Las escuelas primarias de la ciudad de México en la modernidad porfiriana Rosalía Meníndez Martínez
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
PROLOGO Lugar común para la mayoría de los mexicanos ha sido y es la escuela. En nuestra vida siempre es un referente, bueno o malo, y siempre está en nuestra memoria. Desde su edificio, sus aulas y mobiliario, sus patios de recreo, hasta sus cuadernos y libros escolares, así como nuestros maestros y compañeros de banca. Sin embargo podemos preguntarnos, ¿cómo eran las escuelas de ayer?, ¿cuántas horas pasaban en la escuela nuestros padres, abuelos y bisabuelos?, ¿qué era lo que estudiaban?, ¿cuáles eran sus principales actividades al interior de los planteles?, entre otras inquietudes. Por ello, Rosalía Meníndez nos ofrece en este interesante libro, algunas respuestas a estas interrogantes y a otras muchas más. Para ello, utilizó fuentes primarias de diversos archivos como: el Archivo Histórico de la ciudad de México, en los Ramos de Instrucción Pública y Padrones Escolares; el Archivo Histórico del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Universidad Nacional Autónoma de México en los Fondos Ezequiel Chávez y Justo Sierra; el Archivo General de la Nación, en el Ramo Justicia e Instrucción: en el Fondo Reservado de la Biblioteca Gregorio Torres Quintero de la Universidad Pedagógica Nacional; y en el Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública. A toda esta riqueza documental se añaden diversas publicaciones periódicas como: Anales de Higiene Escolar, Boletín de Instrucción Pública, El Escolar Mexicano, El Magisterio Nacional, La Enseñanza Objetivo, México Intelectual, entre otras muchas más. Así mismo, se pueden mencionar diversos libros de texto de Historia y Educación Cívica editados entre 1876 y 1911. En cuanto al contexto, éste lo construyó con base en diversas fuentes secundarias publicadas con anterioridad. Considero que las fuentes primarias analizadas, son las que hacen de este libro una importante aportación a la historiografía de la educación en nuestro país. Entre algunas de las respuestas que nos ofrece la autora se encuentra lo relacionado con el proyecto educativo de la élite porfirista, el cual se inscribía dentro de la llamada modernización que había irrumpido dentro de una sociedad tradicional. 13
Las escuelas primarias de la ciudad de México en la modernidad porfiriana
La autora explica cómo al adentrarse en la documentación que guarda el Archivo Histórico de la ciudad de México, ésta se convirtió en su principal fuente de referencia. Por medio del análisis de sus documentos, pudo visualizar la vida escolar de esta época. En ella, aparecía la figura de un Estado cuya finalidad era la de llevar a cabo una política de centralización y control de la educación pública. En este punto es importante recordar cómo durante el siglo XIX y las primeras dos décadas del XX, tanto la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, como la de Instrucción Pública y Bellas Artes, tan sólo regían para la ciudad de México y los territorios que existían en ese momento. De aquí la importancia de este inicio hacia la centralización y control de la educación, lo cual se logró posteriormente con la creación de la Secretaría de Educación Pública en 1921. Rosalía Meníndez explica cómo durante su periodo de estudio, el Estado se interesaba en imponer un esquema educativo moderno. Lo anterior ella lo fue descubriendo al analizar los programas y planes de estudio, los métodos, la formación de los maestros y los horarios entre otros elementos de la cultura escolar. La base de esta nueva propuesta educativa era el proyecto liberal. De este modo, tanto en los planes de estudio como en los