Aladar nº 142

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Sábado, 10 de junio de 2017 Nº 142 @aladar_cultura

El pasado día 4 de junio nos dejó Juan Goytisolo. Ahora vive para siempre frente al océano, junto a Jean Genet, en el cementerio español de Larache

¡Hasta siempre! Entrevista a Juan Gómez Bárcena

La mitología griega nos cuenta la historia de Ínaco


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Personajes

Yacerá frente al océano, en el evocador cementerio español de Larache, cercano a su admirado Jean Genet. Una hermosa metáfora para un hombre que no quiso pertenecer a nada, ni a nadie. Allí vivirá para siempre. Escritor, y concienciado


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Personajes

articulista, le recordaremos con agradecimiento por la serie documental que guionizó y presentó para Televisión Española, «Alquibla», un espacio referencial para comprender los matices del universo islámico

Juan Goytisolo: Tríptico del mal Augusto F. Prieto {No sería justo con un escritor que pagó con el apartamiento y la censura su lucha por derribar los tópicos, que encasilláramos su obra en sitio alguno, pero los estudiosos de la literatura sitúan a Juan Goytisolo dentro del movimiento experimentalista. Ha de entenderse aquí la experimentación como meta y como voluntad, más que como búsqueda. El Tríptico del Mal es una lectura imprescindible para entender la literatura española contemporánea y escrutar nuestra historia reciente. A pesar de que en algunos momentos puede ser agotadora, es una lectura placentera por el dominio que el escritor ejerce sobre el vocabulario y la construcción del lenguaje, que parece chorrear, como un fluido orgánico, desde su cerebro. Señas de identidad es un retrato de España y un descubrimiento del Sur, que no deja de tener vigencia por el hecho de que hoy lo podamos aplicar a otros países, (si es que existen los países) a otros sures, puesto que esas señas siguen existiendo y las reconocemos (a lo mejor en otros, nuevamente) y por eso tenemos la obligación de recuperarlas. Podría concluirse de estas reflexiones sobre lo leído que es una novela excesivamente profunda, tediosa, y pesada. No. Todos conocemos la capacidad de banalización que tiene la repetición, de los actos, de los estilos o del lenguaje, por eso es muy importante vaciar la conciencia, en lo posible, antes de recuperar ciertos pensamientos construidos con palabras, para que recuperen su valor. Memoria histórica. En eso se convierten los suficientes hechos biográficos de Álvaro Mendiola –entrecruzados con crónicas, declaraciones, atestados, experimentación con el lenguaje– con los que los narradores componen estas «señas de identidad». Histórica, en cuanto que perteneciente a un imaginario colectivo y a un proceso en el tiempo. Memoria porque no es absoluta sino desigual, desordenada, consciente de sus limitaciones; porque recuerda todo y a todos, aunque solo bajo ciertas luces, pero juzga desde las actitudes y los hechos, intentando comprender; porque se pone en marcha con la intención de recuperar, resolver y clausurar. No sé si piensan en esto los que juntan tristemente estas dos palabras en los diarios, en los parlamentos, en las conversaciones. Lo dudo. Quien sí reflexionó sobre

ello con profundidad fue Juan Goytisolo, y es sorprendente que la elaboración literaria de esta reflexión –puesta en la orden del día– se publicara en 1966. Porque están en el libro la construcción de «españa» como idea, el espíritu de una transición económica y moral hacia otra parte; la descripción del exilio político, que no por ser exilio deja de ser estrecho y mezquino; el intelectual, siempre cínico e hipócrita; el emigrante, con su carga desagradable de pobreza y atavismo que hoy (pero solo hoy) es otro, y (precisamente por eso) deja de serlo; el turismo como un acto insensato, patético y embrutecedor; la destrucción del territorio concebida como desarrollo (de nada, desarrollo en sí mismo, como abstracción); la corrupción; los tópicos, propios y ajenos. Reivindicación del Conde don Julián se publicó en 1970, y supuso un revulsivo para la anquilosada literatura del tardofranquismo. Juan Goytisolo lo escribió con una clara intención de subvertir el lenguaje y la expresión, usando sistemas de puntuación novedosos, alternando diferentes historias, y alterando los espacios físico y temporal en los que se mueven sus personajes. Cita textos de otros autores, los modifica, abusa de las imágenes, de la reiteración, de las descripciones por acumulación. Todo ello es característico del experimentalismo que revolvió las letras españolas de la época. El texto requiere una lectura concentrada y atenta, a las referencias y a las claves, porque utiliza un esquema desestructurado y poético, cercano al impresionismo. Es, por supuesto, una novela política de dura crítica social; curiosamente la sociedad a la que disecciona está fuera, enfrente, amenazante y amenazada; atisbada desde un Tánger real pero ilusorio, contrario a todo imaginario de lo exótico. Sin conocer nada de su autor sabríamos que es una novela de exilio, no necesariamente físico, sino mental y moral. El argumento se cierra, circular, durante un día en la vida de su protagonista, un deambular topográfico, que da lugar a un laberinto de palabras, que forman secuencias de acción casi cinematográficas. Don Julián (recordemos que en las mitologías ibéricas es el personaje que facilitó la invasión musulmana de la península) aparece aquí –más deseado que recreadocomo el disidente, el traidor evo-

cado y reivindicado; reclamado; porque el tema profundo de la novela es el placer de la traición a la Patria y de su destrucción, cuando ésta es lo «que nos identifica, que nos define: que nos convierte, sin quererlo, en portavoces de algo que nos da una etiqueta y nos fabrica una máscara: ¿qué patria? todas: las del pasado, las del presente y las del futuro: las grandes y las chicas, las poderosas, las miserables». El libro fue, por todo esto (idea, forma, posicionamiento) un texto

‘Tríptico del mal’ es a veces agotadora, pero placentera por su vocabulario y lenguaje

