Año 1. Número 4. 2013
El Comité Revista de difusión, crítica y creación literaria
1973
CONSEJO DIRECTIVO DEL COMITÉ
COMITÉ COLABORADOR
ISRAEL J. GONZÁLEZ S.
Adolfo Ávila
LUIS MARTÍNEZ RIVERA
Alfonso Valencia
MARCO ANTONIO MENESES MONROY
Alonso Donato
PAUL OLVERA
Isidoro de Campos Israel Campos Nava Israel J. González S. Luis Martínez Rivera Marco Antonio Meneses Monroy Paul Olvera Rafael Navarro Susana de la Torre Timo Viejo
ÍNDICE
Publicación Bimestral Año 1. Número 4. 2013. Febrero-Marzo
-MINIFICCIÓN BELLAVERDE Marco Antonio Meneses Monroy YO DEL ESPEJO Marco Antonio Meneses Monroy
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-ENTREVISTA ...CON ALFONSO VALENCIA Timo Viejo
Portada, contraportada, portafolio. Israel Campos Nava Ilustraciones . -Bellaverde Luis Martínez Rivera -Zoología Humana Luis Martínez Rivera
Contacto. Correo electrónico. elcomite1973@gmail.com Facebook. www.facebook.com/elcomite1973 Issuu. http://issuu.com/elcomite1973
-POESÍA ALFONSO VALENCIA
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-PORTAFOLIO ISRAEL CAMPOS NAVA
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-FICCIÓN UNA BESTIA NEGRA Israel J. González S.
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-CRÓNICA ZOOLOGÍA HUMANA Isidoro de Campos
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-RELATO MALENA Susana de la Torre
-POESÍA DOS POEMAS DE WILLIAM BUTLER YEATS (1865-1939) Adolfo Ávila DECEPCIONES Alonso Donato HOJAS SECAS Israel J. González S. QUIMERA Marco Antonio Meneses Monroy PARA MI MUERTE Marco Antonio Meneses Monroy LLENO DE IRA Rafael Navarro -RESEÑA WHERE THE WILD THINGS ARE Luis Martínez Rivera MAX RICHTER: LA MÚSICA COMO UN ESTADO DE EXISTENCIA Paul Olvera
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MINIFICCIONES
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Bellaverde Estoy en el bosque. El grupo con el que vengo, se dispone a acampar. Hace unos minutos me separé de todos con el pretexto de conseguir leña, pero lo que quiero es soledad. Veo una luz violeta que me ciega, ¿viene del cielo acaso? Me siento aturdido, como si mis sentidos de golpe fueran rebasados, teniendo sensaciones nunca antes experimentadas. Abro los ojos, me hallo en una especie de cuarto con poca iluminación y me son reveladas cosas desconocidas.
Una puerta se abre apareciendo una criatura ignota, verde y bella que en seguida nombro Bellaverde. Intento hablar, pero mis labios no se mueven, soy incapaz de pronunciar palabra. Ella serena, se comunica conmigo, acaso telepáticamente, a través de símbolos que extrañamente comprendo un poco sin conocerlos. Creo entender que Bellaverde busca un objeto que de inmediato se percata desconozco. Ahora la observo con detenimiento y veo su figura casi humana pero con rasgos felinos.Sus senos apetecibles y el olor que desprende su ser me incitan. De repente, nuevamente me hallo en el bosque y nada ha cambiado salvo mí ser, que ansía a Bellaverde.
Yo del espejo
Cuando sin lentes me veo en el espejo, me reconozco por la barba. Como si intentara ver en un empañado cristal, mis facciones no me son reveladas y si sonrío no aprecio sino una burda mueca, mientras mi yo del espejo, desde el otro lado con perfecta visión, ve cada una de mis arrugas e imperfecciones y ríe con donaire, al observar mi vista, forzada e inútil.
Marco Antonio Meneses Monroy
ENTREVISTA
...con Alfonso Valencia Camino aprisa. Creo que llegaré tarde a la cita para entrevistar al escritor Alfonso Valencia, actual ganador de los Premios Estatales de Cuento Ricardo Garibay (2012) y Poesía Efrén Rebolledo (2008) del Estado de Hidalgo, además de ser columnista para el periódico Milenio, donde escribe “Tabula Rasa”. Hemos quedado de vernos en una plaza del centro de la ciudad a las tres de la tarde, y he llegado con quince minutos de retraso. Para mi sorpresa, Alfonso Valencia arriba casi al mismo tiempo, sólo que él se demora un poco más al tener que estacionar su auto. Hacemos los saludos correspondientes, él me presenta a su novia y, mientras nos dirigimos a su departamento, nos ponemos al tanto sobre lo que hemos realizado en nuestras vidas. Él me comenta acerca de sus estudios y su trabajo como catedrático en preparatorias, universidades y cursos externos. En su departamento Alfonso me ofrece una cerveza mientras él se prepara un whisky en las rocas. El lugar es musicalizado por la canción Little Talks de Of Monsters And Men. Alfonso decide cambiar la música, para iniciar la entrevista, por un poco de Jazz y sin más preámbulo, mientras degustamos nuestras bebidas y nos acomodamos en su sala, iniciamos la sesión de preguntas y respuestas Timo Viejo. Alfonso podrías contarnos algo sobre ti. A manera de introducción. Alfonso Valencia. Bueno sobre mí, sobre mi vida. Estudié ciencias de la comunicación, soy egresado de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Después, hice una especialidad en tecnologías de la educación; cuando terminé, entré a la licenciatura en Letras hispánicas en la UNAM. También estoy terminando mi tesis para obtener el grado de Maestría en Comunicación y Lenguajes Visuales, además, como te comenté, doy clases. T.Conozco muchos escritores que se dedican a la enseñanza. ¿Esta es una manera de subsistir o de transmitir emociones de manera inmediata? A. Ser profesor para un escritor es demasiado cómodo, ya que no te absorbe demasiado tiempo cuando enseñas lo que te gusta. Yo creo que cualquier profesor que enseña lo que le gusta, la tiene como que bastante fácil. Es decir, no te ocupa demasiado tiempo el preparar clases, no es como una obligación. En realidad, te pagan por hablar y por transmitir el conocimiento que tú obtienes por el placer de la literatura. Enseñas literatura clásica, tienes que hablar sobre los griegos y los romanos, entre otros. Por eso es demasiado cómodo, porque en ocasiones no te demanda mucho intelectualmente, además estás al día. Asimismo, se encabalga con el asunto de la creación, porque tienes tiempo libre, además libertad para hacer tus cosas, y si sabes llevar tu trabajo lo disfrutas, y eso es importante para la creación; y si lo sabes aprovechar, es más que productivo. Así que no es coincidencia que varios escritores den clases, porque en el dar clases hay un poco de protagonismo, y los escritores, en general los creadores, necesitan un poco de protagonismo y estar frente a un grupo salda esa cuenta.
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T. ¿Consideras el ser escritor como un oficio o escribir es un arte? A. Sí, escribir es un arte en cuanto requiere de una disciplina. No creo que sea tanto como un oficio, porque la gente no necesita la literatura, o el arte. Tal vez, antes sí pudo ser considerado como un oficio, porque había una demanda, la gente necesitaba el arte para ciertas cosas. Las iglesias, los duques necesitaban que les escribieran poemas, odas y ahí estaban los poetas a la orden de ellos. Pero ahora, ya no. Si hay algo inútil en el mundo es el arte. Entonces no creo que hacer literatura o hacer arte sea un oficio: ha adquirido ese grado cero, de la expresión por la expresión. Es complejo desde ese punto de vista. Desde mi perspectiva, yo lo veo más como disciplina que inspiración, es enfocarte en saber que quieres hacer y conseguir las herramientas para hacerlo. T. Si ahora escribir es irrelevante ¿Ser escritor qué fin tiene? A. No quiero sonar fatalista, pero si las sociedades pudieran prescindir de alguien, los primeros en salir de ellas serían los artistas y más prontamente los escritores porque no hay en ellos una condición particular como en las otras artes. Digamos, si hablas de pintura hay muchos aspectos donde puede emplearse un pintor, puedes encontrar muchas técnicas y aplicaciones para ella. La escultura está relacionada con la arquitectura, a éstas ramas les puedes encontrar un montón de usos; pero a la literatura, o a la palabra, en realidad, no. El otro gran problema es que los escritores son peligrosos, porque son críticos, siempre tienden a pensar de manera diferente, están a contracorriente, siempre tienden a tomar como enemigos las estructuras del poder que les resulten injustas. Así que tenemos una estirpe que lo único que ofrece es un ejercicio de imaginación, que no todos comprenden. Quizá por eso sean peligrosos, es complicado. (Después de decir esto, le da un buen trago a su whisky). T. Me gustaría abordar contigo el tema de las redes sociales y los nuevos escritores. ¿Estás a favor o en contra? ¿Éstas crean o ya son una nueva forma de difundir la literatura? A. Yo estoy completamente peleado con eso, con este asunto de la twitteratura. T. ¿También con los blogs? No tanto con el blog. Desde que iniciaron esto del internet siempre fue aprovechado como medio de distribución, siempre. Me acuerdo de los primeros blogs que surgieron y de la gente que tenía muchos seguidores. Aparecieron los blogstars, que la gente los consideraba artistas, o ellos mismos intentaban erigirse como estos por la audiencia que los leía. Esto de la escritura en redes sociales fue madurando, ahora hay mucho auge. Por ejemplo, en redes como Twitter, que es la red social en la que estoy más en contacto, tienes que ser muy creativo con el lenguaje, valga la redundancia, para poder expresarte creativamente. Pero puedes caer en un engaño o falsa ilusión de estar creando literatura, lo mismo que con los blogstars hace siete u ocho años, porque no necesariamente estas expuesto a un público conocedor y caes en la trampa de que lo que estás haciendo o escribiendo está bien escrito, es leído y bien recibido. Sin embargo, no hay un ejercicio de crítica o autocrítica, edición, así que yo no veo que ahí este el futuro de la escritura. T. Muy bien, regresando a tus obras, tu primer libro “El libro de las cosas que no sucedieron” es un libro que evoca recuerdos o situaciones que son efímeras e incluso podrían ser tomadas como algo que se puede olvidar o ya olvidado. En muchos poemas noto la soledad, desidia de Craig Pierson y de los personajes que retratas, e incluso tiene una fuerte imagen de Dios abandonando a la gente. A Me parece muy buena esa lectura que le das al libro. Es una poesía a través de personajes, que era algo que en la poesía nacional no había sido muy explorado. Por lo general, se conoce la poesía formal, es decir tenemos una costumbre de realizar poesía tradicional o una poesía profundamente amorosa, meditativa o intelectual. Así que lo que intenté hacer fue contar poéticamente la historia de un desencuentro, un héroe vencido que tiene que abandonar, no sabemos por qué razón, eso lo tiene que descubrir el lector, a su pueblo, su estirpe; de hecho, es una alegoría de dios olvidándose de nosotros. El título lo pensé como si fuera un libro de lo que pudo ser o como suelen llamarse los libros de la biblia, así como existe “El libro del Génesis” o “El libro de Job” decidí darle el título “El libro de las cosas que no sucedieron”. El poema “Las cosas que no sucedieron” es un poema dialógico en donde también se trata del desencuentro de unas personas que tienen que separarse, así que lo abordé a distintas voces, distintos personajes, creo que esa es la parte introspectiva de ese libro.
