Jazz y todo lo demás de Julián Ruesga
Bono
se suma a la colección
Biblioteca
Lamúsica popular cubana constituye una de las tradiciones musicales más dinámica y sofisticada del mundo, donde la improvisación desempeña un papel tan
importante como en el jazz. Su principal característica reside en el uso de ritmos y percusiones de origen africanos que se introdujeron en las músicas criollas cubanas durante la segunda mitad del siglo xix. No hay que olvidar que Cuba fue el último territorio americano en abolir la esclavitud, 1886, y que mucha de la herencia musical afrocubana incluye estilos directamente relacionados con las religiones sincréticas afrocubanas (Manuel, 2004: 127), conformando una sonoridad percusiva muy relacionada con las percusiones tradicionales de África Occidental. El percusionista Mongo Santamaría, nacido en 1922, era nieto de africano y el entorno social en el que creció y adquirió los rudimentos del manejo de la percusión afrocubana estaba integrado por ancianos antiguos esclavos. Igual sucedía con Chano Pozo, nacido en 1915, también nieto de africanos.
Justo, la base expresiva de la música orquestal de baile cubana
reposa en el ritmo creado por la sección rítmica, formada por contrabajo, piano y percusión. El bajista goza de una relativa libertad para hacer variaciones y funciona como un percusionista con los tambores, con el mismo sentido de percusividad y ataque. A veces estas variaciones pueden consistir en mínimos matices microrítmicos que intensifican el ritmo. Por su parte, el piano latino, en general, resalta más el ritmo y los contrastes de texturas que la línea melódica y la armonía (Manuel, 2004: 141). Finalmente, la percusión resalta el intrincado ritmo compuesto y lo aviva mediante variaciones improvisadas, provocando con frecuencia una intensidad hipnótica. A partir de la década de 1950, algunos percusionistas, como Cándido Camero, Armando Peraza, Francisco Aguabella, Patato Váldes, Tito Puente y Mongo Santamaría, fueron dando relevancia solista a timbales y bongós en las improvisaciones.
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con un conjunto de ensayos que abonan en la comprensión del jazz como música global, sus materializaciones en diferentes lugares del mundo, y su apropiación por músicos de otras culturas en contextos sociales diferentes al de su origen.
Bernard Lahire
propone una novedosa aproximación científica al fenómeno de los sueños. Nos presenta en La interpretación sociológica de los sueños, los distintos paradigmas y disciplinas que han estudiado
Las ciencias sociales son los grandes ausentes en la historia del estudio científico del sueño y de los sueños. Comparada con el compromiso sostenido por todas las formas de la psicología, que van del psicoanálisis a la psicología cognitiva y, más recientemente, de las neurociencias, desde la neuropsiquiatría a la neurobiología, la contribución de las ciencias sociales en general y de la sociología en particular sigue siendo muy marginal.
Algunos pensarán que esto es muy normal: ¿no son los sueños una actividad a la vez universal (todo el mundo sueña), individual (cada uno sueña cosas muy singulares) e involuntaria por excelencia? Que sociólogos, antropólogos o historiadores puedan cuestionarse sobre la manera
como ha sido concebido, tratado e interpretado por épocas, sociedades o grupos diferentes, cae de su peso. Pero que intenten entrar en la lógica de su producción, que lo consideren como el resultado de un proceso que guarda relación con la situación de los soñantes al interior del mundo social, esto, en cambio, no tiene nada de evidente.
Debería poderse decir que aquellos que atribuían funciones premonitorias a los sueños, que los interpretaban como profecías o que veían en ellos orígenes divinos o demoniacos se equivocaban; asimismo, que se equivocaban quienes pensaban que los sueños no tenían ningún sentido y que no eran más que una secuencia aleatoria de imágenes, sonidos y emociones; aquellos que imaginaban que los sueños hundían sus raíces en los traumatismos del nacimiento, en las experiencias fetales o en el inconsciente colectivo, y aquellos que estaban convencidos de que los sueños eran engendrados exclusivamente por los estímulos del entorno inmediato o por los estímulos corporales internos durante el sueño.
Ahí, en una de las mesas redondas, en el punto medio entre el pequeño escenario y la barra, rodeada por los trece retratos de mis mujeres que adornan las paredes, está Ema. Ema, y otra mujer sentada frente a ella que me da la espalda. Se están tomando de la mano, dulcemente, con un encanto que resulta arrollador. Presentí que iba a venir sola, pero me equivoqué: quizás no se atreva a enfrentarme sin una escudera. Al sentir mi presencia, la otra gira el cuello y puedo verla. Encendida y tostada en un sobrio solero blanco, con el cabello dorado formando dos trenzas que caen sobre sus orejas sin pendientes, así, veraniega y sensual con sus lentecitos de marco negro, la que fue mi esposa acaricia los finos dedos de Ema y como si repitiera una nefasta fórmula, dice: “mirá, mirá quién está ahí”.
Nos saludamos, intercambiamos besos en las dos mejillas y nos reímos. Dicen que me ven mejor y les respondo que ellas están hermosas, infartantes. Elogian el lugar, los muebles, la decoración y la idea de poner el retrato de las chicas. Les cuento que esos retratos tienen vida, que gracias a unos reflectores, pueden parecer demoníacos o piadosos, lascivos o serios según sea la intensidad y la posición de la luz que se vuelque sobre las imágenes. Ambas coinciden en que es ingenioso, “súper original”.
Brunilda regresa trayéndonos champagne y ellas, al unísono, agradecen. Es todo tan natural, tan mágico, que no puedo reprimirlo, que no puedo evitarlo. Y
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este fenómeno, y propone un modelo teórico que da cuenta, en términos sociológicos, de los procesos y dinámicas de la producción onírica.
La colección
Ficción lista un nuevo volumen dentro del género cuentístico: El lugar de la apariencia, de Federico Ferroggiaro. De él ofrecemos el siguiente fragmento del relato “La mansión de Sibyl Vane”.
las imagino a las dos, a la que era mi aburrida esposa y a Ema, abrazándose desnudas, acariciándose lujuriosamente, en aquella habitación del quinto a donde las descubrí una tarde. Esa escena me absorbe, me obnubila y ya no puedo oír lo que hablan mientras me miran, no puedo entender lo que me están preguntando. Es una fuerza que no imaginé, un deseo que no pensé que ellas despertarían.
Con decisión les tomo las manos, se las aprieto un poco para callarlas. No sé si comprenden exactamente lo que está sucediendo, pero me siguen, no me sueltan y los tres vamos por el corredor de las antorchas tomados de la mano. Todo para corroborar que es cierto, que ni un hombre ni una mujer se matan por amor como Sibyl Vane, porque el instinto es más fuerte, porque la carne es la que manda y es mejor tener el mundo entero, conservar el alma y seguir actuando; seguir viviendo sin volver a mirar nuestro rostro en el retrato.
La invención de la Malinche.
Laimagen que se conserva de la Malinche es producto de las interpretaciones, tanto de la cultura popular como de los escritores que han formulado la tradición literaria en México. Desde la Conquista, la Malinche ha sido objeto de interpretación biográfica, ficcional, pictórica y simbólica, pero este estudio aspira a ser el primero en delinear la transformación de la figura histórica en un signo literario con múltiples manifestaciones. También es el primero en identificar la formación de la Malinche como paradigma, caracterizando sus rasgos y exponiendo los cambios en el uso de este signo debidos al impacto de los hechos sociopolíticos sobre la expresión literaria.
Nuestra imagen de la Malinche se ha generado en gran parte gracias a la ficción y, por lo mismo, puede estudiarse como una construcción literaria. Con base en la idea de que la literatura es una institución social que crea modelos y patrones de conducta aceptable e inaceptable, los siguientes capítulos describen la representación de la Malinche en algunos de los textos literarios mexicanos y extranjeros, su significado histórico, la evolución de sus presentaciones así como la interpretación cambiante de esa representación, desde los historiadores de la Conquista hasta las escritoras mexicanas y chicanas/mexicano-americanas contemporáneas que consideran a la Malinche como
un símbolo de las tensiones, las contradicciones y la opresión inherentes a sus identidades sexual, racial y étnica.
Las lluvias de Estocolmo de Edgar
London, Premio
Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo
2022, se suma a la histórica colección Ficción.
Empieza por el principio, me dicen, y no me atrevo. No todos los comienzos son agradables. La vida misma, por ejemplo. Un esperpento que se retuerce, manchado de sangre y de otros efluvios. También están los gritos. Y antes que los gritos, los golpes. Visto de esa forma, ese bien podría ser el inicio de mi historia, que es también la historia de mi hermano menor y de mi hermana, la mayor. Solo que ella jamás pronunciará palabra alguna. Una historia, digo, de sangre y de otros efluvios. De gritos. Muchos gritos. Y flores.
No sé si ya lo dije. Padre tiene una florería. Imagino que sigue siendo suya, aunque ahora esté postrado en una cama. Aún no decidimos qué hacer con ella. Es un ejercicio inédito para mi conciencia de mujer. De niña era más fácil lidiar con los asuntos de la tienda. Una sola ley, un solo pacto: padre decide, yo obedezco.
La tienda abre muy temprano. A las seis de la mañana ya están dispuestas las tarimas y acomodados los ramos. También encendemos el espectacular de la entrada. Es un espectacular muy feo que padre y mi hermano menor hicieron con una manguera transparente rellena de lucecitas led, de
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De la historia al mito es la versión revisada y ampliada del texto originalmente publicado en 1991 en inglés por Sandra
Messinger Cypess, ahora editada en la colección Biblioteca.
esas que se usan para iluminar los arbolitos de navidad en las casas, pero que mamá nos prohibió usar porque, asegura, Nuestro Señor Jesucristo debe ser venerado en los corazones y no en pinos y en regalos mundanos. Que esas son obras del diablo, dice.
Soy de nación campesino. Representación y memoria en el agrarismo es un título más del que damos cuenta.
Llamala atención el papel central de la palabra en la mencionada transacción, ya que el acuerdo entre el gobierno virreinal y los caciques locales está mediado por un escribano público, a quien imaginamos redactando el acta en español, junto a un intérprete traduciendo entre español y náhuatl. Además, el uso de los términos “indios” e “indígenas” para autoidentificar a los peticionarios subraya la continuidad entre pasado y presente, a pesar de los atropellos que a través de los siglos resultaron en la pérdida de sus tierras comunales, mientras la invocación de la ley del 6 de enero
les posiciona como sujetos sociales revolucionarios. No obstante, ante la aparente inautenticidad o insuficiencia de los títulos primordiales y –seguramente más importante– frente a los riesgos que implicaba para el gobierno enfrentar a hombres poderosos como el dueño de la Hacienda de Mahuistlán, la “improcedente” demanda de restitución fue canalizada hacia la dotación, la cual fue otorgada por el gobierno del estado en 1927 y confirmada en 1936 por resolución presidencial.
El dictamen de “improcedencia” de las peticiones de restitución de tierras comunales y su sustitución por dotación de ejidos es un tema común en la historia agraria, que muestra, entre otros asuntos, la persistencia y el peso de la ecuación colonial papel-veracidad-poder en la época posrevolucionaria. Pero en lugar de plantearlo como conflicto en blanco y negro entre comunidades agrícolas por un lado y un Estado temeroso de revolcar demasiado el statu quo capitalista, por el otro, hay que tener en cuenta la diversidad dentro de las mismas comunidades, que en algunos casos se manifestaba en proyectos rivales en torno a la tenencia de la tierra.
Reproducimos
[ojos, porque, feliz, lo escuchas [y te aduermes al son de su sonoro movimiento tornasolado y siempre misterioso.
Secretas cosas cuenta a las mujeres el mar que es dios y padre para [ellas y madre primordial para [los hombres.
La plenitud, la dicha, en él [se cifran cuando, a tus plantas, [las rompientes olas sus guirnaldas de espuma van [dejando.
Sagrado mar, remoto, adolescente.
Porque amas el mar, por ti [le escribo: soneto azul, espejo de Selene, clepsidra oracular, cofre [de brumas…
Mar que amaré porque lo ven tus
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un poema de vocación marina que forma parte del libro El instante no atendido de Juan Miguel González.
Una CASA de PALABRAS
Esta breve selección está compuesta por fragmentos de las entrevistas a poetas centroamericanas y caribeñas, dentro del libro
El hacer poético, de Julio Ortega y María Ribes Ramírez, publicado en la colección
EntreMares de la Universidad Veracruzana.
Me gusta imaginar a mis lectores. A veces son rostros queridos, otras veces, rostros desconocidos. Me gusta pensar que leen mis poemas, primero en silencio, en recogimiento, y luego en voz alta. Pienso que al poema le gusta ser leído en voz alta, le gusta ser compartido. Si el poema no es leído por alguien más, fuera de su autor, se queda trunco, no
llega a ser poema. Es con la lectura del otro, de los otros, que el poema culmina.
