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ITINERARIO

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CASAS AL DETALLE

CASAS AL DETALLE

Tres años antes de morir, el escultor Isamu Noguchi asistió emocionado a la inauguración de su propio museo, The Noguchi Museum, en el barrio de Queens de Nueva York. Corría el año 1985. Hoy, la obra de este polifacético e imprescindible artista, autor de las lámparas Akari, sigue reunida en el mismo sitio y de la misma forma en la que él la dispuso: como un viaje cronológico, pero a la inversa. ——POR CRISTINA ROS

Las Akari Light Sculptures se han convertido en el diseño más reconocible de este artista americanojaponés. Noguchi empezó a confeccionarlas en 1941 y acabó editando más de cien modelos, entre lámparas de mesa, de pie y de techo. “La crudeza de la luz eléctrica se transforma, gracias al papel, en la luz de nuestros orígenes –el Sol– para que su calor siga llenando nuestras estancias por la noche”, declaró.

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POR AMOR AL ARTE —— Aunque es conocido como el escultor de la luz, es mucho más que el autor de las Akari Light Sculptures. Al polifacético Isamu Noguchi (19041988) no había disciplina que se le resistiera: saltaba de la escultura al mobiliario y de la cerámica a los jardines con la agilidad de un bailarín. The Noguchi Museum nos permite ser testigos de sus múltiples facetas a lo largo de sus diez galerías, incluido el evocador jardín de esculturas al aire libre, un espacio diseñado para el recogimiento y la contemplación. Este oasis en medio de un entorno urbano representa uno de los lugares más inspiradores del museo. Además de las esculturas, Noguchi seleccionó cada árbol y cada planta para dar forma a este edén.

UN TALENTO PRECOZ —— Aunque al principio se resistía a ello, la madre de Isamu Noguchi, Léonie Gilmour, novelista en su escaso tiempo libre, acabó dejando por escrito algunas de las anécdotas de la infancia de su hijo. Una de ellas hace referencia a la habilidad que demostró Isamu con las manos desde una temprana edad y que se manifestó por primera vez cuando esculpió una olla de arcilla esmaltada en color azul. Cuando, a los diez años, ayudó a construir la casa familiar en Chigasaki (Japón) siguió dando pistas de su naturaleza excepcional. Era el despertar creativo de uno de los escultores y diseñadores más relevantes del siglo xx, con un talento que trascendió los límites del arte, el diseño, la arquitectura y el teatro. está en un edificio industrial de los años veinte que el escultor compró especialmente para instalar sus obras. Con este gesto, y sin él pretenderlo, se convirtió en uno de los pioneros de la metamorfosis de Long Island, hoy convertido en un vanguardista barrio de Nueva York, centro emergente del arte y la arquitectura. Aunque se encuentra a cierta distancia de Manhattan, merece la pena visitar este emotivo museo para conocer de cerca a este artista total del siglo xx. La inmersión empieza en una galería que recoge las obras más tardías de Noguchi y termina en la segunda planta, reservada a las muestras temporales, todas ellas relativas a su prolífico trabajo. En el medio, un inolvidable recorrido que incluye paradas en un desestresante jardín de esculturas que da indicio de los orígenes nipones de su padre, o una galería que reúne, exclusivamente, su trabajo en piedra. OBRA TOTAL .:.:.:. El museo se inauguró en 1985 como el primero y único de EE. UU. fundado por un artista en vida. Noguchi planificó cada detalle, situando cada pieza en el lugar donde más brillara, aquel en el que la luz fuera más favorable. Su huella es evidente en todo momento y, de hecho, el museo está considerado su última obra, la más global de todas, la que da pistas sobre la magnitud del artista y que explica por qué es uno de los más influyentes en el arte y el diseño. Hoy, la firma Vitra edita algunas de sus piezas de mobiliario. Como el Freeform Sofa y el otomano complementario (1946), con sus formas orgánicas y fluidas. O la Coffee Table (1944), con las patas en ángulo recto de madera de arce, su favorita. Sin olvidar las múltiples versiones de la lámpara Akari, un festín de diseño oriental extensamente homenajeado por los creadores contemporáneos. Parece que la varita mágica de Noguchi convertía en poesía todo aquello que tocaba, desde las bellas artes hasta el diseño industrial. Es la historia de un artista americano-japonés que se pasó la vida viajando y que solo sintió verdadero arraigo en sus obras. n

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