Aladar n 148

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Sábado, 16 de septiembre de 2017 Nº 148 @aladar_cultura

La fábrica de buen cine Aladar continúa con el repaso al cine de Fred Zinnemann. Su cámara se convirtió en un artefacto capaz de entregar películas inolvidables

Entrevista a la sevillana María Alcantarilla

Las mujeres ejemplares de Itziar Miranda


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CINE. FRED ZINNEMANN Fred Zinnemann era un verdadero ‘hombre de cine’, como su mismo apellido parece indicar, porque su pasión por el medio era tan grande, que no dudaba en dedicar años de su vida a cada proyecto e involucrarse en todas las facetas del proceso creativo.

FRED ZINNEMANN

Un ‘hombre de cine’ María Eugenia Guzmán {Fred Zinnemann aportó dosis de realismo inéditas en el cine norteamericano de postguerra. Tengamos en cuenta que mientras el neorrealismo italiano triunfaba en Europa, Hollywood seguía proporcionando ante todo entretenimiento. El hecho es que el realizador de origen austriaco trataba siempre de transmitir algo que percibiéramos como verdadero y por ello era capaz de estar implicado en un proyecto durante años para investigar el trasfondo histórico de la trama y lograr que lo narrado resul-

Fred Zinnemann. / El Correo

tara auténtico. Decidió incluso adoptar un formato casi de documental al aproximarse a temas como el drama de los niños supervivientes de los campos de concentración nazis en Los ángeles perdidos o el retorno de los veteranos discapacitados en la segunda guerra en Hombres. En ambas películas, rodó en localizaciones auténticas y recurrió a actores caracterizados por la aparente naturalidad de sus interpretaciones, como Montgomery Clift o Marlon Brando. Esa búsqueda de la verdad, sumada a la dolorosa experiencia personal

del cineasta –su familia murió víctima del Holocausto- le llevaron a elegir el drama como el tono adecuado para casi todos sus largometrajes. Sin embargo, la única vez que abordó un musical, hizo todo lo posible para alegrarnos la vida. Llevó a la gran pantalla uno de los mayores éxitos de Broadway, Ocklahoma, compuesto por Rodgers y Hammerstein. Rodó maravillosas canciones realzadas por las magníficas voces de los protagonistas y animadas por algunos divertidos números de baile. Sacó tanto partido a la química entre la

pareja principal, que su seductora interpretación de People will say we are in love constituye uno de los momentos más románticos del género. Su filmografía destaca por su belleza visual, pero cada plano tenía siempre una función más allá de lo puramente estético, ya fuera hacer avanzar la trama, proporcionarnos información contextual o revelarnos algo sobre los personajes. Así, en Historia de una monja, protagonizada por Audrey Hepburn, las bellas imágenes de los lugares en que vive la protagonista pretenden sobre todo


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En este artículo comentamos algunos de los rasgos característicos del realizador austriaco, a través de ejemplos extraídos de su filmografía reflejar la evolución de su estado de ánimo. Zinnemann nos hizo partícipes de cómo los solemnes ritos conventuales de Bélgica ahogan a la joven religiosa, para luego mostrarnos cómo la exuberancia vital de la Misión del Congo le proporciona cierta regeneración espiritual. Uno de sus lemas era El diálogo es un mal necesario, por lo que intentaba transmitir lo máximo posible con la imagen, antes que con la palabra. Por ejemplo, en Sólo ante el peligro, una vez Gary Cooper toma conciencia de que no cuenta con ningún apoyo para enfrentarse a la banda de forajidos, hay una serie de escenas mudas en las que, a través de sus gestos y movimientos le vemos experimentar primero cierta resignación ante la muerte, que se torna en miedo y finalmente en duda. ¿Debe huir? Pero además de lo que se puede apreciar a simple vista en sus fotogramas, los mismos a veces contenían un simbolismo que los espectadores debíamos desentrañar. En la mencionada película, los elementos que aparecen en pantalla están, muchas veces, cargados de especial significado: el pueblo es reseco y polvoriento como el alma de sus habitantes, la bandera y la balanza de Justicia son guardados en una maleta porque el juez que les juró lealtad ha perdido la fe, los insertos de raíles del tren son advertencias de que se avecina el mediodía en el que se decidirá el destino de los personajes… Hablando de trenes, estos eran para el cineasta un recurso narrativo que utilizó en numerosas ocasiones para acentuar el suspense. En Sólo ante el peligro, tememos que la locomotora llegue a la estación porque trae consigo la posible muerte del sheriff, en Los ángeles perdidos no deseamos que el tren parta porque puede alejar definitivamente a una madre de su hijo, en Chacal nos debatimos entre nuestro anhelo de que el policía de la estación reconozca al asesino y el deseo inconsciente de que éste huya y en Julia nos removemos en la butaca ante la posibilidad de que los nazis descubran lo que contiene el equipaje de la protagonista. Es evidente que el autor sabía cómo sacar el máximo partido dramático posible a este medio de transporte. En esto, coincidía con otro de los grandes, David Lean, con el que compartió además algunos buenos colaboradores, una misma férrea ética del trabajo y una sólida amistad, basada en el respeto y la admiración que se profesaban. Otro de los fuertes de Zinnemann era su montaje, siempre claro y preciso. Era uno de los cineastas de su tiempo capaces de «montar con la cámara», es decir, de rodar estrictamente lo necesario para ensamblar la historia sin perder metros de celuloide. No lo hacía tanto por eficiencia de tiempo y costes, como por asegurar su autonomía creativa. Al fin y al

Fred Zinnemann junto a Gary Cooper durante un descanso en el rodaje de ‘Solo ante el peligro’.

cabo, este método era la mejor manera de prevenir interferencias de los productores y garantizar que lo que llegara a las pantallas fuera la obra que el autor había concebido. Sólo era factible trabajar de esta manera si el realizador tenía desde antes de iniciar el rodaje una clara visión de conjunto de la historia y de cómo enfocar cada escena. Uno de los montajes más brillantes del director es el de Chacal, que nos permite seguir en paralelo el proceso de preparación del magnicidio de Charles de Gaulle por el flemático asesino y

la actuación del Gobierno francés para evitarlo. También nos relata de forma intercalada cómo delincuente y perseguidores improvisan constantemente para enfrentarse a las dificultades que van surgiendo en el camino. Pese a ser una película extensa, el ritmo con el que se suceden las escenas supone que estamos en tensión en todo momento. Y entretenidísimos. Zinnemann tenía convicciones profundas y un punto de vista claro sobre lo que nos contaba, pero era demasiado respetuoso con los espec-

Zinnemann junto a Audrey Hepburn.

tadores para manipularnos e imponernos su perspectiva a través de los recursos que proporciona el medio. Por eso, a veces su opinión es tan sutil, que no es fácil detectarla. En la mencionada Chacal, aunque el punto de vista narrativo nos lleva a identificarnos con el elegante e imperturbable asesino contratado por la OAS, el director nos dejó entrever dónde se encontraban sus simpatías. Desde luego no con el presidente de la república y su gobierno, caracterizados por su arrogancia y amoralidad. Quien le merecía respeto era el desaliñado y oscuro policía responsable del caso, cuya profesionalidad, rigor y principios le elevan por encima de sus superiores. Este cineasta fue ante todo un magnífico director de actores. No es casual que los trabajos de algunas grandes estrellas en sus películas fueran muy superiores a los desempeñados en manos de otros realizadores. Observemos el caso concreto de Deborah Kerr. Se dejó moldear por él mostrándose carnal y cercana, tanto en su papel de esposa leal en Tres vidas errantes como en el de adúltera en De aquí a la eternidad. En esta última, Kerr se enfrentó por primera vez al personaje de una mujer de vida promiscua, abandonando la inaccesibilidad de gran señora que siempre le había caracterizado. Zinnemann dedicó infinidad de horas a hablar con la actriz sobre el personaje, Karen Holmes, desentrañando sus motivaciones. Así, entre ambos humanizaron y aportaron complejidad a quien sobre el papel parecía una mujer cuyas acciones son dictadas por su pulsión erótica. Con sutileza, hicieron aflorar la tristeza y desesperanza de un ser que siente que todo en su vida grita «nada». Lo que vemos en pantalla es una mujer sensual pero sobre todo rota de soledad, que trata de llenar el vacío de su existencia con su inesperada relación amorosa con el sargento Warden. Por eso, no podemos olvidar el respeto con el que el cineasta ofreció los planos del rostro de Kerr, mirando a su amante con toda la pasión de quien se aferra a su última oportunidad. Ésta es solo una muestra de un conjunto de brillantes interpretaciones dirigidas por un hombre lleno de talento, que consiguió que nada más y nada menos que veinte actores fueran nominados a los Oscars cuando trabajaron con él. Sí, tomen nota. ¡Veinte! Zinnemann merece volver a ocupar en la historia del séptimo arte el puesto de honor que se le reconoció en los años cincuenta y sesenta y que nunca debió perder. Nos regaló muchas horas de extraordinario celuloide con las que emocionarnos y ayudarnos a entender un poco mejor ese gran misterio que sigue siendo la condición humana. Por ello, hemos querido rendir un sentido homenaje a nuestro admirado «Hombre de Cine». ~


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CINE. FRED ZINNEMANN En ‘Sólo ante el peligro’ Fred Zinnemann se arriesgó rodando un western que no respetó casi ninguna de las reglas no escritas del género. Gary Cooper, habituado a representar a hombres que desconocían lo que era el miedo, encarnó a un sheriff asustado ante una muerte que parece

