Sábado, 2 de julio de 2016 Nº 101 @aladar_cultura
La voz de la copla El futuro de la canción española está asegurado
‘Lucia Moholy, cien años después’ en Gran Vía
Recuperando la historia de Concha Méndez
2
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Entrevista Esta entrevista con Patricia Vela es producto de una conversación anterior que se produjo unos días antes de encontrarme con Patricia Vela. Las agendas, a veces, son tercas y las distancias lo son mucho más. Nos
Una vida sobre las tablas Gabriel Ramírez Lozano {He conocido a Patricia Vela en Sevilla. Ahora sí, el calor aprieta de lo lindo. Muchísimo calor. Patricia Vela es un encanto de mujer. Además, es guapísima. Su tono de voz es agradable, templado. Mientras discurre la conversación es capaz de recoger el relato primitivo después de haber contado una anécdota con gracia. Sabe lo que dice y cómo decirlo. Era inevitable, por muchas razones, que nos encontrásemos para repetirnos cosas ya dichas, pero, así es mucho mejor, mirándonos mientras tomamos un café. Dejen que presuma diciendo que no es fácil disfrutar de una mirada tan cristalina y tan bonita. Patricia Vela es cantante, empresaria y tiene, como todas las artistas una historia detrás. A veces nos olvidamos de que son personas normales, con problemas normales, con esperanzas normales… «Empecé muy pequeña aunque tenía muy claro que quería estudiar. Hasta que no terminé mis estudios no me consentí dedicarme profesionalmente a la música. Y, por supuesto, cuando la vocación era inmensa y no podía contenerla, me puse a cantar». Siempre me interesa saber si existen antecedentes en la familia. «Mi padre lo hacía muy bien aunque nunca se dedicó profesionalmente a cantar. Nació en Triana y traía en los genes el arte de allí, que no son pocos. Tenía mucho respeto a eso de subirse a un escenario. Entre amigos lo hacía y lo hacía estupendamente, pero no pasó de una afición muy fuerte. Alguna vez, se presentó a concursos y los ganó. Por ejemplo, había uno que se llamaba Conozca usted a su vecino. Ese fue uno de ellos. Hizo algunas actuaciones en directo aunque decía que se encontraba muy frío sobre las tablas de un escenario. Entonces, lo dejó. Y, fíjate, cuando decidí dedicarme al mundo del espectáculo, fue el único que se opuso. No quería que yo fuera artista. Siempre me decía que esto era muy difícil, que se sufría mucho, que yo era muy sensible... Pero el día que me vio cantando y comprobó cómo me movía en el escenario, cedió y confeso que sería el primero en apoyarme. Así fue, claro que sí». Patricia alternó la canción con otras cosas. «En aquellos primeros momentos, yo iba por las emisoras de radio para que me entrevistasen, enseñando mis maquetas… Y en una de esas visitas surgió la posibilidad de trabajar en
Antena Médica de Sevilla, la emisora del Colegio de Médicos. Durante dos años y pico estuve allí como locutora hasta que lo dejé para preparar mi primer disco, los primeros espectáculos». Saber qué es lo que quieres que sea tu vida es difícil. Sin embargo, los artistas suelen tenerlo claro en un momento concreto que les arrastra para siempre. «Sentía mucha vocación. Era una niña muy tímida. Cuando comencé, mira si lo era, la gente, al enterarse de lo que hacía, decía que no podía ser, que sería mi hermana la que estuviera cantando. Siempre estaba escribiendo (me gusta muchísimo, tengo cosas escritas desde hace mucho tiempo). Nadie lo podía creer. Y es que yo tenía una vocación grandísima. Le decía a mi madre: mamá tengo una cosa por dentro muy fuerte, una cosa que no te sé explicar, tengo que sacarlo porque es enorme. Y un buen día pasé de mi timidez al escenario con un montón de gente mirándome. Ya ves tú como son las cosas». Escritura y canción siempre han ido pegadas una a otra. «Las letras de mis canciones no son mías. Son de otros autores. Cuando empecé me enseñaron a respetar las parcelas de cada uno de los que forman este mundo. Me decían que no podía ser cantante, autora... En aquella época no se llevaba tanto eso de ser más de una cosa a la vez y me advirtieron de que se me podían echar encima los autores. Con todo el respeto del mundo he ido avanzando. Pero mira, cuando murió Rocío Jurado (mantuve con ella una bonita amistad) le escribí una canción. Aunque será este año cuando la cante porque Juan Valdés, el pintor (también muy amigo de ella), hará un pregón en Chipiona y me ha pedido que vaya a cantar y es ese tema el que he elegido. Ya irán saliendo cosas». Una artista de las de verdad no se conforma con lo que hace. «El primer disco lo grabé en 1993, pero yo empecé en 1984. Ya son muchos años. Desde entonces me dedico, en cuerpo y alma, a la canción. Por si era poco, desde el año pasado, estoy disfrutando de un regalo que la vida me estaba reservando: estoy haciendo teatro con una compañía alicantina, Taules Teatre, una de las más veteranas de la comunidad valenciana. La obra en la que actúo se titula ‘Y sin embargo te quiero’, un texto de Miguel Murillo. Y, donde quiera que la hagamos, el éxito nos está acompañando. Tanto el público como la crítica nos están tratando de
maravilla. La obra no está escrita para que cante nadie. Sin embargo, el director, Jose A. Pérez Fresco, me dijo que estando yo por allí lo quería aprovechar. Mira, Gabriel, tenemos un piano en escena que dicta, por decirlo de alguna forma, la banda sonora de la obra. Y, sin embargo, todo lo que canto lo hago a capela, sin acompañamiento musical de ninguna clase. El director lo prefirió así y está funcionando de maravilla. Eso sí, son pinceladas. No es un musical, es una comedia dramática». Pregunto a Patricia si se ve como actriz de forma natural. «Mucho. Te cuento una anécdota: cuando era niña, en el colegio los profesores que tuve venían de Valladolid, de Soria, de Ávila... Claro, todos hablaban un castellano muy correcto y la dicción era muy imponente. Entonces, al llegar a casa no jugaba como hacía mi hermana, lo que hacía era imitar a los profesores y profesoras. Como se fumaba en
clase y todo, agarraba un bolígrafo que me servía de cigarro imaginario y decía cosas: vamos a ver es que no vais a saber callar y cosas así. Ya hacía mis pequeñas obras de teatro a solas. Tenía una actriz escondida que no sacaba y que el director ha sabido rescatar». Entre versos y coplas con humor es otro de los espectáculos en los que Patricia Vela participa. Muy refrescante. «Sí, me acompaña Pepe Quintos, actor de la compañía Álvarez Quintero y Los Fonotarecos (una pareja de humoristas cubanos que se llaman así porque todos los cacharros que cogían de niños lo convertían en un instrumento musical; hacen parodia, música). Yo canto con Miguel Salas, mi pianista y Pepe Quintos hace conmigo un entremés». Los referentes son muy importantes para todos. Para ella también. «Todo el mundo tiene un punto de referencia entre los artistas. El
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Suplemento cultural
3
Entrevista separan unos cientos de kilómetros y el teléfono termina siendo la herramienta más útil de todas. Pero el destino es juguetón y la cantante y el que escribe estaban llamados a reunirse
que diga que no es así, miente. De niña miré a un lugar muy lejano. Ni siquiera conocí a Concha Piquer y, sin embargo, cuando la escuché cantar, cuando comprobé hasta donde llegaba su técnica, me enamoré de su voz y de su elegancia. También es verdad que Rocío Jurado e Isabel Pantoja, dado el momento en el que comencé, eran espejos en los que mirarse porque estaban en lo más alto. Desde niña, me ha gustado mucho escuchar. Por ejemplo, Juanita Reina me encanta. Me hizo especial ilusión, por esta razón, estar incluida en un cartel que aquí en Sevilla se conoció como «Las siete magníficas»: Juana Reina, Gracia Montes, Marifé de Triana, Paca Rico, Maruja Díaz y yo misma. Era estar junto a mitos vivientes, importantísimo para mí. Cada una iba un día a cantar y pensaba que yo ni loca llenaría el teatro porque estas mujeres eran lo mejor y todos querrían escucharlas. Pero, ya ves, llené el patio de butacas. Una ex-
periencia muy bonita». Todo ser humano que se dedica al mundo del arte busca su propia forma de entender las cosas. «No me gusta cantar canciones que están muy trilladas. He buscado entre esas rarezas de la copla, he investigado entre las obras de las cantantes que ya no estaban vivas. Y, además, tengo un problema. Soy muy perfeccionista y no me gusta nunca lo que hago. No quiero escucharme cuando hago alguna cosa porque sufro mucho, no soy capaz de disfrutar de lo mío. Lo mismo le pasaba a Marifé de Triana. El caso es que algunos seguidores míos siempre me dicen que he estado mejor que en el concierto anterior. Me alegra mucho saber que la gente sale satisfecha. Por otra parte, no solo canto coplas. Canto baladas, rancheras, tangos, canto en francés y en italiano...». La fortuna en el arte es un ingrediente que no puede faltar.