T. “Teoría de la precipitación”, un libro de cuentos divido en tres partes te ha valido el Premio Ricardo Garibay de este año, 2012. ¿Qué nos puedes decir sobre lo que engloba este libro? A. Es un libro que me llevó mucho tiempo escribir. El libro de las cosas que no sucedieron me llevó casi dos años. Algunos cuentos que están en ese libro fueron desarrollados en esa época, en un taller literario con Luis Jorge Boone. De hecho fue en una etapa de gran creatividad en Hidalgo; tuvimos una serie de talleres que fueron impartidos por Boone, Jair Cortés, y Diego José. Entonces, de ahí surgieron ideas para estos cuentos. El libro se divide en tres partes. La primera se trata de encuentros, en el momento en el cual te llega, o sucede, algo. Un ejemplo, un personaje que se encuentra con la muerte, es algo que siempre está presente pero nadie repara en ello, y que a partir de esto le cae el veinte y se le genera una obsesión sobre la muerte. A este personaje lo que se le muere es un pez y de ahí empieza a pensar en lo que significa la muerte, y todas las implicaciones que esta tiene. También hay otro personaje que se da cuenta de que es homosexual, y así con otras tantas situaciones. La segunda parte es más experimental, un cuento más largo sobre dos personajes que se encuentran dialogando sobre la lluvia. No sé si se le pueda llamar cuento, porque en realidad son varias notas; son dos personajes que discuten acerca de la lluvia y de ahí toma su nombre el libro: Teoría de la precipitación. La tercera parte, son dos cuentos inspirados en mi infancia, es una reconstrucción de Pachuca, mi ciudad de cuando era chavillo, lo que son “Barrios Altos”, “San Juan Pachuca”, la zona donde crecí. Intenté rescatar lo que era el Pachuca de mi infancia. Están muy influenciados por lo que me contaba mi abuelo, que trabajó mucho tiempo para la mina. T. Agustín Cadena, hizo un comentario acerca de la sensibilidad que tenías para transmitir historias a partir de la lectura que hizo sobre “Teoría de la precipitación”. A. Bueno, gracias por el comentario del maestro Agustín Cadena. Él fue jurado, y está mal que lo diga, me han tocado muy buenos jurados. Creo que hizo una lectura adecuada de los cuentos. Su comentario fue bastante certero, porque la última parte del libro, como te comentaba, tiene gran influencia de lo que contaba mi abuelo, sus pláticas. Aún platico bastante con él. Son historias, que digamos, escuché de mi abuelo sobre esta ciudad que él me hizo imaginar, que han estado siempre y después ahí, en el libro, son narradas. T. Tienes una gran variedad de influencias literarias, las más importantes provienen de Salvador Elizondo, Eduardo Lizalde, Alí Chumacero, Jodorowsky, entre otros. Pero, tú como escritor consideras que hay más que literatura que te haga escribir, digamos la música, la pintura, el cine. ¿Qué engloba todo este proceso? A. Mira, yo ya sacaría a Jodorowsky. T. Entonces ¿Lo quito? A. (Ríe un poco). No, lo que pasa es esto. Lo admiraba, pero pues ha debrayado muchísimo con el asunto de las redes sociales y creo que ya no es una buena influencia Jodorowsky. Y ya no lo es para las nuevas generaciones. Se volvió uno de estos personajes que tienen mucha popularidad y arrastre en las redes sociales. Dado que su forma de creación es muy facilista, arrastra a muchos jóvenes, lo que puede obnubilar a muchos chicos que quieran hacer literatura, entonces ese es el peligro de Jodorowsky. A eso me refería con lo que pueden hacer las redes sociales con la literatura. Ahora, volviendo a tu pregunta, un artista siempre debe consumir arte. No se puede concebir alguien que sea escritor y no haya leído, no digamos los clásicos, pero que no sepa algo de literatura. Siempre antes que ser un escritor, yo no me considero escritor, antes que otra cosa se debe ser un lector. Sobre mis influencias mencionas a escritores muy importantes como Chumacero, que es uno de los poetas vivos, bueno de hecho ya murió, pero marcan a este triunvirato de poetas mexicanos, Chumacero, Bonifaz y Lizalde, que son muy importantes en mi formación como poeta. Elizondo marcó mucho mi lectura con el ejercicio de imaginación de Farabeuf. Respecto a otras artes, pues el arte está todo junto, puedes encontrar la creatividad en cualquier cosa. Es como la imaginación echada, un aliento creativo lo puedes encontrar en cualquier cosa, te puedes sentir bien viendo una película checa de mil novecientos cuarenta y tantos, o incluso te la puedes pasar bien con una película comercial en el cine para criticarla o para burlarte de ella, no sé. La música también es muy importante, al menos para mí, en el proceso creativo. Siempre es importante nutrir todo esto, aunque en ocasiones nos hace falta tiempo.
