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Editorial

El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento Al parecer el trabajo nos rige, nos obstina, nos dignifica, nos hace persistentes, nos engrandece, nos fatiga, nos humaniza, nos programa, nos esclaviza. El trabajo da sentido, en gran medida a nuestra vida si éste es equilibrado y cubre nuestras expectativas. Si respetamos la importancia del trabajo este puede regresarte el favor. Vivimos en un mundo donde el trabajo es necesario para cubrir lo fundamental para vivir, recrear y descansar. Somos obreros de distintos compromisos para la humanidad; algunos formamos futuros ciudadanos responsables, otros aplican la justicia, muchos somos creadores de obras que bien pueden perdurar, trascender, significar a la vida de una persona o caducar en los anales de la historia, otros, somos constructores de oficio y artesanos por naturaleza.

Todos, con su talento, en mayor o menor medida aportamos al mundo de la sociedad, pero sobre todo al mundo de las ideas, porque tan necesario es el trabajo más pesado como el detalle más pequeño puesto que hacen el todo, la unión para sostener la gran obra llamada vida.

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Es tan relevante el trabajo que, incluso se convierte en ritual, en una ceremonia estructurada que enaltece dicha obra. Todo tiene un comienzo y un final cuyo propósito es lograr el equilibrio y que, los obreros salgamos contentos y satisfechos, ese es el reto. Un ritual (a veces llamado rito) es un conjunto de acciones ceremoniales que se realizan de forma reiterada, y que poseen un valor simbólico o representativo. Se trata de acciones inscritas en un credo, una ideología o una tradición cultural específica. El trabajo se vuelve un ritual porque se estructura de tal forma que obedece al orden y a la jerarquía, que va generando crecimiento en los distintos ámbitos que nos hacen incidir y coincidir como sujetos activos en una sociedad en constante movilidad.

Ya lo dijo Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: Los ritos son necesarios. ¿Qué es un rito? -dijo el Principito -Es también algo demasiado olvidadodijo el zorro- Es lo que hace que un día sea distinto de otros días, una hora, distinta de otras horas. Eso hace distinto nuestros Trabajos, Ritos, Rituales y Ceremonias.

En este tercer número de Sefirot, corresponde hablar del trabajo; para ello, Alejandro Inguanzu nos regala una narración, un cuento de ciencia ficción al cual titula Autobús, donde nos deja una reflexión sobre cómo los deberes, las implicaciones, y la inteligencia artificial nos ven rebasadas en la vida cotidiana, en la rutina en la que estamos inmersos. Le sigue Juan Esteban Hernández López, quien analiza la importancia de éste, lo satisfactorio y necesario para la vida misma. A propósito del tema, de una manera didáctica, el autor hace valer su visión filosófica para enseñarnos el valor de la vida, de los detalles, de la amistad, de la familia y de aquello realmente valioso para con nosotros y para con los otros.

Agradecemos la puntual participación de Rubén Martínez García, que, a través de una investigación sobre Francmasonería, nos lleva a recorrer la historia, la influencia de la Revolución francesa en el mundo y el origen de los ritos, el deber del obrero y la importancia de las estructuras en una Logia. No pierda detalle en los elementos culturales y léxicos que pone de manifiesto su labor, esfuerzo y disciplina.

Finalmente, nuestro agradecimiento y bienvenida a Emmanuel Ortega Sosa, joven recién ingresado a la Orden que da cuenta de su experiencia y paso del ajefismo a la masonería. En su producción nos relata las preguntas que todo iniciado nos planteamos, además de las reflexiones filosóficas a las que llega, manifestando siempre la duda en aquello que observa y escucha. El ajefismo es una Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, que está cumpliendo con su cometido y nos hace llegar elementos con firmes bases, comprometidos e interesados por la Orden y la humanidad para pasar de una etapa a otra. De ahí la importancia de sus palabras inscritas en el título, Mi testamento: del ajefismo a la masonería.

Para nosotros es un gusto, apreciado lector, su interacción con el texto. Pase a leer, su lectura es nuestro motivo.

Autobús

Ya se fue el camión, mierda, llegaré tarde, esta vez sí me van a despedir. El autobús no llega, ya es muy tarde, de verdad me van a correr, ya se me agotaron las excusas, no me van a creer cualquier cosa que me pueda inventar, sólo diré que se me hizo tarde. Recordando lo que pasó: desperté, hice mi “cama”, limpié un poco, tomé mis alimentos, nada nuevo, no entiendo entonces porque se me hizo tan tarde, siempre hago lo mismo y nunca me tardo tanto, bueno, en fin.

