Sábado, 20 de mayo de 2017 Nº 139 @aladar_cultura
La actriz gallega acaba de participar en el estreno de la obra de Andrés Lima, ‘Sueño’, que se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid. Una actriz con enorme proyección dentro del teatro español actual
María Vázquez o como ser actriz, madre y no morir en el intento
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Libros ilustrados. Más que palabras
Convertir la epopeya de Milton en un cómic, trasladando la poesía de la palabra a la imagen, no es ilustrar. Es recrear. Hay autores, y Pablo Auladell es uno de ellos, capaces de este tipo de arriesgadas adaptaciones consistentes no en una ‘Pameos y meopas’ y ‘Dorothy. Déjale entrar’ son los dos últimos trabajos publicados del ilustrador alicantino Pablo Auladell, reconocido con el Premio Nacional del Cómic 2016 por ‘El Paraíso perdido’, de John Milton, su obra más representativa.
«Pasar a cuchillo todo lo que nos precede es un error»
César Rufino {Pablo Auladell (Alicante, 1972) aún recuerda sus primeros dibujos, pero «son los viejos compañeros de clase quienes los conservan», y así se lo han hecho saber alguna vez. Sus ilustraciones de adulto ya las coleccionan algunas personas más: La leyenda del Santo Bebedor (Libros del Zorro Rojo), La feria abandonada (Barbara Fiore), El Paraíso perdido (Sexto Piso), La Torre Blanca (De Ponent) y, muy recientemente, Pameos y meopas (Nórdica Libros) y Dorothy. Déjale entrar (A Buen Paso) son una muestra contundente de los poderes de un artista que detesta la blandura y el exceso pero que no puede evitar que sus obras provoquen emociones desmedidas y no necesariamente coincidentes con las suyas como autor. Se sorprende, por ejemplo, de que su versión del poema de Milton, una confrontación entre el Cielo y el Infierno, pueda parecer, en el mejor de los sentidos, una obra dulce y tierna. Si lo piensa, admite que esta obra «deja muy a la vista la colosal fragilidad y soledad del ser humano: o bien a merced de un dios paternal que le asegura la felicidad a cambio de que lo ignore todo o bien, en caso de que decida conocer, enfrentado a un mundo de caos y crueldad, un mundo sin sentido». Pero a decir verdad, es su sentido de la ilustración el que realza la vulnerabilidad y la soledad de sus criaturas. Su humanidad. Le sucede de nuevo en Dorothy. Déjale entrar, con texto de Javier Sáez Castán, donde los granjeros Martha y Jonah, un viejo matrimonio sin hijos de la Kansas más profunda y rural, reciben la visita de un pertinaz tornado al que acaban adoptando en un conmovedor arrebato de surrealismo y con las consecuencias imaginables. Es curioso cómo Auladell consigue esquivar la trampa de la sensiblería al ilustrar esta historia enternecedora donde el hombre arregla su camioneta mientras su señora lee las Selecciones del Reader’s Digest. La razón de ese empeño en mantener siempre el correcto equilibrio, afirma, es haber elegido como eje de su trabajo «la búsqueda del misterio poético, la poesía como medio para conocer y comprender el mundo. Para eso se requiere un larguísimo aprendizaje que, para em-
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guarnición de imágenes con las que decorar una historia sino en el hallazgo de otra forma de contarlas. Sus nuevos títulos, publicados con Nórdica Libros y A Buen Paso, son un buen vehículo para iniciarse en la obra de este artista Grandes Máquinas». En el libro, Cortázar preludia sus poemas hablando de «los viejos nombres» (y cita a Hölderlin, Keats, Leopardi, Mallarmé, Darío, Salinas...) «que los jóvenes olvidan porque tienen que olvidarlos» en el alumbramiento de una nueva forma de entender el mundo. «Bueno, a mí me parece que Cortázar se equivocaría recomendando olvidar esos viejos nombres. Es, además, contradictorio: un poeta órfico debe mantener los viejos fuegos sagrados. Y Orfeo vuelve la mirada... Si leemos con más atención el prólogo, vemos que lo que dice en realidad es que se siente espectador del acabamiento de una cosmovisión y el comienzo de una nueva era. Ahí está algo de esa ingenuidad de la que hablaba antes: Cortázar está deslumbrado con aquel mito del hombre nuevo y piensa que los jóvenes deben arramblar con todo el mundo antiguo y crear esa nueva era desde cero, la revolución, en suma. Él comprenderá que así debe ser y, como habitante fronterizo de dos mundos, volverá con nostalgia a sus autores predilectos». «Ahora ya sabemos en qué acaban las revoluciones y cuál es su colosal estafa», prosigue, «y, por eso, me parece que los cambios más radicales, más duraderos y más justos serán precisamente los que sepan reinterpretar nuestras fuentes más misteriosas y sagradas. Pasar a cuchillo todo lo que nos precede es un error, mucho más en términos estrictamente artísticos: pienso en los autores que me gustaban antes y los que me siguen gustando ahora, transcurrido el tiempo y con pezar, requiere un alejamiento de la vida, entrar en los espejos, mirarlo todo desde el lado del silencio. El problema con la poesía es que se confunde con el sentimentalismo o la expresión de las emociones, del artista o el niño que llevas dentro, todas esas chorradas. El problema con la poesía es que nadie lee poesía pero todos se sienten poetas». Y concluye: «La trampa de la sensiblería se esquiva leyendo buena poesía». Comedido por principio con el color (del que dice que es «como las golosinas: en exceso pueden empachar»), en el poemario Pameos y meopas le toca nada menos que ilustrar a Julio Cortázar, que es lo más alejado que puede estar un escritor de ser un manual para ilustradores. «Cortázar me gustaba bastante cuando yo era más joven y como cuentista», comenta Pablo Auladell. «Aquellos pisos de estudiante, las chicas siempre tenían un póster de Cortázar fumando y acariciando un gato... Forma parte de mi mitología sentimental. Sus poemas no me gustan tanto como sus cuentos, desde luego, y me parece que es de esos autores por los que el tiempo ha pasado más implacablemente. Hay algo de ingenuidad, leído ahora, en esos versos. No se sostienen bien ahora que sabemos algunas cosas. De este libro, me parece que lo mejor, lo de más altura, son los poemas encuadrados en
«Nadie lee poesía pero todos se sienten poetas. La trampa de la sensiblería se esquiva leyendo buena poesía» «La melancolía es algo más complejo e incluso un poco siniestro. Es el dolor silencioso de lo que no ocurrió nunca»
En la página anterior, una de las imágenes del cómic ‘El Paraíso perdido’. Arriba, ilustración de ‘Dorothy. Déjale entrar’ y el autor en una fotografía de Efe.
