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Oraciรณn a Nuestro Padre Copia de prueba: no optimizada para impresiรณn en alta calidad o distribuciรณn digital
Padre Nuestro… Padre de muchos, Padre de nadie, autoridad en labios de niño grande. Madre de muchos, Madre soltera, maternidad en vientre de virgen muchacha. Papá, Mamá… balbuceos que se pierden, “abba” inscrito en las manos desde Belén. Volver de nuevo a nacer, escuchar la nana que te hizo creer.
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Padre Nuestro, Padre mío y tuyo … hazme hermano de un tal Jesucristo. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Que estás en el cielo… Reflejado en el hambriento, en el ejecutivo o en el sarmiento. Encarnado en la tierra, ofreciendo brazos para la siega. Que estás dando plenitud al hombre que pide, a la puta que vende, al drogadicto que muere, al negro que emigra. En un corazón duro, en un corazón de carne viva, ahí estás luchando para dar vida.
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Padre Nuestro que estás en el cielo… hazme de tu gloria un instrumento.
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Santificado sea tu nombre… Sólo santo eres Tú, sólo. Aquella mujer, aquel hombre, aquella ama de casa, aquel labriego les haces santificado en el cielo. Un hueco al anonimato, un sitio en tu reino, un altar conservado en el olivo plantado. Santo el pájaro que hizo nido, santo el firmamento que fue testigo. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Padre Nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre… hazme de mí palabra del Nuevo Hombre. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Venga a nosotros tu reino… Un “reino” ni de ricos ni de pobres, ni de policías ni de la ladrones. Tu Reinado clavado en el mundo donde los saciados pasen hambre y los olvidados recordados. No me vengas cargado de billetes si en tu familia sólo hay grilletes. Si me das un trozo de pan creeré hasta en “Peter Pan”.
Padre Nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino… hazme de mi corazón retoño florecido. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
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Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… No la mía, ni la tuya, ni la de la Iglesia, ni la del presidente del gobierno, ni la de la jerarquía. La de todos unidos a un cuerpo re-matado por la voluntad de personas en nombre de un Dios manipulado. La de todos formando la Iglesia que quiso Cristo, anunciando la Buena Noticia y no las nuestras, denunciando las injusticias y presiones y no creando otras nuevas. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Padre Nuestro que estás en el cielo, Santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… hazme activo en tu querer y no justificación de tu silencio. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
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Danos hoy nuestro pan de cada día… Tu pan sellado, mordido, acariciado, amasado en los campos dormidos. Alimento de todos, sudor mezclado en levadura, posesión de pocos, ¿por qué, Señor, esta locura?. Comida desperdiciada, derroche de indiferencia, empieza conmigo: “¡otra vez garbanzos, qué día!”. Trigo y uva madura nacidos en una mesa, comunidad engendrada durante una cena.
Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día… hazme ser bocado de esperanza de aquellos que están vacíos. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Perdona nuestras ofensas… Cuando te damos de lado y no nos dejamos interpelar por aquel samaritano. Cuando no nos fijamos que nos llamas en la multitud de los desgraciados. Cuando lloramos “Señor, Señor, Señor” y nos atragantamos por la belleza de una flor. Cuando arrojamos la toalla por no poner suficientes agallas.
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Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas… hazme humilde en las pruebas severas.
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Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden… Palabras y sandeces, carroña de buitres enterrados, veneno en ojos de fuego, réquiem de mutilados. No siete sino siete veces siete, nuestra mejilla de cristal que se ofrece, un abrazo de amistad como respuesta, enemigos derretidos en un día de Pascua. Oportunidad en frases agonizantes: “¡Dios mío, perdónales, sólo son ignorantes!”
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Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden… hazme ser cristiano en las cargas de mis vecinos.
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No nos dejes caer en la tentación… No ser rey en tronos de esclavitud, compartir el pan más allá del cielo azul. No ser adulador de las propias pasiones, y huir dejando conciencias hechas jirones. No ser pasivo en la vida dada, las mies son muchas y pocas las ganas. No ser tú y solamente tú, ¡niégate en la carne para ser espíritu!
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Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación… hazme débil en las provocaciones y gallardo en la oración. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Y líbranos del mal… De nuestras guerras particulares, de un tercer, cuarto, quinto mundo, eco de clamores. De estómagos hinchados, risas partidas, marcas de niños, muertes anunciadas. De violaciones por los “derechos” de unos cuantos, la mayoría de bocas tapiadas por no haber nacido blanco. De un desenfreno por tener para gastar; “si quieres ser vende lo que tienes y ya verás”. Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal… hazme vocear que Cristo cada día vuelve a nacer… Amén!!! Copia de prueba: no optimizada para impresión en alta calidad o distribución digital
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