SOLO ANTE EL PELIGRO

Vencer el miedo María Eugenia Guzmán {Siendo el western el género cinematográfico más genuinamente norteamericano, es llamativo que una de sus mejores manifestaciones fuera dirigida por un inmigrante austríaco, Fred Zinnemann, cuya perspectiva fue radicalmente rompedora. Los creadores clásicos como John Ford o Howard Hawks nos ofrecieron la belleza del Mito del Oeste a través de las hazañas de héroes que desconocían el miedo y que, cabalgando por impresionantes parajes a lomos de indómitos corceles, protegían a los más débiles de indios y forajidos. Zinnemann demostró mucho coraje cuando decidió saltarse varias de las reglas no escritas que encorsetaban el género. En Sólo ante el peligro, el protagonista es un hombre asustado que se fuerza a superar su miedo a la muerte, los habitantes no son una admirable comunidad de pioneros sino un colectivo insolidario y no nos deslumbran paisajes monumentales, sino que nos sofoca un sol abrasador que se cierne sobre un pueblo reseco y polvoriento. La trama transcurre entre pasadas las diez y el mediodía. Tres forajidos llegan a una localidad, mientras se celebra la boda del sheriff Will Kane (Gary Cooper) y su joven esposa (Grace Kelly). Ambos van a dejar el pueblo para iniciar una nueva vida en otro lugar. Los delincuentes esperan que llegue su jefe, que acaba de salir de prisión, en el tren de las doce. Su plan es vengarse de Kane, que fue el responsable de que le encarcelaran. El protagonista decide enfrentarse a los cuatro pistoleros y va pidiendo apoyo a los hombres del lugar. Con distintas excusas, le dejan «solo ante el peligro» e incluso su propia mujer le abandona, arguyendo que su religión es contraria a toda violencia. Todos intentan animarle a que se marche del lugar para evitar el derramamiento de sangre, pero el sheriff trata de resistir la creciente tentación de huir… Lo cierto es que nuestro admirado realizador utilizó el western como contexto del tema que más le interesó narrar en su filmografía: la resistencia del individuo de conciencia inquebrantable frente a las presiones del grupo. ¿Por qué nos lo quiso contar tantas veces? Tal vez porque en su vida fue testigo reiteradamente de manifesta-

Cartel de ‘High Noon’. / El Correo

ciones de miseria moral colectiva y necesitaba creer que, mientras haya un solo ser capaz de mantenerse íntegro, el espíritu humano prevalecerá. No olvidemos que sus padres fueron judíos víctimas de los nazis y que él mismo presenció la cobardía que marcó a Hollywood durante la infausta Caza de Brujas. Precisamente, Solo ante el peligro es una metáfora de esta última, creada por el guionista, Carl Foreman. Así, los forajidos representan a McCarthy y sus acólitos, Kane encarna a aquellos citados como testigos ante el Comité que no delataron a nadie y el pueblo de cobardes retrata a un Hollywood cuyos grandes estudios incluyeron en listas negras a quienes consideraron relacionados con el comunismo, frustrando así

sus carreras. Aparte de su interés como denuncia encubierta, Sólo ante el peligro tiene infinidad de méritos cinematográficos. Por una parte, la narración es redonda pues cada secuencia del sheriff en su infructuosa búsqueda de apoyo es una pequeña historia que nos muestra alguna carencia moral de quien le abandona. El puritanismo de su mujer, los celos de su ayudante, el cinismo del juez que va guardando en su maleta aquello que en su huida deja moralmente atrás –la bandera, la Biblia y la balanza de la Justicia–, el resentimiento de los hombres del bar, la cobardía de los supuestos amigos, el fariseísmo de los feligreses y el alcalde… Por otra parte, numerosas decisiones del director, siempre atento a


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inevitable. ‘Sólo ante el peligro’ obtuvo siete nominaciones a los Oscars de 1952, incluidas película, dirección y guión, y logró los de actor, montaje, banda sonora y canción

los detalles, determinaron una coherencia perfecta entre forma y fondo: la coincidencia entre la duración del metraje y de lo narrado, la representación del aislamiento de Kane mediante los planos de Cooper en el entorno que le rodea, el rítmico avance hacia el clímax de la historia mediante insertos de relojes y vías de tren, los oportunos momentos en que la magnética banda sonora de Dimitri Tiomkin enfatiza la trama… Entre las escenas más fascinantes de la película se encuentra la confrontación entre dos personajes tan opuestos como la esposa de Kane y su antigua amante, encarnados por actrices también radicalmente distintas, Grace Kelly y Katy Jurado. Una rubia, distinguida y virginalmente vestida de

Arriba, momento de descanso durante el rodaje. A la izquierda, escena en la que los forajidos entran en el pueblo. / El Correo

blanco frente a la otra, morena y vulgarmente digna en su escotado traje negro, una asomándose a la vida, frente a otra que ya ha ido y vuelto muchas veces, una que no entiende al hombre con el que se ha casado frente a la otra, que conoce al sheriff en toda su valía. Zinnemann dedicaba muchos ensayos y tiempo a preparar a los actores. Más a golpe de amabilidad, persuasión y claridad de ideas que de claqueta, les empujaba a dar lo mejor de su talento. Gary Cooper probablemente había participado en casi tantos westerns como el mismo John Wayne y ya se las sabía todas cuando dio vida al sheriff, pero el realizador extrajo de él la interpretación más matizada y humana de su larga carrera. Con movimientos milimétricos de sus facciones, el actor nos trasladaba sutilmente de una emoción a otra, estupor, decepción, desprecio, miedo, coraje… Fíjense en su rostro. ¡Les aseguro que los surcos entre su nariz y su boca tienen vida propia! El resto del reparto hizo un trabajo muy sólido, destacando la vehemencia de un joven Lloyd Bridges convincentemente devorado por los celos, la ambigüedad de Thomas Mitchell que va dejando aflorar la doblez del alcalde al que da vida y la rotunda mirada de Katy Jurado, capaz de transmitir el amargo conocimiento sobre la vida que le proporciona ser la dueña de un saloon. De Grace Kelly, podemos valorar que aportó, además de su cautivadora belleza, la dignidad que requería un personaje antipático que se acaba ganando nuestro respeto. Sólo ante el peligro obtuvo siete nominaciones a los Oscars de 1952, incluidas película, dirección y guión, y logró los de actor, montaje, banda sonora y canción. El hecho de que ganara el premio al mejor largometraje la interminable El mayor espectáculo del mundo es una de las injusticias que la Academia ha cometido a lo largo de su historia. Desgraciadamente, después de escribir el guion de la película, Carl Foreman, no pudo volver a trabajar en su país debido a sus antecedentes comunistas. Para consolarnos un poco, hay una bonita anécdota que contar. Pese a que Cooper era de ideología muy conservadora e incluso había declarado voluntariamente como testigo ante McCarthy en 1947 (si bien, tuvo la decencia de no delatar a nadie), llegó a ser un gran amigo del escritor durante el rodaje, fue el único que intentó ayudarle cuando todo Hollywood le dio la espalda y su estrecha relación perduró hasta la muerte del actor. Se ve que Cooper acabó siendo bastante Kane… ~


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CINE. FRED ZINNEMANN Al margen de las grandes producciones, en EEUU siempre se hizo buen cine independiente. Uno de los ejemplos característicos es este trabajo de Zinnemann que se adentraba en el mundo de la drogadicción Eva Marie Saint y Don Murray encarnan a los personajes protagonistas.

UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA

La falsa felicidad norteamericana Nirek Sabal {Durante los años cuarenta y cincuenta, el consumo de heroína se convirtió en una verdadera lacra entre los músicos de jazz, se cebó con los soldados que habían tenido que combatir en Corea, y se implantó como una plaga entre los jóvenes norteamericanos. Luego se extendería por todas las capas sociales, afectaría a todo tipo de personas. Era un problema del que poco se sabía y sus efectos fueron devastadores. De hecho, se convirtió en un tabú puesto que Estados Unidos seguía instalado como país en una especie de sueño en el que no cabía nada que no fuera la felicidad, el progreso y las oportunidades para todos. Todo falso, por supuesto. El mundo del cine se adentraba tímidamente en un mundo sucio y gris al que no se podía dar la espalda. En 1955, Otto Preminger con El hombre del brazo de oro (The Man With the Golden Arm) sería el primero en probar suerte. Excelente película. Y en 1957, Fred Zinnemann filmaba Un sombrero lleno de lluvia (A Hatful of Rain), película independiente y de bajo presupuesto que, sin alcanzar la calidad de la de Preminger, resultó ser un trabajo más

La figura del padre ausente es fundamental para entender la trama de la película.

que notable. El realizador austriaco presenta el mundo de las drogas desde el prisma más centrado en el ámbito familiar aunque no puede dejar de dibujar lo que representaban los bajos fondos en forma de matones que

abusaban de situaciones desesperadas. Un triángulo amoroso con embarazo incluido, la ausencia de la figura paterna, la falta de información que complicaba la situación, la ruina absoluta de una familia desestructurada en la que aparecen todo

tipo de reproches, eso que siempre faltó y que les impide formar parte de una sociedad en la que todo se esconde tras las apariencias. Hoy, sesenta años después de ser rodada, la película sigue en vigor. Si bien es cierto que la sensación en el espectador puede ser la de asistir a un espectáculo inocente en exceso, en realidad, el problema se ataca como podría hacerse en la actualidad con medios técnicos muy superiores. Fred Zinnemann rodó buena parte de la cinta en interiores y, por momentos, todo resulta teatral en exceso. De hecho, la película es adaptación de una obra de teatro. Pero esto, al mismo tiempo, se convierte en una herramienta con la que el realizador logra mostrar un clima opresivo del que no se puede escapar. Anthony Franciosa, Eva Marie Saint, Don Murray y Lloyd Nolan, son los actores principales. Franciosa logra un papel excelente. En todo momento, sabe lo que tiene que hacer y lo hace bien. Eva Marie Saint, contenida y bien dirigida, encarna al personaje femenino principal (en realidad, el único). La buena química con Franciosa hace que todo sea verosímil. Don Murray, algo exagerado, no termina de convencer. Su personaje es el drogadicto. Y Nolan cumple aunque con un papel menor. El guion está a buena altura aunque el final se convierte en una especia de algodón de azúcar en el que todo tiende a vaciarse. Zinnemann, que no era muy amigo de los finales felices, hace un movimiento que podría dejar abierto a cualquier posibilidad ese cierre, pero el resultado final tiende más a lo edulcorado que a otra cosa. Después de hacer un esfuerzo considerable para mostrar una zona sucia, el austriaco intenta limpiar la cara a ese universo que ha construido sin tener en cuenta que un final en el que existan posibilidades amables no encaja. Posiblemente, la censura fue la causa de un giro absurdo e increíble para el espectador. En la película, suena el jazz. Seguramente, el realizador pensó que era imprescindible una referencia explícita a una zona de la sociedad que estaba siendo diezmada por las drogas. Los aficionados no pueden dejar de pensar en Charlie Parker y otros jazzmen que se perdieron aquellos años y dejaron oculto lo mejor de sí mismos. El cine de Zinnemann, siempre tan descriptivo y pausado, se muestra contundente en Un sombrero lleno de lluvia. Posteriormente, evolucionaría mucho, pero esta es una muestra del trabajo que algunos autores independientes realizaban en aquellos años tan difíciles. Buen cine. ~