T. Ahora que dices que tú no te consideras escritor, se te ha considerado un escritor joven, promesa e incluso de resistencia. ¿Qué opinas al respecto? A. (Se ríe y después con una sonrisa contesta) Me gusta mucho eso de escritor de resistencia. T. Bueno, es lo que he escuchado por los lectores de tu columna “Tabula Rasa”. A. Bueno, sí. Te digo, uno siempre tiene esa costumbre de ir en contra. Habrá escritores que no lo hacen, pero la mayoría de escritores o creadores siempre, o al menos yo estoy de ese lado, coinciden en que la realidad es atroz, la realidad es nefasta, por donde quieras verlo, la realidad es terrible. Entonces hay ciertas cosas que sirven de luz para toda esa realidad que es el mundo. Siempre va a tocar lo político, pero a nosotros, nos ha tocado vivir una realidad violenta, punzante, llena de injusticias, con sangre, una realidad atroz. Para todo esto, la literatura es un bastión, no solo la literatura sino la imaginación, porque siempre habrá algo de resistencia, y que estemos, hablo en plural pero es singular, pero siempre estaremos ahí, porque el ejercicio de imaginación nos hará decir que nos merecemos una realidad más decorosa. La literatura sirve como un refugio para imaginar una realidad más digna, por eso nos dedicamos a hacer arte, porque creemos que este jodido mundo puede cambiar. Creo que somos emisarios de ese cambio, por eso estamos dedicados a esto. T. ¿Sientes que haya escritores que sean reprimidos por algún sistema y junto con esto la intromisión del gobierno para manipular las artes o utilizarlas como bellos prendedores durante sus discursos? A. ¡Ah claro! Esa fue la estrategia del priismo con todos los escritores y creadores. Todo el mundo le pichó la bola al gobierno durante mucho tiempo, pues era la forma de legitimarse, aunque no sea así, porque siempre te legitimas por lo que haces, por tu trabajo. Está la idea de Baudelaire de no recibir premios del gobierno, becas, ni distinciones, pero bueno, no todos los escritores tenemos la dicha de ser herederos de fortunas, de poder pasarnos una temporada en nuestra casa de Valle de Bravo, o dedicarnos por largas temporadas a la creación. Los escritores tenemos que lidiar con el trabajo, con la subsistencia y con la creación. Es posible que te digan que eres un escritor, bueno no un escritor, sino que, aunque te digan que tienes una actitud rezongona, reaccionaria o idealista sobre la vida, tengas que, por otro lado, darle la mano al gobierno, porque debes tener una forma de subsistir. Ahora no se sufre mucho de eso. Pero durante mucho, el priismo hizo eso, practicó el hacerse de intelectuales para legitimarse con un grupo específico de la sociedad. Muchos buscaban al político para la foto ya que esto daba la oportunidad de obtener algo de dinero para poder escribir o no sé, lo que sea que te permitiera escribir. Ahora lo que hacemos es ganarlo por nuestro trabajo. Antes de obtener premios o becas tendemos a pensar que el sistema es una mafia, por las personas que dan o reciben las becas o distinciones. Yo me acuerdo que llegué a llamar al sistema de esta manera antes de que recibiera los premios. Pero ahora veo que el sistema está hecho por competencias y que hay gente con talento y no estás tú para legitimarlo porque al final de cuentas quién es Alfonso Valencia ¿Quién es él? Un chavito que apenas está iniciándose a escribir. Así que las últimas decisiones, o los premios, etcétera, están hechos por la competencia. Incluso esto lo llegué a comentar con unos amigos, porque nos dábamos cuenta de que todos los que estábamos en el centro cultural nos conocíamos o teníamos relación de algún tipo y ninguno de nosotros estaba ahí lambisconeando al gobierno para obtener algo. Así que, como te dije, es un sistema basado en la competencia que apoya a muchos jóvenes escritores y creadores. T. Dejando a un lado el gobierno, con la muerte de grandes escritores reconocidos, Carlos Fuentes como el más sonado, la idea de que un escritor en México sea un referente para nuestra sociedad, ¿es también un adorno, pero ahora, para la sociedad? A. No es tanto como adorno, sino esas afinidades siempre van a aflorar. No es coincidencia que esas figuras estuvieran o apoyaran movimientos como el movimiento que en su momento representó Andrés Manuel López Obrador, como en el caso de Elena Poniatowska. No creo que él los haya presumido, ese era su trabajo de cualquier forma, estar con gente en verdad preparada, es, o era la diferencia entre, estar en un proyecto conformado no sólo por escritores o artistas de renombre, sino por científicos y gente que busca una mejor realidad para este país, a otro que ofrecía realmente nada. Te das cuenta que a las personas no les interesa que tanta gente, muy importante en nuestra intelectualidad, en la apreciación de nuestra cultura, estuviese criticando el proyecto televiso de Peña Nieto, para ellos fue algo así como intramuscular (nos reímos) el asunto de conocer un proyecto bien conformado. A pesar de esto no tuvo un impacto muy importante, y aún así, decidieron por algo, un proyecto que no tenía respaldo.
T. ¡Vaya, sí! Pero a lo que me refiero es que podrías estar en alguna plática o manifestación, y escuchar comentarios, por ejemplo, sobre que Villoro apoya al candidato de las izquierdas y que esta era un razón para apoyarlo; pero después, al preguntarles qué sabían sobre este autor, ellos no sabían que responder. Los escritores sólo quedaban en eso, en un nombre. A. Claro, sí, te entiendo. Al fin de cuentas funcionó como ese punto, pero también como el contraste, porque al otro lado la oferta era mejorar las telenovelas, inventar libros, firmar un libro que no escribiste. El contraste generó eso, que los intelectuales estuvieran de un lado, y que del otro lado estuviera la burda ignorancia, hizo un contraste mucho mayor y es algo que se debía de presumir (sonríe). T. Cuéntanos algo sobre tus proyectos “Geometría para iniciados” y “El hombre con un mundo destrozado”. A. “El hombre con un mundo destrozado” fue un proyecto de una beca que obtuve en el año 2011. Es un poema que cuenta la historia de un personaje que literalmente pierde la mitad del mundo, este hombre era un soldado ruso de la primera guerra mundial que en realidad existió, su nombre era Zasetski, quien después de un balazo en la cabeza perdió la parte izquierda del mundo, y es algo que no podemos imaginar porque ¿Qué es eso de perder la parte izquierda del mundo? ¿Qué significa? ¿Cómo es eso de no tener la parte izquierda? Es hacer la reconstrucción poética de ese personaje. Ese proyecto ya está terminado, eso y que todavía tengo que hacerle muchas correcciones, soy muy clavado haciendo correcciones. Hacer un libro es muy complicado ¿sabes? Lleva años quedar conforme con la estructura de un libro, con la de un poema, y este es un poema. Dentro de este mismo proyecto está “Geometría para iniciados”, un poco de poesía visual. Mi intención fue colgarme de la tecnología, de las redes sociales, de todo esto que hace que la información fluya más rápido, sin caer en el facilismo del medio. Mi intención era el escribir poemas que se pudieran leer aún sin que tuvieras acceso a un dispositivo tecnológico. Son poemas que están sostenidos sobre la palabra, como debe estar sostenida la poesía, pero en la parte de su construcción, en su lenguaje, estén inmiscuidos también procesos tecnológicos como el flash, sin que estos inunden al poema. Estos son los proyectos que tengo. También, quiero escribir una novela. T. ¿Sobre qué? A. Una novela sobre un personaje que está descubriendo el mundo, y que a partir de este descubrimiento del mundo se descubre así mismo. Ya sé que es algo trilladísimo, que han contado mil escritores esa historia, pero mi meta siempre ha sido esa, tener algo nuevo que proponer. T. Me recuerda mucho a lo que ha comentado Haneke con su última película Amor. Es un tema trilladísimo, pero él lo quería abordar desde su perspectiva. A. Sí, es algo que quiero hacer (refiriéndose a la novela). Quiero encontrar el modo y también quiero encontrar el tiempo. Si escribir un libro de poemas de 45 páginas me llevó dos años, y un libro de cuentos de aproximadamente 65 páginas o no sé cuántas páginas vayan a quedar en la edición final, me llevó también dos años, y aún así, seguramente lo voy a volver a corregir antes de enviarlo a la imprenta. Entonces escribir una novela debe ser… (Se recuesta en el sillón y suspira). Yo admiro a escritores como Alessandro Barico que escriben una novela casi cada año ¡Y qué tipo de novelas! Unas de un estilo genial, no sé cómo lo hace. T. Ya para terminar ¿Qué le dirías a cualquier persona que se interese en escribir? A. De entrada, es algo con lo que me enfrento mucho porque doy clases, porque encuentro afinidades con gente que quiere crear. Para empezar, la literatura necesita mucha disciplina. Existe todavía la ilusión del poeta que es tocado por las musas y después se emborracha y empieza a escribir. Estamos obnubilados por estos mitos, que son grandes mitos literarios, como Bukowski, los poetas malditos franceses; estamos cegados por la imagen del poeta atormentado, amargado que vive al límite, y sí, hay que creer en éstas leyendas, que además son de personas que tienen una inteligencia mayor a la de nosotros, pero no hay que perder esta capacidad reflexiva, terriblemente autocrítica. Mira el caso de Bukowski, se emborrachaba y escribía, ahora es muy popular entre los lectores y escritores jóvenes, y para ellos es muy fácil querer emular ese estilo, o querer llevar esa vida, pero no. Yo creo que Bukowski se ponía unas borracheras terribles, pero ya crudo o en su resaca se ponía a meditar y trabajar sobre lo que había escrito.
El escribir es un ejercicio de mucha disciplina, de mucha autocritica, y también mucho trabajo intelectual; con esto me refiero a un trabajo de conocimiento, como ya te había dicho la formación del escritor necesita mucha lectura y para esto se necesita tiempo. También es importante estar rodeado o juntarte con gente que te pueda leer, es algo muy positivo. De repente, cuando estás chavo crees que lo que escribiste es lo mejor del mundo como tus “Dientes de perla” (Risas), y eso es muy fácil, caer en el engaño en el que tú crees que ¡Wow! es lo mejor que has escrito, pero es algo que ya todo mundo ha dicho, y debes salir de ese engaño. Entonces yo creo que la formación del escritor comienza a partir de ahí, del desengaño. La formación del escritor es cuando te das cuenta de que lo que tú has escrito ya ha sido contado, y entonces es cuando los cuentos o poemas que escribiste cuando estabas enamorado terriblemente de una chica en la prepa, o en cualquier momento de la vida, porque bueno no hay edad para eso, conozco gente que a partir de esos sentimientos a sus 45 años de edad están descubriendo la literatura, ya han sido expresados y mejor de lo que tú lo hiciste. También sucede que lo que tú creías terriblemente único u original en verdad no lo es. Ahí llega el momento en que te enfrentas a si en verdad quieres ser un escritor, ahí empieza la carrera, en cuanto buscas tu propia voz. Los chavos que están haciendo literatura o escribiendo, emociónense, está padre, pero hay que leer un montón, y hay que enfrentarse a la crítica y sobretodo no hay que dejarse vencer. En ocasiones es necesario que la gente o alguien, nos rompa nuestros papeles en nuestra cara para darnos cuenta si en verdad queremos ser escritores. T. ¿Algo más que quisieras agregar? A. Pues muchas gracias por la entrevista. Esta muy interesante este proyecto que han estado realizando, y nada más. Muchas gracias. (Alfonso termina su whisky y se levanta para servirse otro). “Las cinco rápidas por Alfonso Valencia” 1. Las mujeres. Divinas 2. La vida o la muerte. Un volado 3. Razones para escribir. Muchas, la vida misma es una razón para escribir. Para mí, la razón paraa escribir es el descontento, el mundo donde estoy viviendo, y ofrecer muchos mundos mejores o peores (risas) para decir que donde estamos viviendo es mejor. 4. Para no escribir. La hueva, la desidia, la indisciplina. 5. Escritura es lo mismo a soledad. Sí, definitivo. Un escritor se vuelve solitario porque no le gusta, o le es difícil socializar con el mundo, es complicado hacer nuevas amistades, salir o hablar, o al menos hablo por mí, por lo mismo que todo te molesta. Además, el proceso creativo es algo solitario, no puedes estar creando con mucha gente alrededor y decir espérenme voy a escribir algo. El escribir siempre es un ejercicio solitario.
