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que el perfil sea reevaluado a la luz de dichos datos. Asimismo, el perfil y el proceso de perfilación deben ser evaluados a la luz de su ajuste a la descripción del criminal actual, de tal modo que los futuros perfiles puedan ser más exactos. 6. Etapa de «aprehensión». Una vez se captura al sospechoso, se examinan los acuerdos entre los resultados y las diversas etapas en la generación del perfil. Douglas (1986) establece que es una etapa fundamental, así, cuando un sospechoso admite ser culpable, su información permite validar del proceso de generación del perfil llevado a cabo. De todo lo anterior podemos destacar que en la generación de un perfil psicológico son fundamentales tres factores: el análisis de la escena del crimen, la víctima y los hallazgos derivados de la investigación criminológica y biológica.
5. LA ESCENA DEL CRIMEN Siguiendo los estudios del FBI (1985) existen dos grandes grupos de escenas del crimen: la organizada y la desorganizada.
5.1. Los criminales organizados y su escena Este tipo de escena del crimen indica que hubo planificación, premeditación y un esfuerzo consciente por evitar ser identificado. Davis (2000) cita ejemplos: la selección por parte del criminal de áreas aisladas para la perpetración de sus crímenes, el transportar a la víctima de un área a otra, el hecho de traer sus propias armas para cometer el crimen y llevarse las armas de la escena del crimen. De acuerdo con Muller (2000), los criminales organizados tienden a ser inteligentes, pero presentan una historia de bajos logros, con una educación y trabajos de tipo esporádicos. A menudo se encuentran casados y son socialmente aptos, pero generalmente presentan una personalidad de tipo antisocial. Su víctima es, a menudo, una extraña, generalmente de sexo femenino, y puede buscar un tipo particular de víctima o simplemente una víctima por conveniencia, que se encuentre en el lugar y momento equivocado. Usualmente, torturará a su víctima, la matará lentamente, de una manera dolorosa con la cual el sujeto ha fantaseado previamente. El cuerpo de la víctima generalmente será ocultado por el criminal, a menudo también transportado desde el lugar donde la mató a otro lugar, y puede existir desmembramiento de la víctima en los casos en los que el criminal tenga conocimientos forenses, con la finalidad de evitar la identificación. Davis (1999) agrega que este tipo de criminal personaliza a la víctima, controla la conversación, demanda la sumisión de la víctima y los actos agresivos los comete antes de su muerte.
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Holmes y Holmes (1996) sostienen que el criminal organizado presenta una «personalidad organizada» que se refleja en su estilo de vida, su manera de mantener su casa, su automóvil y su apariencia personal, lo cual resumen en la frase «en su vida existe un lugar para todo y todo debe permanecer en su lugar» (Holmes y Holmes, 1996). Asimismo, sostienen que el criminal organizado es sexualmente competente, tiene una imagen masculina, es encantador, controla sus estados afectivos, fue educado con una disciplina dura en su niñez, se desplaza geográficamente, se cambia de trabajos y puede ser un «fan» de la policía. Entre sus comportamientos post-crimen, Holmes y Holmes (1996) sitúan el hecho de que generalmente el sujeto regresa a la escena del crimen, puede mover el cuerpo de su víctima o deshacerse del cuerpo para hacer más «noticia» sobre el crimen. Las características esenciales de una escena organizada son: planificación de la accción criminal, ausencia de relación previa agresor-víctima, conversación controlada, escena del crimen controlada, víctima sumisa, uso de la restricción, actos agresivos innecesarios, desplazamiento del cuerpo, recogida del arma, personalización de la víctima y escasez de pruebas criminológicas y forenses (Soria, 2005).
