villa e un estilo de vida
“EL GRAN ERROR DE LA ENSEÑANZA ES LA FALTA DE CONVERSACIÓN”
En una ocasión ha comentado: “El Sol gira alrededor de la Tierra tanto como la Tierra gira alrededor del Sol”. Desde los griegos hasta Ptolomeo, el hombre estaba convencido de que la Tierra era el centro del mundo, y que el Sol que vemos salir por el Este y ponerse por el Oeste era lo que se movía. Luego Copérnico y otros científicos se dieron cuenta de que es la Tierra la que gira alrededor del Sol. Pero lo cierto es que los dos giran en torno a un centro de masas común, lo que pasa es que ese centro está muy cerca del Sol porque es más pesado. Por eso, desde el punto de vista matemático, tanto se puede afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol como lo contrario. ¿Podemos estar completamente seguros de lo que nos dice la ciencia? Eso sería algo anticientífico. El científico posee una verdad que tiene una vigencia que ni siquiera él conoce. Lo que ocurre es que de todas las formas de conocimiento, la ciencia, porque es la única que se permite cambiar, es la que mejor anticipa la incertidumbre. Eso es lo que da la ilusión de seguridad. Por ejemplo, si tú te quieres ir a Nueva York, te montarás antes en un avión diseñado por un físico que por un poeta, porque el físico reconoce que se equivoca y cada vez que se cae un avión descubre por qué y es un motivo menos para que se caiga el siguiente.
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Jorge Wagensberg desborda una pasión por la ciencia que contagia a todo aquel que le escucha. Es capaz de viajar hasta selvas y desiertos de todo el mundo en busca de algún objeto para el museo, de acariciar una boa constrictor para demostrar a los periodistas que acudimos a la presentación del nuevo CosmoCaixa que no hay ningún animal feo, y de transformar, como un mago, lo que parece una simple piedra en una preciada herramienta tallada por un Homo habilis de hace un millón de años. Wagensberg, director del museo desde 1991, además de doctor en física, profesor y divulgador, nos recuerda que la ciencia, como la literatura, es ficción, por lo que no hemos de creer todo lo que nos dice, e insiste en la importancia de conversar, algo que, asegura, sólo te permiten hacer en el parvulario.
¿La ciencia es neutra y objetiva? Por método, es lo más objetiva posible, pero nada más. La ciencia está hecha por seres humanos y los seres humanos hacen lo que pueden por ser objetivos y quitarse de en medio. Y no siempre lo consiguen. Fíjate que en los museos de ciencia no se hace culto a los científicos, como ocurre en los museos de arte o de filosofía. En el CosmoCaixa a las aulas las hemos denominado Alfa, Beta, Gama... en lugar de Sala Einstein o Sala Cajal. Eso es un ejercicio muy sano.
error es un error de método científico, y eso es algo que las creencias no hacen. Cualquier creencia o religión está escrita de tal manera que nada de la realidad puede contradecir la verdad revelada. Pero incluso las creencias son importantes para la ciencia, porque sólo por el método científico no se puede hacer ciencia, hacen falta ideas, y las ideas pueden venir de la intuición o de una revelación, sino divina al menos de la propia conciencia.
¿En la ciencia es más importante el acierto o el error? Los dos son importantes, porque el error busca el acierto. Lo que pasa es que el acierto sirve para subir la autoestima del científico, y seguramente para resolver algún problema, como ayudar a anticipar la incertidumbre. Pero los errores son importantes como camino hacia el acierto. Negar el
¿Por qué tantos estudiantes odian la física? Si los estudiantes odian la física seguro que la culpa es de sus profesores de física. Y no creo que haya tantos, son más los que odian las matemáticas, por ejemplo, pero esto también es un error de los profesores de matemáticas. En la entrada al CosmoCaixa, para provocar un shock al visitante
director del CosmoCaixa
Jorge Wagensberg que llega, hemos puesto todas las ecuaciones fundamentales de la naturaleza y algunas de las matemáticas. ¿En qué está equivocada entonces la enseñanza de la física y de la ciencia? El gran error de la enseñanza de la ciencia, igual que el de la enseñanza en general, es la falta de conversación. Los profesores no conversan, y es que es imposible conversar cuando las clases tienen más de treinta alumnos, y en general se limitan a soltar una prelectura de lo que luego los alumnos van a leer. Y resulta soporífero para los alumnos, que deciden no ir a clase o prefieren entrar en contacto directamente con los libros. Es curioso, pero la época en que yo recuerdo haber conversado más es el parvulario. Allá podías hablar todo
lo que quisieras. Pero a medida que te vas haciendo mayor cada vez te dejan conversar menos, y hasta llega un momento en que te castigan por hablar. La reconversión de la enseñanza pasa por crear conversación y por cambiar los contenidos. En la escuela se enseñan tempranamente cosas que no sirven para nada. Aprendes el teorema de Pitágoras a los diez años y lo olvidas a los doce. Y es que la física y las matemáticas se enseñan demasiado pronto. Antes de los diez años yo solamente enseñaría idiomas, cuatro o cinco. Porque un idioma lo contiene todo: una lógica, una matemática, un razonamiento. Además, aprender un idioma es aprender una cultura, no puedes aprender inglés sin conocer a Shakespeare, ni alemán sin conocer a Goethe. Y yo no conozco a ningún fascista que hable más de tres idiomas.
