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Cartilla 0 Historia, resistencia, búsqueda temprana de ciudadanía y vulneración de derechos de pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en el Caribe colombiano

Elaborada por Claudia Mosquera Rosero-Labbé Con la colaboración de Kathleen Paola Morales Pérez Santiago Peña Rodríguez

Objetivos - 5 ¿Durante qué siglos llegaron los antepasados de las personas negras, afrocolombianas, raizales, y palenqueras a lo que hoy llamamos Colombia? - 10

¿Qué papel desempeñaron las mujeres que llegaron de África durante la Colonia? - 18 ¿Qué papel desempeñaron las(os) descendientes de africanas(os) en el Caribe Neogradino entre 1700 y 1835 - 23

Tabla de contenido

¿Cuál era el alto perfil laboral de las personas esclavizadas que llegaban a la Nueva Granada? - 13

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¿Por qué es importante detenerse en Cartagena para analizar casos emblemáticos de algunas(os) negras(os) libres y mulatas(os) que lograron ascenso social durante el siglo XIX y principios del XX? - 39 ¿Por qué motivos las personas y pueblos de descendencia africana hacen parte de un grupo étnico dentro del ordenamiento constitucional colombiano? - 51 ¿Qué porcentaje de población en Colombia se autorreconoce como miembro de un grupo étnico? - 53 ¿Qué porcentaje de personas pertenecientes a grupos étnicos habitan en los Departamentos del Caribe continental? - 53 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Caribe continental e insular? - 54

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¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Atlántico? - 56 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Bolívar? - 57 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento del Cesar? - 58 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Córdoba? - 59 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de la Guajira? - 60 ¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento del Magdalena? - 61


¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Sucre? - 62 ¿Cuántas personas viven en las zonas urbana y rural de los Departamentos del Caribe continental? - 63 ¿Cuántas mujeres pertenecientes a grupos étnicos habitan en los Departamentos del Caribe continental? - 63 ¿Cómo se comporta el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, como es el de erradicar la pobreza extrema y el hambre desde un lente étnicoracial negro, afrocolombiano, raizal y palenquero? - 64 La brecha entre regiones aproximada mediante el Índice de Condiciones de Vida - ICV - 64

¿Cuál es la situación de los Derechos Humanos de los pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras que habitan en los Departamentos del Caribe continental? - 70 ¿Durante la arremetida paramilitar qué efectos dañinos tuvo en algunos pueblos y en las culturas negras caribeñas? - 76 ¿Cuál es el mapa de la actividad minera y que efectos tiene sobre los pueblos negros de la región? - 80 ¿Por qué han aparecido consejos comunitarios, y solicitudes de titulación colectiva de territorios en algunos Departamentos del Caribe continental? - 82

El índice de Necesidades Básicas Insatisfechas - NBI como expresión del rezago de las personas afrocolombianas - 65

¿Qué marco legislativo existe en el Caribe continental que garantice derechos a personas y pueblos negros? - 84

El caso de Cartagena para el ODM 1 - 67

Bibliografía - 88

La brecha en ingresos entre la población negra y el resto de la población - 68 Las brechas en acceso a la alimentación - 69 3


“Quiero contarle mi hermano, un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra caballero y dice así…” Fragmento de la canción Rebelión de Álvaro José Arroyo.

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Objetivos

Esta cartilla está dirigida a: miembros de consejos comunitarios; a líderes, a lideresas de organizaciones étnico-culturales, étnico-territoriales, étnico-raciales; a funcionarias(os) del Estado a nivel local, distrital o regional; a gestoras(es) culturales, a etnoeducadoras(es); a encargadas(os) de radios comunitarias con interés por estimular procesos de autorreconocimiento étnico-racial en la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera en el Caribe continental colombiano.

Objetivo general Dar a conocer en el Caribe colombiano la realización del próximo Censo Nacional de Población y de Vivienda que llevará a cabo el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas- DANE

Objetivos específicos • Ubicar la presencia histórica y actual de las(os) ascendientes de africanas(os) en el Caribe continental • Conocer la situación de Derechos Humanos de la gente negra en la región Caribe

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¿Durante qué siglos llegaron los antepasados de las personas negras, afrocolombianas, raizales, y palenqueras a lo que hoy llamamos Colombia? Por los estudios históricos sabemos que desde el siglo XVI en lo que hoy es Colombia se registra la presencia de descendiente de africanas(os). La presencia africana en estos territorios se dio por medio de dos vías, la primera mediante el acompañamiento a los conquistadores españoles y el segundo con la llegada masiva de esclavizadas(os) negras(os) como consecuencia de la Trata Transatlántica. Un grupo de africanos construyó barcos en el Mar del Sur para Vasco Núñez de Balboa, la presencia negra en Santa María la Antigua da fe de ello. Muchos africanos contribuyeron a la formación de ciudades como San Sebastián de Urabá en 1509 y Santa María de la Antigua del Darién en 1510. El cronista Juan Friede afirmó la existencia de algunos negros en el Darién en el año de 1517, de otros con Bastidas en el año 1525 en Santa Marta, de otros tantos, en el año de 1528 con Vadillo y de otros tantos en 1530 con García Lerna. Se sostiene que cuando Pedro de Heredia hizo su viaje a Cartagena se le autorizó traer 100 esclavizados negros para el trabajo en las haciendas y en los caminos, al final solo trajo 50 . Como decíamos, la presencia masiva de la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera en el país se remonta a la llegada de hombres y mujeres provenientes de África como esclavizadas(os). La Trata 10

Transatlántica (1440-1860) operó como una de las principales maneras en la que las personas negras africanas llegaron a América. Monarquías con conexiones en África, como la portuguesa, comenzaron a hacer parte de dicho tráfico, dominándolo durante el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII. Además de Portugal y España; Holanda, Francia e Inglaterra también tuvieron un papel importante en el tráfico de esclavizadas(os). Entre 1533 y 1580 llegaron de África a lo que hoy se conoce como los negros de Ley, forma de denominar a las personas negras letradas e islamizadas, en su mayoría procedentes de los ríos de Guinea, que llegaban como si fueran parte de los enseres de los colonizadores españoles, en calidad de sirvientes, bajo el régimen de las licencias de gracia otorgadas por la Casa de Contratación de Sevilla para retribuir a conquistadores, curas y oficiales del gobierno, los favores prestados a la Corona (Manual Afrodescendiente, 2006: 73). Estas personas eran traídas de forma masiva para trabajar en labores que necesitaban de mano de obra permanente y numerosa. Las principales ocupaciones a las que fueron sometidas fueron el servicio doméstico en casas señoriales y haciendas, la minería extractiva de oro, y la agricultura, principalmente en plantaciones de azúcar. En menor medida, también se desempeñaron en el cuidado del ganado, la manufactura de textiles, la extracción de piedras preciosas, en plantaciones de tabaco y algodón y como artesanos en el Caribe Neogranadino (Múnera, 2005: 194).


Antes de las fundaciones de las principales ciudades en el nuevo Reino de Granada, encontramos en las Crónicas de Indias alusiones a la presencia de esclavizados negros africanos dentro de las huestes conquistadoras. Fuentes fragmentadas afirman la presencia de varios esclavizados utilizados por Vasco Núñez de Balboa para construir barcos en la Costa Pacífica; para el año de 1517 treinta esclavizados trabajaban en Panamá, y en 1525 varios de ellos se hallaban en Santa Marta con Rodrigo de Bastidas, y más adelante, en 1528 y 1530, también en esta misma ciudad, junto a los conquistadores Badillo y García de Lerma. Se tiene información que a Pedro de Heredia se le autorizó introducir en Cartagena al momento de la fundación de la ciudad 100 esclavos.

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Fray Pedro Simón, en su libro de Crónicas señala que Pedro de Heredia, “abandonó la tranquila posesión de Santo Domingo”, y desembarcó en los territorios de lo que sería Cartagena de Indias, el 13 de enero de 1533, con un grupo de mas de 300 hombres, entre los cuales venían algunos negros e indios. Precisamente, fue un negro esclavo ladino, en las cabalgadas de saqueo y pillaje mediante las cuales los españoles se apropiaban en forma directa de las riquezas indígenas, antes de que se descubrieran y se estableciera el sistema de minas, quien encontró en uno de los pueblos donde habitaban los indígenas Zenues una múcura de oro: después de reducir a los indígenas del litoral inicia el pillaje de las riquezas del Zenu, llega al pueblo de Finzenu, que era la Corte del gran cacique y todos desarrugaron el rostro cuando un negro ladino del Gobernador Heredia, codicioso de algun pillaje, entró en una de las casas y lo primero que encontró fue una mucura grande, que pesaba cuatrocientos castellanos, vino con ella y dio la buena nueva a su amo, que llamando a su capitanes y mostrándosela los comenzó a alegrar”. Tomado de Ortiz Cassiani, J. (2008). Negros y mulatos en Cartagena: reconocimiento, memoria y olvido (1839-1875). Universidad de los Andes, Bogotá.

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¿Cuál era el alto perfil laboral de las personas esclavizadas que llegaban a la Nueva Granada? En primer lugar, es preciso anotar que quienes llegaron desde África en calidad de esclavizadas (os), eran poseedores de importantes conocimientos en agricultura, metalurgia, cría de animales domésticos, comercio, pesca fluvial y marítima, recolección de crustáceos, agricultura selvática de tubérculos y plátanos, además del cultivo de caña de azúcar. Estas características han sido obviadas por la Historia oficial del país, la cual debe reconocer no sólo esto, sino también la válidez de otra Historia contada desde africanas(os) esclavizadas(os) y sus descendientes. La llegada masiva de población esclavizada se produjo con la finalidad principal de sustituir la mano de obra indígena, cada vez más enferma a causa de las epidemias y la explotación desmedida de los colonizadores españoles. Por otra parte las personas que provenían del África, fueron traídas desde varios lugares de dicho continente. Un grupo considerable fue capturado en los valles de los ríos Senegal, Gambia y Casamanza, y llegaron a territorio americano por Cartagena de Indias, uno de los puertos esclavistas autorizados, durante más de tres siglos fue el principal nodo de contacto geográfico y cultural entre África y la América meridional. Otro grupo, proveniente de zonas como Alta Guinea, Baja Guinea, Angola, y de distintas naciones y castas, llegó desde Jamaica a Panamá y de ahí fueron trasladados a la

Costa Pacífica de forma fraudulenta. Según el historiador Nicolás del Castillo Mathieu, “la mayoría de estos negros entró al país en el siglo XVIII, exactamente a partir de 1700, año en el cual la minería de oro tomó un inusitado auge en el Chocó y en otros lugares de la Costa Pacífica. Ya para esta época, la caudalosa corriente de esclavos bantúes que llegó de manera masiva a la Costa Caribe en el periodo que va de 1580 a 1640 (unión de las dos coronas) había disminuido mucho, siendo reemplazada, desde la segunda mitad del siglo XVII, por negros ararás (Ewe fon) y minas (Akán), los cuales siguieron predominando en el siglo XVIII cuando comparten su primacía con los carabalíes (Efik e Igbo) superando en su conjunto a los bantúes, pero sin hacerles perder a éstos su importancia cultural” (Del Castillo, 1993: 12). El caso particular de la población raizal y su llegada a San Andrés, Providencia y Santa Catalina, fue resultado de dos procesos distintos en los siglos XVII y XVIII: la disputa entre España e Inglaterra por el dominio de las islas del Caribe; y la actividad de piratas y contrabandistas que llegaban a estas islas y tenían en los esclavos un botín de guerra (Manual Afrodescendiente, 2006: 75). Más allá de estos procesos, se encuentra que la mayoría de población raizal llegó en 1633, conducida desde Isla Tortuga, por los puritanos ingleses que se habían asentado con el propósito de crear una nueva sociedad de base religiosa calvinista, dedicada a la producción agrícola, especialmente al cultivo de tabaco, caña de azúcar, índigo y algodón (Ibíd.: 75). 13


La historiadora Adriana Maya sostiene que “para finales del siglo XV y a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, los europeos dispusieron de valiosos relatos etnográficos sobre esos pueblos, sus saberes y tecnologías. Esos conocimientos sobre las culturas africanas fueron utilizados por los amos para rentabilizar la esclavitud. De la misma manera las(os) mismas(os) africanas(os) y sus descendientes los emplearon para construir su autonomía” (Maya, 2007: 13). Fue la puesta en práctica de un comercio triangular entre Europa, África y América, lo que permitió que la institución jurídico-económica de la Esclavitud se hiciera sostenible a lo largo del tiempo. En la contemporaneidad la Trata Transatlántica, fue declarada Crimen de Lesa Humanidad1 por la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas conexas de intolerancia en Durban, Sudáfrica (2001). Miles de hombres y mujeres fueron secuestrados a la fuerza al continente americano, sometidos a tratos crueles, injustos, y miles de ellas(os) murie1

Se denomina crimen de lesa humanidad a aquel acto que

agravia, lastima, ofende e injuria a la humanidad en su conjunto. Según lo establecido por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional se consideran tales las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada o cualesquiera actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque. El crimen de lesa humanidad es uno de los delitos más graves según el derecho internacional, pues se atiene al principio de imprescriptibilidad, cualquiera que sea la fecha en que se haya cometido.

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ron durante las largas y penosas travesías por el Atlántico. Según Hilary McDonald Beckles, “un total acumulado de diez millones de africanas(os) llegaron al Nuevo Mundo en calidad de esclavizadas(os) desde 1500 hasta 1900, aproximadamente doce millones fueron enviados en barcos desde África, y alrededor de 1.5 millones perdieron su vida en medio de la travesía. En el mismo periodo, se calcula que seis millones de esclavos fueron envíados desde el África subsahariana hacia el Oriente, y alrededor de ocho millones de personas fueron esclavizadas y retenidas dentro del continente africano. Un total estimado de cuatro millones de personas perdieron sus vidas como resultado de su esclavización dentro de África, mientras que muchos otros murieron jóvenes debido a las duras condiciones de la vida como esclavos” (McDonald Beckles, 2002: 47).

Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, Cartagena de Indias de manera legal e ilegal, recibió una gran cantidad de esclavizados. No todos se quedaban en el puerto, la mayoría eran llevados a las minas y haciendas del interior del Nuevo Reino de Granada, y al Perú, pero un número considerable se quedó habitando la ciudad hasta convertirse en uno de los símbolos clave de su rostro urbano. Las fuentes históricas muestran una ciudad, donde hombres, mujeres, niños y niñas negras eran una parte importante de la población de la ciudad.


A partir del año 1580 Cartagena se identificó como el principal puerto de entrada, epicentro del comercio y distribución de personas esclavizadas para el país y América del Sur hasta el Siglo XVII. Las principales culturas que llegaron a Cartagena fueron la Yolofa, a finales del siglo XVI y principios del XVII; los pueblos Bantúes, mayoritarios en la primera mitad del siglo XVII, y la gente Ewe, Akan, Popo e Ibo, presentes desde mediados del siglo XVII y XVIII. Estos provenían de tres grandes regiones: • La Senegambia • El territorio del antiguo reino del Kongo • El Golfo de Guinea La gente de Senegambia y la Alta Guinea (1533-1580) Entre 1533 y 1580, aproximadamente 3.000 esclavizados llegaron al Nuevo Reino de Granada traídos por los primeros buscadores de oro. Estos africanos provenían del Estado Yolofo en la región de Senegambia, o zona de los Ríos de Guinea, entre el Senegal y Sierra Leona actuales. Aunque se les llamaba los yolofos de manera general, de esta zona provenían diferentes grupos, entre ellos los yolofos, mandingas, fulos, cazangas, banunes, biafaras, biojos, zapes y cocolies, a los que se les llamaba comúnmente “guineos” por venir de la zona de los ríos de Guinea. La mayoría de estos grupos lograba comunicarse en las lenguas yolofa y fula, ya que el alto nivel de desarrollo cultural y político de estos pueblos hizo que sus lenguas se expandieran por la vasta región de Senegambia. El Estado Yolofo comprendía zonas inundables o anfibias, grandes extensiones áridas, costas marinas y grandes ríos. Acorde con este entorno, sus habitantes poseían una variedad de destrezas y saberes: dominaban la agricultura de millo, arroz, ñame, algodón y siembra de palma de aceite, la ganadería bovina y el uso del caballo; la cacería, la recolección de frutos, la apicultura, la pesca especializada en ríos y mar y la recolección de conchas. Además de esto, sabían construir canoas, manejaban la metalurgia de hierro, cobre y oro y eran grandes comerciantes.

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La gente del Antiguo Reino del Kongo (1580-1640) El mayor número de personas esclavizadas, alrededor de 170.000 personas, llegó a Cartagena durante el asiento portugués, entre 1580 y 1640. Embarcados en los puertos de Angola, Loanda y la isla de Sao Tome, estas personas provenían del antiguo reino del Kongo, en el África central, y pertenecían a diferentes grupos de la cultura Bantú, como los congos, monicongos, anzicos y angolas. En toda esta región, que comprende selvas y sabanas, se cultivaba desde antes del año 1100 sorgo rojo, millo, ñame, plátano, caña de azúcar y muchas clases de habichuelas y cacahuetes. Hacia el año 1100, mediante el dominio del hierro y la agricultura, estos pueblos lograron asentarse a lo largo de la gran cuenca del río Kongo, en medio de la selva ecuatorial, y construir reinos como los de Luba y Lunda, o el Antiguo Reino del Kongo, que existían desde mucho antes de la llegada de los portugueses, a finales del siglo XV. Otros saberes traídos por los Bantúes fueron la cría de cerdos y aves de corral y la metalurgia del hierro.

