Sábado, 21 de octubre de 2017 Nº 153 @aladar_cultura
La violencia de género de la mano de ‘Carmen’ La producción, de la que se puede disfrutar hasta el próximo 17 de noviembre en el Teatro Real de Madrid, nos ofrece una particular mirada con la que Calixto Bieito centra la atención en una de las lacras actuales
Pie de foto. / firma de fotógrafo
Repaso a la vida de Maruja Mallo
‘Escenas de la vida conyugal’ en los Teatros del Canal
38
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Ópera
Las obras de arte han sido siempre el reflejo de lo que sucede en la realidad. De otra forma no tendrían sentido alguno. Georges Bizet, en su ópera ‘Carmen’, marcó dos rumbos de gran importancia en la historia.
La mujer del futuro Gabriel Ramírez Lozano {Siempre se ha señalado la ópera Carmen de Georges Bizet como el prólogo a la corriente verista que estaba por llegar. Por tanto, su importancia es absoluta. Pero hay aspectos de esta obra que no debemos olvidar y que hacen que, en sí misma, sea fabulosa. Cuando en 1875 se estrenó en París la ópera Carmen, la mujer de la época tenía un papel en la sociedad muy limitado, muy secundario, respecto al que desempeñaban los hombres. Es posible que la obra de Bizet no tuviera gran éxito debido a que su personaje representaba la encarnación de la mujer liberada. De hecho, durante el siglo XX, Carmen, el personaje principal, fue considerada el arquetipo de emancipación femenina. Sin embargo, en el París de 1875 se recibió de forma distinta; en ella se veía a una mujer licenciosa, anárquica y motor de malas costumbres. Pero no. Carmen, en realidad, no conquistaba a los hombres como lo hubiera hecho la Salomé de Richard Strauss porque, en realidad, eran ellos los que se rendían a los pies de la gitana. Carmen nunca hubiera aceptado entregar su alma a un hombre aunque podría aceptar entregar su cuerpo sin grandes problemas. Carmen buscaba ese refugio íntimo en el que encontrarse consigo misma y en el que los hombres no podrían encontrar espacio. Por otra parte, Carmen se relaciona con la muerte y no solo con el amor o su propia sensualidad. Desde el principio, Bizet lo deja claro en el tema del destino de Carmen. Y, desde luego, en el terceto de las cartas, momento en el que la ópera adquiere una profundidad expresiva y dramática muy sólida. Carmen vive el momento, Carmen lo quiere todo; Carmen encarna lo inmediato en la vida, la falta de arraigo a lo material, la puerta abierta a lo que tenga que suceder. El sistema social no cuenta para ella porque cada gesto propio es su propia ley. Además de todo esto, la ópera de Bizet es mucho más que un personaje principal arrollador. El militar, José, representa la vida idílica de la infancia (reforzada con la figura de Micaela) y la sexualidad reprimida que era tan habitual en algunos estratos sociales de la época. Bizet enfrenta los valores arraigados en el ejército y en las personas religiosas, lo que representa la clase social pudiente de la
Francia de mediados del siglo XIX, con la despreocupación del que quiere sentirse vivo con total plenitud. Se podría pensar que el compositor nos presenta un dúo amoroso protagonizado por la joven gitana y el militar aunque nada más lejos de la realidad. Porque todo es confrontación de realidades, fricción de egos a través de los diálogos entre Carmen y José. Sin ir más lejos, el aria de la flor, una conmovedora melodía y famosa a más no poder, termina con una frase demoledora: «Tú no me quieres». A esto ella contesta con cierto romanticismo, pero... ¡se dirige a la libertad y no al hombre que la pretende! No está dispuesta a renunciar a esa libertad aludida. Si queda alguna duda, el militar decide ¡dejar a la mujer que le tiene loco de amor! Pocas óperas de la historia contienen un arco dramático como este y una diferencia tan esclarecedora entre diálogo y dúo amoroso. Por último, hay que señalar un detalle importantísimo sobre José: él no fracasa como hombre frente a una mujer. Es su situación dentro del entramado social, la imposibilidad de cambiar sin peligro al rechazo, sin peligro a quedar desubicado, lo que le destruye. Pues bien, tampoco esta ópera se reduce a la figura de Carmen y José. Las figuras de Micaela y el torero Escamillo son apasionantes. ¿Quién es ella? La mujer que representa un pasado inmaculado, añorado y digno de un cuento de hadas. El pasado del militar. ¿Quién es el torero? El futuro de Carmen. Es eso y no otra cosa lo que encarna el personaje. A veces, se ha confundido con la virilidad o la hombría. Mientras Carmen ve en José una especie de marmolillo insoportable, en el torero ve el juego con la muerte del que ambos salen ilesos una y otra vez. Micaela arrastra rasgos de personajes anteriores en piezas de compositores como Gounod (este fue un referente fundamental para
Carmen nunca hubiera aceptado entregar su alma a un hombre, aunque podía entregar su cuerpo Fue considerada el arquetipo de la emancipación femenina, representaba a la mujer liberada
Un momento de la representación de la ópera de ‘Carmen’ que se representa en el Teatro Real de Madrid.
Además AUTOR Georges Bizet nació en París el año 1838. Fue discípulo de Halévy en el Conservatorio de su ciudad natal. Más tarde, el compositor se casaría con la hija de su maestro y, como anécdota, hay que señalar que el libreto de Carmen fue escrito por un sobrino de... ¡Halévy! De la obra de Bizet se conservan 14 piezas escénicas entre las que se encuentran óperas, operetas y música para teatro. Nunca tuvo éxito con ellas y no vivió para conocer la enorme repercusión que consiguió Carmen. Murió en Bougival el 3 de junio de 1875.
ARGUMENTO
El sargento del ejército D. José, encarnación del orden y de la integridad, sucumbe ante la pasión amorosa que le provoca una joven gitana de vida alegre, desordenada y muy pegada al mundo de los bajos fondos de la Sevilla de 1820. Don José quiere poseer, en cuerpo y alma, a Carmen y esta no comprende cómo algo así puede plantearse. Finalmente, el soldado actúa con la violencia del amante rechazado y asesina a la muchacha que no había querido renunciar a lo que era.
Acto I: Frente a la fábrica de tabaco de Sevilla, José, sargento del ejército, se muestra impasible ante la sensual Carmen. Todos los hombres parecen embrujados al cruzarse con la joven. Carmen insiste hasta perturbar al militar que, más tarde, encuentra consuelo en Micaela, una campesina que ama al soldado. Tras un altercado, Carmen es detenida por el propio José, pero deja que escape y él es arrestado durante un mes. Acto II: La taberna de Lillas Pastia es refugio de contrabandistas. Carmen espera allí a José que ha sido liberado de su arresto. Aparece en escena el torero Escamillo que queda prendado de la belleza de Carmen. Por si era poco para José, Carmen es perseguida y este debe enfrentarse a su superior militar. Su única alternativa es unirse a los malhechores. Acto III: Carmen se cansa del soldado. Micaela anuncia a este la inminente muerte de su madre. El militar y el torero terminan enzarzados en una pelea. Antes, Carmen ya intuye la presencia de la muerte a través de las cartas. El que fue soldado se retira amenazando con otro encuentro. Acto IV: Escamillo y Carmen son pareja. Mientras el torero triunfa en la plaza, ella muere a manos de José que se ve rechazado una vez más.
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
39
Ópera
Dejaba el camino preparado para que el verismo llegara con fuerza al mundo operístico. Y dibujaba la mujer del futuro, su liberación, su importancia y el nuevo estatus que debía ocupar La crítica
LEGIONARIOS SIN BANDERA Y UNA BATUTA PERDIDA
Georges Bizet.
