Sábado, 7 de octubre de 2017 Nº 151 @aladar_cultura
KEN FOLLETT
Las respuestas al siglo XVI
El escritor británico atiende a la prensa en el Teatro Infanta Isabel de Madrid con motivo de la presentación de su última novela, Una columna de fuego.
El novelista superventas completa su trilogía más celebrada con ‘Una columna de fuego’, que incluye como escenario Sevilla
Entrevista a Alessandra Rombolá
Monstruos en la mitología griega
/ Emilio Naranjo (Efe)
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Cine
Se comenta la película Freak. La parada de los monstruos (1932) desde un análisis de las miradas que estos extraños personajes se dirigen. Y a partir de aquí se describe cómo es el ser humano en la sociedad actual, sus deseos, sus relaciones, su
‘Freaks’: ¿Dónde está la monstruosidad? Agustín Miranda {La polémica e impactante película Freaks. La parada de los monstruos de Tod Browning - también dirigió la versión de Drácula de 1931- transcurre en el circo de Madame Tetrallini (en Francia). La mayoría de los personajes trabajaban realmente en el mundo del circo y eran «poco comunes»: tullidos, «esqueletos vivientes», liliputienses, «el torso viviente», microcefálicos -«pinhead» o cabezas de alfiler-, mujer barbuda, hermafroditas… El enano Hans -presentador del circo- está comprometido con la también liliputiense Frieda que tiene un acto circense con ponis. Sin embargo, él está prendido de la bella y sensual trapecista Cleopatra. Cleopatra se ríe de él y, desde el momento en que se entera de que Hans ha heredado una fortuna, decide utilizarlo. A raíz de ello urde la treta de casarse con Hans para después envenenarlo, quedarse con su fortuna y huir con su amante Hércules –el forzudo-. Durante el convite de boda los freaks aceptan a Cleopatra como una de ellos. Se pasan la copa de la que todos beben, como si fuera el cáliz de vino de la última cena, y explicitan su bendición: «Gooble, gobble, we accept her, one of us…» [estribillo que aparece en la canción «Pinhead» de Los Ramones] («copa, copa, la aceptamos como a uno de nosotros»). Pero Cleopatra los rechaza enérgicamente arrojando la copa y gritando: «¡sucios y repugnantes fenómenos! [freaks]». Durante los días siguientes le administra pequeñas dosis de veneno a su esposo. Los otros freaks descubren la trama y la vigilan desafiantes desde cada rincón. Es en este film cuando se utiliza por primera vez en inglés el término de freaks –fenómeno, monstruoso- referido también a personas. Se trata de personas poco comunes con apariencia «monstruosa». El propio Tod Browning, en el texto introductorio a la película, hace referencia a monstruos de la historia y la literatura, como Goliath o Frankenstein. Después el término ha degenerado en castellano a expresiones actuales como propio de una subcultura «friki», para designar a conjuntos de personas que no siguen parámetros sociales al uso. A diferencia de los antiguos freaks, actualmente hay más curiosidad que rechazo hacia los nuevos «friki». Volviendo a centrarnos en la película, ¿cómo es la mirada que se
Escena de la película ‘Freaks. La parada de los monstruos’ de Tod Browning.
proyecta sobre los freaks? Sartre en su análisis de la mirada sostiene que el que mira convierte en objeto todo lo mirado. Lo convierte en un elemento más de su mundo, en un súbdito del país en el que el que mira es el monarca absoluto de su reino. ¿Pero qué ocurre cuando lo visto no se reconoce como un ciudadano más del universo de la identidad del sujeto que mira? ¿Cuándo lo mirado se exilia de lo políticamente correcto y de lo estéticamente «aceptable»? Pues, que lo se ve le recuerda al que mira lo que nunca quisiera ser. Le recuerda que esa realidad radical, radicalmente no debería ser real. No debería ser una posibilidad hecha carne porque los estrechos límites de su conciencia son incapaces de abarcar esa diferencia. Es entonces cuando el sujeto que mira grita que lo que ve es monstruoso, freaks. Grita con su inquisitorial mirada que la deformidad no debe convivir con la dulce normalidad que él representa. Sin embargo, es precisamente en ese instante de mayor repudio de lo otro-diferente, cuando sabe sin decirlo e incluso sin asumirlo, que el otro al mirarle le devuelve la
crueldad de su propia mirada: lo coloca ante la guillotina de su conciencia. Ahora descubre el soberano voyeur que lo que él califica como «objeto monstruoso» es también un sujeto como él, que le dice al mirarle: «tú eres el monstruo. Tú eres el juez juzgado por tu propio pre-juicio. Tu mirada es lo que ves y no a mí». Eso representan los personajes de Freaks: lo monstruosos que podemos ser con los otros, paradójicamente porque no soportamos la posibilidad de poder ocupar su papel. No soportaríamos en nosotros el dardo del desprecio a través de la mirada con la que nos dirigimos a ellos. Cleopatra, la trapecista, que hace equilibrios con su vida y que acaba convertida en una gallina. Su amante, Hércules el forzudo, que puede con todo pero no con el peso que el dinero ejerce sobre él. Ellos dos son los verdaderos monstruos de esta película. Son las gafas con las que hay que mirarse en el interior de cada uno, a pesar de no estar nunca seguros de que podamos soportar ni lo que allí encontremos, ni cómo lo miremos. Como diría Santiago Auserón: «mírame y habremos empezado una guerra en la que nadie pu-
do vencer jamás». Y ahora. ¿Vivimos en una dictadura de la imagen? ¿De qué imagen? Actualmente, la apariencia es lo que hace girar al mundo. Lo que se ve ha de acomodarse a los cánones de belleza establecidos. Lo negativo, lo poco común, lo «deforme», se le aleja al espacio de lo indiferente cuando no de lo despreciable. Pasa a formar parte de los desahucios de la buena conciencia. Son las gafas con las que no queremos ver el mundo. Actuamos como ciegos ante lo diferente y cogemos la lupa ante lo igual para resaltar aún más lo común. O dicho de otro modo, en la actualidad se da lo que Milan Kundera denomina el ideal estético del acuerdo categórico con el ser: en el trasfondo de toda fe religiosa o utopía política está la creencia de que el mundo está bien hecho, el ser humano es bueno y, por lo tanto, es correcto que el ser humano se multiplique. Pero para que se dé este acuerdo categórico con el ser es preciso ocultar del mundo todo lo negativo, todo lo deforme, todo lo freaks. Y ese intento de ocultación de lo que no soportamos ver porque destruiría la imagen de idealidad de lo que deseamos ver, es lo que Kundera
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Cine
conciencia… Miradas e imágenes que nos dibujan provocando nuestro dolor, nuestras miserias y nuestra esencia. En cine, los clásicos nunca fallan cuando se buscan explicaciones
nombra como kitsch: un mundo en el que lo negativo es negado en la teoría y en la práctica la persona se comporta como si lo negativo no existiese. Esta es la monstruosidad de la actualidad: el convertir el mundo en algo kitsch y banal. Transformarlo en el imperio de la universalidad y uniformidad de lo efímero. Por eso el ser humano contemporáneo acaba por necesitar ir al oculista de la conciencia y así curar su miopía intelectual: miopía, porque es incapaz de ver más allá de sí mismo; e intelectual, porque de tanto no querer ya no puede practicar la empatía anímica, no puede ponerse en el lugar del otro. Sólo ve bien la cercanía de sus propias ideas, de su propia imagen del mundo. La de los demás se le muestran borrosas. Por eso a la suya la llama verdad-aceptable y a las del resto mentiras-rechazables. Y, todo ello, acentuado por el imperante narcisismo tecnológico, que de tanto mirar y tocar nuestro mundo idealizado y consumido en nuestros dispositivos con pantallas digitales, quizás acabaremos borrando cualquier huella del ser humano abierto a lo diferente que algún día fuimos. ~
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Entrevista
El británico, rey absoluto de los superventas, pone fin a su trilogía más celebrada con ‘Una columna de fuego’ (Plaza & Janés), la continuación de las exitosas novelas ‘Los pilares de la tierra’ y ‘Un mundo sin fin’.