«En este mundillo hay que tener suerte. A mí me tocó una canción que se titula «La copla es mi voz». Los compositores estuvieron siguiéndome, teatro a teatro, el año 1993, y me dijeron «mira, vemos que tienes tantas ganas de defender este género que te hemos escrito una canción. Si no te gusta te escribimos otra». La escuché y lloré. La letra es esta: Dicen... / dicen que la copla ha muerto, / y hay quien dice, / que hace tiempo, / su sonido se olvidó. / Dicen... / dicen que anda malherida, / dicen que estará escondida, / que el mundo la maltrató. / Que no hay músicos poetas, / que tengan inspiración / para escribir unas letras / que lleguen al corazón. / Que se secó su semilla, / que se perdió el sentimiento, / pero la verdad del cuento, / yo se la cuento, desde Sevilla. / Porque la copla en mi voz / se hace bandera de España, / y tengo pá defenderla / reaños en mis entrañas, / y el arte que Dios me dió. / Por-
Patricia Vela canta copla aunque, también, tangos, baladas, rancheras... / El Correo
que en mi tierra nació, / y tiene el alma andaluza, / y en el puerto es marinera, / y en la sierra, bandolera. / Y es capote de paseo / grana y oro / sobre el ruedo del amor, / del amor de algún torero. / Fue Tatuaje en mi pecho, / yo fui, la Carmen de España, / y recorrí la verea, / desde tu puerta a mi casa. / Y fueron cinco farolas, / las que alumbraron mi vía, / y en una cárcel de oro / por la copla fui prendía. / Porque la copla en mi voz … Esta canción se ha convertido en el último gran clásico de la copla. Los que comienzan la cantan en concursos, en la televisión se escucha... Representa un inmenso orgullo para mí». No es frecuente que una artista recite para ti la letra de una canción tan importante. Una suerte la mía. El tiempo terminaba. Sin saber que muy poco después nos encontraríamos, dos veces y muy seguidas, para continuar con la conversación. Un gustazo hablar con esta mujer. ~
4
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Música Un marco incomparable, un objetivo fabuloso, un público entregado, la colaboración sin límites del personal de la Capitanía General de Sevilla, unos artistas solidarios que dejaron lo mejor de sí sobre las tablas... No se puede pedir
El delicado sonido del ‘run run’ Gabriel Ramírez Lozano {El que acude a un teatro con frecuencia termina reconociendo ese rumor, ese sonido delicado, que anuncia que algo va a ocurrir más allá de lo que suceda sobre las tablas. Unas veces, ese run run, se deja escuchar por la expectación que ha ido levantando el espectáculo; otras porque lo que ocurra allí será exclusivo e irrepetible, otras porque los asistentes llegan al teatro llamados por algo o alguien que les pide que se conviertan en parte de la magia que rodea una manifestación artística y no acudan como meros espectadores.
Los componentes de Sentir Flamenco en un momento de la representación.
sonas que sufren esa secuela tan terrible que es la afasia. Por si era poco, la amabilidad y el cariño que derrocharon los militares que, además habían organizado el acto con elegancia y un orden exacto, no dejaba de ser sorprendente para los que visitaban por primera vez el edificio diseñado por Aníbal González en 1914, convertido, ahora, en unas instalaciones militares preciosas. Acto I Antonio Garralón (José) y María Ogueta (Micaela).
Carmen Serrano en el papel de Carmen.
Obertura El pasado 23 de junio, en el salón de actos de Capitanía General de Sevilla, se celebró una gala lírica, La voz de la afasia, organizada por la ‘Cátedra General Castaños’ y la ‘Asociación para la Rehabilitación y Prevención de la Afasia (ARPA)’, y ese run run tan especial se dejó oír. El hecho de que se represente una adaptación de la ópera Carmen de Georges Bizet en un edificio castrense no deja de ser curioso y, desde luego, no parece que sea algo que pueda repetirse con regularidad. Y los asistentes eran protagonistas por su carácter solidario con las per-
De izquierda a derecha: Juan Lérida, cantaor; el barítono Jorge de la Rosa (Escamillo) y el bailaor Manuel González.
Antes de comenzar la representación de Carmen y su sentir flamenco, uno de los anfitriones (la edad no perdona y no me alcanzaba la vista para ver, en sus hombreras, el número de estrellas y las puntas de cada una de ellas, pero creo que era coronel) resumió el argumento de la ópera de Bizet y dejó unas pinceladas sobre el compositor. Elisabeth Ortega, presentadora de la gala y compañera de El Correo Tv que tuvo mucho que ver con la organización de acto, nos llevó hasta esa frontera tan desconocida que separa una vida sin grandes complicaciones y otra condicionada por una secuela tan brutal como es la afasia. Pudimos mirar el otro lado gracias al vídeo que protagoniza Chary Maldonado (presidenta de ARPA) e Isabel Mata, su madre, la perso-
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Suplemento cultural
Música más. El pasado 23 de junio, en el salón de actos de Capitanía General de Sevilla, se celebró una gala lírica, ‘La voz de la afasia’, organizada por la ‘Cátedra General Castaños’ y la Asociación para la Rehabilitación y Prevención de la Afasia (ARPA) Cristalera del Salón de Actos de Capitanía General de Sevilla.