5.2. Los criminales desorganizados y su escena La escena del crimen desorganizada indica acciones que han sido espontáneas y de un crimen cometido de manera impulsiva. La víctima es escogida al azar y la escena del crimen suele ser el lugar donde encontró a la víctima. A ello se debe el uso de objetos/armas encontradas en el lugar y la rapidez del acto criminal, lo que posibilita la presencia de pruebas criminológicas y forenses. Muller (1999) establece que los criminales desorganizados normalmente tienen una inteligencia baja, muestran algún tipo de severa perturbación psiquiátrica y, por ello, es probable que hayan estado en contacto con las instituciones de salud mental. El criminal desorganizado funciona inadecuadamente a nivel social: escasas relaciones sociales, excepto con la familia, y puede ser sexualmente incompetente (en caso de que tenga algún tipo de experiencia sexual). El ataque de la víctima puede ser brutal y es posible que su cara se encuentre severamente golpeada en un intento por deshumanizar a la víctima, o bien la víctima puede haber sido obligada a usar una venda en los ojos o una máscara. En caso de que la víctima sea agredida sexualmente, generalmente será post-mortem, con mutilación de la cara, genitales y senos. El cuerpo de la víctima generalmente será dejado en la escena del crimen. Sin embargo, en caso de que el cuerpo sea movido, usualmente será con la finalidad de guardarlo como un recuerdo y no para ocultar evidencia.
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Holmes y Holmes (1996) establecen que el criminal desorganizado lo es también en el resto de sus actividades: trabajo, hogar, automóvil, apariencia, higiene, comportamiento y estado mental. Asimismo, estos autores establecen que, de acuerdo con la información proporcionada por el FBI, los criminales desorganizados tienden a no tener una apariencia atlética, son introvertidos y de raza blanca, muchos fueron víctimas de abuso físico y/o emocional en su infancia, y sus padres, a menudo, fueron figuras ausentes. Posiblemente, durante su niñez, estos sujetos tuvieron pocos compañeros de juegos y acostumbraban a tener hobbies solitarios o amigos imaginarios. De nivel intelectual limitado, probablemente dejó la escuela tan pronto como le fue posible y ha tenido trabajos que no requieren mayor cualificación. Asimismo, los autores refieren que el criminal desorganizado no se siente seguro ni cómodo aventurándose lejos de su hogar o trabajo, por ello cometerá sus crímenes dentro de su propio vecindario o en lugares cercanos. La importancia psicológica del acto criminal es tan elevada que suele redactar un diario donde registra sus actividades y víctimas, así como sus fantasías relacionadas con el crimen. Ello es una vivencia interior y, en consecuencia, a diferencia del criminal organizado, no sentirá la necesidad de seguir sus crímenes a través de los medios de comunicación. A pesar de lo anterior el comportamiento post-crimen es muy relevante y puede incluir conductas muy amplias: retorno pronto a la escena del crimen con la finalidad de revivir lo ocurrido, asistir a los funerales de la víctima, poner un mensaje en los obituarios del periódico en memoria de la víctima, guardar diarios o recortes de noticias, volverse religioso, cambiar de domicilio y de trabajo.
5.3. Otros elementos relevantes en la escena Cuando aparece una escena del crimen que incluye aspectos de la organizada y la desorganizada se denomina mixta y puede indicar la presencia de dos criminales, de uno sólo, que planeó el crimen y luego abandonó el propósito por circunstancias imprevistas, o también que el criminal arregló la escena del crimen para ofrecer una apariencia distinta. Todos los crímenes poseen aspectos de uno u otro tipo, pero claramente un tipo predomina sobre el otro. Otro aspecto importante es la posible existencia de más de una escena del crimen, especialmente en los crímenes planificados. En un intento de clasificación, Jiménez (2004) establece tres grandes tipos: a) Escena del crimen inicial. Corresponde a aquellos lugares donde el autor ha acechado o vigilado a la víctima, ha establecido el primer contacto y/o la ha secuestrado. b) Escena del crimen principal. Es el contexto físico donde se produce la principal actividad criminal (violación, tortura, etc.). c) Escena del crimen final. Lugar donde se abandona a la víctima o su cadáver.
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La existencia de más de una escena del crimen refleja una mayor organización, peligrosidad, edad y carrera delictiva (Tapias-Saldaña y cols., 2004; Jiménez, 2004).