Bizet). El torero, por su parte, es el anclaje que busca el compositor a la ópera cómica francesa, no en vano es el único personaje de la ópera al que Bizet le concede un cuplé (canción en verso muy frecuente en las óperas francesas de carácter cómico). Bizet intentó separarse, no obstante, de las estructuras musicales y teatrales más usuales del momento. Incluso lo que pudiera parecer una concesión al público buscando el éxito es acompañado por la partitura. El ejemplo más claro es la canción de los gitanos del segundo acto. A Bizet no le interesaba el éxito de forma especial. Llegó a decir de esta ópera que era una especie de
baratija musical, al menos en parte. Lo que no sabía Bizet es que su trabajo daría mucho de sí. Sin ir más lejos, el año 1983 Saura, basándose en la novela de Mérimée, convertiría Carmen en un musical flamenco en el que intervinieron Laura del Sol y Antonio Gades. Tampoco que Godard hizo una relectura fascinante que convirtió en un melodrama policiaco. Prénom: Carmen. Ni que Francesco Rosi fichó a Julia Migenes, Plácido Domingo y Ruggiero Raimondi, para realizar su versión cinematográfica. Un clásico, un mito. No se puede definir de otra forma esta que es una de las mejores y más importantes óperas de la historia. ~
La producción, que Calixto Bieito puso a funcionar el año 1999, ha tenido que ser retocada para que este lío de banderas, patriotismo, escapismo, relaciones epistolares y semánticas retorcidas que queriendo ser muestra de astucia terminan siendo discursos llenos de garrapatas lingüísticas, no provocasen incendios en la platea del Teatro Real de Madrid. El caso es que esto ha permitido que Bieito aproveche para, sin llegar a molestar, deje unas perlas de contenido sexual tirando a innecesario. A falta de banderas, nunca falla un cuerpo desnudo o suscetible de ser imaginado, intuido. Esta Carmen procura instalarse en el centro de la terrible y repugnante violencia de género (un acierto) que procura al conjunto fuerza y solvencia escénica. Legionarios, macarras y eso que se conoce como chonis, aparecen sobre las tablas convirtiendo el espectáculo en algo visualmente atractivo y simbólico a más no poder. Las voces correctas. No se puede destacar nada de este segundo reparto. Ni bueno ni malo. Tal vez, Jean Teitgen, encarnado el personaje de Zuñiga, logra mostrar un registro en el que manda una dicción estupenda y un abanico en su registro que gana la partida a las voces principales. El Coro Titular del Teatro Real, como de costumbre, muy bien. Pero, como todo hay que decirlo, su fortaleza tira, esta vez, más hacia la exageración en algún momento puntual. Nada impor-
tante. Los Pequeños Cantores de la ORCAM, sencillamente, deliciosos. Hay que ver cómo se mueve sobre el escenario y lo convincentes que pueden llegar a ser. Sin embargo, la dirección musical es algo atropellada. Ni en los momentos más vigorosos se consiguen los matices necesarios; ni en los momentos en los que las notas se deberían envolver en terciopelo se llega a conseguir esa textura. Marc Piollet no termina de mirar al escenario para arropar a los cantantes, ni mira al foso buscando el potencial de la Orquesta Titular que se pierde y nos deja sorprendidos sabiendo que está allí esperando. Todo bien.
40
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Atelier de músicas
El mundo clásico y el contemporáneo son los dos lenguajes naturales de un pianista y compositor que aplica en su creación modelos científicos y matemáticos heredados de Xenakis
Audición
El pianista Gustavo DíazJerez.
CONTEMPORÁNEA
Cage. Johnson / Chess pieces, Four dances... / Trio Omphalos / Wergo
Larga vida al nuevo Trío Omphalos
PIANISTA Y COMPOSITOR
GUSTAVO DÍAZ-JEREZ
«Comparar el pop con la música de arte es una desfachatez» Ismael G. Cabral {El pianista y compositor tinerfeño Gustavo Díaz-Jerez es un claro ejemplo de artista comprometido con el patrimonio y con la música de creación; dos facetas que, desgraciadamente, no se reúnen a menudo en una misma personalidad. El próximo miércoles, día 25 de, actuará en el Teatro de la Maestranza con un programa centrado en Sonatas de Beethoven, Estudios de Ligeti y en obras de su propia autoría. –¿Cómo se siente con el repertorio que, en esta gira del Centro Nacional de Difusión Musical, se le ha adjudicado? –Toco cuatro Sonatas de Beethoven que abarcan múltiples facetas compositivas del músico, las que van del Op.2 (1794) al Op.90 (1814). Sinceramente tengo más afinidad con las Sonatas tardías pero como intérprete debo poder ofrecer al público un repertorio amplio y daré mi propia lectura de estas obras. –También aborda dos Estudios de Ligeti, ¿realmente es esta la música para piano más importante de la segunda mitad del siglo XX? –Sí. La obra pianística de Ligeti es reducida; tenemos la Música ricercata y las Dos invenciones, de estilo bartokiano. Pero sus Estudios representan un lenguaje plenamente maduro. Me
parecen fantásticos, tan buenos como los de Chopin, Liszt y Debussy. De una imaginación desbordante. –También resultan más asequibles para el público no experto que otras obras pianísticas contemporáneas... –Esto es así por la rítmica, algunos de ellos están basados en la métrica africana, manteniendo un pulso constante sobre el que se formalizan los acordes. El ritmo es algo muy prima-
Los ‘Estudios’ de Ligeti son tan buenos como los de Chopin, Liszt y Debussy Es dramático que los alumnos de piano acaben la carrera adoctrinados en el siglo XIX rio. Aunque sea música no tonal hacen siempre un énfasis en la rítmica. –Siendo pianista, ¿ha sido también usted engullido por los cánones estéticos del pop que se están imponiendo entre los músicos clásicos? –Valoro como algo muy positivo el acercarnos al público mediante la publicidad y las redes sociales. Y también me parece magnífico mezclar en
un mismo concierto, por poner, repertorio clásico, contemporáneo, jazz o flamenco. Ahora bien, hay que diferenciar entre lo que es música de arte y lo que no lo es. La única motivación del pop es ganar dinero, la música no importa, es como las hamburguesas del McDonalds. La música pop es de usar y tirar, a menudo interpretada por gente que no sabe de música. A mí me parece una desfachatez comparar el pop con la música de arte. –Sorprende que en su biografía se crucen nombres tan antagónicos como Albéniz y Xenakis... –He tocado muchas veces Iberia, de Albéniz, una obra maravillosa. Iannis Xenakis para mí es un referente importantísimo por su idea filosófica de utilizar modelos científicos y matemáticos y aplicarlos a modelos musicales. La diferencia es que, en sus obras, Xenakis no tenía en cuenta a los intérpretes; y yo sí. –¿Le roba tiempo el Díaz-Jerez compositor al Díaz-Jerez pianista? –Le roba tiempo y dinero. Pero mi motivación es la música. Tampoco soy un pianista de repertorio. En el siglo XX y en el XXI hay tan grandes compositores como hubo en el XIX. Es dramático que los alumnos de piano lleguen al final de su carrera adoctrinados en el romanticismo, sin conocer la música de su tiempo. ~
