Aladar nº 127

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Sábado, 11 de febrero de 2016 Nº 127 @aladar_cultura

Hedy Lamarr, inventora de ficciones y realidades El Teatro Real acoge ‘Billy Budd’ de Britten

Conocida por su carrera cinematográfica, la actriz tuvo tiempo para inventar algunos artefactos. Uno de ellos sería el germen de la tecnología Wifi.

Nueva entrega de nuestros ‘Libros ilustrados’


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Suplemento cultural

El Correo de Andalucía Sábado, 11 de febrero de 2017

Historia

Hedwig Eva María Kiesler, conocida mundialmente por su nombre artístico, Hedy Lamarr, desarrolló su carrera artística con gran éxito y, al mismo tiempo fue capaz de inventar junto con el compositor George Antheil un sistema de detección de los torpedos

HEDY LAMARR

Cuando Dalila inventó la Wifi Anabel Rodríguez {Parece que en los colegios se va imponiendo, poco a poco, la idea de que las mujeres hemos tenido un papel en la historia. Permitid que me explique antes de que os tiréis a mi cuello. Hace poco llegó al colegio de mis hijas una propuesta de la Universidad para que los niños y niñas hicieran trabajos sobre mujeres científicas. Aunque finalmente el colegio no fue elegido para participar, los niños cumplieron con su misión. La mayor parte de los niños recurrieron a un mito y es que Marie Curie y sus dos premios Nobel son difíciles de superar. Sin embargo, otros decidieron buscar un poco más y encontraron mujeres de las que también merece la pena hablar. Entre esas mujeres científicas, una de mis hijas (gemelas) escogió a Ada Byron, hija de Lord Byron, matemática, escritora y creadora del primer algoritmo en ser procesado por una máquina, Ada fue una precursora en la creación de los ordenadores. La otra eligió a la actriz de la que os vengo a hablar hoy. ¿Una actriz? Sí, la actriz e inventora, que en su día fue considerada «la mujer más bella del mundo». Algunos ya sabréis que hablo de Hedy Lamarr. Hedy que en realidad se llamaba Hedwig Eva María Kiesler (un nombre muy poco cinematográfico, para que engañarnos), nació en Viena cuando todavía formaba parte del Imperio austrohúngaro. Fue la única hija de un matrimonio burgués y adinerado de judíos no practicantes (él banquero y ella pianista) y desde su infancia fue considerada como una superdotada. Con dieciséis años comenzó la carrera de ingeniería, pero la abandonó para dedicarse al mundo del espectáculo. Quería ser actriz y comenzó en el teatro berlinés como alumna de Max Reinhardt. Filmó varias películas en su época europea, aunque lo que más se recuerda es que protagonizó el primer desnudo y el primer orgasmo cinematográfico femenino (fuera de una película pornográfica). Fue en la película Éxtasis estrenada en 1933. Gustó y causó escándalo. Tal vez el problema es que gustó demasiado porque un empresario muy poderoso: Friedrich Mandl, proveedor de muni-

ciones y armas para el ejército alemán e italiano (y curiosamente también de origen judío) centró toda su atención en ella, de una manera enfermiza y obsesiva. Friedrich consiguió obligar de alguna manera a la actriz a comprometerse y casarse con él. Según Hedy fueron los peores años de su vida. Era extraordinariamente celoso e intentó hacerse con todas las copias existentes de Éxtasis para que nadie pudiera verla desnuda (afortunadamente no lo logró y en youtube podéis ver las escenas). La obligaba a acompañarlo en sus viajes, cenas de negocios y cuando no podía, la encerraba en casa sometida a un estricto control. Llegaba a tal punto que sólo podía bañarse o desnudarse cuando él estaba presente. Por supuesuesto tuvo que abandonar el cine, ine, ¿no pensaríais otra cosa? Hedy aprovechó ese tiempo mpo para continuar sus estudios de ingeniería y obtener informamación sobre la tecnología armamamentística que empleaba su esposo, sus clientes y proveedoores. Estos conocimientos serían an cruciales años después y los ceedería gratuitamente al ejército o de los Estados Unidos. Sin emmbargo hasta 1937 nada de esto o sucedería, pues Hedy era una a prisionera ¿Cómo escapó? Tra-zando un plan brillante, digno o del mejor guión de Hollywood. Según cuenta en sus memorias Éxtasis y yo, contrató a una criada que se parecía a mucho a ella, le dio confianza y un día la sedó. Cogió la ropa de la chica y se hizo pasar por ella, huyendo a la estación de tren, desde donde llegó a París, siendo perseguida por los guardaespaldas de su marido. Otros dicen que en realidad d mantuvo un romance con la sirr rvienta y que escapó en coche, e, e, pero la fuga parece aún más reebuscada. Creed lo que os apeetezca. De París partió hacia Londres es y allí conoció a Louis B. Mayer yer (jefe de la Metro), empeñó todas das sus joyas y lo siguió en su viaje de vuelta a Estados Unidos, consinsiguiendo, antes de terminar el crucero, un nuevo nombre y un conontrato para siete películas. No está mal para ser una cara bonita ¿eh?

Hedy Lama rr fue considerada la mujer más guapa del mundo.


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Historia

teledirigidos. Su idea sería el embrión de la tecnología empleada en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS, bluetooth y wifi. El nombre de Hedy Lamarr sirve para reivindicar el papel de la mujer en la historia.

Al ponerle el apellido Lamarr, el productor americanizaba su nombre y rendía homenaje a Barbara La Marr, estrella del cine mudo fallecida en 1926. Hedy protagonizó muchas películas en Hollywood hasta 1958, siendo una de las actrices más famosas de la época. Muchos de vosotros recordaréis Sansón y Dalila, con el inexpresivo Victor Mature en el papel del forzudo y nuestra Hedy interpretando a la pérfida Dalila. También trabajó con actores tan conocidos como Charles Boyer, Clark Gable, Robert Taylor o Spencer Tracy. Aunque era una mujer muy inteligente, no era vidente y rechazó papeles como los protagonistas de Luz de Gas y Casablanca que habrían provocado su ascenso al Olimpo de los actores. También realizó las pruebas para Lo que el viento se llevó, aunque no la eligieron para ser Escarlata O’hara. Abiertamente antinazi, Hedy se involucró personalmente en la lucha contra los alemanes durante la II Guerra Mundial. Por un lado, gracias a su faceta como actriz logró vender en una sola noche siete millones de dólares en bonos de Guerra, a razón de 25.000 dólares

Hedy Lamarr fue de las pocas mujeres que pudo ejercer de actriz y de inventora al mismo tiempo.

Lamarr desarrolló un sistema de comunicación por radio, que no podía ser interceptado por el enemigo, ya que cambiaba de canal continuamente.

por beso. Imaginaos la de besos que tuvo que dar esa noche. Por otro, había ideado junto con el compositor George Antheil un sistema de detección de los torpedos teledirigidos. Registraron la patente en 1942 y la ofrecieron gratis al Ejército de los Estados Unidos. La idea consistía en usar un rollo de papel perforada creando una frecuencia que variase entre 88 valores, como las 88 teclas de un piano. La secuencia solo la conocería quien tuviera la clave (la melodía) y así aseguraban el blindaje de la comunicación y del torpedo. Los aliados no la utilizaron durante la Segunda Guerra por miedo a que fuera detectada por el enemigo. La mantuvieron en secreto hasta la crisis de Cuba. Después se empleó el sistema del espectro expandido (así se llama el sistema) como base para el desarrollo de las técnicas de defensa antimisiles. Su idea termino por ser la base de la tecnología empleada en las comunicaciones inalámbricas de los teléfonos móviles, los sistemas GPS, bluetooth y wifi. En 1958 Hedy abandonó su carrera cinematográfica, pero no su carrera como inventora. Creó un sistema para hacer liftings, collares fluorescentes para perros, un nuevo tipo de semáforo, dispensadores de pañuelos o una tableta de refresco de cola. Por otro lado siguió una vida muy hollywoodiense, con cinco matrimonios más, tres hijos y lanzando frases envenenadas y certeras. Lamentablemente con el tiempo saltó a la prensa por algún incidente relacionado con pequeños robos en tiendas y según se eclipsó su belleza también lo hizo su fama. El año 2000, falleció en Florida a los ochenta y cinco años y sus cenizas fueron llevadas a Viena por sus hijos. En la actualidad parte de ellas se encuentran en el cementerio central de la capital, mientras que otra fue repartida por lugares de la ciudad que Hedy nunca dejo de amar. El día 9 de noviembre se celebra el día de los inventores en honor de esta mujer cuya inteligencia y hermosura iban a la par. Su hijo John Loder (fruto de su tercer matrimonio) comenta que su abuela solía decir a Hedy cuando era pequeña: «tendrías que haber nacido chico». Un hombre guapo podría haber sido considerado inventor, actor y lo que le viniera en gana, pero una mujer en idénticas condiciones no tenía (¿ni tiene?) la misma consideración hasta después de su muerte. Los prejuicios nos arrastran a todos, pero es esperanzador que nombres como el de Hedy Lamarr vaya abriéndose camino en los colegios, que todos sepan quién fue, qué hizo y que descubran que más allá de Marie Curie también hay ciencia. ~


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Ópera

Benjamin Britten es uno de los mejores compositores de todos los tiempos. Y su ópera ‘Billy Budd’, que se representa, ahora, en el Teatro Real de Madrid, es una obra magnífica que sirve de ejemplo de lo que Britten era capaz de hacer con un pentagrama delante