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La historiadora María Cristina Navarrete, afirma que las(os) africanas(os) que llegaron a estas tierras no eran ignorantes y atrasados, es verdad que no conocían la escritura, pero su nivel cultural superaba al de los indígenas. Cuando los aborígenes se encontraban en el neolítico, los africanos vivían la edad de hierro. Practicaban técnicas de cultivo más complejas, dominaban el hierro, en cuyo manejo algunos pueblos alcanzaron gran habilidad, fabricaban con él instrumentos de labranza y grandes sartenes y ollas de cocina


La gente del Golfo de Guinea (1640-1810) De los aproximadamente 30.000 africanos que llegaron a Cartagena entre 1640 y 1703, muchos fueron destinados al trabajo en las minas de oro del actual Pacífico colombiano. Algunos eran traídos legalmente por mercaderes y compañías esclavistas, provenientes de África y también de Jamaica, Curazao y Barbados. Sin embargo, muchas personas esclavizadas eran compradas de manera ilegal a contrabandistas ingleses y holandeses, en Jamaica y Curazao respectivamente. En esta etapa el comercio estuvo dominado por los holandeses, lo cual implicó el predominio de africanos procedentes del África centro-occidental, en el gran Golfo de Guinea, zona de bosques donde los holandeses tenían sitios de transacción como el Castillo de El Mina y Komantin y controlaban la región del Golfo de Benin. La trata holandesa trajo personas pertenecientes en su mayoría a la cultura Ewe-Fon, que incluía a los Araras y los Popos. Los Araras fueron el grupo dominante en Cartagena a finales del siglo XVII y eran deportados desde los puertos de Arda y Oudah. Los Popos, por su parte, venían del Reino del Popo, que pertenecía al conjunto de Estados Yorubas situados entre el río Volta y el Camerún. Los contratos de asiento con franceses e ingleses introdujeron aproximadamente 35.000 personas esclavizadas del Golfo de Benin, el Golfo de Biáfara y de la Costa de Oro, también en el Golfo de Guinea. Entre 1714 y 1740, llegaron mayoritariamente los Minas, que desembarcaban en las islas dominadas por los ingleses, especialmente Jamaica. Los Minas eran llamados así porque eran deportados desde el Castillo de El Mina, aunque realmente pertenecían a los pueblos Akan y Fanti-Ashanti. Estos grupos llegaron en gran número a Cartagena finales del siglo XVII y durante el XVIII, seguidos de los Carabalíes, de los grupos Ibo e Ibo-Efik, que comenzaron a llegar hacia finales del XVIII procedentes del Golfo de Biáfara. A partir de 1740 disminuyó notablemente el tráfico de esclavizados y Cartagena entró en crisis como puerto negrero. Durante este periodo, la ciudad solo recibió unas 15.000 personas esclavizadas, en su mayoría carabalíes y araras comprados a los ingleses en Jamaica.

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Los diferentes grupos trajeron consigo conocimientos y destrezas relativos a la agricultura, la ganadería y cría de animales, la pesca fluvial y marítima, la recolección de moluscos, la metalurgia del hierro, cobre y oro, y el comercio local y a larga distancia. Estos saberes eran altamente apreciados e influyeron en el tipo de trabajos que realizaron una vez esclavizados, como la minería, la navegación fluvial, el trabajo doméstico y el trabajo en las haciendas agrícolas y ganaderas. Los saberes y destrezas traídos del África constituyen aun hoy un legado invaluable en la cultura y prácticas productivas de la región Caribe continental e insular

¿Qué papel desempeñaron las mujeres que llegaron de África durante la Colonia? Las dinámicas de la sociedad esclavista colonial dieron un lugar particular a las mujeres negras definido por la exclusión, los estereotipos negativos, el maltrato y la explotación. La identidad que socialmente se les construyó, estuvo siempre atravesada por su condición de mujer, de esclavizada y de su color de piel negra; lo que determinó un papel subordinado en la escala social desde épocas del colonialismo español. Tal inferioridad construyó estereotipos sociales que se han reproducido hasta nuestros 18

días, destinando a mujeres negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales a la exclusión socioeconómica respecto de las demás mujeres del país, así como de los hombres de su mismo grupo étnico-racial. Cabe entonces abordar aquí aspectos relativos a las mujeres esclavizadas negras, los roles que ellas desempeñaban, los trabajos que como esclavizadas debían realizar y los estereotipos que desde aquel entonces se construyeron sobre ellas de acuerdo a su raza, su condición de esclavizadas y su género. Las mujeres negras asumieron roles de liderazgo desde el comienzo de la Trata, pues al estar a cargo de sus hogares tras la captura y comercio de sus compañeros en el África,


Los Cabildos de Nación Algunas leyes e instituciones oficiales en la Colonia incentivaban el reagrupamiento de africanos que pertenecían a una misma cultura, como fue el caso de los Cabildos de Negros o Cabildos de Nación. Estos eran asociaciones oficiales de africanos cuyas funciones principales eran permitir el encuentro entre personas de etnias similares para celebrar los días de fiesta con música y baile, según sus tradiciones, y atender y curar a los enfermos recién llegados del viaje desde África. Con los fondos reunidos para la diversión y la ayuda mutua, los cabildos también pagaban y celebraban los funerales de sus miembros. Con el tiempo algunos cabildos lograron acumular bienes para la compra de libertad y se convirtieron en asociaciones que agrupaban no solo a esclavizados nacidos en África, sino también a negros libertos y criollos. Los Cabildos fueron espacios privilegiados de encuentro y socialización en un nuevo contexto de esclavización en suelo americano y como tal permitieron la reconstrucción cultural y la prolongación de ciertas tradiciones africanas. En Cartagena de Indias había Cabildos Arara, Mina, Congo, Mandinga y Carabalí, y aunque fueron abolidos en 1780, sus actividades no desaparecieron del todo. Aun hoy persiste el legado de los Cabildos en fiestas como el Carnaval de Barranquilla y en celebraciones como el Lumbalú de San Basilio de Palenque, donde los grupos conocedores de la tradición evocan el poder político y religioso de la institución del Cabildo.

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ellas debieron proteger a sus familias, así como transmitir y mantener sus rasgos culturales (Spicker, 1998). Las mujeres esclavizadas tuvieron un papel importante en las actividades económicas de la sociedad colonial, ellas participaron activamente en la economía de la Nueva Granada desde el momento mismo de su inserción y se desempeñaron en zonas rurales y urbanas como cocineras, criadas, amas de crianza, vendedoras de alimentos, trabajadoras por jornal, prostitutas, mineras, agricultoras y en oficios varios (Camacho Segura, 2002: 173). Según Jessica Spicker, la cantidad de mujeres africanas que llegaron inicialmente como parte de la Trata Transatlántica era menor que la de hombres debido al tipo de labores para los que eran traídos desde África y comprados por sus amos, es decir para la ejecución de trabajos en las minas y las haciendas, por lo que se consideraba mejor comerciar hombres que mujeres. Desde su llegada a territorio americano, hombres y mujeres provenientes de África que habían sido arrancados a la fuerza de sus territorios y familias, eran obligados a adquirir prácticas cotidianas ajenas a sus patrones culturales y buscaban ser ajustados a la moralidad española, determinada principalmente por los preceptos del catolicismo, por lo que “el bautismo, el matrimonio y la confesión se convirtieron en herramientas para hacer desaparecer, o por lo menos reformar, los hábitos y costumbres que los esclavos traían del África”

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(Lux Martelo, 2006: 103). Las mujeres esclavizadas fueron objeto especial de dichas dinámicas puesto que se veía en ellas una asociación con los comportamientos inadecuados, que incitaban al pecado y la lujuria. Estos debían ser modificados por la evangelización católica, para que ellas adquirieran patrones de comportamiento asociados a la imagen que se había construido de la mujer, relacionada con el hogar y la maternidad (Ibíd). La percepción de las mujeres negras en la sociedad colonial se construyó a partir de un orden estructural colonial, patriarcal etnocéntrico, unido a fuertes concepciones morales del catolicismo que en su radicalidad subordinaban a los sujetos por su condición de mujeres además de hacerlo por su pertenencia a un grupo racial como el de los esclavizados traídos de África. En tal escenario, se dio paso a imaginarios en los que ellas se conciben como seres desprovistos de escrúpulos morales sobre todo en su comportamiento sexual. Los estereotipos sexuales racializados se construyeron desde la época de la Colonia. Mary Lilia Congolino (2008) muestra como se definieron las sexualidades de hombres y mujeres negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras basadas en estereotipos que se justificaban en la dicotomía África-Europa, asociando la primera a lo bárbaro y agreste, mientras que la segunda se relacionaba con lo dócil y civilizado.


Entre 1750 y 1810, tras la decadencia del comercio esclavista en Cartagena, aumentó la valoración social del parto de esclavizadas entre sus dueños y en consecuencia, se incentivó la maternidad de las mujeres negras por medio de un mayor cuidado y obtención de “privilegios” principalmente en la alimentación. La maternidad de las mujeres negras, estuvo también ligada al maltrato físico que se ejercía en su contra. Su cuerpo fue objeto de abuso por parte de los hombres blancos y mestizos (usualmente sus amos), situaciones sustentadas en una imagen creada de la mujer ligada a su posición social (eran esclavizadas) y su procedencia étnico-racial. En tal contexto, el rol de la maternidad ejercido por las mujeres esclavizadas estuvo marcado por el profundo inconformismo con los vejámenes a los que eran sometidas y el dolor que les producía imaginar la reproducción de estas mismas condiciones de abuso y maltrato en sus propios hijas(os). Por otra parte, las mujeres negras estuvieron asociadas a la práctica de cultos y expresiones ligadas a sus culturas africanas, traducidas por los españoles como brujería. Como parte de la herencia africana, la brujería aparece en los registros históricos como una de las prácticas asociadas a la población esclava, y ejercida de manera particular por las mujeres bozales, mulatas y negras criollas. En ellas coexistieron saberes indígenas, africanos y europeos que utilizaron en su rol de esclavizadas y los aplicaban de acuerdo a la persona y el contexto en el que fueran requeridos (Maya, 2004). Los conocimientos específicos que ellas desarrollaron en el uso de plantas, fabricación de amuletos y magia amorosa europea las convirtieron en algunos contextos en expertas de la sexualidad y las uniones amorosas, llegando a ser denominadas como “médicas de los males del alma” (Maya, 2005: 614). Sus saberes eran aprovechados por mujeres blancas españolas y criollas, además de utilizarlas para ellas mismas. A pesar de ser consideradas como brujas y hechiceras por el ejercicio de dichas prácticas, de ser castigadas y condenadas; saberes como la magia salomonis (originaria de Canarias) y otros que hacían parte

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de la corporalidad africana compuesta por adivinación, el manejo de las plantas y las aplicaciones curativas de estas fueron de gran utilidad para sobrevivir materialmente y reafirmar una identidad colectiva. También pueden entenderse como procesos de resistencia ya que en torno a éstas prácticas se desarrollaban procesos de socialización y repolitización, y se hacía uso de sus saberes para aplicar cierta “justicia social” no sólo entre esclavizados y amos, también entre los mismos esclavizados con “acciones mágicas destinadas a hacer daños” (Maya, 2005).

Aline Helg es una historiadora que se ha preguntado en sus investigaciones por qué los negros y mulatos libres y los esclavizados no se organizaron a partir de la raza para desafiar el poder la élite blanca, y prefirieron variadas formas de resistencia, que contrario a lo ocurrido en Haití, no condujeron a una revuelta negra generalizada.

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¿Qué papel desempeñaron las(os) descendientes de africanas(os) en el Caribe Neogradino entre 1700 y 18352 Tal vez la colonización española en esta región no habría sido posible dada la debilidad de las tropas españolas o, inclusive, los colonizadores hubiesen sucumbido a las inclemencias climáticas y de terreno que tuvieron que soportar de manera forzada las(os) descendientes de africanas(os) en calidad de esclavizadas(os) en sectores económicos como la agricultura, la minería y el comercio, entre otras actividades. Hablar de la Historia de los pueblos negros caribeños en el periodo de la colonización española supone al mismo tiempo hablar de las fuertes luchas entre las naciones indígenas y los colonizadores, del escaso control en las zonas fronterizas por parte de la corona real, de los particulares métodos de resistencia tomados por negras(os) reubicadas(os) en poblados católicos y, en especial, de los Palenques y las Rochelas como lugares donde se vivía de espaldas al régimen colonial, sin los preceptos de la moral católica, como lugares donde, según cuentan los reportes de los españoles, las(os) negras(os) y algunos indígenas bailaban con proximidad erótica , bebían aguardiente y en donde también se consumaban como pobladores diestros en la pesca y los cultivos de frutas, maíz y de algunos tubérculos. El proceso de colonización no fue fácil para ninguno de los actores con intereses en el. Los colonizadores se enfrentaban al reto de ejercer control en un amplio territorio del cual no tenían gran dominio y carecía de vías de acceso, ésta dificultad fue determinante para la fuerte lucha contra las naciones indígenas, ya que éstas si conocían sus territorios y se movían con agilidad. Sumadas a la ventaja estratégica y numérica de las naciones indígenas se encontraban las relaciones comerciales que éstas mantenían con británicos y holandeses, quienes intercambiaban armas y municiones con ellos, de allí que éstos tuvieran una disposición para defender militarmente sus territorios de las invasiones coloniales. 2

Este relato lo hemos construido con datos de un fabuloso libro de la historiadora Aline Helg

Libertad e igualdad en el Caribe Colombiano 1770-1835. Este libro debería ser de lectura obligatoria en todo el Caribe continental e insular colombiano.

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La guerra por el dominio del territorio aumentó sustancialmente gracias a la aparición de las Rochelas y los Palenques, que eran asentamientos considerados ilegales en los cuales vivían negras(os) esclavizadas(os) prófugas(os) de sus amas(os), indígenas sobrevivientes de ataques o prófugos de los colonizadores y hombres libres de color que se fugaban de los poblados creados y gobernados por la Colonia. Ésta ultima definición concuerda más con las Rochelas, la mayoría de las cuales no tenían una identidad racial definida o fácil de definir dado que se originaron de la unión de personas de diferentes razas. El caso de los Palenques era distinto, estos eran descendientes de africanas(os) “puros (as)” o “mezcladas” que en la mayoría de los casos no aceptaban la participación de indígenas o blancos dentro de ellas, factores que dificultaron un acercamiento pacífico por parte de los colonizadores. La respuesta por parte de la Colonia a las formas de organización de los descendientes de africanas(os) e indígenas fue ejercer la violencia de Estado al punto de destruir por completo los Palenques y las Rochelas y obligar a sus habitantes a reubicarse en los poblados dirigidos por un oficial de la Colonia y delegados de la iglesia católica. No obstante, hubo comunidades, tanto indígenas como negras, que no fueron vencidas en su totalidad o tan fácilmente, éste fue el caso del Palenque de San Basilio (comunidad de negros puros y cimarrones) y las comunidades Wayuu, Emberás y Kunas, entre otras.

Poco a poco las comunidades indígenas y las(os) descendientes de africanas(os) fueron cediendo territorio y poder ante el ataque de los colonizadores, aunque estos últimos eran numéricamente inferiores respecto de los indígenas y negros en conjunto nunca hubo por parte de estos intentos de unión y lucha en contra de la Colonia; en pocas palabras, no deseaban tener poder unos sobre otros, sino que simplemente querían vivir bajos sus propias reglas, con sus propias creencias, su lengua y sus costumbres originales. Prueba de ello es el hecho de que luego de las invasiones y ataques de los que eran víctimas, se organizaban de nuevo y le daban prioridad a cultivar y buscar formas de subsistir más que a buscar estrategias de contrataque y toma del poder. Los problemas en los poblados católicos establecidos por los colonizadores no eran menores. Dada la ambición de los terratenientes por abarcar más territorios en los cuales cultivar y criar ganado comenzaron a robar las tierras de la gente de descendencia africana y, debido a la necesidad, éstas últimas se enfrentaban con los indígenas para arrebatarle sus tierras. Junto a ésta difícil situación hubo manifestaciones individuales y, en menor medida , colectivas de protesta e inconformidad por parte de los negros e indígenas, caracterizadas por la desaceleración en la velocidad en que se desarrollaban las actividades productivas y por medio de las fugas, todas ellas con poco impacto colectivo debido a la dispersión de la población caribeña. Estas formas de resistencia y rebelión ejercidas por la población 25


caribeña, especialmente por las(os) descendientes de africanas(os), contrastaban con lo que los colonizadores temían, una inminente rebelión de negros esclavizados como la ocurrida en Haití. No obstante, dicha rebelión nunca tuvo lugar en el Caribe Neogranadino. No había en la región caribeña un ambiente propicio para una rebelión de esa envergadura; por un lado no existían vías de acceso y comunicaciones seguras, debido a que luego de las campañas de reasentamiento este tema no fue prioridad en los colonizadores españoles, ellos solo se preocuparon por la recolección de impuestos, las explotaciones mineras y la fuerte guerra librada contra los británicos. Por otro lado, dada la fragmentación , dispersión de la sociedad y sumado a ello la creciente expropiación de tierras a las poblaciones campesinas, se generaron múltiples disputas entre gente negra, indígenas y personas campesinas en general por la tenencia de las pocas tierras que los magnates ganaderos y agricultores dejaban a la población. Dichas disputas hicieron que se fragmentara mas la sociedad al punto de que no se diera el ambiente propicio para una unión entre los pobladores para rebelarse. No obstante cabe la pregunta , ¿rebelarse en contra de quién?. El control ejercido por los colonizadores en el campo no era el mejor. En algunos lugares de la región ni siquiera se contaba con la presencia de oficiales del Estado colonial, en otros, quien ejercía el poder era un magnate ganadero o terrateniente que tenía una 26

red de patronazgo o había adquirido títulos militares pagando sumas de dinero a la Colonia. Eran aquellos terratenientes y adinerados quienes decidían el rumbo económico de la región caribeña en la época, garantizando una buena producción y un buen orden social mediante la Esclavitud y el maltrato a sus trabajadores. La escasa presencia del Estado colonial y la iglesia católica aumentaban el auge de las redes de patronazgo. En algunos poblados los oficiales y los curas se ponían al servicio de los terratenientes para abusar de la población, cometer injusticias y adueñarse de tierras y dinero de forma ilegal. Esa situación política y social hizo que la población se hiciera más hermética a recibir y aceptar los preceptos de comportamiento del catolicismo. Tanto los arrochelados y los palenqueros como los reubicados en poblados coloniales participaban de los bundes, “el mejor ejemplo de como los libres de color, los indios y los esclavizados conseguían transformar las celebraciones religiosas en ocasiones para deleitarse e interactuar entre ellos a través del baile” (Helg, 2010: 144). De igual forma, la mayoría de estas personas vivían sin casarse, no bautizaban a sus hijos con un cura, o si lo hacían, pedían a alguien que hiciera las veces de cura, y preferían trabajar los días de obligatoria asistencia a la iglesia. Uno de los efectos más notorios de los bundes fue el hecho de que generaron riñas entre los oficiales del Estado y los delegados de la iglesia; mientras los primeros preferían permitir los bundes para no generar un caos social, los segundos exigían la prohibición de


