El laicismo y el libre pensamiento "También se llama ley, el someterse a la voluntad de uno solo". Heráclito de Éfeso (535-484 AC) "Un Rey, una Ley, una Fe". Jacques B. Bossuet (1627-1704)
Permítaseme iniciar nuestro tema, con el significado del término laicismo. Para ello, aprovechemos la oposición de las voces demos y laos. Ambas son originarias del griego antiguo; pero, mientras que el primero se refiere a un grupo dirigente que representa y es designado por el pueblo, el segundo alude al pueblo en su totalidad. Como podemos inferir de inmediato, Laicismo y Laicidad tiene como raíz a la segunda, laos. El asunto en sí es un tema que genera controversia y polémica, de tal forma que se puede llegar hasta el extremo de convertirlo en ideología, y de allí al dogma hay solo un paso. El estudio del laicismo y de la laicidad puede ser abordado desde diferentes sectores: histórico, filosófico, antropológico, sociológico, ético, teológico, bioético. Cada cual con sus especificaciones correspondientes. Somos de la idea que cada campo aporta una visión especial que nos orienta a una posición. Y es muy importante no dejar a un lado el método científico, la inquietud filosófica, y sobre todo, la ecuanimidad. Porque siendo controversial arrastra pasiones y exclusivismos a priori. El término laico se emplea en los 300 a 400 años d.C. Incluso para las primeras traducciones de la Biblia, el uso es más evidente. Esta primera señal nos indica que propiamente desde los inicios del uso del vocablo su frecuencia se da en los fermentos de la cultura occidental. Es pues, asimismo, preocupación latente que por siempre resguarda a la inquietud del humanismo. Pensamos que, ante la trayectoria histórica, el uso del mismo es caleidoscópico. Nos explicamos. Con la irrupción de las huestes alejandrinas y la transformación de la occidentalización del oriente y la orientalización de occidente, el sincretismo genera nuevas visiones del mundo. Ambas cosmologías se sintetizan en novedades tanto públicas como privadas, políticas como religiosas, filosóficas como teológicas. El influjo de este acontecimiento histórico adquiere hegemonía. La escuela de Alejandría aporta la visión geocéntrica, el universalismo político, religioso y económico. Sus alumnos aplicados, el imperio romano. Al reconocer al cristianismo como religión oficial, las relaciones se trastocan. Las muchedumbres que conforman el imperio son discriminadas por sus creencias. Posición que se radicaliza vertiginosamente. El sacrificio de Hipatia es el antecedente de los años venideros. Discutir el oscurantismo de la Edad Media es un oficio que
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generosamente se le debe conceder a los especialistas. Solo deseo agregar que los aportes de la filología, la historiografía, la estética, y especialmente la reorientación con inquietudes novedosas, nos están aproximando a un mejor conocimiento en la exacta medida en que éste sea un conocimiento interdisciplinario y también, por qué no, transdisciplinario. El hombre, en su mundo hogareño, sus relaciones y sus aspiraciones, cambia la percepción restringida de esta etapa histórica. La iglesia es activa en lo público y lo privado, en lo económico y lo político; en ninguna actividad humana deja de participar. Las condiciones propician su autoridad omnipotente. Ignorar el rechazo a la arbitrariedad es mermar a la condición humana a una posición inerte. Nos inculcan que, todo el mundo antiguo, por no decir Europa, vivía la Edad de Oro del Cristianismo. Reflexión para nuestro tema que, la historia oficial, la escriben los vencedores. Con el equilibrio necesario podemos decir que el magíster dixit, del Medioevo europeo, responde a una razón lógica: aquella del principio de autoridad. No obstante, es una marca profunda a hierro ardiente desde los albores de nuestra tradición occidental. Es por ello que, Aristóteles, desde una perspectiva religiosa específica, terminará convertido en el tirano cultural más grande que haya podido conocer una parte de la humanidad. Su influencia, a través de la Escolástica, se extenderá por más de 16 siglos, aunque haya quienes todavía mantendrán la rémora del Liceo por mucho más tiempo. Difícil cosa resulta el separar la religión de cualquier actividad humana, en tanto que el sentido original de esta voz latina es el reunir, el religar, no solo al hombre consigo mismo y con la especie humana, sino que, a través de la Creación, acceder a esa conexión íntima y profunda con el Creador, como quiere que fuere este comprendido, entendido, asumido e integrado. Los momentos estelares de la humanidad, si recordamos a Stephan Zweig (18811942)1, o los tiempos axiales de la historia (la Era Axial comprendida entre el 800 AC y el 200 AC), si evocáramos a Karl Jaspers (1883-1969), se propician por la suma de cambios y transformaciones. Ofrezco esta referencia a guisa de reflexión, porque Zweig era un fervoroso entusiasta del drama del vencido; mucho más que el héroe triunfante, lo motivaba la derrota material que demuestra la superioridad moral de quién es humillado por el Destino. Se puede adivinar que gran parte de sus simpatías y de sus notables facultades analíticas están a favor del sufriente que, en la adversidad, descubre y encuentra el principio de su ascensión. De similar manera, Jaspers nos ofrece la posibilidad de la trascendencia y el valor del trascender y el trascenderse que identificaría a nuestra especie humana. Pero, no obstante el carácter especulativo de este papel, como ejercicio efectivo del libre pensamiento, no queremos tampoco extendernos en demasía por los vericuetos de una filosofía y de una metafísica que no siempre enfrentan la teología con la más moderna epistemología, a pesar de ese aporte luminoso de Ludwig Wittgenstein (1899-1951).