más conocimientos y lecturas, y compruebo que, en general, aquellos que en su día fueron originales, rompedores, novísimos, etc. hoy han desaparecido o nos parecen un poco ridículos». Alguna vez ha hablado este autor del riesgo de querer volver adonde una vez fuimos felices, pero si se le pregunta si se considera melancólico, él advierte de las diferencias entre nostalgia y melancolía, cualidad que dice no poseer. «La melancolía es otra cosa, algo más complejo e incluso un poco siniestro. La melancolía es el dolor silencioso de lo que no ocurrió nunca. También el primer resultado de haber atravesado el espejo y ver la vida desde allí. Luego, la tarea consistirá en aprender a amortiguarla, a trascenderla y llegar por fin a ser misteriosamente feliz, como dice Joan Margarit en su hermoso poemario». ~
lecturas recomendadas INFANTIL. Carteles míticos para colorear Disney / Hachette
Un excelente comienzo para futuros dibujantes C.R. {Sin lápices de colores no hay infancia, es imposible. Inviable. Cualquier chiquillo medianamente sensato que se haya despertado una mañana de Reyes y haya visto a los pies de su cama todo un derroche de juguetes maravillosos pero no haya encontrado una caja grande de Alpino, un bloc de dibujo Senador y unos rotuladores Carioca, lamentará de mayor haberse perdido una de las grandes felicidades de la vida. Por eso son tan bien recibidos libros de dibujo como los que acaba de lanzar Hachette, entre ellos estos Carteles míticos para colorear de Disney y Rogue One: 60 dibujos antiestrés. El primero de ellos tiene como aliciente añadido el de contar con una colección formidable de reproducciones de carteles antiguos y modernos a todo color, que debidamente enmarcadas bien podrían servir de decoración en cualquier habitación infantil. El segundo es más un regalo para ese tipo de paisanos que cuando ven una papelera en la calle se acuerdan de R2D2. Y en ambos casos, una preciosa manera de iniciarse en una vocación llena de preciosos malos momentos y de deliciosas frustraciones. ~
ÁLBUM ILUSTRADO. Querida tía Agatha Beatriz Martín Vidal / Thule Ediciones
El ejemplo perfecto de la palabra preciosidad C.R. {Beatriz Martín Vidal es un nombre que debería escribirse entero en mayúsculas. Es enormemente reconfortante que en el mundo de la ilustración, donde hay tanto forraje como en cualquier otra profesión (liberal o no) y donde la mediocridad es inversamente proporcional al grado de engreimiento del autor, aparezca cada cierto tiempo una obra que reúna tanto talento, virtuosismo, arte, originalidad, humor, técnica narrativa e imaginación como esta Querida tía Agatha recién salida del horno con el sello de Thule Ediciones. Muy en la línea de otros títulos de la autora, todos ellos altamente recomendables para quien aún tenga gusto y no se avergüence de ello, el álbum es una especie de carta ilustrada con un aire british que tira de espaldas donde la fantasía se despliega con una naturalidad y una abundancia prodigiosas. Las páginas, verdaderos cuadros con apenas una línea de texto al pie de cada una, tienen una belleza magnética, y parece imposible terminar de leer el libro, de verlo, sin volver de nuevo al principio para repetir la experiencia y descubrir detalles inadvertidos. Recomendado sin paliativos. ~
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Todos los que tenemos cierta edad (tampoco tanta) conocemos a Alfred Hitchcock y su afición a las historias protagonizadas por actrices con carisma y capacidad para perturbar al espectador.
Daphne Du Maurier: misterios al alcance de Hitchcock Anabel Rodríguez {Extraños en un tren es obra de la magnífica y extraña Patricia Highsmith. Pero ella no es la única escritora que permitió al gran Alfred Hitchcock hacer alguna de sus obras de arte. Cuando hace unos meses pasé por la exposición de Hitchcock en la Fundación Telefónica, mis hijas se quedaron inmóviles ante la proyección de unas imágenes antiguas y brumosas que conducían a una casa destruida. El fragmento de película comenzaba con una de esas frases inolvidables para cualquiera que sea fan del cine clásico: «Anoche soñé que había vuelto a Manderley». Así comienza Rebecca, novela cuya autora es Daphne Du Maurier. Pero no fue esta la única obra de Du Maurier que el director inglés convirtió en película, también La Taberna de Jamaica y la inolvidable y terrorífica Los pájaros. Daphne nació en mayo de 1907, en una acomodada y artística familia británica. Su abuelo (nacionalizado inglés) era escritor y dibujante, sus padres actores y productores teatrales, su tío propietario de la revista The Bystander donde la escritora publicó su primer libro de relatos (El manzano). Su educación fue británica, esmerada y culta. Sus padres tenían buenas relaciones y buscaban lo mismo para sus hijas. El gesto de Daphne en las fotos que nos llegan, desde que era muy joven, es siempre es altivo, inteligente, curioso, muy aristocrático. Refleja una seguridad en sí misma que no se desvanece con el paso del tiempo. Su primera publicación, tal y como he dicho antes, vino amparada por su tío, que le cedió un lugar en la revista que dirigía. Ella aprovechó la oportunidad y no sólo publicó ese libro de cuentos (en el que ya introducía un ambiente inquietante) sino que continuó colaborando con él. No sería hasta el año 1931 cuando publicó su primera novela. En 1932, contrajo matrimonio con Frederick Arthur M. Browning. Un matrimonio que no resultó feliz para la pareja. Según dicen las malas lenguas, el riquísimo señor Browning fue a la guerra y aunque volvió como un héroe, también regresó con una adicción al alcohol notable y alguna que otra amante a sus espaldas. Todo ello provocó que las relaciones con su esposa no fueran buenas. A pesar de todo, tuvieron tres hijos. El hecho de que el matrimonio no funcionara, unido a la forma de escribir de Daphne, tan
Daphne Du Maurier. / El Correo
Escena de ‘Extraños en un tren’. / El Correo
dada a cultivar relaciones emocionalmente complejas, ha provocado que se cuestione abiertamente la sexualidad de la escritora. Hay quien sostiene que era bisexual, mientras que otros hablan directamente de homofobia inducida por la estrecha
relación que tenía con su padre y que sentía un odio irracional hacia los homosexuales. Es cierto que, en la que posiblemente sea su obra más emblemática, Rebecca, el ambiente y la tensión sexual que se vive entre el ama de
llaves, la señora Danvers y la difunta señora de la casa, es llamativa. A los que no hayáis leído o visto Rebecca, os recomiendo hacerlo, aunque os voy a contar un poco su trama. Una chica pobre, que trabaja acompañando a señoras ricas, conoce a un viudo millonario llamado Max de Winter. Es un amor a primera vista en la costa mediterránea de Francia, que culmina con un matrimonio rápido y discreto. Max tiene una mansión impresionante en Gran Bretaña, en la costa de Cornualles, llamada Manderley. Al llegar a la mansión, la muchacha (de la que nunca se dice su nombre) comienza a ser comparada con la difunta esposa, Rebecca de Winter. Especialmente perversa es la relación que se establece entre el ama de llaves (la señora Danvers) y la nueva ama. Le hace una jugarreta tras de otra tratando de enloquecerla. Y es que la criada está completamente obsesionada con la primera esposa de Max. Sin embargo, las cosas no son lo que parecen y… Hasta ahí puedo contar. No es cierto. También puedo contar
