicinales de nuestro país. Fueron muy importantes sus estudios científicos, sobre todo el referente a los cinco temas sobre energía nuclear y atomística, y el de creación de campos ingrávidos y de la luz sin foco; sumado a ello, la publicación del folleto Interpretación química y ley periódica universal le valieron el Premio Nacional de Ciencia “José Cecilio del Valle”. Fue autor de los textos Educación fundamental para Honduras (1948) y El alfabetismo en Honduras (1949) y de tres folletos referentes a los seminarios de educación celebrados en Caracas, Río de Janeiro y Montevideo, a los cuales asistió como representante de Honduras.

Para nosotros siempre fue don Jesús, hombre bueno, nunca perdió el estilo campesino, jovial, generoso y sin dejar de ser —en el orden colectivo— útil a la república: con el mapa de Honduras, con sus investigaciones lingüísticas, con sus estudios históricos; en una palabra, con su presencia y prestancia de ciudadano ejemplar.” Medardo Mejía


Geógrafo autodidacta Desde muy joven mostró un gran interés en conocer su territorio. En el libro El alquimista de Gualala, Enrique Aguilar Paz, su hijo, cuenta que: “Cuando Jesús Aguilar Paz se trasladó desde Gualala hasta Tegucigalpa, en diciembre de 1905, durante los cinco días que duró el viaje a lomo de mula iba dibujando croquis de los pueblos que visitó. Únicamente tenía diez años de edad, pero en esos primeros trazos se refulgía el talento innato en orientación geográfica.” La que para muchos es su obra cumbre —el mapa de Honduras—, fue una labor que le llevó más de dieciocho años: desde 1915 hasta 1933 —fecha en que presentaría la consumación de este trabajo. Además de ello, concurrió a varios simposios y asambleas en toda Latinoamérica como delegado de Honduras del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. El amor que tuvo por esta disciplina era una extensión del amor a su país y a su identidad como hondureño. En 1957, escribiría: “Un mapa de Honduras es y será siempre el mejor amigo de su familia y debe figurar de preferencia en el santuario del hogar, como un libro cuyas páginas están totalmente abiertas, en todo instante, para la educación cívica y del carácter de los patriotas del futuro”.

Indumentaria básica que utilizó Jesús Aguilar Paz para recorrer el país.

Viajero, triste viajero aburrido y cansado ¿cómo sigues aún cansado de conciencia y de razón? En ellas leo mi historia y repaso el universo, en los latidos del corazón. Del norte al sur del levante al oeste de la órbita celeste al más pobre recodo, de puro viejo, ¡lo he sido todo...! Jesús Aguilar Paz

Las juventudes actuales, quienes tienen ahora a su cargo la misión delicada de orientar este país hacia las metas de su desarrollo y su dignificación, no podrán olvidar jamás la obra realizada por hombres de la talla de Jesús Aguilar Paz, sino que más bien estarán obligadas a inspirarse en ella para el cumplimiento de su misión presente y futura.” Víctor Cáceres Lara

Bibliografía consultada --- (1956) “Breves biografías de académicos: doctor Jesús Aguilar Paz” Boletín de la Academia Hondureña de la Lengua, agosto. Aguilar Paz, Enrique (1995) El alquimista de Gualala. Editorial Guaymuras: Tegucigalpa. Argueta, Mario (2004) Diccionario de escritores hondureños. Editorial Universitaria: Tegucigalpa. Cáceres Lara, Víctor (1974) “La muerte de un gran hondureño” Anales del Archivo Nacional, VIII (13), diciembre, pp. 72-73.

Jesús Aguilar Paz en uno de sus encuentros internacionales.

