Psicopatía

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REVISTA CIENTÍFICA DE PSICOLOGÍA

Psicopatía Definición, tipos, antecedentes… Rosales, E. S. y Villalba, H. G.

2017 1. Psicopatía: ¿Cuál es el origen del mal? 2. La Psicopatía y su diagnostico. 3. El constructo de la Psicopatía en la infancia y adolescencia. 4. Revisión de la psicopatía: Pasado, presente y futuro. 5. La tríada oscura de la personalidad: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Una mirada evolutiva.

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

DE

BAJA CALIFONIA,CAMPUS TIJUANA.


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REVISIÓN - PUNTO DE VISTA

Psicopatía: ¿Cuál es el origen del mal? J Nicolás Iván Martínez López* RESUMEN La psicopatía es un subgrupo dentro del diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad (TAP) del DSM IV TR, que abarca hasta el 25% de los pacientes con el diagnóstico de TAP (cuya prevalencia mundial es del 5%), sin embargo las características son claramente diferentes entre ellos, dando lugar a una similitud mayor con el diagnóstico de trastorno disocial de CIE 10 (hasta el 15% de prevalencia mundial); en el presente trabajo se puntualizan las características de cada uno para abordar de manera pertinente el tema, como lo señalan en sus distintas pautas diagnósticas. Palabras clave: Psicopatía, trastorno antisocial de la personalidad (TAP). ABSTRACT Psychopathy is disorder included in the section of antisocial personality disorders of CIE 10, however, differential diagnosis requires a proper knowledge of distinctive features. This work focus on major features of psychopathy as well as other antisocial personality disorders as identified in several guidelines. Key words: Antisocial personality disorder (APD), psychopatic.

La psicopatía es un subgrupo dentro del diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad (TAP) del DSM IV TR, que abarca hasta el 25% de los pacientes con el diagnóstico de TAP (cuya prevalencia mundial es del 5%), sin embargo las características son claramente diferentes entre ellos, dando lugar a una similitud mayor con el diagnóstico de trastorno disocial de CIE 10 (hasta el 15% de prevalencia mundial); esta diferencia hace crucial que se esclarezcan las características de cada uno para abordar de manera pertinente el tema, como lo señalan en sus distintas pautas diagnósticas. Inicialmente el trastorno antisocial de la personalidad definido en el DSM IV1 en su versión revisada se puede explicar como:

* Instituto Nacional de Psiquiatría «Ramón de la Fuente Muñiz».

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, y que debe de cumplir con 3 o más ítems: (1) Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención. (2) Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer. (3) Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro. (4) Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones. (5) Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás. (6) Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas. (7) Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros.

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Dirección para correspondencia: J Nicolás Iván Martínez López Calzada México-Xochimilco No. 101, Colonia San Lorenzo Huipulco, 14370 México, D. F., México

Recibido: 17 de diciembre del 2009 Aceptado con modificaciones: 15 de febrero del 2010

B. El sujeto tiene al menos 18 años. C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.

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Martínez LJNI

D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco. Por otra parte, el trastorno disocial de la clasificación internacional de enfermedades CIE 102 es definido como: Un trastorno de personalidad que, normalmente, llama la atención debido a la gran disparidad entre las normas sociales prevalecientes y su comportamiento y está caracterizado por: a) Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía. b) Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales. c) Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas. d) Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento. e) Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo. f) Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo. Puede presentarse también irritabilidad persistente. La presencia de un trastorno disocial durante la infancia y adolescencia puede apoyar el diagnóstico, aunque no tiene por qué haberse presentado siempre. Incluye: Trastorno de personalidad sociopática. Trastorno de personalidad amoral. Trastorno de personalidad asocial. Trastorno de personalidad antisocial. Trastorno de personalidad psicopática. Excluye: Trastornos disociales (F91.-). Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad (F60.3).

quien en 1904 le da la connotación de personalidad psicopática y Schneider en 1923 le otorga ya una integración conductual, clasificándolos de acuerdo a su temperamento y brindándoles la característica principal de anormales según los parámetros estadísticos; sin embargo, es hasta 1964 que Cleckley, posterior a la publicación de su libro «La máscara de la sanidad», brinda las 16 características diagnósticas de la psicopatía para que fueran claramente diferenciadas de lo que en esa época comenzaban a ser esbozos de los trastornos de la personalidad, a saber:3 Inexistencia de alucinaciones o de otras manifestaciones de pensamiento irracional. Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas. Encanto externo y notable inteligencia. Egocentrismo patológico e incapacidad de amar. Gran pobreza de reacciones afectivas básicas. Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada. Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza. Indigno de confianza. Mentiras e insinceridad. Pérdida específica de la intuición. Incapacidad para seguir cualquier plan de vida. Conducta antisocial sin aparente remordimiento. Amenazas de suicidio raramente cumplidas. Razonamiento insuficiente o falta de capacidad para aprender la experiencia vivida. Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales. Comportamiento fantástico y poco regulable en el consumo de alcohol y drogas. Éstas han sido estudiadas por diversos expertos en la salud mental; sin embargo, ya en nuestra época es Hare (1994) quien agrega ítems diagnósticos y los divide en dos factores y cuatro facetas:4 Factor uno, interpersonal/afectivo:5 Faceta uno, interpersonal: Facilidad de palabra/encanto superficial. Sentido desmesurado de autovalía. Mentiroso patológico. Estafador/manipulador. Faceta dos, afectiva: Ausencia de remordimiento o sentimiento de culpa. Afecto superficial. Insensibilidad afectiva/ausencia de empatía.

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Y finalmente, la psicopatía es un constructo que se ha presentado desde el inicio del estudio de los alienistas, siendo propuesta históricamente por Pinel en 1801 como alienación mental, pero siendo Kraepelin Vol. 5 Número 1. Enero-Abril 2010 pp 14-18

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Psicopatía: ¿Cuál es el origen del mal?

Incapacidad para aceptar la responsabilidad de las propias acciones. Frecuentes relaciones maritales de corta duración. Factor dos, comportamiento social:5 Faceta tres, estilo de vida: Necesidad de estimulación/tendencia al aburrimiento. Estilo de vida parasitario. Ausencia de metas realistas a largo plazo. Impulsividad. Irresponsabilidad. Faceta cuatro, antisocial: Pobre autocontrol de la conducta. Conducta sexual promiscua. Problemas de conducta en la infancia. Delincuencia juvenil. Revocación de la libertad condicional. Versatilidad criminal. Aunado a estas características diagnósticas, Hare ha realizado un Checklist que sirve de herramienta para diagnosticar a este pequeño porcentaje de pacientes, ya que solamente el 25% de los que cuentan con el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad son psicópatas. Si revisamos los criterios diagnósticos anteriormente mencionados, la diferencia claramente fundamental es el «Sello psicopático», la alteración en el afecto y la falta de empatía, lo cual nos conduce a una mayor aproximación del constructo, abordándole desde el diagnóstico del trastorno disocial; es pertinente mencionar que esta alteración en el afecto y la falta de empatía ha sido el punto de mayor enfoque a nivel de investigación internacional y ha permitido en medida de los avances de la tecnología esclarecer de a poco las bases de la neurobiología en la psicopatía, arrojando resultados en distintos estudios: IRMf: Recabando distintos datos se han encontrado diferencias con grupos controles como la reducción en el volumen del prefrontal izquierdo que conlleva a la disminución en respuesta autónoma frente a estresor; la activación de corteza prefrontal y del área 10 de Brodman que conlleva a la supresión de dolor en estrés; la disminución de la actividad en cíngulo posterior izquierdo; la disminución de la actividad del

complejo amígdala-hipocampo, giro hipocampal, estriado ventral y giro del cíngulo posterior y anterior, lo cual da alteraciones en control de impulsividad y dificultad para tener aprendizaje significativo y alteraciones en el mecanismo del núcleo peduncular cerebeloso, por lo que no se percatan de acciones por falta de regulación en integración de actividad motora con frialdad afectiva, con incapacidad de tener memoria sensorial y aprendizaje de experiencias; finalmente, la reducción en volumen bilateral de hipocampo posterior bilateral.6 PET y SPECT. Menor actividad en hipocampo posterior y reducción del funcionamiento prefrontal que dan pérdida de la inhibición o control de las estructuras subcorticales, que por tanto aumentan sentimientos agresivos, conductas arriesgadas, irresponsables, transgresión de normas, tormentas psicopáticas, impulsividad, pérdida del autocontrol, y a nivel cognitivo, reducción de la capacidad de razonar y pensar abstracto; giro angular izquierdo con menor actividad aumenta la conductaESviolenta; cuerpo con ESTE DOCUMENTO ELABORADO POR calloso MEDIGRAPHIC menor actividad hace que el hemisferio izquierdo tenga dificultades en inhibición de emociones negativas; y finalmente la reducción en metabolismo de corteza frontal especialmente en áreas medias y en núcleo caudado que hacen una conducta antisocial.6 Estos hallazgos han apuntalado a que los psicópatas pueden presentar alteraciones a nivel estructural, sin embargo parecen ser insuficientes ante tan complejo constructo psicopatológico; es por esto que diversos autores internacionales se han dado a la tarea de investigar con nuevas técnicas un abordaje más profundo; Blair7 en 1995 postuló que una de las bases neurobiológicas de la psicopatía es una disfunción en la amígdala, dando como resultado una inhibición de la violencia y una resultante conducta psicopática. La Pierre, por otro lado, ha observado que los resultados de pruebas neuropsicológicas de daños en la corteza orbitofrontal y ventromedial, al ser comparados con los resultados en sujetos psicópatas, sugieren una alteración en estas regiones que podría explicar el comportamiento de los mismos,8 Intraor, en 1997, realizó un SPECT en donde les presentó al momento palabras con tinte afectivo y palabras neutrales, dando como resultado

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Martínez LJNI Corteza prefrontal ventromedial (Raine et al 2000, Yang et al 2005)

Fascículo uncinado (Craig 2009)

Afectada para control de los impulsos emocionales y de aprendizaje, problemas de adaptación a los cambios de comportamiento en las contingencias de refuerzo, deterioro de la toma de decisiones y la planificación

Unión de COF y amígdala reducida

Cuerpo calloso (Raine et al 2003)

Amígdala (Tiihonen et al 2002, Yang 2009) Afectada para el procesamiento del material emocional y alterada en psicópatas con mayor daño afectivo

Funcionamiento interhemisférico incrementado, reducción en conectividad interhemisférica, asimetrías de función

PSICOPATÍA

Giro temporal superior (Müller et al 2007) Afección en el procesamiento de material abstracto, falta de perspectiva de la sensibilización y la empatía

Hipocampo (Lakso et al 2001, Raine et al 2004) Afección en la recuperación de recuerdos emocionales y contextuales condicionadas por el miedo, problemas de aprendizaje asociativo

Figura 1.

una menor activación en regiones fronto-temporales durante la presentación de estas palabras en sujetos psicópatas; Kiehl9 en 2004 observó que durante el procesamiento de palabras abstractas en una IRMf los psicópatas presentaban hipoperfusión en el giro temporal superior derecho;9 Müller en 200710 observó que mientras se realizaba una IRMf y se presentaban imágenes del sistema internacional de imágenes afectivas (IAPS) con distintas valencias, los psicópatas presentaban hipoperfusión en la corteza frontal y, finalmente, Sommer y Müller11,12 en 2003 y 2008, al realizar interacción entre la presentación de las IAPS y posteriormente ejecutar una tarea simple, como lo es el paradigma de Simon, este último se vio afectado en tiempo de reacción posterior a visualizar las imágenes de corte negativo en los controles, no siendo reportada dicha alteración en el tiempo de respuesta en los psicópatas, y no solamente eso, también en-

contraron que la región 39 de Brodman se encontraba hipoperfundida en la IRMf realizada durante este paradigma, pudiendo ser ésta una parte fundamental del estudio neurobiológico de la psicopatía y brindando herramientas para poder vislumbrar en un futuro y sentar las bases para su estudio y posible aproximación. Recientemente se han reportado nuevas investigaciones en el área de la amígdala 16 y de las vías que conectan a ésta con la corteza orbitofrontal, 15 arrojando datos que se deben de investigar más a fondo. A manera de resumen, en cuanto a los antecedentes en el estudio de las distintas aristas que se han abordado para tratar de explicar estas alteraciones francas en el afecto, empatía y funcionamiento social, una larga lista de especialistas en el tema han contribuido; y entre los hallazgos más importantes se encuentran en la figura 1.

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Psicopatía: ¿Cuál es el origen del mal? 10. Müller JL, Ganssbauer S, Sommer M, Weber T, Schwerdtner J, Dohnel K. Volume loss and reduced emotion related brain function in right superior temporal gyrus in criminal psychopathy. A study using voxel-based morphometry and functional MRT. Psychiatrische Praxis 2007; 34: 165-167. 11. Müller JL, Sommer M, Wagner V, Lange K, Taschler H, Roder CH et al. Abnormalities in emotion processing within cortical and subcortical regions in criminal psychopaths: Evidence from a functional magnetic resonance imaging study using pictures with emotional content. Biol Psychiatry 2003; 15: 152-162. 12. Müller JL, Sommer M, Dóhnel K, Weber T et al. Disturbed prefrontal and temporal brain function during emotion and cognition interaction in criminal psychopathy. Behav Sci Law 2008; 26: 131-150.

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LA PSICOPATÍA Y SU DIAGNÓSTICO Mariela Yesuron

Licenciada en Psicología en Universidad Nacional de Córdoba, Mg en Psicología Clínica de la Universidad empresarial siglo 21. Docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigadora Secyt y Mincyt. marielayesuron@gmail.com Resumen

El presente artículo tiene como objetivo esclarecer el diagnóstico diferencial de psicopatía. Para ello en primera instancia se muestran los antecedentes históricos del concepto y luego se realiza una descripción de la Escala de Valoración de Psicopatía Hare Revisada (PCL-R), instrumento con el que actualmente se cuenta para predecir la conducta violenta. Además, se indican las investigaciones empíricas que se han llevado a cabo en América Latina con este instrumento. Por último se considera el diagnóstico diferencial respecto a las clasificaciones internacionales (DSM-IV y CIE-10).

Abstract

The aim of this article is to shed light on the diagnosis of psychopathy. First we present a historical review of the concept and then we describe the Hare Psychopathy Checklist Revised; the PCL-R is the single best predictor of violent behavior currently available. In addition, we offer a summary of the research Latin American that used this instrument. Finally we considered the diagnosis of psychopathy in relation to international classifications (DSM-CIE). Keywords: America.

Psychopathy,

diagnosis,

Latin

Palabras claves: Psicopatía, diagnóstico, América latina.

recordado como un siglo marcado por la violencia, que alcanza desde la intimidad de la familia hasta las relaciones internacionales, por lo que plantea que este es un fenómeno que va más allá de un problema de naturaleza ética o jurídica y debe ser considerado con otra mentalidad para que su tratamiento, en el siglo XXI sea exitoso. Por ello es que debe producirse En el documento Violencia y salud en un cambio en el enfoque de la problemática de el siglo XX de la Organización Mundial de la la violencia, considerándola desde el enfoque Salud (OMS; Concha-Eastman y Krug, 2002) de la salud; y para ello debe producirse Nelson Mandela afirma que el siglo XX será también un cambio de paradigma, desde el

Sobre la violencia y sus manifestaciones

Estudios Sociohumanísticos


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enfoque jurídico/penal a la consideración de la salud /bienestar, lo que a su vez implica pasar de una política del castigo/corrección a la prevención/predicción. Ya en 1996 la OMS consideró que la violencia, por su extensión y consecuencias en la salud y el bienestar de las personas, debe entenderse como un problema de salud pública.

Desde esta perspectiva, la violencia ya no es solamente un problema moral, ético o jurídico-legal, sino que se está convirtiendo en un problema de salud pública, en un elemento comparable a las epidemias de naturaleza infecciosa o a los sucesos naturales devastadores. En este contexto las medidas de castigo a los agresores, de reparación de las víctimas, no serían suficientes; por lo que se deberían complementar con medidas de prevención, educación y de predicción. De esta manera se ha empezado a utilizar los términos propios del campo de la epidemiología y la salud pública, lo que sitúa el nuevo paradigma para abordar la violencia y la predicción del comportamiento violento. La violencia es entonces, un fenómeno previsible y predecible, por ello el cambio para la intervención de los profesionales está abierto (Yesuron, 2014a).

En este sentido, Pueyo (2007) indica que la violencia ha tenido un tratamiento científico muy limitado, y no ha sido hasta muy recientemente, más o menos 20 años atrás, que se ha convertido en objeto de análisis y estudio científico. Los científicos se están interesando por este fenómeno y está recibiendo mayor atención en la última década. Para el autor, una de las mayores dificultades para el estudio científico de la violencia, es su delimitación conceptual, ya que es muy frecuente encontrar bajo la etiqueta de la violencia, diversos fenómenos análogos, pero que son distintos, tales como: el delito, la agresión, y el comportamiento antisocial. Desde esta perspectiva, la confusión tiene que ver con la falta de integración conceptual que ayude a clarificar el significado de estos términos. Estudios Sociohumanísticos

De la misma manera sucede con la psicopatía, concepto que habitualmente aparece ligado a los fenómenos de violencia. Pozueco Romero, Romero Guillena y Casas Baqueros (2011), Moltó y Poy (1997) y Hare (1996) señalan que aunque los psicópatas son responsables de un sinnúmero de crímenes violentos y distrés social, no se debe aceptar la idea lombrosiana del psicópata como un criminal nato, o en potencia. Se conoce la existencia de los denominados psicópatas integrados, es decir de aquellos individuos que no llegan a tener contacto formal o problemas con la ley, por lo que no todos los psicópatas son delincuentes, como así también no todos los delincuentes son psicópatas. Se estima que en la población general la presencia de psicopatía oscila entre el 1 y 2 % (Torrubia y Cuquerella, 2008). No obstante, a lo largo de todas sus investigaciones, Hare (2000) ha demostrado científicamente una relación entre la violencia y la psicopatía, indicando que muchas de las características que son importantes para la inhibición de las conductas violentas y antisociales, como lo son la empatía, la capacidad de establecer vínculos profundos, miedo al castigo y sentimiento de culpa; se encuentran seriamente disminuidas o simplemente ausente en los psicópatas (García-Pablos de Molina, 2003; Patrick, 1994).

Antecedentes históricos de la psicopatía

En el año 200 AC, Teofrasto, discípulo de Aristóteles, en sus escritos introduce la idea de un hombre sin escrúpulos que llama la atención porque realiza actos extraños y de extrema violencia, que más bien eran propios de enajenados mentales. Sin embargo, este hombre sin escrúpulos tenía intacta su inteligencia, por lo que se consideraba que


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padecía una enfermedad mental provocada de esta definición reside en las consecuencias, por causas sobrenaturales o demonológicas ya que hasta ese momento se creía que toda (Millon, 1998). locura debía serlo de la mente, esto es de la fuerza razonadora, del intelecto, implicando Esta concepción se mantiene hasta el además la confusión. Este autor destacó siglo XVIII y con la Ilustración se comienza a entonces que, no era sorprendente encontrar entender a este hombre sin escrúpulos -con muchos maníacos que estaban bajo el dominio una enfermedad mental de corte mágico-, de una furia instintiva y abstracta, pero que como una enfermedad mental con basamento no mostraban evidencia alguna de tener una somático y es tratada en consecuencia con esto. lesión en su capacidad de comprensión, como Precursor de esta idea es el médico francés si fueran sólo las facultades del afecto, las Philip Pinel (1745-1826) quien hablaba de que hubieran sido dañadas. Especificando locos que no presentan lesión alguna del que no se advierte ninguna alteración en las entendimiento y que están dominados por el funciones del entendimiento, en la percepción, instinto de furor. en el juicio, en la imaginación, en la memoria, pero sí cierta perversión en las funciones Así en 1801, Pinel describe una afectivas, un ciego impulso a cometer actos particularidad diagnóstica de extraordinaria de violencia, o también un furor sanguinario, relevancia: manie sans délire o locura sin y esto sin que se pueda señalar ninguna delirio; es decir, sin confusión de la mente, una idea dominante, ni ninguna ilusión de la locura razonante, sin delirio. La importancia imaginación que sea la causa determinante de Estudios Sociohumanísticos


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estas funestas inclinaciones (Garrido Genovés, la presencia de ilusiones anómalas o de 1997; Pozueco, Romero y Casas, 2011). alucinaciones; esto es, sin que aparezca ningún trastorno o defecto en la inteligencia. En la Ahora bien, aunque “Pinel no empleó locura moral lo que aparece es una perversión expresamente el término psicopatía, su ya mórbida de los sentimientos naturales, de los clásico concepto de manía sin delirio fue una afectos, las inclinaciones, el temperamento, auténtica revolución conceptual adelantada los hábitos, las disposiciones morales y los a sus tiempos y que sentó parte de las bases impulsos naturales. teóricas de lo que actualmente entendemos por psicópata” (Pozueco, Romero y Casas, En este mismo sentido, Garrido (1997) 2011, p. 125). subraya que, tanto Pinel como Pritchard, luchaban contra la idea imperante del filósofo Poco tiempo después, Esquirol (1772- John Loke, que no podía haber psicosis sin 1840) le dio el nombre de monomanía pérdida del intelecto, razón por la cual, los instintiva o impulsiva señalando que la jueces no declaraban insanos si no había voluntad se encuentra ofendida, el enfermo es delirio, es decir, un compromiso intelectual arrastrado a cometer actos que la razón o el manifiesto. Así, la tesis que postula que existen sentimiento no determinan, que la conciencia insanias afectivas y volitivas, sin compromiso reprueba, la voluntad no tiene fuerza para intelectual; responde a la revolucionaria reprimir, las acciones son involuntarias, idea que las funciones mentales -intelecto, instintivas e irresistibles. afectividad, voluntad- se podían enfermar de manera independiente (Pozueco, Romero y De esta manera, la mayoría de los Casas, 2011). psiquiatras del siglo XIX concibieron a la psicopatía como una anomalía congénita del Garrido Genovés (1997), siguiendo a Coid, instinto (Ey, Bernard y Brisset, 1980). señala que fue en Francia donde se originó el concepto de personalidad anormal como En 1835 el médico psiquiatra británico, sinónimo de desadaptación social (esa “furia James Cowels Pritchard (1786-1848) en su instintiva y abstracta” de la que habla Pinel), obra Treatise on insanity and other disorders desarrollándose luego en Inglaterra, lo que affecting the mind, -Un tratado sobre la insania ha dado lugar a la noción común que tiene el y otros trastornos de la mente-, introduce una sistema jurídico del trastorno psicopático. concepción de la psicopatía que sigue siendo muy relevante, porque captura la esencia de Emil Kraepelin (1856-1925), creó una la personalidad psicopática. Este alienista clasificación de las enfermedades mentales que británico fue quien legó su concepto de moral publicó en 1883, que siguió perfeccionando insanity o locura moral y, a diferencia de Pinel hasta su muerte (8va. Edición) y que aún quien presentaba una actitud neutra hacia hoy, con algunas variantes es el marco estos trastornos, postula la idea de que estos clínico donde se asienta el conocimiento comportamientos significaban un defecto del psiquiátrico. Introduce el concepto de Estados carácter que había que reprender y merecía psicopáticos y luego propone el término condena social pero otorgaban un mayor personalidad psicopática para referirse a poder a los afectos, que les impulsaban a aquellas personalidades pobremente dotadas llevar a cabo comportamientos socialmente por influencias hereditarias, dañadas en sus reprobables. procesos germinativos y otras influencias Garrido (1997), siguiendo a Pritchard, físicas tempranas del desarrollo; remarcando señala que trata de una enfermedad sin además que esta condición es parte de un Estudios Sociohumanísticos


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proceso irreversible. En esta concepción amplia del término psicópata incluye a los criminales congénitos, los homosexuales, los que padecen estados obsesivos, la locura impulsiva, los embusteros, los farsantes y los pseudolitigiantes. Pozueco, Romero y Casas (2011) destacan que Kraepelin fue quien primero advirtió que los psicópatas, no se encontraban recluidos dentro de los sanatorios mentales, ni tampoco sólo se circunscribían al submundo delincuencial.