KEN FOLLETT
«El nacionalismo está obsoleto» Alejandro Luque {Tiene planta y maneras de gentleman, y una relajación en las facciones que denota una paz interior bastante envidiable, y probablemente ajena al ruido de la fama y el éxito. Ken Follett (Cardiff, Gales, 1949), el rey de los superventas, regresó esta semana a España para presentar su última obra, Una columna de fuego (Plaza & Janés), con la que cierra la monumental trilogía que comenzó con Los pilares de la tierra y siguió con Un mundo sin fin. Impecablemente trajeado, accesible a todas las preguntas pero poco amigo de las respuestas largas, el escritor reunió a la prensa en el madrileño Teatro Infanta Isabel para posar al lado de un grupo de actores que encarnaban sus distintos personajes. En ese momento, viéndolo así, estático y con esa irónica seriedad, es fácil pensar en la estatua de bronce que el Ayuntamiento de Vitoria le dedicó. Follett empezó echando la vista atrás y recordando su infancia lectora. «A los 12 años había leído toda la biblioteca infantil de la zona del sur de Londres donde vivía, así que me pasé a Shakespeare. Me costaba entender la lengua, pero me fascinaba comprobar cómo la tensión dramática se intensificaba a través del lenguaje», evocó. Luego llegó el turno de Ian Fleming. «Yo quería ser James Bond, pero comprendí que nunca iba a medir 1,90 ni a tener los ojos azules ni cara de tipo duro, así que decidí dedicarme a intentar generar la misma emoción que me provocaban sus aventuras», explicó Follett, y agregó a renglón seguido: «Es fundamental dar una respuesta emocional a tus lectores. Estar leyendo cualquier libro de Stephen King y levantarnos a asegurarnos de que la puerta está cerrada con llave es increíble, mágico, aunque sepamos que todo es producto de nuestra imaginación». Y esa es precisamente la ambición que le mueve a emprender esfuerzos como el de esta trilogía. «Me gusta ver a la gente en las librerías, hojeando, leyendo la solapa... ¿Qué esperan encontrar? Justamen-
te ese embeleso, esa fascinación», dijo. «Yo empecé escribiendo novelas de suspense, pero supe que las novelas de James Bond eran de algún modo superficiales, simples pretextos para que el héroe se metiera en la boca del lobo y saliera airoso. Yo quería buscar guerras y batallas donde los espías cambiaran el curso de la Historia», comentó. «Hay ejemplos modernos de que la acción de agentes encubiertos puede hacer eso en cualquier momento: no olvidemos que la CIA consiguió su credibilidad primero en Irán, al impedir que tomaran el poder los comunistas imponiendo al Sha. y lo mismo hicieron luego en Chile, acabando con el gobierno de Allende». «Así fue como escribir El ojo de la aguja, mi primer libro, que marcó una línea para los siguientes 40 años», agregó. Así es como llega a Una columna de fuego, «una historia de espías del siglo XVI que pasa por París, Sevilla, Amberes, el Caribe», pero que tiene como protagonista «no la religión, sino la tolerancia y cómo la gente alcanza la libertad». En el inicio, la reina Isabel I de Inglaterra, que abrazó el protestantismo y se enfrentó a toda la Europa católica de la época. «Hubo complots de todo tipo para asesinarla. Por eso la reina se protegió creando el primer servicio secreto de la historia del país», apuntó. «Las técnicas que usaban eran las mismas de la actualidad, ya saben, tinta invisible, mensajes cifrados... Bueno, todos los países querían saber qué querían hacer los otros». Por otro lado, Follett opina que «nadie debe morir por sus creencias, y esta idea en el siglo XVI era considerada como algo muy radical», dijo. «La libertad es algo inusual en la historia de la humanidad, regida, la mayor parte del tiempo, por la tiranía. Cuando uno está en el poder, ¿por qué iba a regalar ese poder a su pueblo? ¿Cómo ha conseguido Occidente ser libre?» Y ante la pregunta de si es posible aislar la Iglesia de la política, Follett no lo duda: «Cualquier religión, no solo la cristiana, es susceptible de ser utilizada para controlar
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En esta ocasión, Follett viaja al apasionante siglo XVI, e incluye Sevilla como escenario de una peripecia trepidante de 700 páginas que, según sus palabras, no tiene otra protagonista que la libertad El escritor Ken Follett, listo para escalar las listas de ventas con ‘Una columna de fuego’. / Emilio Naranjo (Efe)
a la gente. En el siglo XVI hacían creer que era pecado desobedecer y cuestionar al rey. Cualquier cuestionamiento de la religión, era un cuestionamiento del poder», añadió el novelista. También tuvo palabras Follett para esa (no tan) nueva religión que conocemos como nacionalismo: «Tengo todas las respuestas con respecto al siglo XVI, es lo bueno de hablar del pasado. Con respecto al XXI no tengo ninguna, sólo puedo decir que el Brexit me parece terrible y que creo que dentro de 20 años muchos de mis compatriotas echarán la vista atrás y se darán cuenta de que es la peor decisión que pudieron tomar». «El nacionalismo», prosiguió, «no es la ideología del futuro, ni siquiera la del siglo XXI, es obsoleta y anticuada. Me sorprende y me preocupa su auge. Los británicos y los catalanes dicen ahora que estarán mejor solos, pero no creo que sea así. A mi juicio el futuro no pasa por ahí, sino por la dirección contraria, por la integración. Aunque quizá esté yo confundido». Cambiando de tercio, cuando se le pregunta cómo se documenta para una novela como Una columna de fuego, Follett asegura que «Shakespeare siempre ayuda a cualquiera que quiera escribir sobre el siglo XVI. También es bueno saber que la gente escribía memorias y se enviaban cartas donde se relataba lo que ocurría. Eso sí, como novelista, si nadie sabe la respuesta a mi pregunta, me lo puedo inventar», dijo con buen humor. «Aquella época fue muy conocida fuera de España, ya que llevó a la creación de las dos Américas. El Siglo de Oro debería haber sido más largo. Es el gran misterio de la historia de España», dijo el escritor, para quien Sevilla fue entonces «la ciudad más rica e importante de España. Como autor es una ciudad muy colorida, con un puerto fluvial lleno de barcos a donde llegaba todo el oro de América Latina. Definitivamente, es un lugar muy interesante sobre el que escribir». Cuando se le pregunta por qué hay tanta gente que abomina de los best-sellers afirmando que no poseen suficiente calidad, se toma su tiempo para contestar: «A veces la gente utiliza el término ‘alta cultura’ y deja fuera a los superventas.