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Jesús Aguilar Paz

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Jorge Fidel Durón

H

e aquí un hombre testimonios que, denque la historia de tro y fuera de nuestra Honduras pronunciará geografía, ratificaron el mañana con el más unproducto de sus desvecioso respeto. He aquí un los. Fuera de Honduras, hombre que la juventud soy testigo de los triunhondureña provechofos en que su nombre samente deberá emular. quedó para siempre Salido de la más recia y vinculado al de su solar autóctona entraña que nativo. ha forjado nuestra naJesús Aguilar Paz será cionalidad, fue indudaun valor inapreciable blemente el self-made muy difícil de reponer man de la leyenda, que en nuestro medio. La paso a paso, firmemente madera de que estaba siempre, escaló todos los hecho este personaje peldaños del éxito con dinámico y singular es vigoroso empeño. Difícilmente podrá encon- Enrique Aguilar Paz y su hijo junto al mapa que presentó su padre en 1933. Foto: Diario El Heraldo. augusta y rara. Los días futuros ratificarán las trarse en la limitada galegabinete de trabajo, llegando a alcanpalabras que, despertándonos a la rearía de nuestros verdaderos prohombres zar los más codiciados galardones que lidad, señalarán su inexorable falta, la un ejemplar humano más completo. Honduras ofrece a los ciudadanos de pena de su ausencia. Y es que, precisaSe educó y se instruyó con intrepidez su talla. Fue de los pocos connaciona- mente, en él se conjugaban los valores desde muy temprana edad, seguro, les que conoció su patria y la recorrió de las múltiples personalidades que recomo que sabía el importante papel alerta y vigilante, palmo a palmo, pues presentaba, así la del hombre sencillo que desempeñaría en la vida nacional, justamente creía que, para amarla, este y afable, cuya curiosidad por aprender como anticipando que sería citado un profundo y personal conocimiento es era insaciable, y la del hombre estudiodía como paradigma en la cátedra, en la esencial. so que conocía el precioso valor del tribuna, en la profesión, en el libro y en tiempo en nuestro efímero paso por Muchas fueron las eminentes obras en este valle de lágrimas. A Jesús Aguilar la obra permanente y perdurable. que dejó la huella imperecedera de su Paz lo debemos honrar y dignificar y Sin lugar a duda fue nuestro más acu- reflexión, de su sabiduría y de su cijamás olvidar su inmortal ejemplo. cioso científico. Así se le consagró en su vismo. Numerosos fueron los valiosos

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Recibiendo la Orden “Ramón Rosa” en 1969. * Prólogo del libro El alquimista de Gualala (1995) Editorial Guaymuras, pp. 13-14.

Salido de la más recia y autóctona entraña que se ha forjado nuestra nacionalidad (…) Difícilmente podrá encontrarse en la limitada galería de nuestros verdaderos prohombres un ejemplar humano más completo.”


“La geografía: el secreto de todo lo que es” *

Jesús Aguilar Paz

E

l hombre, criatura que sufre y se construye minuto a minuto, ha forjado su mente, verdadera maravilla cósmica, con los haberes arrancados al mundo ambiental, formando sus archivos, cual tesoros diamantinos, frutos de sus dilatadas experiencias en el largo recorrido de la piedra, el árbol y el animal dentro del ámbito aún desconocido de la biocosmia. Enriquecida así la humanidad con los acaeceres del pasado del hombre, devuelve con precisión las enseñanzas pretéritas que la formaron, por medio de la divina facultad de la palabra (…) El hombre habla diversos idiomas, pero el universo tiene uno solo: el que vemos, tocamos y sentimos, y que todas las razas procuran interpretar en sus lenguas particulares. Mas, el lenguaje de la naturaleza está escrito en las cosas, en sus fuerzas, en sus fenómenos y agentes físicos, que son parte de la geografía, la reina de las ciencias. Cuando el geógrafo describe la tierra, descubre algo o inventa maquinarias, estudia la atmósfera con sus tremendos cambios. Únicamente está devolviendo de su memorial mente milenaria lo que vio, la poesía y sentimientos que sintió, los hechos físicos que sufrió o experimentó, los sectores estelares que inquietaron su inteligencia, ya que en definitiva el hombre es, de la esencia universal, un resumen cosmogónico que contiene el todo, según leyes periódicas invariables. Los geógrafos de América, incluyendo los cartógrafos, que estratifican el dato geográfico, y los historiadores que escriben en la hebra de las horas las palpitaciones terrenales, van con paso firme descubriendo las reconditeces del continente colombiano, poniendo en práctica la mística que les da fe, entusiasmo y resolución para alcanzar el noble empeño de conocer los detalles de nuestras tierras y el fondo del hombre que la habita como morador, y el de ella como morada que lo protege y sustenta (…).