En 1923, Kurt Schneider (1887-1967), otro psiquiatra alemán y discípulo de Kraepelin, con su obra Las personalidades psicopáticas, señala que los psicópatas no sólo se hallaban en las prisiones e institutos psiquiátricos, sino en toda la sociedad, ya que muchas veces eran personas que tenían éxito en los negocios y en la vida social mundana, ostentando incluso posiciones de poder en la política. De este modo se separa el término psicopatía de la delincuencia -ya que un sujeto psicópata no necesariamente es un delincuente- y se diferencia de la definición sociológica funcional. Pero fue en 1941 cuando el psiquiatra americano, Harvey Cleckley (1941), dio la primera exposición detallada de la psicopatía y con su obra La máscara de la cordura, desarrolla un tratado extraordinario sobre este tipo de psicópata no criminal y define sus rasgos esenciales -los que posteriormente son considerados por el profesor canadiense Robert Hare para crear su Escala de Valoración de la Psicopatía. El [psicópata] no está familiarizado con los hechos o datos que definen lo que podríamos llamar valores personales. Tiene una gran incapacidad para entender tales temas. Por ejemplo, le es imposible dedicarle el más mínimo interés a la tragedia o a la alegría humana representada en la literatura o el arte. También permanece indiferente a esas mismas emociones en la vida real. Belleza y fealdad (excepto de una manera muy superficial),

bondad, maldad, amor, horror y humor no tienen significado para él, no le motivan. Le falta, desafortunadamente, la capacidad de ver que los demás se conmueven. Es como si estuviese ciego para ver el color, a pesar de su inteligencia y su apariencia humana. Además, todo ello no se le puede explicar porque no hay nada en su órbita de atención que se lo pueda hacer entender. Puede repetir las palabras y decir que sí lo entiende, pero ni siquiera él puede darse cuenta de que, en realidad, no entiende (Cleckley, 1941, p. 90). De esta manera, Cleckley (1941) unificó diferentes características conductuales y rasgos de personalidad que sentaron las bases para el diagnóstico de dicho trastorno, y que se exponen a continuación: 1.Encanto superficial e inteligencia normal 2.Ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional

3.Ausencia de nerviosismo y manifestaciones psiconeuróticas 4.Informalidad

5.Falsedad e insinceridad

6.Incapacidad para experimentar remordimiento o vergüenza 7.Conducta antisocial irracional

8.Falta de juicio o dificultad para aprender de la experiencia 9.Egocentrismo patológico o incapacidad de amar 10.Pobreza en las relaciones afectivas

11.Pérdida específica de la intuición “insight” o comprensión social Estudios Sociohumanísticos


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12.Poca respuesta a las relaciones interpersonales

13.Conducta desagradable y exagerada, a veces con consumo exagerado de alcohol 14.Amenazas de suicidio no consumadas

15.Vida sexual impersonal, frívola y poco estable

16.Dificultad para seguir cualquier plan de vida

Para López (2013) en la obra de Cleckley se presenta al psicópata con una inteligencia intelectual intacta, pero con una conciencia moral menoscabada; no obstante puede imitar la moral y los sentimientos sutiles humanos, pero le faltan las emociones asociadas a ellas. Asimismo, este autor ubica en Cleckley una primera diferenciación entre psicópatas funcionales y psicópatas criminales.

La Escala de Evaluación de Hare

Cuando en 1991, R. Hare publica Psychopathic Check List Revised (Escala revisada de valoración psicopática -PCL-R) recupera la esencia del trastorno de personalidad definido por Cleckley, operativizando y actualizando las características conductuales, interpersonales, afectivas y cognitivas propias de la psicopatía, desde un modelo dimensional de la misma. Mediante la evaluación de 20 ítems, se evalúa la psicopatía a través de una entrevista semiestructurada, junto a la información objetiva complementaria del propio sujeto. Luego, en 1995 publica una versión reducida, la Psychopathy Checklist: Screening Version Estudios Sociohumanísticos

(PCL:SV; Hart, Cox y Hare, 1995), abriendo de este modo la evaluación a psicópatas integrados a la sociedad (Garrido Genovés, 2000) ya no solo a los delincuentes encarcelados.

Robert Hare (1998) describe al psicópata de la siguiente manera:

…un depredador de su propia especie que emplea el encanto personal, la manipulación, la intimidación y la violencia para controlar a los demás y para satisfacer sus propias necesidades egoístas. Al faltarle la conciencia y los sentimientos que lo relacionan con los demás, tiene la libertad de apropiarse de lo que desea y de hacer su voluntad sin reparar en los medios y sin sentir el menor atisbo de culpa o arrepentimiento (Hare, 1998, p. 196).

Los desarrollos acerca de la psicopatía fueron sistematizados en el Manual de Aplicación, cuya primera versión fue editada el año 1991, de reciente publicación en español por TEA (Hare, 2010). En este manual propone una concepción de la psicopatía que está a la base del PCL-R, que hace alusión a un patrón interpersonal, afectivo, de estilo de vida y conductual caracterizado por: encanto superficial, egocentrismo y grandiosidad, engaño, manipulación, falta de remordimientos o culpa, afectos superficiales, desapego, egoísmo, falta de empatía, renuencia a aceptar responsabilidades, forma de vida parasitaria, necesidad de excitación, falta de planificación vital realista y a largo plazo, falta de control de impulsos, irresponsabilidad, bajos controles conductuales y agresividad, tendencia a cometer actos delictivos en la infancia y adolescencia, que se hacen más versátiles en la adultez. Esta definición


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conceptual se acompaña de una definición operacional que determina la presencia de la variable psicopatía a partir de un puntaje de 30 puntos, según lo establecido por el autor de la escala y por diversos estudios que lo avalan (Hare, 2003). En América latina se han llevado a cabo estudios para validar el instrumento, entre ellas se encuentran en las investigaciones desarrolladas en Argentina por Folino y Hare (2005) y Folino y Mendioca (2006), en Chile por León Mayer, Asún-Salazar y Folino (2010) y en Colombia por García Valencia et al. (2008).Se pueden señalar también algunas investigaciones en las que se aplicó la PCL-R a los delincuentes sexuales, entre las cuales se encuentran Costa rica (Saborío Valverde, 2005) y en Argentina (Yesuron, 2014b).

La escala de valoración propone dos tipos distintos de constelaciones de rasgos o factores correlacionados, es decir, características personales y conductuales (Hare, Harpur, Hakstian, Forth, Hart, y Newman, 1990; Harpur, Hare y Hakstian, 1989; Windle y Dumenci, 1999), a saber:

• El primer factor está relacionado con un conjunto de características de personalidad que, según la mayoría de los clínicos, constituyen la esencia de la psicopatía (Hare, Harpur, Hakstian y Neuman, 1999; Harpur, Hare y Hakstian, 1989; Windle y Dumenci, 1999). Las características a las que hace referencia este factor son: crueldad, insensibilidad, manipulación cruel y callosa de los otros, falta de empatía, egoísmo, falta de afecto, etc.

El Factor 1: incluye el área interpersonal y emocional, es decir, todos aquellos atributos personales que hacen que el sujeto se desentienda de su componente más básicamente humano: su capacidad para tratar bondadosamente a los otros, su capacidad de sentir pena o arrepentimiento y su potencial para vincularse de una manera realmente significativa con quienes le rodean. Esta variante no necesariamente debe ser antisocial, es decir, se puede obtener una alta puntuación en ellos sin ser un delincuente. De esta manera, representaría una variante narcisista del patrón psicopático, que muestra tendencias al egocentrismo, a la superficialidad, a la manipulación, al egoísmo, a la crueldad y a la falta de remordimiento y de empatía. El Factor 2: está relacionado con las personas que presentan un estilo de vida claramente antisocial y agresivo, que cometen actos delictivos desde la infancia, buscan sentir tensión y excitación, y manifiestan una baja tolerancia a la frustración, un frecuente abuso de sustancias, una forma de vida parasitaria, impulsividad y con frecuencia comportamientos ilegales o criminales (Millon, 1998). La persona resultante se comporta de modo absurdo, sin que parezca obtener nada valioso de sus actos, con poco autocontrol y ninguna meta que parezca lógica a la vista (Garrido Genovés, 2000).

Así, variables como edad de abandono del hogar, edad de la primera relación sexual, variedad de abuso de sustancias, edad del primer arresto, número de ingresos en prisión, número total de penas cumplidas, o el número total de condenas por año de libertad • El segundo factor hace referencia a correlacionan significativamente con el factor características conductuales, relacionadas II (conducta persistentemente antisocial, al proceso de socialización, tales como estilo crónica e inestable). de vida crónicamente inestable y antisocial, necesidad de estimulación, bajo nivel de En la práctica, no es fácil separar uno de control conductual, falta de objetivo a medio y otro factor, y distinguir las múltiples variantes largo plazo y delincuencia juvenil. fenomenológicas que pueden exhibir los Estudios Sociohumanísticos


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psicópatas. Es de suma importancia la valoración clínica y el juicio clínico del experto, pero es más importante aún la recolección de los datos colaterales (revisión de legajos personales y prontuario, entrevistas con personal de contacto, con profesionales que lo asisten, etc.).

Ítems de la PCL-R

F 2 – dimensión afectiva: corresponde a la falta de remordimiento o culpa, los afectos superficiales, el egoísmo y la renuencia a aceptar responsabilidades. - Falta de sentimiento de culpa y de arrepentimiento: falta de interés por las consecuencias de sus actos y que no ofrece demostraciones convincentes de culpabilidad o remordimiento por su conducta.

- Emociones superficiales: individuo que Factor 1: mide los aspectos de la personalidad clásica del psicópata, también se muestra incapaz de expresar emociones intensas. denominado factor caracterológico: F 1 - dimensión interpersonal: abarca el área interpersonal, incluyendo aquellos rasgos más representativos de la psicopatía y con mayor capacidad predictiva.

- Encanto superficial y locuacidad: mucha labia, voluble, falto de sinceridad con capacidad de ser entretenido y convincente. Logra presentarse muy bien a sí mismo, mostrando rasgos de seducción poco genuina y superficial que lo hacen aparecer muy adulador y cortés.

- Insensibilidad/ falta de empatía: describe una falta de empatía profunda, carece de interés por los sentimientos o emociones ajenas, siendo indiferente ante el efecto que su conducta tiene sobre los demás. - Incapaz de reconocer la responsabilidad de sus actos: sentido de atribución al externo, excusándose de su propia responsabilidad mediante la racionalización o culpabilizando a los otros, al sistema, etc.

Factor 2: mide la conducta antisocial y la impulsividad (es la que correlaciona con TAP): - Sentimiento de grandiosidad personal/ egocentrismo: sensación grandiosa de F3 – estilo de vida: corresponde a la autovalía, con una visión sobrevalorada de sus habilidades. Usualmente se muestra muy forma de vida parasitaria con necesidad de seguro de sí mismo, obstinado, jactancioso, excitación, falta de planificación vital realista y con una presunción que revela un sentido a largo plazo, falta de control de los impulsos e irresponsabilidad. desmesurado de la autovalía.

- Necesidad de estimulación/ tendencia al aburrimiento: individuo que demuestra una necesidad permanente y excesiva por la estimulación nueva y excitante (por ej. Uso de drogas), y una inusual propensión al aburrimiento (tendencia a abandonar el - Manipulación: hace referencia al uso colegio, trabajos y actividades rutinarias). del engaño como medio para manipular y - Estilo de vida parasitario: individuo estafar al otro, sin importarle mínimamente quiénes son sus víctimas (por ejemplo su para lo cual la dependencia económica de propia familia) con la intención de obtener otros es parte de su estilo de vida. ganancias personales. - Mentira patológica: la mentira y el engaño forman parte de su esquema interaccional. Es mentiroso por naturaleza, no importándole demasiado si le hacen ver que cae en contradicciones.

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- Falta de metas realistas a largo plazo: Ítems que no pertenecen a ningún factor ha demostrado incapacidad para formular ni faceta y cumplir de forma realista planes o metas a largo plazo. - Conducta sexual promiscua: frecuentes relaciones casuales, selección indiscriminada - Impulsividad: la conducta es de compañero sexual, varias relaciones frecuentemente impulsiva y evidentemente sexuales al mismo tiempo, frecuentes carente de reflexión o previsión. infidelidades, relaciones con la prostitución, etc. - Irresponsabilidad: habitualmente - Varias relaciones maritales breves: falta al cumplimiento de sus obligaciones y menores de 1 año, incluye los matrimonios acuerdos con los demás. legales como las relaciones de convivencia, tanto heterosexuales como homosexuales. F4 – dimensión antisocial: corresponde a sujetos con pobre control conductual y A partir de las facetas que componen el agresividad, que cometen actos delictivos concepto de psicopatía utilizado en el PCL-R, desde la infancia, presentando con frecuencia se podría hablar de subtipos de psicopatía. comportamientos ilegales o criminales Considerando que este instrumento tiene 20 variados en la adolescencia y la adultez. ítems, existen distintas combinaciones que pueden llevar a que se obtenga un puntaje - Falta de control conductual: Individuo elevado (igual o mayor que 30) debiendo con control comportamental inadecuado, obtener a lo menos 2 puntos en 10 ítems y respondiendo a conductas violentas y/o 1 en los demás. En consecuencia, no todas agresión desproporcionada en relación al las personas que delinquen y que tienen un contexto en el que ocurren. puntaje elevado son iguales. Hervé, Yong Hui Ling y Hare (como se cito en Hare, 2004) - Problemas conductuales precoces: hicieron un análisis de los resultados obtenidos antes de los 12 años tuvo problemas serios en reclusos con puntajes elevados en el PCL-R. tales como mentiras persistentes, trampas, De acuerdo al puntaje obtenido por ellos en robos, fugas del hogar, problemas escolares, cada una de las 4 facetas, identificaron tres abuso de sustancias, vandalismo, violencia, grupos o “subtipos” de psicopatía y un cuarto actividades sexuales precoces, y contacto grupo de pseudopsicópatas o sociópatas: policial. • Clásico o prototípico: Puntaje elevado en - Delincuencia juvenil: describe un las cuatro facetas. individuo que ha cometido delitos graves antes de los 17 años (asesinatos, violaciones) • Manipulador: Puntaje alto en la Faceta teniendo un contacto con el sistema de justicia 1 Interpersonal y Faceta 2 Afectiva y más bajo criminal, ya sea acusaciones o delitos aunque en las otras. no haya sido necesariamente encarcelamiento. • “Macho”: Puntaje bajo en la Faceta 1 Interpersonal, y alto en las demás. - Revocación de la libertad condicional: o que ha fracasado en el cumplimiento de las Los resultados que obtuvieron fueron que condiciones de libertad bajo fianza. del total de la muestra, un 32% correspondía al psicópata clásico o prototípico, un 25% al - Versatilidad criminal: indica una manipulador, un 27% al “macho” y un 16% al carrera criminal que incluye acusaciones o pseudopsicópata o sociópata. Sin embargo, el condenas por variados tipos de delitos. Estudios Sociohumanísticos


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hallazgo más importante fue que los 3 primeros habían obtenido un alto puntaje en la Faceta 2 Emocional, en cambio los pseudopsicópatas o sociópatas eran completamente distintos, obteniendo un puntaje significativamente inferior en esta faceta.

del Trastorno de Personalidad Antisocial del DSM-IV habría sido elaborado bajo dos criterios diagnósticos: la conducta antisocial y las inferencias acerca de la personalidad, pero no indicaría cómo realizar estas inferencias.

Ahora bien, si se toma como punto de Asimismo, Hare (2010) sugiere una referencia únicamente el comportamiento estrategia para interpretar la puntuación antisocial y se excluyen los rasgos total de acuerdo a los niveles o categorías interpersonales y afectivos, la mayoría de descriptivas que se detallan en la siguiente los psicópatas cumple con los criterios del Trastorno de Personalidad Antisocial del DSMtabla: IV. Por otro lado, la mayoría de los delincuentes también clasifica en la categoría de Trastorno Antisocial de la Personalidad. Sin embargo, no todos los psicópatas son delincuentes y no todos los delincuentes son psicópatas, si consideramos la evaluación mediante la PCL-R. A partir del DSM-III se pone énfasis en En este sentido, R. Hare (2004) ha señalado los patrones de conducta antisocial, dejando que del total de la población penal, más de un de lado los aspectos de la personalidad, que 50% de los internos pueden ser diagnosticados son los que recogen la esencia del concepto. como Trastorno de Personalidad Antisocial De esta manera, el diagnóstico que se emplea según el DSM-IV, y solo un 10-20% de los desde este manual para hablar de la psicopatía sujetos pueden ser diagnosticados como es el Trastorno Antisocial de la Personalidad psicópatas con la PCL-R. (TAP), sin embargo muchas de las conductas allí descriptas como antisociales e impulsivas, pueden ser llevadas a cabo por individuos no psicópatas. El DSM-IV (American Psychiatric Association, 1996) y el CIE 10 (Manual de Clasificación de Enfermedades Mentales, OMS) continúan en esta línea.

Diagnóstico diferencial

Ambas clasificaciones estadísticas, según DSM IV o CIE-10, hasta el día de hoy, son las más utilizadas para el diagnóstico, también para la evaluación de la psicopatía. Sin embargo, es necesario tener claridad de que el término psicopatía no es sinónimo de sociopatía ni de Trastorno de Personalidad Antisocial o Disocial. A pesar de esto, muchos lo ocupan como si fueran conceptos intercambiables, lo cual es un error. El Trastorno de Personalidad Antisocial (TAP) o la sociopatía (León, 2007) indican una condición histórica. En cambio, la psicopatía podría hacer referencia a factores estructurales y/o constitucionales. Además, el diagnóstico Estudios Sociohumanísticos

¿Cuál es la especificidad de la psicopatía?

Hare (2010, 1990ª, 1990b) examinó la vida familiar de algunos psicópatas, aunque no encontró nada significativo en ello. Si bien es cierto en alguno de ellos la infancia se caracterizaba por carencias emocionales y materiales o abusos físicos, por cada uno de los psicópatas adultos con una infancia penosa, encontramos otro con una vida hogareña aparentemente cálida, con familiares normales, capaces de amar y cuidar a los demás. Más aún, la mayoría de los que han tenido infancias terribles no se convierten en psicópatas o asesinos.


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Siguiendo los desarrollos de Garrido Genovés (1997), Adrian Raine y José Sanmartin (2000) han investigado la psicopatía con las técnicas de neuroimágenes aplicadas a los delincuentes violentos y psicópatas. En un estudio en 1994 compararon la actividad de la corteza pre frontal de 41 asesinos con 41 sujetos no delincuentes y los resultados indicaron que los asesinos mostraban una actividad menor en dicha zona del cerebro. Para Raine, la baja actividad de la corteza pre frontal predispone a la violencia, e indica las razones (Raine y Sanmartin, 2000). En el plano neurocomportamental las lesiones prefrontales se traducen en comportamientos arriesgados, irresponsables, transgresores a las normas, con arranques emocionales y agresivos, que pueden pre-disponer a actos violentos. En el plano de la personalidad, las lesiones frontales en pacientes neurológicos se asocian con impulsividad, pérdida de control, inmadurez… que pueden predisponer a la violencia. En el plano social, la pérdida de flexibilidad intelectual y la habilidad para resolver problemas, así como la merma en la capacidad para usar la información suministrada por los indicadores verbales que nacen del mal funcionamiento pre-frontal, pueden deteriorar seriamente las habilidades sociales necesarias para plantear soluciones no agresivas a los conflictos. Finalmente en el plano cognitivo, estas lesiones causan reducción de la capacidad para razonar y de pensar que pueden traducirse en fracaso escolar, problemas económicos, predisponiendo así a una vida criminal y violenta. Ahora bien, los autores no dejan de remarcar que se requiere la existencia de otros factores ambientales, psicológicos y sociales que potencien o reduzcan esta predisposición biológica. Las anomalías del cerebro, para Raine (citado en Garrido Genovés, 1997) provienen de un ambiente de crianza caracterizado por el caos y los malos tratos, así se han visto como productores de la psicopatía adulta, la ausencia

de vínculos afectivos con los padres, de atención materna, y el padre con características propias de este trastorno. En este sentido, Pincus (citado en Garrido Genovés, 1997), aporta mayores certezas en cuanto a la relación entre las patologías cerebrales con la psicopatía y el crimen proponiendo como mecanismo que explica esta conexión a la a la violencia que sufre el niño y que daña su cerebro. Este autor postula que muchas alteraciones infantiles, representativas de lesiones o desajustes cerebrales, no son diagnosticadas a tiempo. Por su parte, Lykken (2000) ha realizado numerosos estudios de laboratorio señalando el sustrato biológico de la psicopatía, diferenciando además en el psicópata primario (que de acuerdo a la visión de Cleckey de personalidad psicopática incluiría a gente extremadamente egoísta y manipulativa, que utilizan a los demás de una manera cruel e insensible) quienes parecen tener un débil o insensible Sistema de Inhibición Conductual (BIS), que está asociado con miedo, inhibición conductual y conductas de evitación pasiva. Respecto del psicópata secundario (concepto que se amplía a conductas antisociales, impulsivas y desviadas) exhibirían un exceso en el Sistema de Activación Conductual (BAS) que se asocia al premio, la recompensa, la activación de conductas de acercamiento y evitación del dolor. En síntesis, la especificad del diagnóstico de psicopatía se sitúa en el plano del sistema nervioso central, en el encéfalo, tanto en estructuras corticales –preferentemente-, pero también subcorticales como la amígdala. El cerebro de los psicópatas mostraría una disfunción, ya sea por causas ambientales (maltrato) o causas genéticas innatas.

Asimismo, Garrido Genovés (2004) refiere que son incapaces o les resulta muy difícil de procesar o emplear los significados semánticos profundos del lenguaje; el proceso lingüístico parece ser superficial, de modo tal Estudios Sociohumanísticos


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que las sutilidades del lenguaje se les escapa. Esto implica que son superficiales en el plano semántico y emocional. El autor se pregunta entonces ¿porque no nos damos cuenta de eso en el contacto? Y responde, por el encanto superficial, su contacto ocular y sus gestos; es decir que, prestamos más atención a cómo dicen las cosas que a lo que dicen.

Por último, se destaca la existencia de vacuidad interna en el psicópata, que tiene que ser llenada por la excitación y la activación fisiológica. La triste vacuidad que con frecuencia se esconde detrás de la insensibilidad y de la conducta cruel del psicópata ha de ser reconocida y comprendida empáticamente por el profesional. Muchas veces el encuentro con este tipo de personalidades nos provoca rechazo, no obstante el profesional debe comprender las razones del rechazo, y no perder el interés que pueda tener el caso para poder así realizar la valoración clínica (Craig, Gannon y Dixon, 2013; Hemphill y Hart, 2002).

el campo jurídico –forense o penitenciario-. No obstante, cada vez más son las manifestaciones que se observan en otros ámbitos, como lo son el laboral o educacional, y que requieren de los profesionales valoraciones e intervenciones adecuadas que den cuenta del conocimiento teórico especializado y de estándares mínimos en la práctica -dados por la utilización de los instrumentos cuya confiabilidad y valor predictivo ha sido establecido por las investigación científica.

De esta manera, la elucidación del diagnóstico de psicopatía tiene repercusiones a nivel teórico pero fundamentalmente interesan las repercusiones a nivel de la práctica de aquellos profesionales que se encuentran con estas manifestaciones sin poseer mayores criterios de especificidad y diferenciación teórico-clínicos, como de herramientas o instrumentos para su evaluación (Autor y Autor, 2013). En esta misma línea se subraya que en algunos países de América latina -Chile, Colombia y Argentina-, se cuenta con la validación de la Escala de Evaluación de Psicopatía revisada (PCL-R). Asimismo, se destaca la utilización de dicho Debido a la extensión de la violencia y a instrumento para la evaluación de psicopatía las consecuencias que provoca en la salud y en muestras de delincuentes sexuales en Costa bienestar de las personas, la Organización Rica (Saborío Valverde, 2005) y en Córdoba Mundial de la Salud propuso considerarla Argentina (Autor, 2014b; Ahumada, 2014), como un problema de salud pública. De esta ambas investigaciones arrojaron similares manera, la violencia no es solamente un resultados, un 35% de la muestra en el primer problema moral, ético o jurídico-penal, y su caso y un 31% en el segundo, que puntúa 30 o tratamiento debería contemplar medidas de más en la escala de psicopatía. Por último, la evaluación de la psicopatía prevención, educación y predicción. se hace necesaria también a los fines de la Se ha demostrado científicamente la valoración del riesgo de futura conducta relación entre la violencia y la psicopatía, violenta. La psicopatía es uno de los por ello es que el diagnóstico de psicopatía indicadores de riesgo de violencia que está resulta de suma importancia, no solo por la presente en las guías de juicio profesional trascendencia social y el alto impacto que estructurado para la evaluación del riesgo de este tipo de conductas tiene –en su mayoría violencia en general (HCR-20), de violencia delictiva-, sino también por la necesidad de sexual (SVR-20) y de violencia contra la evaluación del riesgo de futuras conductas pareja (SARA). Estos instrumentos, aunque no violentas, por ello su diagnóstico es sustituyen el juicio clínico o profesional, son fundamental tanto en el campo clínico como en herramientas útiles al servicio del mismo para

Conclusión

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la fundamentación en la toma de decisiones. La estructura de recolección de datos y valoración de los mismos indica los datos que hay que identificar, coadyuvando así a la construcción de un juicio clínico y que este no solo dependa de la experiencia y/o habilidad del clínico.

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Anuario de Psicologia 2001, vol. 32, no 3,25-49 O 2001, Facultat de Psicologia Universitat de Barcelona

El constructo psicopatia en la infancia y la adolescencia: del trastorno de conducta a la personalidad antisocial Estrella Romero Universidad de Santiago de Compostela

La psicopatia en adultos es un campo de trabajo altamente desarrollado, y en las últimas décadas se ha avanzado en el análisis del concepto, la medida y la etiologia del trastorno. Sin embargo, se sabe poc0 sobre sus antecedentes evolutivos y no existe mucho acuerdo sobre cómo identificar a 10s niños en alto riesgo. En este trabajo se revisan las principales lineas de investigación sobre el constructo psicopatia en la infancia y la adolescencia. Nos detenemos especialmente en las propuestas de Lynam (que atribuye un papel especial a la conjunción entre hiperactividad y problemas de conducta) y Frick (que extiende el modelo bifactorial de Hare a la infancia y la adolescencia). Se presentan las líneas de evidencia disponibles, se discuten sus puntos mas criticos y se sugieren posibles vias de investigación. Palabras clave: psicopatia, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno de conducta, niños, adolescentes. The study ofpsychopathy in adults is a well developedfield, and in recent decades there have been advances in conceptualization, measurement, and etiolology of the disorder. However, the developmental antecedents are not well known and there is no agreement regarding the identification of high-risk children. This study reviews the main lines of research on psychopathy in childhood and adolescence. Special attention is paid to the proposals of Lynam (who attributes particular importance to the co-occurrence of hyperactivity and conduct disorder) and Frick (who extends Hare's bifactorial model to childhood and adolescence). We review the lines of evidence available, discuss critica1 points and suggest further lines of investigation. Key words: Psychopathy, antisocial personality disorder, conduct disorder, children, adolescents.

