Aladar nº 172

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Sábado, 7 de abril de 2018 Nº 172 @aladar_cultura

El padre José Enrique Ayarra falleció el pasado 18 de marzo. Tenía 80 años. Conectaba con Dios a través del órgano de la Catedral de Sevilla. Y era capaz de llorar las ausencias haciendo música. Una pérdida irreparable

El mantel de la última cena, ¿reclamo turístico?

Entrevista a Juan Verdaguer

Turismo matemático

Lágrimas al son de la música


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Obituario

El padre José Enrique Ayarra falleció el domingo 18 de marzo de 2018 a los 80 años. El 23 de abril se habrían cumplido 81 desde que nació en Jaca (Huesca) en 1937. Pero los medios de comunicación sevillanos –salvo honrosísimas excepciones- se

El olvido y Ayarra, el hombre que lloraba con su órgano

José Enrique Ayarra falleció el domingo 18 de marzo de 2018 a los 80 años.

Ramón Reig {¿Quién era Ayarra? Nadie, por supuesto, sólo un cura que tocó el órgano durante casi 60 años en la mayor catedral gótica del mundo y tercer templo de la cristiandad, alguien que, aunque se definía como un cura con música en lugar de un músico con sotana, ha ofrecido más de mil conciertos en más de 70 países y estaba a punto de ofrecer otro cuando le sorprendió el derrame cerebral que le costó la vida. Ya han pedido para él alguna distinción a título póstumo, claro, según costumbre muy sevillana de atracción por la necrofilia. El músico fue catedrático de órgano, catalogó la obra de otro músico y compositor sevillano casi olvidado, Manuel Castillo, asesoró a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, fue miembro de la Real Academia Sevillana de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, se diplomó en Órgano y Canto Gregoriano por el Institut Catholique de Paris, a los 5 años tocaba la Marcha turca de Mozart, a los 10 sustituía al organista titular de la Catedral de Jaca y a los 11 fue profesor titular de piano en el Conservatoria de Zaragoza. Estuvo respaldado por el Cardenal Bueno Monreal, otro aragonéssevillano que llegó a la capital de Andalucía entre otros motivos para apaciguar las malas relaciones entre

Vista de la cubierta de la Catedral de Sevilla.

el Cardenal Segura y Franco. A nuestro cura Ayarra lo apoyaron sus padres que se dieron cuenta del talento musical del niño y, con los años, contaría con el respaldo de Bueno Monreal y de los también cardenales de Sevilla Amigo Vallejo y Juan José Asenjo. Pero lo relevante es que siempre llevó el nombre de Sevilla por esos mundos de Dios, alabando el instrumento que dominaba en la catedral hispalense al que colocaba a la altura de los mejores órganos del mundo. Ayarra era una prolongación de ese órgano y del de la Fundación Focus Abengoa («es maravilloso y está hecho a mi imagen y semejanza y lo tendré mientras viva», decía de él). He rescatado unas palabras sentidas y hermosas, un testimonio histórico que el organista narró desde Sevilla en 2015 en una entrevista para El País de los Estudiantes, a propósito de la grandeza –en todos los sentidos- de la catedral de Sevilla. La pregunta que le hicieron era muy sencilla: «¿Qué siente usted al poder tocar en una gran Catedral como la de Sevilla?». Vale la pena reproducir su respuesta al completo: «No me acostumbro, porque la catedral es asombrosa. Yo conozco todas las grandes catedrales del mundo… en el Vaticano, que cada vez que voy tengo que tocar una misa. Hace un año estuve tocando en las seis catedrales más grandes de Japón y no conozco ninguna catedral, no solo que sea tan grande como la de Sevilla, ni que esté mejor «vestida» que ésta. La riqueza que tenemos aquí en pintura, escultura, orfebrería, ni en el Vaticano. La primera vez que vino el papa, Juan Pablo, una noche que estaba él regular y se acostó pronto, sus familiares, su médico, el camarlengo, el Secretario de Estado, me llamaron por teléfono, a ver si yo les podía enseñar la Catedral. Fui a buscarles a las 11 de la noche y estuvimos aquí hasta las 2 de la mañana, viendo la Catedral a puerta cerrada. Cuando íbamos hacia el palacio donde estaban ellos hospedados, el cardenal Sodano, Secretario de Estado, la primera figura de la iglesia después del papa, me dijo: «Esto ni en el Vaticano». Tocar aquí acompleja, pero además el órgano es mi mejor amigo, un amigo se valora cuando tienes una plena confianza en él y te echa una mano cuando te hace falta. Cuando murió mi madre, que estaba viviendo conmigo aquí, quiso ser enterrada en Jaca y allí la llevamos. A la vuelta, cuando llegamos al aeropuerto, los familiares de mis hermanos vinieron a recogerlos pero yo no tenía a nadie. Cuando entré en mi casa, abrí la puerta y la vi oscura, cosa que no había pasado nunca, porque cuando yo venía de viaje mi madre siempre me estaba esperando, fuera la hora que fuera, a mí se me vino la casa encima. Me bajé a la catedral y estuve toda la noche tocando el órgano. No os podéis


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limitaron a dar una noticia de agencia y algunos en escasas líneas o tiempo, comparadas con la grandeza del finado. Este quiere ser el homenaje de Aladar a una persona importante, buena

imaginar hasta qué punto me sentí comprendido por el órgano. Desde ese momento es mi mejor amigo, hace poco murió mi hermano Javier e hice lo mismo, el órgano me comprende, habla el mismo idioma que yo, llora y reza conmigo». Como dijera en su día Juan Sebastián Bach, también el padre Ayarra –experto en Bach– consideraba que a través de la música conectaba con Dios. Cuando le preguntaron en una ocasión que explicara ese hecho, respondió: «Eso es muy sencillo, cuando uno es sensible a un arte, es indudable que ve belleza. Yo hago música porque me gusta y hago la música que me gus-

Órgano de la Catedral de Sevilla.

ta. Esa belleza me lleva a meterme dentro de mí mismo. A través de la belleza con minúscula es muy fácil llegar a la belleza con mayúscula, porque en ese silencio interior Dios habla y es cuando mejor lo escuchas porque no hay más ruido. Es un diálogo que no se narra con palabras, pero se vive». Murió Ayarra, ¿y qué?, pareció que nos decíamos los sevillanos. El muerto al hoyo y los vivos que sigan dándole al bollo. Sevilla sigue siendo, en gran medida, la madrastra para con sus hijos ilustres, hayan nacido en ella o sean adoptivos. Ya que hablamos de un gran organista, la reparación del órgano del con-

vento de Santa Inés –donde Bécquer imaginó su leyenda Maese Pérez el organista- ha supuesto un conflicto con la oficialidad que ni come ni deja comer. La Venta de los Gatos –otro lugar becqueriano- sigue triste y sola. El enorme pianista Pepe Romero yace donde habita el olvido. No hay un monumento para Luis Cernuda ni para Vicente Aleixandre, a ver qué pasa con la casa natal de Cernuda, la casa natal de Velázquez es una vergüenza verla, la casa donde falleció don Emilio Lemos Ortega, último compañero en morir de los que se unieron a Blas Infante en la Junta Liberalista, no tiene ni un recordato-