El doctor Jesús Aguilar Paz ofreciendo un discurso en 1958.

Pero antes de terminar permitidme que con emoción filosófica pueda aún ponderar y elogiar el capital incontable de la geografía, emperatriz de la creación, porque habrá día en que la humanidad termine su existencia y la madre tierra

El doctor Jesús Aguilar Paz es uno de los hombres de ciencia más sobresalientes que ha tenido este país. Ha tenido una actuación dilata y fecunda en la vida pública de la nación en sus múltiples facetas ciudadanas, ya sea como maestro insigne de varias generaciones, ya como hombre de pensamiento, ya como científico, ya como hombre de letras y ante todo y sobre todo, como un hondureño ciento por ciento…” Rafael Bardales

quede abandonada, sola y desértica por el fuego apocalíptico que la abrasará, destruyendo cuanto el hombre ha producido con sus esfuerzos, mas, ella misma en previsión de lo incierto del porvenir, por medio del mismo protagonista de la civilización, está explorando ya en los espacios siderales, extendiendo en los spucnik, satélites y cohetes estratosféricos, las fronteras de su ecuménica y a otros planetas enviará el grandioso mensaje de esta humanidad terrícola, es decir, a otras gentes, y que por milenios luchó entre el dolor y la ignorancia por descubrir el secreto de todo lo que es. Más aún cuando desaparezca la criatura humana, en mi ficción pesimista, pero dentro de los dictados de las leyes naturales inmutables, la geografía seguirá viviendo como dueña y señora de lo creado. Entonces, según designios inescrutables, solo será posible con la experiencia etérea acumulada, que perdurará el aparecimiento de otro gran cielo, que en escala superior y luminosa, dará origen a otra humanidad menos opaca y más diáfana, que repetirá la ruta recorrida por la presente, en el espacio y en el tiempo.

* Fragmento del discurso pronunciado para la sesión de clausura de la V Reunión Panamericana de Consulta sobre Geografía, en Quito, el 16 de enero de 1959.

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La iglesia de Curarén

Jesús Aguilar Paz

N

o se crea que la iglesia del pueblo indígena de Curarén ha sido construida de igual suerte que los demás templos de la generalidad del país, por lo menos eso afirma la leyenda, que tan amiga es de transformar y contar los hechos del pasado, modificándolos y pintando con pinceladas originales y de contraste hermoso, tal vez lo que es chocarrero y vulgar. Ignoro si el lector conoce o sabe que la iglesia aludida, por defecto en la construcción arquitectónica, dista mucho de estar completamente a plomo, cuando más bien sus líneas de la fachada, es decir, sus aristas, parecen inclinadas como si de adrede se los hubiese recargado o empujado hacia el centro de la nave central. Pues bien, este detalle insignificante al parecer

Fachada de la iglesia de Curarén, F.M. Foto: Rubén Darío Paz.

dio origen para que la gente, que es la autora de las historias y leyendas, inventase la que a continuación se relata: El Diablo, siempre en su afán de adueñarse del mayor número de almas para su reino negro, como la brea o las camacas, hizo una singular apuesta con un señor de la localidad, es decir del célebre Curarén. La apuesta consistía en que el demonio, con su poder infernal, se comprometía a dar construida y terminada la iglesia del pueblo en una sola noche; en cambio, el hombre imprudente, si tal cosa se efectuaba, entregaría su alma al Diablo después de muerto. Mas, si no se terminaba el templo en las condiciones estipuladas, quedaría el hombre libre de compromiso algu-

no. Concertado el trato, se fijó cierta noche para el trabajo. El demonio, al no más cerrarse la oscuridad nocturna por completo, comenzó su obra, oyéndose ruidos atronadores y estrépitos que producían los materiales al ser acopiados y colocadas las piedras en su sitio correspondiente; siendo ayudado en su gigantesca empre por una turba de diablos y diablillos que, en legiones incontables, hormigueaban por los alrededores, de negro uniformados y sus ojos chispeantes cual ascuas, por lo que en conjunto simulaban un brasero en mágico movimiento.


