Galería de grabados. 1956. Litgrafía, 31,9x31,7 cm. The Escher Foundation Collection. All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Sábado, 8 de abril de 2017 Nº 135 @aladar_cultura
Inventar la modernidad con lápiz y papel
La obra de Maurits Cornelis Escher llega desde La Haya arrastrando la infinitud de las realidades alternativas que imaginó
La etapa adulta e infantil de Virginia Woolf
Recordamos el impulso de María de Maeztu
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Arte
La mayor parte de la obra de este artista se custodia en el Museo Escher de La Haya y sale ahora de gira por el mundo. La exposición de Madrid ofrece mucho más de la que inicialmente se espera en una muestra comercial. La muestra es muy importante
El ilusionista del papel Augusto F. Prieto {Sin duda Maurits Cornelis Escher es uno de los artistas que fundaron la modernidad. Se escapó de lo previsible, de los caminos habituales, y profundizó en algo nuevo, tanto que alguna de sus obras solo se resolvió, años después, gracias a los avances en la matemática y la ciencia computacional. Todos los lectores lo conocen. Es heredero de otro de los grandes, Giovanni Battista Piranesi, de sus cárceles, y de su inventiva visionaria, pero también de sus arduas peleas con la técnica para convertirse en un virtuoso, porque por delante de su imaginación, analítica y desbordante, se sitúa el artesano humilde, prodigioso obrero, instruido en los conocimientos del grabado, del dibujo, y de la xilografía. La muestra del palacio de Gaviria es muy importante. En primer lugar expone muchos de sus trabajos originales, en formatos que no son los que acostumbramos a ver en los libros de arte. Después porque recorre su vida artística, desde
Lazo de unión. 1956. Litografía, 25,3x33,9 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
los bocetos que hizo de los pueblos de Calabria que le llevaron a la investigación sobre los volúmenes y la armonía de la arquitectura popular, hasta la infinitud de sus realidades alternativas. Se destaca su maestría en el trazo y la punción, y se repasa su influencia en la modernidad, en el cine, el cómic, la publicidad, así como en otros autores. Demuestra en fin la exposición esa triple cualidad de mente genial, trabajador perfecto, y artista inspirado que le sitúan en un lugar diferenciado. Se completa el recorrido con vídeos y animaciones, con recreaciones en 3D, y con juegos de ingenio con los que los asistentes pueden comprender mejor los mecanismos escherianos, basados en el engaño del ojo humano. Holandés, criado y extinguido dentro del siglo XX, influido determinantemente por los patrones infinitos de la Alhambra, Escher dibujó un mundo que quizás exista en una realidad alternativa, donde la percepción visual es engañosa y
el espacio trasciende las habituales dimensiones. Para el espectador es difícil de aprehender, pero comprensible, y es ese hecho de su familiaridad lo que lo convierte en algo inquietante y perturbador. EN EL RECINTO El Palacio del marqués de Gaviria es uno de los edificios paradójicos de Europa. Conserva -sin restauraciones- unas zonas nobles impresionantes, e inusuales en una ciudad como Madrid, son la imponente escalera de acceso y los salones de la planta principal con su galería a un patio acristalado. Se modeló esta residencia en el XIX según el estilo de los palacios italianos. Al mismo tiempo que el edificio se ha conservado bien, aunque con el añadido de una planta, un activo centro comercial de tiendas de electrónica y decomisos ocupa el resto del predio. Y hasta hace poco tiempo los grandes salones aristocráticos albergaban una popular discoteca. Este solapamiento de
usos que lo mantiene vivo y lo singulariza, lo convierte en el marco ideal para esta exposición. Lo preferimos así –porque somos decadentes- que convertido en un hotel de lujo, o en otra innecesaria institución oficial. El palacio de Gaviria hermana a la villa y corte con Nápoles, con Palermo, o con Bucarest, y la coloca en su geografía evidente, entre París y Marraquech, no nos engañemos. El salón de los espejos tiene unas proporciones áureas, amplificadas por los frescos de Joaquín Espalter con secuencias de la Historia de España, la capilla mantiene el misterio de su recogimiento, y la galería cierta cualidad doméstica; los estucos de la escalinata son de una calidad superior que desafía el tiempo. Ante el azogue de sus espejos bailaron Alaska e Isabel II, y en sus peldaños se hizo la carrera, y aún se sientan los malotes de la periferia. Define una ciudad viva, anclada a su pasado, opuesta a la odiosa artificiosidad mercantilista de los Primark, y los Panishop. ~
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Arte por la cantidad de trabajos originales que se pueden ver y por el repaso profundo, ordenado y atractivo, que se hace de la obra de Maurits Cornelis Escher. Además, la muestra puede verse en el Palacio del marqués de Gaviria, una paradoja.