programas se encuentran ideas de modernidad. De aquí que los programas de estudio hayan marcado la pauta para la realización de los libros de texto. Al respecto es interesante recordar que muchos de estos libros utilizados por alumnos y alumnas habían sido escritos por maestras y maestros normalistas. Dentro de estas nuevas prácticas, hay que mencionar cómo el tiempo en la escuela jugó un papel muy importante. Estos planteles habían cambiado, ahora tenían un horario por medio del cuál deberían regirse todas sus actividades. Alumnas y alumnos tuvieron entonces que adaptarse a ese nuevo ritmo de vida escolar. Algo importante fue el surgimiento de los exámenes finales lo cual, la autora lo traduce como un ritual del poder. Al respecto, considero que también fue una forma en que la escuela se hizo presente en muchas comunidades para que, con el tiempo, los padres de familia entendieran que ésta era necesaria. Esto se debía al gran ausentismo escolar que existía durante el siglo XIX y primeras décadas del XX. Un elemento novedoso que surge con la modernidad es el de la higiene escolar. La mortandad infantil que, en muchas ocasiones alejaba a la infancia de la escuela, fue un punto importante de atención de médicos higienistas y de maestros. De este modo, surgió en México una labor higiénico-pedagógica la cual permeó el espacio escolar. De aquí los cambios en su arquitectura, mobiliario y materiales utilizados dentro del recinto de la escuela. Nos encontramos así con nuevos códigos que marcaron el discurso de la escuela porfirista, ya que ahora había que darle importancia a la limpieza del cuerpo y del espacio en donde se estudiaba. 14
Prólogo
Así mismo las aulas deberían de tener suficiente luz y ventilación para evitar contagios de diversas enfermedades entre la población escolar. El esquema de progreso que se explica en este libro, tal como se entendía la modernidad educativa durante el Porfiriato, trajo como consecuencia el que poco a poco, los principales actores escolares fueran transformando sus prácticas diarias en una escuela que se estaba construyendo. De esta forma su vida cotidiana cambió En este libro, la autora nos explica en qué consistieron estos cambios y cómo por medio de la documentación analizada encontró un nuevo espacio de investigación que enriquece de manera importante a la historiografía de la educación, acercándola al ámbito de la historia cultural. Algo que hay que resaltar es que un sujeto olvidado por muchas investigaciones realizadas en derredor de esta temática, fue tomado en cuenta por Rosalía Meníndez. Me refiero a la infancia, a los niños y niñas que asistieron a la escuela durante el Porfiriato. La infancia no nos ha dejado huellas, no existen documentos que ellos hayan escrito, ni libros de notas o diarios, en donde hubieran dejado sus recuerdos sobre su vida cotidiana en la escuela o en la casa, al igual que sobre sus juegos y juguetes. De aquí la necesidad de rescatarla y analizarla. Por ello, ésta es otra importante aportación de este libro. De hecho, en uno de los capítulos dedicados a las nuevas actividades escolares dentro de la llamada innovación educativa, la autora se refiere a los juegos, excursiones, paseos y a las fiestas cívicas y escolares las cuales fueron sustituyendo al calendario religioso. De este modo, sólo me queda recomendar de la manera más amplia la lectura de este libro en donde se encontrará una nueva forma de abordar la temática educativa. El lector, tendrá la oportunidad de conocer lo que eran las escuelas primarias de la ciudad de México en la modernidad Porfiriana, tal como lo apunta Rosalía Meníndez en esta importante investigación. Dra. Luz Elena Galván Lafarga Profesor-Investigador del CIESAS.