Algunos de sus temas globales son la subversión, la denuncia del régimen político español lúcido, valiente y moderno en el momento de su publicación; y lo es hoy igual que entonces. Porque una de esas patrias (pero hay otras) era la España del desarrollismo narcótico, de la sociedad anestesiada por la ilusión del bienestar, que Goytisolo intuye en su ficción como una amenaza en sí misma para el progreso, y que debe ser arrasada por sus más ancestrales temores y terrores. Violada. El final es metafórico y sexual,

violento, lúbrico; uno de los escándalos que toda época necesita para avanzar. Juan sin tierra sin herencia sin territorios Juan errante como judío maldito literario re-corredor del mundo: destructor del lenguaje: mil novecientos setenta y cinco: ogro de la literatura: deconstructor: termina porque termina poniendo punto final a su «aleatoria inspiración» erigiéndose en crítico y escamoteándose de los juicios ignorantes: hurtándose: recordemos que el inquilino de El Pardo terminaba su proceso de putrefacción: mil trescientos noventa y cinco: asociaciones de ideas que planean y plantean un viaje: el mundo tropical de unos ancestros de herencia envenenada: el mundo de los árabes que es el desierto: el mundo de los árabes que no es el desierto: Nubia: Estambul: Gardahïa: una raza maldita de fornicadores y herejes que emerge de la hoja en blanco: «imponiendo su existencia física en el papel gracias a una suntuosa proliferación de signos»: viajes del cuerpo y de la mente: alucinación consciente: Lawrence de Arabia: Cavafis: Anselm Turmeda: Michel de Foucauld: Ebeh: rabia: anarquía: transgresión: mundo de palabras: vómito sobre el orden establecido la familia la procreación la sociedad bienpensante: sacrilegio provocación nausea: «voluntad de extraviar al futuro lector» con consecuencias: lectores que se niegan a definir encorsetar la lección bien aprendida: lo escatológico lo podrido lo grotesco lo anal: la lección de historia sobre el proceso de escribir: la catarsis: la escritura como alegoría sexual: la palabra como metáfora sensual: fragmentación de un todo interconectado: escritor personaje escritor. Las tres novelas pueden formar un todo literario que se lee sin solución de continuidad, aun cuando se extinguen en sí mismas si se consideran de manera autónoma, e incluso fragmentaria. Algunos de los temas globales son la subversión, la denuncia del régimen político español, sustentado sobre la cobardía interna y la hipocresía del exterior, el rechazo a toda idea identitaria y la definición del escritor –expresada y encubierta– como referente necesario e insobornable. La última está menos cohesionada que las otras dos, pero en cambio proyecta claves interesantes para la interpretación del conjunto, sobre todo en la recreación metaliteraria de las figuras del narrador y del personaje. ~


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Mitología

No aceptes regalos de los dioses, no ofrezcas tus servicios a los dioses… Aléjate de los dioses, podía ser la conclusión a la que nos lleva la mitología en numerosas ocasiones. Esa era una premisa que tenía clara Prometeo, titán, perdedor y creador

Ínaco, un río de lágrimas Anabel Rodríguez {Como ejemplo del cuidado que se debe tener con los dioses, nos viene muy bien la historia de Ínaco, que como veréis siempre trató de evitar la cólera divina. Lo que le sirvió de poco, por no decir que de nada. Ínaco era un titán, hijo del titán Océano y la titánide Tetis (no la ninfa Tetis que fue madre de Aquiles). La historia de Ínaco es casi casi humana, es la historia de alguien cuyo máximo deseo es vivir en paz, en su tierra, con su familia. Lo que cualquiera podría desear. Casado con su hermanastra Melía, tuvieron tres hijos entre los que destacaba su hija Ío. Vivían en la Argólide que estaba recorrida por un enorme río. Un día tuvieron la mala (pésima) suerte de que hasta allí llegasen Hera y Poseidón con la intención de dirimir quien debería ser el dueño de la Argólide (que por otro lado pertenecía a Ínaco) y decidieron que el juez de esta disputa debía ser Ínaco (con uno de sus hijos y otros dos ríos menores). A mí me parece que son un poco venenosos, primitivos y malsanos y seguramente, Ínaco amedrentado pensaba lo mismo. Su mujer le aconsejó que se inhibiera, que hiciera lo posible por no entregar las tierras ni meterse en la estúpida disputa. Los dioses no traen nada bueno. Sin embargo no le hizo caso y actuó como juez para determinar a quién pertenecían sus tierras y su río, si a Poseidón o Hera. Como quiera que cuando era niño (se ve que los titanes también lo fueron) la esposa de Zeus le había acariciado la cabeza, decidió otorgarle a ella la Árgolida y todo lo que tenía. Poseidón se enfadó, que es lo que suele suceder en todos los juicios con los perdedores y en castigo al pobre Ínaco, secó su enorme y hermoso río. A pesar de la sequía que la voluntad caprichosa de Poseidón causó y el consiguiente endurecimiento en las condiciones de vida, Ínaco decidió continuar viviendo con su familia, como si tal cosa. Pasado un tiempo regresó Hera y decidió que quería que Ínaco le hiciera un templo para venerarla y que además, la sacerdotisa de su culto debía ser Ío. Ni que decir tienen que Melía advirtió a su esposo y que él mismo tenía sus reservas acerca de que Ío debiera dedicar a su vida a ningún dios, pero de nuevo le volvió a poder el deseo de mantener la paz y la tranquilidad. A pesar de que amaba a su hija y quería lo mejor para ella, la consagró como sacerdotisa de Hera. Como en toda historia mitológica griega, que se precie de serlo, no puede faltar Zeus, tratando de acostarse con la muchacha de tur-

Poseidón. / El Correo

no, intentándola convencer para que tenga relaciones con él (en este caso a través de un sueño). La pobre Ío soñó que Zeus se presentaba ante ella y el día que la deseaba, quería yacer con ella. Para proteger a su hija acudió a los oráculos de Delfos y de Dodona, donde le aconsejaron que alejase a su hija de aquellas tierras. Su mujer le pidió que no hiciera caso, que eran los dioses, manipuladores, los que hablaban, pero Ínaco ignoró una vez más a su mujer (creo que la tercera vez era como para que le hiciera caso). Envió a su hija lejos de ellos, donde la pobre Ío no encontró protección cuando Zeus quiso yacer con ella y la convirtió en vaca. Hera, sintiéndose traicionada (por enésima vez) por su marido y su propia sacerdotisa, ordenó que un tábano la persiguiese e incordiara el resto de su vida. Un tábano es un insecto parecido a una mosca pero más grande, con cuerpo grueso, ojos grandes y verdosos. Me inclino a pensar que fue una tábano hembra porque son las que se dedican a picar caballos, bueyes y supongo que vacas para alimentarse de su sangre, mientras que los machos se alimentan de las flores. Y ahí veis al pobre Ío recorriendo con forma de vaca medio mundo antiguo y un bicho picándole constantemente. Ya no había paz para el pobre Ínaco ni para su mujer, que le reprochaba constantemente su falta de carácter. Se acercó al cauce del río y comenzó a llorar desconsoladamente. Fue entonces cuando apareció un ser diminuto, arrugado y de aspecto femenino que comenzó a azuzarlo contra los dioses. Era la diosa de la discordia, Éride. La verdad es que la labor de este ser era sencilla después de todo lo que Ínaco había sufrido (pérdida de sus tierras, río, hija…), lo mínimo que podía hacer era enfadarse y maldecir a los dioses. Para ser alguien que sólo pretendía llevar una vida sencilla y pacífica, no podía haber obtenido peor resultado. Éride, que necesitaba del descontento y las rencillas, del rencor y el odio, no dejó de instar a Ínaco para que maldijera a los dioses, causantes de todos sus males. Por su boca salían todo tipo de improperios, insultos, maldiciones y blasfemias y así Éride iba mejorando su aspecto, mostrándose más grande, hermosa. El odio había prendido en el alma de nuestro protagonista, que no dudó en recorrer Grecia poniendo a caer de un burro (como por otra parte merecían) a esos dioses pérfidos, caprichosos y lascivos. Cansado de servir a Éride, de insultar a diestro y siniestro, le dijo