rio, no hay sitio para un museo que albergue las 365 giraldas que pintó el gran Amalio García del Moral, como tampoco hay sitio para las memorias de los ilustrados sevillanos Alberto Lista, Blanco White, Manuel María del Mármol, etc., porque en Sevilla eso de la Ilustración ha sonado siempre a libertinaje. Nuestras dos puertas de entrada a la ciudad –todavía en el siglo XXI y en un país aconfesional situado en un mundo occidental laico- no se llaman Aeropuerto Luis Cernuda o Aeropuerto Ortiz Echagüe o Emilio Herrera –dos de los primeros en protagonizar aterrizajes pioneros históricos en España, allá por los años diez del siglo XX-, no se denomina Estación Antonio Machado a la del ferrocarril sino Aeropuerto de San Pablo y Estación de Santa Justa, faltaría más. La de Málaga se llama Estación María Zambrano y ¡la de Segovia Estación Guiomar!, el último amor de Antonio Machado, pero aquí, santos y más santos, que está muy bien pero no tan en demasía. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Hace poco murió Julio Manuel de la Rosa, uno de los principales narraluces, ¿qué ha sido de todos ellos? Manuel Barrios, Alfonso Grosso, José Luis Ortiz de Lanzagorta… Menos mal que algunas bibliotecas municipales del área metropolitana llevan el nombre de alguno de ellos porque hoy cualquier tímido patológico sevillano que se esconda tras las redes sociales puede tener medio millón de seguidores por tratar asuntos que gran parte de la juventud de los años sesenta y setenta los tenía asimilados. ¿Por qué las modas pasajeras deben sepultar a los creadores clásicos? ¿Cómo nos vamos a extrañar de la violencia y del mundo desbocado en el que vivimos si todo es utilitarismo e individualismo autodestructivo? La muerte del padre Ayarra creo que me obliga a mi –ateo convencido y comunista ya de derechas– a alabar a un cura y músico muy pero que muy de derechas –que se lo pregunten a algunas de las alumnas de colegios religiosos donde fue a dar pláticas– ante la falta de monográficos y espacios mediáticos que profundicen en el acontecimiento. Criticamos a Cataluña pero ya quisiéramos poseer la intensidad con que aquella tierra trata a sus artistas. La cultura, el pensamiento, la creación, no deben distinguir entre ideologías, nos lo demostró Rafael Alberti cuando abrazó a José María Pemán en Cádiz, en el contexto del pregón del carnaval que en el año 1981 pronunció el poeta comunista, recién llegado del exilio y con el intento de golpe fascista de Tejero a un tiro de piedra. En ese terreno, el de la creación artística, no se le debe pedir a nadie el carnet de identidad, como hacen los que viven del bollo –políticos o no– y arrojan a grandes artistas al hoyo del olvido. ~


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Reportaje

Custodiado en la Catedral de Coria, Cáceres, desde al menos el siglo XIV, esta pieza de lino de procedencia arábiga y realizada ‘a la manera oriental’ vuelve a ser noticia por su presentación en Fitur el pasado mes de enero.

El Mantel de la Última Cena, ¿nuevo reclamo turístico? Antonio Puente Mayor {Un mosaico romano hallado en el claustro de la catedral de Coria, en Cáceres, apunta a que en ese lugar se ubicó el primer templo cristiano de toda la Península Ibérica. O al menos eso defiende la profesora de la UNED María del Carmen Sanabria Sierra, para quien «de momento, es la única Iglesia en el mundo que podrá mostrar la evolución arquitectónica desde la antigüedad hasta 1550, fecha en la que se finaliza la construcción del templo cauriense tal y como hoy lo vemos». Un continente repleto de historia cuyo contenido es asimismo fascinante. Solo por nombrar dos ejemplos, la iglesia alberga piezas de Churriguera y del maestro Diego Copín de Holanda, el escultor oficial de los Reyes Católicos. Aunque ninguna de sus piezas merece tanta atención como su gran reliquia: el supuesto mantel utilizado por Jesús y los Doce Apóstoles en la Última Cena. Un objeto venerado desde hace siglos en la sede extremeña que, en los últimos tiempos, ha merecido la atención del director del Turin Shroud Center de Colorado, institución vinculada al estudio de la Sábana Santa. Una pieza de lino Antes de pasar a analizar el posible origen de la reliquia y las razones que la llevaron hasta Extremadura, hemos de describirla en su integridad. Para empezar, se trataría de una pieza de lino puro de 4,42 metros de largo y 92 centímetros de ancho, blanca por un lado y con sencillos adornos en azul por el otro, la cual presenta actualmente algunas roturas y desgarros. Su descubrimiento se estima entre los años 1370 y 1403, dentro de un arca hallada bajo el suelo del presbiterio de la catedral cauriense durante unas obras de remodelación. Una bula firmada por Benedicto XIII —el célebre Papa Luna— y fechada en el año 1404, ya menciona la aparición de la reliquia; sin embargo, aún no existen datos completamente fidedignos sobre su llegada a Coria. La primera de las teorías la relaciona con otro objeto sagrado de nuestro país, el célebre Lignum Crucis, o fragmento de la Cruz de Cristo custodiado en el monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria). Se-

gún la tradición, ambas piezas habrían sido traídas a Europa por Santa Elena, madre del emperador Constantino, tras una peregrinación a Tierra Santa en el siglo III. De ser cierta esta hipótesis, antes de arribar a la provincia de Cáceres, la reliquia habría pasado primero por Roma, pues Elena levantó una iglesia dedicada a albergar sus hallazgos — que hoy recibe el nombre de Santa Croce—. Otros se inclinan por la tesis según la cual el lienzo habría llegado a Coria desde Francia, tras la conquista de la ciudad por Alfonso VII. En este caso el portador habría sido Iñigo Navarrón, primer obispo de la diócesis de Coria-Cáceres tras la reconquista de 1142, quien a su vez participó en el Concilio de Reims en 1148; o incluso su sucesor en el cargo, Suero I, del que sabemos que residió en Roma junto al Papa Eugenio III. Por último, no hemos de olvidar la tradición oral, y posteriormente escrita, que mantiene que el Mantel de la Última Cena se conserva en Coria al menos desde el siglo XIV, como consecuencia de un regalo que hizo San Luis Rey de Francia, a su fallecimiento, al Archiduque Rodolfo de Habsburgo, quien sería emperador en el año 1273. Sea cual fuere su procedencia, lo que sí parece probable es que dicha pieza estuviese custodiada durante un tiempo por la mítica Orden del Temple. La leyenda de Fierabrás Y es que la relación de esta orden caballeresca con Extremadura siempre fue muy estrecha. En el caso de la reliquia de la Última Cena, su vinculación surge a través de Alconétar, lugar a orillas del Tajo donde los templarios edificaron un castillo sobre las ruinas de un templo romano (en torno a 1167). Según una leyenda local, Carlomagno fue uno de sus primeros poseedores. Tras vencer al emperador de Alejandría, Fierabrás, en el sitio de Alconétar, el valeroso líder quiso festejar la hazaña organizando un banquete. Al no existir víveres, un musulmán cautivo le reveló la existencia de un tesoro bajo la torre de Floripes —perteneciente a la fortaleza primitiva extremeña—, el cual incluía unos «manteles mágicos» que, al conjuro de ciertas fórmulas, ha-

John Jackson examinando la pieza. / Museo de la Catedral de Coria


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Reportaje

Y es que, tras el análisis efectuado por científicos de la NASA en 2011, una nueva teoría lo relaciona con la mismísima Sábana Santa de Turín, lo que la convierte en reclamo perfecto para el turismo de Extremadura.