Claribel alegría (niCaragua, 1924)
Es naturaleza del poema rehuir cualquier proselitismo, activismo o manipulación utilitaria. Su papel es justamente no tener papel alguno en esta racionalidad perversa del consumo y la literatura industrial, prefabricada en serie globalmente. Tendrá que posicionarse en el “contra”, desde el ángulo de la resistencia, imponiendo una actitud de repliegue hacia lo interior y hacia la preservación de la memoria. Su función es decir no (exactamente como el título de un libro de Idea Vilariño). La historia de nuestra cultura atestigua largos siglos en que la poesía actuó como conciencia de la vida latinoamericana, desde las tradiciones precolombinas hasta las revoluciones vanguardistas del siglo xx. Y dijo “no” cada vez que fue necesario. Hoy asistimos a un tiempo disfórico que ha trastornado el acceso a cualquier referencialidad, y vemos el desprestigio de los discursos convertidos en jerga y terrorismo. Y la acción sin envoltura de lenguaje, sin pensamiento crítico y espesor simbólico, es cosa letal. Sin duda, estamos demasiado cerca de la catástrofe, y tal vez por eso la vemos agigantada y repentina. Pero siempre ha habido catástrofes y siempre ha estado el poema listo a conjurarlas reestableciendo los nexos con lo esencial: la articulación no solo gramatical sino también social,
erótica, y de responsabilidad moral de los seres humanos.
márgara russoTTo (venezolana naCida en iTalia, 1946)
Me reconozco en lo que escribo. Si yo fuera una araña, diría que es el hilo que me sale del vientre, algo profundamente mío. A menudo, sin embargo, cuando me separo del poema, me asombro de haberlo escrito, siento una cierta reverencia por ese estado creativo que permitió a mis sentimientos, reflexiones o emociones encontrar la clave para decirse en palabras. Es tan difícil esa transferencia de la experiencia no verbal a la criatura verbal. Como un parto. Así lo experimento a menudo, como una angustia gozosa. Tiemblo. Sudo. Me pongo fría. Y cuando tengo el poema, quiero salir a enseñarlo, como si fuera un hijo.
gioConda belli (niCaragua, 1948)
Solo porque hay otro el poema se justifica. Pero hay que reconocer, dolorosamente, que en nuestras naciones hay cada vez más un menoscabo de lo público y una consagración del interés particular de los ciudadanos. Soñar ese otro como una comunidad que aprecia la poesía o creer que hay un sentido más puro en las palabras de la tribu puede llegar a ser utópico. Pero hay otras formas de existir de ese otro. Aunque un poco extensas, creo que vale la pena citar las palabras de Savater porque las suscribo completamente: “El poeta puede celebrar los logros comunitarios de los hombres, mostrar los sutiles vínculos que les relacionan entre sí y que a la par les separan infranqueablemente, deplorar la rapiña y la crueldad, dar cuenta de la lucha, de la cobardía, del crimen […] pero su solidaridad de solitario, la única verdadera, va siempre hacia aquello que en el hombre permanece invariablemente solo. Es con la soledad de fondo de cada hombre con lo que el poeta se solidariza”.
piedad bonneTT (Colombia, 1951)
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No he intentado crear una poética, más bien, una manera de vivir y conocer que se reflejen en los textos. La escritura para mí es cura, terapia, salvación, por eso el poema (el texto), ya que intento salir de la casilla de los géneros, es una defensa contra la realidad, un amuleto o camuflaje. Camuflaje me parece más exacto. Una protección. Es una reflexión sobre mi existencia, sobre la forma humana que habito y el tiempo de andar con ella, con el cuerpo y con la voz.
reina maría rodríguez (Cuba, 1952)
La voz siempre es la del otro, no como imagen en el espejo del lenguaje sino como lenguaje cifrado que delinea una subjetividad que yo me imagino “colectiva yetuntapped”; el sustrato de lo subjetivo en el lenguaje. El texto sale como resultado de un extraño dictado de esa subjetividad. Además, lo escrito jamás se acerca a lo que una imaginaba o a las intenciones autoriales. Por eso, la tinta refleja ese “otro” pasado por el tamiz del lenguaje en su función transmisora de conexiones más allá de la información, del código o del concepto. La poesía es siempre voz del otro porque usa el lenguaje como “seme,” como semilla. Yeats parece que obedecía a un dictado profuso. Borges, a las simetrías de la memoria rimada. ¿Qué es primero, la imagen o el ritmo? En mi caso ambas van cogidas de la mano. El ritmo encadena y brinda estructura a las imágenes poéticas, pero las imágenes son las que traducen lo conceptual y experiencial al plano de lo sensorial. Siempre he creído que la poesía es una “experiencia” de lectura y también de escritura y la experiencia vive estrechamente ligada a los sentidos.
mayra sanTos febres (puerTo riCo, 1966)
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Nacho López, de la serie “Virgen india, villa de Guadalupe”, Ciudad de México, 1953 | 407125 Secretaría de Cultura-inah sinafo fn mx. Colección Nacho López
El boletín Corre, lee y dile abre su espacio a los ganadores del Premio Nacional al Estudiante Universitario 2023, certamen que organiza la Editorial de la Universidad Veracruzana y que se entrega en el marco de la filu.
Nos complace presentarles las obras que obtuvieron los primeros lugares con el criterio del jurado especializado.
Primer lugar de la categoría Carlos Fuentes
La magdalena de Czapski
de Leopoldo Francisco Orozco Morán*
Estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México
Holde Kunst Józef Czapski
Las lecturas de adolescencia, como pueden demostrar la gran mayoría de los lectores, son más trances que lecturas: el lector joven se adentra en los libros como en una espesa bruma de páginas; al empezar a leer una oración, la anterior ya se ha perdido en el turbio pantano de la memoria a corto plazo, como si nuestro rango de visión solo alcanzara, en el mejor de los casos, la página abierta frente a nuestras caras. Cuando era adolescente leí Fahrenheit 451 en medio de esa fuga hacia adelante, con esta visión de túnel del lector poco experimentado en la que solo se quedan con nosotros pequeños detalles, como los insectos que se estrellan contra el parabrisas de un automóvil que cruza a todo motor una larguísima carretera.
Mi última lectura del 2021 fue en realidad un reencuentro dichoso con esta magnífica novela. Antes de la reciente y muy necesaria relectura, solo podía
recordar ciertas imágenes: el bombero mirando fijamente a Clarisse mientras ella sostiene una flor menuda; la salamandra metafórica que en ese entonces yo imaginaba como literal; casas y libros y gente siendo reducidos a polvo por las llamas. Pero una imagen específica venía a mi memoria con singular fuerza siempre que veía el lomo del libro en el estantero: al final de la novela, después de flotar en las aguas del río hacia las afueras de la ciudad, camuflado su olor para no ser descubierto por el sabueso mecánico, Montag se encuentra con un grupo de ancianos eruditos, hacinados alrededor de un precario fuego. Los ancianos habían sido en sus vidas pasadas académicos, intelectuales, profesores. En suma, lectores. Ahora, en el presente perpetuo de las páginas, son libros vivientes: así como los aedos que cargaban en el fardo de su memoria los versos de Homero, estas personas llevaban consigo sus lecturas, resguardadas en lo más profundo de su memoria, para salvarlas de la destrucción.
Gerald Murnane, en su texto In Far Fields, menciona un método de depuración con el que se deshizo
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* El autor de este ensayo participó bajo el seudónimo de Talón de Aquiles. El jurado de la categoría estuvo integrado por: Brenda Ríos, Diego Rodríguez Landeros y Paola Velasco.
de una buena parte de su biblioteca personal: cuenta que se pasaba horas viendo fijamente los lomos de cada uno de sus libros, con el fin de buscar la más remota evocación. Si esta mirada lograba desenterrar de su mente por lo menos una imagen concreta, el libro se quedaba; si el libro resultaba solamente un objeto más, lo metía en una caja para llevarlo después a una recicladora de papel (descubrimiento que haría las delicias del personaje de Bohumil Hrabal en Una soledad demasiado ruidosa) o los empacaba en bolsas de plástico y los almacenaba dentro de las paredes de su casa, en el lugar donde debería ir el aislante, para dárselos a sus nietos cuando tuvieran edad de leerlos. (Cabe mencionar que este método fue ideado por Murnane mucho antes de que se le ocurriera algo parecido a Marie Kondo). Si yo llevara a cabo esta depuración, la imagen de los hombres-libro alrededor de una hoguera roja y patética bastaría para salvar mi copia de Fahrenheit… de las llamas.
Releí la novela empujado, como suele suceder con muchas relecturas, por la nostalgia. No solo de la historia que cuenta, sino del libro mismo, como objeto: la edición de Minotauro que compré nueva cuando estaba en la preparatoria y que, con ingenuidad, forré con plástico adherente pensando que eso la resguardaría del paso de los años. La releí como quien vuelve a probar el agua potable, después de una sequía.
La pandemia me había separado de una muy buena parte de mis libros y, después de una calamidad amorosa, por fin había podido recuperarlos. Mi biblioteca había representado en mi vida, durante los años que duré viviendo en el centro del país mientras estudiaba la universidad, una suerte de sueño realizado: después de crecer en una ciudad pequeña y con apenas un par de librerías, el hecho de poder conseguir prácticamente cualquier título que me interesara con solo darme un polvoriento chapuzón en Donceles me resultaba una realidad, de tan feliz, casi dolorosa. Amasé una fortuna de libros, en viejas ediciones baratas, desesperadamente. Cada vez que volvía a mi departamento, después de una cacería fructífera, con la cartera vacía, hacía el recuento completo de los daños y soñaba despierto con el día en el que, por fin, todos esos volúmenes estuvieran juntos, ordenados, leídos. En ese entonces, estoy seguro, no sabía qué es lo que buscaba con esa avidez casi violenta, con ese impulso de amor loco hacia las páginas. Hoy sé que, de alguna forma, buscaba a ese yo que soy ahora, así como el yo que escribe estas líneas busca a otro yo, imposible, insatisfecho, pero mejor preparado para las cosas del mundo.
El principio de la pandemia, entonces, coincidió con mi más grande desastre amoroso. Digo desastre, porque me gusta pensar que la vida no toma rehenes ni entiende de maniqueísmos. Mi separación de esos días aciagos me hizo replantearme lo que veía en el espejo por completo, casi siempre para mal. También, me obligó a deshacerme de mis ocupaciones en el centro del país y abandonar el departamento que ocupaba con la otra víctima de nuestro desastre íntimo. Con todos los recuerdos y todos los libros. Esa pequeña fortuna de libros era mi hogar dentro del hogar, cada volumen era un ladrillo con el que
había construido los muros de mi alrededor. Volví a Ensenada, a casa de mis padres, y no podía evitar derramar, por las noches, un par de lágrimas por todo lo que había perdido, por la persona que amé dolorosamente, por el departamento vacío de gente en el que mi sensación de independencia quedó abandonada como un perro hambriento después de los derrumbes y las catástrofes, por mis libros que lentamente se podrían por la humedad y el encierro. Lloraba por mí, por lo que quedaba de mí en esos objetos abandonados que no supe resguardar ni proteger. Por todo lo que no supe proteger de mí mismo.
En esos días, encerrado en casa de mis padres a cal y canto, rodeado solamente por los libros de mi adolescencia —que supe ordenar en la cabecera de mi cama, como muy poco efectivos atrapasueños—, pensaba una y otra vez en esos hombres libro, en la maravilla —en la posibilidad remota— de buscar dentro de mí todos los libros que había dejado atrás. Encerrarme con una libreta y recordar hasta hacerme daño, reconstruir Troya después de las llamas y quemarme las manos en el proceso. A lo mejor, después de hallar todas las páginas que me faltaban, podía recuperar un trozo de lo que me fue amputado, como el anatomista holandés que menciona Olga Tokarczuk en Los errantes, al que le cortan una pierna y después, al ver frente a él la pérdida absoluta, irremediable, no puede evitar diseccionarla, casi amorosamente, hasta dejarla hecha solo hebras y hueso para terminar descubriendo, casi por accidente, el tendón de Aquiles.
En ese periodo, con mi departamento abandonado y mi biblioteca lejos, venían a mí, por casualidad, líneas específicas. A veces, hasta algún par de páginas. No con exactitud, pero sí con viveza, como espejismos que pueden ser tocados entre sueños.
Recuerdo uno de esos sueños, el recomendado a mí por un amigo —que es, al mismo tiempo, un hombre libro de la vida real—, contenido en un libro de ensayos de Adam Zagajewski que debo citar de memoria, porque cuando vino a mí se encontraba en un endeble librero gris, a varios estados de distancia de mis ojos. Zagajewski cuenta sobre Józef Czapski, pintor polaco. Nos cuenta sobre sus manías, las cosas que le gustaba leer, cómo era con sus amigos. Nos cuenta, también, sobre sus últimos días, y sus últimas palabras. Holde Kunst. No recuerdo con exactitud qué significaban, pero era algo así como, sagrado arte. No arte sacro, sino que el arte es sagrado, una espiritualidad en sí misma. O al menos eso entendí yo.