Fachada principal de Capitanía General de Sevilla.
Además SEVILLANOS EN LAS CORTES ESPAÑOLAS na que tras un ictus cruzó obligada la línea que permite a un ser humano comunicarse o no hacerlo. No es fácil mantener el tipo al ver a una hija acariciando a su madre y expresando que está dispuesta a hacer cualquier cosa para eliminar esa frontera. La que separa a su madre de lo que entendemos por normalidad, pero, también, la de todo el que se acerque a ARPA. Según sus propias palabras, ARPA ha sido la razón por la que ha logrado encontrarse con personas extraordinarias que prestan su ayuda haciendo más grande la condición humana. Antes de que el General de Infantería Carlos Gabriel Palacios Zaforteza, Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Terrestre, recibiera una escultura firmada por Francisco Parra, como reconocimiento a la generosidad que el ejército había mostrado cediendo su espacio, las emociones ya fluían con la naturalidad que solo se percibe cuando lo auténtico se impone. Aunque no deja de ser una anécdota, el militar fue el primero que se levantó, como lanzado por un resorte, para aplaudir al finalizar la representación. Una tarde noche repleta de gestos generosos. Acto II Resulta chocante que una obra como Carmen no haya tenido en Sevilla, nunca, un hueco dentro de la programación operística en forma de gran producción. El libreto coloca a los personajes en la capital andaluza y eso sería razón suficiente como para
tener en cuenta la obra de Bizet. Pero, además, estamos hablando de una de las óperas más importantes de todos los tiempos. Razones habrá aunque al que escribe se le escapan y, posiblemente, no le terminarían de convencer. La lectura que hace el grupo ‘Sevilla de ópera’, bajo la dirección de Francisco Oliva, es muy interesante. Presenta una versión camerística intentando dejar intacta la esencia de la obra original. Además, incluye escenas en las que el cante y el baile flamenco toman protagonismo y aportan una faceta expresiva plegada con acierto a lo que se necesita, sin extravagancias o en busca de lo que no interesó, especialmente, a Bizet. Sobre el escenario, una mesa, dos sillas y un piano. Acto III Juan Lérida, cantaor; Manuel González y Manuela Vargas, bailaores; componentes del grupo ‘Sentir Flamenco’, arrancaban con fuerza, ubicando la acción y, sobre todo, ese sentido melodramático que Bizet dejó escrito en su partitura. Desde el principio, viendo bailar a Manuela Vargas, sabemos que lo que venga estará teñido de rojo. De pasión y sangre. Sensual y estirando el cuerpo para llegar hasta donde era necesario. Manuel González logró dar un par de buenas patás y acompañó con mimo a su compañera para que volara sobre el escenario. Juan Lérida, al-
go más discreto. El conjunto cumplió de sobra con lo que un espectáculo de estas características demanda. Acto IV Arropados por Jaime Malma, un buen pianista, los cantantes lograron asentarse en el escenario con suficiente solvencia. Por una parte, su labor actoral soportaba el dinamismo necesario de un espectáculo que no cuenta con grandes recursos escénicos: aprovecharon las entradas al Salón de Actos de Capitanía General para iniciar cuadros escénicos, una sola silla soportó la carga dramática en varias ocasiones, se interpeló a los asistentes para ir dibujando a los personajes (la soprano Carmen Serrano, comenzó así su interpretación, acercándose a las primeras filas)... Más con menos es difícil de lograr. Por otro lado, el tenor Antonio Garralón (José) y el barítono Jorge de la Rosa (Escamillo; cantante que se mueve sobre las tablas del Teatro Real de Madrid formando parte del Coro Intermezzo) lograron manejar registros ajustados y, en los tonos bajos, curiosamente los dos, lograron colores muy bonitos. Ellas, las sopranos Carmen Serrano (Carmen) y María Ogueta (Micaela) no escatimaron esfuerzos defendiendo con solvencia sus papeles. Telón Cariño y solidaridad y cultura. Con eso ya queda todo dicho. ~
Dicho de esta manera, se podría pensar en todos los políticos sevillanos que han pisado el parquet de las Cortes. No, no me refiero a estos personajes sino a unos que llevan en Madrid más tiempo del que podríamos contar. El pueblo de Madrid, los adoptó enseguida y se permitió cambiarles los nombres. Esbeltos, bien «plantaos», con caracolillos en sus melenas; vamos ¡planta de señoritos sevillanos! Eso sí, uno con sonrisa socarrona, el otro serio «esaborío». Por este último, el año 2012, se formó una polémica para colocarle «las partes nobles que no se le ven» y, quizá, por ello mantenga su rostro serio. Durante los años que han permanecido en la Villa de Madrid, han sido testigos de los acontecimientos que han modificado la convivencia de los españoles. Desde su ubicación, miran de soslayo a los políticos bisoños, que no sé si con tanta reforma educativa, en algún momento, un buen maestro o profesor, les haya explicado la historia de estos dos ilustres sevillanos. Nacidos en el barrio de San Bernardo; salieron de la «preñez» de una fundición con título de realeza, la Real Fábrica de Artillería de Sevilla. Sus orígenes, cañones de bronce de la guerra de África. Nacieron el mismo año de 1865, aunque uno el 24 de mayo y el segundo el 22 de julio. Maestros artesanos y operarios, participaron en el desarrollo de los modelos de estas dos figuras: esculpir, modelar y el cincelar. Como ya presuponen, me refiero a Daóiz y Velarde, aunque recuerdan a dos héroes de la Guerra de Independencia Española, a día de hoy, son los nombres de los leones que flanquean la puerta del Congreso de los Diputados desde mayo de 1872. Para regocijo de sus paisanos, los moldes que sirvieron para la fundición en bronce; están actualmente en el edificio de la Capitanía General de Sevilla. Como dijo el sabio: «los originales son los que valen». Texto cortesía de José Francisco Mesa Orta.