Catedral de Coria. / Museo de la Catedral de Coria

cían surgir de la nada toda clase de alimentos y bebidas. Tela que, tras la disolución de la Orden del Temple, se descubriría ‘casualmente’ en el subsuelo de la catedral vieja de Coria, pasando posteriormente a ser propiedad de la Iglesia. Es entonces cuando los «conjuros» pasan a convertirse en «rezos», organizándose cada Jueves Santo una comida de caridad con los mencionados manteles, expuestos sobre una gran mesa en el patio del castillo. De Coria a Viena Aunque este relato es poco conocido en la actualidad, lo cierto es que en siglos anteriores la pieza gozó de gran devoción entre los caurienses. No en vano, desde el año 1495 hasta 1791, cada 3 de mayo se celebraba en Coria la fiesta «de las tres reliquias». A saber: el Lignum Via, la Santa Espina y el Sagrado Mantel. Ese día las reliquias eran expuestas en público y el mantel se colgaba de un balcón a modo de pendón, pasando por debajo los vecinos y peregrinos llegados desde todos los rincones del país. Como es lógico suponer, estos lo besaban y se frotaban con él, confiando en los milagros que se le atribuían. Unos usos que, a la postre, produjeron graves desgarros en la tela, nutriendo de fragmentos a lugares tan dispares como Viena —hoy podemos contemplar un fragmento en la Schatzkammer o Cámara del Tesoro de la capital austriaca—. De ahí que en 1791, el obispo cauriense Juan Álvarez Castro acabase suprimiendo su adoración. Con esto decayó su culto, la leyenda sobre sus milagros y la feria que se organizaba en torno a ella. Vuelta a la luz pública

Fragmento del mantel que se conserva en la Schatzkammer de Viena. / Matthias Kabel

La Sábana Santa. / Giuseppe Enrie

Pese a que en 1611 el confesor de Santa Teresa de Jesús, don Sancho Dávila y Toledo, Tesorero y Deán de la Catedral de Coria, publicó una obra en la que mencionaba la tela, no será hasta los albores del siglo XX cuando el mantel vuelva a interesar a la intelectualidad extremeña. En esta ocasión serán Miguel Ángel Ortí y Eugenio Escobar quienes se encarguen de sacarlo a la luz con sendas publicaciones. Sin embargo, la gran aportación documental surge en 1961 y lleva la firma de Miguel Muñoz de San Pedro. En Coria y el Mantel de la Última Cena, el conde de Canilleros realiza el primer trabajo serio de investigación, y lo hace atendiendo al contexto, a los recipientes donde se han venido conservando esta y otras reliquias ‘increíbles’, y al inventario completo de las mismas: desde fragmentos de huesos de los Santos Inocentes a la tierra del desierto donde ayunó el Señor, pasando por una piedra del lugar de la Anunciación. Reliquias que, durante los siglos XVI y XVII fueron declaradas «auténticas», según Muñoz de San Pedro, por obispos como «don Diego Enrique de Almanza, en 1553; don Diego Deza, en

1570; don Pedro Serrano, en 1577; don García de Galarza, en 1579, 1584 y 1591, y Fray Juan Roco Campofrío, en 1633». Si bien, la mayor parte de las páginas del libro están dedicadas a la ‘Gran Reliquia’, como la denomina el noble. Su narración arranca en el siglo I, en el llamado «Cenáculo», donde Jesús y sus discípulos celebraron la cena de Pascua, y continúa con la tradición literaria y artística en torno a este episodio, deteniéndose en un fragmento de los Hechos de los Apóstoles, en el que Pedro revela lo siguiente: «Estaba yo en la ciudad de Joppe orando, y vi en éxtasis una visión, algo así como un mantel grande suspendido por las cuatro puntas, que bajaba del cielo y llegaba hasta mí; y volviendo a él los ojos, vi cuadrúpedos de la Tierra, fieras y reptiles y aves del cielo. Oí también una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come». Texto que, según Muñoz de San Pedro, alude claramente a ‘comida sobre mantel’, lo que podría confirmar su uso durante la Última Cena. Seguidamente, el investigador menciona el paradero de algunos de los objetos utilizados aquella noche: «la mesa fue traída por el Emperador Tito y se encuentra en Roma, en San Juan de Letrán; el asiento del Señor, en la misma ciudad, y un pedazo, en El Escorial; la toalla con que secó los pies de sus discípulos, en Gladbach; un plato, en la Catedral de Génova; el Cáliz, en Valencia...». Primer análisis científico Aunque si hemos de destacar un capítulo interesante de su libro, este es el dedicado al primer análisis del lienzo, realizado en octubre de 1960 en los laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, bajo la dirección de los catedráticos don Francisco Hernández Pacheco y don Alfredo Carrato Ibáñez. Un proceso que les permitió examinar la fibra con la que está tejida la tela mediante el uso del microscopio. Tras dicho análisis, refiere Muñoz, «el primer especialista español en telas, el ilustre arqueólogo y académico don Manuel Gómez Moreno, procedió al estudio del Mantel, en presencia del citado profesor Hernández Pacheco y del que esto escribe. Después de largo y escrupuloso examen, dictaminó que, sin la más mínima duda, por garantizarlo así su estructura y técnica de fabricación, no usados en Occidente, el tejido es oriental, de manera más concreta, de procedencia arábiga». En cuanto a la posibilidad de someterlo a la prueba del Carbono 14, tras las pertinentes consultas a especialistas como el profesor holandés Florchssius, esta fue descartada por el cabildo catedralicio, al conocer que una parte de la tela debería ser reducida a cenizas obligatoriamente, no garantizando en ningún caso que el resultado fuese satisfactorio. Por último, en su excelente trabajo, Muñoz de


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Reportaje Realidad o ficción, el relato de su llegada a España está salpicado de leyendas en las que no faltan Santa Elena, Carlomagno o los recurrentes Templarios San Pedro confirma la enorme devoción de la que gozó la reliquia entre los siglos XVI y XVIII, siendo sacada en rogativa por la peste de 1581, por malos temporales en 1675 o por el triunfo de las armas de Felipe V sobre las del Archiduque Carlos de Austria en 1705. Y, asimismo, el conde de Canilleros refiere la mencionada supresión de su adoración pública en abril de 1791, hecho que obligó a que el objeto tuviese que ser venerado «a través de la reja de la Capilla del Relicario, dentro de su arqueta de plata y en la hornacina del retablo». De este modo, el Siglo de las Luces supuso el fin del culto público de este importante vestigio, no volviendo a asomar hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando Coria organizó una magna peregrinación en mayo de 1961. Un hecho casual Tras el citado episodio, no es hasta los albores del siglo XXI, y merced a un hecho casual, cuando el mantel de la Última Cena cobra un renovado protagonismo. Esto se debe a la investigación llevada a cabo por el profesor John Jackson, director del Turin Shroud Center de Colorado, y uno de los treinta expertos escogidos por el Vaticano para estudiar la Sábana Santa en 1978. El por qué Jackson llega a tener noticias de la tela extremeña ya es, de por sí, una historia curiosísima: «Estábamos visitando a un amigo arzobispo en EEUU, y en el transcurso de una conversación distendida mencionó la existencia de un mantel relacionado con la Última Cena de Cristo que se encontraba en España. Mi mujer, Rebbeca, y yo quisimos saber más sobre el lienzo y si existiría la posibilidad de estudiarlo. Tras algunos contactos y pruebas que solicitamos que realizara el obispado, nos trasladamos en 2006 por primera vez hasta Extremadura». Llegados a este punto, hemos de decir que el profesor Jackson fue quien descubrió que la figura visible en la Sábana Santa de Turín es una imagen tridimensional; o lo que es lo mismo, su impronta sobre la tela es proporcional a la proximidad del tejido con el cuerpo que contuvo.

‘La última cena’ de Leonardo da Vinci. Detalle del mantel.