Día y noche. 1938. Xilografía, 39,1x67,7 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Emblema VI, Palmera. 1931. Xilografía, 18x14 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Dragón. 1970. Póster de luz negra, 75x49 cm. Colección particular, Italia. All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Algarrobo. 1932. Xilografía, 31,9x23,9 cm.Colección particular, Italia. All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Belvedere. 1958. Litografía, 46,2x29,5 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Convexo y cóncavo. 1955. Litografía, 27,5x33,5 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
Relatividad. 1953. Litografía, 27,7x29,2 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
División regular del plano II. 1957. Xilografía en rojo, 24x18 cm. The Escher Foundation Collection All M.C. Escher works © 2017 The M.C. Escher Company. All rights reserved
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Historia
María de Maeztu y Whitney luchó durante toda su vida por la igualdad de la mujer frente al hombre. Cuando comenzó a dirigir la Residencia de señoritas, en 1915, apenas tenía a su cargo, pero durante el periodo de la Segunda República el número
MARÍA DE MAEZTU
El impulso de la cultura femenina Anabel Rodríguez {En otros dos artículos que he escrito para Aladar, hablé de dos de las instituciones culturales más importantes de principios del siglo XX: La Residencia de Señoritas y el Lyceum Club Femenino. La primera institución, fue la hermana gemela de la Residencia de Estudiantes y por ella pasaron, como profesoras o alumnas, muchas de las mujeres más importantes de aquella época: Maruja Mallo, Victoria Kent, Maria Goyri… La segunda fue una institución creada para posicionar y apoyar a la mujer en el mundo cultural y científico. El Lyceum fue atacado desde las más oscuras cuevas del machismo y la Iglesia católica, que no veían con buenos ojos eso de que las mujeres no se encomendasen a algún santo patrón y pretendiesen hacerse un hueco o prestarse ayuda, sin que el clero pudiera controlarlas. Ambos organismos tenían miembros en común, mujeres de extraordinaria relevancia de muchos de cuyos nombres nos hemos olvidado. La que más peso tuvo de todos estos miembros fue María de Maeztu y Whitney. María nació en Vitoria en 1882. Su padre era el ingeniero Manuel de Maeztu Rodríguez, hacendado cubano de origen navarro y su madre Juana Whitney era hija de un diplomático inglés. La pareja no llegó a casarse nunca. María fue hermana del controvertido político y escritor
La lucha por la igualdad de mujeres y hombres fue el objetivo de María de Maeztu. / El Correo
Ramiro de Maeztu, otro de sus hermanos conocidos fue el pintor Gustavo de Maeztu. La familia se estableció en Vitoria y quedó en una situación precaria tras la muerte de su padre (que como ya he dicho nunca llegó a casarse con Juana). Fue esa penuria económica lo que decidió a su madre a trasladarse a Bilbao, donde fundó una academia anglo-francesa para señoritas, en la que María colaboró activamente. Se licenció en la Escuela Normal de Magisterio en el año 1898 y comenzó al poco tiempo su carrera como maestra, que le llevaría a Santander, Bilbao y finalmente a Madrid, donde recaló en 1909. Fue esta experiencia como maestra la que le llevó a decir posteriormente: «Es verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no ha de ser con la del niño, sino con la del maestro». Queda clara su motivación y entrega a la hora de formar a las nuevas generaciones de estudiantes. María de Maeztu consiguió después de su título de maestra el de bachiller y el de licenciada en Filosofía y Letras, con premio extraordinario. Muy cercana a personajes como Unamuno u Ortega y Gasset, fue pensionada para ampliar sus estudios y viajó a países como Inglaterra, Francia, Bruselas, Estados Unidos o Alemania. Dominaba varios idiomas y realizó traducciones del alemán y del inglés al castellano de diversos autores.
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Historia
de chicas que ocupaban las instalaciones era de 500. Su labor fue reconocida por un gran número de entidades educativas de todo el mundo aunque en España fue olvidada. Murió en Buenos Aires, ciudad a la que se exilió durante la Guerra Civil
Es en el año 1915 cuando se le asigna la dirección de la institución conocida como Residencia de Señoritas, que comenzó con treinta plazas ocupadas por pocas alumnas (si no recuerdo mal eran tres chicas catalanas que habían solicitado plaza allí). Durante la República tenía más de quinientas pensionadas y otras quinientas en lista de espera, según ella misma comentaba a los periódicos. El año 1936, la Residencia de Señoritas ocupaba doce edificios. También dirigió la Sección Preparatoria del Instituto–Escuela desde 1918 hasta 1934. Excelente pedagoga y oradora, llevó a cabo su misión como directora de la Residencia de Señoritas combinando el control necesario para que las muchachas no estuvieran en boca de nadie y al mismo tiempo permitirles tener un ámbito de libertad. El examen al que se sometía a las alumnas era férreo, pues era una excelente oportunidad para que pudieran ser «ejemplo» a la sociedad. La Residencia supuso una bocanada de aire fresco donde la formación y la socialización se daban la mano y permitían la convivencia de mujeres de diversa ideología. Según la antigua alumna y periodista Josefina Carabias, la Residencia de Señoritas fue la causa y no la consecuencia de que tantas mujeres acudieran a la universidad aquellos años. La metodología di-
dáctica se basaba en la convivencia, la tolerancia, integración de las ciencias y las artes. El éxito de su forma de concebir la enseñanza fue evidente. María de Maeztu defendía la igualdad entre hombres y mujeres y la necesidad de que el acceso a la educación fuese idéntico en ambos casos. Se definía a sí misma como feminista y proclamaba la necesidad de que las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los varones. Era necesario que la mujer fuera al matrimonio con igualdad de derechos y deberes, que fuera independiente económicamente de su esposo. Para todo esto, era necesario crear no un «ángel del hogar» sino una mujer que tuviera medios para vencer en la lucha por su existencia. Sólo así podría ir la mujer al matrimonio con auténtico amor y no dependencia. Justificaba el divorcio de las parejas por ser el único camino que tenían los cónyuges cuando no habían logrado hacerse el uno al otro. Como he manifestado al principio, también fue la primera presidenta del Lyceum Club Femenino, que compartía muchas de las finalidades de la Residencia de Señoritas. De hecho muchas de las profesoras o conferenciantes de la Residencia también ocupaban cargos en ambas instituciones. Y era lógico pues el Lyceum pretendía apoyar a las mujeres que destacaban en diversos ám-
bitos culturales y prestar ayuda y apoyo a las que no se encontraban en las mejores circunstancias (en sus diversas secciones). La actividad del Lyceum se nutrió de la experiencia de la Residencia, era allí donde muchas mujeres exponían su obra pictórica o daban a conocer sus escritos. Fue nombrada doctora Honoris Causa en diversas Universidades de todo el mundo. Su dominio de varios idiomas le permitió desarrollar una interesante tarea como traductora de obras pedagógicas. Durante la dictadura de Primo de