6. LA VÍCTIMA Cuando la víctima sobrevive a la agresión es una fuente informativa de primer orden relativa a las características físicas y psicológicas del criminal, así como de la dinámica interactiva, El primer paso es establecer una hipótesis acerca de cómo y cuándo el agresor contactó con la víctima (mediante seguimiento, al azar, etc.). En segundo término, las causas de elección de la víctima. En tercer lugar, debe valorarse el riesgo de la víctima, para ello debe analizarse: edad, sexo, estilo de vida de la víctima, etc. (Ressler, 1992). Al establecer el riesgo de la víctima, podemos determinar el riesgo del agresor, pues es inversamente proporcional (Ressler, 1999, citado en Tapias-Saldaña, 2004). Según Holmes (1989) debe elaborarse un perfil de víctima a partir de distintas variables, siendo las más relevantes, entre otras: • Rasgos físicos. Aspecto físico de la víctima incluyendo el tipo de vestimenta, la apariencia general, el color del pelo, etc. • Estilo de vida. Análisis de las actividades diarias de la víctima: amistades, hobbies, intereses, etc. • Profesión. Estudio de las relaciones interpersonales derivadas de su actividad profesional, las características de ésta, otras actividades laborales anteriores, etc. • Educación. Amistades derivadas de su etapa de estudiante en la universidad, en asociaciones a ella relacionada, etc. • Residencia. Se analiza especialmente la ubicación del hogar de la víctima, su vecindario, la raza o etnia dominante en el lugar de residencia, vecinos actuales y pasados, etc. • Historial médico. Es fundamental en el proceso de identificación de una persona muerta y sin documentación (radiografías dentales, etc.). En el caso de violaciones la existencia de enfermedades venéreas, etc. • Historial psicopatológico. Examen de su historial mental, posibles ingresos en centros psiquiátricos, tratamientos recientes, etc. • Historial psicosexual. Consiste en analizar los aspectos más relevantes de su historia sexual: número de parejas, existencia de un amante, prostitución, etc. • Antecedentes penales. Información acerca de arrestos policiales, de asistencia a juicios en cualquiera de los roles jurídicos (acusado, testigo, etc.).
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• Últimas actividades antes del crimen. Tiene un especial interés para la investigación: rutas seguidas para desplazarse, actividades sociales, llamadas telefónicas recibidas, etc.
7. HALLAZGOS CRIMINOLÓGICOS Y BIOLÓGICOS El presente apartado pretende tan sólo ofrecer una visión muy general de las pruebas más relevantes, orgánicas y alguna no orgánica, en el proceso de investigación de un acto criminal. Nuestro interés se basa en la necesidad de que el psicólogo de investigación criminal conozca los elementos que componen los indicios físicos, químicos, biológicos, etc., que suelen estar relacionados con la ejecución de una conducta social criminal. Para ello deberá conocer los vestigios que son dejados en la escena del crimen por el autor/es. Entendemos por éstos cualquier material potencial útil para relacionar a un sospechoso, un arma o un lugar con un crimen. Uno de los autores más relevantes en el campo, Di Mayo (2003), establece una subdivisión de dos tipos: a) Muestras biológicas u orgánicas: sangre, semen, pelos, tejidos orgánicos, uñas, mordeduras y saliva. b) Muestras no biológicas o inorgánicas: ropas, balas/armas, fibras, pintura, cristal y tierra.
7.1. Características de las pruebas halladas en la escena del crimen Todo indicio dejado en la escena del crimen por su autor debe ser sometido a una triple acción: • Búsqueda del indicio en el lugar. Los indicios son frágiles y en consecuencia pueden pasar inadvertidos u olvidados en el lugar o ser alterados por el propio equipo de investigación. • Recogida y envío al laboratorio para su estudio y cotejo. Una recogida deficiente provoca la pérdida de un elemento de investigación e inculpatorio que puede resultar básico para la detención del autor. Además puede ser fácilmente contaminada de forma voluntaria o involuntaria, durante su recogida o transporte. Esta etapa resulta fundamental, pero escasamente contemplada en nuestro ordenamiento jurídico a diferencia del anglosajón. Las normas prácticas fundamentales son: – Incluir los soportes de la muestra encontrada. – Evitar los roces o mojaduras de la muestra.