También fue militar. Él le contó a Zagajewski que, como militar polaco, fue aprehendido alguna vez por fuerzas invasoras. No recuerdo si rusas o alemanas. En el campo de prisioneros de guerra, los generales polacos intentan consolarse como pueden. Están lejos los discos favoritos, los gramófonos, las bibliotecas, los seres amados. Sin estas cosas, nadie puede sentirse como sí mismo. Entonces, piensan una cosa. Pueden quitarnos lo que nos define, pero no pueden evitar que hablemos sobre lo que somos. Organizan, entonces, pláticas, conferencias. Un melómano habla sobre música clásica. Alguien da una repasada de
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historia, recuerda con dificultad fechas y nombres. Se corrigen, trastabillan, recuperan poco a poco el terreno. Van a tientas, se van encontrando. Afuera, los guardias piensan que todas esas palabras que vuelan alrededor del encierro resultan vanas, innecesarias, superfluas. ¿Qué necesidad hay de Schubert, de Carlo Magno, si nadie aquí encerrado ha tenido frente a sí un plato caliente de comida en días?
Toca el turno de Czapski. Lo imagino con los ojos cerrados, frotándose las manos con fuerza para mantener la circulación y para avivar un fuego, el suyo. Entonces empieza su hilo de palabras: empieza a hablar de Proust, de su tiempo perdido. Las hojas que se mecen hacia el suelo en el otoño, Combray, las copas de los árboles iluminadas por un resplandor magnífico, los techos de las casas. Las charlas en los salones, Swann obligándose a amar a alguien que no podía darle lo que necesitaba. Marcel esperando a su madre, arropado en cama, en vano. La magdalena
acercándose poco a poco a los labios, el sabor del té que entra en la boca de los presentes, sin ellos darse cuenta de nada.
Ese es nuestro alimento. Un sorbo de té, algunos mendrugos de memoria. A veces, nos resulta suficiente.
Escribo estas líneas casi un año después de esa separación. En medio de ese momento y hoy, un amigo generoso accedió a organizar mi mudanza extemporánea, y meter todos mis libros en cajas —a cambio de algunos muebles— para que yo pudiera desocupar por fin el departamento. Tiempo después, recibo las cajas, veo cómo las bajan de los camiones, las organizo en seguida. Me doy cuenta de que no son todos, que algunos se perdieron entre manos amigas —y no tan amigas—, pero que son suficientes.
Hoy escribo desde un nuevo hogar. Los libros recuperados ahora se combinan con libros nuevos. Ladrillos nuevos, ahora sí, para alzar paredes más sólidas.
Floto de Cristóbal Armando Vanegas Soriano*
Estudiante de la licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Luego de algún tiempo te acostumbrás a los maltratos y hasta los naturalizás, y eso es lo más jodido. Cuando estás ahí, encerrado en la Capucha, empezás de a poco a ver normales las duchas con agua helada, el hacinamiento y la eterna falta de aire. Y eso es solo el comienzo del maltrato físico, que es constante y exige a tope el ingenio de los milicos. Los muy hijos de puta hasta pusieron un letrero que dice “avenida de la felicidad” y que se ve cuando entrás al estrecho pasillo central por el que te conducen a la huevera ¿Recordás por qué le llaman la huevera? Por los cartones de huevo que forran las paredes y el techo. Los muy cabrones insonorizaron todo, para que afuera puedan tomarse el mate, sin que nuestros alaridos les interrumpan.
Las palizas simples y sencillas solo inician el repertorio. Siguen los culatazos en los riñones y los golpes a mano abierta en ambos oídos, para reventarlos. A veces te arrancan las uñas lentamente, de una por una. O te cuelgan por horas, para que se te acaben por dislocar los hombros. Cuando de verdad están aburridos, usan baterías de auto con un cable para dar descargas eléctricas en dónde podrás ima-
ginarte. Supe incluso de un estudiante al que le dispararon un dardo de caza nomás para ver cómo lucía paralizado o aún más indefenso.
Pero no, las torturas no se quedan en eso. Lo peor es el maltrato mental de saberte sin certeza alguna, ni de ti, ni de los tuyos. Porque al final de eso se trata, de destruirte de todas las formas, de robarte todo lo que eres, tus lazos y hasta tu nombre. A mí cada cierto tiempo venían y me decían que habían violado a la Romi o que el Laucha había sido detenido por montonero. Buscan que soltés un nombre, por la buena o por la mala, para poder hacinar aún más aquellas barracas.
Y a vos no te puedo a mentir, pasado el tiempo te acostumbrás. No es cómo que deje de doler, pero aprendés a disociarte del dolor, o al menos eso me sucedió a mi. Vamos, te acostumbrás hasta a ver a través de la tela de la capucha que traés siempre puesta. Primero ves solo sombras, pero luego todo se vuelve mucho más nítido. Y empezás a reconocer los rasgos de tus compañeros, los gestos de los guardías, los materiales que te rodean. Y te observás a ti mismo, en medio de aquel encierro de metal cromado,
· 36 · Premio Nacional al Estudiante Universitario Primer lugar Categoría luis arturo ramos
* El autor de este ensayo participó bajo el seudónimo de Felipón de la Corcuera. El jurado de la categoría estuvo integrado por: Eduardo Cerdán, Itzel Guevara del Ángel y León Guillermo Gutiérrez.
vigas de madera y caca de paloma. Con conciencia del entorno, se vuelve más fácil imaginarse en otro sitio. Me bastaba con cerrar los ojos para irme de viaje a casa, con la nona preparándome un plato de ñoquis y la Romina a un lado mío, sonriendo. Eso me reconfortaba, me daba fuerza.
Y además claro que hacés amigos ahí dentro. Y sin darte cuenta acabás imaginando un futuro del que ellos también son parte, un mañana fuera de aquel sitio, compartiendo el asado y presentando a las esposas y jugando un picadito con los pibes. Ese punto exacto de ensoñación, en que aprendés a fugarte sin fugarte, debe joderles mucho a los puercos. Y supongo que con tanta experiencia acumulada ya saben reconocerlo y les molesta, pues te volvés practicamente incontrolable. Así debió sucederles conmigo, porque de un momento a otro todo cambió. Un martes, repentinamente, me dejaron tranquilo en mi cucheta. La faena seguía normal, llamaron a todos a la ración y cuando subía a la pecera, para laburar en aquella redacción del demonio en la que nos obligaban a escribir, me detuvieron. “Te quedás en la cucha, Minetti”. Y me quedé en mi celda, sobre mi colchoneta, entre absorto, emocionado y atemorizado. Todo era confuso. Algo sucedía alrededor mío, era evidente. Ya de noche todos los compañeros hablaban de que sería trasladado.
Hoy temprano vino un verde por mi. Se acercó incluso amable. Me dijo que debía bajar con él, pero que me tranquilizara, que todo iba a estar bien. Que tenía la suerte de ser elegido para traslado y que me moverían a otro centro mucho más cómodo, cerca de Rosario, pues yo ya estaba ablandado. Y luego pa´ casa.
—Cambiá esa cara, Minetti, ya casi sos libre –me dijo con una sonrisa que parecía sincera y yo cometí el error de hacerle caso y hasta sonreí de vuelta.
Luego escuché la voz grave del menduco: “¡Ya te vas al traslado, Hernán!”. Le di dos besos gigantes al morocho, que se alegraba en serio por mí. Me despedí rapidísimo de los demás, apurado por el guardia. El Pulga no compartía la alegría general, lucía apesadumbrado y cauteloso, pero igual me abrazó con fuerza, diciéndome que buscara a su mamá para decirle que estaba bien. Entonces di la vuelta, para dirigirme al pasillo, que olía a cloro y formol. Luego de un ir y venir entre otros pasillos y escaleras, jaloneado por el verde, llegué a una especie de oficina, unos tres pisos abajo.
Cuando entré, me quitaron la capucha. Aquel cuarto no era precisamente luminoso, pero sí tardé
un tiempo en acostumbrarme a la luz de la bombilla. Caí en cuenta de que no estaba solo. Éramos tres cuando llegué y minutos después se sumaron dos chicas más. Todos y todas entre confundidos y emocionados, compartiendo con la mirada la incertidumbre. Entonces entró un capitán y guardamos el más rotundo silencio. No era tiempo de echarlo todo a perder. Bajamos la vista y escuchamos lo que nos decía. Nos iban a llevar esa misma tarde en avión a Rosario y ahí podríamos ver a nuestros familiares, quienes ya estaban al tanto. Nos dieron ropa, zapatillas, jeans y remeras y quince minutos para cambiarnos. Mi corazón se aceleró. Salimos de ahí, guíados por un verde por la “avenida de la felicidad”, hasta llegar a un pequeño patio de estacionamiento. Frente a nosotros, en culote hacia el portón de salida, había un camión militar.
—Formaditos –dijo la voz de mando y obedecimos torpemente, con miedo por el cambio de volumen. —Suban –dijo alguien más. Y así lo hicimos, por la parte trasera del autobús.
Nos acomodamos en las bancas laterales y tras nosotros el jefe de los verdes.
—Les vamos a vacunar –dijo, y sin pedir consentimiento nos inyectaron uno a uno. Nos pusieron una capucha oscura y cerraron el autobús. Oscuridad total. Ahí dentro solo voces. Nuestras voces.
El autobús se detuvo de golpe hace un rato y con la enfrenada desperté aletargado. Caigo en cuenta de que ya nadie habla, que mis compañeros están profundamente dormidos. Lo sé porque alcanzo a escuchar unos ronquidos tenues de distintas intensidades y hasta algún silbido como de siesta a media tarde. Los verdes abren la puerta del autobús. Escucho claramente las risas de los milicos cuando me toman de los brazos y me arrastran por el piso y después suben por una rampa este cuerpo narcotizado, que no responde. Pero mi mente está aquí, sigue aquí, hablándote a vos, que soy yo mismo. No te duermas, no te duermas, Hernán. No les des el gusto. Por lo que más quieras. Por la Nona y por la Romina, no te duermas.
El sonido de las turbinas es ensordecedor. Supongo que el avión está preparado para partir. Despega. Vuela. Debajo de nosotros debe estar Buenos Aires. Quizás sobrevolamos Núñez en este momento. Quizás River está anotando un gol en este momento. Quizás la vida sigue ahí abajo. El suelo del avión es frío, metálico. Abren la escotilla, las siluetas verdes me levantan y me toman de los brazos mientras el aire me golpea de frente. Me sueltan. Y entonces floto.
· 37 · Premio Nacional al Estudiante Universitario
Primer lugar
Categoría José emilio PaCheCo
Una grieta es una línea trazada por la muerte
de José Antonio Íñiguez Narváez* Estudiante de la licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo
Hay un mundo sordo, hay una grieta por la que los muertos traspasan la frontera.
Tomas Tranströmer
0.
Sobre una línea recta un nodo se ombliga y termina por abrirse al movimiento
aquello es tierra que olvida su función inánime que abre su hocico entre un espacio y otro es registro que despunta por un lapso una línea trazada por la muerte
1.
una grieta tuvo que ser abierta en el mundo para hacer mi cuerpo de la tierra de las cosas que [toco
tal como ocurre con otras formas algunos minerales que se labran con el movimiento de múltiples temblores
un cuerpo es un espacio encerrado por una coartadura
dividida en un punto por dos líneas caprichosas
pero luego reecontradas
en algún punto del espacio llano un gramo de polvo termina por desquebrajarse por estremerse a sí mismo a causa de un hálito ajeno al orden de las superficies y es imperceptible el derrumbe sucede pero ninguna retina se encrespa se alerta al crujido
todo ocurre como el cuerpo de alguien que está por crecer unos milímetros y nada ni siquiera el dolor advierte la maniobra de los huesos
1.
hay un día en que abres los ojos y sientes la horma partida a la mitad entonces intentas descubrir ese punto en que surgió la línea que atraviesa tu estructura
esa parte de ti que cedió primero al movimiento y sin embargo no encuentras solo sabes que existe porque algo cada tanto se conmueve
y sientes miedo de no desmoronarte
· 38 · Premio Nacional al Estudiante Universitario
* El autor de este ensayo participó bajo el seudónimo de Tiza. El jurado de la categoría estuvo integrado por: Ángel José Fernández, Brianda Thalía Pineda Melgarejo y Jorge Humberto Chávez.
todas las grietas terminan por sacar a la luz un cuerpo
a mí me extrajeron de una como a todos
ensangrentado sobreviviente de sí mismo -hijo de quiénese fui al salir de aquella cuartadura
1.
el final de una grieta es una línea que escribe en nosotros la palabra demolición
un golfo de oscuridad después de todo
otro silencio
el recuerdo de una casa derruida por el peso de unas trabes endebles
0.
siento compasión por las formas a punto de quebrarse
su frágil integridad pareciera recobrar incluso más belleza que aquella mostrada antes de sufrir desgaste la natural muerte que otoña siempre su estructura
adoloridos seres vivos que me reconocen como suyo disímiles objetos que me cercan a nada de inservir o derruirse
a todos quisiera remendarlos ser con ellos una faz distinta
1.
expuesta cuartadura en todo lo mirado que obliga a todos a escapar a tientas
fisura que augura con tensarse un día y dejar en el paisaje un lugar distinto una piedra sobre otra piedra un hueso un cráneo un fémur sobre otro
0.
toda ruptura libera un espacio ceñido hasta entonces por un horizonte de corsé
debe existir algo similar al alivio en ese lugar que ocupa una forma desfondada
dirán unos: es una exhalación
otros tantos: es un vacío es el punto final de una línea trazada por la muerte. ∞
sobre un nodo que se ombliga vuelve la línea al movimiento
aquello es tierra que niega su función inánime espacio encerrándose en sí mismo en silencio
por tiempo y lugar indefinidos
· 39 · Premio Nacional al Estudiante Universitario 0.