Correspondencia: Estrella Romero. Departamento de Psicologia Clínica y Psicobiología. Facultad de Psicologia. Campus Sur. 15706 Santiago de Compostela. Correo elecirónico: pcromero@usc.es


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Sin duda la psicopatia es un constructo de gran relevancia clínica y criminológica. Los estudios epidemiológicos muestran que una gran proporción de 10s delitos es cometida por una minoría de delincuentes persistentes (Farrington, Ohlin y Wilson, 1986) y se estima que 10s psicópatas pueden constituir una buena parte de esa minoría. En las últimas décadas, numerosos estudios han relacionado a la psicopatia con indicadores de una <<carreracriminal,, cronificada y severa: la psicopatia se ha relacionado con una mayor tasa de delitos y una mayor versatilidad (Hare, McPherson y Forth, 1988), mayores cifras de reincidencia (Salekin, Rogers y Sewell, 1996), de crimenes violentos (Hart, 1998) y de agresiones sexuales graves (Barbaree, Seto, Serin, Amos y Preston, 1994), asi como una pobre respuesta al tratamiento (Losel, 1998). Pese a su relevancia, la psicopatia se ha mostrado como un concepto problemático, con una historia larga y un tanto complicada. En términos breves, se han venido identificando dos grandes tradiciones en el análisis de la psicopatia (véase Aluja, 1989; Luengo y Carrillo, 1995). Una de ellas, que emana de la tradición y la practica clínica, hace hincapié en un perfil de personalidad particular, en el que se aglutinan caracteristicas tales como la falta de empatia, las dificultades para la planificación, 10s déficits afectivos, el egocentrismo o la falta de remordimientos. Esta tradición estaria bien representada por 10s escritos, hoy clásicos, de Cleckley (1941) y es recogida, en parte, por 10s criterios de la <<per~ ~ 1992). La otra tradición, que parte del sonalidad disocial,, de la C I E - (OMS, movimiento neo-kraepeliano en psicodiagnóstico, emana de la Universidad de Washington y muestra una caracterización básicamente conductual del trastorno. Como señalan Hart y Hare (1997), uno de sus supuestos es que la evaluación deberia centrarse en comportamientos públicamente observables, puesto que 10s clinicos difícilmente podran hacer una evaluación fiable de caracteristicas personales o afectivas. Esta tradición queda bien reflejada en las Últimas versiones del DSM. A diferencia de 10 que ocurria en el DSM-I y, sobre todo en el DSM-11, las características de personalidad carecen de protagonismo en el llamado <<trastornoantisocial de la personalidad,, (TAP) descrit0 por el DSM-111; 10s indicadores de una conducta antisocial continuada son 10s que pasan a ser el centro de atención, de modo que se obtiene una descripción que, efectivamente, parece alcanzar buenos niveles de consistencia interjueces, pero que, a juicio de muchos, desvirtúa la noción clínica, original, de la psicopatia (Harpur, Hart y Hare, 1993). Aunque en el DSM-111-R y en el DSM-Iv se han introducido ciertos cambios y se intentó, en parte, incluir descriptores personales, el resultado no parece haber dejado satisfechos a 10s clinicos (véase Hare, 1998; Widiger et al., 1996) y el peso fundamental del diagnóstico sigue recayendo en una historia de conducta antisocial reiterada. Las discusiones sobre la problemática conceptual de la psicopatia han persistido en las Últimas décadas (recientemente, Millon y Davis, 1998, identificaban hasta 10 variantes del trastorno). Sin embargo, se debe destacar que, en 10s últimos años, una concepción que ha venido generando cierto consenso, y en la que confluyen tanto 10s aspectos personales como 10s conductuales, es la propuesta por Hare (Hare, 1980; Hare, Hart y Harpur, 1991; Harpur, Hare y Hakstian, 1989). Casi al mismo tiempo que aparecian 10s criterios del DSM-IU, Hare


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desarrolla un sistema alternativo para la evaluación de la psicopatia en las poblaciones de delincuentes institucionalizados: el PCL (Psychopathy Checklist), que ha de ser aplicado por un observador experto, el cual ha de basar sus conclusiones en una entrevista semiestructurada y en la revisión del historial del caso. La última versión de este instrumento (el PCL-R)consta de 20 items, que han de ser puntuados en una escala de 3 puntos (O, 1,2), en función del grado en que cada item se aplica al individuo; en general, se toma una puntuación de 30 como criteri0 para el diagnóstico de psicopatia. La mayoría de las investigaciones con este instrumento han definido una estructura de dos factores, que captarian, respectivamente, 10s aspectos de personalidad y de conducta del constructo psicopatia (véase, por ejemplo, Moltó, Poy y Tormbia, 2000). El Factor 1 estm'a definido por características como el egocentrismo, la falta de sinceridad, la insensibilidad y la falta de remordimiento, y describiría la configuración personal que en la tradición clínica caracteriza al psicópata. El Factor 2 recoge 10s aspectos del constructo relacionados con la conducta desviada y con un estilo de vida crónicamente inestable y antisocial. Hay evidencia de la validez discriminante de estos factores. Asi, el Factor 1 tiene una relación más alta con 10s criterios de Cleckley y con medidas autoinformadas de ansiedad, empatia (correlación negativa), narcisismo y dorninancia (correlación positiva). El Factor 2, sin embargo, estaria mis relacionado con el diagnóstico TAP del DsM y, con signo negativo, con otras variables como el estatus socioeconómico, el nivel educativo o la inteligencia'. Ambos factores están correlacionados entre si (con indices en torno a SO), si bien es posible obtener una alta puntuación en un factor y baja en el otro. Esto se correspondería con el hecho de que, como habia señalado el propio Cleckley, no todos 10s psicópatas definidos por 10s criterios tradicionales responden al diagnóstico de TAP, ni todos 10s individuos con TAP podrian considerarse psicópatas. De hecho, se ha encontrado que, en las poblaciones de delincuentes institucionalizados, las tasas del TAP se sitúan en torno al 75%; las tasas de psicopatia definidas por el PCL en estas poblaciones se sitúan en torno al 30% (Hart y Hare, 1989) y se han encontrado incluso cifras menores (véase Hare, 1991). Son diversos 10s planteamientos sobre 10s mecanismos explicativos de la psicopatia, si bien la falta de clarificación conceptual ha entorpecido el avance en este campo de estudio. Entre las lineas mis desarrolladas cabe citar la formulada, bajo la inspiración teórica del modelo de Gray, por autores como Fowles (1980), para quien la psicopatia se asocim'a a un débil Sistema de Inhibición Conductual (BIS;Behavioral Inhibition System), un sistema que, en el modelo de Gray, regula la dimensión de ansiedad2.De un modo semejante, Lykken propuso, hace ya varias décadas (Lykken, 1957), que la psicopatia se caracteriza por déficits a la hora de experimentar ansiedad o miedo (es la llamada hipótesis de <<bajomiedo>>;low fear hypothesis). Desde estas corrientes de trabajo, se ha 1. Recientemente, se ha propuesto que tres factores oblicuos (y no dos) podrian representar mejor el constructo psicopatia del PCL-R.Cooke y Michie (1999), haciendo uso de técnicas de analisis factorial confirmatorio, plantean que el Factor 1 identificado en 10s estudios de Hare oodría seccionarse en dos. Este asoecto se retorna más adelante en el vresente articulo. 2. Propiarnente, la psicopatia primaria seria la asociada a un d6bil BIS. De acuerdo con diversos autores (véase Lykken, 1995) existiria una psicopatia secundaria, caracterizada por un BIS normal, pero por un BAS (Sistema de Activación Conductual) muy activo.


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desarrollado abundante evidencia experimental sobre 10s déficits en evitación pasiva de 10s psicópatas: 10s sujetos tienen dificultades para inhibir respuestas que conllevan castigo. También relacionada con estas posiciones est6 la linea desarrollada por Newman (Newman y Wallace, 1993). Los hallazgos de este autor sugieren que los psicópatas muestran dificultades para modular sus respuestas, es decir, para responder a las contingencias ambientales, asimilar el <<feedback>>del ambiente y cambiar una tendencia (set) de respuesta establecida; en tareas de laboratori0 como la del ajuego de cartas,, (el sujeto debe decidir si sigue o no jugando, en situaciones en las que la probabilidad de perder dinero va siguen jugando a pesar de que tal aumentando), 10s psicópatas <<perseveran,>: respuesta cada vez lleva asociada una mayor probabilidad de castigo. Deben destacarse también las corrientes de trabajo que dejan al descubierto 10s problemas de 10s psicópatas para procesar y manejar información (verbal y no verbal) con contenido emocional (Hare, Williamson y Harpur, 1988; Patrick, 1994). Asi mismo, existen ricas tradiciones de investigación psicofisiológica, que han estudiado la relación entre la psicopatia y una baja activación cortical (Raine, 1989), y lineas neuropsicológicas que han propuesto déficits en las funciones ejecutivas SGorenstein, 1982). En años recientes, han adquirido gran apogeo 10s estudios de neuroimagen que muestran disfunciones en áreas prefrontales y en otras zonas como el cuerpo calloso o el giro angular izquierdo (Raine, 1999). A pesar del interés que ha despertado la psicopatia, y a pesar de que se han producido progresos notables en la evaluación y en la clarificación de su naturaleza, todavia se sabe poc0 sobre sus antecedentes evolutivos. El término <<psicopatia>>se reserva habitualmente para adultos, y el DSM-IV no permite el diagnóstico de TAP antes de 10s 18 años. Sin embargo, la mayor parte de 10s clinicos y 10s investigadores probablemente estarian de acuerdo en que las caracteristicas personales y conductuales que definen la psicopatia no aparecen súbitarnente en la adultez, sino que se manifiestan en etapas mis tempranas de la vida (Forth y Burke, 1998). La detección temprana de la psicopatia parece crucial. Dado que el tratamiento se ha mostrado cargado de dificultades, la actuación preventiva en edades tempranas se revela como una alternativa de gran interés (McBurnett y Pfiffner, 1998), y para el10 debe disponerse de herramientas que permitan la identificación de jóvenes con mayor riesgo de desarrollar una personalidad y una conducta psicopática. A 10 largo de la historia y también de la investigación mis reciente, se han d d o ejemplos de aplicación del concepto <<psicopatia>> a jóvenes. Ya en 1909 se creaba en Chicago el llamado Instituto Psicopitico Juvenil (Work, 1994), si bien bajo el término ccpsicopático>>se englobaba una amplia variedad de alteraciones emocionales y conductuales, de forma que no se referia Únicamente a trastornos antisociales. Posteriormente, diversos investigadores aplicaron directamente el concepto a adolescentes de entre 13 y 18 años (Newman, Widom y Nathan, 1985; Raine, O'Brien, Smiley, Scerbo y Chan, 1990), intentando comprobar si 10s hallazgos experimentales encontrados con psicópatas adultos podrian generalizarse a poblaciones jóvenes y si, por tanto, el constructo de <<psicopatia juvenil>>tenia visos de validez. Es en 10s últimos años, sin embargo, cuando surgen 10s esfuerzos mis sis-


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temáticos por delinear el constructo <<psicopatia>> en la infancia y en la adolescencia. Nos encontramos ante un campo que está adquiriendo especial dinamismo y que, en nuestra opinión, presenta un alto interés tanto por sus implicaciones teóricas como por sus derivaciones prácticas para la intervención con menores problemáticos. Sin embargo, a pesar de la actividad que se est6 generando en tomo a este tema, las distintas lineas se han desarrollado de forma fragmentaria y paralela, con escasos puntos de contacto, y se echan de menos esfuerzos que permitan ordenarlas, compararlas e integrarlas, y que exploren sus aportaciones y sus limitaciones. Por ello, en el presente trabajo se intenta sistematizar la investigación realizada en 10s últimos años, proporcionando una visión de conjunto, intentando clarificar y comparar las distintas posturas y señalando las directrices que, a nuestro parecer, debieran guiar la investigación futura. Los autores que trabajan en estas lineas más actuales parten de la convicción de que las caracteristicas psicopáticas pueden ser identificadas fiablemente en individuos jóvenes, y que existe un pequeño subgrup0 de niños que muestran indicios tempranos de psicopatia; un conocimiento exhaustivo de 10s mecanismos que subyacen a la conducta de estos niños servir6 para desarrollar vias de intervención que prevengan alteraciones comportamentales importantes. Como señala uno de estos autores (Frick, 1998), existen ciertas reservas a en niños. Estas reservas se refieren, por la aplicación del término <<psicopatia>> una parte, a las connotaciones negativas del término respecto al pronóstico y a las dificultades de tratarniento. Por otra, se temen las connotaciones biológicas del término, de forma que quizás se pueda ignorar la influencia del contexto social del niño en el desarrollo de su personalidad. La respuesta de Frick (1998) a tales reservas es que, por una parte, no debemos asumir que el pronóstico negativo que se ha encontrado en 10s adultos, con unas pautas conductuales mis cronificadas, tenga que ser aplicado necesariamente a la etapa infantil; y, por otra parte, tampoco se debe minimizar la importancia del contexto ambiental en el desarrollo infantil de 10s rasgos de personalidad, incluidos 10s psicopáticos. De acuerdo con Frick, la alternativa más común a una utilización explicita del concepto psicopatia a niños es considerar implícitamente que todos 10s niños con problemas severos de conducta muestran manifestaciones tempranas de psicopatia (e.g., Richters y Cicchetti, 1993), cuando, como veremos, esta no parecer ser la realidad. Para examinar las raices de la psicopatia adulta debemos centrar la mirada en una categoria diagnóstica que, de un modo explicito, en el DSM se contempla como un requisito para el diagnóstico del TAP: el trastorno de conducta o trastomo disocial. En efecto, la investigación ha constatado una cierta continuidad entre 10s problemas de conducta en la infancia y la conducta antisocial adulta (Robins, 1966), de modo que 10s adultos antisociales suelen tener una historia de alteraciones de conducta en la niñez. Sin embargo, también es cierto que la mayona de 10s niños con trastorno de conducta no se convierten en adultos antisociales. La prevalencia de 10s trastornos de conducta, utilizando 10s criterios DSM, es mucho mayor que la del TAP,y la prevalencia de la psicopatia definida por el PCL parece alin menor. Por tanto, parece necesario reconocer que dentro del trastorno de


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conducta existe una gran heterogeneidad y que s610 un subgrup0 de niños con este desorden puede considerarse en riesgo de psicopatia.

El trastorno de conducta: una categoria heterogénea El trastorno de conducta es una categoria diagnóstica que designa patrones de comportamiento antisocial persistentes y extremos para el nivel evolutivo del niño, que entran en conflicto con las normas y con 10s derechos o necesidades de 10s demás. Generalmente, se asume que se trata de una categoria heterogénea (véase, por ejemplo, Quay, 1987, 1999), en la que se agrupan múltiples tipos de conducta, asi como diferentes trayectorias y etiologias. Aunque existe consenso en que el trastorno engloba tipos heterogéneos, tradicionalmente no ha habido mucho acuerdo respecto a qué categorias, concretamente, se deben establecer dentro del mismo. Como señala Lynam (1997), aunque han existido diferentes esfuerzos de clasificación, generalmente éstos no han alcanzado una amplia aceptación, como se refleja en 10s continuos cambios que se han ido introduciendo en las sucesivas versiones del DSM. De un modo muy sintético, se pueden distinguir dos grandes tradiciones en 10s intentos de clasificar 10s trastornos de conducta. Por una parte, existe una tradición de investigación inductiva, multivariada, que trata de conocer cómo se agrupan entre si diferentes conductas, a través de técnicas como el análisis faco patrones de comportamientos torial. Se identifican asi diferentes <<síndromes>> que tienden a aparecer conjuntamente en 10s sujetos. Representativo de esta linea seria el trabajo de Achenbach et al. (1989), que identifica dos grandes dimensiones: una dimensión de conducta desafiante, negativista, de confrontación abierta; y una segunda dimensión de conductas no agresivas, encubiertas, que no implican confrontación con otras personas. La otra gran tradición seria la aproximación clínica, desarrollada a partir del estudio de casos, tal y como aparece representada, por ejemplo, en 10s manuales de uso común para el diagnóstico de 10s trastornos mentales. Como se señaló en lineas anteriores, en el DSM se han realizado diferentes clasificaciones de 10s trastornos de conducta. Asi, en el DSM-I11 se contemplan cuatro tipos, resultantes de la combinación de dos criterios: socialización y agresión. De estos cuatro tipos, uno de ellos presenta especial interés en relación con el tema que nos ocupa: el Infrasocializado Agresivo, que se describe con características como dificultades para establecer vinculos afectivos con 10s demás, escasa capacidad para empatizar, egocentrismo, falta de remordimientos, conducta agresiva y arriesgada... Aunque pocas veces se manifest6 explicitamente (Quay, 1987), esta categoria parecia recoger de un modo implícit0 las características del psicópata, y representaba un intento por extender el constructo <<psicopatia>> a individuos jóvenes. A diferencia de 10s tipos infrasocialiagruparian a niños cuya conducta antisocial se desazados, 10s <<socializados>> rrolla en pandilla, como parte de una subcultura desviada en la que existen importantes vinculos grupales.


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Las dificultades de operativizar las caracteristicas clave de estos subtipos (por ejemplo, 10s aspectos interpersonales y afectivos) contribuyeron a que, en el DSM-111-R, se optara por subtipos basados en caracteres rnás evidentes. Asi, en lugar de girar en tomo a 10 afectiva-interpersonal, 10s nuevos subtipos se definen en función de si 10s actos antisociales se cometen en grupo o en solitario. Puesto que 10s antisociales <<solitarios>> tendian a tener altos niveles de agresividad, 10s dos tipos retenidos en esta versión fueron el Solitari0 Agresivo y el Grupa13.De un modo semejante a 10 que ocurrió con el TAP, se van eliminando las referencias a características personales, dificiles de apresar de un modo fiable, para pasar a descripciones más conductuales, de modo que se fue diluyendo el perfil <<psicopático>> recogido en el DSM-111. Un giro aÚn mayor se produce en el DSM-IV. El criteri0 para diferenciar subtipos de niños con trastorno de conducta es la edad de inicio: un tipo de inicio infantil y un tipo de inicio adolescente. Diversos estudios longitudinales habian puesto de relieve que 10s niños en 10s que la conducta problemática aparecia tempranamente tenian una trayectoria evolutiva más persistente (Farrington et al., 1990; Patterson, Reid y Dishion, 1992); 10s que se iniciaban en la adolescencia, sin embargo, parecian tener un cuadro antisocial más limitado a este periodo evolutivo, con menor riesgo de delincuencia adulta. Además, en diversos estudios se habia encontrado que ambos tipos tenian correlatos diferentes. En 10s niños de inicio temprano, el trastomo de conducta aparecia frecuentemente asociado a disfunciones neuropsicolÓgicas, a entornos familiares desestructurados y disfuncionales, a altas tasas de psicopatologia en 10s padres y a dificultades en las relaciones con 10s iguales (véase Moffitt, 1993, para una buena revisión). La conducta antisocial de inicio adolescente, por el contrario, aparece más a menudo en jóvenes sin disfunción personal ni social previa y se vincula mis a grupos desviados. Estos datos son ensamblados por Moffitt (1993) en un interesante modelo sobre la conducta antisocialjuvenil, que proporciona tejido teórico a la distinción del DSM-IV: la conducta antisocial de inicio temprano resulta de la yuxtaposición entre un niño vulnerable y un entomo educativo adverso. Esta yuxtaposición da lugar a una cadena de transacciones que, desde 10s primeros años de vida, genera desadaptación en el niño; a través de efectos tip0 <<bolade nieve>>(Romero, 1998; Romero, Luengo y Gómez-Fraguela, 2000), se van limitando las oportunidades para desarrollar una conducta socialmente adaptada, y el comportamiento desviado se va cronificando. La conducta antisocial de inicio adolescente, sin embargo, no seria mis que una forma exagerada de experimentar el <<lapsa madurativa>> que caracteriza a la adolescencia; la conducta antisocial serviría para reforzar la identidad del adolescente y ayudarle a experimentar un sentirniento de potencia y madurez. De acuerdo con 10s resultados de la evidencia empírica, y de acuerdo con el modelo de Moffitt (1993), 10s antecedentes de la psicopatia adulta probablemente deben ser buscados en el tip0 de inicio temprano. Es en estos niños donde aparecen las características de disfunción neuropsicológica, relaciones interpersonales problemáticas y conducta antisocial crónica que se han asociado a la psicopatia. 3. Tipos semejantes a istos son definidos por la CIE-10.


Sin embargo, como han señalado otros autores (McBurnett y Pfiffner, 1998), probablemente no todos 10s niños con trastorno de conducta temprano desarrollarán psicopatia. Por eso surge la necesidad de delimitar, aun dentro del trastorno de conducta de inicio temprano, aquella categoria de niños en mayor riesgo. En 10s últimos años, diferentes investigadores se han afanado en esta tarea y, particularmente, dos lineas de trabajo (la de Lynam y la de Frick), que son descritas a continuación, parecen prometedoras. Ambas analizan en qué medida se puede identificar un subgrup0 de niños con características análogas a 10s psicópatas adultos.

La hiperactividad en el psicópata incipiente: Lynam Diferentes autores han propuesto en 10s últimos años que la combinación del trastorno de conducta con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) podría representar el antecedente de la psicopatia adulta (Af Klinteberg, 1996; McBurnett y Pfiffner, 1998). Esta idea es desarrollada sistemáticamente por Lynam. En su articulo de 1996, Lynam revisa, de un modo detallado, diferentes fuentes de evidencia que pueden avalar tal planteamiento. Intenta demostrar cómo, en la coocurrencia de hiperactividad y trastorno de conducta4,se puede identificar a 10 que 61 denomina el c<psicÓpataincipiente,,. En primer lugar, diversos estudios longitudinales muestran que 10s niños en 10s que coocurren sintomas de hiperactividad y problemas de conducta tienen una conducta antisocial más severa en la adultez (por ejemplo, mis contactos policiales, más versatilidad, mis agresión y robos autoinformados; Loeber, Brinthaupt y Green, 1990). De acuerdo con estos estudios, el pronóstico de estos niños, en 10 que a actividad antisocial se refiere, es peor que el de 10s niños que presentan s610 trastornos de conducta o hiperactividad. Una segunda linea de evidencia proviene de 10s estudios de farnilias. En estos trabajos se intent6 investigar si 10s parientes adultos de 10s niños con hiperactividad y problemas de conducta tienen más altas tasas de psicopatia o TAP. Por ejemplo, Lahey et al. (1987) examinaron las historias psiquiátricas de las familias de cuatro grupos de niños: niños con hiperactividad, niños con problemas de conducta, niños con ambos trastornos y niños sin ninguno de ellos. Los padres de los niños con hiperactividad+problemasde conducta tenian una historia antisocial más severa que 10s de 10s otros grupos. De hecho, la conducta antisocial de 10s padres no se relacionaba en absolut0 con la hiperactividad, salvo en 10s casos de coocurrencia con trastorno de conducta. En tercer lugar, Lynam (1996) presenta evidencia sobre 10s estudios de bootstrapping, es decir, estudios que muestran cómo la coocurrencia de hiperacti4. Lynam utiliza 10s términos ahiperactividad-impulsividad-atenci6nn(HIA), tomados de otros investigadores (Loeber, 1988),como un rótulo común para referirse al trastorno de hiperactividad, dado que las etiquetas y 10s criterios para describir este desorden han sido variados en las clasificaciones psiquidtricas. Asi mismo, utiliza el término aproblemas de conducta*, mhs que atrastomo de conductan, ya que en 61 pretende integrar tanto el trastorno de conducta como el trastomo negativista desafiante.