dichas celebraciones ya que rompían con toda norma de comportamiento aceptable y vulneraban los sacramentos religiosos. No puede desconocerse el hecho de que los colonizadores tuvieron que acomodarse a las exigencias y prácticas de la gente negra libre, esclavizada e indígenas. Un claro ejemplo de ello son los bogas del río Magdalena. Estas personas dominaban el transporte fluvial y la única vía de acceso a la región Caribe desde el interior de la Nueva Granada. Su trabajo consistía en empujar las chalupas río arriba, cargadas con viajeros y equipajes. Era un trabajo duro que exigía mucha fuerza pero que, de cierto modo, les daba mucha libertad. Durante un viaje eran ellos quienes tenían el poder en la embarcación, decidían donde y cuando detener la marcha, y aunque, según algunos reportes, respetaban a sus pasajeros, si no recibían un buen trato y suficientes provisiones de comida y aguardiente solían disminuir el ritmo de la marcha a tal punto de prolongar por varios días el viaje o, inclusive, abandonar a los pasajeros y la carga si no eran bien tratados. Pese a su poder real, estos bogas no pretendían rebelarse o tomar el poder, prueba de ello es que nunca paralizaron el transporte fluvial o se negaron a transportar a quien pudiera pagar por el servicio; por el contrario, siempre buscaban mejorar sus condiciones de trabajo y, en general, sus condiciones de vida. No puede obviarse el papel central de las mujeres afrodescendientes, libres o esclavizadas, en el desarrollo de las grandes ciudades caribeñas como Cartagena y Mompox. Un patrón demográfico común de comportamiento social en las ciudades caribeñas de la época era la superior cantidad de mujeres respecto de la cantidad de hombres, y de ellas la mayoría eran afrodescendientes libres y esclavizadas dedicadas a las actividades domésticas y mercantiles. El hecho de que las mujeres encontraran más oportunidades de llevar una vida digna y, en ocasiones, autónoma en las ciudades contrastaba con el hecho de que los hombres buscaban irse al campo o a regiones apartadas para buscar trabajos que les garantizaran más independencia; de este contraste surge en las ciudades caribeñas un desequilibrio de género que trae como consecuencias mas mezclas interraciales, poco acatamiento de los preceptos religiosos pues algunas mujeres decidían llevar una vida autónoma sin casarse o hacerse a un orden patriarcal, 27


debilitamiento de la jerarquía sociorracial y el aumento de la población libre de color. En este aspecto también las élites blancas tenían desventajas respecto a la gente negra de descendencia africana. Eran pocas las mujeres blancas que habitaban las ciudades y por ello muchos hombres blancos accedían a relacionarse con mujeres de otras castas, haciendo que la diversidad racial aumentara a tal punto que los gobernantes no pudieron establecer diferencias raciales para mantener las jerarquías. Esta desproporción también afectó a las milicias, en las cuales no se pudo mantener la división racial de milicianos, pues, en algunos casos no había los suficientes blancos como para formar un escuadrón. Esta situación dio pie para la creación de las

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milicias de todos los colores en 1790, en las que no había distinción de razas –aunque si discriminación racial- y se daban posibilidades de ascenso social para los hombres libres de color que decidían enlistarse. Aquí los libres de color también tenían superioridad sobre las élites, pues eran ellos mayoría en las milicias y estaba en sus manos la protección de la Costa Caribe de la Nueva Granada. Esta situación hizo que los colonizadores los trataran de mejor forma, les dieran oportunidades de ascenso social y militar y les garantizaran salarios medianamente dignos, aunque los cargos administrativos y gubernamentales seguían estando disponibles únicamente para los blancos y nunca para los libres de color.


Así como los libres de color eran de vital importancia para la Colonia en el Caribe, también los esclavizados jugaban un papel decisivo. Las actividades económicas más importantes dependían de la fuerza y la agilidad de ellos, tal era el caso, de la destilería de Cartagena que debía su prosperidad al trabajo de los mismos. Según reportes su trabajo era más eficaz que el de los libres de color. También la agricultura, la ganadería y la minería dependían de la mano de obra esclavizada, no obstante eran víctimas de malos tratos y malas condiciones de trabajo por parte de sus amas(os).

Dada la dura situación de los esclavizados en el Caribe Neogranadino y, al mismo tiempo, la dependencia de la región del trabajo de estas personas, la influencia de las rebeliones haitianas y los nuevos ideales de igualdad y libertad que llegaban de Francia hicieron surgir en la población medianamente educada el cuestionamiento por la discriminación racial y la Esclavitud. Estas nuevas influencias y cuestionamientos hacen que los españoles traten de evitar al máximo una sublevación de los descendientes de africanas(os) que representaban la mayoría de la población, lo que podía resultar catastrófico para la Colonia española, por ello, para la época de 1790, dan oportunidades a los esclavizados y a los pardos para poder ascender socialmente y crean el llamado Código Negro, el cual dictaminaba cómo debían ser tratados los esclavizados,

como estos últimos tenían que comportarse con sus amos, las formas de castigo que se podían aplicar, las condiciones de vida que se les debía garantizar y, tal vez lo más relevante para la Colonia, los amos debían educar a sus esclavizadas(os) bajo los mandatos del catolicismo, promover entre ellos el matrimonio, llevarlos a las celebraciones religiosas y garantizar el bautizo de los niños. De igual forma, los esclavizados podían demandar a sus amos cuando eran brutalmente maltratados y de esa forma cambiar de amos o ser dejados en libertad, en muy pocos casos. Un caso diciente de la debilidad de la separación y jerarquización de las razas en el Caribe Neogranadino se vio en las fiestas, carnavales y celebraciones. Aunque en algunos momentos las diferentes razas permanecían separadas, en otros se mezclaban, como 29


en el caso de las procesiones y las misas. Al momento de las fiestas se volvían a separar y cada grupo festejaba según el dinero con el que contaran para ello; generalmente los libres de color y los esclavizados bailaban y bebían aguardiente al son de los tambores, aunque algunos negros puros de ascendencia directa africana se reunían en sus Cabildos de Nación para festejar según sus tradiciones étnicas propias. De esa forma, las fiestas tanto como el trabajo dibujaban y desdibujaban al mismo tiempo la jerarquía y la discriminación racial, económica y social que para la década de 1800 dejó de ser entendida como simple diferencia racial para ser entendida por la mancha de la Esclavitud que llevaba la gente negra. También es de destacar el papel del contrabando y la minería ilegal como actividades comerciales y laborales que garantizaron una forma de vida segura para personas de todas las clases sociales. El oro, el ganado y el palo brasil eran los productos preciados para el contrabando que mayoritariamente se desarrollaba con los británicos, estos a cambio de lo recibido daban telas, armas y herramientas a la población. La prosperidad del contrabando junto con la corrupción de los oficiales del Estado hizo que la situación del comercio ilegal fuera incontrolable para los españoles, pues, desde los mazamorreros –personas que sacaban oro ilegalmente de los ríos- hasta los curas, corregidores y terratenientes participa-

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ban de la actividad que les garantizaba buenos ingresos. Todo ese conjunto de situaciones buenas y malas en la vida de las(os) descendientes de africanas(os) del Caribe fue forjando su identidad de personas alegres, rebeldes, insumisas a la religión católica, bailarinas y, sobre todo, fuertes y dedicadas a sus trabajos que les garantizaban por lo menos sobrevivir ante las injusticias de quienes tenían el poder político y económico. En 1808 se crea un contexto con más opciones para las colonias españolas en América, en algunas de ellas se empezó a pensar como una Provincia Autónoma dentro del Reino Español y la Nueva Granada asume papeles de autonomía e Independencia. Debido a las inconformidades de la ciudad con la autoridad española, Cartagena se resiste al gobierno de esta, organizando una manifestación el 14 de junio de 1810 frente al palacio del gobernador donde el cabildo votaba por la destitución de este último, a quien deportaron a la Habana. En Mompox también fue evidente el descontento con la autoridad de España y la llegada del teniente Toledo y al igual que en Cartagena se convocó a la gente de color armada, para que Toledo no arremetiera contra ellos, haciendo que este reuniera atemorizado a sus pocos seguidores y luego se dirigiera a Bogotá en busca de ayuda para parar la rebelión, donde por el contrario fue enviado a Cartagena y arrestado.


Mompox y Cartagena siguieron caminos parecidos hasta la revolución del 10 de julio de 1810, luego de una petición de la Junta Suprema para la organización de un gobierno centralista a lo que Cartagena se opuso proponiendo la creación de un gobierno federalista, por otro lado Mompox manifestó su beneplácito, ya que esta oposición lo llevó a formar su propia Provincia. En noviembre se envió el remplazo del gobernador y las clases populares conformadas por artesanos, atacaron a los españoles, hecho con el que lograron que la Junta Suprema de Cartagena aprobara un sistema electoral en el cual la conducta era la única condición de participación. Sin embargo, las elecciones no tuvieron el resultado esperado debido a la separación de Mompox, razón por la cual Cartagena le declaró la guerra, guerra en la que Mompox evacuó la ciudad y Cartagena ocupa y destruye el territorio, complicando esto la relación Cartagena-España. Aumentando la búsqueda de la Independencia absoluta de España, la Provincia de Cartagena y sus manifestaciones lograron la firma del Acta de Independencia y que militares, funcionarios públicos y autoridades eclesiásticas juraran fidelidad a esta; evento que no hubiese sido posible sin la participación de las clases populares en las cuales encontramos a negros libres y a mulatos artesanos. Por otro lado, Santa Marta se convirtió en un bastión de España. Mientras tanto en Cartagena , los Piñeristas y Toledistas, los movimientos populares de la época, con una revolución social dieron derechos electorales sin importar la raza. En 1812, los Piñeristas controlaron las políticas y los Toledistas se resistieron a la autoridad Piñerista; esta guerra entre Toledistas y Piñeristas era mas un enfrentamiento por enemistad que por diferencia de opiniones pues compartían ideas similares; ninguno percibía la Esclavitud como una institución colonial que fuera necesaria acabar para alcanzar la Democracia, la mayoría no reconocía que ellos mismos mantenían a otros seres humanos como esclavizados. La Constitución no liberaba a los esclavizados sino que prohibía el comercio de ellos. La preocupación por mantener bajo control a los libres de color llevó a formar un Cabildo abierto para que los hombres libres eligieran al delegado al Congreso, lo que se considero un error, Un patriota de la época decía “una cosa es ser libre el pueblo y otra abusar de la libertad”. 31


Cartagena perdió apoyo viéndose obligada a conquistar Santa Marta sin obtener resultado alguno. En 1814 el gobernador dio la oportunidad a lo Toledistas de presentar a García de Toledo como candidato a la gobernación, Toledo derrotó a su contrincante, resultado que no satisfizo a los Piñeristas quienes exigieron que se cambiara de gobernador. Para evitar un enfrentamiento se eligió a un gobernador conciliativo. Con hombres de color, esclavizados e indígenas en las unidades militares, llamadas milicias de color, defendiendo con su vida la ciudad, logrando igualdad individual para todos los hombres que compartieron la carga de la defensa de su ciudad independientemente del color de piel, la igualdad no se basaba en el color de piel sino en el valor personal propio y los servicios prestados a la sociedad. Ciudadanos de color, esclavizadas(os) e indígenas, tanto hombres como mujeres, desempeñaron el papel fundamental para que fuera posible una Independencia. No podían aportar riquezas pero daban su vida. La exclusión de las mujeres del sufragio y de muchos aspectos de la igualdad, no significa que la primera Independencia no hubiera traído cambios a su vida; mujeres como la viuda María Concepción quien perdió su vida pero mantuvo viva una conciencia de libertad, junto con otras, participó en la movilización popular a favor o en contra de España, contribuyeron con sus escasas joyas, otras acompañaron a los soldados a la guerra, combatieron habitualmente la enfermedad y el hambre reduciendo sin duda las bajas con su ingenio; muchas murieron, otras perdieron a sus hijos y esposos en los ejércitos enfrentados. La Esclavitud no se convirtió en un asunto trascendental en la Nueva Granada caribeña, debido a que los esclavizados se mantuvieron en parte al margen del proceso de la Independencia, algunos escaparon de sus sitios de trabajo y del ejército, otros fueron llevados a Cuba y muchos murieron de hambre y enfermedades. Mientras tanto los negros libres y los mulatos aprovecharon el resquebrajamiento colonial para organizar movimientos que buscaban libertad, igualdad y ciudadanía.

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Hombres de color tradicionalmente subordinados debido a su raza y nacimiento se hicieron mas consientes de su igualdad gracias a su participación política, económica y militar en la lucha contra España, que los condujo a la adquisición de derechos políticos como ciudadanos, con su participación en organizaciones como la milicia, haciendo que la Provincia de Cartagena fuera la primera de la Nueva Granada en declarar la Independencia de España y otorgar la igualdad y la ciudadanía plena a negros libres y a mulatos. En 1821 luego de la reconquista española, Cartagena estaba bajo el dominio español y así como fue una de las primeras en declarar la Independencia también fue una de las ultimas en recuperarla. Un factor que pudo haber sido trascendental en el rumbo del Caribe Neogranadino fue la instauración de la Constitución de 1821 bajo sus preceptos básicos de igualdad, libertad, seguridad y propiedad para todos los ciudadanos. No obstante, factores como la Esclavitud, el reclutamiento militar forzado y la pobreza enmarcaron la situación real de la población caribeña de la época. Se puede decir que el tema central de la Constitución era la igualdad, aunque en realidad el sesgo discriminatorio por raza, formación intelectual y tenencia de propiedades era tan grande o aun más grande que en la época colonial. Dicho sesgo de discriminación sociorracial se pudo ver, por ejemplo, en las condiciones

impuestas para ejercer el derecho al sufragio, determinadas por la formación intelectual y el caudal económico de las personas. Por otro lado, es de resaltar la vigencia y fuerza de la aspiración de unos pocos por el blanqueamiento de la sociedad neogranadina junto con el establecimiento del principio de igualdad para los indígenas buscando la extinción de sus resguardos. A pesar de todas estas dificultades en el marco de la instauración de una Carta Política prometedora son de resaltar algunos rasgos importantes que no se vieron en la época de la Colonia española. Por un lado –y en refuerzo del ideal de igualdad- son abolidas las exigencias de certificado de nacimiento legítimo y limpieza de sangre. No obstante, los blancos seguían siendo prioridad sobre las demás razas y más luego de que fueran disminuidos sustancialmente en las guerras de Independencia. Algunos de ellos murieron, otros pidieron exilios y otros partieron a España de nuevo. Por otro lado, la naciente república ve la importancia de la educación como determinante del progreso de la sociedad. Aunque ya era un avance esta concepción de la educación, las dificultades para ponerla en marcha, fueron muchas; no se contaba con personas capacitadas para impartir educación básica, las pocas escuelas existentes se encontraban en pésimas condiciones y, en general, la pobreza de la gente impedía que los niños y jóvenes fueran enviados a una escuela.

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En cuanto a la población, es notorio el descenso del número de blancos y el impacto negativo de la participación de los negros en las guerras independentistas sobre la economía de la región. Ello por el hecho de que las actividades económicas y productivas más importantes de la región, como la ganadería, la minería y la agricultura, dependían del trabajo de los hombres de color que eran reclutados para la guerra. Por otro lado, la situación de los esclavizados no cambió mucho. Aunque se dio la política de libertad de vientre, esta estaba sujeta a dos condiciones que ponían en duda su carácter de igualdad; por un lado, los hijos de esclavos tenían que trabajar hasta los 18 años para sus amos (supuestamente en compensación por la crianza) y, por otro lado, para ser liberados tenían que contar con un certificado de buena conducta y trabajo expedido por los amos. En cuanto a la población indígena, se afirma que no alcanzaron mayores derechos e igualdad durante y luego de la Independencia y seguían dedicados a sus actividades y formas de vida ancestrales y al contrabando con los británicos. Este último factor hizo que el gobierno buscara formas de legalizar ese comercio y no de suprimirlo, a fin de no entrar en guerra con las naciones indígenas que para la época aún eran muy fuertes y dominaban muy bien los territorios. La situación general de la población caribeña luego de la Independencia era lamen-

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table. La caída de las grandes haciendas trajo como consecuencia una difícil situación para los esclavizados que dependían de ellas junto con la apropiación ilegal de tierras. Aunque no es un tema nuevo, ya que en la Colonia también ocurrió, la presencia del gobierno en las áreas rurales de la región era mínima y el único interés que en él despertaba la población rural era el poder reclutar hombres para combatir en las guerras de Independencia de Perú y otros territorios. Ese hecho de reclutamiento forzado contrastó con el auge de las milicias en la Colonia; como ya se vio, en la Colonia el hecho de hacer parte de las milicias daba pie para el ascenso social y económico, en cambio, durante y luego de la Independencia, los hombres huían para no prestar el servicio militar, en el cual, según reportes, se recibían malos tratos, no se pagaba regularmente un sueldo y se corría el riesgo de morir de hambre o de padecer injusticias. Los primeros años de la República, lejos de ser un tiempo propicio para la libertad e igualdad de la población, fueron un tiempo dado a la carrera por la supervivencia, amarrado fuertemente a las costumbres y prácticas tradicionales de las comunidades negras e indígenas del Caribe. Los pocos cultivos que se daban en la región estaban destinados al consumo del cultivador y a los mercados internos, mientras que eran pocos los productos que se exportaban debido a los bajos precios y las precarias condiciones para el transporte.


