Nº 64
Año X • Enero-Febrero de 2011 Precio: $6 / ISSN 1851-1813
Gabinete de Educación Socialista
¿Por qué perdieron los docentes?
Laboratorio de Análisis Político
Combates por la vivienda
Observatorio Marxista de Economía
¿Renuncio a los subsidios?
A confesión de parte... ECONOMÍA ·La banca: peor que en los '90 ·El acoso a Irán POLÍTICA ·Otro Ferreyra asesinado ·México: Estado y cárteles
CLASE OBRERA ·El tren blanco y el Argentinazo ·Bolivianos: sobreexplotación inmigrante DEBATE ·Tinelli, el PO y el PTS ·¿Qué libro merece Mariano Ferreyra?
Taller de Estudios Sociales
Diez años de fábricas ocupadas
Entrevista
Una charla con Roberto Perdía
EDUCACIÓN ·Ajuste a la ciencia
HISTORIA ·Revisionismo vs. Academia ·La Argentina según Abelardo Ramos ·A 90 años de la masacre de Jacinto Aráuz
EDITORIAL
Tiempos de cosecha Sebastián Cominiello Editor A diez años del convulsionado diciembre de 2001, la fotografía de los manifestantes en Av. de Mayo contra De la Rúa hoy se revive en varias partes del mundo. El primer balance importante es que el mundo se está “argentinizando”. El 2011 vio tanto en EE.UU., Egipto y Europa lo que, a comienzos de este siglo, estalló aquí mismo: la rebelión de la población sobrante en alianza con la pequeña burguesía pauperizada. Como lo mencionamos, en diferentes lugares la población sobrante para el capital fue la que protagonizó desde los Occupy hasta la rebelión en Egipto bajo sus diferentes formas. El termómetro de la crisis mundial se encuentra cada año elevando su temperatura. Y en estos meses, no mermó en su actividad. En diciembre, los estados europeos celebraron (si se puede utilizar la expresión) en Bruselas la reunión que determinó el divorcio de Inglaterra de la Unión Europea. El Reino Unido decidió no dar su apoyo a las propuestas de Alemania y Francia de crear un nuevo “Tratado Europeo”. Por su parte, Merkel elogió el “curso irreversible” emprendido por la Unión Europea en pos de lo que ella bautizó como “unión fiscal y de estabilidad”, ¿le suena a Blindaje? Sí, claro. Habrá que seguir de cerca el rosario de grandes manifestaciones que van a tener lugar en: Grecia, Portugal, España, Italia y la lista sigue. El 13 diciembre se realizó en Italia una huelga general contra el plan de ajuste del flamante mandatario Mario Monti. Si bien bajo la forma sindical, la clase obrera
Periódico Cultural Piquetero Año X • Nº64 • Enero-Febrero de 2011 Buenos Aires ISSN 1851-1813 Editor responsable: Sebastián Cominiello Redacción: Condarco 90, CABA, Arg . CP: 1406 elaromo@razonyrevolucion.org Diseño e imagen: Sebastián Cominiello Corrección: Rosana López Rodriguez Para publicitar en El Aromo: publicidad@razonyrevolucion.org Para comunicarse con el Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS): ceics@razonyrevolucion.org Para solicitar cursos de extensión y perfeccionamiento: Romina De Luca docentes@razonyrevolucion.org Para comprar libros, revistas, CD’s, periódicos y consultar nuestras promociones: Nicolás Villanova ventas@razonyrevolucion.org Para solicitar notas, entrevistas o difundir material ya publicado: Verónica Baudino 15-4414-1137 prensa@razonyrevolucion.org
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italiana ha dicho presente. Los reclamos se basaron en la reforma de las pensiones donde los recortes llegan a 30 mil millones de euros. Como manifiestan los italianos: “El Gobierno ha cambiado. Nuestros problemas, no”. El 4 de diciembre hubo elecciones en Rusia. Primaron en ellas irregularidades que hasta los observadores internacionales denunciaron. Un día después, miles de personas salieron a la calle a manifestarse en Moscú contra el partido gubernamental y contra los fraudes. Los manifestantes trataron de llegar a la plaza de la Liublianka. Las fuerzas policiales impidieron el avance de los manifestantes y detuvieron cerca de 30 personas. Fue la primera manifestación política masiva en años. Si cruzamos el Mediterráneo, en Egipto sigue la curva ascendente de lucha de clases. Este país entró, en enero pasado, en un proceso revolucionario. Diez meses después de la renuncia de Mubarak, Egipto se cocina a fuego lento. Ya son diez, según el Ministerio de Sanidad, los muertos que han dejado estas dos jornadas de violencia en El Cairo y más de 300 los heridos. Siria continúa un camino similar. Como venimos señalando en estas páginas, la clase obrera mundial (y en especial la de los países centrales) comenzó un lento despertar al ritmo de una crisis que todavía no mostró su peor cara. Heridas abiertas ¿Qué es lo que queda del Argentinazo? Para hacer un buen inventario, ante todo, hay que comprender qué fue y qué provocó. La insurrección del 19 y 20 de diciembre abrió un proceso revolucionario que puso, luego de 25 años, a las organizaciones revolucionarias en relación real con las masas. Unas masas que, después de dos décadas de derrotas, pusieron un límite al avance de su enemigo que se debatía en una crisis de hegemonía. En ese contexto, la izquierda creció y la estructura política burguesa estalló. La plena hegemonía dio lugar a un bonapartismo que tuvo que hacerse lugar entre represión y concesiones (Duhalde), para luego congelar el proceso ye intentar recomponer las relaciones de dominación (Kirchner). Una segunda reelección y un 54%, tras ocho años de gobierno, expresan una adhesión popular sustantiva. No cabe duda de que la burguesía recompuso sus vínculos con el proletariado. No obstante, si quiere cerrar el ciclo debe realizar dos tareas más: enterrar el bonapartismo y recomponer el sistema político. En el primer caso, desarmar toda la estructura que mantenía una serie de concesiones a la clase obrera: planes y subsidios, entre otros. Algo de eso comenzó a moverse: el tarifazo es ya un hecho. La pelea con Moyano, representante del reformismo en la clase obrera, va en ese sentido. El ajuste y la represión (la alusión a la “extorsión” gremial) son parte de la agenda. Más aún, la inflación real de
diciembre, todavía sin “renuncias” al subsidio fue del 1,4%. A ese paso (otra vez, sin “renuncias”), llegaría al 20%. Bien, a eso debe sumarse el tarifazo. Estamos, ciertamente, ante un escenario de inflación galopante, que nos acercará a la híper. Será un escenario poco propicio para pelearse con Moyano o cualquier sindicalista. Por lo tanto, si Cristina quiere hacer un ajuste, deberá apurarse. No obstante, como clase, la burguesía tiene otra cicatriz que cerrar: la normalización de la política. Más concretamente, la estructuración de una oposición estable, con capacidad de recambio. En definitiva, este tercer episodio tiene varias tareas que cumplir. La herencia ¿Cuáles son las tareas de la izquierda? Hay escenarios que no puede domesticar. Por ejemplo, todos estos años de soja y planes. Sin embargo, el proceso revolucionario, ha cambiado la relación entre las clases, le ha permitido crecer y es momento de recoger esos frutos. Los partidos revolucionarios (PO-PTS-IS) tienen incidencia en las masas, en sindicatos, en la juventud y lo tienen bien ganado. Al crecer la dimensión de la izquierda revolucionaria, también lo hace su responsabilidad. En primer lugar, hace falta asegurar las posiciones ganadas. En particular, las sindicales. Los compañeros necesitan una cobertura más amplia y fuerte, una estructura que exceda lo sindical. Para la ofensiva que se viene, hay que pensar seriamente en una conformación de Frente Único. Incluso, con fracciones de la burocracia que serán atacadas. La crisis traerá un proceso de enfrentamientos similar al que nos llevó al 2001, más tarde o más temprano. Sin embargo, la situación de la clase obrera es diferente. En aquel entonces, el sector más dinámico lo conformaba masas que habían perdido todo vínculo político con la burguesía. Se trataba de una fracción desinstitucionalizada. La tarea para la izquierda era darle una organización a los desorganizados. Sin embargo, bonapartismo de por medio, actualmente la situación es completamente distinta. Hoy la burguesía ha anudado lazos mediante una cantidad de organizaciones que nuclean a los desocupados, cooptados y no cooptados. Lo mismo con otras fracciones de la clase. Por lo tanto, la tarea es más dura: no se trata de crear relaciones, sino de romper las existentes y volver a construir otras. Para todo ello, hace falta un instrumento a la altura de las circunstancias. No basta con tres partidos chicos, con vocación de autorreferencia. Para cubrir a los dirigentes sindicales hace falta un Partido. Para enfrentar las estructuras asistenciales, hace falta un Partido. Un Partido. Con mayúscula. Ahora. Hay que recoger lo sembrado con tanto esfuerzo y sangre. Mañana es tarde: por un fuego que no demos a tiempo, puede no salir el sol.
ESTUDIO JURIDICO OMAR DIB CRISTIAN DI ANGELO
ABOGADOS ACCIDENTES DE TRANSITO TEMAS LABORALES ASUNTOS PENALES
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HISTORIA
Canción de los dos hijos Acerca de los debates sobre la creación del Instituto Dorrego Mariano Schlez Grupo de Investigación de la Revolución de Mayo-CEICS
Hace ya 21 meses, la vida me bendijo con el nacimiento de dos hermosas hijas, Julieta y Carolina. A poco de salir de neonatología, los doctores nos insistían en enseñarles que, más allá de sus parecidos, ambas constituyen sujetos independientes. Tarea dificultosa para dos seres que tienen la misma sangre, comen del mismo plato y comparten experiencias similares durante un largo período de tiempo. Aunque ya resulta difícil encontrar un aspecto de mi vida en que ellas permanezcan ausentes, rememoré esto las últimas semanas, al leer las declaraciones cruzadas, a favor y en contra, de la creación del nuevo Instituto de Revisionismo Histórico. Todos coincidían en un aspecto: señalar las enormes diferencias que existen entre los organismos académicos y el Instituto recién nacido. No me pareció lo mismo, y no pude evitar ver en ellos a dos hermanos peleando por la atención del padre. El hijo pródigo La acusación que lanzaron los académicos se aplica, en realidad, a ellos mismos. Son ellos, no otros, los que desde 1983 detentan los principales resortes del Estado para la producción de conocimiento y divulgación. Son quienes deciden los planes de estudio de las carreras de historia en el país. Son los que juzgan quién debe investigar y quién no y qué proyecto es válido. Son los verdaderos dueños de la historia estatal. Son parte del Estado y reproducen la historia de la clase a la que pertenecen. Formados en el exilio, con la vuelta a la democracia, el alfonsinismo les dio cátedras, institutos de investigación y puestos de decisión en CONICET. En su momento, usaron todo ese instrumental para borrar la lucha de clases de la historia, en función de proponer un modelo socialdemócrata. En particular, la teoría de los dos demonios. Borraron de un plumazo la revolución de la historia. También se esforzaron por demostrar que todos éramos “ciudadanos” y no obreros: los “sectores populares” reemplazaron a las “clases”. La “desigualdad” tomó el lugar de la “explotación” y las “elites” el de la “clase dominante”. Todo un canto a la democracia burguesa. En 1989, acompañaron el clima ideológico menemista. Aunque se reservaron sus opiniones políticas (más cercanas al radicalismo), suscribieron sin chistar el credo posmoderno: ahora no existía la realidad, sino sólo “discursos”. La historia era una torsión de algo llamado “concepto”. Ya no intentaban darle letra al sueño socialdemócrata, sino de sentenciar “el fin de la historia”. Convirtieron a la ciencia en literatura, donde el conocimiento pasó a ser un “relato”. Bajo el kirchnerismo, mantuvieron todos y cada uno de los cargos académicos y de puestos de poder. Incluso, dirigen los contenidos del Canal Encuentro (Gabriel Di Meglio) y los documentales del Bicentenario que ese canal sacó. Aunque la mayoría se enrolen en las filas de la oposición (Binner o Carrió), tienen en realidad mucho que agradecerle al kirchnerismo. Su trabajo no se reduce a formar historiadores y el conocimiento que después otros divulgarán. También avanzaron sobre la educación, en particular, sobre los manuales escolares. Para fines de los '90, Luis Alberto Romero o Mirta Lobato dirigían colecciones populares (Clarín) y los principales manuales. En definitiva, son los verdaderos dueños de la historia. Hasta ahora, les han dado todos los gustos. El resentido Sin embargo, el Argentinazo no vino solo. La conciencia de las masas requería otro tipo de
historia, menos escéptica y sosa, más cruda y que mirara de frente los grandes problemas. Haciéndose eco de ese proceso, el kirchnerismo se dio la tarea de construir una cultura K, que tuvo su fundamento en una “revisión” de la Historia Argentina. Felipe Pigna y Norberto Galasso fueron los principales artífices de esta reconstrucción. El éxito editorial del primero es la mayor expresión de este fenómeno. Su trabajo deja mucho que desear: se limitan a repetir textos viejos y eluden la discusión con los académicos. Copian varias de sus conclusiones y los llaman “mitristas”, siendo que en la academia Mitre es una palabra prohibida. Es decir, ni siquiera pueden caracterizar seriamente a sus adversarios. Su trabajo tiende a dar una batalla para encauzar el giro hacia la izquierda de la población hacia los marcos del reformismo. La miniserie Algo Habrán Hecho, aunque reivindicó el hecho revolucionario, lo moldeó a la medida de las necesidades del capital, intentando canalizar la disposición a la lucha de las masas bajo la dirección del gobierno. Los festejos del Bicentenario dejaron relucir el programa del revisionismo K: finalmente el pueblo ya tiene el poder en sus manos. Con todo, estos intelectuales nunca han salido de su lugar marginal en términos de la estructura estatal. Ninguno accedió puestos institucionales con capacidad de sanción intelectual de peso. Algo de eso se empezó a gestar en las universidades del conurbano (La Matanza, Lanús), pero sus presupuestos y matrícula son ínfimos si los comparamos con las grandes universidades manejadas por los académicos (Buenos Aires, La Plata, Rosario, Salta, Tucumán, entre otras). Eso sí, reproducen en pequeña escala, todos los vicios de sus rivales. Su verdadero afán es tomar su puesto. Algunos de estos personajes son verdaderos reciclados del menemismo, como Pacho O´Donnell, que un ministro de Cultura de los '90 quiera dar batalla a la historia liberal hace al asunto poco menos que ridículo. De la misma sangre Este año, para disimular un poco su giro a la derecha, Cristina cedió frente al reclamo de sus propagandistas: tener una especie de “academia” propia. Así nace el Instituto Revisionista “Manuel Dorrego”. Frente al ajuste en marcha, el kirchnerismo les asegura a sus historiadores un nicho académico que les permitiría disputar (incipientemente) los recursos al CONICET de la “historia oficial”. Frente a esto reaccionaron, de una manera desmedida, los “académicos profesionales”. Con la resonancia acostumbrada que le dan sus pasquines, Sarlo, Romero, Sábato (y una larga lista de firmas), pusieron el grito en el cielo. Los
apoyaron intelectuales amigos, como Mariano Grondona, el ex ministro de educación de la Alianza Juan José Llach y el profesor devenido en escritor estrella, Eduardo Sacheri. Armaron una defensa tan irreal como la historia que hacen: se plantaron como libertarios frente a un supuesto avance estatal contra historiadores “independientes”. Olvidan quiénes son y quién se los permite. Omiten explicar algunos datos elementales. En primer lugar, lo que ya hemos dicho: ellos mismos son militantes de un programa político y constructores de una ideología afín a su propuesta. En segundo, que viven de los recursos del Estado desde hace treinta años, utilizándolos para difundir, por todos los medios posibles, su (política) visión del mundo. Tercero, ellos son los primeros censores de todo lo que no cuadre con su perspectiva. Durante años, se han dedicado a difamar y perseguir al marxismo. Por último, ellos mismos viven del kirchnerismo, CONICET, las universidades, sus documentales en Canal Encuentro y sus libros de divulgación editados por Capital Intelectual. Cuesta creer que compañeros de izquierda simpaticen con estos personajes y omitan este tipo de cosas cuando intentan sentar posición.1 Naturalmente, también el revisionismo K tiene su recorte seisieteochesco de la realidad. Como Cristina no puede presentar como un hito antiimperialista crear un instituto para sus amigos (como el ex radical y ex menemista, Pacho O’Donnell; el director de Tiempo Argentino, Roberto Caballero; el de Miradas al Sur, Eduardo Anguita; el Gerente Jurídico del INCAA, Francisco Pestanha; el Secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia; el presidente de la Comisión Bicentenario, Ernesto Jauretche; el
El gobierno decidió crear un instituto de investigación histórica, llamado “Manuel Dorrego”. El objetivo: reivindicar figuras “olvidadas”. Allí estarán los historiadores ligados al kirchnerismo. Los académicos, por su parte, pusieron el grito en el cielo. Las acusaciones de uno y otro bando se multiplicaron. Aquí se va a enterar por qué se pelean realmente. Y va a ver que el caso es poco edificante…
periodista oficialista, Hernán Brienza o el multifacético Aníbal Fernández), elije simular un nuevo combate contra otra “corpo”. Finge ampulosamente reivindicar el “marxismo de Indias” de Abelardo Ramos, para disimular que sostiene la discriminación política a los historiadores de izquierda en el CONICET.2 Todos fueron nombrados a dedo. Ninguno pasó ningún concurso. Todavía no se han abierto concursos públicos para dar trabajo a los miles de investigadores que forma año a año el país, ni parece que se vaya a hacer. Sin esta medida elemental, el Instituto no tendrá nada que envidiarle a la inquisición académica. En vez de levantar la voz, unos y otros deberían, ante todo, dejar de perseguir científicos, abandonar los nombramientos a dedo, dejar de ser partícipes de los ajustes presupuestarios y asegurar condiciones dignas para los investigadores, entre las cosas más elementales. A ellos no los une el amor ni el espanto, pero sí el hecho de que ambos sirven al mismo patrón. Ninguno hace ciencia, dado que, a su manera, ambos reproducen el núcleo duro de la ideología burguesa. Lo que hace falta no es reivindicar a tal o cual autor, sino una historia científica. O, lo que es lo mismo, una historia marxista. Todo este asunto, en el cual unos se quejan de lo que nadie les saca y otros, de pura envidia, se atribuyen un combate que nunca emprendieron, conforma un cuadro bizarro, más cercano a las reyertas entre Jorge Rial y Ricardo Fort que al debate Dobb-Sweezy. Notas 1 Véase Feijoo, Cecilia y Rojo, Alicia: “El revisionismo histórico como ideología gubernamental”, en www.ips.org.ar/?p=4357. 2 Como ha ocurrido recientemente con nuestro compañero Fabián Harari. El lector puede consultar la denuncia que hizo ATE-CONCIET en www.anred.org/breve.php3?id_breve=6852.
LA CAÍDA ULISES PASTOR BARREIRO EDITORIAL AGUIRRE 0261-445-4986 pastorulisesbarreiro@gmail.com Galerna Libros, Hipólito Yrigoyen 1719, Ciudad de Mar del Plata - Galerna Libros, Av Cabildo 1852 - Ciudad Autonoma de Bs. As. - Librería “Manantial”, San Martin 1840, Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe. Enero-Febrero de 2012
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HISTORIA
El camino del maestro Un análisis de la obra de Abelardo Ramos Juan Flores y Santiago Rossi Delaney Grupo de Investigación de la Revolución de Mayo-CEICS
La reciente creación del Instituto Dorrego actualiza el debate en torno al denominado “revisionismo histórico”. Pese a que surgió como una corriente historiográfica conservadora, desde mediados del siglo XX se ha desarrollado un ala “antiimperialista”, más vinculada con tradiciones de izquierda. El kirchnerismo ha elegido filiarse con esta última, lo que se expresa en el nombre de los premios que otorgará el Instituto: el “José María Rosa” y el “Jorge Abelardo Ramos”. El gobierno atraviesa un idilio con Abelardo Ramos: el Secretario de Cultura Jorge Coscia llevó al documental televisivo la Historia de la Nación Latinoamericana, Miguel Ángel Pichetto reeditó en el Senado sus principales obras y Cristina y Chávez lo llaman “intelectual revolucionario” públicamente. Evaluemos los motivos de esta defensa.
definitivo a la contrarrevolución españolista en 1812, liquidando a la Conspiración de Álzaga. Tampoco dice que Rivadavia puso en práctica el “Plan de Operaciones” de Moreno, al profundizar el proceso de expropiaciones a los españoles enemigos de la Revolución. Pero para darse cuenta de esto debería haberse acercado al Archivo General de la Nación y tendría que haber leído algunos de las cientos de expedientes de “Pertenencias Extrañas” que describen el proceso, en vez de imaginar la historia que le convenía.
El lamento de no haber sido La hipótesis principal de Ramos es que América Latina es dependiente y subdesarrollada debido al proceso de fragmentación política (balcanización) que vivió a lo largo del siglo XIX. Los culpables: la herencia de una España atrasada y las oligarquías traidoras, aliadas con el imperialismo (fundamentalmente el inglés y el norteamericano). En su interpretación, la derrota del ala jacobina de las revoluciones de independencia latinoamericanas (Moreno, en el Río de la Plata, Artigas, en Montevideo, y San Martín y Bolívar, a escala continental), expresaron el inicio de la contrarrevolución, llevando a América a una nueva situación (semi) colonial. Para Ramos, el problema fue que la burguesía porteña no hizo lo que tenía que hacer. Su posición privilegiada respecto al puerto podría haber permitido utilizar los recursos rentísticos para sostener la empresa de unificación y acelerar la independencia eliminando el foco realista en el Perú. Sin embargo, les retaceó los recursos a los ejércitos en combate y abandonó el proyecto sanmartiniano, provocando la destrucción de la unidad sudamericana y habilitando la segregación de la Banda Oriental y el Alto Perú. ¿Qué triunfaría aquí en nuestro país? La alianza contradictoria entre una burguesía comercial librecambista y probritánica (expresada por la línea política Saavedra-Rivadavia-Mitre) y una burguesía ganadera, generadora de relaciones capitalistas agrarias (representada transitoriamente por Rosas). El resultado sería la creación de una serie de estados incapaces de parir un “capitalismo autónomo”, limitados a promover un desarrollo a medias, mercantil y agrario, en ausencia de una burguesía industrial a la altura de las circunstancias. El método “copiar y pegar” La metodología empleada por Ramos para construir su historia es muy similar a la que utilizan los alumnos del colegio secundario con sus computadoras y a la que ya vimos de la mayoría de partidos de la izquierda local: copiar y pegar.1 El historiador evita el desgastante trabajo que implica leer él mismo los documentos históricos, y prefiere tomarlos de segunda mano, citando un poco de aquí, otro poco de allá. Así construyó sus obras de mayor “profundidad política y científica”, como las calificó uno de los integrantes del nuevo Instituto Dorrego.2 Una forma particular de hacer ciencia, que evita el arduo trabajo que implica comprobar las hipótesis en la realidad, y que prefiere recortar según su conveniencia, al estilo 6-7-8. Algo similar ocurre con la utilización de las 4
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Cristina ha declarado a Jorge Abelardo Ramos como su historiador favorito, a quien incluso votó en 1973. El autor fue reivindicado por el propio Hugo Chávez. El nuevo instituto Manuel Dorrego creó un premio con su nombre. Si quiere conocer a este inspirador del kirchnerismo, lea esta nota.
Revisionismo y hegemonía
categorías de análisis y los conceptos históricos. En lugar de una clara definición de los conceptos, Ramos amontona sinónimos, llamando a lo mismo de una u otra forma: “burguesía porteña” es lo mismo que “clase dirigente”, que equivale a “oligarquía” o “patriciado”. Ramos se equivoca al negar que América Latina fuera feudal. Si hay algo que ya se sabía cuando él escribió es que un sistema social debe analizarse observando las relaciones de producción y no focalizando en las relaciones mercantiles. Hacerlo “a la revisionista” conduce a varios errores. Primero: equiparar sistemas comerciales completamente diferentes, como el que dinamizaba el Imperio español (ruta Potosí-Buenos AiresCádiz para extraer plata), con el que comenzó a construirse durante el siglo XIX (Región pampeana – Londres para llevar cuero e importar mercancías manufacturadas). Segundo: considerar que la Revolución de Mayo no cambió nada. Como Buenos Aires se sigue apropiando de la renta del puerto, como ocurría en bajo el régimen colonial, todo habría seguido igual. En este esquema, se elimina el elemento central de la transformación del siglo XIX: las relaciones sociales de producción. La clave del poder porteño no debemos buscarla solamente en el puerto, sino en la vitalidad de su producción agraria, que Ramos menosprecia. Tan extraño le resulta esto que hasta llega a defender al monopolio español porque habría permitido (a diferencia del “librecambio” con Inglaterra) que “las industrias argentinas florecieran”. Pero no dice que la ley española prohibía que las “industrias” coloniales compitiesen con las españolas, y que las pocas que lograron “florecer” no tenían mucho futuro, dado que no podían competir con las europeas. En su defensa del monopolio, Ramos critica los bajos precios de los ponchos ingleses, que destruyeron a la producción local, pero olvida los enormes sobreprecios que imponían los comerciantes españoles. Tanto admiraba Ramos a la España feudal que retoma el exabrupto de Levene (historiador “oficialista” si los hay) al asegurar que “las Indias no eran colonias”. Asimismo, Ramos desconoce a los sujetos que intenta analizar. Llama “aristocracia mercantil” al conjunto de los comerciantes rioplatenses.
Plantea la existencia de un “patriciado comercial o ganadero”, que uno no sabe bien qué es. La mezcla que hace de clases y fracciones es muy similar a la de los historiadores académicos, que unifican, bajo el concepto de “élite”, realidades muy diferentes. Del mismo modo, Ramos también anticipa otro de los tópicos preferidos de la actual “historia oficial”: hace prevalecer el apellido por sobre la clase social. Por citar un caso que conocemos particularmente bien, no es cierto que “los Agüero” eran probritánicos y defensores de la burguesía comercial porteña. Ramos se refiere a Julián Segundo de Agüero, pero desconoce completamente que era el hijo de un viejo españolista y el primo del Apoderado del Consulado de Cádiz en el Río de la Plata. Es decir, Ramos no sólo no realiza un análisis de clase de la historia argentina, sino que también anticipa algunos de los tópicos preferidos de la Academia. Lo mismo ocurre cuando asegura, copiando a Alberdi, que “la existencia histórica de los americanos del sur” arranca con la Revolución española. Lo mismo que dice Halperín Donghi. Y no se queda atrás de la posmoderna Noemí Goldman: teniendo en cuenta que escribió hace más de cincuenta años, es todo un adelanto que haya anticipado la corriente los “discursos”, las “prácticas” y las “representaciones” por sobre los determinantes materiales, las estrategias y las tácticas de las fuerzas sociales en lucha. Por último, desconoce los hechos elementales del proceso y la naturaleza social de los sujetos, lo que sirve para crear estereotipos, pero no para conocer la realidad. Por ejemplo, considera que Saavedra y Rivadavia son los grandes traidores de la Revolución, como representantes políticos de la burguesía comercial porteña. ¿Cómo hace Ramos para vincular a Saavedra con los comerciantes? Solamente porque lo dice él, como hacen varios compañeros.3 No se tomó el trabajo de ir a ver qué dice la realidad misma. Si lo hubiera hecho, habría constatado que este dirigente se encontraba entre los más destacados hacendados. La misma operación realiza para ocultar su lugar dirigente en la Revolución, como líder de los Patricios. En el caso de Rivadavia, la forma de demonizarlo es ocultar que impulsó el golpe
El gobierno recupera la historia de Ramos porque poseen el mismo objetivo político: construir un capitalismo “en serio” (como si hubiera uno en broma). El problema de la Argentina no provendría del sistema de dominación vigente, sino de su falta de desarrollo. El remedio, naturalmente, no es el socialismo (ni el nacional ni ningún otro) sino más y mejor capitalismo. Incluso a escala ampliada, proponiendo el desarrollo de experiencias como el MERCOSUR. No es casual que, en momentos en que el gobierno gira bruscamente a la derecha, salga a la palestra una historia que justifique sus planes. En este sentido, Cristina sigue un sendero ya trazado: del reformismo a la contrarrevolución menemista, la etapa madura de su estrategia. Notas 1 Véase Schlez, Mariano: “Homero, Krusty y la izquierda argentina. Improvisación y conocimiento histórico”, en El Aromo, nº 55, Buenos Aires, julio-agosto de 2010. 2 Refiriéndose a Revolución y Contrarrevolución en Argentina (1957) e Historia de la Nación Latinoamericana (1965). Véase Regali, Enzo: Abelardo Ramos. De los astrónomos salvajes a la Nación Latinoamericana, Ediciones del Corredor Austral-Ferreyra Editor, Buenos Aires, 2010, p. 156. 3 Véase Rossi Delaney, Santiago: “Academicismo y pereza. Un debate fallido con el PTS”, en El Aromo, nº 61, Buenos Aires, julio-agosto de 2011.
Lic. Virginia Gazzoli Psicóloga UBA M.N. 42512 Sesiones individuales y grupales Honorarios accesibles Tel: 3979-3716 Cel: 15-5043-0062 vgazzoli@hotmail.com
HISTORIA
¡Que vivan los bolseros! 90º años de la masacre de Jacinto Aráuz Gozalo Folco Razón y Revolución-Interior
No deje que le cuenten historias de borrachos, de vagos, de bandidos Con una camiseta de bolsa del molino No permita que voces maliciosas le anden diciendo cosas de mentira acerca de mi gente, los bolseros. Nada más que sudar es nuestro día, pelarse el hombro en la parada dura y terminar embolichado y triste. Por eso yo le pido, señor, que no me venga con aquellas historias que le cuentan con gusto los dueños de la estiba. “Habla el bolsero” - Norberto Righi Diciembre de 1921. El calor del galpón que llegaba a extremos de 41º no detenía el ritmo de trabajo, los bolseros de Jacinto Arauz debían terminar la tarea antes de la caída del sol. Los “pulseadores” colocaban sobre el lomo del “hombreador” la bolsa, que luego era transportada hacia el interior del galpón recorriendo una distancia de 30 metros para alcanzarla al estibador. Éste se encargaba de acomodar las bolsas de manera que las estibas se mantuvieran firmes cuando llegaran a alturas equivalentes a 26 o 30 bolsas. Cada estibador era abastecido por 4 o 5 compañeros, los que, una vez que la estiba alcanzaba cierta altura, debían subir por medio de un tablón inclinado (el burro). Siempre al trote, durante unas 10 a 12 horas diarias. La tarea comenzaba al grito de “…pare y largue…” y el galpón se orquestaba al ritmo de las bolsas: del vehículo a la balanza, de ésta a la estiba y ya no se cortaría el ir y venir, subir y bajar del burro, solo pequeños descansos en el pesaje, en el cambio de carruaje, en la terminación de la estiba o el cambio de lugar del burro. Había bolseros que trabajaban solamente en épocas de cosecha y luego se dedicaban a otras tareas como la esquila o las hachadas en los montes de caldén. Pero existieron también quienes seguían trabajando en el galpón por temporadas largas, acomodando, limpiando, juntando las bolsas vacías, poniendo raticidas para combatir las lauchas y esperando el arribo de nuevas bolsas, entre otras tareas. Pero este trabajo traía consigo una serie de consecuencias: cada mañana al iniciar, las bolsas les arrancaban la ‘crosta’ de las lastimaduras, les parecía que cada una pesaba una tonelada, como si fuera una prensa que los apretaba, les hacían escapar quejidos y arquearse de dolor, les quedaban las piernas duras y los músculos rígidos. Estos obreros de Jacinto Arauz se habían organizado en la Sociedad de Resistencia de Estibadores, vinculada a la Federación Obrera Regional Portuaria y Anexos con sede en Bahía Blanca, y que a su vez adhería a la FORA anarquista. En
1921, habían logrado un contrato colectivo de trabajo con la firma de varios comerciantes de la zona, en señal de adhesión. El pliego contemplaba un peso de 70 kg para la bolsa y su traslado debía realizarse a paso de hombre y no al trote, además de pagos extras para trabajadores que no hacían al trabajo específico del bolseado. Uno de los protagonistas, el bolsero Teodoro Suarez le relató al historiador Osvaldo Bayer que las mejoras se lograron luego de duras luchas, persecuciones, asesinatos, procesos falsos, torturas y cuanta infamia se pudo cometer por el sólo hecho de poseer un carnet de la FORA. Además del pliego, se había logrado eliminar a los capataces y poner en su reemplazo un sistema rotativo de delegados. No obstante, el conflicto se desató cuando se hizo presente en el galpón un tal Arturo Félix Cataldi, enviado de las casas cerealistas de Bahía Blanca que estaba dispuesto a asumir el puesto de capataz. Cataldi amenazó con traer nuevos obreros si no acataban sus órdenes. Este sujeto contaba con el apoyo de la burguesía rural local, la policía y sectores del radicalismo que no aceptaban el pliego de los bolseros. La tensión no tardó en estallar, a los pocos días se hicieron presentes en la localidad 14 obreros de Pringles al mando de Cataldi, con la intención de hacerse cargo del trabajo en los galpones. Estos obreros habían sido reclutados por agentes de la Liga Patriótica y funcionaban como “crujiros” o “esquiroles” (hoy conocidos como carneros). Unos 40 obreros federados se reagruparon para pedirles a las autoridades que se respetara el pliego. Fueron llevados a la comisaría donde supuestamente negociarían, pero fueron recibidos a los
palos. La lucha no tardó en comenzar, “¡Están dando la biaba!” grito uno de los bolseros y el patio de la comisaría se convirtió en un campo de batalla. El saldo fue la muerte de los bolseros Carmen Quinteros y Ramón Llábres. Del otro lado cuatro policías (Dozo, Freitas, Merino y Mansilla). Además de las muertes el saldo del enfrentamiento dejó muchos heridos por ambas partes. Luego de este episodio la policía del Territorio comenzó con la caza de anarquistas, y las partidas policiales recorrerían las diferentes localidades apresando a algunos de los trabajadores. Además se erigió un monolito enorme en el centro del cementerio que recordaba a los oficiales caídos en combate. La versión oficial que se dio de los hechos fue un “asalto a la comisaría por parte de los trabajadores”, con ello el radicalismo intentaba justificar la brutal cacería que se produjo los días posteriores, cuando la policía detuvo a los bolseros que escaparon, junto con anarquistas y otros militantes socialistas. El periódico Germinal relató los hechos que vivieron estos trabajadores en la comisaría: “Les fueron atadas las manos con alambres de fardo y objetos de tortura verdaderamente inquisitoriales. Todos ellos fueron apaleados bárbaramente. A algunos se les cortó el pelo con machetes y luego se les derramó orín en la cabeza. A otros se les cortó las yemas de los dedos. Y al obrero Las Heras, estando amarrado, se le golpeó la cabeza con la culata de un máuser causándole heridas de gravedad...”. Los acontecimientos de Jacinto Arauz no fueron hechos aislados sino que estuvieron enmarcados en un contexto de violencia represiva hacia las clases trabajadoras durante los gobiernos
Hace nueve décadas se producía una de las masacres de trabajadores rurales poco recordadas. Con esta nota rendimos homenaje a aquellos obreros y explicamos por qué hoy en día la situación no es distinta.
radicales. Ese mismo año se produjeron brutales represiones en otros puntos del país: el aplastamiento de la huelga de los obreros de La Forestal, en Chaco, el asesinato en manos de la Liga Patriótica Argentina de trabajadores de Gualeguaychú y el fusilamiento de 1.500 peones en Santa Cruz por parte del ejército argentino a cargo del coronel Héctor Varela. Hoy a 90 años de la lucha de estos obreros, se los conmemora con un monumento ubicado en la estación de ferrocarril y un paseo de la memoria. Parece mezquino el homenaje, si lo pensamos como una estrategia más del bonapartismo kirchnerista para “quedar bien parado” frente a sectores que vienen reclamando justicia desde hace años. El intendente de la localidad, representante del partido que se cimentó con la clase obrera no se la jugó por los bolseros. Planteó en su discurso la conciliación de las dos partes de la historia, la del cementerio -donde se erige el monolito a los policías- y la del ferrocarril. Extraña actitud cuando lo que se está recordando es la lucha de los bolseros. No obstante, se realizó un homenaje paralelo en el marco del “XXVI Encuentro de las letras pampeanas” celebrado el sábado 3 de diciembre, donde fueron presentadas y discutidas 17 ponencias, algunas vinculadas a los conflictos sociales ocurridos en esa localidad, tanto en el año 1921 como, luego, en 1976. Alguna de esas ponencias vinculó ambos acontecimientos, marcando la existencia de idénticos componentes, como son la delación, la intolerancia, el autoritarismo, la mezquindad y la discriminación. Resta pensar entonces en estos momentos ¿cuánto han cambiado las condiciones de trabajo del obrero rural hoy? Este verano pudimos evidenciar las pésimas condiciones que soportaban asalariados del desflore de maíz y la vid entre otros.1 ¿Cuánto ha cambiado la represión y persecución ideológica bajo el kirchnerismo? Hoy Cristian Ferreira, Mariano Ferreira, Javier Chocobar, Roberto López, Sixto Gómez, Félix Reyes, Ariel Farfán y Juan Velásquez entre tantos otros compañeros de lucha representan el espíritu libertario que hace 90 años demostraron los bolseros de Jacinto Arauz. Representan un ejemplo más de la lucha de los trabajadores, que sólo llegará a buen puerto con el socialismo. Notas 1 Véase los diferentes artículos publicados en el suplemento TES.