5
6
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Música Las obras de arte han sido siempre el reflejo de lo que sucede en la realidad. De otra forma no tendrían sentido alguno. Georges Bizet, en su ópera ‘Carmen’, marcó dos rumbos de gran importancia en la historia. Por un lado, dejaba el camino preparado El año 1983 Saura, basándose en la novela de Mérimée, convertiría Carmen en un musical flamenco en el que intervinieron Laura del Sol y Antonio Gades
La mujer del futuro
Gabriel Ramírez Lozano {Siempre se ha señalado la ópera Carmen de Georges Bizet como el prólogo a la corriente verista que estaba por llegar. Por tanto, su importancia es absoluta. Pero hay aspectos de esta obra que no debemos olvidar y provocan que, en sí misma, sea fabulosa. Cuando en 1875 se estrenó en París la ópera Carmen, la mujer de la época tenía un papel en la sociedad muy limitado, muy secundario, respecto al que desempeñaban los hombres. Es posible que la obra de Bizet no tuviera gran éxito debido a que su personaje representaba la encarnación de la mujer liberada. De hecho, durante el siglo XX, Carmen, el personaje principal, fue conside-
rada el arquetipo de emancipación femenina. Sin embargo, en el París de 1875 se recibió de forma distinta; en ella se veía a una mujer licenciosa, anárquica y motor de malas costumbres. Pero no. Carmen, en realidad, no conquistaba a los hombres como lo hubiera hecho la Salomé de Richard Strauss porque, en realidad, eran ellos los que se rendían a los pies de la gitana. Carmen nunca hubiera aceptado entregar su alma a un hombre
Carmen encarna lo inmediato en la vida y la falta de arraigo a lo material
aunque podría aceptar entregar su cuerpo sin grandes problemas. Carmen buscaba ese refugio íntimo en el que encontrarse consigo misma y en el que los hombres no podrían ocupar ningún espacio. Por otra parte, Carmen se relaciona con la muerte y no solo con el amor o su propia sensualidad. Desde el principio, Bizet lo deja claro en el tema del destino de Carmen. Y, desde luego, en el terceto de las cartas, momento en el que la ópera adquiere una profundidad expresiva y dramática muy sólida. Carmen vive el momento, Carmen lo quiere todo; Carmen encarna lo inmediato en la vida, la falta de arraigo a lo material, la
puerta abierta a lo que tenga que suceder. El sistema social no cuenta para ella porque cada gesto propio es su propia ley. Además de todo esto, la ópera de Bizet es mucho más que un personaje principal arrollador. El militar, José, representa la vida idílica de la infancia (reforzada con la figura de Micaela) y la sexualidad reprimida que era tan habitual en algunos estratos sociales de la época. Bizet enfrenta los valores arraigados en el ejército y en las personas religiosas, lo que representa la clase social pudiente de la Francia de mediados del siglo XIX, con la despreocupación del que quiere sentirse vivo con total plenitud. Se podría pensar que el composi-
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Suplemento cultural
7
Música para que el verismo llegara con fuerza al mundo operístico imponiéndose durante muchos años. Por otro, dibujaba la mujer del futuro, su liberación, su importancia y el nuevo estatus que debería haber ocupado siempre
tor nos presenta un dúo amoroso protagonizado por la joven gitana y el militar aunque nada más lejos de la realidad. Porque todo es confrontación de realidades, fricción de egos a través de los diálogos entre Carmen y José. Sin ir más lejos, el aria de la flor, una conmovedora melodía y famosa a más no poder, termina con una frase demoledora: «Tú no me quieres». A esto ella contesta con cierto romanticismo, pero... ¡se dirige a la libertad y no al hombre que la pretende! No está dispuesta a renunciar a esa libertad aludida. Si queda alguna duda, el militar decide ¡dejar a la mujer que le tiene loco de amor! Pocas óperas de la historia contienen un arco dramático como este y una diferencia tan esclarecedora entre diálogo y dúo amoroso. Por último, hay que señalar un detalle importantísimo sobre José: él no fracasa como hombre frente a una mujer. Es su situación dentro del entramado social, la imposibilidad de cambiar sin peligro al rechazo, sin peligro a quedar desubicado, lo que le destruye. Pues bien, tampoco esta ópera se reduce a la figura de Carmen y José. Las figuras de Micaela y el torero Escamillo son apasionantes. ¿Quién es ella? La mujer que representa un pasado inmaculado, añorado y digno de un cuento de hadas. El pasado del militar. ¿Quién es el torero? El futuro de Carmen. Es eso y no otra cosa lo que encarna el personaje. A veces, se ha confundido con la virilidad o la hombría. Mientras Carmen ve en José una especie de marmolillo insoportable, en el torero ve el juego con la muerte del que ambos salen ilesos una y otra vez. Micaela arrastra rasgos de personajes anteriores en piezas de compositores como Gounod (este fue un referente fundamental pa-
El argumento Georges Bizet nació en París el año 1838. Fue discípulo de Halévy en el Conservatorio de su ciudad natal. Más tarde, el compositor se casaría con la hija de su maestro y, como anécdota, hay que señalar que el libreto de Carmen fue escrito por un sobrino de... ¡Halévy! De la obra de Bizet se conservan 14 piezas escénicas entre las que se encuentran óperas, operetas y música para teatro. Nunca tuvo éxito con ellas y no vivió para conocer la enorme repercusión que consiguió Carmen. Murió en Bougival el 3 de junio de 1875. En Carmen cuenta como el sargento del ejército D. José, encarnación del orden y de la integridad, sucumbe ante la pasión amorosa que le provoca una joven gitana de vida alegre, desordenada y muy pegada al mundo de los bajos fondos de la Sevilla de 1820. Don José quiere poseer, en cuerpo y alma, a Carmen y esta no comprende cómo algo así puede plantearse. Finalmente, el soldado actúa con la violencia del amante rechazado y asesina a la muchacha que no había querido renunciar a lo que era. Acto I: Frente a la fábrica de tabaco de Sevilla, José, sargento del ejército, se muestra impasible ante la sensual Carmen. Todos los hombres parecen embrujados al cruzarse con la joven. Carmen insiste hasta perturbar al militar que, más tarde, encuentra consuelo en Micaela, una campesina que ama al soldado. Tras un altercado, Carmen es detenida por el propio José, pero deja que escape y él es arrestado durante un mes. Acto II: La taberna de Lillas Pastia es refugio de contrabandistas.
Carmen espera allí a José que ha sido liberado de su arresto. Aparece en escena el torero Escamillo que queda prendado de la belleza de Carmen. Por si era poco para José, Carmen es perseguida y este debe enfrentarse a su superior militar. Su única alternativa es unirse a los malhechores. Acto III: Carmen se cansa del soldado. Micaela anuncia a este
la inminente muerte de su madre. El militar y el torero terminan enzarzados en una pelea. Antes, Carmen ya intuye la presencia de la muerte a través de las cartas. El que fue soldado se retira amenazando con otro encuentro. Acto IV: Escamillo y Carmen son pareja. Mientras el torero triunfa en la plaza, ella muere a manos de José que se ve rechazado una vez más.
Litografía representando el primer acto el día del estreno de Carmen.