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Mitología

de hombres. Sin embargo fueron pocos los que pudieron resistirse a la seducción y el poder que emanaba de esos seres. Un capítulo más de la mitología repasado por Anabel Rodríguez. Una forma de mirar el mundo clásico que resulta cercana

Zeus. / El Correo

que si quería que continuara hablando mal del resto de dioses tenía que devolverle a su hija. La diosa mintió, porque mentir forma parte de su trabajo como sembradora de cizaña, y le dijo que así sería, pero que era necesario que maldijese a alguien más: a su propia descendencia… Después de mucho pensar que no podía hacer eso a su hija, ni a los hijos de sus hijos, llegaron a un acuerdo. Podría maldecir a algunos descendientes a

Ínaco encontró la paz en sus lágrimas y en el río que amaba y en que se había convertido

Hera. / El Correo

los que no conocería, los de la quinta generación. No sabía quienes serían ni le interesaba mucho y además se trataba de recuperar a su hija ¿no? Así, para tratar de recuperar la compañía de Ío, su padre maldijo a la quinta generación de sus descendientes (que serían las Danaides). Zeus, cansado de maldiciones, envió a una furia (Tisífone) a deshacer las maldiciones que Ínaco había lanzado sobre ellos. Tejió una cuerda que ató al corazón de Ínaco, oprimiéndolo y destrozándolo. Ya fue demasiado para él y terminó por lanzarse al cauce de su

río seco, ese río que había quedado seco por culpa de una estúpida disputa entre Poseidón y Hera. Se convirtió en ese río seco y allí quedó, cruzando la Argólida sin nada que ofrecer. La pobre Ío, que no había podido detenerse ni un momento ante la persistencia del tábano, llegó al lecho seco del río, que ahora era su padre muerto. Se detuvo un instante. Ambos se reconocieron, con la pezuña escribió todo lo que le había sucedido y el río seco que era Ínaco comenzó a llorar, a expulsar su dolor y tristeza por sí mismo y por su hija. Esas lágrimas llenaron el lecho del río y lo convirtieron en uno con entidad propia. Su agua no era potable, pues eran las lágrimas de este pobre titán las que conformaban su cauce. Padre e hija volvieron a separarse. Ío continuó deambulando hasta llegar a Egipto, donde recuperó su forma humana y tuvo un hijo (con Zeus por supuesto). Ella se convirtió en Isis y su hijo en Apis y bajo esos nombres fueron adorados. Ínaco encontró la paz en sus lágrimas y en el río que amaba y en el que él mismo se había convertido. Recordad, si un dios viene a pedir un favor u os ofrece algo, no les hagáis ni caso. Recordad al pobre y pacífico Ínaco, su dolor y su llanto y dadles una patada en sus olímpicas posaderas. ~


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Literatura

En la biblioteca de Puente Genil, se ha inaugurado una exposición de objetos y cartas del poeta ponteño Ricardo Molina, a causa de su centenario. Fue el ideólogo del grupo

Ricardo Molina en Puente Genil Concha García {No puedo negar que soy fetichista y que de la misma manera que meto las narices en los libros más raros, también husmear entre las vitrinas que contienen cartas manuscritas del poeta, me produce cierto placer. Es como entrar en un lugar íntimo que a la luz del día, adquiere la dimensión de un tesoro. El legado de Ricardo Molina ha dado algunas vueltas; consiste en más de 4000 volúmenes catalogados y objetos personales diversos, pero todavía falta mucho por catalogar. Su sobrino nieto, Antonio Sánchez Molina, es el heredero del legado que se quedará en Puente Genil. La profesora Olga Redón se está ocupando de divulgar la rica correspondencia del poeta con otros intelectuales, y ya ha publicado parte de su tesis doctoral sobre dicha correspondencia. Hay cartas que palpitan de vida. Asomarse a aquellas cartas firmadas por Vicente Aleixandre, Concha Lagos, o Luis Cernuda, tiene algo de indiscreción, que satisface nuestra curiosidad. La pluma, los tinteros todavía con tinta, el reloj, y algunas condecoraciones son los puntales que sostienen la memoria. Ricardo Molina mantuvo correspondencia con todos los poetas de la Generación del 27 –les pedía colaboración para Cántico-, en especial con Vicente Aleixandre, cuya amistad y afecto se repartió en el tiempo hasta la muerte de Ricardo en 1968. Sus afinidades electivas y selectivas coincidieron en un tiempo oscuro. La luminosidad de la poesía de ambos, escondida entre los pliegues de la palabra poética, fue su reverso. ¿Cómo llamar al amor por su nombre si no se podía nombrar el objeto del deseo? Aquella poesía era pagana en su origen, mostraba los pliegues metafóricos de la palabra, lo que no se podía decir se inventaba mediante rodeos para que el censor de turno no pudiera cercenar aquellos versos. Es destacable la vena poética de Ricardo Molina y su religiosidad católica. Algunos poemas desfallecen porque el tiempo ha pasado por ellos, aunque la fuerza de los mismos nos empuja a releerlo, tal como propuso Luis Antonio de Villena. La exposición muestra todos los ejemplares de la revista Cántico.