Los trabajadores del Hotel BAUEN nos sentimos profundamente consustanciados con el proceso de luchas y movilizaciones que derivaron en las históricas jornadas del 19 y 20 de Diciembre de 2001. A 10 años del Argentinazo, saludamos a todas las compañeras y compañeros luchadores y llamamos a redoblar el esfuerzo militante con la convicción de siempre y el espíritu intacto de aquellas jornadas históricas. Av. Callao 360 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - República Argentina Prensa Trabajadores del BAUEN (0054) 011-4371-9505 - www.bauenhotel.com.ar - prensa@bauenhotel.com.ar Enero-Febrero de 2012
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Eduardo Sartelli Director del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
“Y ambos somos denunciados por ‘reformistas', ‘lastimeros' y ‘electoreros' por parte del francotirador Sartelli” Pablo Rieznik Como nota casi final al debate con el PTS, Pablo Rieznik alude a mi persona con la frase del encabezado, de una manera completamente descolgada y fuera de lugar, además de mentirosa. Nunca dijimos que ambos partidos eran tal cosa, sino que la campaña había sido, efectivamente, reformista, lastimera y electorera.1 Pablo no necesita que le explique qué opino sobre ambos partidos. De modo que la cuestión solo tiene dos explicaciones posibles: o quiere que el lector piense que es el único serio en medio de un cambalache o bien me chucea para que entre en el debate, a sabiendas de que voy a intervenir a su favor. Ni por una ni por otra, el estado de la contienda merece que quien disparó el asunto trate de echar luz a fin de evitar que todo termine como pelea de divas de televisión. La interpretación del Argentinazo y otras cuestiones sin importancia La codificación del sentido de esas jornadas encierra no sólo la posibilidad de señalar probos y réprobos, sino que esconde el problema fundamental de la estrategia revolucionaria en la Argentina. Cuando Cristian señala que la clase obrera no participó del Argentinazo, pretende, simplemente, esconder que el PTS se perdió la posibilidad de ejercer allí un papel dirigente. Es cierto todo lo que señala Pablo sobre el lugar del proletariado en ese proceso. No es cierto que el PTS no haya tenido un papel revolucionario en él: Zanón y Brukman son testimonio de lo contrario. El problema es que para el PTS los desocupados no son obreros, algo que se le escapaba en aquella época cada vez que llamaba a la unidad de acción de “los obreros y los desocupados”, pero no se anima a expresarlo abiertamente. Como no entiende la dimensión real del fenómeno de la desocupación, no es capaz de ver su esencia como población sobrante y, por lo tanto, no puede entender que el rol de los desocupados en la Argentina actual no es, como dijimos en el prólogo a nuestra edición de Historia de la revolución rusa, “anecdótico”. El que una masa enorme de renta haya venido a recrear la desocupación latente bajo la forma de empleo estatal, planes sociales, seudo empresas, de fracciones inviables de capital “nacional”, etc., etc., es decir, millones de obreros que apenas baje el precio de la soja van a la calle, como ya sucedió en el 2009, no puede hacer que olvidemos que esa capa de la clase obrera argentina llegó para quedarse y ser protagonista. El PTS procedió frente a ella en forma dogmática, sectaria e inconsecuente. Dogmática, porque en lugar de observar en la realidad concreta qué capas y fracciones de la clase obrera actúan objetivamente como vanguardia, determina, a partir de la lectura de los padres de la Iglesia, que serán los “grandes batallones de la clase obrera
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DEBATE
Flavio y Aníbal El debate entre el PTS y el PO sobre la unificación partidaria industrial” los destinados a la dirección del conjunto. Cuando se le hace saber que tales “grandes batallones” no existen en la Argentina, donde la masa del empleo en las fábricas más importantes, según cálculos del propio PTS, no supera los 500 mil obreros, a un promedio de 500 por establecimiento2, obtenemos otro recitado de la Biblia. Sectaria, porque habiendo logrado hacer pie en la clase obrera del momento, incluso en experiencias importantes como las ya señaladas, combatió a la Asamblea Nacional de Trabajadores, que en ese momento nucleaba a casi toda la izquierda que luchaba, en nombre de agrupamientos minúsculos dirigidos por el PTS. Prefirió ser cabeza de ratón en lugar de cola de león. Metáfora que no refleja la dinámica propia de los procesos sociales: con Brukman y Zanón en su mano, tenía enormes posibilidades de luchar por la cabeza de la ANT. No se animó porque le tiene miedo al Partido Obrero. Inconsecuente, porque en realidad los obreros de las fábricas recuperadas son simples desocupados que evitaron el vaciamiento final. Un obrero “ocupado” no es aquel que está “haciendo algo”, sino el “ocupado” por el capital. Si el PTS hubiera tomado la Ford en pleno funcionamiento podríamos hablar aunque sea de los “medianos” batallones de la clase obrera. El partido de Castillo, simplemente, organizó a una variante de la población sobrante, que se expresó como “fábricas ocupadas”. Nunca tuvo la dirección de ningún verdadero “batallón” industrial. De allí lo mezquino de su actitud, que dividía a la vanguardia y le impedía al propio PTS crecer, porque no respondía a otra fracción de la clase obrera con otras necesidades políticas, sino a una variante de la misma capa. En lugar de ser orgánica, su política era puramente anecdótica. El PO, por el contrario, acertó la línea en la etapa, bien que después que el proceso había avanzado de la mano de otros, como el PCR, protagonista ausente en la queja de Pablo en relación al vaciamiento del proceso histórico por Cristian. El PO llega a posiciones correctas a fuerza de empirismo y pragmatismo, no de un análisis
científico de la realidad. Por eso lo vemos pegar giros de 180º sin reconocer jamás que se equivocó: entró a las últimas elecciones con la idea de no hacer concesiones al voto democrático; a mitad de camino cambió de caballo y se convirtió en su paladín más acérrimo; un mes después, la conciencia inexistente reaparece milagrosamente de la mano del ascenso del clasismo, como titula uno de los últimos números de Prensa Obrera. A veces, apenas alcanza a formular un saludo a la bandera, como en el conflicto del campo del 2008. En el fondo, ambos partidos carecen de una evaluación seria de las condiciones de la revolución en la Argentina, desconocen su historia y se limitan a recitar libreto viejo, desde Trotsky a Milcíades Peña. Ambos partidos están formados por dirigentes abnegados, por una masa militante consecuente y por una historia que no excluye ni la lucha heroica ni la inteligencia táctica. Simplemente, el diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo: el PO tiene más experiencia, esa experiencia lo hace más dúctil y esa mayor ductilidad ha limado fuertemente las aristas del dogmatismo, pero en esencia no razona diferente del PTS. La respuesta de Maiello es un ejemplo típico de los amasijos “teóricos” del PTS, que conjugan el juego de la copa con Trotsky y un conjunto de datos sueltos.3 En este caso, por ejemplo, pretenden dar la impresión de que su “agrupamiento internacional” dirige la revolución mundial. Su defensa de la ausencia de la clase obrera en el Argentinazo es un canto de amor a la ignorancia pura, encubierta en la excusa de que la CCC y la FTV no estuvieron en la lucha del 20/12, como si eso fuera todo el movimiento piquetero o todo el Argentinazo. Que al proceso le faltara un partido revolucionario es una obviedad que no le quita su sentido. El proceso no se detuvo por su falta de energía o por las limitaciones del movimiento piquetero, sino porque la burguesía encontró una salida apoyada en la recuperación de la renta. Pero el problema de fondo para el PTS y sus grandes batallones es explicar por qué esos guerreros privilegiados estuvieron
Hace poco, se desarrolló una polémica sobre el Argentinazo y la unidad partidaria entre el PO y el PTS. En este artículo explicamos por qué ninguno de los participantes tiene una verdadera voluntad de construcción política seria del FIT.
completamente ausentes de la lucha. Salvo que pretenda hacernos creer que era posible dirigir la revolución nacional a partir del Sindicato ceramista, con el simple expediente de hacer asambleas. Dejamos de lado que si el Argentinazo no es una insurrección con contenido y presencia obrera porque no destruyó al aparato del PJ y la policía duhaldista, vale decir que no sólo el Cordobazo sino nada de lo que ocurrió en los '70 tuvo carácter insurreccional, porque ni la policía, ni el ejército ni el aparato peronista fue destruido. Es más: una parte de ese aparato participó del Cordobazo e incluso de la huelga general de junio-julio del '75. Lo que el PTS debiera explicar es por qué su método revolucionario no dio mejores resultados, sobre todo por qué no impidió la cooptación que todo el movimiento de fábricas ocupadas sufrió, igual que el de las organizaciones de desocupados. O por qué sus “grandes batallones” fueron el principal sostén del menemismo ayer y del kirchnerismo hoy. El PTS desvaloriza la actuación del movimiento piquetero para ocultar que lo que reivindica tiene menor valor todavía. De todos modos, como reza el título de este acápite, para lo que se está discutiendo, la posibilidad de un proceso de unificación de la izquierda revolucionaria, esta problemática no tiene importancia. El núcleo del asunto es otro. El problema real El problema no es el programa. Ambos se declaran trotskistas, defienden el Programa de transición tal como se formuló originalmente, con la inclusión de campesinos y todo, tienen las mismas consignas generales, etc., etc. Ninguno de los dos habla de construir un ejército sino de fomentar la insurrección proletaria, ergo, tienen la misma estrategia. Tampoco es el núcleo de la divergencia la caracterización de la etapa, porque el PO se adapta a cualquier cosa, desde proclamar que la revolución está a la orden del día desde Lenin para acá, hasta hacer una campaña electoral donde no menciona una sola vez la palabra “socialismo”. Ni siquiera es, más allá de los chisporroteos verbales, una diferencia de orden táctico, toda vez que cuando los desocupados se mueven, como asambleas de desocupados o
kirchnerismo de amplias capas de los protagonistas del Argentinazo, pero sí habríamos salido del proceso con un tamaño que permitiría hoy expectativas muy superiores al 1,5%. Como sucede con los jurados de Showmatch, la discusión planteada entre los agrupamientos trotskistas argentinos no tiene mayor sustancia. En los '90, el enfrentamiento MAS (MST)-PO tenía mucho más contenido, en tanto implicaba una batalla contra el democratismo. Hoy no tiene sentido porque esa acusación no le cabe ni a IS. Los tres agrupamientos lloran por la ausencia de un partido revolucionario para conducir la crisis que se viene, del “modelo”, del mundo, del universo. Sin embargo, teniendo en la mano la posibilidad de dar un paso adelante gigantesco, de crear, por primera vez en tres décadas, un evento político de magnitud inusual, que conmovería a buena parte del sistema político argentino, prefieren hacer una payasada. Se niegan, entonces, a ser vanguardia, a estar un paso adelante del proletariado al que quieren conducir y que puede llegar a repudiarlos por llegar tarde a la cita. Los llamamos a ponerle fecha ya a una gran jornada nacional de debate sobre la unificación partidaria y reiteramos nuestra propuesta: un partido, tres fracciones, varias tendencias, muchas corrientes de opinión.
como fábricas ocupadas, justificándolo de modo diverso, ambos están allí, igual que están hoy en las comisiones internas de las fábricas combativas. ¿Cuál es la diferencia importante, entonces? Ninguna. No hay ninguna diferencia real que no pueda contenerse en el seno de la misma organización, algo que incluye a Izquierda Socialista, que ha hecho mutis por el foro, aprovechando el griterío de los otros. El problema real es la escasa presencia de la clase obrera en todos los agrupamientos de la izquierda revolucionaria. Esa mínima presencia, que comparada con la de los ’90 representa, sin embargo, un salto cualitativo, es la que no genera la presión suficiente para romper con el autismo propio de organizaciones que se referencian a sí mismas. Que esto es así lo muestra ese fabuloso proceso de unificación organizativa que se construyó en torno a la ANT a poco que el proletariado argentino dio muestras de voluntad política. Que no haya avanzado más no es el problema. El problema es que no hayamos aprendido nada de ello. Que la “guerra” trotskista no tiene ningún sustento se comprueba con la facilidad con la que abandonaron toda consideración estratégica gracias a Aníbal Fernández, es decir, al 1,5%. En estas condiciones, ninguna agrupación quiere la unidad. El PO porque cree que tarde o temprano se las tragará a todas y, como patrón de gallinero, se cree dueño de todas las gallinas. El PTS porque tiene miedo a su absorción por el PO. Izquierda Socialista porque teme ser fagocitado por cualquiera que pase cerca. Ese es todo el asunto. Esa es la razón por la cual propusimos la formación de un partido con tres fracciones, de manera que cada fuerza conservara su estructura y confluyera en una dirección general. Al mismo tiempo, la existencia de tendencias y grupos con cierta autonomía permitiría la confluencia de la miríada de organizaciones desparramadas por la geografía patria. Se puede pensar que una estructura así no suelda monolíticamente posiciones, pero eso no sucede nunca. En todo partido hay tendencias y fracciones de hecho, se expresen o no y eso no los debilita necesariamente. El P(atoterismo) O(brero) En el debate, el PO aparece proponiendo y el PTS esquivando, de donde parece deducirse que el primero tiene mayor voluntad unitaria. Pero es simplemente la bravata de quien se siente más fuerte. Cuando lo observamos en la acción, el Partido Obrero no sólo no muestra ninguna
intención unitaria, sino que la boicotea. El FIT queda reducido así a la función de logo con “pegada” publicitaria, como en su momento “Izquierda Unida”, pero no expresa ninguna unidad real. Un ejemplo es el funcionamiento de la Asamblea de Intelectuales del FIT, probablemente uno de los pocos ámbitos, si no el único, de trabajo común que quedó tras las elecciones. En las últimas reuniones se retomó nuestra propuesta de organizar una revista del Frente. Propusimos un tipo de publicación dedicada al debate interno de la izquierda, que es el problema que enfrentamos hoy. Se contrapropuso una de carácter general. Acatamos. Propusimos un artículo sobre el Argentinazo y la izquierda hoy y ahí se pudrió todo. Pablo Rieznik reivindicó para el PO el derecho a veto sobre el texto, sostuvo que RyR no debía estar en el comité editorial (conformado por los tres partidos más un pequeño grupo inorgánico y los “independientes” de siempre) y de hecho planteó nuestra expulsión de la asamblea. Surgió allí el debate sobre quiénes podían formar parte de la asamblea. Según Pablo Aníbal, los que estuvieran de acuerdo con el programa del FIT, los que acordaran con la campaña electoral realizada y los que reivindicaran en el mismo sentido la evaluación del resultado de las elecciones. Es más, públicamente le reprochó al PTS no haber rosqueado previamente la asamblea, a lo que el propio Maiello, adalid del asambleísmo puro anti-burocrático allí presente, no respondió indignado porque se lo deschavara en semejante falta… Poco después, Hernán Díaz, un supuesto “independiente” de la asamblea, extremó los planteos del PO, con el argumento de que RyR no coincidía con la asamblea, dejándonos afuera y extendiendo el derecho a veto automático a todo el comité editorial. A lo que tuve que responderle que el PO arma un frente con el criterio de que todo aquel que no comparta con él hasta las cuestiones más pedestres está afuera. Para asegurarse de que nada salga sin su beneplácito se arroga lo que ni el Estado burgués es capaz de declarar, el derecho a la censura previa y al veto de lo que no le guste. Según Rieznik, para formar parte del FIT hay que compartir no sólo el programa, cosa que es lógica, sino cualquier actitud menor y coyuntural, como el contenido de una campaña electoral y el balance de las elecciones. A este paso, en cualquier momento van a exigir el derecho de pernada y otras cosas que no quiero mencionar para no darles ideas... El FIT es una unidad amplia que se basa en las diferencias (eso es un frente) y no un partido. Si eso
piden para formar un frente, qué pedirán para la tan mentada discusión de unidad partidaria... Baste recordar que el Partido Bolchevique reunía en su seno a personalidades y tendencias tan distintas como Trotsky, Bujarin y Lenin, para darse cuenta de la estrechez de miras del PO y de la violencia del planteo. Más allá del divismo
Notas 1 Los artículos de Pablo Rieznik a los que aludimos son “La izquierda frente a la Argentina kirchnerista”, en Prensa Obrera 1201, del 3/11/11 y “Para que el Frente de Izquierda progrese, ¿cómo debatimos?”, en Prensa Obrera 1205, del 1/12/11. 2 Véase nuestra respuesta a “Un mal prólogo para el mejor libro de historia”, de Eduardo Castilla y Johnatan Ros, publicado en Lucha de clases, nº 8, junio de 2008, en “Estrategia revolucionaria y religión. Una respuesta al PTS”, en El Aromo, nº 43, 2008. 3 Aludimos a “Algo más que un posible ‘error de imprenta’. Sobre programa y estrategia”, de Matías Maiello, en el blog de debate del IPS.
Cuando se examina el programa que los tres agrupamientos fundamentales de la izquierda revolucionaria argentina reivindican hasta en sus partes más anacrónicas, el Programa de Transición, queda más claro cómo el partido de la revolución se fragmenta entre los diferentes componentes de la fuerza social que debiera tratar de soldar. Doy a continuación un pequeño ejemplo del análisis que pensaba hacer para el primer número de esa revista de la cual Rieznik quiere expulsarnos y que, gracias a su “vocación” unitaria tal vez no salga nunca. Si se recuerda la actuación de cada uno de los partidos, se verá que cada uno de ellos esquivó una demanda fundamental del programa: “Todas las fracciones del proletariado, todas sus capas, profesiones y grupos deben ser arrastrados al movimiento revolucionario.” En lugar de concebir esta tarea común como una acción, precisamente, común, los tres se dedicaron a organizar lo que imaginaban fracciones diferentes: los desocupados (PO), los obreros industriales en activo (PTS) y las capas profesionales lindantes con la pequeña burguesía que se expresaba en las asambleas (IS, entonces MST). Dejando de lado que, detrás de lo fenoménico, se encontraba la misma capa del proletariado, la población sobrante, el hecho de que cada uno le enrostrara al resto la representación del “verdadero” alma de la revolución, mostraba que estaban en una etapa atrasada de construcción del partido, más preocupados por sí mismos que por cumplir con el programa. Dicho cumplimiento ponía sobre la mesa en ese momento mismo la unidad del trotskismo. Su unidad hubiera colaborado en la unidad del conjunto del movimiento (desocupados, fábricas ocupadas, asambleas) y hubiera evitado muchos espectáculos bochornosos de peleas que no tenían sustancia real. Habríamos salido de esa etapa con autoridad moral y política y una fuerza material notable y seríamos hoy el partido del proletariado. No se hubiera evitado la cooptación por la burguesía y el
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DEBATE
Otro intento
Una crítica al libro Trabajadores, tercerización y burocracia sindical: El caso Mariano Ferreyra, de Christian Rath. Fabián Harari, Juan Kornblihtt y Marina Kabat Razón y Revolución-CEICS
Su salida es toda una confesión. Luego de presentar a un arribista (Diego Rojas) como el relator oficial y a un libro improvisado como la versión partidaria del crimen de Mariano Ferreyra, el Partido Obrero se ve obligado a sacar otra publicación.1 Tal como señalamos nosotros (y Jorge Altamira), Rojas no sacaba ninguna conclusión política ni acusaba al kirchnerismo por la muerte del compañero en cuestión. Lo dijimos, lo repetimos y nos llenaron de insultos. Pero aquí está la prueba, teníamos razón: Rath dice lo que Rojas se calla. Sencillamente, que a Ferreyra lo mató el Estado y que todas las pistas conducen al kirchnerismo. Si bien no llega a acusar expresamente al kirchnerismo (¿tanto cuesta escribir “lo mató el kirchnerismo” o “Néstor y Cristina son los responsables”?), es un paso más que el encubrimiento oportunista que lo precede. A pesar de anunciar en tapa el caso del compañero, el libro sólo le dedica al problema 24 de sus 191 páginas. Se trata de una obra sin ningún rigor, que toma de aquí y allá y va empapelando un cuadro poco coherente, con el objetivo de adecuarlo al Programa de Transición. Los capítulos no tienen conexión entre sí y no articulan un problema general. En la primera parte, trata la tercerización y en la segunda la economía argentina y la burguesía nacional. En el tercero, realiza una historia superficial de la burocracia del ferrocarril desde 1955 hasta la actualidad. En el capítulo cuarto, trata sobre temas tan dispares como la trayectoria de Pedraza, la burocracia sindical desde comienzos del siglo XX y las pocas páginas sobre el crimen de Mariano Ferreyra. La poca articulación en función de un objetivo claro, hace que no terminemos de saber si lo que se pretende es comprender el conjunto de determinaciones que hacen al asesinato de Barracas o si se trata de analizar a la burocracia sindical, donde el crimen de Ferreyra aparece como un episodio. Lo que queda claro es que no se logra ni una cosa ni la otra. De todas formas, el libro nos permite analizar los problemas del PO a la hora de caracterizar la economía, la sociedad y la lucha de clases. Un estatismo desarrollista El planteo de Rath inscribe, en forma correcta, el asesinato de Mariano Ferreyra en la crisis histórica de la burguesía nacional. Sin embargo, las propuestas que hace para superar estos problemas no hacen más que reproducir una serie de prejuicios de intelectuales socialdemócratas e incluso funcionarios de gobierno. La clave no es decir que hay una crisis, sino ante qué crisis estamos. De las respuestas salen las propuestas. Rath propone una “industrialización bajo iniciativa y protagonismo de los trabajadores” (p. 160). Pero, ¿qué entiende por esto? La propuesta consiste en revertir la desindustrialización por la vía de controlar las finanzas y generar un ahorro interno que garanticen un fondo de inversión. En relación al capital, se propone la expropiación de las ramas que generan “rentas extraordinarias” y ejemplifica con el petróleo, el comercio exterior y la minería (p. 159). Mientras que para sostener el Estado propone aumento progresivo del impuesto a las ganancias, a la renta del suelo y a las grandes fortunas. A nivel agrario, señala la necesidad de revertir la desertificación provocada por la soja mediante cooperativas de campesinos que trabajen una tierra nacionalizada. Para llegar a sus planteos, Rath parte del balance, común con intelectuales de la CTA oficialista radicados en Flacso y ahora con mucha llegada 8
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al Ministerio de Economía, de que en la Argentina el problema es que hubo una desindustrialización y una primacía de las finanzas por sobre el desarrollo industrial a partir de 1976. Sin embargo, la burguesía nacional y el capital extranjero no eligen como estrategia dejar la industria. Se quedan en las ramas donde es rentable y son desplazadas de aquellas donde no pueden valorizarse más allá de su voluntad. Ese desplazamiento puede ser relativo y sólo implicar un cambio de manos de capital nacional por extranjero o puede ser absoluto cuando la producción de la rama es reemplazada por importaciones. El problema es la competencia y con qué cuenta el capital para enfrentarla, más allá de su nacionalidad. En la Argentina, la mayor parte de los capitales tanto nacionales como extranjeros se valorizan con una tasa de ganancia por arriba o por abajo, pero cercana a la media2 sin contar con la escala, ni la productividad promedio. ¿Cómo lo hacen? Porque reciben elementos compensatorios en general a través del Estado. ¿Cuál es la fuente de dichas compensaciones? La renta de la tierra agraria, la deuda externa y la baja salarial. Para apropiarse de esa riqueza, tienen que competir en el mercado interno y explotar trabajadores locales. A medida que la renta de la tierra empieza a representar un menor peso en el total del plusvalor, se necesita cada vez más deuda externa, más baja salarial e incluso invertir para aumentar la productividad y bajar costos. El resultado es una concentración y centralización de capital. Este proceso es presentado por intelectuales como Azpiazu o Schvarzer como una anomalía, resultado de una estrategia cortoplacista, financiera y antinacional de la burguesía nacional y la falta de regulación estatal. Rath compra estas teorías y las hace suyas. En primer lugar plantea que hay un problema financiero por la falta de una banca que dedique sus recursos a financiar la industria. Su solución es nacionalizarla y ponerla en función del desarrollo industrial. El problema es que la banca no deja de prestar porque tenga una lógica “no industrial”, porque la industria no es rentable por sí misma. Y no es rentable porque su productividad y, por lo tanto, sus costos son mayores a los necesarios para alcanzar la tasa media de ganancia, no porque no tenga acceso al crédito. De hecho, los capitales que son rentables no tienen problemas de acceso al crédito. El mismo tipo de problemas tienen tanto la idea de aumentar el cobro de impuestos como la de financiar un plan industrial. Si los capitales que deberían pagarlos, no son viables, tendrán menos capacidad de pago de impuestos. La evasión es la forma en la cual se valorizan en forma normal. Salvo que se apunte a este mecanismo como una forma rebuscada de ir provocando la crisis de los capitales y su futura expropiación, el planteo es inviable. Al desestimar la alternativa de la concentración y centralización absoluta del capital en manos de la clase obrera para potenciar su productividad, solo le quedan ideas al servicio de empresarios ineficientes. Rath se acerca a esto último, pero limitándose a las ramas que generan rentas extraordinarias. Esta propuesta lleva a la expropiación de la minería, el petróleo y el comercio exterior como vectores del desarrollo industrial de una industria que no estaría estatizada. El resultado es la idea de volver al Estado de Perón y gran parte de historia argentina hasta 1991, con la sumatoria del comercio exterior. El problema de esta propuesta es doble. Por un lado, si no se avanza por sobre la centralización de la industria en manos de clase obrera, los recursos que transfieren las empresas estatizadas irán a parar a valorizar capitales inservibles. Sería un completo despilfarro, similar al actual. Por ejemplo, la nueva YPF estatizada transferiría su petróleo barato a las automotrices que operan con escala inviable.
Lo mismo pasaría con los préstamos del Banco de Desarrollo que propone. Pero el problema es aún mayor: deja afuera de las ramas a estatizar a la agraria. Es decir, renuncia de antemano al conjunto de la renta diferencial de la tierra y sólo propone un impuesto específico. Peor aún: su solución es nacionalizar la tierra y formar cooperativas de campesinos. Se confirma su desconocimiento del agro argentino, que ya se demostró en la política del PO en el conflicto del campo (ver Patrones en la ruta). En primer lugar, no hay campesinos. Por lo tanto, armar cooperativas de un sujeto inexistente implicaría crearlo. En ese sentido debe entenderse entonces la idea de “poblar el campo”. Otra opción es que Rath crea que los burgueses agrarios (denominados “chacareros” para ocultar su carácter de clase) sean campesinos y entonces su propuesta no sea muy diferente a la del PCR. Crear “campesinos” implicaría despilfarrar todo el esfuerzo por expropiar las tierras para ir hacia a pequeñas propiedades de consumo y reproducción a nivel familiar (eso es el campesinado). El planteo proudhoniano de Rath no sólo implicaría la creación de una nueva burguesía agraria (eso sí, chica) y de nuevos terratenientes, sino también la aparición de alimentos más caros y una menor renta para ser apropiada por el Estado. En definitiva, peores condiciones para la clase obrera. Lejos estaría de estimular un mercado interno favorable para el desarrollo industrial (como aparece en otras de sus propuestas tomadas del decálogo desarrollista). Sería incluso mucho peor para su preocupación por la desertificación ya que está demostrado que la pequeña producción es mucho más dañina para el medio ambiente que la gran escala. En definitiva, Rath no ve cómo opera la acumulación de capital en la Argentina. Al reducir todo a las estrategias antinacionales y financieras de la burguesía nacional y extranjera cae en propuestas, que aunque radicalizadas, no difieren de los planteos desarrollistas. El principal problema del capital en la Argentina es que en su mayor parte es inviable y depende para su reproducción de las transferencias de renta, deuda y la baja salarial. La única alternativa que queda es su centralización de conjunto en manos de la clase obrera. Dada la escala de producción local, incluso en esas condiciones, el mercado interno no alcanzaría (menos aún si reducimos el nivel de vida por la vía de hacer más caros los alimentos con las políticas agrarias de Rath). Así, la estrategia de la clase obrera sólo tendrá éxito si apunta al menos a un proyecto común con Brasil y el resto de América Latina. La industrialización obrera propuesta por Rath no sólo se abstrae de las condiciones concretas de la acumulación en la Argentina, sino que pierde de vista el internacionalismo en un planteo de tipo nacionalismo estatista (no es casual que no haya hecho mención al planteo de los Estados Unidos Socialistas de América Latina). Una mirada politicista del proceso de trabajo Los problemas de Rath que resultan de su mirada desligada del estudio de las determinaciones concretas se trasladan también a su intento de explicar la tercerización en relación a las transformaciones en los procesos de trabajo. Si bien es correcta la intención de reconstruir una historia de las tercerizaciones, el objetivo no se logra. Por un lado, si bien se menciona varias veces que los cambios de la organización de trabajo se originan por la búsqueda de mayor plusvalía y mayores ganancias, hay un énfasis excesivo en la voluntad de control por parte de los capitalistas como móvil de estas mismas transformaciones. No parece claro cuál es la determinante central y en varios pasajes pareciera que fuera
Acaba de publicarse un segundo libro sobre el caso de Mariano Ferreyra de Crhistian Rath. Su salida deja en evidencia las falencias de su predecesor. Sin embargo, a poco de recorrer sus páginas, que van desde la economía argentina hasta el significado de la burocracia sindical, se advierte el cúmulo de ideas incorrectas que dejan un panorama más que preocupante.
esta búsqueda de control. Es decir, invierte las determinaciones y presenta una mirada politicista. Esta lo lleva a confusiones en el relato histórico, que luego se traducen en no comprender que el desarrollo capitalista potencia la productividad social a costa del desarrollo individual. El taylorismo o el taylorismo-fordismo, en todo caso, aparece como la forma de trabajo específicamente capitalista y el punto de apogeo, por así decirlo, en la organización laboral capitalista, donde el máximo de racionalidad y control del trabajo se habría obtenido: “…Es con Taylor y no casualmente en la etapa de ascenso del capitalismo cuando el control va a llegar a un nivel inédito de desarrollo y, en esa medida, a significar la oposición tajante y definitiva de todo tipo de tercerización o contratación dentro del ámbito en que se desenvuelve la producción.”(p.23) Aquí aparece un error gigantesco. La forma de organización laboral específicamente capitalista es la Gran Industria, basada en la mecanización del trabajo y la conformación de un sistema de máquinas. Su forma más desarrollada se presenta con la automatización de las máquinas. Pero el taylorismo y el fordismo no implican necesariamente esa mecanización. Por ende, no representan el punto máximo posible en ese desarrollo. Por ejemplo, en las plantas automotrices de los ‘60 el trabajo es manual y solo está mecanizado el transporte de materiales mediante la cadena de montaje, mientras que las operaciones que hace el obrero siguen siendo manuales. En la medida en que el taylorismo fordismo es visto como el apogeo de la organización capitalista, lo que le sigue no es más que síntomas de la madurez o declinación del capitalismo (idea confluyente con el planteo de estancamiento de las fuerzas productivas de Trotsky). Y si bien no sólo asocia las nuevas formas laborales con la consabida búsqueda de control, sino también con el intento de aumentar la plusvalía, esto no implicaría ningún desarrollo de las fuerzas productivas, sino que estaría limitado al intento de recuperar ganancia en contexto de crisis. El carácter politicista de su mirada de los procesos de trabajo se observa, por ejemplo, en la inversión de causalidad entre polivalencia y automatización. En vez de ser la mecanización y automatización lo que permite la polivalencia (tal como ya lo explicara Marx en El Capital), para Rath es la multifuncionalidad y rotación de tareas lo que habilita la automatización de tareas. “(la multifunción”), a su vez, dejaba libre el terreno a la robotización al desligar al personal de cualquier vínculo especial con una especialidad” (pp. 31-32). ¿Cómo desligar a un obrero de su especialidad si por el carácter manual sigo requiriendo aptitudes particulares del obrero (fuerza, destreza, etc.) o conocimientos específicos o simplemente una mayor productividad derivada de repetir siempre la
misma tarea? La robotización –la mecanización y automatización de tareas- permite esto y no a la inversa. Esta misma visión reaparece en las conclusiones cuando plantea que una verdadera industrialización se opondría a la descalificación de la fuerza laboral. (p. 160) De hecho, si se profundizara el régimen de Gran Industria en la Argentina lo probable es que la fuerza laboral, tomada en su conjunto, se descalificaría aun más, porque se automatizarían nuevas tareas y oficios enteros -que hoy subsisten merced al atraso técnico- desaparecerían. El socialismo se basa en ese mismo desarrollo, pero dónde el carácter social no reaparece por la vía del mayor conocimiento individual o el acceso gremial al dominio del proceso productivo, sino del control global y la planificación de la producción. No es un cambio en el control fabril sino en la propiedad social del mismo la verdadera alternativa para la descalificación y la fragmentación de los procesos productivos a los que lleva el capital. ¿Qué es la burocracia? Para Rath, el crimen de Mariano Ferreyra es el producto del enfrentamiento entre obreros genuinos, verdaderos representantes de los trabajadores, y una banda lumpen contratada por una casta sin vínculo alguno con la clase. Con esta afirmación simplona, el PO deja de lado datos desagradables, pero ciertos. Primero: no había fuerzas para cortar las vías. Segundo: muchos trabajadores en planta no quieren que entren los tercerizados, sino sus familiares. Tercero: entraron los tercerizados, se juntaron todos contra la Verde, pero la elección en el Roca la ganó Pedraza. Esta hipótesis de una burocracia que opera por fuera de la clase (“capa extraña a los trabajadores”) se complementa con la afirmación de que la clase obrera siempre tiene voluntad de lucha y cada movilización amenaza ser potencialmente revolucionaria. Para la década de los '80 y '90, niega que haya habido un reflujo de la lucha, ya que se mantiene una “inmensa deliberación y movilidad”. Las causas de la derrota de los '90 es la “traición” de una dirección que fue aceptada porque tenía el prestigio de los '70.