La construcción de la iglesia marchaba a vapor y nuestro hombre compungido y temeroso atisbaba temblando, desde un rincón cercano. Pasaban las primeras horas de la noche y el trabajo aumentaba sorprendentemente, esbozándose ya en medio de las sombras de la otra parte contratante. Ya por la media noche, los muros de las paredes laterales, trasera y frontal, estaban rematándose, siguiendo el cierre de la bóveda de la nave, etc. Cuando las horas de la mañana del siguiente día se iniciaban y el Diablo gozoso creía ya casi concluida la obra, nuestro héroe había pasado del miedo al terror angustioso por el negro porvenir que le esperaba en garras del maligno espíritu, del rey del averno. Sin embargo, “soldado prevenido nunca es combatido” dice el dicho y esto mismo puede decirse del poblano que expuso su alma, por ver terminado pronto el templo de su pueblo, pues con tiempo se armó de un gallo del gallinero de su casa, el que nunca separó del brazo. Este gallo lo salvó de la desgracia que se le avecinaba. En efecto, cuando nuestro hombre notó que la banda de diablos estaba para terminar la obra apostada y sabiendo que el propio Diablo no podría continuar el trabajo después del canto del primer gallo, por aproximarse los rayos del nuevo día, tuvo la buena idea de apretar del pescuezo al mencionado gallo que portaba. Este, acosado, no tardó en soltar su claro y sonoro “quiquiriquiiiii”, tan decidor, que asustó a la diablada que creyó ser acogida por los claros del nuevo día. El cojo mayor, viéndose perdido, montó en cólera y antes de desaparecer, entre chispas y remolinos de viento, dio un tremendo puntapié al muro de la fachada de la iglesia, tan fuertemente, que la canteó hacia el interior según puede verse en la actualidad, con lo cual la gente explica el defecto en la arquitectura de la casa de Dios. NOTA: Parecida historia se cuenta del origen de cierto acueducto y pozos del mismo vecindario de Curarén y que ya son agregados a la presente leyenda.

Curarén: donde las fuerzas del mal perdieron su batalla Rubén Darío Paz lar Calle del Comercio. Con solo ver sus edificios principales se deduce que su ubicación no sigue el orden acostumbrado de las construcciones españolas, dado que el templo católico se ubica al lado contrario del Palacio Municipal y a un costado su parque de reciente edificación.

Original mausoleo. Muy cerca de Las La pisada del diablo, ubicada al costado izquierdo de la iglesia de Curarén. Foto: Rubén Darío Paz.

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n uno de los agrestes ramales de la sierra de Lepaterique se divisan las montañas de Curarén, una topografía dominada por cerros, picos y peñones que invitan a disfrutar de una excitante experiencia que inicia con el ascenso por empinadas cuestas. En 1791, Curarén perteneció al curato de Aguanqueterique y en 1825, cuando se estableció la primera división territorial de Honduras, pasó a formar parte del departamento de Comayagua. En 1843 se adhirió a Choluteca y en 1869, cuando La Paz alcanzó la categoría de departamento se insertó en sus dominios territoriales. Finalmente, en 1878, durante la reforma liberal, pasó a formar parte del departamento de Tegucigalpa, que a partir de 1942 se llamó Francisco Morazán. Curarén colinda con varios municipios de Francisco Morazán, entre ellos: Lepaterique, Reitoca, Alubarén, San Miguelito y La Libertad; y con los municipios de San Francisco de Coray, Langue y Caridad del departamento de Valle. De igual forma limita con Aguanqueterique y Lauterique, ambos pertenecientes al departamento de La Paz. Curarén tiene dieciséis aldeas, entre las que destacan algunas por sus nombres indígenas: Macancicre, Mandasta, Toncontín, Emituca, Cartagua y Cunimisca. Como en casi todos los pueblos de Honduras, en el casco urbano de este municipio se encuentra la iglesia católica y el Palacio Municipal, al que se llega por la popu-