Aquella revista murió dos años después de nacer, entre 1947 y 1949. Sin duda no fue su tiempo aquel, llegaría después. La poesía no demuestra nada, es un manifestarse, es evidencia y resuena en la soledad de cada uno. La poesía, además, es una corriente subterránea que guarda sus secretos hasta que, de repente, encuentra un cauce por donde avanzar y ser visible. No depende de la época en que fue escrita, sino del tiempo que será desvelada, y así sucede con la de Ricardo Molina. Vamos a situarnos. En los años cuarenta se reunía un grupo de jóvenes en la Taberna el Gallo bajo los soportales de la cordobesa plaza de la Corredera, allí fundaron la Corporación de los Samaritanos. Los poetas integrantes fueron Pablo García Baena, Juan Bernier, Julio Aumente, Mario López, los pintores Ginés Liébana y Miguel del Moral, y posteriormente aceptaron que se añadiera Vicente Núñez. Casi todos dejaron de escribir, excepto Ricardo Molina, que murió creyendo que aquello fue un fraca-

Asomarse a aquellas cartas tiene algo de indiscreción, que satisface nuestra curiosidad so. Luego continuaría el exquisito Pablo García Baena. Cada cual se dedicó a otros asuntos y Ricardo Molina se especializó en el estudio del flamenco, como muy bien recordó el profesor Juan Ortega Chacón. Cronista de los pueblos cordobeses, gustaba viajar por las poblaciones cuyas semblanzas fueron publicadas por el Diario de Córdoba, que yo sepa, completas, no están recogidas en libro alguno y hay más de mil artículos todavía por clasificar. Bajo el sol andaluz, en el límite entre Sevilla y Córdoba, es fácil entender que las calles se queden desiertas a mediodía y que a partir de las siete de la tarde quedemos inundados de gente y de terrazas. Un clima más adverso dicen que hubiese sido propicio para la filosofía, no sé si es cierto. Cántico debe su nombre al guiño que le hicieron sus componentes al primer poemario de Jorge Guillén, que

Carta de Anselmo González Climent. / Concha García

Carte de Concha Lagos. / Concha García


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Literatura

Cántico, pero murió demasiado pronto. El pueblo, a través de su Ayuntamiento y la Asociación Cultural Poética, ha organizado cuatro días poéticos y musicales.

Biblioteca Municipal Ricardo Molina. / Concha García

¿Cómo llamar al amor por su nombre si no se podía nombrar el objeto del deseo? Árboles frente a la Biblioteca Ricardo Molina con cada uno de los nombres del grupo Cántico inscritos en una piedra sobre el suelo. / Concha García

desde el exilio, los apoyaba. Aquella poesía que exaltaba la vida en todas sus dimensiones y que no se replegaba al oscuro sombreado de la existencia en la postguerra española –ellos vieron morir a mucha gente, pero también vivían «como si no sucediese nada» . Siempre la vida puede más- . Encontramos una hilera de árboles frente a la Biblioteca Ricardo Molina con cada uno de los nombres del grupo Cántico inscritos en una piedra sobre el suelo. Estamos atravesando un tiempo extraño donde es muy difícil vislumbrar que traerá de nuevo, así que conservar la memoria es una manera de resistir, de mostrar un instante

Aquella poesía exaltaba la vida y no se replegaba al oscuro sombreado de la posguerra

de nuestro efímero paso por la vida. Ricardo Molina, ya lo he dicho, murió joven, con 52 años, era profesor en un Instituto de Enseñanza en Córdoba, ciudad donde se trasladó con su familia con apenas diez años, tenía mal el corazón y mucho trabajo por hacer, según confesó a su amigo Francisco Carrasco y nos recordó la anécdota la poeta Juana Castro. Eso fue la noche del 4 de junio, y mientras escribo esta crónica, veo a Pablo García Baena, digno y serio, con una memoria prodigiosa, un hombre entrañable, su poesía también fue una valentía, gracias a que Luis Antonio de Villena y Guillermo Canero comenzaran a recopilarla en los setenta, hoy podemos entender las rendijas de aquel tiempo. Allí estaba María Victoria Atencia, elegante y sonriente, por amor a Ricardo pudimos abrazarla; también Ginés Liébana, un nervio de hombre con 96 años cuyo sentido del humor nos ha seducido a todos. Pablo García Baena y otros poetas como Juan de Dios García, Angel Manuel Gómez Espada y Javier Lostalé. De más cosas que sentí y viví quiero seguir escribiendo. ~


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Escrito para... La cultura es universal. La cultura no puede convertirse en patrimonio de unos pocos. Y, desde luego, la cultura no es un recinto al que un grupo determinado nos pueda impedir acceder. Sin embargo, no son pocos los que pelean para que la escritura, el ...entender el fenómeno biopunk

G3 Antonio Puente Mayor {En 1921, el ruso Yavgueni Zamiantin publicó Nosotros, novela adelantada a su tiempo que, curiosamente, no vería la luz en su idioma nativo hasta 1988. En sus páginas se hacía un retrato de una sociedad futura donde la opresión y represión por parte de la clase dirigente era total. Aún sin saberlo, el escritor bolchevique acababa de inaugurar un subgénero literario, la distopía (o antiutopía) en la que un horizonte ficticio se adivinaba posible a la vez que indeseable. Hoy, sin embargo, los títulos distópicos más recurrentes son Un mundo feliz, de Aldous Huxley; 1984, de George Orwell y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Un trío imprescindible que elevó al subgénero al olimpo de los clásicos. Más reciente en el tiempo, pero no menos hipnótica, es la trilogía Los juegos del hambre, de Suzanne Collins, que invita a cuestionarnos cómo es en realidad la naturaleza humana y si es inevitable que sea corrupta. Siguiendo esta estela, el sevillano Francisco Javier Torres Simón nos invita en G3 (Amarante, 2017) a viajar a la Nueva Era, un tiempo indeterminado más allá del siglo XXIII en el que las mujeres ejercen la supremacía sobre los hombres y los recuerdos se almacenan en una colmena neuronal llamada Sistema Red. Licenciado en Film Scoring por la Berklee College of

Portada de ‘G3’. / El Correo

Music de Boston, máster en Gestión de Empresas Audiovisuales y doctor en Comunicación por la Universidad de Sevilla —donde ejerce como docente—, Torres Simón es una rara avis dentro del mundo editorial. Autor de varios ensayos técnicos y de divulgación, en esta su primera

novela combina su pasión por la ciencia ficción con sus muchos y variados conocimientos: desde la composición musical para la Semana Santa (lleva más de dos décadas nutriendo de marchas procesionales a bandas como Las Cigarreras) al pilotaje de drones. De ahí que las páginas de su obra destilen frescura y originalidad además de resultar altamente sensoriales. Su protagonista, Lux, es un neonato de dieciocho años gestado en el vientre de una criatura extraordinaria, el G3, cuyas capacidades le permiten implantar en los fetos todo el conocimiento universal antes de ser alumbrados. Con tan sólo veinticuatro horas de vida, Lux tendrá que enfrentarse a multitud de peligros y aventuras, mientras trata de descubrir el verdadero sentido de su existencia. Heredero de películas como La mosca, Gattaca o La isla, e incluso del manga japonés Akira, G3 es el título perfecto para entender el fenómeno biopunk, en el que la biotecnología representa la columna vertebral de las tramas. De este modo, y al igual que sus predecesores, el autor nos describe la lucha de

