Sábado 3 de septiembre de 2011
PÁGINA 11-B
Fundadores • Jesús Álvarez del Castillo V. • Jorge Álvarez del Castillo Z. • Editor-Director • Carlos Álvarez del Castillo G.
Supervisor: Aimeé Muñiz / aimee@informador.com.mx
Un huarache con estilo propio
Entre libros y vaquetas Juan Saucedo es un creador popular que se define como alguien a quien simplemente no le gusta ser igual a los demás ro que además de ejercer el oficio de huarachero, es egresado de la licenciatura en Letras. Lejos de ello no hay nada más en qué pensar, si no es huaraches y letras, pues con una risa burlesca comenta: “¿que si estoy casado?, no, aún no”.
Un reflejo de personalidad A primera vista don Juan parece un hombre de recio carácter, pero es sólo su apariencia, debajo de ese rostro serio, hay un personaje cándido y amable... único, como los huaraches que ha fabricado por más de cuatro décadas. “Siempre he tratado, y conseguido, ser diferente a los demás; nunca me ha gustado hacer las cosas que otras personas hacen, por eso soy diferente y mi trabajo también”, refiere. Paso por paso del proceso de elaboración de un huarache, don Juan lo hace, pero no es ahí donde se encuentra lo destacado de su trabajo, sino en la creatividad que imprime en cada par. Afirma que ha diseñado cerca de 300 pares diferentes, todos de su inspiración. Su creatividad le da la posibilidad de entender la necesidad de su cliente; “basta con que me diga qué es lo que quiere, busca o necesita, y yo desarrollo la idea”.
Calidad, un factor inamovible Para Juan Saucedo la calidad es un asunto que jamás debe faltar. Acepta que al inicio de su oficio el trabajo no era muy bueno que digamos, pero con el tiempo se convirtió en un hacedor de calidad en la materia. Como anécdota, el hombre platica que alguna vez un compañero de la facultad le compró un par de huaraches de correa gruesa, creación de él. Nunca volvió a saber nada de ese amigo, hasta que después de 22 años volvió a buscarlo tras un viaje a Europa. “Aquel amigo llegó con los huaraches en la mano y me dijo que si me acordaba de ellos; yo le respondí que sí, y me aseguró que en su viaje a Europa los usó todos los días por más de dos décadas, incluso vino porque él pisaba mal y quería que le arreglara la suela desgastada de un lado”. Son pues piezas únicas, pero elaboradas con el “ojo clínico” de don Juan. Y así permanece ahora el caballero. Solo tras una cortina de huaraches que no son de su interés. Se esconde así porque detrás guarda su colección de diseños privados, incluso aquellos que todavía no estrena. Esto lo hace todos los días, incluyendo los domingos. Sus ratos libres los pasa en algún lugar, pero siempre acompañado de sus libros. “Tengo diferentes lugares, todo depende de lo que tenga ganas de hacer”, comenta el buen hombre, aunque no se sabe si sus lugares son su hogar o sus casas, él sólo afirma: “son mis lugares y ya”.
EL INFORMADOR • E. FLORES
Permanece oculto tras una hilera de huaraches que, para empezar, ni siquiera son creación suya. Parece como si su mejor escudo fuera lo ajeno; pero tras bambalinas, aguarda toda una historia de arte y creatividad, cualidades de Juan Saucedo, un personaje del primer pasillo del tradicional mercado San Juan de Dios. Así ha estado desde hace más de 40 años, ni siquiera recuerda la fecha exacta, como tampoco guarda en su memoria el lugar de su nacimiento, sólo asegura: “Soy hecho en Jalisco”. Todo comenzó a raíz de la inquietud. Este hombre afirma que para él, el tiempo es oro, pero a la vez es su peor enemigo, pues, asegura a sus setenta y tantos años que no le gusta “estar sin hacer nada, siempre tengo que mantenerme ocupado”. Cursaba la secundaria, tercer grado para ser más precisos, cuando sintió que tras terminar su tarea, era mucho el tiempo que le quedaba libre, así que decidió acudir a San Juan de Dios con la idea de tener suerte y encontrar algo divertido, y a la vez productivo, en lo que pudiera ocupar su tiempo libre. Así comenzó la hazaña de vender huaraches. “Inicié porque un amigo me dijo que me prestaba un local para que vendiera algo, y un señor me vendió cinco pares de huaraches, mi primer surtido. Los pares estaban mal hechos y mal cortados, les faltaba calidad, pero así empecé”, recuerda don Juan, que a la postre, tiene presente como si fuera ayer que los vendió en algo así como cinco pesos. Al ver que rindió frutos aquella venta, el hombre decidió hacer un pedido más con aquel señor; así fue como arrancó el negocio, más no lo exitoso de su trayectoria como huarachero. Don Juan Saucedo se distingue por ser de los pocos, tal vez el único, en San Juan de Dios que aún elaboran los huaraches de manera artesanal, es decir, a mano; desde el corte de las vaquetas de piel, hasta el montado y no se diga el diseño. “Empecé viendo a un señor que vendía y hacía huaraches enfrente de mi negocio; observé cómo lo hacía y decidí emprender. Todo nació por la necesidad de poder ofrecer a mis clientes un huarache de calidad, pues en una ocasión un señor, a la semana de que le vendí unos, regresó y me maltrató por que se le habían roto”, comparte con una pronunciada sonrisa en su rostro. Así fue adquiriendo oficio este hombre hasta llegar a donde ahora se encuentra. Asegura que sus huaraches son únicos, y no es de dudarse, pues él, en su esencia, en su personalidad, lo es y lo demuestra en cada acción... incluso sin ella. Actualmente en su vida sólo lo acompañan sus libros, pues hay que destacar que es un apasionado de la lectura, especialmente de relatos y libros informativos que “me ayuden en mi vida”. Es lo menos que se puede esperar de un caballe-
• Juan Saucedo aprovecha cualquier momento para hacer sus diseños de huaraches, los cuales mantiene ocultos en su local de San Juan de Dios, para evitar que sus obras sean copiadas.