A bordo de Britten Alfredo García {Benjamin Britten está considerado uno de los mejores compositores ingleses de todos los tiempos. Durante su vida, una época turbulenta en la que pasaban «cosas de verdad» como a algunos les gusta referirse a los tiempos difíciles, la música, tal y como había sido conocida hasta entonces, terminó por saltar por los aires y no porque la Segunda Guerra Mundial haya sembrado de muerte y asombro en media Europa, que también. En el horizonte de la composición van a surgir una serie de figuras que le van a dar una auténtica patada al concepto de tonalidad, para entendernos, el idioma en el que la música nos había hablado durante unos cuantos siglos. Y detrás vendrían una enorme cantidad de movimientos de vanguardia, con diversa fortuna, que aún siguen desfilando por las partituras de nuestras salas de concierto. Pese a lo raro de la época y el despiste con el que gran parte del público acudiría en aquellos días a los estrenos, Britten termina por hacer lo que le viene en gana, que es una de las mejores maneras en que puede desenvolverse un creador, y usa un eclecticismo en sus obras, que le llevan a no terminar de despegarse del lenguaje tonal. A veces parece que se va un momento a por tabaco, pero termina por regresar. Y, cuando despliega sus recursos compositivos, es capaz de clavarnos en la butaca con la tensión sonora de un torniquete, el lirismo poético del protagonista en sus últimos momentos o la esperanza que despliega una tripulación de marineros maltratados y sin esperanza. En lo vocal, la obra no da tregua a los cantantes, con unos recitativos al servicio de la acción, de la tensión del momento, lleno de saltos certeros que se funden con el canto y una orquesta que a pesar de lo desgarrado de algunos episodios, permite escuchar a los cantantes. La parte coral es deslumbrante, con un contrapunto melódico del que Britten extraía una intensidad poco común y que completa momentos gloriosos sobre el escenario convertido en una nave. Porque para los que no conocen la ópera Billy Budd, la historia se desarrolla en uno de esos barcos ingleses que tanto partido le dio a las películas de Hollywood, sobre el año de 1797, con cañones, vigías y en algún lugar, posiblemente piratas. Aunque el barco no es más que una metáfora del mundo, una reducción de la humanidad proyectada sobre una cubierta. Billy Budd, un chaval inocente,

En ‘Billy Budd’, el barco no es más que una metáfora del mundo, una reducción de la humanidad proyectada sobre una cubierta. / Javier del Real

noble y con una fe limpia en los seres humanos, deja la nave en la que navegaba y que lleva por nombre «Derechos Humanos» para ser enrolado a la fuerza en la que protagoniza la ópera y que se llama «Indomable». Ya con este punto de partida, la cosa no parece pintar bien, y algo nos dice que la película que ponen en este cine va a terminar mal. Y si Billy Budd es nuestro héroe, lleno de humanidad, conflictos e imperfecciones, obligado a desenvolverse en un mundo de

crueldad y explotación, donde la violencia no necesita de argumentos, no lo es menos la heroicidad del propio compositor, Britten y su libretista, Foster, al plantear en medio del escenario, y en unos tiempos poblados de tinieblas para la libertad, el deseo homosexual de sus personajes. Un deseo que adquiere matices de destrucción en quien no puede reconocerlos como propios y que en Billy Budd se tiñen de nobleza y amor hacia el capitán del barco. Una ópera que seguramente le

habría encantado a Oscar Wilde, que tan solo unos pocos años antes del nacimiento de Britten había paseado por las mismas calles que nuestro compositor. Oscar Wilde tuvo una peor y más cruenta suerte al ser masacrado socialmente por sus contemporáneos por su condición de homosexual, aunque posiblemente lo que escandalizó a la sociedad de entonces es que Wilde tuviera la osadía de revestir su deseo con el sentimiento del amor, equiparándose a aquellos que querían apedrearle. Algo muy propio del Maestro de Armas de la ópera, que incapaz de aceptar sus deseos, se propone destruir a quien los despierta. Si, Billy Budd, que termina muriendo (siento haber revelado el final) encontrando la redención en el amor que siente por el capitán. Un malo, que es un pobre malo, un tipo que se ha quedado corto en su humanidad y un bueno, con algunas debilidades lo que le hace más real y cercano. Billy Budd parece estar escrita todavía para nuestros días. Aunque nuestras libertades se han completado desde su estreno, y la sociedad (no todas) han plasmado y protegido como derechos la manera de amar que todos podamos tener, no dejamos de estar en deuda con Britten, Wilde, Lorca y otros muchos que no escribieron una sola línea, pero que fueron enrolados en el «Indomitale» para dar lo mejor de sí mismos, en un acto de valor. ~


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Ópera

La ópera de Benjamin Britten ‘Billy Budd’ resulta ser un espectáculo fascinante en el que la capacidad de amar y ser amado se puede convertir en un carga insoportable si alguien decide que ni puedes amar ni puedes ser amado

Gabriel Ramírez Lozano {Madrid se dibuja precioso gracias a la luz amarillenta de un sol perezoso. Aunque se apaga, muy poco a poco, para dejar paso a una claridad artificial que varía dependiendo de si los noctámbulos son muchos o pocos, de si las fiestas se alargan algo más de la cuenta o acaban a la hora prevista, de si el que mira decide seguir disfrutando de lo sentido aunque falte. Las butacas del Teatro Real se ocupan con rapidez. A las ocho en punto de la tarde todo está preparado para que se represente la ópera de Benjamin Britten Billy Budd. Esperada desde hace demasiado tiempo. En el escenario, decenas de cabos hacen las veces de los barrotes que cierran una prisión. Porque el barco en que se desarrolla la trama es una cárcel cruel, llena de injusticia y vacía de los sentimientos que aportan la condición humana a las personas. Pronto sabemos que estamos frente a un todo en el que cada elemento es milimétrico y ocupa el lugar exacto. La iluminación es perfecta; el movimiento sobre las tablas luce ordenado y lleno de sentido; la música arropa a los cantantes con mimo. Todo parece haber estado allí desde siempre, esperando a que lo pudiéramos disfrutar. La partitura de Britten es sólida y se construye entre claras reminiscencias de Katia Kobanova de Leoš Janáèek y de Lady Macbeth de Minsk de Shostakovich. Acompañada por el libreto de Forster y Crozier, nos

BILLY BUDD

La imposibilidad de amar

Los aspectos técnicos de la producción están cuidadísimos. La luz está diseñada de forma soberbia. / Javier del Real

habla de la imposibilidad de amar. Siempre se dijo que Britten quería contraponer el bien y el mal en esta ópera desasosegante, pero ¿hay mejor forma de hacerlo que hablando de amar o no poder hacerlo; de no poder amar e impedir, al mismo tiempo, que otros amen? No deja Britten ni un minuto de respiro, la intensidad musical casada a la perfección con la dramática hace que el

que escucha tenga que dejarse llevar hasta ese territorio en el que se descubre una verdad. Es importante señalar que Ivor Bolton realiza una dirección musical que alcanza una gran altura logrando que la Orquesta Titular suene como el público de Madrid espera. De hecho, la ovación que recibieron director y músicos al finalizar la representación fue muy, muy, importante y eso no pasa todos los días. En el escenario no dejan de pasar cosas. Y ninguna es despreciable. El coro se impone a las dificultades de la partitura con robustez; después de un buen puñado de horas ensayando. Esto es algo que se intuye porque pocas veces se ha visto al coro Intermezzo con ese empaque sobre el escenario. Aunque Jacques Imbrailo consigue un Billy Budd luminoso y perfilado como el recipiente en el que cabe todo el amor del mundo, es Brindley Sherratt (encarnando a un torturado y lesivo John Claggart) el que más destaca desde el punto de vista vocal.

Sobre todo porque logra que la platea entienda qué es lo que sucede y, sobre todo, la razón por la que nos cuentan eso y no otra cosa. Muy bien Toby Spence interpretando un papel difícil (Vere). Y mientras los cantantes hacen su trabajo y los músicos el suyo, los espectadores comprueban que hay propuestas de los directores de escena actuales que merecen la pena. Porque son auténticas, porque resultan coherentes, porque crecen desde una inteligencia que se gestiona más que bien. El que escribe celebra que haya sido una mujer la que haya presentado una puesta en escena tan precisa y tan honda. Deborah Warner hace una lectura de la obra en la que las aristas son las protagonistas. No se queda en lo evidente sino que busca eso que está y no se dice. Entiende perfectamente que Britten vivía una realidad personal y que eso es imposible que no aparezca en la vida de un artista. Podrá estar más o menos oculta, será más o menos evidente, pero siempre está. La noche de ópera resulta estupenda. Todo lo que es emocionante deja un poso especial, deja la sensación en el espectador de que ha asistido a algo importante. Y es difícil no pensar en cómo es posible que esta ópera no se haya podido ver antes en el Teatro Real de Madrid. Más allá de Billy Budd, Madrid sigue esperando a ser paseada y a que la luz amarillenta deje su descanso diario para que sirva de adorno eterno. ~


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Atelier de músicas

Poner la guitarra eléctrica bajo el foco de la música de vanguardia, ese es el empeño del músico israelí, fundador del Ensemble Nikel, que acaba de publicar un disco con obras de Pierluigi Billone