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Lo que se nos escapa a veces es que muchas de las historias en las que se basan sus novelas fueron escritas por mujeres. Una de ellas fue Daphne Du Maurier. Excelente y discutida autora que las rebecas (prendas de ropa) comenzaron a llamarse así en nuestro país porque las utilizaba la protagonista de la película, Joan Fontaine. Fijaos la notoriedad que tuvo en su momento. El ambiente angustioso creado por Du Maurier es perfectamente captado por Alfred Hitchcock, que imbuye un desasosiego y enrarecimiento brutal en la trama. Los personajes son perturbadores, pérfidos y en algunos casos, muy clasistas. Du Maurier fue una maestra de la intriga y del terror psicológico que con tanto acierto manejaría, tiempo después, Patricia Highsmith. Los ambientes son obsesivos y ambiguos. El protagonismo que otorga a las mujeres hace de esta escritora una figura a tener en cuenta. Las mujeres de sus novelas pueden ser buenas o malas, pero siempre defienden lo que creen que es suyo. En muchos casos, sus reacciones no son más que una consecuencia de la sociedad en la que se han criado. Sin embargo, esa no la única de sus novelas que adaptó el director inglés. También, adaptó la novela de 1937 titulada La taberna de Jamaica. Esta obra tenía un carácter diferente, estaba más centrada en la aventura y en otro tipo de intriga, la que pone de relieve la corrupción de algunas personas que se cubren con una manta de respetabilidad, pero no les importa cometer actos de bandidaje y contrabando siempre que no se sepa que son ellos. Lo que hacen muchos que tenemos en la cabeza hoy en día. Mantienen una imagen honorable de cara al público, pero, después, están podridos y no les importa estarlo mientras consigan un rédito a cambio. Los pájaros, también fue una adaptación de un relato de Du Maurier y, posiblemente, una de las películas, junto con Tiburón, que más miedo me causó cuando era pequeña. Creo que no conseguí verla completa hasta que me hice adulta. Sí, Spielberg y Hicthcock me han causado daños irreparables. Y no soy la única. Aunque tener una ninfa albina suelta por casa ayuda un poco a superar el trauma sobre las aves, os prevengo de que no me veréis en la playa bañándome donde no controle qué es lo que se mueve cerca de mí. ¡Malditos seáis Steven y Alfred! Otra de sus obras más conocidas, aunque no la adaptase Hitchcock, fue Mi prima Rachel (1951) que en cierto sentido supone una vuelta de tuerca a Rebecca. Aquí, la presencia que incomoda a la pareja protagonista es el fantasma de Ambrose, primo del protagonista de la novela, Philip Ashley. Ambrose (un tipo rudo y masculino y esas cosas que se dicen) contrae matrimonio de forma inesperada con una pariente lejana (la famosa prima Rachel) en Italia y al poco tiempo muere. Philip que en un principio quería vengarse de la mujer, haciéndola responsable del
Daphne Du Maurier. / El Correo
Momento del rodaje de ‘Los Pájaros’. / El Correo
fallecimiento de su primo, se enamora de ella. La historia da vueltas y más vueltas porque los giros de trama y sentimentales, son esenciales en las novelas de Daphne du Maurier. Daphne Du Maurier fue nombrada Dama del Imperio Británico en los años sesenta y, aunque una parte de su obra fueron best-sellers muy extendidos en su momento, la última parte de su carrera, cuando escribió biografías y ensayos, pasó casi desapercibida para la mayor parte del público. Murió en 1989 en Par, Cornualles, donde había ambientado buena parte de su obra literaria. Algunos la critican por no haber innovado nada y otros aún se admiran por su capacidad para intrigar al lector. A día de hoy, sus novelas continúan siendo adaptadas a la gran pantalla y en otoño de este año será la prima Rachel, la que conozca una nueva versión de la mano de su tocaya la actriz Rachel Weisz. Tendremos que esperar hasta septiembre. Hasta entonces tenéis las novelas para consolaros. ~
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Exposición La momificación es parte de un complicado proceso que los egipcios inventaron en la antigüedad, con la inútil pretensión de preservar la carne mortal, reservándola para reencarnar el alma tras un viaje por las oscuridades de la muerte. Lucía Vallejo Garay nos coloca frente a la batalla que el hombre plantea contra la descomposición y la pérdida del recuerdo
Memento Mori convierte las salas en espacio litúrgico influido por la trascendencia de las civilizaciones antiguas. / El Correo
MEMENTO MORI Lucía Vallejo Garay Madrid, La Fragua. Tabacalera 28 de abril de 2017, a 11 de junio de 2017 Augusto F. Prieto {«¡Mira tras de ti, y recuerda que eres mortal!» La artista se encarna en los siervos que acompañaban los cortejos triunfales, en la antigua Roma, para recordar a los vencedores su fugacidad. La reflexión es un lugar común en la iconografía barroca, y conviene rescatarlo en el presente para que aprovechemos su enseñanza. Lucía Vallejo Garay es una escultora bilbaína, nacida en 1975, implicada con el movimiento de descomposición de la pintura, que no deja de ser una continuación del informalismo. Trabaja habitualmente las texturas, utiliza la contraposición entre la sombra y el brillo de los metales preciosos. Investiga sobre una mística que arranca de Zurbarán y se prolonga hasta Claudio Bravo. Ha convertido las salas de La Fragua en una morgue, un espacio litúrgico influido por la trascendencia de las civilizaciones antiguas. Ha elegido cuatro sucesos reconocibles y determinantes para reactivar algo que el hombre moderno tiene interiorizado: oro, momias, sombra, y levitación. La muestra se antoja monótona en el primer instante, hasta que meditamos sobre esa ausencia de variedad. La creadora quiere que nos centremos en un mensaje que es también monótono e inefable. La lucha inútil de la humanidad contra
Recuerda que vas a morir En esta exposición, todo nos lleva a evaluar el concepto de alma. / El Correo
la descomposición y la pérdida de los recuerdos. El abandono de las riquezas, junto con todo lo que de material administramos, nuestra propia corporeidad. La ingravidez que simula ese tránsito último hacia lugares más elevados. La sombra como proyección de aquel sitio al que nos dirigimos, lo desconocido. Todo nos lleva a evaluar el concepto de alma. La obra es esquemática,
pero efectiva. Plásticamente hermosa. Intencionada en la feminización de esos paquetes informes. Espléndida en su baño dorado. Inquietante en su ingravidez fetal. Es evidente la referencia al Antiguo Egipto, a su manera de entender la espiritualidad, a la proyección del oro como encarnación de la inmortalidad, y símbolo de la acumulación de riquezas. Oro que deslum-
