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QUESO EN LA BARBILLA

POR: ROCÍO PRIETO VALDIVIA .

Recuerdo cuando la noche de un ocho de marzo en la biblioteca rural en San Bartolomé municipio principal de la Chingada, Sinaloa. Recién se había recibido un acervo de más de diez mil libros, nosotros los siete promotores de lectura nos sentíamos dichosos de aquellos libros que nos enviaron vía terrestre.

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Apenas se desempacaron, y cada uno eligió su ejemplar para leer el siguiente mes. Porque ustedes saben en cada pueblo hay un santo al que uno tiene que venerar. Y pues en nuestro pueblo la Virgen de la Chingada es todo un suceso Se hace una gran feria con juegos mecánicos, puestos de comida y bailes tradicionales. Además de que nosotras las mujeres nos vestimos como la santa patrona con vestidos llenos de flores, hartas joyas y botas vaqueras tipo mata víboras. Ese día las chanclas, los vestidos lisos y por si fuera poca cosa hasta el chicle o marido lo dejamos en casa.

Eso si las promotoras de lectura podemos intercambiar un poema por un beso. ¿Perdón dije beso? Si me escuchará mi marido me manda derechito hasta la cabecera municipal y la santa patrona me iba llevar a mí. Pero de que nos llevó la chingada ese día, nos llevó. Esta virgen es de las bonitas tiene una cara con chapetes, cabello largo y negro, la piel apiñonada, es delgadita y los pechos respingados. El julio dice que me parezco a ella, y yo me la creo, cada año visitaba el estad después de salir de su trabajo es el encargado de mantener la represa del pueblo limpia, lastima que llegó al pueblo al año que me había casado. Pero nadie me puede quitar esos besos, aunque sólo haya sido una vez al año. En fin ahora sí les voy a contar la tragedia. La feria del pueblo estaba en todo su esplendor en el templete principal cantaba el Gabriel Eustaquio a todo pulmón María bonita en honor a la Santita. Los chiquillos corrían, lanzaban cuetes, yo me estaba tragando un elote, tenía toda la boca brillosa y la barbilla embarrada de quesito rallado, estaba por llegar el Julio del trabajo, yo sabía que sus besos me volvían un poco más loca de lo que ya estoy. Y además era el único día que mi hombre se quedaba a cuidar a nuestro bebo de tres años. Recuerdo que llegó Julio y deposito su peso en la charola del libro de poemas de Neruda, no sé cuántos minutos habían pasado cuando vimos correr al Melesio el encargado de seguridad y nos valió gorro nosotros nosestábamos dándonos un besote, cuando de repente un humareda se hizo presenté en nuestra amada biblioteca. Vimos como todos o la mayoría corrían con cubetas de aguan, gritaban.

Yo también corrí por energía de la mano de Julio, hasta del elote, y el dichoso beso y ni se diga el pudor todo lo olvidé , me importaba más mi bebo, mi ahora ex marido tan bien que iba todo Jacinto estaba por terminar su carrera de ingeniero agropecuario y todo por culpa de ella, Michel la vieja bibliotecaria al leer el libro de las 50 Sombras de Grey decidió prender una hoguera. Y tanto trabajo qué nos había costado conseguir ese dichoso acervo.

Fue tanto el placer de su lectura que al entrar la noche y sentir frío michí cómo le decíamos a la bibliotecaria encendió la cafetera y cómo estaba tan vieja, esta hizo chispas iniciando el fuego por todo el lugar o tal vez fue un buscapiés

Nunca lo sabremos, y no lo quisimos averiguar de la muina que nos dio. Las autoridades nos volvieron reconstruir la biblioteca, nos dieron mas acervo pero ya no venía el dichoso libro. Pataleamos del coraje, le enviamos una carta al coordinador de literatura en el estado. Y es hora que el pinche ejemplar no llega. Por otra parte a doña Michel la jubilaron al fin. Después de tantos años y tanta burocracia.

Después de esa tragedia Julio y yo vivimos juntos pues con el escándalo Jacinto mi marido salió con el bebo en brazos nuestra casa estaba contigua a la biblioteca. Jacinto sospechaba de mi relación con Julio, y cómo no si yo era la encargada de llevarles la novedades a los de la represa y más bien eran ellos los que nos ayudaban a tramitar los acervos. Igual el escándalo conmigo fue opacado por el de Michael.

Dicen las malas lenguas que por las noches en su casa se escucha préndanle a todo. Y hasta han visto salir a jovencitos. Lo único que sabemos es que el libro de las sombras no apareció jamás y además mágicamente sale cada 10 días en préstamo domiciliario. Y es la firma de michí.

Y nosotras nos lleva la chingada de coraje porque ninguna de cuatro promotoras puede usar su látigo y nuestros neglilles negros que nos llegaron vía terrestres del Amazon.

Lo mejor de todo eso fue que Julio y yo nos podemos tragar nuestro elote juntos cada sábado por la tarde y los dos tenemos queso en la barbilla y los labios brillosos de tanta mayonesa.

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