En manos de la NASA Cinco años después, un equipo de científicos de la NASA despliega bajo las bóvedas de la catedral de Coria un arsenal de lamparas de rayos ultravioleta, infrarrojos y aparatos de barrido, tras sellar uno a uno los ventanales. Aunque es noche cerrada, cubren con paños cualquier rendija, de modo que ningún rayo de luz procedente de la calle interfiera en las pruebas. Mientras, un miembro de la agencia espacial norteamericana destiende cuidadosamente el tejido bajo el instrumental transportado ex profeso desde Denver. El resultado de las pruebas es asombroso. Las dimensiones del

Mantel de la Última Cena. / Foto José Luis Filpo Cabana

mantel de Coria son casi idénticas al lienzo que se conserva en Turín, lo que para Rebbeca Jackson supone la confirmación de que, «la Sábana Santa y el mantel extremeño fueron usados conjuntamente en la Última Cena». Esto podría deberse a que los judíos solían utilizar dos manteles

de manera ritual en las grandes solemnidades, especialmente durante la Pascua. De este modo recordaban la travesía por el desierto tras abandonar Egipto. Así, aseguran los norteamericanos, «se colocaba un primer mantel sobre el que se depositaban los alimentos y una segunda

tela sobre ellos para evitar que cayera arena o que fueran contaminados por insectos». Dicha tesis es respaldada por Ignacio Dols, arquitecto delegado en Extremadura de la Sociedad Española de Sindonología: «la intuición de Jackson puede tener sentido por la precipitación para enterrar a Cristo. Murió en torno a las tres de la tarde de un viernes y debía ser enterrado antes de, aproximadamente, las seis del mismo día, momento en el que comenzaba el Sabbath (día festivo para los judíos en el que no se podía realizar ninguna labor física). En apenas tres horas, José de Arimatea tuvo que reclamar el cuerpo a Pilatos, obtener permiso para enterrarlo, trasladarle hasta un sepulcro, hacer los preparativos, amortajarlo y sellar la tumba. Lo razonable es que utilizara los elementos que tuviera a mano, y un mantel de esas características era perfecto para envolver un cuerpo». Asimismo, el hilo que conforma la trama de la tela posee el mismo tipo de torsión de la Sábana Santa; esto es en forma de «z». Por último, técnicos del CSIC analizaron la tintura azul que decora las bandas del mantel, determinando que se trata de ‘índigo natural’, colorante de uso común en la antigüedad, introducido en Europa en el siglo dieciséis —200 años después del hallazgo de la tela en Coria—. En este sentido, el mantel extremeño podría ser el mismo que Leonardo da Vinci inmortalizó en «La última cena», ya que ambos están decorados con bandas azules —en el caso del fresco, estas líneas pueden contemplarse en los extremos—. Cuestionable o no, dicha hipótesis abre un nuevo marco de posibilidades para la reliquia, la cual fue presentada el pasado mes de enero en la Feria Internacional del Turismo de Madrid, Fitur, como reclamo turístico para la comunidad de Extremadura. ~


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Viajes Venecia es una ciudad fascinante, misteriosa e inolvidable. Su Gran Canal con forma de interrogante, sus rincones inesperados, cientos de imágenes de lo cotidiano convertidas en obra de arte, hacen de la ciudad un lugar único en el mundo. Canales y poesía que Concha García nos deja en forma de crónica y como continuación de la primera entrega

Venecia mirada desde la acera Concha García {Me permito continuar escribiendo de Venecia, ciudad sobre la que tantos escritores, y pocas escritoras, también han hablado. Me sumo con la intención de que en algún momento os pueda ofrecer un libro, la tentación es poderosa. El nombre de Venecia me lleva a la metáfora de un baúl imaginario. Cada vez que lo abro aparecen inusitados objetos. No puedo imaginarme un ordenador, donde caben muchísimas más cosas. Sin embargo aparece precintado para el tacto. Venecia está formada por cien islas agrupadas y rodeadas de centenares de otras. Los antiguos habitantes de la laguna se apoderaron de los puntos más altos y de esa obra de ingeniería el resultado dio una visión absolutamente diferente a lo que solemos mirar cuando vives en una gran ciudad con su monótonos semáforos a la espera de que cambien para cruzar la calle y los ruidos constantes. El Gran Canal tiene forma de interrogante a vista de mapa. Cuenta Goethe que Tiziano y Veronés plasmaban magistralmente la claridad de la ciudad porque era todo luz. No hay más que mirar sus pinturas. Me detengo en los pequeños detalles mientras paseo hacia el Guetto, no puedo dejar de observar las figuras incrustadas en la piedra con cabezas leonadas humanizadas, cuando avanzas o retrocedes siempre hay algo que mirar, un dintel ladeado de madera, una fotografía del lugar cincuenta años antes, el brocado de un pozo de mármol, hay decenas de ellos. Veo una cabeza de piedra diminuta incrustada en la pared, un pomo en forma de león, unas bisagras centenarias. No es minimalista, se trata de fragmentos, de incrustaciones, de señales que en el camino encuentras tratando de no detenerte ante atractivos escaparates con bellos objetos fabricados en cristal de Murano. A nuestra vista también los menús de restaurantes y los tenderetes con máscaras, metáforas del goce del instante, en las claves ideológicas del pensamiento, tras las cuales se oculta el hombre con el fin de no asomarse a las profundidades de su ser. El agua quieta de algunos canales refleja las puertas y ventanas de las casas, las más altas de la ciudad que se encuentran en el Guetto de Venecia. El Guetto era una isla en el distrito de Canareggio a la que se accedía por dos puentes en el s. XV, cuando judíos de distintos lugares de Europa fueron a refugiarse. Todavía se puede ver en el callejón que da acceso las letras pintadas: Calle Guetto novíssimo. Me atrae el aire de estrechez de

Venecia hace pensar en la metáfora de un baúl imaginario. / Fotografías cortesía de Celina L. Prece

Edificios de una de las barriadas de Venecia.

Se encuentran figuras incrustadas en la piedra con cabezas leonadas humanizadas.

sus callejones. Es sábado, estamos buscando un restaurante para tomar pizza, pero en este barrio las familias están reunidas y algunos hombres tienen en la cabeza la kipá, casi de uso exclusivo para varones, la cabeza se cubre y recuerda que no somos tan grandes como el ego. No nos atrevemos a entrar y miramos tras la cristalera. Vemos una celebración donde la gente baila, ríe, es una escuela de rabinos. Atravesamos la plaza Campo di gueto nuovo sin dejar de pensar en el memorial que acabamos de ver en las paredes de la Casa di Reposo, se trata de un homenaje a los deportados a los campos de concentración. La plaza alberga el museo hebraico. Queremos captar el instante con las fotos, pero no se puede. Me gustaría hablar de la belleza y no puedo, no tengo palabras. ¿Cómo describir lo que se percibe en un instante? Solo la poesía puede acercarse. ¿Qué poema? Y pienso en Ezra Pound. Vivió en un callejón junto a su compañera, la violinista Olga Rudge, que sacrificó su carrera musical para irse con él. Con ella también pasó los últimos años de su vida. Los panfletos antisemitas en plena segunda guerra mundial transmitidas por la emisora fascista Radio Roma hizo que fuese repudiado. Pound culpó a la usura del cáncer del siglo y a los banqueros judíos de Europa y Norteamérica de ser los responsables de ese cáncer. Tiempo después lo procesaron por traición a la patria. Seguiremos. ~


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Cine

Veinte años después de la publicación de su aclamado ‘best seller’, el periodista de ‘The Chicago Tribune’ y ateo confeso Lee Strobel ha participado en el guion de una película que adapta a la gran pantalla su

Strobel no escatima en medios para conocer, lo más de cerca posible, al auténtico Jesús de Nazaret.

Tras las huellas de la Resurrección Antonio Puente Mayor {«Leslie me dejó aturdido en el otoño de 1979 al anunciarme que se había convertido en cristiana. Apreté los ojos y me preparé para lo peor, sintiéndome como la víctima de un engaño de cambio de carnada. Me había casado con una Leslie; la Leslie divertida, la Leslie despreocupada, la Leslie arriesgada, y ahora temía que se convirtiera en una especie de puritana sexualmente reprimida que cambiaría nuestro estilo de vida ascendentemente versátil por vigilias de oración y trabajo voluntario en mugrientos comedores de beneficencia». Así arranca El caso de Cristo, la fascinante historia de Lee Strobel, periodista de The Chicago Tribune y ateo confeso que, tras años de renegar sobre la fe se enfrascó en una sesuda investigación para desentrañar los enigmas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Empresa tras la cual se volvió un apasionado defensor del cristianismo y por la que obtuvo la Gold Medallion, así como un puesto de honor en la lista de best sellers del New York Times. En busca del verdadero Jesús El estudio de Strobel, editor legal hasta finales de los ochenta –y en-

Fotograma de la película.