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CINE. FRED ZINNEMANN Una de las películas que mejor han ganado la batalla al paso del tiempo es ‘Julia’. Una elegante y refinada puesta en escena, además de las interpretaciones de sus actrices principales, ayudan mucho a que sea así. Con algunos problemas de guion, la película resulta deliciosamente triste

JULIA

Deliciosamente triste

Gabriel Ramírez {Fred Zinnemann filmó en 1977, Julia, una de sus películas más conocidas. Con su habitual distancia respecto a lo narrado, intentando no obligar a los espectadores a adoptar un punto de vista concreto, utiliza la adaptación de un relato de Lillian Hellman, de carácter autobiográfico. No sabemos si ese texto se ajusta a una realidad concreta o forma parte de la fabulación de la autora aunque eso es lo de menos. El mundo se convirtió en una especie de olla a presión durante los años de entreguerras. Todo era posible. Incluso que una joven burguesa se convirtiera en activista contra el fascismo. Incluso que una escritora fuese capaz de triunfar en un mundo hostil con el trabajo creativo que realizaban las mujeres. Julia pasa por ser una historia sobre la amistad. Sin embargo, aunque puede parecerlo, no es así. Es mucho más y la amistad no deja de ser un vehículo narrativo y no la única esencia del relato. La evolución de los personajes principales se dibuja en sentido contrario. Mientras Julia nace en una familia rica, adquiere una cultura importante y desarrolla una personalidad fuerte y atractiva; la otra, aun consiguiendo fama y prestigio, convierte su vida en una gran fiesta en la que no puede dejar de arrastrar sus debilidades. Su amistad está siempre lastrada por esa superioridad moral de Julia respecto a Lillian. Julia está siempre un escalón por encima. Y eso convierte la relación en algo parecido a lo que conocemos como amistad. Por esto, ver en la película del realizador austriaco sólo un trasfondo soportado por esa relación de amistad verdadera y pura, es una equivocación. Al fin y al cabo, Julia utiliza a su amiga para conseguir objetivos que nada tienen que ver con ella. Recuerda mucho la película de Zinnemann a la excelente novela de Fred Uhlman Reencuentro. Un aspecto más que interesante de la película es la peculiar forma de

Imagen correspondiente al arranque de ‘Julia’; un atardecer otoñal como parece ser la vida de una de las protagonistas en el momento de recordar. / El Correo

relacionarse que tienen estas dos mujeres. Es posible que el amor que siente Lillian por su amiga Julia sea absoluto. Sin embargo, Zinnemann, que durante la cinta no deja de sugerir, se cuida de no traspasar una línea que, quedando difuminada, hace que el espectador tenga que sacar sus propias conclusiones. Así, la película se entiende de otro modo, esa lectura permite que las piezas encajen mejor. De pronto, las actitudes comienzan a tener un senti-

do que va más allá de lo que nos enseñan en pantalla. Zinnemann demuestra su talento y su honestidad narrativa. Sin embargo, el perfil de los personajes queda sin detallar con la suficiente solvencia y, sobre todo, sin justificar. Es verdad que sabemos que Julia detesta, desde niña, actitudes que vive en su propia casa respecto a los empleados de hogar; visitando El Cairo reprocha la actitud inhumana de sus abuelos con

los pobres de la ciudad… Pero no conocemos las motivaciones que le llevan a convertirse en una activista dejando todo atrás. Lo mismo ocurre con Lilliam. Jane Fonda y Vanessa Redgrave están espléndidas. Ambas encarnan a sus personajes con una seriedad y una profesionalidad arrasadora. Creíbles a más no poder. Jason Robards, con un papel más corto (encarna al escritor Dashiell Hammett) cumple y, tal vez, no se explota demasiado bien ni al personaje ni al actor. En cualquier caso, Zinnemann hace una demostración magistral de lo que debe ser la dirección actoral. La puesta en escena es cuidadísima. No se pierde un solo detalle. Y lo que vemos en la pantalla nos resulta real. La fotografía de Douglas Slocombe busca el realismo más absoluto, pero, al mismo tiempo, los primeros planos en los que, con el uso de filtros, realza la brillantez o la decadencia de los personajes dependiendo del estado de ánimo de cada uno de ellos y el momento de su vida que les hace pensar en un futuro más o menos aciago o luminoso. El cine de Zinnemann es una demostración de talento y de oficio. Julia uno de los mejores ejemplos. ~


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CINE. FRED ZINNEMANN Zinnemann volvió a reflejar el conflicto entre la conciencia individual y el abuso de poder en ‘Un hombre para la eternidad’, adaptando a la gran pantalla el brillante texto de Robert Bolt. Dirigió a Paul Scofield en una interpretación tan creíble en el papel de Tomás Moro, que nos sentimos

UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

Las convicciones de Tomás Moro y de Fred Zinnemann María Eugenia Guzmán {Uno de los estadistas que más huella ha dejado en Gran Bretaña ha sido el lujurioso y cruel Enrique VIII, el de las VI esposas. Hay innumerables obras literarias, cinematográficas y televisivas dedicadas a retratar los excesos del rey y cómo su encaprichamiento por Ana Bolena cambió el curso de la historia. Lo original de Un hombre para la eternidad (A man for all seasons, 1966) es que el protagonista de la trama no es el monarca sino un consejero del mismo, Tomás Moro, que a diferencia del resto de la Corte, tuvo el valor de permanecer fiel a su conciencia y no acatar las arbitrariedades del poder absoluto. La admirable hazaña de este político, humanista y teólogo le llevaría a la muerte y siglos después, a la canonización. Con tan jugoso material histórico, el excepcional dramaturgo y guionista británico Robert Bolt escribió la exitosa obra de teatro en la que luego él mismo basó el guion de la película. Bolt fue uno de los más destacados guionistas de la época y a este brillante trabajo sumó Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago y La hija de Ryan. En Un hombre para la eternidad, el escritor creó diálogos con observaciones tan certeras sobre la condición humana, que parecen nacidas de la pluma del mismo Shakespeare. Hace falta una inteligencia superior para imaginar las palabras que pudiera haber expresado un personaje histórico clarividente y Bolt demostró tenerla, al poner en labios de Tomás Moro reflexiones muy lúcidas sobre la conciencia individual, el poder o el abuso del mismo. Zinnemann necesitaba un intérprete que nos transmitiera de forma creíble la inteligencia del político. Paul Scofield, que ya había representado al teólogo en las tablas, nos convenció por completo con su trabajo para la gran pantalla. Revistió al personaje de la agudeza mental, serenidad, dignidad, bondad, sentido común, ironía, cortesía, valor y honestidad que debieron caracterizar al gran humanista. Pero lo más interesante es que el ser dibujado por Bolt y recreado por Scofield no es un mártir que se resigne a serlo. Quiere permanecer fiel a su con-

Robert Bolt escribió la obra de teatro en la que luego él mismo basó el guion de la película.

Welles llegó a decir que se había dirigido a sí mismo en esta película. / El Correo

Cartel de la película Un hombre para la eternidad. / El Correo

ciencia de manera discreta, no temerariamente y a costa de su propia vida. Por ello, intenta hacer valer su ingenio hasta el último momento para tratar de salvarse. Zinnemann obtuvo del actor inglés una afinada interpretación en la que transmitió la riqueza de emociones y el hábil juego intelectual de Moro con tanta autenticidad,

que nos sentimos trasladados a la corte inglesa del siglo XVI. Cuando es condenado a muerte por no acceder a bendecir el capricho del monarca, acepta por fin su suerte: «No hago daño a nadie, no digo mal a nadie, no pienso mal de nadie. Y si esto no es suficiente para mantener vivo a un hombre, verdaderamente no deseo vivir». Hay tanta sinceri-

dad en la forma en que Scofield expresa esas palabras, que tenemos realmente la sensación de que la idea no procede del guion sino que brota de su mente. Y es sobrecogedor presenciarlo. Zinnemann contó que su escena preferida, no ya de esta película sino de toda su filmografía, fue la despedida de Moro de su mujer e


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retrotraídos a la corte inglesa del siglo XVI. La película fue la triunfadora en los Oscars de aquel año, obteniendo seis estatuillas: película, dirección, guion adaptado, actor principal, fotografía y vestuario en color hija en el calabozo. No es raro que así sea, puesto que pocas veces se ha tratado con tal belleza en pantalla el amor de una familia y se ha transmitido con tanta fuerza y delicadeza a la vez el desgarro de dar el adiós final a los seres queridos. Alentados por la sensible dirección del realizador, Scofield, Wendy Hiller como la esposa y Susannah York como la hija, recrearon las dolorosas emociones de los personajes insuflando de verdad el trágico momento. El resto del reparto también realizó interpretaciones muy sólidas. Las risotadas de Robert Shaw y sus andares presuntuosos sentaron de maravilla al despreciable rey. Los otros dos grandes malvados de la función, Leo McKern como Cronwell y John Hurt como Richard Rich, concentraron en sus turbias miradas toda la mezquindad, doblez y ambición de sus repelentes personajes. No nos podemos olvidar tampoco de Orson Welles, en un corto pero importante papel como otro de los aduladores del monarca, el Cardenal Wolsey. Más allá de su talento como cineasta, como actor

La recreación de la época es uno de los puntos fuertes de la película. / El Correo

dios Shepperton en Surrey y contó con profesionales británicos, que son insuperables en lo que a la ambientación histórica se refiere. Todos los materiales realzan y proporcionan textura a las secuencias en los castillos o en el hogar de Moro; las sedas, los brocados, los terciopelos, los tapices, la piedra, las maderas nobles, los metales bruñidos…. El colorido parece tener además una función simbólica, identificando las características de los personajes. Los tonos castaños denotan la sencillez de Moro y los suyos frente a los agresivos tonos primarios - rojos sangrientos, amarillos estridentes- que envuelven al rey y su Corte, resaltando su arrogancia y soberbia. La sintonía de todos los elementos en juego lograda por Zinnemann dio como resultado una obra maestra. El realizador atribuyó generosamente el mérito a todo el equipo, manifestando que éste había sido el trabajo más sencillo de su carrera gracias a la altísima categoría de todos los artistas y técnicos involucrados en el proyecto. Debemos contradecir su modestia, por-