Recomendaciones

CONTEMPORÁNEA

Pierlugi Billone / Sgorgo Y . N . oO / Yaron Deutsch / Kairos

En la tripas de las seis cuerdas magnéticas

GUITARRISTA Y DIRECTOR DEL ENSEMBLE NIKEL

YARON DEUTSCH

«La guitarra eléctrica tiene el camino totalmente despejado» Ismael G. Cabral {La configuración y los propósitos de las nuevas formaciones consagradas a la música contemporánea está cambiando. El Ensemble Nikel es uno de los conjuntos más activos en el panorama internacional. El repertorio que abarcan, radicalmente actual y comprometido con el presente sonoro y social, lo señala como un grupo de referencia. Su director artístico, el israelí Yaron Deutsch (1978) es, a su vez, un activo intérprete de guitarra eléctrica. El austriaco sello Kairos acaba de publicar un álbum que da cobijo al ciclo Sgorgo, del compositor italiano Pierluigi Billone (1960). –¿Cuáles son las dificultades centrales al abordar una obra para guitarra eléctrica de 75 minutos de duración? –Siempre me ha atraído la música de Billone, y desde mis inicios como músico profesional he prestado una gran atención a composiciones suyas. Tanto él como yo sentimos un enorme aprecio por los más sutiles detalles sonoros y, en ese sentido, nuestro acercamiento a la ejecución es clásica en bastantes aspectos. Pero Sgorgo es una obra ciertamente compleja en la que cuido mucho otorgar a cada una de las piezas del ciclo una sonoridad propia. Parámetros técnicos como la presión de los

dedos sobre las cuerdas, el timbre, los diversos modos de ataque, las dinámicas, las articulaciones y la propia relación entre el instrumento y mi cuerpo son elementos que he de controlar. –¿Considera que su instrumento tiene una literatura propia dentro de la música del siglo XX? –Si. Obviamente no al mismo nivel de la que gozan otros instrumentos

Tanto Billone como yo sentimos un enorme aprecio por los más sutiles detalles sonoros La cultura popular inunda nuestra vida y es difícil pero estimulante bloquearle el paso pero esto es incluso lógico. Tampoco lo veo como una desventaja, porque el camino para la experimentación está totalmente despejado, al no tener prácticamente pasado, historia. De todos modos no le ocultaré que me hubiera encantado que compositores como Luigi Nono, Karlheinz Stockhausen y Gerard Grisey hubieran legado alguna obra para guitarra

El guitarrista Yaron Deutsch, en un momento de un concierto. / Foto: El Correo

eléctrica en sus catálogos. –La guitarra eléctrica está intrínsecamente relacionada con el ámbito del rock y el pop. ¿Cree que para un compositor es complicado obviar esa asociación musical? –La cultura popular inunda nuestra vida y es difícil bloquearle el paso. El creador es una persona que no vive aislada, que está inmersa en el presente, y por tanto la historia del instrumento tiene un impacto directamente en él. Conseguir rechazar esas influencias sonoras para concebir algo nuevo creo que, aunque difícil, es posible y estimulante. –La presencia de su conjunto, el Ensemble Nikel, es cada vez más demandada en los grandes focos de la música actual. ¿Cómo se definirían? –Formamos un cuarteto de cuatro personas/intérpretes muy diferentes entre sí pero completamente complementarias. Solo abordamos aquella música que nos permite compartir con el público una experiencia excitante, que va más allá de la estricta academia, que amplía fronteras sónicas y vitales. Tenemos obras en nuestro repertorio de los compositores españoles José María SánchezVerdú y Abel Paul, pero también de autores como Eduardo Moguillansky, Stefan Prins, Michael Beil y Chaya Czernowin, entre otros. ~

I. G. Cabral {Junto con Helmut Lachenmann, aunque de una generación más joven, Pierluigi Billone es el otro gran aventurero en las entrañas del sonido, reventando en ocasiones las sutilezas que separan lo musical del detritus. El italiano confiere a cada sonido su propia autonomía dentro de una gramática abigarrada, virtuosa. El ciclo Sgorgo, para guitarra eléctrica sola, no necesita sorprendentemente dosificación. Deutsch expone cada surcos dotándolo de una lógica que se nos revela en la escucha. ~

CONTEMPORÁNEA

Funambules / Obras de Aperghis, Riehm, Prins... / Trio Accanto / Wergo

Tres músicos en el filo, con algún resbalón I. G. C. {Una de las grandezas que asume el intérprete de música actual es su asunción de la caída. La discriminación existe en menor medida; el material siempre es nuevo, susceptible de cambio, también de olvido. El Trío Accanto pone en sus atriles en este disco obras nerviosas, de formidable factura y pegada, como el Trio Funambule, de Aperghis. Sinaïa 1916, de Johannes Schöllhorn, es de una bella y rara serenidad. Mientras que las piezas de Riehm y Prins se asoman casi a la nada. ~


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Viajes

Puente Genil es un pueblo que cuida de la memoria de sus poetas. Cerca de allí nació Concha García, autora de este artículo. Nos cuenta el encuentro con las gentes de Puente Genil, como dibuja su consciencia lo que ha sido y cómo lo sintió

Puente Genil y la poesía Concha García {La población de Puente Genil, en plena campiña cordobesa, está dividida por el río Genil. Su nombre proviene de Pontón de Don Gonzalo que bajo el Marquesado de Priego estaba situado en la margen derecha y pertenecía a Córdoba. A la izquierda del río el nombre era Miragenil perteneciente al Marquesado de Estepa, en Sevilla. Como no se ponían de acuerdo, la regente reina María Cristina por real decreto los unió en 1834. Al entrar con el AVE, pasas de largo la antigua estación, que fue creada en 1865, una de las primeras de España. También fue el primer pueblo de Andalucía que tuvo electricidad en 1889. El río baja casi a rastras, es una lengua que apenas alcanza a estirarse con fuerza; me dicen que a veces es mucho más caudaloso. Están construyendo un paseo que se llamará Paseo de los Poetas. Allí nacieron poetas como Manuel Reina, Juan Rejano y Ricardo Molina. Pregunto a Antonio Roa, que organiza recitales poéticos desde el 2012 mediante la Asociación Cultural Poética, si no hay poetas mujeres en Puente Genil. La poesía era cosa de hombres en la campiña cordobesa. Ahora no, los tiempos cambian y las lecturas de poesía son acompañadas por el grupo de

Del mismo modo que hay pueblos que dejan morir a sus poetas en el olvido, en Puente Genil cuidan del recuerdo de los suyos. / El Correo

música Nameless. La pianista, Alicia Baena, tiene los dedos engarzados de música. Hay pueblos que dejan morir a sus poetas en el olvido, otros, que los ensalzan y celebran, gracias a personas que lo hacen posible porque que saben que el arte no solo nos hace más felices, sino que nos ayuda a sentir la vida en todas sus dimensiones, incluso la religiosa. Como en la mayoría de pueblos andaluces no faltan las cofradías, ni los hermanos cofrades. La Rambla, que es el lugar donde nací, también tiene sus cofradías, viene a cuento porque mi abuelo era Cofrade Mayor. Las cofradías y sus hermanos permiten

pensar en la masonería, pero no puedes entrar en sus secretos, y menos si eres mujer puesto que hasta hace pocos años era cosa de hombres. Nos cruzamos con los miembros de una orquesta que acaba de ensayar. Más de cincuenta hombres y mujeres vestidos de gala con sus instrumentos en la mano. No sé si la soledad de las grandes ciudades sería menos aguijoneadora en un lugar con tantas cofradías que, como me dice Ernesto Cáceres, dinamizan la vida cultural. Ernesto tiene vocación de docente. Es abogado y excelente transmisor de conocimiento destinado a los más frágiles de la sociedad, los niños y las niñas.

Ha publicado un libro ilustrado «Las fiestas de la Puente» con Jesús Berral. Explica a vuelo de pluma historias relacionadas con la población que invitan a recorrer sus páginas coloreadas de ilustraciones. Han construido un ocurrente artificio verbal y cromático de habilidosos juegos de palabras. No hay grandes empresas editoriales por medio, simplemente el gesto, el deseo de hacerlo posible. Ricardo Molina es el poeta que mejor conozco. Fue uno de los fundadores del grupo Cántico. Nació en 1917 y murió en Córdoba, en 1968, dos años antes le habían dado la plaza fija como profesor de literatura. Sus poemas son cerrados y abiertos, sensuales y melancólicos, clásicos y tiernos. Luis Antonio de Villena dijo que eran tiempos poco favorables para un creador que hubo de celar su condición homosexual, como la mayoría de sus compañeros de Cántico. Hay una foto en una cofradía del que él era hermano, está con traje oscuro, el fondo es negro y solo resaltan las manos cruzadas, la derecha sobre la izquierda, su perfil de hombre mediterráneo destaca con rasgos agudizados por algunas arrugas. No es posible esquivar este cuerpo de tierra / no es posible olvidarme de los ojos, los labios / el cuello y las mejillas y los brazos y el pecho / y los pies y los muslos y el vientre y la cintura / y el alma repartida / por todo nuestro cuerpo / como el sexo / una piel más sensible y brillante, un perfume / hondo como el deseo. Este poema lo escribió en la primavera de 1947, con treinta años. La calle Aguilar sube hasta el Calvario y la Iglesia con el sonoro nombre de Nuestro Padre Jesús de la Humildad. Se alza un monumento que en tiempos del dictador estaba dedicado a los caídos de un solo bando, ahora luce un poema en cada cara de los cuatro lados del monumento, así nadie se ofende, me dicen. Estamos en la parte más alta de la población. Bajamos de nuevo hasta el puente. Los desastres urbanísticos cometidos en algunas calles hacen que te sientas en cualquier extrarradio de ciudades como Madrid o Barcelona. Bloques de cemento y balcones con alguna ropa tendida. Los edificios no llegan a alcanzar demasiada altura. Puedes ver la hierba que crece en los campos de alrededor después de tanta lluvia en el mes de febrero. Puente Genil tiene muchas iglesias, te salen al paso. La matriz, que era la más importante, la de la Inmaculada Concepción, las ermitas, la del Convento de los Frailes… Las iglesias te salen al paso así como los concurridos bares a la hora del mediodía. Se nota que es domingo porque la gente ocupa las terrazas y los platos de tapas salen de las cocinas dejando un aroma exquisito. Cuando era pequeña en casa había una lata grande donde guardaba mi abuela los utensilios de coser, era una lata que decía: Dulce de Membrillo. Yo miraba atentamente el dibujo de un Cristo con la cruz a cuestas y en el fondo el rostro de la virgen con dos lágrimas, ocupando la tapa del dulce. No sé cuántos ratos me pasé mirando aquella lata. ~