María de Maeztu dedicó su vida a la enseñanza de la mujer, a posicionarla en el mundo. / El Correo
María de Maetzu fue nombrada doctora Honoris Causa en diversas Unviersidades Rivera, concretamente entre los años 1927 a 1929, María, respaldada por su hermano Ramiro, aceptó ser miembro de la Asamblea Nacional (Congreso de los Diputados), en la sección dedicada a la educación. Durante la República fue vocal del Consejo de Instrucción Pública, y también miembro del Consejo Nacional de Cultura. La ideología de María era conservadora, aunque posiblemente no tanto como la de su hermano Ramiro, que fue fusilado a manos de las milicias republicanas. Es entonces cuando María, que ya había sido rele-
vada de la dirección de la Residencia de Señoritas (cerrada durante la guerra), decide exiliarse de España con destino a Buenos Aires. A pesar de ser una persona de ideología conservadora (en sus últimos años se acercó peligrosamente a la ultraderecha), no quiso regresar a España tras la guerra, consciente de todo lo que se había perdido y de la imposibilidad de recuperar la Residencia de Señoritas o el Lyceum. En Argentina pasó los últimos años de su vida y fue nombrada catedrática de Historia de la Educación, cargo que ocupó hasta su muerte. Sólo regresó para asistir al entierro de su hermano Gustavo en 1947, un año antes de su muerte. Su cadáver fue repatriado y descansa con el resto de su familia en el panteón familiar que crearon en Estella, pues su madre decidió ir a pasar los últimos años de su vida a esa población navarra. María de Maeztu dedicó su vida a la enseñanza de la mujer, a posicionarla en el mundo. Ha sido una de las más importantes figuras de la historia de la educación en nuestro país, una de las pedagogas más importantes y que, sin embargo, como tantas otras, permanece en el olvido. Dedicó sus esfuerzos, no sólo a educar en un sentido formal, sino a crear una formación intelectual que fomentase la responsabilidad y la participación igualitaria en la construcción de la sociedad española. ~
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Libros ilustrados. Más que palabras
Si uno lee ‘Kew Gardens y otros cuentos’ en el Cercanías, camino del trabajo, cabe la posibilidad de que al apearse cambie de rumbo, se dirija al parque más próximo y decida deshacer su hastío y rehacer su vida. Hay mucho que aprender
El secreto de
Virginia Woolf
Nórdica Libros publica dos volúmenes con relatos de Virginia Woolf: uno de su etapa adulta y otro con dos cuentos de cuando era aún una niña. En los dos, cada uno a su manera, está la verdad de una escritora que amaba la vida mucho más de lo que pareció dar a entender con su suicidio César Rufino {Siempre que uno se enfrenta a la obra de un suicida, la fatalidad de esa condición está presente como un estigma a lo largo de toda la lectura –si se trata de un libro– o de la contemplación –si consiste en el trabajo de actores de cine, cantantes o artistas plásticos–. En el caso de una novela o de unos relatos, uno no puede evadirse en ningún renglón del peso dramático de que su autor acabaría dándose muerte por su propia voluntad, como si la naturaleza de suicida tuviese carácter retroactivo y se extendiese sobre toda su existencia, sobre toda su memoria y sobre todas sus obras como una premonición fúnebre y contra natura. Y si esos renglones fueron escritos por Virginia Woolf, como los que publica ahora Nórdica Libros, dicho lastre parece emparentado con las piedras que metió en su abrigo para que el vecino río Ouse se la tragara sin excusas un viernes de marzo de 1941. Hay cierta afición a creer que la escritora era una persona taciturna y amargada –porque los prejuicios también pesan lo suyo y no hay opinión que se libre del ahogamiento si lleva cargados con ellas los bolsillos–. No fue así. De hecho llegó a ser lo contrario, alegre y entusiasta, cuando se lo permitía la enfermedad mental que arrastraba desde hacía un cuarto de siglo. El secreto de Virginia Woolf era que amaba la vida, especialmente la de sus seres queridos, y posiblemente murió porque no estaba dispuesta a ser un pedrusco en el abrigo de ninguno de ellos, merecedores de una felicidad y una libertad que ella hacía inviable. Saber esto imprime un carácter casi devocional a la lectura de los dos libritos indispensables que Nórdica ha puesto en circulación: uno, Kew Gardens y otros cuentos, con ilustraciones de Elena Ferrándiz, recoge tres relatos maravillosos escritos en la treintena; el otro, Las aventuras agrícolas de un cocney, ilustrado por Maite Gurrutxaga, narra las hilarantes andanzas de un matrimonio que la autora escribió con su hermano cuando tenía entre diez y trece años. Ambos confirman, de modos extraordinariamente opuestos, el amor por la vida de una mujer a la que hay que desuicidar literariamente con carácter de urgencia,
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de Virginia Woolf, una autora que comprendió que, paradójicamente, para volar necesitaba meterse piedras en los bolsillos. Sus relatos de madurez y de infancia revelan el carácter auténtico de una mujer que era «la literatura hecha carne»
para poder leerla en estado de gracia, como se merece. En este último volumen se aprecia especialmente su sentido del humor y su extraordinaria percepción narrativa de la existencia ya desde sus años más tiernos, cuando aún se apellidaba Stephen y escribía con sus hermanos el periódico Hyde Park Gate News, donde reunían y contaban con la mayor sorna posible todos los acontecimientos graves, leves, relevantes o absurdos de la vida familiar. Ainize Salaberri, la traductora de este relato infantil y su continuación, Las aventuras de un padre de familia, afirma que Virginia Woolf era «la literatura hecha carne», y confirma que pese a la mocedad con que firmó estas obrillas, en el relato del cockney «reconocemos algunas de las características que terminaron por ser santo y seña de Virginia, pero también descubrimos un alma un tanto desconocida, sorprendente y risueña, que dista mucho de la imagen que se ha tenido de ella durante años», dejando en su ánimo un estado de felicidad latente y generalmente malinterpretado. Aquí, las ilustraciones de Gurrutxaga son también más infantiles, concretas y desenfadadas, frente a las de Ferrándiz en Kew Gardens y otros cuentos, donde las imágenes emulan la hondura poética y simbólica de los relatos e intentan reproducir los colores con los que Virginia Woolf describe el mundo que le interesa. Con sus sombras y contraluces y sus figuras insinuadas y desenfocadas, las ilustraciones son un llamamiento a la imaginación del lector para que adecúe su ánimo a los ambientes y situaciones descritos. Aclarado esto, los tres relatos de este volumen
En esta página, ilustraciones deMaite Gurrutxaga. En la anterior, una de las que incluye el libro Kew Gardens y otros cuentos, de Elena Ferrándiz.