«Tengo todas las respuestas sobre el siglo XVI, eso es lo bueno. Pero sobre el siglo XXI no tengo ninguna» «Sevilla fue la ciudad más rica e importante de España. Es un lugar muy interesante sobre el que escribir»
Yo escribo el tipo de novelas que me gusta leer, y el tipo de novela que a la mayor parte de las personas en todo el mundo les gusta leer. Las novelas no van de ser muy intelectual, sino de llegar al corazón. En eso consiste para mí la cultura. Pero tal vez esté equivocado». Por último, ante la posibilidad de que Una columna de fuego pueda acabar en la gran pantalla, bromeó diciendo que «espero que no se convierta en película, porque sería
demasiado larga. Pero sí en una serie, eso sería interesante, una serie de unas doce horas sería perfecta. y me encantaría actuar en ella. He tenido un par de experiencias como actor y han sido estupendas. En una de ellas recuerdo que compartía escena con Larry Hagman, el actor que hacía de JR. en la serie Dallas. Yo era su mayordomo y tenía incluso una frase: ‘Inmediatamente, señor’. Creo que la dije muy bien». ~
Músico en sus ratos libres Hace unos años, coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, Ken Follett se plantó en el madrileño Parque del Retiro no en calidad de escritor listo para firmar varios cientos de ejemplares en pocas horas, como suele ser costumbre en las fiestas a las que acude, sino como músico, acompañado por su banda de blues, llamada Damn Right I Got The Blues. Con ella sigue compartiendo algunos de sus mejores momentos este enamorado de la música, que compró su primera guitarra cuando tenía 14 años, y desde entonces ha alternado esta pasión con su infatigable labor como novelista de largo recorrido. «Trato de tener tiempo para tocar en medio de este lío de promociones y actos públicos», afirma. «Lo normal es que toquemos todos los lunes por la noche en un estudio. Lo hacemos por gusto, sin más intención, todos los lunes por la tarde, salvo cuando estoy de gira, claro. Ayer por ejemplo no pude, pero el lunes próximo estaré allí. Luego, dos o tres veces al año se nos pide que toquemos en un baile de caridad, un cumpleaños o una feria del libro, y lo hacemos. Pero lo que nos gusta de verdad es reunirnos los cinco en el estudio, y tocar y pasar un buen rato. Nos gusta la música», concluyó el novelista, que también ha llegado a demostrar sus buenas facultades actuando en algún que otro programa de la televisión española, acompañando a la banda del plató.
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Esta semana hablamos de la novela de una joven autora, de un ensayo que descubre nuevas formas de aprender, otro que nos coloca frente a la métrica y nos permite aprender y recordar, de un cómic mítico que fue designado como ...descubrir una mirada disparata a la historia reciente de España
La tesis prohibida Nirek Sabal {Una novela; sea cual sea, sea quien sea el autor; requiere unos mínimos en su estructura, en su desarrollo, en la creación de los personajes y en su coherencia interna. Pudiera ser que en una sola obra se lleguen a mezclar distintos registros, que el autor inserte alguna injerencia o que las licencias normales se sobrepasen para conseguir un efecto determinado. Pero todo tiene un límite. Lo primero que hay que hacer al escribir es hacerlo bien. Para ello el autor está obligado a elegir con precisión la voz narrativa y, con ello, los tonos y los alientos que no podrán ser traicionados en ningún momento. Por ejemplo, ¿puede un muerto contar una historia? En ficción todo es posible aunque el lector tiene derecho a saber a lo que se enfrenta. No se puede jugar al estallido de luz y de color para finalizar un relato. Entre otras cosas porque es un recurso viejo, gastado y que funciona muy mal entre los lectores con un mínimo de criterio. Los lectores no son tontos ni se les debe tratar como tal. Pues bien, esto que digo es sólo uno de los grandes problemas que presenta el libro de Blas Piñar Pinedo. La Tesis prohibida es una novela que permite dos lecturas. Una de ellas se limita al territorio de la na-
vela ni es un ensayo. Las transiciones entre una cosa y otra están mal resueltas. De ahí lo irregular de la narración. Aunque, creo yo, Blas Piñar Pinedo no intenta un ensayo (si la intención hubiera sido hacerlo el desastre sería enorme), el libro soporta una lectura alejada de la ficción. Una extraña mezcla. Quien quiera podrá hacerla y se encontrará con una forma de ver la reciente historia de España algo diferente a lo habitual. Aquí no se va a valorar. En cualquier caso, si leen esta obra, prepárense para levantar la ceja cada treinta segundos. Una última cosa. Sorprende lo poco cuidada que está la edición. Numerosas erratas que son incomprensibles hoy en día. ~
Portada de ‘La tesis prohibida’.
Un camión de Guardias de Asalto. / Archivo CNT.
rrativa. Es una novela y como novela es irregular; no se estructura con acierto alrededor de unas elipsis que ni aportan nada al relato ni están en sí mismas justificadas; los personajes no tienen una mínima profundidad por lo que no nos interesa casi nada de lo que les pase (cuando no se sabe nada de alguien lo que tenga que ver con él es irrelevante para el sujeto, en este caso para el lector); la trama roza el ri-
dículo al incluir algunos elementos argumentales forzando al máximo lo prudente. Desde luego, si algo puede ir a peor a medida que se desarrolla una trama, en esta novela, encontramos un claro exponente con una frase final desoladora desde un punto de vista técnico. El gran problema radica en la indefinición que desbarata el trabajo desde el principio. Ni termina de ser una no-
...descubrir una filosofía radical
El viento en el agua Daniel González Irala {Enmarcada en una época de posguerra devastadora, esta cuarta novela de Lucía Solaz Frasquet, tras Manuscrito en el tiempo, El retorno de los bardos y Entre sombras, supone un cambio hacia la madurez como escritora de esta valenciana. Se sitúa, gracias a mimbres filosóficos de enjundia, en el interior de una sociedad secreta llamada La Fundación, que sirve para que unos personajes en apariencia anodinos sean introducidos en el cristianismo ortodoxo como último reducto de fe, así como en la psicología positiva y en el psicoanálisis de Jung (no así el de Freud, cuya línea de pensamiento resulta a sus ojos más simplista). Se pretende reconciliar en ideas al matrimonio de Emma y Spencer, aún a sabiendas de que Robert Douglas quiere estar entre ambos. Spencer, al que en un principio vemos repasar un docu-
mento de trabajo puede tenerse como tipo especialmente racional en sus presupuestos, al menos eso es lo que puede llegar a pensar la protagonista abducida también por Jane. De todos los personajes que aparecen, es de una ternura insobornable el sacerdote Henry, tan parecido al padre Brown de Chesterton. Por otro lado, la novela, que utiliza un narrador en tercera persona que el rigor del género pide que sea omnisciente, consigue atraernos a la figura de narrador complejo, por momentos, de Henry James, sin mayores malabarismos en el lenguaje; a veces obtiene su prestancia en un género fantástico que, sin llegar a resultar macabro, consigue transportarnos a una atmósfera de tensión contenida entre opuestos. Temas como el suicidio, la necesidad de cambio de roles entre el tradicional masculino/femenino o ideas que, a ve-
ces, vienen expresadas repetidamente en palabras grandes (amor, alma) confi-
Calificación: Malo. Tipo de lectura: Fácil aunque en algunos tramos se hace algo más pesada. Tipo de lector: Interesados en conocer nuevos puntos de vista sobre la historia de España por extravagantes que puedan ser. Argumento: El mundo entero odia España y temen que se haga fuerte. Personajes: Muy superficiales. ¿Dónde puede leerse?: Cerca de El Pardo. ¿Dónde puede comprarse?: Directamente en la editorial. Son muy amables y rápidos en la gestión.
guran un corpus de pensamiento que se identifica con el goticismo como género, pero intentando trascenderlo a través de la filosofía descrita. Una filosofía radical que para muchos no será consuelo, pero que para otros tantos puede llegar a ser el inicio de la universalización de su propio sistema de valores. Afincada durante un tiempo en Londres, su autora encuentra en imágenes potentes y conversaciones muy bien dialogadas todo un filón sobre el que desenvolver ideas como la identidad del ser humano, su capacidad para obtener lo que necesita, siempre desde una suerte de misterio, que mantiene al lector en un estado de duermevela, del que parece que están hechos los sueños. ~ Calificación: Muy interesante. Tipo de lectura: Densa e intensa. Tipo de lector: Poco acomodado en su butaca. Argumento: En clave misteriosa. Personajes: Hay de todo. ¿Dónde leerlo?: Cerca de cualquier páramo escocés lo suficientemente poco concurrido.