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vidad+trastorno de conducta se asocian con ciertos precursores del trastorno antisocial adulto. Muchos estudios han mostrado que, en la conducta antisocial infantil, hay ciertos indicadores de alto riesgo que predicen una conducta problemática en la adultez (Loeber y Dishion, 1983): una edad de inicio rnás temprana, una mayor frecuencia, severidad y variedad de la conducta antisocial, y una conducta antisocial manifestada en diferentes situaciones (escuela, casa). A través del bootstrapping se trata de analizar si 10s niños con hiperactividad+problemas de conducta muestran, en mayor medida que 10s otros grupos, estos indicadores de riesgo. De nuevo, existen estudios que comparando niños con hiperactividad sólo, con trastorno de conducta s610 y con hiperactividad+trastorno de conducta, se encuentra que estos últimos son 10s que muestran unos patrones de conducta antisocial mis severa (e.g., McGee, Silva y Williams, 1984). Como vemos, estas líneas de investigación parecen, efectivamente, ligar la combinación hiperactividad+problemas de conducta con un comportamiento antisocial severo en la adultez, pero no propiamente con el concepto de personalidad psicopática, tal y como ha sido entendido tradicionalmente. De algún modo, y teniendo en cuenta las consideraciones que haciamos al comenzar este articulo, la evidencia descrita parecería avalar la idea de que ese subgrupo de niños tiene un mayor riesgo de TAP, pero no necesariamente del constructo clásico de <<psicopatia>>. El propio Lynam (1996) reconoce que la evidencia sobre la relación entre este subgrupo de niños y la psicopatia es más endeble. Aun asi, este autor revisa estudios que sugieren que 10s niños hiperactivos se comportan en ciertas tareas de laboratori0 de un modo semejante a 10s psicópatas adultos. Por ejemplo, se ha encontrado que presentan déficits en el aprendizaje de evitación pasiva, y que su respuesta en función de las contingencias tienen dificultades para <<modular>> en una respuesta ambientales; de un modo semejante a 10s adultos, <<perseveran>> a pesar de que las probabilidades de castigo van aumentando (Milich, Hartung, Martin y Haigler, 1994). Además, hay trabajos que muestran que 10s niños hiperactivos (o al menos, un grupo de ellos) tienen indicadores de un bajo arousal cortical y que tienen una pobre ejecución en tareas neuropsicológicas relacionadas con las funciones ejecutivas frontales. La hipótesis sostenida por Lynam (y de la cual s610 existe evidencia en casos muy contados) es que el subgrupo de niños con hiperactividad+trastorno de conducta es el que, especificamente, presenta estas caracteristicas semejantes al psicópata adulto. En un trabajo más reciente del p r o p i ~autor (Lynam, 1998) se presentan algunos datos consistentes con esta idea. Lynam (1996) dar5 aún un paso más, e hipotetizará sobre la naturaleza de las relaciones entre hiperactividad, trastorno de conducta y psicopatia. De acuerdo con este autor, son varias las posibilidades existentes (por ejemplo, la hiperactividad puede ser uno de 10s muchos factores de riesgo del trastorno de conducta y éste podría conducir a la criminalidad adulta; la hiperactividad podría conducir a conductas desafiantes tempranas y éstas llevar al trastorno de conducta), que acarrearían diferentes implicaciones para la prevención y el tratamiento. Pero Lynam presta especial atención a una hipótesis más novedosa: la coocurrencia de hiperactividad+trastorno de conducta representa un subgrupo


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especial del trastorno de conducta, que representa al psicópata incipiente, y cuyo mecanismo explicativo radica en un déficit de inhibición (tal y como se manifiesta, por ejemplo, en las tareas de modulación de respuesta), asociado al sistema serotonérgico. Estas dificultades de inhibición serian las responsables de 10s tres tipos de sintomas del TDAH: la inquietud motora y la hiperactividad, la falta de atención cuando el niño persigue una recompensa, y las conductas impulsivas. La incapacidad de inhibición también seria la responsable del ccchoque>>con las normas, dando lugar a conductas desafiantes tempranas, que, en una espiral de efectos adversos (la disciplina parenta1 se endurece o se hace erritica; la adaptación al colegio fracasa, las relaciones con 10s iguales se dificultan) conduce al trastorno de conducta. Finalmente, ese mismo déficit de inhibición dar6 lugar a 10s signos caracteristicos del psicópata adulto (véase Aluja, 1991). De acuerdo con estos planteamientos, y dado que el subgrupo de hiperactividad+trastorno de conducta seria etiológicamente diferente, se requeriria una estrategia de tratamiento especial. La utilización de fármacos que actúen selectivarnente sobre el sistema serotonérgico y la aplicación de estrategias cognitivas a pensar y examinar el ambiente serían vias adecuadas. que ayuden a <<pararse>> La intervención temprana sobre este subgrupo llevaria a la prevención de la psicopatia adulta. En resumen, de acuerdo con Lynam, el constructo de psicopatia infantojuvenil quedaria localizado, dentro de las taxonomias de uso común, en el subgrupo de niños que, además de trastorno de conducta, muestran hiperactividad. Otros autores, sin embargo, consideran que ese subgrupo de niños es aún una categoria demasiado amplia y que es necesario realizar un enfoque más especifico para identificar a 10s niños con rasgos psicopáticos. En esta linea desarrolla su trabajo Frick.

Extendiendo el modelo de Hare: Frick De acuerdo con Frick (Frick y Ellis, 1999), dado que la comorbilidad entre el TDAH y el trastorno de conducta es tan alta (cifras entre 65% y 90% en muestras clinicas de niños con trastorno de conducta), es necesario reconsiderar hasta qué punto todos 10s niños afectados por ambos trastornos pueden representar un desorden (la psicopatia) que, a juzgar por las cifras estimadas en adultos, pasece mucho más infrecuente. Además, Frick considera que en esta categoria del propuesta por Lynam no están bien reflejadas ciertas características <<críticas>> constructo psicopatia, tales como la insensibilidad emocional, la falta de remordimientos o de empatia. La combinación de un pobre control de impulsos (TDAH) con la conducta antisocial (trastorno de conducta) parece asemejarse al perfil general de 10s adultos antisociales, de 10s cuales s610 un subgrupo podrim considerarse psicópatas. En su análisis de la psicopatia infantil, Frick seguir6 una estrategia diferente a la de Lynam. Lynam parte de categorías diagnósticas bien establecidas y, en ellas, intenta identificar cuál se aproxima mis a la psicopatia. Frick, sin embargo,


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parte directamente del concepto de psicopatia adulta e intenta comprobar si 10s rasgos centrales de este concepto penniten delinear un grupo particular de niños. Los trabajos de Frick asumen, explicitarnente, el modelo de Hare. En 1994 Frick y sus colaboradores (Frick, O'Brien, Wooton y McBurnett, 1994) desarrollan una escala de calificación inspirada en el PCL-R:El Psychopathy Screening Device (PSD).Se crearon 20 items análogos a 10s del PCL-R, que se presentan como una escala de calificación de tres puntos: O (absolutamentefalso), 1 (a veces verdadero) y 2 (absolutamente verdadero). La escala debe ser cumplimentada por padres y/o profesores, aunque existe una versión autoinformada para adolescentes. El primer análisis factorial realizado sobre esta escala (Frick et al., 1994), utilizando puntuaciones combinadas de padres y profesores en una muestra clinica de 92 niños, reveló una estructura de dos factores (véase Tabla I). TABLA 1. ITEMS DEL PSD QUE DEFINEN LOS FACTORES DE DUREZA/~NSENSIBILIDAD (DI) E IMPULS~V~DAD/~ROBLEMAS DE CONDUCTA (I/PC) (FRICK ET AL., 1994) Dureza / Irzsensibilidad (DI)

Impulsividad / Problemus de Conducta (//PC)

3. Se preocupa por el rendimiento escolar (-). 12. Se siente culpable cuando hace algo mal (-). 5. Sus emociones parecen superficiales y poc0 auténticas. 19. No muestra emociones o sentimientos. 14. Puede parecer amable a veces, pero de una forma poc0 sincera. 18. Se preocupa por 10s sentimientos de 10s demás (-).

8. Fanfarronea respecto a sus propios logros. 15. Se pone furioso cuando se le corrige. 16. Piensa que es mis importante que 10s demás. 4. Actúa sin pensar en las consecuencias. I. Culpa a otros de sus errores. 1 1. Le toma el pelo a otras personas. 13. Se implica en actividades peligrosas o arriesgadas. 2. Se implica en actividades ilegales. 20. Siempre tiene 10s mismos amigos (-). 9. Se aburre fácilmente.

Nota. Los items marcados con (-) son puntuados en sentido inverso. Los items 6 (Miente fácilmente y con habilidad), 7 (Cumple sus promesas) y 10 (Manipula a otras personas) cargaron en 10s dos factores. El item 17 (No planifica) fue eliminado por razones teóricas (no cargó, frente a 10 esperado, con 10s otros items de impulsividad) y, además, tampoc0 present6 una carga claramente definida en oi.

Un primer factor incluye 10 items relativos a un pobre control de impulsos, falta de responsabilidad y conductas problemáticas. Atendiendo a su contenido, este factor fue denominado <~Impulsividad/Problemas de Conducta>>(VPC). El segundo factor agrupa 6 items referidos a insensibilidad emocional (por ejemplo, falta de sentimientos de culpa, emociones superficiales, falta de empatia) y fue denominado <<DurezaíInsensibilidad emocional>>( ~ 1 )Estos ~ . dos factores sin duda guardan semejanza con 10s dos factores replicados en la literatura sobre el PCL en adultos, si bien, como reconoce el propio Frick (1998), no pueden consi5. Las etiquetas utilizadas en inglés han sido Impulsivify/Conduct Problerns (IICP) y Callous/Unemotional (CU), respectivnmente.


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derarse totalmente asimilables a ellos. Una de las diferencias más notables es que 10s items referidos a narcisismo (ccFanfarronea>>, <<Piensaque es más importantes que 10s demás>>)forman parte del factor impulsivo/antisocial, rnientras que en 10s adultos, estos contenidos se agrupan en la dimensión de desapegolinsensibilidad emocional. Análogarnente a 10s factores del PCL,la correlación entre I/CPy DI est6 en tomo a .50. Ya en este primer trabajo, se encontró que 10s dos factores tienen correlaciones diferenciales con otras variables. El factor r/cp muestra correlaciones altas con medidas de problemas de conducta, tales como las definiciones del trastorno negativista desafiante y del trastorno de conducta del DSM-III-R, y, en general, el factor I/CPparece captar un constructo muy similar a las definiciones tradicionales de problemas de conducta. El factor DI, sin embargo, se asocia menos a estas categorías. Además, el análisis de las interacciones significativas entre variables pareció sugerir que, dentro de 10s niños con problemas de conducta, se puede definir un subgrupo, alto en DI, que tendria características diferenciales; por ejemplo, niveles intelectuales mis altos (véase también Loney, Frick, Ellis y McCoy, 1998) o una mayor frecuencia de arrestos en la familia. Esta posibilidad de identificar un subtip0 de niños problemáticos, con puntuaciones altas en DI y con ciertos caracteres peculiares, es explorada sistemáticamente en el trabajo de Christian, Frick, Hill, Tyler y Frazer (1996). Se utilizó una muestra clínica de 120 niños (edades entre 6 y 13 años) y, a través de un analisis clúster, se pudieron definir dos grupos con conductas problemáticas. Ambos puntuaban alto en la dimensión Vpc ,se les habia diagnosticado trastorno negativista desafiante o trastorno de conducta y habian tenido un comienzo temprano en su problemática conductual. Pero uno de estos grupos (al que se denominó el grupo ccimpulsivo>>)puntuaba bajo en Di, mientras que el otro (grupo crpsicopático>>) puntuaba alto en esa dimensión. Además, este trabajo permitió comprobar que el grupo ccpsicopático>>mostraba mayor variedad y mis altas tasas de conductas antisociales y que, aunque sin alcanzar la significación estadistica, el grupo ccpsicopático>>tendia a mostrar mis contactos con la policia y una mayor frecuencia de TAP en 10s padres (p < .O7 y p < .09, respectivamente). Asi pues, la dimensión DI parece delimitar dos grupos dentro de 10s niños con problemas de conducta; uno de ellos (alto en DI) parece asociarse con indicadores de un peor pronóstico y seria afin al concepto de psicopatia adulta. La utilidad de esta diferenciación se ha puesto a prueba también en muestras de delincuentes institucionalizados. Recientemente, Caputo, Frick y Brodsky (1999), en una muestra de 69 adolescentes (edades entre 13 y 18 años), y utilizando la versión autoinformada del PSD,encontraron que la dimensión DI diferenciaba a 10s delincuentes sexuales violentos (mayores puntuaciones en DI)de otros delincuentes institucionalizados. Por otra parte, Silverthon, Frick y Reynolds (1998) comprobaron que 10s delincuentes con un inicio mis temprano en su conducta antisocial obtenian puntuaciones mis altas en DI que 10s delincuentes con un inicio rnás tardio. También recientemente, Kruh, Frick y Clements (1999) recogieron datos en una muestra de 100 sujetos (con una edad media de 18.36) recluidos en una prisión de adultos, pero que habian sido encarcelados por crimenes cometidos como delincuentes juveniles. Todos 10s participantes tenian un histo-


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rial antisocial amplio, con altas tasas de violencia; no obstante, dentro de la muestra, las puntuaciones en el PSD correlacionaron con las tasas de delitos y la versatilidad de 10s mismos, y con la variedad de actos violentos cometidos durante el encarcelamiento. En 10s dltimos años, diversos trabajos han tratado de profundizar en 10s correlatos psicosociales, personales y conductuales de 10s problemas de conducta psicopático y no psicopático, con el objetivo de ir perfilando posibles mecanismos etiológicos. Por ejemplo, se ha encontrado que las prácticas de socialización parentales (un0 de 10s correlatos de la conducta antisocial más consistentemente replicados; Romero et al., 2000) no se relacionaban con las conductas problemáticas de 10s niños altos en DI (Wooton, Frick, Shelton y Silverthon, 1995). Estos parecen tener altos niveles de proniños de características más ccpsicopáticas>> blemas de conducta, independientemente de la calidad de 10s estilos educativos familiares. Sin embargo, en 10s niños bajos en DI, estas prácticas familiares si se relacionan con la gravedad de la conducta. Otros trabajos analizan la relación entre las dimensiones del PSD y la sensibilidad a las claves de castigo. En un trabajo de 1994, el equipo de Frick (O'Brien, Frick y Lyman, 1994), utilizando un paradigma semejante al de Newman, encuentran que el patrón de perseveración identificado en la investigación con adultos parece característic0 de 10s niños con trastornos de conducta, pero sin altos niveles de ansiedad. A raíz de la creación del PSD y del desarrollo del modelo de psicopatia infantil, este equipo intentar6 examinar si ese resultado puede deberse a que 10s niños problemáticos, pero no ansiosos, se aproxima a la categoria psicopática. O'Brien y Frick (1995) encuentran que la perseveración se produce, concretamente, en niños no ansiosos que, además, puntúen alto en DI, independientemente de que muestren o no problemas de conducta. Así pues, parece que la dificultad para responder al castigo en una tarea tip0 Newman se relacione, específicamente, con 10s rasgos psicopáticos de dureza/insensibilidad,y s610 de un modo indirecto, con 10s problemas de conducta. Recientemente se ha encontrado que, dentro de 10s niños con TDAH y problemas de conducta, s610 cuando Di es alta aparece este estilo de respuesta (Bany et al., 2000), 10 cua1 contradice la propuesta de Lynam, según la cual todo el grupo problema ble mas de conducta seria un grupo psicopático. También se ha analizado sistemáticamente la relación existente entre la ansiedad y la psicopatía en niños. Como señalan Frick, Lilienfeld, Ellis, Loney y Silverthorn (1999), la literatura sobre ansiedad y conducta antisocial ha sido un tanto confusa. En algunas plataformas teóricas se contempla a la ausencia de ansiedad como una característica de predisposición a la psicopatía, a la conducta antisocial o a ambas. Sin embargo, la investigación ha mostrado que en individuos antisociales con frecuencia aparecen altos niveles de ansiedad. A juicio de estos autores, la resolución a esta paradoja requiere, por una parte, la diferenciación entre 10s dos componentes de la psicopatia; y, por otra parte, requiere introducir la distinción, propuesta por diferentes investigadores (véase Lilienfeld y Andrews, 1996; Watson y Clark, 1984), entre la ansiedad como afecto negativo y la <<faltade miedo>>(fearlessness/fea@lness), entendida como sensibilidad a las señales de peligro. Frick et al. (1999) encuentran, en una muestra clínica de143 niños, que 10s componentes de la psicopatia se relacionan diferencial-


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mente con ambos tipos de ansiedad. Utilizando correlaciones parciales, se encuentra que la ansiedad como afecto negativo, evaluada a través de sintomas de trastornos de ansiedad del DSM-111-R y de la escala AnsiedadIDepresión del checklist de Achenbach (1991), correlaciona positivamente con medidas de problemas de conducta y negativarnente con la dimensión DI. La <<faltade miedo>>, evaluada con una medida de búsqueda de emociones y aventuras de la Escala de Búsqueda de Sensaciones para Niños (Russo et al., 1993), no correlaciona significativarnente con la dimensión VCP y si se relaciona (aunque débilmente), en sentido positivo, con DI.La <<faltade miedo>>parece entonces mis vinculada con las caracteristicas centrales de la psicopatia y podria desempeñar un papel relevante en el estilo motivacional que subyace a este trastorno. La ansiedad como afecto negativo seria un indicador del malestar que genera la propia conducta del niiio y se relacionaria, por tanto, con la actividad antisocial; en 10s niños con alta Di, sin embargo, parece producirse un menor malestar, 10 cua1 podria contribuir a la gravedad de su conducta6. Encajando 10s datos de esta linea de investigación, Frick propone un modelo etiológico segdn el cua1 10s problemas de conducta de inicio temprano pueden responder a diferentes vias causales (Frick, 1998, Frick, Barry y Bodin, 2000; Frick y Ellis, 1999). Concretamente, de acuerdo con 10 expuesto, podriamos distinguir dos grupos; en ambos 10s problemas de control de impulsos son centrales, y en ambos se da una alta comorbilidad con el TDAH. En el grupo sin características de DI, la etiologia puede ser muy heterogénea: por ejemplo, en unos niííos el factor crucial puede radicar en ambientes de crianza problemáticos, en otros una baja inteligencia puede dar lugar a dificultades para anticipar de alta las consecuencias de la conducta. Sin embargo, el grupo ccpsicopático>>, Di, respondería a una etiologia mis homogénea. De un modo semejante a Lynam, Frick apela a déficits de inhibición conductual. Estos déficits senan reflejo de un débil BIS,y se manifestarian en la <<faltade miedoa y en tareas que exigen modulación de la conducta en respuesta a señales de castigo7. Actualmente, dentro de esta corriente de investigación, se desarrollan diversas vias de trabajo. Por una parte, se analiza la utilidad del modelo en chicas (Silverthon y Frick, 1999). Aunque Frick asume la distinción de Moffitt (1993) entre problemas de conducta de inicio temprano y de inicio tardio, se ha encontrado que las chicas suelen tener un inicio adolescente y, sin embargo, a menudo muestran características semejantes a 10s chicos de inicio temprano; el análisis de 10s rasgos DI en chicas permitirá conocer hasta qué punto el modelo de Frick puede aplicarse a las chicas de <<iniciodemorado,,. Otra via de trabajo tiene que ver con la validación del PSD en muestras de la población general (Frick, Bodin y Barry, 2000). Hasta el momento, 10s resultados obtenidos con una muestra de 1136 niños, aplicando el PSD a través de padres y profesores, revelan una estructura de tres factores. De nuevo se obtiene un factor DI; pero la dimensión I/CP se 6 . El grupo de Frick ha investigado en adultos jdvenes la relaci6n entre síntomas de somatizacibn y las dos din~ensiones de la psicopatia (Wilson, Frick y Clements, 1999).Los resultados son análogos a 10s encontrados con las medidas de ansiedad como afecto negativo. 7. Un modelo etiol6gico que guarda ciertas semejanzas con éste es el de Lykken (1995). con su distinci6n entre <<psic6patasr y ((soci6patasr.


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desgaja en dos: un factor que contiene items de narcisismo y un factor que contiene items de impulsividad. En nuestro país, en un estudio muy preliminar sobre problemas de conducta en niños, recogimos datos en una muestra de 165 niños de la población general, de edades comprendidas entre 10s 6 y 10s 12 años (95 chicos y 70 chicas). Un análisis factorial sobre el PSD cumplimentado por profesores describió una estructura de tres factores con valores propios superiores a 1, que, conjuntamente, explican el 65.39% de la varianza. Los factores obtenidos (véase Tabla 2) parecen ajustarse en gran medida a 10s encontrados por Frick en su muestra de la población general. Un primer factor es definido por items de narcisismo, dorninancia y manipulación (alpha = .91); un segundo factor recoge 10s aspectos de impulsividad y actividades arriesgadas (alpha = .92); un tercer factor incluye 10s aspectos de insensibilidad emocional y falta de empatia (alpha = .70). Los tres factores están interrelacionados: .60 (p < .001) entre Narcisismo e Impulsividad; .35 (p < .001) entre Narcisismo y Dureza, .36 (p < .O01 = entre Impulsividad y Dureza. TABLA 2. ESTRUCTURA DE TRES FACTORES ENCONTRADA EN UNA MUESTRA DE NmOS ESPANOLES (N = 165), CON EL PSD APLICADO POR PROFESORES FACTOR I Narcisismo 8. Fanfarrones respecto a sus propios logros 16. Piensa que es mis importante que 10s demás 10. Manipula a otras personas 11. Le toma el pelo a otras personas 5. Sus emociones parecen superficialesy poc0 auténticas 15. Se pone furioso cuando se le corrige 14. Puede parecer amable a veces, pero de una forma poc0 sincera 17. No planifica 13. Se implica en actividades peligrosas o arriesgadas 2. Se implica en actividades ilegales 9. Se aburre fácilmente 3. Se preocupa por el rendimiento escolar (-) 4. Actúa sin pensar en las consecuencias 7. Cumple sus promesas (-) 6. Miente fácilmente 1. Culpa a otros

FACTOR U Impulsividad

.98 .91 .76 .66 .62 .54 .51

.47

.83 .77 .73 .72 .70 .67 .58 .56 .49

.42

.75 .51 .44

19. No muestra emociones o sentimientos 20. Siempre tiene 10s mismos amigos (-) 18. Se preocupa por 10s sentimientos de 10s demás (-) Valores propios

FACTOR iiI Durezaflnsensibilidad

8.56

3.55

2.99

Nota. Análisis de componentes principales con rotación oblimin. Los items marcados con (-) fueron puntuados en sentido inverso previamente al análisis factorial. Se presentan las cargas factoriales superiores a .40. El item 12 (Se siente culpable cuando hace algo mal) no tuvo una carga superior a este valor en ninguno de 10s factores.


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Frick et al. (2000) han analizado cómo se relacionan estos factores con 10s criterios DSM-IV para 10s problemas de conducta. Aunque 10s tres factores se relacionan significativamente con estos criterios, la dimensión DI es la que presenta indices más débiles, 10 cua1 indica que este núcleo es el que tiene una mis pobre representación en el DSM. En definitiva, la investigación de Frick en muestras clinicas extiende el modelo de Hare y sugiere que 10s rasgos de Dureza4nsensibilidad sirven para diferenciar dos grupos de niños con conductas problemáticas tempranas (un0 de ellos, un grupo <<psicopático>>) que, además, podrian responder a diferentes procesos causales. De acuerdo con el modelo, 10s canales de intervención habrán de ajustarse a esta diferenciación. Las vias tradicionalmente utilizadas (entrenarniento en prácticas de crianza, habilidades de resolución de problemas) parecerian adaptarse rnás al grupo bajo en DI. Para 10s niños con caracteristicas psicopáaicas debieran desarrollarse enfoques alternativos. En un plano que Frick reconoce como especulativo, este autor sugiere, por ejemplo, el desarrollo de otros aspectos del clima familiar (por ejemplo, apego padres-hijo), que se focalicen en 10 recompensante, mis que en el castigo; y sugiere, asirnismo, el desarrollo de habilidades o aficiones (deportes, música) que resulten gratificantes y que el niño no quiera perder como consecuencia de la conducta antisocial. La investigación en muestras de la población general todavia es muy incipiente, pero parece desafiar el modelo bifactorial. Debemos destacar que el patrón de tres factores muestra un interesante paralelismo con los resultados encontrados recientemente con el PCL-R en adultos (Cooke y Michie, 1999). Utilizando muestras amplias, y frente a la estructura más difundida, se identifican tarnbién tres factores: uno de caracteristicas interpersonales (locuacidad, mentira...), uno de caracteristicas afectivas (insensibilidad,falta de remordirnientos) y otro de aspectos conductuales (impulsividad, propensión al aburrimiento, irresponsabilidad...). La investigación con el PSD ha de seguir desarrollándose-y comprobar hasta qué punto 10s tres componentes emergen como dimensiones vilidas, cuáles son sus correlatos y cuáles sus implicaciones.

