Fidel Castro ha muerto.
Mientras en Cuba apenas la gente salió a llorar o a festejar su fallecimiento tras el anuncio televisado que hizo su hermano Raúl al filo de la madrugada del pasado sábado 26 de noviembre, a noventa millas de La Habana al otro lado del mar, en la ciudad de Miami la noticia recorrió todas sus calles y el exilio cubano se lanzó a ellas con alegría y júbilo para unirse durante el fin de semana a festejar su muerte, honrando a su vez la memoria de todos los familiares y amigos que fueron fusilados injustamente, los que pasaron por el presidio político, los años de la hambruna que se sufrió durante el periodo especial, los seres queridos que murieron en el mar intentando huir, los actos de repudio que sufrieron los que salieron por el puerto del Mariel durante los meses de abril a octubre de 1980 y las tantas lágrimas de dolor de cientos de miles de familias separadas por un cruel y ancho mar.
Pero a pesar de tanta celebración, existe una dura realidad...