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Escrito para...
el mejor de toda la historia escrito en francés y, por último, un híbrido que no funciona ni a la de tres. Lean mucho. Es muy sano. Tal vez sea uno de los mayores placeres que una persona puede permitirse ...descubrirnos en el pasado
...acercarse a la rima
Las maravillas del mundo antiguo
Métrica española
Antonio Puente Mayor {Desde que el mundo es mundo los hombres han experimentado una fascinación especial por las figuras y mitos del pasado. Sin ir más lejos, el célebre Julio César se inspiraba en el talento militar de Alejandro Magno para obtener sus victorias, y este, a su vez, era un devoto confeso de Aquiles, el mítico protagonista de La Ilíada, cuyo rastro aún persiguen algunos entre las ajadas ruinas de Troya. Jacopo da Varazze nos refiere que Santa Elena fue la primera arqueóloga de la historia —su Leyenda Áurea narra el viaje de la madre de Constantino hasta Jerusalén y su posterior búsqueda de los Santos Lugares— y el siglo XIX confirmó, con su fervor historicista, que a pocos metros bajo el suelo se ocultaban tesoros inimaginables y deseosos de salir a la luz. Esto dio pie a innumerables expediciones a lo largo y ancho del planeta, como las de Émil Botta, quien diera cuenta del primer palacio asirio, o la de Lloyd Stephens, el «segundo descubridor de la América antigua», como lo definió C.W. Ceram en su imprescindible Dioses, tumbas y sabios. Luego vendría la búsqueda de Tartessos a cargo de Adolf Schulten, el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter y otros episodios más o menos afortunados que llenaron las páginas de los diarios internacionales durante meses (e incluso años).
Portada.
Sin embargo, pocos rincones han captado la atención de expertos y neófitos como aquellos en los que se ubicaron las siete maravillas del mundo. Esto es Babilonia, El Cairo, Olimpia, Rodas, Halicarnaso, Éfeso y Alejandría. Todos ellos lugares ‘sagrados’ para los enamorados de la Historia, y que hoy vuelven a ser actualidad merced al trabajo de Valerio Massimo Manfredi. Concebido como un ensayo divulgativo, pero al mismo tiempo como un com-
plemento a la extensa bibliografía existente sobre el tema, Las Maravillas del Mundo Antiguo (Grijalbo) nos permite descubrir algunos de los hitos más increíbles de nuestro pasado de una forma ilustrativa y amena. ¿Qué fueron realmente los jardines colgantes creados por Nabucodonosor? ¿Cómo se construyó la Gran Pirámide? ¿Qué proporciones tenía el Coloso de Rodas? ¿Cómo funcionaba el Faro de Alejandría? ¿Con que materiales levantó Fidias su estatua de Zeus? ¿Qué función tenía el mausoleo de Halicarnaso…? Aunando sus múltiples facetas de arqueólogo, profesor de universidad, periodista o escritor, Manfredi da cuenta de numerosos detalles relacionados con los míticos monumentos de la Antigüedad — incluyendo unas preciosas láminas— que muchos desconocíamos o simplemente habíamos pasado por alto. Y todo ello sin hacer gala de su exquisita formación y su profusa documentación. Muy por el contrario, regalándonos un texto ágil y rico en matices que se lee de una sentada, mientras viajamos en el tren, descansamos en el sofá o nos acomodamos en una hamaca frente al mar. ~ Calificación: Muy recomendable. Tipo de lector: Curioso. Tipo de lectura: Fácil y fascinante. ¿Dónde puede leerse?: En cualquier lugar ‘sagrado’ para amantes de la historia.
...acercarse al Tíbet de forma divertida
Tintín en el Tíbet Augusto F. Prieto {En persa, en bengalí, en malayo o en occitano. Desde hace más de cincuenta años, un extraño, eterno adolescente con una cresta pelirroja, ha mostrado a los muchachos de todos los países los secretos del mundo. Para dibujar sus tebeos, Hergé llevaba a cabo una impresionante labor de documentación que solo al cabo de los años se ha valorado de manera suficiente. Solo así es posible que los paisajes, las costumbres y los monumentos de ese planeta colorido y hermoso sean tan fieles a la realidad. Muchos niños conocieron con Tintín al Abominable Hombre de las Nieves, el Yeti, y supieron que no era tan malo, que vivía entre las nieves eternas del Tíbet cerca de los monasterios habitados por los lamas. Se iniciaron en el valor de desafiar a los elementos, para acudir en busca de un amigo,
un compañero de otra raza que se llama Tchang y acompañaron a Tintín y a su perrito Milou hasta las cumbres más altas. Son personajes entrañables que permanecerán vivos para siempre en la memoria, también el cascarrabias del capitán Haddock. El dibujo de Hergé es neto, reconocible y explicativo, nunca se hace monótono y elabora viñetas ordenadas; lo extenso de los textos en alguno de los globos en los que hablan los personajes, tienen la virtud de obligar a los más jóvenes a leer sin que siquiera sepan que lo están haciendo, porque los diálogos son divertidos e ingeniosos. Las aventuras de Tintín tienen suspense. Escritores, editores y críticos, votaron estas aventuras de Tintín en el Tíbet como la mejor novela gráfica escrita en francés de todos los tiempos y Tintín es
el primer personaje de ficción galardonado por el Dalai Lama con el premio Luz de la Verdad. Los egoístas políticos flamencos y valones discuten como el perro y el gato, ¿dejarán al pobre Tintín sin patria? ¿Tendrán valor? No creo que sean tan malos. ~ Calificación: Muy bueno. Tipo de lector: Niños y grandes. Tipo de lectura: Fácil. Argumento: Trepidante y lleno aventuras. Personajes: Entrañables. ¿Dónde puede leerse?: ¿En el avión? ¿Dónde encontrarlo?: En tu librería favorita, en la sección dedicada a los más pequeños.
Portada de ‘Métrica española’.
Gabriel Ramírez {Magnífico libro este de Antonio Quilis que edita Ariel. Contiene toda la carga teórica de la métrica sin que el paso del tiempo haga viejo lo que se dice de ella. Va del verso a la estrofa para terminar examinando el poema y con unos comentarios métricos de lo más atractivos. ¿No sabe lo que es un encabalgamiento? Pues lo busca en el libro de Quilis. Su hijo le pregunta qué es eso de un braquistiquio. No se apure que para eso está el libro de Quilis. ¿Su hijo no sabe nada de nada antes de un examen (o usted)? Todo está en el volumen de Quilis. Tranquilidad. Todo el contenido teórico se salpica de ejemplos prácticos muy esclarecedores. Y, como ya he dicho, se cierra el volumen con una serie de comentarios métrico-estilísticos que van muy bien para el que se quiera iniciar en la escritura poética (el que se hace del poema de Rafael Alberti, A Miss X, es especialmente agradable de leer). No es que se vaya usted a convertir en un escritor de primera línea, pero, al menos, no dirá cosas que puedan resultar comprometedoras en público. Merece la pena tener siempre a mano este librito mientras se lee para comprender (si es que eso sirve de algo) la forma de la poesía. El fondo es otra cosa. No hay libros que expliquen eso. Y los que lo intentan son destructores, casi siempre. ~ Calificación: Conveniente. ¿Tipo de lectura?: Consultas de todo tipo que tengan que ver con los poemas. ¿Tipo de lector?: Cualquiera que tenga la más mínima duda sobre el asunto. ¿Dónde puede leerse?: En cualquier lugar del mundo si uno se encuentra en apuros. ¿Dónde puede comprarse?: No problem.