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Recuerdos del siglo XX

En el memorial que proponía Juan Pérez González a sus vecinos de La Corchuela tendrían que figurar en lugar de honor los nombres de las víctimas provocadas por la ruina del caserío Nicolás Salas {Qué menos podría hacer la sociedad que honrar a quienes perdieron su vida en unos tiempos dramáticos, víctimas de una situación social y económica adversa para las clases más pobres. Nosotros proponemos; una vez más y ya van más de treinta años desde que lo hicimos por primera vez; que Sevilla dedique un Memorial a las víctimas del Tamarguillo. Un recuerdo público que deje constancia del sacrificio hecho por la sociedad sevillana entre los años 1961 y 1980, cuando las riadas, el hundimiento de edificios, la falta de viviendas y la pobreza extrema, los terremotos, los muertos de la Operación Clavel y de los derrumbes de casas en ruina, que hicieron teñirse de luto a miles de sevillanos. Qué menos que la ciudad los recuerde. Los muertos y heridos por derrumbamientos de edificios ruinosos, no lo fueron sólo por la fatalidad, sino también por la ambición desmedida, la ineficacia administrativa y la irresponsabilidad moral de algunas personas. Junto a la desinteresada entrega de muchos en favor de la pobre gente sin hogar, no faltaron quienes sólo tuvieron en cuenta sus propios intereses o se inhibieron de sus responsabilidades sociales. Entre 1964 y 1971, las víctimas por hundimientos fueron las siguientes: 1964.- 4 de noviembre: Esperanza Rodríguez Durán y José María Martínez Quintero, ambos de 18 años, que transitaban por la calle Redes, fueron alcanzados por el derrumbamiento del edificio número 11. La muchacha falleció en el acto y el muchacho resultó gravemente herido. Eran novios. 1964.- 24 de agosto: María del Carmen Muñoz Gutiérrez, de cinco años de edad, resultó herida muy grave en el derrumbamiento de la casa número 3 de la calle Aniceto Sáenz. 1965.- 28 de agosto: Joaquín Chacón López, de 66 años, resultó con heridas graves al derrumbarse parte de la casa número 37 de la calle San Luis. 1966.- 22 de julio: Josefa Tejero Muñoz, de 68 años, sufrió heridas y lesiones muy graves en el derrumbamiento de la casa número 20 de la calle Enladrillada. 1967.- 13 de abril: Ana María Gutiérrez Benítez, de quince meses de edad, resultó muerta en el derrumbamiento de parte del corral de San Joaquín, en la calle San Jorge, número 7. 1968.- 13 de enero: Seis personas murieron, una resultó herida gravísima y otra de pronóstico reservado, al hundirse durante la madrugada el edificio número 5 de la calle Guadalupe, que no estaba declarado en ruina. Los muertos fueron, Adela García Cid, de 55 años; su es-

Rostro de esta niña de quince meses, la víctima más joven del Tamarguillo y sus consecuencias. / Página del libro «Sevilla en tiempos de La Corchuela» (1996), de Nicolás Salas.

Falta un Memorial Personalidades de la época visitan el lugar de un siniestro. / El Correo

poso, Angel Caballero Fernández, de 65; su hijo, Juan Manuel Caballero García, de 26; Dolores Barrera Postigo, de 50 años; y sus hijos Manuel y Rafael González Barrera, de 21 y 19 años, respectivamente. Encarnación González Barrera, de 23 años, resultó con heridas gravísimas. El herido de pronóstico reservado fue Guillermo Caballero García, de 21 años. 1971.- 3 de abril. Manuela Rufo Sánchez, de 67 años, falleció al hundirse parte del edificio número 68 de la calle Aragón. En el mismo suceso resultó gravemente herida su hermana, anciana invidente, Sebastiana Rufo Sánchez. 1971.- 27 de agosto: Federico Georgio Rodríguez, de 62 años, murió cuando se encontraba visitando a sus familiares en el número 39 de la calle Pacheco y Núñez del Prado, en

pleno día, en el momento en que ocurrió el derrumbamiento de parte del edificio. Todos los habitantes del corral tuvieron que ser trasladados a La Corchuela ante la ruina total del inmueble. Además de los citados hundimientos con víctimas, hubo otros que no produjeron muertos ni heridos por verdadero milagro, pues hasta muy poco antes de derrumbarse parcialmente los edificios estuvieron ocupados por los inquilinos. Entre la amplia relación de este tipo de hundimientos, destacan por su espectacularidad y daños materiales, los siguientes: 1965.- 23 de abril: Calle Torrigiano, número 11. Pérdida de enseres del vecindario. 1965.- 26 de abril: Calle Fray Diego de Cádiz, números 24 y 25. Pérdida de enseres y algunos heridos leves.

1965.- 5 de noviembre: Calle Antillano Campos, número (?). Pérdida de enseres. 1967.- 26 de diciembre: Calle Divina Pastora, número 31. Pérdida parcial de enseres. 1968.- 15 de enero: Calle Covadonga, número 11. Pérdida parcial de enseres. El edificio se derrumbó totalmente poco después de abandonarlo nueve familias. 1970.- 17 de febrero: Calle Placentines, número 17. Pérdida de enseres. 1970.- 25 de junio: Calle Francos, número 67. Una finca de tres plantas, se derrumbó totalmente. No estaba habitada. 1970.- 3 de julio: Calle Flandes, número 3. Hundimiento total. Pérdida de enseres. 1972.- 8 de mayo. En el callejón Dos Hermanas, en la Puerta de la Carne, hundimiento de la casa número 12. 1973.- 20 de febrero: Calle Pagés del Corro, número 11. Pérdida de enseres. 1973.- 23 de junio: Calle Hiniesta, número 34. Pérdida de enseres. 1973.- 2 de julio: Calle Castilla, números 74 y 76. Pérdida de enseres. 1973.- 17 de septiembre: Calle Juan de Oviedo, número 9. Pérdida de enseres. 1977.- 27 de agosto. Calle Imperial, número 43. Pérdida de enseres. ~


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Instalaciones

Se ha clausurado en Jerusalén una interesante exposición sobre la influencia de los movimientos modernos en la arquitectura bajo el Mandato británico en Palestina. Una ocasión excelente para conocer más acerca de la construcción de Israel

En la colina de la primavera Augusto F. Prieto {Tras el colapso del Imperio Otomano, la Sociedad de Naciones encomendó al Reino Unido un Mandato sobre Palestina. Se garantizaba, así, la salvaguardia de los intereses británicos en Asia, al tiempo que se premiaban las intrigas del poder colonial, y su esfuerzo bélico en la Gran Guerra. Todo se hizo bajo la premisa de «asegurar el establecimiento de un hogar judío», sin perjudicar los derechos de las otras comunidades que habitaban la región. Establecido el Mandato en 1922, los británicos se lanzaron al desarrollo de las zonas urbanas, y a la implementación de las infraestructuras que permitieran la modernización del territorio. Esa energía seminal recibió pronto el apoyo, y los recursos, de las organizaciones sionistas, que a partir de 1930 inician su construcción nacional. Durante esa década y la siguiente se sientan las bases de una nueva sociedad, en la que la arquitectura va a definirse como un actor crucial, moldeando el estilo de vida, elaborando los conceptos de desarrollo y bienestar, y creando los patrones sobre los que se sigue construyendo en el siglo XXI. Era preciso levantar ciudades de la nada, en un tiempo mínimo, algo que se vería acelerado con la intensidad de las migraciones, sobre todo después de la Guerra Mundial. Los arquitectos que se ocuparon de ello llegaron inicialmente de la Rusia post-revolucionaria, y después de la Alemania nazi, y estaban influidos por el Movimiento Moderno de la Escuela de la Bahuaus, de Walter Gropius y Mies van der Rohe, y las ideas de Le Corbusier. Algunos habían estudiado con Erich Mendelsohn, padre del Expresionismo arquitectónico. La huida de esos técnicos de la depuración cultural inducida por los totalitarismos europeos, y cómo ayudaron con su obra a establecer el perfil de las modernas ciudades hebreas, no deja de ser reveladora. La Palestina británica se convierte en un laboratorio de ideas que busca generar un nuevo orden social, utilizando como herramientas las investigaciones de la vanguardia artística. Esa huella permanece en el territorio. Sobre estas premisas se levantaron grandes edificios en Jerusalén, se cerró la trama de Haifa, pero es sobre todo en Tel Aviv donde las nuevas doctrinas se expanden hasta definir el trazado urbano. La ciudad cuenta con el legado Bahuaus más numeroso del mundo, por encima de cuatro mil edificios, de los que un millar ha sido inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El centro de donde irradian está en el bulevar Rothschild. Son construcciones