Al Margen
LAS GLORIAS DEL GRAN RICARDO GARIBAY
Ricardo Garibay es uno de los escritores mexicanos del siglo xx que bien vale la pena revisar. El periodismo fue su campo natural en el que deslumbró con su prosa a través de crónicas, entrevistas y reportajes. En la literatura, sus cuentos, novelas, ensayos y obras de teatro son muestra también de su maestría en el lenguaje.
Este año se cumplieron cien años de su natalicio que sucedió el 18 de enero de 1923 en Tulancingo, Hidalgo.
Abogado graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México, sus colaboraciones periodísticas se pudieron leer en Revista de la Universidad de México, Novedades, Excélsior y Proceso, revista política de la cual fue cofundador. En el antiguo Canal 13 de Imevisión tuvo el programa Calidoscopio: temas de Garibay.
Fue presidente de El Colegio de Ciencias y Artes de Hidalgo, en Pachuca y formó parte del Sistema Nacional de Creadores Artísticos, como creador emérito, en 1994.
Para LEER la Biblioteca del Universitario
En breve, la Biblioteca del Universitario pondrá en circulación dos nuevos títulos: Allende el mar de José Zorrilla (tercera parte de Recuerdos del tiempo viejo) y Vindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft.
El primero de ellos da cuenta de la estancia del poeta vallisoletano en México (y en Cuba) entre 1855 y 1866. Va como adelanto un breve fragmento del mismo.
Con el segundo, la BU recoge una obra pionera de lo que hoy en día y desde una perspectiva histórica podemos llamar la literatura feminista. A la luz de la Ilustración, Wollstonecraft aboga en favor del legítimo derecho de la mujer a la educación y a la cultura en general a través de la modificación de la legislación en su tiempo vigente y de una práctica que en los hechos abonara en favor de la igualdad entre el hombre y la mujer. Va también un breve adelanto.
Allende el mar
José Zorrilla II
Cipriano de las Cagigas era seis u ocho años más joven que yo; un mozo cuando le conocí. Oriundo no sé bien si de Asturias o de Galicia, era de estatura poco elevada; pero ancho de hombros, levantado de esternón, fornido de brazos y colocado su dorso perfectamente a plomo sobre sus robustas piernas, caminaba sobre ellas con la firmeza y seguridad de un Anteo en miniatura. Su cabeza pequeña se movía grácil, pero gravemente, sobre su nervudo cuello; y su cabello rubio y lacio, que usaba largo, caía por detrás en torno de él como el del rey Don Pedro de Castilla y el de las esculturas de los siglos XII y XIII. El mechón del centro, que sobre la frente se le venía cuando inclinaba para el trabajo su descubierta cabeza, tenía que ser tirado atrás continuamente con su mano, como le sucedía al incomparable pianista Listz, cuyos retratos vemos aún en los almacenes de música. Los ojos de Cagigas eran azules, pequeños y penetrantes, pero de suavísima expresión su mirada; su tez, blanca y trasparente como la de una mujer; su rostro correctamente oval, y casi barbilampiño, y su sonrisa perenne y natural, le daba el aire más virginal e inofensivo del mundo. Ninguna materia corporal, sin embargo, ha estado jamás más en contradicción con su espíritu; porque era recto, tenaz e inflexible, y le llevaba al peligro sin miedo de él, y cumplía con su deber sin curarse de riesgos ni amenazas.
· 40 ·
Autor desconocido.
Nada había que moral ni físicamente le amedrentase. En 1859 bajábamos de México a Veracruz en una de aquellas diligencias de color de sangre de nuestro inteligente compatriota Casimiro Collado; y ya habíamos recorrido sin accidente, es decir, sin ser robados, las tres cuartas partes del camino, cuando entre Orizaba y Córdoba, o no sé si más allá, dieron el alto al carruaje y nos cercaron diez indios armados de hondas y de garrotes. Era allí proverbial por entonces, y costumbre aceptada entre los viajeros, la de dejarse tranquilamente despojar del poco dinero que se llevaba para las necesidades del viaje, con el cual no había miedo de malos tratamientos ni atropellos.
Los nueve viajeros que dentro de la caja roja íbamos, nos disponíamos a obedecer al alto, y el conductor comenzaba a refrenar el caliente tiro, que por una cuesta galopaba, cuando el risueño Gagigas, abriendo rápidamente un saco de noche que no había soltado de la mano en todo el viaje, sacó de él un par de buenos revólvers americanos; me dijo, dándome uno: “Tome usted esa portezuela, y al que llegue a tantearla, fuego a boca de jarro en mitad de pecho.” Gritaron rebelados nuestros compañeros, y amenazó el conductor por la ventanilla delantera; pero el imperturbable Cagigas dijo a los viajeros: “Señores, al que me impida defenderme, lo mato.” Y al conductor: “Ten más miedo que a los indios a la bala que yo te meta por los riñones. ¡Látigo y a escape!”
Los indios, ligerísimos corredores, siguieron largo trecho y ganaron tierra sobre el tiro; Cagigas me gritó dos veces “¡alerta!”, y yo preveía con miedo que los indios correrían tanto como los caballos, y que era casi probable que acabáramos como perros a palos en aquel desierto camino. Nuestros compañeros iban inmobles y pálidos como muertos; tres o cuatro pedradas habían ya tocado la caja del carruaje, y yo esperaba la que derribara al conductor, cuya cabeza sobresalía de la caja, cuando oí decir a Cagigas: “¡Ah, pillo, sin vergüenza!”, y un tiro de su revólver y los gritos de nuestros perseguidores.
No sé lo que sucedió por el lado de Cagigas; no podía descuidar el mío. Pero, ¿por qué no he de confesar que tenía miedo, y que solo de miedo iba dispuesto a hacer lo que Cagigas de bravo? El tiro entretanto corría desbocado por aquella verde pendiente. No pude apreciar cuánto tiempo corrimos; pero al fin Cagigas dijo, sentándose: “¡Pues no faltaba más sino que nos dejáramos moler por unos indios garroteros!” Y guardando su arma, me pidió la mía, que le volví sin decir palabra. Cagigas no dijo tampoco una a conocer que había conocido mi miedo, y sin llamar cobardes a nuestros pusilánimes compañeros; alguno de los cuales recuerdo que había hecho grandes alardes de valor durante el viaje, y mostrado unas armas de las cuales no se había servido en la ocasión. Cagigas no volvió a hablarme jamás de lo sucedido, y la verdad sea dicha, yo no me atreví a recordárselo, para que no recordara mi palidez y lo nada que me había tocado hacer con que atestiguar mi valor ante el suyo.
Vindicación de los derechos de la mujer
Mary Wollstonecraft
Capítulo III
Continuación del mismo tema
Probablemente he tenido oportunidad de observar a más niñas durante su
Personaje polémico con un gran don narrativo es célebre por su crónica Las glorias del gran Púas, publicada por Grijalbo en 1979, donde hace un seguimiento al popular boxeador Rubén Olivares. Con la novela Beber un cáliz obtuvo el Premio Mazatlán 1962 y con La casa que arde de noche, mereció el Premio a la mejor novela publicado en Francia 1975, ambas publicadas en la serie del Volador de la editora Joaquín Mortiz. Taíb, publicada por Grijalbo, fue merecedora del Premio Bellas Artes de Colima para obra publicada 1989. En 1987 recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Parte de su vasta obra se puede leer en Ricardo Garibay. Antología, de Josefina Estrada, publicada por Ediciones Cal y Arena, 2013. Garibay falleció el 3 de mayo de 1999. En su obituario, Adolfo Castañón escribió: “aparece como un artesano riguroso de la palabra eclipsado por la fuerza de una personalidad malhumorada, a veces estrepitosa, orgullosa hasta el enfado. Algo en él recuerda a Ernest Hemingway: el culto del hombre rudo, la devoción machista, aparejada a un deportivo virtuosismo del cuento real”.
· 41 · Para LEER la Biblioteca del Universitario
Mary Wollstonecraft por John Opie.
ITALO CALVINO, UN ITALIANO DE CUBA
El 15 de octubre de 1923 nació Italo Calvino en Santiago de las Vegas, La Habana, Cuba. Su padre, Mario Calvino, era de San Remo, Italia, había emigrado a México por su activismo como anarquista. Su vocación de ingeniero agrónomo y botánico tropical le dio un puesto importante en el Ministerio de Agricultura en 1909. Le tocó la ebullición de la Revolución mexicana y en 1917 partió a Cuba para realizar experimentos científicos. Su madre, Giuliana Luigia Evelina Mameli, nació en Cerdeña, también era botánica, pero con una formación católica. Fue ella quien le puso el nombre de Italo como un acto nacionalista para recordar sus orígenes.
Su familia regresó a Italia en 1925, donde recibió una educación antifascista gracias a la formación de libres pensadores de sus padres. Estudió agronomía en la Universidad de Turín, pero al poco tiempo estalló la Segunda Guerra Mundial y fue llamado para alistarse a las filas del ejército de Mussolini. Sin embargo, desertó y se unió como guerrillero a las Brigadas Partisanas Garibaldi donde se hizo llamar “Santiago”, en recuerdo al lugar donde nació en Cuba.
Al terminar la guerra se matriculó en la Facultad de Letras y se afilió al Partido Comunista Italiano. Conoció a Cesare Pavese quien lo
infancia que J. J. Rousseau. También puedo recordar mis propios sentimientos, además de que he reparado sobre mi entorno; lejos de coincidir con su opinión respecto a las primeras manifestaciones del carácter femenino, me atrevo a afirmar que una niña cuyo espíritu no ha sido sofocado por la inactividad, o cuya inocencia no se ha manchado por la falsa vergüenza, siempre será traviesa y la muñeca nunca llamará su atención, a no ser que el aislamiento no le dé alternativa. En resumen, las niñas y los niños participarían juntos en juegos inofensivos, si no se inculcase la distinción de los sexos mucho antes que la naturaleza hiciera alguna distinción. Iré más lejos y afirmaré como hecho incontrovertible que, hasta donde han llegado mis observaciones, la mayoría de las mujeres que actuaron como seres racionales o demostraron algún vigor intelectual casualmente les fue concedido el permiso de explorar sin ataduras, como insinuarían algunos de los elegantes educadores del “sexo bello”.
Las nefastas consecuencias que emanan del descuido de la salud durante la infancia y juventud se extienden más allá de lo imaginado: la dependencia del cuerpo produce de forma natural una dependencia de la mente; ¿cómo podría ser una buena esposa o madre quien emplea la mayor parte de su tiempo en prevenirse o padecer la enfermedad? Tampoco se puede esperar que una mujer actúe con resolución para fortalecer su constitución y abstenerse de caprichos nocivos para la salud, si las nociones artificiales de belleza y las descripciones falsas de sensibilidad desde corta edad se han enmarañado con sus motivos de acción. A la mayoría de los varones a veces se los obliga a soportar la incomodidad física y a padecer, en ocasiones, las inclemencias de los elementos; pero las damas elegantes, literalmente hablando, son esclavas de su cuerpo y se vanaglorian de su sometimiento.
Una vez conocí a una débil señora elegante que se mostraba orgullosa de su exquisitez y sensibilidad, más de lo que debería. Consideraba que la cúspide del perfeccionamiento humano eran el gusto refinado y la inapetencia y actuaba en consecuencia. He visto a esta delicada y sofisticada criatura descuidar todas las obligaciones de la vida, recostarse con autocomplacencia en un sillón y jactarse de que su falta de apetito era una muestra de delicadeza que ampliaba su sensibilidad exquisita, o quizá surgía de ella, porque de otro modo resulta difícil volver inteligible una jerga tan ridícula. No obstante, en el acto, la he visto insultar a una respetable dama anciana, cuyo infortunio inesperado la hizo depender de su munificencia ostentosa y la cual, en días mejores, era acreedora de su agradecimiento. ¿Cómo es posible que una criatura humana se vuelva tan débil y corrupta, a no ser que se abandonara, como los sibaritas, a los excesos del lujo y a la destrucción de cualquier rastro de una virtud que quizás nunca se le inculcó, ni siquiera mediante preceptos que, aun siendo un sustituto pobre de la formación del intelecto, representan una barrera contra el vicio?