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Literatura ¿Qué queda de la identidad de las personas en el momento en el que las cosas cambian absolutamente? El entorno nos dibuja porque nos integra, pero, ¿qué queda de nuestra esencia? Concha García pasea por Barcelona, reflexiona sobre su ciudad, mientras mira obras de arte, mientras un libro permite que ese pensamiento repose Concha García {Antes de entrar a la exposición de la excelente pintora portuguesa Paula Rego, en el Centre de la Imatge de las Ramblas barcelonesas, la joven azafata que atiende tras el mostrador me pregunta de qué ciudad vengo. Durante unos instantes no sé qué decirle, y le contesto: «He vivido toda la vida en Barcelona, pero ahora no sé de qué ciudad vengo». Quizás, este desarmado constante de la ciudad que era, está aconteciendo demasiado rápido. No estoy en contra de las transformaciones y los cambios, nada se puede detener, pero estos cambios están pensados solo para que la ciudad incite a consumir constantemente. He mirado la exposición sin detenerme demasiado ante las pinturas de Paula Rego, son duras, la dureza no es reversible, no hay encanto, es la condición femenina degradada y sometida al patriarcado y a la miseria. En la calle el flujo de gente en las Ramblas es como la de un día cualquiera. Para ser el último día antes de la proclamación de la independencia en Cataluña, solo he visto carteles con distintas leyendas invitando a votar o dando la bienvenida a Europa. En Poble Sec, el barrio de Serrat, la mayoría de los comercios son regentados por paquistanís o chinos. Avancé caminando hasta el Paral.lel, llena de gente, las terrazas, los supermercados, el interior de los bares, en todas partes había gente, también esperando el autobús, un grupo de jóvenes se reía mientras desayunaba, el camarero era paquistaní, muy simpático, le pedí un zumo de naranja pero no tenían, continué caminando mientras pensaba: ¿soy de esta ciudad? y mientras más lo pensaba menos sentía mis pasos. En este barrio he tenido amigos que se fueron o murieron. Nada queda de todo aquello. ¿Qué es lo que hace que te sientas de un lugar? Seguí caminando por aquellas calles donde se ha fraguado casi toda mi obra poética, me sentía más extraña que en las calles de Montevideo o de Viedma. En Poble Sec se escuchan varias lenguas, no solo el catalán. Los letreros dando la bienvenida a Europa pegados a las faro-
30 de septiembre. Paseos por Barcelona
Barcelona, como cualquier otra ciudad, da y roba identidades. / Concha García
¿Qué es lo que hace que te sientas de un lugar? Me sentía más extraña en Poble Sec que en Montevideo o Viedma El capitalismo ha convertido a la gente en imitadores de los burgueses, consumir es la religión de este tiempo
las y a las señales de tráfico me hacían pensar en la futilidad de la existencia, en la desposesión de tu propia historia, en los lugares, como centros de anonimato, en la manipulación que ejercen los medios, en el olvido o desconocimiento del pasado reciente. Aquí amé, aquí murieron seres muy queridos, aquí tenía amigos, aquí el territorio afectivo me daba la identidad que ya no sentía. Quizá, como escribió Pasolini, el lenguaje de las cosas cambie demasiado de una generación a otra. Ni los signos de la ciudad, ni las proclamas nacionalistas me parecen signos de rebeldía, sino de obediencia (un amo u otro, en realidad son el mismo amo). En realidad todos somos obedientes, el hecho de que a veces se presenten como contestatarios, no tiene ninguna importancia. Todos los burgueses, en realidad, son racistas. Y la burguesía catalana no es diferente a la madrileña, pertenecen a otra «clase». El capitalismo ha convertido a la gente en imitadores de los burgueses, consumir es la religión de este tiempo, no importa qué cosa, la ciudad está llena de templos para satisfacerte, para hacerte más obediente. Continúo caminando y, en mi obediencia, los pasos que doy me detienen ante un espejo, me miro, no me veo. No estoy. Soy extranjera y me reconforta. A Pasolini Barcelona le producía una «angustia que quita el aliento: el pasado es irrespirable». Lo escribió poco después de que muriese el dictador Francisco Franco. No me cruzo con nadie conocido, en este paseo que termina en CaixaForum, veo un nutrido grupo de turistas obedeciendo a las indicaciones de una guía. También obedezco y bajo las escaleras mecánicas, antes de entrar, un grupo de adolescentes baila ante los cristales que los reflejan, se miran y se dejan mirar, carecen de belleza, me recuerdan a los replicantes de las películas de Wonk Kar-Wai. Ha cambiado el paisaje y la percepción. El templo de arte alberga una larga cola ante la taquilla. Yo tengo la tarjeta de la entidad bancaria y puedo entrar sin pagar porque soy clienta, es la identidad que me queda. ~ Pier Paolo Pasolini. Cartas Luteranas. Editorial Trotta. Tercera edición. Madrid 2017
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Tribuna
Escritor no puede ser cualquiera. Ni siquiera haciendo un esfuerzo considerable. Es verdad que se pueden mejorar la técnica y se puede aprender a ser astuto al escribir, pero eso que llamamos talento, ese duende que solo algunos pueden alcanzar con la estilográfica en la mano, no está al alcance de casi nadie
¿Escribir como Faulkner o vender como Follett? Gabriel Ramírez {Hace algunos años me escandalizaba saber que, en España, se publicaban alrededor de sesenta mil títulos diferentes cada año. Hoy, no me preocupa lo más mínimo cuántos son. Supongo que serán muchos más. Porque entre la cantidad de títulos que publican las editoriales buscando con desesperación un éxito que les solucione la cuenta de resultados; los libros autopublicados por autores que no encontraron sitio en las editoriales; y la cantidad abrumadora de libros publicados a través de internet; es casi imposible saber casi nada. Todo esto que algunos celebran (fundamentalmente los autores que publican su obra pagando cantidades, a veces, disparatadas) es un auténtico desastre que abarata la literatura día a día. No sé si alguien ha pensado que, con esta cantidad de publicaciones, todos los autores, salvo los quince o veinte mejor colocados en las listas de ventas, están condenados al anonimato más radical. Entre tanto ruido no se les puede escuchar. Algunos dirán que han publicado con gran éxito entre los que le han leído aunque pocos estarán dispuestos a asumir que sus lectores tienen nombre y apellido conocido para ellos (para los autores, digo). El mercado literario, en esos casos, es minúsculo; formado por parientes, amigos, media docena de contactos en las redes sociales y un par de compañeros de trabajo; y la obra estará condenada desde el principio a no llegar un poco más allá. Incluso los más cercanos, se van retirando elegantemente intentando escapar de la cantidad de compromisos con los que se encuentran dado el extraordinario número de escritores que aparecen en su entorno; terminan aburridos y dejan de leer esas obras que tanto tiempo les restan para dedicarse a los grandes de la literatura y, así, no perder el criterio literario. Las obras que podrían aportar algo de frescura y calidad al circuito editorial quedan sepultadas por millones de páginas inservibles que contienen miles de historias mil veces contadas, personajes estereotipados, diálogos lamentables y monólogos que no se parecen a nada que sea un monólogo literario. Los escritores que podrían llegar a serlo quedan arrinconados sin posibilidad alguna de asomar la cabeza. Y nos los perdemos para siempre.