TIMO VIEJO
Poemas Alfonso Valencia
POESÍA
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Las montañas no fueron pretexto. Él nunca los tuvo. Ya en otro lugar de lluvia y mucho frío Craig Pierson recordó el último rayo del sol… Habló. Y el unísono de las aves levantando el vuelo parecía tan lejano.
“Despedida” primera parte de “El libro de las cosas que no sucedieron”.
Las iglesias de esta ciudad ya no son santas. Dios se mudó de ellas hace tanto que todos olvidaron ya su aroma.
“Las cosas que no sucedieron” segunda parte de “El libro de las cosas que no sucedieron”.
El sol brill贸 como nunca el d铆a de tu muerte y nadie quiso vestir de negro. Y los que estaban cometieron un error, al mandarte a la batalla final con la espada envainada.
(Lo que no se dijo) (Contemplaste el fin del cielo como quien busca una respuesta. Si en tu interior queda el rastro del cruel huracán la brisa traerá de vuelta las palabras que susurraste para ya no escucharlas. Entonces ni el mar podrá contener tus secretos y como un barco que destroza el paisaje, serán eterna decoración de tu horizonte)
“Memorias” tercera parte de “El libro de las cosas que no sucedieron”. Alfonso Valencia. El Librode las cosas que no sucedieron. Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo de Poesía 2008. Conaculta 2008.
PORTAFOLIO
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POR ISRAEL CAMPOS NAVA
FICCIÓN
Una bestia negra Durante la edad media aparece el amor cortés. De este fenómeno nace el imaginario que da vida a una nueva manera de vivir una de la formas de las relaciones personales contemporáneas. Es quizás el amor uno de los sentimientos más importantes y definitorios de lo humano. Asociado a otras sensaciones y emociones como el placer, la sensualidad, el deseo, el dolor, lo perturbador, la locura y la muerte, por mencionar algunos. Otros fenómenos asociados a éste son la magia y la brujería. A nadie le parece extraño pensar la experiencia del amor al lado de la idea de estar hechizado. O como un éxtasis, es decir, un estar fuera de sí. Lejos de estas experiencias, queda actualmente una percepción más secular del amor. Una noción que tiene que ver con la mesura o, incluso, relacionada con el ámbito del ideal de la salud mental. Y este cambio de paradigma refleja, de forma clara, los objetivos que se pretenden alcanzar, de acuerdo al desplazamiento de las actitudes mentales, en cuanto a la manera de comprender el mundo, y al hombre mismo. El fenómeno del amor nace, en un contexto en el que lo sobrenatural gobierna las leyes de la naturaleza. Es algo divino. En la tradición judeo-cristiana, la biblia muestra dos parámetros bastante alejados entre sí, pero que se complementan. Es el tema del Cantar de los Cantares y la Pasión de Cristo. La manera en que los Evangelios y el poema del Cantar describen la experiencia amorosa, hace referencia a un desprecio de toda regla social, como síntoma de lo anómico, está fuera de todo parámetro de vergüenza. La raíz del sentimiento que ahora es conocido como amor, es en sí mismo algo ingobernable, es decir, irracional y, por eso mismo, también como asombroso e incomprensible. En contraste, en el mundo de nuestro tiempo, el amor, padece la violencia de la razón. Se pretende acotar en ideales de lo saludable. Se le pretende despojar de su carácter mórbido.
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Si en las novelas caballerescas, el amor se comprende como un estado de locura o una experiencia mística, en la época contemporánea es un estado relacionado con una emoción más simple, a veces es un mero sucedáneo de la actividad sexual. Sin embargo, la sexualidad puede ser una de sus caras aún más monstruosas. Quizás en la actividad sexual, el amor es el resultado de la perpetración de un crimen: el asesinato de la razón y de la mesura. Independiente de la cotidianidad con la que se vive, el amor es una emoción inquietante debido a su esencial monstruosidad. A pesar de esta característica, el ideal actual de la experiencia del amor está en su consumación como consecuencia última de la felicidad, sin tener presente que en la lucha por satisfacer el deseo, acecha su intermitencia, es decir, la satisfacción momentánea, la necesidad y la frustración. La interrupción momentánea, indica el rasgo de la conciencia. Como ésta no es absoluta, en el sentido de que no sería lo que es sin el olvido, sólo quedan fragmentos, jirones pero que no dejan de ser la totalidad o, por lo menos, un rasgo de la totalidad de la conciencia. ¿Cómo es que unos cuantos aspectos de la memoria, construyen el carácter significativo de la vida de un humano? Son estos restos supervivientes los que abren paso a la intimidad de alguien, todos los pensamientos y sentimientos están cifrados en pequeñas salas de estar, son un mero vestíbulo, la frontera a los inabarcables espacios que constituyen un ser. Es en estos recintos en los que vaga una bestia. Es nuestra experiencia amorosa. Y como el minotauro, cada tanto, reclama nuevas víctimas. Es el resultado de la unión de la desmesura y lo divino. Y la cuota de experiencias fallidas no será concluida hasta encontrar el equilibrio entre lo racional y lo irracional. Esa experiencia es posible de alcanzar, aunque poco probable de lograr.
Por: Israel J. González S.
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CRÓNICA
Zoología Humana Isidoro de Campos
—¿Cómo vamos joven? —pregunta a Andrés un oficial que nos detiene en un retén que hay en la salida a Sahagún—. ¿Tomó alcohol? En el carro que conduce vamos José, Bastián y yo. Venimos del Bunker después de haber bebido unas cuantas jarras de cerveza con clamato y de haber jugado billar en el que se apostó ir a un putero. Andrés va un poco borracho, pero el policía lo deja pasar no sin antes pedirle que le soplara para comprobar su estado de ebriedad. Todos reímos porque algunos ya venimos hasta la madre, con ganas de ver a las putas del Brimins y los policías ni en cuenta. Son las tres de la mañana, hace un frío insoportable pero el men’s club parece estar semilleno. Al pasar la puerta el olor a tabaco, alcohol y putas invade nuestros sentidos de golpe. Laura está en la pista desnudándose mientras una canción pop moderna suena. El volumen es atronador, el lugar oscuro con las luces cambiando a cada momento se complementa con el humo artificial que inunda el sitio con una ola de majestuosa bruma. Tomamos una mesa cerca de la pista donde las mujeres bailan. Laura es de piel blanca, cuerpo generoso y mirada distraída, clásica puta que hace su trabajo más por necesidad que por gusto. Bastián pide un cubetazo y ofrece privados para quien del grupo los solicite. En frente de la pista hay un grupo de cuatro borrachos que gritan majaderías a las putas. Se ve que ya están bien pedos; uno de ellos se levanta y parece un bisonte tambaleándose debido al peso que el alcohol le ha dado a su sangre. Los otros ríen de sus ingenuidades cual hienas. A lado de ellos está un grupo de tres pervertidos, dos feos y un gordo, gente arrabalera que tiene el dinero suficiente como para irse de putas. Cuando la siguiente bailarina sale, una mujer rubia de formas apetecibles llamada Regina, el gordo se revuelca en un mar de deseos, cual ballena que tiene el arpón en la frente, lista para ser matada. Sus dos compañeros se burlan de las palabras que arrojan sus labios, lo miran como corderos en el matadero del cansancio y la idiotez. Me llaman la atención las zapatillas de plataforma de las bailarinas y de algunas putas que hay en las diversas mesas. Parecen diosas que miran a los hombres hacia abajo para mostrar un valor que crece con el maquillaje, la indumentaria y el desnudo. Regina va a bailar una tercera canción, también algo de aquel pop romántico de ahora, mientras se desnuda completamente. Segunda bailarina y segunda tanga negra. Me parece monótona la lencería oscura. A lado del grupo central, están los niños bien, hombres de familias acomodadas que tienen una puta para cada uno. Se ven sus peinados bien hechos, su ropa con una presencia única en ese tipo de personas que han disfrutado de un mundo de cristal donde convergen el placer y la suerte. Cuando las putas les bailan en frente parecen perros que sufren de una sed inmensa. Sus manos son lenguas que no resbalan sobre los ríos de las ropas de las chicas, sobre su piel turgente y habida de diversión, ya que miro que son unas de las pocas que parecen disfrutar el ambiente y no perderse en miradas que buscan infinitos que no se encuentran en las paredes del bar. Antes de que salga otra chica a bailar, suena una cumbia y las parejas que están a lado se ponen a bailar. Me parece increíble encontrar a dos mujeres acompañando a sus hombres a este tipo de lugares. Ya me había percatado cuando entramos que uno de ellos, un hombre con bigotes de morsa y cuerpo de canguro, tenía en su regazo a una chica del bar. Me pareció un padre muy amoroso, un pervertido cualquiera que se aprovecha de la inocencia de una chica mientras la sienta sobre sus piernas y convierte sus manos en tentáculos para absorber las sensaciones de los dedos que viajan de la cintura a las piernas, del vientre al sexo, de las nalgas a los pechos. La música atronadora vuelve a esas dos parejas —supongo que han de ser las dos mujeres amantes de los hombres— aves en una fuente de licores, donde las hembras son las únicas que bailan bien y los machos, sumidos en los vapores del tequila y las cervezas, se dejan guiar cual remolinos en páramos pedregosos.