Alternativas para la evaluación: el PCL-YV El PSD no ha sido la única estrategia de evaluación utilizada para evaluar la psicopatia en sujetos jóvenes. En algunos trabajos, rnás que utilizar una sola técnica de medición, se utilizan conjuntamente,diversas medidas asociadas a la psicopatia y se hace uso del análisis clúster. Este es el caso de Raine (Raine et al., 1990; Scerbo et al., 1990) en sus trabajos sobre escucha dicótica y modulación de respuestas en adolescentes psicópatas. Asumiendo que ni 10s criterios conductuales ni las definiciones personales pueden, por si solas, encapsular el concepto de psicopatia, se utilizan diversas medidas relativas a la conducta (criterios del TAP; criterios del trastorno de conducta) y a la personalidad (un autoinfome de psicopatia inspirado en el PCL; impulsividad); a través del análisis clúster se delimitó un


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grupo de adolescentes (<<psicÓpatas>>) que puntúan alto en todas las medidas utilizadas. Dentro de la corriente de trabajo de Lynam, también se ha desarrollado un instrumento para evaluar caracteristicas psicopáticas en niños: el CPS (Childhood Psychopathy Scale). Esta escala fue desarrollada a partir de mediciones tomadas en el estudio Pittsburgh, una conocida investigación longitudinal sobre predictores de alteraciones conductuales en niños y adolescentes. Concretamente, se partió de 10s items de dos instrumentos que habían sido cumplimentados por las madres de 10s sujetos: el Checklist de Achenbach (1991) y una versión simplificada de la clasificación Q de California para niños. Examinand0 10s items de estos instrumentos, se eligieron un total de 41 que se aproximan a 13 de 10s 20 criterios formulados en el PCL-R (se desestimaron aquellos criterios que, como la conducta sexual promiscua o la revocación de la libertad condicional, no podrían ser directamente aplicados a niños). Se ha mostrado que el CPS se relaciona con la severidad y la estabilidad de la conducta antisocial, la impulsividad y 10s trastornos de exteriorización (Lynam, 1997). Además, se ha utilizado el CPS para poner a prueba las hipótesis de Lynam sobre la conjunción hiperactividad+trastornos de conducta. Sin embargo, en contra de las predicciones del autor, los niños con estos dos trastornos no puntuaron mis alto que los niños diagnosticados únicamente con trastorno de conducta (Lynam, 1998). Lynam reconoce que el CPS ha de ser refinado y que quizás 10s contenidos relacionados con la afectividad (insensibilidad emocional, afecto superficial) no aparecen bien operativizados en el instrumento. Dentro del equipo de trabajo de Hare, se ha desarrollado una versión del PCL para adolescentes. En diversos trabajos se habia venido utilizando una versión del PCL ligeramente modificada y adaptada para jóvenes (Chandler y Moran, 1990; Forth, Hart y Hare, 1990; Trevothan y Walker, 1989), que finalmente se convirtió en el PCL:YV (Psychopathy Checklist: Youth Version; Forth, Kosson y Hare, 1994). La descripción de 10s items se modificó para ajustarse más a las experiencias de 10s adolescentes, haciendo especial hincapié en las relaciones con 10s amigos, la farnilia y el ámbito escolar. Asi, por ejemplo, el ítem de conducta~manipuladoras (item 5) fue orientado hacia intentos de manipulación para ganar prestigio ante 10s iguales y el item 13 (falta de metas realistas a largo plazo) hace énfasis en si las metas son consistentes o no con la ejecución escolar. La estructura factorial del instrumento ha sido analizada (Forth, 1995) y se ha obtenido un patrón de dos factores semejante al encontrado en muchos estud i o ~con adultos: un factor de desapego emocional y un factor conductual. Tanto el PCL:YVcomo las versiones anteriores para adolescentes se han visto correlacionadas con diversos indices de conducta problemática. Se ha encontrado, por ejemplo, que el PCL en jóvenes se relaciona con el número de sintomas de trastorno de conducta. De un modo análogo a 10 que se encuentra en la literatura sobre adultos (y también, como hemos visto, en la literatura sobre niños) el factor de conducta antisocial es el que tiene una asociación más fuerte con el trastorno de conducta (Forth et al., 1990; Toupin, Mercier, Déry, C8té y Hodgins, 1995). En general, 10s datos apuntan a que la relación asimétrica que, en 10s adultos, se establece entre psicopatia y TAP, aparece, en 10s jóvenes, entre


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psicopatia y trastorno de conducta. Asi, en el estudio de Forth (1995), todos 10s jóvenes delincuentes psicopáticos reunian 10s criterios DSM para trastorno de conducta, mientras que s610 el 30% de 10sjóvenes delincuentes con trastorno de según el PCL:YV. conducta se podrían considerar <<psicópatas>> Asi mismo, se ha encontrado que el PCL en sus versiones para jóvenes (y, sobre todo, el factor conductual) se relaciona con el consumo de alcohol y otras drogas, el número de delitos violentos y no violentos, la edad de inicio en conducta~antisociales y la versatilidad de la delincuencia (Forth, 1995). Existe también alguna evidencia de que puede predecir la reincidencia en delitos violentos (Forth et al., 1990). En definitiva, el PCL:w aparece como una alternativa prometedora para la evaluación de la psicopatia en jóvenes delincuentes. En cualquier caso, como reconocen 10s propios autores (Forth y Burke, 1998), el instrumento todavia esta en sus primeros pasos; su uso se recomienda fundamentalmente para la investigación, y no tanto para la evaluación clínica. En el campo de la investigación, una de las lineas de trabajo mis desarrolladas es la relación del PCL:YVcon las variables del medio familiar (Burke y Forth, 1996; Laroche y Toupin, 1996; McBride y Hare, 1996). Las variables estudiadas (habitualmente en muestras de jóvenes delincuentes institucionalizados) han sido diversas: criminalidad parental, abuso sexual, supervisión, uso del castigo, comunicación, apego, separación, etc. Los resultados han sido un tanto inconsistentes; como señalan Forth y Burke (1998), probablemente sea necesario diferenciar 10s dos factores del PCL para obtener resultados mis precisos. Estas autoras sugieren que a la luz de algunos datos (Burke y Forth, 1996) probablemente el factor de conducta antisocial esté más relacionado con las experiencias familiares y, en general, con 10s factores ambientales, mientras que el factor afectivo-interpersonal puede ser más independiente de la historia familiar y estar mis vinculado a factores biológicos. Como vemos, estos planteamientos presentan cierta convergencia con la propuesta de Frick.

Conclusiones y lineas de trabajo futuras A 10 largo de esta revisión hemos podido comprobar que el estudio de la psicopatia infanto-juvenil es un campo dinámico, sobre el que se están realizando valiosas aportaciones. En el grupo de trabajo de Hare, se ha desarrollado ya un instrumento para la evaluación de delincuentesjóvenes. Pero otros autores se desplazan mis abajo en el ciclo evolutivo, e intentan una identificación más temprana del psicópata. Parece existir acuerdo en que 10s trastornos de conducta de inicio temprano deben ser el foc0 de atención para buscar las raíces de la psicopatia. Sin embargo, parece necesario hacer una identificación más precisa, y definir, dentro de esa categoria, el subgrup0 que más se aproxime al concepto de psicopatia. En la Figura 1 presentamos, a modo de resumen gráfico, 10s esquemas propuestos por Lynam y por Frick.


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El constructo psicopatia en la infancia y la adolescencia Trastorno antisocial de la personalidad

Trastorno de conducta de inicio temprano

Trastorno de conducta + hiperactividad

Lynam \

Trastorno de conducta + hiperactividad + dureza emocional

-

Infancia

b

Psicopatia

Adultez

Figura 1. Esquema de las propuestas de Lynam y Frick sobre las relaciones entre trastorno de conducta, hiperactividad, dureza emocional, trastorno antisocial de la personalidad y psicopatía. Mientras que para Lynam la coocurrencia entre trastorno de conducta e hiperactividad es el antecedente de la psicopatía, para Frick esta coocurrencia es el antecedente de una categoria mis amplia: el atrastorno antisocial de la personalidadn. Los origenes especificos de la psicopatia están en un subgrup0 de niños con trastorno de conducta, hiperactividad y ademis durezalinsensibilidad.

Como hemos visto, Lynam propone que la comorbilidad entre hiperactividad y problemas de conducta es una buena representación de la psicopatia infantil. Aunque Lynam realiza una argumentación muy documentada, la propuesta parece presentar ciertas limitaciones. Por ejemplo, algunos autores han señalado que la violencia no es una característica especialmente asociada a la hiperactividad (Rutter, Giller y Haggell, 1998) y, sin embargo, se asocia a la psicopatia. Además, como han señalado diferentes autores (Frick y Ellis, 1999; Hare, 1993), la conjunción hiperactividad+problemas de conducta parece conceptualmente más próxima al TAP que a las caracteristicas centrales de la psicopatia. Ni la hiperactividad ni el trastorno de conducta recogen 10s rasgos de egocentrisme, frialdad afectiva, falta de empatia, falta de remordimientos, etc., que parecen cruciales en el constructo de psicopatia. Sin embargo, si parecen recoger el estilo impulsiva y antisocial que define al TAP. Es significativa que, en el trabajo del propio Lynam (1998), 10s niños con hiperactividad+problemas de conducta no puntuaron alto en una medida de personalidad psicopática. Lynarn atribuye el resultado a déficits de instrumento, pero es posible que el grupo sea, en realidad, demasiado amplio como representación de la psicopatia; quizás, como propone Frick, es necesario especificar mis para encontrar las caracteristicas afectivas e interpersonales de este trastorno. La línea de trabajo de Frick proporciona resultados interesantes. Se replica un modelo semejante al hallado en adultos y se delimita un grupo de niños


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con características personales y conductuales que evocan el concepto de psicopatia. Además, se elabora un modelo etiológico (aunque muy tentativo) con valor heurístic0 para guiar la investigación y la intervención. No obstante, en nuestra opinión, tampoc0 es una linea carente de limitaciones. Probablemente las carencias metodológicas mis importantes tienen que ver con las muestras utilizadas. En primer lugar, las muestras han sido, generalmente, de pequeño tamaño. Cuando se seccionan en subgrupos, éstos tienen un tamaño muy reducido; en el trabajo de Christian et al. (1996), uno de 10s mis centrales para el desarrollo del modelo, el grupo ccpsicopático>>estuvo formado Únicamente por 11 sujetos. Quizá en parte por el lirnitado tamaño de las muestras, 10s resultados son a veces un tanto débiles y la significación estadística s610 se alcanza de un modo marginal (véase, por ejemplo, Christian et al., 1996; Frick et al., 1999). Además, y esto es un problema no menos importante, las muestras de distintos trabajos parecen presentar un cierto grado de solapamiento. Se necesita una replicación por parte de otros grupos de trabajo, con muestras independientes, que puedan clarificar hasta qué punto nos encontramos ante resultados robustos. Esto ayudaria a conocer hasta qué punto son sólidos algunos hallazgos <<atípicos>>, que no se ajustan a 10 que aparece en la literatura sobre adultos. Por ejemplo, en algunos trabajos de Frick (Frick et al., 1994) se ha encontrado que ninguno de 10s factores del PSD se relaciona con el genero ni con el estatus socioeconórnico; esto último quizá debido a que se trabaja con muestras muy homogéneas, con niños de clases bajas o medio-bajas. Más llamativos aún son 10s resultados sobre búsqueda de sensaciones. Como hemos comentado, esta se relaciona más con el factor de DurezaJInsensibilidad que con el factor de Impulsividad/Problemas de Conducta (Frick et al., 1994, 1999); además, la conelación de la búsqueda de sensaciones con otras medidas de problemas de conducta (por ejemplo, síntomas del trastorno de conducta DSM-III-R) tiene un signo negativo. Estos resultados contradicen a un amplio cúmulo de investigaciones que relacionan una alta búsqueda de sensaciones con la conducta antisocial (véase Romero, Luengo y Sobral, 2001; Romero, Sobral y Luengo, 1999); y contradicen también a las investigaciones sobre psicopatia en adultos, que señalan a la búsqueda de sensaciones como un correlato del factor de conducta antisocial del PCL-R (Harpur et al., 1989). Por otra parte, en la mayoría de 10s casos, 10s estudios se han realizado con muestras clínicas. También se echan en falta más estudios con muestras de la población general; de momento, como hemos visto, hay indicios de que el modelo bifactorial puede no ser una buena representación del constructo en este tipo de muestras. El mismo Frick (1998) ha señalado que la utilización de muestras comunitarias podria clarificar en qué medida las características de DurezaJInsensibilidad aparecen al margen de 10s trastornos de conducta; estudiar estos niños perrnitiria conocer, específicamente, la etiologia de tales características y analizar qué mecanismos de protección 10s aíslan de la conducta problemática. En general, y para poder aclarar la validez de 10s planteamientos de Lynam y de Frick, creemos que una prueba clave estará en 10s estudios longitudinales. S610 éstos permitirán conocer cuál es el verdadero poder predictivo de las


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categorizaciones propuestas por estos autores. Con ellos se podria comprobar, por ejemplo, qué aportan 10s rasgos DI a la predicción de la conducta antisocial, más allá de otros predictores suficientemente conocidos (Kazdin y Buela-Casal, 1994; Romero et al., 1999; Romero, Sobral, Luengo y Marzoa, 1999,2001). Finalmente, son necesarios mis trabajos experimentales y psicofisiológicos que permitan comprobar en qué medida se obtienen resultados coherentes con el constructo definido en adultos. Se están realizando progresos en la caracterización psicobiológica, cognitiva y emocional de la psicopatia en adultos, aspectos que deberian ser analizados en jóvenes a fin de tener una adecuada validación del constructo. Aunque, como hemos comprobado, tenemos ya trabajos en niños sobre tareas de modulación de respuestas, otros conelatos de la psicopatia (referidos, por ejemplo, al procesamiento emocional, responsividad autonómica, potenciales evocados, rendimiento neuropsicológico) han de ser exarninados. Estas vias de trabajo permitirán clarificar 10 que todavia es un campo cargado de interrogantes. En nuestra opinión, la opción planteada por Frick merece especial consideración, dada su proximidad a una conceptualización de la psicopatia (la de Hare) que, desafiando las propuestas rnás conductuales del DsM, y anclándose en las concepciones clinicas más tradicionales de la psicopatia, ha mostrado su validez en muy diferentes estudios y ha mostrado su utilidad en contextos clinicos y forenses. Cualquier intento por apresar el concepto de psicopatia no debiera prescindir, a nuestro entender, de las caracteristicas emocionales e interpersonales que 10s clinicos han descrit0 repetidamente en la figura del psicópata. Limitar la definición de la psicopatia a un estilo de comportamiento antisocial e impulsivo supone empobrecer el constructo, privándolo de sus rasgos rnás discriminativos y predictivos. La propuesta de Lynam parece alinearse conceptualmente con la descripción de la psicopatia/trastorno antisocial que el DSM ha ido adoptando en la ultima década, y, en este sentido, presenta sus mismas limitaciones: describe a un tipo de niños con una conducta impulsiva, arriesgada y disruptiva (análoga al trastorno antisocial de la personalidad), pero fracasa a la hora de aprehender 10 más esencial del constructo. En cualquier caso, como hemos visto, la propuesta de Frick ha de seguir depurándose y solventado algunos puntos débiles irnportantes, antes de que podamos proponer al PSD como un instrumento definitivo para el diagnóstico de la psicopatia infantil, y antes de que el modelo en su conjunt0 pueda ser aceptado. De momento, creemos que la propuesta de Frick es, cuando menos, prometedora, y que merece ser explorada en todas sus dimensiones por parte de 10s investigadores interesados en 10s antecedentes evolutivos de un trastorno que, como la psicopatia, genera costes humanos y sociales tan arnplios. Estamos ante una corriente de trabajo joven, que presenta un alto interés dadas las dificultades del tratamiento en adultos. Además, el estudio de la psicopatia en estadios tempranos puede ayudar a comprender mejor el trastorno, ya que 10s estudios en adultos aparecen empañados por años de encarcelamiento, consumo de drogas, accidentes y fracasos interpersonales. La identificación temprana de las personas en riesgo de psicopatia permitirá una actuación a tiempo, antes de que la conducta se cronifique y de que la espiral de efectos acumulativos ponga en jaque a la intervención. El conocimiento de 10s mecanismos

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etiológicos permitirá ajustar el tratamiento a las necesidades especiales de 10s niños en riesgo, y mejorar la eficacia de nuestras actuaciones. Como hemos visto, a pesar de 10s recelos que ha generado la utilización del término <<psicopatia>> cuando se habla de sujetos jóvenes, en ningún momento se dan por supuestos <<destines>> inevitables; antes bien, la identificación temprana abre una puerta optimista a la prevención.

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Revista Puertorriqueña de Psicología ISSN: 1946-2026 nvaras@uprrp.edu Asociación de Psicología de Puerto Rico Puerto Rico

López, Sebastián Revisión de la psicopatía: Pasado, presente y futuro. Revista Puertorriqueña de Psicología, vol. 24, núm. 2, 2013, pp. 1-16 Asociación de Psicología de Puerto Rico San Juan, Puerto Rico

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Revista Puertorriqueña de Psicología Vol. 24, Núm 2, 2013

Asociación de Psicología de Puerto Rico

Revisión de la psicopatía: Pasado, presente y futuro.1 Sebastián López2 Iniciativa Comunitaria Resumen En este artículo se realiza una revisión de una manifestación muy singular de la violencia llamada psicopatía. Primeramente se realiza una exposición de la historia del concepto de psicopatía y sus controversias hasta nuestros días. Además se ofrece un resumen de las últimas teorías existentes sobre su etiología y los instrumentos más usados para evaluar y diagnosticar la psicopatía. Se le provee al lector una descripción fenomenológica de la psicopatía, explicando las posibles manifestaciones que puede tomar la psicopatía en nuestra sociedad moderna. Se exponen las nuevas líneas de investigación de la psicopatía como son su dimensionalidad, subtipos y posible identificación temprana en la niñez. Por último se presentan los últimos hallazgos en relación a su tratamiento y las posibles aplicaciones para el futuro. Palabras clave: Psicopatía, teorías, evaluación, diagnostico Abstract In this article, we review a singular manifestation of violence called psychopathy. First, we present a historical review of the concept of psychopathy and current disputes. In addition, we offer a summary of the latest theories about its etiology and most commonly used instruments to assess and diagnose psychopathy. It provides the reader with a phenomenological description of psychopathy, explaining the possible manifestations that psychopathy can take in our modern society. We describe new research on psychopathy addressing its dimensionality, subtypes, and possible identification in childhood onset. Finally we provide the latest findings on treatment and possible applications for the future. Keywords: Psychopathy, theories, evaluation, diagnosis En estos años es notoria la importancia que ha tomado para la sociedad puertorriqueña el tema de la violencia en la vida diaria de las personas. Puerto Rico se encuentra ante una de las décadas con más asesinatos y delitos de su historia (Policía de Puerto Rico, 2010). Con este artículo no se pretender hacer una revisión completa de la violencia sino que se quiere centrar en un subtipo de la violencia que muchas veces pasa inadvertida por la sociedad y las instituciones dedicadas a su prevención y tratamiento (Hare, 2003). Es la violencia y agresividad crónica 1

Nota: Este artículo fue sometido para evaluación en agosto de 2012 y aceptado para publicación en abril de 2013.

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Toda comunicación con el autor debe ir dirigida a dr.sebalopez@gmail.com

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Revisión de la Psicopatía provocada por individuos que la pueden manifestar desde su juventud caracterizados por conductas violentas, irrespetuosas y antisociales o a por personas que pueden pasar a la vista de las personas como normales, afables y respetuosas de los demás, pero que a la vez son los responsables de una gran variedad y gravedad de delitos cometidos en la sociedad y que esporádicamente toman notoriedad en los medios de comunicación (Hare, 2003, Pozuelo, 2011). Estamos hablando de las personas conocidas como psicópatas. Estas personas muestran un grado de insensibilidad que supera nuestra lógica o sentido común, son poco empáticos con sus víctimas, muestran una actitud infantil, egocéntrica, impulsiva y agresiva que les llevan a violar todas las leyes establecidas tanto civiles, penales y morales (Pozuelo, 2011; Hare, 1999, 2003, 2009). Los psicópatas han sido estudiados a lo largo de la historia por la alarma social que provocan en algunos y la fascinación que sus continuas transgresiones de las leyes y normas sociales ocasionan en otros. Este artículo intenta profundizar la controversia, los nuevos hallazgos y teorías relacionados con la psicopatía. Se refiere a un subgrupo de personas que tienen como rasgos comunes un uso parasitario de los demás, la manipulación, la dominancia, un sentido de grandiosidad, insensibilidad afectiva, falta de empatía y culpa, ausencia de emociones fuertes, (conductualmente) impulsivos, agresivos y con conductas de alto riesgo. Estamos hablando de asesinos, violadores, estafadores, timadores y maltratadores entre otros (Pozuelo, 2011; Hare, 1999). Historia El término psicopatía ha suscitado mucha controversia a lo largo de la historia (Torrubia & Fuentes, 2008). Para poder entender la controversia y confusión que provoca los términos psicópata o sociópata en la población general y en los mismos profesionales de la salud, justicia y seguridad se debe primeramente revisar su origen y su posterior desarrollo y evolución. Las primeras noticias sobre la psicopatía se encuentran en el siglo XVII, donde Zachias ya hablaba de individuos que no obraban ni sentían como los demás (Cabello & Bruno, 2009). Posteriormente en los inicios del siglo XIX Pinel, utilizó el término manía sin delirios para referirse a la psicopatía. La describió como una alteración de las funciones afectivas y un impulso ciego hacia la violencia, todo ello sin ninguna alteración de la función intelectual (Cabello & Bruno, 2009; Torrubia & Fuentes, 2008; Pozuelo, Romero & Casas, 2011). Más tarde fue introducido en Inglaterra por Pritchard 1835, usando el concepto de “Moral Insanity” o locura moral, realzando su incapacidad de seguir las normas. Describía el trastorno como una afección de la conducta sin delirios y con una capacidad intelectual intacta (Cabello & Bruno, 2009; Torrubia y Fuentes, 2008; Pozuelo et al. 2011). Morel en 1850 introdujo la psicopatía como una degeneración mental, la cual se producía por una enfermedad hereditaria. Esta degeneración era principalmente en las funciones morales. Koch en 1881 se refiere a la psicopatía como inferioridades psicopáticas acuñando por primera vez el término psicopatía. Distingue dos formas: la que hace sufrir a la persona misma que la padece y el que hace sufrir a los demás (Cabello & Bruno, 2009; Marietán, 2000, Ronson, 2012). En Inglaterra en 1913 la psicopatía fue incluida en el Mental Deficiency Act, (ley del parlamento que definía enfermedades mentales, el protocolo de actuación y el tratamiento) bajo el concepto de “imbéciles morales”, en 1927 fue cambiado por “deficiente moral” y en 1959 por trastorno psicopático. Aunque el último término no menciona el componente moral, éste quedó desde entonces unido al diagnóstico de la psicopatía (Torrubia & Fuentes, 2008).

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El primero en ver la psicopatía como un desorden de personalidad fue Kraepelin en 1896. Kurt Schneider, en 1923, explicó la psicopatía como un desorden de personalidad. Este se manifestaba como un estilo de vida desalmado, como “aquel que por su anormalidad sufre o hace sufrir a los demás” (p.17). Posteriormente estas interpretaciones fueron recogidas por Schneider poniendo de manifiesto que existían hasta diez subtipos de personalidades psicopáticas: hipertímicos, deprimidos, miedosos, fanáticos, vanidosos, lábiles, explosivos, fríos, abúlicos y asténicos (Cabello & Bruno, 2009; Torrubia & Fuentes, 2008; Pozuelo et al. 2011; Pozuelo, 2011). El término psicopatía toma un nuevo impulso y resurgimiento entre los profesionales de la salud con las nuevas aportaciones de Hervey Cleckley con su libro The Mask of Sanity en 1941, donde realiza una descripción fenomenológica interna y externa de la personalidad psicopática. En su obra hace una distinción de la conciencia intelectual y moral. Los psicópatas tienen una conciencia intelectual intacta, pero una conciencia moral menoscabada. Dicen una cosa pero hacen otra. Reconoce que el psicópata puede imitar la moral y los sentimientos sutiles del ser humano, pero le falta las emociones asociadas a ella. Realiza una primera diferenciación entre psicópatas funcionales y criminales (Cabello y Bruno, 2009; Torrubia y Fuentes, 2008; Pozuelo et al. 2011; Pozuelo, 2011; Hare 1999; Beck, Freeman y Davis, 2005). Las características clínicas del psicópata, según Cleckley (1988) son: encanto superficial y buena inteligencia, ausencia de delirios u otros signos de pensamiento irracional, ausencia de nerviosismo o manifestaciones psiconeuróticas, poco fiable, falsedad o falta de sinceridad, falta de remordimiento o vergüenza, conducta antisocial sin un motivo que la justifique, juicio deficiente y dificultad para aprender de la experiencia, egocentrismo patológico e incapacidad para amar, pobreza generalizada en las principales relaciones afectivas, pérdida específica de intuición, insensibilidad en las relaciones interpersonales generales, conducta extravagante y desagradable bajo los efectos del alcohol y, a veces, sin él, amenazas de suicidio raramente consumadas, vida sexual impersonal, frívola y poco estable, e incapacidad para seguir cualquier plan de vida (Marietán, 2000). Posteriormente el profesor Robert Hare utilizando las características de Cleckley, elaboró en el 1991 un instrumento para el diagnóstico de la psicopatía con el nombre de Psychopathy Checklist (PCL) (ver tabla 1), la cual fue revisada para el 2003 con inclusión de participantes femeninas. Su valor diagnóstico y predictivo de reincidencia y uso de la violencia han sido probados en múltiples investigaciones, dándole de esta forma una identidad clínica estable a la psicopatía por primera vez en la historia (Cabello & Bruno, 2009; Torrubia & Fuentes, 2008; Pozuelo et al. 2011; Pozuelo, 2011; Hare, 1999, 2003). Diagnóstico La personalidad psicopática pasa a los manuales de clasificaciones psiquiátricas como trastorno disocial de la personalidad en el manual de clasificación internacional de enfermedades (CIE) y como Trastorno de la Personalidad Antisocial para Manual de Diagnóstico y Estadístico (DSM) de la Asociación de Psiquiatría Americana (Torrubia & Fuentes, 2008; Cabello & Bruno, 2009) . El Trastorno Disocial de la Personalidad es uno que, normalmente llama la atención debido a la gran disparidad entre las normas sociales prevalecientes y su comportamiento; está caracterizado por (de los cuales es necesario un mínimo de 3): a) cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía, b) actitud marcada y persistente de

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Revisión de la Psicopatía irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales, c) incapacidad para mantener relaciones personales duraderas, d) muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento, e) incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo, f) marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo (Torrubia & Fuentes, 2008; Cabello & Bruno, 2009; Martínez, 2010). El CIE-10 contrario al DSM-IV-R, tiene en cuenta rasgos internos tales como falta de empatía e incapacidad emocional, los cuales ayudan a diferenciar en la población de delincuentes entre criminales sin psicopatía y con psicopatía (Torrubia & Fuentes, 2008, Cabello & Bruno, 2009; Millon et al., 2006; Pozueco, Casas, & Guillena, 2012). En el DSM I la psicopatía apareció bajo la categoría de disturbio de la personalidad sociópata, en el DSM II aparece como trastorno antisocial y en el DSM III y IV sigue con la misma clasificación (Oldham, 2005). El Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP) para ser diagnosticado la persona debe tener una edad mínima de 18 años, la existencia de un trastorno disocial (conduct disorder) antes de los 15 y un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, indicado por tres (o más) de los siguientes: a) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, b) como indica perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención, c) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer, d) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro; irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones, d) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás, e) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas, f) falta de remordimientos, como indica la indiferencia o la justificación de haber dañado, maltratado o robado a otros (APA, 2002; Torrubia & Fuentes, 2008, Cabello & Bruno, 2009, Millon, Grossman, Millon, Maugher & Ramnath, 2006). Como se puede observar el trastorno antisocial se enfoca solamente en los aspectos conductuales de la conducta delictiva, en su afán de ser lo más objetivo posible al momento de diagnosticarlo. La eliminación de los rasgos internos como son: la falta de remordimientos, emociones de culpa y empatía, hace imposible a los expertos en la salud diferenciar dentro de las personas antisociales los no-psicopáticos de los psicopáticos (Torrubia & Fuentes, 2008, Cabello & Bruno, 2009, Hare 1999, Hare 1996). Evaluación Para la evaluación de la psicopatía en adultos existe una prueba validada en el 2003 la Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R) de Robert Hare (ver Tabla 1). Esta prueba ha mostrado validez y confiabilidad en diferentes muestras y países. Ha sido traducida a múltiple idiomas y estandarizada en muchos países (en Puerto Rico no ha sido estandarizada hasta el momento). La prueba se divide en dos grandes factores interpersonal-afectivo y desviación social. A su vez estos dos factores se subdividen en cuatros sub-factores que son interpersonal, afectivo, estilo impulsivo-irresponsable y antisocial. Por último los cuatros sub-factores se dividen en 18 rasgos. También existen dos rasgos que no están incluidos en ningún factor como son conducta sexual promiscua y frecuentes relaciones maritales de corta duración, llevando el número de rasgos a 20 (Torrubia & Fuentes, 2008, Cabello & Bruno, 2009; Hare, 2003). En algunos estudios se utiliza