braba a los súbditos del desierto, encendido por el fulgor de los rayos solares, como hoy nos impresiona por medio de la electricidad, ese nuestro sol moderno. Un guiño a la pueril esperanza de trascender con todas nuestras posesiones, incólumes, después de traspasar ese lugar de la muerte, marcado por el ocaso y la oscuridad. El mundo de las sombras. ~
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Recuerdos del siglo XX Hacía falta un espíritu nuevo que diera respuesta a las ansias expresadas por el pueblo andaluz a lo largo y ancho de nuestra geografía en 1977. Por primera vez, más de un millón de andaluces había salido a la calle para demostrar sus afanes andalucistas, regionalistas, autonómicos... Lo que todos nos habían negado, es decir, el sentido de pueblo, se había mostrado de manera inequívoca... Al menos, así lo creímos. Pero nos equivocamos: Andalucía no existe…
Andalucía, hace 40 años Nicolás Salas {Para Andalucía, la educación debe ser asunto capital. Nuestro principal problema social fue siempre la enseñanza, tanto la elemental como la media y universitaria, y no digamos la profesional. Un asunto que debería de estar en el temario del Parlamento de Andalucía si los partidos políticos tuvieran la sensibilidad necesaria para defender los intereses de los andaluces. Sobre la valoración de la enseñanza, escuchamos decir al rector de la Universidad de Huelva, el profesor Antonio Ramírez de Verger, que las tres valoraciones sociales que deben tener prioridad para las autoridades, comienza en la sanidad pública, continúa con la atención a los discapacitados y luego sigue la enseñanza. De manera que salud y formación deben ser factores preferentes. Pero lo mismo que a los diputados autonómicos y nacionales les importó poco que el Gobierno del PP tuviera un trato discriminatorio para los andaluces en el asunto del Ave Córdoba-Málaga, respecto al Ave que desde Barcelona uniría a todas las capitales catalanas, también en el caso de la dotación económica por alumno universitario, los diputados autonómicos y nacionales se olvidaron de defender los intereses de nuestra Comunidad. Una sola Universidad catalana, la Pompeu Fabra, recibía 781.604 pesetas por alumno matriculado, frente a las 265.493 de la Universidad de Almería, o las 301.574 de la Universidad de Sevilla, por el mismo concepto. La media andaluza en inversiones por alumnos universitarios se mantenía bastante por debajo de la media nacional, lo que supuso un contrasentido teniendo en cuenta que las autoridades decían valorar la enseñanza como objetivo prioritario. En Cataluña, las siete Universidades tenían una media de 397.305 pesetas invertidas por alumno, y en las Islas Baleares sumaba 445.483 pesetas. Las nueve universidades andaluzas tenían asignadas las siguientes dotaciones: Almería, 265.493; Jaén, 268.669; Huelva, 271.327; Málaga, 272.891; Pablo Olavide, 299.487; Sevilla, 301.575; Granada, 336.391; Cádiz, 374.220, y Córdoba, 426.015 pesetas. Si comparamos los datos de An-
Y al final, se llevó adelante para salvar a la ciudad de las inundaciones. / Fototeca Municipal de Sevilla
Todos contra el proyecto inicial de la Corta de la Cartuja. / Fototeca Municipal de Sevilla
dalucía y de España con la media europea, que era de 975.000 pesetas por alumno, entonces había que llorar lágrimas como melones. Cuando acabamos de cumplir cuarenta años de aquel primer Día de Andalucía, celebrado el 4 de diciembre de 1977, y recordamos
nuestras vivencias personales y colectivas, las esperanzas y luchas durante los últimos años del tardofranquismo y primeros de la transición, como punto de partida y de comparación con lo que han sido estos últimos cuarenta años y lo que hoy es la autonomía andaluza, lo primero que tenemos es el deber personal de reconocer y decir, aquí en Casares, patria de Blas Infante, que nos sentimos fracasados. Sí, somos perdedores. Pero no nos arrepentimos de haber hecho lo que hicimos entonces. De haber sido ingenuos, idealistas, confiados; es decir, de haber creído que el primer Día de Andalucía era piedra angular del futuro de nuestra región. Que aquella jornada, coronada en Málaga por la tragedia, representó el despertar de un pueblo, la recuperación de la memoria histórica. Además, dos años después, el 28 de febrero de 1980, tuvimos la oportunidad de ver confirmado y reforzado en circunstancias negativas excepcionales, el mismo espíritu nuevo que el pueblo andaluz había expresado en diciembre de 1977 con tanta esperanza como ímpetu. Al día siguiente de aquel primer Día de Andalucía, escribimos en el diario ABC un comentario en el que hacíamos entrega del testigo, de la antorcha, a las nuevas generacio-
nes de andaluces. Consideramos que nuestra misión había terminado, y que había que dejar el camino libre a las nuevas generaciones. Hacía falta un espíritu nuevo que diera respuesta a las ansias expresadas por el pueblo andaluz a lo largo y anchos de nuestra geografía. Por primera vez, más de un millón de andaluces había salido a la calle para demostrar sus afanes andalucistas, regionalistas, autonómicos... Lo que todos nos habían negado, es decir, el sentido de pueblo, se había mostrado de manera inequívoca... Al menos, así lo creímos. ¿Por qué nos consideramos fracasados? Porque los objetivos andaluces de entonces no tienen nada que ver con las realidades de hoy. ¿Qué pedíamos entonces? Pedíamos descentralización administrativa, respeto para nuestra cultura, valoración justa de nuestro potencial social y económico. Estábamos convencidos de que, con estos supuestos logrados, Andalucía estaría en condiciones de combatir los siete círculos viciosos del subdesarrollo. Este mensaje subliminar fue interpretado por el pueblo de llano de manera equívoca, y el error hizo pensar que la autonomía se limitaba a factores socioeconómicos, cuando en realidad y, por encima de cualquier otra interpretación, la autonomía es tener conciencia de nuestros valores culturales, base imprescindible para sentirse pueblo. Por entonces, no podíamos ni soñar que aquellos objetivos que nos parecían máximos, iban a ser superados como lo han sido. Porque hoy, Andalucía, en teoría, no sólo tiene descentralización administrativa, y medios técnicos y financieros para recuperar y difundir nuestra cultura, sino casi todas las facetas de su economía; es decir, el pueblo andaluz cuenta con la estructura básica para ejercer una autonomía que supera las más imaginativas exigencias de hace más de un cuarto de siglo. Más aún: tenemos autonomía política. Algo que, en 1977, ni nos atrevíamos a plantear. Pero no hemos ejercido la autonomía como pueblo, no hemos sido conscientes de las responsabilidades que teníamos como sociedad libre, y hemos autolimitado nuestros poderes reales a las imposiciones de la partitocracia estéril. ~