Tel Aviv cuenta con el legado Bahuaus más numeroso del mundo. / El Correo

Fue sobretodo en Tel Aviv donde las nuevas doctrinas se expanden hasta definir el trazado urbano. / El Correo

discretas, caracterizadas por su color blanco, líneas aerodinámicas y estructuras de pureza geométrica. No se trata de edificios monumentales sino de pequeñas casas con gran calidad de acabados -aunque materiales precarios- y su importancia estriba en el espíritu con el que se proyectaron sobre el plan trazado por un soñador, Patrick Geddes. Es así como Tel Aviv –La colina de la primavera– ha devenido una ciudad racionalista, equilibrada, ordenada. La rehabilitación de estos edificios, después de su puesta en valor con investigaciones, como la que da lugar a la exposición, es continua, pero no todos han llegado intocados al siglo XXI. Actúa en detrimento de su conservación la propia sencillez de las líneas, fácilmente prostituidas mediante la mínima alteración o añadido, incluso por el impacto de edificaciones cercanas. Es necesaria una mirada atenta y preparada para interpretarlos. Debemos tener en cuenta, además, que algunos ya no existen. Por este motivo la muestra del Museo de Israel se hace imprescindible, las fotografías de época rescatan los planteamientos originales, y los aíslan, acompañados por planimetrías. La exposición recorre inmuebles erigidos durante el Mandato, destacando sobre todo su aspecto social, la libertad que el plan Geddes permitió en el diseño de una ciudad jardín, así como los condicionantes climatológicos que terminaron de cuajar la conocida como «Ciudad Blanca». Se destacan las viviendas unifamiliares, y los pequeños bloques que elaboran el tejido urbano, además de algunos equipamientos culturales, sobre todo salas de cine. En Jerusalén se levantaron obras más ambiciosas, como el rascacielos del YMCA, diseñado por Arthur Loomis Harmon, que ya había proyectado el Empire State de Nueva York; el Museo Rockefeller, y la Casa de Gobierno, planteadas por el arquitecto jefe del Mandato, Austen Harrison; o el emblemático hotel Rey David, con sus interiores de inspiración bíblica. Haifa, fue un centro industrial, y la puerta de entrada de la inmigración tras la formación del Estado de Israel, su casco urbano está plagado de interesantes propuestas modernas, como el Casino de Bat Galim. El material expuesto sigue a la investigación llevada a cabo por los arquitectos israelíes Ada Karmi-Melamede, y Dan Price, que se recopila en su libro «Arquitectura en Palestina durante el Mandato británico, 19171948». Diferentes empresas públicas y privadas organizan visitas guiadas por la ruta de la Bahuaus en Tel Aviv, además de contar esa ciudad con un activo centro de interpretación. ~ SOCIAL CONSTRUCTION MODERN ARCHITECTURE IN BRITISH MANDATE OF PALESTINE Museo de Israel. Jerusalén.


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Fotografía

Hasta el 26 de marzo, la sala de la tercera planta de Caixaforum (Fundación La Caixa) situada en el madrileño Paseo del Prado, acoge la recopilación familiar de un fotógrafo a considerar, un mago al que Jean Cocteau dijo: ¡Sorpréndeme! El

PHILIPPE HALSMAN (1906-1979)

La sorpresa de la fotografía

Daniel González Irala {La vida de este letón afincado en Estados Unidos queda marcada en su inicio por una acusación grave que le llevó, antes de los años 30 del siglo pasado, a pisar la cárcel; tras estudiar ingeniería en Dresde. Es así acusado de parricidio contra su progenitor Morduch, quién en realidad murió en una excursión campestre por los Alpes Suizos. Eran malos tiempos para los judíos y un fuerte antisemitismo poblaba la mayor parte de regiones del Este de Europa. Para este complicado proceso judicial contó con el apoyo de intelectuales como Albert Einstein, Sigmund Freud o Thomas Mann que hicieron que la condena no se alargase más de dos años. Más tarde viviría en París donde empezó a cultivar una fotografía entre primitiva y surrealista, por la que conocería y haría relaciones con personajes del mundo cultural a quienes retrataría en poses que, desde la configuración del encuadre y la composición a los gestos buscados, le llevarían también, debido a la Segunda Guerra Mundial, a afincarse en los Estados Unidos. Célebre por sus retratos a todo tipo de personajes famosos, así como por las 101 portadas publicadas en la revista Life, es más que reseñable su trayectoria tanto en publicidad, moda o encargos institucionales de todo tipo. El carácter directo, el perfeccionismo técnico, la atención al detalle y la continua búsqueda y experimentación se deja ver en esta exposición que ha sido posible gracias a la colaboración de su familia viva. Dividida en cuatro partes en todas las cuales el retrato tiene una importancia preponderante, las imágenes más complejas las va adquiriendo con el oficio, destacando sobre todas ellas las series de Jumpology donde descubrimos como al saltar muchos de sus protagonistas se quitan máscaras y los vemos en un tono más desenfadado; también destacó Halsman por su amistad muy fructífera laboralmente, con Salvador Dalí, a quién dedica dos largas secciones (una de ellas dedicada sólo a su bigote, así como la colaboración publicitaria conjunta en torno al perfume Chanel) fruto de una amistad de cuarenta años.

Alfred Hitchcock (1962). / Philippe Halsman

Desde los primeros años en París, la influencia y conocimiento de André Gide, le hizo saber sacar partido en la publicación en revistas como Vogue, Harper’s Bazaar o Voilà. Autodidacta desde un principio, se hace conocedor del movimiento Nueva Visión, caracterizado por los efectos con luz artificial, así como los encuadres ajustados al objeto, lo que finalmente le llevaría a una suerte de surrealismo. De la serie Vistas desde París (1931-35) es destacable la toma casi desde el suelo de los jugadores de petanca. Por otro lado, resulta magnífica la del Anuncio de Tecalemit, que es un producto para extinguir fuegos y en la que vemos un coche ardiendo; más oscuras, quizás producto del virado en sepia de la gelatina de plata, son las de las jirafas, el canguro o el león tomadas en el zoo de Vincennes. Marcándose ya su estilo como retratista, destacan los retratos a Claude Delacroix y al misterioso hombre fumando en pipa; el de Michelle Levy, nos es mostrado con tal brillo que parece una figura de cera. Comienza Halsman a hacer las suyas en laboratorio en los de Ruth Haurwitz (componiendo una ima-

gen doble de la misma modelo) y en la que sobre figura anónima superpone partes de la cara sobre la inicial. El estudio de la cabeza de dos mendigos (la serie es de tres fotos) sirve para hacernos ver deformaciones y cambios en lo humano, producto de sus vivencias a la intemperie; al retrato escorado de Helmar Lerski, sobrevienen las también tres expresiones del actor Michel Vitold, caracterizadas por la ira, el placer con la comida y un inicio de bostezo. De los que trabajó directamente para la galería Pleiade, destacan las de André Gide, Marc Chagall, el arquitecto Le Corbusier, Alain Terrano, el artista André Malraux o Grossman apurando un cigarrillo,… Ya en Estados Unidos empieza su especialización, trabajando en entornos íntimos con todo tipo de personajes en sesiones cortas. Realiza además imágenes promocionales de campañas electorales,

‘Dalí atomicus’, imagen definitiva creada por Philippe Halsman en 1948. / Fotografía de la exposición ‘¡Sorpréndeme!, en CaixaForum

Fue célebre por sus retratos a todo tipo de personajes famosos, así como por sus portadas de ‘Life’

cubiertas de libros y carteles de películas. En esta etapa se hace también coleccionista de todo tipo de fetiches y dispositivos relacionados con este arte. Destacan el retrato de una joven Audrey Hepburn vestida de negro bajo un árbol, la imagen conjunta de Vivien Leigh y Laurence Olivier que parece recién sacada de un fotograma; por otra parte incluso a los neófitos sonara ese primer plano de Einstein. En color y enigmática, se nos aparece la cara de Angelica Huston rodeada de flores y de vueltas a la escala de grises el de Gloria Swansson sobre fondo blanco, algo inaudito para los que la siguieron en El crepúsculo de los dioses; son igualmente reseñables los retratos de Rita Hayworth bebiéndose un granizado, el boxeador Muhammad Ali e incluso una anónima realizada en una peluquería o salón de belleza. A esta altura empieza a practicar el retrato con fotomontajes diversos, con lo que la especialización va aún a más. El dramaturgo Edward Albee con sus personajes sobrepuestos en su frente, el ajedrecista Bobby Fischer casi del todo silueteado, Andy Warhol (o Philippe Halsman jugando a ser-


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Fotografía

trabajo es espectacular y sugerente aunque destaca, por su atractivo, la serie ‘Jumpology’. Esta es una exposición que se puede visitar por cualquiera que tenga un mínimo interés en la fotografía

En París comenzó a cultivar una fotografía entre primitiva y surrealista lo), David Merrick en dos poses, una de las cuales aparece dentro de una máscara teatral, Alfred Eisanstaed dando la impresión de que tiene tres piernas o un Clint Eastwood congelado y a la vez en movimiento. Antes de Jumpology, la exposición recopila instantáneas de Marilyn Monroe en la que vemos su manera de caminar de espaldas, el posado como si fuese atacada por un monstruo, la que se realiza en un autocine u otras más melancólicas como la fechada en 1954. La serie Jumpology no sólo pretendía mostrar la cara más desenfadada de los famosos a los que retrató, sino que técnicamente hecha en estudio con una especie de croma-key muchos de ellos se vieron como desnudos y sin máscaras delante del objetivo. Entre otros muchos destacan a nuestros ojos Gina Lollobrigida, Jacques Tati apoyado en su bastón, William Holden, Anthony Perkins o

Audrey Hepburn / Fotografía Philippe Halsman

los duques de Windsor (instantáneas éstas tomadas desde altura baja pues la edad no permitía muchos malabarismos). Dentro de la sección de puestas en escena y una vez hubo sorprendido al mismísimo Jean Cocteau (quién le retó a ser sorprendido) se nos aporta trabajo que se consideró fundamental como el Maniquí de Lester Gaba de pose casi pictórica, Bárbara Bates en un montaje taxidérmico así como en la playa y sus colaboraciones como foto-fija en películas como 8x8: A Chess Sonata in 8 Movements o Goodbye again con Ingrid Bergman. También destaca la serie dedicada a Alfred Hitchcock y Los pájaros, en ella se nos muestra a Tippi Hedren sobre los diversos fondos del film, así como la celebérrima del director con un largo puro y un pájaro sobre el cigarro. No abandona del todo el cine en las dos secciones siguientes que aportan su trabajo con Salvador Dalí; destacamos aquí Desnuda con palomitas o El artista ve, huele y habla como un demonio, cuyos juegos con lupa recuerdan al cartel del film La huella de Mankiewicz. ~