Un elemento muy notable de la película es la magnífica recreación de la época

Fue la triunfadora en los Oscars de aquel año, obteniendo seis estatuillas

tenía una presencia única y con su personalidad devoró la única escena con diálogo que representó en la obra. Welles manifestó que se había dirigido a sí mismo en la película. Es dudoso que así fuera, pero Zinnemann era tan sencillo, que no se molestó en desmentir la grosera afirmación del actor. Por el contrario, parece ser que Welles y la modestia no tenían una relación estrecha… Cabe mencionar que, en la década de los años 60, era habitual que en una producción rodada en Gran Bretaña, hubiera algún miembro del clan Redgrave en el reparto. En este caso, no hubo uno sino dos. Colin Redgrave dio vida al yerno de Moro y su famosísima hermana, Vanessa, encarnó a Ana Bolena. Su escena era muda y tan breve, que no aceptó que le incluyeran en los títulos de crédito. El realizador se quedó con ganas de trabajar de verdad con ella y se resarciría una década después, dirigiendo a la actriz en Julia. Un elemento muy notable de la película es la magnífica recreación de la época y la riqueza cromática de sus imágenes. Como era habitual en él, el cineasta rodó en localizaciones auténticas, en Hampshire u Oxforshire, además de en los estu-

que llevó el timón con todo el saber hacer acumulado en décadas de trabajo infatigable. Y dejó su sello, poniendo el énfasis en lo que a él, como creador, le atrapaba de la historia. No le interesaba si desde el punto de vista religioso la tesis de Moro era teológicamente válida. A él le importaba el hecho de que, teniendo este político una convicción, fuera capaz de actuar conforme a los dictados de la misma, aunque hacerlo le supusiera la muerte. Porque al igual que Moro, Zinnemann sentía con todo su ser que esa fidelidad a la conciencia es lo que da sentido a la propia vida. Un hombre para la eternidad fue la triunfadora en los Oscars de aquel año, obteniendo seis estatuillas: película, dirección, guion adaptado, actor principal, fotografía y vestuario en color. Es curioso que los dos largometrajes por los que el realizador obtuvo los premios de la Academia de cine a la mejor dirección y mejor película contengan la palabra «eternidad» en su título en español (la otra fue De aquí a la eternidad). ¿Es casual? ¿O tal vez alude al sello indeleble marcado por el cineasta en la historia del séptimo arte? Al fin y al cabo, Zinnemann y eternidad son dos palabras que van bien juntas. ~

La sintonía entre todos los elementos de la película dio como resultado una obra maestra. / El Correo

Las risotadas de Robert Shaw y sus andares presuntuosos dieron a su personaje credibilidad.


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Mitología

La manzana ha servido como metáfora del deseo, del pecado y, de paso, ha sido causante de grandes dramas mitológicos. Adán y Eva tropezaron por todos nosotros al principio de esta historia que llamamos existencia. Los dioses griegos repartieron

Esas malditas manzanas Anabel Rodríguez {Ya sé, ya sé que la fruta es estupenda y que es una de las más elogiadas por doctores, nutricionistas y cualquiera que tenga dos dedos de frente. Sin embargo ya desde la antigüedad se introdujo este fruto como posible causa de desdicha para los mortales. Sólo tenemos que recurrir a los pobres Adán y Eva, que comieron el fruto del «Árbol del de la Ciencia del Bien y el Mal» (prohibido) y lograron que fuéramos expulsados del Jardín del Edén. Y, desde entonces, aquí estamos trabajando, sufriendo y acordándonos de la pareja que decidió comer una apetitosa manzana. Y mira que Dios les dijo que podían comer de todo, pero que a ese árbol ni mirarlo, aunque les dio exactamente igual y atendiendo a las sugerencias de una serpiente parlanchina terminaron por romper las normas. Me diréis que soy una irreverente (y posiblemente sea cierto), pero Dios tenía que saber que cuando les dijo de ahí no comáis, iban a ir de cabeza a comerse no una, sino toda la cosecha. A los humanos basta que nos digan que no a algo para que nos parezca lo más atractivo del mundo. Así que, tal vez esta fruta formaba parte de los planes divinos desde el primer momento. Aunque en honor a la verdad, debo decir que el Génesis no dice qué tipo de árbol era el prohibido. Sin embargo históricamente se ha venido representando como un manzano. ¿Por qué? Puede deberse a la expresión latina «lignus scientiae boni et mali» (árbol de la ciencia del bien y del mal), pues la palabra mal en ese idioma se parece bastante al sustantivo latino malum, que era como llamaban a la manzana. Y no sólo es en el Génesis. La mitología griega también emplea, en varias ocasiones, las manzanas como objeto que termina por traer la desgracia a los mortales: Atalanta o el juicio de Paris, son historias en las que las manzanas doradas tuvieron una importancia decisiva para el devenir de sus protagonistas. Atalanta no fue una hija deseada, su padre quería sólo hijos varones, así que, decepcionado por su nacimiento, decidió abandonarla a su suerte en el monte Partenio. Afortunadamente la pequeña fue encontrada por una osa con mejores sentimientos y menos prejuicios que su padre. La cuidó y la amamantó durante un tiempo, hasta que unos cazadores dieron con ella y decidieron criarla. Con el tiempo se convirtió en una cazadora y atleta insuperable. Consagró su vida a la diosa Artemisa y pasaba el día cazando y recorriendo los bosques. Se enfrentó a muchos pe-

Atalanta, Louvre. / El Correo

Heracles. / El Correo

ligros: mató a dos centauros que querían violarla y participó en la cacería del jabalí de Calidón aunque muchos se negaban a participar con ella por ser mujer. Era fuerte, activa y decía, cuando le preguntaban, que sólo se casaría si encontraba un hombre que la superase. Lo decía porque no había ninguno que aguantase su ritmo y fuerza. Tanto insistían sus pretendientes, que impuso un reto: debían ganarle en una carrera. El que lo consiguiera se casaría con ella, el que no sólo obtendría la muerte a sus manos. Para martirizarlos más, sus contrincantes debían correr desnudos, mientras que ella portaba una armadura de plata y bronce. Las carreras se sucedieron y muchos cayeron a sus manos, hasta que llegó Melanión. Este hombrecito rezó a Afrodita para que le ayudara en el desafío y la diosa le dio (aquí llegan) tres manzanas de oro y le aconsejó que las dejará caer durante la carrera, para que Atalanta se tropezase. Nuestra heroína no se tropezó, pero se detuvo varias veces a admirar las maravillosas manzanas cada vez que caían y así Melanión logró llegar en primer lugar a la meta. Atalanta cumplió su promesa, renunció a la soltería, a la independencia y se casó con él (al parecer fueron felices durante cierto tiempo). Tampoco salió muy beneficiado Paris en su relación con las manzanas doradas tal y como veréis. Paris (príncipe de Troya y pastor al mismo tiempo) fue invitado a la boda de Peleo y la ninfa Tetis. A esa boda acudieron también todos los dioses del Olimpo. ¿Todos? No, la diosa de la discordia Éride no fue invitada, lo que provocó su enfado y deseo de venganza. Esto es como cuando en la Bella Durmiente no invitan a Maléfica, pero qué queréis que os diga... ¿Invitaríais a la diosa de la discordia a vuestra boda? ¿No tenéis suficiente con amigos maledicentes y familiares criticones? Lo cierto es que Éride no se dio por vencida y acudió al evento. Disimuladamente, dejó caer una manzana dorada y observó desde las alturas. El novio se apresuró a cogerla y vio que la fruta tenía una inscripción que decía «PARA LA MÁS BELLA». Teniendo en cuenta que entre las invitadas se encontraban Afrodita, Hera y Atenea, la decisión era complicada. Afortunadamente (para Peleo) Zeus decidió que el juez iba a ser Paris, que seguramente no sabía dónde se metía. Las tres diosas querían ser elegidas así que se pusieron en marcha para lograr su objetivo. Hera le prometió poder, Atenea sabiduría y fuerza y Afrodita el amor de la mujer más hermosa del mundo. Ya os

imagináis que fue esta última la que se llevó el premio. El príncipe ganó dos enemigas y una aliada que logró hacerlo llegar a Esparta, allí conoció a Helena, la mujer más hermosa del mundo, esposa de Menelao. Se enamoraron y huyeron a Troya juntos. Ya sabéis que gracias a esta relación, todos los reinos griegos se unieron en una guerra contra el reino de Troya, que es una de las historias más conocidas de la antigüedad, origen de múltiples leyendas y que siempre termina con la destrucción del reino y la muerte de Paris y buena parte de sus conciudadanos. ¿Habría sucedido lo mismo si Paris no hubiera tomado la decisión que tomó? ¿Habría sucedido algo si le hubieran dado una patada a la dichosa manzana? Sí, que nos habríamos quedado sin


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manzanas para que los agraciados con el premio terminaran regular. Sirvieron para escapar a otros. Y dejaron un recuerdo, entre inolvidable y tenebroso, en los niños de todo el mundo. Dichosas manzanas ‘El Juicio de Paris’, de Rubens. Museo del Prado. / El Correo

‘Adán y Eva’ de Lucas Cranach. / El Correo

una deliciosa y trágica historia que contar. También Heracles (Hércules) se vio involucrado en un asunto relacionado con manzanas, concretamente con el robo de manzanas. En su decimoprimer trabajo, el rey Euristeo (que era un miserable de cuidado) le encargó que le trajera manzanas del jardín de las Hespérides. Esas manzanas eran el alimento que permitía a los dioses mantener su inmortalidad (algo similar sucede en la mitología nórdica) y las Hespérides eran las encargadas de custodiarlo. Aunque Heracles no quería ir a robar algo que pertenecía a los dioses, optó por cumplir con su contrato. Después de vagar largo tiempo buscando el jardín sin éxito, acudió al titán Atlas, padre de las Hespérides, para preguntarle dón-

de estaba. Atlas era fácil de localizar porque siempre estaba en el mismo sitio, sosteniendo el firmamento para que no cayese. Aunque se resistió a revelar su ubicación, accedió a traerle unas manzanas a condición de que Heracles ocupase su lugar mientras lo hacía. El titán fue a por las manzanas y cuando regresó le dijo al héroe que ni hablar del peluquín, que se iba a entregar las manzanas al rey Euristeo y el trabajo de sujetar el cielo se lo dejaba a él. Pero Heracles no era tan tonto como parecía, pareció conformarse con su destino y pidió una almohada al titán para cargar bien el cielo. Atlas sintió lástima y consintió retomar un momentito su trabajo. Entonces Heracles huyó con las manzanas, sin mirar atrás. Es cierto que en este caso las manzanas no

tuvieron un efecto negativo para el protagonista, supongo que habrá que darles un voto de confianza. Por supuesto no podemos dejar de nombrar la manzana que más desconfianza ha causado en el siglo XX y no me refiero a Apple, sino a la de Blancanieves. Esa manzana hermosa y terrible que envenenó a la protagonista del primer gran largometraje Disney y que para siempre estará en nuestra mente. Al menos en la mía porque fue la primera película que vi en el cine con mi padre allá (en un reestreno) a finales de los setenta. Si después de esto miráis las manzanas con cierta desconfianza lo entenderé, pero yo voy a comerme una que me está entrando hambre. Si cae una maldición sobre mí ya os enteraréis. ~