La susodicha mujer es un monstruo tan irracional como algunos de los emperadores romanos, corrompidos por un poder sin límite. Aun con todo, puesto que los reyes se han visto más restringidos por las ataduras de la ley y el freno, por débil que sea, impuesto por el honor, los anales de la historia no registran ejemplos tan antinaturales de locura y crueldad, ni tampoco de un despotismo que degüella la virtud y los retoños del genio, cerniéndose sobre Europa con tal magnitud como esa ola destructora que asola a Turquía y que vuelve a los hombres, así como a la tierra, estériles.
Las mujeres se encuentran en este estado deplorable por todas partes, porque para preservar su inocencia, como cortésmente se denomina a la ignorancia, les ocultan la verdad y las obligan a adoptar un carácter artificial antes de que sus facultades hayan adquirido vigor alguno. Enseñadas desde la infancia que la belleza es el cetro de la mujer, la mente se amolda al cuerpo y, deambulando dentro de su jaula de oro, solo procuran adornar su propia prisión. Los hombres cuentan con varias ocupaciones y objetivos que captan su atención y dan carácter a la mente abierta; en cambio, las mujeres, confinadas a una sola ocupación y con sus pensamientos dirigidos de continuo a la parte más insignificante
· 42 · Para LEER la Biblioteca del Universitario
de sí mismas, rara vez expanden su perspectiva más allá del triunfo del momento. Si el entendimiento femenino se librase de una vez por todas de la esclavitud a la que lo someten el orgullo y la sensualidad del hombre y su deseo miope de dominio –semejante al de los tiranos actuales–, entonces probablemente nos desconcertaría leer con respecto a la fragilidad de la mujer.
Debo elaborar el argumento con mayor detalle: quizá, si se admitiera la existencia de un ser malvado que, en el lenguaje alegórico de la Biblia, “anda al acecho buscando a quien devorar”, no poseería forma más efectiva de degradar el carácter del ser humano que otorgándole el poder absoluto a un hombre.
Este argumento deriva en varias ramificaciones. Cuna, riquezas y toda ventaja extrínseca que coloque a un hombre por encima de sus semejantes, sin ningún ejercicio del intelecto, en realidad lo hunde por debajo de los demás. En proporción con su debilidad, es engatusado por hombres manipuladores, hasta que el monstruo, abotagado, pierde toda traza de humanidad. Que tribus de hombres, a modo de rebaños de ovejas, sigan dócilmente a semejante líder resulta un solecismo que únicamente el deseo de gozo presente y un entendimiento estrecho pueden resolver. Educados en la dependencia servil y debilitados por el lujo y la pereza, ¿dónde encontraremos a quienes avanzarán con firmeza en defensa de los derechos del hombre o reclamarán su privilegio de seres morales, que es el único camino hacia la excelencia? La esclavitud de monarcas y ministros, de la cual tomará al mundo un largo tiempo librarse y cuyo dominio férreo entorpece el progreso de la humanidad, aún no ha sido abolida. No permitamos que los hombres, en el orgullo del poder, usen los mismos argumentos de los reyes tiránicos y los ministros venales y afirmen con falacias que la mujer debe estar sometida porque siempre fue así: más bien, cuando el hombre sea gobernado por leyes razonables y goce de su libertad natural, que desprecie a la mujer si esta no la comparte con él. Sin embargo, mientras no llegue ese periodo glorioso, que no pase por alto su propia insensatez al disertar sobre la del otro sexo.
Es cierto que las mujeres, al obtener poder por medios injustos y al practicar o fomentar el vicio, evidentemente pierden el lugar que les asignaría la razón y se convierten en esclavas abyectas o tiranas caprichosas. Pierden por completo la sencillez, toda dignidad mental, al adquirir poder, y actúan de la misma forma que los hombres cuando estos se han exaltado por los mismos medios.
Es hora de llevar a cabo una revolución en el comportamiento femenino, de restaurar su dignidad perdida y hacerlas esforzarse, como parte de la especie humana, por reformarse a ellas mismas, para que reformen el mundo. Es hora de separar la moral inmutable de las costumbres locales: si los hombres son semidioses, ¡por qué no servirles? Si la dignidad del alma femenina es tan cuestionable como la de los animales, si para dirigir su conducta no le bastan sus propias luces e instinto, entonces ¡sin duda es la criatura más miserable de todas!; doblada por la mano de hierro del destino, tiene que resignarse a ser un bello defecto de la creación. Hasta el casuista más avispado se vería desconcertado al señalar una razón irrefutable para justificar que la Providencia haya responsabilizado a una gran proporción de la humanidad sin responsabilizar a la otra. La única base sólida de la moralidad parece ser el carácter del Ser supremo, cuya armonía surge de un equilibrio de atributos y, para hablar con reverencia, un atributo parece implicar la necesidad del otro. Debe ser justo, porque es sabio; debe ser bueno, porque es omnipotente. Porque exaltar un atributo a expensas de otro, noble y necesario en la misma medida, llevaría el sello de la retorcida razón del hombre: el homenaje a la pasión. El hombre, acostumbrado a reverenciar el poder en su estado salvaje, pocas veces puede despojarse de su prejuicio bárbaro, incluso cuando la civilización establece la superioridad de la fuerza mental sobre la corporal. Su juicio se nubla por aquellas opiniones poco refinadas, aun cuando piensa en la Deidad. Quienes así piensan, privilegian su omnipotencia y hacen que presida sobre sus demás atributos;
invitó a colaborar en la editorial Einaudi. Así inició un camino por la literatura que inició relatando sus experiencias como partisano.
Italo Calvino se destacó como periodista y narrador. Entre sus escritos más conocidos está la colección de cuentos Las cosmicómicas y Nuestros antepasados y las novelas Ciudades invisibles y Si una noche de invierno un viajero.
Hombre de pocas palabras, pero de muchas letras escritas, era original y con grandes fantasías literarias en las que no estaban exentas las matemáticas, la geometría, la antropología o la teología.
En 1964 regresó a La Habana invitado por Haydeé Santamaría como jurado del Premio Literario Casa de las Américas, certamen que ganó Jorge Ibargüengoitia por Los relámpagos de agosto. Si bien nunca escribió historias sobre Cuba, sí tuvo una cercanía con la nación socialista a pesar de su distanciamiento con Fidel Castro por el caso del poeta Heberto Padilla, quien fue acusado de ejercer actividades subversivas.
Italo Calvino es reconocido en el mundo por su literatura fantástica e imaginativa y en Cuba tiene un nicho especial, motivo por el cual será recordado en octubre para conmemorar los cien años de su natalicio.
· 43 · Para LEER la Biblioteca del Universitario
LA HISTORIA Y ENRIQUE FLORESCANO
Enrique Florescano Mayet hizo historia. Nació en San Juan Coscomatepec, Veracruz, en 1937 y falleció en la Ciudad de México el 6 de marzo de 2023. Se formó en la Facultad de Derecho y en la licenciatura de Ciencias Históricas de la Universidad Veracruzana, hizo su maestría en Historia Universal en El Colegio de México y obtuvo el grado de doctor en Historia en la Escuela Práctica de Altos Estudios de la Universidad de París.
Su vida la dedicó a la historia y al desciframiento de la mitología mesoamericana, la formación de generaciones de historiadores, la creación de publicaciones y el fortalecimiento de instituciones, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su reconocida trayectoria como historiador lo hizo acreedor de distinciones como los Doctorado Honoris Causa por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Universidad Veracruzana, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Premio Alfonso Reyes, entre otros.
Fue fundador y director de la revista Nexos. Dentro de su vasta obra, en la Editorial de la Universidad Veracruzana publicó: Agricultura e industria textil en Veracruz (1965); Bibliografía del maíz en México (1966); El camino MéxicoVeracruz en la época colonial (1987); Breve historia de la sequía en México (1995); La
los mortales que piensan que su poder debe ser regulado por su sabiduría, son señalados de limitar su poder de manera irreverente.
La actual administración universitaria ha decidido reeditar algunos de los títulos agotados de la bu. Este es el caso de Dublineses, México bárbaro y El origen de las especies. Del primero de estos títulos reproducimos un fragmento de “Las hermanas”. Del segundo, un fragmento del primer capítulo, y del tercero, un apartado del prólogo, de la mano de Porfirio Carrillo.
Las hermanas
James Joyce
Yano había esperanzas: era el tercer ataque que sufría. Yo había pasado noche tras noche frente a la casa (era época de vacaciones) y todas las veces observé el cuadro luminoso de la ventana: siempre lo encontré iluminado de la misma manera, débil y uniformemente. Si hubiera muerto, pensaba yo, vería la luz de las velas a través de las persianas cerradas, pues ya sabía que es necesario colocar dos cirios a la cabecera de un muerto. Él me había dicho a menudo: “No estaré mucho tiempo en este mundo”. Y yo había pensado que se trataba de meras palabras; ahora sabía que había dicho la verdad. Cada noche, mientras alzaba la vista hacia la ventana, repetía para mí mismo la palabra parálisis, y sonaba siempre extraña en mis oídos, como gnomón, en las obras de Euclides, o simonía, en el catecismo. Ahora se me antojaba el nombre de un ser maléfico y pecaminoso. Me llenaba de terror y, sin embargo, me hubiera gustado estar cerca, para observar su mortífera obra.
Cuando bajé para cenar, el viejo Cotter fumaba sentado ante el fuego. Mientras mi tía servía la sopa, él dijo, en el tono de quien vuelve sobre un tema ya comentado:
—No, yo no diría que era exactamente… pero había algo extraño… Había algo siniestro a su alrededor. Le diré mi opinión…
Comenzó a chupar la pipa, en tanto que ordenaba sus pensamientos. ¡Viejo loco y fastidioso! Cuando lo conocimos solía ser interesante; hablaba siempre de licores y de serpentinas. Pero pronto me cansé de él y de sus interminables cuentos acerca de la destilería.
—Tengo mi propia teoría acerca de este asunto –dijo–. Creo que se trata de uno de esos… casos especiales…, pero es difícil decirlo.
Volvió a fumar, sin exponer su teoría. Mi tío advirtió que yo lo miraba y me dijo:
—Y bien, tu viejo amigo ha muerto; te dolerá oír esto.
—¿Quién? –pregunté.
—El padre Flynn.
—¿Murió?
—El señor Cotter acaba de comunicarlo. Pasaba por la casa.
Sabía que me observaban, de manera que seguí comiendo, como si las noticias no me interesaran. Mi tío explicó al viejo Cotter:
—El muchacho y Flynn eran grandes amigos. El viejo le enseñó muchas cosas, según parece, y dicen que abrigaba grandes esperanzas por
· 44 · Para LEER la Biblioteca del Universitario
su futuro.
—Dios tenga piedad de su alma –intervino mi tía, piadosamente.
El viejo Cotter me miró un instante. Sentí que sus ojitos negros me examinaban, pero no quise darle el gusto de levantar la cabeza del plato. Siguió fumando y por fin escupió en el fuego.
—No me gustaría que mis hijos tuvieran relaciones con un hombre como él –dijo.
—¿Qué quiere decir, señor Cotter? –preguntó mi tía.
—Quiero decir –repuso el viejo Cotter– que eso no es bueno para los niños. Tengo esta idea: dejar que los jóvenes corran y jueguen con los jóvenes de su edad en vez de… ¿No te parece, Jack?
—Yo también pienso así –dijo mi tío–. Déjenlo aprender a boxear en su rincón. Se lo repito siempre a este rosacruz: haz ejercicio. Cuando yo era un muchacho, tomaba todas las mañanas un baño frío, en invierno y en verano. Eso es lo que me ha mantenido en forma. La educación es solo una bella y gran palabra… El señor Cotter podría servirse un buen trozo de esa pierna de cordero –agregó, dirigiéndose a mi tía.
—No, para mí no –dijo el viejo Cotter.
Mi tía sacó un plato del aparador y lo puso en la mesa.
—Pero ¿por qué cree que eso no es bueno para los chicos? –preguntó.
—Es malo para ellos –dijo el viejo Cotter– porque son demasiado impresionables. Cuando los niños ven cosas como ésta, sabe usted, siempre se produce un efecto…
Me llené la boca con sopa, por temor de dar salida a mi indignación. ¡Viejo fastidioso e imbécil de nariz colorada!
Era tarde cuando me dio sueño. Pese a que estaba enojado con el viejo Cotter por hablar de mí como si fuera un niño, me rompía la cabeza al tratar de encontrar algún significado a sus frases inconclusas. En la oscuridad de mi cuarto, creí ver otra vez la gran cara grisácea del paralítico. Me cubrí la cabeza con las mantas y traté de pensar en la Navidad. Pero la cara grisácea me seguía constantemente. Habló con murmullos, y comprendí que quería confesar algo. Sentí que mi alma retrocedía hacia un lugar lleno de placeres y de vicios, y allí también encontré aquella cara gris que me esperaba. Comenzó a confesarse ante mí con un murmullo, mientras yo me preguntaba por qué sonreía constantemente y por qué sus labios estarían tan húmedos de saliva. Pero entonces recordé que había muerto de parálisis y sentí a mi vez que yo también sonreía débilmente, como para absolver de su pecado a aquel simoniaco.