Estos factores llevaron a que los poblados y ciudades se especializaran en la producción de determinados productos. Por ejemplo, en Soledad y Sabanalarga las mujeres se dedicaban a los tejidos y los bordados; en Turbaco y cerca a Barranquilla se producían canastos, sombreros y esteras; en Barranquilla y Cartagena se dio la fabricación de ladrillos y tejas y Malambo se caracterizó por su alfarería. Esta carrera por la supervivencia se mezcló con la alegría de las fiestas y los bailes y la insumisión a los preceptos católicos. Prueba de ello es el hecho de que la navidad se convirtió en un periodo de varios días de baile y festejo con música y licor donde se mostraba el talento de las comunidades negras para la música y el baile, tal como lo relata el británico Hamilton a quien le sorprendió la forma como los jóvenes afrodescendientes interpretaban los instrumentos y articulaban piezas de baile de gran admiración. Hablar del Caribe colombiano en la época colonial y de los primeros años de la República implica reafirmar la particularidad de la mayoría de su población, las personas de descendencia africana libres y esclavizadas. Mezclados en una sociedad ampliamente fragmentada y débilmente comunicada con el interior andino, los negros libres o esclavizados caribeños nunca contaron con la figura fuerte de un caudillo regional que representara sus intereses regionales. Por el contrario, como ya se señaló, las formas de lucha y resistencia fueron en su mayoría individuales y se vieron mediadas por una fuerte identidad local en las villas y pueblos más que por una identidad regional. Por otro lado, aunque la identidad racial no fue un hecho marcadamente arraigado, algunas(os) descendientes de africanas(os) se sumaron al deseo de blanqueamiento en la sociedad como vía para obtener la igualdad. Prueba de ello es el hecho de que en la Colonia con el auge de las milicias y las ventajas que ello ofrecía, se generó un creciente sentimiento de igualdad racial por parte de los hombres de color que se incorporaban a las milicias. Por su parte, la época de la República también ofreció situaciones similares, aunque el servicio militar perdió su favoritismo y pasó a ser odiado por la población, el aumento del electorado y el reconocimiento de la igualdad para los

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libres de color borraron “la mancha de la Esclavitud” con la que los españoles ponían en grado inferior a las(os) afrodescendientes. . No obstante, la lucha de los libres de color se encaminaba a la consecución de su igualdad pero no a la abolición de la Esclavitud. Este hecho es muestra de la fragmentación social y, al mismo tiempo, de la dependencia de la sociedad del fenómeno de la Esclavitud para garantizar la sostenibilidad económica y evitar una rebelión al estilo de Haití (en la Colonia) o el ascenso de la Pardocracia (en la época de Bolívar). De esa forma, entre duras labores, alegres fiestas, batallas, pesca e insumisión, avanzaban las comunidades negras del Caribe co-

lombiano hacia la consecución de la libertad y la igualdad que les garantizara no el poder sino la posibilidad de vivir bajo sus creencias, costumbres y formas de vida propias. Así como para los criollos la rebelión contra los españoles significó la afirmación de un sentido de Independencia y pertenencia de lo que consideraban propio, las fugas y la construcción de Palenques y Rochelas significaron tanto para la gente negra libre como aquella que permanecía esclavizada la afirmación de su singularidad y sus deseos de llevar su vida tal como les era propia y no como lo ordenaba la Colonia, la élite blanca criolla o la iglesia católica.

A pesar de la brutalidad de la trata esclavista y el trabajo forzoso, las(os) africanas(os) esclavizadas(os) opusieron resistencia activa desde el momento de su captura en África, con fugas, suicidios, rebeliones e infanticidios. Entre estas resistencias se destacaron los ataques a las bases de traficantes portugueses y holandeses en los siglos XV y XVI. En América hubo resistencias individuales y colectivas, activas y pasivas, violentas y pacíficas. La forma de resistencia más notoria fue el Cimarronaje por parte de quienes lograban escaparse y resistir de forma activa y frontal el control esclavista. La preservación de prácticas religiosas y culturales fue igualmente una forma de resistencia al orden Colonial, así mismo lo fueron las diferentes estrategias jurídicas, comerciales y reproductivas para lograr la libertad.

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Cimarronaje y Palenques El cimarronaje implicaba la fuga de los lugares de trabajo forzado para formar comunidades autónomas por fuera del control de los amos y la corona, llamadas Palenques en Colombia, México y Cuba; Quilombos en Brasil y Cumbes en Venezuela. En el Caribe colombiano existieron Palenques desde 1529 en las gobernaciones de Cartagena, Santa Marta, Riohacha y en la Península de la Guajira. Eran sociedades basadas en formaciones sociopolíticas y militares africanas, adaptadas a las condiciones del Nuevo Mundo, y sus lugares de asentamiento constituían con frecuencia verdaderos fortines. Existían jerarquías de mando bajo el liderazgo de un jefe supremo, con tenientes de guerra, alguaciles, tesoreros y jefes religiosos. Los Palenques llegaron a tener hasta 600 miembros, divididos en escuadras de guerreo de 8 y 10 hombres, pertenecientes a diferentes etnias. Con tácticas de guerra especializadas, los cimarrones se enfrentaban constantemente a las milicias españolas, atacaban y quemaban las estancias, robaban el ganado y raptaban a mujeres negras e indígenas. Su lucha fue tal que en algunos casos los españoles se vieron obligados a firmar acuerdos de paz y hasta a concederles oficialmente su libertad.

El Palenque de San Basilio En el Caribe colombiano tenemos hoy un testimonio vivo del cimarronaje: el Palenque de San Basilio, en el Departamento de Bolívar, donde habitan descendientes de cimarrones de diferentes palenques que existieron en los Montes de María.

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¿Por qué es importante detenerse en Cartagena para analizar casos emblemáticos de algunas(os) negras(os) libres y mulatas(os) que lograron ascenso social durante el siglo XIX y principios del XX? Porque en esta ciudad se dieron fenómenos muy interesantes de movilidad social ascendente por parte de algunos negros libres y mulatos, lo que demuestra que en esta ciudad la Esclavitud tuvo unas características particulares. Como lo afirma del historiador vallenato Javier Ortiz Cassiani, para comprender el ascenso social de algunas personas negras libres y mulatas en la Cartagena de la segunda mitad del siglo XIX es necesario entender las especiales características de la Esclavitud urbana. Para este historiador hay que subrayar el papel que tuvo la milicia en la búsqueda de un temprano reconocimiento social de los negros y mulatos aprovechándose de la enorme necesidad de seguridad de la ciudad; pero sobre todo hay que dimensio-

nar la importancia de un grupo de artesanos que alcanzaron cierto reconocimiento social gracias al ejercicio de sus oficios, la mayoría de ellos integrantes de las milicias de manera simultánea. Javier Ortiz afirma que la construcción de fortificaciones fue una actividad que representó para negros y mulatos esclavos y libres, un espacio donde acceder a jornales pagados a personas expertas en un oficio, y esta inserción en el mercado laboral de la ciudad fue fundamental para participar en la dinámica económica de la misma. Por otra parte los mulatos creyeron mucho en el papel de la educación como forma de alcanzar ascenso social; si bien las leyes existentes eran claras en negarles la posibilidad de los estudios superiores como le ocurrió a muchos, estos fueron persistentes en aprovechar las fisuras del sistema, y valiéndose de sus méritos, habilidades, honor y buenos servicios, y las recomendaciones de personas prestantes, varios de ellos pudieron lograr estos objetivos.

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En Cartagena de Indias, por su condición portuaria y por la necesidad de prestación de servicios, un importante grupo de negros y mulatos, esclavos y libres que alcanzaron, gracias a la pericia en el manejo de oficios, un lugar dentro de la configuración de la sociedad cartagenera. Los censos, las crónicas de viajeros y otras fuentes oficiales y privadas demuestran que los oficios de marinero, herrero, cantero, alarife, zapatero, sastre, carpintero, eran ejercidos por negros y mulatos. Con la llegada de los Borbones y su política de sacarle el máximo provecho a las colonias, se genera una importante coyuntura para este grupo de artesanos negros y mulatos libres, pues la implementación de un nuevo discurso acerca de la valoración del trabajo se convierte en un estímulo vital para ellos. Así mismo el ejercicio de las armas, como también la demanda de trabajo de los artesanos asociadas a las obras de protección, en una ciudad donde la protección era una de sus necesidades fundamentales, se convirtió en un espacio de acción y de mejora de las condiciones para un importante grupo de negros y mulatos libres. Resaltamos también, a través de varios ejemplos, el ingreso de mulatos, a pesar de la legislación vigente, al sistema educativo universitario a finales del siglo XVIII. En ese sentido, podemos decir que cuando llega el siglo XIX la ciudad tiene ya una fuerte tradición de participación de los negros y mulatos en el tejido urbano de Cartagena. Desde tiempos coloniales por el tipo de esclavización desarrollada convirtieron la calle en un espacio de acción e interacción, es 40

decir, que desde la Colonia son un referente sin el cual no se puede entender la dinámica de la ciudad. De manera que las acciones que demanda la Independencia potencializan el dinamismo que estos grupos ya tenían, para convertirse en un elemento central de movilización política. En esta coyuntura se ponen en circulación una serie de discursos, símbolos, imaginarios de igualdad, derechos, deberes, patriotismo, que no serán ajenos a los negros y mulatos de la ciudad. De manera que para este período el reconocimiento está dado dentro de las luchas sociales que trae consigo la independencia. Ante la escasez de fuentes oficiales que muestren referencias explicitas al color en el siglo XIX, las crónicas de viajeros son una importante referente para mostrar el protagonismo de los negros y mulatos, tanto esclavizados como libres, en la ciudad después de la independencia. A través del seguimiento a viajeros como Carl August Gosselman, Gaspar Theodore Mollien, Eliseo Reclus y Charles Empson, pudimos mostrar el grado de valoración y de autovaloración alcanzado por algunos negros y mulatos, cuyo orgullo generaba, incluso, incomodidad tanto a los viajeros como a miembros de la élite de la ciudad. Por supuesto, el reconocimiento alcanzado por algunos de estos negros y mulatos fue creando una jerarquía y fue profundizando elementos de diferenciación al interior al mismo grupo, y generó un discurso, en el cual el color se empezaba a ocultar. Para mediados del siglo XIX aprovechando la coyuntura de las reformas liberales, el


afianzamiento del Estado liberal, el discurso abolicionista y la creación de Sociedades de Artesanos, los negros y mulatos de Cartagena encontraron nuevos espacios de reconocimiento social. La puesta en funcionamiento de discursos, proclamas, alegorías, en espacios públicos, en los días tradicionales de celebración de los sectores populares de la ciudad garantizaba la familiarización con la política de este importante grupo poblacional. Así mismo al interior de la Sociedad de Artesanos, y el afianzamiento de un discurso del orgullo, el honor, la necesidad de la instrucción, y los valores democráticos, acercaron a varios negros y mulatos que ingresaron a sus filas a espacios de participación y reconocimiento. Uno de los ejemplos más destacados de este interesante proceso es el caso del tipógrafo mulato Juan Coronel. Para esa época además la ciudad mostraba una escasa presencia de esclavos, existía una importante población negra y mulata libre, pero la Esclavitud no era el soporte de la precaria economía cartagenera de mediados de siglo. Por otro lado, varios ejemplos muestran la presencia de un significativo número de esclavizados participando como cotizantes de las cajas de ahorros de la ciudad; se observa que la población negra y mulata libre y esclava, se mueve prácticamente en los mismos espacios por donde se mueve la población blanca. Las continuas quejas de la prensa de la ciudad por la asistencia de “hijos de familias” junto esclavizados a los juegos de azar y las riñas de gallos así lo demuestran. No obstante la importante presencia de la población

negra y mulata en la configuración de la sociedad cartagenera, y de su participación en los hechos políticos de la ciudad durante el siglo XIX, varios textos producidos durante esta centuria muestran una negación sistemática de la memoria de la población negra y mulata en la ciudad, como lo pudimos observar a través del análisis de las geografías de José María del Real Hidalgo y de Juan José Nieto. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando la ciudad empezó a recuperarse de su centenaria crisis y la necesidad de construcción de espacios y discursos de la memoria histórica se hacía más apremiante, se acrecentó el proceso de marginalización y exclusión hacia aquellos negros y mulatos que durante el siglo XIX no habían alcanzado reconocimiento. El 9 de marzo de 1916 el periódico La Unión Comercial de Cartagena de Indias, registraba la siguiente noticia: Ayer presenciamos un espectáculo original, primitivo, que nos recuerda los dulces tiempos de las plumas y el taparrabo. Tres grupos de mojigangas se debatían en la plaza de los mártires, haciendo fuegos con cañoncitos de metal. Muy airoso iba uno con su bandera tricolor al frente de unos cuantos hombres armados con fusiles de madera vestidos con blusa de mujer. Otro grupo era de mujeres con las mismas armas, y algunas con sus chiquillos a cuestas, de la misma manera que los llevaban las tribus aborígenes. En fin un cuadro de lo más pintoresco, pero de mal gusto para estos tiempos y esos sitios. Bien que en el Amador las autoridades concedan permiso para esta clase de fiestas, pero eso en el Amador, en 41


Pekín; pero en la plaza de la Independencia, a las cuatro de la tarde y en el año de 1916. Para esa fecha se cumplía un centenario del sito de Pablo Morillo, y el fusilamiento de los nueve mártires de Cartagena resaltados por la Academia de Historia de la ciudad que había sido fundada cuatro años antes. La ciudad se preparó con varios meses de anticipación para tan importante fecha. Al igual que en las fiestas patrióticas de mediados del siglo XIX, la celebración incluía desfiles, alegorías, discursos, proclamas y exaltación a los héroes de la patria. Como se puede observar en la noticia, los grupos marginados, la gente común de la ciudad de Cartagena, como había sido desde siempre, no era ajena a la convocatoria de la celebración. A su manera, y con sus recursos (armas simuladas, uniformes improvisados, bandera tricolor), intentaban sumarse a las celebraciones y hacer parte de la memoria que construía la ciudad. Sin embargo, a diferencia de tiempos anteriores, para finales del siglo XIX y comienzos del XX, la ciudad empezaba a recuperarse de su centenaria crisis y se ponía en escena un imaginario de modernidad manifiesta en la construcción de parques, camellones, plazas, donde se perpetuaba la memoria heroica de la ciudad. En estos nuevos lugares las manifestaciones de los negros y mulatos pobres no eran aceptadas. En al prensa, a estos grupos se les comparaba con habitantes de las aldeas del Tombuctú y del África Central, y sus bailes y expresiones culturales fueron considerados como atavismos deplorables, y motivo de persecución judicial. En 1920 a través del Acuerdo No. 1, el Concejo de Cartagena fija las rentas y contribuciones municipales. En el capítulo IX se consignan las tarifas de los bailes públicos así: A. Por cada baile de música de viento o de cuerda, inclusive el piano $ 7.oo B. Por cada baile de música de bandoneón, organillo, concertina, acordeón, arpa $ 3.oo C. Por cada vez que se verifiquen bailes de cumbia, mapalé, gaitas u otros análogos se pagarán $ 5.oo Posteriormente, se dictan algunas disposiciones que modifican ampliamente lo anterior. El artículo 42 señala que “se exceptúan de pago del impuesto señalado en los 42


casos A y B, los bailes o reuniones familiares que contribuyen en fomentar las buenas maneras y cultura necesaria en toda buena sociedad, y no tengan por consiguiente carácter de especulación o lucro ni otro semejante”. Lo que vemos es que en ningún momento los bailes del aparte C (cumbia, gaita y mapalé), los que practican los negros y mulatos de los barrios marginales, así se hagan sin ánimo de lucro, se les exonera de impuestos. Pues al parecer, de ninguna manera ayudan a “fomentar las buenas maneras y cultura necesaria en toda buena sociedad”. Esta persecución a los bailes de negros y mulatos por parte de las autoridades, tiene un hecho sin precedentes un año después, cuando a través de un acuerdo municipal, se prohibieron los bailes de cumbia y mapalé: Art. 1 Desde la sanción del presente Acuerdo queda prohibido en la ciudad y en los corregimientos del Pie de la Popa, Manga, el Espinal, el Cabrero, Pekín, la Quinta y Amador el baile conocido con el nombre de cumbia o mapalé[sic]. Sin embargo, mientras algunos negros y mulatos eran perseguidos y marginados, otros empezaban a disfrutar de los espacios de participación que construyeron a largo del siglo XIX. En 1918, tres años después de que el periódico La Unión Comercial sacara la nota en la que ridiculizaba la participación de un grupo de negros y mulatos en las fiestas conmemorativas del fusilamiento de los mártires de Cartagena, y tres años antes de que el Concejo Municipal acordara prohibir los bailes de cumbia y mapalé, el médico mulato Manuel Pájaro Herrera fue nombrado presidente honorario del Tercer Congreso Médico Nacional, y el periódico El Porvenir, el más importante de Cartagena de Indias, sacaba un extenso perfil con las opiniones de sus compañeros de profesión: La Academia de Medicina de Cartagena, se complace en reconocer en su miembro activo señor Doctor Manuel H. Pájaro, expresidente de esta corporación, a uno de sus componentes más distinguidos, cuyas brillantes ejecutorias, hijas de sus relevantes virtudes y de su reconocida competencia profesional, le hacen acreedor al respeto y la consideración general. Así 43


mismo deja constancia que es el señor Doctor M.H. Pájaro, uno de los personajes a quienes más debe la Cartagena intelectual y la Cartagena proletaria, ha sido siempre uno de los más abnegados servidores, y más de tres generaciones han recibido de su vasta ilustración el pan de sabias enseñanzas y de sus grandes conocimientos médicos el alivio para sus dolencias materiales. Pájaro había nacido el 27 de agosto de 1855 en el seno de una familia humilde en el barrio de Getsemaní. Ayudado por el pedagogo José María Pacheco, quien se convirtió en su mentor pudo hacer los estudios de primaria en una escuela oficial de la ciudad. En 1874 culminó sus estudios de bachiller en el Colegio del Estado, posteriormente Universidad de Cartagena; en ésta misma institución comenzó sus estudios de medicina en 1875, en donde cinco años más tarde obtuvo el título de doctor en Medicina y Cirugía. En 1881, al año siguiente de haberse graduado, empezó su carrera como profesor de medicina de la Universidad de Cartagena, y posteriormente ocuparía el la decanatura de dicha facultad. Periodista, fundador de periódicos, Concejal, diputado, fundador y miembro de la Academia de Historia, Representante ante el Congreso de la República, Director de Instrucción Pública del Departamento, Director Departamental de Higiene, miembro fundador de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales de Bolívar, el mulato Manuel Pájaro Herrera, aparece como un individuo que recogió los frutos de una centenaria tradición

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de búsqueda de reconocimiento de los negros y mulatos durante el siglo XIX. En 1921, en el informe de gobierno que el gobernador de Bolívar rendía a la Asamblea Departamental, se le presentaba como “el notable médico doctor Manuel Pájaro H., a cuya inteligencia, consagración y esfuerzos se debe lo hecho hasta hoy”, en materia de salud e higiene. A pesar de su de su filiación partidista conservadora, su formación académica es producto de los espacios de apertura que en el campo educativo abrió el período del Olimpo Radical. Así, el siglo XIX había permitido definir que negros y mulatos eran aceptados y asumidos dentro de la memoria de la ciudad. Es decir, quienes podían disfrutar de los nuevos sitios y de las celebraciones que forjaban la memoria de la ciudad. Al resto, a esos salvajes que se les comparaba con tribus primitivas africanas había que confinarlas a otros lugares. A medida que un grupo de negros y mulatos ascendían, otros eran confinados a los márgenes. En este doble juego, algunos alcanzaron reconocimiento, y lograron ser incluidos en la memoria de la ciudad, mientras que otros fueron condenados al olvido, obligados a fundar otra memoria, que aún hoy día resulta incomoda para muchos habitantes y dirigentes de la ciudad de Cartagena. Tomado de Ortiz Cassiani, J. (2008). Negros y mulatos en Cartagena: reconocimiento, memoria y olvido (1839-1875). Universidad de los Andes, Bogotá.