un individuo contra un régimen totalitario, en este caso surgido a partir de una corporación llamada Biogod, donde la eterna juventud está al alcance de todos. Un lugar antropocéntrico llamado Primer Mundo, donde se suceden los guiños a la vieja Híspalis junto a los avances más increíbles, y en el que las necesidades del ser humano parecen estar cubiertas. En suma, un paraíso de diseño donde, como suele ocurrir en estas historias, no es oro todo lo que reluce. Ágil en su desarrollo y repleto de sorpresas, el argumento de G3 va más allá del puro entretenimiento. Su mensaje es un aviso sobre los peligros a los que se enfrenta nuestra sociedad en su acelerado proceso de deshumanización. Una voz que parece clamar en el desierto contra la alienación y las modas pasajeras, cuyo poder de atracción nos convierte en auténticos esclavos. Nada escapa a la improvisación en esta obra hecha desde el ingenio, pero también con una enorme carga de sensibilidad. Y es que al fin y al cabo el objetivo de una buena novela es sorprendernos y emocionarnos a partes iguales; y esta lo consigue con creces. Calificación: Muy bueno. Tipo de lectura: Fascinante y clarificadora. Tipo de lector: Interesado en entender el mundo desde la ciencia ficción. ¿Dónde puede leerse?: En casa, tranquilamente.

...entender la globalización

El mercado y la globalización Gabriel Ramírez Lozano {Publicado en 2002, El mercado y la globalización es una sencilla y magnífica lección sobre economía firmada por José Luis Sampedro. Una lección sobre lo que es un mercado, sobre cómo funcionan estos, el lugar que ocupan en el mundo actual. Pero lo importante es el punto de vista del autor que, al escribir este pequeño ensayo, supo ver con claridad lo que significaba la globalización, lo que supondría para los ricos y lo que supondría para los pobres. Todos serían más. Los ricos más ricos y los pobres más pobres. La clave ética y moral del análisis del autor es profunda y servía en 2002. Del mismo modo, ahora sirve igual. Se coloca frente al liberalismo económico de la Escuela

de Economía de Chicago o, lo que es lo mismo, frente a Milton Friedman, tratando de desmontar toda una teoría que parece arrastrarnos a una desigualdad y un caos social jamás conocido. Interesante texto ilustrado por Sequeiros que puede aclarar las ideas del lector poco iniciado en asuntos económicos. Sampedro utiliza un lenguaje muy accesible para cualquiera que se acerque al texto tratando de evitar tecnicismos y profundidades innecesarias.

Calificación: Bueno. Tipo de lectura: Fácil y entretenida. Tipo de lector: Cualquiera. ¿Dónde puede leerse?: Frente al Ministerio de Economía. José Luis Sampedro. / El Correo


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Escrito para... cine, la música o la escultura, se conviertan en clubes exclusivos a los que sólo tienen acceso los socios fundadores o los sujetos extraños. Aladar vuelve a intentar que todos estemos integrados y la opción de la lectura nos parece un camino perfecto ...descubrir nuestra ciudad

Historia de Sevilla para niños Antonio Puente Mayor {José María de Mena, Francisco Morales Padrón, Antonio Domínguez Ortiz, Carlos Ros, Nicolás Salas, Jesús Manuel Roldán… Estos son algunos de los nombres que han plasmado en papel la historia de Sevilla durante las últimas décadas. Un listado de lo más variopinto al que hoy se suman tres profesores de Geografía e Historia que, auspiciados por la editorial Almuzara, parecen llegar para quedarse. Nos estamos refiriendo a Francisco Huesa, Aarón Reyes y Ricardo Rodríguez, quienes, debidamente formados en disciplinas como la Historia Moderna, el Arte o la Arqueología, han unido sus fuerzas para alumbrar una obra única y necesaria. Historia de Sevilla para niños viene a cubrir un importante hueco en la, hasta ahora, profusa bibliografía local. Pues, si nos atenemos a las publicaciones existentes sobre el tema, pocas han abordado el asunto de un modo tan inteligente, práctico y divertido. Partiendo de una premisa clásica pero efectiva —una niña llamada Luisa arriba a la ciudad para iniciar una nueva vida—, los jóvenes lectores descubrirán por qué la capital del sur ha sido codiciada por numerosas civilizaciones desde la Antigüedad. Así, a través de

Portada. / El Correo

los ojos de la recién llegada y su nuevo compañero de clase, Guille, conoceremos el pasado tartésico y fenicio de la urbe —el apartado gastronómi-

co es de lo más curioso—, recorreremos la Híspalis de Trajano y Adriano —incluyendo visitas al Foro y las Termas— y conoceremos a personajes tan ilustres como San Isidoro o las santas Justa y Rufina. Y digo «conoceremos», porque los protagonistas llegarán a interactuar con las figuras históricas de un modo natural y cercano. Pero ahí no queda la cosa. En los quince capítulos de los que consta el libro, los lectores darán un salto tras otro en el tiempo para explorar algunos de los momentos más memorables de la historia municipal. Desde la Isbilya de Al-Mutamid a la Sevilla cristiana de Pedro I, pasando por la boda de Carlos V en el Alcázar, la época dora-

da de la imaginería, o la metrópoli soñada por Bécquer. También hay lugar para hitos contemporáneos, como los inolvidables Jesús de la Rosa, fundador del mítico grupo Triana, o el rockero Silvio —su escena es hilarante—, así como para los nuevos iconos de la ciudad: la Torre Pelli y las Setas de la Encarnación. Presentado hace unas semanas en la Feria del Libro de la Plaza Nueva, Historia de Sevilla para niños está llamada a ser un referente de la literatura local, pues no sólo se abordan múltiples asuntos de un modo eminentemente divulgativo, sino que sus capítulos van complementados con una serie de actividades que refuerzan la lectura y afianzan los conocimientos de los jóvenes (y no tan jóvenes) haciéndolo doblemente atractivo. Asimismo la maquetación se enriquece con un repertorio de ilustraciones que acentúan su vocación didáctica, logrando una obra notable que hará las delicias de padres, profesores y curiosos de todas las edades. Calificación: Muy bueno. Tipo de lectura: Pedagógica. Tipo de lector: Cualquier edad es buena para descubrir la ciudad. ¿Dónde puede leerse?: En Sevilla hay rincones que invitan a la lectura por todas partes.