Christian Rath se caracteriza por el poco interés por probar lo que dice, ya lo sabemos. Ahora bien, ¿qué significa “inmensa”? ¿”Inmensa” con respecto a qué? En vez de mostrarnos la cantidad de huelgas y movilizaciones en el período, con respecto a la década del 2000 y de los '70, cita dos o tres huelgas. La idea de la “traición” que las direcciones hacen lo que quieren y que la clase obrera se lo permite. Es más, que confían hasta el último momento. Eso significa que, entonces, no hay ningún estado de “deliberación”, ni inmenso ni pequeño. En sus palabras: la clase obrera no tiene la dirección que merece. La pregunta entonces es doble. En primer lugar, qué tipo de clase madura es aquella no puede cambiar de dirección. En segundo, por qué la izquierda (en este caso el PO) no puede ponerse en ese lugar, si la ruptura es tan clara. Rath recita al pie de la letra un postulado de Trotsky que dice que los sindicatos, en la etapa de descomposición del capitalismo, no pueden ser reformistas y sólo les queda transformarse en rueda de auxilio del Estado o la independencia de clase. En ese sentido, Rath señala: “los sindicatos han agotado su capacidad para defender el valor de la fuerza de trabajo de la clase obrera” (p. 128). Es cierto que no defienden las condiciones de toda la clase, pero sí es cierto que se preocupan por las condiciones de sus afiliados. Los salarios de los camioneros, por caso, están entre los más altos del país. Los obreros privados en blanco que están en planta han conseguido grandes ventajas económicas, lo que explica el apoyo a Moyano. Que eso no sea la panacea es otro problema. Que se trate de una conciencia sindical y no política, también. Si bien toda la llamada “burocracia” se somete al Estado burgués, como todo reformismo, no es cierto que todos se integren a los distintos regímenes políticos. Si no, no se comprende por qué los sindicatos han lanzado varias huelgas a más de un gobierno. No hay un “entrelazamiento directo”. Sencillamente, porque si el burócrata no defiende al menos parcialmente a sus trabajadores, no tiene razón de ser, a excepción de los momentos de profundo reflujo, en los que la clase está planchada. ¿Qué es la burocracia sindical? El nombre de fantasía para una capa de la clase obrera que
representa los intereses inmediatos de la clase. Aquellos intereses que hacen a la reproducción de la fuerza de trabajo. Aquellos que no cuestionan el sistema y que ligan a la clase obrera con la burguesía. Los obreros, aunque Rath no lo sepa, tienen normalmente una conciencia burguesa. Generalmente, no quieren hacer la revolución de no mediar un derrumbe generalizado. Eso que el compañero ve todo el tiempo por todos lados, pero que sólo llega en períodos especiales. Entonces, en tanto represente alguno de esos intereses con cierta efectividad, van a mantener la dirección de una clase obrera todavía con conciencia burguesa. La novedad en el 2001 es la aparición de una fracción que busca una estrategia distinta y se da una dirección alternativa. El crimen de Mariano Ferreyra se enmarca en un enfrentamiento entre una burocracia apoyada por una fracción de la clase con mejores condiciones de vida y aquellos que disputan esta dirección sobre la base de obreros más pauperizados, lindantes con la desocupación. Esa disputa fue posible a partir del Argentinazo, pero por el momento, la relación de fuerzas es adversa. En el colmo de su religiosidad, Rath parece haber transcripto una cita de Lenin en 1917, cuando alega que la conducción sindical representa “sectores más repudiados por todas las clases sociales” (p.124). Otra vez, en vez de recitar las sagradas escrituras, el compañero debería darse una vuelta por la realidad: Moyano y Cía. llenan estadios. Llenaron River y hace poco sólo los camioneros llenaron Huracán. Es desagradable, pero es así. Lo contrario es vendarse los ojos y pensar que basta ir y presentarse para que las masas abandonen a su dirección actual y nos reciban con las manos abiertas. Es la mejor manera de fundir compañeros. Es la mejor forma de no hacer ningún trabajo sobre la conciencia de las masas (total, ellas ya saben lo que hay que hacer). Estas posiciones explican la campaña de carácter reformista que impulsó el PO. Si la burocracia ya no representa a nadie, si no puede siquiera defender derechos corporativos mínimos, entonces, basta formular cualquier reclamo menor para que la clase obrera (que ya repudia a sus dirigentes) venga a nosotros. Claro que los números dijeron otra cosa. Según el libro, la falta de capitalismo y la
voluntad política de los empresarios provoca este cuadro económico. Por lo tanto, el crimen de Mariano Ferreyra no sería reivindicado por el socialismo, sino con un capitalismo serio y la creación de una burguesía pequeña en el agro. A su vez, la formación de un partido revolucionario no se producirá mediante el trabajo político sobre la conciencia de la clase obrera, sino que cuando la burocracia del FF.CC. vaya presa y bastará que los obreros puedan escuchar a los dirigentes de izquierda para recuperar los sindicatos. La incomprensión del conjunto de la realidad social en que se mueve ordena tareas equivocadas. Entre tanto, el crimen de Mariano Ferreyra sigue a la espera de una explicación científica. Notas 1 Rath, Christian: Trabajadores, tercerización y burocracia sindical. El caso de Mariano Ferreyra, Ediciones Biblos, Buenos Aires, 2011. Todas las citas en texto son de esta obra. 2 Ver la comparación de la tasa de ganancia industrial argentina con la de EE.UU. de Iñigo Carrera, Juan: La formación económica de la sociedad argentina, Imago Mundi, Buenos Aires, 2007.
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Julieta Pacheco y Stella Grenat Grupo de investigación de la lucha de clases en los '70-CEICS
Miembro de la Conducción Nacional de Montoneros, Roberto Perdía es un referente de político de la organización peronista más trascendente de la década de 1970. En esta oportunidad, intercambiamos opiniones sobre diversos aspectos, desde el rol del partido hasta los diferentes tipos de lucha que encaró Montoneros desde el Cordobazo hasta el Golpe de 1976. El objetivo: confrontar balances sobre las causas de la derrota. Esta la idea, muy superficial, de asociar a Montoneros a “guerrilleros” o a una práctica puramente militar. ¿Cómo la ves? No era así. Nosotros, un poco en broma y un poco en serio, decíamos que éramos ladrones de gallinas. Llegando a 1973, militarmente no éramos nada extraordinario. El peso venía, porque sí acompañábamos la acción política con algunos hechos militares. Pero fundamentalmente venia por esa voluntad de decir “hay que construir otro tipo de poder”. Cuándo ustedes plantean la necesidad del ejército popular, o peronista ¿A qué se refieren? Lo estábamos haciendo, porque no hay ejército popular que surja meramente del hecho militar. El ejército popular es el ejército del pueblo. Si no tenés al pueblo convencido no vas a construir ningún ejército.
ENTREVISTA
“Nunca planteamos que la contradicción fuera burguesíaproletariado” Un intercambio con Roberto Perdía
los compañeros para esos casos críticos. Inclusive ustedes ven en las movilizaciones que había, tenían formación militar, porque apuntaban, tenían como objetivo ir preparando al pueblo, a nuestra militancia en el ejercicio de esa práctica. Nos veníamos preparando.
¿Y de dónde salía el armamento del pueblo? Iba llegando. Es decir, la idea nuestra de construir un ejército popular al largo plazo era una idea de construir un ejército en el largo plazo. Además, había existido la experiencia de 18 años de resistencia que muchos sectores populares pelearon. Pelearon de cualquier manera. Salvaje como en Córdoba donde volaron una estación de servicio. O pelearon con miguelitos, con caños, con todo. Esa es la lucha. Lo que nosotros queríamos era racionalizar eso, nada más. A su vez, teníamos en la cabeza, suponíamos, que en el momento de quiebre, una parte del aparato militar tenía que estar con nosotros. No imaginábamos que íbamos a derrotar al aparato militar al estilo cubano. Eso en 1973, digo. Por ahí, en 1970, hasta el Cordobazo, donde imaginábamos la lucha guerrillera en el monte, siguiendo el ejemplo cubano. Sí se pensaba un enfrentamiento a largo plazo. Pero en 1973 no. Ahí ya pensábamos algunos hechos que produjeran una ruptura en la sociedad, un quiebre. Con ese quiebre se iban a producir enfrentamientos y con esos enfrentamientos nosotros podíamos contar con franjas del ejército regular. Porque los tipos tenían ante sí la situación del pueblo en la calle. Incluso, hicimos la instrucción a fines de 1973 y un manual tratando de integrar nuestra experiencia con la que nos podían brindar compañeros nuestros que venían de ser oficiales de las fuerzas militares del régimen. Para preparar a
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En los primeros documentos de Montoneros, todo aparece supeditado a lo militar, pero en el proceso final es todo lo contrario. Teníamos más gente para lo militar que para la política. Era más fácil tener un militante para lo militar que un militante arraigado en un sindicato o núcleo barrial. Y eso que para nosotros era más fácil, porque no teníamos que trasplantar militantes, porque los teníamos del peronismo, los podíamos incorporar desde la militancia natural. ¿Había una idea de capitalización de las primeras etapas de la Resistencia? Por supuesto, venia del peronismo y de la primera resistencia. Nosotros teníamos un diálogo muy fácil con la dirigencia de aquella resistencia. Nos podíamos encontrar tranquilamente, discutíamos. Era muy sencillo. Había una riqueza enorme, desde el punto de vista logístico, militar. Te daban sus casas, “anda a ver tal tipo, tal otro”. Muchos de ellos eran dirigentes gremiales.
Ahí, todo va de la mano pasaje a la clandestinidad, enfrentamiento con Perón, la Triple A, que te hostigaba constantemente y mataba a la militancia. ¿Allí es donde aparece la construcción de la estructura militar como tarea principal? Nosotros, frente a la angustia que teníamos y la presión de los muertos que nos tiraban cotidianamente, tomamos un camino incorrecto: pensamos que la clandestinidad podía ser un mecanismo apropiado. Yo creo que sirvió en la coyuntura. De hecho, me parece que si no hubiésemos pasado a la clandestinidad, hubiese habido más muertos en ese período. Pero visto a largo plazo… ¿Cómo fue el pasaje a la clandestinidad en la práctica? Se cierran los locales. Entonces, el barrio, lo que giraba alrededor del local, las redes se debilitaban. No es que la gente se iba, quedaba una relación no pública. El “vení a mi casa/voy a tu casa”, una cosa con cualquier vecino de “vení al local” se transformaba en “no puedo verte/ no sabés donde vivo”. Es distinto. ¿Es difícil el pasaje a la clandestinidad de un aparato tan grande?
No es que era puramente militar, entonces... No. Esos tipos vivían en sus casas. Habían vivido la resistencia. Eran viejos o eran veteranos o estaban retirados, pero te recibían te daban apoyo, además el “PV” nos juntaba a todos. Todos los hechos militares firmábamos cualquier consigna, pero firmábamos “PV”. Y ese “PV”, al tipo que pasaba por ahí lo leía. El peronista medio, ese que era más del 50% en la sociedad, decía “qué bien, qué bien, dale que va” y siempre una ayuda te daba.
Sí, claro, no fue fácil. Fue conflictivo, complicado. A los compañeros más notorios hubo que sacarlos de la zona. En el corto plazo evitamos que nos mataran a muchos compañeros, pero en el largo plazo perdimos, porque esos compañeros perdieron arraigo. Todos perdimos arraigo. Se nos fue aislando. Eso fue la derrota. Eso facilito la acción del enemigo. Pero la JTP aparece liderando las coordinadoras de junio-julio en 1975, lo cual muestra que, de alguna manera, siguió funcionando...
¿Y eso varió con la Triple A? Eso varió con el enfrentamiento con Perón, fue cambiando. ¿Ahí el aparato militar pasa a tener ese rol más defensivo?
Sí, es cierto, pero tiene que ve con lo que dije antes. Tiene que ver con que en lo sindical, la resistencia era fuerte, pero en lo territorial no. Entonces se sintió mucho más en la militancia territorial que en la sindical. ¿Cuál predominaba?
Lo central no es eso. Lo central es que se va produciendo cierto aislamiento respecto a ese nivel de conciencia medio del peronismo. Ese nivel de conciencia medio que antes te aplaudía, ahora te deja de aplaudir. Eso es lo central. Pero después de 1974 con el pasaje a la clandestinidad…
Lo territorial, lo otro tiene una calidad distinta. Pero, numéricamente, era mucho más grande lo territorial, por supuesto. En ese momento, ¿ustedes eran consientes de eso?
Roberto Perdía es un fiel exponente de aquello que se considera como “izquierda peronista”. Dirigente nacional de Montoneros, ocupó lugares de conducción durante la lucha de clases en los '70. Aquí, un intercambio y una discusión con sobre los aciertos y errores: el programa, la estrategia, la formación de dirigentes y la derrota final.
No, no lo pensábamos desde ahí. Esto es un análisis que hago ahora. Los dos sucesos centrales que le dan a Montoneros esa presencia de masas fueron Aramburu y las elecciones de 1973, que no tiene nada de militar, al revés, apuntaba a desarmar el aspecto militar, es un hecho típicamente político. Pero yo creo que ese hecho complementa la masividad que tuvo Aramburu. De alguna manera, Montoneros hizo lo que buena parte del pueblo necesitaba y quería. La muerte de Aramburu fue una reivindicación de muchos sectores populares. Ganar las elecciones, llegar a las elecciones con el menor costo fue otra reivindicación masiva. El pueblo no quiere la guerra para llegar al gobierno, quiere vivir con dignidad. Antes habíamos sido derrotados con un montón de elecciones, con el peronismo dividido. Pero en esas circunstancias se va a elecciones y se gana. Entonces el pueblo está feliz. Eso le da poder. Estos vínculos durante la década del ’60 con el trabajo territorial y sindical ¿se mantienen y se continúan paralelo a lo que es la acción de Aramburu? Por supuesto, lo acrecienta. Compañeros que no tenían nada que ver, de repente aparecen: “soy secretario adjunto”, “delegado”, “me incorporo”, elementos que venían con su laburo ya hecho. ¿Se advierten sindicatos o círculos ya armados que se incorporan a Montoneros? Claro. Estábamos en Tucumán, en 1971, y una compañera estaba haciendo una reunión con un pequeño grupo al costado del camino y de repente viene una marcha de un ingenio cantando “Montoneros”. Ellos no conocían a nadie y eran la conducción de Montoneros en Tucumán. Es decir, ese fenómeno de masas es lo que se dio. Yo lo viví en Rosario. Una semana después de la vuelta de Perón, se hace un acto allí, en una cancha de futbol. Todos los que hablaron eran montoneros. La gente cantaba “montoneros”. Pero yo, que era responsable, no conocía a la inmensa mayoría. Se había producido una explosión de masas con el retorno de Perón, con gente que ya estaba y que buscaba contactos. Nosotros no teníamos estructura para absorber todo eso. Ahora bien, lo militar acompañaba limpiando el camino. Aramburu fue eso ¿qué es limpiar el camino?, tiene que ver con la subjetividad, con el tema de la conciencia. En el seno del pueblo muchos pensaban, estos tipos nos matan, nos persiguen, etc. y de repente, qué es lo que decían los viejos, “ellos también la ligaban”. Eso es lo que estaba en la conciencia. Y no es un tema secundario. Que nadie piense que se reemplazaba la acción de masas, todo lo contrario simplemente la potenciaba. ¿Cómo se formaba un militante montonero? Primero tenía que tener la identificación peronista. Segundo, tenía que ver cuáles eran los sectores sociales de la pelea. Nosotros lo llamábamos
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La firma de convenios colectivos: químicos y alimenticios
Dividen triunfan
sus operarios. En el convenio alimenticio del '94 hay un artículo dedicado a ello. Allí se especifica que:
Ianina Harari TES - CEICS
Hace unas semanas, la empresa Merisant anunció que cerraría su planta de Zarate, donde produce edulcorantes dietéticos como Chuker, Equalsweet y Semblé. Sin embargo, esto no significa que pretende abandonar sus negocios en el país. La intención de la empresa es hacer más rentable sus operaciones. ¿Cómo? Muy simple: ajustando los costos laborales. Para lograrlo, no debe batallar contra el sindicato y violentar los derechos que les corresponden a los obreros por convenio. Simplemente, los despide para contratar tercerizadas de un gremio que acepta peores condiciones salariales y de trabajo. La maniobra por la cual lograría este objetivo consiste en presentar un proceso administrativo ante el Ministerio de Trabajo para cerrar la empresa, despedir a la mayor parte de su personal y mantener sólo 25 empleados administrativos. Este procedimiento ya fue presentado en el mes de octubre. De los 80 trabajadores despedidos, 33 ya acordaron su retito y otros 21 se encuentran en un proceso de conciliación obligatoria.1 El siguiente paso sería la tercerización de sus operaciones. Con ello, evitaría que sus obreros se encuadren convenio químico y petroquímico para pasar al de alimentación. El argumento de la empresa es que sus competidoras, al incluir a su personal en el convenio de alimentación, tienen costos laborales menores. Ello le dificultaría seguir en competencia y retener el 30% del mercado que abarca actualmente. Dime cuánto ganas y te diré a qué gremio perteneces
Sin embargo, al básico de los químicos se suman varios adicionales. El más importante consiste en un 20% extra por el título secundario. Sólo con esto ya estamos en un sueldo para la categoría inicial de 20,97 pesos y de 28,88 pesos para la más alta. A ello, se le debe sumar las asignaciones no remunerativas, a pagarse por única vez. Los químicos acordaron una suma que va de 492 pesos, para la categoría más baja, a 677 pesos para la más alta en el mes de mayo pasado. A esto se agrega otro adicional para fin de año que oscila entre los 1276 pesos y los 1757 pesos. Si dividimos este adicional por las horas trabajadas en el año y lo sumamos al básico, obtenemos unas cifras de 21,89 pesos y 30,14 pesos para las categorías más baja y alta, respectivamente. En alimentación, en cambio se obtuvo una asignación no remunerativa menor. En este sector, en mayo, las empresas debían pagar un extra no remunerativo de 180 pesos. Si bien el resultado final arroja un salario superior para los químicos –tomando sólo los adicionales que abarcan a la mayor parte de los trabajadores- estas cifras no llegan a ser tan altas como declara la patronal. De hecho, según datos del INDEC, el salario promedio en el sector químico y petroquímico es de 7.341 pesos, mientras en alimentación es de 4.967 pesos.2 La diferencia salarial entre los químicos y los alimenticios es importante pero no llega a ser el triple, como
argumenta Merisant. Entonces, deben existir otros elementos que estén encareciendo la fuerza de trabajo de la empresa y que le impiden bajar sus costos. Dos convenios en competencia Además de los salarios básicos, ciertas condiciones de trabajo pueden encarecer el costo laboral de una empresa. En este sentido, es necesario analizar los convenios que rigen en ambas ramas. Un punto central que perjudica a las empresas químicas aparece a la hora de la tercerización. El convenio establece que deberán velar porque las firmas que contraten encuadren a sus trabajadores bajo el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) de química y petroquímica y, además, son responsables por el cumplimiento del convenio en ellas. En cambio, el CCT de alimentación no especifica nada al respecto. En ese sentido, rige sólo la Ley de Contratos de Trabajo, donde a la empresa que contrata a otra sólo le cabe la responsabilidad de que los trabajadores estén en blanco. Esto habilita a los empresarios a subcontratar compañías que utilicen otros convenios y, con ello, otras condiciones laborales que pueden implicar menores costos. Otro elemento en el que se observan diferencias es en relación a la polivalencia funcional. Este concepto remite al derecho de la empresa a rotar de puestos y tareas a
En el convenio alimenticio, la ejecución de una tarea correspondiente a una categoría superior no otorga al obrero el derecho a la obtención de la misma. A lo sumo, si realiza el trabajo de la categoría por más de dos horas, la empresa debe pagarle la diferencia. Sólo si la realiza por un mes corrido, podrá acceder a la nueva categoría. En cambio, en el convenio químico las horas en que se ejecutan tareas de una categoría superior son acumulativas. Es decir, no deben ser corridas. Cuando el operario ejerza una función de una categoría mayor, además de pagarle la diferencia, si supera las 360 horas acumulativas, la empresa debe otorgarle la categoría, y el sueldo correspondiente, aunque vuelva a su puesto habitual. Además, si un operario de la categoría más baja debiera reemplazar a otro dentro de su misma categoría en una tarea que no le es habitual, se le debe abonar un adicional del 1% por hora. Es decir, la rotación de tareas –o polivalenciase ve dificultada. El convenio químico, además, otorga a los obreros algunos beneficios extras por sobre el alimenticio. Por ejemplo, allí se especifica que los salarios deben abonarse por 8 horas de trabajo, aunque el obrero, contractualmente, cumpla una jornada menor. Otro elemento favorable a los químicos está relacionado con el horario rotativo. Las empresas deben abonar un 25% extra por el trabajo realizado en forma rotativa y continua, con horarios diurnos y nocturnos, que incluya los sábados y domingos; 18% por los trabajos realizados en forma rotativa en horario diurno y nocturno, que no incluya el día domingo; 11% si el trabajo es en turnos rotativos entre mañana y tarde que incluye los sábados y domingos; y 9% si se trabaja en turno rotativo de mañana y tarde que no incluya el domingo. Es decir, la aplicación de turnos rotativos se ve limitada. Otro beneficio para los trabajadores es que deben recibir anualmente tres mudas de ropa de trabajo, contra las dos que reciben sus
compañeros de alimentación. Además, en las empresas de la rama química, la patronal debiera proporcionar un servicio médico, que incluye ambulancia. En cambio, en alimentación sólo se exige un botiquín de primeros auxilios. ¿Central de trabajadores? ¿Para qué? Frente a la maniobra patronal, el Sindicato de los Químicos se limitó a declararse en estado de alerta y movilización, lo cual no pasa de una declamación porque no existió ninguna movilización, paro ni nada que se le parezca. Por su parte, el gremio de la alimentación guardó estricto silencio, seguramente a la espera de sumar unos porotos. Por su parte, ni la CGT ni la CTA tomaron nota del asunto. Las centrales sindicales debieran velar porque el conjunto de la clase goce de las mejores condiciones que puedan conseguirse en el marco de estas relaciones sociales. Sin embargo, cuando estas permiten que cada gremio negocie en soledad sus convenios colectivos, dejan libradas las condiciones salariales y de trabajo a la fuerza que pueda tener cada sindicato particular. De allí que las patronales vayan en búsqueda de los convenios que más las favorezcan y los sindicatos aprovechen esto para juntar afiliados. En un contexto de alza de la lucha de clases, las bases pueden presionar por enmarcarse en un convenio más favorable. Pero en momento de reflujo, la tendencia será al crecimiento de los sindicatos con peores convenios. Es necesario, entonces, reclamar por una lucha conjunta que iguale para arriba las conquistas laborales y salariales. Los ocho años de gobierno progre alcanzaron para mostrar que este objetivo no va a ser perseguido por ninguna de las actuales conducciones sindicales. Notas 1 Lanoticia1.com, 30/11/2011. 2 Véase www.mecon.gov.ar/peconomica/basehome/infoeco.html. 3 CCT 244/1994, Art. 6º.
Taller de Estudios Sociales
La empresa argumenta que el salario que se paga en el gremio químico es tres veces mayor al que rige en alimentación. Si se comparan los acuerdos firmados este año, la Federación de Trabajadores de Industrias de la Alimentación consiguió para comienzos de 2012 una escala salarial que va de 19,22 pesos la hora a 28,78 pesos, según la categoría, para el básico. En cambio, la Federación de Sindicatos de Trabajadores de Industrias Químicas y Petroquímicas de la República Argentina acordó para inicios de 2012 un salario básico de 17,48 pesos para la categoría mínima de un operario la hora y de 24,07 pesos para la mayor categoría. Si sólo viéramos el salario básico, parecería que a nivel salarial, los operarios de alimentación se ubican por encima de los químicos.
“las categorías profesionales que resulten por la aplicación del presente acuerdo marco [...] no deberán interpretarse como estrictamente restringidas, en lo funcional, a las definiciones que en cada caso se expresen. Las mismas deberán complementarse con los principios de polivalencia y flexibilidad funcional para el logro de una mejor productividad”.3
Los convenios colectivos de trabajo se discuten aisladamente en cada rama de actividad. Así, algunos gremios consiguen beneficios de los que otros carecen. Para entender cómo lo puede perjudicar esta situación, analizamos el caso de la firma Merisant.
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Las fábricas ocupadas a 10 años del Argentinazo Marina Kabat TES - CEICS
¿Es verdad que una alta conflictividad fue contraproducente para las fábricas ocupadas? Compare con nosotros las trayectorias de los distintos casos y comprenderá que, como en todo, la lucha paga.
Taller de Estudios Sociales
El triunfo de la línea cooperativista
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Hoy en día, en la Argentina, se ha naturalizado el hecho de que las fábricas ocupadas funcionen bajo una estructura cooperativa. Al mismo tiempo, se ha generalizado la expresión “empresas recuperadas”. Supuestamente ésta sería más pertinente que la de fábricas ocupadas, que sólo aludiría a un momento del proceso de la consabida “recuperación” y concentraría la mirada en una situación conflictiva no presente en todos los casos, ni en todas las etapas del proceso. Esta mirada tiene un informe publicado este año que cuenta con un valioso trabajo de relevamiento empírico, aunque parte de problemas conceptuales y políticos graves.1 Uno de ellos es la naturalización de la situación vigente como la única alternativa posible. Con ello se desconoce el proceso histórico por el cual esa opción se impuso, mediante mecanismos estatales que conjugaron la coerción y consenso. Así, la obra señala que: “La experiencia de los primeros casos, incluso antes de la crisis del 2001, mostró que la formación de cooperativas era una de las primeras acciones que debían realizar los trabajadores (…) Las ERT que intentaron la lucha por la estatización tuvieron suerte dispar y más temprano que tarde comprendieron que debían formar su propia cooperativa” (pp. 33y 34). De esta manera, la formación de cooperativas se debería a su mayor conveniencia y no a una combinación de represión y cooptación estatal. El contraste con la situación en Venezuela -donde el proceso de nacionalización de firmas fue importante- debiera servir para ilustrar sobre otras posibles alternativas y evitar una mirada teleológica del proceso. El INAES -Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social-, una institución estatal, insistió, desde su creación en el año 2000, en la conformación de cooperativas como única vía para que las fábricas ocupadas fueran reconocidas. El INAES ha procurado tutelar las fábricas ocupadas y en su resolución número 2037 del año 2003 creó nuevas regulaciones sobres las cooperativas e incrementó su propio poder de policía sobre ellas. Los obreros de Brukman y Zanón, las dos fábricas ocupadas más importantes, originalmente rechazaron la conformación de cooperativas. La represión y la falta de apoyo económico por parte del gobierno finalmente las obligaron a aceptar la forma cooperativa. Los trabajadores de ambos establecimientos resistieron casi dos años (entre 2001 y 2003 Brukman; entre 2002 y 2004 Zanón) antes de aceptar la forma cooperativa. Cabe recordar que antes del brutal desalojo de
2003 los trabajadores de Brukman todavía afirmaban que no estaban de acuerdo en aceptar un “microemprendimiento”. En Zanón, la cooperativa “FASINPAT”, recién se forma en mayo de 2004, tras 27 meses de gestión obrera de la producción. Si bien esto es presentado como una medida transitoria en pos de la lucha por la estatización, ésta última se avizora como lejana y hoy no parece trascender plano declamativo. La represión que sufrieron y el resultado negativo de sus intentos de estatización bajo gestión obrera, actuaron como un caso testigo para las demás fábricas ocupados y tuvieron, de este modo, profundos efectos disuasorios y disciplinadores. La bibliografía que comentamos, opera en el plano ideológico en el mismo sentido. Los principales problemas que afectan hoy a las fábricas ocupadas derivan de su carácter cooperativo. En función del mismo, los obreros, en términos legales, se han transformado en socios de las cooperativas, con lo cual han perdido todos los derechos laborales. Al mismo tiempo su fortuna ha quedado al arbitrio del mercado. De la suerte de la cooperativa en la competencia capitalista dependerá el nivel de ingresos o lo estabilidad laboral de los trabajadores. La percepción de distintos subsidios estatales ha sido apenas un paliativo a esta situación. Pero su gravitación se demuestra por el hecho de que hoy uno de los principales reclamos de las fábricas ocupadas sea la duplicación de los REPRO o planes línea 1 que perciben (se trata de 600 pesos mensuales por trabajador). Las expropiaciones Cuando la creación de una cooperativa fue acompañada de un
proceso de ocupación, se obtuvo la expropiación en un mayor número de casos. De acuerdo a un relevamiento realizado en 2004, la mayoría de las fábricas ocupadas había obtenido la expropiación mientras que las empresas que no fueron ocupadas sólo la habían obtenido en alrededor de un tercio de los casos.2 En 2004, la mayor parte de las empresas recuperadas no habían conseguido la expropiación, y cuando la tenían era temporaria. En cambio en el 2010 el 63% de las empresas ha obtenido la expropiación, incluso el 19% obtuvo expropiación definitiva. En ese sentido pareciera existir un progreso. Sin embargo, las clausulas de esas expropiaciones las vuelven precarias. Una decena de firmas de la ciudad de Buenos Aires que entabló una lucha conjunta por la expropiación definitiva la obtuvo mediante la ley 1529 de 2004. Dentro de este grupo se encontraban Chilavert y Brukman. Pero esta ley no ha sido reglamentada y el gobierno porteño no inició el pago acordado por la expropiación, lo que abre la puerta a reclamos judiciales de los propietarios. En una situación similar se encuentra Zanón, que obtuvo la expropiación definitiva hace 2 años, pero como el gobierno neuquino no se presentó inmediatamente ante el juzgado que atiende la quiebra de la firma y no realizó los pagos correspondientes, el proceso se prolonga. El pasado 10 de noviembre los obreros de Zanón realizaron una marcha denunciando estas dilaciones y pidiendo que se concluya el proceso de expropiación. En peor situación se encuentran quienes optaron por canales de reclamo individuales relacionados con la vía judicial. En particular este es el caso del hotel Bauen. En julio de este año la Corte Suprema de
Justicia rechazó el recurso de queja que la Cooperativa de Trabajadores había presentado en 2009. El presidente de la cooperativa dijo entonces: “El rechazo de la Corte nos hace despabilar y ponerle toda la energía a lograr la sanción de la Ley de Expropiación”.3 En el mismo artículo, ese periódico señaló: “si desde 2003 la pelea fue legal, ahora es política”. Siempre se trató de una lucha política, y quienes actuaron tratando de convencer a los obreros de encaminarse por vías lo más institucionales posibles, alejándolos de la lucha política colectiva, deberían asumir ahora la responsabilidad del fracaso de su orientación. Todavía en julio los obreros tenían expectativas acerca de que el transcurso del año electoral les sería favorable, pero esto no ha sucedido. En todos estos años se ha perdido un tiempo valioso puesto que se desaprovechó el momento cuando la relación de fuerzas era más favorable a la clase obrera. Esto demuestra que el conflicto no resulta contraproducente a los intereses obreros –como parece creer la bibliografía criticada- sino que por el contrario, quienes quisieron evitar un conflicto abiertamente político y de cariz colectivo, se encuentran hoy en peor situación legal. El Argentinazo y después La bibliografía que hemos criticado parece verse obligada diluir la relación entre fábricas ocupadas y el Argentinazo. Sin embargo, de acuerdo a sus propios cálculos del total de empresas recuperadas que hoy funcionan (aquí incluyen cooperativas que se organizan en torno a una firma preexistente y que no implica el desarrollo de una ocupación) el 49,75% se produjo entre 2002 y 2004 y solo un 20,9% con
posterioridad a esta fecha. Que, si bien a un ritmo más lento, continuaran apareciendo nuevas ocupaciones, es una prueba de que nos encontrábamos ante un reflujo relativo. Pero este año existen varios indicios de que el proceso abierto con el Argentinazo ha sido cerrado. Una muestra de esto es que en 2011 no hemos podido constatar que se tomara fábrica alguna: no figura ninguna en las prensas partidarias de izquierda, ni ninguna de las más de 260 cooperativas nuevas que registra el INAES son fábricas ocupadas. Esto es significativo en un contexto en que distintas plantas han despedido (ver nota de Ianina Harari en este suplemento) o suspendido trabajadores (ver de la misma autora su nota en El Aromo pasado). En 2008 una situación similar condujo a la ocupación de Indugraf y otras plantas. Incluso, ese año ante los primeros despidos en automotrices hubo un movimiento que amenazó con la ocupación de General Motors. Contrariamente, nada de esto ha ocurrido en 2011, lo que constituye una prueba más de la clausura del proceso abierto 10 años antes. Esto no nos retrotrae, sin embargo, a un escenario de derrota y retroceso similar al de los ’90. El Argentinazo ha dejado en pie una serie de organizaciones y cuadros militantes que debemos defender. Entre ellos figuran, por cierto, las fábricas ocupadas. Pero si una actitud sectaria e ingenua hacia ellas era peligrosa en el momento de alza de la lucha de clases, lo es más ahora cuando enfrentamos una recomposición de la hegemonía burguesa. Como en tantos otros campos, defender las fábricas ocupadas y pelear por mantener y profundizar las simpatías revolucionarias en su seno, requiere que se aúnen las fuerzas de los partidos de izquierda para poder presentar batalla, tanto a la reacción como al reformismo. Notas 1 Ruggeri, Andrés: Las empresas recuperadas en Argentina 2010. Informe del tercer relevamiento de empresas recuperadas por sus trabajadores. Ediciones de la cooperativa Chilavert, Bs. As., 2011. 2 Trinchero, Hugo (dir): Las empresas recuperadas en la Argentina: Informe del Segundo Relevamiento del Programa Facultad Abierta, UBACyT de Urgencia Social F-701, 2004. [SEUBE Facultad de Filosofía y Letras-UBA] 3 La vaca.org, 12/7/2011.
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Tierra ensangrentada El crimen de Cristian Ferreyra en Santiago del Estero Valeria Sleiman LAP-CEICS
El miércoles 16 de noviembre de 2011, Cristian Ferreyra, militante del Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero-Vía Campesina (MOCASE-VC), de 23 años de edad, fue asesinado a manos de unos sicarios al mando de un empresario, José Ciccioli. El hecho sucedió en la comunidad de San Antonio, a 60 km de Monte Quemado, departamento de Copo, al norte de la provincia, casi en el límite con Salta. También fue herido Darío Godoy, de 26 años y su mujer a quien le pegaron patadas y culatazos y estuvo internada junto a él. Los presuntos autores materiales fueron Javier Francisco Juárez (acusado de disparar la escopeta que mató a Ferreyra y herir a Darío Godoy), su hermano, Walter Juárez, y los hermanos Carlos y Mario Abregú. Todos ellos fueron detenidos por orden del juez Alejandro Sarría Fringes, quien además pidió la detención de Mario René, Hugo Juárez y del empresario sojero santafesino José Ciccioli, acusado de ser el autor intelectual.1 El 22 de noviembre, Ciccioli se entregó a la justicia y quedó detenido. Es propietario de más de 1.800 hectáreas de campo, ubicado en la localidad de Monte Quemado, a 280 km al norte de la capital de Santiago del Estero.2 Según el informe policial, el hecho comenzó cuando Mario Abregú estaba realizando un labrado de postes en la propiedad de Ciccioli, momento en el que llegaron al lugar Cristian Ferreyra y Darío Godoy, quienes le solicitaron que deje de trabajar allí porque no le iban a permitir sacar los productos, refiriendo que ellos eran miembros del MOCASE.3 Al otro día, el grupo de Ciccioli fue hasta lo de Ferreyra, se produjo una discusión y luego Javier Juárez realizó los disparos. Hasta ahora, no hay ningún funcionario imputado ni detenido. Es decir, para la justicia, es una cuestión “entre particulares”. Una guerra declarada El territorio santiagueño se ha transformado en una zona de lucha permanente, que se ha agudizado con el boom sojero. La proletarización, el avance sobre los precarios medios de subsistencia de la sobrepoblación relativa y la resistencia de ésta a perderlo todo, han creado un cuadro explosivo. Empresarios de distintas provincias ofrecen dinero
a los obreros para convencerlos de que abandonen sus tierras y, cuando ello no surte efecto, aparecen las bandas armadas -a veces acompañadas por la propia policía- para llevar adelante los desalojos. Los atropellos armados se han multiplicado en los últimos años. La seguridad de los empresarios ha llegado a cerrar los caminos para evitar que los hijos de los obreros rurales puedan concurrir a la escuela. Han quemado viviendas y robado bienes. Ahora llegaron directamente al homicidio de un obrero.4 El MOCASE viene denunciando los avances de los empresarios sobre los territorios ocupados por familias obreras, por lo que ha sufrido ataques de distinto tipo. El problema con el empresario Ciccioli comenzó hace ocho meses, cuando alambraron un campo de 3.500 hectáreas y dejaron adentro, sin salida al exterior, una escuela pública de la provincia. La directora y tres maestras quedaron adentro, pero los hijos de los pobladores hace ocho meses que no pueden ir a clases. El Ministerio de Educación de la provincia no ha tomado medidas para solucionar el problema. La presencia de bandas armadas en la zona fue denunciada en dos oportunidades antes del hecho y, curiosamente, al mismo juez. Sin embargo, como aclaró, Antenor Ferreyra, abogado de la APDH, nadie hizo nada.5 Sea porque el gobierno provincial no tiene el dinero o no quiere verse implicado, sea porque estas “tareas especiales” requieren de “mano de obra” no encuadrada, el hecho es que en estas provincias proliferan los mecanismos de coacción privada. Sumado a ello, los empresarios cuentan con la connivencia de instituciones como la Dirección Provincial de Bosques, que autorizó el desmonte en lugares donde viven familias obreras.6 La gobernación ha dado vía libre al accionar de estas “guardias blancas”.7 Ante esta problemática en general, y la de Ciccioli en particular, el MOCASE había emprendido un plan de lucha. El homicidio se produjo un día antes de una asamblea que iba a realizarse en la casa de Cristian Ferreyra, con el objetivo de definir un plan para frenar las topadoras. Es decir, el crimen tuvo un claro objetivo político: evitar la organización de la población sobrante y su plan de lucha. De la entraña cristinista Como nos tiene acostumbrado, el kirchnerismo salió a desligarse del
asunto. Sin embargo, su gobernador, el responsable político de todo esto, es parte de su riñón. Gerardo Zamora, fue presidente del Comité Provincial de la Unión Cívica radical y fue diputado provincial de Santiago del Estero entre 1991 y 1993 y entre los años 1997 y 1999. En el 2005 se convirtió en un “radical K” y fue electo gobernador ese mismo año, con el apoyo de Néstor. Luego de su reelección, se convirtió en 100% oficialista, lo que le costó la expulsión de las filas del radicalismo por “traicionar” al partido.8 En su actualidad kirchnerista, hace mención a “la patria peronista” y al “restaurador” de la Argentina, refiriéndose a Néstor Kirchner9, mientras afirma compartir objetivos con el gobierno nacional.10 Para estas elecciones, la prensa provincial advertía sobre las implicancias de votar a Gerardo Zamora, manifestando que se proclamó candidato a diputado nacional por la lista del kirchnerismo, mientras en verdad aparecía en la boleta como suplente.11 Ello se debió a que eligió cuatro candidatos desconocidos, que nunca presentó en ningún acto público ni los hizo conocer. Uno de los diputados era José “Toto” Herrera, amigo de “Pichón” Neder (Ministro de Gobierno de Zamora). Otro era Jorge Pérez, amigo de “Viruta” Niccolai (vicegobernador de Zamora). Luego, Mirta Pastoriza que abandonó a José Zavalía y se convirtió en zamorista y Aída Ruíz, elegida por la CGT-Santiago para ser candidata, lo que muestra las relaciones con el aparato K.12 Como vemos, no se trata de un personal asilado ni de una pesada “herencia” del menemismo-duhaldismo. Zamora es una creación 100% Kirchner. La respuesta del régimen Ante
este
hecho, las
huestes
oficialistas salieron a contraatacar. Los intelectuales de Carta Abierta desligaron al gobierno del crimen y el diario Página/12 modificó deliberadamente un artículo de Darío Aranda sobre la movilización en repudio al asesinato de Ferreyra, con el fin de ocultar la denuncia de las organizaciones campesinas que enumeraban cuatro niveles de responsabilidad: “el modelo agropecuario, el gobernador Gerardo Zamora, el Poder Judicial provincial y el gobierno nacional”.13 Analicemos el texto de Carta Abierta. Según este agrupamiento, el crimen se inscribe entre los “hechos que oscurecen un presente promisorio”. Es decir, son un rayo en el cielo sereno. No cuenta otros “hechos que oscurecen” y que pasaron hace un año: Mariano Ferreyra, los Qom y los muertos del Indoamericano, entre otros. Estos sucesos, según los autores “corresponden a una epistemología completa de negocios que mantiene cerrado el acceso democrático y posible a la tierra tanto rural como urbana”. Es decir, el problema es el acceso “democrático” a la tierra y no la propiedad privada de la misma. Se olvidan que bajo el capitalismo el acceso es, ciertamente, “democrático”: Luego dicen que las muertes “son muertes inocentes no porque en estos luchadores no haya alguna vez un hierro candente en la mano o puño que se cierre sobre una piedra. Son inocentes porque son muertes que nos siguen diciendo que una porción enorme de la historia argentina ni siquiera en esta época propicia consigue tener un balance templado y equitativo”.14 Otra vez, se trata de una historia que no tiene “un balance templado”, aún en (y a pesar de) esta “época propicia”. He aquí la apelación a la herencia. La relación orgánica entre Ciccioli como burgués y Zamora como su representante quedan afuera. ¿Quién es el culpable de
El kirchnerismo arrastra otro muerto. Otro Ferreyra. Esta vez, en Santiago del Estero ¿Quién fue el responsable? ¿Se trató sólo de un atropello de un empresario?¿Sabe quién es Gerardo Zamora? Lea este artículo y comprenderá por qué Cristina es tan responsable de este crimen como del de Mariano Ferreyra.
este asesinato? ¿La historia? Carta Abierta opera con Cristian Ferreyra como Diego Rojas en el caso de Mariano: no acusa y, por lo tanto, encubre. El kirchnerismo vuelve a mancharse las manos con sangre. Otra vez, un militante muerto. Otra vez, por una banda armada por uno de sus laderos. Y, otra vez, sus intelectuales vuelven a mirar para otro lado en vez de levantar la voz. Notas 1 La Nación, 19/11/2011. 2 La Nación, 22/11/2011 3 Página 12 “Cuatro detenidos por el crimen de un militante” por Carlos Rodríguez del 19/11/2011. 4 Prensa Obrera “Cristian Ferreyra: un nuevo crimen político y social” del 24/11/2011. 5 Página 12, 19/11/2011. 6 Ídem. 7 Ídem. 8 Infobae, 24/11/10. 9 Véase www.taringa.net/posts/offtopic/8685411/gerardo-zamoravs-el-difunto-nestor-kirchner.html 10 La Nación, 28/2/2005. 11 Véase www.codigorojose.com. ar/2011/10/16/si-vota-a-zamorafijese-quienes-seran-diputados-nacionales 12 Ídem. 13 Prensa Obrera, 24/11/2011 14 Página 12, 23/11/2011
El Laboratorio de Análisis Político es un grupo de investigación que, a diferencia de los tradicionales, intenta dilucidar la naturaleza social de los enfrentamientos políticos. Su objeto de análisis es la conciencia de las clases, plasmada en fuerzas sociales organizadas, es decir, en partidos. Tomando entre sus observables la realidad argentina, latinoamericana y mundial, el LAP estudia la dinámica política como expresión de la lucha de clases. Los resultados de su trabajo son publicados en un suplemento propio, en el periódico El Aromo, y en la página web del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS). Convocamos a estudiantes, graduados e interesados en nuestra propuesta a incorporarse al LAP, que ofrece un lugar de formación en la investigación y en la redacción.