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Desde 1927, la más traducida y reeditada de las numerosas obras del genial y trágico escritor austríaco.
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Recordemos sí, que la humanidad accederá a un nuevo nivel de conciencia o de filosofía, como diría Hegel, de una manera casi homogénea y contemporánea en diversas partes del planeta entre los siglos VI y V A.C, entre los paralelos 20 y 40, como si fuera una condicionante geomagnética en el espacio de aquel tiempo. Es a esa época que también se le ha llamado Tiempo Eje, aunque una Era Axial, definida por Karl Jaspers, es la que abarca los siglos VIII y II A. C, ya citados, y que se focaliza en el proceso de espiritualización, así como en aspectos filosóficos y científicos de aquel periodo2. Los antiguos griegos manifestaban que del caos nace el orden, y que la transición es la crisis, ésta es una palabra clave para el Extremo Oriente en el que China enfoca su peculiar visión del WEIJI (en toda crisis hay oportunidades, WEI: peligro; JI: oportunidad). La violenta irrupción del mundo árabe; la toma de Constantinopla por los turcos; los grandes descubrimientos geográficos y la consecuente ampliación del mundo conocido; así como, en especial, la revolución copernicana que le da la primera estocada al célebre Estagirita, son otros tantos ejemplos de crisis profundas en el pensamiento humano y en su sistema de creencias. El nuevo amanecer histórico para la humanidad, al menos, en Europa, es aquel del Quattrocento y del Cinquecento. Empero, el renacimiento no es solo italiano. Sus efectos alcanzarán, en mayor o menor medida, a todos los rincones del planeta, aunque sus tiempos sean o fueran muy distintos. Es luego que se comprenderá como es que toda hegemonía resulta mezquina y al final, todo centralismo es torvo. Decir que el humanismo se origina en el Renacimiento es una audacia que supera la simple aventura cultural, aún en los límites de este simple papel. El califato de Córdoba y el califato de Damasco, entre los 700 y 900 d.C. ostentaban su esplendor cultural con ciudades modernas y técnicas avanzadas; mientras que en Europa, por decir lo menos, las alcantarillas eran todavía un sueño visionario. Citemos como ejemplo, las Epístolas de los Hermanos de La Pureza verdadera enciclopedia que refleja toda la inquietud humanística de esos dos califatos, y un auténtico motivo para estimular la curiosidad intelectual sobre la condición humana. De igual manera, podríamos también mencionar La Suda, enciclopedia del siglo X escrita por eruditos bizantinos. La cuestión del humanismo que propicia nuestra angustiante preocupación acerca del laicismo no es exclusivo aporte de Occidente, del cristianismo o de la venerable Italia. Decíamos que, los momentos estelares de nuestra humanidad son adiciones episódicas pese al genio de Zweig que reconocemos y exaltamos, pues la imprenta transforma radicalmente la visión cultural, como consecuencia de un préstamo cultural foráneo, venido de esa lejana y exótica China: el papel. Uno y otra constituyen el fenómeno capital para la más profunda transformación de la cultura occidental. A su tiempo, tanto la Reforma como la Contrarreforma en su 2
En China, Confucionismo, Taoísmo, las escuelas de Mo-tzu, Zhuangzi, Lie Zi, entre otros. En la India, Brahmanismo, Budismo y Jainismo. En Occidente, el Zoroastrismo, los profetas del Judaísmo como Elías, Isaías, Jeremías y, en Grecia, la sofística, la filosofía de Parménides, Heráclito, Platón, Tucídides y Arquímedes.
