EL BROCAL HISPANOMUSULMÁN DEL LÁZARO

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EL BROCAL HISPANOMUSULMÁN DEL LÁZARO Por Enrique Domínguez Perela

NUMERO 184

MADRID, 1985 . .


Brocal hispanomusulmán. Museo Lázaro, Madrid.

EL BROCAL HISPANOMUSULMAN DEL MUSEO LAZARO Por ENRIQUE DOMINGUEZ PERELA

La fuerte valoración de la intimidad es un factor característico de la cultura islámica que se va a ver reflejado frecuentemente en sus realizaciones materiales. Exteriores austeros, interiores fastuosos forman frecuentemente la dicotomía básica de un arte implantado desde la India hasta el occidente mediterráneo. De esta manera la proyección sensual de que se va a dotar a todo objeto cotidiano va a permitir la existencia de piezas que son menos frecuentes en otras culturas. Tal es el caso de los brocales hispanoislámicos. 210

En cualquier cultura un pozo es un lugar importante , a veces revestido de connotaciones religiosas. En el mundo islámico su triple funcionalidad -doméstica, litúrgica y social- favorece un tratamiento singular plasmado en los brocales; éstos, normalmente, son de barro cocido, frecuentemente vidriado, y excepcionalmente de piedra (mármol o caliza) l. El brocal de la Colección Lázaro, realizado en caliza pisolítica 2, es una de las piezas conocidas más singulares de su clase 3. Estructuralmente se compone de dos tron-


cos de cono , el más bajo casi un cilindro , tallados en un solo bloque al que se ha vaciado su interior cón bastante irregularidad (existe un cierto descentramiento entre las caras superior e inferior) , de manera que su sección presenta cierta forma de embudo, contrariamente a lo que sucede con otras piezas , especialmente cerámicas , de perfil suavemente acampanado ; sin embargo , los brocales realizados en piedra suelen poseer su superficie interior sensiblemente cilíndrica e incluso , en algún caso, se puede apreciar una leve convergencia en la parte inferior 4 . El borde superior presenta varias huellas producidas por el rozamiento de la cuerda. Sus dimensiones también son desacostumbradamente reducidas, sobre todo si las comparamos con las de los cerámicos. Nuevamente encontramos paralelos en piezas realizadas en material pétreo. Existe un brocal en el Museo Arqueológico de Sevilla (pieza número 30) que posee la misma altura que el del Lázaro , otro del Museo Arqueológico de Córdoba (pieza número 516), realizado en caliza, tiene 69 cm . de altura por 60 de ancho. Dejando de un lado la peculiar organización estructural podemos pasar a analizar los diferentes elementos forma-

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les unitarios que intervienen en su configuración. Comenzando por la parte más inferior nos encontramos con un friso liso seguido de una acanaladura que da pie a una banda resuelta con decoración epigráfica (tema 5) . Esta se resuelve mediante la repetición seriada (10 veces) de la jaculatoria «Sólo Dios es vencedor», tan característica de época nazarí y que podemos observar en la práctica totalidad de los paramentos de la Alhambra, tanto en yeso como en cerámica o en mármol. Destaquemos que , en este caso , se aprecian dos singularidades importantes: no es usual que la banda epigráfica se desarrolle en la parte más inferior de un objeto de estas características , sino que, por el contrario , lo normal es que ocupe una zona más elevada de más fácil lectura; la jaculatoria, realizada a partir de una única plantilla, posee el error epigráfico de emplear Ayn en lugar de Gayn, raro en piezas relacionadas con los círculos aúlicos , en donde este tipo de anomalías se registra en temas de muy reducidas dimensiones ; sin embargo , en obras de adscripción social más modesta son relativamente frecuentes errores de este tipo 5 , sobre todo a medida que nos adentramos en el siglo XV , en que poco a poco , y como consecuencia de la progresiva des islamizació n de amplios sectores sociales hispanos , los caracteres árabes, por ser copiados por artesanos que carecen de la familiarización de otros tiempos con la lengua oriental , se van degenerando hasta llegar a las conocidas pseudoepigrafías de, por ejemplo , las cerámicas de Manises. El espacio de ajuste de este friso se ha ocupado con una estrella de seis puntas, realizada mediante bandas que se entrecruzan alternativamente , en cuyo centro se ha dispuesto una tachuelita que quiere ser una forma polilobulada ; ambos temas (tachuela y estrella de seis puntas) son frecuentes en la decorazión nazarí. Existe una lápida sepulcral en el Museo Arqueológico de la Alhambra 6 con una estrella muy similar mientras que la tachuelita aparece en infinidad de ocasiones desde época califal . El siguiente elemento decorativo se compone mediante una delicada labor de lacería realizada entrelazando dos familias de bandas que se desplazan a 4SO, quebrándose rítmicamente y definiendo dos conjuntos diferenciados de formas : estrellas de ocho puntas y cruces. Completan la composición florecillas o tachuelas centradas con las estrellas y ajustadas a la organización geométrica general con ocho petalillos. Se da la circunstancia de que las aristas que delimitan el trabajo de lacería presentan unos vivos muy nítidos , contrariamente a lo que sucede en otras partes de la pieza. Ello puede ser debido a un repaso en época reciente o a que permaneciera durante largo tiempo recubierta de estuco, como parecen acreditar algunas zonas de las arquerías que veremos más adelante . Mucho es lo . que se ha dicho sobre este tipo de composiciones, tan características de la cultura hispanomusulmana; sin embargo , la presente pieza nos permite una meditación , sin querer entrar más que superficialmente en tema sobradamente analizado por especialistas muy conocidos. En efecto, ya hemos señalado la forma levemente cónica de esta zona del brocal ; ello implica una serie de problemas para poder ajustar una composición geométrica regularizada. En principio, aunque la superficie cónica es reglada, su desarrollo dará un trapecio curvo en lugar de un rectángulo; para inscribir en él una retícula regularizada el artesano-artista, actuando de geómetra , se vería obligado a introducir una serie de ajustes de cierta dificultad. Por otra parte , al ser la pieza circular , no es posible realizar sobre ella, directamente, ningún tipo de composición geométrica, por lo que deducimos que debió existir un boceto previo o una plantilla de similares características a. la que sirvió pa211