El 11 de Noviembre de 1811: memorias de la lucha por la igualdad A la memoria de Jorge García Usta (1960-2005), quien transformó las fiestas de Noviembre en un evento digno de ser celebrado.

Imagen: "La historia es nuestra caballero" de Nelson Fory. www.pedroromeroviveaqui.blogspot.com

La Junta Suprema de Gobierno se hallaba reunida en ese momento dentro de los muros del Palacio de Gobierno. De repente, un grupo numeroso de hombres armados, negros y mulatos en su mayoría, liderados por Gabriel Gutiérrez de Piñeres, Pedro Romero e Ignacio Muñoz, irrumpieron en la sala exigiéndole a los miembros de la Junta la firma de una declaratoria de Independencia absoluta de la corona española. Mientras tanto, un grupo de artesanos y milicianos provenientes del arrabal de Getsemaní se habían apoderado del armamento ubicado en las bodegas de la ciudad y ahora se organizaban para salir a tomarse las calles. Sin mas remedios que acceder a las exigencias, y con las masas populares en las afueras del Palacio demandándolo, los miembros de la Junta Suprema finalmente accedieron y procedieron a declarar la Independencia absoluta del Estado Soberano de Cartagena de Indias. Ese 11 de Noviembre de 1811,

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Cartagena se convirtió en la primera ciudad del Virreinato en proclamar su separación definitiva del imperio español y el desconocimiento total de cualquier injerencia por parte de una potencia extranjera. Detrás de esta iniciativa se encontraban desde un primer momento, los negros y mulatos del barrio Getsemaní.

no republicano, y a través de la Constitución del Estado de Cartagena de 1812, garantizaron el ejercicio de la ciudadanía para todo hombre sin distinción de raza. Esto hizo de la sociedad cartagenera una sociedad adelantada a su época, y sentó un precedente para el resto del país que apenas iba en procura de consolidar la Independencia absoluta.

Desde los primeros acontecimientos de la Independencia ocurridos desde junio de 1810 a noviembre de 1811, los sectores populares tuvieron un protagonismo sin precedentes en la historia de la ciudad. Las élites eran incapaces de contener a las masas, y debieron negociar con sus dirigentes para controlar los hechos y orientarlos hacia sus propios intereses. Sin embargo, los habitantes de los sectores populares regularmente procedían con total autonomía, sin que las élites pudieran hacer mayor cosa para detenerles. Para inicios del siglo XIX, existían sectores sociales prósperos y altivos que habían estado escalando posiciones en la rígida sociedad colonial, fuera a través de la milicia o del gremio de artesanos. Mientras iban ascendiendo, sus aspiraciones iban acrecentándose. El anhelo de la igualdad y el deseo de convertirse en ciudadanos en pleno ejercicio de sus derechos, indistintamente del color de piel, fueron los móviles que los llevaron a involucrarse en los hechos que finalmente condujeron a la Independencia. Tras el 11 de Noviembre de 1811, se integraron al gobier-

La sociedad cartagenera del siglo XIX es una sociedad de matices. Mientras la norma desconocía la existencia de razas y proclama la igualdad entre los hombres, las estructuras socio-culturales heredadas de la Colonia seguían imponiéndole límites a la construcción de una sociedad enteramente democrática y liberal. Esto no fue impedimento para que sucesivas generaciones de afrodescendientes ocuparan lugares privilegiados en la estructura social, económica y política de la Cartagena del siglo XIX. Gracias a la obra de historiadores como Alfonso Múnera, Aline Helg, Marixa Lasso, Raúl Román, Javier Ortiz, Jorge Conde y Francisco Florez, hoy sabemos que los descendientes lejanos de aquellos africanos traídos en condición de esclavitud, fueron parte activa de la sociedad republicana, y se valieron de cualquier recurso para hacer sentir su presencia. Desde Pedro Romero, un artesano mulato que desempeñó un papel central en la primera Independencia de la ciudad, fueron muchos los afrodescendientes que figuraron en la vida pública de Cartagena, de la región y del país. Al lado


de Romero, se encuentran hombres como José Prudencio Padilla, Mauricio Romero, Manuel Ezequiel Corrales, Manuel Pájaro Herrera, Francisco Vargas Vélez y Francisco Obregón. Prácticamente todos debieron lidiar con las barreras de una sociedad que se resistía a cambiar, pero que tampoco pudo evitar que los afrodescendientes apelaran al derecho a la igualdad conquistado por sus antecesores en la gesta independentista, para reclamar lo que por norma les pertenecía: la condición de ciudadanos. 200 años después del 11 de Noviembre de 1811, la sociedad cartagenera sigue estando regida por viejas normas y costumbres que recuerdan los tiempos grises de la Colonia. El racismo, la exclusión y la segregación, junto a la homofobia y otras nuevas formas de discriminación, siguen polarizando una sociedad que se resiste a la igualdad. Sin embargo, nuestra historia nos demuestra que nada es imposible entre el cielo y la tierra, y que la lucha de los negros y mulatos en 1811 es un precedente de cuanto es posible cuando las masas se organizan para demoler estructuras sociales anacrónicas que cuestionan el derecho universal e innegociable a la igualdad.

Uno de los espacios donde los artesanos negros y mulatos, tanto libres como esclavizados, encontraron ocupación fue en las fortificaciones. Para el siglo XVIII Cartagena de Indias era básicamente una fortaleza militar, y la construcción y reparación de los fuertes, baluartes, castillos y murallas, descansó en los esclavizados y en los negros y mulatos libres. En el período que va de 1743 hasta 1799, se construyeron en la ciudad alrededor de 14 obras militares, en su mayoría bajo la dirección del ingeniero militar Antonio de Arévalo

Tomado del blog Territorios de Esperanza, del historiador Orlando César Deavila Pertuz.

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Las fuentes sobre el número de esclavizados y negros y mulatos libres en la ciudad de Cartagena durante el período colonial no son muy precisas, sin embargo las cifras que se manejan hablan de un importante número. En 1614, de acuerdo con las informaciones del Santo Oficio de la Inquisición, durante el primer Auto de Fe que se celebró en la ciudad, con la puesta en escena de toda la solemnidad que caracterizaban los acciones de la Inquisición, salieron a las calles más de 4.000 negros y mulatos. Años atrás, en 1605 Diego de Torres había escrito en una carta que Cartagena tenía entre 3.000 y 4.000 africanos esclavizados al servicio de los españoles, mientras que en 1606 Alonso de Sandoval menciona 5.000 negros distribuidos entre la ciudad y las haciendas de los alrededores. En 1621, según el gobernador García Girón, Cartagena y toda la provincia tenía 20.000 esclavizados. El Censo de 1661 anota que la ciudad tenía 7.354 pobladores, distribuidos en 3.686 blancos y mestizos (50.12%), y 3.668 negros y mulatos (49.87%), de la población negra y mulata, 1.667 son declarados como esclavos. El padrón de los esclavos realizado en la Provincia de Cartagena en 1687, arroja la cifra oficial de 5.716 esclavos para toda la Provincia y 1.952 para la ciudad de Cartagena. En el Censo de población realizado por Diego de Peredo en 1772, aparecen 2.394 esclavos de una población total de 12.710 habitantes, el informe sin embargo no detalla la población negra y mulata libre. Lastimosamente son pocos los Censos y los padrones que se conocen, el más completo que se conserva para la época colonial es el de 1778, este arroja la cifra de 9.622 esclavizados para la Provincia de Cartagena, y de 1.153 sólo para la ciudad. Sin embargo, trae para la Provincia la importante cifra de 75.490 libres de todos los colores, los que en su mayoría eran una población negra y mulata que no estaba sujeta a las trabas de la servidumbre, el pago de tributo o la esclavitud. Tomado de Ortiz Cassiani, J. (2008). Negros y mulatos en Cartagena: reconocimiento, memoria y olvido (1839-1875). Universidad de los Andes, Bogotá.

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A comienzos del siglo XIX, en los albores de la Independencia, el prior del Consulado de Comercio de Cartagena, José Ignacio de Pombo, en uno de los informes más lúcidos escrito por funcionario alguno, resaltaba la importancia de los artesanos. El funcionario contemplaba la necesidad de crear escuelas de capacitación y fomentar el desarrollo de fábricas de hierro, plomo y zinc, curtiembres, jabón, papel, manufacturas de algodón, pita y fique, esteras, sombreros y cestos. De manera precisa, explicaba como llevar a cabo estas visionarias empresas, y exaltaba la labor de Pedro Romero y su hijo Esteban, “dos artistas inteligentes en este genero, o mejor diremos, dos hombres extraordinarios, que la fuerza de su ingenio y aplicación los ha elevado a un grado de perfección y delicadez, verdaderamente admirables: que son capaces de formar artesanos igualmente perfectos en sus talleres, que quando más estos aumentan, y mejoran, será mayor el número de aquéllos; y que por todas estas consideraciones son acreedores a la protección del gobierno”. Mucho reconocimiento tuvieron que haber ganado los artesanos negros y mulatos a lo largo del período colonial para que, nada menos que, el prior del Consulado de Comercio de Cartagena, y uno de los hombres más acaudalados del Virreinato, elogiara las virtudes de un mulato artesano, y clamara ante el gobierno la necesidad de protegerlo. Todo parece demostrar que en Cartagena de Indias se formó un grupo de artesanos, algunos de ellos, gracias a sus habilidades, alcanzaron cierto caudal económico y buscaron a toda costa ser aceptados por la élite de la ciudad. Practicaban con absoluto celo una especie de economía del color que los hacía rabiar cuando alguien se equivocaba un grado más debajo de su casta a la hora de mencionarlos, trataban de diferenciarse a toda costa de los demás abajo, y organizaban veladas con música de cuerda, a las que asistían blancos lo que los distanciaba ostensiblemente de la música de tambor y de los frenéticos bailes que al aire libre organizaban los grupos de negros más marginados. Tomado de Ortiz Cassiani, J. (2008). Negros y mulatos en Cartagena: reconocimiento, memoria y olvido (1839-1875). Universidad de los Andes, Bogotá.

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El poblamiento negro histórico en los 45 municipios de los siete departamentos, es su anclaje en una economía de grandes haciendas ganaderas y de cultivos variados, con pequeños y medianos epicentros urbanos, que concentran un peonaje negro proveniente, desde el siglo XIX, sobre todo después de 1851, del régimen esclavista colonial y republicano . Esta región sin incluir las ciudades capitales y sus áreas metropolitanas, concentraba hacia comienzos del siglo XX una mayor población negra, que fue afectada luego por las dinámicas de modernización-urbanización a lo largo del siglo XX, a través de la introducción de nuevos cultivos y los cambios en las explotaciones ganaderas

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¿Por qué motivos las personas y pueblos de descendencia africana hacen parte de un grupo étnico dentro del ordenamiento constitucional colombiano? Los derechos de las Comunidades Negras constituyen, la concreción de diversos mandatos, principios y valores constitucionales, entre los que cabe destacar: la concepción de la democracia acogida por el Constituyente, esto es participativa y pluralista; una visión de la acción pública estatal que reconoce las diversas formas de ver el mundo y propicia la activa intervención de todas las culturas y etnias para la construcción del Estado (Constitución Política artículos 1º y 2º); el principio de igualdad que, se materializa en la prohibición de cualquier tipo de discriminación y, ordena la adopción de medidas especiales, de carácter favorable, frente a grupos vulnerables o personas en condición de debilidad manifiesta (Constitución Política artículo 13); el reconocimiento a la diversidad étnica (Constitución Política artículo 7º) que prescribe el respeto y protección de las diversidades étnicas y culturales como elementos constitutivos de la nueva nación; el principio de igualdad de culturas ( Constitución Política artículo 70) que prohíbe imponer las formas de vida mayoritarias como las únicas válidas o como opciones superiores sobre la visión del mundo de los pueblos, y diversos compromisos adquiridos por el Estado en el marco del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Además la Corte Constitucional afirma que los pueblos indígenas y las Comunidades Negras, afrodescendientes o afrocolombianas son titulares de derechos fundamentales y sujetos de especial protección constitucional. Desde la sentencia T-380 de 1993 la Corte Constitucional señaló que el reconocimiento de sus derechos es imprescindible para garantizar la supervivencia de grupos humanos poseedores de una cultura diferente a la mayoritaria y que se encuentran en situación de vulnerabilidad desde el punto de vista constitucional, debido, entre otras razones, a (i) la existencia de patrones históricos de discriminación que les impiden el pleno ejercicio de sus derechos y su cultura; (ii) la presión ejercida sobre sus territorios, su forma de ver el mundo, su organización social, sus modos de producción y su concepción sobre el desarrollo, originada en la explotación de los recursos naturales y la formulación de proyectos de desarrollo de diversa naturaleza en sus territorios ancestrales; (iii) el grave impacto que el conflicto armado ha generado en su modo de vida, reflejado en desplazamiento forzado y afectaciones de especial gravedad a sus territorios ancestrales, usados como corredores estratégicos o escenarios directos del conflicto; y (iv) la marginación económica, política, geográfica y social que, por regla general, enfrentan como grupos minoritarios. Al respecto, en la Sentencia C-461 de 2008 del hoy ex Magistrado Ponente Manuel José Cepeda Espinosa con salvamento de voto del costeño Jaime Araújo Rentería expresó la Corte: “4.3. Es importante precisar en esta 51


oportunidad que los grupos étnicos titulares del derecho a la Consulta Previa cobijan, en Colombia, tanto a los grupos indígenas como a las Comunidades Negras constituidas como tal bajo el régimen legal que les es propio. Las Comunidades Negras son grupos étnicos titulares de los derechos constitucionales fundamentales a la propiedad colectiva de sus territorios ancestrales, al uso, conservación y administración de sus recursos naturales, y a la realización de la consulta previa en caso de medidas que les afecten directa y específicamente.”3 No obstante la intelectual activista Libia Grueso sugiere algunos aspectos desde los cuales se define su etnicidad: • Descendencia histórica de pueblos esclavizados traídos de África • Sector de población no dominante en la configuración del Estado-nación • Elementos culturales que los distinguen de otros grupos sociales • Auto-identificación, y autorreconocimiento entendida como identidad • Identificación como distintos de otros sectores de la sociedad • Voluntad de preservar su cultura La definición de este grupo étnico está signada por aspectos objetivos y subjetivos. En consecuencia, sus integrantes, al hacer parte de una colectividad y al mismo tiempo cada uno de ellos tener conciencia de pertenecer a tal grupo de referencia, son sujetos de derechos sociales, territoriales y culturales de carácter colectivo. Es importante aclarar que también poseen derechos individuales, que les corresponden como a cualquier ciudadana(o) colombiana(o).

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Ver también, Sentencia T-129 de 2011 del Magistrado Ponente Jorge Iván Palacio Palacio y el

Auto 005 de 2009 del Magistrado Ponente Manuel José Cepeda Espinosa.

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¿Qué porcentaje de población en Colombia se autorreconoce como miembro de un grupo étnico? De acuerdo con las cifras arrojadas por el Censo Nacional del 2005, en Colombia, el 10.6% de la población se autorreconoce como persona negra, afrocolombiana, raizal y palenquera. Esta cifra es significativamente mayor frente a los pueblos indígenas 3,36% y al pueblo ROM 0.01% y ubica a Colombia como el segundo país con más afrodescendientes en América del Sur después de Brasil. Algunas organizaciones del movimiento social afrocolombiano afirman que este 10.6% es un subregistro de población que se da como producto de vivir en una sociedad que racializa el color de la piel y los rasgos fenotípicos, y en donde los derechos culturales no están garantizados por el Estado, por estos motivos muchas personas reniegan su pertenencia étnico-racial. ¿Qué porcentaje de personas pertenecientes a grupos étnicos habitan en los Departamentos del Caribe continental? En los siete Departamentos del Caribe continental, indígenas y afrodescendientes conforman grupos étnicos de significativo peso poblacional entre la población departamental, a excepción de la Guajira, donde ambos grupos, indígenas y afrodescendientes, son la mayoría de la población, representando el 56,4% del total departamental: un 42,4% indígena y un 14,0% afrodescendiente. En todos los Departamentos restantes, el peso de la población afrodescendiente es apreciable, entre el 26,7% de Bolívar y el 9,7% de Magdalena; es decir, tendencialmente por encima del promedio nacional. En Córdoba y Sucre ese peso lo comparten con el de la población indígena: en Córdoba hay un 10,3% de indígenas y un 13,1% de afrodescendientes, y en Sucre esas cifras son del 10,8% y el 16,0% respectivamente.

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¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Caribe continental e insular? En la región Caribe viven un total de 1.380.102 personas que se autorreconocen como personas negras, afrocolombianas, raizales o palanqueras, siendo Bolívar el primer Departamento con 497.667; seguido de Atlántico con 227.251; Córdoba con 192.051; Sucre con 121.738; Magdalena con 110.349; Cesar con 105.412; la Guajira con 91.773 y San Andrés, Providencia y Santa Catalina con 33.861 (DANE, 2005).

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Repelón

Luruaco

Piojó

Juan de Acosta

Santa Lucía

Manatí

Candelaria

Suán

Soledad

Ponedera

Palmar de Varela

Santo Tomás

Sabanagrande

Malambo

Polonuevo

Galapa

Barranquilla

Campo de la Cruz

Baranoa

Sabanalarga

Usiacurí

Tubará

Puerto Colombia

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Atlántico?


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San Jacinto

Talaigua Nuevo

San Jacinto del Cauca

San Fernando

Cantagallo

San Pablo

Santa Rosa del Sur

Montecristo

Rio Viejo

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Bolívar?