carnado en la gran pantalla por el televisivo Mike Vogel (Bates Motel, La Cúpula)–, se halla en la línea de otras investigaciones periciales llevadas a cabo en esa época. No en vano, la introducción del libro, y también de la película, apunta cómo el periodista fue pieza clave para la liberación de un hombre

inocente, acusado de disparar a un policía durante una revuelta en la zona sur de Chicago. Sus métodos concienzudos y su obsesión por esclarecer la verdad le evitaron varios años de cárcel a aquel «informante», pero al mismo tiempo le abonaron el terreno para dar forma a su gran proyecto: la búsqueda de

Cristo. Que Leslie, su adorada esposa –una estupenda Erika Christensen en la cinta de John Gunn–, se sumergiese de lleno en la religión, fue uno de los principales acicates. Pero no el único. Cuanto más analizaba las evidencias históricas y científicas del personaje, más dudas se cernían sobre él. De


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Cine

investigación de los años ochenta sobre Jesús de Nazaret. Una sugerente historia, con Faye Dunaway como estrella invitada, titulada ‘El caso de Cristo’ número es millones de veces mayor que la cantidad de personas que alguna vez vivieron en este planeta!», según el doctor. Con estos datos en la mano, Lee Strobel no duda en afirmar que las palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas resultaron ser verdad: «Tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos». ¿Fue la muerte de Jesús una farsa y su resurrección un engaño?

ahí que Strobel no escatimase en medios para conocer, lo más de cerca posible, al auténtico Jesús de Nazaret. Testigos oculares y pruebas arqueológicas En la primera parte de su libro, y bajo el título El examen del expediente, el autor de Illinois se sumerge en las diversas biografías de Jesús, exponiendo sus características principales y cuestionando su veracidad. Comparándolas con diversos casos de asesinato investigados por él mismo, Strobel analiza el papel de los testigos oculares en la muerte del Mesías. Para ello acude a uno de los mejores eruditos en la materia, el doctor Craigh Bloomberg, autor de La confiabilidad histórica de los Evangelios, quien menciona datos específicos sobre la realidad de los autores de los Evangelios Sinópticos: «El testimonio más antiguo y probablemente más significativo viene de Papías, quien, alrededor del año 125 d.C., afirmó específicamente que Marcos había registrado cuidadosa y fielmente el testimonio ocular de Pedro. Es más, dijo que Marcos ‘no cometió ningún error’ y no incluyó ‘ninguna declaración falsa’, Y Papías dijo que Mateo también había preservado las enseñanzas de Jesús». Afirmación a la que se sumaría Ireneo alrededor del año 180, complementándose con el manuscrito Q, dichos o enseñanzas del Nazareno que, de algún modo, formaron parte de un

Lee Strobel ha participado en el guion de una película que adapta a la gran pantalla su investigación de los años ochenta sobre Jesús de Nazaret. / El Correo

documento independiente, así como la perspectiva única de Juan, autor del último Evangelio. Estos datos serían contrastados por Strobel a través de las evidencias tangibles. Así, otro de sus entrevistados debía ser necesariamente John McRay, autor de La arqueología y el Nuevo Testamento, que desenterró, entre otros tesoros, el puerto original de Herodes el Grande, en la ciudad de Cesarea. De sus indagaciones, cabe destacar la precisión de Juan al referirse al estanque de Betseda, donde Jesús curó a un paralítico, y que el evangelista describió como un lugar con cinco pórticos. Detalle que algunos eruditos recusaron durante años y a los que McRay dejó en entredicho con sus socavaciones: «en tiempos recientes se ha excavado el estanque de Betseda (yace alrededor de trece metros bajo tierra) y por cierto, se hallaron cinco pórticos, es decir, galerías o portales con columnas, exactamente como Juan los describió». Otros yacimientos hallados en las últimas décadas que respaldan la veracidad del Nuevo Testamento son la existencia de Nazaret, un lugar ignorado por los historiadores hasta el siglo IV d.C., que el doctor James Strange, de la Universidad de South Florida, logró sacar a la luz, describiéndolo como «un lugar pequeño, de unos sesenta acres, con una población máxima de cuatrocientos ochenta aproximadamente». En esta primera e interesante parte de la obra –no contemplada

en la película por razones de tiempo– tampoco faltan alusiones a la Matanza de Belén o a los célebres manuscritos del Mar Muerto. Hijo de Dios En cuanto a las páginas centrales de El caso de Cristo, estas van dedicadas al estudio de la condición divina de Jesús de Nazaret. Así, Lee Strobel no duda en entrevistar al doctor Donald A. Carlson, investigador del Nuevo Testamento en la Trinity Evangelical Divinity School, y con más de cuarenta publicaciones a sus espaldas. De entre las afirmaciones del erudito, cabe destacar las referidas al perdón de los pecados por parte del Galileo, verdadera prueba, según él, de su condición de Hijo de Dios: «Si usted hace algo en mi contra, tengo el derecho de perdonarlo. Sin embargo, si usted hace algo en contra de mí y otra persona viene y le dice: ‘Te perdono’, ¿qué clase de desfachatez es esa? La única persona que puede decir algo así con todo sentido es Dios mismo, porque el pecado, incluso si es en contra de otra persona, es primero y principalmente un desafío a Dios y a sus leyes». Más adelante, el teólogo Louis Lapides descarta la posibilidad de que Jesús solo cumpliera las profecías por accidente, pues «las probabilidades son tan astronómicas que lo descartan». Muy al contrario, «la probabilidad de que solo ocho profecías se cumplan es de una oportunidad en cien mil millones de millones. ¡Ese

Más allá de las mencionadas indagaciones, el tercer y último acto de El Caso de Cristo, es el más controvertido de todos, pues es ahí donde el autor del best seller vuelca toda su pasión para desentrañar la verdad. Esta es la razón de que Brian Bird, autor del guión cinematográfico junto al propio Strobel, lo haya escogido para ilustrar las mejores escenas de la película. Un apartado que menciona al Corán como la primera fuente importante en negar la muerte del Nazareno (siglo VII), y que continúa con las hipótesis de otros teóricos del XIX, como Bahrdt y Venturini, quienes trataron de refutar la Resurrección sugiriendo que en la cruz Jesús solo se desmayó por el agotamiento, o que se le había suministrado una droga que lo hacía parecer que moría, y que luego revivió por el aire húmedo y frío de la tumba. Tesis que el profesor de la Universidad de California Alexander Metherell —encarnado en la cinta por Tom Nowicki— niega tajantemente, exponiendo un repertorio de detalles médicos sobre la flagelación, el camino hasta el Gólgota, la crucifixión con clavos, la muerte por asfixia y la posterior lanzada, que no dejan lugar a dudas. Relato tan concienzudo como escabroso que concluye con las siguientes palabras: «Después de sufrir ese abuso horrible, con toda la catastrófica pérdida de sangre y el trauma, se habría visto tan lamentable que los discípulos nunca lo hubieran exaltado como el conquistador victorioso de la muerte; hubieran tenido lástima de él y hubieran tratado de cuidarlo hasta que recuperara la salud. Por lo tanto, es absurdo pensar que si se les hubiera aparecido en ese estado desastroso, sus seguidores se hubieran visto impelidos a iniciar un movimiento mundial basado en la esperanza de que algún día ellos también tendrían un cuerpo resucitado como el suyo. Simplemente no hay forma alguna». Dicho esto, y a modo de conclusión, Strobel pregunta a Metherell por qué razón Jesús, en forma intencional, se dejó caer en manos de quien lo traicionó, no se resistió al arresto y no se defendió en el juicio. A lo que el doctor contesta sin fisuras: «la respuesta se puede resumir en una sola palabra; y esa sería amor». ~


