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¡NOS VOLVIMOS LOCOS!
buena insultada, sería exagerar, pero casi. Sin darme cuenta, estaba sentada recibiendo una letanía de todo lo que está mal con mi rostro. Ya le había advertido que, además de todo lo que me dijo, mi piel es muy sensible. Sin importarle, me puso el menjurje que me empezó a escocer la cara. El ardor no solo estaba en mi piel vieja, cansada, ojerosa y sin ilusiones, sino, también en mi mente. Me empecé a enojar, no porque tenga la piel de bebé, sino por la desfachatez. Ante la pregunta “Entonces, ¿se lo va a llevar?”, la respuesta fue un rotundo no. Parece una práctica común en los sitios que venden “belleza” hacerte notar todos tus defectos para que les compres. Bajita la mano menoscaban tu autoestima para ganar la comisión. Por ello, he optado por dejar de ir a esos lugares. Prefiero encontrar señoritas o estilistas que me vean en positivo, así, como mi abuelita. Soy Ana Melgarejo y difícilmente me verán nuevamente aceptando papelitos.
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