Lo insólito de todo esto es que la mayor parte de las personas que escriben, los que quieren ser escritores o creen serlo ya, lo hacen pensando en vender al ritmo que lo hace Ken Follett. No sé si es por desconocimiento literario (los hay que confiesan no haber leído un libro en su vida mientras presentan la novela en la cafetería del barrio; y lo confiesan como diciendo que para ser escritor no hay que hacer nada del otro mundo, que hay que coger papel y lápiz y eso es suficiente); no sé si un entusiasmo exagerado hace que sean miles de personas las que creen poder obtener un éxito rotundo en las librerías del mundo entero; pero lo desconcertante de todo ello es que muchos se preguntan cómo es posible que su novela no se ha convertido en un best seller al cuarto de hora de ser publicado. Alguien debería explicar a unos cuantos que para vender la cantidad de libros que vende Ken Follett se requiere, al menos, cumplir dos condiciones: ser Ken Follet y escribir como él. No es que este hombre sea un autor excelente (no lo es), pero maneja como nadie la fórmula de la novela de éxito edito-
William Faulkner.
rial (heroína que termina triunfando a pesar de las adversidades + villano más malo que el mismísimo demonio + un héroe que termina enamorado de la heroína + algo de sexo cercano a lo explícito cada cien páginas más o menos + varias escenas violentas en las que el villano se pone las botas y otra en la que el villano muere de forma horrible entre grandes padecimientos + un misterio que se resuelve en las páginas finales) Escribir como Follett es muy difícil y hay que reconocerle el mérito. Gustará más o menos lo que hace, pero utiliza sus armas con astucia. Astucia y armas que no están al alcance de cualquiera. Del mismo modo que muchos escriben pensando en vender al ritmo de Follett, casi nadie quiere escribir como lo hacía William Faulkner (autor desconocido para muchos de los que escriben, de los que leen habitualmente y, por supuesto, para los que no leen ni escriben). Escribir como él es mucho más difícil porque en cada frase de las novelas de Faulkner hay más literatura que en algunos libros completos. Y ya no me refiero a los de
autores desconocidos; hablo de libros que se han vendido bien en las librerías durante el último año, incluidos los de Follett. Pero, además, escribir como Faulkner (si es que esto es posible) significa no comerse una rosca, vender un puñado de ejemplares y poco más. ¿Quién se plantea eso de escribir para no conseguir nada a cambio? Otra cosa bien distinta es que muchos escriben sin recibir nada a cambio. Pero la intención era otra; digan lo que digan. Del mismo modo que Ken Follett cuenta historias (algunas de ellas entretenidas y bien documentadas), Faulkner se dedicaba a poner el mundo patas arriba; construía en el territorio de la ficción un cosmos en que se podían resolver las dudas que se generan en la realidad o, al menos, en el que se podían ver las cosas desde un prisma original que sumaba un sentido propio a la existencias de sus personajes y sus lectores. Del mismo modo que Ken Follett busca un lenguaje sencillo y accesible para que le puedan entender; Faulkner utilizaba el lenguaje para experimentar, los alientos de sus novelas para estructurar discursos de una potencia descomunal y los tonos para dar lustre (el que merece y no otro) a la literatura. Comprendo que el que quiere escribir quiera hacerlo desde la libertad más absoluta, comprendo que las ilusiones y los sueños se alcanzan intentando conseguirlos. De verdad que lo entiendo. Lo que ya me cuesta más trabajo es comprender que algunos se empeñen en querer poner todo a la misma altura. No todos somos Follett. No todos somos Faulkner. Somos lo que somos, guste o no guste. Es falso que cualquiera que escribe parta del mismo lugar, es falso que sepamos lo mismo o que lo que sabemos sea igual de importante en un caso u otro, es falso que la intuición de unos y otros con las palabras sea la misma. Todo es una enorme mentira que alguna editorial ha utilizado para cobrar por la edición de novelas mediocres, o directamente desastrosas, cantidades imposibles. Pero, al mismo tiempo, es una mentira absoluta que no podrá con Kafka, Proust, Faulkner, Carver, Vargas Llosa o Julio Cortazar, por ejemplo. Por mucho que algunos pataleen, cada uno estamos en el sitio que nos corresponde. Y nadie debería sentirse mal por ello. ~
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Mitología
La imaginación de los humanos ha sido rica. Ha creado héroes, dioses, villanos y monstruos. En la mitología griega no podían faltar estos seres, formados con pedazos de caballo, serpientes, perros, leones. Todo lo que haga falta para
Nunca fuimos monstruos Anabel Rodríguez {Mis hijas (gemelas) adoraban la película Hércules de Disney (una de las más injustamente olvidadas de la factoría), la veían una y otra vez cuando eran pequeñas. Las recuerdo con el biberón en mano, plantadas ante la tele y advirtiéndome de que «Hidda come Hécules» y no fallaba, pero no pasaba nada porque sabían que saldría victorioso, porque para eso era el protagonista. Pero ellas no dejaban de mirarlo. La mitología cuenta que la Hidra de Lerna era un monstruo acuático con infinidad de cabezas (dependiendo de la versión que leas puede tener tres, cinco, cien o mil cabezas). Si se cortaba una de sus cabezas aparecían dos nuevas, por lo que se hacía dificilísimo terminar con ella, pero el rey Euristeo encargó a Heracles (Hércules) que lo hiciera. Éste le pidió ayuda de su sobrino Yolao y juntos se fueron a buscar la Hidra. Cuando la encontraron, Heracles se encargaba de cortar cabezas, mientras Yolao cauterizaba las heridas para que no pudieran salir de nuevo. Y así fueron cayendo hasta que no quedó ninguna. Además nuestro héroe aprovechó la ocasión para quedarse con un poco de sangre venenosa de la Hidra, que posteriormente untaría a sus flechas y le servirían para matar con más facilidad a sus enemigos… bueno también a algunos amigos, porque accidentalmente mató a uno de los monstruos más queridos y admirados en la antigüedad: Quirón. Quirón era un centauro, hijo de Cronos y de una ninfa. Suele atribuirse a estos seres mitad caballo, mitad humano, un terrible carácter; sin embargo, Quirón se convirtió en uno de los seres más sabios de la mitología. Al ser hijo de un dios estaba tocado por la inmortalidad. Dotado con unos conocimientos y una curiosidad extraordinarios, también tenía facultades para ser un buen tutor, conocía a sus alumnos y hacía que fueran brillantes en aquello que se propusieran. Algunos de sus alumnos más conocidos fueron Aquiles, Asclepio, Jasón, Teseo, Castor y Polux. Sus conocimientos eran de lo más variados y abarcaban tanto la lucha, como las artes o la medicina. El pobre Quirón tuvo la mala suerte de cruzarse un día con Heracles que traía cargadas sus flechas con el veneno de Hidra. De forma accidental (eso dijo Heracles en el
Esfinge del Palacio de Belverede de Viena.
atestado de la guardia civil del momento) disparó sobre Quirón, que no podía morir, pero sufría un terrible dolor por el veneno. Era un dolor tan fuerte que ninguno de los medios conocidos entonces podía calmarlo. Ni el propio Asclepio podía aliviar su dolor. Quiso la causalidad que se cruzase en su camino el titán Prometeo quien se ofreció a cambiarle su mortalidad. El centauro creyó que esa sería la única forma de terminar con su dolor y se avino al trato, pudo morir y así liberarse del dolor. Tras su muerte ascendió al cielo como la constelación Sagitario. También hubo quien no nació así, con una forma monstruosa, sino que fue convertida en un terrible monstruo por los caprichosos dioses, por ejemplo Medusa, que era una de las Górgonas. Al principio eran tres hermanas bellísimas: Medusa, Esteno y Euríale. Las dos últimas eran inmortales; la más joven y hermosa de ellas, Medusa, no. Ella así lo pensaba y en un momento de indiscreción llegó a decir que era tan hermosa (o más ) que Atenea, lo que provocó la ira de la diosa (y menos mal que esta no era de las más vengativas) que convirtió a las tres hermanas en monstruos. Sus hermosos cabellos rizados
Medusa pasó de ser una chica preciosa a un monstruo que, sólo con mirarte te dejaba de piedra (permitidme que me los imagine así) se convirtieron en serpientes, su cuerpo en algo parecido a un caballo. En otras versiones dicen que era sacerdotisa de Atenea y fue violada por Poseidón, lo que enfureció a la diosa, que la convirtió en un monstruo. En cualquier caso, Medusa pasó de ser una chica preciosa a un monstruo que, sólo con mirarte te dejaba de piedra (literalmente). Fue Perseo el héroe encargado de terminar con ella. La enfrentó a un escudo liso (prácticamente un espejo) en el que el engendro se miró y sufrió el destino que había dado a otros. El héroe le cortó la cabeza sin mirarla y la metió en un zurrón para protegerse, porque la mirada de Medusa seguía manteniendo intactos sus poderes. Al parecer, cuando le cortó la cabeza, también liberó a su cuerpo y la
parte de caballo que había en ella se convirtió en Pegaso, uno de los animales míticos más conocidos de todos los tiempos. Qué decir de la Esfinge, ese ser que vaga de mitología en mitología y puedes encontrar en Grecia, Egipto y, por supuesto, en obras de fantasía más actuales como «La Historia interminable». La esfinge llegó a ser considerada por algunos como un ser vivo real, así Plinio el Viejo afirmaba que vivían en zonas remotas de África (concretamente de Etiopía) y tenían un pelaje pardo rojizo. Era un monstruo con rostro y busto de mujer, patas de león, cuerpo de perro, cola de dragón y alas de pájaro. Los que hayáis visitado al Museo Nacional de Arqueología habréis tenido la suerte de ver alguna representación que custodia
sus puertas. No eran una criaturas muy amables, sino que fastidiaban a los vecinos destrozando sus cosechas y ciudades. Hay quien dijo que fue la malvada Hera la que envió una a la ciudad de Tebas, pero ya se sabe que hay dioses que tienen una facilidad tremenda para ser señalados culpables de todos los males de la humanidad. Lo cierto es que, una vez instalada se dedicó a hostigar, que era lo que le gustaba. Pero también le gustaba jugar y llegó a un acuerdo con los tebanos y les dijo que si encontraban a un valiente que resolviese sus enigmas se iría para siempre, pero si no lo averiguaba devoraría a los voluntarios. La adivinanza consistía en averiguar qué animal estaba provisto de voz y tenía cuatro, tres y dos patas a lo largo de su vida. La
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Mitología
atemorizar el corazón de nuestros congéneres, o para permitir que algún héroe tuviera la posibilidad de salvarnos ante tamaña amenaza. Este es un capítulo más del repaso que Anabel Rodríguez está haciendo a la mitología clásica
Centauro en plena batalla.