...vivir aventuras improbables

La isla de las voces Augusto F. Prieto {Vivimos asaltados por las novedades que se despliegan en los estantes de las librerías y nos gritan desde los suplementos culturales, entonces, nos olvidamos de aquellos escritores que iluminaron nuestra infancia con narraciones extraordinarias que nos acompañaron siempre, pero que, aún adultos, tienen mucho que ofrecernos. Stevenson escribió La Isla del Tesoro, claro, El Extraño caso del Doctor Jeckyll y Mister Hide y La Flecha Negra, pero también otras novelas; cuentos y poemas, narraciones de viajes; sorprende saber que muchas de sus obras no están traducidas al castellano. La editorial Siruela publicó juntos, estos cuatro cuentos. Son soberbios. Los primeros suceden en el paraíso de los Mares del Sur, donde vivió el propio autor, pero sus personajes se ven conducidos a la desolación y la angustia

por encantamientos y aventuras. Nada hemos de decir del segundo, porque cabe deducirlo de su título, El Diablo de la Botella, pero pocas veces se ha retratado mejor y con menos recursos la angustia humana. La Isla de las Voces, que da título al volumen, es una concatenación de prodigios y hechicerías, la historia de un hombre asustado que va de peligro en peligro. En los dos cuentos está el castigo a la curiosidad y la ambición, se atisba la culpa que la religión sembró en unos pueblos ingenuos e inocentes, el punto de vista está entre ellos. Se percibe la sombra del peor de los infiernos, pero, así mismo, el reflejo del mar y de la luz de una tierra privilegiada. Estas invenciones, son una herencia de las Mil y Una Noches, hemos de recordar que también Stevenson escribió unas Nuevas Noches Árabes. La magia es el pretexto. Los otros dos relatos están oscurecidos por las tinieblas del norte y de la civilización. Markheim es un anti cuento de Navi-

dad, un combate entre las fuerzas del bien y del mal. El diablo es, en Janet La Contrahecha, un hombre negro que nos recuerda viejas historias contadas junto al fuego, en los valles de Escocia donde Robert Louis Stevenson nació en 1850; murió a los cuarenta y cuatro años en Samoa, agotado por la tuberculosis y por una imaginación desbordante. Stevenson fue, desde la niñez, para Borges que lo prologa, una de las formas de la felicidad. Calificación: Muy Buenos. Tipo de lector: Cualquiera. Tipo de lectura: Muy entretenida e intrigante. Argumento: Excita la curiosidad. Personajes: Nos encantan con sus aventuras. ¿Dónde puede leerse?: En los Mares del Sur, claro, o en otros mares. Portada.


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Suplemento cultural

El Correo de Andalucía Sábado, 10 de junio de 2017

Recuerdos del siglo XX Un cambio de gobernador civil recuperó las esperanzas ciudadanas, pero todo quedó en nada, salvo en descubrir las pobrezas ocultas en corrales y suburbios del alfoz

Formación del «Cinturón de la Miseria» sevillano Nicolás Salas {Sevilla volvió a ser reflejo de la crisis política nacional. Mientras crecía el «cinturón de la miseria» provocado por el Tamarguillo y la ciudad luchaba por sobrevivir, se produjo un vacío de poder con el cese del gobernador civil. Bueno Monreal, como otros prelados españoles, alzó la voz sobre los graves problemas sociales de la Archidiócesis. Joaquín Romero Murube sería el activo fustigador de la abulia sevillana. Las esperanzas renacieron con el nuevo gobernador civil, Utrera Molina, camisa azul Parecía imposible que Sevilla, después de los difíciles años cuarenta y cincuenta, los «Años del Hambre», pudiera empeorar aún más su situación social, económica y política. Pero así fue nada más comenzar la década de los años sesenta, pues a la crisis de las estructuras socioeconómicas mantenidas en precario después de la Guerra de España, se unieron las catástrofes y el pavoroso problema de la falta de viviendas sociales, con reflejo en el rápido crecimiento de las zonas suburbiales, un penoso «cinturón de la miseria». De manera que, además de la pobreza económica acumulada, se produjo un desánimo colectivo con escasas perspectivas de futuro. Encima, cuando más falta hacía volver al espíritu de lucha promovido por la llegada del gobernador civil Altozano Moraleda, en 1959, el Gobierno decretó su cese y dejó vacante el cargo durante dos meses y medio, hecho sin precedentes y demostrativo de la crisis política nacional que desembocó en el cambio de Gobierno de julio de 1962. Las tertulias del Ateneo, con segundas partes en el Britz y en los estudios de algunos artistas; las del mediodía y el anochecer en la Librería Internacional, y las del Hogar del S.E.U., en la calle Cuna, tuvieron en sus debates asuntos coincidentes en relación con el polémico mandato de Hermenegildo Altozano Moraleda. En los mentideros ateneístas se comentaron dos hechos contrarios al gobernador civil. El primero, su actitud con la Comunión Tradicionalista, vinculada desde la Unificación franquista al Movimiento. Resulta que en 1959 y para conmemorar las «bodas de plata» del Quintillo de 1934, se celebró en el conocido cortijo del ganadero Anastasio Martín, una reunión carlista, con desfile, misa y almuerzo campero. Y acordaron seguir celebrándola en el futuro. De manera que, con dos meses de antelación a la fecha prevista para 1960, que era el día 24 de abril, se cursó al Gobierno Civil la oportuna y

La prensa sevillana fue espejo de la realidad social.

reglamentaria petición de autorización del acto. La respuesta fue positiva con fecha 21 de marzo, firmada por el gobernador civil accidental, Joaquín Carlos López Lozano, entonces presidente de la Diputación Provincial. Pero con fecha 11 de abril, Hermenegildo Altozano Moraleda remitió a Enrique Barrau Salado, jefe provincial de la Comunión Tradicionalista, un oficio cancelando la anterior autorización y comunicándole el aplazamiento del acto, sin fijar fecha.Enrique Barrau solicitó audiencia del gobernador civil. Este la concedió y le envió un automóvil oficial con matrícula de Falange Española, F.E. Entonces, Barrau, le dijo a su hijo Aurelio que despidiera al conductor y le pidiera un taxi. Cuando se encontró frente a frente con el gobernador civil, Barrau le pidió explicaciones por la suspensión del acto de Quintillo, que fue justificada en «órdenes de la Superioridad». Barrau no las admitió y expuso al gobernador civil lo que históricamente había significado la Comunión Tradicionalista, sobre todo en el alzamiento de 1936. Ambos personajes protagonizaron una tensa y polémica reunión.