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la Psychopathy Checklist Screening Version (PCL-SV), como forma de evaluar preliminarmente grandes grupos, produciendo un diagnóstico preliminar que debe ser validado por la PCL-R (Guy, Douglas & Hendry, 2010). La PCL-SV está compuesta por 12 reactivos divididos en dos factores: rasgos de personalidad y conductas socialmente desviadas (Cuquerella, Torrubia, Subiriana & Mohino, 2003). La PCL-R está compuesta por una escala de puntuación Likert, cuya puntuación total oscila entre cero y cuarenta. En cada rasgo el evaluador puede dar una puntuación de 0, 1 o 2 puntos. Una puntuación igual o superior de 30 se considera el punto de corte de la prueba para establecer un diagnóstico de psicopatía (Pozuelo, 2011; Pozuelo et al. 2011). A raíz de las puntuaciones obtenidas por los participantes evaluados mediante la PCL-R se ha defendido la posible existencia de subtipos en la psicopatía, lo cual se abordará más adelante (Pozuelo, 2011; Neuman, Hare & Newman, 2007; Folio & Castilla, 2006). La PCL-R tiene un valor predictivo en la conducta violenta y ofensas sexuales en poblaciones psiquiátricas, y penitenciarias (Huchzwemier, Brub, Geiger, Kernbichler & Aldenhoff, 2008). Además predice el pobre aprovechamiento del tratamiento (Ostrasky-Solís et al. 2010; Babiak, Neuman & Hare, 2010; Vázquez, 2010; Romero et al, 2011). Tabla 1 Los 20 Rasgos del Psicópata Puro de Hare (2003) Faceta I Interpersonal Factor I Interpersonal /Afectivo Faceta II Afectiva

Faceta 3 Estilo Impulsivo/Irresponsable Factor 2 Desviación Social Faceta 4 Antisocial Rasgos independientes

1.Locuacidad y encanto superficial 2. Sentido desmesurado de autovalía 4. Mentiroso patológico 5.Estafador/engañador y manipulador 6. Ausencia de remordimientos o sentimientos de culpa 7. Afecto superficial y poco profundo 8. Insensibilidad afectiva y ausencia de empatía 16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad de sus actos 3. Necesidad de estimulación y tendencia al aburrimiento 9. Estilo de vida parásito 13. Ausencia de metas realistas a largo plazo 14. Impulsividad 15. Irresponsabilidad 10. Pobre autocontrol de sus conductas 12. Problemas de conducta en la infancia 18. Delincuencia juvenil 19. Revocación de la libertad condicional 20. Versatilidad criminal 11. Conducta sexual promiscua 17. Frecuentes relaciones maritales de corta duración

Para la evaluación de rasgos psicopático en jóvenes se suele usar la Psychopathy Checklist: Youth Version (PCLYV), que está dirigida a jóvenes de las edades entre 12 y 18 años (Zuñiga, Vinet & León, 2011). En algunos estudios sobre la psicopatía también se usa la Antisocial Process Screening Devices (APSD), la cual tiene un fiabilidad interna de 0.72 a 0.82 y la Modifified Childhood Psychopathy Scales (MSPS) una escala de auto-reporte dicotómica con un α de 0.82 (Spain, Dougals, Poytherss & Epstein, 2004; Pozuelo et al. 2011).

Prevalencia Determinar la prevalencia de la psicopatía con exactitud es difícil, porque primeramente al no estar incluido como un diagnóstico dentro del DSM-IV-R, ni haber sido incluido en estudios epidemiológicos nacionales a gran escala no tenemos datos fiables de su prevalencia en la población general. En segundo lugar muchos de los datos que se tienen son obtenidos de estudios científicos, donde la metodología y los instrumentos para diagnosticar psicopatía son

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Revisión de la Psicopatía muy diversos y algunos no muy fiables dando lugar a cifras dispares (Hare, 1993). El consenso entre la mayoría de las investigaciones estima que la psicopatía se presenta entre un 1% a 2% de la población general (Torrubia & Fuentes, 2008; Alcazar et al. 2008). Aunque para algunos puede llegar hasta un 5% de la población (Martínez, 2010). Cuando se evalúa la psicopatía entre las personas con un diagnóstico de trastorno de la personalidad antisocial, esta prevalencia es de un 15% a un 25% (Torrubia & Fuentes, 2008; Martínez, 2010; Fernández & Echeberúa, 2008). Subtipologías de Psicopatía El avance en las investigaciones ha identificado posibles tipologías de la psicopatía. Ya Hare en su libro “Sin conciencia” hace la diferencia entre psicópatas pre-delincuentes y delincuentes. Los psicópatas pre-delincuentes no significa que no cometan delitos, sino que han tenido la suerte de no ser descubiertos (Hare, 2003). Otra tipología es exitosos y no-exitosos, refiriéndose también a si han sido descubiertos en sus conductas delictivas (Babiak, et al. 2010; Sanmartín, 2004). Una nueva subdivisión es la creada a partir de las puntuaciones obtenidas en la PCL. Psicópata clásico presenta un puntaje elevado en las cuatro facetas. El manipulador muestra un puntaje alto en las facetas interpersonal y afectiva y más bajo en la otras dos. Por último, está el psicópata macho obteniendo una puntuación baja en la faceta interpersonal y alta en las demás (Pozuelo, 2011; Pozuelo, Romero, & Casa, 2011). Etiología A lo largo del tiempo las investigaciones realizadas han encontrado múltiples factores de riesgos que se relacionan con los desórdenes de conducta y la delincuencia. Entre ellos encontramos factores genéticos, biológicos, ambientales y sociales. Factores genéticos La investigación sobre los genes relacionados a la psicopatía, comenzaron evaluado su posible conexión con genes relacionados al Trastorno de Personalidad Antisocial (TAP), lo que se ha llamado por algunos autores los “genes asesino” (John, Robins & Pervin, 2008, Gallardo-Pujol, Forero, Maydeu-Olivares & Pueyo, 2009; Jara & Ferrer, 2005). Entre los genes investigados que se identifican con el TAP se encuentra los relacionados con el metabolismo: a) catechol-O-metil trasferasa (COMT), b) las monoaminas, monoaminooxidas (MAOA) y c) dopamina beta-hidroxilasa (DBH) (Gunter, Vaughny Philibert, 2010; Huertas, Ponce, Koeneke, Poch, España-Serrano et al., 2010; Gallardo-Pujol et al. 2009). Los vinculados a la morfología de los receptores son: a) el receptor de dopamina D2 (DRD2), b) D4 (DRD4) y c) receptor de serotonina, 1B (5HTTLPR) y 2 (5HTR2A) (Jara & Ferrer, 2005; Garzón & Sánchez, 2007; Caspi, McClay, Moffitt, Mill, Marin et al., 2002). Por último los relacionados con los neurotransmisores como son: a) la serotonina el polimorfismo 5HTTLPR y b) la dopamina DAT. Las conclusiones de todas estas investigaciones todavía no son determinantes (Gunter et al. 2010; Huertas et al., 2010). Los estudios de biología molecular realizados sobre la psicopatía relacionan de forma preliminar el factor 1 de la PCL-R con el polimorfismo TaqIA de ANKK1 y el receptor cannaboide de tipo 1 CNNR1. El factor 1 mide los rasgos emocionales e interpersonales de la

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psicopatía caracterizados por la ausencia de sentimientos, y emociones y falta de empatía (Hoenicka, Ponce, Jiminez, Ampuero, Rodríguez et al., 2009; Gunter et al., 2010; Huertas et al., 2010). También hay indicios de posible relación con los genes MAOA, 5HTTLPR y COMT en un estudio con adolescentes (Gunter et al., 2010). Aunque estos hallazgos son muy preliminares para poder sacar conclusiones, los estudios genéticos están descubriendo nuevos caminos de investigación que están clarificando la interacción entre los genes y el ambiente como es la epigenética, la cual puede en un futuro muy cercano ayudar a entender la interacción entre los factores genéticos y ambientales para poder explicar el comportamiento violento (John et al. 2008). Factores estructurales Las alteraciones estructurales del cerebro que se asocian con comportamientos violentos son: primero la corteza prefrontal la cual se relaciona con conductas impulsivas, problemas para desinhibir una conducta, pobre planificación de la conducta a realizar y pobre toma de conciencia de las consecuencias de la conducta a realizar, todas estas funciones se relacionan con la dimensión ejecutiva de la inteligencia y segundo la amígdala, la cual se relaciona con la falta de empatía hacia los demás y dificultad en la regulación de las emociones provocando conductas explosivas. (Arias & Ostrosky-Solis, 2008). Se ha observado también una reducción volumétrica en la amígdala y el hipocampo asociados con el déficit emocional. En un estudio realizado por Yang, DPhill, Narr, Colletti & Tohga (2009) se encontró una reducción del volumen de la amígdala izquierda de un 17.1% y derecha de un 18.9% en los sujetos con psicopatía en comparación con el grupo control. Se evidenció también que a mayor reducción de la amígdala mayor puntuación en la escala de psicopatía pudiendo indicar una relación entre alta insensibilidad emocional, y una mayor manifestación de conductas violentas aunque se necesitan más estudios para llegar a conclusiones definitivas. Además se han reportado cambios estructurales finos como es la reducción de la materia blanca pre-frontal, posiblemente relacionados con una pobre toma de decisiones, desregulación emocional y daños en el juicio moral (Gao, Glenn, Schung, Yang & Raine, 2009). También se ha reseñado el metabolismo reducido de glucosa (Gallardo-Pujol, et al. 2009). En otras líneas de investigación se ha hallado que los estímulos usados para despertar en las personas respuestas afectivas e interpersonales en los sujetos psicopáticos debe ser de una intensidad mayor a los requeridos por personas sin psicopatía. Además ante estímulos no placenteros (e.g. descargas eléctricas) muestran unas hipo-respuestas en variables electrodermales, cardiacas y en ondas cerebrales, en comparación con personas normales (Serafim, Martins de Barros, Vaim & Gorenstein, 2009; Gunter, et al. 2010; Garzón & Sánchez, 2007). Su insensibilidad emocional parece traducirse también en la imposibilidad de identificar las variaciones emocionales en el lenguaje (Louth, Williamson, Alpert, Pouget, & Hare, 1998) y en las expresiones faciales en otras personas (Phan & Philippot, 2010). Todo ello hace pensar a ciertos investigadores que la psicopatía pueda ser catalogada como un trastorno del neurodesarrollo, con toda la polémica que dicha aseveración conlleva desde el punto de vista investigativo, penal y social (Gao et al. 2009; Gao & Raine, 2010; Gilligan & Lennings, 2010). Desarrollo de la Psicopatía

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Revisión de la Psicopatía Al presente hay otro debate abierto sobre el origen y desarrollo de la psicopatía. Hoy se entiende la psicopatía como un estilo de vida y de ser, es decir; como un desorden de personalidad. Ahora bien, la pregunta es ¿Este desorden es uno que surge en la juventud tardía o adultez temprana como todos los trastornos de personalidad o ya se presenta en la niñez solo que no se identifica? (Romero, & Luengo, 2011; Diamantopoulou, & Verhulst, 2010). La discusión ha tomado un punto medio entre las dos posturas y habla sobre la presencia de rasgos psicopáticos en la niñez como son la insensibilidad y la desregulación emocional observados en sujetos con trastornos de conducta que se materializa en la edad adulta en psicopatía (Bayliss, Miller & Herderson, 2010; Loney, Huntenburg, Countus-Allan & Schmeelk, 2007). Para explicar esta teoría se han identificado dos patrones de violencia en la niñez, un patrón persistente del ciclo vital y otro patrón limitado a la adolescencia (Baker & Maughan, 2009; Murray, MPhil & Farrington, 2010). Según esta teoría los patrones persistente de ciclo vital en los desórdenes de conducta están caracterizada por la manifestación del rasgo de frialdad e insensibilidad emocional. Estos dos rasgos se relacionan con problemas de conductas más severos tales como: violencia y conductas delictivas de mayor variedad, frecuencia y gravedad tanto en su juventud como en la edad adulta. Mientras que el patrón limitado a la adolescencia en la mayoría de los casos muestran problemas de conducta que desaparecen con la llegada de la adultez (Romero, & Luengo, 2011; Rowe, et al. 2009; López-Romero, Romero & Luengo, 2011). El estudio y predicción de los rasgos de frialdad e insensibilidad emocional en la niñez temprana tiene una gran importancia, debido a que los estudios realizados sobre la efectividad de los tratamientos para psicópatas demuestran como veremos más adelante que los tratamientos más efectivos son los realizados de forma preventiva con población de niños y adolescentes (Bayliss, et al. 2010) . Descripción Fenomenológica de la Psicopatía En este apartado se realiza una descripción de los elementos esenciales de una personalidad psicopática a partir de las manifestaciones que esta entidad nosológica ha tomado en el mundo real y especialmente en las sociedad presente. No es fácil primeramente determinar cuáles son las manifestaciones esenciales de la psicopatía en nuestra sociedad, debido a la singularidad de cada persona, por ello tomaremos como punto de partida la tipología de Cleckley (1998) como ya hizo anteriormente Hare para sus estudios con la lista de psicopatía (Torrubia & Fuentes, 2008; Caballero & Bruno, 2009; Pozuelo, 2011). Primeramente tienen una inteligencia técnica intacta. No se observa en las personas con psicopatía un déficit de la inteligencia. Son personas con una inteligencia intacta, tanto en la dimensión intelectual como moral (Alcazar, et al. 2008). Aunque en algunos momentos en la historia de la psicopatía algún autor la llamara “locura moral” (Cima, Tonnaer & Hauser, 2010; Pozuelo, 2011), los estudios modernos nos evidencian que el psicópata sabe lo que está bien y mal, la dificultad se centra en su control de impulso (Pozuelo, 2011). Tienen problemas para realizar planes secuenciales efectivos y aprender de sus errores. Los psicópatas exitosos muestran un menor daño en sus facultades ejecutivas, pudiendo explicar en parte porque de esta forma evitan mejor ser descubiertos (Pozuelo, 2011; Gao y Raine, 2010). En segundo lugar la ausencia de ansiedad. Se sienten cómodos en situaciones tensas y conflictivas. Son personas que muestran un nivel de estímulo para la excitación mayor que las personas no-psicópatas . En parte la falta de ansiedad también está unida a la ausencia de culpa y remordimiento (Hare, 2003). Muestran frialdad a la hora de llevar a cabo sus actos. Esta frialdad

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e insensibilidad se ha hecho evidente en estudios donde son expuestos a estímulos emocionales visuales, ante los cuales no muestran niveles de ansiedad o aceleración cardiaca, ni parpadeo rápido. (Serafim, Martins de Barros, Vaiim & Gorenstein, 2009; Pham & Philippot, 2010; Bernardez & Mas, 2012). Son personas que racionalizan sus acciones hasta el punto de minimizar tanto las consecuencias en sus víctimas, que terminan presentándose ellos mismos como las únicas víctimas de lo acontecido (Hare, 2003). Percepción agudizada de las necesidades del otro. Detecta deficiencias en los demás, especialmente en los débiles y necesitados de estima. Su impulsividad y egocentrismo innatos, son las bases por las que son rápidos en monitorear las debilidades de los demás y de esta forma poder aprovecharse de ellos para su beneficio (Pozuelo, 2011). La ausencia de sentimientos y emociones evita cualquier tipo de remordimiento que pueda frenar dichas conductas. Los psicópatas son personas con rasgos narcisistas, se creen superiores a los demás y sienten que deberían tener la libertad de guiarse en la vida por sus propias leyes (Hare, 2003). Apariencia de persona mentalmente sana. Este es uno de los grandes problemas que tiene la sociedad, para entender la psicopatía. La mayoría no pueden creer que existan personas que abusan de los demás y que no tienen problemas con su conciencia. La dificultad estriba, en que la psicopatía es un estilo de vida y no una psicopatología o “enfermedad mental” que afecte la capacidad racional de la persona. No hay alteración del entendimiento o de la realidad, solamente no les importa las consecuencias que tienen sus actos. Son personas sanas mentalmente, que pueden llevar una vida normal, pueden ser el vecino perfecto, pero su estilo de vida maladaptativo marcado por la insensible e impulsividad les lleva a que, cuando quieren algo lo toman sin importar las acciones y las consecuencias (Hare, 2003, Hare 2009). Conducta antisocial persistente e inadecuadamente motivada. No hay lógica en la motivación de su conducta desde un observador externo. Una de las conductas antisociales común al psicópata, pero no la única, es el uso de la violencia para conseguir sus metas ( Arias & Ostrosky, 2008; Pozuelo, 2011; Fernandez & echeberúa, 2008; Hare, 2003; Huchzwemier, et al. 2008; Ostrosky-Solis, et al. 2010, Arbach & Pueyo, 2007; Guy, et al. 2010, Garzón & Sanchez, 2007, Hare, 1999; Poter, et al. 2009; Hare 2009). La violencia o agresividad tiene dos manifestaciones: una impulsiva, la cual no es razonada ni planificada y otra premeditada la cual ha sido razonada y planificada para obtener un fin (Arias & Ostrosky-Solis, 2008). Aunque a primera vista pueda parecer que la violencia de las personas psicópata es una impulsiva, afectiva y reactiva, muchas veces es todo lo contrario. La agresividad o violencia del psicópata es una operativa, depredadora, la cual se ejecuta de forma calculada, aunque en muchos casos desde un observador externo, de la sensación de lo contrario por su pobre lógica (beneficios versus consecuencias) y planificación (Garzón & Sánchez, 2007; Hare, 2003). Entre las conductas antisociales que realizan se encuentran la estafa, robos, violaciones, violencia doméstica y manipulación (Gao & Raine, 2010; Hare, 2003). El psicópata no es capaz primeramente de organizar sus conductas con una secuencia organizada y larga debido a su impulsividad y segundo al tener afectada la corteza prefrontal del cerebro no es capaz de aprender de las consecuencias (Arias & Ostrosky, 2008; Hare, 1999; Huchzwemier, et al. 2008).

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Revisión de la Psicopatía Fracaso inexplicable. El fracaso en las tareas que llevan a cabo es sistemático. Son impulsivos y se dejan guiar y se motivan por sus deseos egocéntricos. Pueden tener un historial continuo de despidos de trabajos y querellas de compañeros en el trabajo, etc. (Hare, 2003, Pozuelo, 2011). Irresponsables, no cumplen con sus obligaciones y no le preocupa arrojar por la borda todos sus logros. Su falta de motivación y emociones les hace ser personas despreocupadas por las cosas que no sacian sus deseos más íntimos. Son personas que pueden realizar conductas delictivas para robar dinero, por el hecho de sentir que lo pueden hacer, aunque conlleve su despido (Hare, 2003). Como dijo Johns y Quay “se saben la letra de la canción, pero no la música” (Pozuelo, Romero & Casas, 2011) Incapacidad peculiar de distinguir la verdad de la falsedad. Los psicópatas no tienen problemas en encadenar una mentira con otra con el fin de justificar su conducta y borrar lo que hicieron (Hare, 2003). La mentira es justificada, como vehículo para conseguir una meta, por ello pueden mentir en la terapia, en la revisión de su condena ante una junta de libertad o en un juicio con el fin de salir libres. Investigaciones muestran que tienen un mayor poder de convencimiento de las juntas de libertad bajo palabra que los delincuentes no-psicopáticos (Poter, et al. 2009). Incapacidad para aceptar la culpa y falta de vergüenza. No aceptan la responsabilidad por sus actos. Son personas que no sienten vergüenza al ser descubiertos en la mentira, ante la mirada atónita de los demás (Hare, 2003). La vergüenza está compuesta por la conciencia de que una está realizando algo mal y la ansiedad de que uno puede ser descubierto. Los psicópatas tienen conciencia de que están realizando una acción incorrecta, pero no sienten ansiedad o nerviosismo por ser descubiertos (Cima, et al 2010). Incapacidad para aprender de la experiencia. Por su limitación ya mencionada anteriormente en la corteza del lóbulo prefrontal, los psicópatas realizan sus acciones por su motivación intrínseca, es decir, por su impulsividad de conseguir sus metas narcisistas como sea y en el menor tiempo posible (Torrubia & Fuentes, 2008; Gao, et al. 2009; Arias, & Ostrasky, 2008). Pueden simular que aprendieron de sus errores, pero solo es una estrategia para conseguir nuevamente una meta o fin en muchos casos la libertada o la exoneración de un delito (Hare, 2003). Persistente patrón de auto-derrota. Para los psicópatas sus acciones y consecuencias no son una auto-derrota ya que el fin justifica los medios y las consecuencias. Las personas normales vemos como una auto-derrota ser despedido constantemente de un trabajo o ir a la cárcel, pero para el psicópata son las consecuencias necesarias para conseguir saciar sus deseos y poder mantener su sensación de libertad y superioridad (Hare, 2003; Pozuelo, 2011). Egocentrismo patológico e incapacidad de amar, no siente un verdadero amor. Su egocentrismo absorbe cualquier posibilidad de entrega a otros y los convierte en insensible. El amor conlleva empatía, la capacidad de ponerme en el lugar del otro. El psicópata solamente puede ponerse en sus propios zapatos. Los demás son peones para saciar sus deseos egocéntricos. Pueden vivir con parejas para saciar sus necesidades biológicas o porque ello les provee una cuartada para aparentar una vida normal (Hare, 2003; Pozuelo, 2011). Debido a su incapacidad de amar y

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sentir empatía se pueden manifestar con frecuencia como maltratadores despiadados e implacables (Garrido , 2004) Ausencia de introspección, no puede ponerse en el lugar de los demás y analizar sus acciones. Son personas que saben que sus conductas están mal, y que estas tendrán consecuencias negativas para él, pero las realizan porque pueden más sus deseos que sus cogniciones (Hare, 2003; Pozuelo, 2011 ; Garzón & Sánchez, 2007; Arias & Ostrosky-Solis, 2008; Bernárdez & Mas, 2012). Demencia semántica, incapacidad de interiorizar el contenido emocional de las palabras. No son capaces de entender y prestarle atención a las connotaciones emocionales del lenguaje (Hare, 2003, Pozuelo 2011). En estudios realizados con palabras que tienen una carga emocional fuerte, los participantes con psicopatía procesaban dichas palabras como si tuvieran un contenido emocional neutro (Louth, Williamson, Alpert, Pouget & Hare, 1998). También han mostrado incapacidad para descifrar la connotación emocional del lenguaje no-verbal de las expresiones faciales (Phan & Philippot, 2010). Reacciones inadecuadas bajo la influencia del alcohol y otras sustancias. Las sustancias inhiben sus controles realizando más fácil la aparición de sus conductas antisociales. Muchas de sus acciones violentas o delitos se realizan bajo el influjo de dichas sustancias (Hare, 2003; Gudonis, Derefinko, & Giancola, 2009). Se han realizado estudios para explorar la relación de factores genéticos compartidos entre el TAP y el alcoholismo debido a su alta comorbidad sin llegar a una conclusión hasta el momento (Hoenichka, Ponce, Jiménez, Ampuero, Rodríguez, Rubio et al., 2007). Respuestas superficiales e impersonales en la vida sexual. Son personas que ven las relaciones con los demás bajo el prisma de su propio beneficio. Algunos psicópatas pueden entrar en conductas de violaciones y abuso sexuales para saciar estas necesidades (Hare, 2003; Marcus, Sanford, Edens, Kinght & Walters, 2011). Por último muestran intentos de suicidio fallidos. Pueden ser parte de su conducta manipulativa para controlar a los demás o para conseguir beneficios de salud (Hare, 2003). Tratamiento La opinión generalizada sobre la psicopatía es la de un trastorno de la personalidad intratable. Este pensamiento general es parecido a lo que ocurrió en el pasado con los desórdenes de personalidad, los cuales se veían como casi imposibles de tratar (Clakhssi, Rutier & Bernstein, 2010). En el presente, las opiniones más difundidas sobre el tratamiento de la psicopatía se pueden dividir en tres grandes grupos: primero la psicopatía no puede ser tratada, en segundo lugar el tratamiento no solamente no tiene beneficio sino que hacen al psicópata peor y en tercer lugar encontramos los que opinan que el tratamiento sí mejora la psicopatía a nivel individual y que se deben seguir realizando investigaciones bajo nuevos modelos metodológicos (Garrido, 2002; Clakhssi, et al. 2010; Salekin, Workely & Grimes, 2010).