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Mitología

Los héroes griegos tuvieron unas temibles enemigas: las amazonas. La misoginia, que ha marcado el relato del mundo desde el principio de los tiempos, aparece en la mitología griega con fuerza al hablar de unas mujeres valientes, guerreras, con una Anabel Rodríguez {El año pasado fui a ver Wonder Woman con mis hijas en el cine. Me parecía positivo encontrar un referente, una súper heroína femenina que no necesitase ningún hombre para ser salvada y, aunque la película tiene sus luces y sombras, a ellas les gustó. Anoche, a eso de las seis, la volví a ver con una de ellas, que estaba pachucha y pensó que mejor sería que nos quedáramos un ratito viendo una película (yo que soy una incosciente pensé lo mismo y terminamos en el salón). Fue entonces cuando lo tuve claro, viendo a Robin Wright y Connie Nielsen interpretar Hipólita y Antíope (tía y madre de la protagonista en el film): quería escribir sobre las amazonas, esas mujeres admiradas y odiadas (la misoginia es muy mala) a partes casi iguales por los antiguos narradores. Las amazonas se presentan en la mitología griega como unas de las grandes rivales de los héroes griegos. Aparecen en los Doce trabajos de Hércules, en la Guerra de Troya y en la vida del heroico Teseo. Los autores de la época no las apreciaban demasiado y solían representar estas hijas de Ares y la náyade Armonía, como un grupo de mujeres guerreras crueles y planas. Sus tribus solo reconocían la descendencia materna, por lo que los hombres sólo realizaban labores domésticas, mientras que las mujeres luchaban y gobernaban. Cuando tenían un niño o le rompían los brazos y las piernas (para que no pudiera ser guerrero en el futuro), o se lo devolvían a su padre (en caso de ser de una tribu más o menos cercana). En cierto sentido, es lo que los hombres han venido haciendo con las mujeres los últimos milenios, pero claro, cuando uno presume que puede ser el afectado por semejante actitud, lo que en los hombres se considera mérito, en las mujeres pasa a ser visto como un terrible defecto. ¿O acaso se nos olvida esa expresión tan machista de «la mujer en casa y con la pata quebrá»? Pues eso, que según los creadores de la mitología griega, las amazonas actuaban con los hombres de la misma forma en que ellos actuaban con el resto de mujeres. Incluso se les reprochaba no mostrar ningún respeto por la justicia ni por la decencia (aunque tal y como estaba la mitología ve tú a saber qué quiere decir eso). Sin embargo reconocían sus méritos como guerreras, su fiereza y el hecho de que fueran las primeras en emplear la caballería en sus ataques. Levaban arcos de bronce y cortos escudos en forma de media luna, yelmos ropas y ceñidores estaban hechos con pieles de animales salvajes. Eran temidas por su valor y su coraje. Aunque la tradición dice que el nombre amazona estaba relacionado con el hecho de que se cortaran un pecho para poder emplear mejor sus armas, no hay nin-

Amazonas, no solo un mito Una amazona en plena batalla. / El Correo

Imagen promocional de la película Wonder woman.

guna base que acredite que esto fuera así. Fundaron ciudades como Esmirna, Éfeso o Temiscira. Una de las historias más famosas es la que las relaciona con el noveno trabajo de Heracles. El héroe había matado a su mujer, hijos y dos sobrinos, en un ataque de locura (eso dijo él). Como penitencia (poca me

parece) quedó sometido a los crueles caprichos del rey Euristeo, que maquinaba un día tras otro para acabar con la vida del forzudo semidiós. A la vista de que ningún animal salvaje conseguía hacerlo, pensó que tal vez las amazonas sí pudieran. Lo que hizo fue pedirle que consiguiera, para la su querida hija

Admete (que debía ser una caprichosa de tomo y lomo), el cinturón de oro de Ares que llevaba la reina de las amazonas. En algunas historias se identifica como Hipólita y en otras no. Cuando Heracles atracó su barco en el puerto de Temiscira se llevó una sorpresa. La reina de las amazonas (Hipólita o no) lo recibió


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Mitología

idea del mundo contrapuesto al del hombre dominador. Cometieron errores. Muy parecidos a los de los hombres míticos. Pero en el caso de las mujeres las mismas cosas eran espantosas. En fin, un clásico

con agrado, lo agasajó y llevó a su palacio. Una vez allí, él le confió su propósito y la reina decidió que le daría el cinturón siempre que se aviniera a concebir una hija con ella. La idea le pareció estupenda y se pusieron manos a la obra. Pero como quiera que la diosa Hera odiaba a Heracles (por ser uno de los hijos bastardos de Zeus), decidió difundir un rumor entre las amazonas: les hizo creer que estaba allí para matar a la reina. Las amazonas se levantaron en armas para defender a su reina, Heracles sospechando que lo habían traicionado mató a la reina cuando yacían, le robó el cinturón y el resto de armas (todo muy honorable). Dio muerte a un montón de amazonas y se dio a la fuga hasta llegar a la corte de Euristeo para entregarle a la princesa el cinto. No sabemos qué hizo la princesa con él. No sería extraño que lo hubiera llevado dos días y después se hubiera aburrido o tal vez no, tal

Las amazonas fueron grandes enemigas del hombre dominador de la mitología clásica.

vez lo llevó con orgullo hasta el fin de sus días, aunque no hubiera hecho nada para obtenerlo ni merecerlo. También aparecen las amazonas, curiosamente Hipólita y Antíope, en la vida de otros de los héroes mitológicos por excelencia: Teseo. A veces la historia de Teseo se enlaza con la de Heracles, y es que la mitología dependía de la voz del cantor que narrase la pieza. Centrémonos en Teseo que, con Heracles o sin él, se dirigió al país de las Amazonas y allí Antíope lo recibió con regalos y agasajos. ¿Qué hizo él? Aprovechar la ocasión y raptarla. Hipólita (u Oritía según a quién leas) hermana de Antíope, decidió seguir al héroe hasta Atenas y presentar batalla para recuperarla. Se dice que esta fue la primera vez que los atenienses repelieron una invasión extranjera, porque la historia y el mito lo escriben los vencedores y estos preferían dar muerte a sus enemigas en

el campo de batalla y en los libros. En cuanto a Antíope hay quien dice que sobrevivió a la batalla y murió cuando Teseo contrajo matrimonio con Fedra. Interrumpió el banquete de bodas completamente armada y con intención de no dejar títere con cabeza. Se había hecho a la idea de ser la mujer de Teseo porque él la había secuestrado, separado de su pueblo, dejado embarazada y convivido con ella varios años. Parece incomprensible que tuviera algún motivo ara estar molesta con el ateniense que la había dejado tirada como un muñeco viejo… En fin, qué mal papel nos corresponde a las mujeres en el mundillo mitológico. Cuentan que parte de las amazonas se mudaron a Albania junto con sus vecinos garganeses. Se instalaron a los pies del Cáucaso y una vez al año, durante la primavera, un grupo de jóvenes amazonas y de jóvenes garganeses se reúnen en la cumbre de la montaña que separaba

sus territorios y mantenían relaciones sexuales durante dos meses. En el momento en que una amazona quedaba embarazada regresaba a su pueblo. Si paría una niña se la quedaba y si era varón se lo devolvía a los garganeses que, como no sabían quién era el padre, se repartían a los niños como podían. Las tribus de mujeres guerreras fueron una realidad durante la antigüedad, igual que lo fueron las sacerdotisas armadas de ciertos cultos. Estas mujeres reales dieron origen a una de las más fascinantes leyendas de la antigüedad. La figura de la amazona como mujer no sometida a la imposición masculina es muy interesante, tanto que, a pesar de haber perdido batallas con los héroes del momento, no cesan de llamar a las puertas de la ficción en nuestros días. ¿Tendremos suficiente valor para abrirles las puertas, para darles un lugar en el Panteón de las figuras de referencia femenina? ~


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El Correo de Andalucía Sábado, 7 de abril de 2018

Música El éxito suele ser un espejismo en muchos casos. Y efímero. Eso lo saben todos los que están alrededor de él. Pero el que triunfa, una paradoja como otra cualquiera, suele estar equivocado porque no sabe lo que le viene encima. Cuidado con los éxitos que no lo son. España vive, de nuevo, un renacer del fenómeno fan