Poco después de aquel encuentro, Enrique Barrau Salado enfermó y murió a los cuarenta y nueve años de edad, el día 4 de octubre de 1961. Sus últimos meses de vida fueron de amargura por las ingratitudes recibidas del Régimen que los carlistas habían hecho posible con su sangre durante la II República y Guerra de España. Con fecha 12 de abril de 1960, dejó escrita su última comunicación oficial: «Nos temen, y no les falta razón», decía el mismo Don Carlos. «En el día de ayer he sido llamado por el gobernador civil quien, personalmente en su despacho, me ha ratificado que, por orden de la Superioridad, no puede celebrarse Quintillo». […] «Tened por seguro que recurriré, respetuosa pero enérgicamente […] A los que desde el año 1931 hemos estado en la calle proclamando nuestros Santos Ideales -cuando nadie se atrevía a hacerlo-, y hemos sufrido cárceles, destierros, procesos, parece que se nos quiere poner al margen de la política, impidiéndose el que nos reunamos en la Comunión de nuestros Ideales; cuando precisamente por haber sido parte

integrante del Alzamiento del 18 de Julio, tenemos sobrados servicios de armas para que, al menos como un español más, se nos respete esa «igualdad ante la ley» del Fuero de los Españoles». «No nos asustan ni nos cogen de sorpresa estas actitudes: son muchas las veces que nuestros enemigos han extendido la papeleta de defunción del Carlismo, y en todas ellas siempre ha vuelto a resurgir con más ímpetu y virilidad, con mayor espíritu si cabe, mientras que los enterrados fueron los enterradores. Sabemos sufrir y sabemos esperar». […] «Es preciso, mis queridos amigos, que vuestros hijos aprendan la lección de sacrificio que nos imponen, renunciando a nuestro Quintillo, por el solo delito de seguir siendo fieles a nuestra Causa». […] «No cedamos en nuestra fe y entusiasmo. Si este año no pueden reunirse los 15.000 carlistas que tenían anunciada su concentración en Quintillo, que sean 15.000 oraciones pidiendo fuerzas al Señor para que nos otorgue la gracia de la perseverancia y el triunfo de la Santa Bandera» […]. ~


El Correo de Andalucía Sábado, 10 de junio de 2017

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Atelier de músicas

El compositor peruano, residente en la Casa de Velázquez, es uno de los nombres más incipientes de la nueva música. Trabaja en la obra ‘Saturnian Songs’, un ciclo para violonchelo híbrido y conjunto alrededor de la tradición musical española

COMPOSITOR

JUAN ARROYO

«La música de hoy, como el pan, quema cuando sale del horno» Ismael G. Cabral {Es realmente complejo conseguir imponer un nombre en el vasto panorama del arte actual. En los últimos años, el de Juan Arroyo (Lima, 1981) ha comenzado a sonar con fuerza. Becado por la Casa de Velázquez en Madrid durante el curso que ahora acaba, el compositor desarrolla un intenso trabajo sobre la hibridación alrededor de tres campos fundamentales relacionados con los índices perceptivos: el gesto, el espacio y el timbre. –¿Cómo resumiría su estancia en España? –Ha sido muy satisfactoria; la residencia de la Casa de Velázquez me ha permitido dedicarme al cien por cien a componer música. Estoy escribiendo una obra orquestal y he alumbrado un concierto para violonchelo híbrido y conjunto. En lo personal, me ha posibilitado conocer España de Norte a Sur; ha sido una aproximación sociológica. De alguna forma siento que este país forma parte del ADN cultural del mío propio, Perú. –Háblenos de esa obra orquestal que ha comenzado... –Es una composición para orquesta sinfónica sin electrónica en la que me aproximo al sonido como materia, no

como una abstracción. Se titula De lo infinito, lo que en sí mismo es un oxímoron, porque venir del infinito es una contradicción, se va hacia él, no se viene de él, pero la música me permite crear esa paradoja. Estoy plasmando sonidos sin ataques que parten de la nada (dal niente); eso me permite destruir la causalidad del timbre y crear hibridaciones sonoras totalmente inesperadas. La estrenará, en agosto, la Or-

Defiendo en mi música la hibridación del sonido, y creo en la hibridación social Todos sabemos cómo suena un piano, aquí y en Kuala Lumpur y eso es algo que me disgusta questa Sinfónica Nacional del Perú. –Presupongo que en su país, como en este, el público no está familiarizado con la música nueva. –Ni el público ni los músicos lo están. La música contemporánea, como el pan, quema al salir del horno. Esta mú-

El compositor Juan Arroyo. / Foto: Isabelle Françaix

sica es una apuesta por lo desconocido; y los creadores nos jugamos mucho, porque tenemos una responsabilidad; el público confía en nosotros parte de su tiempo. –¿Le condiciona a la hora de componer provenir de un país en el que el peso de la música tradicional es tan alto? –Los títulos de algunas de mis obras están en quechua, que es la lengua de mi madre. Y, de pequeño, he tocado instrumentos tradicionales como la zampoña y la quena en grupos de música folclórica. Vengo de ahí; ese es mi origen, y escapar de esto sería pretender negarme a mí mismo. El acto de crear es un acto de honestidad pura, cuando uno escribe está haciendo una confesión de sí mismo, como decía Nietzche. Creo que mi origen latino es más una oportunidad, una riqueza, que un problema. Pero, ojo, no puedo permitirme caer en el cliché. Mi experiencia en Europa está enriqueciéndome; por eso yo defiendo a nivel estético la hibridación del sonido, pero también la hibridación social. Las fronteras han de ser intersecciones, lugares de encuentro. Vengo de un país en el que conviven casi todas las culturas del mundo. –¿Salir de Perú era una necesidad fundamental si quería crecer en el ámbito

de la composición? –Formo parte de una generación de peruanos que nace a comienzos de los 80 al mismo tiempo que se recrudece el terrorismo (Sendero Luminoso, Túpac Amaru) y aumenta la inflación. Los primeros 20 años de mi vida se inscriben en un marco social hostil con la dictadura de Fujimori y la guerra con Ecuador. Me marché de Perú en 2004 porque necesitaba aire y democracia. Me instalé en Francia, que para mí representaba la sociedad ideal y que fue un país que había decidido no tomar parte en la guerra de Irak. –Por el camino se encontró con los músicos del Cuarteto Tana. Y comenzó una singular comunión creativa. –Ellos buscaban tocar obras no solo con instrumentos clásicos, y yo les mostré mi idea de instrumentos híbridos. Todo el mundo sabe cómo suena un piano, aquí y en Kuala Lumpur y me disgusta que esto pueda preveerse; quería cambiar la forma en la que suenan las cosas. Me puse a hacer tests y al final intervinimos cuatro instrumentos de cuerda. Son nuevos instrumentos y están en posesión del Cuarteto Tana, por eso se llaman Tana Hybrid Instruments. Con ellos concebí el cuarteto Smaqra. –También está escribiendo una pieza alrededor de la cultura española. –Saturnian Songs, para TanaCello y conjunto. Es una obra en la que utilizo tres poemas; de Jorge Eduardo Eielson, García Lorca y Paul Verlaine. Este decía que quienes nacen bajo el signo de Saturno son gente marginalizada; y el flamenco y los gitanos lo fueron durante mucho tiempo. También lo fue Lorca, por su homosexualidad. Cada movimiento está asociado a los tres actores claves del flamenco: el bailaor, el cantaor y el tocaor. –Algunas de sus obras dan ciertos indicios de saturación en su estética, sin embargo, ¿se siente cercano de esta escuela de compositores saturados franceses? –La saturación como material musical me interesa mucho; pero no es una tendencia estética, es un material más, que está ahí. Es parte de mi trabajo, pero necesito otros sonidos lisos, más simples. Trabajo en una dialéctica entre lo complejo y lo simple, lo saturado y lo liso. Me gusta mucho la música de Yann Robin, pero no forzosamente la música que me interesa oír es la que me gusta escribir. –Ha estudiado, entre otros, con Brian Ferneyhough, uno de los compositores más severos y clarividentes de la modernidad. ¿Qué huella le dejó? –Miraba con mucha atención mis partituras y detectó mi fascinación por los sonidos aerófonos, también vio claro que no solo me interesa la música de linaje occidental. Él es de otra generación, y se mira en los maestros clásicos y en la Segunda Escuela de Viena. Yo pertenezco a una generación global y vengo de donde vengo. Descubrí no hace mucho el Machu Pichu y me causó mucha emoción ver que en mi tierra teníamos cosas tan importantes, tan bellas, como la hermosa Torre Eiffel. ~