Simití

Morales

Arenal

San Martín de Loba Regidor

El Peñon

Hatillo de Loba

Norosi

Altos del Rosario

Barranco de Loba

Margarita

Tiquisio

Pinillos

Hatillo de Loba

Achí

Cicuco Magangué Mompós

Córdoba

Zambrano

El Guamo San Juan Nepomuceno

Calamar

Arroyo Hondo

El Carmen de Bolivar

María la baja

Mahates

San Turbaco Estanislao San Cristobal Soplaviento

Turbana Arjona

Cartagena

Santa Catalina Clemencia Santa Rosa Villanueva


58 Pelaya

Pailitas

Gonzalez

San Alberto

San Martín

Río de Oro

Gamarra Aguachica

La Gloria

Tamalameque

El Becerril

La Paz

Manaure Balcón del Cesar

Agustín Codazzi

San Diego

La jagua de Ibirico

Curumaní

Chiriguaná

El Paso

Chimichagua

Astrea

Bosconia

El Copey

Puerto Bello

Valledupar

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento del Cesar?


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Tierralta

Valencia

Canalete

Los Córdobas

Puerto Escondido

Moñitos

Montería

Puerto Libertador

La Apartada

Ayapel

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Córdoba?

Montelíbano

Buenavista

San José de Uré

Planeta Rica

Pueblo Nuevo

Sahagún

Chinú

San Andrés de Sotavento

Ciénaga de Oro

Chimá

Momil

San Carlos

Cotorra

Purísima

San Antero

Cereté

San Pelayo

Lorica

San Bernardo del Viento


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Dibulla

Urumita La jagua del Pilar

Barrancas

Fonseca

El Molino Villanueva

San Juan del Cesar

Distracción

Hato Nuevo

Riohacha Albania

Manaure

Maicao

Uribia

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de la Guajira?


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Pedraza

Cerro de San Antonio Conc ordia

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Plato

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Tenerife

Chivolo

Remolino

Sitio Nuevo

El Piñón

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Santa Ana

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Algarrobo

Zona Bananera

Sabanas de San Ánge

Pivijay

El Retén

Pueblo Viejo

Fundación

Aracataca

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento del Magdalena?

El Banco

Ciénaga

Santa Marta (Distrito Cultural e Histórico)


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Coveñas

Palmito

Tolú

Chalán

Sincé

Caimito

San Marcos

La Unión

Corozal

San Benito Abad

Galeras

Buenavista

San Pedro

El Roble

Los Palmitos

Ovejas

San Juan de Betulia

Morroa

Colosó

Sampués

Sincelejo

Tolú Viejo

San Onofre

Guaranda

Majagual

Sucre

¿Cuántas personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras habitan en el Departamento de Sucre?


¿Cuántas personas viven en las zonas urbana y rural de los Departamentos del Caribe continental?

¿Cuántas mujeres pertenecientes a grupos étnicos habitan en los Departamentos del De los Departamentos de la región, el DeparCaribe continental? tamento de Atlántico es el mas urbano, el 95% de su población habita en ciudades, seguido En los siete Departamentos del Caribe conde otros Departamentos también urbanos, tinental, las mujeres son minoritarias tanto en ellos entre los tres cuartos y los dos ter- entre la población indígena como entre la cios de su población vive en las ciudades, son población afrodescendiente, mientras son ellos el Departamento de Bolívar (76,3%), el ligeramente mayoritarias o representan en Departamento del Cesar (72,8%), el Depar- torno a la mitad entre la población restante. tamento del Magdalena (71,5%) y el Depar- En Bolívar las mujeres son el 46,9% de la población indígena, el 49,6% de la afrodescentamento de Sucre (65,5%). En los dos Departamentos restantes el peso diente y el 50,2% de la población restante; o de la población rural es superior, sólo un en Magdalena, donde esas cifras son 48,9% poco más de la mitad de su población vive entre la población indígena, 47,8% entre la en las ciudades: Córdoba (52%) y la Guajira afrodescendiente y se eleva al 49,8% entre la población restante. El hecho de que las muje(54,5%). En todos los Departamentos, sean urbanos res sean minoritarias entre la población indígena y la afrodescendiente estaría relacionado o rurales, las mujeres aumentan su presencia con una mayor migración y, sobre todo, con en las ciudades y representan entre el 50,8% problemas de salud reproductiva. de Magdalena y el 52,4% en La Guajira, del total de la población urbana departamental.

63


¿Cómo se comporta el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, como es el de erradicar la pobreza extrema y el hambre desde un lente étnico-racial negro, afrocolombiano, raizal y palenquero?

que ver con la dificultad para visibilizarlos a partir de los datos estadísticos existentes. No obstante se puede dar respuesta a preguntas como ¿Cuál es la situación de los afrodescendientes con relación a la pobreza? ¿Qué tan distantes están del logro de los ODM? ¿Qué diferencias se observan entre los indicadores calculados para los afrodescendientes y los obtenidos para la población que no se ubica Indicadores Línea Avance Meta en ninguna etnia? Para dar respuesta a estos base 2015 interrogantes se hacen comparaciones entre Personas en pobreza 20,4 16,4 8,8 extrema (%) (1991) (2009) los indicadores de los afrodescendientes y los Personas en pobreza (%) 53,8 45,5 indicadores para el resto de la población, te28,5 (1991) (2009) niendo como base la Encuesta de Hogares, Niños menores de 5 años 10,0 3,4 3,0 la GEIH, la Encuesta de Calidad de vida con desnutrición global (%) (1990) (2010) (ECV) y el Censo Nacional de Población de Para el Comité de las Naciones Unidas para 2005. Con lo anterior también se da cuenta los Derechos Sociales, Económicos y Cultu- de las dificultades que afronta el país en terales la pobreza es una condición humana mas de visibilidad de sus grupos étnicos y en caracterizada por privación sostenida de los las preguntas de autorreconocimiento que se recursos, capacidades, opciones, seguridad y incluyen en Censos y Encuestas. poder, necesarios para el disfrute de un estándar de vida adecuado y de otros derechos La brecha entre regiones aproximada mediante el Índice de Condiciones de Vida civiles, culturales, políticos, económicos y so- ICV ciales. Se hace alusión a las caras invisibles de la pobreza, que tiene que ver con limitantes, Si se toma la pregunta de autorreconocimiendesesperanzas, frustraciones cotidianas deri- to de la ECV-2003 se observa que mientras vadas de la lucha por sobre vivir, sentimien- el ICV promedio para los afrodescendientes tos de aislamiento e impotencia, así como en ese año era de 64,7, el promedio nacional la falta de autoestima, la exclusión y la falta alcanzó un valor de 73,4. Con lo anterior se de reconocimiento social. La pobreza no es puede anotar una variación en el ICV que se solo una negación de lo material, es también registra en las regiones a las cuales pertenecen una negación de otros caminos de realización los departamentos con mayor población afrodescendiente. Es de destacar que, mientras humana. Una de las limitantes para describir las bre- la región Pacífica avanza hacia el promedio chas en ODM de los afrocolombianos tiene nacional del ICV, El Caribe continental se 64


separa de éste. Por otro lado, en la GEIH2007, el ICV promedio para los afrodescendientes en ese año era de 67,8 por debajo de la media nacional establecida en 76,6; el ICV para los grupos no étnicos en dicha encuesta fue de 77,3. EL hecho de no disponer de datos recientes que muestren la calidad de vida de la población afrodescendiente, lo que se hace es aproximar la brecha existente a partir de los datos e indicadores que presentan las regiones con mayor población afrodescendiente, comparándolo con los indicadores promedio nacionales. Excluyendo departamento con mayores niveles de desarrollo como Valle, Antioquia o Atlántico, se puede notar que el ICV es mucho menor en poblaciones de mayoría afrodescendiente respecto al promedio nacional; dicho desnivel tiene que ver con el precario acceso a servicios públicos, niveles educativos y los materiales de las viviendas. Si se atiende a las brechas en las condiciones de vida en un nivel de subregiones y municipios, para el 2005, se tiene un menor estándar de vida en las zonas donde tienden a ubicarse una mayor proporción de afrodescendientes. No obstante, la información con que se cuenta no permite establecer una relación de causalidad que exprese que a mayor población afro menores condiciones de vida, lo único que se puede afirmar es que en las regiones ocupadas por afrodescendientes las condiciones de vida son muchas más bajas que en otras regiones. La siguiente tabla describe el menor ICV de las subregiones con alta presencia de po-

blación afro, el valor medio nacional y el valor obtenido para Bogotá y las capitales departamentales: Región

% de población

ICV

Pacífico nariñense

60 o más

45,2

Pacífico chocoano (Chocó y Antioquia))

60 o más

46,8

Pacífico caucano y patía

60 o más

53,1

Urabá

40-59

53,1

Caribe

25-39

58,8

Bajo Cauca (Antioquia-Córdoba-Sucre)

25-39

61,9

Pacífico Buenaventura-Valle

60 o más

69,3

Norte del Cauca y Sur del Valle

25-39

70,2

San Andrés y Providencia

40-59

72,8

Promedio nacional

76

Bogotá y capitales departamentales

80,5

Para la región Caribe la subregión de San Andrés y Providencia es una de las que más se acerca a la media nacional (según las regiones propuestas por el CIDSE), muy diferente es el caso de la región Pacífica, que se aleja del promedio nacional y entre 1997 y 2003 no ha aumentado sustancialmente su ICV. El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas - NBI como expresión del rezago de las personas afrocolombianas Al tomar el total de la población nacional se encuentra que la población afrodescendiente con NBI supera la media nacional en aproximadamente 10 puntos porcentuales (34,5% para afros y 24,4% a nivel nacional). Por otro lado, si se toman datos teniendo en cuenta la población que vive en cabecera y la que vive 65


en resto, se tiene para la población total que vive en cabecera obtiene un NBI de 12,9% mientras que para afrodescendientes es de 18,6%; por su parte, en el área rural o resto se tiene un NBI de 56,1% para el total de la población frente a 67,2% para personas afrodescendientes. Se concluye que la desigualdad se evidencia mas en los centros urbanos, pues en las áreas rurales la brecha tiende a ser más estrecha.

Si se hace un análisis del NBI departamental para 2002 y 2009, se puede concluir que: 1) los departamentos con mayor incidencia de población afrodescendiente tienden a concentrar mayores porcentajes de personas con NBI y; 2) a pesar de los mejoras en NBI que tienden a favorecer a este grupo de departamentos, la brecha sigue siendo muy amplia.

Población Departamental en el Caribe según NBI 2002-2009 Departamento

2002

2009

% de afrodescendientes

Bolívar

35,42

33,86

Sucre

43,78

41,07

La Guajira

45,45

Córdoba

47,38

Cesar Atlántico

2002

2009

27,61

1,57

1,92

16,08

1,94

2,33

48,34

14,82

2,01

2,74

46,2

13,21

2,10

2,62

36,76

31,12

12,12

1,63

1,76

19,06

14,67

10,84

0,84

0,83

Magdalena

34,71

33,73

9,83

1,54

1,91

Total nacional

22,56

17,66

10,62

1,00

1,00

Por otro lado, analizando los porcentajes de la población afrodescendiente en condiciones de miseria, se tiene que Departamentos como Cauca, Sucre y, en menor proporción, Atlántico aumentan sus diferencias frente a la media nacional para el 2002 y el 2009. En los demás Departamentos que, según Censo de 2005, tiene un porcentaje de afrodescendientes superior al promedio nacional el porcentaje de personas en miseria se aproximan más al porcentaje nacional. De igual forma se resalta que si se desagregan mas estos valores a nivel municipal las brechas respecto al promedio nacional se van a mantener, surgiendo algunos casos alarmantes en municipios de presencia negra. 66

NBI Dpto./NBI Nacional

También se ha hecho una aproximación a las desventajas de los afrodescendientes a partir de las condiciones de vida vistas desde los microterritorios. Por ejemplo, el NBI actualizado a 2007 para San Basilio de Palenque revela una situación de pobreza alarmante, ya que el 76,7% de su población presenta al menos una necesidad básica insatisfecha; el 50,1% de sus habitantes se encuentra en situación de miseria. Lo anterior revela que dos de cada cuatro habitantes de dicha comunidad se encuentran en situación de pobreza y uno de cada dos en situación de miseria, lo que revela a su vez un alto grado de vulnerabilidad y de violación de los derechos de las personas palenqueras y de este pueblo ancestral.


En el siguiente cuadro se muestran algunos análisis realizados por Viáfara y Urrea, construidos a partir del indicador NBI y de la información censal. En el mismo también se observan las desventajas de las(os) afrodescendientes residentes en la ciudad de Cartagena, consignadas en los resultados de una investigación adelantada por el PNUD: Porcentaje de población afrocolombiana y no étnica con NBI Afrocolombianos Ciudad Número

Porcentaje

% de población con NBI Afro

No étnica

Cali

542.936

26,2

15,9

9,2

Cartagena

319.373

36,5

35,1

21,2

Buenaventura

271.141

88,5

37,9

24,2

Medellín

138.018

6,5

15,9

12,5

Quibdó

100.007

95,3

90,2

75,3

Bogotá

97.885

1,5

10,9

9,3

Pereira

24.410

5,7

17,5

13,1

Total cabeceras

3.135.058

7,6

33,3

18

El caso de Cartagena para el ODM 1 Las Unidades Comuneras de Gobierno (UCG) en las que está zonificada Cartagena presentan diferentes porcentajes de población afrodescendiente y, por tanto, diferentes brechas en los porcentajes de condiciones de vida. Como muestra la siguiente tabla las UCG con mayor población afro son las que más tienen porcentajes de pobreza y miseria, lo que, de nuevo, evidencia las diferencias y brechas entre la población afro y la población no étnica.

UCG

% Afros

% pobreza por NBI 2006

% miseria por NBI 2006

UCG 12

16,1

14,1

2,1

UCG 7

21,1

19,2

3,3

UCG 8

21,4

20,5

4

UCG 6

41,1

82

42,5

UCG 2

44,9

63,3

28,9

UCG 5

45,1

82,6

36,4

UCG 4

52,9

71

32,2

A pesar de la deficiente disponibilidad de datos y las diferencias entre las preguntas de autorreconocimiento étnico en las diferentes encuestas, no se pueden desconocer las grandes brechas que existen entre la población afrodescendiente y la población no étnica en lo atinente a la pobreza, las cuales demuestran las desventajas en las que se encuentra la población afro. Así mismo, encuestas como la ECV 2008 dan cuenta de las precarias condiciones de vida en las que vive gran parte de la población negra. En el 2008, para el 49,4% de los hogares entrevistados residentes en la región Caribe, las condiciones de vida las consideraban regulares o malas cuando el porcentaje correspondiente a la media nacional, que calificaron sus condiciones en ese sentido, era de 36,6%. Así mismo, tanto en el Caribe como en el Pacífico vive el mayor porcentaje de personas que consideran que viven en peores condiciones que en los hogares en los que crecieron, arrojando cifras que superan sustancialmente la media nacional. Desde el punto de vista de los ingresos la situación no es mejor. El 35,3% de los hogares del país manifestaron que sus ingresos eran insuficientes para cubrir sus gastos. No 67


obstante, dicha cifra asciende a un 49,7% y las brechas en acceso a oportunidades y en 49,5% en la región Pacífica y Caribe, respec- condiciones de vida existentes entre ambos tivamente. De igual forma, a la pregunta si grupos. el hogar se considera pobre, en el Pacífico Incidencia de pobreza en los Departamentos 70,9% de los hogares se consideran pobres, del Caribe, 2002-2009 66% en el Caribe y 68% en el Archipiéla% DiferenDepargo. Sumado a lo anterior, se observa que las 2002 2009 Afros- cia 2009tamento desc. 2002 aspiraciones de ingresos en las regiones que Bolivar 64,5 57,4 27,6 -7,1 concentran mayor población afrodescendienSucre 72,1 68,1 16,1 -4 te suelen ser más bajas que otras regiones: en La Guajira 68,1 66,9 14,8 -1,2 el Pacífico se tiene una aspiración de $950 Córdoba 68,3 67,8 13,2 -0,5 mil y en el Caribe de $1.200.000 mientras Cesar 65,0 60,3 12,1 -4,7 que el promedio nacional está alrededor de Atlántico 50,2 46,9 10,8 -3,3 Magda$1.400.000. 65,7 60,5 9,8 -5,2 lena Las brechas que enfrentan las(os) afrodesTotal 53,7 45,5 10,6 -8,2 nacional cendientes y que hasta ahora se han planteado constituyen un indicio de las dificultades para alcanzar los ODM en esas regiones. Respecto a los niveles de incidencia, se pueLa brecha en ingresos entre la población de observar que su reducción es mucho más negra y el resto de la población baja que la que se registra para la pobreza, a En el país la pobreza extrema se entiende penas en tres puntos porcentuales en el periopor el porcentaje de personas cuyos ingresos do comprendido entre 2002 y 2009, notánno son suficientes para cubrir las necesidades dose que dicha disminución es superior en alimentarias, medidas mediante el valor de las zonas rurales que en las cabeceras urbanas una canasta calculada por el DANE. Las per- (2 puntos porcentuales frente a 1,1 puntos sonas en pobreza extrema también son deno- porcentuales). En Departamentos con sigminadas en estado de ‘indigencia’. Al compa- nificativo número de afrodescendientes se rar porcentajes de personas afrodescendientes registra una reducción considerable de la en situación de pobreza y pobreza extrema indigencia en Nariño y Bolivar, en contraste con no étnicos en las mismas situaciones se con Cauca y Chocó donde la indigencia reencuentran diferencias significativas: mien- gistró un incremento importante entre 2002 tras el 60% de los afrodescendientes se en- y 2009. A continuación se presenta la incicuentran en situación de pobreza y el 24,1% dencia de la pobreza extrema en los Departaen indigencia la población no étnica tiene mentos del Caribe entre 2002 y 2009: un 54,1% y un 18,6%, respectivamente, ello para el año 2003. Las cifras anteriores revelan 68


Incidencia de pobreza extrema en los departamentos del Caribe, 2002-2009

Afrodescendientes: baja competitividad y productividad de las actividades productivas

Departamento

2002

2009

% Afrosdesc.

