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VENTANA INTERIOR. El pied-à-terrede la arquitecta
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V E N TA N A INTERIOR
En el pied-à-terre de Juliana Lima Vasconcellos en Río de Janeiro, muebles brasileños y provocativo arte contemporáneo son el complemento perfecto de unas vistas increíbles.
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REALIZACIÓN: BEBE HOWORTH. FOTOS: RICARDO LABOUGLE. TEXTO: JILL SINGER. ADAPTACIÓN: BEATRIZ FABIÁN.
El apartamento, en Río de Janeiro, dispone de una galería que goza de una de las mejores vistas al Pan de Azúcar. La silla vintageestá hecha con un tronco de palmera. Mezcla de texturas. El sofá y los asientos de madera y rejilla, de Joaquim Terneiro, rodean una mesa de cóctel metalizada. La alfombra Espiral1es de Juliana Lima Vasconcellos y Matheus Barreto, y la escultura, obra de Alfredo Ceschiatti.
La arquitecta posa con un vestido de Apartamento 03. Sobre una peana, obra de arte MilCorações, de Adrianna Eu. Colección privada. Sobre la arquitectónica consola metálica de Hervé Van der Straeten (en la otra página), escultura Lady,de Pablo Picasso (1967), y jarrón de Paul Millet para Sevres (1930). En la pared, MaoTse Tung,obra seriada de Andy Warhol.
JULIANA LIMA VASCONCELLOS L A ENERGÍA DEL ARTE
Con estudio en Brasil, abandera un estilo propio en arquitectura, interiorismo y diseño. Le apasiona el arte del s . X X , especialmente brasileño, pero también francés o nórdico. Luz , color y textura conforman su elegante estética que desvela su paso por el mundo de la moda. Para Vasconcellos , otra de sus pasiones es el arte porque “puede estimular el debate y nuevas ideas . A veces me enamoro más de la idea del trabajo que de la estética”.
uando la diseñadora brasileña Juliana Lima Vasconcellos era una niña, su sueño era ser pintora. Más tarde, diseñadora de moda y, a los once años, decidió estudiar arquitectura. Nadie en la familia había sido artista, dice, pero “siempre me habían gustado los muebles, los vestidos extraños, cosas que eran diferentes y potencialmente difíciles de entender”. Hoy, su estudio abarca arquitectura y diseño y, el deseo de incluir algo desconocido en su trabajo, a menudo se traduce en un enfoque en el arte contemporáneo, que colecciona con pasión. En 2009, cuando encontró por casualidad el apartamento de Río de Janerio, que es una de sus residencias, se sintió inicialmente atraída por algo que no era nada misterioso. Una sucesión de ventanas a lo largo de toda la fachada tiene una vista impresionante del más icónico punto de referencia en Río de Janeiro, el cerro del Pan de Azúcar, que se eleva como un dedo pulgar en la desembocadura de la bahía de Guanabara y, literalmente, colorea todo en el apartamento según la hora del día. Ante una perspectiva tan marcada, no quiso recargar el interior cuando inició su renovación hace una década. El resultado es un minimalista, sereno y contemplativo espacio -solo interrumpido por obras de arte contemporáneo que roban el foco de atención y a veces provocan momentos perturbadores o incómodos-, que es el pied-à-terre para la familia cuando no están en su vivienda habitual en Belo Horizonte, la ciudad al sureste de Brasil donde Vasconcellos creció.
Fechado en los años 40, está ubicado en el piso 14 de un edificio de estilo art déco tardío y fachada de travertino, en el barrio Flamengo de Río, famoso por el parque diseñado por Roberto Burle Marx. Cuando Vasconcellos encontró el apartamento, tenía una buena estructura: suelos de mármol original en la entrada y en la terraza interior; delicados trabajos de hierro en las ventanas; y un bonito suelo intacto de madera brasileña colocado en espinapez, que se encontraba oculto bajo una moqueta. La decoradora cambió la distribución, de tres a cuatro dormitorios, creó espacio para su hijo y sus dos hijastros, añadió dos baños y unificó una desfragmentada cocina para crear una sola estancia. Respecto al interiorismo, mantuvo las paredes blancas y neutras, haciendo énfasis en la cálida madera, en texturas como el bouclé, el mimbre y en tejidos Kuba del Congo, y poniendo el acento en la piedra natural.