Ya pasó más de media hora y el autobús no llega. De saber que se tardaría tanto ya habría llegado corriendo; después de todo si llegaré tarde. Por fin. Alcanzo a ver un autobús; eso no cambia que llegaré tarde después de todo. No es el fin del mundo, sólo un trabajo más del que me despiden.

Subo al autobús, está en malas condiciones, pero funciona, no hay muchos pasajeros, los pocos que están sentados están solos, nadie está sentado al lado de nadie, y al parecer me subí en un autobús de la tercera edad, no soy bueno calculando edades, pero creo que rondan los setenta y la muerte, nadie se inmuta cuando subo, ninguno desvía la mirada, me siento, siguiendo el patrón. Un asiento solo en medio del autobús del lado de la ventana.

Avanzamos lentamente, es lento, al menos creo que va más rápido que una persona corriendo, creo No veo ninguna persona en la calle, ya es tarde, deben estar todos en el trabajo Pasan unos minutos, estoy sentado en el autobús mirando al frente, me acabo de dar cuenta que ya miré ese edificio antes, ya casi es momento de bajarme, me levanto, camino hacia la parte trasera del autobús, toco el timbre, espero que se detenga, se abre la puerta trasera, vuelvo a presionar el timbre, espero que se detenga, se abre la puerta, comienzo a bajar los escalones, ya no tengo prisa, después de todo me van a despedir.

Estoy sentado en el autobús, ya había visto ese edificio antes, casi es hora de bajarme, me levanto, camino hacia la parte trasera del autobús, toco el timbre otra vez, espero que se detenga, se abre la puerta trasera, toco el timbre otra vez, espero que se detenga, caray, por fin se abre la puerta, que raro, un déjà vu, la puerta se abre, estoy por poner mi pie en el suelo estoy sentado en el autobús mirando al frente, y ya había visto ese edificio, espera… ¿Qué? ¿Qué carajos acabo de vivir?, no puedo creer que tuve un déjà vu. Ahora si tengo que bajarme, ese edificio anuncia mi bajada, me levanto rápidamente, y camino con prisa a la parte trasera, esta vez estoy seguro que no es un déjà vu. No es la misma caminata. Toco el timbre un par de veces seguidas, definitivamente no es un déjà vu. Las puertas se abren.

Estoy sentado en el autobús mirando al frente y ese edificio… ¡no!, espera, ¿Qué?… me levanto y corro hacia la parte trasera del autobús le grito al chofer que se detenga, nadie se inmuta por el escándalo que hago, no espero que se detenga el autobús, comienzo a bajar lo más rápido posible, intento abrir la puerta con mis manos…

Estoy sentado en el autobús mirando al frente, “no”, tengo que bajarme, corro hacia atrás, intento abrir la puerta con la fuerza de los golpes de las patadas, me duele por el impacto, pero no me detengo, por fin la puerta cede…

Estoy sentado en el autobús mirando al frente, ¿Por qué me duelen tanto las piernas? ¡Ese edificio!, ya recuerdo, tengo que bajarme de esta cosa, le doy un puñetazo al vidrio de la ventana de al lado, el vidrio cede al mismo momento que penetra en mi mano, me duele tanto, tengo miedo. Tengo que bajarme de aquí.

Estoy sentado en el autobús mirando al frente, yo, tengo que bajar, pero no sé porque, ¿A dónde voy? Porque siento tanto dolor y miedo, estoy asustado y no sé por qué, tenía que bajar por algo

Estoy sentado en el autobús mirando al frente.

Estoy sentado en el autobús. Sentado en el. Bus. Error.

— Qué fue lo que sucedió ahora Dr Lam?

— La inteligencia artificial 63 desarrollo una pequeña falla, el sujeto desarrolló sentimientos no programados, en su mayoría desarrolló miedo, preocupación, e incluso dijo sentir dolor, así como un vocabulario no apto para menores que pudiera no gustarles a los compradores.

— ¿De dónde se nutre la memoria rogramada del sujeto?

— De una pequeña parte de la red, limitamos el conocimiento a una pequeña recopilación de 0 005 segundos de la red y todos los conocimientos fueron extraídos de perfiles de usuarios de la plataforma que preparamos para que las personas nos contaran en que trabajan y las actividades que realizan.

— Revise el archivo de memoria del sujeto.

— El archivo solo tiene escritas las últimas cinco letras mostradas en la pantalla.

— Comencemos una vez Más. Intento 64

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