Los fans, la música y el éxito efímero Gabriel Ramírez {La conmoción que ha provocado la última edición del programa de televisión OT es más que notable. De pronto, el fenómeno fan se ha disparado hasta alcanzar niveles que estaban casi olvidados, las ventas de discos se han disparado alcanzando cifras que en los tiempos que corren son poco frecuentes, las audiencias televisivas se han disparado del mismo modo. Todo parece haberse disparado. Las entradas para los conciertos programados desaparecen en minutos. No hay edad, ni condición social, ni sexo, ni nada de nada, que impida a alguien unirse al fenómeno fan que ha eclosionado durante los meses pasados y arrasa en todos los campos a los que pertenece. Todo eso está muy bien. Entre otras cosas porque en OT se han mostrado unos valores y unas formas de entender las relaciones personales muy apetecibles para cualquiera que quiera un mundo ordenado alrededor de lo que siempre se entendió como fundamental para una convivencia sana y estable. Amistad, esfuerzo, excelencia… Valores importantes, valores buenos. Todo eso está muy bien. Todo si no nos acercamos al concepto musical que se maneja en ese programa y a todo el montaje que acompaña a unos jóvenes que tienen sus días contados en el terreno de la fama. Salvo un par de excepciones, ninguno de ellos volverá a sentir el aroma del éxito tan cercano. Son pocos los cantantes que participan en este programa los que aportan algo nuevo al panorama musical. En realidad son poquísimos. Son chicos y chicas que cantan bien, que tienen buena presencia y dan buena cámara, son chicos y chicas con ganas de triunfar. Pero poco más en el mayor número de casos. Por otra parte, eso de versionar canciones que fueron populares en su momento o grandes éxitos convertidos en clásicos, tiene un peligro importante. Normalmente destrozan todas las canciones que se eligen para interpretar. Casos como el de Amaia Romero construyendo para hacer más grandes los temas que canta son extraños. Esta chica, en concreto, tiene posibilidades de continuar en los escenarios y hacerlo con solvencia. Junto a su compañera Aitana. No hay más en esta edición. El resultado de todo esto es mucho dinero, fama enclenque y olvido repentino.

Amaia Romero, ganadora de la última edición de OT. / El Correo

Aitana, segunda clasificada en la última edicion de OT. / El Correo

Los concursantes de la última edición del programa OT al finalizar el concierto de Madrid. / El Correo

Los miles y miles de euros que genera el programa, los conciertos, las promociones y sea lo que sea, son muchos y muy deseados. El problema es que estos chicos y chicas sin experiencia no saben a lo que se exponen y no saben que serán arrasados por el mismo efecto que les ha enviado a un territorio que todo artista aspira a pisar. Otros vendrán para ocupar las pantallas de los móviles, otros vendrán a firmar discos, otros vendrán a creer que han triunfado. El gran paradigma de lo que es OT puede ser cualquiera de sus conciertos (insisto en que los valores que se han manejado en la última edición son básicos y hay que aplaudir ese buen rollo que se ha transmitido desde las pantallas de televisión). El de Madrid es un resumen perfecto. Las canciones se escucharon por enésima vez. Eso es característico de los fans. Escuchan sin parar las canciones de sus ídolos o lo que llegan a creer que son canciones de sus ídolos. Porque salvo un tema que se intentó convertir en himno por parte de la organización del programa sin éxito alguno, los temas son prestados. Ese que está compuesto por los chicos lleva por título «Camina» y es una canción edulcorada, blandita y bastante fallida. Pero incluso esos fans se llevaban las manos a la cabeza al escuchar un sonido catastrófico. El lugar elegido era un error desde el momento de señalarlo en el mapa. El concierto es un no parar. Carreras, canciones mutiladas para que sean muchas. Cantantes que dejan en evidencia su arte a la primera de cambio… Pero los fans gritan (superado ese estruendo terrible) y deciden que les da lo mismo ocho que ochenta. Las entradas agotadas, la caja a rebosar. Todos tendrán su parte. Pero ¿qué aporta todo esto a la música? Nada. Puestos a ser positivos, se podría pensar que los fans se acercarán a los artistas que hicieron esa música que ahora otros aprovechan para hacer marketing. Pero es mucho imaginar. Está muy bien disfrutar con la música, ser fan, enamorarse de un artista. Pero solo eso no lleva a ninguna parte. Junto a este tipo de programas se deberían programar otros en los que la música fuera la diosa, en la que los clásicos quedasen intactos. Porque aprender a hacer dinero se puede aprender de muchas formas sin arrasar con lo que ya era bueno. ~


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Atelier de músicas

Prosiguen en Holanda los preparativos para ‘aus Licht’, la síntesis de 15 horas de la heptalogía operística de Stockhausen que se verá en 2019. Juan Verdaguer es el encargado de la proyección del sonido

Crítica

EN CONCIERTO

Wim Mertens / Huelva, 16 de marzo

No hay salas menores para el gran belga

‘SOUND PROJECTIONIST’

JUAN VERDAGUER

«La música de Stockhausen hay que experimentarla sin miedo» Ismael G. Cabral {Es, a la vez, estudiante del máster de especialización en la obra de Karlheinz Stockhausen y miembro activo (y fundamental) en la puesta de largo de la síntesis aus Licht (Luz) que se verá en Ámsterdam en 2019 en el marco del Festival de Holanda. –¿Cómo explica el magnetismo que desprende la obra de Stockhausen? –Nadie hizo una música como la suya. Pero también tiene que ver con el grado de diversidad de la gente que ama su música. Hay aficionados que vienen de lugares muy distintos (no solo geográficos). Personas con y sin formación musical que se sienten tocados de alguna forma por su obra. Además, Stockhausen, al contrario que Pierre Boulez o Xenakis, estuvo siempre muy aislado del mundo del mundo académico. Ha resultado siempre más inaccesible porque él decidió editar sus propias partituras y discos. Si quieres conocer a Stockhausen tienes que poner de tu parte, adentrarte en un universo que es inagotable. –¿aus Licht es el evento más grande concebido alrededor de su obra? –Durante mucho tiempo se habló de montar las siete óperas. Aus Licht será un resumen de 15 horas en tres días consecutivos. Visto así seguro que es uno de los eventos más importantes concebidos nunca. Con esta aventura

estaremos más cerca de ver alguna vez las siete óperas representadas. –¿Cuál es la obra más complejo a nivel de proyección sonora? –Todas lo son. Dentro de Donnerstag aus Licht voy a hacer Michael’s Reise. Luego, en Montag aus Licht haré Evas Lied, una larguísima escena y exquisita en cuanto al trabajo sobre los sonidos sintetizados y el corno di basetto que se entrelaza increíblemente bien

«La obra de los helicópteros ha ganado fama por lo inesperado del uso de estas aeronaves» «Stockhausen estuvo siempre aislado de la academia al contrario que Boulez o Xenakis» pero que conlleva un trabajo de proyección muy detallado. –Sin embargo la atención volverá a estar puesta en la escena HelikopterStreichquartett. ¿No cree que la provocación de esa pieza, con cuatro helicópteros reales en vuelo, eclipsa parcialmente Licht? –Sí. Es una obra que ha ganado mucha fama porque el uso de los helicópteros

El músico argentino Juan Verdaguer junto a la responsable de la Fundación Stockhausen, Kathinka Pasveer.

es completamente inesperado en un contexto operístico. En esa pieza participaremos muchísimas personas porque tecnológicamente es complejísima. Sin embargo es la obra menos sutil de toda la heptalogía. Sin salirnos de Mittwoch, por ejemplo, la composición Welt-Parlament es considerablemente más interesante. –¿Es aus Licht una propuesta para conocedores o una puerta de entrada al universo Stockhausen? –Es la mejor forma de conocer al compositor y todo lo que sucede en Licht. Dará una imagen global de las siete óperas y esto es algo que vamos a ver por primera vez en la historia. Yo incluso diría que este montaje es para todo el mundo. A estas funciones acudirán personas de todos los continentes. La música de Stockhausen es experiencial, hay que vivirla, ir atravesando puertas sin miedo. No hay una obra igual a la suya. –¿Cómo fue su primer contacto con él? –Cuando tenía 21 comencé a escuchar su música electrónica. También conocí las piezas de autores como Luigi Nono y Iannis Xenakis, entre otros. Me sentí fascinado por Stockhausen e intenté por todos los medios de empaparme más y más de su música. Vine desde Argentina a Holanda en 2007 con la ambición de conocerle y, lamentablemente, falleció ese mismo año. ~