Interesados escribir a: laboratorio@ceics.org.ar 1 Laboratorio de Análisis Político
La lucha por la vivienda bajo el kirchnerismo
Soldados en busca de capitanes
¿Todo está tan bien en materia habitacional? ¿El caso del Indoamericano y Ledesma le parecen hechos aislados? Si cree todo eso, mejor lea este artículo. Si quiere saber cómo se ha movilizado la clase obrera por sus condiciones de vida, también. Va poder enterarse de las consecuencias de la política habitacional del gobierno.
He aquí un punto de análisis importante para la intervención de la izquierda. Tenemos aquí una dinámica de enfrentamiento a partir de un problema que el kirchnerismo no ha resuelto y que tiende a agravarse. El ajuste seguramente profundizará estos conflictos. Hay aquí una oportunidad importante. Es cuestión de poner manos a la obra.
Notas
Véase Villanova, Nicolás: “La vivienda un problema nacional” y “Ciudad de Buenos Aires. Indoamericano y después”, en El Aromo, nº 61, Buenos Aires, septiembre-octubre de 2011. 1
Santiago Ponce y Valeria Sleiman
LAP - CEICS
Los casos del Indoamericano y de Ledesma pusieron al descubierto un problema acuciante de esta década: la incapacidad de la clase obrera de acceder a una vivienda.1 En otras oportunidades, hemos analizado las causas de este problema. En esta oportunidad, centraremos el análisis en una de las consecuencias de esta problemática: las acciones que lleva a cabo la clase obrera frente a la imposibilidad de acceder a su vivienda. Vamos a observar si las acciones crecieron o no, de qué tipo son y cómo están dirigidas. Para ello, tomamos como base el total de las acciones en el país a través de periódicos nacionales, provinciales y los de izquierda. Tomamos, en ese sentido, las acciones desde el 2006. Con la propias manos
2
El primer dato importante es que, del 2006 a la fecha, encontramos 473 reclamos en torno al problema, lo que representa un número elevado. De ese total, sólo 41, menos del 10%, son institucionales. El resto, son acciones directas. Observando el desarrollo de las acciones a través de los años, vemos que se producen dos saltos. Uno en 2007 y otro, más importante, en 2010. No solamente podemos observar que las acciones totales se han incrementado desde el 2006 a esta parte, sino que la herramienta que más ha aumentado es la de las acciones directas, esto es tomas, piquetes, marchas, acampes, entre otras. Queda claro que esta fracción de la clase obrera no confía, para este punto, en el Estado. Como vemos en el gráfico, el tipo de acción directa que más se Laboratorio de Análisis Político
utiliza es la toma. La toma, generalmente, resuelve el problema en forma inmediata y no necesita, al menos para tomar, de una gran organización (luego sí hace falta, si se quiere resistir el embate). En el Indoamericano, por ejemplo, cada familia iba ocupando un terreno. En cambio, las marchas y piquetes suelen acarrear un planteo más general y requieren una mayor organicidad. A pesar del predominio de las tomas (264), puede verse también una presencia importante de piquetes y marchas (128), que fue aumentando en estos últimos dos años. Es decir, estamos ante una fracción de la clase obrera que tiende a movilizarse en forma creciente. La mayoría de las tomas se dan en terrenos o predios (190 sobre 264). Aunque encontramos varios casos de tomas de edificios construidos por el Estado (31 casos). Se trata de episodios en los cuales se produce una disputa por la entrega. A veces, los beneficiarios ocupan debido a las demoras o para que no les usurpen el lugar, a veces ocupan quienes no son los adjudicatarios en procura de una solución. Por ejemplo, en Jujuy, el 2 de agosto de 2011, un grupo de esposas de los policías que intervinieron en el desalojo del Ingenio, se instaló en un barrio que el Instituto de la Vivienda y Urbanismo de Jujuy dejó sin terminar, a pesar del convenio que habían firmado con el gobierno provincial para que entregaran las casas. En ocasiones, se trata de punteros que digitan tomas para evitar que otros dirigentes construyan poder mediante con la política habitacional. Si observamos el gráfico sobre la represión a estos movimientos, vemos un aumento hasta el 2009 y luego una disminución, a pesar de que las acciones directas aumentan fuertemente a partir de ese año. Una
explicación posible es que muchas tomas se resuelven con una negociación. De hecho, en 2011 el Estado logró finalizar 145 conflictos pacíficamente. En parte, porque la organización de las tomas no tiene mucha fuerza y se hace fácil dividir a las familias movilizadas en soluciones individuales. Si observamos el gráfico de distribución provincial, podemos ver que las provincias más conflictivas son Jujuy, Buenos Aires, Neuquén, Salta y la Capital Federal. Es decir, recorre las provincias con mayor tradición política de lucha. A la espera... Como dijimos anteriormente, en general, el movimiento no se destaca por su grado de organización. Sobre 432 acciones directas, encontramos 101 direcciones visibles. No descartamos que haya habido más acciones dirigidas, pero la muy escasa notoriedad de la dirección habla de una conducción endeble. No obstante esto, sí podemos decir que las acciones dirigidas han aumentado (aunque su porcentaje sobre el total hayan disminuido). Así, en 2006 encontramos 7, en 2009, 20 y este año, 34. La presencia de la izquierda en las acciones, según hemos registrado, es bastante escasa. De hecho, de las 16 acciones registradas en el 2006, la izquierda sólo ha participado en 3, de 48 acciones en el 2007, participó de 7. En el 2008 participó de 4 acciones, aunque se registraron 43 totales. En el 2009 se registraron 36, mientras participó sólo de 2. De 86 registros del 2010, la izquierda asistió a 4 y de 203 acciones del 2011 asistió sólo a 9. Es decir, que porcentualmente, la participación de la izquierda ha disminuido a lo largo de los años. De todos modos, frente
a una clase obrera que fue ganando en organización en estos años, encontramos una fracción que lucha, pero aún no ha encontrado una dirección.
Acciones directas y tomas (2006-2010) 250 200 150 100 50 0
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2010
2011
Total de acciones
Tomas
Acciones represivas estatales (2006-2011) 35 30 25 20 15 10 5 0
2006
2007
2008
2009
Distribución geográfica de las tomas Otras 14% Salta 4.1% Provincia de Buenos Aires 9.6% Neuquén 7.4%
CABA 17.8% Fuente: LAP
Jujuy 47.4%
Observatorio Marxista de Economía www.ceics.org/ome - observatorio@ceics.org.ar
El ajuste detrás de la quita de subsidios
¡No renuncie!
Damián Bil OME-CEICS
adquisitivo del salario obrero. Solo los aranceles de los servicios principales (luz, agua, gas) podrían aumentar en tres veces promedio sin el subsidio. Realizando aproximaciones propias y según los salarios oficiales medios, para un salario mínimo y para el personal del servicio doméstico, representaría casi un 14% de su ingreso; más de 9% para un trabajador rural, un gastronómico o un trabajador de la educación, y 10% para quien recibe una jubilación mínima. Considere el lector el efecto sobre los trabajadores en negro (con salarios mucho menores que los de convenio), y sobre la gran parte de los obreros que perciben ingresos por debajo del promedio. Cabe aclarar que estos cálculos no consideran la incidencia de aumentos en otros servicios, como la telefonía y el transporte. Pero eso no sería todo. Otro de los posibles golpes podría venir de la aplicación del cargo completo en la provisión de gas a ciertos sectores de la producción. Por ejemplo, mediante la quita de subsidios en las tarifas de gas para las refinadoras de petróleo, procesadoras de gas, aceiteras y agroquímicos.8 Dado que el gas es un insumo fundamental para la industria, y al ser estos sectores eslabones iniciales de cadenas productivas, los aumentos podrían trasladarse a sus siguientes pasos, sobre todo en alimentos. La perspectiva de un recrudecimiento de la inflación se plantea nuevamente. A pesar de que el gobierno se esfuerce en sostener que no se trata de un “ajuste”, la realidad es que la nueva estructura necesariamente afectará el bolsillo obrero. En parte golpeará a sectores burgueses, por el aumento de los costos en insumos básicos como la energía. Pero
pronto estos aumentos se trasladarán a la masa de los consumidores. En este punto, la supuesta “redistribución” o el renunciamiento solidario es una farsa. Cabe recordar que, lejos de una dádiva, los subsidios no son otra cosa que riqueza creada por los trabajadores que el Estado retira de la apropiación directa por medio de la vía impositiva. La renuncia a esto es dar carta blanca para un avance del capital sobre las condiciones de vida de las masas. Esto nos vuelve a introducir en la cuestión de fondo: los problemas de caja de la actual administración. Otra vez, la caja Es difícil ocultar el motivo real de los recortes. Como advertimos en la edición anterior, el trasfondo de la quita de subsidios y suba de tarifas es la falta de recursos del gobierno ante el achicamiento del superávit fiscal y la ausencia de otras fuentes de compensación. Eso se refleja no solo en la reducción de subsidios a la energía y posiblemente al transporte, sino también en la descentralización de diferentes organismos. Uno de estos casos es el pasaje de la distribuidora EDELAP, prestataria del servicio eléctrico en el área de La Plata, que pasará de la administración central a la órbita del gobierno de la provincia.9 También podemos situar aquí al intento de transferir los subterráneos al gobierno metropolitano, lo que desencadenó un cruce con el gobierno de la ciudad por ver quién cargará con los costos de operación.10 El gobierno comienza el ajuste que se vislumbraba. Como venimos analizando, ante una crisis que afectará aun más la estructura de gastos del Estado y la reproducción
de capital, sectores de la burguesía sufrirán también el impacto, lo que provocará conflictos internos en su seno. Por eso, buscarán minimizar sus pérdidas. Si bien el recorte no dejará de afectar al capital al encarecer los costos internos, sus representantes políticos entienden que la medida es la manera menos costosa con la que cuentan para capear la crisis. Por eso, el macrismo apoyó la medida, aprovechando para correr “por izquierda” al gobierno. Binner también saludó el anuncio, apurándose a ajustar las tarifas de luz en un 13,4% para diciembre y 9,8% para el bimestre siguiente. Pino Solanas comentó en su Twitter que “hay que profundizar la medida; aún se destinan millones a empresas privadas”, mientras que Adrián Pérez (Coalición Cívica) sostuvo que “el gobierno asumió […] que el esquema de subsidios que había creado era injusto”. Entidades empresarias como CAME y AEA también suscribieron la moción, y hasta el grupo Techint saludó la iniciativa.11 No se trata de un problema de “distribución” (“menos a la burguesía, más al proletariado”), sino de los límites del Estado para contener los efectos de la crisis y asegurar la reproducción del capital en el país. Ante las presiones a la baja del superávit fiscal,12 al gobierno se le plantea un problema para mantener el esquema cimentado con la devaluación, que no pudo resolver con ninguna de las medidas tomadas. El sinceramiento de tarifas cubre en este punto dos frentes: permite liberar recursos para “redireccionarlos” (un eufemismo para el recorte dados los problemas de caja) y puede generar un aumento de la recaudación por el incremento de los montos de impuestos internos
sobre la población. A riesgo de ser reiterativos, tenemos que decir que nada ha cambiado en la era K. El gobierno, incapaz de continuar mitigando las contradicciones de la acumulación, da paso definitivo al ajuste. No hay aquí ninguna “traición”, puesto que nunca fue nada distinto. El “emprolijamiento del modelo” significará mayor inflación y peores condiciones para los trabajadores. No obstante, todo esto a la vez anticipa, a 10 años del Argentinazo, un escenario de crisis que llama a preparar una nueva intervención de conjunto de la clase obrera y la pequeña burguesía. Notas 1 “Recorte de subsidios. Hablan Boudou y De Vido”, Mtrio. de Planificación, 16/11/2011. 2 Bil, Damián: “La estatización de la crisis”, El Aromo, n° 63, Buenos Aires, noviembre-diciembre de 2011. 3 Cadena3, 17/11/2011; Clarín, 18/11/2011; Mtrio. de Planificación, 18/11/2011. 4 La Nación, 2/12/2011. 5 Clarín, 19/11/2011. 6 Debemos aquí tomar en cuenta una de las aristas del problema: los aumentos de los costos internos de la producción de gas y combustibles, y la necesidad creciente de importaciones por la caída de la producción. Ver Dachevsky, Fernando: “Adiós energía barata. La crisis del gas y el desmantelamiento de los subsidios”, El Aromo, n° 51, Buenos Aires, 2009. 7 AIM, 04/12/2011; Prensa Obrera, 17/11/2011. 8 En Boletín Oficial, Año CXIX, n° 32.278, 16/11/2011, p. 37. 9 Ídem, p. 1; La Nación, 16/11/2011. 10 La Nación, 24/11/2011; Clarín, 2/12/2011. 11 La Nación, 3/11 y 18/11/2011;Noticias Urbanas, 16/11/2011; La Prensa, 17/11/2011; El Liberal, 17/11/2011;Clarín, 20/11/2011; Fortunaweb, 28/11/2011. 12 Bil, Damián: op. cit.
Observatorio Marxista de Economía
El 16 de noviembre, De Vido y Boudou comunicaban los nuevos lineamientos políticos en materia de transferencias del gobierno nacional.1 Poco después, se anunció el retiro de subsidios a grandes empresas y a Energía y Transporte, áreas del gasto público que se llevan la mayor parte de estas erogaciones.2 Rápidamente, Cristina y otros funcionarios K (como el Subsecretario de Coordinación y Control, Roberto Baratta), aseguraron que la quita recaería sobre las corporaciones y los sectores “pudientes”, como los que habitan en countries, Puerto Madero y San Isidro, entre otros.3 Intentando suavizar el impacto mediático, se machacó con que la resolución busca una distribución “más justa”. Incluso, se convocó a varios referentes de la farándula para filmar spots donde se pide una renuncia voluntaria, anuncios que reemplazan las publicidades sobre los logros del gobierno en las transmisiones de Fútbol para Todos. A ciencia cierta, aun no se conoce con exactitud a cuántos usuarios afectará el recorte. El gobierno insiste con que serían “apenas” 250 mil, de los sectores de mayor ingreso. Por su parte, analistas señalan que la poda alcanzaría “a toda la clase media”, excepto a quienes puedan demostrar su “pobreza”, dadas las restricciones que impone el formulario para mantener el subsidio.4 Las propias empresas prestadoras calculan que son, a priori, 6,5 millones de hogares los que deberían recibir en 2012 las boletas sin subsidio. Organismos de defensa del consumidor alertan sobre los efectos que el incremento de tarifas puede tener sobre “sectores medios” de la población urbana, mientras otros calculan que el 60% de las familias (incluyendo claramente sectores obreros) serán alcanzadas por este ajuste.5 Una familia tipo con consumo medio-bajo de la ciudad de Buenos Aires, podría pasar de pagar en concepto de electricidad y agua corriente de $65 a $230. Un aumento de casi 4 veces el precio actual. En hogares más numerosos y consumos más elevados, el impacto sería todavía mayor. Sea cual sea el alcance, es difícil defender la idea de que esto no se trata de un aumento de tarifas. Sumado a la más que probable suba del transporte de pasajeros,6 y ante un contexto donde el gobierno anticipó que intentará mantener la puja salarial bajo control,7 este esquema no podrá dejar de afectar el poder
¿Se sensibilizó con los spots de los famosos para renunciar al subsidio? ¿Cree que finalmente hemos salido de la crisis y que debemos renunciar en pos de una distribución justa? Lea esta nota y verá como la quita de subsidios no es una medida progresiva, sino el anticipo de un ajuste generalizado.
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¿Hacia un nuevo
? 2010, cuando el resto de los bancos no llegaron a aumentar ningún punto. Los bancos estatales comenzaron a tomar los créditos más riesgosos, y las entidades privadas redefinieron sus estrategias de crédito en pos de conservar la rentabilidad alcanzada el año anterior.
Emiliano Mussi-Betania Farfaro Ruiz-Viviana Rodríguez Cibulsky
OME-CEICS
A diez años del corralito de 2001, aunque parece saneado, el sistema bancario no es más fuerte que la década anterior. Su aparente solidez oculta en realidad un achicamiento en relación al resto de la economía. No sólo si comparamos con otros países de la región, sino incluso con el crecimiento de la economía nacional. Por eso, se otorgan menos créditos a mediano plazo. Esto no sólo tiene que ver con la caída progresiva de la tasa de ganancia post devaluación,1 sino también con un menor tamaño del sistema bancario. Dado que la mayor parte de los capitales, por su baja competitividad, sobrevive gracias a los subsidios, ningún banco se arriesga en forma masiva a darles crédito. El Estado, a través de bancos nacionales, es quien viene a suplir este tipo de créditos a largo plazo y asume el riesgo que los privados no quieren tomar, llegando a ocupar más de un tercio del sistema en su conjunto. Veremos que el sistema bancario, a pesar de haber recuperado niveles similares de finales del 2000, no tiene la dimensión suficiente de expandir la economía nacional. Sobre todo, cuando casi la mitad está en manos de un Estado que está en quiebra2 y cuando lo más dinámico en materia de créditos es lo orientado a la expansión de un mercado interno cada vez más amenazado por la crisis mundial y el ajuste K.
Observatorio Marxista de Economía
Chiquitaje
2
Un sistema bancario saludable en una economía capitalista es una cuestión esencial. En efecto, los bancos actúan como grandes redireccionadores de dinero de un sector a otro de la economía, permitiendo su desarrollo. Así, reciben préstamos de ahorristas, concentrando toda esa masa de riqueza, y la ofrecen en forma de créditos a los industriales para que amplíen su capacidad de producir. Este juego de tomar y prestar surte efecto en la medida en que acompañe el crecimiento de la economía. No es el caso del sistema bancario argentino después del 2001. Desde el 2002 en adelante, el PBI creció con “tasas chinas” alrededor del 7%-9%. En el mismo sentido, el sistema bancario después de la crisis del 2001 también se recuperó, mostrando un crecimiento siete veces mayor en el volumen de créditos y préstamos mayores a los que se presentaban en la década del '90. Sin embargo, los datos de este incremento no pueden ser mirados en abstracto. Es necesario comparar ese crecimiento con el del conjunto de la economía. De esta forma, se desprende que el aumento de los depósitos y créditos en la economía nacional no es tan espectacular: como porcentaje del PBI, son inferiores a los del menemismo. Durante la convertibilidad, el crédito al sector interno como porcentaje del PBI, alcanzó su pico más alto en 1998 con un 29,4%. En cambio, en la postconvertibilidad, el porcentaje
Los créditos al consumo
no superó los 15,3%. El sistema bancario no sólo es más chico en términos nacionales, sino también a nivel regional, reduciendo su capacidad de intervención. Al analizar el nivel de bancarización de la Argentina con respecto a los demás países de la región, los datos van en la misma dirección. El tamaño relativo de la banca argentina en relación a la economía alcanzó el 14,5% para fines del 2007. Mientras que en países como Chile y Brasil alcanza niveles de 88% y 47% respectivamente. Es importante aclarar que Argentina (y también México), después de sus crisis en los '90, comenzaron con bases de crédito muy pequeñas. Por lo cual, a pesar de haber crecido en los últimos años (el 38% y 29%, en forma respectiva), los niveles que alcanzan siguen siendo bajos comparativamente.3 La distancia se amplía si comparamos el nivel de bancarización en Argentina con países de otras regiones, que presentan aún niveles más altos que los de Latinoamérica. Por ejemplo, Dinamarca presenta un 137% de préstamos al sector privado respecto del PBI. Reino Unido un 132% y Canadá un 76,4%. En cambio Argentina presenta sólo el 11%.4 Estos menores niveles del sistema bancario argentino le restan capacidad a la hora de impulsar el desarrollo productivo. La banca estatal Hoy día, más del 35% del total de préstamos está en manos de bancos públicos. Más del 20% de ese total lo maneja sólo el Banco Nación. Este punto ya habla de la salud del sistema. Como vimos en la edición anterior de El Aromo, el Estado tiene problemas de caja. El ajuste mismo es expresión de esa crisis.5 De ahí que el dato de que algo más de un tercio del sistema bancario esté en manos del Estado, da cuenta de las endebles bases en la que se sustenta. Sobre todo cuando esta tendencia a la “estatización” cobra fuerza con las crisis, como la del 2001 o la que se inicia en 2007. En efecto, el Estado rescató a los bancos en la crisis del 2001. Luego, en 2007, el sistema financiero local se “normalizó”, sobre todo por la cancelación definitiva de las deudas
de las entidades con el Banco Central, que habían sido producto de la asistencia recibida a partir de la crisis.6 Sin embargo, ese mismo año, la tendencia a la “estatización” aumentó. En 2007, comenzó la crisis mundial, y sólo impactó en los niveles de préstamos y depósitos, gracias a que el sistema tenía sus “mecanismos de defensa”. Por un lado, el rol y el peso de la banca pública en el mercado financiero le permitieron al sistema bancario que la caída no fuese más profunda. A partir de allí, los bancos estatales siguieron creciendo. Así, la participación de la banca estatal en el conjunto de préstamos aumentó cinco puntos porcentuales entre diciembre de 2007 y mismo mes del
La rentabilidad de los bancos logró ser positiva recién en 2005, alcanzando en 2006 el 15%, luego de tres años de números negativos. En 2007, año de la crisis, la rentabilidad cayó al 10%, para luego recomponerse durante los años siguientes, alcanzando en 2010 el 24%. Esa recuperación estuvo basada en un redireccionamiento de los créditos otorgados. El Banco Nación se hizo cargo en mayor medida de aquellos créditos a largo plazo. De este modo, creció relativamente en los préstamos al sector público no financiero del 40,9% al 79,3%. Los créditos hipotecarios a empresas crecieron del 26,2% al 48,1% y los hipotecarios para la vivienda, del 19,6% a 28,9%. Es decir, sólo la banca estatal está tomando en sus manos los créditos más riesgosos, con serias dudas de cobrarlos. De esta manera, puede salvar a la banca privada que, en cambio, se fue consolidando en determinados segmentos del mercado, como tarjetas de crédito, prefinanciación de exportaciones y préstamos personales, retirándose de otros a mediano o largo plazo. Es así como lograron aumentar la tasa de rentabilidad después del
Crédito interno al sector privado, en porcentaje del PBI, países seleccionados de América Latina, 1990-2010 150 120 90 60 30 0
1990
1995
Chile
2000
Brasil
2005
México
2010
Argentina
Fuente: OME en base a Banco Mundial
En Argentina, el peso de la banca como porcentaje del PBI es menor en comparación con otros países de América Latina. Por lo tanto, su aparente fortaleza esconde en realidad un creciente achicamiento del sector en la economía, acotando su capacidad de remitir recursos hacia otras actividades.
Participación en los préstamos totales por tipo de bancos, Argentina, diciembre de 2007 y diciembre de 2010 35 30 25 20 15 10 5 0
Diciembre 2007
Diciembre 2010
Sucursales de Entidades Financieras del Exterior
Cajas de Crédito
Bancos Locales de Capital Extranjero
Compañías Financieras de Capital Nacional
Bancos Privados de Capital Nacional
Compañías Financieras del Capital Extranjero
Bancos Públicos
Bancos Cooperativos
Fuente: OME en base a Golonbek y Mareso (2011).
Más de un tercio del total de los préstamos del sistema bancario está otorgados por bancos públicos. Esa tendencia aumentó desde el 2007, en detrimento del resto de tipos de bancos. Ese dato da cuenta de la fragilidad del sistema.
La restricción a la compra de dólares atrajo los fantasmas del corralito. En forma rápida, el gobierno salió a desmentir la posibilidad de una incautación de ahorros y se vanaglorió de la solidez de la banca. Advierta en esta nota por qué esas esperanzas no son tan sólidas y sabrá por qué la banca está más débil que en los '90.
2007. De hecho, entre 2007 y 2010 se puede ver un incremento de casi 5% en la participación de los créditos más ligados al consumo dentro de la cartera total del sistema.7 En ese sentido, la línea de crédito más dinámica de los últimos años fue la de las tarjetas de crédito. Los préstamos por tarjetas de crédito aumentaron entre fines del 2007 y fines del 2010 un 145%. Fue el crecimiento más importante de todas las líneas y logró una participación del 13% en el total de préstamos, siendo la tercera más importante después de Documentos (18%) y Personales (17%). De manera más desagregada, el aumento para los residentes del Banco Nación fue del 337%, mientras que en el Banco Macro fue del 208%. En cambio, en el Santander fue del 146%. En los tres bancos, las tarjetas de crédito presentaron los mayores aumentos. Vale aclarar que, debido al proceso de concentración, estas tres entidades financieras explican el 45% del sistema bancario. El hecho de que lo más dinámico de los últimos años esté ligado a la expansión de consumo del mercado interno también habla de los límites del sistema bancario. En efecto, ante el primer cimbronazo en la demanda, esos créditos se verán con dificultad de realizarse. Este hecho, junto con el que buena parte del sistema descansa en el Estado, sumado a su reducida magnitud, nos indican que si bien su apariencia es la de un sistema saludable y fuerte, su base es bastante endeble. No extrañaría que ante un nuevo cimbronazo de la crisis mundial, encontremos un escenario más conflictivo que el que vivimos hace exactamente diez años. Notas 1 Ver Rodríguez Cibulsky, Viviana y Mussi, Emiliano: “¿por qué se pelean el gobierno y Techint?” en El Aromo, n° 62, 2011; y Dachevsky, Fernando y Farfaro, Betania: “No los echamos, huyeron” en El Aromo N° 63, 2011. 2 Bil, D.: “La estatización de la crisis” en El Aromo, n° 63, 2011. 3 Leonardi, Staffieri, Mandolesi: El sistema bancario en Argentina, Fundación Libertad. 4 Datos en sitio web del BCRA. 5 Ver artículo de Damián Bil en este suplemento. 6 Golonbek, C. y Mareso, P.: Documento de trabajo n°36, Cefid-Ar, marzo de 2011. 7 Golonbek, C. y Mareso, P., op. cit.
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Pase libre A propósito del nuevo Régimen General de Pasantías para la Educación Secundaria Natalia Alvarez Prieto y Carlos Di Paolo
Grupo de Investigación de Educación Argentina - CEICS
El pasado 19 de septiembre, por decreto presidencial fue aprobado el nuevo Régimen General de Pasantías para la Educación Secundaria. En teoría, la nueva normativa, que demoró casi una década de gestión K en llegar, vendría a regular en forma novedosa esas “prácticas formativas” instauradas durante los '90. De ese modo, se desmantelaría uno de los últimos reductos neoliberales en materia educativa. Sin embargo, el kirchnerismo viene dando sobradas pruebas de que no todo lo que brilla es oro, por lo que conviene examinar más de cerca la iniciativa. ¿Todo pasa?
mecanismos centrales que constituyen al régimen de pasantías en un vector de la precarización laboral siguen en pie. En este sentido, el salario (denominado eufemísticamente “asignación estímulo”), no es remunerativo, los pasantes no perciben aportes jubilatorios ni cuentan con representación gremial y lejos están de poseer un mínimo de estabilidad laboral. Por si todo ello fuera poco, tendrán que pasar otros tres años, hasta septiembre de 2011, para que sean reguladas las pasantías correspondientes al nivel medio. Trabajadores gratis El Decreto Nº 1.374, sancionado en septiembre de 2011, vino a saldar el vacío normativo para el ámbito de la educación secundaria producto de la derogación del régimen de pasantías de 1992. Al respecto, la Directora Ejecutiva del Instituto Nacional de Educación Tecnológica, María Rosa Almandoz, declaraba que “el sector empresario reclamó fuertemente por la ausencia de normas, porque cayeron todos los decretos que se habían creado por el decreto 340”.2 Como puede verse, el kirchnerismo responde servicialmente ante los reclamos del capital. Ahora bien, en qué consiste la ley aprobada recientemente. El marco normativo K establece, tal como el anterior, que las pasantías deben ser entendidas como la “extensión orgánica” de la educación secundaria a empresas e instituciones -públicas o privadas- para la realización de prácticas relacionadas con educación y formación (Art. 1º). Es decir, nada nuevo bajo el sol. A diferencia del régimen anterior, la ley determina con precisión la cantidad de pasantes que puede albergar cada empresa. Cabe destacar que la distribución favorece claramente a las Pymes ya que éstas pueden disponer, proporcionalmente, de una cantidad mayor de pasantes. Mientras que las empresas de hasta 10 empleados pueden tener entre un 20% y un 30% de pasantes, la cifra se reduce al 10% para las empresas mayores. Es decir, la normativa
Todo un palo Como hemos visto, más allá de algunas reformas parciales, las pasantías continúan siendo un vector de la precarización laboral al proporcionarle al capital mano de obra barata e, incluso, gratuita. Una de las claves del problema radica en el camuflaje de su significación real -trabajo precario- bajo el ropaje de la “formación integral”. En ese sentido, el artículo 3º del decreto promulgado recientemente plantea,
Una vez más, el kirchnerismo intenta hacer pasar gato por liebre. Esta vez, con la reforma del régimen de pasantías para la educación secundaria. Entérese de este nuevo macanazo… contradictoriamente, que “debe considerarse a los pasantes como trabajadores vinculados por relaciones no laborales”. De ese modo, los pasantes encuentran negados sus derechos laborales entre los que se destacan su representación gremial y la realización de aportes y cargas patronales. Cientos de miles de alumnos secundarios, terciarios y universitarios realizan pasantías en trabajos que nada tienen que ver con su formación o aspiración profesional. Se trata de una estrategia para obtener un ingreso -irrisorio- o para tratar de insertarse en un mercado laboral que los enfrenta a una feroz competencia. Ese hecho pone en evidencia que a la burguesía le importa muy poco la calificación de la fuerza de trabajo que explota. Por el contrario, todo indica que la ventaja crucial del sistema de pasantías (para el capital) radica en proporcionar un elemento más para precarizar las condiciones de trabajo de la clase obrera. En ese marco, con el establecimiento de la nueva normativa el kirchnerismo le ha dado un guiño más a la burguesía de cara a los tiempos de crisis que se avecinan. Por ello, no extraña que la iniciativa haya sido recibida con el beneplácito de la Unión Industrial Argentina, de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa y de la Asociación de Empresarios Argentinos. Dime quién te apoya… Notas 1 En 1995, el Decreto Nº 93 estableció los montos correspondientes al “estímulo” de los estudiantes universitarios que se desempeñaban en la Administración Pública Nacional. 2 Clarín, 20/9/2011. 3 Recordemos que las Pymes son, en términos generales, las empresas que poseen una mayor cantidad de trabajadores en negro y peores salarios. Al respecto, véase: Mussi, Emiliano: “El reino de los pitufos. Pymes en el imaginario Nac&Pop”, en El Aromo, nº 49, 2009.