Perseo después de acabar con Medusa.
respuesta la sabéis vosotros y también Edipo, que resolvió el misterio (somos los humanos). Hay versiones que añaden que él mismo dio muerte a la Esfinge, mientras que otros aseguran que huyó a un desierto en el que fue petrificada y Momo, el dios del sarcasmo, se ríe todavía de ella. A Edipo lo premiaron concediéndole la mano de la reina de Tebas, que resultó ser su madre y que tantos quebraderos de cabeza y complejos ha dado a la psiquiatría. No podía quedarse en el tintero el Minotauro, ese ser mitad hombre mitad toro, concebido por la reina de Creta, Pasifae, y un toro blanco. La mujer sufrió un maleficio de Poseidón, que provocó su enamoramiento del toro y un salvaje deseo sexual hacia el mismo. Dédalo (inventor sin par) facilitó
la cópula creando una vaca de madera hueca por dentro y no me preguntéis como lo hicieron, pero a los pocos meses nacía el Minotauro, dejando en evidencia los deseos de su madre. Para colmo de males tenía un carácter violen-
Minotauro tenía un carácter violento y le gustaba comer carne humana to y le gustaba comer carne humana. Minos acudió a su inventor de cabecera para que le solucionase el problema (el que Dédalo había ayudado a crear). Constru-
yeron un laberinto para darle cobijo al engendro y allí comenzaron a llegar jóvenes de muchas ciudades de Grecia, para ser devorados. Así ocurrió hasta que llegó un joven ateniense que no se arredraba por nada. Se llamaba Teseo y no dudó en servirse el hilo que le facilitó la hija de Minos, Ariadna, para matar a su hermanastro. Pero esa es otra historia, que también tiene su punto monstruoso y que os contaré otro día (sólo si os apetece). Continuamos creando monstruos porque nuestra imaginación sigue viva, es poderosa y cuenta con medios para expresarse como no ha habido antes. Sin embargo, no puedo evitar pensar si nuestros monstruos, no son una revisión de lo que se creó hace más de dos mil años. ~
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Arte La colaboración entre el CaixaForum y el Museo Británico abre una ventana a formas de vida inventadas hace milenios, sobre las que aun descansa nuestra cultura. A la guerra, y al deporte. La exposición se cierra en Madrid y viaja a Barcelona. Un recorrido por el mundo lejano aunque arrimado al nuestro, a nuestra realidad se basó en la eliminación de los más débiles, en el desarraigo de los niños, arrancados de la familia para su educación, pero también en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La danza fue también base disciplinaria de la preparación de los jóvenes. Son las contradicciones de un pueblo poderoso y hostil que fascinó a sus contemporáneos.
Bloque de un friso con una batalla entre griegos y amazones. Relieve de mármol. 350 a. C. Hallado en Mausoleo de Halicarnaso, actual Turquía © The Trustees of the British Museum.
Mausolo
Griegos: lucha, desnudo, competición del concepto de honor. En esa historia no hay vencedores ni vencidos, porque aunque la ciudad es arrasada, su fama se traslada germinando una nueva civilización. Los hombres que se enfrentan son víctimas de las veleidades del destino y de los dioses, que juegan en su Eliseo su propia partida bélica. Hay gestas heroicas, y momentos de dramatismo feroz, o de crueldad salvaje. Algunos de sus protagonistas han recorrido los tiempos hasta llegar a nosotros y aún son nombres propios, celebradas ficciones escénicas o audiovisuales, refranes, dichos de la cultura popular, enseñanzas. Modelos a seguir -o a evitar-. Helena. Héctor. Aquiles. Hécuba. Casandra. El caballo. La ciudad ardiendo.
Augusto F. Prieto {A través de las salas vamos hilvanando los recuerdos y las historias por medio de esculturas, cerámicas, joyas, y objetos decorativos. La muestra es un interesante recorrido temático por un mundo, lejano en el tiempo, pero cercano a nuestra manera de vivir. Sorprenderá a los más pequeños, pero también a los adultos. Hércules Para probar su fuerza y su valor, la celosa diosa Hera, encargó a Hércules doce trabajos que requerían disciplina y astucia. Estas tareas se constituyen en uno de los relatos más poderosos de la antigüedad, influyen decisivamente en la Historia de Arte, y son el germen de la novela y el cine de aventuras, en el que un héroe elegido, marcado desde su nacimiento, debe salir airoso de complicadas labores para cumplir con las cuales son indispensables la buena forma física, el coraje, y la inteligencia. Enfrentarse al temible león, al toro, al jabalí salvaje, a seres híbridos provistos de cabezas múltiples que se reproducen al ser cortadas. Desviar ríos de su cauce para evitar la humillación de cubrirse de excrementos. Bregar con pájaros enloquecidos, dotados de poderes sobrenaturales. Hacerse con objetos mágicos, como las manzanas de la inmortalidad, o el cinturón invulnerable. Iliada Europa nace sobre un mito, el de las
Esparta
Eurípides. Cabeza de mármol.