son una pasada. El primero, Kew Gardens, está ambientado en el jardín botánico de Londres y podría sintetizarse como la historia de un arriate; lo que sucede delante de él por los siglos de los siglos, que son básicamente recuerdos, como si aquello fuese un enorme mosaico de memorias particulares: está el hombre que pasea con su mujer y sus hijos mientras recuerda que fue allí donde pidió matrimonio a la joven Lily, de la que apenas recuerda el detalle de la hebilla plateada de su zapato, la libélula que revoloteaba alrededor y la convicción de que el rechazo fue lo mejor que le pudo pasar; está el anciano que ha perdido la cabeza y al poco aparecen por allí dos mujeres de clase media baja que apenas saben decir otra cosa que «Nell, Bert, Lot, Cess, Phil, Pa, dice él, dije yo, dice ella, dije yo, digo yo». Y así van transcurriendo las personas, las cosas, las horas, que son solo destellos de colores que nacen, explotan y se disuelven bajo la incidencia pasajera del rayo de luz que les da vida. En Una casa encantada, el segundo relato de la terna, una pareja de fantasmas recorre una casa habitada buscando su vieja alegría: cuando dormían, cuando leían en el jardín, cuando llevaban las manzanas al desván... que es otra deliciosa forma de contar lo mismo. Y en el descomunal La marca en la pared, la narradora destaca el pensamiento sobre la acción, la imaginación como decisión personal sobre la banalidad como fenómeno colectivo. Al hilo de lo que parece ser una mancha sobre la chi-
«Descubrimos un alma un tanto desconocida, sorprendente y risueña, que dista mucho de la imagen que se ha tenido de ella»
Virginia Woolf (Londres 1882 Sussex 1941) está considerada una de las figuras más destacadas del modernismo literario del siglo XX.
menea, la protagonista vuela por las alturas de su espíritu, repara en los árboles, admirables, que «crecen durante años y años, sin prestarnos atención, en los prados, en los bosques y en las riberas, todas ellas cosas en las que nos gusta pensar». Se fija en el árbol y en «la sensación seca e íntima de ser madera»; madera llena de trinos y de patitas de insectos, «un mástil desnudo sobre una tierra que gira sin cesar durante toda la noche» y que ni siquiera al morir y transformarse perderá su existencia: «Para un árbol sigue habiendo un millón de vidas pacientes y atentas en todo el mundo, en los dormitorios, en los barcos, en las calles, en las salas donde hombres y mujeres se sientan después de tomar el té a fumar cigarrillos. Este árbol está lleno de pensamientos serenos, de pensamientos felices». Y todo esto lo decía la protagonista para sí misma, como un secreto. ~
lecturas recomendadas CÓMIC. Bitch Planet Kelly Sue DeConnick y Valentine De Landro / Astiberri
Subversivas, bienvenidas al planeta de las zorras C.R. {En el mundo del cómic siempre ha habido mucha trola entreverada. Por eso, cuando el lector aficionado (y escarmentado) se topa con uno de verdad, se produce un sentimiento inmediato de adhesión que tiene mucho de reencuentro y de renovación de votos. Eso mismo ocurre con Bitch Planet, donde la historia de Kelly Sue DeConnick y los dibujos de Valentine De Landro componen un homenaje de tomo y lomo a la más clásica literatura pulp intrépida, sorprendente, barata y de quiosco que surtió de fantasía a varias generaciones de niños occidentales y, en particular, americanos. Aquí se trata del planeta de las zorras, una colonia penal apartada de la Tierra a la que mandan a las mujeres que son demasiado... lo que sea: inconformistas, independientes, obstinadas. Una distopía que se presenta en su primer tomo como una suma de tebeos encuadernados, incluyendo aquellas célebres últimas páginas de anuncios de venta por correspondencia de engañabobos que aquí forman parte del argumento. Una crítica del sexismo y el fundamentalismo de EEUU. Aunque haya casos mucho peores. ~
NOVELA. Agni y la lluvia Dora Sales y Enrique Flores / Kalandraka
Esas pequeñas cosas que pueden cambiar la vida C.R. {Agni y la lluvia es un libro aleccionador que su autora, Dora Sales, escribió entre Castellón y Sevilla pero con el corazón puesto en ese Ganges cochambroso y mágico donde convergen la vida y la muerte de los millones de los desahuciados, menesterosos, desamparados y miserables de la India. Agni es un niño de diez años analfabeto, soñador y feliz que vive con sus padres y su hermanita en un barrio de chabolas de Bombay y que trabaja en un lavadero de ropa. Es la clásica familia humilde que pese a las carencias logra crear un paraíso sentimental para sus hijos. A partir de aquí, el libro se convierte en un paseo por las entrañas, las curiosidades y las costumbres del país vistas a través del entusiasmo y la ingenuidad de un niño, pero sobre todo en un muestrario de sus desigualdades atroces que la autora administra sabiamente con una mezcla de desconsuelo y de ternura para conducir al lector, con ayuda de las acuarelas de Enrique Flores, al verdadero destino de esta ruta: la conciencia de la importancia de la solidaridad y la certeza de cómo las pequeñas cosas pueden cambiar la vida. ~