Arlette sale a la pista y trae un conjunto sexy, azul marino con bolitas blancas. Usa gafas que la hacen ver muy intelectual, muy alta con sus zapatillas de plataforma. Pierde sus miradas en los muros del bar mientras se mueve al ritmo de la música. Nadie parece notar en sus ojos un gesto de disgusto, pues resaltan más sus piernas, nalgas y pechos vibrando al ritmo del reggaetón, reflejadas en los espejos que hay detrás de la pista. Las aves hembras y machos que estaban a nuestro lado se van, mientras Arlette se desnuda delicadamente con una canción romántica de Luis Miguel, algo que no entiendo, aunque me parece excitante. Sus pezones pequeños y erectos brillan provocadores ante las luces, a pesar de que su tanga negra no cae para mostrarnos el origen de los universos de la vida, la pasión, la locura y el placer. Bastián ha desaparecido. Se ha convertido en tejón que busca a una puta a la que solía escribirle poesía, el común caso del poeta de bar, aunque también de literato profesional, pues ¿qué poeta no ha dado más de una línea por una puta? Hay una mujer vestida de enfermera que va de mesa en mesa, sentándose en las piernas de los hombres, incitándolos a tomar alguna bebida, algunos besos, algunas caricias. Parece cigüeña destinada a dar a luz placeres con las plumas blancas de su piel y su disfraz. Yessi sale ahora a la pista. Trae una faldita roja, con un corsé del mismo color. Es alta y de mirada penetrante cortada por una nariz aguileña, rostro de bruja que hechiza mientras sus ojos hipnotizan. Bastián ha regresado y José le dice que quiere un privado con la chica que ahora baila. Sus movimientos delicados se conjugan con una mirada donde se acopla baile, disfrute y deseo. Su tercera canción —aquella en la que nos muestra como luce al natural, según palabras del hombre del micrófono— es de Metallica, una rola relax con el toque pesado del metal. El corsé es el primero en caer, después la faldita. Me agrada su tanga blanca con borde negro, cambia la perspectiva del tipo de tangas que usan las putas en este bar, se me hace más juvenil. Sus labios rojos se mueven con la música, sus piernas bien formadas y largas se pegan al tubo y su pechos al aire muestran unos pezones cafés que parecen puntas de un pastel de chocolate. Es la única que se atreve a hacer la acrobacia de subir hasta lo alto del tubo y después dejarse deslizar cual hada con el cuerpo desnudo, pero aún el sexo cubierto. Esto no es inconveniente, aunque ya van tres putas que no se desnudan por completo, pues la belleza de los secretos la hacen una esfinge que pregona adivinanzas sobre su cuerpo, las cuales para contestarlas se tendrá que pagar un privado. Bastián fiel a su palabra hace llamar a Yessi, quien llega a nuestra mesa, platica con José y se lo lleva para ofrecerle un privado. Al verlos ir, Bastián se vuelve de nuevo tejón y va por otra puta, su puta favorita que se hace llamar Daniela. Más música mientras se anuncia el nombre de una bailarina que no va a salir. Al caminar hacia los baños, se pueden ver a los bebedores solitarios, a las putas cansadas o aburridas en mesas que sólo ellas ocupan. Los niños bien parecen quererse ir, pero las putas que los rodean cual hidras los amarran con abrazos, besos, caricias y bailes. Brasil sale a la pista. Es una chica que trae un vestido amarillo pequeño y pegadito, la cual la va a pedir después el gordo que se sienta casi enfrente de nosotros. Él se volverá papá calamar porque la sentará en su regazo mientras la chica evita todo contacto visual directo con el gordo que babea al tener semejante mujer sobre las piernas. El ambiente decae con las dos putas que siguen. En la mesa quedamos sólo Andrés y yo. Bastián y José siguen en su privado. La mayoría de los hombres se quedan viendo con mandíbulas desencajadas y ojos extremadamente abiertos, cual iguanas, a las bellezas del Brimins bailando y desnudándose en la pista. Finalmente, Bastián y José llegan, a este último se le pega Yessi, a quien le invita una copa. Platican mientras la música de reggaetón o los éxitos electrónicos más populares suenan. Bastián nos comenta que ya el dinero se ha evaporado, que los billetes se volvieron moscas que han volado a la cartera de las putas. José quiere invitarle otra copa a Yessi, pero ya no hay para más, tenemos que irnos.
Al pedir la cuenta, el hombre del micrófono anuncia a Daniela. Decidimos quedarnos para ver a la puta que es inspiración para Bastián, ver como baila y se desnuda. Su mirada es lo que impresiona, pues tiene unos ojos tan profundamente negros e inocentes, además de un cuerpo generoso que se mueve con la música. Al final, en su desnudo se escucha otra canción de pop romántico, mientras su vestido negro muy pegado y su sostén caen, y su tanga negra, valga lo común de las putas de este bar, se desliza lentamente pero nunca deja ver más allá de las formas de su sexo. De pie la miramos, mientras Andrés, que se ha mostrado interesado por la mujer, la lame con sus ojos de búho en una de las mesas que se ubica enfrente de la pista. Terminado el baile salimos. Algunos metros más adelante, otra patrulla nos detiene. Andrés tiene que dar la cara como conductor. La tensión sube en nosotros, ya que nos sabemos culpables de alcoholismo. Pero nada sucede, el policía deja a Andrés seguir conduciendo. Entre carcajadas celebramos esta suerte respecto a la justicia que siempre le pregunta a Andrés: —¿Tomó joven? —y a lo que siempre él contesta: —No, nada oficial.
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RELATO
MALENA
Introducción. Lo poco que quedaba por decir. Estaba sentado en un café del centro de la ciudad con Malena, sí, Malena, esa mujer de enormes ojos y labios carnosos que gustaba de fumar cigarros baratos; sus piernas estaban cruzadas al lado contrario de las mías y movía el pie derecho en una notable señal de impaciencia. —¿Sabes Andrés? —me dijo, mirándome por fin a los ojos mientras colocaba un cigarro entre sus labios e intentaba prenderlo con su desgastado encendedor azul—. Nunca me he acostado con un hombre al que no haya querido, tengo que quererlos, por lo menos un poquito y de alguna manera. La observé por un segundo antes de responder. Esa mujer siempre tuvo el tino para hacer el comentario del que yo no tenía salida. —No puedes querer a todos los hombres con los que te has acostado, suena ridículo, incluso viniendo de ti —le dije despectivamente mientras sorbía de mi taza llena y caliente de chocolate; ella se limitó a reír sarcásticamente, me miró y sus ojos se tornaron fríos y distantes, estaba escogiendo las palabras, afilando las navajas que iba a clavarme. —Tú que vas a saber —dijo quitándome los ojos de encima y volviendo su vista hacia las luces de los autos que, lentamente, pasaban enfrente del café —. Tú él hombre que toma chocolate en vez de café, el que no es capaz de fumar, aún a su edad, delante de su madre y no puede tomarse un Gin-tonic sin hacer un gesto de asco después del primer trago, tú que vas a saber de querer a alguien. Dio una prolongada fumada a su cigarro y volvió a reír, regresó sus ojos a los míos y los dejó ahí —Fui cruel, lo siento. Se disculpó, descruzó las piernas y aventó su cuerpo hacia mi lado de la mesa, apoyo su mentón en sus manos y por un rato, en nuestro silencio, —el suyo expectante, el mío molesto, como siempre, con ella—, se dedicó a mirarme como si no existiera nada ni nadie más. Suspiré, tomé sus manos entre las mías y le dije: —Tú sabes, que después de tantas cosas y después de tanto tiempo es una tontería estar aquí otra vez, no sé qué esperas de mí pero yo, esta vez, no puedo esperar nada de ti, me acostumbré al montón de whiskys, a tus gritos a las tres de la mañana, a tus desplantes y a ese sarcasmo inhumano que cargas y no quiero vivir así. Malena dejó de mirarme. En sus facciones toscas se reflejó su corazón quebrándose, yo no quería, ni esa noche ni todas las de atrás que viví con ella, romperle el corazón. Echó su cuerpo hacia el respaldo y tomó su bolso de la silla continua, yo lo sabía, no iba a permitirme un segundo más de su dolor, me dio una última mirada de desprecio y sin decirme nada caminó hacia la entrada del café, iracunda y hermosa como siempre, haciendo sonar el tacón, acomodándose el cabello, dejándome ahí.