Diferencia 20092002

Grupo étnico

Ocupados formales

Ocupados Informales

Total

Tasa de informalidad

Bolívar

28,7

22,1

27,6

-6,6

Sucre

31,6

28,5

16,1

-3,1

Indígena

23.433

47.935

71.368

67,2%

La Guajira

25,8

32,4

14,8

-6,6

Gitano

910

900

1.810

49,7%

Palenquero

410

2.419

2.829

85,5%

Negro, Mulato, Afrocolombiano

148.651

274.286

422.937

64,9%

Ninguno de los anteriores

3.423.025

4.362.563

7.785.588

56,0%

Total

3.596.429

4.688.328

8.284.757

56,6%

Córdoba

37,9

29,4

13,2

-8,5

Cesar

19,8

25,7

12,1

-5,9

Atlántico

13,9

13,3

10,8

-0,6

Magdalena

23,4

22,8

9,8

-0,6

Total nacional

19,73

16,4

10,6

-3,4

Con los resultados hasta ahora vistos se puede afirmar que el país enfrenta serias dificultades para reducir la pobreza al 28,5% en 2015. En cuanto a los territorios ocupados por afrodescendientes la existencia de brechas tan grandes hace que cumplir la meta para el 2015 sea prácticamente imposible. Lo mismo ocurre para el caso de la pobreza extrema, en el cual el Valle del Cauca sería eventualmente el único Departamento con fuerte presencia de afrodescendientes que alcance la meta del 8,8% para el 2015. No obstante, las condiciones de pobreza y rezago de las(os) afrodescendientes tienen que ver directamente con los cargos y empleos que ocupan. Dichos cargos se caracterizan por la informalidad, trabajos domésticos, venta de comidas, artesanías y cuidado de niñas(os) y ancianas(os); cargos que, en suma, no permiten ingresos suficientes para satisfacer las necesidades del hogar.

Las brechas en acceso a la alimentación La desnutrición global entre niñas(os) menores de 5 años enfrenta una situación más favorable en términos generales. Según ENDS a 2010 la desnutrición global es de 3,4% restando solo 0,4% para alcanzar la meta nacional de ODM para 2015. No obstante, dicha cifra es alarmante en cuatro departamentos, entre ellos Chocó, en el que el porcentaje de desnutrición global supera en 2,6 puntos porcentuales al promedio nacional. Igualmente pasa con Departamentos como La Guajira y Sucre en los cuales los indicadores de desnutrición bajaron respecto al 2005 pero siguen siendo unos de los más altos del país. Todos los estudios indican que la violencia, el racismo, la discriminación racial, los prejuicios sociorraciales y la vulnerabilidad sociodemográfica de la gente negra son factores que inciden en la perpetuación de la pobreza 69


¿Cuál es la situación de los Derechos Humanos de los pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras que habitan en los Departamentos del Caribe continental? La situación de los Derechos Humanos de los pueblos negros en la región Caribe está enmarcada en contextos territoriales afectados por el conflicto armado y el desplazamiento forzado que este genera, la explotación minera, los megaproyectos turísticos en algunas zonas de ocupación ancestral negra y la pobreza generalizada de la región. En medio de estas condiciones el goce efectivo de los derechos encuentra límites significativos que ponen en riesgo la salvaguarda de sus vidas, el desarrollo social y económico de los pueblos negros. El fenómeno del conflicto armado está directamente relacionado con disputas y enfrentamientos por el dominio territorial de zonas que ofrecen oportunidades económicas significativas derivadas del cultivo, comercialización y transporte de estupefacientes; así como de la explotación de recursos naturales en el sector minero, agroindustrial y turístico. Entre las zonas de alto riesgo por su ubicación geoestratégica se encuentran el Departamento de Bolívar al ser bordeado de sur a norte por el río Magdalena, que lo delimita en su margen derecho con los Departamentos de Santander, Cesar, Magdalena y Atlántico; en su parte occidental, colinda con los Departamentos de Sucre, Córdoba y Antioquia y es bañado en el suroccidente por el río Cauca, en la región de la Mojana; finalmente, es delimitado en su parte norte por el Canal de Dique, con el vecino Departamento de Atlántico, para terminar desembocando en la Bahía de Cartagena (Observatorio DDHH y DIH, 2009). Esta ubicación, añadida a la existencia de dos serranías importantes, la Serranía de San Lucas en el sur y la de San Jacinto en el norte en la región de los Montes de María , ha puesto a este Departamento en el epicentro de la confrontación armada, producto de la alta concentración de cultivos ilícitos sembrados hacia el sur del Departamento y la pretensión de los grupos armados al margen de la ley de controlar las rutas interdepartamentales y hacia el mar utilizadas para el tráfico de narcóticos e insumos para su producción (Observatorio DDHH y DIH, 2009). 70


En el Departamento del Cesar el municipio de la Jagua de Ibirico es un punto fundamental en materia de movilidad, ya que sirve como corredor de drogas permitiendo conexiones entre Colombia y Venezuela por su posición fronteriza, entre el nororiente del país con el Caribe y ofrece ventajas por su cercanía a la Serranía del Perijá. Por su parte en el sur del Departamento se hace posible la comunicación entre el Sur de Bolívar y la región del Catatumbo (Observatorio DDHH y DIH, 2009). En Córdoba, el conflicto armado ha desatado dinámicas que afectan a la población civil y dentro de ella a los pueblos negros. En este contexto la producción de cultivos ilícitos entre 2004 y 2008 según el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos-SIMCI se concentró en un 100% en los municipios de Montelibano, Tierralta, Puerto Libertador y Valencia (Observatorio DDHH y DIH, 2009). En este Departamento se han presentado enfrentamientos relacionados con la lucha por el control del negocio del narcotráfico. De acuerdo con información del Observatorio de DH y DIH, la coincidencia del ascenso en las tasas de homicidio en 2007 y 2008 con el alza en asesinatos relacionados con la delincuencia común y organizada en Córdoba, se enmarca “en un contexto en el que las autodefensas se desmovilizaron, la unidad del narcotráfico se resquebró y se presentaron disputas en su interior, que se expresaron por medio del enfrentamiento entre bandas criminales (…). Las disputas entre bandas

han afectado no solamente los Altos de los ríos Sinú y San Jorge, donde históricamente se registraron los niveles de homicidios más elevados, sino que invadieron áreas donde en el pasado el dominio de las Autodefensas no estaba en cuestionamiento: el Medio San Jorge, la zona costanera, parte del medio y bajo Sinú e incluso la capital departamental, que han presentado tasas moderadas de homicidios (Observatorio DDHH y DIH, 2009). De otro lado en el Atlántico la ubicación geográfica de Barranquilla ofrece grandes ventajas para las actividades económicas ilegales, particularmente el tráfico de narcóticos, por ello la presencia de grupos delincuenciales altamente organizados con cobertura nacional e internacional, es probablemente, la causa de los principales hechos de violencia que afectan los Derechos Humanos en el Departamento (Observatorio DDHH y DIH, 2011). El área metropolitana de la ciudad tiene una importancia estratégica, por ser municipios muy cercanos al puerto, clave para el acopio y movilización de drogas ilícitas. También se han visto afectados los municipios ribereños del Río Magdalena como Soledad, Malambo, Santo Tomás, Palmar de Varela y Ponedera; y los cercanos a la carretera de la cordialidad como Luruaco, Sabanalarga, Baranoa y Galapa. Esta breve descripción geográfica de algunos de los Departamentos de la región Caribe y sus municipios ofrecen elementos que permiten entender el fenómeno del conflicto armado en esta zona del país en el que se encuentran involucrados grupos gue71


rrilleros, paramilitares, bandas criminales y la delincuencia común, quienes se encargan de difundir el terror, el miedo y la inseguridad entre la población civil, por medio de actos violentos como homicidios, masacres, secuestros, atentados con minas antipersona; y mecanismos de control como extorsiones y prestamos bajo la modalidad del pago diario. Estos grupos también logran incursionar en el escenario político por medio de la financiación de campañas a políticos locales que defienden sus intereses, en este sentido se presentan altos niveles de corrupción. En el Atlántico por ejemplo, en los años de mayor apogeo, las Autodefensas extrajeron recursos de las administraciones locales y en particular de los contratos de los sectores en salud y educación, se mantuvieron estrechas relaciones con secretarios gubernamentales del sector, se desviaron y despilfarraron dineros públicos que nunca llegaron a reflejarse en mejoras de condiciones socioeconómicas para los pueblos negros de manera particular (Observatorio DDHH y DIH, 2009). El accionar de los grupos armados tiene como efecto directo el desplazamiento forzado, que obliga a miles de personas a salir de sus tierras por amenazas a sus vidas y las de sus familiares, por los enfrentamientos violentos en medio de los cuales deben vivir y por la apropiación e invasión de tierras que realizan las multinacionales con intereses macroeconómicos en zonas con grandes riquezas mineras y turísticas. En el municipio de San José de Uré en el Departamento de Córdoba, territorio carac72

terizado por una significativa presencia de personas negras debido a su antigua definición como Palenque en el que descendientes de esclavizadas(os) reprodujeron y trasmitieron su cultura y generaron una forma de organización social que les dio autonomía y les permitió alejarse de la sociedad colonial (Observatorio DDHH y DIH, 2009), se encuentra ubicada la mina de Cerro Matoso, complejo minero del que se extrae níquel y ferroníquel que es utilizado como materia básica para la industria del acero inoxidable y otros aceros termo-resistentes. Por su alto valor económico, desde su descubrimiento, se presentaron disputas por su concesión, y después de varios procesos, en 1979 se creó la Sociedad Cerro Matoso S.A., de la que formaron parte el Gobierno colombiano a través de IFI-Econíquel (45%), Billiton Overseas del grupo Royal Dutch Shell (35%) y Conicol de Hanna Minning (20%). Desde 1997, Cerro Matoso es el segundo mayor productor de ferroníquel del mundo y es propiedad del grupo anglo-australiano BHP Billiton (Observatorio DDHH y DIH, 2009). A pesar del desarrollo de esta importante actividad minera que deja cerca de 50.000 millones de pesos al año en regalías, las personas negras que habitan en el municipio de Uré, se enfrentan en la cotidianidad a dificultades relacionadas con la carencia de recursos económicos, ya que se dedican a oficios que generan pocos ingresos, tales como el trabajo en Cerro Matoso, de jornaleros y en el cateo de oro (Observatorio DDHH y DIH, 2009).


En Bolívar dentro de los municipios con fuerte presencia afrodescendiente se encuentran San Pablo, Arenal, Río Viejo, Altos de Rosario, Cicuco y Magangué, donde la confrontación armada históricamente ha estado asociada al valor estratégico de los territorios en términos militares, económicos y políticos, así como donde se ha presentado la reconfiguración del poder local y regional, el control y devastación de los movimientos sociales, el control de actividades extractivas y productivas, de recursos naturales, minerales y megaproyectos, la expropiación y compra de tierras para el desarrollo de proyectos productivos empresariales y agroindustriales, la expansión de la propiedad ganadera, el control y el manejo del circuito de la coca asociado al hurto de hidrocarburos. No debe olvidarse que en esta zona se encuentra la Serranía de San Lucas, con una gran riqueza natural representada en níquel, uranio, carbón, plata, cobre, platino, zinc, molibdeno y oro, entre otros que la configura como la reserva de oro más grande de Sur América y una de las reservas de agua más importantes del país y en donde la mano de obra minera es esencialmente negra (Observatorio DDHH y DIH, 2009). En este mismo Departamento es importante llamar la atención sobre la región litoral, especialmente las Islas del Rosario, Barú, Santa Ana, Tierra Bomba y La Boquilla, territorios ancestrales negros en los cuales se ha presenciado la llegada de grandes complejos turísticos, con irrisorias ofertas de empleo y oportunidades, que ha conllevado a la com-

pra de tierras de los nativos, lo cual ha ido en desmedro de los derechos territoriales e identitarios que sobre el cúmulo de islas poseen estos pueblos negros originarios (Observatorio DDHH y DIH, 2009). Con esta información se evidencia el grave problema de tierras y territorios que tienen los pueblos negros del Caribe cuya titularidad se ve amenazada por los intereses de sectores armados y comerciales tanto nacionales como extranjeros, cuyas acciones van en detrimento del patrimonio cultural e histórico de los mismos, cuestión que sin duda atenta contra la preservación, reproducción y transmisión de sus usos y costumbres, en las cuales juega un papel fundamental la relación que se establece con el territorio como lugar en el que se construye el andamiaje simbólico que significa las cosmovisiones de los pueblos ascendientes de África. El conflicto armado es un segregador de los lazos sociales y comunitarios, socava las posibilidades de la acción colectiva y busca debilitar la fuerza comunal de las organizaciones, líderes y lideresas que trabajan por la mejora y el desarrollo de sus comunidades. Los actores armados ilegales pretenden debilitar a las organizaciones tanto sociales como comunales, que hacen presencia en barrios identificados con una fuerte presencia de personas en situación de desplazamiento y negras , intentando permear a sus líderes y representantes para lograr debilitar a las organizaciones sociales de base y en especial a las más representativas (Observatorio DDHH y DIH, 2009). 73


Las modalidades de violencia que están utilizando los grupos armados ilegales asociados a las bandas criminales, autodenominados Águilas Negras y Los Paisas, conformados por personas no desmovilizados de las AUC, por ex-paramilitares y nuevos integrantes, involucran acciones que no se visibilizan fácilmente por las tácticas de amedrentamiento ejercidas sobre la comunidad que inhiben la denuncia de violaciones a los derechos fundamentales. Por un lado, las autodenominadas Águilas Negras hostigan a la población por medio de amenazas de muerte contra los líderes, lideresas y dirigentes de las organizaciones que agrupan a la población en situación de desplazamiento, a las organizaciones defensoras de Derechos Humanos, y organizaciones de la sociedad civil, contra representantes estudiantiles y población sindicalizada, con el fin de amilanar su tarea reivindicativa y fracturar el tejido social y, contra desmovilizados de las AUC que se han negado al rearme y a hacer parte de este grupo armado ilegal (Observatorio DDHH y DIH, 2009). Respecto a las condiciones socioeconómicas de las(os) guajiras (os), según el Dane en el país el Índice de Necesidades Básica Insatisfechas es del 27%, mientras que en la Guajira ascienden a 65.2%, 40,4% en lo urbano y 91,9% en lo rural. Una de las carencias más evidentes de la región, en parte por sus condiciones desérticas, es la del acceso al servicio de acueducto, alcantarillado y energía eléctrica. Muchos de estos territorios rurales son habitados por personas negras (Observatorio DDHH y DIH, 2007). En la zona de la Alta Guajira se encuentran los municipios de Uribia, Maicao, Manaure y Albania cuya población negra dentro de los mismos corresponde a 27.498 habitantes, siendo la segunda zona de la Guajira con mayor número de habitantes afrodescendientes. En estos territorios existe una importante actividad minera que se desarrolla en las minas del Cerrejón Zona Norte (Uribia, Albania); se da también la explotación de 4.200 hectáreas de Sal Marina (Manaure) y de gas natural en la plataforma continental de Chuchupa (Observatorio DDHH y DIH, 2007).

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Los municipios de Uribia, Maicao y Manaure conforman una Zona Especial Aduanera, por su cercanía a puertos de embarque y zonas fronterizas realizan intercambios comerciales de mercancías legales e ilegales. Las características sociodemográficas de estos territorios influyen de manera directa en las condiciones de vida de los pueblos negros de la zona que han visto deteriorarse sus contextos culturales y la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas. Por su parte en la zona media del Departamento se concentra un total de 55.177 personas afrodescendientes, distribuidas entre los municipios de Riohacha, Dibulla, Barrancas y Hato Nuevo, los cuales de acuerdo a su ubicación geográfica se encuentran cercanos a puntos estratégicos, como la Sierra Nevada, el río Ranchería y la Serranía del Perijá que permiten una conexión fácil con Venezuela. Los pueblos afrodescendientes de esta zona se ven afectados por la presencia de actores armados ilegales y las disputas que surgen por el control del contrabando de mercancías, armas, gasolina y estupefacientes. En la zona rural de Barrancas donde habitan según el Censo de 2005, 981 personas afrodescendientes, hacen presencia el Frente 59 de las FARC y el Frente Gustavo Palmesano del ELN (Observatorio DDHH y DIH, 2007). Por otro lado en la zona baja de La Guajira que comprende los municipios de Fonseca, Distracción, San Juan del Cesar, Villanueva, El Molino, Urumita y la Jagua del Pilar, se encuentran ubicadas 9831 personas negras y afrodescendientes. Entre los activos que tiene esta parte del Departamento están el oleoducto que transporta el crudo hacia la Costa y el ferrocarril de carbón de la multinacional Drummond; además, esta región se encuentra entre las minas de El Cerrejón y la troncal que conecta en su último tramo el centro del país con la Costa norte. Este panorama sobre las dinámicas de los contextos en las distintas zonas de la Guajira, evidencia la exposición de la población civil y de manera particular de los pueblos negros a hechos violentos relacionados con el narcotráfico y la disputas por el territorio por parte de los grupos armados ilegales, que se reflejan en homicidios, masacres, secuestros, reclutamiento de jóvenes y adultos para la delincuencia, la acción armada y en el desplazamiento forzado de los pueblos hacia 75


lugares más seguros, en donde sufren los efectos del desarraigo cultural y territorial. El interés por el dominio del territorio conduce a los grupos armados a utilizar las minas antipersona como instrumento de terror y control. En el Departamento de la Guajira se registraron entre 2003 y 2007 un total de 64 eventos por uso de estos artefactos, los municipios más afectados fueron San Juan del Cesar, Villanueva, Dibulla y Riohacha, en donde existe una población de 53.662 personas negras y afrodescendientes, lo que evidencia una considerable probabilidad de situarse como víctimas de este tipo de hechos. Los pueblos negros rurales son las más afectadas por este fenómeno y sus habitantes se encuentran altamente desprotegidos frente a las locomotoras mineras, turísticas y armadas. Por último no podemos dejar de referirnos a la situación de los pueblos negros de la Guajira de cara al daño que les ha ocasionado la explotación minera de la que son objeto sus territorios ancestrales por parte de la multinacional El Cerrejón (en funcionamiento desde 1976). Esta multinacional de manera sistemática ha desconocido los derechos colectivos sobre amplios territorios, aunque su actuar institucional ha sido ilegítimo desde el punto de vista de la normatividad vigente para la protección cultural de los pueblos negros, esta ha sido legalizado por medio de 76

sofisticadas argucias jurídicas de los abogados de la multinacional quienes han reinterpretado la Ley 70 de 1993 y han dicho que conceptos como Comunidad Negra y territorios ancestrales, no aplican para el caso guajiro. De esta forma han desplazado de manera forzada a pueblos emblemáticos que guardan memorias cimarronas, que fueron antiguos Palenques como Roche, Patilla, Tabaco al borde de carreteras, lo que ha generado quiebres en la identidad cultural de pueblos que tenían estrechos nexos con territorios de ocupación ancestral negra. ¿Durante la arremetida paramilitar qué efectos dañinos tuvo en algunos pueblos y en las culturas negras caribeñas? No existen estudios que de manera específica profundicen acerca de los impactos negativos a los derechos tanto individuales como colectivos de las(o) descendientes de africanas(os) ocurridos en la época mas aguda de la arremetida paramilitar en la región Caribe, esto es entre los años 1999 y 2005. La historia del conflicto armado desde una perspectiva étnico-racial está por escribirse. No obstante existen unos pocos trabajos que dan cuenta de este periodo como el que presentamos a continuación.