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Literatura
El autor de esta entrevista contacta con Charles Bukowski a través de una ouija literaria que resulta inquietante. Los textos utilizados en las respuestas son tomados de ‘El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco’, ‘Shakespeare nunca
La ouija y Charles Bukowski Fernando González Nohra {Por muy pequeño que sea un hombre, siempre descubrirá que puede serlo más. Quería tomar algo y fui al Antro Azul. No era que el sitio se llamara exactamente de esa manera; es más, que yo recuerde no tenía ningún nombre, pero era de verdad un antro a las justas iluminado por una pastosa y mortecina luz azul que se desparramaba por las paredes, oprimiéndole a uno el alma y tiñéndolo todo de color muerte. Así que normal, pues, el Antro Azul... Estar ahí sentado hacía que uno se sintiera desgraciado, desequilibrado o al borde de la locura, pero la cerveza era barata y no le añadían agua... aunque los bocaditos de queso no supieran a queso ni a nada semejante. Como siempre, el lugar parecía desolado, salvo por un viejo escandaloso situado al final de la barra que a gritos me conminó a que le comprara una cerveza. Estaba por decirle que se la comprara su vieja cuando en esa añeja y en apariencia bombardeada cara reconocí a Charles Bukowski, el viejo indecente. No tenía para pagar otra cerveza, pero aún así, ni huevón, le acerqué la mía y aproveché para pedirle una entrevista; el bueno de Hank me miró con ojos severos y pidió por ella 500 dólares. —F.G.: Lo siento, esto es lo único que puedo darte. —C.B.: Es una pena, por 500 dólares soy capaz de convertir a Burt Reynolds en lesbiana. Pero estoy aburrido, así que a ver si dejas de mirarme tanto y empiezas de una vez. —Es que tienes una cara especial, como si hubieses llegado al final de algo. —Yo creo más bien que es una cara parida a golpes, tuve granos como forúnculos. Además, en 1989 superé una tuberculosis. —Eres un tipo duro, siempre lo has sido. —Sí, soy el mito. El incorruptible, el único que no se ha vendido. Mis cartas se subastan en el Este por 200 dólares. Y yo no puedo comprarme una bolsa de pedos. ¿Qué dices de eso? —Que no me sorprende. Bueno, para comenzar, hay gente que encuentra en tu literatura cierto parecido con la de Hemingway. ¿Cu-
ál es tu opinión al respecto? —Que están equivocados: el tipo sabía escribir, pero no sabía reírse. —Ya que descartamos a Hemingway, ¿cuáles consideras que fueron tus influencias? —Al principio, Céline y Knut Hamsun... hasta que conocí a John Fante, el único al que he podido besarle el culo. Luego me gustó Camus, pero cuando empezó a hacer discursos en las academias, murió su fuerza de escritor. No fue un accidente de automóvil lo que lo mató, no. Por eso ahora mi principal influencia soy yo mismo. —Entre tus libros de cuentos, novelas y poemas, se ve que tuviste una producción dilatada. ¿Qué es lo que quisiste decir con tu obra, qué buscabas con ella? —Nada, mi obra no tiene un significado especial que yo sepa. Yo no buscaba justicia ni lógica. Nunca lo he hecho. Quizás por eso nunca escribí cosas de protesta social. Para mí, la estructura entera carecería siempre de sentido, al margen de lo que hicieran con ella. Realmente no puedes sacar nada bueno de algo que no está ahí. —¿Qué piensas entonces que es lo más importante que ha dejado tu escritura? —He recibido muchas cartas de gente que afirma que mi escritura le ha salvado el pellejo. Pero yo no la escribí para eso, la escribí para salvar mi propio pellejo. Eso es lo primero que debe hacer la escritura. Si lo hace, entonces será automáticamente jugosa, entretenida. —Leyéndote se puede sacar claramente en limpio de que disfrutabas escribiendo tu obra, que gozabas con ella. ¿Esto la hace buena? —Sólo existe un juez definitivo de la escritura, y es el escritor. Puedo asegurar que aunque el dolor no crea la escritura sino que la crea el escritor, cuanto más viejo es un escritor, mejor debería escribir; ha visto más, sufrido más, perdido más, está más cerca de la muerte. Esta última es la mayor ventaja. —Ya que tocamos el tema: el suicidio, tanto como el dolor y la muerte, ha sido siempre un tema recurrente en tus textos. ¿A qué obedece esta tendencia?