Gabinete de Educación Socialista
Durante los primeros cinco años de gobierno K se mantuvo intacto el régimen de pasantías establecido por el menemismo a través del Decreto Nº 340/92 y la Ley 25.165/99. El decreto en cuestión definía las pasantías como: “la extensión orgánica del sistema educativo a instituciones, de carácter público o privado para la realización por parte de los alumnos y docentes, de prácticas relacionadas con su educación y formación (…)” (Art. 2º). La normativa planteaba que las pasantías brindarían a los alumnos y docentes la complementación de su capacitación teórica con la práctica en empresas e instituciones. Además, facilitarían la etapa de transición de los estudiantes desde el mundo educativo hacia el ámbito laboral. La reglamentación del decreto dispuso las condiciones generales en las que se desenvolvería la actividad. Las pasantías tenían un plazo máximo de cuatro años, con una actividad diaria mínima de dos horas y una máxima de ocho. Los estudiantes podían aspirar a ellas a partir de los 16 años, contando con la autorización de sus padres o tutores. Asimismo, los pasantes podían recibir una retribución por parte de las empresas o instituciones en las que se desempeñaban, en calidad de asignación estímulo para viáticos y gastos escolares. Es decir, su salario quedaba a disposición de la buena voluntad del patrón que les tocara en suerte. En 1999, la Ley Nº 25.165 estableció un régimen de pasantías específico para el nivel superior en el que se introdujeron algunos cambios. Por un lado, se fijaba un plazo mínimo de duración de 2 meses, manteniéndose un máximo de 4 años. A su vez, las actividades no podían extenderse más de 5 días semanales con jornadas diarias de hasta 6hs. Por el otro, la ley establecía que los
pasantes debían recibir una retribución en calidad de estímulo para viajes, gastos escolares y erogaciones derivadas del ejercicio de su “prestación”. Su monto era fijado por las empresas u organismos contratantes en acuerdo con las instituciones educativas, según la responsabilidad, grado de especialización, dificultad y tiempo de dedicación del pasante. Una vez más, el salario (en este caso su precio) quedaba librado a la discrecionalidad del empleador.1 Ahora bien, resulta ilustrativo cotejar la ley original con sus modificaciones. Al momento de ser sancionada, se estableció como plazo máximo un año de pasantía con actividades de hasta 4hs diarias. Sin embargo, en el año 2000, el Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 487 extendió dicho plazo a 4 años y 6 horas diarias. En aquel momento, De la Rúa justificó la extensión temporal de las pasantías sosteniendo que un plazo y una duración menores atentarían contra el rendimiento de los estudiantes y los objetivos perseguidos por el sistema. Que dicha extensión se haya llevado a cabo a través de un decreto de “necesidad y urgencia” pone en evidencia a qué intereses responde el nefasto sistema de pasantías. A pesar de su evidente carácter regresivo, el régimen de pasantías para la educación superior recién fue derogado en noviembre de 2008, por la ley Nº 26.427. Es decir, se mantuvo intacto durante los primeros cinco años de gobierno kirchnerista. A partir de ese momento, las pasantías pueden tener una duración máxima de 12 meses con una carga semanal de hasta 20hs. Transcurrido ese plazo, pueden extenderse unos seis meses más. Por otro lado, los pasantes reciben una suma de dinero, de carácter no remunerativo, en calidad de “estímulo” que se calcula sobre el salario básico del convenio colectivo aplicable a la empresa o institución, proporcional a la carga horaria de la pasantía. En caso de no existir tal convenio, el cálculo se realiza en base al salario mínimo, vital y móvil. Si bien la reforma supuso un avance en relación a las condiciones previas, los
favorece a la industria más ineficiente y explotadora, compensando parcialmente su menor productividad con la venta de buena parte de su fuerza de trabajo (los pasantes) por debajo de su valor.3 Por otro lado, se fijó la duración máxima de las pasantías en 6 meses con una actividad semanal límite de 20 horas y jornadas de hasta 6 horas. A las mismas pueden acceder los alumnos que se encuentren en los dos últimos años del secundario con una edad mínima de 16 años. Como puede verse, si bien la definición más general de las pasantías resulta similar a la establecida en los noventa, la reforma introdujo una serie de cambios. Recordemos que el régimen del '92 posibilitaba la extensión de las pasantías hasta 4 años, pudiéndose realizar jornadas de 8 horas diarias. A priori, podría considerarse que el esquema K resulta más progresivo. Sin embargo, lo cierto es que algunos aspectos centrales del régimen no han sido trastocados. En ese sentido, los pasantes no cobran ningún tipo de remuneración por su trabajo. Es decir, se constituyen en mano de obra gratuita para el capital. Una vez más, sólo si las empresas se dignan a hacerlo, pueden otorgarles “beneficios” tales como refrigerio, “estímulos” para traslado y viáticos, gastos educativos, entre otros. Diversas provincias desarrollan pasantías con alumnos secundarios. En Capital Federal, desde 2003 funciona el programa “Aprender Trabajando”, promovido originalmente por el ibarrismo. Forman parte del programa distintas empresas. Entre otras, pueden nombrarse Microsoft, Renault Argentina, I.B.M. Argentina, EDESUR, EDENOR, Banco Francés y BGH. Dentro de las huestes oficiales, participan la Jefatura de Gabinete y distintos Ministerios, entre otras. En ese marco, los pasantes porteños llegan a recibir hasta 800 pesos mensuales. Es decir, en este punto el macrismo, reencarnación del nazismo según la ideología K, corre por izquierda al gobierno nacional & popular.
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Clasificación y disciplinamiento docente en la Ciudad de Buenos Aires. Segunda Parte
Una derrota inútil de eliminar la competencia desleal entre compañeros, la importancia de la estabilidad laboral que se obtiene con los concursos, etc., se pliega a las necesidades inmediatas de la conciencia más atrasada. Esto explica que muchos docentes no se sientan convocados por un sindicato que no tiene como horizonte al conjunto de los trabajadores sino solo a una parte. Lo que es una verdadera desgracia, porque si hay un lugar donde los trabajadores docentes debieran encontrar refugio para el combate, ese es Ademys.
Romina De Luca Grupo de Investigación de Educación Argentina - CEICS
Por 30 votos a favor, 27 en contra y tres abstenciones, el pasado 2 de diciembre se aprobó el proyecto de reforma de las Juntas de Clasificación Docente de Capital Federal. En el número anterior, advertíamos que el proyecto en cuestión traía algo más bajo el brazo: la subordinación al Estado del conjunto de la docencia por la vía de la amputación de una conquista histórica. También, que la actuación de los sindicatos no se ubicaba a la altura de las circunstancias. Lamentablemente, el tiempo nos dio la razón. Ante la ofensiva macrista, los sindicatos docentes opusieron una demanda pasiva: en lugar de tener un proyecto propio y sumarlo al conjunto de las reivindicaciones docentes (lo que podría haber movilizado a la masa de los compañeros) se limitó a pedir “el retiro del proyecto” de la Legislatura. No entendieron que muchos veían con buenos ojos algo obvio: que el proyecto de Macri venía a resolver algunos problemas sobre los cuales los sindicatos no dicen palabra alguna desde hace años, como las inscripciones múltiples, el papeleo inútil, etc., etc. Dicha consigna subordinó a los sectores más combativos, Ademys, a la burocracia sindical agrupada en UTE. Ademys terminó siendo el principal motor de los seis paros realizados desde la difusión del proyecto, medidas de lucha que en ocasiones también implicaron enfrentamientos con las fuerzas de represión oficial, de choques con patotas tercerizadas y la realización de numerosas marchas y acampes frente a la legislatura. Sin una perspectiva más amplia, terminó siendo la base de maniobra de las negociaciones que, bajo cuerda, llevó adelante UTE y que dieron por resultado la sanción del proyecto de Sergio Abrevaya, quien operó cual Bonaparte entre sindicalistas y macristas. Ese déficit explica parte de la victoria del PRO.
Gabinete de Educación Socialista
Somos tan distintos y nos parecemos tanto…
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Desde el ingreso a la legislatura del proyecto de Morales Gorleri, en septiembre pasado, el macrismo supo ver a tiempo que una iniciativa pseudo consensuada era la llave de la victoria en el asunto de las Juntas. En ese proceso, la UTE-Ctera y la Coalición Cívica jugaron un rol central. En lo que refiere al cambio legal, Sergio Abrevaya fue el encargado de presentar el proyecto de “consenso”. Si en un primer momento, la Coalición Cívica buscaba salir ilesa de la volteada, a posteriori pasó al centro de la escena. El mismo Abrevaya declaró en los medios que su proyecto “es mejor que el que quería imponer el PRO”. Sin embargo, los principales cambios entre el viejo proyecto y el que tuvo media sanción resultan de fantasía y de nombre. La Oficina Única de
Rosqueros y desarmados
Clasificación Docente (OUCD) supo ser reemplazada por una semejante con otra nomenclatura: la Comisión de Registro y Evaluación de Antecedentes Profesionales (COREAP). La COREAP sigue dependiendo del Ministerio de Educación sólo que los tres funcionarios que la integran deberán ser nombrados con el acuerdo de la Legislatura. A su cargo se encuentra la inscripción y clasificación docente, así como los llamados a concurso. Se encargará también de la elaboración y custodia del Legajo Único Docente (LUD). A su vez, el proyecto crea siete juntas de clasificación y seguimiento de los concursos.1 Ellas constituyen órganos colegiados, aunque de menor envergadura: cada una contaría con 3 vocales elegidos, en forma directa, por sus pares docentes y dos por el Ministro de Educación. Todos desempeñarían funciones por cuatro años. A pesar de su nombre, las Juntas no ejercen funciones de clasificación, sino más bien de fiscalización de los listados elaborados por la COREAP. Se ocupan de dictaminar en las solicitudes de traslado y permutas, se pronuncian frente a los pedidos de licencia, se encuentran encargadas de designar a uno de los jurados para concursos de oposición y participan para la conformidad del puntaje definitivo. Sin embargo, la tarea de clasificación sigue bajo la órbita del órgano ejecutivo del Ministerio de Educación. El nuevo proyecto reserva algunas funciones para las Juntas en lo que refiere a disciplina, al mismo tiempo que les otorga un rol de intervención tardío sobre un proceso consumado. Una linda fachada completamente desprovista de poder de decisión real, pero que asegura puestos rentados a la burocracia. Para la tribuna Llama la atención que, en sus considerandos, el proyecto afirme defender la carrera docente. Por el contrario, introduce dos elementos que van en dirección opuesta. Por un lado, si bien se encarga de fijar claramente la validación de títulos y recalcula con justicia algunos (como por ejemplo el título de postgrado de Doctor que pasa de valer 2 a 6
puntos) hace agua en el aspecto más subjetivo de los antecedentes docentes, aquellos denominados “culturales”. De hecho, la Ley establece que “en cada Área de la Educación se fijarán según la modalidad y las exigencias, otras valoraciones especiales, así como bonificaciones en materia de títulos acumulados” (Artículo 10º). En primer término, no queda claro quién se hará cargo de esa tarea: ¿el Ministerio o las Juntas que solo validan un resultado final? Más preocupante aún, no resuelve un problema que hoy día afecta a miles de docentes: los criterios desiguales -o ridículos- para la valoración de esos antecedentes por parte de las distintas áreas. Así, ocurre que un docente puede haber saturado antecedentes culturales en una Junta mientras que en otra le reconocen la mitad del puntaje. En definitiva, el nuevo proyecto no resuelve todos los puntos oscuros actuales, recuperando sólo uno de los problemas técnicos: que los docentes se inscriban online y tengan registro único. Así las cosas, otras demandas como criterios claros, clasificación automática a materias según título habilitante, sistematicidad en los concursos, tendrán que seguir esperando. En segundo lugar, el proyecto introduce otro elemento por la ventana. En las clausulas transitorias (artículos 27º y 28º) promueve la titularización masiva de los docentes interinos, incluso de aquellos en ejercicio sin título habilitante, previa aprobación de un curso de CEPA ad hoc. Medida demagógica si las hay, que apunta estratégicamente a desmovilizar a la docencia. Resulta llamativo que Ademys y, en particular, Tribuna Docente, denuncien la movida como una vil zanahoria, mientras el gremio propuso y defiende una Ley de Titularización masiva a todos los interinos del nivel medio con más de un año de antigüedad en el cargo.2 Hay aquí una falta de perspectiva general. En lugar de defender al conjunto de los docentes, Ademys los divide, privilegiando a los que menos puntaje, antigüedad y títulos tienen, con el argumento de que son compañeros que necesitan trabajo, como si los otros no. En lugar de explicarles a los docentes la necesidad
En materia de “generación de consensos”, las reuniones entre el macrismo y la burocracia sindical de UTE resultaron decisivos. Fueron más de seis las que se celebraron para llegar a algún tipo de acercamiento. Un primer acuerdo entre las partes consistió en garantizar la realización de las elecciones para vocales de las Juntas a principios del mes de noviembre. Tras denuncias cruzadas por la falta de entrega de los padrones electorales, las elecciones se realizaron en tiempo y forma con un alto índice de participación por parte de la docencia. UTE obtuvo 21 de los 45 vocales en juego, alcanzando predominio en 8 de las 15 juntas de clasificación. El segundo lugar, por su parte, lo obtuvo Ademys alcanzando la minoría en 7 juntas y la mayoría solo en la Junta Primaria Zona II y en Normales en dónde se impuso ante UTE por apenas 5 votos. En relación a la elección del 2009, el sector combativo -un conglomerado de diversas fuerzas políticas- recuperó el liderazgo en la Junta de Normales y logró por primera vez minoría en dos Juntas: la de Especial y Primaria (Zona I). A decir de UTE, la movida les proporcionaba tiempo, en tanto el macrismo habría prometido respetar la finalización de los mandatos de los vocales electos. Es decir, la implementación del proyecto no llegaría hasta 2013, en forma parcial. En el 2015 con todos los mandatos concluidos la reforma tendría vía libre. Por ello, el sindicato vivió como una victoria que el proyecto macrista no se hubiera impuesto. Si bien no se demostraron demasiados efusivos en los medios de comunicación, lo cierto es que salieron a celebrar el “factor tiempo”. En un comunicado interno felicitaron a sus afiliados por el “esfuerzo militante” y la resistencia a los embates del PRO, afirmando que no se logró vía rosca sino con movilización. Curioso: en la mayor parte de los casos, UTE en lugar de convocar a paros llamó, a regañadientes, a un “cese de tareas”. Cabe inquirirse: ¿hay algo para festejar en la conquista del “factor tiempo” más allá de la garantía “laboral” para la burocracia? Una intervención adecuada La intervención política de unos y otros ha conducido a un mismo resultado: la sanción de un nuevo
Lo dijimos: tal como estaban las cosas, los docentes de la ciudad iban a sufrir una derrota. Este mes, se aprobó el proyecto de reforma de las Juntas docentes. ¿Qué hicieron los sindicatos para frenar esta ofensiva? ¿Hubo una política planificada para contrarrestar el proyecto? Aquí va a encontrar las razones de una verdadera Vía Crucis. Si le quedan fuerzas, lea esta nota.
sistema de clasificación que, con la excusa de resolver algunos problemas técnicos reales, cercena derechos sindicales al conjunto de la docencia. El proyecto al que se acaba de dar media sanción no es radicalmente diferente al de la tropa Macri. Que UTE lo celebre es expresión de cuánto se han desligado los intereses de la burocracia de los del conjunto de la docencia. Por su parte, los sindicatos docentes combativos deberían reflexionar sobre su actuación en el proceso. La principales consignas esbozadas fueron la defensa de la educación pública en abstracto, la de un sistema de clasificación que, por donde se lo mire, hace agua, y la titularización masiva de la que ahora se queja. El infantilismo de negar los problemas reales y la falta de perspectiva más general, impidió la elaboración de una alternativa superadora, dejando siempre la ofensiva en el enemigo. Una Oficina Única de Clasificación Docente bajo control obrero, transparente y eficiente, inscripción automática a materias según título habilitante, fin al chantaje de la titularización automática, realización de concursos en tiempo y forma, hubieran sido instrumentos de una intervención adecuada. Lamentablemente, la docencia de Buenos Aires, con esta dirigencia sindical, se compró una derrota inútil. Notas 1 Fijadas en el Artículo 4º, Punto VIII, las juntas son: Inicial, Primaria Común, Primaria Adultos y Servicios Profesionales, Especial, Curriculares, Media Común y Media Adultos, Técnica, Artísticas. 2 Ademys defiende el proyecto argumentando que los docentes accedieron por acto público y que, como se requiere un año de antigüedad, deja horas libres para el llamado a concurso estatutario. También sostienen que, como muchas juntas no llamaron a titularización en el año 2008, se evita la desigualdad entre las juntas. Resulta paradójico que los mismos argumentos para la defensa de la Ley pongan sobre el tapete el déficit acumulado en la estructura que se busca sostener: las catorce juntas de clasificación y el Tribunal de Disciplina. www. ademys.org.ar
Custodios Policías en los Centros Educativos uruguayos Natalia Álvarez Grupo de Investigación de Educación Argentina - CEICS
Desde hace ya varios años, numerosas escuelas uruguayas han incorporado efectivos policiales como respuesta a las situaciones de violencia vividas en los establecimientos y sus alrededores. Sin embargo, no se trata de un servicio a disposición de todos los centros educativos. Cada una de las escuelas debe contratarlo en forma individual. En las escuelas públicas, muchas veces esa presencia es garantizada luego de años de reclamos, peticiones formales, paros y movilizaciones. Como suele ocurrir frente a este tipo de hechos, algunos intelectuales sostienen que se trata de una salida represiva a un problema que, en realidad, sólo existe en el imaginario: la denominada “sensación de inseguridad”. Mientas los especialistas, aquí y allá, nos hablan de “impresiones”, un informe de la UNESCO1 publicado este año resulta elocuente: Argentina se ubica en el primer puesto de un ranking, realizado entre 16 países, sobre niveles de violencia en las escuelas. Nuestro país lidera todos los rubros: violencia física, verbal y robos. Por su parte, Uruguay se posiciona en cuarto lugar. Veamos cuál es la situación que atraviesan las escuelas uruguayas y cómo la intervención policial se gesta y desarrolla. Tres patitos
¿Prevención o supervivencia?
estrategia
de
Hasta aquí, el “222” podría ser visto como un servicio similar a los “adicionales” que efectúa la policía en Argentina. Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención es que esa tarea sea realizada dentro de las escuelas. También que forme parte de las demandas sostenidas por los gremios docentes. En efecto, la presencia policial en el espacio escolar es vista como una herramienta para prevenir y dar respuesta a las frecuentes situaciones de violencia que se viven en los establecimientos educativos uruguayos y en sus inmediaciones. En ese marco, durante todo el año, distintas escuelas secundarias realizaron movilizaciones y paros exigiendo la contratación de porteros y del servicio policial. Muchas de ellas cuentan con miles de alumnos y muy poco personal, en particular, no docente. En algunos casos, escuelas con hasta 4 mil alumnos no cuentan con un auxiliar o portero encargados, entre otras cosas, de identificar quién entra y quién sale de la escuela. Es por ello que, desde el año pasado, la dirección de Secundaria promueve el uso de algún tipo de uniforme en cada uno de los Liceos para lograr distinguir rápidamente a los alumnos pertenecientes a la escuela de los visitantes foraños. Ya había intentado implementarse tal medida en 2009 pero fue resistida por algunas comunidades educativas. Sin embargo, frente a los numerosos casos de violencia entre alumnos y no alumnos, la mayor parte de los liceos generó estrategias en ese sentido.5 Otro ejemplo de la situación que atraviesan las escuelas uruguayas es el Liceo “Bauzá”, al que concurren 3 mil alumnos. En octubre, cerró sus puertas durante tres días por las reiteradas situaciones de violencia (fundamentalmente, golpes y robos) ocurridas dentro y fuera del establecimiento. El conflicto se destrabó cuando el Ministerio del Interior dispuso la presencia de un policía en la puerta del liceo de lunes a viernes desde las 7.30 hasta las 23 hs. Todos esos episodios forman parte de un cuadro más general. Ya en 2007, la Asociación de Docentes
de Educación Secundaria -ADESdenunciaba que cada dos días, aproximadamente, recibía noticias de un nuevo hecho de violencia y, en ese marco, reclamaba la presencia del servicio 222 en los establecimientos.6 Escuelas y Policías A partir del 2008, la “seguridad” en las escuelas secundarias uruguayas comenzó a reformularse con la creación del programa “Construyendo una Comunidad Educativa más Segura”, dependiente del Consejo de Educación Secundaria y el Ministerio del Interior. En teoría, el programa apunta a fortalecer la seguridad en los centros educativos y su entorno a través del entrenamiento y capacitación de funcionarios policiales “especializados”. En noviembre del mismo año, el Ministerio del Interior presentó un plan que supondría un modelo de abordaje especial para las escuelas. El nuevo servicio, gerenciado por la Oficina de Programas Especiales del ministerio, brindaría respuesta frente a situaciones problemáticas, garantizaría el patrullaje, diagnóstico y asesoramiento en la prevención de delitos. A su vez, buscaría acentuar el “perfil humano” del personal asignado, su aptitud psico-profesional y su adecuación a las características de los liceos en los que les compete intervenir. De acuerdo a un informe publicado por el Ministerio del Interior, entre el 1 de marzo y el 31 de mayo de este año -es decir, en sólo tres meses- el programa intervino en 1.516 infracciones.7 En 2010, durante el mismo período, se habían registrado 2.701 casos. En ese marco, la reducción del “222” se presenta como un problema para las comunidades educativas. Si antes de la entrada en vigencia de la ley de presupuesto existía un déficit de cobertura que rondaba las 2 mil horas mensuales, durante los últimos meses éste se elevó a 9 mil. Según el Director del programa Comunidad Educativa más Segura, Carlos Vázquez, dicho déficit tendría dos explicaciones adicionales. Por un lado, otros contratistas, como el sector bancario, pagarían mucho
más por el servicio. Por otra parte, llamativamente, los policías no querrían trabajar en las escuelas secundarias ya que se trataría de espacios mucho más conflictivos y hostiles.8 Que la policía no se atreva a reprimir en las escuelas resulta todo un síntoma de la realidad a la que deben enfrentarse día a día alumnos y docentes. Nunca es triste la verdad Uruguay, con aproximadamente 3,5 millones de habitantes, presenta anualmente alrededor de 180 mil denuncias por delitos.9 Para comprender la demanda de policías en las escuelas, a esos índices de violencia deben adicionarse las condiciones particulares en las que debe funcionar el sistema educativo. En este sentido, si tomamos en consideración la existencia de escuelas con miles de alumnos y muy poco personal -docente y no docente-, resulta evidente que la presencia policial se ha convertido en una estrategia de supervivencia frente a un contexto social sumamente violento. Está claro que esa presencia representa un problema grave. Las fuerzas policiales son una fracción del brazo armado del Estado burgués que legitima todo tipo de atrocidades bajo el imperio de la ley. Como si ello fuera poco, durante décadas ha dado cuenta de su elevado grado de descomposición: miles de casos de gatillo fácil, corrupción, trata de personas, tráfico de armas y drogas, etc. Sin embargo, ese hecho no puede llevarnos a desconocer la realidad que transitan cotidianamente las escuelas, atravesadas por múltiples situaciones de violencia. Por ello, no debe sorprendernos que la vigilancia policial sea un reclamo compartido, incluso por los gremios docentes. En todo caso, esa triste realidad nos obliga a replantearnos dónde se ubican las bases de tal situación. Elevados índices de desocupación entre los jóvenes,10 niveles altísimos de emigración, inexistencia de un futuro próspero y la consecuente pérdida de horizontes sociales, dan cuenta de la descomposición de la sociedad (capitalista) uruguaya. Por su parte,
la educación no puede dejar de dar muestras de ese cuadro más general que la atraviesa. Todo ello pone en cuestión la pervivencia de un sistema social que condena a la escuela, una de las creaciones más maravillosas de la humanidad, a parecerse cada día más a una prisión. Notas 1 “América Latina: violencia entre estudiantes y desempeño laboral”, Revista CEPAL, nº 104, agosto 2011. El estudio se basa en una muestra de 2.969 escuelas aplicando cuestionarios a alumnos, docentes y padres. 2 En el año 1991, la ley 16.226 extendió dicha autorización a todas las unidades del Ministerio del Interior con funciones ejecutivas. 3 Véase www.presidencia.gub.uy, 28/10/2011. 4 El País, 8/7/2011. 5 El País, 14/4/2010. 6 La Red21, 11/8/2007. 7 Véase www.minterior.gub.uy, 5/7/2011. 8 El País, 23/10/2011. 9 Ministerio del Interior – Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad: “Violencia y criminalidad. 2010. Todo el país”, Uruguay, 2010. 10 Según el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay, en Montevideo, la desocupación de los menores de 25 años se ubica entre 2004 y 2011 en 23% promedio, mientras la de los mayores se ubica en un 5%.
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Gabinete de Educación Socialista
En el año 1964 fueron sancionadas dos leyes que habilitaron al personal policial uruguayo a realizar tareas de vigilancia en forma adicional. Por un lado, el artículo nº 222 de la Ley 13.318 autorizó a la Jefatura de Policía de Montevideo y a la Prefectura General Marítima a prestar servicios suplementarios. Asimismo, la Ley 13.319 del mismo año extendió aquella autorización a todas las jefaturas policiales del país.2 El comúnmente denominado “servicio 222” puede ser solicitado por entes autónomos, servicios descentralizados, intendencias municipales y cualquier otro organismo del Estado, empresas privadas o particulares. Ese marco general permite que los centros educativos contraten personal policial. En términos generales, los policías realizan el servicio 222 durante su “tiempo libre”, de manera optativa, como una estrategia para compensar sus salarios. Cabe destacar que dicha elección se encuentra ampliamente extendida. Según el Censo Nacional de Funcionarios del Ministerio del Interior realizado en 2007, un 50,4% del total de efectivos policiales cumplía el Servicio 222. En promedio, cada policía realizaba 3 horas y media adicionales por día de trabajo ordinario. Sin embargo, en diciembre del año pasado, la Ley de Presupuesto Nacional Período 2010-2014 contrajo la cantidad de horas que cada efectivo puede realizar en concepto del “222”: de un tope de 200 horas mensuales se pasó
a 150. La ley prevé sucesivas reducciones: 120 horas en 2012, 100 en 2013, 80 en 2014 y 50 en 2015. Según el Director General de Secretaría del Ministerio, Charles Carrera, muchos policías trabajaban hasta 16 horas por día, lo que minaba su rendimiento.3 Por otra parte, existían numerosas denuncias por corrupción avaladas, incluso, por el propio Ministro del Interior, Eduardo Bonomi. El funcionario señaló como ejemplo la designación de diez policías para realizar un trabajo en los talleres del Complejo Carcelario de Montevideo, cumplida sólo por tres de ellos ya que los restantes habían ido a realizar tareas de “222”. No obstante, los diez habían cobrado el trabajo.4
Seguramente, usted se encuentra preocupado por los índices de violencia en las escuelas. En Uruguay, para combatirla, muchas han instalado personal policial en sus edificios. Parece ser una medida represiva. Sin embargo, se trata de un servicio demandado incluso por los gremios docentes. Lea y vea cuál es el resultado en el país vecino.
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Pasado, presente y futuro en el sector Ciencia y Técnica
¡A lavar los platos…! ¿Se acuerda de la publicidad de la científica repatriada?¿Usted cree que este gobierno apoya el conocimiento científico? ¿Se deslumbró con Tecnópolis? Bueno, lea este artículo y va a ver lo que hay detrás de los anuncios y por qué lo que predomina es la precarización de la ciencia y la persecución a los investigadores.
Romina De Luca Grupo de Investigación de Educación Argentina - CEICS
El kirchnerismo se vanagloria de los cambios en materia educativa. Nos cansamos de ver en la televisión cómo se comparaba el porcentaje del PBI destinado a pagar la deuda externa con el girado a educación. Si en 2003 la prioridad era la deuda, en la actualidad la ecuación sería la inversa. La “fuerza de la educación” resonaba en tiempos electorales. También, nos quisieron conmover con el programa “Raíces” destinado a repatriar científicos argentinos radicados en el exterior. Según los datos oficiales, 850 cerebros habrían vuelto a casa por puro corazón. Como no puede ser de otra forma, las cifras de Cristina no ponen sobre el tapete una realidad que actualmente golpea a miles de científicos locales: la expulsión interna. Ya pueden observarse los síntomas de un profundo cuello de botella construido por el propio kirchnerismo: la creación de recursos humanos que, en un contexto de ahogo presupuestario, deberán buscar horizontes por fuera del ámbito local. Aún más, se ha puesto en marcha una selección de tipo macartista que lanza al éxodo a los marxistas, tal como da cuenta la denuncia del caso Fabián Harari.1 Extraña paradoja según la cual el gobierno se jacta de recuperar 850 científicos y, en la mitad de tiempo, expulsa del sistema al doble al negarles el pase a planta por “falta de cupo”. En este artículo, invitamos al lector a desentrañar ese aparente intríngulis.
Gabinete de Educación Socialista
Mucho ruido
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Néstor Kirchner eligió, a partir de su ascenso a la presidencia en 2003, dos caballitos de batalla para edificar las bases de su sustento político: los derechos humanos y el desarme del entramado “neoliberal”. Para esto último era necesaria la construcción de un nuevo “contrato social” que rescatara a la educación y a la sociedad del conocimiento, colocándolas al servicio de una sociedad industrial e inclusiva. Al mismo tiempo que se destinaban mayores recursos al sistema educativo, se puso en marcha la elaboración de un análisis del sector Ciencia y Técnica (CyT). Así, entre 2004 y 2005, se iniciaron una serie de estudios que confluyeron, en 2006, en el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” 2006-2010.2 Se determinó que la inversión en CyT mejoraría la competitividad y las exportaciones, disminuiría la vulnerabilidad de la producción nacional, sentaría las bases para un desarrollo sustentable, crearía un ambiente propicio para las inversiones y permitiría reformular las economías regionales. De conjunto, se mejoraría la calidad de vida de todos. El informe alertaba sobre la escasa cantidad de recursos humanos, en el país, con formación de postgrado. Mientras en Argentina se graduaban menos de 500 doctores por año, en países como España y Brasil la cifra ascendía a 6.500. No obstante,
como la infraestructura no era capaz de absorber y permitir el desarrollo de investigadores full time, el plan proponía garantizar, de mínima, la incorporación de 1.500 becarios por año y 500 investigadores al sistema, en particular, a través del CONICET. Si se iba a gastar plata y tiempo en la formación humana y en la promoción de la CyT, había que definir qué investigar. Así, se fijaron los temas prioritarios en la agenda de investigación, lo que se denominó “áreas-problema-oportunidad”. “Marginalidad”, “discriminación”, “derechos humanos”, “competitividad de la industria y del agro”, “uso de recursos renovables”, “infraestructura”, “atención de la salud”, “políticas y gestión del Estado” y “políticas educativas” conformarían el núcleo privilegiado para el desarrollo científico. Las grandes áreas podían colocar su énfasis en aspectos sociales y ambientales o bien en los productivo-tecnológicos. Todo ese impulso fue de la mano del financiamiento de numerosos proyectos de investigación, de eventos de difusión y de la promoción para la incorporación de tecnología en ámbitos productivos y científicos. A tales efectos, los K estimularon el uso de una Ley sancionada bajo el menemismo (Ley 23.877) de beneficio fiscal para quienes incorporasen tecnología. También en el plano legal, la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt) en diciembre de 2007 (la Ley 26.338) buscó generar impacto sobre el predominio de CyT, remarcando su autonomía. Algunas nueces La avanzada oficial no se realizó en el vacío y fue acompañada por cuantiosas sumas de dinero. En efecto, el gasto destinado a las actividades científicas y tecnológicas (AC&T) entre 2003 y 2010 se ha duplicado en términos reales, al pasar de 2.607.855 a 5.296.450 miles de pesos constantes. Las arcas del CONICET (principal organismo de Ciencia y Técnica) siguieron una evolución similar. No obstante, el presupuesto total comienza a contraerse a partir de 2009-2010
al girarse al sector 300 millones de pesos menos. Por su parte, el presupuesto del CONICET se estanca al disminuir el crecimiento de las partidas de un año al otro. Esa situación pone sobre el tapete el interrogante sobre la expansión futura del área en un contexto de ajuste inaugurado con la quita de subsidios y el reacomodo tarifario. Un indicador para ver la primacía de un sector en la estrategia general del gobierno es su evolución en función del PBI. Si observamos el porcentaje destinado del PBI a las AC&T entre 2003 y 2007 se pasó de un 0,46% a 0,61%.3 Para el 2011, según los datos oficiales, la cifra estimada es de 0,52%, valor que puede variar ligeramente al finalizar la ejecución del presupuesto para el año en curso. Cabe destacar que hacia fines de la década menemista y previo a la crisis del 2001, el porcentaje del PBI para Ciencia y Técnica se ubicaba en los mismos niveles.4 Incluso, si observamos la evolución del rubro dentro del presupuesto nacional, nos encontramos con una situación análoga: entre 2003 y 2009 el porcentaje del presupuesto destinado a Ciencia pasó de 1,38% a 1,91%. Pero aquí tampoco los topes se alejan mucho de los últimos años menemistas cuando se destinaba el 1,80% del presupuesto. La evolución del área en el PBI y en el interior de la asignación presupuestaria no permite afirmar que el kirchnerismo seleccionara como principal trinchera de combate a la ciencia. La duplicación del presupuesto para el sector se debe más que a una acción fuera del canon a la masa ingente de recursos ingresados por la soja. En efecto, durante varios años, el “yuyo” no paró de batir sus propios records en el mercado mundial, lo que le permitió al Estado disponer de una abundancia que supo redistribuir en sectores socialmente “sensibles”. Generosidad que, dicho sea de paso, se repartió privilegiando a los amigos y aleccionando a díscolos. En esa ecuación, no sorprende que provincias como Córdoba, Santa Fe y Mendoza hayan disminuido, entre 2003 y 2008, su participación en la distribución de recursos. El compromiso poco efusivo de Scioli al proyecto K
también le valió una caída en la participación de esa provincia.5 Frente a un atolladero Cabe preguntarse en qué se fue el gasto. A pesar del pomposo plan fijado en el marco del Bicentenario, la mayor parte de los recursos para Ciencia y Técnica se destinó al pago de salarios y/o estipendios. Si tomamos el gasto del CONICET como ejemplo, según lo que declara el organismo para el año 2010, el 87% del presupuesto se utilizó para el pago de salarios tanto del personal de planta como de sus trabajadores precarizados, esto es, los becarios. Menos del 5% de la partida se destinó para adquirir equipamiento o insumos para la investigación. En efecto, si tomamos como parámetro el crecimiento de la planta de personal de CONICET observamos que, entre 2003 y 2010, pasó de 9.077 investigadores a 17.542. Claro está, ese crecimiento no se distribuyó en forma homogénea en todas las categorías. Mientras la planta de investigadores creció un 63% (al pasar de 3.804 a 6.350) la de becarios lo hizo un 341% al ascender de 2.378 a 8.122.6 En lo que refiere a la distribución de ese aumento por gran disciplina, humanidades ganó lugares en detrimento de ciencias exactas y, en menor medida, de las biológicas. Si analizamos la evolución por categoría, vemos que en humanidades la proporción de ingresos a carrera se mantuvo (en relación con las otras disciplinas) en torno al 20%, mientras que el plantel de becarios se multiplicó 6,8 veces.7 Si en términos generales la desproporción entre el trabajo precario y su pase a planta anticipa un cuello de botella para todas las disciplinas, ésta se sentirá con mayor fuerza en el área de las humanidades debido al gran crecimiento experimentado por las becas. No extraña, entonces, que el organismo está apelando a medidas macartistas para la selección de su personal, descartando de cuajo a los investigadores marxistas. El cinismo adopta ribetes insólitos cuando hablan de promover el pluralismo y llaman al orden y a la autocensura de sus investigadores.8 Al igual que en otros sectores de la
economía, el crecimiento en Ciencia y Técnica se montó sobre la forma de trabajo precaria, flexibilizada y de los contratos basura. Los becarios no son más que trabajadores que no perciben salario y por ende no gozan de los beneficios de aportes patronales, obra social, un convenio colectivo de trabajo que los ampare, vacaciones y agremiación, entre otros. Fáciles de incorporar en momentos de alza y de sufrir los ajustes en tiempos de declive. El mismo kirchnerismo ha reconocido como un rotundo fracaso la escasa participación del ámbito productivo en el sector. Su única estrategia pareciera apuntar a proponer formas “creativas” para la inserción laboral de esos recursos humanos de alta calificación en el aparato productivo. Callejón sin salida que pronto lo llevará a la estrategia opuesta: la clausura de la ciencia y técnica. Ya llegará el momento en que citará a Domingo Cavallo cuando instó a los científicos a tomar agua y detergente… Notas 1 Véase, entre otros, Tiempo Argentino, 5/12/11, Comunicado de Prensa de ATE, Declaración RyR Conicet “Ajuste y Persecución”. Todos pueden ser consultados en www.razonyrevolucion.org.ar 2 SECyT: Bases para un plan estratégico de mediano plazo en Ciencia, Tecnología e Innovación, 2005. 3 Las cifras corresponden a datos oficiales extraídos del Mincyt. Para 2011: www.argentina.ar/_es/ciencia-y-educacion/C6212-ciencia-ytecnologia-una-inversion-fundamental.php 4 Según datos del Mincyt en 1997, 1998 y 2000 se destinaba cada año 0,50% del PBI para AC&T. El ascenso de la Alianza, en 1999, le imprimió un impulso mayor al nivel destinando 0,52% del PBI. Desde la crisis del 2001 y hasta 2003 las cifras caen a 0,44% y 0,46%. 5 Entre 2003 y 2008, la participación regional de Córdoba pasó de 3,1% a 2,4%; Mendoza y Santa Fe de 2,7% a 1,5%; Buenos Aires de 22,5% a 20,8%. 6 Según el Informe de Gestión 2010 del Mincyt, en la Agencia, entre 2001 y 2010 la cantidad de becas pasó de 420 a 1.663. 7 Los becarios de humanidades en el año 2000 eran 370. Para 2010 la planta había crecido a 2.539. 8 Clarín, 8/12/2011.