Brisas, uno de sus más antiguos barrios, se encuentra uno de los monumentos de mayor trascendencia en el país, debido a sus dimensiones y estilo. Es el mausoleo de la familia Cardona, construido a finales del siglo XIX y que sirve de reposo a varias generaciones. Es urgente conservar este edificio ya que junto a los cementerios de Yuscarán, Trinidad, Corquín y Santa Rosa de Copán, es una de las muestras más importantes de la arquitectura necrológica poco estudiada en nuestro país.

Fiestas de febrero. En el interior de

la iglesia se guarda un sencillo retablo dedicado a la patrona de Curarén, la Virgen de la Candelaria; una pequeña imagen de vestir que es parte del orgullo de los curarenes. Las festividades en su honor, muy concurridas, se llevan a cabo el 2 de febrero y en la misma convergen habitantes de los municipios vecinos, sin faltar los curarenes que residen en la ciudad capital. Una de las primeras escuelas con que contó la población data de 1856, inició con un profesor asignado. En la actualidad, todas las aldeas de Curarén están dotadas de su propia escuela y en algunos casos con centros de educación básica. El instituto “Francisco Rodas Hernández” funciona en el casco urbano del municipio.

Cómo llegar a Curarén. A la altura de

la carretera pavimentada que de Tegucigalpa conduce a la ciudad de Choluteca, y en las proximidades del desvío del municipio de La Venta a mano derecha se sigue una carretera de tierra, se pasa por el municipio de Reitoca y luego se llega a Curarén.


Breves de actualidad convirtiéndose en el primer poemario de nuestro país traducido a este idioma.

L

a Editorial Universitaria, siguiendo con sus actividades culturales, estará presentando próximamente Animal no identificado, el último libro del poeta hondureño Rolando Kattán. La obra fue recientemente traducida al italiano por la doctora Piera Mattei y se presentó en Roma, Italia el pasado mes de febrero,

En esta ocasión, Kattán nos ofrece una edición de lujo para la versión en español. Sobre esta, el también poeta Néstor Ulloa ha dicho: “Los textos poéticos de este libro son, de alguna manera, la respuesta a una constante búsqueda que el poeta ha acometido desde que se dejó abrazar por el fuego de la poesía, con el objetivo de conocerse y reconocerse entre el barullo de una sociedad posmoderna que nos minimiza; que no pierde oportunidad para ningunear la singularidad del ser humano, y que se traduce en esa voz que el poeta escucha goteando ‘no construyas castillos en el aire’. Pero el poeta Kattán hace llover escaleras en su texto y haciendo caso omiso a la sentencia, traza su ruta hacia lo realmente trascendente: la poesía.” Rolando Kattán también es autor de Fuga de sombras (2000); Lo que no cabe en mí (2002); Exploración al hormiguero (2004); y Poemas de un relojero (2013), que le valió la Mención de Honor en el Premio Centroamericano de Poesía “Rubén Darío”. El evento se realizará el jueves 10 de abril, a las 4:00 p.m. en la Librería Universitaria.

¡Disponibles en la Editorial Universitaria! El otro Morazán, el desconocido Enrique Aguilar Paz “En este libro, Enrique Aguilar Paz hace un análisis sobre los interesantes desempeños que el máximo prócer centroamericano realizó en múltiples áreas de carácter civil. El autor lo despoja de su uniforme militar y nos presenta, entre muchos otros, a un Morazán humano, amigo, demócrata y educador.”

Las luces del cielo de la iglesia/El mosqueador añadido Antonio de Paz y Salgado Bajo una edición muy cuidada de Héctor M. Leyva, el libro ilustra “dos de los extremos que conoció la obra de Paz y Salgado: la escritura oficial en el lenguaje elevado y altamente formalizado del barroco (…) y la más personal, en el lenguaje llano y humorístico de la sátira de costumbres.”


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