Portada del libro editado por Anagrama que une tres novelas de Bukowski.
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Literatura
lo hizo’, ‘Se busca una mujer’, ‘La máquina de follar’, ‘Música de cañerías’ y ‘Escritos de un viejo indecente’, obras en las que Bukowski ya dijo todo lo que tenía que decir y de la forma más apasionante
Portada de ‘Mujeres’. / El Correo
—Hay algo en mí que no puedo controlar. No puedo cruzar un puente con el coche sin pensar en el suicidio. Nunca puedo contemplar un lago o un océano sin pensar en el suicidio. Bueno, tampoco le doy demasiadas vueltas. Pero se me aparece de repente en la cabeza: SUICIDIO. En cambio la muerte tenía muy poco significado para mí. Era la última broma de una serie de bromas pesadas. —Muchos de tus detractores se centran en el hecho de que redundaras tanto en el fracaso y en la temática del perdedor como figura y lev motiv de tu obra. —Es que el conocimiento es, si no se aplica, peor que la ignorancia. Yo no era un hombre que pensara, yo me movía por lo que sentía y mis sentimientos se dirigían a los lisiados, a los torturados, a los condenados y a los perdidos, no por compasión sino por camaradería, porque yo era uno de ellos, y también trabajé por sueldos de miseria mientras un pez gordo violaba vírgenes de catorce años en Beverly Hills. Como ellos, yo estaba perdido, confuso, era inde-
Portada de ‘Se busca una mujer’. / El Correo
cente, miserable, miedoso y cobarde; injusto, y amigable sólo a ráfagas, y aunque estuviera jodido, sabía que eso no me ayudaba, no me curaba, sólo reafirmaba mis sentimientos. —En consecuencia no te consideras un intelectual... —En absoluto. Un intelectual es un hombre que dice una cosa simple de un modo complicado; un artista es un hombre que dice una cosa complicada de un modo simple. Yo me considero un artista. Aunque lo soy muy raras veces. La mayor parte del tiempo no soy nada. —Sólo un loco más, ¿no? —Puede que sí, a veces la locura se hace tan real que deja de serlo. —Por eso los bares, el hipódromo... Ante la sola mención de estos lugares, Hank se sumió en el silencio, en lo que parecía ser el abismo insondable de su memoria. Con los ojos súbitamente anegados, encendió un cigarro y me confió: —Cada hombre está clavado en su cruz especial. Y el momento de buscar trabajo atravesaba con pe-
dos y eructos mi loco horizonte. Iba a los hipódromos para intentar escapar de la fábrica, de la oficina de correos de los Estados Unidos. Iba allí buscando una oportunidad en la vida.
«He recibido muchas cartas de gente que afirma que mi escritura le ha salvado el pellejo» «Un artista es un hombre que dice una cosa complicada de un modo simple» —Después de que se te brindara, ¿has seguido siendo un asiduo a las carreras? —He intentado alejarme del hipódromo, pero me pongo muy nervioso y me deprimo, y esa noche no tengo savia que infundir a la máquina de escribir. La humanidad hiede, y supongo que sacar mi culo de aquí me obliga a mirar
a la Humanidad. Es sencillamente demasiado, un continuo espectáculo de los horrores. Me aterroriza. Pero también soy, hasta ahora, una especie de estudioso. Un estudioso del infierno. —El infierno de la cotidianeidad, ¿cierto? Levanté la vista esperando su respuesta, pero Bukowski ya no estaba. Se había largado, y sin siquiera despedirse o agradecerme por la cerveza. Me dirigí al tipo de detrás de la barra y le pregunté si acaso había visto qué dirección tomaba el viejo en su salida. Dijo que no, por supuesto, que estaba loco, que me había pasado todo el rato hablando solo. Cosa mala, la verdad, muy mala... sobre todo porque no recordaba haberme bebido esa cerveza. Calificación: Excelente y divertido, aleccionador entre líneas. Tipo de lector: Desprejuiciado. Argumento: La vida, sin más. Dónde leerlo: En la calle, en el transporte público, en la cola de la parada de un bus, en tu casa, en el baño...