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Libros ilustrados. Más que palabras

Podrá montar uno una moto por entregas, recrear un monumento con piezas adquiridas semana tras semana y hasta construir su propio robot galáctico por el mismo procedimiento, pero, al final, lo que cautiva son los libros. No se ha Dos colecciones llaman a voces a los lectores desde los quioscos: las novelas de viajes y aventuras de Julio Verne y la edición conmemorativa por los 70 años de Lucky Luke. Ambas ofrecen un reencuentro rebosante de emociones que no están al alcance de cualquiera. Puro riesgo César Rufino {De chicos no los llamábamos quioscos, porque no lo eran. La petulancia de esta palabra la reservábamos para los bares exentos de los bulevares, del parque y del paseo del río, con sus arquitecturas regionalistas, sus camareros con chaquetilla, sus platillos de papas cortesía de la casa y sus pretensiones evocadoras. Los otros –los nuestros– eran, sencillamente, puestecillos: cuatro simples chapas en una esquina con un tejadillo verde y una vieja dentro que constituían la armadura de un mundo de fascinación. En ellos se dispensaba todo lo que un niño feliz podía ansiar. Algunos, además de a la venta menuda, se dedicaban al cambalache, y todo ello se hacía con calderilla que olía a alcancía de barro: los niños juntaban las propinillas de los mandados y las paguitas semanales en una hucha con vanas expectativas de prosperidad, porque cada semana, hipnotizados por los colorines de los tebeos colgados de las pinzas, se le metía un cuchillo por la ranura y el fruto de esa matanza acababa invariablemente en las arrugadas y mágicas manos de la señora del puestecillo, dispensadora oficial de fantasía. Pero la vanagloria y la fatuidad del progreso arrastraron como una riada a los puestecillos, con todas sus viejas dentro y todas las pertenencias infantiles. En su lugar se erigieron, esta vez sí, solemnes quioscos desplegables regentados por treintañeros eficientes y repletos de cosas que los mayores compraban tirando ya no de calderilla sino de billetera. Desaparecieron los tebeos, se desvaneció la magia de la vuelta de la esquina y se volatilizó una forma de ser niño sin la que es imposible explicar la melancolía. Llama la atención que, de hito en hito, los editores lancen a spot y platillo colecciones destinadas a quienes conocieron y vivieron (y perdieron) esa emoción, con idea de que se animen a recrearla. Y resulta asimismo curioso que los establecimientos donde se pueden adquirir sean precisamente estos

Volver al quiosco quioscos, herederos fornidos de aquellos famélicos puestecillos de la España franquista de los que colgaban los sobres de soldaditos, los recortables, los cuentos pulga y docenas de tebeos y librillos maravillosos. Dos de estos lanzamientos merecen mucho la atención: uno, las novelas de los Viajes extraordinarios de Julio Verne, con el sello RBA; el otro, la edición coleccionista por los setenta años de Lucky Luke, publicada también por entregas por Planeta DeAgostini. ¿Quiere que le quite los cartones?, se ofrece la quiosquera con una amabilidad que apela al sentido del pragmatismo del cliente, pero ignorando que si fuera por pragmatismo ese cliente no estaría allí. Los náufragos de aquella infancia –es decir, los invocados por las editoriales que lanzan coleccionables– necesitan llevarse bajo el brazo los cartones relucientes con toda su dotación de folletillos y cartas, para que la ficción les dure más. Pero con o sin ellos, al final el efecto es el mismo: ampliar la moratoria del propio pasado, fingir

Las andanzas de Lucky Luke por el lejano Oeste americano eran vitaminas para el espíritu aventurero de la chavalería que aún se es quien se era y alimentar esa creencia con preciosas lecturas que nos devuelven a un tiempo en el que nos sentíamos a salvo. El primer contacto de quien suscribe con el mundo de Lucky Luke fue un llavero plateado de su caballo, Jolly Jumper, que vendían por quince pesetas en una papelería que había en la calle Asunción en la esquina de enfrente de Pibe, en cuya puerta se sentaba una ancianita con un canastito a vender cartuchos de pipas y caramelos de gajos de naranja y de limón, a cuatro por peseta. Por aquel entonces, el intrépido y solitario cowboy formaba parte de las lecturas de lujo de la chavalería; eran una especie de cómic gourmet que complementaba de maravilla a los tebeos habituales de la editorial Bruguera, con

Las editoriales ofrecen la posibilidad de suscribirse a estas colecciones a través del quiosco, con interesantes promociones y descuentos.

todos sus mortadelos y sus carpantas. Dibujar el flequillo inconfundible del vaquero en el margen de un libro del colegio en pleno ataque de aburrimiento era una de las distracciones de la hora de la siesta en la escuela mientras se oía el bisbiseo infecundo del profe de Matemáticas. Lucky Luke era un héroe, y sus andanzas por los arenales del lejano Oeste americano, repletos de oportunistas a prueba de incautos, salteadores, sinvergüenzas bajitos con bigote y calaveras de vacas eran vitaminas para el espíritu aventurero de la chavalería; esa chavalería excesiva que salía de los cines de verano pegando patadas al aire o inscribiendo zetas en frentes imaginarias, según hubiera visto una de chinos o una del Zorro. Así que complace –por un lado– y entristece –por otro– caer en la cuenta de que el tipo del pitillo ha cumplido ya setenta castañas y que probablemente hasta el último de los pelos de su enhiesto flequillo se habrán ido ya por el desagüe de la ducha. Pero en los tebeos, que son la inmortali-


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inventado nada más evocador. Los editores lo saben y cada año lanzan nuevas ocurrencias, la mayoría de ellas de extraordinario interés, que atrapan al lector por la melancolía. Los efectos de estas obras son balsámicos. Es lo que se compra

Se trata de una recreación de la antigua Colección Hetzel, las novelas de Julio Verne ilustradas por artistas de su época dad hecha papel, un héroe nunca la palma, de lo cual es prueba fehaciente el que ahora regrese en forma de colección elegante. Aquel caballo socarrón de crines amarillas, el mismo que una vez tuvo forma de llavero plateado en las manos de un niño que acababa de sacarle quince pesetas a su alcancía, vuelve a todo color con todos los demás: el perro bobo Rantanplán, los hermanos Dalton y su madre, el enterrador, Juana Calamidad... y, como en Astérix, un montón de cameos de actores famosos: Lee Van Cleef, Jack Palance, Alfred Hitchcock... Y se dice como en Astérix porque tanto un personaje como el otro son fruto de la misma mente prodigiosa: la del guionista francés René Goscinny. Si en las aventuras de los irreductibles galos el dibujante es

Al igual que en los tebeos de Astérix, los de Lucky Luke rebosan socarronería, espíritu crítico y un catálogo prodigioso de personajes secundarios.

Uderzo, en las del cowboy canijo el arte lo pone Morris –Maurice de Bévère–, un dibujante belga que se sirvió de colores sencillos y muy efectistas, unas composiciones deliciosas y un catálogo de personajes arquetípicos del género que pasarán no ya a la historia del cómic, sino del arte. Afirmar que Lucky Luke es en cierto modo un Astérix del Oeste tendría mucho de verdad: la misma retranca de determinados personajes, el mismo muestrario de ingenuos y cretinos, el mismo sentido del humor, los mismos secundarios maravillosos y similar afán crítico. Lucky Luke es una burla de las sociedades melindrosas, la cobardía, el miedo, la ignorancia... «Si solo colgáramos a culpables, Texas sería un aburrimiento», se excusa el sheriff de Smulch Gulch al célebre vaquero. Y si a alguien no le queda claro, los tomos de la colección incluyen un apéndice final con vocación de dosier donde se explican estas y otras cosas, amén de curiosidades, datos e informes diversos de la obra y del mundo del llamado Far West.

Junto a los relucientes cartones de Lucky Luke, el quiosco exhibe los de los libros de Julio Verne. «Del primero ya no me quedan», se lamenta la señora, «porque se ve que los maestros se los han puesto a los niños como trabajo de clase y han volado». Al final, los niños y los quioscos vuelven a acabar juntos, es su sino. No es de extrañar, porque merece la pena hacerse con estos libros que recrean la antigua Colección Hetzel, esto es, la primera y bellamente ilustrada edición de las aventuras de Julio Verne, a quien Pierre Jules Hetzel encargó en la segunda mitad del siglo XIX una serie de novelas que estimularan y recogieran esa afición general por los viajes, por lo exótico y por el descubrimiento que se había instalado en la población europea a partir del ya declinante movimiento romántico. Sí, el Romanticismo se estaba diluyendo arrastrado, como en España los puestecillos, por nuevas corrientes; en esa ocasión, los nuevos gustos hablaban de realismo, de verismo. Por eso Hetzel rehusó encargar las