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encuentro y colisión, que en la vieja lengua Quechua de nuestros abuelos Incas, llamaríamos más apropiadamente, TINKU, sumados a los episodios anteriormente referidos, podríamos pensar como los catalizadores que finalmente provocarán el laicismo. Historiadores contemporáneos teorizan acerca del choque de las civilizaciones, en especial Samuel Huntington (1927-2008); es menester referirse al ser humano en su condición singular: (a) en cuanto persona; y (b) como agente cultural. Esta autoafirmación dinámica genera la búsqueda del sentido existencial. Nuestra época, como dicen muchos pensadores, está en crisis. Pues bien, osemos entonces variar el adjetivo hesiódico y pitagórico, diciendo que, la permanencia del influjo de la torre de Babel se niega abandonarnos. El uso corriente del lenguaje es casi una ley lingüística, lamentablemente se trata de una categoría que propicia la orfandad del entendimiento. Cual tablero de ajedrez al inicio de la partida, hoy debemos esclarecer los términos que utilizaremos en la búsqueda de un diálogo fructífero. Civilización de cultura. Humanismo de humanitarismo. Laicismo de laicidad. Con la vorágine de nuestra coyuntura mediática, veleidosa o subliminalmente, las palabras adquieren un contenido cuasi algebraico. El coloquio ya no es convergente. Augustas instituciones permanecen claves y esclarecedoras, como es la práctica del ARTE REAL, en sus venas y entrañas más íntimas, se propicia el empleo del término en su originalidad: resorte protagónico para la concordia. Es de común acuerdo decir que, el caudal renacentista inunda y desborda la Ilustración hasta anegarla por completo. Asumamos la responsabilidad al decir que la despedida del insigne Aristóteles y de su pragmática escolástica, tan cara uno y otra para los sectores clericales, abrió las puertas a mundos insospechados. Cual efectiva palingenesia, recobra vida Protágoras de Abdera al recordarnos que: "El hombre es la medida de las cosas, de las que son en cuanto son, de las que no son en cuanto no son". Y así, con los genuinos aportes de Kepler, Galileo, y Newton ingresamos a un nuevo mundo en la libertad del pensamiento guiados por Descartes y Kant, como si se tratara de un redivivo Dante conducido nuevamente por Virgilio. La razón como preeminencia aparta a los asuntos confesionales de los espacios estelares y de los tiempos sociales. La contienda se traslada a las aulas universitarias, a la confrontación política, a la polémica académica. Tributo a una cuasi convivencia pacífica. Atrás quedaron los restos óseos calcinados producidos por los Savonarolas del Santo Oficio y de su no tan santa inquisición; las testas volátiles impulsadas por las manos del terror maniobrando su fatídica guillotina. El raciocinio disgrega a la religión de los nuevos estamentos ejecutivos, legislativos y judiciales. El laicismo no olvida así su irrupción no menos violenta en la historia que hemos evocado y adquiere la agresividad del combate al que es invitado y de súbito he aquí que se yergue y erige y se presenta: anticlerical. Con la inquietud indicada anteriormente, pretendemos discernir el uso muy frecuente e inconsistente de las sacrosantas y mágicas palabras: progreso, desarrollo, evolución. El laicismo como escuela, debe evadir cualquier
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compromiso confesional, especialmente en el acceso a improntas ideológicas. Sugerimos al laicismo, como ejercicio vital que se agota en la angustia de nuestra existencia. El hombre solitario, como ente, es objeto de ciencia. El hombre en su dimensión universal es persona humana. En su generación es dignidad. En su realización integral es sociedad y ente social. En su convivencia diaria es concordia y armonía total. Mas el hombre en su condición humana más auténtica, no es solo el yo, es también el otro que alcanza su cota suprema en el nosotros, el todos nosotros. En su mundo público es ciudadano. En su mundo privado es valor. Y en su mundo más íntimo, templo oculto y templo misterioso, donde se rinde culto al secreto profundo del UNO-TODO y del TODO-UNO. Muy a pesar de las ricas e interesantes conceptualizaciones de la Unesco, se pretenden aventuras fantásticas, falacias existenciales, con respecto al laicismo. El consenso nos indica que son tres los temas que identifican al laicismo: (1) libertad de conciencia; (2) igualdad de trato; y (3) búsqueda del bien común, con la impronta cierta y verdadera de lo público y de lo privado, agregaríamos aún, con lo íntimo. Si anteriormente la lucha y la brega tuvieron lugar en el terreno religioso y en el terreno político, hoy se ha trasladado al campo económico. No por ello, se puede dejar a un lado su contenido sustancial: el miedo, el temor. El Estado, con el imperio de la ley, está obligado a cautelar la esfera pública, tanto como la garantía privada, la sociedad, la familia y la persona. Estaríamos tentados en calificar de “sueños mefistofélicos”, si no fueran acaso “luciferinos”, el hecho de pretender transformar -mediante la anarquía- el Estado en anomia, o peor aún, en una suerte de teocracia clerical cuyas muestras y ejemplos más recientes se observan en otras latitudes del mundo islámico. He ahí, a los auténticos Apóstoles apocalípticos y perversos, aquellos que proclaman la venida del Anticristo, entendido éste como la deshumanización del ser humano y la pérdida de su universalidad, lo cual atenta contra su auténtica naturaleza esencial en ese diálogo íntimo del ser con el SER. Hoy, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) resulta ser un ágora moderna en la que, al menos, por un instante, aquel de su edición, se reconcilian los sentidos y los significados, las acepciones y las definiciones, de una semántica cada vez más compleja y enriquecida, pero que se ve simplificada y facilitada por el acceso a una tecnología que amenaza en convertirse en la nueva diosa RAZÓN de nuestros días, aquella del Trans-humanismo (en inglés, transhumanism H+)3. Se trata de una ideología y de un movimiento cultural e intelectual, que pretende superar los límites físicos, síquicos e intelectuales del ser humano, por medio de la tecnología, pero cuya crítica y comentario nos desbordaría en esta ponencia y en sus límites. Por ello, leamos en su 22ª edición, el RAE, que nos dice:
laicismo. 3
El término fue acuñado en 1957 por el biólogo briánico Julian S. Huxley (1887-1957), primer director de la UNESCO y fundador del WWF.