Retrato de Georges Bizet.
ra Bizet). El torero, por su parte, es el anclaje que busca el compositor a la ópera cómica francesa, no en vano es el único personaje de la ópera al que Bizet le concede un cuplé (canción en verso muy frecuente en las óperas francesas de carácter cómico). Bizet intentó separarse, no obstante, de las estructuras musicales y teatrales más usuales del momento. Incluso lo que pudiera parecer una concesión al público buscando el éxito es acompañado por la partitura. El ejemplo más claro es la canción de los gitanos del segundo acto. A Bizet no le interesaba el éxito de forma especial. Llegó a decir de esta ópera que era una especie de baratija musical, al menos en parte. Lo que no sabía Bizet es que su trabajo daría mucho de sí. Sin ir más lejos, el año 1983 Saura, basándose en la novela de Mérimée, convertiría Carmen en un musical flamenco en el que intervinieron Laura del Sol y Antonio Gades. Tampoco que Godard hizo una relectura fascinante que convirtió en un melodrama policiaco. Prénom: Carmen. Ni que Francesco Rosi fichó a Julia Migenes, Plácido Domingo y Ruggiero Raimondi, para realizar su versión cinematográfica. Un clásico, un mito. No se puede definir de otra forma esta que es una de las mejores y más importantes óperas de la historia. ~
8
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Historia Concha Méndez murió en México sin que nadie supiera quién era y lo que había representado para la cultura española. Como tantas otras, Concha Méndez parece que no existió. Del mismo modo que los autores de la Generación del 27 han sido sobradamente reconocidos, las
Tiradme piedras y haré monumentos Anabel Rodríguez {Hace unos años, cuando comencé a documentarme para escribir Azaría, busqué información sobre la situación de la mujer española en los años veinte y encontré un artículo muy interesante sobre las que a principios de siglo pasado comenzaron a mostrar rebeldía, a buscar su lugar en un mundo dominado (como ahora, pero más) por los hombres. Buscaban la posibilidad de ser ellas mismas, de poder firmar un contrato, tener tierras a su nombre, votar, dejar de ser cosas para ser personas. Ahí leí por primera vez su nombre y la anécdota que me conectó a esta mujer que nació en 1898, año
Reunión de hombres y mujeres pertenecientes a la Generación del 27.
que en España evoca el mayor de los desastres, el fin de la autocomplacencia. En ese artículo tuve referencia por primera vez de su libro de memorias publicado en 1991, Memorias habladas, memorias armadas, me estoy refiriendo a Concha Méndez. Si habéis visto el documental de las Sinsombrero, o leído el libro del mismo título de Tania Balló (publicado hace poquísimo), tendréis la posibilidad de conocer a varias de estas mujeres que se unieron a los aires de libertad que se respiraban hasta la guerra civil: Maruja Mallo, Rosa Chacel, María Teresa León, Ernestina de Champourcín, Josefina de la torre, Ángeles San-
tos, Carmen Conde, Rosario Pi… Os recomiendo encarecidamente que no os perdáis ni el documental ni el libro, son una llamada a la memoria. Una voz decidida que se levanta contra el olvido al que hemos sometido a una generación de artistas sin contemplaciones. Me fascinan estas mujeres, pero siento adoración vital por Concha Méndez, por su rebeldía, por mostrar un carácter a prueba de bombas, por ser nadadora, luchadora, independiente, solidaria, por enfrentarse constantemente a su familia. Y es que, si muchas de las otras mujeres englobadas en el simsombrerismo partieron con la ventaja de tener
apoyo familiar a nivel cultural y de formación, Concha tuvo que enfrentarse a sus padres y seguramente a alguno de sus hermanos. Cuenta la anécdota de un señor amigo de sus padres que fue a su casa y preguntó a sus hermanos qué querían ser de mayor y que cuando ella dijo que quería ser capitán de barco, le dijo: «las niñas no son nada» y lo odió desde ese momento. Ese era el ambiente en el que se movía Concha, opresivo, condicionado, en el que las mujeres de familia acomodada tenían que saber lo justito para lidiar con la gestión de una casa: un barniz de francés, un poquito de música, unas cuentecitas. Cuando se
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Suplemento cultural
9
Historia mujeres que pertenecieron a ese grupo han sido olvidadas de forma sangrante. Esta es una cuestión de memoria histórica, una labor de pedagogía que nos corresponde hacer a quienes tenemos la oportunidad de dar voz a todas estas mujeres que nos faltan presentó en una clase de la universidad como oyente y su madre se enteró (por uno de sus hermanos) la golpeó con el teléfono en la cabeza tan fuerte que le hizo sangre. Sin embargo Concha no desfalleció ante la embestida del autoritarismo materno, ni mucho menos. Recogen la anécdota que narra Maruja Mallo. La madre de Concha no quería que saliera a la calle sin sombrero: «Te tirarán piedras en la calle», a lo que ella respondió: «Me mandaré construir un monumento con ellas». Ese es el resumen de una actitud vital que fascina y atrapa. Concha no tuvo la formación como la que tenían otros de los miembros de aquella generación de intelectuales, pero tenía una firmeza que logró convertirla en pocos años en una figura recognoscible de la cultura española. Fue novia durante siete años de Buñuel, que no llegó a presentársela a sus amigos (no sé si avergonzado, celoso o porque temía que lo eclipsase). Pero una vez que él estaba en París, se las
Concha Méndez.
ingenió para conocer a García Lorca y al resto de miembros del grupo, presentándose como «la novia desconocida de Buñuel», y así fue integrándose, haciéndose parte indispensable del mismo. Trabó una amistad firme con Maruja Mallo, que la retrató en varias ocasiones, con Alberti (por entonces, pareja de la pintora) que la ayudaba a ordenar ideas y adquirir hábito de escritura. El tiempo la convirtió en amiga de Rosa Chacel, María Zambrano, Concha Albornoz, Ernestina de Champorucín, Josefina de la Torre, Ángeles Santos, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Jorge Guillén. Si había alguien que supo hacer amigos, fue Concha Méndez, sin lugar a dudas. En poco menos de tres años escribió dos poemarios Inquietudes y Surtidor firmado, un guión de cine, y se encontraba escribiendo una obra de teatro. Pasar de ser una señorita de tu casa a algo así es muy interesante. En 1929 tomó una decisión que marca el resto de su vida, puso tierra de por medio con su familia y se fue a conocer mundo. No se lo pensó dos veces y marchó a Inglaterra sola. Viajar así no parece complicado hoy (o tal vez sí, dependiendo de a donde viajes), pero entonces era una completa locura. No informó a sus padres (yo tampoco lo habría hecho) aunque algunos de sus amigos sí sabían de su intención (y se lo desaconsejaron), pero a ella le dio igual. Con su título de profesora de español obtenido en el Centro de Estudios Históri-
No tenía una formación como otros de su generación, pero se convirtió en una figura reconocida de la cultura española
cos, se plantó en Londres donde impartió clases varios meses y se hizo con unos ahorros. Sus padres completamente indignados con su primogénita (era la mayor de once hermanos) rompieron a navajazos uno de los retratos que le había hecho Maruja Mallo. La relación con ellos no llegó a recomponerse del todo. Años después, en la boda de una de sus hermanas, el padre todavía no la había perdonado y Concha decía que la miraba de lado a lado de la habitación, pero sin dirigirle la palabra. Desde Inglaterra se embarcó para Buenos Aires, donde llegó en la Nochebuena de 1929, allí comenzó a colaborar con importantes periódicos y publicó su tercer poemario poco después: Canciones de Mar y Tierra donde dedica
El documental Las sinsombrero rescata para la memoria a las mujeres integrantes de la Generación del 27 que no parecieron existir.