I. G. Cabral {¿Qué hace buena una grabación dedicada a la obra de John Cage? Uno de las claves fundamentales, la musicalidad que el conjunto sea capaz de imprimir a los pentagramas que abordan. Chess pieces (1943) es una partitura extraviada que la pianista Margaret Leng Tan fijó en un disco de Mode documentando un trabajo menor, hasta anecdótico si se quiere, del compositor norteamericano. El alemán Trío Omphalos se acerca a estos pentagramas en una adaptación que destila ligereza y una cierta ingenuidad; conectando –por el uso del piano preparado– esta composición con las célebres Sonatas e Interludios. Expresiva y colorista, el ensemble redondea un acercamiento a Cage que nos hace desear volver a escucharles con materiales más comprometidos. De alguna forma, todo el álbum transita una cierta liviandad; las partituras de Tom Johnson, el más minimalista de todos los minimalistas, tantean la idea de elementales juegos matemáticos mediante multiplicaciones, sumas y restas; adición y sustracción de sonidos generando miniaturas organizadas en forma de ciclo en su serie de Rational melodies. El disco, que es también la presentación del Trío Omphalos, se cierra con otro Cage menor, el de sus Four dances, otra pieza temprana que conoce aquí un arreglo que hace que reparemos en la serenidad de la misma. Los músicos (Stefan Hülsermann, clarinete; Olaf Pyras, percusión y Ji-Youn Song, piano) abordan un repertorio en el que, junto a Cage y Johnson, resaltan nombres como Gerhard Stäbler, Kunsu Shim, Nicolaus A. Huber y Morton Feldman, entre otros. En el conglomerado interpretativo contemporáneo germano es difícil imponer un nuevo nombre esta es una tarjeta de presentación ejemplar para dar la bienvenida a estos intérpretes. Esperamos prontas noticias de ellos. ~
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
41
Teatro Hasta el 22 de octubre, los amantes del teatro tienen una cita ineludible en los Teatros del Canal (Sala Roja) madrileños. ‘Escenas de la vida conyugal’ no sólo es una obra de Ingmar Bergman preciosa e intensa, sino una oportunidad de ver sobre las tablas a dos grandes de la escena contemporánea
‘Escenas de la vida conyugal’: Psicoanálisis, Bergman y Darín Daniel González Irala {Tal vez nos encontremos con la obra de teatro de Bergman que más tiene que ver con uno de sus principales y también prolífico fan, Woody Allen. Quizás por eso y por el hecho de que sus personajes Juan y Mariana vuelcan ante el escenario toda una relación vital, que en los momentos más dramáticos podría hacernos pensar que están tumbados en el mismo diván, a través del que el por entonces Allen actor grababa sus inquietudes y deseos en una cinta de casete en la película Manhattan, tendríamos que hablar de la influencia del psicoanálisis en esta obra concebida primero como miniserie de televisión de seis capítulos y adaptada de nuevo por el mismo Ingmar Bergman al teatro, siendo estrenada en 1981 en el Teatro Marshall de Múnich. Primero fueron Liv Ullman y Erland Josephson los actores responsables de dar vida a estos personajes. Tras compartir escenario en Argentina con la mismísima Norma Aleandro (aquí directora), el montaje español con Ricardo Darín suple a esta tierna y fuerte dama de la escena argentina, a la que disfrutamos en El hijo de la novia o Cleopatra en cine; por Andrea Pietra, una fabulosa actriz llena de matices que sin duda le va a la zaga, a pesar de que su dulce registro o quizás por ello, es más identificable con la idiosincrasia latino-española. Asistimos perplejos a una serie de cuadros o escenas que desde Cómo esconder la basura debajo de la alfombra, pasando por Real e irreal, El valle de lágrimas o París, nos cuentan los afectos y desavenencias de una pareja que vive situaciones de lo más variopinto. Desde un aborto de ella, la convivencia con la madre (esa gran culpable de todos los males posteriores a la infancia según ese mismo psicoanálisis del que hablábamos) y las reuniones que organiza de fin de semana, pasamos a definir a Juan como prototipo burgués de machista, crítico con Casa de muñecas de Ibsen y seguidor, por tanto, de las teorías de Strindberg. Un prototipo que se va haciendo fuerte y poderoso en el momento en que como profesor universitario se lía con Paula, una chica dieciocho años me-
Andrea Pietra y Ricardo Darín dejan una actuación extraordinaria en esta obra.
La generosidad de Darín y Pietrahace hace que ‘Escenas de la vida conyugal’ se convierta en una gozada de espectáculo.
nor con quién se larga a París, dejando a Mariana perdida, desnortada y con dos hijas de las que hemos estado oyendo hablar en el resto de escenas. Las consecuencias de todo ello tratadas desde un registro que va de la comedia al drama, se nos narran con intensidad en los detalles, de ese modo intimista que forma parte del sello de la casa y por el
que Ingmar Bergman es lo que es. La versión al español por parte de Fernando Masllorens y Federico González del Pino resulta tan limpia en escena y natural que, a veces, podríamos llegar a pensar que en la mano de Aleandro está más la batuta de una improvisación trabajadísima, que de un trabajo de texto que sin duda subyace a tanta generosi-
dad por parte del dúo actoral; hacer sencillo lo extremadamente complicado es algo que saben hacer y que dan las tablas adquiridas durante tantos años. Del trabajo técnico, decir que partimos de una sobriedad de recursos que permite el trabajo con el cuerpo y el estar todo focalizado a la comodidad espacial de los actores. Destacan en este sentido la funcionalidad en el trabajo de iluminación por parte de Gonzalo Córdova, la música de Diego Savoretti, el vestuario de Renata Schussheim o el sonido de Guillermo Perulán. Existe igualmente un departamento de producción artística que imaginamos que también incluye utilería y necesidad de cubrir imprevistos, para el que Lino Pantalano ha sido un nombre esencial. En resumen, una auténtica gozada de espectáculo en que el gran Ricardo Darín llena la escena de una manera apabullante y donde se agradece tanta intensidad dramática, unida a un entretenimiento que como concepto define el arte con mayúsculas de forma desmesurada y grandiosa. ~
42
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Literatura
El brexit, los atentados, el separatismo escocés, el Nobel a Ishiguro ponen en primera línea el concepto de «lo inglés», que el escritor representa: una identidad propia, hoy felizmente transversal a razas, culturas e influencias. Un crisol, cuya
The Quintessential English Augusto F. Prieto Kazuo Ishiguro. LO QUE QUEDA DEL DÍA
Kazuo Ishiguro.
El retrato de un monstruo, preso de las convenciones y los deberes, obligado con una sociedad muy injusta que se perpetúo gracias a personajes como él, terriblemente snobs y conservadores a ultranza. La última avanzadilla del Imperio, el tuerto entre los ciegos, la cúspide de los criados, el mayordomo, figura indispensable en cualquier novela inglesa digna de ese calificativo. Desde el inicio nos damos cuenta de que nos encontramos ante la historia de un amor imposible, devastador, que va a destrozar dos vidas, y cuyo trasfondo es el mundo que provocó la Guerra, y desapareció. Habla de la aristocracia, de sus esfuerzos por manejar los hilos hasta el final. Transmite algo de ese polvo de alas de mariposa, brillante, efímero, sutil, por el que dominaron el mundo. Es muy posible que la mayor parte de los lectores no puedan disociar a Anthony Hopkins y Emma Thompson de los personajes, debido a la película de James Ivory, cuya identificación con la novela es absoluta. Son determinantes la construcción de una voz, el relato de ese mensajero parcial que no se puede engañar a sí mismo, la crueldad de las situaciones por las que ha de pasar, y el empeño en conseguir algo que su vida demuestra que fue fallido, la dignidad. Lo que queda del día es un rescoldo, una sensación, una tristeza si estamos en la campiña inglesa, la sensación de una jornada que se ha ido para siempre y que si no la hemos vivido con plenitud –algo dificultoso fuera de la fuerza de la luz del sol, o el cromatismo de los trópicos- lo debemos de dar por perdido, por gastado, por amortizado. Nancy Mitford. A LA CAZA DEL AMOR
English countryside.
Nancy Mitford fue una escritora perteneciente a la alta sociedad. Se dedicó a estudiar sus usos y costumbres. Utilizó la historia de sus amores y de su familia para crear algunas de sus novelas, y esta es la primera de una trilogía.