I. G. Cabral {Desde luego el Gran Teatro de Huelva dista mucho de ser una sala pequeña, pero sí que podría considerarse en la globalidad de la última gira de Wim Mertens un escenario de menor relevancia a otros. Nada más lejos de esto, el pianista y compositor belga ofreció el pasado 16 de marzo en la ciudad colombina uno de los conciertos con mayor implicación de los que se le recuerdan en Andalucía. No solo es que ofreciera una larga sesión de bises, lo que viene siendo más o menos habitual en él, es que además acabó improvisando a ritmo de palmas por bulerías en un inédito arrebato que fue vitoreado y muy agradecido por el público que llenaba el aforo de un teatro en el que, tristemente, en muy pocas ocasiones se asoma la música de creación actual. Se dirá que la de Mertens es una música amable, sin complicaciones estructurales. Pero no es menos cierto que resulta radicalmente personal; y que el belga sigue fiel a los mismos parámetros estéticos en los que lleva ahondando durante más de dos décadas. Presentó en su concierto onubense una selección de su última trilogía fonográfica, Cran Aux Oeufs. O eso se anunció. Porque Mertens, en realidad, pasó más de una hora rearmando algunos de los temas de estos álbumes e incluso presentando piezas inéditas o lo que parecieron simples embriones de composiciones que luego arropará con los músicos de su ensemble. No acudió solo, lo hizo en formato dúo con la violinista Tatiana Samouil, a la que se le otorgó un protagonismo, en ocasiones excesivo, descargando en su violín amplificado buena parte del peso melódico de las creaciones de Mertens. Este, en la segunda mitad, quiso agradecer la curiosidad (y la paciencia en algunos casos) mostrada por el público tras una primera parte más tentativa e indagadora desplegando algunos de los temas más populares de su catálogo. ~


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El Correo de Andalucía Sábado, 7 de abril de 2018

Libros

El escritor barcelonés recorre los mil encantos culturales de las ciudades de París y Florencia y reflexiona sobre el tiempo presente en ‘El último libro de la vieja Europa’, recién publicado por Sílex Recomendaciones

CÓMIC

Jesús Marchamalo/Marc Torices / Cortázar / Nórdica

Un derroche de imaginación y buen gusto

JORDI COROMINAS

«El paseo es ahora algo transgresor, casi contracultural» Alejandro Luque {Poeta, periodista, traductor, Jordi Corominas (Barcelona, 1979) sorprende ahora con El último libro de la vieja Europa, un cuaderno de viajes y lecturas situado entre París y Florencia, que acaba de ver la luz en Sílex. «La idea nació a partir de otros libros míos», recuerda. «En el verano de 2014 estaba metido en la traducción de las poesías de Jean Cocteau y en la escritura de mi poemario Laocoonte, donde hay unos versos en San Miniato el Monte sobre cómo unas tumbas estaban en ruinas mientras los vigilantes estaban en otra parte. Una tarde decidí comprarme dos billetes low cost para ambas ciudades y más tarde descubrí que el motivo tenía que ver con otro verso del poemario donde decía que cada vez que visitamos una ciudad conocida la vemos distinta porque nuestro yo nunca es el mismo». Cinco días en París a finales de noviembre de ese año y a Florencia otros tantos de diciembre bastaron para ir dando forma a la idea. «Son ciudades que conozco muy bien. La voluntad de volver era porque hacía tiempo que no las pisaba, eso daba mayor dimensión a la idea de reinterpretarlas por el paso del tiempo», comenta el autor. Por otro lado, la idea del paseo, la figura del flâneur que observa la vida

de la calle morosa y despreocupadamente, es fundamental en el desarrollo del relato. «En el libro insisto en que el paseo ahora mismo es transgresor y casi contracultural. En el caso concreto de este viaje lo era aún más por una cuestión tecnológica, dado que el roamin libre aún no existía y prescindí del teléfono móvil salvo para mandar algún sms, de este modo pude pasear como se ha hecho

El escritor Jordi Corominas, retratado en París en 2017. / Lucanor

«Hacía tiempo que no volvía a esas ciudades, eso me permitía reinterpretarlas mejor» «Fronteras y banderas son un modo de domar al rebaño y no dejar pensar en lo importante» siempre, sin la interferencia de la pantalla». «No elegí esos días por nada concreto, pero quiso la Historia que marcaran una especie de dulce paréntesis antes de la situación actual», prosigue Corominas. «En noviembre de 2014 aún no habían sucedido los atentados de Charlie Hebdo y el miedo al terrorismo islámico era muy re-

lativo. Tampoco habían nacido los populismos de un modo tan rotundo como ahora. La idea que defiendo es la de una Europa como un continente sin fronteras, una especie de Estados Unidos del Viejo Mundo donde el viajero tiene la plena libertad de viajar sin pasaporte y sentirse en casa en todos sitios, algo con lo que me identifico porque, en esencia, me siento europeo por influencias culturales, historias vividas y una fuerte creencia en su idea a través de la federación. Como bien sabes no creo mucho en fronteras ni banderas, me parecen un absurdo absoluto, un modo de domar al rebaño para que no pensemos en lo que de verdad es importante» El libro sirve como guía literaria de ambas ciudades. ¿Cree Corominas que se pueden «leer» las grandes capitales desde la literatura? «Sí, sin duda», responde en el acto, «aunque en este caso París sirve más que Florencia, donde me basé más en el puro paseo y la cotidianidad. El caso de la capital francesa, como decía Enrique Vila-Matas, daría para una enciclopedia infinita porque no se acaba nunca. En mi caso concreto tomé como vectores a Gide y Cocteau, pero las posibilidades son eternas y eso el libro lo refleja, pero toda apreciación literaria muta en función de las calles que pises». ~

A. Luque {A Jesús Marchamalo y a Marc Torices les hubiera bastado un pequeño esfuerzo para salir del paso: Cortázar es una figura lo suficientemente rica y atractiva como para cautivar a cualquiera que se asome a su vida y su obra. Sin embargo, guionista y dibujante no han querido conformarse con hacer un simple cómic sobre el autor de Rayuela. Han ido a por el cómic, con tantas ganas, con tanto conocimiento, con tanto mimo, que el resultado nos parece insuperable. A Marchamalo ya lo conocemos por otros muchos trabajos anteriores –algunos publicados también por Nórdica–, sabemos de su pasión por los libros y las pequeñas historias de la literatura, así como su eficacia periodística para resumir al máximo peripecias complejas. Pero este reseñista no tenía conocimiento hasta ahora de las cualidades artísticas de su compañero Torices, y puedo asegurar que sigo asombrado después de varias relecturas. Con la delicadeza de su trabajo, con su eficacia, con la profusión de recursos de los que se sirve, Cortázar es fabuloso de principio a fin. Da igual si ya conocemos las ideas y venidas de Cortázar gracias a sus muchos biógrafos, si tenemos más o menos fresca su producción, o cuál es nuestra opinión sobre sus obsesiones, o sus posicionamientos políticos. Nos sumergimos en estas páginas y todo cobra un encanto irresistible. Aprendemos, entendemos mucho mejor las distintas etapas del personaje, nos conmovemos con los pasajes más emocionantes, pero sobre todo nos regalamos un larguísimo rato de placer estético. Sin miedo a exagerar, Marchamalo y Torices han hecho una obra maestra a la altura de su homenajeado. ~


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