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– Asegurarse de la limpieza de los recipientes donde son transportadas. – Los frascos que contengan sangre deben estar secos para evitar la hemólisis. – Utilización de guantes y material desechable. – Etiquetado e individualización de las distintas muestras. • Exámenes analíticos e interpretación de éstos.
7.2. Pruebas orgánicas 7.2.1. Sangre La sangre debe ser estudiada desde distintas perspectivas: el aspecto, los mecanismos de producción y las investigaciones de laboratorio. La sangre es el indicio más común en delitos violentos. Su color depende de la antigüedad (rojo vivo que se oscurece con el paso del tiempo) y del origen (venoso, arterial o capilar). La forma depende de múltiples factores como son el volumen, el ángulo de incidencia, la fuerza de proyección, los mecanismos de producción y la naturaleza del soporte donde se deposita (absorbente, etc.). Respecto a los mecanismos de producción se distinguen cuatro grandes tipos: • Proyección. Producida al proyectarse la sangre por efecto del bombeo del corazón y, lo que en consecuencia, determina la existencia de vida en la persona. Se puede producir por sección de arteria, movimiento brusco de la víctima, etc. • Escurrimiento. La sangre se desliza sobre un soporte por efecto de su liquidez y de la gravedad. Es fundamental para determinar los posibles movimientos del cuerpo. • Impregnación o contacto. Consiste en la impregnación de un soporte por la sangre, sobre un cuerpo poroso u otro no poroso. En este segundo caso el cuerpo impregnado de sangre dejará una marca al contactar de nuevo con otro cuerpo u objeto. • Limpiadura. Se produce por impregnación y contacto. Respecto a las técnicas analíticas más relevantes encontramos: • Pruebas de probabilidad. Consisten en determinar si la prueba encontrada es sangre o no. La más común es la reacción de Adler o de la bencidina. • Pruebas de certeza. Permiten determinar el origen de la sangre (humana o animal) y hay de cuatro tipos: histológicas, microquímicas, espectroscópicas y cromatográficas. • Pruebas de tipo sanguíneo y reactivo. Su finalidad es detectar las características identificadoras del sujeto al que pertenece la sangre.
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7.2.2. Semen Compuesto por espermatozoides y plasma seminal, su color tiende a modificarse con el paso del tiempo (Gisbert, 1988). Su búsqueda se dirige hacia los materiales que pudieron haber entrado en contacto con él de forma directa, sobre la víctima (vagina, boca, ano) sobre soporte físico (sábanas, alfombras, etc.), o indirecta, fundamentalmente por limpieza (papel, pañuelos, etc.). La duración de vida de un espermatozoide en la cavidad vaginal fluctúa significativamente, desde cuatro horas a días. Su morfología variará según el soporte, así en la piel adopta la forma de escamas; en los pelos, magma de color grisaceo; en tejido no absorbente, de película brillante, etc. Existen dos tipos de análisis: • Pruebas de orientación. Útiles en procesos de búsqueda de grandes dimensiones, fundamentalmente son la fluorescencia y la prueba de alizamina. • Pruebas complementarias. Son fundamentales cuando sólo se encuentran espermios y no espermatozoides. Podemos destacar entre ellas las: enzimáticas, cristalográficas, electroforéticas, etc. • Pruebas de certeza. Consisten en el análisis de los espermatozoides y de sus características específicas.
7.2.3. Cabello La estructura del pelo a nivel forense puede dividirse en: bulbo (fundamental para conocer si ha sido arrancado de forma violenta), el tallo (compuesto por tres capas concéntricas, la cutícula, la sustancia cortical, la corteza y la médula) y la punta. El cabello es uno de los elementos transferenciales más relevantes, así que podemos encontrarlo en prendas de agresor o víctima, uñas, manos, órganos genitales, etc. En el laboratorio, tras ser agrupados en conjuntos homogéneos, se estudia su aspecto, parásitos, tintes, color, roturas, olor, dimensión, etc. Para ello se utiliza el microscopio ordinario o el ultropack. A continuación se desengrasa y limpia mediante alcohol-éter y, tras montarlo en bálsamo de Canadá, se analiza la procedencia humana, raza, edad, sexo de la persona y lugar de procedencia. A continuación, el diagnóstico específico puede realizarse mediante la prueba de ADN posteriormente citada.