Siempre se destaca de su escritura la ambientación de los escenarios. La encuentra, por supuesto, en la atmósfera en la que se crió, pero destaca al hacerlo porque la interiorizó, la criticó con astucia, la diseccionó, retorció sus bondades convirtiéndolas en vicios, y sus paradigmas de elegancia que no eran más que excentricidades. El otro detalle por el que se la cita en las recensiones es el sentido del humor, extraño, brillante, oscuro, psicoanalítico y catártico, que se concentra en buscar los modus operandi de sus personajes – sus amigos y su familia- para explicar las perturbaciones que provocan cuando comienzan a moverse. Bienvenidos al campo, a la Inglaterra rural anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando la aristocracia entonaba un canto del cisne que ahora comprobamos que no ha terminado de emitirse. Por algo será que todos la admiran y la toman por ejemplo, y es, sobre todo, por su perspectiva de la vida, y la ironía con la que se defiende de la mediocridad. Daphne du Maurier. MI PRIMA RACHEL En una evolución inesperada, la escritora produce al final de la narración una circularidad que la convierte en un bucle. Mi prima Rachel presenta similitudes con la gran novela de Daphne de Maurier, Rebeca: Cornualles, la vida en el campo, las clases ociosas, el hombre y la mujer, investigados milimétricamente sus caracteres, pretendiendo alterarlos en la ficción, engañándonos y engañándose. El hombre cándido e inconsciente presa de una arpía manipuladora. Sin embargo las heroínas de Du Maurier se van revelando como lo que son, seres inocentes, presas de su género y su época –quizás como ella misma– mientras que el género masculino termina cumpliendo con su sino resolutivo. En el fondo pensamos que no hay un narrador masculino creíble, sino que hay una mujer agazapada, interpretando la fantasía de un jovenzuelo improbable, acosado por la fémina que termina absuelta contra todo pronóstico. Justificando su rol de género con un mensaje bastante convencional.
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
43
Literatura
permanencia se destaca en la publicación, por primera vez en español, de algunos autores imprescindibles, aunque debamos seguir buscando a otros en su lengua nativa, o en viejas ediciones descatalogadas. Bienvenidos al campo
La trama de Rachel no es maquiavélica, se alarga demasiado, lo suficiente para que la duda nos desequilibre y nos desinterese. No hay tanta fuerza como en Rebeca. Nos aburre lo rural, su diminuta sociedad previsible. Lo extranjero se desliza como un tópico y como una amenaza, dejando un mensaje chauvinista y provinciano. La trampa de esconder información al lector no funciona tan bien como en Rebeca, y se lo reprochamos, a pesar de que la historia fluye, de que mantiene cierta intriga, funcionando en la espera de lo que pasará, a falta de una estructura notable, de un mensaje trascendente, o de un tema destacado o innovador. Mi prima Rachel es otra novela romántica, no es deleznable, pero tampoco capaz de sobrevolar el género para ir más allá. Si tenemos en cuenta el año de su publicación, 1950, criticaremos a una escritora que huyó de la realidad de los tiempos que le tocó vivir, del mundo de las ideas, y se refugió en una fantasía que había claudicado cuarenta años atrás.
Interior de una mansión inglesa.
Vita Sackville-West. TODA PASIÓN APAGADA Algunos escritores definen el mundo desde la posición en la que les ha tocado vivirlo, y este es el caso de Vita Sackville-West, aristócrata, vividora, y viajera, a caballo entre un siglo romántico, y otro pleno de avances y de guerras. Toda pasión apagada es la crónica de la vejez, cuando, si la fortuna acompaña, la viudedad y la huida de toda convención familiar y social otorgan una libertad casi infantil. Es un concepto extraño porque la autora era aún joven cuando publicó la novela, pero con total seguridad que no le faltarían ejemplos en los ambientes aristocráticos en los que se movió y que ponen el escenario en el que se desarrolla la acción. La novela busca esa «habitación propia» que la amiga de Vita, Virginia Wolf, quiso para cada mujer y que solo los desastres de la modernidad conseguirían en parte. La familia como trampa, el transcurrir de las generaciones como redención, el apartamiento de la sociedad como espacio de refle-
xión, y el valor de los excéntricos – un asunto este último muy inglésson los temas sobre los que nos hacen reflexionar las páginas de un libro cuyos capítulos se superponen, un poco irregularmente entre la narración, la reflexión, y un final tan convencional como el de la vida, y el de los relatos que buscan mostrarnos una verdad sin que nos quedemos con la boca amarga. Las pasiones se apagan, y se encienden las luces de los demás sentidos, al tiempo que se descubre lo inefable de existir. Unas pocas imágenes hermosas adornan la producción –un huerto de melocotoneros, búcaros de cristal esparcidos sobre una alfombra antigua, la mezquita de Fatehpur Sikri, una bolsa llena de joyas, el londinense Hampsted Head– de una novela peculiar. Evelyn Waugh. UN PUÑADO DE POLVO Una novela muy rara porque engancha tres episodios completamente extraños y difíciles de cohesionar, tanto que rechinan como unas bisagras mal enganchadas.
La primera parte es un estudio malévolo y sutil de la convencional zona baja de la clase alta y de sus resabios. De repente la novela se rompe con un acontecimiento terrible, por el que sin embargo pasan todos de puntillas –el primero el autor- como si tal cosa. En ese momento es cuando empezamos a no creernos nada de lo que estamos leyendo y nos damos cuenta de que Evelyn Waugh ha cometido un error, habitual en muchos otros autores: seguir escribiendo cuando se podía haber estado quieto, así si bien no hubiera concluido una obra maestra, tampoco hubiera destrozado una mediana ficción. El final resulta demencial, como si se hubiera perdido y fuera dando palos de ciego, sin gracia, sin sarcasmo, y sin más motivación que destacar como la vanidad finalmente triunfa sobre todo y sobre todos, para perjuicio de la raza humana. Una historia de deslealtades, de frivolidad, de mundanidad vacía, que se desalma según va transcurriendo. ~
44
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Literatura
Virginia Wolf, sumida en serias reflexiones sobre la condición de la mujer escritora a través de los siglos, sabía que cualquiera nacida en el siglo dieciséis dotada además con un gran talento, se habría vuelto loca o suicidado, porque una muchacha que
Escritoras heridas: Wolf, Plath, Pizarnik y Bachmann
Alejandra Pizamik.
Virginia Woolf. Sylvia Plath.
