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VIEJA, CANSADA, OJEROSA

> Por Ana Melgarejo

MI ABUELITA SIEMPRE le encontraba alguna cualidad positiva a las mujeres, si no era su belleza física alababa su mirada o su sonrisa. Es algo que todos deberíamos aprender y que, sin duda, sería muy útil para las vendedoras de cosméticos.

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Iba caminando con mi familia por el departamento de perfumería. Me abordó un demostrador y me puso una canasta con papelitos en la cara. Tenía que escoger uno y ganaría un premio de acuerdo al número que saliera. Resultó que el número dos correspondía a algo que me darían en el mostrador de una marca de cremas de antaño. Lo seguí solo para pagar la penitencia de no haber rechazado el papelito. Llegué a las manos de una vendedora. Decir que me metió una

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