¿Creen que no hay alternativa? América Latina tiene algunas Los líderes de Ecuador y Venezuela no solamente han alcanzado gigantescos logros sociales, también siguen ganando las elecciones. Por Seumas Milne Considerando que le han cumplido a las grandes mayorías, no debería ser sorpresa de que los gobiernos socialdemócratas y socialistas de América Latina, sigan siendo reelectos. Ilustración: Belle Mellor
A partir de que la quiebra financiera del 2008 puso al descubierto el núcleo descompuesto de un sistema económico fracasado, se nos ha dicho que no hay alternativas viables. Mientras Europa se hunde más hacia la austeridad, los partidos gobernantes, de la casta que sea, rutinariamente son rechazados por los desilusionados votantes, pero solamente para ser reemplazados por otros que traen más cortes al sistema de bienestar, privatizaciones y desigualdad. Entonces, ¿qué podríamos pensar sobre las otras partes del mundo donde los gobiernos con mucha decisión le han dado la espalda a ese modelo, han reducido la pobreza y la desigualdad, han recuperado las industrias y los recursos del control corporativo, han expandido enormemente los servicios públicos y la participación democrática, y siguen siendo reelectos en elecciones muy disputadas? Eso es lo que ha estado pasando en América Latina durante una década. El más reciente líder político en demostrar esta tendencia es el economista radical Rafael Correa, reelecto como presidente del Ecuador este fin de semana con un elevado 57% del voto, a la vez que su partido ganó una absoluta mayoría en el parlamento. Ecuador es ahora parte de un patrón muy bien establecido. El pasado octubre el tan agraviado pero inmensamente popular Hugo Chávez, que regresó a su país el lunes después de dos meses de tratamiento contra el cáncer en Cuba, fue reelecto a la presidencia de Venezuela con el 55% del voto después de 14 años en el poder, y Página 1 de 4
con un sistema de sufragio mucho más a prueba de fraude que los sistemas de Gran Bretaña y Estados Unidos. Aquella elección ocurrió después de la reelección en 2009 de Evo Morales en Bolivia, el primer presidente indígena latinoamericano; la elección la sucesora escogida por Lula, Dilma Rousseff, en Brasil en 2010, y de Cristina Fernández en Argentina en 2011. A pesar de sus diferencias, no es difícil ver porqué. América Latina fue la primera en sufrir el impacto desastroso del dogma neo liberal, y fue la primera en rebelarse contra ese dogma. Correa fue electo la primera vez a raíz de un colapso económico tan devastador que una de cada diez personas abandonaron el país. Desde entonces, su "revolución ciudadana" ha reducido la pobreza a casi un tercio y la pobreza extrema en un 45%. El desempleo ha sido disminuido drásticamente, mientras que la seguridad social, la salud y la educación gratuita han sido ampliadas rápidamente, inclusive la educación superior, que ahora es un derecho constitucional, mientras que la tercerización laboral ha sido proscrita. Y eso lo ha logrado no solamente usando la limitada riqueza petrolera del Ecuador para beneficiar a las mayorías, sino que haciendo que las corporaciones y los ricos paguen sus impuestos (el ingreso casi se ha triplicado en seis años), aumentando la inversión pública en un 15% del ingreso nacional, extendiendo la propiedad pública, fuertes renegociaciones de los contratos petroleros y volviendo a regular el sistema bancario para apoyar al desarrollo. De hecho, son las cosas que la ortodoxia convencional del "libre mercado" afirma que solo puede llevar a la ruina, pero que en su lugar han llevado a un crecimiento rápido y al progreso social. El gobierno de Correa también ha cerrado la base militar estadounidense en Manta (él lo reconsideraría, dijo, si los Estados Unidos les "dejaría poner una base militar en Miami"), ha expandido los derechos de los gay, discapacitados y los indígenas, y ha adoptado unas de las políticas ambientalistas más radicales del mundo. Entre las que se incluye la Iniciativa Yasuní, con la cual el Ecuador renuncia a su derecho de explotar el petróleo que yace bajo una zona de la Amazonia con una biodiversidad única en el mundo, a cambio de recibir contribuciones internacionales para realizar proyectos de energía renovable.
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Pero lo que está sucediendo en el Ecuador es solamente parte de una corriente progresista que ha acaparado a Latinoamérica a la vez que los gobiernos socialdemócratas y socialistas radicales han atacado las desigualdades sociales y raciales, han desafiado el dominio de Estados Unidos y han comenzado a crear integraciones regionales genuinas de independencia por primera vez en 500 años. Y considerando lo que ya se les ha dado a las grandes mayorías, no puede sorprendernos que sigan siendo reelectos. Que a gobiernos como los de Venezuela y Ecuador se los presente como dictatoriales nos revela más acerca de la prensa occidental (y sus contrapartes elitistas en Latinoamérica) que acerca de aquellos gobiernos. Parte de esta falsedad proviene de la hostilidad de los Estados Unidos. El caso de Ecuador fue también atizado por la furia que desató la decisión de Correa de otorgar asilo al fundador de WikiLeaks Julian Assange, a quien se lo acusa de asalto sexual en Suecia, con la amenaza de extraditarlo a Estados Unidos desde ahí. En realidad, la verdadera amenaza anti-democrática viene de los mismos aliados de Estados Unidos, que prepararon fallidos golpes de estado tanto contra Correa como contra Chávez, y los golpes de estado exitosos en Honduras en 2009 y Paraguay el año pasado. Por supuesto, los gobiernos de tendencia izquierdista en América Latina no están exentos de fallas, como corrupción y delincuencia. En Ecuador, y en todas partes, las tensiones entre las exigencias por el desarrollo, el ambiente y los derechos de los indígenas se han agudizado. Pero ninguna de estas experiencias ofrecen todavía un modelo social o económico pre confeccionado. También existe la inquietud de que si el impulso del cambio continental se podrá mantener ahora que Chávez, quien lo inició, es posible que dimita en las próximas semanas. El sucesor ungido, el ex sindicalista Nicolás Maduro, está en una posición fuerte para ganar las nuevas elecciones. Pero, tanto él como el carismático Correa no están en capacidad de igualar el papel catalítico regional de Chávez. La transformación de América Latina está, sin embargo, muy enraizada, mientras que la desprestigiada derecha tiene muy poco que ofrecer. Para el resto del mundo, es un disparate aquella idea de que luego de estar ya cinco años en la crisis no se pueda hacer nada, sino que más de lo mismo. Es verdad, éstas son economías y Página 3 de 4
sociedades en un nivel del desarrollo muy diferente, y sus experiencias no pueden ser simplemente replicadas en otras partes. Pero éstas, con seguridad, han demostrado que existen múltiples alternativas al masoquismo neo liberal, que también gana elecciones. Twitter: @SeumasMilne
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