Concha García {Un año después de que Virginia Wolf publicase Las Olas, en 1932, nace en Boston Sylvia Plath, autora de más de 170 poemas, una novela, y bastante prosa diversa, todo ello escrito en menos de una década. De sus poemarios El coloso o Ariel y su novela La campana de cristal se han vendido entre ochenta mil y cien mil ejemplares cada año. Sus padres, de origen alemán y austríaco, eran cultos y tenían una buena posición económica. Plath era una niña rubia y alta, en las fotografías de su infancia se le ve feliz junto a su hermano o con sus progenitores. Sin embargo, la sombra de un padre demasiado abocado en la profesión como profesor universitario y entomólogo, dejó un vacío en la niña que iría acuñándose en el futuro a modo de poemas tan geniales como El Coloso o Papaíto. Tiene Sylvia ocho años cuando el padre fallece, todo cambia, los recursos económicos merman en la familia y ella comienza a sentir una gran necesi-
dad de sobresalir –algunos se lo reprochan a la madre-. Esta necesidad le llevó años después a estudiar – siempre con becas- en los mejores colegios de su país y después en Inglaterra. Fue alumna brillante en un mundo donde las mujeres iban a estudiar sobre todo para conocer a sus futuros maridos. La sociedad americana de los años cuarenta y cincuenta fomentaba que el objetivo principal de las mujeres fuese el matrimonio –recordemos la inocencia seductora de Dorys Day como modelo de perfecta mujer americana- . La vocación de Sylvia Plath por escribir se manifiesta pronto, su deseo de vivir de la escritura y de la enseñanza hacen de ella una brillante alumna cuya vocación tiene que compartir con otra: el matrimonio. Se preguntaba: ¿Agotará el matrimonio mi energía creativa? Salió con varios chicos, pero muchos no la volvían a llamar, les impresionaba su altura –medía casi un metro ochenta- y su inteligencia. La sociedad fomentaba la esci-
sión que vivían muchas mujeres en aquellos años entre el deseo de tener una profesión y la imposición de casarse con hombres que no comprendían esa necesidad. Con veintiún años se intentó suicidar por primera vez tomándose varias pastillas. Un tratamiento feroz de electrochoques no consiguió disuadirla de su contradicción, por eso quizás deseaba un marido «alto y brillante», no un hombre vulgar. Justo cuando se licenció, en 1955, sus primeros poemas ya reflejaban la tensión de su existencia. Después de dos noviazgos infelices y mientras está en Cambridge gracias a una beca Fulbright conoce al poeta Ted Hugues. Esa noche escribe en su diario: «Me besó de golpe en la boca y me arrancó la cinta de los cabellos... / cuando salimos de la habitación le bajaba sangre por la cara». La violencia que refleja esa pasión irá acrecentándose durante los seis años que durará el matrimonio en detrimento de su propia tarea de escritora. «Tenía la sensación de que
la obra de Ted era más importante que la de ella –escribe su biógrafa Linda W. Wagner- ella compraba, cocinaba, limpiaba, y pasaba a máquina los manuscritos de Ted. Logró su sueño: casarse y dar clases en la Universidad, pero no era feliz, algo doloroso emergía siempre y muchas veces se convertía en poema: El corazón se cierra / el mar se desliza en retirada / los espejos están amortajados». Tuvo dos hijos, una casa en el campo y éxito literario, pero sin embargo no era feliz. Un año antes de su muerte, en 1962, escribió poemas que reflejaban una gran ansiedad y se adentraban en el tema de la muerte, quizás comenzó a vislumbrar la trampa de su propia vida y en Agosto de ese año decide separarse. Escribió en su diario: «Mi tragedia es haber nacido mujer». Su marido se había enamorado de otra poeta, Asia Gutman, que también acabaría suicidándose. Ella se queda sola con sus hijos, el invierno en febrero de 1963 es demasiado frío en Londres,
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
45
Literatura
hubiera tratado de usar su inteligencia y sensibilidad para la poesía habría tropezado con toda clase de trabas. Ella abrió las puertas de muchas de las habitaciones propias de mujeres escritoras, sin embargo, también terminó con su
Portada de ‘La campana de cristal’.
las cañerías de su casa se congelan, y los amigos la habían abandonado después de la separación matrimonial. Una mañana deja a sus dos hijos un vaso de leche junto a la cama –eran demasiado pequeños ¿pudieron tomarla?- Abre el gas e introduce la cabeza en el horno. Tenía treinta y un años, cinco menos que Alejandra Pizarnik, la poeta argentina de origen ruso y judío cuyos poemas siguen siendo una antorcha para quienes aman el lenguaje. ¿Motiva el lenguaje un impulso fatal que hace cometer tales actos de extrema locura o lucidez? Decía Alejandra: «Existe en mí una sospecha de que lo esencial es indecible». ¿Acaso la conciencia de desarraigo es un lastre o quizás el tesoro más preciado?_ Cuando nace Alejandra Pizarnik en 1936, sus padres llevaban dos años en Buenos Aires, habían llegado sin conocer la lengua española, sólo sabían hablar ruso y yiddish dada su condición de judíos. Llegaban de una Europa espantada por el avance del nazismo,
del fascismo y del estalinismo. La pareja de emigrantes había disfrutado en su país de una situación económica estable, el padre tocaba algunos instrumentos musicales y ambos eran cultos. Algunos dicen que Alejandra sentía fascinación por su padre, de porte elegante, con ojos azules y amante de la canción francesa. Como Sylvia Plath, ella tuvo su primer analista en la adolescencia, una adolescencia llena de problemas importantes para esa edad: tenía granos en la cara, asma y era gordita. Dicen que Alejandra cuando logró adelgazar abría la puerta de su apartamento en ropa interior para enseñar aquel cuerpo que por fin era aceptado. A los dieciocho inició estudios de Literatura y Periodismo que abandonó para estudiar pintura, disciplina que también dejaría para dedicarse exclusivamente a escribir. Representaba el prototipo contrario a lo que quería la sociedad argentina de aquellos años –como la América de Sylvia Plath de los cuarenta y cincuenta- se le pedía a las
jóvenes discreción y buena conducta. La femenidad se concretaba en vestidos de telas vaporosas y en poseer habilidad para las tareas del hogar con el objeto de prepararse para la finalidad exigida: el matrimonio. Alejandra no encajaba en aquella sociedad –la de Perón y Evita-. Descubrió las anfetaminas primero para adelgazar, pero luego las necesitaría para todo, sobre todo para escribir. Y escribió mucho, desde La tierra más ajena en 1955 hasta su último libro El infierno musical en 1971. Construyó un personaje extravagante con su vestimenta y sus modales, quizás porque no se sentía feliz con su cuerpo. Fue amante de la noche, del existencialismo y de los poetas malditos. Su vida era pura literatura y era amiga de Julio Cortázar, Octavio Paz, Olga Orozco, Oliverio Girondo... Todo parecía favorecer a aquella muchacha cuyo don era la escritura. Vivió en París cuatro años buscando una patria acorde con su mundo mítico, durante cuatro años encontró ese lugar. Allí, por
Portada de ‘Nueva correspondencia (1955-1972).
ejemplo, mecanografió la novela de Cortázar Rayuela y se hizo amiga de Bataille. El mundo parecía sonreírle. Sin embargo, la escritura era también un arma letal que daba cuenta de su propia angustia: «¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentado». Algo, un sentimiento profundo de desarraigo le desgarraba poco a poco. Regresó a París en 1969, pero ya no era la misma, se siente extranjera sin patria y quizás toma conciencia de su condición de judía –quién sabe- y busca en el lenguaje esa patria. Recuerda la tristeza de sus padres ante el horror del nazismo, pero tampoco el lenguaje parece llenarle. A partir de 1970 inicia un proceso de clausura progresiva que culminaría en el
46
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Literatura
propia vida tal como había vaticinado con las anónimas poetas del dieciséis. ¿Qué hace que alguien aparentemente favorecida en cuanto a la situación económica y como escritora tome un día tal determinación? primer intento de suicidio. Luego escribe una serie de poemas donde emerge la muerte de ese padre tan querido. El último año de su vida fue muy productivo, parecía que experimentaba una mejoría, pero vuelve a caer. También conoce el amor mirando a los ojos de otra mujer y ese amor le zarandea, le deja sin lenguaje: «mi persona está herida». También hubo llamadas antes de que se tomara las cincuenta pastillas de Seconal, pero nadie estaba disponible. Nadie sabe si fue un deseo de descanso profundo o el último gesto de una escritura que desde la adolescencia hablaba ya de locura y muerte. Un año después, en 1973, Ingeborg Bachmann, la poeta en lengua alemana más importante de la segunda mitad de siglo, muere de una manera un tanto extraña en su apartamento de Roma. Después de haber ingerido algunas pastillas para dormir se echa sobre la cama y enciende un cigarrillo. La encontraron intoxicada. La escritora austriacoalemana había nacido en 1926 en Flagenfurt, Pocos años después de la primera guerra mundial. Sus padres provenían de una familia de campesinos de Carintia, pero su origen humilde no impidió que la Bachmann viviese en un ambiente culto –su padre era maestro- que la llevó a estudiar filosofía en Viena. Creció en un lugar fronterizo y quizás ese hecho, habitar una región donde se entrecruzan costumbres, creencias y tradiciones, le dio cierta conciencia de desarraigo. Poco antes de cumplir doce años, las tropas alemanas invadieron Austria, y esto dio por resultado la incorporación en su unidad territorial al Nacionalsocialismo. Con tan temprana edad la niña comienza a generar un sentimiento de culpa quizás por pertenecer a una familia que no se definió contra el régimen. Ella tuvo que vivir el alcance de la corrupción en un hogar humilde que tenía que subsistir. Ingeborg Bachmann era, como Sylvia Plath y Alejandra Pizarnik, una joven ávida de saber y a la vez un espíritu contradictorio e inquieto. Quizás por eso siempre se comprometió políticamente con la izquierda. Al panorama desolador de la Europa de la postguerra se le sumó un presente lleno de confusiones político sociales donde América del norte era la meta posible. También lo sería para la Bachmann partir de un lenguaje nuevo como forma de metaforizar su rechazo a aquellos acontecimientos y su deseo de encontrar un mundo mejor. Con solo veinticuatro años se doctoró con una tesis sobre el filósofo alemán Heidegger, en esa misma época comenzaban sus actividades literarias como guionista y redactora en la radio de Viena. Solo tres años después, en 1953, aparecerá su primer libro de poemas El tiempo postergado, ese mismo año le llega la espiral de éxito que le llevaría a poder vivir
Ingborg Bachmann.