ilustraciones a ese astro del grabado que era Gustave Doré –entonces, en la cima de su fama, pero emblema de aquella otra época que tocaba a su fin– y hacerse con una nómina de dibujantes de primera fila que han acabado contándose entre la pléyade de pintores franceses. Uno de los más elogiados de este equipo fue Alphonse de Neuville, alumno de Delacroix nada menos y presente en varios museos del país, quien antes de irse de la editorial dejó algunos estupendos retratos de personajes –caso de Phileas Fogg y Picaporte, los protagonistas de La vuelta al mundo en ochenta días–. Fue él quien ilustró algunos de los primeros libros de esa serie de Viajes extraordinarios que Verne escribió para Hetzel y que, sumando una sesentena de títulos, acabaron componiendo el corpus más sobrecogedor jamás publicado de novelas de aventuras: De la Tierra a la Luna, Viaje al centro de la Tierra, Cinco semanas en globo, Veinte mil leguas de viaje submarino, Miguel Strogoff, Los hijos del capitán Grant, La isla misteriosa, Robur el conquistador... Amigos de Verne, aquellos ilustradores intentaron atrapar junto a él la personalidad de los protagonistas, el peligro de sus andanzas y la excepcionalidad de los parajes que las escenificaban. Además de Neuville, estaban Georges Roux, Léon Benett, Jules Ferat, Édouard Riou... La experiencia de leer un libro de Julio Verne a partir de la interpretación visual de estos pintores y bajo la sugestión de una edición antigua añade calidad a la huella que queda en el espíritu del lector. No eran poca cosa: aquel Benett, por ejemplo, que fue por cierto el que más novelas de este autor ilustró –alrededor de la mitad– hizo lo propio también con títulos de Victor Hugo, Tolstoi, Erckman-Chatrian, Flammarion y otros cuantos. Eran, además de excepcionales artistas, incombustibles viajeros y amantes de lo misterioso y de lo científico, y esa emoción se transmitía al papel a través de sus pintorescos trabajos. Todo esto se encuentra justo ahora en los quioscos, envuelto en flamantes plásticos y enmarcado en cartones de colorines que destacan su bajo precio y la oportunidad única. No, no han vuelto los puestecillos y no volverán jamás; aquel mundo ya no existe, para bien y para mal. Pero en los quioscos hay una poderosa llamada a los niños que lo fueron y que recuerdan con orgullo haberlo sido. Quien aún tenga hucha de cerdito haría bien metiéndole el cuchillo por la ranura, porque esto no va a suceder siempre. Todavía se puede construir un mundo con calderilla. Absténganse quienes, por cuestión de edad, no hayan aprendido a valorar la melancolía. ~


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Escrito para... Lo revolucionario, hoy en día, es leer. Aunque la frase se empieza a convertir en algo estereotipado, lo cierto es que, en la actualidad, alejarse de la televisión basura; de unas redes sociales convertidas en un aluvión de información imposible de digerir y, ...entender la ausencia

Los hermosos vencidos Carmen Daza {Leonard Cohen en 1992, en una entrevista con Alberto Manzano para Diario 16: A.M. - Tu último libro apareció en 1984 con el título de Libros de la misericordia, que es un libro de salmos, y tu última novela data de 1966, Los hermosos vencidos. Se podría decir que la literatura ha sido arrinconada por el cultivo de las formas musicales en los últimos tiempos. L.C. - Los hermosos vencidos fue mi segunda novela y tuvo críticas gloriosas. Gloriosas. Pero sólo se vendieron tres mil copias. Fue entonces cuando decidí que debía examinar mi situación un poco más de cerca. Comprendí que no podía ganarme la vida como novelista. Reflexionando sobre ello ahora, creo que he ido de bajada desde entonces. Aquello fue mi cima. Los hermosos vencidos de Leonard Cohen es una novela narrada en primera persona por un erudito especializado en una tribu indígena canadiense casi extinguida. Aunque poca narración y poca historia hay en realidad: las reflexiones y los recuerdos del narrador se van encadenando y entrecruzando con las imágenes de la indígena santa Catherine Tekakwitha y de su ex-mujer suicida, y con el recuerdo de su mejor amigo F., que falleció loco unos años atrás y que fue quien le enseñó el lado salvaje de la existencia. El estilo narrativo es cauti-

y a confluir en la parte más estrecha del reloj de arena, cuando tengan que pasar todos juntos por allí. Aunque también es posible que el libro hable de algo totalmente distinto. En su poemario El libro del anhelo Leonard Cohen escribe lo siguiente sobre Los hermosos vencidos (la traducción es mía): Los hermosos vencidos fue escrito al aire libre, en una mesa puesta entre las piedras, las malas hierbas y las margaritas, en la parte de atrás de mi casa de Hidra, una isla del mar Egeo. Viví allí hace muchos años. Fue un verano extremadamente caluroso. Nunca me cubrí la cabeza. Lo que tienes en tus manos es más una insolación que un libro.

Portada de ‘Los hermosos vencidos’.

Leonard Cohen.

vador, la prosa de Cohen es tan hipnótica y obsesionante como sus canciones. El narrador se ha quedado solo con sus muertos, y da la impresión de que intenta comunicarse más con ellos ahora que no están, de lo que lo hizo en vida. De ahí también su desesperación, su mujer y su amigo han tenido que morir para darse cuenta de lo que significaban para él estas dos personas.

¿Qué saqué en claro de todo el libro? Más bien poco, sobre todo impresiones de contrarios que se buscan y se repelen al mismo tiempo, y que son los contrarios que conforman el pasado y el presente de la sociedad canadiense: los indios y los jesuítas, los anglófonos y los francófonos, la amistad y la traición, el sexo y el misticismo. Y todos estos elementos solamente podrán llegar a unirse

Calificación: Una rareza genial. Tipo de lector: Que sepa inglés o consiga hacerse con un ejemplar de segunda mano de esta obra, la edición en español está agotada. Tipo de lectura: Difícil y exigente, divertidísima por momentos y en otros muy conmovedora. Engancha desde la primera línea. No le sobra ni una página o le sobran todas, depende de la opinión. Argumento: El narrador, sus fantasmas, su pasado, y la carta póstuma de su mejor amigo. ¿Dónde puede leerse? Sentado a pleno sol en una isla griega. Preferentemente sin cubrirse la cabeza

...descifrar el cine

Andrei Tarkovsky Gabriel Ramírez Lozano {Hablar del cine de Andrei Tarkovsky no es sencillo. Su obra es corta, pero de una intensidad, de una profundidad, que produce vértigo a todo el que se acerca con el ánimo de analizar o, simplemente, de sacar alguna conclusión. Sin embargo, Carlos Tejeda firma un libro sobre el autor y su cine que cualquier seguidor del director ruso o, sencillamente, aficionado al cine, tendrá que agradecer al echarle un vistazo. Tejeda logra algo muy difícil al escribir con claridad de una obra sumamente compleja. Analiza cada elemento del cine de Tarkovsky (al menos los fundamentales aunque revisa una buena parte de la totalidad) y resume cada película del autor aportando una visión extensa y enriquecedora. Los sueños, el agua, el fuego, la levitación como forma de expresión amorosa; aspectos que pueden resul-

tar crípticos para los seguidores de Tarkovsky y, por supuesto, para los que se acercan a su cine por primera vez. Carlos Tejeda, añade una extensa bibliografía al final de la obra que puede ser muy útil para los que deseen continuar indagando en el mundo de Tarkovsky (están anotados los volúmenes más interesantes, sin duda). Es este un libro detallista que quiere mostrar lo importante. Pero no sólo del contenido sino del continente de cada película. Porque también señala con acierto cómo Tarkovsky mueve la cámara, la importancia que esto tiene si atendemos al punto de vista; porque también señala los detalles de los decorados; porque también echa un vistazo a elementos sicológicos de los personajes que resultan más que interesantes. Y lo hace sin pontificar, arrimándose lo justo a la obra, con la perspectiva adecuada. Un buen ensayo.

Portada de ‘Andrei Tarkovski’.

Calificación: Muy bueno. Tipo de lectura: Exigente aunque puede hacerse por partes dependiendo del interés de cada uno. Tipo de lector: El que quiera saber so

Andrei Tarkovski.

bre Tarkovsky. Pero, sobre todo el que quiere entender. ¿Dónde puede leerse?: Frente a una pantalla en la que se pueda ir viendo lo explicado.


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Escrito para... muchas veces, de dudoso buen gusto; o de una cultura convertida en ocio, parece ser un objetivo imposible de conseguir. En Aladar seguimos creyendo que la mejor forma de afrontar la realidad es con un libro entre las manos ...entender lo poco que importa una vida en tiempo de guerra

...descubrir la extravagancia del lenguaje

¡No pasarán! (Las aventuras de Max Fridman) Gabriel Ramírez Lozano {A finales del año 2011, Norma Editorial, publicó el tomo integral de ¡No pasarán! (Las aventuras de Max Fridman) que reúne las tres partes de la historia (Desaparecido, Río de sangre y Sin ilusión); además de un dossier, algunos episodios extras, documentos y el prólogo de Pepe Gálvez. El autor de este cómic, Vittorio Giardino, logra una potentísima narración ambientada en la Cataluña de final de Guerra Civil Española. Servicios secretos, espionaje, contraespionaje, política, valentía, idealismo, muerte, maldad, amistad; todo ordenado para hablar del ser humano cuando se enfrenta a las situaciones límites y de vuelta a la normalidad. El dibujo es cuidadoso y detallista; el color magnífico y la estructura de las páginas idóneo para que la narración avance sin altibajos. Los personajes se perfilan desde uno o dos rasgos y crecen desde allí mientras que el entorno dibuja el resto (la forma que los personajes tienen de percibir y asimilar lo externo es muy importante en este cómic).

Juego de las decapitaciones

amigos, se moverá por la zona republicana llegando al frente del río Ebro para volver a Barcelona. No pasarán! es un cómic estupendo que desarrolla algunas ideas de importancia sin entrar a tomar partido claro desde un punto de vista político. Merece la pena leer esta obra. Los diálogos son precisos y el dibujo forma un conjunto excelente con esas intervenciones de los personajes. Atención a la conversación de Max con el general Galgo en una terraza barcelonesa en la que se puede ver el puerto de la ciudad al fondo.