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Revisión de la Psicopatía Se argumenta entre los factores más problemáticos para el tratamiento de la psicopatía su incapacidad para poder sentir y ser empáticos, lo cual dificultan la alianza terapéutica (Polaschek & Ross, 2010). En una revisión de literatura de 26 estudios se encontraron como factores negativos para el tratamiento la psicoterapia grupal, la obtención de puntuaciones altas en la PCL-R, tener un historial criminal previo y una edad mayor de 30 años. Como factores que pueden ayudar al tratamiento se encontró el tener menos de 30 años, recibir un tratamiento prolongado, tener una puntuación de psicopatía baja, recibir el tratamiento en contexto penitenciario o residencial, cumplir íntegramente con el tratamiento y usar como personal del programa sujetos firmes y asertivos (Garrido, 2002). El principal meta-análisis realizado sobre el beneficio de los tratamientos para la psicopatía fue llevado a cabo por Salekin, et al. (2010). En él se revisan 42 estudios sobre tratamiento para la psicopatía. De esta revisión los autores sacaron las siguientes conclusiones: a) de los 42 estudios solamente 8 estudios con adultos y 8 con niños y adolescentes cumplen criterios metodológicos aceptables para ser utilizados para comparar su efectividad. Las conclusiones para la población adulta es que solo 3 de los 8 estudios reportaron beneficios y estos consistieron en reducción moderada de la violencia, menor recaída en agresiones sexuales y mayor fidelidad al tratamiento. En relación a los estudios con jóvenes, de los 8 estudios realizados 6 mostraron mejoría en los participantes en las áreas de reducción de la violencia, mejora en los rasgos psicopáticos, un mejor manejo de los problemas y menos confrontación con la autoridad y la disciplina. Se concluye que los tratamientos con jóvenes presentan una cualidad preventiva de la psicopatía (Salekin, et al. 2010; Bayliss, et al. 2010). Algunos autores defienden la necesidad de elaborar nuevos estudios donde se midan los beneficios del tratamiento en dos dimensiones: una grupal y otra individual. Además se debe revisar cuales son los criterios usados para determinar una mejoría del tratamiento. (Salekin, et al. 2010 & Garrido, 2002). Podemos concluir por lo tanto que para futuras investigaciones se debe fomentar el uso de pruebas validadas para psicopatía como son la PCL-R, PCL-SV o PCL-YV, diseñar estudios con grupos controles elegidos al azar, se debe evaluar los beneficios del tratamiento de forma individual y grupal y por último se debe determinar y definir específicamente qué cambios son necesarios para establecer que un tratamiento fue efectivo, desde el punto de vista de la psicopatía. (Salekin, et al. 2010; Clakhssi, et al. 2010). Conclusión Podemos concluir, que aunque durante mucho tiempo la psicopatía ha sido una entidad clínica controvertida, a la luz de los nuevos hallazgos investigativos podemos indicar que es una entidad clínica necesaria y de mucha ayuda para la sociedad en general. Primeramente por su gran valor predictivo de la repetición de conductas delictivas, violentas y de abuso sexual. En segundo lugar por su gran habilidad para mentir y convencer a los profesionales de la salud, justicia y carcelarios de su arrepentimiento y cambio de vida se debe usar la PCL-R como el único método fiable para poder evaluar correctamente la sinceridad del recluso. Es necesario validar las pruebas de psicopatía en Puerto Rico para dar a los profesionales encargados de manejar estas personas los recursos necesarios para poder hacer un diagnóstico correcto de los psicópatas y de esta forma alertar de su manipulación y violencia a las personas que deben trabajar y evaluarlos. Estas pruebas se deben usarse como criterio para evaluar las fianzas establecidas, deben alertar a las juntas de libertad de su capacidad para mentir y a la hora de otorgar beneficios penitenciales. El buen uso de estas pruebas puede ayudar a tener una sociedad

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y ambientes de trabajos más seguros por su confiabilidad y valor predictivo ya establecido por las investigaciones. Referencias Alcázar, M. A., Verdejo, A. & Bouso, J. C. (2008). La neurología forense ante el reto de la relación entre cognición y emoción en la psicopatía. Revista de Neurología, 47 (11), 607612. Arbach, K. & Pueyo A. A. (2007). Valoración del riesgo de violencia en enfermos mentales con el HCR-20. Papeles del Psicólogo, 28 (3), 174-186. Arias, G., N. & Ostrosky-Solis, F. (2008) Neuropsicología de la violencia y sus clasificaciones. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8, 95-114. Babiak, P, Neumann, S. & Hare R. D. (2010). Corporate psychopathy: talking the walk. Behavioral Sciences, 28, 174-193. Baker, E. D. & Maughan, B. (2009). Differentiating early-onset persistent versus childhood limited conduct problem youth. Am J. Psychiatry, 166 (8), 900-908. Ballesteros, A., Graña, J. L. & Andreu, J. M. (2006). Valoración actuarial del riesgo de violencia en centros penitenciarios. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 6, 103.117. Bayliss, C. M., Miller, A. K. & Herderson, C. E. (2010). Psychopathy development and implications for early intervention. Journal of Cognitive Psychotherapy: An International Quarterly, 24 (2), 71-80. Beck, A. T., Freeman, A. & Davis, D. D. (2005). Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Editorial Paidos Ibérica, Barcelona. Bernárdez, M. M. & Mas, Jaime. (2012). Neuropsicología de las emociones en la psicopatía. XIII Congreso virtual de psiquiatría.com. Recuperado de http://www.psiquiatria.com/bibliopsiquis/handle/10401/5337. Bishopp, D. & Hare, R. D. (2008). A multidimensional scaling analysis of the Hare PCL-R: unfolding the structure of psychopathy. Psychology, Crimen & Law, 14 (2), 117-132. Cabello, J. H. & Bruno, A. H. (2009). Personalidad psicopática o trastorno antisocial de la personalidad. Cuadernos de Medicina Forense, 2, 83-92. Caspi, A.. McClay, J, Moffitt, T. E., Mill, J. Martin, J., Craig I. W., Taylor, A. & Poulton, R. (2002). Role of genotype in the cycle of violence in maltreated children. Science, 297, 851-853. Cima, M., Tonnaer, F. & Hauser, M. D. (2010). Psychopaths know right from wrong but don’t care. SCAN, 5,59-67. Clakhssi, F., De Rutier, C. & Bernstein, D. (2010). Change during forensic treatment in psychopathic versus non-psychopathic offenders. The Journal of Forensic Psychiatry & Psychology, 21 (5), 660-682. Cleckley, H. (Eds) (1998). The mask of sanity. St. Louis: The C. V. Mosby Co. Diamantopoulou, S & Verhulst, F. C. (2010). Testing develomental pathways to antisocial personality problems. Journal Abnormal Child Psychology, 38, 91-103. Fernández-Montalvo, J . & Echeberúa, E. (2008). Trastornos de la personalidad y psicopatía en hombres condenados por violencia grave contra la pareja. Psicothema, 20 (2), 193-198.

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La tríada oscura de la personalidad: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Una mirada evolutiva The dark triad of personality: Machiavellianism, narcissism and psychopathy. An evolutionary look A tríada escura da personalidade: maquiavelismo, narcisismo e psicopatia. Uma olhada evolutiva Fecha de recepción: 2015/03/27 Fecha concepto evaluación: 2015/05/09 Fecha de aprobación: 2015/06/01

Fernando Renee González Moraga Psicólogo. Skötare, Rättspsykiatriska regionkliniken, Växjö, Suecia. freneegm@gmail.com

Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo: González, F. R. (2015). La tríada oscura de la personalidad: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Una mirada evolutiva. Revista Criminalidad, 57 (2): 253-265.

Resumen Se aborda la denominada Tríada Oscura de la Personalidad –Tríada– (maquiavelismo, narcisismo subclínico y psicopatía subclínica) desde una mirada evolutiva. El objetivo de esta investigación es revisar la evidencia que han presentado los teóricos evolucionistas sobre la Tríada, desde un acercamiento a la mirada evolutiva. Para esto, se indaga en las principales características de cada uno de estos rasgos, los instrumentos que se han utilizado para evaluarlos y las principales áreas en donde se han estudia-

do. La mirada evolutiva plantea que los rasgos de la Tríada son dimensionales y varían de acuerdo con las diversas estrategias que utilizan los sujetos para adaptarse a las características socioambientales en las que se desarrollan. Estos rasgos se caracterizan por presentar violencia psicológica, inhibición moral, manipulación, baja amabilidad, insensibilidad, egoísmo y dificultad para mentalizar en contextos de interacción interpersonal y social.

Palabras clave Personalidad, psicología, psicópata, psicopatología, violencia (fuente: Tesauro de política criminal latinoamericana - ILANUD).

ISSN 1794-3108. Rev. crim., Volumen 57, número 2, mayo-agosto 2015, pp. 253-265, Bogotá, D. C., Colombia

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Fernando Renee González Moraga

Abstract What has been denominated as the Dark Triad of Personality - Triad (machiavellianism, subclinical narcissism and subclinical psychopathy is addressed here from an evolutionary look. The objective or this research is to review and revise the evidence submitted by evolutionary theorists with regard to the Triad, from an approach to the evolutionary scrutiny. For this purpose, the main characteristics in each one of these features are examined, as well as the instruments having been used to assess

them, and the major areas where they have been studied. The evolutionary look states that the Triad features are dimensional and vary according to the diverse strategies employed by subjects to adapt themselves to the socioenvironmental characteristics surrounding them while they develop. These features are characterized by evidencing psychological violence, moral inhibition, manipulation, low kindness, selfishness, and difficulties to become aware or psych up in interpersonal and social interaction contexts.

Key words Personality, psychology, psychopath, psychopathology, violence (Source: Tesauro de política criminal latinoamericana ILANUD).

ISSN 1794-3108. Rev. crim., Volumen 57, número 2, mayo-agosto 2015, Bogotá, D. C., Colombia

Resumo

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A denominada Tríada Escura da Personalidade –Tríada– será abordada (maquiavelismo, narcisismo subclínico e psicopatia subclínica) desde uma olhada evolutiva. O objetivo desta investigação é rever a evidência que os teóricos evolucionistas apresentam sobre a Tríada, desde uma aproximação à olhada evolutiva. Para este efeito, indaga-se nas características principais de cada uma destas características, os instrumentos que foram usados para avaliá-los e as áreas principais onde são estudados. A

olhada evolutiva explica que as características da Tríada são dimensionais e variam de acordo com as estratégias diversas que usam os sujeitos para se adaptar às características socioambientais nas que são desenvolvidas. Estas características determinam-se por apresentar violência psicológica, inibição moral, manipulação, baixa amabilidade, insensibilidade, egoísmo e dificuldade para mentalizar nos contextos da interação interpessoal e social.

Palavras-chave Personalidade, psicologia, psicopata, psicopatologia, violência (fonte: Tesauro de política criminal latinoamericana -ILANUD).

Introducción Desde la aparición de la Tríada en el original estudio de Paulhus & Williams (2002), se ha observado un creciente interés en el estudio de sus rasgos constitutivos de personalidad (maquiavelismo, narcisismo subclínico y psicopatía subclínica) en población subclínica y no patológica. Un ejemplo de este fenómeno puede comprobarse al realizar la búsqueda de “Dark Triad” en Google Académico; actualmente están disponibles más de 80.000 recursos. Los autores mencionados se propusieron como objetivo evaluar las similitudes y diferencias

entre los rasgos constitutivos de la Tríada. La información recopilada les permitió determinar que no se soporta la idea de que estos rasgos son equivalentes en población normal, incluso en la no forense, en la no patológica, ni en poblaciones de alto rendimiento, lo cual hace de los rasgos de la Tríada lo suficientemente distintivos como para justificar su medida por separado. Los sujetos que poseen estos rasgos se han denominado como personalidades oscuras o que han desarrollado el lado oscuro de la personalidad, “porque las personas


con estos rasgos comparten una tendencia a ser insensibles, egoístas y malévolos en sus relaciones interpersonales” (Paulhus & Williams, en Jones & Paulhus, 2009, p. 100). Para el estudio de los rasgos de la Tríada es necesario distinguir entre muestras clínicas y subclínicas. Las primeras comprenden aquellos individuos que en la actualidad están bajo supervisión clínica o forense. En cambio, las subclínicas se refieren a distribuciones continuas en muestras comunitarias más amplias. Aunque el término implica una versión más suave, las muestras subclínicas cubren inevitablemente una gama más amplia de sujetos e incluyen en forma natural los casos extremos que se encuentran en libertad (Furnham, Richards & Paulhus, 2013). Para investigar los rasgos de la Tríada se utilizan muestras subclínicas. El constructo maquiavelismo o personalidad manipuladora (Paulhus & Williams, 2002) surge de la interpretación que realizaron Richard Christie y Florence L. Geis (1970) del libro Il Principe de Niccolò Machiavelli (Fehr, Samsom & Paulhus, 1992; Jones & Paulhus, 2009). A partir de esta lectura, Christie & Geis (1970) crean el cuestionario Mach IV (tipo Likert) y luego el Mach V (balanceado), para evitar la deseabilidad social; sin embargo, este instrumento presentó menor fiabilidad y validez. Los sujetos que obtienen puntuaciones altas en estos instrumentos se caracterizan por ser cínicos, sin principios, creen en la manipulación interpersonal como la clave para el éxito en la vida, y se comportan de acuerdo con esto (Jones & Paulhus, 2009). Hasta la fecha, el Mach IV es el instrumento más utilizado para evaluar el maquiavelismo, debido a que su fiabilidad es satisfactoria (alrededor de 0.7), y la validez concurrente como conceptual también lo es (Bernal, 1987). El narcisismo subclínico o normal surgió del trabajo de Raskin & Hall (1979), donde plantearon una versión subclínica del trastorno narcisista de la personalidad que había sido definido por el DSM-III (APA, 1978). A partir de sus investigaciones construyeron el Inventario de Personalidad Narcisista (NPI). En la actualidad, también está disponible la versión abreviada, denominada NPI-16 (Ames, Rose & Anderson, 2006). El narcisismo subclínico ha sido rigurosamente estudiado por Morf & Rhodewalt (2001), elaborando un modelo del procesamiento de la autorregulación del narcisismo, en el cual se explica la existencia paradójica de la grandiosidad y la vulnerabilidad presentes en el narcisismo. En este modelo se muestra el narcisismo en términos de un proceso dinámico motivado por la

autoconstrucción, impulsado en gran medida por el objetivo de la autoafirmación. El estudio de la psicopatía subclínica, al igual que el narcisismo, surge de la teoría y la práctica clínica. El origen del estudio clínico sistemático de la psicopatía aparece por primera vez en el libro The Mask of Sanity, en 1941, trabajo célebre de H. Cleckley (1988). Luego Robert Hare (1991), con el Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R), ha generado un fructuoso y creciente desarrollo de estudios de la psicopatía en criminales. El PCL-R entiende la psicopatía como una categoría que sirve para evaluar a sujetos encarcelados o institucionalizados. Sin embargo, esto dista mucho de la realidad cotidiana a la cual los sujetos están acostumbrados a desenvolverse. Al tomar distancia de la noción patológica que ubica a este rasgo en un extremo de la normalidad, y al ser medido con un instrumento dimensional, se ha encontrado que la psicopatía presenta bajos niveles de amabilidad y responsabilidad (Furnham, Richards & Paulhus, 2013). Estos datos muestran algunas características subclínicas de la psicopatía. En este ámbito se ha utilizado la noción de psicopatía primaria y psicopatía secundaria, para comprender la psicopatía subclínica. La primaria representa los aspectos insensibles de las actitudes de los psicópatas, mientras que la secundaria constituye los aspectos penales y antisociales de la psicopatía (Jonason, Lyons & Bethell, 2014). El instrumento más usado para medir la psicopatía subclínica en la Tríada es el Self-Report Psychopathy (SRP-III) (Furnham, Richards & Paulhus, 2013), y el otro comúnmente utilizado es el Psychopathic Personality Inventory (PPI) (Lilienfeld & Andrews, 1996). Se ha estudiado la conducta criminal en un recinto penitenciario (Cabrera, Gallardo, González & Navarrete, 2014), lo cual ha permitido establecer relaciones entre diversos grupos de criminales y el PCL-R de Robert Hare (2003). Al revisar esta investigación, se observa que el estudio se centró en una particular muestra de sujetos criminales, en la cual las cualidades asociadas al crimen son únicas y poco probables de encontrar en población no carcelaria. La cárcel es un subsistema social específico, donde la criminalidad es una cualidad vital; por lo tanto, difícilmente se podrían igualar los resultados del estudio en muestras de sujetos no criminales. En el presente artículo se repasan los avances en psicología evolucionista, la cual tiene sus cimientos en la teoría evolucionista de Darwin (1859). Parafraseando a Furnham, Richards & Paulhus (2013), investigaciones de teóricos evolucio-

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nistas han planteado que existen personalidades oscuras que pueden prosperar como parásitos sociales, y que la teoría evolucionista puede predecir a estos subgrupos de depredadores. Como es comprensible, la perspectiva evolucionista hace hincapié en la reproducción. A partir de esta teoría, se plantea la existencia de rasgos de personalidad que conforman estrategias evolutivas que han sido transmitidas de manera exitosa, debido a que aseguran el éxito reproductivo. Por lo tanto, se entiende que los individuos difieran a lo largo de un continuo de estrategias reproductivas. Los sujetos que se caracterizan por una estrategia de vida rápida presentan énfasis en el coito. Aquellos que enfatizan en la paternidad tienen una estrategia de vida lenta. Se ha planteado que los sujetos que poseen rasgos de la Tríada tienen una estrategia de vida rápida, la cual se caracteriza por deficiencias en el control de sí mismo; estas personas a menudo presentan emparejamientos a corto plazo, egoísmo y otras manifestaciones antisociales. Los rasgos maquiavelismo y narcisismo disminuyen los aspectos socialmente indeseables y los costos de tener una estrategia de vida rápida. Por ello, estos dos últimos pueden funcionar con facilidad en la sociedad, mientras que el psicópata tiene más dificultad. Así, cada miembro de la tríada oscura explota a otros en un ambiente social único, en el que su particular marca de la explotación cruel fomenta el éxito reproductivo. Esta última afirmación será discutida más adelante. La mirada evolutiva reconoce que los procesos mentales superiores no pueden ser explicados en toda su complejidad, de manera exclusiva desde una perspectiva biologicista. Por lo tanto, ella brinda la posibilidad de estudiar los cambios de los rasgos de personalidad a lo largo del ciclo vital, así como visualizar el desarrollo psicológico y emocional de los sujetos. Las conductas que presentan los individuos con rasgos de la Tríada han sido culturalmente catalogadas como poco deseables para el desarrollo de la vida en sociedad. Sin embargo, al estudiar estos rasgos en muestras subclínicas, se observan distintos niveles y diversas valoraciones de conductas adaptativas. El objetivo de este artículo es revisar investigaciones que han estudiado la Tríada a partir de la perspectiva evolucionista, desde un acercamiento a la mirada evolutiva. El presente se configura como un acercamiento (no exhaustivo) a la mirada evolutiva y como una apertura dimensional al estudio de los rasgos de personalidad de la Tríada en poblaciones no patológicas y subclínicas.

Instrumentos y modelos utilizados para estudiar la tríada oscura de la personalidad Desde su aparición, la Tríada constantemente ha sido blanco de críticas y diversos debates. Por ello, es de vital importancia conocer los principales modelos e instrumentos que han colaborado en la comprensión dimensional de los rasgos de la tríada oscura de la personalidad, y que han sido el sustento para elaborar este constructo. 1. The Five Factor Model. Al estudiar la relación entre la Tríada y el renombrado modelo dimensional de los cinco factores de la personalidad, o los cinco grandes, compuesto por neuroticismo, extraversión, apertura a la experiencia, amabilidad y responsabilidad (Costa, McCrae & Dye, 1991), se ha encontrado que la Tríada se asocia negativamente a amabilidad y responsabilidad (Paulhus & Williams, 2002; Furnham, Richards & Paulhus, 2013). Las asociaciones entre los rasgos de la Tríada y los cinco grandes fueron para el narcisismo con baja modestia y bajo en sinceridad, mientras que en la psicopatía fueron baja deliberación y bajo sentido del deber. En relación con la conciencia, el narcisismo se asoció con logro-esfuerzo y competencia, mientras que en la psicopatía fueron bajo sentido del deber y deliberación (Miller, Dir, Gentile, Wilson, Pryor & Campbell, 2010). 2. HEXACO. La introducción de la Tríada se produjo poco después de la construcción de un modelo de seis dimensiones de rasgos de la personalidad, el HEXACO. Este introduce al modelo de los cinco grandes el factor honestidad/humildad, que es esencial para la Tríada porque contrasta explícitamente las conductas prosociales y antisociales. Se plantea que una óptima predicción y comprensión de los criterios variables se puede lograr utilizando los factores del HEXACO, lo cual no sucede si se usan los factores del modelo de los cinco grandes (Lee & Ashton, 2014). 3. Supernumerary Personality Inventory. La Tríada ha sido investigada en relación con los rasgos del Supernumerary Personality Inventory (SPI), ya que ambos conjuntos de variables son predominantemente distintos respecto al modelo de los cinco grandes. Veselka, Schermer & Vernon (2011) plantean una asociación entre la Tríada y la mayoría de los rasgos del SPI, sobre todo atribuibles a factores genéticos y ambientales no compartidos, excepto en el caso del maquiavelismo, en el cual surgieron factores ambientales


compartidos. En esta investigación se plantea que la Tríada es un constructo que describe características explotadoras y antisociales que se extienden más allá del modelo de los cinco grandes, y que comparten un espacio teórico con los rasgos de SPI. Debido a la dificultad de evaluar los tres rasgos de la Tríada de forma conjunta, se han realizado importantes esfuerzos para construir instrumentos que midan estos rasgos, y que al mismo tiempo sean breves. Los dos más importantes son el Dark Triad Dirty Dozen y el Short Dark Triad. 4. Dark Triad Dirty Dozen (DTDD). Este ha demostrado que recupera con eficiencia la información, y ha mostrado algunas pruebas de funcionamiento diferencial de escala por sexo, con un umbral de apoyo inferior para los hombres en comparación con las mujeres. Aunque los primeros tenían umbrales de respaldo ligeramente más bajos que las segundas, la diferencia sexual en general era bastante pequeña. Estos resultados se suman a una creciente literatura sobre la Tríada y sus rasgos constitutivos. Se ha resaltado la robustez psicométrica de este nuevo y eficaz instrumento (Webster & Jonason, 2013). 5. Short Dark Triad (SD3). Tomando en cuenta la longitud de los instrumentos que se utilizan para medir la Tríada, es comprensible por qué algunos investigadores pueden ser reacios a incluir los tres rasgos en un solo estudio. Incluso al usar las versiones más cortas para evaluar cada rasgo, el número de elementos que se van a valorar es alto, lo cual dificulta la labor de investigación cuando el tiempo y el espacio son un bien escaso y preciado. En este contexto, Jones & Paulhus (2014) manifiestan que para un uso práctico se necesita un instrumento corto, válido y fiable de la Tríada; esta necesidad motivó el desarrollo de la escala Short Dark Triad (SD3). Estos autores plantean que los tres estudios que realizaron indican que el SD3 proporciona medidas eficaces, fiables y válidas de la Tríada.