A lo largo de las estancias, añadió espejos y otras superficies reflectantes para aprovechar la luz y también para complacer a su marido, un nanotecnólogo, que generalmente prefiere los metales fríos. En la entrada, una consola de acero inoxidable muy pulido, de Hervé Van der Straeten, está colocada debajo de una obra gráfica de Andy Warhol, mientras, la mesa auxiliar de los hermanos Campana, un mosaico de fragmentos de espejo, actúa como contraste frente a florituras más inspiradas en la naturaleza seleccionadas para el salón. En una zona, Vasconcellos eligió hojas de plata para revestir una pared panelada que oculta el sistema de climatización. El mobiliario se inclina hacia lo más destacado del modernismo brasileño -creaciones de Joaquim Tenreiro, Carlo Hauner y Martin Eisler, de la empresa brasileña Forma, o de Serio Rodrigues-, con excepción de las piezas creadas por la propia Vasconcellos. Una alfombra en degradé, que diseñó junto con su antiguo socio comercial Matheus Barreto, se hace eco de los azules del cercano mar, mientras una selección de sus sillas Giraffe, tapizadas de terciopelo, que enmarcan una mesa de comedor de mármol verde, están diseñadas, con sus respaldos curvos, para imitar el abrazo de una mujer. Mantener un mobiliario clásico actúa como contrapeso a la alocada colección de arte contemporáneo de la pareja que incluye un círculo rojo brillante, al estilo de James Turrell, sobre el sofá o una irónicamente macabra obra de arte en Rayos X inspirada en la Última Cena de Benedetta Bonichi, en el comedor. Las obras de arte evocan de todo, desde la fantasía hasta la inquietud, algo que para Vasconcellos fue intencionado. •
Foco de atención. Sofás vintage, sillones y mesa auxiliar de palisandro (derecha), de Joaquim Tenreiro, junto a sillas francesas de plexiglás transparente y mesa de centro Brasilia, diseño de los hermanos Campana que edita Edra. Las mesas auxiliares de mármol están realizadas a medida; la alfombra Starflower es de Edward Barber & Jay Osgerby para The Rug Company, y la escultura-árbol, de Hermes Erbanesteria, y las obras de arte las firman Estela Sokol (izquierda) y Bruno Cançado.
L A N EU T R A L I DA D CROM ÁT ICA DEJA PA SO A U NA I NCR EÍ BL E PA NOR Á M ICA
Galería con vistas. Donde se han ubicado el livingroomy el comedor, este último con sillas vintage,de Sergio Rodrigues. Negro, acero y madera en la cocina. Destaca en el centro de la estancia, la mesa de Hermes Erbanesteria, en contraste con las sillas Morgans,creación de Andrée Putman, que produjo la firma Emeco cuando la icónica creadora francesa rediseñó el Morgans Hotel de Nueva York en su 25 aniversario.
En el comedor, las sillas Giraffe, tapizadas en terciopelo, son una creación de Vasconcellos, y la escultura desplegada sobre la mesa es una pieza firmada por Armarinhos Teixeira. La obra de arte que cuelga de la parted esta inspirada en la Última Cena y realizada con tecnología de rayos X, la firma la artista romana Benedetta Bonichi.
En el dormitorio principal, sobre los pies de la cama, realizada a medida y tapizada en seda, destaca un paño Kuba procedente de la República Democrática del Congo. En la mesita de noche destaca una lámpara de Murano y la silla es vintage. Las cortinas son de lino; la alfombra procede de Rug Company, y la fotografía es una obra original de Miles Aldridge.
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En la biblioteca, junto al asiento de Vasconcellos, con estructura imitando troncos, lámpara vintagey mesa de Joaquim Tenreiro, uno de los más importantes del s. XX en Brasil. La alfombra Climbing Leopard,de Diane Von Furstenberg para The Rug Company, es de seda anudada a mano. Las obras de arte las firma Roberto Burle Marx. En el baño, paredes y suelo están revestidos en mármol de Carrara Gioia,y la grifería es de Deca.