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Viajes
Albania declaró la inexistencia de Dios, pero no pudo acabar con las religiones porque, esas, si existen y se cuelan en las vidas de las personas con mayor potencia. Tirana, capital del país, ya no tiene rey, ya no tiene dictador. Los hombres se sientan
Tirana Concha García {La ciudad de Tirana se expande bajo las faldas de los Alpes Dináricos que enmarcan la ciudad ofreciendo a la visitante una espectacular visión a medida que te vas acercando desde el aeropuerto; la avenida se llena de cafés, de mercadillos, de hoteles de todos los tamaños y de gente. La primera extrañeza es la ausencia de turistas. No hay restaurantes de moda ni tiendas de Inditex que te hacen sentir en cualquier ciudad como en la tuya porque el consumo no muestra radicales diferencias en parte alguna. Otra sorpresa es la cantidad de hombres que, a las nueve de la mañana, ya están sentados en el café, transmiten tranquilidad y el tiempo no parece correr para ellos. Algunos juegan al ajedrez o a las damas apiñados en las plazas en cuyo centro se levantan estatuas de partisanos, aquellos que en 1944 la liberaron de la ocupación italiana y más tarde alemana. Aquí no hay reyes ni santos. Aunque hubo un rey, pero ya no reina. La renta per cápita de los albaneses es muy baja, uno de los países más pobres de Europa y sin embargo hay algo en el ambiente que hace muy acogedora la ciudad, aunque el tráfico sea una locura y haya tantos ciudadanos de un lado para otro. Un albanés puede estar cuatro horas sentado ante su taza de café turco o jugar sobre el capó de su taxi Mercedes Benz a las cartas. El Gobierno que tomó el mando en 1944 utilizó una mezcla de terror nacionalista y comunista. Enver Hoxha aisló el país para seguir en el poder después de que los demás regímenes comunistas europeos hubiesen caído. Quedan señales de aquellos tiempos como los búnkeres repartidos por todo el territorio, casi un millón. Cuando murió, en 1985, fue enterrado en el búnker pirámide del Boulevard de los Héroes, justo al lado de su residencia. Ahora ambas edificaciones están derruidas, la pirámide que ordenó construir la hija del dictador está pintarrajeada, algunos adolescentes trepan por sus paredes inclinadas. Apenas detectas gente con los ojos puestos en el teléfono móvil. Albania ha sido el único estado en la historia en declarar la inexistencia de Dios. Fue ateo desde 1967 hasta 1990. Se destruyeron mezquitas e iglesias, pero la religión no se puede decretar inexistente porque suele renacer con más fuerza. En las pocas mezquitas que quedan, los muecines oran a viva voz cinco veces al día con ayuda de megafonía. Te detiene el canto. Te detienen los autos que pasan sin hacer caso de los pasos de cebra. Te detiene el hermoso cielo y las fachadas de muchos edificios sin revocar. Pero la
La pirámide que ordenó construir la hija del dictador se deteriora cada día. / Concha García
Tirana arrastra las formas soviéticas en sus construcciones. / Concha García
extrañeza no te deja en paz y camino por calles cuyos nombres no puedo retener porque la lengua albanesa de origen indoeuropeo (tiene además tres dialectos) proviene del antiguo ilirio y en la actualidad sus raíces se reparten entre lenguas como el turco. Es una de las lenguas anteriores al latín, junto con el griego y el vasco. Aunque no pueda recordar sus nombres, porque soy incapaz de retener la grafía, puedo ver los diminutos comercios invadiendo las aceras; en algunos casos se estrechan tanto que desaparecen en la calzada. Te encuentras con pequeños colmados donde se ofrece fruta del tiempo, una fruta poco lustrada, y a lo largo de las aceras decenas de ropas colgando, hay tanta que no me explico quién la compra. A veces parece que paseas por un barrio de Atenas para trasladarte a algunas calles de Fez, ese aire entre oriental y europeo hace que Tirana sea tan particular. Una mujer de mediana edad vigila las brasas de un fuego que reaviva, en su comercio caben apenas tres mesas frente a un mos-
El Correo de Andalucía Sábado, 8 de abril de 2017
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ajenos a lo que sucede tomando su café turco, los jóvenes trepan por las ruinas de los edificios construidos para lo que ya no tiene hueco en el olvido, los vestidos de novia cuelgan en las perchas de las tiendas para hacer posible la tradición
Los vestidos de novia lucen junto a las paredes llenas de graffitis. / Concha García
trador deslucido y viejo, el local no tiene más de veinte metros cuadrados, rezuma tiempo y abandono. La mujer prepara unos pinchos que algunos viandantes consumirán. Unos metros más adelante me introduzco por un callejón que me lleva a una serie de bloques con ladrillos a la vista, los primeros pisos tienen rejas, cada una de una forma, algunas son trozos de somieres, otras parecen no ajustar del todo. Una joven sale de uno de los departamentos, una mujer me mira sentada desde un banco, algunos balcones parece que se vayan a caer. Padecieron años de aislamiento tras la dictadura comunista y la crisis de 1997 a causa del colapso de unos sistemas financieros regulados por el gobierno de Sali Berisha. Se trataba de depósitos que generaban intereses muy altos y casi toda la población invirtió en ellos, el colapso llegó casi a descomponer el país, fueron asesinadas más de dos mil personas y diez mil albaneses iniciaron otra emigración masiva. Las huellas de la miseria son siempre visibles en las clases más
Los hombres pasan horas jugando al ajedrez en las calles. / Concha García
vulnerables y casi toda Tirana fue vulnerada, lo que no impide que te vuelvas a sorprender en el trayecto que lleva al centro de la ciudad, arquitectura de moldes fascistas por la amplitud donde te imaginas a las masas vitoreando al dictador. También hay muchas tiendas de vestidos de novia. Las bodas forman parte de la tradición y hay vestidos para elegir, en algunas calles tienes que levantar la vista para descubrir en el primer piso una cristalera ocupada por maniquíes de novias. Hay tiendas donde venden aceites esenciales para el cuerpo, unos aceites que te perfuman y hacen deseable a la mujer que se los unta. Cerca de las estaciones de autobuses surgen decenas de gomerías que me recuerdan las existentes en Montevideo, un cruce de imágenes familiares une a las dos ciudades por un instante. La percepción del tiempo también se ocupa de lo que no es real y sin embargo nos envuelve. Por ello no puedo concluir este artículo sin prometer continuarlo en la próxima entrega. ~