7.2.4. Toxicología Si bien tradicionalmente ha sido definida como el conjunto de procesos analíticos que tienen por objeto aislar, identificar y determinar cuantitativamente los tóxicos, con el fin de permitir el diagnóstico de intoxicación y el esclarecimien-
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to de los hechos (Gisbert, 1998); consideramos que no siempre la toxicología debe producirse cuando existen sospechas de intoxicación, pues numerosas veces determinados productos hallados en el organismo humano permiten conjeturar hipótesis de investigación criminal. Entre la información clave que nos facilita podemos destacar: la vía de entrada al organismo, el ph urinario y la excrección extrarrenal. Las muestras para el análisis de laboratorio son obtenidas de: contenido gástrico, sangre, orina, humor vítreo, hígado, cerebro, riñón, bilis, pelo, etc. El riesgo en la recogida y protección de estas muestras es muy elevado, pues numerosos factores afectan a su estado físico y químico: luz, oxidación, hidrólisis, temperatura y descomposición biológica. Otro gran problema de estas muestras es la necesidad de contar con una cantidad mínima elevada y un grado de concentración de la muestra aceptable. A modo de ejemplo, en una autopsia las muestras que deberán remitirse son: estómago y contenido, sangre (50 ml mínimo), orina (cantidad máxima posible), cerebro e hígado (100 g en ambos casos), vesícula biliar, cuña renal y pulmón (100 g), respectivamente), y por último, cabellos, uñas y huesos cuando se sospeche de intoxicaciones crónicas.
7.2.5. ADN El estudio de este material genético ha significado una revolución en la investigación de delitos violentos, la dificultad para controlar su transmisión hacia objetos y personas, su especificidad poblacional y su perdurabilidad temporal, a pesar de la existencia de condiciones ambientales muy adversas, lo hacen actualmente uno de los indicios más sólidos en la implicación de criminales en el sistema judicial. Todo ello ha generado, no sin debate jurídico, la creación de bases de datos como elemento clave en la investigación criminal. El ácido desoxirribonucleico se localiza en el núcleo de las células y posee el código genético básico de la herencia humana. Los métodos actuales para analizar en el laboratorio el ADN se acercan a la decena, y la utilización de una técnica u otra depende del tipo y calidad del material enviado. Al principio se utilizó el VNTR (fragmentos de restricción de longitud polimórfica), posteriormente se desarrolló el estudio de indicios biológicos por PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que permitió analizar muestras desestimadas hasta la fecha (un pelo con raíz, una minúscula mancha de sangre, etc.); pero sin duda el método más relevante fue desarrollado por Nass en 1963, definido como análisis mitocondrial. Si bien es muy costoso económicamente, permite analizar muestras aún más reducidas y en peor estado de conservación. A pesar de todo lo anterior, existen cuatro factores que pueden afectar negativamente a la muestra obtenida y, por lo tanto, la investigación de laboratorio: la perturbación por agentes químicos de la cadena de nucleótidos, la inexistencia de
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una cantidad mínima de sustancia, afectación de las condiciones de conservación de forma intencionada o no (condiciones climatológicas, uso de radioactividad, etc.) y la contaminación genética con contenidos genéticos de otras personas.