Capitulo Uno Caperucita perdió su capa. La primera vez que la vi estaba hecha nudillo en la esquina de la sala del departamento de ‘el amigo de un amigo’ en el que se celebraba una pequeña fiesta. Parecía que las copas se habían ‘prácticamente’ trepado en ella; tenía el vestido amarillo más allá de los muslos y sus pies formaban un ángulo extraño junto a los tacones dorados que lo acompañaban; estaba sola, tenía los ojos desorbitados y producía un hipido entre cómico y lastimero. Me senté en el sillón más próximo al rincón dónde estaba y me dediqué a mirarla. Después de un rato, decidí hablar con ella aunque sospechaba que no me prestaría atención. —¿Estás bien? —pregunté y enseguida me di cuenta, por la forma en la que me miró, que la respuesta era evidente. —¿Parece que estoy bien? —contestó intentando ponerse en pie y tendiéndome una mano en busca de ayuda. Jalé de ella y la conduje al sitio junto al mío en el sillón. Ella me miró por unos segundos, con una mirada penetrante, como burlándose de mí. —Me dejó —me dijo sin más rodeos—, me dejó y se fue con esa mujer que bien podrías confundirla con las que se paran en las esquinas cada noche a enseñar los calzones; me dejó así no más, porque se le dio la gana. Fue la primera vez que me quedé sin tener que decirle, tenía la mente completamente en blanco así que sólo le lancé una amarga y corta risa que sonó como un bufido asqueroso. —¿Quieres salir de aquí? —le dije, esperando, como de costumbre, recibir un no por respuesta. —Sí —contestó rápidamente y sin mirarme. —Soy Andrés —le dije mientras tomaba de mi mano y me conducía a la salida del apartamento. —No, no hagas esa cosa de los nombres y los años. No me interesas. Sólo quiero salir de aquí —me dijo mientras bajaba con una delicadeza impresionante las escaleras. Al llegar al primer rellano se paró en seco obligándome a parar también, me miró a los ojos y dijo parsimoniosamente: —No te ofendas, no tiene casi nada que ver contigo, salvo el hecho de que no eres mi tipo. Jaló una vez más de mi brazo y salimos a la vacía y fría avenida. —¿Quieres mi abrigo? —le dije en un intento por ser cortés. —No —dijo volteando hacia atrás y acomodándose el cabello—, no tienes que ser amable conmigo —le miré la espalda unos segundos, era angulada y perfecta, el cabello resbalaba de una forma increíble, casi pecaminosa y su olor a perfume y alcohol barato comenzó a llenarme de ansiedad. —Pero quiero ser amable contigo —dije atreviéndome a tocarle el hombro. —No necesito que seas amable conmigo —murmuró retirando con desprecio, pero a la vez con cuidado, mi mano de su hombro—. Tú eres de esos hombres —continuó, volteando su cuerpo hacia a mí—, de esos que creen que a las mujeres nos conquistan con buenas acciones y con gestitos ridículos de hombrecito dócil y enamorado ¿Quieres tener a una mujer rogándote que te la tires? —preguntó mirándome a los ojos severamente, como si de mi respuesta dependiera lo que pasaría después.Yo abrí los labios y de ellos sólo salió un nuevo bufido. —Maltrátala, arrástrala, deja que se vaya de tu fiesta de cumpleaños con cualquier pendejo, déjala —dijo esto con una voz firme, muy diferente a la de la muchacha indefensa que encontré tirada y borracha en el departamento cinco plantas arriba, cruzó la calle y desapareció. Fue la primera vez que me dejó vacío, estúpido, asustado y sin habla en medio de la calle, la primera de todas, la única que, mirando hacia atrás, debí haber soportado. Tardé pocos segundos en entender lo que me había dicho. Entonces, decidí seguirla, no sabía muy bien ni por qué ni para qué, pero algo que me decía que esa conversación no había terminado. Crucé la calle y caminé hasta el punto dónde había dejado de verla. A pesar de su embriaguez y sus enormes zapatos, esa mujer era tremendamente rápida; la observé a lo lejos y aceleré el paso, llegué a su lado y tiré de su brazo. Ella volteó, para mi sorpresa, tranquila.
—Bueno, entonces supongo que no quieres tirarme —dijo riéndose y mirándome con curiosidad. —Primero, como los hombres que aún somos un poco caballerosos, te voy a invitar un café —contesté, sorprendiéndome de mí mismo. —Me llamo Malena —me dio por toda respuesta—. Aquí en la esquina hay un café de esos malos y mugrosos que no cierran nunca. —Bien, vamos ahí entonces —la tomé de la cintura y ella, aunque se movió un poco incómoda, dejó mi mano ahí. Llegamos al café y nos sentamos. Era un lugar espantoso, lleno de gente trasnochada, y con un repugnante hedor a grasa en el ambiente. —¿Sabes lo difícil que es estar con alguien que no te ama? —me dijo mientras tomaba asiento y agitaba la mano para hacer venir a la única mesera del lugar. —Sí, supongo que todos sabemos que se siente que no nos amen. Esperé su respuesta, quería saberlo todo, quería saber por qué sus ojos tenían esa tristeza y todo lo demás. —No, yo no te pregunté si sabias lo que era que no te amaran; te dije que si sabias lo difícil que resulta estar con alguien que no te ama, despertar al lado de él, besarlo, hacerle el amor, caminar de la mano, pasar juntos los mejores momentos, comer, cenar, desayunar, hacer las compras, todo. —A mí eso me suena amor —di por respuesta. Miré sus ojos, estaba analizándome, taladrándome—. ¿Cómo sabes que no te ama? ¿Él te lo dijo? —le espeté. —Sí, él me lo dijo: “No me haces feliz, deberíamos dejarnos; no mato ni muero por ti Malena, entiéndelo, no te quiero, no te necesito.” —de sus ojos enormes resbalaron dos únicas lágrimas—. Pendejo de mierda — agregó—. ¿Quién puta madre se cree? Estuvo mal salir de ahí, perdóname, de verdad tengo que volver —dijo levantándose de la silla—. Llámame ¿Sí? —tomó su bolso que había colgado en el respaldo y gritándome su número telefónico salió del café a un paso muy veloz; yo me quedé ahí, por segunda vez en la noche, sin saber que carajos. Claro que no apunté ni recordé el número telefónico, no sé si me distrajo su caminar o simplemente estaba tan confundido que no pasé de los primeros dos dígitos. No duré mucho ahí sentado, necesitaba pensar. ¿Qué iba a hacer? ¿Tenía que hacer algo? De cualquier manera esa mujer no era nadie en mi vida, apenas sabía su nombre y habíamos cruzado algunas frases forzadas y tontas, nada del otro mundo, aún así tenía en el estómago esas enormes ganas de seguirla. La mesera llegó con el café, apenas lo olí sentí asco, lo dejé sobre la mesa y lancé, como en película gringa, un billete de alta denominación y gritando un gracias salí corriendo de la cafetería y crucé la calle para volver al departamento. La fiesta se había tornado un caos. Las personas que antes bailaban cortésmente ahora se besaban en los rincones. Ahí estaba ella, agitaba sus manos al aire mientras hablaba con un hombre alto y delgado, el cual sin pudor alguno aventaba los brazos de Malena hacia atrás y sonreía sarcásticamente mientras, por las mejillas de ella, resbalaban incontables lágrimas. No sabía qué hacer, me quedé paralizado observándolos y de repente, como si yo la hubiera llamado, ella volteó, bajó sus manos y con el dorso de la derecha limpió sus lágrimas. —Ahí estás —me dijo caminando hacia mí—, pensé que no ibas a volver, ¿sabes? —dijo burlonamente —, me da gusto que seas de esos cabrones que nunca se rinden. No supe que decir, así que la tomé de la cintura y con los dientes muy apretados dije lo que jamás pensé decir esa noche. —Te voy a sacar de aquí, vas a venir a dormir conmigo. No, no me mires así —agregué al ver que abría de más sus inquisitivos ojos—, yo dormiré en el sillón, pero si de aquí a la entrada vuelves a dejarme parado como pendejo sin poder decir nada más que, ¿Qué puta madre?, te juro que te dejo con este cabrón y que llores todo lo que tengas que llorar ¿Estamos? No me dijo nada, a cambio sólo me dio una sonrisa burlona y alejó su cintura de mis manos. —No abuses de tu suerte —dijo cuando habíamos llegado a la calle y empezábamos a caminar mientras los primeros rayos de sol nos daban en la cara.