15
16
INTRODUCCIÓN El porfiriato es un periodo que ha sido estudiado desde diversos ángulos; en particular, el periodo ha gozado de una atención especial por parte de los historiadores de la educación y de los científicos sociales, amén de que una porción considerable de investigaciones en el campo lo han tenido como referente temporal. A principios de la década de los 80 del siglo XX, la historiografía de la educación mexicana inició una nueva etapa. Las investigaciones, trabajos y libros que salieron a la luz hablaban de un proceso de maduración y crecimiento que permitió introducir nuevos enfoques y ampliar los horizontes de la disciplina. En este contexto, la investigación historiográfica acerca de los procesos educativos en El porfiriato cambió de giro respecto del de años anteriores, se superaron reiteradas visiones maniqueístas y se abrió la posibilidad de abordar los estudios del periodo desde nuevas perspectivas. El marco temporal de este trabajo es el período conocido como el porfiriato. Mi interés por este periodo, surge cuando tuve la oportunidad de consultar un fondo destinado a libros de texto del siglo XIX.1 Esto me dio la posibilidad de revisar los libros que los niños de esa época utilizaban como textos en las escuelas primarias de la ciudad de México. Había pensado que mi tema de investigación podía centrarse en el estudio de estos materiales, por lo cual traté de buscar otras fuentes para orientar el objeto de investigación; fue así que acudí al Archivo Histórico de la Ciudad de México para localizar alguna información que me ofreciera pistas sobre las escuelas primarias. En el momento que inicié la consulta de los primeros documentos, mi tema empezó a delinearse. La información localizada en este archivo, abundante y variada, me permitió visualizar la vida escolar de la época, en la cual aparecía la figura de un Estado que se interesaba en llevar a cabo una política de centralización y control de la educación pública. A través de la documentación se percibía la aspiración de los altos funcionarios de la educación por sistematizar, regular, reglamentar, organizar y planificar 1
Fondo Reservado de la Biblioteca Gregorio Torres Quintero. UPN, Ajusco.
17
Las escuelas primarias de la ciudad de México en la modernidad porfiriana
la educación; todas las acciones realizadas se encaminaban a fortalecer tal iniciativa. El Estado porfirista estaba interesado no sólo en controlar, sino en imponer a través de diversos medios un esquema educativo moderno que se expresaba en diversos aspectos de la vida escolar; entre estos aspectos figuraban los programas y planes de estudio, los métodos, la formación de los maestros, los libros, los horarios, los exámenes, la arquitectura y el espacio escolar, el mobiliario, los enseres escolares, etcétera. El material consultado en este archivo fue la base para estructurar esta investigación, aunque cabe mencionar que también se contó con documentación de apoyo localizada en el Archivo General de la Nación, en el Archivo Histórico del Centro de Estudios sobre la Universidad y en el Fondo reservado de la Universidad Pedagógica Nacional. La documentación consultada en los archivos fue muy amplia e implicó un gran trabajo de revisión, clasificación y organización, lo cual permitió concebir la estructura de los capítulos que integran el libro y enriquecer la visión de la temática estudiada. El tipo de documentación localizada orientó la investigación hacia el tema de la modernización y la educación pública. Si bien éste es el eje central que construyo para explicar la temática, también es cierto que a partir de dicho eje se desprendió casi de manera inmediata e inseparable el tema de la vida escolar en el interior de la escuela y su estrecha relación con el entorno extraescolar. ¿Qué quiero decir con esto? Que al estudiar los cambios que el proceso de modernización porfirista impulsó en la educación, las escuelas y sus principales actores (niños, maestros, autoridades y padres de familia) vieron transformadas paulatinamente sus prácticas escolares, sedimentadas en el tiempo, y con ello su cotidianidad fue alterada. De esta manera, las fuentes abrieron el camino para conocer un espacio sumamente rico y que sin lugar a dudas enriquecería la historiografía de la historia de la educación. La propia dinámica de la investigación fue acercando el tema al ámbito de la historia cultural. En este sentido, las palabras de Heinz-Elmar Tenorth reafirman el objetivo del presente libro: “debemos apuntar a comprender la realidad de la educación y la reflexión que la acompaña como una cultura que obedece sus propias leyes, que genera sus propios efectos, establece sus propias fuentes y cuyo análisis exige sus propios métodos particulares”. Con base en esta consideración, podemos anotar que en la década de los 80 del siglo XIX la élite liberal impulsó un proceso de modernización que significó cambios y transformaciones profundas en diversos ámbitos de la vida del país, lo cual implicó una verdadera revolución del pensamiento que dio pie a la aparición de nuevas ideologías, como fue el caso del positivismo. 18
