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Sumario
María del Carmen Almada
Resumen. Este trabajo tiene como objeto ubicar al médico legista ante pacientes, que puestos frente a nuestra vista en distinta situación, puedan observar y analizar los diseños de imágenes plasmadas sobre la piel, éstos son los “tatuajes”. Si bien esta apreciación puede realizarla cualquier médico de distinta especialidad, es en la Medicina Legal donde cobran una mayor importancia, debido a que juega esta disciplina, un papel integrador con los conocimientos de otras ciencias, que por sí mismas no podrían resolver, esto es a manera de ejemplo el Derecho, la Criminalística, Ciencias de la Seguridad, Criminología, Psicología, Antropología y Sociología; tomadas como las más representativas en relación a la temática de este trabajo monográfico. Se efectuó un análisis que permita comprender mejor y acabadamente este fenómeno de los tatuajes en distintos individuos y grupos sociales, resultando algunos de ellos producto de conductas desviadas y anomia en grupos primarios, como son los presos en las cárceles o jóvenes en reformatorios. Así mismo se efectúa una clasificación, diferenciación, descripción y significación de los diferentes tipos de diseños, ya sea como tales y su equivalente en el individuo frente al grupo social semejante. Se utilizó bibliografía nacional y se aportó un análisis tomado de la experiencia personal en el ejercicio de la Medicina Legal.
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El origen de la palabra tatuaje es incierto. En general se considera que deriva de las letras “ta”, que en Polinesio significa “golpear”, haciendo referencia a la antigua práctica de golpear un hueso contra otro en la piel, produciendo el sonido “tau-tau”. (SILVEYRA; 2006; Pág. 304). En América Latina la palabra tatuaje tiene como equivalente estigma, la que se utiliza con varios significados como ser “marca hecha para reconocimiento en la piel de un esclavo o criminal”, y “marca de culpabilidad”.
La práctica del tatuaje posee una historia milenaria, pero no hay certeza con respecto a la fecha de surgimiento. En nuestro país, podemos encontrar momias en la provincia de San Juan donde se aprecian en el rostro dibujos geométricos sobre la piel (Fig. 1), que por el desgaste de la misma, producto del fenómeno de momificación, no se puede apreciar con exactitud si están dibujados sobre la piel o insertos bajo la epidermis con tintas especialmente preparadas para tal fin. Otro ejemplo como este, fue el hallazgo de un cuerpo humano perteneciente a la era neolítica en un glaciar en 1991, presentándose tatuada la espalda y rodillas.
También efectuaba esta práctica, la sacerdotisa egipcia Amunet, diosa del amor y la fertilidad, la que vivió en Tebas 2000 años a C. El estampado sobre la piel era de capital importancia ya que le otorgaba al portador cierto respeto según la cantidad y tipología que presentaba, esto último aún se conserva en determinados grupos sociales actuales. Fue utilizado por los guerreros para infundir temor al enemigo, mientras que en otros lugares se usaba como castigo, como ser en esclavos y criminales, los que se fueron abandonando lentamente con el advenimiento del Cristianismo, el que lo consideraba de índole pecaminoso, a tal punto que el emperador Constantino de Roma, emitió un decreto en contra de la práctica de los tatuajes.
Así mismo los guerreros de las cruzadas se hacían tatuar la imagen de un crucifijo, a los fines que si ocurría el deceso, se aseguraban un entierro cristiano.
Los nativos de América Central se tatuaban las imágenes de sus dioses o representaciones artísticas de sus victorias.
El Capitán Cook, por los años 1769 inicia la tradición del tatuaje en los marineros, el que se extendió hacia los trabajadores de tareas pesadas y convictos en la primera parte del siglo XIX, sin llegar a popularizarse entre los nobles, a excepción de Inglaterra.