Malena preparó esa mañana el desayuno y la mañana siguiente también. Se quedó un mes, dos; las sumas me fallan recordándola. Jamás acordamos nada, si se podía o no quedar, jamás pidió permiso. Un día, después de la primera noche en la que accedió, sin que yo se lo pidiera, a dejarme un espacio en mi colchón, regresó de haberse ido sin decirme a donde, con un montón de maletas y una bolsa llena de zapatos. —Lo dejé —dio por toda respuesta a mi inquisitiva mirada. —¿No lo habías dejado ya? —pregunté casi burlándome del tono de orgullo con el que había dado la ‘noticia’. — Bueno, a ti nada te parece ¿no? —dijo dejándose caer en el sillón con los brazos trenzados y el ceño fruncido. —Sí, claro que hay montón de cosas que me parecen Malena, tú, por ejemplo —dije acariciándole el rostro con toda la mano y pasándole los dedos por los labios—. Claro que hay cosas que me parecen. —Pendejo —me dijo, conteniendo una sonrisa de niña—, pendejo de mierda, si hubiera sabido ésa noche que estabas tan viejo y eras tan mañoso, te hubiera mandado a la chingada —dijo aventando su cuerpo hacia el mío, mirándome con fiereza, retándome. Después me besó, como siempre que se resignaba a no hacer el berrinche correspondiente a su edad. Ella tenía razón, yo estaba viejo, no tanto, claro, pero si lo suficiente para contrastar demasiado con su carita y sus gestos de veinteañera. La noche en la que la conocí tenía 32 años y el cabello medio cano gracias a que en mi infancia había sido sumamente rubio. Ella tenía 21 la primera vez que vi sus piernas flacas metidas en un vestido, pero con tanto drama, los desplantes, y eso de ‘vivir con alguien que no te ama’, la mañosa había sido ella. Jamás creí que alguien de tan corta edad pudiera derramar lágrimas tan adoloridas ni de tener pensamientos tan atroces respecto a los daños y repercusiones del amor; mañosa ella que me había hecho creer, sin decirme ni una palabra, que era mi destino.
Por: Susana de la Torre
POESÍA
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Dos poemas de William Butler Yeats (1865-1939)
Versiones en español de Adolfo Ávila
He Wishes His Beloved Were Dead
Desea que su amada estuviera muerta
Were you but lying cold and dead, And lights were paling out to the West, You would come hither, and bend your head, And I would lay my head on your breast; And you would murmur tender words, Forgiving me, because you were dead: Nor would you rise and hasten away, Though you have the will of the wild birds, But know your hair was bound and wound About the stars and moon and sun: O would, beloved, that you lay Under the dock-leaves in the ground, While lights were paling one by one.
Si estuvieras tendida, fría y muerta, y las luces palidecieran al poniente, vendrías hacia mí e inclinarías tu frente. Yo, reposaría mi cabeza sobre tu pecho, y tú murmurarías palabras cariñosas, perdonándome, porque estarías muerta: No te levantarías presurosa para alejarte, aunque tienes la voluntad de las agrestes aves, pero sabrías que tu cabello está atado y herido alrededor de las estrellas, de la luna y el sol: Oh, quisiera amada, que yacieras en la tierra, bajo la hojarasca, mientras las luces una a una palidecieran.
An Irish Airman Foresees His Death
Un aviador irlandés prevé su muerte
I know that I shall meet my fate Somewhere among the clouds above; Those that I fight I do not hate, Those that I guard I do not love; My country is Kiltartan Cross, My countrymen Kiltartan’s poor, No likely end could bring them loss Or leave them happier than before. Nor law, nor duty bade me fight, Nor public men, nor cheering crowds, A lonely impulse of delight Drove to this tumult in the clouds; I balanced all, brought all to mind, The years to come seemed waste of breath, A waste of breath the years behind In balance with this life, this death.
Se que hallaré mi destino en algún lugar entre las nubes. Aquellos a los que combato, no los odio. Aquellos a los que resguardo, no los amo. Mi tierra es Kiltartan, los hombres de mi tierra, los pobres de Kiltartan, ningún probable final podría perderlos o hacerlos más felices que antes. Ninguna ley o deber me obliga a pelear, ni hombres poderosos, ni vítores de multitudes, sólo un delicioso impulso me condujo a este tumulto de nubes. Hago un balance y veo todo en mi mente. Los años venideros parecen, desperdicio de aliento, desperdicio de aliento, los años previos. En balance con esta vida, esta muerte.
Decepciones
Ella le dijo: “Ya no” Y le crecieron alas a su desasosiego, Sus pupilas se hundieron Sobre las ojeras de las aves que pasaban. Dormir dentro de sábanas fue eludir secretos, Huir de las sanguijuelas que vagaban en sueños Y recordaban con desconsuelo las pasiones Que dieron contra los diques de sus dedos. Pero con los amigos fue pulpo sin oídos Que arrojaba tinta con su nombre, Tentáculos que para tomar copas eran torpes, Mientras el cerebro en mares divagaba. Vive con nubes de pena ocultando su lecho, Una luna llueve tristezas sobre sus ojos, Respira por los anhelos que con ella huyeron; Sus rodillas son cangrejos volando en hinojos. La tarde en su suicidio Es un dragón que flota dentro de mil estrellas, Silencio que en las sombras no da vida a efigies, Felicidad que en sus manos se volvió quimera.
Alonso Donato
Hojas secas
Soy hojas secas de tu aliento llamรกndome, a la senda ardiente de cenizas agitadas, pensamientos circulares de la ausencia. Recuerdo incierto, torrente que lleva lejos. Todo mi ser se resquebraja en la profundidad de la sombra que dejan tus pasos.
Por: Israel J. Gonzรกlez S.
Quimera
Tu nombre sonoro, igual que el fuego debiera despertar: Respeto, misterio, temores. Sin embargo, evoca remedos de ti. Monstruo de tres cabezas, ojala algĂşn Dios te hubiera creado.
Marco Antonio Meneses Monroy
Para mi muerte
No la tersura de las sabanas propias espero ignoren mi partida, como una madre ignora la muerte de un hijo que sabe viajando. No el olor a hospital que anuncia el morir, vedando la agridulce sorpresa que ansĂa ser la Muerte. No querubes abriendo el mar celeste ni luz, que prometa paraĂso. SĂ, la Muerte con falda. Quiero bailar con ella.
Marco Antonio Meneses Monroy
Lleno de ira Rafael Navarro
De ira de ira de ira…. Mi ira no grita, muerde, aplasta, me hace llorar, me revuelca y me levanta contra lo que amo. Me destruye y reconstruye día a día, de la mañana a la noche. Me traga, vomita, limpia y recalienta para hacerlo otra vez. Se convierte en escalofrío, pasa desde mi espalda, camina por mis dientes y llega hasta mis dedos ansiosos que se apretujan en las manos para dañar mi rostro con sus uñas. Soy piedra, madera, algodón, saliva, tierra, maceta y odio. No te puedo perdonar y termino otro ciclo de preguntas sin sentido para los oídos que me sienten, aman y ayudan. Soy miedo, deuda, pago. Soy todo y desaparezco entre lágrimas. Reaparezco entre gritos que me reclaman, en los ojos que buscan lo que perdí. No me atrevo a decir que muero, o que desearía morir. Tampoco a decir que esto se termina, aunque no quiero, aunque intento, a pesar que haya treinta y siete mil cuatrocientos ochenta y nueve inválidos más valientes que yo. Quiero que esto termine, mi amor. Quiero desaparecer en la puerta de tu casa, irme con el vapor de tu cocina, con el polvo de tu cuerpo en la regadera. Irme con el cadáver de nuestro amigo, con su sangre que escurrió en mis manos, con tus pasos a diario. Quiero esconderme entre tus collares hasta que me convierta en metal. Quiero llorar la vida hasta quedar vacio, pero no. No termina. No dejo de llorar, tampoco muero de tristeza. Esta tristeza que me arruina se traga mis fuerzas, carcome mis rodillas para que no camine, mis falanges para que no construya, mis pestañas para que el sol me queme los ojos. Quiero pensar en la arena e ir del brazo de Alfonsina para que nos trague el mar.
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RESEÑA
Where the wild things are Luis Martínez Rivera
¿Quién de niño nunca jugo a armar un fuerte en su cuarto, en la mesa del comedor o en la sala e imaginó que se escondía de todo: tareas, hermanos mayores o monstruos? Esta es la tercera película del director norteamericano Spike Jonze, quien realizó Being John Malkovich (1999) y Adaptation (2002). Films con guiones parte de Charlie Kaufman, un innovador en este campo. En esta entrega Jonze deja de lado a Kaufman y aun asi nos muestra una película muy bien lograda, arriesgándose porque careciente de un público amplio, pues bien serian niños muy adultos o jóvenes adultos con buena memoria de su infancia, que al ver este largometraje les recordase esas buenas etapas de la niñez. Where the wild things are o donde viven los monstruos se basa en el popular libro infantil con el mismo nombre del fallecido escritor Maurice Sendak. Desafortunadamente en México es raro encontrarlo, también es raro que en el kínder y la primaria sea puesto en la biblioteca. Esta adaptación del clásico infantil cuenta la historia de Max, un niño travieso que se siente incomprendido por su familia: ignorado por su hermana mayor y olvidado por su madre, cae en el refugio de su imaginación al punto de ponerse su pijama de lobo y comenzar a actuar como tal bestia. Sintiéndose aun más desesperado, escapa de su casa, encuentra una balsa y emprende viaje a mar abierto. Max llega a la isla donde viven los monstruos, los encuentra “remodelando” sus nidos. Al observar esto, el protagonista siente que llegó a donde pertenece. Con tal de ser bienvenido y no devorado por estas bestias proclama tener poderes, venir de un reino vikingo donde él gobernaba. Los monstruos creyendo el engaño del niño lobo terminan por proclamarlo rey, con la promesa de quitar la tristeza que ahí se vivía. Después de una temporada con los monstruos, trata de establecer una sociedad estable con la construcción de un mega nido donde todos tengan su lugar, que puedan vivan juntos. Durante la creación del complejo ve los problemas de cada uno y los que acarreaban entre ellos, dándose cuenta de que no es capaz de ponerles fin con su astuto razonamiento. Aunado a esto, se siente amenazado por la ferocidad superior de sus colegas monstruos, comienza a extrañar el calor de su familia.