como escritora independiente en Italia y a integrarse en el grupo 47, el más influyente foro poético de la postguerra, con intelectuales como el poeta Paul Celan y el compositor Hans Werner Henze con quienes compartiría también una relación sentimental. La desmesurada fama, manipulada en parte por los medios de comunicación, fue una carga para la poeta que era extremadamente tímida. Ella lloraba sus poemas, leía bajito, casi susurrante, cada vez más bajo, hasta que calla por completo: «Pero qué es / lo mejor / que puede ocurrir cuando / llega / un silencio de muerte». Ingeborg Bachmann, como Sylvia Plath, fue coherente con su ideología: «No habrá hoy nadie que crea ya que el hecho de la literatura tiene lugar al margen de la situación histórica». También lo fue con el hecho poético, por eso dejó de escribir poesía después de su segundo libro Invocación a la Osa Mayor. Entre 1957 y 1967, publica sólo dieciocho poemas en revistas, dando lugar, simultáneamente a una importante obra narrativa que dejaría inconclusa. En 1961 se levanta el muro de Berlín y aparecen su primeros relatos. Su último proyecto se basaba en
la trilogía Formas de muerte donde las figuras femeninas parecen abocadas al fracaso a modo de silencio y de muerte. Muerte que es metaforizada en un sentido de desaparición múltiple y física y del lenguaje. Ella supo cristalizar el conflicto de ser mujer en una sociedad que la elevó a la categoría de musa, pero, sin embargo, no acabó siendo entendida por la crítica masculina de su tiempo, ella nos enseña mediante la escritura el choque que detecta entre su condición de mujer artista e intelectual frente a las estructuras de poder masculinas y por eso es crítica con la institución matrimonial: prefirió siempre la independencia y fue capaz de vivir una relación sentimental entre Zurich y Roma con el escritor suizo Max Frisch. Luego supo que su amante utilizó esa relación para escribir una de las obras que más éxito le reportó Montauk, la Bachmann reaccionó diciendo: «No he convivido contigo para convertirme en material literario». Ella convirtió su propia experiencia en ese material literario que sólo es verdadero si realmente se está comprometida con la propia existencia luchando contra todas las formas de hipocresía y discriminación. ~
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
47
Libros
El poeta regresa con ‘Narciso y ecos’, recién publicado por la Fundación José Manuel Lara. Una revisión del mito clásico que entraña una reflexión sobre el empacho de ‘yoes’ de la sociedad actual Recomendaciones
ENSAYO
Pietro Bartolo/ Lidia Tilotta / Lágrimas de sal / Debate
Escribir desde la isla de los naufragios
JUAN VICENTE PIQUERAS
«Vivimos en la edad de oro del narcisismo» Alejandro Luque {Juan Vicente Piqueras (Requena, Valencia, 1960) es un poeta errante. Como profesor de español del Instituto Cervantes ha residio en varias ciudades del mundo, y de hecho su último libro, Narciso y ecos, fue empezado en Roma, creció en Atenas, fue terminado en Argel y ve la luz cuando su autor se halla recién mudado a Lisboa. «De hecho, llevaba años en el cajón de los inéditos», comenta Piqueras, que nunca se ha mostrado muy impaciente por publicar, pero que se muestra feliz con la edición que ha hecho la Fundación Lara de este nuevo título. «Es un libro sobre y de Narciso», explica el poeta, «aunque también contiene epitafios, versiones del mito, reflexiones, aforismos, un bestiario... Todo ello en una estructura un tanto compleja», añade. Pero el eje de todo es el paradigma del joven hermoso que rechazaba a todas las doncellas. «Es un espejo incómodo, donde la sociedad y el hombre contemporáneo encuentran su enfermedad, la esclavitud de la imagen de uno mismo. Esa obsesión por la imagen que difundimos, ese laberinto de espejos donde no sabemos qué somos o qué queremos, es lo que pretendía plasmar en estos poemas», comenta el autor de títulos como Adverbios de
lugar, La ola tatuada, Padre, Atenas, La hora de irse o Miel caída. En opinión de Juan Vicente Piqueras, en este momento «vivimos en la Edad de Oro del narcisismo. Afuera están los conflictos, las constelaciones, la Naturaleza, y nos morimos haciéndonos un selfie y retocándolo. En el fondo, es una forma de inmadurez, de incapacidad de salir del yo», apunta el poeta.