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Teatro
Del 11 al 14 de mayo, se pudo disfrutar en el Teatro Lope de Vega de ‘Sueños’ un complejo espectáculo en el que Juan Echanove logra un papel extraordinario que parece hecho a su medida. Una crónica de la sociedad que le tocó vivir a uno de los autores españoles más grandes de todos los tiempos estructurado a modo de auto sacramental en su vertiente más profana ‘Sueños’ es una producción en la que la perspectiva onírica es fundamental. / El Correo
Delirios enredosos del ánimo Antonio Puente Mayor {Así definió el cronista aragonés Félix de Lucio Espinosa y Malo el mundo de la ensoñación. Quien ocupara diversos cargos en Sicilia en las postrimerías del siglo XVII, es una de las muchas voces que afloran en el complejo espectáculo Sueños, creado a partir de la obra filosófica más famosa de Francisco de Quevedo, Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo, con adaptación libre de José Luis Collado y dirección de Gerardo Vera. Un viaje caleidoscópico por la mente del genio patrio, que cautiva y desconcierta a partes iguales. Y es que la vida y la obra de Quevedo dan para mucho. De ahí que el montaje que estos días gira por España —y que los espectadores de Sevilla pudieron disfrutar en el Teatro Lope de Vega del 11 al 14 de mayo—, haya necesitado de una suma de talentos para llevarse a cabo. Nada escapa a la improvisación en este particular descenso a los infiernos que nos propone el director madrileño. Para empezar, la elección de su protagonista, un Juan Echanove en estado de gracia que justifica por sí solo el precio de la entrada. Y es que el intérprete parece haber nacido para encarnar al poeta barroco. Al igual que el británico Stephen Fry nos conmoviera con su recreación de Oscar Wilde en el biopic de 1997, Echanove se introduce
en la piel de Quevedo con una facilidad que asusta. Suya es la responsabilidad de convencernos, a través de la palabra y el gesto, de que la España del XVII difiere poco de la actual, y que ambas son crisol de vicios y espejo de penurias. A diferencia del personaje esbozado por Echanove en Alatriste, el Quevedo de Sueños no es más que una triste sombra que aguarda la llegada de la Parca. Sus
En ‘Sueños’ se invita a recorrer las páginas del testamento vital y literario de Francisco de Quevedo. / Efe
cuatro años de tormentos en la cárcel de León, unidos a una vida disipada, lo han condenado a ser un cadáver errante. A partir de esa premisa, el actor de series como Turno de oficio o Hermanos de leche nos invita a recorrer las páginas de su testamento vital y literario, una auténtica crónica de la sociedad que le tocó vivir, en la que no faltan alusiones al imperio español, al libelo infamato-
rio —que tanta fama y enemigos le granjearon— o a los estragos causados por la sífilis. Y todo ello estructurado a modo de auto sacramental en su versión más profana. Si brillante es la interpretación de Juan Echanove —su entrega sobre el escenario roza lo catártico—, no lo es menos la del resto del elenco, comenzando por la actriz Lucía Quintana, quien encarna a la enfermera que atiende al autor en el ocaso de su carrera. La que fuese compañera de reparto de Echanove en la serie Cuéntame construye un personaje delicioso que nos introduce en la faceta más sensible del genio. Por su parte Óscar de la Fuente recrea una de las figuras más controvertidas y poderosas del montaje; su cardenal/diablo —que remite a la tradición alegórica de la Divina Comedia—, es uno de los pilares del libreto, y Gerardo Vera lo utiliza como vehículo para incidir en las tormentosas relaciones que muchos artistas del Siglo de Oro mantuvieron con la censura eclesiástica. Asimismo hemos de destacar el trabajo de Marta Rivera encarnando a la Muerte y la versatilidad de Chema Ruiz y Markos Marín dando vida a múltiples personajes construidos a través de la máscara contemporánea. Y es que la maquinaria de «Sueños» está perfectamente engrasada: desde la videoescena de Álvaro Luna al diseño de vestuario de Alejandro Andújar, todo parece rodar en este interesante proyecto de la CNTC. ~
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Literatura Un viaje y una conversación con Niní Bernardello le sirve de excusa a la poeta Concha García para construir un delicioso relato. Cada detalle del paisaje, cada objeto inmóvil, un olor concreto o algo que resulta extraño, son los ingredientes con los que se nos invita a conocer Río Grande una ciudad del sur de Argentina
En Río Grande, allá en Tierra del Fuego Nini Bernardello
Concha García {Amanece después, casi a las nueve de la mañana, se puede ver una franja de luz anaranjada que desaparece pronto; luego, la luz es grisácea. Río Grande es una ciudad situada en el sur de Argentina, en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Unidas por la Ruta Nacional N° 3 que en tantas ocasiones he recorrido atravesando la Patagonia, 2.656 kilómetros separan a Río Grande de la ciudad de Buenos Aires. Para llegar hasta ella cruzas el estrecho de Magallanes en un transbordador que nos deja en la parte chilena de la isla. El trayecto es muy corto. Cuando sales para tomar el autobús, lo que se ve es meseta y ovejas. Una parte de Tierra del Fuego pertenece a Chile y otra a Argentina. En Río Grande el frío te penetra hasta los huesos. Caminas y el aire se lleva las bolsas de plástico a una velocidad trepidante. El viento ulula y solo quieres entrar en cualquier lugar caliente. Esta mañana las campanas metalizadas de la iglesia sonaban desde toda la población. Las calles vacías de domingo ensanchaban la resonancia de las campanas, sonidos que provenían de una catedral europea, una grabación vieja y con un alto volumen que alertaba a los vecinos de la hora de la misa. Las once. Entré a la iglesia y cantaban unos jóvenes con la guitarra. El techo de madera cubría la
única nave que la constituía. Entraba gente de todas las edades. Una mujer con mucho colorete, con la que nos habíamos cruzado momentos antes en la calle, entristecida y cabizbaja, saludaba a una amiga que se sentaba junto a ella en el primer banco de la iglesia. Estaban preparados para la ceremonia. Una pequeña mesa a la entrada albergaba una suerte de representación de la mesa pascual, una copa de vino en medio le otorgaba una realidad fuera de toda simbología. Salir de nuevo a la calle con el cuello del chaquetón hasta arriba y caminar entre
Sospechas de que en cualquier caso la amenaza está presente, no hay que mirar, no hay que dar cuentas de ella, dejar pasar. Tranquilizarse, serenarse las casas chatas en las amplias calles desoladas. Llego a la casa de Niní Bernardello, poeta cordobesa, de Cosquín, en la Calle Moyano. Nos abre sus puertas y, poco a poco, nos vamos familiarizando con ella. Ofrece café caliente y té. Está ner-