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Arte Venecia, el Renacimiento, la temática gay. Una obra recién restaurada, y una exposición temporal, no hacen otra cosa que recordarnos la transversalidad de movimientos y sentimientos, curiosamente articulados a través de la Ciudad de la Laguna

Símbolos

Augusto F. Prieto El amante muerto En 1751 fallecía el joven amante del conde de Lippe, un músico español con el que Guillermo Federico de Schaumburg-Lippe había convivido en Venecia. Como homenaje a su memoria, el noble alemán encargó a Gianbattista Tiepolo un cuadro cuyas claves solo pudieran comprender los iniciados. El pintor se encontraba a la sazón trabajando en Alemania, en la decoración del palacio del príncipe-obispo de Wurzburgo. La muerte de Jacinto se narra en las «Metamorfosis» de Ovidio, que relata el infortunado accidente con un disco lanzado por Apolo que costó la vida a su compañero. Anguillara transforma el juego en una partida de tenis, sobre esta variación se basó Tiepolo para construir su composición. Puede parecer anacrónica la visión de la red y las raquetas en un óleo barroco, pues no siempre se recuerda que el tenis es un deporte inventado en el siglo XV, cuyo auge se produjo precisamente durante el setecientos. El cuadro está recorrido por símbolos: un guacamayo, que representa la vida licenciosa y los peligros del amor desigual. La estatua del dios Pan, que encarna la sexualidad masculina. Cupido, imagen del deseo entre los hombres. Flores de Jacinto, que son la sangre derramada y la belleza engendrada por el amor. La obra se muestra después de una minuciosa restauración, acompañada de bocetos y anotaciones, junto con un vídeo documental, radiografías, y análisis, que recogen el proceso de limpieza, y recorren los preliminares de la concepción de la pintura. El museo propuso este gran lienzo como icono, dentro del recorrido «Amor diverso» organizado con motivo de la capitalidad de Madrid en el Orgullo Gay mundial. Formaron parte de esta iniciativa otras quince obras seleccionadas, entre ella el célebre San Sebastián de Bronzino.

‘Retrato de un gentilhombre en su estudio’. Óleo sobre lienzo. / Gallerie dell’ Accademia, Venecia

Restauración y estudio técnico de «La muerte de Jacinto», de Tiepolo Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid 23 de junio a 17 de diciembre de 2017

Un retrato literario Venecia fue uno de los focos del Renacimiento, un movimiento que se giró hacia los modelos de la antigüedad, situando al hombre en el centro de su propia creación, transformándolo en dios. La exposición del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid utiliza como trampolín algunas de las obras más emblemáticas de su colección, como el retrato del dux Andrea Venier, de Tiziano; o el de la joven cortesana conocida co-

‘La muerte de Jacinto’. Óleo sobre lienzo. / Museo ThyssenBornemisza, Madrid

mo La Bella, de Palma el Viejo, para traer importantes pinturas de las grandes instituciones del mundo, y articularlas en torno a varios ejes temáticos: La ciudad. El sueño del clasicismo. La belleza melancólica de

las ruinas. La imagen de la mujer. El brillo del poder. La presencia de la naturaleza. La destrucción de la pintura, esto es, el amaneramiento impresionista que remató el movimiento humanista, y lo lanzó hacia

el barroco. Uno de los cuadros se ha convertido en una obra que se trasciende a sí misma. Cuando el escritor argentino Manuel Mujica Lainez se enfrentó, en la veneciana Galleria dell´Accademia al «Retrato de un gentilhombre en su estudio», de Lorenzo Lotto (1527), reconoció en su protagonista una actitud, una mirada y un entorno, alrededor de los que decidió construir otra ficción. Prolongando la inmortalidad del modelo, le otorgó una nueva identidad. Para muchas generaciones de lectores, ese joven desconocido será ya, inevitablemente, el duque de Bomarzo, protagonista de una novela y de una ópera. Como resortes que hacen avanzar una trama suculenta, las señales de las que el pintor veneciano rodeó al comitente, según era usual –aunque de manera más atenuada– en encargos similares, se convierten en fragmentos biográficos, y son explicados en la novela: Un libro, que es un oráculo y una profecía. Una carta. Un anillo. La salamandra como evidencia de la inmortalidad que origina la voz del relato. Los pétalos diseminados de una rosa, que significan la dispersión del amor. La garra de oro. El manojo de llaves. El cuerno de caza y el pájaro muerto. El cráneo, las flores marchitas, el haz de jazmines, las alhajas. Son claves para una novela en clave. Alusiones, cifras, incógnitas. «La inquietud de cazador que me agitaba en pos del arcano de la muerte; la pasión del arte y de la poesía; la idea de la vanidad de lo perecedero; la idea de posesión y de secreto que implican las llaves; la de sortilegio y sensualidad que brota de la lagartija, a la que Paracelso llamó salamandra. (…) Yo era esos ojos pardos, ese pelo castaño, lacio, partido, recogido detrás de las orejas, esas cejas finísimas, esos pómulos acusados, esos labios rojos, apretados pero hambrientos, ese agudo mentón, esas inteligentes, delicadas manos desnudas, esa intensidad, esa reserva, ese orgullo, ese poder oculto y latente; esa llama fría, esa equívoca, imprecisable violencia que se presiente en el hielo de la soledad aristocrática, y esa ternura también, desesperada». El escritor argentino comenzó a pergeñar su relato después de una visita al Bosque de los Monstruos, en 1958. El lienzo de Lotto es uno de los mejores retratos psicológicos de la Historia de la pintura, y la oportunidad de verlo en Madrid es excepcional. El renacimiento en Venecia. Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid 20 de junio a 24 de septiembre de 2017


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Libros

La poeta y fotógrafa sevillana María Alcantarilla debuta como novelista con ‘Un acto solitario’, un fragmentario retrato generacional que acaba de ver la luz en el sello editorial La Isla de Siltolá Recomendaciones

NOVELA

Roberto Saviano / La banda de los niños / Anagrama

La cantera de ‘Gomorra’ quiere más

MARÍA ALCANTARILLA

«La narrativa es un proceso más absorbente que la poesía» Alejandro Luque {Después de publicar poemarios como Ella: invierno y La edad de la ignorancia, además de varias incursiones en el campo de la poesía visual, la sevillana María Alcantarilla prueba fortuna en el ámbito de la novela con Un acto solitario, que acaba de ver la luz en el sello La Isla de Siltolá. «La historia nace, en primer lugar, de un afán de fragmentariedad que bebe de la fotografía, por un lado, y del acto de lectura en sí, por otro. El acto de leer ha sido siempre discontinuo. Entre una página y otra, pasan cosas en nuestra vida», comenta la autora, afincada desde hace algunos años en Cádiz. La obra es un retrato fragmentario y viajero de A., la protagonista y el pretexto para dibujar un fresco generacional entre perspectivas de futuro frustradas y cambios de modelo familiar, laboral, y amoroso, todo ello entre referencias cinematográficas, plásticas, literarias y musicales. Alcantarilla explica que en el germen de esta novela se cruzaron una conversación con Juan Bonilla y el interés de la autora por la escritora croata Dubravka Ugresic: «Yo andaba leyéndola, estudiando su manera de hacer y de decir», recuerda. «Tenía la intención de retratar una generación, su problemática, sus tempos. Y, por

otro lado, tenía una serie de temas que me parecía fundamental incluir: la familia, las relaciones personales, el trabajo, la muerte el amor... Todo tratado desde una primera persona que le diese un punto de verosimilitud extra. Así, hice un listado con todo esto y comencé a darle forma a través de capítulo y, a su vez, de pequeños párrafos que actúan por acumulación. Todo lo que está en la primera página es-

La poeta y novelista sevillana María Alcantarilla. / El Correo

«Ser una niña solitaria ayuda a entender que no se está menos solo por estar rodeado» «Admiro a Yourcenar por su inteligencia nata y a Bernhard por ausencia de moralina» tá también en la última», agrega. Sobre el personaje central, afirma que «A. podría definirse como una observadora que arrastra un ritmo vital de otro contexto. En este sentido, las raíces, como escritora, marcan mucho. Mi infancia, y gran parte de mi adolescencia, transcurren en un pueblo muy pequeño, rodeada de animales y de naturaleza. De entre las pocas

certezas que maneja A. —y yo misma— , es que ese es el ritmo más cabal en el que los hombres deberíamos desenvolvernos, y no en la prisa acumulativa. Ser una niña solitaria también ayuda a entender, más tarde, que no se está menos solo por estar rodeado y que las relaciones que nutren son aquellas que te permiten ser tú mismo, sin crearte demasiado sentimiento de culpabilidad ni de repulsa. Todo eso, supongo, engendra, el universo de A». Admiradora de la Yourcenar «por su inteligencia nata y su sano escepticismo», de Bernhard «y su ausencia de moralinas», de Clarice Lispector «por su lírica afilada y humana» y VilaMatas «con su perpetuo análisis de la identidad y su ironía», Alcantarilla explica que el paso del verso a la novela le ha resultado cómodo. «Lo cierto es que ambas disciplinas me nutren muchísimo y cada una tiene sus matices. Si la poesía es condensación, la novela tiende más a la expansión. Al menos en mi caso. La narrativa, eso sí, termina por convertirse en un proceso un tanto más absorbente. No puedes dejar de estar encima porque, en el momento en que te despistas (uno, dos días) la historia parece ir a su aire y retomarla es demasiado trabajoso. La poesía es un poco más autónoma, diría yo. La narrativa, más dependiente», apostilla. ~