TEMA 4

TEMA 2 REGULARIZACION GEOMETRICA DE LOS TEMAS DECORATIVOS

Temas decorativos 1, 2 Y 4.

ra realizar la decoración epigráfica y el resto de los elementos. 0, lo que es lo mismo , en la presente pieza hubo de intervenir una persona con unos ciertos conocimientos de geometría 7 . La base de esta composición (ver tema 3) la forman dos redes de cuadrados generados por cuatro familias de rectas, como se expresa en la figura. f-I modelo decorativo de esta lacería puede rastrearse en la península Ibérica 8 desde la antigüedad hasta el califato 9, para pasar directa o indirectamente a Monteagudo, a San Salvador y San Martín de Teruel 10 ; la misma composición aparecerá repetidamente en la Alhambra, aislada o entramada con motivos menos geometrizados, y, por citar otro caso, entre los muchos conocidos en el mundo' mudéjar, significativo de su arraigo, lo volvemos a ver 212

en la cubierta del presbiterio de San Ildefonso de Alcalá de Henares 11 . Fuera de la península lo encontramos también ligado a elementos clasicistas y desarrollado en las composiciones geométricas en ladrillos orientales (alminar ,de la mezquita Kalyan de Bujar, siglo XII) 12 , para pasar, también muy repetido, en el siglo XIV a la madrasa Bu Inania de Fez 13 , de tantas connotaciones con lo que por los mismos años se está realizando en la corte granadina. De la constatación de este fenómeno de desarrollo formal podemos deducir que el mundo mediterráneo va a mantener durante la edad media una cierta homogeneidad cultural en lo que se refiere al mundo islámico, enraizada en la vieja unidad cultural helenista, reforzada por dos factores : el sentimiento de comunidad (umma) musulma-


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I

ESQUEMA GEOMETRICO BASICO TEMA 3

REGULAR IZACION GEOMETRICA

Tema decorativo 3.

na más allá de las diferenciaciones regionales y el mantenimiento de los lazos comerciales 14 por encima de las frecuentes disensiones políticas 15 , que mediante el intercambio de objetos muebles suntuarios (telas, orfebrería , marfiles, etc.) permite una cierta fluidez que en ocasiones dificulta establecer el origen primero de una forma concreta . Todo ello contribuye a que modelos originariamente helenistas pervivan en el mundo islámico con mayor intensidad que en el europeo-cristiano. El cuerpo más elevado se decora en su parte más baja con un tema de trenzado de dos cabos de los más sencillos conocidos y con un uso documentado ininterrumpidamente desde la antigüedad hasta nuestros días. Se han empleado polígonos hexagonales para la organización geométrica

(tema 2), 21 grandes y 20 pequeños. La cadencia grandepequeño se ve alterada en dos ocasiones: en una se unen do~ grandes y en otra dos pequeños, para ajustar la composición al espacio disponible. Es frecuente que los brocales hispanomusulmanes sobre todo los cerámicos- posean un friso de arcos que normalmente son polilobulados . El brocal del Lázaro nos vuelve a sorprender con una composición ciertamente singular: arcos apuntados de herradura con formas diédricas entre las enjutas . Este tipo de arcos, empleados por primera vez en la ampliación de la mezquita mayor de Córdoba realizada por Almanzor, tendrán una decidida aceptación en la arquitectura hispanomusulmana a partir de época almohade, para mantenerse posteriormente en las 213