Prólogo
El concepto de modernidad se refiere a la cualidad de moderno, de lo que es reciente, algo que existe desde hace poco tiempo y que por tanto tiene carácter de actual. Esto es muy importante destacarlo, ya que lo actual se comprende en virtud de lo no actual, es decir, lo moderno se define en virtud de lo no moderno, de lo tradicional. Técnicamente la palabra designa en sus inicios únicamente los límites de la dualidad. Modernus, que proviene del latín como sinónimo de hodiernus, significa tanto lo nuevo como lo actual. En este sentido, la modernidad promueve la aparición de nuevas ideas que cuestionan y luchan contra lo tradicional, y en su lugar proponen nuevas formas de organización económica, de organización social y, por tanto, un nuevo concepto de poder. A finales del siglo XIX la modernidad se entendía como sinónimo del progreso y de la industrialización. Por esta razón, elevar al país al nivel de las grandes naciones industrializadas requería de impulsar un proyecto de modernización que modificara las estructuras económicas y políticas existentes para dar lugar a nuevas formas de poder político y de desarrollo económico. A su vez, para alcanzar este propósito, se necesitaba concentrar el poder en la figura del Presidente; la presencia de un Ejecutivo fuerte y poderoso era esencial en el discurso positivista. En cuanto a la forma de organización económica, era claro que se debía seguir el ejemplo de los países más avanzados de la época; el Estado debía intervenir para crear actores económicos modernos. El proceso de modernización que impulsó la élite porfirista no sólo consideraba los aspectos económicos y políticos. Si bien éstos eran los ejes rectores, también estaba en su agenda el tema educativo, el cual jugó un papel fundamental en todo el proyecto de modernización, que buscaba un nuevo paradigma de ciudadano, acorde con los principios de una sociedad moderna, es decir, occidental. Contar con una educación moderna, opuesta a todo vestigio de lo tradicional, era el propósito de la élite en el poder. Siguiendo esta dirección, comparto las ideas de María Esther Aguirre Lora en el sentido de que el Estado moderno es el encargado, a través de sus instituciones, de organizar la educación formal y distribuirla entre la población, y con ese fin se vale de nuevas formas para gobernar. Este libro aborda el proceso de modernización que impulsó la élite liberal a través del gobierno federal en la educación pública; particularmente me aboco a la modernización que vivieron las escuelas primarias de la ciudad de México durante el gobierno de Porfirio Díaz. El proyecto de modernización educativa que impulsó el gobierno porfirista implicó transformaciones profundas que incidían en todos los aspectos de la vida y, por tanto, en el entorno escolar. Así la vida del niño en el interior de la escuela fue trastocada por los vientos de modernidad; pero no sólo los niños fueron impactados, también lo fueron los maestros, los directivos y los padres de familia; todos ellos formaron parte de ese mundo escolar que a finales del siglo XIX se encaminaba hacia la modernidad. 19
Las escuelas primarias de la ciudad de México en la modernidad porfiriana
La investigación contó con un extenso trabajo de fuentes primarias y secundarias, gracias a esta ardua labor se pudo ingresar a ese maravilloso y complejo mundo escolar del período de entre siglos XIX y XX. El texto se divide en ocho capítulos y cada uno de ellos se vincula directamente con el objetivo central: mostrar cómo la modernización educativa alteró la vida escolar y generó nuevas formas de relación social en el interior y exterior de la escuela. Por tanto, estos capítulos pretenden trazar esa realidad escolar que estaba cambiando a finales del siglo XIX. De allí que el abanico de temáticas estudiadas sea amplio y diverso, pero necesario para poder explicar la profundidad de la transformación escolar. En el primer capítulo, lo divido en dos partes, la primera plantea una reflexión teórica sobre el tema de la cultura escolar; en la segunda se mencionan los principales actores