A. Luque {Han pasado diez años desde que Roberto Saviano publicara Gomorra, el libro que le reportó celebridad mundial y una condena a muerte. El último título del autor, La banda de los niños, no es un libro más. Supone el regreso de Saviano, diez años y diez millones de ejemplares después, a la novela –esta vez cien por cien ficción, aun con toda su base documental– y a Nápoles como escenario. Y resulta difícil ceder a la tentación de hablar de círculo que se cierra, pues entre esta nueva obra y Gomorra no solo hay muchos aspectos en común, sino que prácticamente es un broche a aquel proyecto, un subrayado del polémico éxito internacional y su mensaje: la imagen de una Camorra despojada por completo de épica, enferma de ambición de dinero y poder, que ha logrado imponer su poder en el mundo globalizado, pero que también tritura a cuantos se acercan a ella encandilados por su aura. Eso es lo que le sucederá sin remedio a la banda liderada por el imberbe Nicolas Fiorillo, Marajá, y compuesta por mocosos con motes tan poco glamurosos como Briato’, Tucán, Dientecito, Dragón, Lollipop, Pichafloja o Bizcochito. Lo que sucede es que, en el mundo que los ha visto nacer, la familia es un concepto difuso, muy lejos de aspirar a ser referente para ninguno. Y el colegio prácticamente no posee ningún papel, por más que Saviano quiera traer un poco por los pelos una lectura escolar de El príncipe de Maquiavelo. Por el contrario, su medio es la sociedad de consumo, y su modelo aquellos que más destacan en ella, quienes más tienen y más ostentación hacen de ello: los capos de la droga y la extorsión. ~


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«Los niños son feministas por sentido común» Itziar Miranda se convierte en un fenómeno editorial con una colección de libros infantiles sobre mujeres ejemplares que dejaron huella en la historia César Rufino SEVILLA

{El primer paso para que un libro sea bueno es que le guste a quien lo hace. Por eso es tan importante y tan ilustrativo lo que pasa con estas biografías publicadas por Edelvives: si hay una niña a la que le guste la Colección Miranda es a su autora, la escritora y actriz Itziar Miranda. La palabra niña va aquí en cursiva porque se refiere a la que lleva dentro, la que decide con qué cantidad exacta de entusiasmo hace cada cosa que se propone y la que sueña los horizontes antes de aventurarse por ellos. El resultado es una legión de pequeños lectores (y algunos no tan pequeños) encandilados con unos libros que tratan sobre mujeres ejemplares que dejaron huella en la historia: científicas, políticas, exploradoras, escritoras, artistas... Todo ello narrado con el lenguaje espontáneo y lleno de asombro de una niña, Miranda, que vive fascinada por las historias que le cuenta su familia y que luego ella traslada al papel para general conocimiento. La autora, que ya visitó estas páginas cuando la colección daba sus primeros pasos, vuelve ahora para confirmar lo que entonces apuntaba: que la fascinación es una virtud contagiosa y muy estimulante desde el punto de vista editorial. «Estamos felices con la colección, la verdad», comenta Itziar Miranda, ahora que aún están calentitos los últimos títulos: Amelia (Earhart), Indira (Gandhi) y Jane (Goodall), así como El cuaderno de campo de Miranda. Estos últimos libros, con los que se completa de momento la decena de títulos dentro de la serie, «han tenido una acogida digna de un sueño», explica. «En la feria del libro teníamos a niñas, niños y hasta señoras

En resumen DIEZ TÍTULOS... POR AHORA

Además de El cuaderno de campo de Miranda, los títulos que componen la serie de momento son, por orden de aparición, los siguientes: Juanita, Frida, Marieta, Cleo, Billie, Coco, Amelia, Indira y Jane. Una reina castellana a la que tomaban por loca, una pintora, una científica ganadora del Nobel, una reina de Egipto... los personajes escogidos son mujeres muy conocidas que, cada una a su manera, cambiaron el mundo. Las próximas entregas, Hedy (Lamarr) y Emily (Brontë).

Y QUIÉN SABE SI SALDRÁ TAMBIÉN ALGÚN HOMBRE

«Desde un principio nos hemos centrado en las mujeres porque siempre han tenido menos visibilidad en nuestra sociedad, pero nunca hemos descartado escribir sobre hombres. Quién sabe, quizás en el futuro lo hagamos», explicaba Itziar Miranda en su anterior encuentro. Lo que sí está claro es que no serán perfiles planos. «Lo bueno de los personajes sobre los que hemos escrito es que no todo es blanco o negro en su vida. Como nosotros, tienen muchas contradicciones, y esos grises son exactamente los que nos hacen identificarnos con ellos».

La autora, Itziar Miranda. / Carlos Dafonte

de 65 años esperando los nuevos títulos con muchísimas ganas. Decidimos estas tres mujeres (Amelia, Indira y Jane) por sus vidas fascinantes y diferentes entre sí. Amelia fue la primera mujer aviadora en cruzar el Atlántico y la primera persona que intentó dar la vuelta al mundo. Todavía avía no se sabe qué pasó con n ella y su avión porque desaparecieron parecieron misteriosamente. e. Indira nos encantaba para a poder hablar de política, de cómo es casii imposible go-bernar bien n un país tan an grande como mo India, de las guerras santas, tas, etc. Curiosamenmente se ha convertivertido en uno de los prefes de los niños y mira que abordabordamos temas complicados. Está á claro que no se puede uede subestimar lo que un niño es capaz az de entender. Son curiosos y siempre quieren eren ir más allá. Cuando o hacemos los talleres sus preguntas superan todas nuestras expectativas ivas y, lo que más me gusta, ta, son feministas por puro uro sentido común. No se e plantean no serlo ni que la a colección sea solo para chicas icas porque Miranda solo habla de mujeres». «Jane Goodall», odall», prosigue Itziar Miranda, da, «es la única mujer que sigue igue viva de la que hemos escrito scrito y ha sido fascinante. La hemos podido conocer, tiene nuestro cuento y nosotros ya colaboramos con el instituto Jane Goodall España que, por cierto, tiene unos proyectos para los niños impresionantes». Sobre el modo de expresarse de la narradora, ya lo explicaba la autora en su pri-

mera cita con este periódico: «Creo que, de una manera humilde, hemos conseguido trasladar el lenguaje de una posible familia a través de Miranda. Ella utiliza expresiones que oye en su casa, por eso hay frases más chapadas a la antigua, que podrían ser de sus abuelos, o

moderneces capaces de soltar cualquier adolescente. Los niños son así, repiten lo que ven en casa, por eso nos hacía gracia que su voz tuviera matices de generaciones diferentes. A los lectores les encanta, sobre todo las frases más viejunas, nos apetecía pensar que, si el ni-


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Portadas de algunos de los últimos títulos de la Colección Miranda publicados por Edelvives.

ño lector no entendiera alguna expresión, fueran a preguntar a los abuelos y estos se partieran de risa. Sabemos que esto ha pasado, por lo que no podemos estar más satisfechos». La tarta del éxito se la reparten en tres suculentos pedazos los hermanos Miranda, Itziar y Jorge, junto con la ilustradora Lola Castejón Fernández de Gamboa (Thilopía). Entre ellos han

logrado un equilibrio delicado y dulce entre las distintas partes que componen el discurso en estos libros: la biográfica, la infantil, la familiar, la humorística, la adulta (que también la tiene), la artística, la pedagógica... Todo ello bajo una aparente sencillez que no es sino buena orquestación, y que pone el peso del relato en Miranda, una niña de ocho años cuya personalidad queda perfec-

tamente reflejada conforme va contando sus historias pero que se presenta a sí misma con dos o tres pinceladas: «Me gustan las pompas de jabón y los pájaros que no caben en la mano. Pero lo que más me gusta del mundo es que me cuenten historias, y más si son de verdad». Además de las nuevas entregas, la colección ha lanzado también, como se indicaba antes, un cuaderno de campo. «Es un libro que nosotros teníamos en mente desde que empezamos con Miranda», explica la autora. «A ella le encanta salir de la ciudad para ir a abrazar árboles, oler a tierra mojada, arrastrar los pies por debajo de las hojas secas y contemplar horizontes lejanos. Con este libro su abuelo le enseña que los árboles y las personas nos parecemos más de lo q que creemos, también observan durante horas cómo una colonia de hormigas repequeña ciuconstruye su p algunas aves se dad o cómo alg van va a África en busca de calorbu cito cuando llecit ga el mal tiempo». po» Los árboles, L los iinsectos y las aves son los protagonistas de esta tagon especie de guía especi práctica práctic de los paseos ca campestres. El espíritu de la narración es e el mismo que en el res resto de los volúmenes, lúmenes como salta a la vista en todas las páginas: «Mi madre siempre di dice que su árbol preferido preferid es el sauce llorón», cu cuenta Miranda, en las p páginas dedicadas a esta est especie e ilustradas también profuta samente po por Thilopía. «Cuando está un poco agobiada, se sienta sien debajo de uno que hay ccerca de nuestra casa y le cue cuenta sus penas para que llore p por ella. Dice que así no le p pican los ojos luego y que, cua cuando se trata de tonterías, m mejor que llore el sauce, que b bastante tenemos nosotros». Visos de pon ponerle fin a esto no hay, claro. ««La colección va viento en popa», reconoce Itziar Miranda, «así que de momento sigue creciendo, en primavera saldrán Hedy (Lamarr) y Emily (Brontë) y este otoño sacamos nuestra primera linea de papelería y merchandising (libretas, tarjetas y sobres, bolsos, estuches, pulseras y colgantes, marcapáginas y hasta abanicos). Estamos haciendo talleres en librerías y colegios y Miranda ya tiene un club de fans importante». ~

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lecturas recomendadas INFANTIL. Animales de compañía Manuel Lourenzo González y Óscar Villán / Kalandraka

Camamontes, garracoles, carapatas y saltaleones C.R. {La Biblia, Bob Dylan y Joaquín Sabina –por este orden– sostienen que el hombre puso nombre a los animales. Donde pone hombre, léase Adán y Eva, o como se llamaran los primeros monicacos pensantes que se bajaron del árbol de la idiotez y acudieron raudos al de la ciencia a probarse sus modelitos. Lo que no se había contado hasta ahora con la suficiente seriedad es que la tarea no ha terminado, y que gracias a ella se pueden obtener momentos muy hilarantes. Eso lo saben bien los niños que han tenido entre sus manos una de las últimas novedades de Kalandraka: Animales de compañía. Una pequeña y disparatada aventura que tiene mucho de juego de palabras con el lector y que anima a este a continuar luego por su cuenta con otros bichejos, con otros personajes o con lo que le dé la gana, inspirado por la graciosa historia del multipremiado Manuel Lourenzo González (es de agradecer que los niños para niños estén hechos para niños) y la magnífica obra gráfica de Óscar Villán, una apuesta fija de la editorial y ganador del Premio Nacional de Ilustración. Cuenta la historia de una ancianita, María, que para aliviar su soledad se va al monte a buscar animalillos que le den compañía, y a partir de ahí se lía lo más grande por culpa de una retahíla de equívocos. La fauna siempre es un valor seguro en los libros infantiles. Pero sobre todo, el humor. Muy recomendable para niños desde cinco años. ~

NOVELA GRÁFICA. Gazpacho agridulce: Andaluchinas por el mundo Quan Zhou Wu / Astiberri

¿Y tú de quién eres, de Naruhito?