7.2.6. Huellas dactilares Impresiones biológicas dejadas por los pulpejos de los dedos manchados con tinta, sudor o cualquier otro líquido sobre una superficie (Gisbert, 1998). Tienen cuatro características básicas que las hacen muy relevantes en la investigación criminal: la inmutabilidad (son propias de una persona desde los 100120 días de vida hasta la muerte), la inalterabilidad (no se ven afectadas por lesiones o enfermedades, excepto si afecta a nivel de dermis, en cuyo caso quedará una cicatriz, de mayor relevancia forense si cabe), variabilidad (en la población general) y posibilidad de clasificación forense. Uno de los problemas principales es que su valor para la investigación es muy conocida por la población en general y específicamente por los criminales, por lo cual adoptarán un conjunto de medidas de protección, mayores en cuanto el delito sea más planificado. El segundo problema es la necesidad de que los objetos donde se adhieren sean aptos para recibirlas, debiendo ser: lisas, planas, limpias y pulimentadas, así como poseer el tamaño suficiente para recoger el lofograma. El análisis de laboratorio se produce en España desde finales de la década de los 80 mediante el SAID (Sistema Automático de Identificación Dactilar), consistente en una base de datos estructurada en un ordenador central estatal que permite leer dactilogramas, catalogar datos e imágenes y, finalmente, comparar las figuras dactilares obtenidas.
7.3. Pruebas inorgánicas 7.3.1. Procedimientos de recogida Los procedimientos de recogida varían según el tipo de indicio generado, pero deben mantenerse los mismos principios ya indicados para las muestras orgánicas. Veamos a continuación algunas especificidades. En el caso de ropa, no debe cortarse, posteriormente, ha de producirse su secado, ser recogida individualmente en cajas de papel limpia. En todo momento debemos evitar que quede alterada la forma y el lugar afectado por el indicio en la prenda recogida (sangre, semen, etc.). En el caso de balas, perdigones, proyectiles, etc., deben ser recogidos sin marcar el objeto. No retiraremos ningún material extraño que pueda aparecer en el mismo.
7.3.2. Balística Es la rama de la criminalística que analiza los comportamientos de los proyectiles, sus causas y efectos sobre superficies, con el fin de facilitar información al equi-
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po de investigación criminal. En consecuencia, sus funciones específicas son; en primer lugar, el estudio de los proyectiles (vainas y balas) con el objetivo de determinar el tipo de proyectil, marca y nacionalidad, así como del arma utilizada. En segundo lugar, el estudio del arma utilizada y su funcionamiento, así como el establecimiento de la relación de disparo entre un arma y el proyectil percutido y si las balas/proyectiles/vainas recogidas en la escena del crimen guardan relación con los hechos. En tercer lugar, la determinación de la distancia de disparo (véase para más amplitud Soria, 2002). Y, finalmente, la especificación del número y trayectorias de los disparos, mediante el examen del impacto producido por los proyectiles.
7.3.3. Documentoscopia y grafística Es la rama de la criminalística que estudia todo lo relacionado con los documentos desde el punto de vista técnico y que incluye: el soporte, las tintas, los sistemas de impresión, las formas de escritura (mecánica o manuística). Aquella parte de la documentoscopia que estudia específicamente la escritura manuscrita con la finalidad de determinar su autenticidad o falsificación se denomina grafística. La documentoscopia tiene tres objetivos básicos: determinar la antigüedad de una tinta, la comparación entre tintas y la superposición de trazos. Una tinta puede ser alterada para inducir a su envejecimiento mediante distintas técnicas (evaporación de disolventes, oxidación y/ polimerización de resinas, solubilidad de colorantes, alteración de colorantes). Para identificar la similitud entre tintas se utilizan la reacción a la luz infrarroja a y/o ultravioleta, la micro espectrofotometría de luz visible y el análisis mediante el VSC (Vídeo Espectro Computarizado). Respecto a la superposición de trazos, puede estudiarse la identificación de la máquina de escribir o bien impresora, inserción de textos, manipulación de fotocopias (original versus fotocopia, alteración de la fotocopia por borrado o añadido de contenido). Respecto a la grafística, se utiliza para determinar la autoría o falsificación de anónimos, letras de cambio, cheques, pagarés, testamentos, etc. El informe grafológico a diferencia del anterior, que sólo busca demostrar la identidad y la autenticidad/falsedad de una escritura, se adentra en intentar determinar la personalidad del autor. Consideramos que, a pesar de lo atractivo de la idea, no puede ser aceptada como prueba científica en las salas de justicia, especialmente al ser aplicada por profesionales no psicólogos que carecen de los conocimientos necesarios en técnicas proyectivas gráficas.
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