viosa y sorprendida. El viento dentro de su casa resoplaba y engordaba el silencio, pensé que sería muy fácil dormitar de tanto en tanto en un ambiente así. Tan solo tenemos tiempo y hay que elegir muy bien con quien compartirlo y cómo. Hemos hablado de poesía, claro. El proceso de creación es bien simple: llega, hay que atenderlo. Comenta Niní que durante mucho tiempo escribía en una libreta con hojas en blanco y la forraba de radiografías para que no entrara nada. Ella saca de esos cuadernos su escritura. La responsable soy yo, dice. Con toda naturalidad hemos entrado en parcelas de su intimidad, le gusta hablar, que le pregunte. No tengo con quien hablar de estas cosas, sólo con mi compañera. He subido al taller de pintura, llena de objetos y utensilios para pintar, todo muy abigarrado. Dice Niní que trabaja simultaneando la pintura, la cocina y la escritura. Dice que hay que mirar de costado, con el rabillo del ojo, por si acaso. La realidad es todo lo que hay. No incorporarla tanto que llegue a ser real. Sospechas de que en cualquier caso la amenaza está presente, no hay que mirar, no hay que dar cuentas de ella, dejar pasar. Tranquilizarse, serenarse. Rio Grande crece. Ahora ya sobrepasa los cien mil habitantes, más que en Usuhaia, dicen. Hemos paseado en un taxi por la ciudad. Atravesamos el puente, vimos la desembocadura del Río Grande, que viene de Chile, el sol se iba poniendo, en un rato anochecerá, no hay transición. El mar lleno de conchas y de algas que arrastró la marea baja. Un mar frío, grisáceo, un mar triste y fiero, intransitable para un cuerpo que desee nadarlo. Las metáforas aquí son distintas, deberían serlo. De repente se hace de noche y las ventanas se encienden. Aquí vivieron durante siglos los Selknam u Onas, pueblo originario de estas tierras cuando aún la isla estaba unida al continente, pero esta historia la explicaré en otra entrega. ~
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El Correo de Andalucía Sábado, 20 de mayo de 2017
Escrito para...
Cada persona busca en la lectura los anclajes suficientes que le permitan convertir la lectura en un momento de reflexión, divertimento o acumulación de diversas sensaciones que hacen de cada página un momento especial. En este número ...quedar hipnotizado
Los ritos del agua Antonio Puente Mayor {Decía el poeta alemán Schiller: «No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos». Una evidencia que a menudo vemos reflejada en nuestro día a día y que hoy nos sirve para introducir el nuevo trabajo de Eva García Sáenz de Urturi, el último fenómeno de las letras españolas. Aún sorprendidos por la fuerza con la que irrumpió el pasado año en las listas de ventas con El silencio de la ciudad blanca —un apasionante thriller que alcanzó las 17 ediciones y que ya tiene su adaptación cinematográfica en marcha—, la autora vitoriana nos invita a sumergirnos en el segundo título de la que ya muchos consideran la trilogía de moda en España. Y es que Eva García parece haber reinventado la fórmula del éxito. No en vano, su saga de los longevos se convirtió en un fenómeno viral en las redes sociales, llegando a superar en ventas a los best sellers tradicionales, lo que llamó la atención de la editorial Planeta. Con Los ritos del agua, la escritora nos confirma las buenas sensaciones dejadas con el primer título de la serie. Si en aquel asistíamos a un recorrido apasionante por su Vitoria natal —en el que no faltaban los mejores ingredientes de la novela negra—, en esta ocasión nos trasladamos a los sugestivos paisajes del Cantábrico. Unai López de Ayala —alias Kraken—, el joven inspector experto en perfiles criminales protagonista de El silencio de la ciudad blanca, se ve envuelto de nuevo en un caso de una complejidad extrema. Su primera novia, Ana Belén Liaño, aparece asesinada en un paraje natural. La mujer estaba embarazada y fue ejecutada
según un ritual de hace 2600 años: quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce. Mientras trata de poner en orden su vida, Kraken deberá detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria y cuyas víctimas son personas que esperan un hijo. Al igual que en la primera parte (de la que ya se han vendido más de 100.000 copias), la autora de Pasaje a Tahití nos atrapa desde el inicio con una historia compleja haciendo uso de cuantos recursos tiene a su alcance; estos son un argumento hipnótico, un ritmo endiablado y un lenguaje llano y directo que recuerda a las mejores series de televisión. Si a esto le sumamos el gusto por la arqueología y los mitos celtíberos, el producto no puede resultar más atractivo. Asimismo, y siguiendo la línea de su predecesora, Los ritos del agua vuelve a incidir en la importancia de la familia como eje vertebrador de la historia —como ya hiciera con gran éxito Dolores Redondo en su alabada Trilogía del Baztán—, centrándose en esta ocasión en las relaciones paterno-filiales. Nada escapa a la improvisación en un proyecto hecho a la medida del lector actual: desde los capítulos cortos a la narración en primera persona, Sáenz de Urturi nos obliga a estrujarnos la mente y a participar activamente en la búsqueda del culpable, demostrando que al género negro aún le queda cuerda para rato.. ~ Calificación: Muy bueno. Tipo de lectura: Amena, envolvente. Tipo de lector: Amantes de la novela negra. ¿Dónde puede leerse?: No hay sitio malo.
Portada de ‘Los ritos del agua’. / El Correo
...entender el cómic desde su narrativa
excelente cómic, no todo el mundo se sentirá interesado en él. 99 ejercicios de estilo requiere un tipo de lector que vaya más allá de la lecturas de cómics buscando entretenimiento, un tipo de lector que se interese por cómo y por qué se hacen las cosas.
99 ejercicios de estilo Gabriel Ramírez {Del mismo modo que Raymond Queneau en sus Ejercicios de estilo mostraba distintas opciones de escribir textos en prosa, Matt Madden lo hace en sus 99 ejercicios de estilo. Pero Madden es dibujante y su libro es un cómic. El autor juega con el diseño de página, con el cambio de planos, con un punto de vista u otro, con formatos (encontramos desde mapas a anuncios que intentan contar lo mismo), con el color o con las herramientas de
trabajo (las suyas como dibujante). ¿Dónde está lo interesante? En la respuesta del lector. Un único mensaje convertido en 99 porque la forma de presentarlo lo matiza de modo que se modifica y modifica al receptor. Este es un cómic que, bajo la apariencia de la práctica absoluta, encierra una carga teórica enorme. Y, como avanza el autor en un breve prólogo, un intento de demostrar que en cualquier manifestación artística, es el conjunto del trabajo lo que determina y no los elementos aislados. Conviene saber que, a pesar de ser un
Calificación: Bueno. Tipo de lector: Interesados en procesos narrativos, en técnicas de narración. Tipo de lectura: Fácil aunque requiere cierto grado de reflexión una vez realizada. Puede leerse de forma aleatoria y en distinto orden cada vez. ¿Dónde puede leerse?: En cualquier sitio. Portada de ‘99 ejercicios de estilo’.