C.R. {Hablando claro: te partes con este libro. Dicen los libreros que ahora están muy de moda entre el treintañerismo nacional las obras de vocación moderna que recogen las peripecias y las vicisitudes de personajes urbanitas, a ser posible gente singular, esnob, excéntrica, viajera, hiperconectada, amante de los gatos y de complicarse la vida o bien sometida a cualquiera de las tiranías de moda. En fin, perfiles siempre rebosantes de humor y de problemas. Pero ojo, porque este libro de la algecireña Quan Zhou Wu, tras su Gazpacho agridulce, añade al cóctel un elemento muy novedoso: los protagonistas pertenecen a la segunda generación de la inmigración oriental. O sea, los hijos nacidos aquí de aquellos chinos que vinieron a España a montar un restaurante, y que además de preocuparse muy seriamente por la integración de los suyos tienen que soportar que la gente los mire de forma rara. «O por otra parte», dice la autora, «quizás estás hasta el moño de que te pregunten: ¿Cómo se dice en japonés te quiero? Y, primero, tú tienes de Japón los Yatekomo. Segundo, ni pajolera idea de cómo se dice ni en chino ni japonés ni coreano, ni na de na. Y ya cuando te dicen por enésima vez en la semana: ¿De dónde eres realmente? (y a ti se te llevan los demonios)». Un relato, la búsqueda de un sueño, que pasa por Madrid, por Málaga, por Miami, por París, dejando un rastro de inteligencia, de verdad y de gracia. ~


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Teatro

El barrio de Los Remedios cuenta desde 1986 con una de las canteras teatrales más importantes de Andalucía. Su fundador es Isaac García Guerrero, un religioso burgalés que hizo del colegio de los Padres Blancos una auténtica factoría de

La fábrica de sueños del padre Isaac Antonio Puente Mayor {Nacido en Arenillas de Riopisuerga (Burgos) un 23 de abril de 1947, y ordenado sacerdote en 1973, la trayectoria de Isaac García Guerrero siempre ha estado ligada a la Congregación de los Sagrados Corazones –más conocidos como los Padres Blanco–. Ya con doce años ingresó en su seminario de Miranda de Ebro, llegando a cursar filosofía en San Miguel del Monte y teología en El Escorial. Aunque sin lugar a dudas la ciudad que le ha marcado es Sevilla, donde fue destinado en 1972 para concluir sus estudios y hacerse cargo, un lustro después, del colegio San José SS.CC., ubicado en el barrio de Los Remedios. Allí permanecería diecinueve años como director, dejando un impresionante legado que aún perdura. Y es que al margen de su gran aportación como docente, el padre Isaac fue coordinador de la Pastoral Juvenil, subdirector de la revista cristiana 21, miembro de la Junta Directiva de FERE Andalucía, así como responsable del programa de Canal Sur TV Testigos Hoy. Antonio Dechent, el decano de los artistas Pero si hay algo con lo que todos identifican al padre Isaac es con el teatro, al que llegó a sublimar en su faceta aficionada ejerciendo de actor, director y dramaturgo. Licenciado en Filosofía y Letras en la especialidad de Filología Moderna y enamorado de las artes escénicas desde niño, su afición le llevó a iniciar sus actividades dramáticas en Sevilla a partir de 1974. Fue precisamente en ese año cuando, al poco de fundar sus primeros talleres en Los Remedios, conoció al que sería el primer gran actor de su cantera: Antonio Dechent. Estandarte de una generación de artistas de enorme calado, Dechent no sólo interpretaría personajes inolvidables en montajes como Jesucristo Superstar, sino que se encargaría de dirigir a otros alumnos en espectáculos como El Avaro, Omnibus o Los últimos días de soledad de Robinson Crusoe. Corrían los primeros ochenta, y

aquella grata experiencia le señalaría el camino para dedicarse a la interpretación. A la par que el proyecto del San José iba sumando adeptos –su mágico Belén Viviente nació por aquellos años y hoy es una referencia a nivel nacional–, Antonio Dechent cursaba estudios en el desaparecido Instituto del Teatro de Sevilla y emprendía el vuelo hasta llegar a convertirse en la figura que es hoy. Su debut en el cine tuvo lugar en 1987, con la película Las dos orillas, en la que coincidió con iconos como José Luis Gómez, Amparo Muñoz y Emilio Gutiérrez Caba. Hoy Dechent acumula más de 80 títulos en su carrera, entre los que destacan Solas, 7 Vírgenes, Alatriste, La voz dormida o la aún inédita Oro. De Don Juan Tenorio a Godspell Durante la etapa de Isaac García al frente de la Escuela de Teatro San José se montaron en torno a cien obras con más de 950 representaciones, todas ellas en su modesto recinto de la calle Juan Ramón Jiménez. Desde espectáculos con mensaje —El hijo pródigo, En el corazón de lo imposible, Palabras en la arena— hasta comedias —Tres sombreros de copa, Eloísa está debajo de un almendro—, pasando por autores clásicos como Moliére y Shakespeare. y contemporáneos como Juan José Alonso Millán y Fernando Arrabal. Pero si hay dos títulos que destacan dentro de su amplio repertorio, tanto por el número de versiones como de representaciones, esas son Don Juan Tenorio y el musical Godspell. La primera de ellas fue subida a las tablas recién fundada la escuela, en 1986. El propio Isaac García se responsabilizó de la dirección, haciendo las delicias de padres y alumnos, y volviendo a retomarse con gran éxito en años posteriores. Por aquel entonces figuraba en la nómina un tal Manolo Caro, joven entusiasta que, al igual que Antonio Dechent, terminaría dedicándose en cuerpo y alma a la profesión. Hoy sus participaciones en el cine y la televisión se cuentan por decenas, incluyendo papeles en Bajarse al moro –con

José María del Castillo. / El Correo

Juan Echanove, Verónica Forqué y Antonio Banderas–, El Bola, Los fantasmas de Goya o las populares series Sin tetas no hay paraíso y Los Serrano. Por su parte, el célebre musical de los setenta Godspell, basado en textos del evangelio de San Mateo y con canciones míticas como Day by Day, pronto se convirtió en una de las señas de identidad de la prolífica escuela. Junto a Jesucristo Superstar –que llegó a representarse en el Palenque durante la Expo’92– es uno de sus títulos más recurrentes. La quinta de Paz Vega Aunque María de la Paz Campos Trigo –Paz Vega– hizo sus primeros pinitos como actriz en el colegio de las Hijas de la Caridad de Santa Ana, sus primeros papeles importantes los obtuvo en la cercana escuela de los Padres Blancos. Suya fue la responsabilidad de encarnar a la protagonista de El cianuro, ¿solo o con leche? durante el curso 1992/93. El pa-

Durante la etapa de Isaac García al frente de la Escuela se montaron más de 950 representaciones pel creado ex profeso para la recordada Mari Carmen Prendes –que lo supo bordar a las órdenes de Cayetano Luca de Tena treinta años atrás– descubrió su faceta cómica, confirmándose en La venganza de don Mendo, la obra cumbre de Muñoz Seca. En ese montaje –uno de los hitos de la Escuela San José– la futura actriz internacional hizo pareja con un joven Carlos ÁlvarezOssorio, Premio Max de las Artes Escénicas 2007 y director del Centro Andaluz de Teatro (CAT) desde 2015. Y junto a ellos, otros nombres que hoy son referentes de la cultura, como el artista plástico Chema


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artistas. Paz Vega, Antonio Dechent, Manolo Caro o Ana Ruiz Domínguez son algunos de los nombres ilustres que proceden de un proyecto extraordinario que sólo un hombre como Isaac García podía sacar adelante de la escuela, no dudando de las dotes interpretativas de José María desde un primer momento. Merced a su impulso, hoy podemos ver al actor en musicales de la Gran Vía madrileña, como Mamma Mía, La Bella y la Bestia o Priscilla, reina del desierto.

Rodríguez, el compositor y productor musical Francisco José Cuadrado o el contratenor José Carrión. En ese mismo reparto destacó otro joven actor que, pese a dedicarse años más tarde a la medicina, ha encabezado multitud de producciones en las dos últimos décadas. Nos estamos refiriendo a Fernando Fabiani, actual director de Síndrome Clown, una de las mejores compañías de Andalucía, fundada a su vez por Victor Carretero –otro alumno aventajado del padre Isaac–. Responsable de montajes como La prematura muerte de un viajante, Clownquistadores o la más reciente Una de romanos, Fabiani ha sabido combinar su faceta de director con su amor por la interpretación, y todo ello sin dejar de lado la bata blanca. En los últimos tiempos le hemos visto interpretar con acierto a Poncio Pilatos en el Antiquarium de la Encarnación.