México bárbaro
John Kenneth Turner
Capítulo I
Los esclavos de Yucatán
¿Quées México? Los norteamericanos comúnmente llaman a México “nuestra república hermana”. La mayoría de nosotros la describimos vagamente como una república muy parecida a la nuestra, habitada por gente un poco diferente en temperamento, un poco más pobre y un poco menos adelantada, pero que disfruta de la protección de leyes republicanas: un pueblo libre en el sentido en que nosotros somos libres. Algunos que hemos visto el país a través de la ventanilla del tren, o que lo hemos observado un poco en las minas o haciendas, describimos esta
política en México (2007); Atlas del patrimonio natural de Veracruz, tomo I (2010); Atlas del patrimonio histórico de Veracruz, tomo II (2010); Atlas del patrimonio cultural de Veracruz, tomo III (2010); La perspectiva mexicana en el siglo xxi (2012), e Historia general de Córdoba y su región (2013). También se encuentra Enrique Florescano: semblanzas de un historiador (2017), coordinado por Juan Ortiz Escamilla y Nelly Palafox.
Siempre tuvo una cercanía con la Universidad Veracruzana, fue integrante de la primera Junta de Gobierno que eligió al primer rector en el régimen de la autonomía.
El historiador Juan Ortiz Escamilla, actual secretario académico de la uv, escribió con motivo del fallecimiento del autor de El mito de Quetzalcóatl: “¿Qué tiene de particular la personalidad y obra de Enrique Florescano? Su capacidad para dialogar con personas de cualquier disciplina y estrato social; caminante incansable en busca de conocimiento, formador de grupos de trabajo y transmisor de saberes hacia un público en general, Enrique Florescano, sin duda, un veracruzano y mexicano universal de tiempo completo”.
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ESTER HERNÁNDEZ PALACIOS
Escritora, investigadora, maestra, funcionaria y defensora de la vida, Ester Hernández Palacios falleció el pasado 12 de marzo. Con gran reconocimiento por la comunidad académica y estudiantil, deja una impronta que será recordada por sus trabajos sobre el estridentismo, José Juan Tablada y Enriqueta Ochoa, así como su cercanía entre los estudiantes para compartir sus conocimientos y vivencias alrededor de la literatura y, de manera determinante, por la búsqueda de justicia ante los crueles acontecimientos en que su familia se vio envuelta en el contexto de un Veracruz violento.
Ester Hernández Palacios
Mirón nació el 16 de abril de 1952 en Xalapa, Veracruz. Se graduó como licenciada en Letras Españolas por la Universidad Veracruzana, la maestría en Letras Modernas la cursó en la Universidad de Toulouse-Mirail, Francia, y el doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana.
Fue miembro del Sistema
Nacional de Investigadores y ejerció como profesora e investigadora de la uv desde 1979. En 2012 recibió el Premio al Decano, estuvo al frente de la Dirección General de Difusión Cultural y coordinó de la Unidad de Género y del Programa Tendiendo puentes hacia la paz.
Fue becaria del gobierno
tierra al sur del río Bravo como regida por un paternalismo benevolente, en el que un hombre grande y bueno todo lo ordena bien para su tonto pero adorado pueblo.
Yo encontré que México no era ninguna de esas cosas. Descubrí que el verdadero México es un país con una Constitución y leyes escritas tan justas en general y democráticas como las nuestras; pero donde ni la Constitución ni las leyes se cumplen. México es un país sin libertad política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin elecciones libres, sin sistema judicial, sin partidos políticos, sin ninguna de nuestras queridas garantías individuales, sin libertad para conseguir la felicidad. Es una tierra donde durante más de una generación no ha habido lucha electoral para ocupar la presidencia; donde el poder ejecutivo lo gobierna todo por medio de un ejército permanente; donde los puestos políticos se venden a precio fijo. Encontré que México es una tierra donde la gente es pobre porque no tiene derechos; donde el peonaje es común para las grandes masas y donde existe esclavitud efectiva para cientos de miles de hombres. Finalmente, encontré que el pueblo no adora a su presidente; que la marea de la oposición, hasta ahora contenida y mantenida a raya por el ejército y la policía secreta, llegará pronto a rebasar este muro de contención. Los mexicanos de todas clases y filiaciones coinciden en que su país está a punto de iniciar una revolución en favor de la democracia; si no una revolución en tiempo de Díaz, puesto que este ya es anciano y se espera que muera pronto, sí una revolución después de Díaz.
Mi interés especial en el México político se despertó por primera vez a principios de 1908, cuando establecí contacto con cuatro revolucionarios mexicanos que entonces se hallaban encerrados en la cárcel municipal de Los Ángeles, California. Eran cuatro mexicanos educados, inteligentes, universitarios todos ellos, que estaban detenidos por las autoridades de los Estados Unidos bajo la acusación de planear la invasión de una nación amiga, México, con una fuerza armada desde territorio norteamericano.
¿Por qué unos hombres cultos querían tomar las armas contra una república? ¿Por qué necesitaron venir a los Estados Unidos a preparar sus maniobras militares? Hablé con esos detenidos mexicanos. Me aseguraron que durante algún tiempo habían agitado pacíficamente en su propio país para derrocar sin violencia y dentro del marco constitucional a las personas que controlaban el gobierno.
Pero por esto mismo –declararon– habían sido encarcelados y sus bienes destruidos. La policía secreta había seguido sus pasos, sus vidas fueron amenazadas y se había empleado toda clase de métodos para impedirles continuar su trabajo. Por último, perseguidos como delincuentes más allá de los límites nacionales, privados de los derechos de libertad de palabra, de prensa y de reunión, privados del derecho de organizarse pacíficamente para promover cambios políticos, habían recurrido a la única alternativa: las armas. ¿Por qué deseaban derrocar a su gobierno? Porque este había dejado a un lado la Constitución; porque había abolido los derechos cívicos que, según consenso de todos los hombres ilustrados, son necesarios para el desarrollo de una nación; porque había desposeído al pueblo de sus tierras; porque había convertido a los trabajadores libres en siervos, peones y algunos de ellos hasta en verdaderos esclavos.
—¿Esclavitud? ¿Quieren hacerme creer que todavía hay verdadera esclavitud en el hemisferio occidental? –respondí burlonamente–. ¡Bah! Ustedes hablan como cualquier socialista norteamericano. Quieren decir “esclavitud del asalariado”, o esclavitud de condiciones de vida miserables. No querrán significar esclavitud humana.
Pero aquellos cuatro mexicanos desterrados insistieron:
—Sí, esclavitud –dijeron–, verdadera esclavitud humana. Hombres y niños comprados y vendidos como mulas, exactamente como mulas, y como tales pertenecen a sus amos: son esclavos.
—¿Seres humanos comprados y vendidos como mulas en América? ¡En el siglo xx! Bueno –me dije–, si esto es verdad, tengo que verlo.
Así fue como, a principios de septiembre de 1908, crucé el río Bravo
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en mi primer viaje, atravesando las garitas del México Viejo.
El origen de las especies
Charles Darwin
Prólogo (fragmento)
Porfirio
Carrillo
Enjunio de 1834 el Beagle comenzó a navegar por la costa oeste de América del Sur. Darwin, quien ya leía ávidamente la nueva edición de los Principios de geología de Lyell, tuvo oportunidad de adentrarse hacia los Andes para descubrir bosques petrificados a una altitud de 3 600 metros, así como una inmensa capa de conchas marinas fosilizadas. Para él, se trataba de una clara evidencia de que la superficie terrestre cambiaba con el tiempo. Fósiles y estratos dejaban ver claramente que toda la vida, así como la estructura misma de la Tierra, cambiaba constantemente.
Después de cartografiar la costa chilena por casi un año, FitzRoy anunció que el Beagle navegaría hacia el oeste a través de los océanos Pacífico e Índico. Darwin estaba por encontrar un inimaginado laboratorio natural, el más espectacular de cuantos había visto, la piedra Rosetta para sus preguntas sobre los organismos vivos y su desaparición; la resolución de todas las observaciones de diversas formas y sus relaciones entre ellas; el lugar adonde habría de cambiar su destino y fundar una nueva biología: las Islas Galápagos. La última carta enviada por Darwin desde Lima a su primo William anticipaba: “tengo más interés por las Islas Galápagos que por ninguna otra parte del viaje”.
Las islas emergieron en el Pacífico hace más de un millón de años, como producto de la actividad volcánica. Darwin arribó primero a la Isla Chatman, lo más parecido a una fábrica de hornos por sus numerosos cráteres y su tierra caliente. La presencia de las tortugas gigantes contrastaba con la tremenda aridez del lugar: “estos inmensos reptiles, rodeados de lava negra, arbustos y cactus de grandes dimensiones, me parecieron verdaderos animales antediluvianos”.
Durante los 36 días de estancia en las islas, del 17 de septiembre al 20 de octubre de 1835, Charles colectó y observó, como nunca antes y como nunca después, no solo la intrigante geología de un lugar volcánico en medio del mar, sino además el comportamiento de una cantidad enorme de animales, tantos como los que podría haber visto en la selva, pero en un escenario muy diferente: un mar que competía por el azul del cielo; un terreno árido, tranquilo, ardiente y extraño, lleno de una vida animal maravillosamente diversa, al alcance de la observación minuciosa de un naturalista y de la mano hábil de un colector cuidadoso, en fin, un escenario a propósito para desvelar el “misterio de misterios”, como Darwin lo llamaba: la aparición de nuevos organismos sobre la Tierra.
Iguanas terrestres y marinas, tortugas de distintos tamaños y características, peces nunca antes descritos, cormoranes únicos con las alas atrofiadas, pingüinos ecuatoriales, focas, pájaros bobos de pico blanco y patas azules, leones marinos, cangrejos escarlata, una enorme variedad de pinzones con sus diferentes e intrigantes picos, albatros, alcatraces, conchas marinas, cientos de especies de plantas, muchas con flores… todo en islas separadas por apenas 70 o 90 kilómetros, pero donde la diversidad de formas de organismos similares resultaba en variaciones muy alejadas unas de otras.
francés, de la Fundación Fullbright del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y del Programa Interdisciplinario de Estudios sobre la Mujer de El Colegio de México.
En la Editorial uv publicó los siguientes libros: Llegará mañana (1984); La poesía de Jaime Sabines (1984); Del tapiz de mi vida (1988); Oceánida (1988); El crisol de las sorpresas (1994); Los espacios pródigos (1998); Las poetas de México: literaturas regionales y nacionales (1999); La Babilonia de Hierro (2000); Creadores veracruzanos (2010); Una vida detrás de cada hombre (2015); Luz rebelde. Mujeres y producción cultural en el México posrevolucionario (2019) y, Enriqueta Ochoa: la configuración de un femenino sagrado (2019).
Otros libros que forman parte de su extensa obra son: Estridentismo: memoria y valoración (1983), Salvedades, notas y ensayos sobre literatura veracruzana (1992); Tablada o el crisol de las sorpresas (1994); Travesía y otros poemas (1998) El cromosoma de Beatriz y Las manos de la abuela (2019).
Su figura quedó plasmada en el mural Históricas, que realizaron en el viaducto del Parque Juárez estudiantes de la Colectiva Unidas. En 2010, el asesinato de su hija Irene Méndez, de veintiséis años, y de su yerno, el empresario Fouad Hakim, la hizo redoblar su lucha en favor de los derechos humanos. Su penar en búsqueda de
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justicia y el cariño hacia su hija, quedaron plasmados en el libro Diario de una madre mutilada, que recibió en 2011 el Premio Bellas Artes de Testimonio Carlos Montemayor.
Ahí, ante esa “grandiosa visión de la vida”, Darwin decidió que la inmutabilidad de las especies era insostenible ante un mundo orgánico en constante cambio. El bello relato bíblico del Génesis dejaría de ser un dogma. Ante sus ojos se revelaba un mundo lleno de organismos enormemente diversos, que existían solo ahí: no podía haber sido creado en un solo acto. Era el origen de las especies una pregunta abierta, una pregunta que pensaría, estudiaría y resolvería en los siguientes 22 años. Darwin escribió que su breve estancia en las Galápagos había sido “el origen de todas mis visiones”.
El Beagle se había convertido en el arca de un nuevo Noé. Más allá de su camarote, sobre cubierta, apenas cabían los cientos, miles de especímenes colectados. Con toda esa carga, el Beagle zarpó de las Galápagos el 20 de octubre, en un viaje de 5 000 kilómetros rumbo a Tahití y Nueva Zelanda.