El poeta Juan Vicente Piqueras. / El Correo
«El poeta se refleja en la página, construye una imagen de sí mismo» «Si soy un animal religioso, y lo soy, mi religión viene de la mitología grecolatina» ¿Y los poetas, no son considerados grandes narcisistas? «El poeta se refleja en la página, construye una imagen de sí mismo, ya sea elegiaca, maldita... En mis tres últimos libros, los yoes son diferentes. De hecho, me parece un misterio que hablemos del yo con univocidad, cuando dentro de cada uno de nosotros hay tantísimas voces. Muchos de los problemas que
tenemos están marcados por el narcisismo, por el hecho de ver tu imagen sin comprender que todos somos yo. El yo es siempre plural», agrega. En este sentido, Narciso y ecos «asedia el mito de distintas maneras, también con epitafios: el final de Narciso es la agonía. El corazón se para por no poder salir de uno mismo». «El egoísmo y el egotismo son una cárcel», prosigue Piqueras. «La felicidad está fuera, en ponerse en el lugar del otro, en salir de uno. Al final, Narciso se vuelve ciego y sordo a los demás». Y le encuentra hasta una dimensión política al asunto: «Eso ocurre también en la izquierda, en su ensimismamiento. Hay que desconfiar de las verdades que se destruyen al contacto con el otro». Por último, Piqueras advierte de que el libro «es un poco venenoso. es un réquiem al amor, como si predominase el miedo al amor. Narciso prefiere las imágenes al cuerpo. Es un Noli me tangere. Como en Cristo, porque es cierto que en el cristianismo también se filtra cierto narcisismo, como demuestra el hecho de que desde la teología se le quiera como figura asexuada», asevera. «En todo caso, es un libro que nace de una vocación pagana. Si soy un animal religioso, y lo soy, mi religión viene de la mitología grecolatina», apostilla. ~
A. Luque {En el multipremiado filme Fuego en el mar, el director Gianfranco Rosi mostraba el trabajo de un médico de la isla italiana de Lampedusa que acababa siendo uno de los personajes más carismáticos de la cinta. Ese doctor se llamaba y se llama Pietro Bartolo, y tiempo después de aquel rodaje y de su tremenda repercusión, se ha decidido a escribir un libro con la ayuda de la periodista Lidia Tilotta. Su intención es sobre todo hablar del drama de la emigración, que en ese rincón del archipiélago de las Pelagias se ha convertido en una masacre cotidiana. Casi medio millón de desesperados han llegado a la isla en los últimos años, y se calcula que sus aguas han sido la sepultura de más de 15.000 náufragos procedentes de todo el Magreb, el África Negra y Oriente Medio. Bartolo lleva 25 años viéndolos ser rescatados en condiciones lamentables, y en calidad de voluntario ha puesto su ciencia al servicio de estos hombres, mujeres y niños. No obstante, la memoria de estas labores humanitarias se mezcla con la de la propia experiencia del doctor, y aquí encontramos uno de los mayores aciertos del libro. Aunque Bartolo nunca ha tenido que echarse al mar huyendo del hambre o de las guerras, ha conocido algunas situaciones que le permiten identificarse con el sufrimiento de lo que en su país se califica a menudo como clandestinos. Son solo anécdotas, nada que no le haya pasado quizá a cualquier chaval de una villa marinera: pero es suficiente para ser consciente, cuando ve las embarcaciones atestadas de cuerpos hacinados, de que no se trata precisamente de una travesía placentera. ~
48
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Arte
Anabel Rodríguez arranca el repaso a la vida de Maruja Mallo desde dos citas. Una de Steinbeck y otra de Antonio Gómez Mallo. «Los escritores están en un nivel ligeramente inferior al de los payasos y ligeramente superior al de las focas
Quiero ser Maruja... Mallo Anabel Rodríguez {Soy una de las pocas escritoras que conozco (tampoco es que haya escrito mucho, una novela, nada más, pero me gusta llamarme escritora, aunque sólo sea para darme ánimos) que son incapaces de recordar citas. Absolutamente incapaz. Si vas a una conferencia de un escritor lo escucharás citando a diversos autores: que si fulanito dijo esto y citranito lo otro… Personalmente soy incapaz de recordar lo que dije el día antes, como para recordar lo que dijo otra persona hace más o menos tiempo… Sin embargo hay dos citas muy diferentes que siempre tengo en mente. La primera de ellas la leí en un libro de Neus Arqués titulado Marketing para escritores (a mí me encantaría que la gente me conozca y vender libros, ya ves) y es de John Steinbeck. El escritor estadounidense decía que «los escritores están en un nivel ligeramente inferior al de los payasos y ligeramente superior al de las focas amaestradas». La otra cita que me acompaña es de una pintora: Maruja Mallo. La leí en Las Sinsombrero, este libro de Tania Balló, habla sobre varias mujeres artistas de la generación del veintisiete: Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, Maruja Mallo… La frase de marras se la ofrece a Tania el sobrino de Maruja Mallo, Antonio Gómez Mallo, y dice «Todos los días de mi vida han tenido un pedazo de felicidad». En esta lucha constante que nos marcamos en busca de la felicidad y que resulta, a veces, tan ardua, saber distinguir un fragmento en los días por los que transitamos, me parece un ejemplo de inteligencia (emocional) impresionante. Detenernos y preguntarnos ¿qué cosas buenas nos han pasado?, porque seguro que algo ha habido. Esa capacidad de buscar la auténtica felicidad no debería ser ajena a nadie. Puede disminuir (o desaparecer) en un momento determinado: cuando perdemos a alguien, sufrimos una depresión u otra enfermedad…, pero debería retornar cuando regresamos a lo ordinario (dicho sea en el mejor sentido). Partiendo de esta frase os daréis cuenta de que Maruja era una mujer optimista, pero no sólo eso, sino que ha sido una de las pintoras más importantes del siglo XX, una personalidad fuerte, interesante y surrealista. Maruja, que en realidad se llamaba Ana María, era una de las hijas mayores de don Justo Gómez
‘Sorpresa del trigo’, 1936. / Maruja Mallo
Maruja Mallo y Josefina Carabias. El lienzo que se puede ver es ‘Antro de fósiles’. / El Correo
Mallo (eran 14 en total), un agente de aduanas de tendencia liberal que trató de educar a sus vástagos en un régimen lo más igualitario posible. En el año 1922 recalaron en Madrid, para que sus dos hijos mayores: Cristino (se dedicará a la escultura) y Ana María pudieran matricularse en la Escue-
Maruja Mallo fue una de las pintoras más importantes del siglo XX
la de Bellas Artes de San Fernando. Los dos superaron la prueba, Maruja fue la única mujer que lo consiguió ese año. En la Escuela de arte no había muchas mujeres, pero las que estaban hicieron buenas migas: Francis Bartolozzi, Delhy Tejero, Remedios Varo… Es allí donde conoce a Salvador Dalí y traban amistad. Él la pone contacto con algunos miembros de la Residencia de Estudiantes: Federico García Lorca, Buñuel, Rafael Alberti, entre otros. Con Alberti viviría una relación amorosa con muchos altibajos desde 1925 hasta 1930. En el libro de Balló se habla de la relación que existe entre la obra de ambos durante esos años. Cuando rompieron de forma definitiva, porque Rafael había conocido a María Teresa de León, ambos se vetaron en sus vidas. Ni Rafael volvió a mencionar a Maruja y para la familia de ella el gaditano era un tabú al que no se podía hacer referencia. De hecho, menciona Tania Belló, que en la primera edición de la autobiografía de Rafael Alberti no hace ninguna mención a Maruja, como si nunca hubiera existido. No es sino hasta que escribe un artículo titulado Las
hojas que faltan, en 1985, cuando la menciona y reconoce su encanto y su talento. Y es que Maruja tenía encanto y unas ganas de vivir de las que son dignas de admiración. Con toda la troupe de amigos, sus hermanos y la escritora Concha Méndez, se dedicaban a recorrer la noche madrileña, todos sus barrios y a divertirse de la mejor forma posible. Resultado de esas correrías son obras como Verbena un cuadro colorido plagado de figuras y hermoso que contagia frescura y vitalidad y que podéis visitar en el Museo Reina Sofía. En el año 1928, Maruja realizó su primera exposición individual en las salas de la Revista de Occidente invitada por Ortega y Gasset, su éxito fue fulminante y posiblemente fue de las pocas pintoras que fueron reconocidas de igual a igual con los varones de la época. Entre sus admiradores Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna. En 1930, Maruja viajó a París con una beca para estudiar escenografía. Allí logró organizar una exposición individual que tuvo muchísimo éxito. Regresa a España y adopta una imagen que llama la atención de todo el que la rodea. A mediados de los treinta abandona el surrealismo y pasa a pintar elementos en los que predominan los paisajes y habitantes del campo.