versos a Rafael Alberti, María Maeztu, Rosa Chacel… En 1932 con renombre y mundo a sus espaldas regresó a España, publicó un nuevo poemario (De vida a vida) y se casó con Manuel Altoaguirre. Ambos contrajeron matrimonio vestidos de verde (ella además con un ramito de perejil) en la iglesia de Chamberí, con ocho testigos de excepción: Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, José Moreno Villa, Luis Cernuda (amigo de Concha hasta su muerte) y Francisco Iglesias. «Al salir de la iglesia Juan Ramón Jiménez empezó a aventar monedas a los niños de la calle; y según iba tirando el dinero, les decía Digan conmigo: ¡Viva la poesía! ¡Viva el arte! (…)». Con Manuel fundó una pequeña imprenta y una revista poética, Héroe, que publicaría buena parte de la prosa de Juan Ramón Jiménez. Su matrimonio comenzó con mal pie porque falleció su primer hijo y esa es la primera ocasión en que Concha sufrió una tristeza inmensa y es que la pérdida de un bebé es complicada de asumir (casi imposible). Viajaron a Londres pensionados para hacer estudios tipográficos y allí nació su hija Paloma mientras continuaban con su trabajo como impresores. Su regreso a España en 1935 sería breve y es que el estallido de la Guerra Civil lo destrozó todo. Terminada la guerra partió con su marido y su hija al exilio y ya no regresaría a nuestra patria nunca más. Pasaron cuatro años en La Habana y después se asentaron en México donde Manuel la abandonaría por una actriz cubana en 1944. Dice Tania Balló con acierto en su libro Las sinsombrero: «A la chica trotamundos, a la mujer moderna, rebelde y sin miedo, la vida le apagó la sonrisa». A ella como a tantas otras la vida la aplastó como una apisonadora y todavía no le ha pedido disculpas. Concha murió en 1986 en México, sin que nadie supiera quién fue, ni quienes fueron otras como ella. Esta es una cuestión de memoria histórica, una labor de pedagogía que nos corresponde hacer a quienes tenemos la oportunidad de dar voz a todas estas mujeres que nos faltan. Recuperar sus voces, sus poesías, sus pinturas, sus letras. Dejad que hoy me despida son sus palabras y su risa, que con total desvergüenza hago mía. La risa Alguien dijo que «la risa es la gran enterradora». Algo se me está enterrando porque río a todas horas. ~
10
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Música En el tercer número de la madrileña calle de Zorrilla (Museo ICO) se expone hasta el 11 de septiembre toda una exhibición de Photoespaña que permite replantear conceptos en torno a la globalización y necesidad de tener fronteras entre estados y países
Robbins & Becher
‘Desplazamientos’, una original exposición etnográfica
Daniel González Irala {Hay quién dice que el futuro es peligroso porque nadie sabe qué puede ocurrir, que en varios años es posible que exista un solo presidente del Gobierno para todo el mundo, algo que no parece descabellado después de ver esta completa, intensa y larguísima exposición de Andrea Robbins (Boston, 1963) y Max Becher (Dusseldorf, 1964), un proyecto documental y etnográfico ambicioso y curioso donde los haya. Investigadores de los efectos del colonialismo y las migraciones, así como del turismo y la comunicación de masas, ambos artistas (se resisten a ser considerados fotógrafos en el sentido estricto del término) trabajan a través de series, cuyo objetivo como work in progress (exponen el trabajo de los últimos veinticinco años) resulta abarcador y aristotélico y donde yuxtaponen personas, costumbres, lugares, edificios y culturas diferentes. Para ellos cada imagen mostrada (son fotografías en color de gran formato) se integra en una serie, pero tiene a su vez una conexión con el conjunto más amplia de crítica o documento social. Comisariada por ambos fotógrafos e Inés Rüttinger, el pasado 31 de mayo, por gentileza de Eva Scmidt y su museo alemán, se produjo un encuentro abierto al público, que no hubiese sido posible sin la organización de Photoespaña 2016 y del Museo del Instituto de Crédito Oficial (ICO) español, entidad que cumple veinte años de existencia entre nosotros. Sin ser considerados allende las fronteras como fotógrafos documentales o periodistas, ofrecen un minucioso y estudiado trabajo que abarca la sociología en el sentido más estricto y estudioso del término. De esta forma, a partir de una instantánea típicamente judía de Brooklyn (en la primera aparecen cinco miembros de esta religión caminando dispersos por la acera de una calle) en que se nos muestra un tipo de construcción característica con una casa de tres tejados triangulares típicos acabados en punta, se muestran once instantáneas más del mismo tipo de edificación situada en diferen-
tes contextos; desde Buenos Aires, Sao Paulo (donde se muestra el mismo tipo de edificio como levantado sobre un parking), Kiryat Ala en Israel, Gaylay Avenue y Pico Avenue en Los Ángeles estadounidenses, en la ciudad italiana de Milán, Montreal (Canadá), el Campus de New Brunnswick en New Jersey, Melbourne o Tel-Aviv. Todos estos lugares, algunos de ellos con el cielo que parece retocado, muestran en horizontal como la vida judía se programa de una manera similar vayas al lugar del mundo que vayas. En El Occidente de Oriente se toman fotografías arquitectónicas y de paisajes en China, Corea del Sur y Japón. Mientras que en el país de Mao la explosión demográfica ha hecho posible la europeización de sus aldeas y barrios (lo vemos en Ciudad Holanda tomada en Shangai a la que no le falta ni el típico molino que encontraríamos en Amsterdam, Réplica de París donde una Torre Eiffel sirve para separar la zona señorial de la de clase media de una urbe de casas bajas o en Paisaje francés y castillo medieval, donde se muestra una aldea con un lago y un piragüista). Por otro lado, en Japón destacaron las reproducciones del enorme complejo a medio camino entre el parque de atracciones y la zona residencial privada llamadas Huisten Bosch; y en Corea del Sur las reproducciones de un pueblo alemán que vemos en la imagen panorámica de una colina en medio de un monte. Por último, resulta de interés la serie de cinco fotos, Venice, Las Vegas, a través de las que vemos esa monumentalidad de cartón piedra de la ciudad de los casinos, canales con gondoleros que sirven para transportarlos por galerías comerciales. La serie genérica Black cowboys en la que llevan trabajando desde 2008, trata sobre el fenómeno poco usual desde el márketing del vaquero o soldado negro; y es que la historia de Hollywood, a veces, tiene poco que ver con la de los pistoleros reales que poblaron, incluso desde el siglo XIX, las praderas del país. Diferenciando bien entre houseboys (sirvientes), fieldboys (braceros) de cowboys. Está compuesta por siete