RAÚL PADILLA
No hay duda, Raúl Padilla López es un jalisciense destacado que pasará a la historia por haber sembrado uno de los proyectos más importantes para el encuentro de los lectores con los libros, sus autores y sus editoriales: la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (fil).
Prácticamente la fil es una universidad de las ferias en la que uno se forma y se especializa en cada edición. Raúl Padilla sembró un árbol que, a través de sus distintas ramificaciones, impactó a nivel nacional, local, e internacional.
La Expo Guadalajara, sede de la fil, se convirtió en un espacio idóneo para la exposición y venta de libros que creció de manera exponencial a través de los años con presentaciones de libros, conferencias, premios internacionales, seminarios, congresos, encuentros, talleres y actividades artísticas y culturales muchas veces extendidas a la ciudad y al estado de Jalisco.
Darwin hizo entonces una observación importante e inteligente, al darse cuenta de que la población aborigen disminuía de manera alarmante como resultado de las enfermedades llevadas por los marinos europeos, el excesivo consumo de alcohol y la extinción de la fauna silvestre. Apuntó: “el más fuerte destruye al más débil, así en la vida animal como en la humana”.
El resto del viaje, de regreso a casa, transcurrió sin contratiempos. Navegando en la profundidad de su pensamiento, en la reflexión de lo vivido, lo observado, lo colectado, en la soledad de las preguntas sin respuesta, Darwin escribió: “nada hay más provechoso para un joven naturalista como hacer un viaje por tierras lejanas”. Darwin regresaba a casa como un hombre totalmente distinto. Tenía 26 años, un diario de más de 800 páginas, y la increíble experiencia de haber cambiado su mente y su cuerpo al amparo de la mar y de las tierras visitadas. Su atuendo no era ya el de un burgués rural; vestía ahora como marinero. Había tenido experiencias con animales, plantas, bandidos, esclavos, esclavistas, comparsas, revolucionarios, dictadores, nativos, insurgentes; había ingerido comida que jamás hubiese imaginado, y experimentado largas noches de enfermedad y fiebre, que no lo abandonarían por el resto de su vida. Era un hombre diferente. Efectivamente, había nacido de nuevo.
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LEER
Para
la Biblioteca del Universitario
POESÍA virtual
Fragmento de Pequeñas memorias de
Fina
García Marruz
La fil y su creador, Raúl Padilla, surgen como proyecto universitario en el seno de la Universidad de Guadalajara. Como todo personaje que se abre camino entre la política, los intereses y el mecenazgo, su vida transitó por caminos de claroscuros, pero nadie podrá negar que la fil tiene el don mágico de abrir pensamientos, sensibilidades y asombros gracias al gran proyecto que ideó y fortificó este personaje.
Todos los que hemos asistido a la fil Guadalajara, tenemos una deuda de agradecimiento perenne con Raúl Padilla López (19532023).
Con motivo del centenario del natalicio de Fina García Marruz, El Equilibrista y la Editorial de la uv coeditan las memorias de una de las voces líricas más importantes de Hispanoamérica. Va aquí un adelanto.
Octubre
Sería por el año 1937, creo. Estudiaba entonces en el Instituto y me encontraba en la clase de literatura cuando, en medio del vocerío confuso, vi a nuestra profesora ponerse airadamente de pie y exclamar (dirigiéndose a un muchacho al parecer de las últimas filas) “¡usted, usted mismo!”, “su nombre, haga el favor” y antes de darle tiempo a contestar, mientras anotaba algo de prisa, añadió: “Edad”. La voz sonaba imperiosa y mucho me sorprendió oír de pronto del otro lado de la sala una voz de adolescente clara y tranquila que contestó con viveza: “Diecisiete años, doctora. Tengo en realidad dieciséis, pero la poesía me da un año más de vida”. Toda la clase rompió a reír, y la misma profesora, sorprendida por ese efecto inesperado, sonrió un poco para preguntar otra vez el nombre, que él contestó de prisa y como si formara una sola palabra con el apellido que no pude oír, mientras retenía para mí: Augusto.
Volví la cabeza para ver al curioso joven, y me encontré con un semblante casi de niño. Puesto respetuosamente de pie, movía las manos para hablar como un juglar con una colección imprecisa de objetos que girasen en el aire, el cuerpo amimbrado y ágil, el redondo rostro risueño. Era una de esas caras que no parecen haber experimentado nunca el rencor. Daba la sensación de disponer de una capacidad de simpatía y despego casi equivalente.
Cuando sonó el timbre de receso nos cruzamos por el pasillo. Aprovechaba yo esos momentos para abrir y leer algunos de los libros de poesía que llevaba siempre conmigo. Esa mañana se me acercó: “¿El Romancero?”. Como yo asintiese pareció casi saltar de alegría.
Empezó a hablar sin cesar. Recitaba versos de Gil Vicente, de García Lorca, imitaba la entrada de la Xirgu en el último acto de Bodas de sangre, cantaba villancicos de invierno: nos acostumbramos a vernos y
FESTIVAL DE LA LECTURA POZA RICA-TUXPAN
Del 27 de marzo al 1 de abril se realizó el Festival de la Lectura en la región Poza Rica-Tuxpan que tiene como base la distribución y lectura de los libros de la Biblioteca del Universitario.
El trabajo en equipo encabezado por la vicerrectora Liliana Cuervo López, el secretario académico regional César Enrique Martínez Sánchez y el director de la usbiPoza Rica, José Eduardo Palomino Martínez, junto con el equipo de la Editorial uv y la Dirección General de Difusión Cultural, logró un Festival de la Lectura
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Retrato: Jorge Cerón
exitoso que se desarrolló en las sedes de la Vicerrectoría Poza Rica, la usbi Poza Rica, la Universidad Veracruzana Intercultural de El Espinal y de Ixhuatlán de Madero; la Facultad de Contaduría de Tuxpan, los Talleres Libres de Arte de Papantla y las des de Humanidades y Ciencias de la Salud de Poza Rica.
A las actividades en todas las sedes asistieron 1815 personas y en total hubo 28 invitados que participaron en presentaciones de libros, mesas redondas, talleres, actividades artísticas y el remate de libros.
hablar a diario. Apoyados en la baranda de mármol del primer piso, me enseñaba sus propios poemas, copiados en una letra desigual de niño en que las palabras se aislaban unas de otras como piedrecitas o brillaban como ocurrencias, y se mostraba tan exaltado y locamente alegre que a veces temía que rompiese a bailar allí mismo. “Te pareces al payaso que da vueltas anunciando los carros del circo”, le dije, recordando una vieja película.
REGRESO A LA FERIAS DEL LIBRO
La pandemia causada por la COVID-19 poco a poco va cediendo para permitirnos volver a reunirnos y encontrarnos con los libros, sus autores y sus casas editoriales.
La primera que abrió el calendario y a la que asistió la Editorial uv fue la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería que se realizó del 23 de febrero al 6 de marzo. En el majestuoso edificio que construyó Manuel Tolsá se presentaron siete novedades y los números más recientes del Cuaderno de Teatro Tramoya.
Los libros que se presentaron fueron: El renacimiento del son jarocho y el grupo Mono Blanco de Bernardo García
Me entristecía comparándome con él, como si el cuerpo me pesase más a su lado y tuviese una sangre más antigua y melancólica, en tanto que él se movía en la ligereza de la luz. Era alegre, o sea, muy vulnerable. Parecía algo que iba a durar poco, que no podía durar. Pensaba que nada hubiera podido decir mirándome, como cuando se lo miraba a él, “el joven” con esa evidencia que solo después empezó a parecerme equívoca y como encubridora de una misteriosa pérdida. Después he conocido rostros semejantes, aunque menos inocentes, en que uno creería que una precoz malicia empuja el rostro del niño en el cuerpo del adulto para asomar, como un tramoyista por el ojo del telón, clandestinamente, en un espectáculo que no les pertenece y jugar sin ser vistos, y entonces uno se preguntaba si no sería solamente la poesía la que le había dado ese año de más y si en realidad no tendría ninguna edad aquella criatura que podría representar con tal ancestral maestría el papel de su propia y despreocupada juventud. Pero en aquella época significó para mí −en una forma más viva que la de otros poetas más verdaderos que conocí después− el espíritu mismo de una poesía juglar, trastornadora, alegrísima, así como el niño solo ve de verdad las monedas inusables o falsas con que jugó estando enfermo toda una tarde. No tenía él que ver con el poema que se escribe y que queda, sino con el salto que se da para coger una hoja de árbol durante un paseo feliz. Tenía una energía sobrante, gratuita, inempleada, que hacía que a su lado pareciese todo lo demás con algo de sentado, oficial y burocrático. No siendo en realidad un poeta, me revelaba algo precioso, y que yo no conocía hasta entonces, un aire fino y frío como el que movía los álamos de una cancioncilla sevillana, algo libre, danzante, menor que la realidad, por cuyos entresijos entraba y salía como un duende.
Recuerdo sus ojos redondos, brillantes como chispas, su aire de escapado de todas las clases, el papel de libreta en que nos explicó, para el examen de geografía del día siguiente, de tan original manera, las corrientes del golfo.
Hablo de mi pequeño amigo, porque a él debí el conocimiento de una de las personas que más impresión había de causarme y que tuvo una influencia más secreta en mi vida. No me equivoqué −pues quizás necesitemos muchos años para desentrañar la complejidad y justeza de una primera impresión− al verlo como un anunciador, como un paje que precede la entrada de un personaje más poderoso, un pequeño juglar de rostro a un tiempo endurecido e infantil. Cantor, poeta, ayudante de fotógrafo, dio muchas vueltas después de aquel día en que lo vi por primera vez, confiado y sonriente, dar tan curiosa como imprevista respuesta. En oficios humildes, muy distantes los días en que me entregaba poemas, la poesía quizás no quiso regalarle más año que aquel de 1937, que lo colmó de nostalgia para siempre. Pero cuando octubre vuelve con el año, si envía por caprichos soplos más húmedos y desiguales como alas de los ángeles navideños que él pintaba para divertirse, me acuerdo de Augusto.
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FILPM
Césaire
Cuaderno de un retorno al país natal de Aimé
Traducción de José Luis Rivas
Díaz; Carta a Orestes de Iákovos Kambanelis, con traducción de Selma Ancira; Bibliotecas ajenas de Javier Vargas de Luna; Murió el gatito de Xavier de Moulins; La interpretación sociológica de los sueños de Bernard Lahire; Sin ganas de Ghana y otros relatos de Jorge López Páez y La invención de la Malinche. De la historia al mito de Sandra Messinger Cypess.
Hablar del Caribe, es hablar de una geografía diversa, continental, ultramarina, insular. El archipiélago de las Antillas nos ofrece una polifonía de lenguas, en la que el francés ocupa un lugar protagonista en la región. Esta mención nos permite ofrecer un fragmento de Cuaderno de un retorno al país natal1 de Aimé Césaire, poeta, dramaturgo e intelectual martiniqueño, reconocido como una de las figuras fundamentales de la poesía moderna en lengua francesa, quien también fue un líder comprometido en la lucha libertaria y en favor de los derechos civiles de las afrodescendencias.
Lo que es mío es un hombre solo encarcelado de blanco es un hombre solo que desafía los gritos blancos de la muerte blanca
(TOUSSAINT, TOUSSAINT LOUVERTURE)
es un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte blanca es un hombre solo en la mar infecunda de arena blanca es un viejecito negro sublevado contra las aguas del cielo
La muerte describe un círculo brillante encima de este hombre
la muerte siembra estrellas suavemente encima de su cabeza
la muerte sopla, loca, en el cañamelar maduro de sus brazos
la muerte galopa en la prisión como un caballo blanco
la muerte brilla en la sombra como los ojos de los gatos
la muerte hipa como el agua bajo los cayos
la muerte es un pájaro herido
la muerte decrece
la muerte vacila
la muerte es un tajasú espantadizo
la muerte expira en una blanca balsa de silencio.
FILBO
La Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, tuvo a México como país invitado y la Editorial uv formó parte de la delegación representativa de lo mejor de la producción editorial nacional.
El festejo se llevó a cabo del 18 de abril al 2 de mayo organizado por Corferias y la Cámara Colombiana del Libro junto con la Embajada de México en Colombia, el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Cultura.
La presencia de México en la FILBo 2023 fue organizada por el Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Relaciones Exteriores, y contó con un pabellón de 3.000 m2, una librería con cerca de 30.000 ejemplares, presentaciones y charlas con autores, exposiciones artísticas, espectáculos musicales, muestras gastronómicas y presentaciones culturales
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1 En versión de José Luis Rivas, este libro pertenece a la colección Lenguas de la poesía, y ha sido publicado por la Editorial de la Universidad Veracruzana en 2023.