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¿Habría que aplicar el método científico a la convivencia humana? Sí, y es uno de los objetivos que pretendemos con este museo. Hay científicos que son objetivos, dialécticos e inteligibles en su trabajo y luego llegan a casa y pegan a su mujer, por ejemplo. Ni los mismos científicos aplican el método científico fuera del laboratorio. Lo intentamos. La democracia es un intento de aplicar el método científico en la convivencia. ¿Cómo hacer madurar la democracia? Yo creo que la solución está en el método científico.
Recientemente estuvo en el Festival de Literatura Kosmopolis. ¿Qué tiene que ver la literatura con la ciencia? Tienen cosas en común y cosas diferentes, igual que entre ciencia y arte. Son dos formas de conocimiento. La literatura es ficción y, si lo piensas bien, la ciencia también es ficción, porque es una verdad que la mente humana dibuja sobre la realidad. Por lo tanto, ambas son ficción, pero mientras la ciencia intenta describir y comprender la realidad, la literatura puede renunciar a comprender. La grandeza de la ciencia es que comprende sin necesidad de intuir, porque para intuir hay contar con la percepción de la vida diaria, y no podemos viajar a la velocidad de la luz ni ponernos en torno de un átomo, por tanto estamos muy lejos de la intuición. El arte es todo lo contrario, son intuiciones y no tienen por qué comprender la realidad. Y aquí es justamente donde arte y ciencia, o literatura y ciencia, se complementan.
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¿Belleza y ciencia están reñidas? Al contrario. Yo creo que fue antes la belleza que la inteligencia. En el museo tenemos objetos que lo prueban. En la sección “Materia civilizada” se exponen unas hachas perfectamente simétricas de un Homo erectus que vivió hace 400.000 años, cuando las primeras evidencias de la inteligencia abstracta se remontan a 40.000 años. Yo creo que la inteligencia abstracta ocurrió entre personas que ya estaban interesadas por la belleza de las cosas. Hay una relación entre belleza e inteligibilidad: esta última busca lo que hay de común entre cosas diferentes, mientras que la belleza tiene a algo que se repite en el espacio o el tiempo, como ocurre en la música. El placer de la música está entre la capacidad de anticipar y la sorpresa. Si todo es predecible te aburres, como una canción de Julio Iglesias; en cambio en la música dodecafónica te ofendes porque es todo aleatorio y no hay nada que predecir. En el museo hemos procurado que todo lo que hay sea bello. Hemos querido romper con un vicio común entre los museos de la ciencia de esconder la belleza, para que no se crea que es una concesión al rigor científico. Eso es un error.
En su libro Si la Naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta? reúne unos 500 aforismos o “pensamientos sobre la incertidumbre”. ¿Para qué sirve un aforismo? Una novela casi siempre es reducible: quitas una frase y no cambia nada, a veces quitas un capítulo e incluso mejora. El cuento es más compacto, y el poema es aún más condensado. Todavía hay una forma más compacta de reducir una idea, que es una frase. Eso es el aforismo: es una conserva de idea. Conserva porque tiene una estructura lingüística de cierta belleza que hace que la recuerdes. Funciona como una píldora: conservas el aforismo, y cuando te reúnes con los amigos, tiras la píldora en el agua, se disuelve y se inicia una tertulia interminable. Su aforismo preferido. La felicidad requiere que el mundo sea incierto. Quiere decir que si todo está preescrito la vida sería una prisión. La tortura de la prisión es que te reduce la incertidumbre a cero, uno sabe exactamente lo que va a pasar. El cerebro es un órgano que ha evolucionado para anticipar la incertidumbre y si no tiene trabajo se humilla, se ofende, se aburre, tanto como si todo es sorpresa y no puede adivinar nada. ¿Qué es lo más extravagante que ha hecho por la ciencia? Recorrer el planeta para buscar las piezas, ideas y fenómenos para el museo. Hay dos maneras de provocarse el cambio: una es estarse quieto y hacer que cambie tu entorno, y eso sólo pasa yendo al cine o viendo la tele; y la otra es que el mundo esté quieto y seas tú el que cambies. Para el museo he recorrido muchas universidades, he ido a la selva, al desierto. Hay en la literatura autores que hacen lo mismo que yo y hay otros que consiguen usar sólo su imaginación. Creo que Salgari no se movía de su casa. En cambio, Melville sí. Y Melville está muy bien, Salgari no tanto. ¿Cuál es el fenómeno científico que más le sigue asombrando? La vida. El hecho de que un pedazo de materia pueda estar vivo. Esa frontera que separa lo que no está vivo y lo que está vivo. Un ser vivo está hecho de materia inerte, por tanto es en su organización donde aparece la vida, cuando se resiste a seguir los caprichos del entorno. Ése es un fenómeno científico que todavía no he acabado de entender. Entrevista Elena Calzada / Fotos Pablo Cabrera