Cuando las bestias salvajes ya no son tan fiadas de cada palabra que dice, el rey lobo se enfrasca más en su tristeza, comprende que debe madurar y decide volver con su familia no sin antes tratar de arreglar toda situación que él empeoró o que ya estaba gastada entre los monstruos, Al final, logra reconciliar a todas las bestias y deja buenas amistades con ellos. En su partida los monstruos vitorean la partida de su querido niño rey. Al volver a casa nuestro protagonista encuentra a su mamá cansada. Cuando ella lo ve se le llenan los ojos de lagrimas. Max, ya más maduro, la abraza. En esta película Jonze nos muestra un paso que es difícil de atender por todos nosotros, el miedo a la perdida de la inocencia y el vacio que puede tener la etapa adulta. Nos recalca muy bien el ciclo que involucra esta proceso de madurar con la postura que adoptamos cada uno, esto se muestra en la actitud de cada monstruo. Los actos impulsivos que cada uno tenemos cuando niños, y que con la edad vamos reprimiendo, se reflejan en Carol, un monstruo con rasgos felinos; en K.W. recaen las ganas de estar solos que experimentamos cuando tratamos de comprender cualquier acto difícil que la vida nos presenta; Douglas, un monstruo perico-gallo, es la parte comprensiva que adoptamos cada uno cuando dejamos de ser el niño que cree ser el todo poderoso de la casa; Ira y Judith salen como un matrimonio de monstruos, mientras que él representa la parte gentil, serena y un tanto sumisa que se forma en el actuar de todo ser humano, Judith es la agresividad que tenemos dentro, que cuando éramos niños la expresamos sin ton ni son; Alexander, un monstruo con atribuciones de carnero, forma la parte complaciente, maltratada e ignorada de uno, la persistencia en ser parte del grupo social pese al trato que nos den; finalmente, El Toro, que es el mas reservado, calculador y protector de todos, resulta en la etapa final de esta pérdida de la inocencia. A todos estos los monstruos los cargamos incluso en la madurez, ya que con el crecer y el paso de la vida cotidiana sólo los reprimimos o nos enfocamos a sobrellevar uno solo, pero nunca a enfrentarlos.
Where the wild things are nos muestra a los monstruos que de niños asimilábamos tan bien y que con el crecer nos negamos a mirarlos de frente. Esta travesía ocurre en un paraje muy bien armado, entre historia, adaptación del cuento y realización de cada monstruo. A esto se le suma la fotografía excelente de Lance Acord, que logra un ensamble de escenas que nos deja rayos de luz directos o traslucidos sobre el lente de la cámara; unos bosques con aires de melancolía y secuencias rápidas que nos remite, como flashbacks, a nuestra niñez, una de las etapas más apreciadas por todos. Dejando de lado la animación computarizada casi por completo, se arriesga a usar las casi ya extintas botargas como punto visual de mayor peso. Contando con esta tradición de animación ambigua, la caracterización de los monstruos muy similar a la del libro, deja ver que estas bestias salvajes no están tan alejadas de las que solíamos imaginar. Toda esta configuración de elementos visuales se complementa con el excelente soundtrack interpretado por Karen O, vocalista y líder de los Yeah Yeah Yeahs, donde nos entrega doce pistas que dan ganas de gritar, saltar, morder, aullar, andar en las cuatro extremidades… en fin, todas esos posturas que nos eran tan naturales cuando niños. Spike Jonze logra sacar de un libro con unas cuantas páginas un mundo que de niños todos vimos. Al finalizar nos deja un entrañable largometraje donde podemos disfrutar un gran trabajo de animación, guión, narración, musicalización y montaje con lo que podemos interiorizar en algún recuerdo de la infancia, dejándonos una tarea que hemos postergado por mucho: confrontar a esos monstruos con los que nos llevábamos tan bien, que nos enseñaron tantas cosas, pero que decidimos no verlos jamás.
Max Richter: la música como un estado de existencia “¿Qué es ese ruido que se escucha?” Frase primera que comúnmente he escuchado cuando alguien empieza a oír el álbum Infra (2010) de Max Richter. Fue el primer álbum con que me encontré de este compositor británico, nacido en Alemania, y el cual era un proyecto musical comisionado en 2008 por The London’s Royal Ballet. Este proyecto está inspirado en el poema The Waste Land, del poeta estadounidense T. S. Eliot. El álbum constó para la producción del ballet de 25 minutos de música que ambientaba una obra llena de melancolía, pérdida e incertidumbre.
La versión de 2010 de Max Richter cuenta con 40 minutos de música caracterizada por el uso de estática radial, música de cámara y movimientos de sonata para piano. Trece piezas componen el disco —divididos en cinco piezas llamadas journey y ocho piezas más nombradas infra intercalados aleatoriamente— que funcionan como atmosferas donde el pensamiento puede divagar con pies descalzos, llevando de la mano a las ideas sobre los páramos olvidados de The Waste Land de T. S. Eliot. Es impresionante la cohesión del disco para crear un estado de existencia, una condición del pensamiento que encaja cada uno de los sonidos en momentos que se comprenden a manera de realidad; pues más que música, Max Richter crea instantes llenos de vida humana, sentimientos que han rondando siempre al lado de nuestras esperanzas rotas, felices u holgazanas.
El primer álbum que sacó como solista fue Memoryhouse (2002), grabado con la Orquesta Filarmónica de la BBC, y después reeditado por su disquera Fat Cat Records en 2009. Este es, en palabras de Chris Lo, “un viaje de 65 minutos a través de la belleza y la tragedia de la Europa del siglo XX”. 18 piezas componen el disco, que empieza con Europe, After the rain, canción que templa el álbum con una elegancia estética única, y que continua esta atmósfera a través de canciones como Maria, the Poet (1913), Laika’s Journey, The Twins (Prague) y Sarajevo, por mencionar las primeras, que nos conducen a través de viñetas musicales con sonidos ambientados por una Europa que pocos se atreven a recorrer con la imaginación que Max Richter les ha concedido. The Blue Notebooks (2004) es su segundo trabajo, un álbum donde se evoca una atmosfera llena de nostalgia y desasosiego en sus 11 movimientos que lo conforman. Hay que considerar que una taquimecanógrafa y la actriz Tilda Swinton leen pasajes de algunos trabajos de Franz Kafka y Czeslaw Milosz para complementar a las piezas con un aire de franca ironía, de sueño calmo donde unas palabras nos hacen más claro el paisaje que Max Richter perfecciona con los sonidos de una tarde, un piano, instrumentación acústica y sonidos electrónicos, que marca un ligero compás a través de los escritos de Kafka y Milosz.
aquellas que se ven y hacen lanzar suspiros por su belleza, pero que después se pierden al ganar el olvido la guerra de la permanencia de los recuerdos.
En 2006 vio la luz su tercer álbum Songs from Before basado en textos de Haruki Murakami, que fueron leídos por Robert Wyatt. 12 piezas conforman un álbum que en 37 minutos nos hunde en la remembranza de algo que nunca ha sucedido, un algo que se siente abandonado en el inconsciente y revive borroso, innombrable y oscuro en el ojo de la melancolía que a cada uno acompaña, y que es común en la obra del escritor japonés.
24 Postcards in Full Colour (2008) es un trabajo experimental en el que Max Richter compone 24 tonos para teléfono. En el álbum resbalan melodías clásicas y ambientales en atmosferas creadas para sentir pesar, sorpresa o afecto ante su ejecución casi paradigmática por el piano, el ambiente, sonidos electrónicos e instrumentación acústica que en cada pieza, cuya duración va de 36 segundos hasta los 3 minutos, nos regala sensaciones de tarjeta postal,
Por último, tenemos Vivaldi: The Four Seasons Recomposed by Max Richter (2012) que es tomado como un estudio y acercamiento detallado al trabajo hecho por Antonio Vivaldi en Las Cuatro estaciones. En ellas Max richter encuentra un patrón de coincidencia con la estética post-minimalista a la que pertenece y las adapta a nuestra época a través de los trece movimientos que crea con el uso cuidadoso de melodías, notas y efectos clásicos del concierto, pero que complementa con una mirada fija para que cada expresión de los instrumentos tenga un valor único y universal para los oídos que lo escuchan, para la mente que lo comprende y lo respira con magnificencia a través de la emoción que hace sentir.
Max Richter usa mucho los silencios, los ruidos y los sonidos cotidianos para unificar un estado particular en la existencia que nos dan algunos minutos de su música, algunos movimientos que se guardan en los paisajes áridos de nuestra contemplación y desembocan en océanos de vastedad anímica que se pueden crear al sentirse propios, sinceros, pero principalmente, humanos.
Por: Paul Olvera