Retrato: Jorge Cerón
que nutrieron una programación cultural con más de 80 eventos. La Editorial uv presentó los libros Los derrotados y Traducción y literatura: fecundo diálogo, ambos de Pablo Montoya; El renacimiento del son jarocho y el grupo Mono Blanco de Bernardo García Díaz; La invención de la Malinche. De la historia al mito de Sandra Messinger Cypess y la colección Biblioteca del Universitario con los títulos Memorias de juventud de Sofía Kovalévskaya, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide de Robert Louis Stevenson; El difunto Matías Pascal de Luigi Pirandello y Sobre la ciencia del onanismo y otros ensayos de Mark Twain.
Revelación2
de Jorge Lobillo
Con la intención de conmemorar, este 2023, el aniversario de Jorge Lobillo: sus 80 años de vida, recordamos este poema que cifra un instante de la poética del poeta y editor xalapeño.
Sibien el vivir me ha quitado muchas esperanzas y esto sea tan cierto en el alba de este ardor de otoño, cuando te veo correr decidido, iluminando el porte del mundo tus macizos y varoniles muslos y la agilidad fuerte de tus brazos protegida por un sedoso vello, siento que mi vida debió estar junto a la tuya amándote: atenta al más elemental de tus deseos, y nutrirte con las más selectas complacencias terrenas de la historia.
FILU
Como cada edición, la Editorial uv es la anfitriona de este festejo editorial y da la bienvenida en la entrada principal de la Casa del Lago con las novedades de cada una de sus colecciones que sustentan su prestigio en el mundo de los libros universitarios. Con la calidad de sus ediciones y con precios accesibles el sello editorial estará presente del 12 al 21 de mayo.
Y aun hoy, en que comienzo a contar los años que me faltan, quisiera, por esa ansiedad mía de belleza, ser el hálito en el que vas envuelto y proseguir contigo en el instante, lamentable y solo, en que te pierdes.
2 Este poema fue publicado originalmente en 2001 por La Palabra y el Hombre, en el núm. 119. La revista anotó al pie de esta pieza entonces que el poema pertenece al libro inédito 171 quimeras.
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Retrato: Jorge Cerón
¡Estamos de FILU!
LaFeria Internacional del Libro Universitario, en su vigésimo octava edición presencial, es una ventana de proyección institucional que evidencia el interés de la Universidad Veracruzana (uv) por auspiciar y crear las condiciones para el acceso al conocimiento, el arte y la cultura; una fiesta editorial, del libro y la lectura, que convoca al debate plural de ideas; un acontecimiento cultural que involucra y cohesiona a la comunidad universitaria, en vinculación con grupos y organizaciones civiles e instituciones educativas y de gobierno, nacionales y extranjeras, en beneficio de la sociedad.
La filu 2023 ha forjado una programación rica y diversa, de acuerdo con la región invitada: Centroamérica y el Caribe, y el Foro Académico “Puentes y fronteras: migración, cultura y derechos humanos”.
Aparten la fecha: 12 al 21 de mayo
Más de quinientas editoriales, universitarias y comerciales, llenarán de libros la Casa del Lago, con novedades y obra completa de los autores noveles y clásicos que seguramente estamos buscando. Los sellos uv, unam, uam, anl, uas; Penguin Random House, Planeta, Océano, Fondo de Cultura Económica, Almadía, Sexto Piso, Ediciones Era, Siglo xxi, Aquelarre, Elefanta, entre muchos otros, incluso procedentes Cuba, España, Portugal, Honduras, Guatemala, Francia, prometen diálogo ameno con autores que estarán en la filu, además de buenos descuentos.
Y una de las sorpresas que depara la filu es la entrega de reconocimientos y premios a científicos, escritores, artistas, estudiantes, personajes cuya trayectoria, consolidada o en curso, enriquece nuestro entorno académico y sociocultural. Tenemos una cita en el Foro Miguel Vélez Arceo de la Casa del Lago, donde se entregarán el Premio Latinoamericano a Primera Novela Sergio Galindo, la Medalla al Mérito Universidad Veracruzana, el Doctorado Honoris Causa, el Premio La Ciencia y el Hombre y el Premio Nacional al Estudiante Universitario.
También podemos encontrarnos en Sala Anexa a Tlaqná Centro Cultural, en el Colegio de Notarios del Estado de Veracruz o en la Escuela para Estudiantes Extranjeros. En la primera, investigadores, miembros de organizaciones internacionales y representantes de distintos países debatirán sobre Puentes y fronteras: migración, cultura y derechos humanos; en el segundo, editores nacionales y extranjeros dialogarán sobre Ecoedición, uno de los grandes retos para la industria editorial de todo el mundo: ¿sabemos en qué consiste la transición verde? ¡Les esperamos en el Foro Editorial! En el tercer recinto, sede del VII Foro Intercultural, estudiantes que han tenido la expe-
riencia de migrar y entrar en contacto con otras culturas, otras formas de ver el mundo, dialogarán sobre Migración: experiencias y realidades. Será interesante escuchar distintas perspectivas en torno a México con respecto a Centroamérica y el Caribe, reflexionar sobre los propios puntos de vista y aportar a la mejor comprensión del fenómeno migratorio, incluso en la industria editorial.
Tenemos la gran ilusión de que cada uno de los recintos filu 2023 cuente con la asistencia de las y los amantes del conocimiento, el arte y la cultura, de las y los incansables buscadores de libros y ocasiones para aprender, disfrutar y aportar su granito de arena. Del 12 al 21 de mayo, les invitamos al Ciclo de Cine Centroamericano y Caribeño que se proyectará en el Aula Clavijero; a las presentaciones de libros, conferencias y talleres que se llevarán a cabo en la uv-Intercultural y el Centro de Investigaciones Tropicales; a las charlas y conferencias de investigadores, escritores y politólogos, que tendrán lugar en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias y la Facultad de Letras Españolas. En la Galería Ramón Alva de la Canal, el Museo de la Música Veracruzana y el Teatro J. J. Herrera aguardan al público exposiciones, talleres, conferencias, lectura en atril y un espectáculo de danza y música, que en conjunto auspician la proyección de la filu 2023 hacia nuevos espacios y audiencias.
Más información en www.uv.mx/filu y en la App filu2023 para dispositivos Android e iOS.
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Judith Guadalupe Páez Paniagua Coordinadora general de la feria inTernaCional del libro universiTario 2023
Ilustración: Israel Barrón
Buzón CABUZ
Jalapa, Veracruz, 25 de febrero de 1930.
Sr. Coronel Don Adalberto Tejeda, En S. Ms.
Distinguido Amigo:
Antes de abandonar esta simpática capital del heroico estado veracruzano que usted dignamente gobierna, deseo hacerle presente mi vivo agradecimiento por las finas y cordiales atenciones que se sirvió brindarme, y por las expresiones de solidaridad a la causa que yo represento.
Yo tenía la impresión de que usted sabe interpretar en lo que tienen de nobles y patrióticas, las aspiraciones del pueblo mexicano, y es por ello que estimo y aprecio su amistad.
Siento declinar su invitación para una comida. Habría sido para mí muy grato tener con usted y sus invitados un momento de agradable convivialidad; pero las urgencias de la causa a que consagro mis energías todas, me obligan a salir esta misma noche para Veracruz. Sírvase usted aceptar por ello mis cumplidas y sinceras excusas.
Ya comunico a nuestro representante doctor Pedro F. Zepeda, mi grata entrevista con usted, complacido de los términos en que se desarrolló.
Atentamente
paTria y liberTad
C. a. sandino
Jalapa-Enríquez, Ver., Febrero 25 de 1930
Señor General A. C. Sandino, presenTe.
Distinguido amigo:
Su apreciable carta de hoy me informa de que motivos especiales y urgentes obligan a usted a salir esta noche para Veracruz, lamentando sinceramente que tal circunstancia me prive del gusto de saludarlo nuevamente y despedirme, esperando que podré verlo en dicho puerto muy en breve.
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Aprovecho esta oportunidad para expresarle mi complacencia de que se lleve usted una impresión favorable de nosotros y la confianza de que deja aquí amigos sinceros que simpatizan cordialmente con su noble causa y con el pueblo patriota de Nicaragua.
Lo saluda afectuosamente su amigo y seguro servidor.
At/lg/mv
Corre, LEE
El mensajero del lector y
dile
Directorio
Universidad Veracruzana
C. Ingeniero y Coronel
Adalberto Tejeda
Jalapa-Enríquez, Ver.
Mérida, Yucatán, México, Marzo 17 de 1930. Calle 87, número 492. Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua.
Muy distinguido y fino amigo:
El C. José Constantino González, a quien tuve ocasión de enviar ante usted con mi nota de despedida el día anterior a nuestra partida de esa ciudad, será quien entregará a usted la presente con nuestro cordial saludo y nuestros mejores deseos porque en sus arduas labores por el sostenimiento de los principios democráticos obtenga usted los mayores triunfos.
Íntimamente compenetrado como estoy del espíritu pleno de virtudes ciudadanas y patrióticas que me fue grato constatar en usted durante las dos entrevistas que celebramos, dado que también usted ha conocido la sinceridad que norma nuestros actos, no hemos vacilado en recurrir a usted para resolver una situación que lleva aparejada la dignidad de nuestros pueblos como no escapará a la comprensión que a usted caracteriza.
No obstante que usted se sirvió de ofrecernos su valiosa y patriótica cooperación para llevar adelante nuestra acción sostenedora de la Soberanía Nacional de Nicaragua, queriendo ajustar nuestra conducta a la más estricta integridad, quisimos que fuera por conducto de nuestro Representante General Doctor Pedro José Zepeda, que recibiéramos la cooperación que usted se sirvió ofrecernos; pero por el telegrama que el C. González mostrará a usted, conocerá que el Doctor Zepeda, debido a que está enfermo, no puede tomar parte activa en los asuntos que enfrenta nuestro Ejército en estos momentos.
Tal contratiempo presentado al Doctor Zepeda nos coloca en situación muy crítica, ya que de no trasladarse a Centro América los compañeros que están, conmigo en esta ciudad, nuestra situación se agrava de día en día tanto en el orden material como en el moral, llevando envuelto este último todo lo que en lo colectivo y personal puede perjudicar. No es de hoy que la frase de México es México nos viene a la mente.
Mucho antes de que las Selvas Segovianas se convirtieran en baluarte de la defensa de la Soberanía Nacional de Nicaragua ya México nos había dado ejemplos del más elevado patriotismo contra las hordas forajidas de la piratería yanqui y ya en aquellas Selvas invulnerables ha sido México la palabra sagrada que nos dio vigor cada más y más.
Con esa inalterable esperanza en el México guía de nuestra América Racial, siempre hemos tenido en cuenta que en él hallaríamos, surgidos de la colectividad mexicana, a los hermanos que con visión profunda de nuestro porvenir, resistieran a la penetración yanqui en esta tierra de patriotas y héroes.
Está muy lejos de mi manera de ser el afán de hacer llamamientos patrióticos al pueblo mexicano porque son de naturaleza en él los sentimientos y los actos patrióticos, estando representados en quienes como
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Nota: Todas las imágenes de Nacho López incluidas fueron reproducidas del libro Nacho López. Fotógrafo de México (inba-uv, 2016)
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usted son directores de ellos en el sentido de una profunda aversión a todo lo que va en contra la dignidad de México y me llena de entusiasmo sin límites saber que muy pocas palabras bastan para que me comprenda en mis aspiraciones y en la delicadeza que pongo en el cuidado de la dignidad de la Causa que sostenemos y de la propia dignidad mía.
El. C. González presentará a usted el documento que suscribo ante el honor y la dignidad del pueblo nicaragüense y de la Causa de su Soberanía que nos tocó en suerte defender.
Con la expresión de mi afecto y alta estima quedo de usted cordial amigo.
paTria y liberTad augusTo César sandino
Estas tres cartas forman parte de la correspondencia intercambiada entre el gobernador de Veracruz, Adalberto Tejeda Olivares, y el militar nicaragüense Augusto César Sandino. Fueron publicadas junto con otras misivas, bajo el título de “Augusto César Sandino y Adalberto Tejeda Olivares. Cartas inéditas”, en la revista La Palabra y el Hombre, en 1984, como parte del núm. 50, con una introducción de Soledad García Morales.
Celebramos el ochenta aniversario de la poeta xalapeña
Silvia Sigüenza
Del momento en que dos éramos [uno volví a ser al siguiente, raíz de [incógnitas; y fui de nuevo al pie del árbol sin [fruto.
Pesadumbre inconfesa que [esperaba el primogénito nombre para [hacerlo suyo.
Fue cuando éramos uno que vencimos la imprevista lluvia, quebrándome en tu llama al [accidente.
En tanto, el alma vuelve al mar [Egeo para nacer estrella azul que [alcanza la mañana.
Hoy, barrida por contrarios [vientos semejante a la niebla de la tarde; me detengo a meditar tu cuerpo y me descubo un par de lágrimas [antiguas.
Este poema fue publicado originalmente en el núm. 46 de La Palabra y el Hombre, en 1983.
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Buzón
Nacho López, de la serie "Paredes y texturas" (fotomontaje), CA. 1953 | 408013 Secretaría de Cultura-Inah.sinafo.fn.mx. Colección Nacho López