Robbins & Becher. ‘Desplazamientos’. Andrea Robbins y Max Becher, Restos coloniales Residencia de los gerentes, Namibia, 1991. / © Andrea Robbins y Max Becher
Robbins & Becher. ‘Desplazamientos’. Andrea Robbins y Max Becher, Venecia, Las Vegas, 20102011. / © Andrea Robbins y Max Becher
subseries entre las que destacan Retratos a caballo (y su Anciano con guantes de jinete amarillo), Retratos de grupo, Retratos de pié (destacamos aquí la foto del herrero y la del jinete de toros Myrtis Dightman); impresionantes y cargadas de emoción y acción son esas Domas de novillos en que se captura la instantánea perfecta o las si cabe aún más brutales de Jinete de toros. El descanso tras esta frenética actividad festiva es retratado en Caravanas y en Carretas. Entre la serie que dedican a los sioux alemanes destacan El lanzador de cuchillos o La hija del jefe. Otras series de interés son Figuras (dedicada al universo Star Wars), Almería (con instantes que recrean poblados del Oeste propios del spa-
guetti-western), Global village (considerado su particular parque temático sobre la pobreza mundial), Vestigios del colonialismo alemán en Namibia (donde vemos, por ejemplo, una iglesia luterana en medio del desierto) o Bavarian by law (que muestra cómo un pueblo de Washington se reconvierte a estas costumbres). Por último de la serie de ocho, titulada Retratos llama la atención la de Jimmy Paterson, las cowgirls de carrera de relevos o la ejecutada en angular de los dos amigos de la Federación Negra de Cowboys. Y cómo no, los retratos a partir de una chimenea de los restaurantes Cracker Bell, cadena de establecimientos siniestramente típicos y familiares que huyen del aldeanismo propio de los estados del sur de Norteamérica. ~
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Suplemento cultural
11
Fotografía Hasta el 28 de agosto, y comisariada por María Millán, la Fundación Loewe, situada este año en el inicio de la madrileña calle de Gran Vía, acoge esta interesante propuesta de Photoespaña que aúna fotografía, arquitectura y artesanía
Lucía Moholy (1894-1989)
Brillante fotógrafa de la Bauhaus alemana nimal formado por una mesa, un sillón de brazos y de fondo lo que parece un tapiz cosido, y entre uno y otro dos estructuras montadas con palés. La lámpara diseñada por Marianne Brandt, recuerda cómo debían de tachar a la autora de estrafalaria ante lo que parece un rudimento técnico de alcance. Taller de metal/Tetera muestra un objeto de capricho para amantes translúcidos del arte moderno en general. Con el objetivo de mostrar como el arte es más que un medio, una finalidad en sí mismo tenemos dos imágenes que son Samovar y tetera y Vasos de té que muestran cinco piezas que aúnan el ocio cotidiano con el diseño moderno de Max Krajewski. Sigue la exposición con fotografías de habitaciones y estancias entre las que destacan la de su marido (recordando más la habitación o zona de recreo a un hospital u hospicio, mientras que el estudio o lugar de trabajo resulta mucho
Bauhaus Dessau, 1926.Cortesía de Fotostiftung Schweiz. Comisaria, María Millán.
Daniel González Irala {La escuela y el movimiento alemán de arquitectura, diseño y artesanía fundada por Walter Gropius conocidos por el nombre de Bauhaus, no serían hoy en su análisis lo mismo sin la aparición como artistas en 1923 de Theo Van Doesburg y meses más tarde sin la llegada a las aulas de Laszlo Moholy Nagy, que hizo que el movimiento no sólo se impregnara del expresionismo pictórico inicial, sino que fuese capaz de beber de la Nueva Objetividad y el constructivismo ruso para definir una forma de hacer que se convirtiera en un modo de vida y de percepción de la realidad («la idea es más importante que la forma») para tantos personajes de la época. Lo anterior que cuento no tendría sentido si no es para presentar a Lucía Moholy, también llamada Lucía Schultz; fotógrafa, crítica de arte y esposa amantísima de Laszlo, su carrera se fragua desde 1923 a 1938. Nacida en Praga e incansable estudiante de Filosofía e Historia del Arte, destacó por su innovador punto de vista y las composiciones dramáticas en torno a la figura humana y la arquitectura, así como por ser antes escritora y editora que fotógrafa, llegando a publicar hasta catorce libros propios en torno y a favor del movimiento. En 1934 emigra a Londres, debido a la inestabilidad política alemana,
etapa que le sirvió para experimentar con encuadres poco convencionales, angulares y planos cortos; es esa etapa en que descubre el retrato. En 1939 publica su libro Cien años de fotografía, sobre historia del medio; en 1959 se enclaustra en Zúrich con el ánimo de seguir escribiendo y de encontrar negativos perdidos y dispersos, lo que le servirá para adquirir mayor fama. La austeridad conforme visitamos el edificio Bauhaus situado en Berlín se deja ver en esos muebles diseñados por Marcel Breuer, de hecho la primera imagen de una mesa de espaldas y más alta que su silla de estudio así lo atestiguan; por otro lado el retrato de la artista Welly van Doesburg, con el pelo que le cubre las orejas y el perfil con cierto desenfoque premeditado dejan ver una fuerte y contrastada belleza. Pasamos entonces a ver el edificio de Dessau desde fuera en distintas posiciones (suroeste, zona de estudios y talleres, en plano general o desde más cerca mostrando diagonales con el cielo en las partes vidriadas), también desde dentro practica la entrada del sol a primeras horas de la mañana sobre pasillos solitarios de la planta alta que dan al área de tecnología. En Casa en Weimar de Walter Gropius, comienza la utilización de angulares con los que deforma algo el espacio, un lugar compacto y mi-
Muebles de la Bauhaus diseñados por Marcel Breuer, 1923. Cortesía de Fotostiftung Schweiz. Comisaria, María Millán.
Retrato de Laszlo Moholy Nagy, 1926.