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elegimos una serie de títulos que van de lo técnico a lo poético, de la intriga a la mirada extraña. Son obras espléndidas que buscan objetivos diferentes dentro de su propia arquitectura. Todos ellos harán disfrutar al lector que los elija. ...intuir la tragedia
...imaginar
Una chica desconocida
Las ciudades invisibles
Silvia Fernández San Benito {Una novela puede gustar por distintas razones. Cada lector tiene sus preferencias y se fija es los diferentes aspectos que va encontrando a lo largo del relato. Pero algunos de los materiales narrativos que aparecen en esas historias novelescas son imprescindibles para que, el que se enfrenta a un libro, aguante sin abandonar la lectura. Si los personajes no están bien construidos, si no se encuentra un punto de empatía con ellos, es imposible que el relato funcione. Aunque, es cierto que la trama es otro de los elementos imprescindibles, otra cosa que no puede fallar. Sin una buena historia las novelas no gustan puesto que el aburrimiento puede hacer estragos. Una chica desconocida es uno de esos libros que te atrapa desde muy pronto. Mary Kubica, la autora, utiliza una técnica para contar la historia que es aparentemente sencilla, pero que, en realidad, presenta una dificultad altísima. Alterna las voces de los personajes principales para ir tejiendo una trama que se descubre despacio, dosificada con acierto. Habla uno de ellos, habla otro, vuelve a intervenir el primero. La trama avanza de forma lineal aunque esa chica que da nombre a la novela, la desconocida Willow, es la que nos lleva a conocer buena parte de su pasado con el que se da un sentido adecuado a la narración. La tensión crece a medida que cre-
Portada de ‘Una chica desconocida’.
ra. Esto es algo que se agradece cuando la mayor parte de novelas de este corte se cierran sin un mínimo cuidado. Una chica desconocida es una opción estupenda para divertirse durante la lectura aunque no es un libro que deje indiferente y permite pensar sobre las situaciones que se plantean. Un buen libro. ~
Mary Kubica.
cen los personajes en profundidad sicológica y encontramos momentos desconcertantes que la autora resuelve bien. Kubica no utiliza recursos fáciles que traten de engañar ni remata la acción a la carre-
...seguir la gran literatura
Relatos de Kafka Carmen Daza {Acabo de enfrentarme por primera vez en mi vida a una selección de los relatos de Franz Kafka, y esto me ha hecho darme cuenta de lo mucho que le deben Borges, Cortázar y tantos otros cuentistas modernos. Ha sido toda una experiencia, son relatos que intrigan, sorprenden, hacer Franz Kafka. pensar, pero que también son muy accesibles a cualquier lector. Y es que Kafka tiene relatos muy bonitos, por usar una palabra tan poco admisible en reseñas literarias. Es un autor que arrastra fama de raro y retorcido, pero cuyas historias tienen mucho de poético, y también de humorístico. David Foster Wallace se quejaba en
un artículo recogido en Hablemos de langostas de lo difícil que es hacer ver a los estudiantes de hoy día el humor subyacente en los relatos de Kafka, su manera de mostrar de forma literal conceptos metafóricos que dota a sus historias de un ambiente no tanto surrealista como de pesadilla. Hay humor en sus relatos, pero es un humor negro y doloroso que no llega al sarcasmo o al cinismo por la enorme empatía que Kafka siente por todas las criaturas que crea, no importa cuáles sean sus fallos. Todas las discusiones sobre el hermetismo de los relatos de Kafka y lo absurdo de las situaciones que plantea casi lleva a olvidar mencionar lo buen narrador que
Calificación: Bueno. Tipo de lector: Cualquiera, aunque las mujeres entenderán muy bien a los personajes femeninos. Tipo de lectura: Muy entretenida y no exenta de cierta reflexión. Argumento: Cuidado con los primeros impulsos... Personajes: Muy, muy bien perfilados. ¿Dónde puede leerse?: En el metro, en el bus, en la playa, en casa, en una cafetería...
es. Kafka es un contador de historias, un cuentista en el sentido más estricto de la palabra, y se vale de parábolas sobre casos imposibles para ilustrar sentimientos, pensamientos, situaciones que no cabe explicar con palabras. Por eso tampoco es posible descifrar sus relatos, puedes sentir lo que quieren decir, pero son sentimientos difíciles de explicar con el lenguaje de cada día. Quien necesite una moraleja explícita va a sentirse muy insatisfecho con la lectura de los relatos de Kafka. ~ Calificación: Imprescindible, inolvidable Tipo de lectura: Accesible pero potencialmente devastadora. Engancha desde la primera hasta la última línea. Tipo de lector: Que no necesite demasiada claridad interpretativa en sus lecturas. Personajes: Seres imposibles que se enfrentan al absurdo de su propia existencia. ¿Dónde puede leerse?: En cualquier sala de espera, para aprender que la desesperación puede tener muchas caras.
Daniel González Irala {Pequeños relatos poéticos de envergadura. El escritor cubano, Italo Calvino, afincado en Italia, aprovecha unos apuntes de cuaderno para trazar una fina línea en torno a los pensamientos que comunica Marco Polo a un emperador oriental; cómo son las ciudades de hoy y ayer, cómo serán las de mañana. En torno a la memoria, el nombre, el cielo o los ojos, hay en estas historias, que podrían ser microcuentos o poemas largos, todo un diapasón por acumulación que va de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo vivaz a lo mortecino, del ingenio a la pausa, para finalmente desvanecerse. Su intento es tan perspicaz, que cuenta con la desmemoria del que no subraya, sin tildarlo Portada de ‘Las ciudades de incons- invisibles’. / El Correo ciente. Tiene que ver este libro, se ha dicho, con Las mil y una noches; además, Venecia cobra importancia como ciudad de mercaderes, pero también Siena, de una manera subyacente, deja verse desde una Plaza del Campo donde no sólo se celebran justas medievales, sino que se le da una importancia sublime a ese bien común que es el agua, verdadero motivo de orgullo en torno a la eterna rivalidad con florentinos. Siena tiene esta importancia como la tiene la ruta de peregrinación franciscana, que parte de Canterbury, atraviesa Francia e Italia, y llega hasta Tierra Santa. De ancestros, pues, va la cosa. De cómo recorren puertos y mares, gobernadores y civiles, de cómo los primeros tratan de mimetizarse en los segundos, y viceversa, de cómo la idea existe antes que el hombre que sueña.~ Calificación: Excelente. Tipo de lectura: Tranquila, sosegada. En poco espacio se dice mucho. Tipo de lector: Amantes del libro como objeto compilador de sensaciones y no tanto líneas argumentales. Argumento: Lo urbano como en natural decadencia. Personajes: Sirven a su entorno a la perfección ¿Dónde puede leerse?: Recorriendo la Toscana.