guerras de Troya, en la que se enfrentaron griegos y troyanos. La Ilíada establece el arquetipo de la confrontación hasta las monstruosidades del siglo XX, tumba
Entre todas las ciudades-estado de la era antigua, Esparta fue la que destacó por su ejército invencible. Para sus habitantes, la supervivencia dependía de dedicar gran parte de sus esfuerzos en fomentar la disciplina militar, el empuje físico, el valor ejemplar. Hombres y mujeres participaban en ese empeño, y ellas fueron las más poderosas de la antigüedad, con derechos y deberes que las hembras no alcanzarían en milenios, y de los que aun hoy no pueden disfrutar en muchos países. Esparta fue la gran potencia bélica del Mediterráneo bajo el lema de «vencer o morir». Esa sociedad
El sepulcro de Mausolo, sátrapa de Halicarnaso, pasa por ser una de las siete maravillas del Mundo Antiguo. Destacaba por las refinadas esculturas de sus frisos, encargadas a los más prestigiosos artistas, Leocares, Briexias, Escopas, y Timoteo. El aparato iconográfico de esa tumba inspiró todas las construcciones funerarias posteriores, hasta hoy, y se destacaba como una narración pétrea, y un triunfo estético, que admiraba a cuantos lo contemplaban. La lucha entre los griegos y las amazonas que se desplegaba ante los ojos de los viajeros, como los interminables fotogramas de una serie de acción, fue algo que causó una conmoción definitiva en su tiempo. Olimpiadas El deporte y la competición como base de la cultura y de la civilización es un legado importante y perdurable de los helenos. Porque aun hoy vivimos sobre el mito de los invulnerables: futbolistas, púgiles, nadadores. Fueron los más destacados en la época arcaica los luchadores, los jinetes, los lanzadores de disco o de jabalina, lo corredores de fondo, o de velocidad. Los juegos olímpicos se celebraban cada cuatro años y atraían las miradas de los ciudadanos. En el siglo XIX, el barón de Coubertin tuvo la idea de instituirlos de nuevo para poner los valores ejemplares de la práctica deportiva al servicio de una civilización pacífica, pero competitiva, comprometida con el mejoramiento físico, y la universalidad. Hoy las olimpiadas son el gran espectáculo mediático. Los griegos abusaban también de los certámenes teatrales y literarios, de los maratones musicales. Las imágenes de sus vencedores están hoy en los museos del mundo como un testimonio de la belleza de la superación. ~ AGÓN. LA COMPETICIÓN EN LA ANTIGUA GRECIA CaixaForum. Madrid, hasta 15 de octubre de 2017 Barcelona, 24 de noviembre de 2017 a 18 de febrero de 2018
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Atelier de músicas
Sobre la flauta cae como una losa la tradición interpretativa y el repertorio clásico. Alessandra Rombolà, flautista e improvisadora, ha cambiado el guion comprometiéndose con la música de hoy y acaba de publicar el disco ‘Epigramas’
FLAUTISTA
ALESSANDRA ROMBOLÀ
«Hay flautistas que se niegan a abandonar su papel de jilgueros» Ismael G. Cabral {Mario Caroli y Roberto Fabbriciani son dos de los más sobresalientes representantes de la flauta contemporánea. La italiana afincada en España Alessandra Rombolà bien podría completar ese podio de grandes virtuosos de la flauta de nuestro tiempo. El sello Stradivarius acaba de publicar el disco Epigramas, en el que Rombolà propone un recorrido comprometido por algunas piezas para su instrumento concebidas por compositores del aquí y ahora como Alberto Posadas, Miguel Ángel Tolosa y Lula Romero, entre otros. –¿Se ha desarrollado tanto la flauta a lo largo del siglo XX como lo han hecho otros instrumentos como el violonchelo o el clarinete? –Desde luego. Desde 1936, año de composición de Density 21.5, de Edgar Varèse, la flauta ha vivido una mutación profunda. Los compositores han sabido explorar todas las posibilidades tímbricas polifónicas y percusivas de la flauta... pienso en páginas de Ferneyhough, Takemitsu o Sciarrino, por ejemplo. –¿Cuál es el compositor vivo que mejor ha entendido su instrumento? –Sin duda alguna Salvatore Sciarrino.
Ha creado un nuevo paradigma de la flauta; sus obras son absolutas obras maestras. Llegan a un nivel de virtuosismo monstruoso, pero de nueva concepción: no hay que tocar miles de notas, pero necesitas un control pleno sobre todos los parámetros de la técnica flautística. Citando a Mario Caroli, su mejor intérprete, «hay un antes y un después de Sciarrino para la flauta». Yo añadiría que el «después» no
«La lectura de la obra de José Luis Torá es tan compleja que me costó tres meses» «No me interesa el mundo sinfónico, sus programaciones+ son totalmente obsoletas» ha llegado todavía. –¿Sigue siendo un lastre para la flauta la tradición clásico-romántica e impresionista de la flauta como un instrumento volátil, más dado a la sutileza y lo poético? –Sí. Pero no en la mente de los compo-
La flautista italiana Alessandra Rombolà.
sitores, más bien en la de los flautistas que no quieren abandonar su papel de Cardellino [=jilguero; sobrenombre de un célebre concierto para flauta de Vivaldi]. La flauta puede ser muchas cosas. No olvidemos que es uno de los instrumentos más antiguos de la Tierra y que está presente en todas las culturas del mundo. No hay que rechazar el patrimonio pero sí insistir que en los flautistas de hoy pueden y deben contribuir a que se escriba la música del futuro. –Todas las obras que defiende en su nuevo disco, Epigramas (Stradivarius), tienen una evidente ‘musicalidad’. Se mantienen al margen de cierta estética ruidista imperante. ¿Es esto una decisión estética premeditada, una toma de posición? –La ‘musicalidad’ de las obras es intrínseca a las obras mismas, cualquiera que sean los medios utilizados para ellas. Discrepo de su afirmación; aunque me agrada que en cierto sentido no se note: la técnica no tiene que ser fin en sí misma, solo un medio de expresión. Pero sólo en la obra de Fran Cabeza de Vaca, Mimic: Triptych (2011) no hay un solo sonido real, por así decirlo; desde respiraciones ruidosas, gritos en el interior del instru-
mento, multifónicos, pizzicatos, glissandos... –¿Qué obra de las que interpreta en el disco le supuso más quebraderos de cabeza? –Kaspar Hauser Lied (1993), de José Luis Torá. Tres minutos para flauta piccolo de absoluta locura. La partitura está escrita en tablatura, lo que significa que hay indicaciones por cada dedo de la mano, un poco como para la guitarra. Además, Torá especifica todos los parámetros de velocidad de aire, tempo, posición de embocadura... la lectura de la partitura me costó tres meses ¡solo para leerla y comprenderla! Y dura tres minutos... El material sonoro parece a veces incontrolable, nunca sabes lo que puede pasar. Otro tipo de dificultad es la que se encuentra en Eridsein (1995), de Alberto Posadas; es como mirar un microbio en el microscopio e intentar reproducir sus movimientos con exactitud. –¿Por qué no ha incluido ninguna pieza con electrónica? –Pensé en hacerlo, pero decidí dejarla para un próximo disco. La idea original de Epigramas era grabar obras que había estrenado y/o en las que había colaborado en su proceso creativo. Luego incluí dos piezas que ya existían pero que no habían sido fijadas en disco, como son las de Posadas y Torá. –Sus proyectos actuales son de pequeño formato. ¿Es esto un síntoma de la dificultad para sobrevivir como músico especializado en repertorio contemporáneo o quizás una forma de mantenerse al margen del conservador mundo sinfónico? –He colaborado con muchos conjuntos, algunos de los cuales ya no existen. En otras ocasiones la relación laboral se ha desgastado. Yo trabajo siempre con lo que encuentro por el camino. En España hay siempre algo de heroico en quien decide sacar adelante una agrupación, casi siempre sin medios, sin financiación a largo plazo y sin fondos públicos estatales+. ¡Los músicos en este país son unos valientes! El ámbito orquestal no ha sido nunca de mi interés; soy demasiado anárquica como para estar constantemente bajo la batuta de alguien... y por supuesto que las programaciones de las orquestas me parecen completamente obsoletas. –Desarrolla por último una intensa carrera como improvisadora. ¿En dónde se siente más cómoda, en la música partiturizada o en la improvisación libre? –En ambas situaciones. Son dos modalidades distintas y complementarias de hacer música. A menudo lo que me pasa es que cuando me dedico demasiado a la interpretación hecho mucho de menos improvisar y viceversa. Por suerte tengo proyectos en los que puedo aunar mis dos ‘yos’. Con la percusionista Núria Andorrà, por ejemplo, con la que he formado el ARà Dúo, trabajamos en ambas direcciones, involucrando a compositores que quieran escribir para nuestro peculiar lenguaje. ~
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