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Suplemento cultural

El Correo de Andalucía Sábado, 10 de junio de 2017

Libros

Después de sorprender con una soberbia novela como ‘EL cielo de Lima’, el escritor e historiador mira al Holocausto nazi en una nueva obra, ‘Kanada’, que acaba de ver la luz en el sello Sexto Piso Recomendaciones

NOVELA

Grassonelli/ Sardo / Malerba / Malpaso

JUAN GÓMEZ BÁRCENA

«No creo que Auschwitz sea algo irrepetible» Alejandro Luque {Kanada era el nombre que en el campo de concentración de Auschwitz designaba las riquezas requisadas y almacenadas a los judíos. Y Kanada es justamente el título de la última novela de Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984) que acaba de ver la luz en el sello Sexto Piso, después del deslumbramiento que supuso su anterior obra, El cielo de Lima. «Esta es una novela muy diferente, mucho más oscura, introvertida, con menos personajes también», comenta. «De hecho, está focalizada en un único personaje y un único escenario, está escrita en segunda persona, como un monólogo de un hombre que se dirige a sí mismo. Es más poética, y asume también más riesgo», afirma. Kanada cuenta la historia de una víctima del Holocausto, «aunque tardamos mucho en saberlo», dice Gómez Bárcena. «Vuelve a su casa en Budapest y encuentra una gran incomprensión, la gente que le rodea no le apoya, tampoco lo rechazan, simplemente todos quieren volver a la rutina de antes de la guerra, pero él no puede integrarse a la vida cotidiana. Hablo de la incapacidad de salir a la calle, de relacionarse, de un hombre que contempla con una mirada de extraña-

miento cómo cambia el mundo». ¿Cómo surgió la idea? «Hubo varias semillas. La primera, el hecho de que llevo años estudiando el tema, aunque nunca pensé que acabaría escribiendo una novela. Viví en Hungría un año, visité también Auschwitz, y me di cuenta por un lado de musealización un tanto ridícula que se ha hecho, que pone el acento en la magnitud del Holocausto hasta el punto de

El escritor Juan Gómez Bárcena./ El Correo

«Me di cuenta de la musealización un tanto ridícula que se ha hecho del Holocausto » «Aquello no se ha repetido, pero los mismos motores que lo movieron siguen operando» casi engrandecer a los verdugos. Y que en todos los museos, se insistía muy poquito en la vuelta a casa. Empecé a leer, a nutrirme de testimonios de personas que no contaban tanto el drama como el regreso. Quería ver cómo piensa un superviviente, de qué manera opera el trauma en él. Todo, el campo de concentración y su ca-

sa, está contado en presente. En fin, pensé que había una laguna que merecía ser rellenada». Para ello, claro está, había que evitar hacer otra maldita novela sobre el Holocausto. «Se ha abusado mucho del tema, es cierto, era un miedo que tenía y hasta muy avanzada no sabía si iba a poder evitarlo. Y a nivel comercial, el Holocausto tampoco es un buen reclamo. Pero más allá de todo esto, me dicen que no es una novela del Holocausto al uso, aporta un punto de vista particular. No aparecen la palabra nazismo, ni judío, ni Auschwitz, ni Alemania. Prescinde de los nombres propios. Esto tenía para mí como finalidad hablar de sufrimiento y de controles del poder no centrándome en ningún lugar en particular, sino que sirviera para relacionarse con cualquier tipo de tragedia, incluidas las actuales». «Yo diría que los mismos motores que movieron el Holocausto siguen operando a otros niveles», concluye el autor. «Auschwitz no se ha repetido, tiene unas características muy peculiares. Pero vive de los mismos principios de, por ejemplo, la política de Trump, salvando las distancias. Es una alerta de los lugares hacia los que podemos ir, no creo que Auschwitz sea irrepetible». ~

Una masacre ‘pulp’ con mafia de fondo A. Luque {Malerba. Vida a muerte en Sicilia suscitó una sonada polémica al alzarse con el premio que lleva el nombre de –nada menos– Leonardo Sciascia. Media Italia se llevó las manos a la cabeza: ¡las memorias de un criminal, obteniendo el galardón que honra la memoria del autor de El día de la lechuza! No parecía cualquier cosa. Pero, ¿qué hay del libro ganador, valía la pena? Lo primero que comprobamos es que Malerba «entra» bien. Demasiado bien. Tan bien como se leen las novelas de kiosco, la literatura pulp más canónica: que pasen cosas todo el rato, que el lector encuentre referencias fácilmente identificables, que a los personajes los muevan impulsos básicos, elementales, como la codicia o la venganza, sin olvidar unas gotas de lujuria. Giuseppe Grassonelli, alias Malerba [Malayerba], con la colaboración del periodista Carmelo Sardo, nos cuenta así su infancia en Porto Empedocle –la patria chica, sálvense las diferencias, de Andrea Camilleri–, las travesuras con sus amigos del pueblo, las rivalidades con los zagales de las localidades vecinas, la rígida pedagogía de los mayores. El chaval crece y emigra a Alemania, concretamente a Hamburgo, para ganarse la vida desplumando a jugadores incautos. La masacre de sus seres queridos se produce durante una visita casual del chico a la isla, momento a partir del cual la narración cambia de tono y de velocidad. Sciascia, como todos los grandes, vivió comprometido con unas ideas y unos valores, pero antes que nada vivió comprometido con la literatura. Con la literatura con mayúsculas. Esa de la que no hay apenas rastro en esta entretenida novela pulp. ~


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