estelas funerarias y en algunos elementos arquitectónicos más o menos abundantes. Las formas diédricas, por el contrario, son raras en la plástica islámica; éstas recuerdan, y sólo indirectamente, algunos modelos mudéjares, como, por ejemplo, la portada de la iglesia de San Bartolomé de Córdoba y algunos detalles de techumbres irregularmente repartidas. En definitiva, prácticamente todos los elementos decorativos que aparecen en esta pieza están documentados en Al-Andalus, algunos desde la época del Califato. La incertidumbre que proporciona cualquier pieza descontextualizada se acentúa en este caso por su originalidad; ello no ha de ser obstáculo para que planteemos, con consciente carácter de provisionalidad, una hipótesis fundamentada racionalmente. Como ya ha quedado indicado, algunos de los elementos decorativos parecen indicar un

segmento histórico en el que conviven fórmulas hispanoislámicas e influjos del norte; por ello, puede pensarse en un momento incierto a partir del siglo XIV, en que, como sabemos, la propia corte granadina cede a los gustos cristianos, hasta el punto de aparente paralización de los talleres granadinos en el siglo XV. El lugar de su realización puede situarse dentro o en el área de influjo de la corte granadina (triángulo Córdoba, Sevilla, Granada), como también parece desprenderse de la posible procedencia de la caliza (Gilena) de una zona fronteriza entre los siglos XIII al XV, a medio camino entre Sevilla y Granada, circunstancia comparable a la situación cultural genérica del sur de la península Ibérica en estos siglos, a caballo de dos concepciones sociales diferenciales, que podría dar razón de ser a una pieza como la que se ha sometido a este somero análisis.

TEMA 5 ,5

Tema decorativo 5.

NOTAS 1. C. Posac Mon, Brocales de pozo en Ceuta, «Hesperis-Tamuda», I1I, 1962.

2. El tipo de caliza empleado en esta pieza no es frecuente que aparezca en otras conocidas. Mi buen amigo don Alejandro Sánchez (del Instituto Geológico y Minero) me ha facilitado la información de que existen canteras de similares características en la zona de Gilena (Sevilla), lugar del que, tras un examen visual comparativo, puede pensarse que procede la materia prima de esta pieza . 3. Varios son los elementos que singularizan a esta pieza, como iremos viendo en el curso del presente estudio. A nivel general cabe destacar que la concentración de ellos es muy elevada. Así, las escasas dimensiones, el error epigráfico, el tipo de caliza, la óptima conservación de la lacería implican una incertidumbre que es sobradamente compensada por el interés que tiene dar a conocer tan importante pieza . A recalcar en todo caso, que la parte superior del brocal presenta un envejecimiento incomparable con el de la zona decorada, tal vez debido a que la pieza permaneciera estucada, como parece deducirse de algunos rasgos detectables en el friso de arquerías. 4. Pieza núm. 30 del Museo Arqueológico de Sevilla. 5. R. Valencia, D. Oliva y M. E. Gálvez, Fondos epigráficos del Museo Arqueológico de Sevilla, comunicación presentada en las «III Jornadas de Cultura Arabe e Islámica», Madrid, mayo de 1983, actas en prensa. 6. Pieza núm. 238, siglos XIV-XV.

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7. El estado de la cuestión puede perseguirse a partir de las «Actas del II Simposio Internacional de Mudejarismo: Arte», Teruel , 1982. Con relación a la línea argumental de este trabajo, especialmente: E. Nuere , Restauración de la carpintería mudéjar siguiendo las reglas de la carpintería dictadas por P. López de Arenas en 1619. 8. B. Pavón Maldonado, El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica (una teoría para un estilo) , Madrid , 1975, p. 53, tabla VIII, figs. 85 a 87, y p. 195. Sobre este tema también: G. M. Borrás, Arte mudéjar aragonés, Zaragoza, 1978, pp. 102 y 103; también Galiay, Arte mudéjar aragonés, Zaragoza, 1950. 9. Gómez-Moreno, M. Ars Hispaniae, t. III, pp. 180, fig. 242 en que recoge una pieza procedente de Córdoba y atribuida al siglo X. 10. L. Torres Balbás, Artes almorávide y almohade, Madrid, 1955, y, del mismo autor, Ars Hiapaniae, t. IV, Madrid, 1949 . • 11. B. Pavón Maldonado , Alcalá de Henares, medieval. Arte islámico y mudéjar, Madrid , 1982, lamo XLVIII . 12. A. Papadopoulo, El Islam y el arte musulmán, Barcelona, 1977, figs. 153 y 156. 13. Ibídem, fig. 143. 14. Interesa destacar la polémica hipótesis de Pirenne, Mahoma y Carlomagno, Madrid, 1979 (obra acabada en 1935). Para una puesta al día del problema puede verse Perroy , Encore Mahomet et Charlemagne, «Rev. Hist»., 1954, o bien R. S. López, Les influences orientales et l'éveil économique de I'Occident», «Cahiers d'Histoire mondiale», 1, 1953. 15. Entre lo último publicado al efecto, R. Mantran , La expansión musulmana (siglos VII al Xl), Barcelona, 1982.


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