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Suplemento cultural
49
Arte
amaestradas» y «Todos los días de mi vida han tenido un pedazo de felicidad», respectivamente. Y lo hace buscando la faceta como artista de Maruja Mallo. Pero, sobre todo, su gran servicio a la igualdad de género
Se la relaciona entonces con la Escuela de Vallecas. Durante la República imparte clases como profesora de dibujo en el instituto de Arévalo, donde pasó un par de años dando bastante que hablar, para regresar nuevamente a Madrid. Inicia entonces una relación sentimental y de colaboración artística con Miguel Hernández. Con él viajó por España y según ella misma relataba, fueron los precursores del autostop. El poeta le dedicó una de sus obras más conocidas, El rayo que no cesa. Su relación amorosa terminó sin sobresaltos. El compromiso social de Maruja va en aumento y cuando estalla la Guerra Civil está unida a un conocido sindicalista. Huye a Vigo donde se esconde varios meses. Desde allí cuenta para La Vanguardia, los fusilamientos y horrores que está viviendo la población. Finalmente recibe una invitación urgente para viajar a Argentina, hacía donde llegó a través de Portugal, protegida por Gabriela Mistral que le consigue la documentación necesaria para que embarque hacía Argentina. Allí vivirá varios años, también en Montevideo y Nueva York. En 1965 regresa a España. Nadie se acordaba de ella. El peso del franquismo durante veinticinco años había sido más que suficiente para eliminarla de la memoria del público y críticos. Sin amigos, sólo
Máscaras. / Maruja Mallo
su familia le ofrecía un refugio sentimental. No es sino hasta la democracia cuando se retoma su obra y artistas, como Almodóvar o Madonna, la reivindican y adquieren obras suyas. Maruja se maquilla en exceso, se convierte en una anciana extravagante, lo que tampoco es de extrañar, pues su imagen había sido siempre muy potente. Reconozco que hay una cosa que me fastidia cuando veo cantidad de chicas con una camiseta de Frida Khalo a modo de reivindicación del
El 1928 realizó su primera exposición individual en las salas de la Revista Occidente No es hasta la democracia cuando se retoma y reivindica su obra
Maruja Mallo. / AGA. Archivo General de la Administración
feminismo y es que da la sensación de que no tienen ni idea de quien fue Maruja Mallo que, desde mi punto de vista, fue una persona mucho más vitalista, feminista y arrobada, que la pintora mexicana. Si tengo que buscarme una camiseta lo tengo claro, prefiero cien veces a Maruja Mallo en cualquiera de sus versiones. ~
50
Suplemento cultural
El Correo de Andalucía Sábado, 21 de octubre de 2017
Recuerdos del siglo XX La Macarena debería ser la Patrona de los Refugiados de Sevilla... La imagen durmió dos noches de miedo en un corral de vecinos de la calle Escoberos, custodiada por la limpiadora Victoria Sánchez Contreras. La devoción macarena creció si es que eso era posible, pero, desde luego, se afianzó definitivamente en miles de personas
La Virgen Macarena durmió dos noches en un corral de vecinos Nicolás Salas {La Macarena podría ser, debería ser, la Patrona de los Refugiados de Sevilla... Durante las noches de la Primavera Trágica de 1936, grupos de hermanos hacían guardia en el interior de los templos con sacos de arena y cubos de agua preparados para evitar que se propagaran los incendios provocados por los «cocteles Molotov» que criminales a sueldo tiraban por las ventanas. Pero no bastaban las guardias de hermanos durante las noches. En los días de crisis más violentas, la Junta de Gobierno decidió ocultar la imagen de Nuestra Señora en lugares seguros y secretos, sólo conocidos por pocas personas. Nuestra historia recoge que la Macarena estuvo oculta en los domicilios de Francisco Pareja Muñoz, en la calle Méndez Núñez, y de Manuel Gamero Díaz, en la calle Lepanto, tan vinculados a la Hermandad. La Macarena durmió dos noches de miedo en un corral de vecinos de la calle Escoberos. En pleno Moscú sevillano, rodeada de algaradas, de angustias macarenas por la seguridad de su Virgen... ¿Será posible que la Santísima Virgen, la Madre de Jesucristo, reposara entre sábanas blancas sobre un humilde lecho de obrera macarena? ¿Hay imagen alguna en la historia cofrade que fuese escogida como símbolo de la persecución y, al mismo tiempo, como testimonio de humildad en un corral de vecinos? Cerremos los ojos. Pongamos en nuestra mente la figura de la Virgen. No la vamos a ver con su espléndida corona, ni con su manto, ni rodeada de luces... La vamos a ver semi oculta entre sábanas blancas de un lecho humilde, en la semi oscuridad de una pequeña habitación de corral de vecinos, mientras Victoria Sánchez, la limpiadora del templo, la mira, la custodia, duerme en el suelo junto a la cama, siente su corazón palpitar de emoción, de miedo, y también de alegría por saberla segura... ¿Cabe más esplendor, mejor trono para nuestra Virgen? Nuestra Señora de la Esperanza, como tantos miles de sevillanos que perdieron su hogar por causa de la riada del Tamarguillo y la posterior ruina del caserío popular, de corrales y vecindades, tuvo que vivir refugiada fuera de su barrio, tuvo que aceptar la caridad de una vivienda provisional, de un techo que supliera al que había perdido... Y Ella, Nuestra Señora, también sabía lo que era vivir en un modesto co-
Cuadro entregado por la hermandad a la limpiadora del templo.
Victoria Sánchez Contreras.
rral de vecinos del barrio macareno, cuando fue llevada por la limpiadora de San Gil, Victoria Sánchez Contreras, a su humilde hogar para librarla del odio marxista. El refugio de Nuestra Señora sería un símbolo, una profecía, de aquellos refugios, veinticinco, que durante tres lustros fueron un drama ciudadano sin precedentes en España. Como lo había sido, entre 1936 y 1942, el exilio forzoso de la Macarena fuera de su barrio, alejada de su gente... La persecución religiosa en Sevilla, durante la II República, el Frente Popular y la guerra civil, fue una dramática realidad hoy incuestionable, una dolorosa tragedia en bastantes ocasiones, donde la suspensión de los desfiles procesionales durante las Semanas Santas de 1932 y 1933, fue una anécdo-
ta ilustrativa dentro del conjunto de circunstancias adversas sufridas por la Iglesia católica en aquellos años, y una reacción razonable, lógica, que entonces y ahora ha sido desdibujada, gente que se empeña en hacer abstracción del hecho de la suspensión de los desfiles y no tener en cuenta las razones legítimas de defensa que deben reconocérsele a las Hermandades y Cofradías como a cualquier otra clase de corporaciones. Tenemos que dejar muy claro, si tenemos el propósito de acercarnos a la historia para aceptarla tal como fue, con el noble afán de conocer la verdad a secas, sin apellidos ideológicos, o vamos a seguir la senda de los que toman de la historia únicamente aquellos datos que avalan «su verdad prefijada». Es decir, los que reproducen exultantes sólo aquellos datos que son favorables a sus tesis, pero marginan, ignoran olímpicamente, todo aquello que desmonta los prejuicios mantenidos a ultranza. Esta toma de posición es fundamental para que la verdad prevalezca sobre la media verdad. También la estancia de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena en la iglesia de la Anunciación, reúne varias circunstancias simbólicas. Hechos básicos para entender una época dramática y trágica. Fundamentalmente, sin duda alguna de manera providencial, la Macarena se convirtió en el testimonio máximo de la persecución sufrida por la Iglesia Católica en general y las Hermandades y Cofradías en particular durante la II República. Podríamos decir, que tenía que ser la Santísima Virgen Macarena la que protagonizara el hito histórico que sirviera de síntesis para la posteridad, la que fuera referencia obligada en aquellos primeros meses de guerra civil, la que sirviera de apoyo a tantos españoles atrapados en la zona roja. Y por causa de su exilio obligado, la devoción macarena creció y se multiplicó de manera extraordinaria, así como el número de hermanos. Y el nombre de la Esperanza Macarena se pronunciaba en todas partes con creciente fe... Llegaba a los frentes de batalla, a las retaguardias, cruzaba las fronteras y los mares y océanos, penetraba en los refugios... Donde quiera que llegaran las noticias de la Guerra de España, allí llegaban también las referencias a la Virgen sevillana por excelencia, que, habiendo perdido su Casa, habiéndose salvado milagrosamente de la destrucción, había reaparecido y encontrado refugio por caridad en la Universidad. ~