Una cantera inagotable

Una trianera en ‘Camera Café’ Ana Ruiz Domínguez es otra de las figuras surgidas de la factoría de los Padres Blancos. Conocida por su participación en series de televisión como Camera Café, Amar en tiempos revueltos o Gran Hotel, sus primeros papeles datan de mediados de los noventa. Aunque llegó a coincidir en sus primeros años con Paz Vega –ambas interpretaron a la Virgen María en el Belén Viviente del colegio–, nunca trabajaron juntas. Tras representar libretos de Luca de Tena, Jardiel Poncela o Alfonso Paso, la joven trianera llamó la atención del respetable por su papel de doña Inés en 1997, tanto que el director de cine Victor Barrera la llamó para interpretarlo en Amar y morir en Sevilla. Su partenaire en esta ocasión fue el actor Antonio Doblas, otro producto de la Escuela San José, que conocía bien el clásico de Zorrilla. Tras su paso por la gran pantalla, a Ana Ruiz le surgiría la posibilidad de trabajar en Canal Sur Televisión, presentando el programa infantil La Banda del Sur, donde su rostro comenzó a hacerse popular. Seguidamente la ficharía Telecinco para liderar Club Disney, y desde entonces no ha dejado de trabajar. Su trayectoria incluye varias incursiones más en el cine y alguna que otra en la pequeña pantalla como presentadora –hace poco presentó El Gran Quéo–, aunque es en el teatro donde ha hecho su carrera más sólida. Este año podemos verla recorriendo la geografía nacional junto a José Luis Gil –el célebre señor Cuesta de Aquí no hay quien viva– con Cyrano de Bergerac. Otro actor que ha seguido los pasos de Antonio Dechent, Paz Vega y la propia Ana Ruiz es el sevillano José María del Castillo, quien curiosamente despuntó a las órdenes de José Luis Losa. El veterano periodista –conocido por su labor en ABC de Sevilla– llegó a ser monitor y director de numerosos espectáculos

Antonio Dechent. / El Correo

Paz Vega. / El Correo

Pero la cosa no queda ahí; el legado de Isaac García incluye una buena lista de nombres ligados directa o indirectamente al mundo de las artes escénicas. Como Celia Vioque, a quien últimamente hemos visto junto al gran Roberto Quintana en Una hora en la vida de Stefan Zweig, o en la más reciente El Cíclope y otras rarezas de amor, inspirada en la obra de Julio Cortázar. Su trayectoria incluye trabajos para Producciones Imperdibles, La Tarasca o La Fundición, mientras que en el cine ha participado en cintas de Alberto Rodríguez, Santi Amodeo o Miguel Hermoso. Otro caso similar es el de Mariola Peña, quien tras pisar las tablas del colegio y ampliar su formación en Barcelona llegó a protagonizar el musical de Mecano Hoy no me puedo levantar, para repetir posteriormente con Nacho Cano en su siguiente proyecto, A. Hasta la Academia de Operación Triunfo ha contado con una ex alumna de la Escuela San José. Nos estamos refiriendo a Marietta Calderón, quien se encargó de las coreografías en la segunda y tercera edición del concurso, amén de participar en citas como Eurovisión 2003 o el Festival de Cine de San Sebastián. Y si hablamos de compañías de teatro, la influencia del padre Isaac merece un capítulo aparte. Desde los años noventa hemos visto surgir colectivos como La Madriguera, Cámara Negra, Artágora, Edeteatro, Yo así no actúo, Ascena, Tomateatro, The Accent Group… todos ellos integrados por antiguos miembros de los talleres de los Sagrados Corazones o directamente fundados por estos. Lo mismo ocurre con las instituciones y empresas. Desde Isla Mágica a Epse Clown, pasando por Acciona, el Centro de Artes Escénicas de Sevilla o el Teatro de la Maestranza han tenido la suerte de contar con algún artista o técnico forjado en Los Remedios. En los últimos tiempos el funcionamiento de la Escuela de Teatro San José SS.CC. ha estado en manos de viejos conocidos del padre Isaac. Es el caso de la profesora Mª del Carmen Ortega o de José Lucas Chaves, exdirector de actividades del ICAS-Ayuntamiento de Sevilla y artífice de la renovación del espectáculo navideño Sucedió en Belén, así como del musical Forever Young, con el que fueron finalistas del XIII Premio Buero Vallejo de Teatro Joven en 2016. Y es que esta bella historia iniciada hace más de cuarenta años parece no tener fin. ~


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Atelier de músicas

Miembro fundador del ensemble de música contemporánea Taller Sonoro, Camilo Irizo acaba de ser nombrado Catedrático del Conservatorio Manuel Castillo de Sevilla y publica estos días un disco centrado en la obra de Luis de Pablo

CLARINETISTA

CAMILO IRIZO

«La banda y la música actual tienen un punto de locura» Ismael G. Cabral {Que recientemente Camilo Irizo halla conquistado la Cátedra de Clarinete del Conservatorio Superior Manuel Castillo de Sevilla constituye un nuevo e importante paso más hacia la normalización y difusión de la música de creación actual en el aula. Además, el intérprete es noticia estos días por la publicación del álbum Un diálogo cordial que, dedicado a la música de Luis de Pablo, ha editado el sello Columna Música. –¿Qué parte del catálogo del compositor bilbaíno contempla el disco? –Es un cedé que retrata muy bien la evolución de De Pablo, que se ha hecho más lírico dentro de la abstracción. Así por ejemplo una pieza como el solo Oculto (1977), es muy conceptual y virtuosa y en J H (1984), que es un dúo con violonchelo, hay momentos tímbricos de gran belleza y cada uno de sus movimientos está muy definido. También he incluido una grabación de Nubilus (2014), un sexteto que estrené con Taller Sonoro y que compuso en un momento difícil de su vida. Intenta reflejar el estado mortecino del cielo grisáceo; y está estructurada en pequeños dúos. Es una pieza formidable. –Tanto en solitario como con el grupo

ha defendido mucho la música de Luis de Pablo. Aunque el trabajo que a menudo realiza tiene que ver con músicas más exploratorias, más alejadas de la tradición modernista. –Sí, De Pablo es un caso especial. Es un gran maestro que bebió de fuentes históricas totalmente novedosas. Pero no sería el ejemplo de obras con lenguaje avanzado, que son más comunes en los atriles de Taller Sonoro. Podría de-

«No tengo barreras a la hora de ayudar a un compositor a buscar sonidos en el clarinete» «Luis de Pablo es el clásico contemporáneo que más defiende Taller Sonoro» cirse que Luis [De Pablo] es el clásico contemporáneo que más defendemos. Aunque él dice que sigue explorando nuevos caminos, buscando nuevas cosas. Nubilus tiene momentos brutales, por ejemplo. –¿No cree que se ignoran demasiado a

El clarinetista y miembro de Taller Sonoro Camilo Irizo. / Manuel Gómez

menudo a los vanguardistas para abrazar casi siempre la nueva obra? –Los programas dependen de muchas circunstancias, a veces estrictamente presupuestarias. En el Central, con Taller, hemos tocado a Berio, Castiglioni, Cage y otros muchos. No excluimos a los grandes maestros pero nuestra plantilla instrumental es reducida. Así le diré que, de Franco Donatoni hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance. Pero no es que estemos cerrado a interpretar a los grandes iconos del siglo XX. –¿Tiene algún muro infranqueable a la hora de investigar en su instrumento, alguna línea roja? –Soy muy abierto, jamás me cierro a nada. Cuando trabajamos con compositores jóvenes, que buscan separarse de los grandes maestros y persiguen siempre nuevos procedimientos, a veces te ponen en un compromiso a la hora de buscar nuevos sonidos. Puedo decir como mucho que «yo creo que esto no va a salir», pero lo intento siempre. –Acaba de ser nombrado Catedrático en el Superior de Sevilla, donde ya convive con importantes músicos volcados en la música contemporánea. ¿Se puede reproducir a escala en la

ciudad el fenómeno que experimentó la música antigua cuando el profesorado especializado en ella empezó a crecer? –Desde luego que somos varios los profesores activistas en favor de la música de hoy. Es fundamental, pero no se trata de implementarla a la fuerza, aunque desde luego los alumnos tienen que conocerla. Recientemente hemos puesto en marcha, a instancias de la propia dirección del Manuel Castillo, el Ensemble de Música Contemporánea. Son pequeños avances, pero relevantes; el poner a los estudiantes a tocar música de hoy, de aquí y ahora. –¿Por qué tal vez sea el clarinete, junto con la percusión, el instrumento más enraizado en la tradición contemporánea? –Es el instrumento que más se ha desarrollado en el siglo XX, cuando en sus comienzos empezó a coger peso por sus capacidades tímbricas y sonoras. Quizás se adapta mejor que ningún otro a los nuevos lenguajes. También ayudó mucho que Arnold Schönberg lo incluyera en su obra maestra, el quinteto Pierrot Lunaire. Hoy día es impensable un grupo de música contemporánea sin clarinete. –Y sin clarinete bajo... –Así es. Aparentemente clarinete y clarinete bajo son el mismo instrumento pero a nivel técnico hay muchas diferencias; el bajo permite otro universo de posibilidades sonoras. Tienes casi que especializarte en ese instrumento. Al principio se me hacía un mundo abordarlo. –Usted es también director de la Banda Municipal de Coria del Río. Otro mundo completamente distinto. ¿Cómo convive con la tradición y la vanguardia a la vez? –Yo le estoy inmensamente agradecido al mundo de la banda. Gracias a ella, con nueve años, comencé a ser músico en mi pueblo, en la Sociedad Filarmónica de Pilas. Ahora llevo 22 años al frente de la Banda de Coria. Para mí esta formación es una herramienta expresiva enorme totalmente contraria a mi actividad como concertista en el ámbito contemporáneo. Pero la banda te enraíza, hace que te identifiques con tu zona, con el lugar en el que vives. Es una experiencia que te moldea como profesional. Además creo que se da un punto de locura compartido, el mismo que te lleva a ir tocando siete horas detrás de una procesión en Semana Santa y a vértelas con partituras muy complejas de compositores cuyo mundo sonoro es la vanguardia. –Su grupo, Taller Sonoro, parece muy asentado. ¿Cómo logra mantenerse una aventura tan arriesgada en una ciudad como Sevilla? –La clave es que está asentado sobre la base de la amistad y del profundo respeto que nos tenemos como músicos. No nos representa nadie, funcionamos por el boca a boca y tomándonos muy en serio todos los conciertos. El año que viene volveremos al Festival Forum Wallis de Suiza; y tenemos proyectos en Colombia y en Alemania. ~


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