La mirada evolutiva y la tríada oscura de la personalidad La mirada evolutiva comprende el estudio de los cambios durante el ciclo vital, desde que el sujeto nace hasta que muere. En relación con los cuidados en la infancia y la Tríada (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), se ha encontrado que la baja calidad de los cuidados maternales lleva al maquiavelismo y as-

pectos del narcisismo, como pretensión/exploración y liderazgo/autoridad cuando el apego seguro no se produce. El cuidado paternal de baja calidad lleva a la psicopatía secundaria, y el cuidado paterno de alta calidad se ha asociado con la dimensión de pretensión/explotación del narcisismo. Por otra parte, en la relación entre la teoría de la mente y el apego (Riquelme, Henríquez & Álvarez, 2003), se ha descubierto que los cuidados en la infancia tienen un importante impacto en el proceso de mentalización. La teoría de la mente aparece como concepto en el trabajo de Premack & Woodruff (1978), definida como la capacidad de comprender, predecir y explicar el comportamiento humano en términos de estados mentales internos. En estudios que relacionan la teoría de la mente con la Tríada (Stellwagen & Kerig, 2013) se ha observado que en niños de sexto y séptimo grado el narcisismo está asociado de manera positiva con la teoría de la mente, y que los rasgos insensibles, sin emoción, se asocian negativamente con la teoría de la mente. Por otra parte, la impulsividad y el maquiavelismo no estarían relacionados con la teoría de la mente. En el meta-análisis realizado por O’Boyle, Forsyth, Banks & Story (2013) se puso a prueba la hipótesis del “genio maligno”, la cual plantea que personas muy inteligentes tienden a mostrar rasgos de personalidad de explotación social. También probaron la hipótesis compensatoria, la cual señala que personas menos inteligentes compensan sus desventajas cognitivas mediante la adopción de comportamientos de manipulación. Para ello, midieron la relación entre la Tríada y la habilidad mental general. Se encontró que estas relaciones fueron moderadas, en cierta medida, por el sexo y la edad de los participantes, el tipo de muestra estudiada y la habilidad mental general. A partir de esta información, los autores aseguran que no es posible sostener ninguna de las dos hipótesis. En otro aspecto de la inteligencia, se han encontrado asociaciones negativas entre maquiavelismo e inteligencia emocional, y también con amabilidad y responsabilidad de los cinco grandes (Austin, Farrelly, Black & Moore, 2007). Además, existiría una asociación positiva entre la manipulación emocional, pero sin relación con la inteligencia emocional. Sujetos que presentan alto maquiavelismo aprueban comportamientos emocionalmente manipuladores, en la medida en que estos les proveen éxito y satisfacción personal. Por otra parte, se ha utilizado la amabilidad de los cinco grandes para mediar y moderar la relación entre el rasgo de inteligencia emocional y el maquiavelismo (O’Connor & Athota, 2013). Se encontró que los individuos con alta inteligencia emocional tien-

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den a tener bajos niveles de maquiavelismo, ya que por lo general son individuos de carácter positivo, cálidos, amables, altruistas, es decir, que se caracterizan por una alta amabilidad, pero no porque sean emocionalmente competentes. Además, se halló que los individuos que se perciben con alta competencia emocional tienden a ser altos en maquiavelismo, cuando son bajos en cordialidad. Por lo tanto, sujetos con alto rasgo de inteligencia emocional tienen el potencial de ser altos en maquiavelismo, pero no porque su naturaleza sea en general positiva, amable y servicial. En un estudio de Nagler, Reiter, Furtner & Rauthmann (2014) se plantea que las habilidades sociales y emocionales no siempre se utilizan para manipular a los demás. Sin embargo, el empleo de las habilidades de inteligencia emocional para la manipulación emocional en los otros se ve facilitada por personalidades oscuras, en particular por los narcisistas y psicópatas. Por lo tanto, la inteligencia emocional puede ser y es utilizada con fines maliciosos, como, e. g., el engaño, la explotación y el daño a los demás. Una “inteligencia oscura” podría estar formada por aquellos que utilizan la inteligencia emocional como una herramienta para sí mismos y con un fin manipulador. La presencia de baja empatía es una característica central en aquellos sujetos que se desenvuelven con crueldad en su entorno, y está principalmente asociada a la psicopatía subclínica (Paulhus & Williams, 2002). Jonason, Lyons, Bethell & Ross (2013) demostraron que la presencia de baja empatía estaba relacionada con el narcisismo en las mujeres, pero con la psicopatía en hombres. Estos datos sugieren que la baja empatía es una característica de la Tríada, y que, además, se manifiesta de diferente forma en hombres y mujeres. Giammarco & Vernon (2014) plantean que el maquiavelismo y la psicopatía se caracterizan por presentar venganza emocional. El maquiavelismo y la psicopatía también presentaron baja compasión, baja toma de perspectiva y baja preocupación empática. Al relacionar la Tríada con empatía y alexitimia (Jonason & Krause, 2013) se encontró que la psicopatía se asoció con la empatía limitada general, dificultad para describir los sentimientos y el pensamiento orientado hacia el exterior. El narcisismo se relacionó con la empatía limitada y la dificultad para identificar los sentimientos afectivos, mientras que el maquiavelismo se asoció con el pensamiento orientado hacia el exterior. En otro estudio (Cairncross, Veselka, Schermer & Vernon, 2013) los resultados revelaron que la alexitimia se asoció en forma positiva con la psicopatía y el maquiavelismo, y de manera negativa con el narcisismo. Un análisis genético del comportamiento

demostró que las correlaciones fenotípicas fueron principalmente atribuibles a factores genéticos comunes y a factores ambientales comunes no compartidos. El narcisismo y la psicopatía se han relacionado con la impulsividad (Jones & Paulhus, 2011). Lo que queda poco claro es el patrón de las asociaciones que la Tríada tiene con tipos funcionales y disfuncionales de la impulsividad. La psicopatía se asocia estrechamente con la impulsividad disfuncional, mientras que el narcisismo se relacionó con la impulsividad funcional. Parece que la impulsividad narcisista implica una participación social más arriesgada, mientras que la impulsividad psicopática se deriva de una baja autorregulación. El maquiavelismo no se asoció con ningún tipo de impulsividad (Jones & Paulhus, 2011, 2009). Se han estudiado los rasgos de la Tríada en relación con la impulsividad y la búsqueda de sensaciones (Crysel, Crosier & Webster, 2013). Se distingue impulsividad y búsqueda de sensaciones en que la primera tiene relación con llevar a cabo una acción sin pensar en las consecuencias hacia el futuro, mientras que la segunda implica la búsqueda de experiencias nuevas y estimulantes, y la voluntad de asumir los riesgos que implican estas experiencias (Zuckerman, 1994). Se descubrió que los rasgos de la Tríada facilitan a corto plazo las tácticas sociales de explotación, en particular las conductas de riesgo, como las apuestas en el blackjack y el descuento temporal de dinero (temporal discounting of money). Este estudio mostró una relación positiva entre los rasgos de la tríada oscura y la impulsividad y búsqueda de sensaciones. Cuando se presentó una amenaza en el ego, el narcisismo se relacionó con el descuento temporal de dinero. En palabras de Fritz Heider, en 1958 (citado en van Dijk, van Koningsbruggen, Ouwerkerk & Wesseling, 2011), el schadenfreude es una emoción discordante en una gran cantidad de otras personas. El schadenfreude provoca una emoción positiva en quien observa una experiencia negativa en otro sujeto. Las personas con schadenfreude comparten la tendencia a ser insensibles, egoístas y malévolas en sus relaciones interpersonales, y sienten placer al observar desgracias en otras personas. En esta línea, se ha planteado que las puntuaciones más altas en la Tríada se asociaron con el aumento del autorreporte de schadenfreude en la vida diaria y una propensión a buscar estímulos relacionados con alegrarse del mal ajeno (Porter, Bhanwer, Woodworth & Black, 2014), particularmente en la psicopatía (James, Kavanagh, Jonason, Chonody & Scrutton, 2014). Estos hallazgos sugieren un conjunto “os-


curo” de personalidades, conductas y emociones, que presentan altas puntuaciones en la Tríada y se caracterizan por realizar actividades antisociales, y experimentan una mayor satisfacción por la desgracia ajena. La información recopilada con relación a cómo perciben a los otros los sujetos con rasgos de la Tríada, permite visualizar cómo es su interacción interpersonal y qué características buscan en los demás para elegir a sus víctimas. Black, Woodworth & Porter (2014) plantean que las personalidades oscuras son más propensas a percibir a sus víctimas como desagradables, con baja autoestima, muy neuróticas, deprimidas y ansiosas. Los psicópatas generalmente perciben sus objetivos como menos afables, muy neuróticos, deprimidos y ansiosos. Los maquiavélicos perciben sus objetivos más neuróticos, ansiosos y deprimidos. Por último, los narcisistas perciben sus objetivos como bajos en la apertura a nuevas experiencias, conscientes, extrovertidos y altos en depresión. Es un problema creciente que instituciones bancarias e individuos sin escrúpulos arriesguen el dinero de otros para beneficio personal. Esto ha generado pérdidas cuantiosas y ha afectado a mucha gente que ha confiado sus ahorros a terceros. En este ámbito, los tres rasgos de la Tríada predijeron la presencia de la conducta financiera egoísta en los juegos de azar. Los psicópatas fueron imprudentes, los narcisistas presentaron exceso de confianza y los maquiavélicos fueron estratégicos. Los psicópatas apuestan el dinero de otras personas, pero no el propio, en juegos que inevitablemente resultan en pérdidas, y ahora se sabe que los narcisistas pierden más dinero de otras personas (Jones, 2013). Se plantea que cuando no existe ninguna amenaza de castigo, los tres tipos de individuos producen algún resultado financiero negativo para los demás cuando se les confía el dinero de otras personas. Además, los individuos con alta psicopatía persisten en la mala conducta financiera, incluso en presencia de castigos claros y probables (Jones, 2014). La Tríada se asocia con el utilitarismo (Djeriouat & Trémolière, 2014). Las inclinaciones utilitarias son expresadas por una preocupación menor por el principio de no causar daño y las conductas prosociales. La psicopatía sugiere un valor predictivo más fuerte en la explicación del juicio utilitario. Los rasgos de la Tríada tomados en conjunto sugieren que la inclinación utilitaria es una inhibición moral. En particular, las decisiones de los psicópatas se derivan de su falta de preocupación empática y prosocial; entonces, es probable que la inclinación utilitaria sea un efecto secundario de minimizar la importancia de la moral.

En consecuencia, las inclinaciones utilitarias de los psicópatas no deben ser equiparadas con las decisiones de los no psicópatas, que buscan verdaderamente maximizar la utilidad social. Se ha demostrado que el rasgo de amabilidad de los cinco grandes es el predictor más importante de la violencia en la psicopatía y el maquiavelismo. Respecto al narcisismo, no se encontró ninguna relación. De acuerdo con esto, la presencia de baja amabilidad, tanto en la psicopatía como en el maquiavelismo, sería antecedente que daría cuenta de una alta probabilidad de la aparición de conductas violentas (Pailing, Boon & Egan, 2014). En un estudio realizado por Pozueco & Moreno (2013) se ha constatado que el principal tipo de malos tratos que suelen perpetrar los sujetos que presentan rasgos de la Tríada en el ámbito de las relaciones de pareja es la violencia de carácter psicológico. El vínculo entre la Tríada y el emparejamiento con fines sexuales a corto plazo fue más fuerte para los hombres que para las mujeres. Esto indicaría que en los hombres los rasgos de la Tríada facilitarían los encuentros de sexo casual o tener relaciones sexuales tras un corto período de emparejamiento (Jonason, Li, Webster & Schmitt, 2009). El narcisista, el maquiavélico ni el psicópata fueron percibidos como personas particularmente atractivas. Sin embargo, el narcisista fue juzgado, en relación con el psicópata y el maquiavélico, como el más atractivo. El maquiavélico y el psicópata se juzgaron de manera casi idéntica. Se plantea que los narcisistas fueron considerados como más atractivos, debido a que en los países occidentales las personas son más individualistas, y algunos comportamientos narcisistas (como, e. g., ser encantador, el liderazgo y la audacia) pueden ser deseados, y no existiría una predisposición negativa hacia ellos (Rauthmann & Kolar, 2013). Por su parte, Carter, Campbell & Muncer (2014b) descubrieron que los rasgos de la Tríada en los hombres atraen a las mujeres. Se encontró que las mujeres clasifican a los hombres que obtienen altos puntajes en la Tríada como significativamente más atractivos. Se han asociado los rasgos de la Tríada con tres tipos de tácticas para anular a sus competidores sexuales (Goncalves & Campbell, 2014). A la hora de competir con rivales por una pareja sexual, las puntuaciones altas en maquiavelismo se asocian con un estilo de anulación grosero. El narcisismo se relacionó con un estilo de anulación mediante el cual tratan de eclipsar a sus competidores en diferentes situaciones (deportes, dominio y fuerza). Por último, la psicopatía se vinculó con las tácticas que avalan el daño de la reputación de sus rivales. En un estudio, Jones &

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Weiser (2014) descubrieron que los tres rasgos de la Tríada se caracterizan por presentar infidelidad, y que además esta se expresa de diferente forma en hombres y mujeres. La psicopatía fue el principal predictor de la infidelidad en los hombres, mientras que la psicopatía y el maquiavelismo predijeron la infidelidad en las mujeres. En este estudio se observó también que el maquiavelismo no predijo la disolución de la pareja después de la infidelidad, mientras que la psicopatía si lo hizo. Hasta el momento, al parecer los individuos maquiavélicos son propensos a mantener una relación con independencia de la infidelidad, posiblemente debido a su carácter estratégico (cauteloso y flexible). Para Baughman, Jonason, Lyons & Vernon (2014), los psicópatas y maquiavélicos se vinculan a la propensión a mentir en diferentes contextos, incluyendo el coito y la deshonestidad académica. Estos autores plantean que los psicópatas experimentan más emociones positivas relacionadas con la mentira, y los maquiavélicos presentan una mayor cantidad de esfuerzo cognitivo asociado al engaño. Jonason, Lyons, Baughman & Vernon (2014) encontraron que los psicópatas y los maquiavélicos estaban vinculados a decir más mentiras; la psicopatía se asoció a decir mentiras sin razón, y el maquiavelismo estaba relacionado con decir mentiras blancas. El narcisismo, en cambio, estaba vinculado a la mentira para beneficio propio y la habilidad de autorreporte para mentir. Jonason, Wee, Li & Jackson (2014) estudiaron los intereses vocacionales en relación con los rasgos de la Tríada, y encontraron que los psicópatas están más interesados en carreras realistas y prácticas, los narcisistas, en las carreras artísticas, emprendedoras y sociales, y los maquiavélicos tienen más interés en evitar las carreras que involucran cuidar a los demás. En el ámbito laboral, se han investigado las conductas de las personalidades oscuras, lo cual ha permitido mostrar los niveles de interés y desarrollo dentro de las organizaciones. Un aspecto relevante son los comportamientos contraproducentes en el trabajo, que se han definido como toda conducta intencionalmente dañina por parte de un miembro de la organización, considerada por esta como contraria para sus intereses y los de sus trabajadores (Gruys & Sackett, 2003). Se ha encontrado que la psicopatía, además de los rasgos de amabilidad y responsabilidad de los cinco grandes, es importante para predecir los comportamientos contraproducentes en el trabajo (Scherer, Baysinger, Zolynsky & LeBreton, 2013). Por otra parte, la sensibilidad de equidad se define como un rasgo de personalidad unidimensional, que se basa en las proporciones

preferidas de un individuo como resultado de lo que se entrega y recibe en el trabajo (Huseman, Hatfield & Miles, 1987). Al indagar en el lado oscuro de la sensibilidad de equidad, se ha descubierto que con esta se relacionaron negativamente el maquiavelismo y la psicopatía, los cuales, según estos hallazgos, pueden tener importantes implicaciones sobre cómo se percibe la equidad en el lugar de trabajo. Maquiavélicos y psicópatas están centrados en obtener lo mayor que puedan de su organización, al tiempo que entregan lo menos posible (Woodley & Allen, 2014). El vínculo de la Tríada con las redes sociales sugiere que comportamientos tales como la autopromoción, la frialdad emocional, la duplicidad y la agresividad se expresan cuando los individuos transmiten estados actuales o hacen declaraciones escritas en Facebook. De esta forma se disminuye la empatía y se promueven conductas de automejora de sí mismos. Así, los psicópatas y narcisistas suelen tener éxito en breves interacciones, mediante el aprovechamiento de la gente. Al mismo tiempo, los usuarios de Facebook reportan que se sienten motivados a utilizar la red social con el fin de beneficiarse de la interacción con los demás, el chisme y monitorear a los miembros de su grupo social. Entonces, es plausible sugerir que Facebook sirve como una plataforma para la competencia social, en donde algunos usuarios expresan sus rasgos más oscuros (Garcia & Sikström, 2014). Otro estudio concluyó que la intensidad en Facebook y la psicopatía predicen la agresión cibernética en adolescentes (Pabian, De Backer & Vandebosch, 2015).

Discusión En este artículo se ha planteado el objetivo de presentar un acercamiento al estudio de la tríada oscura de la personalidad y sus rasgos constitutivos (maquiavelismo, narcisismo y psicopatía) desde una mirada evolutiva, la cual plantea que los rasgos de la Tríada son dimensionales y varían de acuerdo con las características socioambientales en las que se desarrollan las personas. Las características fundamentales de los rasgos de la Tríada, en muestras no clínicas, indican que comparten un núcleo común de baja amabilidad, antipatía y desagrado (Paulhus & Williams, 2002). De hecho, los maquiavélicos y narcisistas pueden ser más irritantes en el contacto interpersonal, que una amenaza. En cambio, la psicopatía subclínica presenta una autovisión positiva y falta de ansiedad, lo cual puede ser visto como características adaptativas en un sentido intrapsíquico. La conducta anti-


social es predictor de la psicopatía, pero no del narcisismo o el maquiavelismo. Se plantea que los rasgos de la Tríada son esencialmente desadaptativos; sin embargo, también se ha propuesto que estos rasgos pueden conferir beneficios positivos individuales de carácter reproductivo y de supervivencia (Jonason, Webster, Schmitt, Li & Crysel, 2012). En este sentido, la expresión fenotípica de la Tríada podría ser el resultado de diferentes estrategias evolutivas (Jonason, Lyons & Bethell, 2014). Estas características de los rasgos de la Tríada pueden ser ejemplos de desarrollo plástico y estrategias condicionadas, provocadas por un entorno social severo en la niñez, como el cuidado de baja calidad de los padres. También, a estas características oscuras se les ha asociado un rendimiento cognitivo óptimo, que les permite especializarse en la vida nocturna, lo cual les permitiría explotar a los demás por medio de una “estrategia tramposa”, aprovechando la poca luminosidad, la escasa vigilancia y el reducido procesamiento cognitivo de las personas madrugadoras (Jonason, Jones & Lyons, 2013). De acuerdo con la noción de que los individuos difieren a lo largo de un continuo de estrategias reproductivas, se plantea que los sujetos con rasgos de la Tríada poseen una estrategia de vida rápida, debido a que presentan un énfasis en el coito por sobre la paternidad. Estos individuos se caracterizan por bajo autocontrol, estrategias que facilitan el coito a corto plazo, egoísmo y otras manifestaciones antisociales. Ligeros rasgos de maquiavelismo y narcisismo ayudarían a disminuir los aspectos socialmente indeseables y costosos de tener una estrategia de vida rápida. Por esto, las personalidades maquiavélicas y narcisistas pueden funcionar con mayor facilidad en sociedad, en relación con los psicópatas. Así, cada miembro de la tríada oscura explota de forma insensible a los otros, en un ambiente social único, fomentando y facilitando el éxito reproductivo (Furnham, Richards & Paulhus, 2013). Las personalidades oscuras se involucran en relaciones interpersonales relativamente superficiales, y evalúan a los otros de manera negativa, debido a que por lo general perciben todos sus objetivos como débiles y vulnerables a la victimización. Presentan deficiencias en la capacidad para evaluar con precisión rasgos de personalidad y estados emocionales de los otros. Aunque pueden ser explotadores prolíficos de los demás, no son expertos en la identificación de la vulnerabilidad emocional. En cambio, como perciben a todos como débiles y emocionales, los consideran potencialmente vulnerables. Se ha propuesto que en lugar de ser buenos lectores

de los estados emocionales de los otros, las personalidades oscuras confían en sus rasgos de personalidad y físicos para atraer a víctimas vulnerables, o adoptan una cantidad (sobre la calidad) de estrategias con el fin de encontrar a sus víctimas, para luego usar tácticas de manipulación activas para explotarlas (Black, Woodworth & Porter, 2014). La Tríada ha demostrado, respecto de los hombres, ser un factor importante en relación con el atractivo sexual, estrategias de reproducción, estrategias evolutivas y diferencias individuales (Carter, Campbell & Muncer, 2014b). Sin embargo, cabe destacar que se ha exagerado el papel de la Tríada como predictor de los encuentros sexuales casuales; tanto es así, que se ha afirmado que la preferencia masculina por los encuentros sexuales casuales no se explicaría por la Tríada (Carter, Campbell & Muncer, 2014a). Los maquiavélicos poseen un estilo de personalidad manipuladora, la cual generalmente implica una falta de moralidad y preocupación por los sentimientos de los demás. Por otro lado, los narcisistas poseen una necesidad agobiante por tener éxito y ser vistos en una posición de superioridad, en comparación con otros, y van a llegar a los extremos para hacer valer su supremacía percibida sobre los demás. Los psicópatas reflejan un estilo de personalidad fría y emocionalmente vacía, tienen poca o ninguna preocupación por los demás y no sienten remordimiento al causar daño emocional o psicológico (Goncalves & Campbell, 2014). Desde la perspectiva evolucionista, los hombres pagan menos costos y ganan más que las mujeres, al incurrir en un enfoque de explotación a la vida (Jonason et ál., 2009). Un claro ejemplo de esto viene de la mano de la psicopatía, debido a que son los peores administrando el dinero ajeno, lo cual a menudo le cuesta mucho más dinero al dueño de los fondos que al administrador de ellos; sin embargo, persisten en esta conducta (Jones, 2014). Continuando con la afirmación de que los rasgos de la tríada oscura podrían ser adaptaciones para la explotación especializada en los hombres, se han encontrado diferencias entre estos y las mujeres en relación con la mentira (Jonason, Lyons, Baughman & Vernon, 2014). E. g., el carácter estratégico ayuda a los maquiavélicos a evitar la detección de la infidelidad, incluso cuando se ven atrapados. Estos individuos suavizan los conflictos y tienden a prosperar cuando las tensiones y emociones son fuertes (Christie & Geis, 1970; Jones & Weiser, 2014). Para aquellas personas que han estado obligadas a vivir la vida en el momento resulta ventajoso poseer baja empatía y alta alexitimia (Jonason & Krause, 2013), debido a que han desarrollado me-

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canismos de adaptación de dimorfismo sexual, en consonancia con los objetivos evolutivos dispares que subyacen a los rasgos de la Tríada. Así, también, la empatía limitada puede ser beneficiosa para quienes participan de forma antagónica y explotadora en la sociedad. Puede ser que la empatía limitada sea instrumental en la implementación exitosa de estrategias socialmente aversivas, que se encuentran en personas que puntúan alto en la Tríada (Jonason et ál., 2013). Para Furnham, Richards, Rangel & Jones (2014) es fundamental que en el desarrollo de futuras investigaciones relacionadas con la Tríada se afronte el desafío de definir los límites de sus rasgos constitutivos de otras personalidades malévolas, como la sádica y la dominancia social. Estos rasgos han demostrado un núcleo cruel-manipulador, el cual parece ser el sello distintivo de la personalidad malévola. Por otra parte, Jones & Paulhus (2014) realizan una dura crítica al Dark Triad Dirty Dozen (DTDD), al afirmar que este instrumento presume que las personalidades maquiavélicas son impulsivas, lo cual es inconsistente con el concepto original (Jones & Paulhus, 2009). En este contexto, los autores han desarrollado un instrumento corto, válido y fiable de la Tríada, la escala Short Dark Triad (SD3), cuya reciente construcción propone un desarrollo aún mayor de estudios que profundicen en las características particulares de cada rasgo, así como plantea la posibilidad de poner a prueba sus rendimientos específicos y limitaciones en poblaciones subclínicas. Se observa que los investigadores que adoptan una perspectiva evolucionista han caracterizado a la Tríada como un estilo interpersonal explotador, debido a una estrategia de vida rápida. Sin embargo, no todas las investigaciones han apoyado esta idea. Se ha postulado que distintos elementos asociados a la Tríada pueden reflejar diferentes estrategias de vida (McDonald, Donnellan & Navarrete, 2012), definidas como: (1) estrategia de vida rápida, que incluye la impulsidad antisocial de la psicopatía, la pretensión/exploración del narcisismo, maquiavelismo, sociosexualidad sin restricciones y la agresión, y (2) estrategia de vida lenta, que comprende el dominio sin miedo de la psicopatía y tanto el liderazgo/autoridad como el exhibicionismo grandioso del narcisismo. Tanto la psicopatía como el narcisismo tienen componentes asociados a estrategias de vida rápida y de vida lenta. Además, al revisar estudios que investigan los cuidados en la infancia y la Tríada (Jonason, Lyons & Bethell, 2014), se ha sugerido que la calidad del cuidado parental lleva a patrones de apego que pueden conducir a diferentes aspectos de la Tríada, lo cual es un importante indicador de

que los cuidados tempranos en la infancia por parte de figuras significativas influyen en el desarrollo de los rasgos de la Tríada. La evidencia presentada, a partir de la mirada evolutiva, provee datos que permiten cuestionar la hipótesis evolucionista referida a que los rasgos de la Tríada se expresarían o se transmitirían exclusivamente con un fin reproductivo.

Conclusión En este estudio se ha intentado presentar un acercamiento a la mirada evolutiva, tomando como referencia el estudio de los rasgos de la Tríada (maquiavelismo, narcisismo y psicopatía). La Tríada ha dado lugar a un creciente interés en el desarrollo de investigaciones de los rasgos de personalidad en población subclínica. Esto ha permitido plantear que existen diferencias evolutivas a partir de los primeros años de vida, las cuales varían de acuerdo con la calidad de la relación con las figuras significativas. Se han observado diferencias y tendencias de los adolescentes en las redes sociales. También se han estudiado las diferencias de acuerdo con el sexo en diversos contextos sociales, en donde estos rasgos presentan rendimientos particulares al momento de desenvolverse y adaptarse a la sociedad. Más que un peligro para la integridad física de los otros, se sugiere que la Tríada es un factor predictor para la violencia psicológica, inhibición moral, manipulación, baja amabilidad, insensibilidad, egoísmo y dificultad para mentalizar en contextos de interacción interpersonal y social. En este panorama, el Short Dark Triad (SD3) podría facilitar el desarrollo de nuevos estudios que evalúen la Tríada, debido a que se caracteriza por ser un instrumento de aplicación breve, válido y fiable. Los puntos para aclarar en el futuro tienen que ver con la importancia de la Tríada en la tendencia a tener relaciones sexuales tras un breve período de emparejamiento, y la preferencia para encuentros sexuales casuales, que se ha atribuido a los hombres que poseen estos rasgos. Asimismo, revisar los límites y diferencias conceptuales de los rasgos de la Tríada con otros rasgos, como el sádico y la dominancia social. También continuar visualizando las características socioambientales que predisponen a las personas a desarrollar los rasgos de la Tríada. En este sentido, la importancia de la mirada evolutiva radica en que es una propuesta intermedia entre las explicaciones de corte biologicista y sociales, que cuestiona la hipótesis evolucionista en cuanto al excesivo énfasis en la reproducción y la estrategia de vida rápida.


Queda un largo camino por recorrer en las profundidades de las mentes oscuras, y mucho por descubrir sobre los rasgos dimensionales de la personalidad en relación con su capacidad de facilitar la adaptación de las personas a diversos y complejos contextos sociales.

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