Las causas económicas del conflicto EE.UU.-Irán
¿Es tan malo Irán?
Bruno Magro OME-CEICS
En las últimas semanas de noviembre, los gobiernos de Irán y EE.UU. volvieron a enfrentarse en el plano diplomático. En esta ocasión, EE.UU. e Israel amenazaron con bombardear instalaciones nucleares si el gobierno iraní no ponía fin a su programa de desarrollo de energía nuclear. Por su parte, el gobierno iraní amenazó a EE.UU. e Israel con mostrarle lo que significa una verdadera guerra si lleva a cabo un acto de locura contra Irán.1 A continuación haremos a un lado los enfrentamientos políticos entre ambas naciones y nos centraremos en el sustrato económico sobre el cual se erige todo el argumento yanqui de que el programa nuclear iraní representa una amenaza para la paz mundial. Nadie es profeta en su tierra
El cuento del Tío ¿Cómo es posible que la economía iraní, con semejante nivel de reservas de petróleo y gas, no logre contar con el capital necesario para explotar al máximo su potencial? Una respuesta a dicha pregunta se encuentra en las sanciones internacionales implementadas por EE.UU. a Irán. A continuación veremos más de cerca esta historia. En febrero de 1979 en Irán se abrió un proceso revolucionario que puso fin al régimen imperial iraní (Sha). En su lugar, se instauró una república de orientación nacionalista y fuerte convicción religiosa. El nuevo régimen estatizó la economía, incluida la producción y exportación de crudo y gas. A pesar de ello, el gobierno iraní estimuló la llegada de inversión extranjera capaz de brindar el financiamiento y la tecnología necesaria para explotar de manera eficiente los yacimientos probados y emprender la exploración y descubrimiento de nuevos yacimientos. Esto podría permitir el aumento de sus reservas probadas y, con ello, el de su cuota de producción en la OPEC que podría ser traducido en un aumento en los ingresos por exportación. Ante semejantes oportunidades de negocios, los capitales japoneses, rusos, indios, franceses, británicos, chinos y norteamericanos, se encontraban listos para competir por el petróleo iraní. Sin embargo, con la caída del régimen imperial, EE.UU. perdió
toda injerencia en Irán y, con ello, su capacidad de “controlar” el flujo de inversiones en la rama de petróleo y gas iraní. Ante esta situación, EE.UU. trató de impedir que Irán se incorporara a la economía mundial como exportadora de crudo y gas. Para ello, en 1979 prohibió todo tipo de comercio e inversión entre empresas norteamericanas y el estado iraní con la excusa de que éste apoyaba la actividad de los grupos terroristas para intentar desestabilizar el proceso de paz en Medio Oriente. En la misma línea, intentó derrocar al régimen iraní apoyando militarmente al líder iraquí Saddam Hussein durante la guerra con Iraq (1980-1988). Sin embargo, las medidas adoptadas por EE.UU. no lograron impedir que las inversiones petroleras del capital internacional fluyeran hacia Irán durante los primeros años de la década de 1990. Por ello, desde mediados de esa década, EE.UU. aumentó sus presiones a fin de que los gobiernos de Japón, China, Rusia y la Unión Europea (UE) prohibieran a sus capitales comerciar y financiar a Irán. En 1996, EE.UU. daría el paso decisivo hacia el establecimiento de un régimen de sanciones económicas y petroleras multilaterales contra Irán, cuando logró la implementación del Acta de Sanción a Libia e Irán (ILSA o Ley D’Amato). En un principio la Unión Europea (UE) se mostró reacia a aplicar sanciones económicas y financieras a Irán. Sin embargo, dado el peso de la economía norteamericana en términos de inversiones y de mercados para la producción europea, terminó por acompañar al gobierno norteamericano. Para finales de la década de 1990, EE.UU. había logrado reducir el flujo de capital desde la UE y Japón hacia el petróleo iraní, pero no tuvo la misma suerte con China y Rusia Irán mirando al este Tras la implementación del Acta de Sanción, Irán resignó todo intento por lograr acuerdos con el capital petrolero y gasífero de la UE y Japón y comenzó a mirar hacia el este, estrechando sus vínculos políticos y económicos con Rusia y China. Dicha política tenía mucho que ofrecer. En primer lugar, el gobierno iraní pudo retomar el programa nuclear, abandonado en 1979, con la intención de reemplazar parte del consumo interno de energía fósil y reducir sus importaciones de combustible y gas. La relación con Rusia
Irán a pesar de las amenazas de EEUU. En el marco de la crisis mundial alimentada y profundizada por la creación de capital ficticio, veremos cuán lejos los gobiernos de Rusia, y sobre todo de China, están dispuestos a llegar y desoír las advertencias norteamericanas de no comerciar con Irán. De la misma manera, debemos esperar si EE.UU. concreta la amenaza de sancionar a China y bloquear el comercio del capital yanqui con el gigante asiático.10 Lo que está claro es que la disputa por el acceso a las reservas gasíferas y petroleras iraníes pone en contradicción a las principales potencias económicas. Una muestra de que estamos lejos de una paz global o un reemplazo pacífico de EE.UU. por China como potencia económica. En realidad, vamos hacia niveles de confrontación cada vez mayores. Notas 1 Agencia EFE: “Irán amenaza a EEUU con enseñarle lo que significa una verdadera guerra”, en La Vanguardia.com, 27/11/2011. Disponible en: www.lavanguardia.com. 2 Koen Groot: “The geopolitical impact of the increasing trade and investment relations between the national oil companies of China, Iran and Russia”, Universidad de Amsterdam, Julio 2010. En www. iias.nl. 3 Ibid. 4 ShayerahIlias: “Iran´s Economic Conditions: US Policy Issues”, Congressional Research Service, EEUU, abril 2010. En www.fas. org/sgp/crs/mideast/RL34525.pdf 5 Koen Groot, op. cit. 6 William Yong: “Politically Confident, Iran cuts Subsidies on Prices”, New York Times, 16/01/2011. En www.nytimes.com/2011/01/17/ world/middleeast/17iran. html?pagewanted=all 7 Reuters: “Rusia cree que sanciones de la ONU contra Irán están ‘agotadas’”, 2/12/2011. En www.oem. com.mx/laprensa/notas/n2332280. htm. 8 Bruno Magro: “China juega con fuego. Los intentos de “blindaje” ante la crisis norteamericana”, El Aromo, nº 62, 2011. 9 Según datos publicados por la EUROSTAT para 2010. En http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2006/ september/tradoc_113392.pdf 10 AFP: “US may punish China firms evading Iran sanctions: Clinton”, 19/01/2011. En www.alternet. org/rss/breaking_news/443134/us_ may_punish_china__firms_evading_iran_sanctions%3A_clinton/
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Irán cuenta con el 10% de las reservas probadas de petróleo mundial, ubicándose detrás de las de Arabia Saudita y Canadá. Además, sus reservas de gas representan el 15% del total de las reservas probadas mundiales, solo superadas por las rusas. La producción de crudo iraní representa el 5,5% de la producción mundial y es la cuarta productora a nivel mundial. A su vez, es la segunda economía en importancia de la OPEC, detrás de Arabia Saudita. Por su parte, la producción gasífera iraní representa el 3,74% del total mundial, y se ubica detrás de Rusia, EE.UU. y Canadá.2 En cuanto a la participación del crudo en sus exportaciones, ronda en torno al 80% del valor total exportado y explica entre el 40% y el 80% de los ingresos estatales. El principal destino de sus exportaciones de petróleo son Japón, China, India, Corea del Sur y la Unión Europea.3 La empresa petrolera más importante de Irán, y la segunda a nivel mundial, es la Compañía Petrolera Nacional Iraní (CPNI), siendo el estado iraní el poseedor del 70% de sus acciones. Pese a su fortaleza, la producción petrolera y gasífera iraní se encuentra estancada desde hace años. Sus campos petroleros poseen una elevada tasa de declinación natural y sus pozos tienen un alto grado de maduración y bajas tasas de recuperación, factores que contribuyen al estancamiento de la producción. Estos inconvenientes se deben a que Irán debe incorporar tecnología de punta para mantener la producción que se encuentra cayendo a una tasa anual de 8% en tierra y 10% en alta mar, como es el caso de maquinaria que permita inyectar gas a los pozos a fin de elevar su presión. En tanto los ingresos por exportación dependen del precio internacional del petróleo, el principal ingreso del cual dispone el Estado tiene un alto grado de variabilidad.4 A estos problemas, se suma que Irán es la segunda economía importadora de combustibles, detrás de EE.UU., y un importador neto
de gas natural. La capacidad de refinación de su industria no alcanza para cubrir el creciente consumo interno. Según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), el 97% de la energía empleada en Irán proviene del petróleo y el gas. En 2009, las importaciones de combustible representaron casi el 80% del valor importado durante ese año.5 Por último, el gobierno iraní ha venido subsidiando el consumo de combustible y alimentos con el propósito de evitar un potencial conflicto social, en una economía con alto desempleo e inflación. En medio de estas restricciones y en las puertas de la crisis en África, en diciembre de 2010 el gobierno iraní anunció el recorte de los subsidios al combustible y los alimentos.6 No es de extrañar que ante el descontento que pueda generar la crisis, el gobierno iraní apele al nacionalismo y a la amenaza de los EE.UU. para disciplinar el frente interno. Sin embargo, la amenaza estadounidense no parece cuento.
permitió el acceso al conocimiento científico y al capital necesario para dicho desarrollo. Por su parte, Rusia vio en Irán una oportunidad inmejorable para desarrollar su industria nuclear. En 1995, el gobierno iraní firmó un acuerdo con su par ruso para retomar la construcción del reactor nuclear de agua ligera situado en Büshehr. Desde ese preciso instante, Irán se volvió blanco, una y otra vez, de las acusaciones de EE.UU. y la ONU de utilizar su programa nuclear con fines civiles como pantalla para el desarrollo de armas de destrucción masiva. Aún así, Rusia continuó apoyando el desarrollo del programa nuclear iraní para fines civiles. Sin embargo, en 2010, el gobierno ruso sorprendió y votó a favor de sancionar a Irán. A pesar de ello, mantuvo el asesoramiento a Irán para el desarrollo de la energía nuclear. A principios de noviembre de 2011, Rusia y China volvieron a apoyar el programa nuclear iraní alegando que las sanciones que se le imponían a Irán carecían de sentido.7 Por otro lado, dado que Rusia y China contaban con compañías petroleras nacionales, un acercamiento a estas economías abría la puerta para acceder al capital y a la tecnología de la cual la industria petrolera y gasífera iraní carecían, impidiendo elevar la producción. Por su parte, China también sacaba ventajas. En primer lugar, cerca del 80% de las importaciones petroleras chinas se realizan por barco a través del Estrecho de Malaca y el 20% restante se realiza a través del Estrecho de Ormuz. Ambas zonas se encuentran ocupadas por militares norteamericanos. Por lo tanto, el gobierno chino estaba muy interesado en el desarrollo de un oleoducto capaz de conectar China, Rusia e Irán con el propósito de desarrollar una vía alternativa de acceso al petróleo que estuviera fuera del control norteamericano. Además, al invertir en Irán, el gobierno chino podía hacerse de una importante fuente de aprovisionamiento de petróleo y, a su vez, podía deshacerse de los dólares acumulados a través de sus exportaciones hacia EE.UU. en el marco de la creación de capital ficticio.8 Entre 2005 y 2010, China firmó importantes acuerdos de inversión para el desarrollo de los yacimientos petrolíferos iraníes por un valor de 120 mil millones de dólares a pesar de las sanciones de alcance multilateral impuestas por EE.UU. y el consejo de seguridad de la ONU para aquellas economías que comerciaran con Irán. Para 2006, China ya había superado a Alemania como principal socio comercial de Irán y en septiembre de 2009 ya contribuía con un tercio del total de combustible importado por Irán. En 2010, China representaba el 17,3% del total exportado por Irán, seguido de la UE con el 16,6% y la India con el 12,7%. En cuanto al peso de China en el total importado por Irán, representó el 18% del total importado en 2010, solo superado por el 23,2% de la UE.9 En contraste con la UE, Rusia y China, apuestan a su relación con
Al calor de la crisis, las amenazas de EE.UU. a Irán son cada vez mayores. A diferencia de lo que pasó en Irak, una guerra en esta ocasión implicaría un contrincante mucho más poderoso. Además hay intereses directos de rusos y chinos que harían del conflicto un problema mundial.
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Los Estados nacionales frenan el desarrollo, pero la unificación imperialista de Europa no funciona
¿Cómo se expresa políticamente la crisis en Europa? En este artículo nuestro colaborador explica las alianzas y la avanzada contrarrevolucionaria del tándem AlemaniaFrancia. Si quiere tener un mapa de los alineamientos, lea esta nota.
Osvaldo Regina Colaborador externo
En 1936, Trotsky consideraba que “La decadencia de Europa resulta justamente de que está fraccionada en cerca de 40 Estados casi nacionales que con sus aduanas, sus pasaportes, sus sistemas monetarios y sus ejércitos monstruosos al servicio del particularismo nacional han llegado a ser los más grandes obstáculos al desarrollo de la humanidad y de la civilización”.1 Este “gran obstáculo al desarrollo”, que se iniciara en 1944 recién derrotado el proyecto hitleriano de unificación manu militari, explica un nuevo camino, en principio pacífico y cooperativo, hacia la integración de los Estados nacionales europeos. A la fecha, la Unión Europea cuenta con un Consejo para ponerse de acuerdo, un Parlamento con voto directo pero que no legisla solo sino con el Consejo, una Comisión ejecutiva supragubernamental que administra y propone leyes y un Banco Central que maneja la moneda común, entre otros organismos que emplean en total a menos de 50 mil personas (muy poquitos aún). Como se ve, es muy lento el avance de la unidad europea hacia la superación capitalista de las pequeñas y retrógradas soberanías nacionales. El curso actual de unificación regional no resulta neutral para la lucha de clases. Su forma concreta es el consenso gubernamental europeo conservador “Merkozy”, esto es, bajo la conducción de Merkel secundada por Sarkozy. A fin de forzar un aumento a largo plazo de la productividad económica europea, mediante una reducción del gasto público con fines sociales y salariales, Alemania esgrime la perspectiva de no refinanciar a los deudores incobrables y provocarles una cesación de pagos y la exclusión de la zona Euro. Si la entente imperialista y antiobrera tuviera éxito manipulando la crisis bancaria a su favor para imponerse con estos puntos sobre los gobiernos de economías subdesarrolladas y contra la resistencia de
sus organizaciones obreras y populares, llegaría una segunda etapa de profunda “desregulación laboral” para arrasar con los derechos legales y convencionales acumulados por los trabajadores europeos al cabo de dos siglos de conquistas sociales. En lo inmediato, es inevitable la reacción popular y probablemente el fracaso del plan Merkozy. Dada la gravedad que revestiría la desaparición del Euro como moneda común a causa de la resistencia popular, los derechos políticos de las masas podrían verse amenazados por un desesperado embate represivo de sus propias clases políticas. Nada bueno puede salir del éxito de este plan de unificación para los explotados europeos. El panorama político europeo y en particular el de su izquierda no permiten imaginar un viraje del proceso actual hacia una integración fundada en el progreso económico general, la solidaridad social, la democracia y el respeto entre naciones. La integración pacífica europea, tanto como la americana del ALCA, serán
esencialmente inviables mientras que las empresas de sus Estados líderes, Alemania y EE.UU., pretendan sacar provecho económico de la unión en detrimento de sus vecinos pobres. Vox Populi, Horror Mercatus Et Senatus La decisión del gobierno “socialista” griego del 31 de octubre, por entonces a cargo de Papandreu, plebiscitando mediante voto popular el acuerdo con la banca y entre los gobiernos europeos además del correspondiente “ajuste” antipopular produjo la ira de los políticos y el pánico financiero. Al tercer día, el mismo Papandreu canceló la convocatoria, luego de garantizarse el voto opositor al ajuste en el Congreso. “Estupor, incomprensión, perplejidad. Las expresiones fueron pocas para calificar la consternación en la que quedó sumergida ayer la eurozona después de la inesperada propuesta del primer ministro griego,
Giorgios Papandreu, de convocar a un referéndum para aprobar el acuerdo sobre la deuda, concluido la semana pasada en la cumbre de Bruselas. Los mercados reflejaron esa nueva crisis de confianza con una violenta tormenta bursátil”, informaba La Nación. Le Monde contó que un funcionario próximo del presidente francés tradujo su indignación en cuanto a que “la actitud de Grecia es irracional y peligrosa” y el New York Times que varios diputados del partido de Papandreu rechazaron el plebiscito por miedo a que con su rechazo popular se perdiera la mayoría parlamentaria oficialista. Hubo insultos oficiosos, amenazas oficiales y fuertes bajas en las cotizaciones de las bolsas en todo el mundo hablan del espanto que produce a los políticos burgueses y al mercado que el populus tenga derecho a consentir o rechazar una política económica. El capitalismo puede ser compatible con la democracia parlamentaria (aunque cada vez está más subordinada al
ejecutivo) pero entra en pánico si el rumbo de la economía deja de ser privilegio de la minoría “calificada”. No importa tanto si esa minoría que acuerde o no con los financistas se reclama “socialista”. Entre pocos, casi todo tiene arreglo. Al respecto, hace más de un año El Aromo publicó que “La política económica actual de la UE no es sólo antiobrera sino también antidemocrática porque tanto los poderes ejecutivos como los legislativos carecen de mandato para formular planes de emergencia que, por incidir de manera sustancial en las condiciones de vida y trabajo de los ciudadanos, deberían ser sometidos a debate y a una consulta popular específica”2. La política económica debe ser debatida y aprobada por la gente, como derecho y como aprendizaje de una gestión colectiva. Contra todo prejuicio profesional (o Lasalleano), la izquierda y sus economistas podrían reclamar que los giros en la política económica deben ser explicitados y sometidos a la aprobación de las mayorías nacionales mediante el voto popular. Su justificación en el interés de los explotados está en función de sus intereses inmediatos y para “liberar a la economía de las cadenas de la propiedad privada y del Estado nacional y organizarla con un plan de conjunto en toda la superficie del globo”.3 Notas 1 Trotsky, León: La Revolución traicionada, disponible en www.marxists.org. 2 Regina, Osvaldo: Cruzada contra el salario en Europa y en EEUU: Desempleo duradero y crecimiento lento para rejuvenecer al capital, El Aromo, nº 56, 2010. 3 Trotsky, op. cit.
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Nuevos libros de Editorial Topía
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Del Temor a ser tocado Masa y subjetividad Cristián Sucksdorf
Un texto necesario para comprender una época que se construye en la ruptura del lazo social.
La subjetivada asediada Medicalización para domesticar al sujeto Enrique Carpintero (comp.)
La mujer y el sexo en la cultura occidental James O. Pelllicer
El autor indaga esa historia no oficial de las mujeres, para narrar lo no dicho ni pensado por la cultura occidental.
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Reseña del film El estudiante, de Santiago Mitre
Fierita y Doña Rosa
Federico Generat
Colaborador
Si una característica podemos otorgarle al cine argentino es su vasta producción en películas de carácter político. Más aún, el flamante cine kirchnerista se ocupa expresamente de incursionar en esta clase de problemas. Sin embargo, es poco común encontrar, dentro de este repertorio, películas sobre la vida universitaria argentina. El film de Santiago Mitre, joven director y guionista de películas como Carancho o Leonera, es una excepción a esta tendencia. Estrenada en el BAFICI 20111 y ganadora del premio especial del jurado, intenta reflejar en la pantalla grande ese costado que el cine argentino se rehusó a mirar. Este dato no es menor, teniendo en cuenta la intensa actividad política que trascurre al interior de las universidades argentinas y de los efectos que esta tiene en el plano político nacional. Para ver algún film que trate esta temática, hay que retrotraerse a Mirta, de Liniers a Estambul (1987). El estudiante relata la vida de Roque Spinoza (Esteban Lamothe) quien llega de un pueblo del interior de la Provincia de Buenos Aires a Capital Federal para cursar sus estudios universitarios. Dando sus primeros pasos dentro de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Roque se topa con un mundo distinto, que le parece ajeno a él: la política universitaria. Poco a poco, se irá entrando en ese universo por sus relaciones personales y no por un interés o una crisis de conciencia. Así, nuestro personaje terminará seduciendo a una profesora, la cual milita en una agrupación ficticia llamada “La Brecha”. Esta relación será la puerta para que nuestro personaje ingrese a la política. Acevedo (Ricardo Felix), cuadro de dirección de la agrupación, entablará una relación muy cercana con Roque, quien terminará siendo su mano derecha. Finalmente, Acevedo pacta con su competidor y traiciona a la agrupación en pos de su objetivo personal: ser rector de la universidad. En ese movimiento, deja a Roque expuesto como quien quiso negociar con el ministerio, cuando fue
el mismo Acevedo quien le ordenó que lo hiciera. Roque, al enterarse de dicha traición, lleva a las agrupaciones de izquierda información sobre los arreglos de Acevedo. Estas se indignan y llaman a tomar el rectorado. Ante la toma Acevedo, convoca a Roque en su auxilio. Roque le comenta que está alejado de la vida política, que está estudiando y que su mujer (la docente) está en CONICET. Acevedo le promete una secretaria a cambio de que ponga fin a la toma, a lo que Roque se niega, sin ninguna justificación. Allí culmina el relato. Escondidos Si bien sabemos que Santiago Mitre realizó trabajos de investigación, antes de rodar la película, se observan serios errores a la hora de describir la vida universitaria. En primer lugar, un docente nunca puede ser candidato a un centro de estudiantes, como propone el film. Sabemos que los estudiantes podrían dictar alguna clase como ayudantes, pero no en condición de titular de un práctico, como también aparece en el relato. Por último, no hay nada que impida que se desarrolle una relación amorosa entre una docente y un alumno, pero es un fenómeno no carente de conflictos lógicos. En cambio, aquí aparece naturalizado, como si ocurriera asiduamente. Los personajes nunca entran en crisis y sus cambios de conducta aparecen naturalmente. Roque no hace crisis con su pasado, ni con su carrera, ni con la agrupación. La película tampoco muestra las motivaciones de cada personaje. En particular, las de Roque. No sabemos por qué vino desde su pueblo natal, qué carrera cursa ni por qué decide entrar en política. Roque mismo tampoco reflexiona sobre lo que le pasó. Hacia el final, Roque mira la toma por televisión, cómodamente desde su cama, cuando se le ocurre extorsionar a Acevedo. Es decir, aparece ajeno al conflicto y, sin embargo, digitando todo. No sabemos nada sobre lo que piensa su agrupación (La Brecha), sus ideas ni sus pronunciamientos nacionales. Tampoco se nos explica quiénes son sus oponentes. La política aparece como una cáscara vacía.
Sexo, drogas y política La vida de Roque parece ser una vida completamente carece de sentido. No estudia ni se muestra interesado en lo que la facultad pueda ofrecerle intelectualmente. Preocupado por tener un techo y un lugar donde comer, hace una vida de parásito. Ahora bien, si nunca quiso ser un intelectual, ¿para qué eligió una carrera en Sociales?¿Para qué vino a Buenos Aires? Nunca lo sabremos... El mundo estudiantil es asimilado al universo lumpen. Los estudiantes parecen vivir de noche: beben, escuchan música, fuman marihuana y tienen sexo. Esa sería toda su vida. La facultad es, según esta mirada, un boliche: un centro de relaciones comerciales y antesala de encuentros sexuales. Esta mirada se contrapone a una realidad que indica que la mayoría de los estudiantes trabaja y estudia simultáneamente. Que existen adolescentes que vegetan en la facultad, es cierto. Que el director elige retratar ese aspecto como si fuera todo, también. Otro aspecto a remarcar es que la política universitaria aparece como algo pactado entre dirigentes, sin participación de los estudiantes, algo bastante llamativo de creer cuando durante el rodaje de la película la facultad se encontraba tomada y a travesando dos sucesos políticos de cierta magnitud: el asesinato de Mariano Ferreira y el fallecimiento de Néstor Kirchner. Si bien la izquierda predomina en el arco político universitario, aquí aparece como minoritaria. Está encarnada por un personaje (que no sabemos quién es): un estudiante impulsivo, agresivo e ignorante que discute sin tener la menor idea del tema de la clase y que, en otro momento, termina a los golpes con el profesor por una supuesta “traición” que nunca entendemos, porque se supone que nunca compartieron agrupación. Hacia el final, otra (¿o la misma?) organización de izquierda recibe una información sobre el pacto Acevedo-ministerio y van a tomar el rectorado. Es decir, se trata de gente que no sabe muy bien qué hacer y que, ante cualquier rumor organiza una toma, como si fuera
Hace unos meses, se estrenó, en pocas salas, la película que ganó el Festival de Cine Independiente. Un film que se mete de lleno en el problema de la política universitaria. Sin ayuda del Estado y sin la propaganda de las grandes cadenas, El estudiante, sin embargo, levantó críticas por todos lados. Aquí, le ofrecemos una reseña.
algo tan fácil. Las distintas posiciones políticas nunca quedan claras, y lo único que podemos interpretar, como espectadores, es que se trata de acuerdos poco claros, que encubren deshonestidades. En definitiva, la película de Mitre expresa, antes que la vida universitaria, una serie de prejuicios simplones sobre la misma, propios de Radio 10: los estudiantes son vagos que van a la facultad a levantarse mujeres, a drogarse y a hacer política para no trabajar. Los docentes se acuestan con los alumnos y en las aulas predominan los gritos y los golpes. Cualquier padre en la sala, sin vínculo con el mundo universitario, saldría convencido de vedarles a sus hijos el ingreso a la UBA. Por último, la política, según el film, aparece como algo sucio, de lo que habría que escapar. El estudiante no logra superar a su antecedente Mirta, de Liniers a Estambul, dirigida por Jorge Coscia y Guillermo Saura. En este film, se relata una joven estudiante de antropología en la Universidad de Buenos Aires. Durante el curso de sus estudios se enamora de un joven militante de la Juventud Peronista, con quien deberá exiliarse del país tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976. La película, si bien reproduce el clima de derrota, desarrolla muy bien cuales son las visiones del mundo de cada personaje, sus ambiciones, sus sueños, y por qué el exilio impactará de
manera tan diferente en cada personaje. Recordemos: el joven militante nunca podrá superar el dolor de dejar atrás sus sueños de militancia, como a sus seres queridos, mientras que Mirta logra reconstruir su vida burguesa en Estocolmo y, luego, en Estambul. Esta construcción de los personajes, como del medio en el cual se desarrollan, permiten al espectador tener una mirada panorámica a cerca de cómo estos conciben la vida. En cambio, la obra que estamos reseñando tiene una trama mucho más confusa y sus personajes son menos creíbles y complejos. Pareciera que el director debería haberle dado al guión y al trabajo con los actores algo más de tiempo y dedicación. Mostrar el miserable papel que juega el Ministerio de Educación no alcanza para calificar un film como una obra de arte. Lamentablemente, en esta ocasión, Santiago Mitre nos ofrece una obra más bien pobre y reaccionaria. Vale preguntarse, no obstante, por qué el cine argentino, que ha tomado los más variados temas, ha venido postergando tanto la producción de películas sobre el ambiente universitario. Una respuesta puede encontrarse, tal vez, en el hecho de que la izquierda tiene allí un peso más que importante y el kirchnerismo todavía no pudo hacer pie a pesar de ocho años de gobierno. Este fenómeno está a la espera de una obra digna de lo conseguido. Notas 1 Véase www.bafici.gob.ar/home11/ web/es/events/show/v/id/716.html
prohistoriaediciones@gmail.com 3 Laboratorio de Análisis Político
Un Estado a la
¿Qué función tienen los cárteles en la política mexicana? Lea esta nota y vea cómo, entre sicarios y violencia, se imprime un proceso de descomposición de las relaciones políticas en México.
Los cárteles y la política en México
Jaime Ortega Colaborador-México
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Las cifras más conservadoras de la cantidad de personas muertas por la “guerra” que sostiene el Estado mexicano contra el narcotráfico rondan entre 45 y 50 mil muertos en tan sólo 5 años. Militares, narcotraficantes, sicarios, recientemente también presidentes municipales y sobre todo civiles, han muerto en la implementación de mecanismos de la Doctrina de Seguridad Ciudadana, cuya base es la militarización del “combate al narcotráfico”. Formas de enfrentar a los cárteles de la droga que el actual gobierno mexicano, encabezado por Felipe Calderón, inició en 2007. Desde entonces la constante militarización de la vida social en México ha modificado la correlación de fuerzas entre los grupos y partidos políticos que existía hasta 2006. El Estado mexicano, en su conjunto, se ha visto rebasado por la llamada “guerra”, al tener que enfrentar a un enemigo difuso, con un fuerte implante social y, sobre todo, por la infiltración de los cárteles en las estructuras del Estado, que se ha visto reflejada en la desbandada de oficiales y soldados rasos que pasan del ejército a engrosar las filas de los grupos de sicarios. Por su parte, los cárteles de la droga no sólo enfrentan al Estado mexicano y su estrategia de militarización. Además han entablado una cruenta disputa entre ellos mismos, luchando por las rutas tanto de tránsito como de producción/consumo de la droga, teniendo que echar mano de otros mecanismos que permitan su afianzamiento operativo, llegando a lo más profundo de la sociedad ahí en donde existen las condiciones más optimas para ello. Los cárteles de la droga son empresas capitalistas de lo más anómalas. No sólo contratan a la fuerza de trabajo excedentaria que ha decidido no migrar, disponiendo de ella en cualquiera de los momentos de su funcionamiento como capital, ya sea en la producción o en la circulación, sino que su estatuto extra legal ha obligado que parte de esa fuerza de trabajo, compuesta por Laboratorio de Análisis Político
hombres muy jóvenes, sea utilizada en forma de sicariato. Dichos jóvenes, vueltos sicarios enfrentan tanto a otros rivales como a las fuerzas del Estado. Además de ello y de forma alarmante, los cárteles han venido a ocupar espacios sociales de los cuales el Estado se retiró desde hace tiempo. No sólo aprovechando la fuerza de trabajo disponible, principalmente en el campo o en los barrios más pobres de las ciudades, sino además invirtiendo “socialmente” en obras de infraestructura que benefician a comunidades apartadas, ahí en donde el Estado no sólo no llega, sino que tampoco le interesa hacerlo. Con el tiempo, fue elaborándose una versión idílica de los cárteles: ellos construyen escuelas e iglesias, remodelan plazas y parques, permiten una distribución de la riqueza social, incluso de habla de una “cultura” que se expresaría en corridos populares, novelas, o construcción de figuras religiosas asociadas a ellos. Esta visión pseudo románticas omite la violencia contrarrevolucionaria que se establece en los espacios que domina: ahí es imposible levantar una política alternativa al capitalismo o pensar en re-ordenar el desastre en el que está sumido el campo mexicano, que empezó claramente con la firma del Tratado de Libre Comercio en 1994. En donde los cárteles gobiernan es difícil la militancia política revolucionaria y la acción independiente de las masas. Sin embargo, en los últimos tiempos, al menos los de éste sexenio, ha recrudecido no sólo los grados de violencia con los cuales los cárteles se manejan cotidianamente, sino también su influencia política. El Estado mexicano no sólo ha sido incapaz de desarticularlos, sino que en espacios locales ha sido ese aparato estatal el que ha entrado en decadencia y desarticulación, mostrándose claramente la penetración de las bandas. A diferencia de Colombia, en donde decenas de diputados y senadores respondían directamente a tal o cual grupo mafioso, en México la forma de operar es distinta, aunque también se han
dado casos, más bien aislados, de esta situación. Sobre la creciente influencia política de los cárteles tenemos el caso más evidente ocurrido en las últimas elecciones previas a las presidenciales del 2012. Durante las elecciones locales de la provincia sureña de Michoacán comenzaron las más serias acusaciones y documentación de la influencia de los cárteles en la política. El victorioso candidato del PRI fue acusado por sus adversarios del PAN y el PRD de haber contado con el apoyo de estos grupos. La documentación más sobresaliente es la publicación de transcripciones de grabaciones en donde supuestos líderes de las mafias ordenaban a otros a coaccionar a los habitantes de Tuzantla (en Michoacán) a votar por el candidato del PRI. En las transcripciones de las grabaciones, se lee que el candidato del PRD, en la misma elección, era apoyado por un cártel rival. El grupo que apoyaba al candidato del PRI había recomendado amenazas a la población con que “se les quemará la casa con todo y familia.” Ya antes, esta provincia mexicana había sido escenario de otras señales de la influencia de los carteles sobre la política. No hace mucho Julio César Godoy Toscano diputado afiliado al PRD y medio hermano del gobernador de Michoacán, el también perredista Leonely Godoy,
fue señalado como parte de un cártel. Michoacán es sólo un caso, quizá paradigmático, de lo que se perfila el próximo año. ¿Hay una cartelización de la política en México? Ante esta pregunta, tendríamos que dar dos respuestas. Primero: hay una presencia mayor en toda la política estatal y de los partidos políticos a partir de que Calderón asumió la presidencia y declaró la “guerra” a dichos cárteles, iniciando un proceso de militarización del conjunto de instituciones de seguridad. Éste es un hecho político decisivo para el estado actual de la correlación de fuerzas, pues permitió el desprestigio rápido y creciente del gobierno del PAN y apuntaló a una oposición más negociadora con los cárteles como lo es el PRI. No es casual que sea en éste periodo donde el PRI ganará más gobernaturas estatales. Segundo: en los últimos comicios empezó a señalarse de manera más clara la interferencia de los diversos cárteles a favor de candidatos, particularmente a gobiernos locales (alcaldías), puesto que la política en éste nivel es más oscura, tiene menos atención por parte de los medios de comunicación y los fraudes se practican regularmente desde hace más de 80 años. A esta nueva forma de influencia política, donde los cárteles financian pequeñas campañas o promueven de forma violenta a tal
o cual candidato, es a lo que más se teme el próximo año. Es incierto aún saber si se aplicará éste mismo mecanismo a una elección tan vigilada y con tanta atención como la presidencial, pero lo cierto es que ya ha ocurrido. Los cárteles más poderosos han tenido, hasta ahora, una mayor inclinación en negociar y apoyar al PRI, sin embargo estas alianzas no pueden ser decretadas como duraderas. El Estado mexicano está desmoronándose por la falta de posibilidad de establecer su autoridad y las tensiones políticas que buscan un recambio alternativo a los gobierno del PAN de Calderón. Con la creciente presencia de los cárteles en la política electoral el futuro en éste renglón es incierto, aunque lo que está claro es que el tipo de violencia que imprimen sobre el conjunto de la sociedad es abiertamente contrarrevolucionario: impiden la organización social e implantan una ideología conservadora que busca la obtención de dinero fácil y a toda costa, aún la vida. El Estado pierde territorios y autoridad frente a empresas capitalistas anómalas. Pero, como capitalistas, los sicarios también quieren decidir sobre las leyes y reglas, de ahí la búsqueda por la influencia política directa. Asistimos, entonces, a un proceso descomposición de las relaciones políticas y sociales, que en algunas regiones aparece en forma más avanzada que en otras. El Estado va perdiendo su capacidad de coacción, la que se reconstruye por medios paraestatales. Por un lado, se observa una descomposición de la política burguesa. Por el otro, los intentos de disolver los lazos sociales que unen a los trabajadores entre sí. La recomposición de estos lazos y la defensa física de las organizaciones obreras aparecen como la tarea más urgente de la revolución en México.