más reconfortante). En Esquina del comedor de la residencia de los maestros tenemos dos imágenes, en una de las cuales resalta además un hermoso y frondoso bosque que vemos por la ventana, así como el hecho de que resulte difícil de creer como en un espacio cerrado y sin ventanas se pueda colar la luz como lo hace. En Casa vista desde el sureste muestra una de las casas o chalets que disfrutaron aquellos que consideraron la Bauhaus un lujo más que una forma de vida. De los primeros tiempos es la instantánea en angular del cuarto de trabajo de Paul Klee, Wassily y Nina Kandinsky (él con gafas) que son retratados tomando café y como fondo una pintura de Gustav Klimt. El primer plano de esta, Nina muestra una sombra que bordea y divide la parte izquierda de la derecha de su cara; en el retrato a Anni Albers, otra artista, también existe un espectacular juego de luces y sombras, así como en el del crítico y fotógrafo Franz Roh; destacan también Lilie Hildebrandt, retratada con desenfoque premeditado y parcial en un ojo, Tila Winz en semiescorzo de espaldas, Jella Curjell tapándose los ojos con las manos, o la presuntamente punki fotógrafa Florence Henry. También supo Lucía retratar en sendas fotos la escenografía hecha obra de arte autónoma de su marido Laszlo en torno a dos temas, Los cuentos de Hoffmann y Madame Butterfly, esta última evoca las películas del japonés Yasujiro Ozú. También retrató la pobreza y miseria de la por entonces antigua Yugoslavia, donde se muestran los caminos sin asfaltar, los gitanos trotamundos de los pueblos y hasta una echadora de cartas que como la anterior modelo y por razones bien distintas, también se tapa parte de la cara con las manos. De pulso más impresionista es la del Lincoln’s Inn en Londres, llegando a definirse en su imaginario más gracias a la panorámica del Parlamento Inglés desde la otra orilla del Támesis. Otros retratos que van alternándose son los de la activista social Clara Zetkin, la de un monje ortodoxo o las de personajes como Inez Spender, el físico Patrick Maynard, la condesa Emma de Asquith y Oxford, la escritora Ilsa Gropius, Laszlo Moholy Nagy o su propio autorretrato. ~
12
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 2 de julio de 2016
Televisión Los primeros años de los 80 se desplegaron en mi niñez, ante mis ojos y desde la pantalla del televisor. Los géneros fílmicos y seriados iban fraguando mi imaginario sobre qué era el humor, la tragedia, el terror... Así fue como empecé a ensanchar el mundo en el que vivía
Audiovisuales de una niñez Gracia Elena Miranda {En mi casa, la tríada, Marisol, Rocío Dúrcal y Joselito, eran una constante. Independientemente de las relaciones discordes y filiales que establecían Un rayo de Luz entre un abuelo y su nieta; Una Canción de Juventud entre una hija y su padre; y entre un capellán y un huérfano, El pequeño ruiseñor, estas películas te enganchaban porque sus canciones las canturreaba tu madre y la madre de tu madre a la hora de compaginar cualquier tarea. Una se afanaba por seguir la saga, cogía papel y boli, y cada vez que la reponían podía completar la siguiente estrofa para acabar sabiéndomelas tan bien como ellas. Hace poco, me regalaron el disco de las mejores canciones de cine de la Dúrcal, se lo pasé a mi madre y se emocionó tanto, que ahora no hay quien le quite el CD. En casa de mi abuela Gracia, el cuento cambiaba un poquito. Había vídeo, primero fue Beta y después VHS. Mi tío Diego, quien siempre llegaba con pelis de los Hermanos Marx bajo el brazo, nos inició en el humor inteligente. Era alucinante como Harpo descomponía un piano y lo transformaba en un arpa, en un abrir y cerrar de ojos; la parte contratante de la primera parte; y el «rico helado de piña para el niño y la niña» de Chico en la genial Un día en las carreras, cuando le endosa unos cuantos libros a Groucho, para que pudiera realizar una apuesta segura, pero frustrada porque llegó tarde con tantos libros que le tuvo que comprar. Mi primo, un año mayor que yo, era el encargado de coger las de Jaimito y Bruce Lee del vídeo club de al lado. Él devoraba las bolsas de pipas al mismo tiempo que yo me quedaba ensimismada con las artes marciales de un chino, exageradamente ágil y
TAL DÍA COMO HOY Teresa García Ruiz
Dieciséis años sin Cariñanos
guapo, acabando con todos los que se le ponían por delante. El picante silbido del italiano de 30 años, vestido de colegial, que con repertorio de chistes verdes, intentaba ligarse a la profesora de turno aún lo escucho. Las pelis de terror como, Gremlins, también caían, esos monstruitos multiplicados podían destruirse sin necesidad de artillería, bastaba con un buen chorreón de agua; o como la que hacía que te pensaras decir el nombre Beetlejuice, tres veces, por si se atreviera aparecer. El programa de entretenimiento infantil, como El planeta imaginario, introducido por el Arabesque nº1 de Debussy era puro surrealismo, que marcaba distancia de Espinete e iba más allá de la Bola de cristal. Con padres trabajadores, tenía que dividir mi tiempo en casa de mi otra abuela, Josefa, en la que me pasaba a otro rango musical el de Parchís; Chispita y sus gorilas; Annie, la huerfanita, y la miseria humana que quizá desaparecería cuando el sol brillase mañana; la pelirroja, Pipi Calzaslargas, quien vivía con su mundo interior y su caballo y fregaba el suelo poniéndose dos cepillos en los pies, me hizo sentirme desconfiada al no creer que tenía un padre pirata y al final resultó ser cierto. En los días de navidad, aparecían en las pequeñas pantallas las películas de fantasía y ciencia ficción, los chelines rojos en El mago de Oz; el poco de azúcar de Mary Poppins, que hacía a los banqueros retirados volar de la risa; Las aventuras del barón de Münchhausen surcando los cielos en un barco; o la imagen de Eliot en una bicicleta acompañando a E.T, dejando sus sombras en la luna, iba acompañada de la anécdota que me cuenta mi madre, de cuando esperaba en la cola para ver la escena en la gran pantalla, estando mi her-
Los Hermanos Marx. / El Correo
El maestro Yoda. / El Correo
mana, en su vientre, cayó redonda al suelo. Claro, íbamos todos a verla y ella no. Encuentros en la tercera fase; 2001, Una Odisea en el Espacio y La guerra de las galaxias me hizo plantearme la posibilidad de existencia de otros seres en otros planetas. En el camino al colegio con mis amigas, Miriam, Carolina, Lucía, Rocío y Bea, solíamos comentar el capítulo de Sensación de vivir, Melrose Place y la película de Cócktail, protagonizada por Tom Cruise de quien la mayoría de nosotras teníamos forradas las paredes de nuestros cuartos con sus pósters o las carpetas. Recuerdo que en los bailes de fin de curso, actuábamos haciendo un tributo a Grease, Flash Dance o Dirty Dancing. En lo que no coincidía y no
E
l 2 de julio de 1942 nace, en Madrid, Antonio Muñoz Cariñanos, excelente otorrinolaringólogo. Fue coronel del Ejército del Aire y director de relaciones con la sanidad militar del Colegio Oficial de Médicos de Sevilla. Era sevillano de adopción, ciudad de la que se sentía enamorado. Se le conoció por tener entre sus pacientes a personajes populares como El Lebrijano, el pintor Juan Valdés, Juanita Reina, Rocío Jurado, Camarón… Era el número uno tratando problemas de las cuerdas vocales. Miembro del reconocido club de Los leones de Sevilla y de her-
mandad del Cachorro. Fue un hombre generoso, de carácter alegre aunque el trato era serio, muy llano. Cuando supo que ETA lo tenía en su punto de mira, decidió continuar con su vida sin poner límites a su libertad de movimientos. No llevaba escolta. En 2000, y después de
podía compartir, bueno, sólo con mi padre, era la serie Twin Peaks, donde Laura Palmer aparecía muerta dentro de una bolsa de plástico y dejando como pista sólo un diario. El suspense que sentía por esta historia me sobrepasaba hasta el punto de acudir a la librería para hacerme con un ejemplar del diario que comercializaban. El otro día me sorprendió tanto un fragmento de un capítulo, emitido en el digital, que no pude seguir viéndolo y cuando era niña estaba más que encantada, siguiéndola cada semana. Lo que no entien do aún es que con aquellos comienzos peliculeros tan tradicionalistas, haya acabado inclinándome por el cine independiente. ~
que ETA declarara el fin de la tregua (3 de diciembre de 1999), se presentan en su consulta miembros del comando Andalucía. Jon Igor Solana Matarraz y Harriet Iragi Gurrutxaba le disparan vilmente en la cabeza y huyen a la carrera por las calles del centro de Sevilla. No contaban los asesinos con la participación ciudadana, que se volcó con las fuerzas de seguridad, avisándoles de donde estaban en cada momento y gracias a esto fueron encontrados y apresados en un piso franco cercano a la consulta de Cariñanos. Los asesinos fueron condenados a 53 años de cárcel . ~