A vuelta de rueda
Hay quienes no necesitan de libros y documentos históricos que les describan cómo era el pasado, quiénes habitaron, respiraron y conversaron sobre el lugar en el que están parados; sólo requieren caminar, observar cada detalle, aspirar los diversos aromas que se esparcen por la calle y, sobretodo, estar atentos de quién se va y quién es el nuevo inquilino de Guadalajara y su zona metropolitana. De esta forma, Óscar Tagle y su equipo conformanloqueellosconsideranel“periódico” A vuelta de rueda, publicación bimestral que relata lo que sucede en la ciudad: trascendente o no, de importancia para muchos, y quizá sin interés para otros. Hace cuatro años, Óscar –editor de lo quemásbienpareceunarevista–apostópor un proyecto repleto de crónicas y palabras que lograran identificar al lector con la historia de la ciudad, con sus hábitos, costumbres y tradiciones personales y sociales. En compañía de Alicia Robles, Belén Zapata, Georgina Calvillo y un grupo de colaboradores (el especialista en Políti-
cas Públicas Luis Sánchez, los poetas Raúl Aceves y Jorge Orendáin, y los reporteros Iván García, Érika Arriaga y Ana Cantú), A vuelta de rueda recoge sus experiencias y la forma en que los ciudadanos aprecian a Guadalajara. El punto de partida para escribir es cualquier cosa, desde los letreros y señalizaciones que abundan en la ciudad, hasta las historias de vida, ejemplares y cotidianas, sobresalientes y efímeras. El peculiar título A vuelta de rueda –frase utilizada peyorativamente, al decir de su editor–, los remitió a un disfrute por Guadalajara “lento y placentero. Con una lentitud consciente”, para conocer y dar valor a cada rincón de la metrópoli. “El tema de la ciudad es amplísimo, para trabajar cualquier cosa: su gente, personajes e historias. Cualquier cosa que tenga que ver con la lentitud y los placeres (…) de la Guadalajara contemporánea que ha ido desapareciendo, hacemos mucho énfasis en eso, en lo muy reciente que ha ido desapareciendo”,
dice Óscar. Así, en su reciente número, destacan en A vuelta de rueda las memorables tardes en que los niños salían a la calle a jugar, gritar y mojarse bajo la lluvia. De cómo las aceras eran el lugar más seguro e inmenso para crear escenarios de ficción. Cómo basta un gis de color para marcar un bebeleche o un avioncito numerado que previera horas interminables de diversión. El equipo editorial denuncia la falta de estas estampas en las nuevas generaciones absorbidas por la tecnología. “A vuelta de rueda es para darse cuenta de que puede tomarse un tiempo a pesar de estar en la rutina y en la maquinaría del día, de la que a veces no te puedes bajar. Hay que hacerse ese resquicio, una hora para uno mismo, para pensar”.
¿Dónde encontrarla? De manera gratuita, A vuelta de rueda rola por la ciudad. Cinco mil ejemplares se reparten en los cafés y puntos de encuentro
EL INFORMADOR • M. FREYRÍA
Guadalajara, lenta y placentera
• A vuelta de rueda retrata la vida en la ciudad y sus personajes. de más movilidad de Guadalajara, en menos de 15 días la publicación desaparece de las estanterías. Plaza del Sol, La cafetería, Estación de Lulio, librería José Luis
Martínez del FCE, La Nacional, Black Coffee Gallery, La selva Café, La Panadería y la Tetería, entre otros, son algunos de los sitios donde se distribuye.