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Teatro María Vázquez es una actriz gallega que, después de veinte años sobre los escenarios, ha logrado llegar a su plenitud como profesional de la interpretación. Participa, hasta el 18 de junio, en la obra dirigida por Andrés Lima, ‘Sueño’, que se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid Gabriel Ramírez {En esta época del año en la que uno no sabe si se está achicharrando de calor o va a pasar un frío horrible, lo mejor es hablar con gente que te hace olvidar ese pequeño frenesí que altera tanto los estados de ánimo. María Vázquez es una de esas personas. Simpática, sencilla, excelente conversadora y, además, honesta en su discurso, algo que no es tan habitual como uno quisiera en los tiempos que corren. Es gallega de nacimiento (Chantada, hace 38 años) y vive en Santiago de Compostela. Dice encontrarse feliz, muy feliz, con el trabajo que está realizando en la obra teatral, dirigida por Andrés Lima, ‘Sueño’, que se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid hasta el próximo 18 de junio. Y se siente feliz a pesar de tener que buscar la dichosa conciliación familiar que con las actrices es especialmente esquiva. Charlemos, le digo. «Me tienes que guiar que soy muy parlanchina», replica. Empezamos y ya veremos qué sale de aquí. Tranquila, le advierto. «Sí, conciliar la vida laboral y profesional es imposible. Yo tengo suerte porque con mi pareja, que también es actor, vamos compaginando los trabajos que van apareciendo. Vamos estudiando lo que nos llega y ya decidimos qué hacer para que siempre esté libre uno de los dos. Pero es muy complicado y no siempre ocurre. Menos mal que los abuelos ayudan mucho. Pero se necesita mucho dinero para que otros se hagan cargo de los niños y eso de ganar mucho es cosa de pocos y a nosotros no nos ha tocado. Se hace todo cuesta arriba». Vives en Santiago, ahora trabajas en Madrid… «Claro, es otra complicación. Tenemos la base en Santiago, pero no nos libramos de traslados de colegios, cambios apresurados…». Comprendo muy bien lo que dices, pero esto lo has elegido tú, querida. «Eso es verdad. Te cuento como fue la cosa. Quería ser bailarina. Comencé a hacer teatro con 18 años para completar la expresión corporal en la danza. Pero descubrí que estaba equivocada, que lo que me gustaba de verdad era el teatro. De hecho, en ballet siempre tenía unas notas maravillosas en expresión y aprobaba a secas en técnica. Aquello, algo quería decir». Si se habla de danza se habla de otros códigos. Queremos que todo tenga el mismo para interpretar cada cosa (danza, teatro, ópera, cine…) y eso no funciona. ¿Cómo es posible que no comprendamos esas claves de algo tan ancestral como es la danza? «No estoy segura. Tal vez en el teatro se busca más un hilo conduc-
María Vázquez. / Fotografía cortesía de Trama Films
La improvisación frente al abismo tor que deje todo más claro y en la danza se hacen las cosas ‘por derecho’, se dice ‘ahora hago esto porque es lo que hay que hacer’. Ten en cuenta que en la danza se juega más con las sensaciones. Y, por supuesto, la danza moderna se ha salido de ese código del que hablas para contar las cosas desde otro sitio, desde donde se puede contar este mundo tan extraño en el que vivimos. Pina Bausch, por ejemplo, cambió todo. En el teatro nos enseñan que lo importante es la historia y no uno mis-
mo o lo que siente el actor. Creo que es esa la gran diferencia». ¿Es eso cierto? «Claro que sí. Y es bueno para acabar con los egos desproporcionados. Lo importante es lo que quieres contar y no tu propio cuerpo o tu propio yo». Planteo a María una duda que asalta. ¿Por qué un mismo papel cambia tanto en manos de un actor u otro? Supongamos que los dos tienen un nivel técnico parecido. Suben al escenario y la cosa cambia ra-
dicalmente. Si lo importante es la historia y no el actor o su cuerpo o lo que siente; no termino de entender dónde se encuentran la diferencias. «Es que, creo yo, tiene que ver con quien se entrega a la historia. A ver, yo soy un poco friki y te voy a hablar de una cosa muy interesante. Existe algo que se inventó Bert Hellinger que se llama Constelaciones familiares y que resulta muy impresionante. Descubrí, haciendo esa terapia, que si un actor fuera un canal real de ese personaje, es decir, si no tuviera los filtros de sus miedos o de sus inquietudes, todos podríamos actuar de maravilla. Por eso, los actores más entregados, los que hacen su papel con cierta locura, casi en trance, llegan más y mejor al público. A veces me digo que debo estar más loca (risas) para conseguir encarnar mejor al personaje. El control es muy malo para interpretar; tener miedo al abismo, al vacío o a cualquier otra cosa es muy malo. Me gusta improvisar; siempre dentro de los límites que marca la escena; pero dejando lugar a que pase algo nuevo que convierta ese abismo del que hablaba en algo inofensivo». A lo loco, a lo loco. Sin filtros, bromeo. «Me divierte mucho actuar y, además, no me falta trabajo. En Galicia se escribe mucho para las mujeres. Es una suerte. Además, creo que estoy en un muy buen momento. Me soporto más que antes; no me juzgo tanto como lo hacía antes. He aprendido que, a veces, el trabajo en el que más te has esforzado es el que le parece peor a la crítica, pero que de eso hay que sacar cosas positivas y no martirizarte». Te queda mucho por delante, María. «Ya lo sé, pero en la sociedad actual, tener más de 30 años y ser madre te convierte en una persona mayor. Te hacen dudar». Si tú eres mayor creo que yo soy Matusalén. ¿Qué has necesitado para ser actriz? «Para ser actriz hay que trabajar la mente. Hay que ser listo para poder trabajar bien. Leer, saber estructurar, pensar sobre lo que vives, entender lo que dicen los textos… Te lo digo por experiencia porque yo he sido muy descerebrada. No hay otro camino que no sea trabajar mucho en todos los aspectos. Se suele hablar del trabajo técnico y se olvida esto otro. Sin embargo es fundamental». María ha logrado que me olvide de los cambios de tiempo que me tienen subido en la montaña rusa de los estados de ánimo. Sin embargo, el reloj es obstinado y no perdona nunca. Nos despedimos con el compromiso, por mi parte de ir a ver ‘Sueño’ al teatro. María sonríe y comienza a caminar. No vuelve la vista atrás. ~