Max Fridman, excombatiente de las Brigadas Internacionales, viaja desde Suiza a España, buscando a su amigo Guido. Tendrá que aprender a vivir en un enjambre difícil de soportar en el que todos tienen intereses contrapuestos y en el que todos quieren utilizar a Max en beneficio propio. Junto a viejos y nuevos

Calificación: Muy bueno. Tipo de lector: Jóvenes, adultos. Tipo de lectura: Muy divertida y enriquecedora. Argumento: El final de la guerra. Lo poco que importa la vida de un ser humano. ¿Dónde puede leerse?: En Barcelona sería maravilloso. Pero, por ejemplo, en Toledo también lo es.

...decidir ser escritor y otra cosa más

Trabajos forzados, los otros oficios de los escritores Daniel González Irala {Una periodista italiana, Daria Gallateria, merodea más en el dato que en la leyenda, lo que es de agradecer, dado su oficio. El trabajo del editor, siempre elegante y que incluye un marcapáginas con dramatis personae, aclara mucho. En cuanto a la lectura hay que decir que sólo dos de los escritores de la nómina pudieron, quizás, hacer de la vida disoluta un estilo literario o artístico: Boris Vian, factótum del surrealismo francés, de quién sólo se reseña como debilidad el estar rodeado de obreros y cuya biografía no recoge su divertida muerte ejemplar; y Colette, a quién conocíamos por ese libro maravilloso de Capote, Los perros ladran, que dado lo dado decidió dilapidar una fortuna, poniendo un negocio de bisutería.

Por lo demás, Gallateria desmitifica el marxismo de Maxim Gorki en una semblanza por la que nació mendigo y se hizo a sí mismo de la manera más prosaica. Jack London, trabajador manual y de fuerza bruta, inasequible al desaliento, de donde le vinieron terribles dolores de espalda a la hora de escribir. Los dos popes de la novela negra: Hammett y Chandler; el primero, que antes de ser detective llegó a cobrar honorarios de empresas de publicidad, asegurando que este oficio es también literatura; el segundo que intentó ser periodista sin éxito, llegando a acercarse al oficio de contable. Por haber, resultan curiosos los personajes que se dedicaron a la política, como Paul Claudel, su tocayo Morand o el ambivalente André Malrraux. La lectura aporta una visión que permite matizar y tamizar vidas con el objetivo

Imagen de la portada del libro.

de poner los puntos sobre las íes sobre razones y motivos; lo consigue si el lector se mezcla con una mitomanía capaz de lo mejor y de lo peor. Calificación: Curioso. Tipo de lector: Aficionado a las biografías. Tipo de lectura: Un poco intransigente, pero en cualquier caso cuidadosa. Argumento: Curiosidades sobre escritores. Personajes: Bien seleccionados. ¿Dónde leerlo?: En la plaza Navonna romana.

José Lezama Lima.

Augusto F. Prieto {Es genial la comparación que José Ángel Valente hace de José Lezama Lima con un pulpo, en su prólogo, porque es cierto que la escritura del autor cubano tiene, efectivamente, algo de enorme presa multiforme, capturada por inmersión en distintos abismos con brazos poderosos llenos de infinitos ojos táctiles. Sus textos tienen una carga poética que participa de la investigación surrealista, y forman una circularidad de imágenes sucesivas y complejas que componen una ensoñación. Un lenguaje excesivo salpicado de neologismos y palabras ignoradas por las academias. Se atisba el drama estético de una corte oriental en un perverso Juego de las decapitaciones, creado sobre la magia y el engaño, que da nombre a este libro. Un sueño húmedo, acuático, marino; eso es Fugados, un cuento que tiene que ver con la adolescencia, un relato que como todos los de esta recopilación, como todos los de Lezama, parece encerrar un secreto. La hiperestesia está presente en El patio morado, donde encadena la descripción en movimiento de cada uno de sus mínimos componentes, en una historia pintada con colores violentos, situada en el corazón del palacio obispal. Los otros relatos son crípticos, enredados en símbolos, y ponen al lector en dificultades, porque Lezama Lima fue un genio y en todos los genios hay algo de difícil comprensión. Calificación: Extraordinario. Tipo de lector: Voluntarioso. Tipo de lectura: Críptica. Argumento: Ausente. Personajes: Diluidos en la impresionista. ¿Dónde puede leerse?: En La Habana, en el Malecón.


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Suplemento cultural

El Correo de Andalucía Sábado, 11 de febrero de 2017

Libros

Después de diez novelas, el gallego Ramón Pernas se siente «eterno escritor por descubrir». Ahora confía en seguir reclutando nuevos lectores con ‘El libro de Jonás’, recién publicado por Espasa Recomendaciones

RELATOS

Virginia Woolf / Las aventuras agrícolas de un cockney. Las aventuras de un padre de familia / Nórdica

La forja de mamá Virginia

RAMÓN PERNAS

«No hay nada más serenamente real que lo mágico» Alejandro Luque {Aunque lleva publicadas diez novelas, Ramón Pernas (Viveiro, Lugo, 1952) se siente «un eterno escritor por descubrir». Con su última entrega, El libro de Jonás, que acaba de ver la luz en Espasa, espera reclutar nuevos lectores. Se trata de un retorno a su pueblo natal, camuflado bajo el nombre de Vilaponte, sobre el que proyecta una mirada tierna y memoriosa. «En el fondo es un libro de los afectos. Una evocación de aquellos chicos cuya infancia transcurrió en una España que era un país en blanco y negro; que se preguntaban dónde estaríamos de mayores, sin saber que todos se irían dispersando: unos serían emigrados, otros se quedarían como testigos... Yo sobre todo echo de menos a los que ya no están». La novela arranca con el momento en que una varilla de paraguas lanzada como una flecha hace perder un ojo al niño Justo Pastor Blanco, pero a su vez lo convierte en un vidente que se anticipa al futuro. No será el único suceso extraordinario que se desarrolle en estas páginas, que remiten de entrada a Cunqueiro «y otros autores como Wenceslao Fernández Flórez, Torrente Ballester o el Cela de Mazurca para dos muertos. «El uso del subjuntivo, las elipsis, esa forma de escritura mágica de la realidad, es algo que

da la tierra, del paisaje. No hay nada más serenamente natural que lo mágico. Eso me permite, por ejemplo, convertir a la muerte en un personaje normal, o trasmutar al mal en la figura del Diablo. Es algo que forma parte de la tradición oral gallega, que pasaba –aunque ya no lo haga tanto– de padres a hijos, cuando no había consolas ni smartphones, ni siquiera televisión», agrega.

El escritor Ramón Pernas, en una imagen promocional./ El Correo

«No concibo la literatura sin esos guiños a lo que no se ve, y sin embargo está ahí» «Yo me siento más cerca de Luis Mateo Díez que de la Generación Nocilla» «No concibo la literatura sin esos guiños a lo que no se ve, y sin embargo está ahí», prosigue Pernas. «En todo caso, lo que quiero reivindicar a través de estos artificios son los afectos, desde los nueve años del narrador al principio, hasta la edad crepuscular en que una pareja espera consolidar su relación. Porque la pasión y el deseo no tienen fecha de caducidad,

frente al cuerpo y la piel, que sí la tienen, lo que demuestra que la juventud está sobrevalorada». De cualquier modo, la mirada que el autor de títulos como Paso a dos, Pabellón azul, En la luz inmóvil u Hotel Paradiso «quiere ser amable, optimista, porque yo mismo he sido muy feliz cuando se dieron esos acontecimientos. el silencio estaba más presente que los ruidos, los viejos valores se mantenían intactos, y los sueños podían incluso ser posibles». Algo diferente de su percepción del panorama de la narrativa española actual, que a juicio de Pernas «demuestra la liviandad de la oferta existente. Me temo que se lee más a autores que tienen una narrativa lineal, televisiva», denuncia. «Yo me siento más cerca de Luis Mateo Díez que de la [Generación] Nocilla, por mucho que tenga diferentes versiones». Desde su labor al frente de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, Pernas afirma haber tratado de defender la buena literatura más allá de modas y contingencias. Ahora, sonríe al desear a los lectores que «disfruten leyendo mi novela al menos la mitad de lo que yo lo he hecho escribiéndola», y añade: «Estoy seguro de que no les defraudará, y si no, que apliquen la máxima de mi empresa: si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero». ~

A. Luque {Virginia Woolf no solo ha sido uno de los nombres capitales de la narrativa del siglo XX, ejerciendo una influencia determinante sobre escritores como García Márquez, Borges o Clarice Lispector. También ha supuesto uno de los pilares del feminismo contemporáneo, especialmente gracias al imprescindible Una habitación propia. Cuando ya parecía que toda su obra había sido traducida a nuestro idioma, de pronto la editorial Nórdica ha sorprendido incluso a los seguidores más fieles de la autora de Orlando y Al faro rescatando dos obras cortas que datan de su niñez –cuando contaba diez y trece años, respectivamente, y aún se llamaba Virginia Stephen– de asombrosa vigencia y frescura, prácticamente desconocidas incluso en Inglaterra. Estas obras, que vieron la luz en Hyde Park Gate News, un periódico creado por sus hermanos y ella misma para recoger noticias de su familia, llaman la atención, en primer lugar, por la madurez de una autora en estado germinal pero ya con un brillante futuro por delante. En ellas se narra las peripecias de un joven matrimonio del East End londinense que decide mudarse al campo, como de un tiempo a esta parte vienen haciendo tantos urbanitas hastiados de las incomodidades modernas y nostálgicos de una vida bucólica que acaso ya no pueda estar a su alcance... Pero lo que más deslumbra de estas dos piezas es su restallante ironía, la precoz inteligencia de una pluma que observa y atrapa el mundo como pocas. La edición de nórdica viene con traducción de Ainize Salaberri e ilustraciones, bellísimas, de una gran Maite Gurrutxaga. ~


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