La lucha de los cartoneros del Tren Blanco y el Argentinazo
Un tren Nicolás Villanova TES - CEICS
los pasajeros tuviesen el pago del abono al día. Cabe destacar que la mayoría de los delegados eran mujeres que habían sido manzaneras. Además de Quinteros, otra de las encargadas era Gabina Argañaraz, quien también fue manzanera y percibía el Plan Barrios Bonaerenses por un monto de 450 pesos, que posteriormente fue reducido a 250 pesos. Con la crisis, en 1998, tuvo que dedicarse al cartoneo.2 Como vemos, con anterioridad a la insurrección del 2001, los cartoneros de J. L. Suárez se organizaron y movilizaron para obtener un medio de transporte exclusivo que los trasladara hasta el centro porteño. Al igual que el crecimiento del movimiento piquetero, el desarrollo organizativo de los cartoneros del Tren Blanco fue paralelo a la crisis del asistencialismo duhaldista, cuya expresión fue la debacle de la estructura de las manzaneras. Ante esa ruptura, ciertos dirigentes se volcaron a movimientos que actuaron con una creciente independencia de clase.3 El protagonismo femenino dentro del activismo cartonero es otra de las coincidencias con el movimiento piquetero. Piquete y cacerola Luego de la insurrección de diciembre de 2001, los cartoneros provenientes de J. L. Suárez unificaron su lucha con los recuperadores procedentes del ramal Tigre para obtener un tren exclusivo. Ambos grupos, a su vez, estrecharon vínculos con las asambleas populares con quienes protagonizaron varias acciones por diferentes reclamos. Por ejemplo, en el mes de agosto de 2002, los cartoneros del ramal Mitre con destino a Tigre cortaron en reiteradas oportunidades las vías a la altura de la estación Victoria para obtener un tren propio. Junto a ellos estuvieron presentes los recuperadores de J. L. Suárez, el Polo Obrero y asambleas populares. En una de esas acciones llegaron a manifestarse cerca de mil personas, con cortes de hasta 7 horas. Finalmente, los cartoneros del ramal a Tigre obtuvieron su Tren Blanco. Durante el mismo mes, los recuperadores de J. L. Suárez efectuaron otras medidas de fuerza por
una mejora en el servicio, modificaciones en el horario de trenes y que el ferrocarril restableciera su parada en la estación Carranza. Todas estas acciones contaron con la participación activa de las asambleas. A partir del año 2002, surgieron varios ramales con servicio especial para cartoneros, los ya existentes se incrementaron y se crearon otros que no fueron exclusivos pero garantizaban entre 2 y 4 vagones para los cartoneros (ex ramal Roca con destino a F. Varela y Korn). Dentro de los exclusivos (ex Sarmiento, Mitre y San Martín) hubo entre 2 y 8 servicios diarios. De todos estos, el único que hoy se mantiene vigente es el tren cartonero del ramal de la ex línea San Martín. Por su parte, el empadronamiento de recuperadores realizado durante el año 2003 registró un total de 4.784 cartoneros que volvían a sus casas en tren, cifra que representaba el 77% del total de los residentes en el conurbano bonaerense. La alianza entre cartoneros y asambleas de Capital Federal se formalizó a partir de la creación de una Comisión de Vecinos y Cartoneros. Esta comisión surgió como idea durante la realización de la Asamblea Inter-barrial en Parque Centenario y se efectivizó luego de su ruptura y la conformación de la Inter-barrial de Asambleas Autónomas.4 Dicha comisión estuvo a cargo de Alejandro Tiscornia, miembro de la Asamblea de Saavedra, y compuesta por otras
Nada sucede en vano Las jornadas del 19 y 20 de diciembre dejaron su enseñanza para el conjunto de los cartoneros. Para satisfacer demandas sólo existe un método: el piquete y la organización. A su vez, dieron lugar a
la constitución de un movimiento cartonero independiente y una alianza con la pequeña burguesía, corporizada en las asambleas populares. Ese activismo cartonero creció en un contexto de articulación del Movimiento Piquetero. Incluso, los recuperadores participaron en acciones convocadas por organizaciones piqueteras como el Polo Obrero, el MIJD y CCC durante el 2002. En ellas incorporaron reclamos específicos de su actividad dentro de otras consignas más generales, como por ejemplo, pases libres para el tren y permiso para cartonear con carros tirados por caballos. No obstante, después de 2002 el movimiento cartonero entró en un proceso de reflujo, al igual que el proceso más general de luchas, que luego se acentuó a partir de 2008 con la cooptación de los recuperadores vinculados con las cooperativas y el cierre del tren blanco. Notas 1 Entrevista a Lidia Quinteros el 15/10/2011. 2 Entrevista a Gabina Argañaraz el 15/09/2011. 3 Ver, Oviedo, Luis: Una historia del movimiento piquetero. De las primeras Coordinadoras al Argentinazo, Ediciones Rumbos, 2da ed., Buenos Aires, 2004. 4 La Inter-barrial de Asambleas Populares en Parque Centenario se constituyó el 13/01/2002 y funcionó durante todo ese año. 5 Entrevista a Alejandro Tiscornia el 22/10/2011. Tiscornia menciona que sus compañeros delegaron ese cargo en él puesto que conocía el fenómeno de los cartoneros a partir de una serie de notas y entrevistas realizadas a los mismos cartoneros provenientes del Tren Blanco.
Convocatoria El Taller de Estudios Sociales nace para investigar la estructura social argentina. Su finalidad, el estudio de la clase obrera ocupada y desocupada. Buscamos desarrollar una visión del conjunto de la clase y sus condiciones de vida. El trabajo infantil, la clase obrera rural, las migraciones internas y externas, condiciones de vivienda y salud, son sólo algunos de los problemas a estudiar. Este proyecto sólo puede ser resultado del trabajo colectivo por eso el CEICS convoca a sociólogos, historiadores, trabajadores sociales y a toda persona interesada a sumarse a este equipo de trabajo.
Taller de Estudios Sociales
La actividad cartonera mostró sus primeros síntomas de crecimiento sostenido en la década de 1990, sobre todo en las localidades más pauperizadas del conurbano bonaerense. En este sentido, no es casual que la mayor cantidad de cartoneros que recolectan en la ciudad porteña provengan de esos ámbitos. El principal medio de transporte utilizado para llegar a su lugar de trabajo es el tren. Los primeros en obtener un servicio exclusivo de trenes fueron los cartoneros provenientes de la localidad de José León Suárez. Desde principios de la década de 1990, un grupo de aproximadamente 15 personas subía a los furgones comunes de trenes para trasladarse con sus carros. Como eran pocos, en algunos servicios les permitían subir, sobre todo en horarios donde no viajaban muchos pasajeros. No obstante, dependía en gran medida de la buena voluntad de los guardas. Entre 1995 y 1996, los carros ya sumaban 100. Allí comenzaron los problemas con TBA. La empresa intentó clausurar el traslado de carros en más de una oportunidad. Por su parte, los cartoneros eligieron una delegada, Lidia Quinteros, para que intermediara en las negociaciones con TBA. El primer acuerdo fue subir en tandas de 20 personas en tanto los furgones estuvieran vacíos, previo pago del boleto. La concesionaria intentó impedir nuevamente el traslado de carros cuando éstos ya sumaban más de 150. A partir de 1997, los cartoneros decidieron ejercer medidas de acción directa. El primer corte de vía fue en la estación de J. L. Suárez, mientras que los posteriores fueron en estaciones ubicadas en la ciudad porteña. La cantidad de manifestantes eran entre 200 y 250 personas. Luego de los cortes, en 1999, los cartoneros negociaron con la empresa y obtuvieron un tren exclusivo para ellos. La empresa les garantizó un total de 250 abonos fijos por mes. Ese mismo año, TBA tuvo que aumentar el cupo a 750 abonos, así como también, la cantidad de servicios.1 De todos los trenes cartoneros, el ramal con mayor organización fue el proveniente de J. L. Suárez con una estructura jerárquica. Antes de obtener el servicio exclusivo, los barrios de Cárcova e Independencia tenían su delegado. A partir de la existencia del Tren Blanco, cada estación tenía su representante, cuya tarea consistía en garantizar que todos los cartoneros estuvieran subidos al tren antes que éste se pusiera en marcha, impedir problemas en las estaciones y prohibir la permanencia de niños menores de 15 años en el transporte. Esta última función se efectivizó una vez que los cartoneros de J. L. Suárez lograron que el Municipio de San Martín incorporara una guardería y comedor para sus hijos en el barrio Cárcova, con posterioridad al 2001. Los delegados también eran los encargados de certificar que todos
personas provenientes de las asambleas de Colegiales, Palermo, Belgrano, Villa Urquiza y Villa Pueyrredón.5 A su vez, este vínculo tuvo su expresión en las ollas populares en diferentes barrios de la ciudad, como por ejemplo en Barrio Norte, Belgrano, San Telmo, Once, Congreso y Colegiales. También hubo grupos de cartoneros vinculados con asambleas del conurbano bonaerense, como fue la experiencia de la Asamblea de Vicente López, cuyos miembros organizaron un merendero en la estación de Olivos para recuperadores que viajaban en el tren con destino a Tigre. Uno de los resultados de este vínculo fue la implementación de un plan de vacunación antitetánica para cartoneros impulsado por la Asamblea de Colegiales en septiembre de 2002. Otra conquista, de la que también participaron cooperativas y cartoneros de otros ramales, fue la Ley 992 que permitió la actividad del cirujeo luego de haber estado prohibida desde 1977. Antes de la ley 992, los cartoneros sufrían la persecución policial en forma cotidiana, que derivaba en el cobro de multas o incluso el encarcelamiento. No se trataba solo de hechos aislados, sino que hay casos que dan cuenta de la complicidad de la policía y la empresa concesionaria de ferrocarriles. En tres ocasiones los cartoneros subieron al tren en J. L. Suárez, fueron trasladados sin parar hasta Retiro, donde los esperaba el personal policial. Como sostuvo la delegada Lidia Quinteros, fueron “presos por vagancia” a la comisaría. Como vemos, el 2001 sentó las bases para la unificación de reclamos de grupos de cartoneros procedentes de diferentes localidades, así como también, para el establecimiento de una alianza con las asambleas. La incorporación masiva de trenes cartoneros y el permiso de la actividad fueron sin duda logros del proceso más general de movilizaciones.
Nada se obtiene sin lucha, ni siquiera la posibilidad de subirse a un tren para poder llegar a Buenos Aires a cartonear. Vea cómo las principales conquistas de los cartoneros se consiguieron en tiempos del Argentinazo, siguiendo los métodos piqueteros.
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Sobreexplotación de trabajadores bolivianos en Argentina
Altiplano
abismo
Julia Egan TES - CEICS
La población boliviana en Argentina alcanza aproximadamente las 350 mil personas, constituyendo el grupo migratorio más importante después del paraguayo. Los trabajadores del altiplano llegan a nuestro país en busca de mejores salarios que les permitan poder ayudar al resto de la familia y esperando volver con una mejor situación económica. Sin embargo, y a pesar de las peores condiciones de trabajo que imperan en el país vecino, la burguesía argentina (de origen porteño o boliviano) no suele cumplir con las expectativas de progreso que portan los obreros migrantes. Para el año 2003, sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires, residían aproximadamente 64 mil bolivianos mayores de 14 años, de los cuales 29.202 se ocupaban en actividades terciarias (excluyendo el servicio doméstico),14.576 en actividades manufactureras, 11.500 en la construcción y 7.764 en servicio doméstico.1 Como veremos, la única perspectiva posible para ellos es la sobreexplotación “criolla”, pero también “paisana”.
Obreros bolivianos, argentinos
Taller de Estudios Sociales
Mucha tela por cortar…
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Se estima que anualmente, las remesas enviadas desde talleres bolivianos hacia Bolivia alcanzan los 700 millones de dólares, cifra que explicaría aproximadamente el 20% del PBI del país andino.2 Esto da cuenta, en parte, de la importante presencia de la colectividad boliviana en la actividad local. Sin embargo, hay que discernir entre quienes son obreros (cuyo único medio de vida es la venta de su fuerza de trabajo en las fábricas o talleres) y los dueños de los talleres, quienes proveen a los costureros de sus medios de trabajo. En Argentina, el rubro de la confección presenta una tasa de empleo no registrado cercano al 40% (515 mil trabajadores), explicando el 13,8% del empleo no registrado para la rama manufacturera. Sin embargo, en 2008 el actual presidente de la UIA, Ignacio de Mendiguren afirmó frente al ex Ministro de Economía, Martín Losteau, que la cifra alcanzaba al 78% de los trabajadores del sector.3 Se estima que en la Ciudad de Buenos Aires hay cinco mil talleres, mientas que a nivel nacional se encuentran registrados tan sólo dos mil. De acuerdo con esto, entre el 80% y el 90% del trabajo se realiza en talleres clandestinos. Partiendo de esta base, observamos que la fragilidad de las condiciones de trabajo se extiende a otras problemáticas. Según un trabajador que entrevistamos, la jornada de trabajo supera ampliamente la legal, alcanzando las 13 horas diarias. Todo “depende (de) como te desenvuelves en el trabajo, porque si eres rápido tienes más producción y de acuerdo con eso te pagan más”.4 Esto sucede porque los costureros se ven presionados por la presencia del
¿Qué les depara nuestro país a los trabajadores bolivianos? ¿En qué condiciones trabajan? Este artículo le describirá el infierno que recorren los compañeros para ganarse unos pesos. Incluso, poniendo en juego su salud. Si todavía guarda prejuicios a nuestros hermanos de clase, lea esta nota.
pago a destajo, que los obliga a continuar su labor en la máquina para poder alcanzar un mejor salario. La calidad del ingreso, por su parte, es paupérrima. En general, el costurero comienza a trabajar con la tela ya cortada, la que es provista por el cliente al cual el tallerista le vende el producto final. El pago por pieza depende del tipo de costura que se realice. Por ejemplo, para un overlockista el pago es de 0,30 y 0,40 pesos por prendas ligeras (musculosas y remeras, respectivamente) y llega a producir aproximadamente 500 por día. Esto depende del grado de detalle de las prendas, ya que las más elaboradas toman más tiempo y en consecuencia se pagan alrededor de 0,50 pesos por pieza. Para el caso de los rectictas, que se dedican a hacer uniones, el pago es por porcentaje, porque no se realiza una prenda completa. Se paga, como mucho, el 10% de la prenda finalizada (0,03 pesos). Por estas mismas prendas, el dueño del taller suele cobrar tres pesos. A esto se suma que el pago suele retrasarse debido a que los dueños de los negocios y los grandes talleres pagan a contraentrega y en general demoran unos días, por lo cual los costureros deben esperar a que los locales a los que provee su patrón realicen el pago. Por otra parte, los costureros suelen colaborar en el armado de los paquetes para la entrega, sumando otra labor por la cual no se les paga. A pesar de las condiciones desfavorables de los trabajadores no registrados, los que están en blanco no se encuentran en una mejor posición, ya que afirman que, aun trabajando en grandes fábricas e incorporando premios, no llegan a reunir 1500 pesos mensuales.5 Actualmente, el
convenio firmado por el Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA) estipula para la categoría “Medio Oficial de Costura” (costurero capaz de manejar una máquina para la realización de remeras o chombas, entre otras) una remuneración diaria de 97,65 pesos, que apenas permite alcanzar un salario bruto de 1900 pesos, al cual hay que restarle los correspondientes aportes. Vale aclarar que este monto se encuentra muy por debajo del salario mínimo, vital y móvil, estipulado en 2300 pesos. Sin embargo, los salarios de la actividad son tan bajos que en el propio convenio firmado este año lo blanquea, al establecer que “cualquiera fueran los valores resultantes del presente convenio por aplicación de sus escalas salariales”, la remuneración no podrá ser inferior al mínimo establecido.6 Los productos elaborados en los talleres tienen como destino habitual los negocios de la calle Avellaneda en el barrio de Flores o ferias como La Salada. En general, los negocios tienen talleres propios donde emplean unos pocos trabajadores en blanco para encubrir el origen clandestino de la ropa que venden. Allí se elaboran los productos más sencillos mientras que en los talleres de trabajadores bolivianos se realizan los más elaborados. Por otra parte, entre los mismos talleres ilegales se genera una alta competencia para acaparar clientes y, debido a esto, muchas veces se aceptan precios irrisorios. La mayor parte de ellos está emplazado en las villas 1-1114, la 20, la 21 de Parque Patricios, la 31 de Retiro y Ciudad Oculta.7 Según el entrevistado, dentro de Capital Federal, los talleres que
proveen a La Salada se ubican cercanos a la villa Cildañez, en Parque Avellaneda. En ellos, se incluye en el proceso la tarea del cortado de tela, incorporando nuevas tareas al proceso de trabajo. Por otra parte, los costureros bolivianos se encuentran crecientemente expuestos a una enfermedad característica de las condiciones de vida de principios de siglo XX: la tuberculosis. Sumada a las frecuentes anemias, la tuberculosis se ha vuelto un cuadro usual en estos trabajadores debido a las condiciones de hacinamiento, malnutrición, falta de acceso a los servicios de salud y las condiciones sanitarias de los barrios donde viven. Según los especialistas, en algunos barrios de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires las tasas son comparables con algunas regiones de África. Durante 2008, se atendieron 2.155 enfermos en la Red de Tuberculosis del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de los cuales 1.089 vivían en la Ciudad y de ellos el 37% correspondía al área de influencia del Hospital Piñeiro. Esta abarca 35 kilómetros cuadrados que equivalen a un quinto de la superficie de la Ciudad y corresponden a los distritos de Flores, Floresta, Villa Soldati, y parte de Villa Luro y Lugano, barrios donde suelen emplazarse los talleres clandestinos. Se estima que allí 141 personas de cada 100 mil habitantes padecen tuberculosis, mientras que en 1999 la tasa alcanzaba a 33 personas por cien mil habitantes, cuatro veces menos que en la actualidad. Otra enfermedad que comienza a propagarse es la silicosis, que provoca el endurecimiento de los pulmones y está asociada al tratamiento que reciben los jeans.8
obreros
Esta situación es posible en la medida en que la explotación capitalista se intensifica continuamente. En particular, los obreros bolivianos que trabajan en nuestro país aparecen como una masa disponible para ser explotada en condiciones peores a las que rigen normalmente, ya que conforman aquella fracción de la clase que hemos caracterizado como población sobrante para el capital. A esta determinación, se suma la falta de organización corporativa y política de estos trabajadores. En general, se ha privilegiado la formación de agrupaciones en torno al carácter étnico o nacional, generando falsas divisiones al interior de la clase obrera, en detrimento de la determinación de mayor jerarquía: la pertenencia de clase. Este obstáculo se ve profundizado por la presencia del trabajo a domicilio, que históricamente dificultó la organización sindical y el control del proceso de trabajo, aunque no la impidió, como lo comprueba la lucha de los mismos obreros de la confección y del calzado a inicios del siglo XX.9 Por lo tanto, la tarea que se plantea es la organización de estos obreros junto con sus pares argentinos y la lucha contra el nacionalismo que, difundiendo la cooperación entre clases, representa la ideología burguesa en el seno de los trabajadores. Notas 1 Población limítrofe de 14 años y más ocupada por rama de actividad agrupada. Jurisdicciones seleccionadas. Años 2002- 2003. INDEC. 2 D’ Ovidio, María y otros: “Quién es quién en la cadena de valor del sector de indumentaria textil”. Documento Fundación El Otro, Oxfam, Holanda, Mayo de 2007, p. 38. 3 Véase http://parlamentario.com/ noticia-13177.html. 4 Entrevista realizada a José, en poder de la autora. 5 Noticias Urbanas, 26/2/2011, www.noticiasurbanas.com.ar 6 Convenio Colectivo de Trabajo CCT 626/11 7 Véase www.comunidadboliviana. com.ar. 8 BAE, 10/4/2011. 9 Ver Pascucci, Silvina: Costureras, monjas y anarquistas. Trabajo femenino, Iglesia y lucha de clases en la industria del vestido (Bs. As. 18901940), Ediciones ryr, Buenos Aires, 2007.
genial “conducir es conducir”. ¿Quién conduce? El que dice vamos para allá y se va para allá, esa la discusión con la izquierda sobre la conducción de Perón. Perón decía, interpretaba el movimiento y decía “vamos para allá”. Perón en parte lo dirigía y en parte lo interpretaba. En cambio la izquierda decía “vamos para allá” y no iban para allá. Esa era la discusión. Cuando uno piensa en Montoneros no aparece el problema de la expropiación de la propiedad privada...
“hipótesis de guerra” (año 1974). La hipótesis de lucha en todo el país, provincia por provincia, que era en qué sectores sociales nos íbamos a apoyar provincia por provincia y cuáles eran los sectores sociales enemigos. Eso se tenía que verificar. Y a partir de ahí empezar a construir con los sectores amigos.
criticado. Pero es un tema clave, la doble política militar. No estábamos locos, simplemente pensamos que era una táctica apta para el futuro y no nos queríamos desarmar. Y no porque tuviéramos muchos fierros, sino en función simbólica, si nos desarmábamos, desarmábamos al pueblo. Le estábamos diciendo “ya está”.
Cuando ustedes no eran esa fuerza, 19701971 ¿cómo los formaban?
Cuando uno ve Montoneros uno piensa en 200 mil, 500 mil personas.
No era tan sencillo. Yo estaba primero en el norte Santa Fe. ¿Con quién te ibas a organizar? Con los laburantes. Cuando estaba ahí, apareció un suboficial, un manco que le habían arrancado un brazo en los bombardeos el 16 de julio. Nos encontramos con otros compañeros y fuimos al campo. Estábamos con el tema de la guerrilla rural. Allí había empleados, maestros rurales, estudiantes, un par de curas, obreros. Eso era natural con lo que teníamos que construir, tenias que construir con sectores del pueblo.
No, todos esos compañeros adherían a Montoneros, pero no estaban orgánicamente integrados.
¿No había una escuela de cuadros en el sentido más clásico? No, eso pasó después de 1973. Hasta 1973, la formación de ese tipo era limitada, nada más se le daba formación a compañeros que se incorporaban para que aprendiesen a tirar, a desarmar un arma, cosas elementales. Después de 1973, se hicieron cursos masivos en San Luis de 100 compañeros. Preparamos el manual, estuvimos un mes instruyendo. Este cambio tiene que ver con una discusión que se da hoy todavía. Desde 1965 a 1973 hubo una guerra política social, a veces militar. No tengo ninguna duda: la llamábamos guerra. Lo era como un enfrentamiento social calificado. Como lo fue el de 1976. ¿El cambio en la definición de la guerra que se ve hacia 1973, tiene que ver con la autocrítica que llevó a incorporarse a las elecciones? Claro, como concepto integral. Tiene que ver con aquello día que dije que, a partir de 1972, con el retorno de Perón, empezamos a cambiar la idea de la destrucción del ejercito, por un enfrentamiento de tipo insurreccional. Se lo pensaba en ese momento, en el ’72 ustedes están pensando “guerra” en términos literales. Sí, estábamos pensando en una construcción política que tenía que terminar en un enfrentamiento militar abierto. Estábamos pensando en el caso cubano. Desde 1972 en adelante empezamos a pensar de otra manera, con la experiencia que se venían las elecciones y qué había que hacer ahí. Y aquí una cosa que es muy interesante es el tema de la doble política militar a partir del triunfo electoral de 1973. No nos desarmamos y teníamos acciones comunes con el comando del ejército. Eso es un tema muy interesante, muy poco entendido, muy poco explicado y muy
¿Había diferencia importante entre adhesión y las otras formas? Claro, eran compañeros que militaban en las agrupaciones, eran simpatizantes o algo por el estilo, pero no orgánicos. Ahora, todos los compañeros orgánicos de las agrupaciones que además tenían responsabilidad de conducción sí formaban parte orgánica de Montoneros. Orgánicamente, contando las direcciones de las organizaciones y lo que sería hasta aspirantes, seríamos unos 15 mil compañeros.
centenares de compañeros que recibieron instrucción justamente con esa dirección. ¿A qué se referían con la “patria socialista”? Lo que pasa es que hubo un periodo bastante largo en donde nosotros tratamos de evitar la contraposición “patria peronista”-“patria socialista”, por la situación interna del peronismo. Tratamos de que eso se fuera dilatando en el tiempo, no plantearlo como una cuestión previa a que pasara. Que se fuera dando el debate. Teníamos una fuerte raíz en la historia del peronismo y esto era la patria peronista. Su contenido de clase uno lo puede llamar que eso llevaba al socialismo, era como ir develando, sacando lentamente las cosas como para que no realizara un shock negativo en el conjunto de los compañeros. No era cambiar el pensamiento ni tampoco tergiversarlo. Para nosotros sigue siendo aquel peronismo apuntaba a una construcción socialista, que quedó frustrado, por el sector social en el que estaba apoyado, por el sujeto social que lo sostenía. Todo lo que no queríamos era plantear el objetivo final, sino ir recorriendo los caminos que la conciencia del pueblo iba incorporando. Esa era la idea de fondo.
¿Pero el aspirante no tenia practica militar? Sí, alguna práctica sí. Por ejemplo, hacíamos lo que fueron las famosas “miliciadas”. Hubo una grande en 1974 y creo que otra en 1975. Cientos de compañeros en una zona con bombas de estruendos, panfleteras, de todo. Inundábamos la zona para colapsarla. La policía no sabía para qué lado agarrar, porque quedaba cerrada, las comisarias quedaban como cerradas, se armaba de un despelote. ¿Entonces todo quedaba supeditado a la concepción de ejército popular? Claro, eso lo hacían milicianos básicamente, con la conducción de algunos compañeros combatientes de Montoneros. Eso era una práctica para inundar el territorio y hacerlo colapsar. Para demostrarle al sistema represivo que no estaban tan cómodos. Eso se hizo varias veces. Como operación era muy complicada. Una se hizo en Cabildo y Monroe. Fue caótico. Fue en 1975 y duró 1 hora. ¿Cómo conciliaban el aspecto “miliciano” con el de comando militar? Procurábamos compensar las dos cosas. En los conflictos sindicales interveníamos con algunas operaciones comandos y con alguna miliciada. De las dos formas interveníamos para apoyar un conflicto sindical, por ejemplo. Operación comando, golpeando algún directivo, y operación miliciana, panfleteando la zona, con megáfonos. La idea nuestra era que eso se articulaba en el momento crítico que es el hecho insurreccional. Esa idea la restablecimos en los inicios de los ‘80. Eso lo mantuvimos hasta 1982. Lo hicimos con
Siguiendo con las discusiones con la izquierda, las FAR planteaban no tiene que haber intervención de la vanguardia, a diferencia de lo que plantea la tradición socialista. Ahí está la famosa discusión donde la clave la tiene una palabra. En una reunión de dirección se pronuncio la palabra “dotar” y se armo un despelote. Como si alguien de afuera dota a la clase obrera. Nadie dota de nada. El proceso existe, uno se incorpora al proceso y va procurando direccionarlo, llevarlo acompañarlo, retroceder con él y no dotarlo. Cuando dota algo es porque está fuera de algo y trata de ponerlo. Esto tiene que ver con la vanguardia, llegamos a una frase
En el programa del ’73, nosotros levantamos un programa de frente nacional. El programa del ‘73 es un programa de clases de alianza con la pequeña burguesía. Lo sostuvimos, lo mantuvimos, esa era la idea. Eso era un programa electoral. Después vienen los problemas con el fracaso del programa del ’73. Que fue una última instancia de acuerdo con sectores de la burguesía nacional. La perspectiva de la sociedad argentina, en los últimos momentos, estaba asentada la posibilidad de un acuerdo en torno a un frente nacional, con acuerdos con la burguesía nacional. Eso fue el gobierno de ’73 y yo creo y Gelbard era expresión de eso. Después terminó mostrando su inviabilidad en esa instancia. Obviamente, si se va a una alianza con la burguesía no se va a plantear su expropiación. Hay que ver el momento en el que se está hablando. Si estamos hablando durante el ’73, no vamos a colocar el eje de la expropiación. Ya teníamos demasiados problemas. Lo teníamos en la agenda del día siguiente. Sí planteábamos el tema del monopolio estatal sobre el comercio exterior, etc. Lo que pasa que el ERP planteaba como contradicción principal proletariado-burguesía y nosotros nación-imperialismo. Nosotros no nos negábamos al pacto social. Lo que estábamos discutiendo era la hegemonía interna al pacto social. Esa es la discusión. No negábamos la construcción de un frente nacional. El tema es el rol de cada clase en ese frente nacional. En la medida que pase el tiempo, vamos atribuyendo mayor peso y presencia a los trabajadores en el frente nacional, planteando más claramente su necesidad de su hegemonía interna. Pero nunca planteamos que la contradicción principal, de esa etapa, fuera burguesía-proletariado. ¿Eso varió para ustedes en 1975? No varió. Varió en la explicitación de lo que pensábamos del socialismo, pero no la contradicción principal. Después, en 1977, en Roma, incorporamos a la estructura de conducción a los viejos gobernadores, que son expresión de sectores de la burguesía provincial: Obregón, Bidegain, Martínez Baca, Cepernic. Estamos incorporándolos a ellos y planteamos la ampliación de sectores de clase, para tener una fuerza mayor para confrontar con la dictadura. Eso es en Roma, en el lanzamiento de la conducción unificada del Peronismo Montonero.
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LUCHA DE CLASES
La revolución no empieza por casa
Los límites de las luchas por el proceso de trabajo Ianina Harari TES-CEICS
De todas las luchas que emprenden los trabajadores existe un tipo que parece despertar cierta esperanza entre los intelectuales autonomistas. Cuando los obreros realizan reclamos en torno al proceso de trabajo, pareciera que estamos ante un tipo de batalla diferente de las que sólo se restringen al aumento de salarios. Algunos dirán que es una lucha por el “control del trabajo”.1 Otros, más osados aún, atribuyen a estas luchas un carácter directamente político, porque estarían disputando el dominio del capital en su núcleo básico: la fábrica.2 Las luchas de los obreros automotrices de fines de la década del '60 y comienzos de los '70 fueron analizadas en esta clave. Se atribuía a estos trabajadores una radicalidad especial por el mero hecho de cuestionar aspectos de la organización del trabajo. En este sentido, para el caso argentino, se esperaría encontrar una mayor radicalidad política en Córdoba, dado que allí los obreros automotrices llevaron adelante una lucha que dio pie al desarrollo del clasismo. Sin embargo, como veremos, no hay una correlación directa entre las luchas por el proceso de trabajo y la adscripción revolucionaria de los obreros.
fuera de los resultados, no hay otro elemento que determine una diferencia entre las provincias en relación a las luchas por el proceso de trabajo. La crónica rebelión del obrero manufacturero
De cordobeses y porteños En este punto, cabe aclarar a qué tipo de conflictos nos referimos y a cuáles no. Las luchas por el proceso de trabajo son aquellas en donde se cuestiona las tareas que el obrero ejerce durante su jornada de trabajo, ya sea la cantidad de tareas o el modo en que las ejecuta. Es decir, no están incluidas las peleas por despidos o suspensiones por una caída de la producción, por la jornada de trabajo, el medio ambiente laboral o aquellas relacionadas con disputas de tipo político y gremial. Al sistematizar los datos, se encuentra que los obreros automotrices cordobeses no dieron más batallas por el proceso de trabajo que los porteños. Incluso, este tipo de luchas aparece antes en Buenos Aires. El primer conflicto que encontramos es en la planta de Peugeot, en 1966, es decir, un año antes que en Córdoba. Peugeot despidió y sancionó a quienes no cumplían con las nuevas pautas de producción que había impuesto en la sección de tapicería. A estos reclamos se sumó una demanda obrera por los ritmos en
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la planta de pintura. El conflicto concluyó con una derrota, tras la cual fueron despedidos 60 trabajadores. Sin embargo, en Córdoba sí se logran victorias más tempranas. En 1968, en Córdoba, IKARenault la empresa intenta despedir trabajadores, con vistas a una racionalización. El SMATA Córdoba lleva adelante una huelga general y evita las cesantías. En Buenos Aires, una victoria similar se obtiene en Peugeot, recién en 1971. La
huelga se inicia en reclamo contra el despido de tres empleados de contaduría, producto de una racionalización en la parte administrativa de la firma. El conflicto se extendió a las plantas de carrocería, tapicería y recepción y culminó con la reincorporación del personal. Esta diferencia puede explicarse a partir de los ciclos de la lucha de clases. El período que se abre en 1969 tiene su puntapié inicial en Córdoba y luego se extiende a la capital del país. Pero, por
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Jóvenes en cuestión Configuraciones de género y sexualidad en la cultura Silvia Elizalde (coordinadora)
Trabajadores, tercerización y burocracia sindical El caso Mariano Ferreyra Christian Rath
Rusia: veinte años sin comunismo De Gorbachov a Putin Jorge Saborido Colección Colección Historia
Colección Sociedad
Enero-Febrero de 2012
Cuando los trabajadores cuestionan algún aspecto de la organización laboral, ¿están disputando el dominio del capital? En esta nota, a partir del caso de los obreros automotrices argentinos durante los '60 y '70, explicamos los límites del análisis de las luchas por el proceso de trabajo.
Colección Sociedad
Como mencionamos, el hecho de que los obreros automotrices pelearan por elementos de la organización del trabajo pareció alentar la idea de que eran trabajadores más radicalizados. Cierta fracción de obreros de esta rama ha formado parte de la vanguardia política de los '70. Sin embargo, esto no se debe a que existieron más conflictos de este tipo en la rama. Incluso si se distingue por tipo de orientación política de las direcciones, las luchas en torno al proceso de trabajo no fueron encabezadas sólo por los clasistas, que llevaron adelante 4 conflictos. También los peronistas dieron este tipo de batallas, alcanzando un total de 14 para el período. Existe otro elemento que puede explicar mejor la presencia de estos conflictos: la organización del trabajo. En una típica empresa automotriz de las décadas del '60 y '70, convivían distintas secciones. En cada una, existían diferentes procesos de trabajo. Las principales eran: producción de piezas metálicas -o mecanizado de piezas-, pintura, chapistería -donde se soldaban las partes de la carrocería- y montaje final. Según primara el trabajo manual o mecánico, las secciones podían agruparse en manufactura y gran industria. Sólo en la producción de piezas el trabajo se encontraba completamente objetivado. En el resto, si bien podían existir máquinas en ciertas tareas, en especial la línea de montaje para trasladar las piezas, la labor del obrero era manual. Aunque se valiera de herramientas propulsadas por una fuerza motriz externa, era él quien imprimía el movimiento sobre la pieza. Es decir, el trabajo, en la mayoría de las secciones, dependía de la destreza del obrero. A diferencia de la gran industria, en donde la máquina ejecuta en un determinado tiempo una tarea, en la manufactura el tiempo de trabajo dependerá de la capacidad que tenga el capitalista de imponer determinados ritmos y formas
El pueblo feminista Movimientos sociales y lucha de las mujeres en torno a la ciudadanía Graciela Di Marco Colección Sociedad
Desaparecido: memorias de un cautiverio Club Atlético, el Banco, el Olimpo, Pozo de Quilmes y ESMA
Mario Villani - Fernando Reati Colección Latitud Sur
Conflictos en torno al proceso de trabajo en Córdoba y Buenos Aires, 1966-1975 3 2 1 0
1966
1967
Córdoba
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
Buenos Aires Conflictos en torno al proceso de trabajo por sección, 1966-1975
Resultado de los conflictos en Córdoba, 1966-1975
Chapistería 10%
Resultado intermedio o sin datos sobre el resultado Derrota
50%
50%
Victoria
Tapicería 18%
Resultado de los conflictos en Bs. As., 1966-1975 Resultado intermedio o sin datos sobre el resultado Derrota
15% 50%
Teatro, Arte y música
Montaje 18%
Pintura 27%
Fernando Alegre se presenta en "La Duquesa del Caprichio", versión libre de El burgués gentilhombre. Domingos 18:30 en Liberarte Av. Corrientes 1555. Entrada $45. Todas las edades y niveles. Zona Paternal - Chacarita
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Fuente: elaboración propia en base a relevamiento de Periódicos y boletines sindicales, informes de la DIPBA, periódicos nacionales y provinciales.
de ejecución del trabajo al obrero. Por ello, para imponer sus tiempos, el capital se enfrentaba a lo que Marx llamaba la crónica rebelión del obrero manufacturero. De allí que en una rama donde prima la manufactura surjan mayores conflictos de este tipo que en otras donde ya se ha impuesto la gran industria. En el caso que analizamos, esta situación se evidencia al contabilizar los conflictos por secciones. Como se observa en el gráfico Conflictos en torno al proceso de trabajo por sección, sólo encontramos 3 conflictos (27%) en las secciones propias de la gran industria contra 8 (73%) en secciones propias de la manufactura. Es decir, las luchas por el proceso de trabajo en la industria automotriz se deben a que la forma en que se organiza el trabajo es más propicia para la aparición de los mismos, a diferencia de otras ramas en donde la gran industria ya estaba desarrollada. Lo laboral no es inmediatamente político Vimos que los conflictos por el proceso de trabajo en la rama automotriz no están directamente relacionados con algún tipo de radicalidad, sino más bien con la forma en que se organiza el trabajo. Ahora bien, queda por desentrañar qué es lo que está en disputa en estos conflictos. Un dato que puede aportarnos una pista es que aparecen en mayor medida cuando las negociaciones salariales están prohibidas. Desde 1966 que no se discutían los convenios colectivos y, por lo tanto, los salarios. Los conflictos por los ritmos de producción crecen a partir de ese año por las medidas del gobierno militar que imponían el tope salarial y la suspensión de las negociaciones colectivas. Para 1970, esta situación se revierte. Luego, a partir de 1974, y sobre todo en 1975, los conflictos en torno a la productividad se incrementan. Esto se relaciona con la firma del Pacto Social, tras la asunción de Perón como presidente. Dicho pacto, avalado por las cúpulas sindicales, implicaba un nuevo congelamiento salarial. Por ello las demandas obreras tendieron a concentrarse en otros aspectos, muchos de ellos vinculados con la intensidad del trabajo. Al estar vedada la posibilidad de aumento salarial, los trabajadores se negaban a realizar más trabajo por la misma retribución. Primero resistían los cambios que buscaba imponer la patronal. Luego, pasaban a la ofensiva y ellos mismos imponían cambios que disminuían los ritmos. De esta manera, conseguían de forma indirecta el aumento salarial que les estaba vedado directamente. Este tipo de luchas resultan una forma trasmutada de la negociación por el precio de la fuerza de trabajo. Con lo cual, nos encontramos
frente a un conflicto de carácter económico, que no excede el marco de la relación salarial. La idea de que, por el mero hecho de librar estas luchas, los trabajadores desarrollan su conciencia política es determinista y espontaneísta. Al igual que cualquier batalla laboral, no son espontáneamente políticas. Las luchas por el proceso de trabajo pueden facilitar la tarea de develar la naturaleza de la explotación capitalista, ya que no se discute simplemente el precio de la fuerza de trabajo sino cómo será utilizada. Puede facilitar la comprensión de que la relación salarial no es un intercambio entre equivalentes. Pero sólo la intervención de una lucha política e ideológica de los partidos revolucionarios puede lograr este objetivo. Sin esta mediación política, son sólo una vía indirecta de aumento salarial. Sencillamente, porque lo que hace falta no es ocupar una fábrica (o varias) o atacar a un burgués (o a varios). La clave del triunfo es la toma del Estado y, para ello, no basta con triunfos parciales de organizaciones de tipo sindical, sino la construcción de un partido capaz de conducir al conjunto de la sociedad.
