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ARQUITECTURA
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La gran
manzana
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de Los Ángeles
El estudio de Norman Foster ha devuelto su antiguo esplendor al histórico cine Tower Theater de Los Ángeles. Pero esta vez los protagonistas no son las estrellas de la gran pantalla, sino los últimos gadgets tecnológicos de la marca Apple. Los suntuosos espacios neorrenacentistas son un espectacular escenario para la tienda que la marca acaba de abrir allí. —— POR SERGIO DEL AMO
En homenaje a su glorioso pasado, se ha instalado una pantalla debajo el arco del proscenio. En la planta superior, donde precisamente se hallaba la ventana del proyeccionista, hay una fila de amplias butacas tapizadas que permiten admirar todo el conjunto.
El majestuoso vestíbulo que da la bienvenida a los clientes está inspirado en el de la Ópera de París, de Charles Garnier. La escalera arqueada, con un pasamanos de bronce y flanqueada por columnas corintias de mármol, ha sido tratada a mano por diversos artesanos.
FOSTER + PARTNERS
cción entre la Eight Street y Broadway, no fue un cine cualquiera. Diseñado por el arquitecto S. Charles Lee en 1927, ese mismo año acogió el estreno de la primera cinta sonora de la historia: El cantor de jazz, de Alan Crosland. Durante décadas fue una de las salas más populares por su neorrenacentista y rica ornamentación. Incluso era de los pocos edificios de la ciudad que contaba con un sistema de aire acondicionado. Sin embargo, para sorpresa de los angelinos, en 1988 cerró sus puertas. NUEVA VIDA Tras tres años de arduo trabajo, el Tower Theatre ha vuelto a recuperar su pretérita belleza gracias a Foster + Partners. El estudio británico no solo acaba de transformarlo en una tienda Apple, sino que basándose en imágenes de archivo y estudios de pintura forense ha restaurado todos y cada uno de sus elementos originales. Desde los frescos que presiden el techo del auditorio, salpicado de nubes etéreas que aluden al cielo de California, pasando por sus intrincados detalles de yeso en las paredes. Asimismo, en su fachada de terracota, el equipo liderado por Norman Foster ha levantado una réplica de su distintiva torre del reloj, dañada por el terremoto de Sylmar en 1971. A su vez, ha recreado el diseño de su antigua marquesina. Por mucho que ya no se proyecten películas en su interior, el resultado final reaviva el glamur del Hollywood más clásico. n