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Recuerdos del siglo XX Solo por el refugio de La Corchuela pasaron más de ciento cincuenta mil personas. Durante casi dos décadas, cincuenta y tres suburbios y veinticinco refugios, marcaron a decenas de miles de familias sevillanas sin techo. Grandes naves divididas por colchas para organizar las habitaciones. Se hacía vida de corral de vecinos
Sevilla, ‘Ciudad de Refugios’ Nicolás Salas {Durante casi dos décadas, cincuenta y tres suburbios y veinticinco refugios, marcaron a decenas de miles de familias sevillanas sin techo. Y aquella dramática situación tuvo sus mártires, víctimas de los hundimientos de edificios. Derribar La Corchuela y olvidar aquella experiencia positiva ha supuesto repetir los mismos errores. Sólo los que sufren tienen memoria. Los refugios abiertos desde noviembre de 1961 hasta agosto de 1977, fueron veinticinco, instalados con mejor o peor fortuna en todo tipo de edificios utilizables para dar cobijo de emergencia a las personas sin techo, salvo en los casos de las llamadas «Casitas Bajas» (1962), Charco Redondo (1966) y La Corchuela (1969), que fueron grupos de viviendas provisionales construidas expresamente para alojar a las personas sin hogar, en la primera etapa, en la intermedia y en la última, respectivamente. En La Corchuela se prestaron especiales atenciones a los ancianos, los niños y la formación profesional. En los refugios las habitaciones tenían como paredes intermedias colchas, mantas, sacos, lonas o lienzos de colchones colgados de cables o cuerdas, la mayoría de las veces, pues se trataba de grandes naves o locales que servían de almacenes, edificios en construcción, etc. Los servicios, lavaderos y cocinas eran colectivos y se construyeron provisionalmente. Tampoco había agua corriente en los habitáculos. En los refugios se hacía vida de corral de vecinos, pero en condiciones aún más precarias. La mayoría de las familias procedían de los suburbios en peores condiciones sanitarias y habitables, en los primeros años, y después de las casas en ruina o derrumbadas. Los desahucios fueron tan numerosos que en muchas ocasiones las familias no encontraban plaza en los refugios y tenían que pasar alguna noche en mitad de la calle con los muebles y enseres hogareños a la intemperie. Por orden cronológico de fecha de clausura, los refugios utilizados fueron los siguientes: 1962: 1.- Hospital Militar de la Macarena (19 enero). 2.- Galerías Comerciales del Puerto, en avenida de la Raza (19 enero). 3.- Pisos en construcción en la barriada Madre de Dios, en el sector Amate (23 enero). 4.- Locales e instalaciones en el antiguo monasterio de San Jerónimo (31 enero). 5.- Soportales de la avenida de Ramón y Cajal (31
Cartel indicativo del refugio La Corchuela. / Archivo de Gregorio Cabeza Rodríguez
Club de ancianos de La Corchuela. / Archivo de Gregorio Cabeza Rodríguez
Escuela Profesional de La Corchuela. / Archivo de Gregorio Cabeza Rodríguez
enero). 1963: 6.- Antiguas naves del diario Abc, en la Enramadilla (12 febrero). 1964: 7.- Naves del mercado de entradores de la calle Almansa (5 agosto). 8.- Escuela del Magisterio, en construcción (5 agosto). 9.- Re-
fugio de los Ciegos, en la carretera de Alcalá (29 septiembre). 1968: 10.- Locales comerciales del grupo de viviendas Virgen de los Reyes (10 enero). 11.- Palacio de Justicia, en construcción en el Prado de San Sebastián (16 abril). 1971: 12.- Barracones de Torre-
blanca, en la antigua vereda de Pero Mingo (16 octubre). 1972: 13.- Cocheras de Tranvías, en la Puerta Osario (29 febrero). 14.- Refugio del Husillo Real, en calle Torneo (29 febrero). 15.- Locales de Hijos de Luca de Tena, en la Huerta de la Salud (29 febrero). 16.Almacenes municipales de la calle Luis Montoto (29 febrero). 17.- Refugio-albergue de San Jerónimo, en la calle Arroyo (29 febrero). 18.Naves del Matadero Municipal (29 febrero). 19.- Pabellón de Valencia, en el sector Sur (20 octubre). 20.Pabellón de Brasil, en el paseo de las Delicias (20 octubre). 1973: 21.- Cuartel de la Policía Armada, en la Alameda de Hércules (28 noviembre). 22.- Los Merinales, junto a la autovía SevillaDos Hermanas (20 diciembre). 1974: 23.- Dos mil alojamientos llamados las «casitas bajas», en el Polígono San Pablo, utilizados por primera vez el día 14 de marzo de 1962 y que permitieron erradicar un elevado número de suburbios y de refugios iniciales. Por estas «casitas bajas» pasaron en varias fases un total de 11.789 familias, con 45.916 personas (5 diciembre). 1975: 24.- Pabellones de Charco Redondo, utilizados desde el día 12 de diciembre de 1966, dieron cobijo en fases sucesivas a 2.396 familias, con 10.236 personas (20 diciembre). 1977: 25.- La Corchuela, más que refugio fue una barriada experimental, con alojamientos y servicios propios de barriada. Fue utilizado desde el día 14 de octubre de 1969, pasando por sus alojamientos en diversas fases un total de 3.219 familias, con 12.143 personas (30 agosto). Dos gobernadores civiles, Hermenegildo Altozano Moraleda hasta mediado 1962- y José Utrera Molina -durante siete años: 19621969-, fueron los principales artífices de la movilización en favor de la construcción de barriadas de viviendas sociales. En la Alcaldía de la ciudad, Mariano Pérez de Ayala, José Hernández Díaz y Juan Fernández Rodríguez y García del Busto, fueron tres hombres clave en los tiempos más difíciles y estuvieron identificados con el problema residencial. Otros alcaldes que apoyaron a la Secretaría de Viviendas y Refugios, fueron Félix Moreno de la Cova, Fernando de Parias Merry y José Ramón Pérez de Lama. También Rafael Ariza Jiménez, que ocupó la Alcaldía accidentalmente, fue sensible al problema de la vivienda. ~