Para publicitar en este espacio publicidad@razonyrevolucion.org
Notas 1 Montgomery, David: El control obrero en Estados Unidos. Historia sobre las luchas del trabajo, la tecnología y las luchas obreras. Ministerio de Trabajo y Seguridad, Madrid, 1985. 2 Holloway, John: “La rosa roja de Nissan”, en Cuadernos del sur, nº7, Buenos Aires, abril de 1988.
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Juan Kornblihtt OME-CEICS
Alejandro Valle Baeza y Gloria Martínez González son militantes sociales y gremiales1 e intelectuales con una larga trayectoria (los dos doctores en Economía). Trabajan como profesores en la UNAM y UAM-UI2, respectivamente, pero su influencia, en particular la de Alejandro, supera las fronteras de su país, como referentes de los autodenominados “economistas críticos” latinoamericanos. Los planteos de Valle y Martínez nos permiten abordar los aspectos fundamentales de México, otro capitalismo fallido que presentamos a partir de ciertas consideraciones generales. En sus trabajos de investigación los autores se centran en las leyes generales del capital en cuanto expresión concreta en el desarrollo del capitalismo. Desde el título, el trabajo que publicamos en esta oportunidad marca la línea general. En México lo que ha fallado es el capitalismo. No una variante del mismo (el keynesiano o el neoliberal), ni una distorsión del mismo (el dependiente o subdesarrollado), sino el capitalismo sin adjetivaciones. El aclarar esta postura podría llevar al lector a pensar que entonces no encontrará un análisis de las particularidades mexicanas, sino un simple repaso de las leyes del capital. Todo lo contrario, se analiza la evolución histórica mexicana pero con un método que permite rastrear sus especificidades y no responder que la culpa de todo la tienen elementos externos, como el imperialismo. El texto empieza con el análisis de las condiciones particulares de la acumulación de capital en México a partir de las relaciones capitalistas en sus diferentes fases, poniendo especial énfasis en las formas en que se integra al mercado mundial. Dado que el capitalismo se desarrolla en forma nacional, pero tiene como esencia el mercado mundial, el estudio de esa relación resulta ineludible. En consecuencia, los autores se centran en los problemas de la competencia para explicar los límites de la burguesía mexicana y extranjera radicada en el vecino sureño de los EEUU. Encontramos, entonces, que el análisis histórico desarrollado en el libro va de la mano con los planteos teóricos y los descubrimientos empíricos de los autores, pero expuesto a un nivel de mayor generalidad y, por supuesto, dirigido a un público más amplio. Los autores logran de esta forma la difícil tarea de una explicación rigurosa y documentada con un gran sentido didáctico. Esto permitirá, al lector no especializado, adentrarse en una historia que desconoce, y a aquel que ya maneja elementos teóricos y tiene conocimiento de los debates económicos, no se sentirse subestimado. En el primer capítulo, el análisis de la evolución de la economía mexicana parte del legado de la Revolución Mexicana y de los límites de la reforma agraria que, por un lado, le dieron un carácter popular, dada la extensión de la pequeña propiedad, pero al mismo tiempo impuso límites a la acumulación de capital. Explican además cómo la acción revolucionaria dio lugar a un partido (el PRI) que signó la historia de México, de la mano de una fuerte represión a las luchas obreras y de la pequeña burguesía. En el capítulo 2 se detienen en las bases económicas de la experiencia azteca. Primero analizan la transformación de la economía hasta mediados de los '70, donde primaba un desarrollo industrial mercado-internista supeditado a las divisas provistas por los pocos capitales exportadores (en particular la renta petrolera). Luego dan cuenta de la apertura comercial y financiera y la fuerte extranjerización de la economía, marcada por la caída del salario y la destrucción de empleos, todos fenómenos ilustrados con datos contundentes que dan sustento a sus argumentos. Lo más interesante del análisis es que los autores no caen en los lugares comunes de muchos estudiosos del llamado “neoliberalismo”. Criticar al neoliberalismo se convirtió, de la mano del ascenso de los gobiernos de tinte populista en América Latina, casi un sentido común. Tanto para intelectuales como para políticos progresistas (y no tanto), los problemas no serían 14
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Dos importantes economistas de México nos muestran el colapso de su país y sus consecuencias sociales y políticas como expresión de un problema global: el capitalismo. Pero no el capitalismo keynesiano o el neoliberal, sino el capitalismo a secas. Vea un adelanto en el prólogo de Juan Kornblihtt.
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Su crisis, nuestra crisis Prólogo a México, otro capitalismo fallido de Alejandro Valle Baeza, de Ediciones ryr producto del modo de producción y su crisis, sino de una forma particular de regulación o de un modelo específico. Desde esta postura, se argumenta que el fracaso del desarrollo industrial en los ‘70 fue el resultado de la derrota de la alianza entre industriales y obreros a manos de la cúpula financiera. Desde esta perspectiva, la cúpula financiera, dado su carácter internacional y no dependiente de la producción, no realizaría inversiones de largo plazo ni necesitaría del mercado interno. Por lo tanto, no generaría empleo ni se preocuparía por salarios altos. La solución sería volver a una distribución del ingreso progresiva motorizada por el Estado, que limite al sector financiero y favorezca a los capitales industriales. Nueva arquitectura financiera, aumento de la demanda agregada, bancos de desarrollo y proteccionismo, volvieron a aparecer en la prensa económica y en los discursos luego de un largo ostracismo. Se supone también que si los obreros no aspiran a mucho, algo conseguirán que los deje contentos. Las crisis crónicas que vive México, entre las cuales Alejandro y Gloria destacan la de 1982, 1994 y 2008, deben verse a la luz de la imposibilidad de relanzar la tasa de ganancia. Esta crisis crónica implicará un permanente ataque a las condiciones de vida de la clase obrera, que se refleja no solo en la caída del salario real sino en la transformación en su interior. De una clase obrera donde predominaba el empleo industrial y con un fuerte peso estatal, se pasa a una etapa marcada por el desempleo, la precarización y a la aparición de empleos mal pagos en las maquilas. Se produce entonces un proceso de expulsión de trabajadores que se refleja en el aumento de la emigración. Partida que no solo desagota la presión interna sino que además, en forma creciente, se constituye en fuente de divisas a través de los envíos desde los EEUU (las llamadas remesas). Esta nueva situación implica para los autores una marca característica de la
etapa: “En todo el mundo, atrasado o desarrollado el capitalismo está siendo incapaz de explotar a toda la fuerza de trabajo disponible”. Lecciones para la lucha Las transformaciones de la clase obrera mexicana no son resultado de un proceso nacional sino producto de una tendencia global del capital: el crecimiento de la sobrepoblación relativa o población sobrante para el capital. El capital no solo ensancha el ejército industrial de reserva (los desocupados) sino que lleva a esta condición a gran parte de los obreros ocupados que cada vez más venden su fuerza de trabajo por debajo de su valor y son empleados por empresas que se encuentran por debajo de la productividad media.3 El problema es que gran parte de esta población no es reconocida como parte de la clase obrera, no tanto por ellos mismos, sino por muchos militantes e intelectuales que se limitan a buscar nuevas/viejas identidades. En particular, esta distorsión aparece en términos de edad (los jóvenes mileuristas) de origen (las lucha de inmigrantes en los EEUU y en las periferias de París e Inglaterra) o por vivir en el agro (los sin tierra en Brasil o los supuestos campesinos de Santiago del Estero). Lejos de quedarse pasivas ante esta transformación, estas fracciones de la clase obrera se rebelan4. Irrumpen de diferente forma, en gran medida con programas que los llevan a una alianza abierta o encubierta con la burguesía. En ese sentido, el recorrido por las luchas mexicanas que realizan los autores tiene la virtud de marcar la continuidad entre las peleas gremiales y políticas actuales con las del periodo previo a la crisis de los ‘60 y ‘70 y no ver elementos novedosos por todos lados. Aunque no expliciten el carácter obrero de las luchas actuales, vemos en los electricistas enfrentando la privatización, los mineros, la comuna de Oaxaca, en los maestros y hasta en el zapatismo5 expresiones disímiles en
términos políticos pero que dan cuenta de una unidad en el sentido de clase ante la estrategia del capital. El problema resulta ser, entonces, cómo mostrar el sentido común de las diferentes luchas, es decir en definitiva plantearse el problema del programa. El libro no avanza en un sentido propositivo, aunque sí defiende todas las luchas. Esta limitación lleva a que se deslice en los autores ilusiones (vale decir muy acotadas) en la posibilidad de que esa articulación se hubiese dado de la mano del reformismo (como el del PRD, del cual fueron parte). Pese a esto, México, otro capitalismo fallido demuestra, tanto a nivel de las transformaciones económicas como sociales, que un programa reformista tiene pocas posibilidades de concretarse y, mucho menos, de revertir alguna de las transformaciones producto de la reproducción del capital y su crisis. Los autores muestran con claridad que la crisis de México es la crisis de un modo de producción. Muestra además la inviabilidad estructural de las diferentes fracciones burguesas para encarar una salida progresiva, no por limitaciones extraeconómicas, sino por sus propias bases de acumulación. Un programa socialista aparece en el horizonte como la mejor forma de unificar las luchas y dar salida a las diferentes fracciones de la clase obrera. Como muestra su accionar, la clase obrera mexicana no permanece inactiva sino que necesita un programa propio que corresponda a un análisis científico de la realidad mexicana. Para ella este libro será sin dudas un aporte. Para los luchadores de otros países, una muestra de que el internacionalismo no es una consigna vacía, sino que responde a la obligación de enfrentar al capital de conjunto, sin ilusiones en posibles desarrollos nacionales basados en capitales inviables. Notas 1 Alejandro fue uno de los fundadores del sindicato de Personal Académico de la UNAM. 2 Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma Metropolitana. 3 Para un análisis de la sobrepoblación relativa como capa del proletariado en el pensamiento de Marx, ver Kabat, Marina: “La sobrepoblación relativa. El aspecto menos conocido de la concepción marxista de la clase obrera”, en Anuario CEICS 2009, Ediciones ryr, Buenos Aires. 4 Ver Sartelli, Eduardo: “La rebelión mundial de la población sobrante” en Razón y Revolución, nº 19, 2009, Ediciones ryr, Buenos Aires. 5 El estudio de la base social como población obrera sobrante es una tarea pendiente, pero dado el análisis de diferentes casos de movimiento de supuesta base campesina que ocultan las verdaderas relaciones sociales de producción, no nos extrañaría estar ante un caso similar. Ver Desalvo, Agustina: “Campesinos no, obreros rurales.Caracterización social de 157 familias del departamento de Loreto, Santiago del Estero” en Razón y Revolución, nº 21, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2011 e Iñigo, Valeria: “Una población obrera sobrante en el Chaco argentino: su determinación y sus formas” en Razón y Revolución, nº 19, Ediciones ryr, Buenos Aires, 2009.
Gonzalo Sanz Cerbino Grupo de Investigación sobre la Historia de la Burguesía-CEICS
Las Ligas Agrarias El surgimiento de las Ligas Agrarias está íntimamente vinculado a una serie de transformaciones productivas que afectaron al agro argentino en la década de 1960, y que incidieron fuertemente en la actividad y en la estructura de las provincias en que su acción fue más profunda: Chaco, Formosa y Misiones. En Chaco y Formosa las transformaciones fueron, en buena medida, el resultado de la crisis de la producción algodonera. Diversos factores se conjugaron ocasionando una fuerte caída en los precios del producto, que trastocaron la estructura agraria. En primer lugar, el período de expansión del cultivo de comienzos de los '60 terminó derivando en una crisis de sobreproducción, con una oferta de fibra que resultaba de un 30% a 40% superior a la demanda. Por otro lado, la difusión de los tejidos sintéticos comenzó a desplazar al algodón, que no podía competir por sus costos. Y finalmente, la baja calidad dificultaba la colocación en los mercados externos. Los tres factores operaron para desatar la crisis, que se manifestó con una abrupta caída de los precios y la quiebra de gran cantidad de pequeños productores. Para afrontar la crisis la actividad se mecanizó y se concentró, y se produjo una reconversión productiva hacia actividades de origen pampeano: ganadería bovina y, posteriormente, cultivo de soja. La crisis se manifestó fundamentalmente en la expulsión de población y la urbanización: en Chaco, la población rural disminuyó un 25% entre 1947 y 1970. La región algodonera (que incluía el norte de Santa Fe), presentaba diferencias estructurales, por lo que la crisis no golpeó en todos lados de la misma manera. En el norte santafesino primaban los productores más grandes, que explotaban mano de obra asalariada, estacional y permanente, y diversificaban su producción con graníferas. En el Chaco el mayor peso lo tenían los productores medios, con menor cantidad de hectáreas y menor necesidad de recurrir a mano de obra asalariada, que utilizaban sólo para tareas estacionales. En ambos casos, estamos frente a diferentes capas de la burguesía rural. Finalmente, tenemos el caso de Formosa, con una preeminencia de las explotaciones más chicas, en manos de un semiproletariado (obreros que complementan sus ingresos con la explotación de pequeñas parcelas) o de productores de subsistencia (pequeña burguesía no explotadora o asalariados con tierra), siempre al borde de la expropiación y la proletarización. Aquí resultó más significativa la expulsión de los productores, y por lo tanto, la lucha para impedirla. En el caso de los productores medianos y grandes de las otras provincias, la crisis se manifestó mayormente como imposibilidad de capitalización y endeudamiento, sobrevolando sobre ellos también el fantasma de la proletarización. Las Ligas Agrarias Chaqueñas fueron de las primeras en organizarse, y colocaron su eje en la defensa del precio del algodón y el enfrentamiento con las estructuras de comercialización (los “monopolios”). La Unión de las Ligas Campesinas Formoseñas tuvo un peso mayor de semiproletarios y productores de subsistencia, muchos de ellos asentados de forma precaria sobre tierras fiscales, que enfrentaban presiones para su expulsión por la expansión de la actividad ganadera desplazada de la Región Pampeana por la “agriculturización”. En este caso, a los reclamos tradicionales respecto a la regulación estatal de los precios o la denuncia de las estructuras de comercialización, se agregó el reclamo de tierras o la denuncia de las expulsiones, y los llevó a acciones cualitativamente distintas, como la toma de terrenos en reclamo por su adjudicación. Una actuación menos virulenta se observaba en la Unión de Ligas Agrarias de Santa Fe. Esto puede explicarse fácilmente por las capas que la integraban: se trataba de productores de mayores recursos, con propiedades de unas 80 ha. en promedio, muy superiores a las 15 ha. de los productores formoseños, o las de sus pares chaqueños. Estas capas de la burguesía algodonera, con más resto, pudieron sortear la crisis
Presentamos aquí uno de los pocos estudios sobre una de las luchas más relevantes en el agro argentino: las ligas agrarias. Este trabajo de Jorge Roze es un excelente acercamiento al llamado problema “campesino” en la Argentina. Una lectura más que necesaria para entender los conflictos en el agro ayer y hoy.
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La tierra tiembla Prólogo a Conflictos agrarios en la Argentina. El proceso liguista (1970-1976) de Jorge Próspero Roze, de Ediciones ryr diversificándose hacia otros cultivos. En Misiones la lucha estuvo vinculada a las recurrentes crisis de la producción yerbatera. Al igual que casi todos los cultivos regionales, la producción de yerba mate se encontraba regulada por el Estado, que intervenía para mantener precios y limitar la producción, buscando evitar la crisis de sobreproducción. Esta situación mantuvo a una serie de pequeños productores, escasamente mecanizados y fuertemente ineficientes, siempre amenazados por los procesos de concentración y centralización latentes. A pesar de la intervención estatal, la producción entró regularmente en crisis durante estas décadas. Una de las más importantes se extendió desde comienzos de los '60, y llevó a tomar medidas drásticas como la limitación de las cosechas de 1964 y 1965, y la inédita prohibición de la zafra de 1966. También fueron fuertemente limitadas las cosechas de 1969 y 1971, tras lo cual se encauzó la oferta, logrando la disminución gradual de las restricciones entre 1972 y 1976. La crisis de sobreproducción, y la diversificación hacia otros cultivos regionales de alto rendimiento (té, tung), fue acompañada de una serie de transformaciones estructurales que empujaron a ciertas capas de la pequeña burguesía y la burguesía media de la región a un proceso de movilización del que surgió el Movimiento Agrario Misionero (MAM). La tendencia se orientó hacia la progresiva eliminación de la pequeña explotación y la concentración de la producción en mano de empresas integradas. La resistencia contra esta tendencia se manifestó en una permanente diversificación hacia productos de altos rendimientos por hectáreas y a un uso intensivo de la pequeña explotación. A pesar de estos intentos, muchos pequeños productores desaparecieron, y como contracara, aumentó la superficie de los más grandes. Sin embargo, el elemento central del MAM no fue la lucha contra la proletarización, sino la movilización de los productores medios y grandes para defender los precios, exigir créditos y evitar la descapitalización. En síntesis, las Ligas Agrarias agruparon a un
espectro bastante grande de clases, capas y fracciones, desde semiproletarios y pequeño burgueses expulsados de sus campos a burguesía agraria mediana y grande. Todos se vieron afectados de distinta manera por un mismo proceso: la crisis de sobreproducción y la caída de precios de los cultivos comerciales de alto rendimiento, que llevó a un proceso de concentración y centralización, con expulsión de las capas más débiles del entramado productivo. En estos casos la crisis se manifestó como proletarización, y en las capas medias como imposibilidad de capitalización, endeudamiento, reconversión o expulsión de los hijos hacia las ciudades. Esta heterogeneidad dio lugar a múltiples líneas de intervención, que fueron de la demanda de tierras y la resistencia a los desalojos, allí donde primaron las capas más débiles, a demandas por mejores precios, regulación estatal, créditos y apoyo, en donde primaron las capas medias y grandes. ¿Revolucionarias? Evidentemente, el accionar de las ligas no puede explicarse fuera de este contexto. Sin embargo, cabe hacerse una pregunta: ¿Actuaban las Ligas Agrarias bajo la impronta de un programa revolucionario? Ferrara en su estudio responde que sí.1 Las ligas habrían emprendido una lucha contra los “monopolios” comercializadores, contra el latifundio, mediante acciones radicales, expresando una lucha contra el imperialismo que los colocaba en el bando revolucionario. Roze, superando las impresiones “revolucionarias” que generaba el discurso elaborado por los dirigentes de las ligas, avanzó sobre sus demandas concretas. Nos encontramos aquí con reclamos hacia el Estado para que intervenga en el proceso de comercialización, limitando la acción de los “monopolios”, fijando precios y otorgando créditos, y, en el mejor de los casos, demandando el acceso a la tierra en aquellas regiones en donde las presiones hacia la expulsión eran más fuertes. En suma, reivindicaciones que difícilmente superen los marcos de un programa reformista.
Sin embargo, el recurso a la acción directa y su enfrentamiento al régimen los llevaba a confluir con el resto de las fracciones que, también en forma confusa, cuestionaban la dominación social. Es decir, que por lo menos entre 1970 y la reapertura democrática las ligas formaron parte de la alianza revolucionaria. Eran los componentes ideológicamente más débiles de esa fuerza, ya que sus planteos y sus reclamos podían encauzarse, como finalmente sucedió, al reestructurase la alianza peronista. Compartieron esta característica con Montoneros (que como partido intervino en las ligas), cuyo programa los terminó colocando como pilares de una democracia que asumía las tareas de la contrarrevolución. Así, el año '73 vio a las ligas alejarse de la fuerza revolucionaria para integrarse al régimen democrático. La profundización de la crisis hacia 1975, y la consiguiente polarización social, devolvió algunas de sus fracciones a la alianza revolucionaria (al igual que Montoneros). Sin embargo, no hubo un pasaje de conjunto al campo de la revolución. La composición social de estas organizaciones, con un peso importante de burguesía rural, expulsó algunos sectores hacia la derecha, a la alianza contrarrevolucionaria que impulsó el golpe. La vanguardia de la salida golpista la constituyeron diferentes capas de la burguesía rural, en particular la pampeana, que enfrentaron al régimen democrático en una serie de “paros agrarios”. Algunas fracciones de las ligas, en particular una división del MAM que nucleó a los sectores burgueses, confluyeron en estas acciones, impulsándolas en sus provincias con los mismos reclamos que CARBAP, Sociedad Rural y Federación Agraria. Campesinos ayer y hoy El libro que presentamos es un excelente acercamiento al problema “campesino” en la Argentina. A lo largo de sus páginas podremos observar, en primer lugar, los límites del concepto para explicar la realidad. Las ligas agrarias expresaron una alianza de diferentes fracciones de clase en el agro del norte argentino: desde semiproletarios hasta burgueses medios, pasando por pequeña burguesía en vías de proletarización. Esta reconstrucción muestra entonces los límites de un concepto que abarca mucho y revela poco, sobre todo porque es incapaz de explicar los alineamientos, los límites de las demandas y las rupturas (por izquierda y derecha) cuando la crisis revolucionaria se profundizó. Da cuenta a su vez de las tendencias que hicieron que, si algo llamado campesinado existió alguna vez aquí, terminó desapareciendo. Es decir, muestra la génesis de la situación actual en el nordeste argentino: un mar de semiproletarios y proletarios con tierra a los que se interpela y organiza, equivocadamente, como “campesinos”. Muestra también la historia de su organización, su lucha y su derrota: una excelente lección para la organización actual del proletariado rural en la región. Notas 1 Francisco Ferrara: Qué son las Ligas Agrarias, Siglo XXI, 1973. Enero-Febrero de 2012
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Marcela Croce Facultad de Filosofía y Letras
Un afán de simplificación marca las revisiones que David Viñas operó sobre sus textos una vez pasadas tres o cuatro décadas desde la primera edición. Si en los noventa ese bastión renovador de la crítica local que fue Literatura argentina y realidad política (1964) se expandió en dos volúmenes y se condensó nominalmente en Literatura argentina y política (1995-1996) –sospecho que para esquivar el énfasis–, la novela lanzada en 1966 con el título En la semana trágica prescinde del adjetivo en esta reedición de la Biblioteca Militante de Razón y Revolución (2011). Acaso más que una voluntad sintética lo que alienta en la prescindencia del adjetivo sea la desconfianza hacia una calificación que acarrea estirpes malditas y catarsis oprobiosas y que ha generado, en contrapartida y a modo de conjuro, ejercicios humorísticos que antes que en la renuencia a admitir la brutalidad del episodio histórico se especializan en el rechazo de un género poco propicio para el siglo XX. Así operó Arturo Cancela al publicar en un folletín de “La Novela Semanal” su relato Una semana de holgorio en la inmediatez del mismo 1919 en que la huelga en los talleres Vasena derivó en el primer pogrom de Buenos Aires. El subtítulo “Diario de un guardia blanca” ingresa en contrapunto feroz con la primera persona narrativa de Pesadilla de Pinie Wald, un judío polaco afincado en el barrio de Once (Balvanera) a quien se acusó de encabezar el soviet porteño. Esos dos textos formaban parte de las lecturas a las que obsesivamente regresaba el Viñas crítico, como deja constancia su artículo “Cancela: un humorista en el pogrom de Buenos Aires”, nunca recogido en libro propio. Pero ante todo, la Semana Trágica de 1919 configura el primer momento en que el gobierno de Hipólito Yrigoyen desata una represión, práctica que continúa dos años más tarde con los peones rurales de la Patagonia en un hecho que la novelística de Viñas plasmó en su obra más comentada, Los dueños de la tierra (1958). El juez Vera es el alter ego de Ismael Pedro Viñas, padre del escritor, enviado por el presidente a pacificar los ánimos en Santa Cruz mientras el coronel Héctor Benigno Varela se ocupaba de pacificar los cuerpos metiéndoles bala a los soliviantados cuyo cabecilla era el “gallego” Antonio Soto. Una constante de las novelas de Viñas es instalar la acción en el contexto de la historia nacional. Sus momentos preferidos son el primer yrigoyenismo (los casos referidos), la década del 30 (Un dios cotidiano), el peronismo (Jauría), el frondizismo (Dar la cara). Correlativamente, la narración se va escandiendo con subtítulos en cuya reiteración se asientan diversas perspectivas. Sus escalas más notorias las conforman En la semana, Cosas concretas (1969) y Prontuario (1993); así, los parágrafos de “Qué yunta” en la primera se corresponden con los de “Fratellanza” en la última. Son las expansiones de los muchachos las que recorren el itinerario autobiográfico del novelista que se inicia en el colegio de curas (donde pontifica el previsible “padre Lostalé”, p. 49) y prosigue en el liceo militar. “A Camilo le entusiasmaban los militares” (p. 33) es la frase
Este año nuestra Biblioteca Militante publicó En la semana, la primera novela de David Viñas. Aquí, Marcela Croce, destacada crítica y especialista en la obra del autor, escribe sobre aquel libro y sobre la oportunidad de su publicación. Si todavía no lo leyó, tal vez este texto le explique lo que se está perdiendo. Si lo hizo, lea y repase las impresiones que le dejó.
LITERATURA
Enero de 1919: semana de huelga y pogrom que abre el texto, a continuación del epígrafe de Joaquín V. González –ministro de Interior del gobierno del general Roca, promulgador de la Ley de Residencia para perseguir y deportar a los extranjeros “indeseables”– que configura una advertencia tan acalorada como la que formuló José María Ramos Mejía en Las multitudes argentinas (1899). Y las expansiones castrenses se suceden en la serie integrada por “los botines charolados, la mirada de los tenientes, los ademanes enérgicos, hasta el pico de metal del kepí a la prusiana” (Íbid.). En esta descripción ya se perfila la inminente Hombres de a caballo (1967) mientras un aire de época parece impregnar tal imaginario con las desventuras que llegan al crimen en el colegio militar Leoncio Prado de Lima en La ciudad y los perros (1962) de Mario Vargas Llosa. Los énfasis militares encuentran su correlato
literario: no el consabido Leopoldo Lugones que confía en el ejército como la última jerarquía disponible, sino el desplazamiento patriotero que se detiene en Olegario Víctor Andrade, antes de que las seducciones de lo popular reclamen el teatro de Enrique García Velloso representado en el Onrubia (p. 47) donde resuena Salvadora Medina Onrubia, esposa del dueño del diario Crítica Natalio Botana. Fuera de “Qué yunta” transcurre la historia inmediata (“Verano”, recalcando el calor del ambiente entre el 7 y el 13 de enero de 1919), que adquiere en ocasiones entonación de crónica periodística, al tiempo que se despliega la novela familiar de la familia judía también frecuentada en Prontuario al asociar a la madre y las tías con el justiciero Simón Radowitzky. En los “Párrafos del samovar” que desgrana En la semana la opción por la bastardilla recalca gráficamente la condición “bastarda” asignada a esos
inmigrantes a quienes se les estampó un sofisma portentoso: Todos los judíos son rusos / Todos los rusos son comunistas / Por lo tanto todos los judíos son comunistas. Tal lógica trastornada (que renunciaba momentáneamente a la segregación por la cual Buenos Aires reservaba para el sector de tenderos barriales las cualidades de codiciosos y avaros amparando el juicio en remotos orígenes “raciales”) exacerbó el temor a la “ola roja” y justificó el aplauso de la Asociación del Trabajo –dirigida por Pedro Christophersen y Atilio dell'Oro Maini, inminente fundador de los Cursos de Cultura Católica y de la revista Criterio, a la par que imponderable referente del nacionalismo de derecha– a la descarga de los granaderos en la calle Barcala (p. 99). La reedición de la Biblioteca Militante añade plusvalía a las variantes respecto del texto original. La primera es el prólogo de Rosana López Rodríguez que revisa la bibliografía sobre Viñas, restituye al autor en su “contorno” –con la semiosis proliferante que arrastra el término en este caso– y diseña una breve biografía lastrada de un error que no corresponde adjudicárselo a la autora sino al empecinamiento del novelista por la representatividad histórica. Viñas nació en 1927, pero prefería difundir que era de 1929 porque el crack de la Bolsa de Wall Street era un dato inmediatamente memorable, en tal caso mucho más que el levantamiento de Augusto Sandino en Nicaragua ante la invasión norteamericana del 27. Esa introducción se complementa con la provisión inusualmente generosa de una bibliografía más amplia que la que el texto reclamaba: crónicas de la Semana Trágica, historias del movimiento obrero argentino, testimonios de los partícipes de los hechos, volúmenes sobre el anarquismo e incluso referencias cinematográficas integran el catálogo para abordar críticamente una novela que exige un lector activo y un conocimiento de primera mano para que los nombres y los episodios que circulan en sus páginas no constituyan una nómina incolora ni una colección casual sino que sean articulados con el vigor con que fueron plasmados.
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CLÁSICO PIQUETERO
Relaciones de Mao Tse-Tung (1893 - 1976)
La guerra de guerrillas no puede desarrollarse con éxito sin ningún mando centralizado. Cuando se desarrollan al mismo tiempo una amplia guerra regular y una amplia guerra de guerrillas, es indispensable coordinar sus operaciones en forma adecuada. De ahí la necesidad de un mando que coordine a ambas, es decir, un mando estratégico único ejercido por el Estado Mayor General de la nación y los comandantes de zonas de operaciones. [...] Las fuerzas enemigas allí forman por lo general un complejo unificado para actuar según un plan único contra las guerrillas. Por consiguiente, en tales zonas guerrilleras o bases de apoyo surge el problema de establecer un mando único, esto es, un mando centralizado. De ahí que el principio de mando en la guerra de guerrillas, opuesto tanto a la centralización absoluta como a la descentralización absoluta, exige un mando estratégico centralizado y un mando descentralizado en las campañas y batallas. El mando estratégico centralizado comprende la planificación a escala nacional y la dirección general de la guerra de guerrillas en su conjunto, la coordinación de la guerra de guerrillas con la guerra regular en cada zona
*Tomado de Selección de Escritos Militares, La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1972, pp.
*
de operaciones y la dirección única de todas
militares, cada una de las cuales comprende
para trabajar independientemente, enfrentar
las fuerzas armadas antijaponesas en cada zona
varios distritos, divididos a su vez en territo-
situaciones complicadas y extender con éxito
guerrillera o base de apoyo. Aquí, la ausen-
rios, las relaciones entre los distintos niveles,
la guerra de guerrillas. En el caso de una uni-
cia de coordinación, unidad y centralización
desde los cuarteles generales de la zona militar
dad o agrupación ocupada en una operación
es dañina y deben hacerse todos los esfuerzos
y de las subzonas militares hasta los gobiernos
concentrada, sus relaciones internas de mando
por obtener coordinación, unidad y centra-
de distrito y territorio, son de subordinación
siguen el principio de centralización, porque
lización. En relación con los asuntos genera-
consecutiva, y las fuerzas armadas están su-
la situación es clara para el comando superior.
les, es decir, las cuestiones de orden estraté-
bordinadas a los diferentes niveles, de acuerdo
Pero si esta unidad o agrupación se divide para
gico, los niveles inferiores deben informar a
con su carácter. Conforme al principio antes
una acción dispersa, entonces se aplica el prin-
los superiores y seguir sus instrucciones para
mencionado, en las relaciones de mando entre
cipio de centralización en cuestiones generales
asegurar una acción concertada. Pero la cen-
dichos niveles, la línea general debe ser traza-
y descentralización en cuestiones concretas, ya
tralización del mando debe detenerse ahí, ya
da por los niveles superiores, en tanto que las
que el comando superior no puede conocer la
que sería igualmente perjudicial exceder este
operaciones concretas deben ser ejecutadas, a
situación concreta.
límite e inmiscuirse en los asuntos concretos
la luz de las circunstancias específicas, por los
La ausencia de centralización, donde se la ne-
de los niveles inferiores, como en las dispo-
niveles inferiores, los cuales tienen derecho a
cesita, significa negligencia de parte de los ni-
siciones específicas para una campaña o una
actuar en forma independiente. Si un nivel
veles superiores y usurpación de autoridad por
batalla. Porque tales asuntos concretos deben
superior tiene alguna observación que hacer
los niveles inferiores, ninguna de las cuales
solucionarse a la luz de las condiciones especí-
sobre las operaciones concretas emprendidas
puede ser tolerada en las relaciones entre los
ficas, que cambian según el tiempo y lugar, y
por un nivel inferior, puede y debe expresarla
niveles superiores e inferiores, especialmente
no pueden ser conocidas por los lejanos man-
en forma de “instrucciones”, pero de ninguna
en el terreno militar. Si la descentralización no
dos superiores. Esto es lo que se entiende por
manera como “órdenes” categóricas. Cuanto
se efectúa donde se debe, ello significa mono-
el principio de mando descentralizado en las
más extensa la zona, cuanto más compleja la
polización del poder por los niveles superiores
campañas y batallas. El mismo principio se
situación y mayor distancia entre los niveles
y carencia de iniciativa por parte de los infe-
aplica también, en general, para las operacio-
superiores y los inferiores, tanto mayor inde-
riores, ninguna de las cuales puede ser tolerada
nes de las tropas regulares, en especial cuando
pendencia se deberá permitir a estos últimos
en las relaciones entre los niveles superiores e
los medios de comunicaciones son imperfec-
en sus operaciones concretas, y más necesario
inferiores, especialmente en las relaciones de
tos. En una palabra, lo que decimos significa
será hacer que esas operaciones concuerden
mando de la guerra de guerrillas. La aplica-
una guerra de guerrillas efectuada en forma in-
estrechamente con las condiciones locales y
ción de los principios mencionados constitu-
dependiente bajo un único mando estratégico.
correspondan a las exigencias de la situación
ye la única política correcta para solucionar el
En una base guerrillera en que se constitu-
local, a fin de que los niveles inferiores y el
problema de las relaciones de mando.
ye una zona militar dividida en subzonas
personal local puedan desarrollar su capacidad
201-204.
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NOVEDADES
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Colección Básicos del Socialismo
Revista Razón y Revolución nº 22
Daniel Guérin
La lucha de clases en el apogeo de la Revolución Francesa
Víctor Serge El año I de la Revolución Rusa
Revolución y contrarrevolución en los '70 Gonzalo Sanz Cerbino - Leandro Abovsky Diego Cano Literatura y lucha de clases Rosana López Rodríguez - Francisco Martínez Hoyo - Gonzalo Folco Debates en el marxismo Rodrigo Steimberg - Fernando Dachevsky José Pierri Revolución de Mayo - Educación
Guillermo Lora Revolución y foquismo
Colección Historia Argentina
Juan Carlos Torre La vieja guardia sindical y Perón
Edgardo Bilsky La semana trágica
Raúl Dargoltz El Santiagueñazo
Jorge Próspero Roze Conflictos agrarios en la Argentina
Colección Literatura en Acción
David Viñas En la semana
Andrés Rivera El precio
César Vallejo El tungsteno y otros relatos
Colección Problemas Contemporáneos
Daniel Pereyra Del Moncada a Chiapas
Lillian Hellman Tiempo de Canallas
José González Castillo Los invertidos y otras obras
Colección Arte y Filosofía
Valle Baeza y Martínez González México, otro capitalismo fallido
Alex Callinicos Contra el posmodernismo
es una publicación de Razón y Revolución Organización Cultural - www.razonyrevolucion.org.ar
Paul Lafargue En defensa del materialismo histórico
Ernest Mandel Crimen delicioso