Mujeres y afrodescendientes A diferencia de las zonas de disputa y enfrentamiento armado, donde paramilitares rotulan a la población como ‘colaboradores’ o ‘guerrilleros de civil’ tornándola objetivo militar, en San Onofre y sus corregimientos, zona de asentamiento paramilitar, las diferencias de género y etnia fueron ejes centrales de la estigmatización, jerarquización y discriminación sociales. El orden paramilitar instaurado en la jurisdicción de San Onofre implicó un modelo específico de ser mujer que reprodujo arreglos de género tradicionales y patriarcales. Las mujeres debían acomodarse a lo que la cultura tradicional esperaría de ellas: debían restringirse al ámbito privado, a sus hogares, criar a los hijos, cuidar la casa, ser disciplinadas y mostrarse respetuosas de la autoridad masculina y paramilitar. En ese marco, todos los comportamientos y prácticas que no se acogían al modelo eran considerados ‘trasgresores’ y fueron, por tanto, estigmatizados. Tal como lo revelan los testimonios, las mujeres fueron tildadas de ‘infieles’, “Él [‘Cadena’] a mí un día me dijo: ‘Yo no mato a los maricas porque los maricas son más fieles que las mujeres’”53. También fueron señaladas como ‘chismosas’, y por ello, como veremos acápites más adelante, castigadas y sometidas al escarnio público: “A las mujeres las castigaba porque eran muy chismosas. No gustaban de ver un grupo de mujeres sentadas en ninguna parte”5; las sancionaba “por chismosas, por pelioneras, por viciosas, por cualquier defecto que fuera malo para la sociedad”55. De manera particular, las mujeres de Libertad e Higuerón –corregimientos que conservan identidades y prácticas religiosas afrodescendientes consideradas ‘peligrosas’ y contrarias a los principios cristianos defendidos por los paramilitares– fueron rotuladas como ‘brujas’, “las mujeres eran chismosas y brujas como ellas solas”. La tipificación por razones de género no recayó únicamente sobre las mujeres; también una noción de hombre guerrero, militar, viril, fue construida e impuesta. En ese sentido, todas las características asociadas a lo femenino fueron sancionadas en los hombres, particularmente en los jóvenes: “Las cosas que más castigaban eran los cortes de pelo, perforarse el oído. A los hombres les controlaban el cuerpo, la ropa, el peinado, el hombre guerrero, peinado como 77


hombres, nada de peinados modernos, ni pelo largo, ni aretes, ni cosas así”. Las diferencias étnicas fueron otro eje de la jerarquización social bajo el dominio paramilitar. Los habitantes de San Onofre, Rincón del Mar y Libertad son en su mayoría afrodescendientes y se reivindican como tales5. En ese contexto, los comandantes paramilitares, especialmente ‘Cadena’ y ‘Diego Vecino’, categorizaron a la población y se relacionaron con ella reproduciendo y exacerbando un racismo estructural e imponiendo nuevas formas de segregación y discriminación raciales. ¿Cómo nombraban y tipificaban a los afrodescendientes los comandantes paramilitares? Una primera categoría que emerge de los testimonios es la de ‘animales’. Los habitantes de Rincón del Mar recuerdan cómo en las reuniones públicas que convocaban los paramilitares en el pueblo para comunicar reglas y normas coercitivas, ‘Cadena’ se refería a ellos como ‘cerdos’, ‘ganado’, ‘animales’. Al respecto dice un habitante de Rincón del Mar: Reunían al pueblo; ‘Cadena’ llegaba al final. Una vez para una reunión todos estaban buscando sillita, una sombra; cuando llegó ‘Cadena’, montó el fusil, disparó y dijo: “Negros triple hijueputas, ¿pa’ dónde van?, ustedes se me paran en el sol como el ganado”. Y los amontonaba con su escolta y decía: “Estoy harto, cansado de su desorden”. Luego decía: “Voy a matar tres o cuatro pa’ que sepan que yo sí mato. Todo esto es mío, ustedes irán a San Andrés, pero todo acá es mío. Espero que mejoren, espero que todo mejore”. Casi siempre las reuniones eran por eso. No sólo ‘Cadena’ utilizaba esos adjetivos: “Ésas no eran sólo posiciones de él. Eran también de ‘Diego Vecino’. Les decía ‘puercos’ ‘animales’, el lenguaje con el tema afro era totalmente discriminatorio”. Un segundo calificativo que surge de los testimonios y el trabajo de campo se refiere a las capacidades para el trabajo y la productividad. Reiteradamente, los comandantes paramilitares señalaban a la población como ‘negros flojos’ y, como veremos más adelante, los sancionaban con largas jornadas de trabajos forzados: Él [‘Cadena’] siempre les decía ‘negros flojos’, porque a todas éstas, racista sí era […] eso sí: racista sí era, eso sí lo tengo claro, ‘negros flojos’, ‘negras chismosas’ […] En todas esas reuniones era: ‘partida de negros…’, y por ahí 78


Las mujeres negras lideresas de la región cuentan que en los momentos mas difíciles del fenómeno paramilitar las dos afectaciones más grandes para ellas fueron: las constantes amenazas y la pérdida de libertad: “porque aunque uno tenga unas medidas de seguridad, ya no es libre. Ya tiene lugares definidos donde no puede ir, de todas maneras al no llegar a todos los pueblos negros, ya eso tiene un costo político grande. La otra parte tiene que ver con que desde que ya [son] visibilizados los líderes que están en la defensa de los Derechos Humanos, también buscan la forma de que su actuar sea menos visible. Por lo menos buscándole la caída, para ver cómo lo ponen preso o lo asesinan” (Entrevistada en Sucre, 2012).

comenzaban los calificativos. Era un tema humillante. Cuando iban a las reuniones, verbalmente los trataba muy feo, muy feo, ‘negros hijueputas’, ‘partida de negros flojos’. Finalmente, los testimonios que se presentan a continuación reiteran cómo, en el orden social instaurado por los paramilitares, la población afrodescendiente fue relegada al último lugar en la jerarquía social: “Hacían reuniones en La Boca para nada más maltratarlo a uno. Nos decía ‘malditos negros’ ‘hijueputas, malparidos negros’”. En ese proceso de discriminación, el sistema de clasificación del cuerpo fue alterado de manera simbólica; el rostro de los hombres afrodescendientes fue asociado a los órganos sexuales, vistos por los armados como ‘inmundos’: “En las reuniones que ‘Cadena’ convocaba en La Boca del pueblo, decía: ‘Los cara de mondá, negros inmundos’, ‘A esos negros hijueputas hay que tratarlos como animales’. Él nos trataba muy mal pero nadie se atrevía a decir nada”63. Al nombrar a la población afrodescendiente como ‘animales’ y al asociar su cara, entidad vital en los procesos de individuación, a lo sexual, los paramilitares instauraron un profundo racismo, fundamentado en una ideología de superioridad racial, que implicó (y se apoyó en) la animalización y deshumanización de lo afro. Tomado de GMM-CNRR. (2011). La otra violencia: control paramilitar y vida cotidiana en Rincón del Mar y Libertad. En Mujeres y guerra. Víctimas y resistencias en el Caribe colombiano. Bogotá.

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¿Cuál es el mapa de la actividad minera y que efectos tiene sobre los pueblos negros de la región? No podemos dejar de referirnos a los daños sicosociales y culturales que ha generado la explotación minera a los pueblos negros de la Guajira. La magnitud de estos daños es tal que estos pueblos en tanto sujetos colectivos de especial protección constitucional son víctimas de macroproyectos de desarrollo minero con plenos derechos a la reparación integral la cual incluiría reparación material e inmaterial. Es así como antiguos Palenques y Rochelas que representaban una territorialidad ancestral han sido objeto de desalojos forzados por parte de la multinacional el Cerrejón, en funcionamiento desde 1976. Esta multinacional de manera sistemática ha desconocido los derechos colectivos de muchos pueblos negros , y aunque su actuar institucional ha sido ilegítimo desde un punto de vista de la normatividad vigente para la protección cultural de los pueblos étnicos, este ha sido legalizado por medio de sofisticadas argucias jurídicas de los abogados de la multinacional quienes han reinterpretado de manera amañada la Ley 70 de 1993 y han negado que conceptos como Comunidad Negra y territorios ancestrales, apliquen al caso guajiro. De esta forma han desplazado de manera forzada y con el aval del Estado colombiano a pueblos emblemáticos, que guardaban memorias cimarronas, al borde de carreteras, lo que les ha generado quiebres en la identidad cultural que reposaba en los estrechos nexos que habían recreado en estos territorios.

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¿Por qué han aparecido consejos comunitarios, y solicitudes de titulación colectiva de territorios en algunos Departamentos del Caribe continental? El Estado ha reconocido la existencia de varias Comunidades Negras ubicadas por fuera del Anden Pacífico que han demostrado poseer características similares a las de dicha región y les ha titulado territorios de manera colectiva. No obstante estos procesos de reconocimiento y de titulación de territorios han sido muy lentos en la región del Caribe. Si bien es cierto que la titulación colectiva de algunos territorios en el Pacifico ha sido un mecanismo protector frente a los procesos de despojo, en otras regiones en donde habitan pueblos negros de gran importancia para la diáspora africana interna, estos no han contando este mecanismo. Por otra parte la investigaciones del Observatorio de Territorios Étnicos de la Universidad Javeriana de Bogotá afirman que: “es necesario observar cómo las ocupaciones de las comunidades negras de la región Caribe, a pesar de contar con procesos históricos de territorialidad, con formas de organización propia y de ubicarse en zonas aptas de titulación, según los términos descritos en la normativa aplicable, no han sido sujetos de programas estatales de procesos de demarcación, protección y titulación colectiva. Aunque se pueden identificar algunos procesos que se encuentran en trámite de ti-

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tulación colectiva” (Serie memoria y territorio 2, 211: 13) En la región existen varios consejos comunitarios que aun no poseen territorios colectivos. Los consejos comunitarios están llamados a enfrentar, la indolente voracidad del capitalismo transnacional interesado en proyectos agroindustriales, macroproyectos turísticos, industriales, mineros, forestales entre otras que desde hace años han puesto su mira en territorios de pueblos negros donde hoy se ciernen enormes amenazas para su integridad cultural y están comprometiendo el futuro de las nuevas y futuras generaciones de estos pueblos. Los consejos comunitarios enfrentan obstáculos administrativos y políticos que impiden su incidencia en los espacios locales de participación y decisión política ; además las posibilidades de titulación son escasas en tanto no existen tierras baldías para la distribución y las que se encuentran disponibles en ocasiones son lejanas a los lugares en los que funcionan los consejos, cuestión bastante conflictiva para los pueblos negros, ya que la aceptación de esas tierras implicaría el traslado de sus lugares de vivienda, lo que demandaría nuevos procesos de adaptación y la construcción de nuevos vínculos comunitarios.


El territorio como instrumento de realización de derechos y libertades fundamentales. También es garante de la integridad física y cultural de los pueblos y espacio de construcción y re-creación del patrimonio cultural material e inmaterial

Los pueblos negros en varias zonas del país Caribe, son la prueba de la creación de territorios libres bajo la forma de resistencia al régimen esclavista por medio del cimarrronaje.

En el Departamento Magdalena cuatro consejos comunitarios han presentado solicitudes de titulación colectiva como son ellos: el consejo comunitario de San Juan de Palos Prieto, el consejo comunitario Jacobo Pérez Escobar de Aracataca, consejos comunitarios de Sevilla, consejo comunitario de Tucurinca. En el Departamento de Bolívar, donde además de las solicitudes de titulación colectiva de los consejos comunitarios de Islas del Rosario, hoy se cuenta con las solicitudes de 5 consejos comunitarios más que son: Hato Viejo, Amanzaguapo, consejo comunitario de Arroyo de Piedra, San Cristóbal y el Paraíso.

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¿Qué marco legislativo existe en el Caribe continental que garantice derechos a personas y pueblos negros? Varios departamentos han expedido una serie de Decretos, Ordenanzas, Acuerdos para responder a la garantía de derechos de pueblos y personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras de la región. No obstante hace falta realizar una evaluación a todo este marco legislativo pues este no logra articularse de manera real con las dependencias que conforman los gobiernos locales y departamentales. Bolívar y Cartagena • Decreto departamental 431 de 2005 • Ordenanza departamental 019 de 2008 • Acuerdo distrital 015 de 2004 Decreto departamental 431 de 2005. «Por medio del cual se crea el Consejo étnico departamental contra el racismo, la exclusión y la discriminación racial». Con la creación de este Consejo se busca crear políticas destinadas a prevenir actos de racismo y discriminación, asegurar la protección de los derechos de las comunidades étnicas del departamento, remover las prácticas de racismo en los espacios institucionales y sociales y promover procesos de sensibilización y concientización para una aceptación de la diferencia. Ordenanza departamental 019 de 2008. «Por medio de la cual se conceden facultades al gobernador de Bolívar para adoptar una política pública que reconozca y garantice los derechos de las comunidades negras o étnicas afrodescendientes del departamento de Bolívar y se dictan otras disposiciones». En esta ordenanza, la asamblea departamental faculta al gobernador del departamento de Bolívar para crear una política pública en la que se contemple un programa de atención dirigido a la población afrodescendiente del departamento. Dicho programa tiene como fin último el mejoramiento de la calidad de vida de este grupo étnico-racial y establece las siguientes áreas de atención: • Gestión territorial-ambiental en la que se proteja el derecho de las comunidades afrodescendientes sobre territorios ancestrales tradi84


cionales, se garantice el manejo de los recursos naturales, se conserve la biodiversidad y se mantenga el equilibrio ambiental • Promoción de los conocimientos sobre la cultura afrodescendiente • Fortalecimiento de los procesos organizativos de sus organizaciones Acuerdo distrital 015 de 2004. «Por el cual se adopta como política educativa permanente para fortalecer y reafirmar la identidad étnica y cultural, el Programa de etnoeducación y diversidad cultural y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos en todas las instituciones educativas oficiales y establecimientos educativos privados del Distrito de Cartagena y sus localidades, y se dictan otras disposiciones». Este acuerdo contiene tres aspectos fundamentales: • La reglamentación necesaria para la puesta en marcha del Programa de Etnoeducación y diversidad cultural y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos (capacitación, divulgación, programas educativos y ayudas necesarias para su implementación). • La implementación de estímulos a las instituciones educativas destacadas en el área de Etnoeducación y Estudios Afrocolombianos, y a sus integrantes. • El reconocimiento de personas e instituciones que contribuyan o hayan contribuido en el desarrollo de la identidad étnica-cultural afrocolombiana y cartagenera.

Sucre Ordenanza departamental 025 de 2008. «Por la cual se adopta una política pública para reconocer y garantizar los derechos de las comunidades afrodescendientes del departamento de Sucre». Por medio de esta ordenanza se busca crear e implementar una política pública que incida en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población negra afrocolombiana del departamento de Sucre, en los siguientes ámbitos: territorial, educativo, cultural, económico, político, social y ambiental. Se establece la creación de la Consultiva departamental con el fin de garantizar la participación de las comunidades negras afrocolombianas en las decisiones públicas que les afecten. La ordenanza instaura la Unidad asesora para comunidades negras o afrodescendientes del departamento de Sucre como órgano adscrito a la Oficina de asuntos étnicos del departamento; está encargada de «facilitar la intervención sectorial de las entidades departamentales y nacionales que desarrollan programas y proyectos en beneficio de esta población».

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Córdoba Ordenanza 9 de 2009. Por medio de esta ordenanza se establece una modificación de la ordenanza 16 de 2006, con la que se busca mejorar las condiciones actuales de las comunidades negras o étnicas afrocolombianas del departamento de Córdoba. Para el logro de tal objetivo se establece la promoción del desarrollo territorial, educativo, cultural, económico, político, administrativo, social, religioso y ambiental de las mencionadas comunidades, teniendo como punto esencial su propia participación y la implementación de Acciones Afirmativas para el alcance de sus objetivos. La ordenanza propone la creación de políticas públicas territoriales, etnoeducativas, artísticas y culturales, económicas, ambientales, sociales, salud, recreación y deportes, derechos humanos, desplazamiento y reparación que obedezcan a las particularidades de personas negras y afrocolombianas. También otorga a comunidades negras y/o afrodescendientes el derecho de objeción cultural sobre las decisiones o acciones de la administración departamental que vayan en contra de su cosmovisión cultural y social, ordena la divulgación y sensibilización de la población sobre los derechos de las comunidades negras y estipula la creación de una oficina departamental de políticas públicas para comunidades negras o afrodescendientes.

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Cesar Ordenanza 10 de 2009. «Por la cual se adopta la política pública para reconocer y garantizar los derechos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras del departamento del Cesar». El planteamiento de esta política está orientado por dos criterios: el reconocimiento de las comunidades afrocolombianas, negras, raizales y palenqueras como sujetos de derechos y deberes, y la necesidad imperativa de que estas comunidades participen de forma activa en las decisiones que les afectan. A partir de estos preceptos se plantean dos objetivos para mejorar de forma integral las condiciones de vida de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras: primero, garantizar sus derechos civiles y colectivos étnico-territoriales contenidos en la Constitución y la ley; y segundo, focalizar, identificar e implementar el acceso de esta población a los programas sociales del Estado, de tal manera que se generen iguales oportunidades para alcanzar los beneficios del desarrollo a través de la implementación de Acciones Afirmativas. Algunas de las principales acciones planteadas en esta ordenanza son la creación del sistema de fortalecimiento de las comunidades afrodescendientes del Cesar y la implementación de la política pública nacional para la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, contenida en el conpes 3310 de 2004 en el departamento.

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