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(De laico). 1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa. El vigor de las instituciones radica en la participación activa de cada uno de sus miembros. Allí, donde se estime el diálogo frente a la abulia; donde se valore el respeto por las diferencias, y se auspicie la responsabilidad, sancionando el desorden, el vicio y la perversión, la falta de solidaridad y de compasión. Especialmente, es preciso erradicar las tesis de los predicadores que dicen: “Haced lo que yo os digo, no lo que yo hago”. La moral es un bien preciado de la humanidad. La moral es buenas costumbres. El objetivo a lograr es aquel de ser un hombre libre y de buenas costumbres. Se trataría de una Moral, transformada en esferas humanas geográficas más amplias, hasta llegar a la casi utópica por suponerla imposible: MORAL UNIVERSAL, como lo plantea el Ilustre y Poderoso Hermano Serge Raynaud de la Ferrière, 33°, en su serie de los “Siete Grandes Mensajes”4. Es posible que la globalización, comprendida como una cultura universal, y no nada más como la ampliación de los mercados y del consumo, siendo revalorada la globalización como la cultura de la tolerancia y del respeto a las diferencias, nos aproxime como nunca antes en la Historia de la humanidad, a tan deseable escenario. En definitiva, quizás nos hallaremos así frente a un: “Sistema peculiar de moralidad que se establece con fuerza en la libertad, en la tolerancia, en la fraternidad, en el conocimiento de la trascendencia y en el secreto, en el secreto de la inefable intimidad de lo privado e individual, en su conexión absoluta con el Universo.” ¿Es acaso una expresión ilusa y peregrina? No, en absoluto, simplemente debemos y podremos estimar que ello es, en verdad, el ¡ARTE REAL!
SALUD, FUERZA Y UNIÓN… ¡ EN LA JUSTICIA ! Tacna, 15 de agosto de 2014.
B:. R:. H:. Carlos Alberto Yrigoyen Forno Gran Canciller de la Gran Logia del Perú 4
Los Grandes Mensajes, editorial GFU, Caracas, Venezuela, 1987.
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BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS ON LINE BAKER JOHN R. (1978) Julian Huxley, scientist and world citizen, 1887–1975. UNESCO, Paris. BRAUDEL, FERNAND Aportación de la historia de las civilizaciones, De La Historia y las Ciencias Sociales, Alianza Editorial, Madrid, 1970 CATTANEO, MARCO y TRIFONI, JASIMA CIVILIZACIONES ANTIGUAS: EL PATRIMONIO MUNDIAL DE LA UNESCO, LIBRERIA UNIVERSITARIA (BARCELONA) 2004
CROSBY, ALFRED W. (1967) Conquistador y Pestilencia: The First New World Pandemic and the Fall of the Great Indian Empires, HAHR FLÓREZ Alfonso, Holguín Magdalena, Meléndez Raúl [Compiladores], Del Espejo a las Herramientas. Ensayos sobre el pensamiento de Wittgenstein, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2003. HOBSBAWM, ERIC (1998). Historia del siglo XX. Barcelona, Mondadori MOISÉS GONZÁLEZ, Filosofía y Cultura , Madrid, Siglo XXI, 1992. ZWEIG, STEPHAN Momentos estelares de la humanidad. Acantilado, Barcelona, 2012 . http://www.foreignaffairs.com/articles/48950/samuel-p-huntington/the-clash-of-civilizations
7 http://www.laicismo.org/ http://www.corazones.org/iglesia/mundo_iglesia/laicidad_laicismo.htm http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/7299.htm https://archive.org/details/discourssurlhist00boss