políticos que elaboraron e impulsaron el proyecto de modernización educativa; resulta importante documentar la acción de estos actores en el escenario político y educativo de la época. En el segundo; se habla de los niños, actores protagónicos de la modernización educativa, y se ofrecen algunas notas históricas sobre la infancia; también se alude al interés del gobierno federal por la apertura de escuelas y por la insistencia en captar al mayor número de alumnos, con el propósito de formar ciudadanos modernos. En el tercero capítulo, se aborda el tiempo escolar. La élite liberal concentró sus esfuerzos en crear un tipo de orden y disciplina en el interior de la escuela, por lo que toda la reglamentación de la época enfatizaba en la distribución del tiempo con la finalidad de que el niño aprendiera las pautas de organización temporal, de manera que las horas, los días, las semanas y los meses se constituyeran en marcos de aprendizaje y en mecanismos para la autorregulación de los comportamientos de la infancia. Una población infantil que asumiera estos nuevos valores y conductas era la que justamente necesitaba una sociedad en transformación, cuyos ejes se sustentaban en la industrialización y la modernización. En el cuarto capítulo, se presenta la reforma curricular, pues tanto los planes como los programas de estudio fueron modernizados con un doble objetivo: el de uniformar los contenidos y aprendizajes de los escolares, y el de establecer nuevos conocimientos como parte de la imposición de nuevas prácticas culturales y de reproducción cultural. En el quinto capítulo, se muestran los nuevos métodos que se utilizaron en las escuelas primarias de la ciudad para formar a los niños con nuevas metodologías de enseñanza, que a su vez se vinculaba con los nuevos contenidos curriculares y con la propuesta de la “nueva escuela”. En el sexto capítulo, se plantea un tema interesante e innovador: las nuevas actividades escolares, consistentes en juegos, visitas y excursiones escolares; todas estas actividades tenían por objeto apoyar las actividades 20
Prólogo
curriculares y educar al niño bajo nuevos esquemas, acordes con los planteamientos de la escuela moderna. En el séptimo capítulo, se abordan diversos aspectos vinculados con el tema de la higiene escolar, que fue calificada como un tema central para la educación pública en el porfiriato, razón por la que se introdujeron nuevos valores y concepciones que consideraban por primera vez al niño en su aspecto físico y al entorno escolar en el cual pasaba una parte importante de su vida. Por último, en el capítulo octavo se presenta la estadística escolar, importante instrumento de la modernidad, que fue retomada por el Estado porfirista para acercarse desde otra óptica a la población escolar y con ello tomar decisiones en torno de este sector. Los padrones escolares fueron las estadísticas que el gobierno utilizó para conocer a su población escolar; este moderno instrumento estadístico no sólo ofrecía información sobre los niños, también brindó datos sobre los padres de familia que se convirtieron en actores importantes de la vida escolar. Para abordar a este grupo destiné un apartado especial sobre las profesiones y oficios a los que se dedicaban. Con esta estructura me permito presentar este libro, en la cual intento mostrar que durante el gobierno de Porfirio Díaz impulsó un proyecto de modernización que incluyó a la educación, especialmente a la primaria. La ciudad de México fue el escenario para aplicar las ideas de modernización en las escuelas primarias públicas, que sufrieron cambios tanto en el espacio físico como en las prácticas escolares. Si bien no todas las escuelas de la ciudad fueron trastocadas por los vientos de modernidad, la tendencia fue transformar la educación primaria con una visión uniforme, homogénea, racional, científica, nacionalista y ante todo moderna, en la que el gobierno federal asumió la dirección, el control y la planeación de la educación del país, todo ello con el apoyo de un marco legal y un Ejecutivo fuerte que avaló este proyecto de modernización. Por último debo mencionar que este libro fue construido a partir de la elaboración de mi tesis doctoral en Historia defendida en la Universidad Iberoamericana, por ello mucho del rico y muy extenso material no está presente en este libro ya que por razones de espacio y de edición resultaba un tanto complicado, pero todo aquel lector interesado en profundizar en las fuentes y sobre todo en los anexos la puede consultar en la Biblioteca de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México.
21