En América, si bien ya existía desde épocas remotas, como se mencionó en la primer parte, se extendió masivamente durante la guerra civil. Hasta ese momento eran practicados por aprendices, se considera que uno de los primeros tatuadores profesionales fue Fellow, inmigrante alemán; y se estima que el primer estudio de tatuaje fue abierto en Nue
Fig. 1: Se muestra el rostro con un dibujo geométrico, en una momia de la provincia de San Juan, Argentina. Observación personal.
va York; siendo el inventor de la máquina de tatuar Samuel O´Reilly en 1891, haciéndose extensiva inmediatamente en todas las grandes ciudades, hacia fines del siglo XIX y principios del XX. (SILVEYRA; 2006; Pág. 306)
Lo que sí se sabe, es que en nuestro país aparece masivamente en la década del 80 como un dibujo estéticamente agradable a la vista, con variados colores, confeccionados con instrumentación descartable y leyes sobre seguridad higiénica.
LA IMPORTANCIA DEL TATUAJE EN LA MEDICINA LEGAL
Nerio Rojas definió a la Medicina Legal como la “aplicación de los conocimientos médicos a los problemas judiciales”. Otra definición aportada por el Angel Patitó “es la disciplina o la especialidad médica que encuadra en las normas jurídicas vigentes, con métodos, técnicas y procedimientos específicos, trata de dar respuesta a las cuestiones de naturaleza médica que se plantean en el ámbito del Derecho” (PATITO; 2001; Pág. 33).
La especialidad tiene diversas denominaciones otorgadas entre los autores nacionales e internacionales desde su creación, así tenemos que los “autores latinos la llaman Medicina Legal, mientras que los sajones se refieren como Medicina Forense. Paré (1575) la llamó Medicina Legal y Forense; Zacchia (1620): Cuestiones Medicolegales; Albert (1725), Jurisprudencia Médica; Brunelle (1807) y Simonin (1947), Medicina Legal y Judicial; y Rojas y Bonnet, entre otros: Medicina Legal. Sea cual fuere la denominación que cada uno adopte, el objeto es asesorar sobre cuestiones médicas en el ámbito extramédico”. (PATITO; 2001; Pág. 33).
Dejando claro el concepto de la Medicina Legal, podemos entender que el médico legista puede hacer un aporte importante en la descripción de los tatuajes en el ámbito Médico Forense, ya sea en sus actuaciones como perito oficial judicial o policial, durante sus tareas de reconocimiento médico en víctimas de violencia por accidentes de tránsito,
violencia doméstica, abuso sexual, privación ilegítima de la libertad, averiguación de antecedentes en detenidos en situación sospechosa, presos, alcoholizados o intoxicados por sustancias de abuso, entre otras situaciones.
Por otro lado también resulta de capital importancia en las autopsias medicolegales, siendo de rigor la descripción de las señas particulares como pearcing, cicatrices, lunares y tatuajes (Figs.2), ya que pueden ser en algunas oportunidades, elementos vitales para la identificación física humana.
En caso de denuncias de secuestros, robos, accidentes de tránsito, riñas, abuso sexual, entre otras, el damnificado puede no ser conocido del victimario y al efectuar la denuncia, deberá aportar datos físicos, entre otros, a los fines de proceder de inmediato a la captura del sospechoso en cuestión, u orientar al personal que lleva la investigación, que el delincuente pueda pertenecer a un grupo social con determinados códigos (lenguaje, tatuajes, vestimenta, música, peinado, etc); muchos de los cuales tienen como modalidad proceder mediante conductas desviadas, entendiéndose ésta como “toda conducta social que se aparta a la normalidad, prescripta en el marco de referencia de las normas y valores de un ambiente socio cultural”. (SÁNCHEZ VELÁZQUEZ; 2008; Pág. 13).
Estos datos además de las descripciones físicas, como la fisonomía, pelo, vestimenta, estatura, peso aproximado, etc., también pueden ser los tatuajes, aportando éstos últimos, datos muy importantes a la instrucción judicial, en virtud que los delincuentes cuentan con antecedentes en sus prontuarios, facilitando de esta manera la sospecha y búsqueda del mal viviente o sospechoso en cuestión.
En las autopsias medicolegales, hay situaciones donde se dificulta la identificación de un occiso, como ser el hallazgo de un cuerpo NN, en los estados de putrefacción avanzada, esqueletos humanos, cuerpos decapitados con ausencia de la cabeza, destrucción traumática de la cara, carbonizados, etc.
En estas situaciones, el reconocimiento de un simple tatuaje, puede orientar fuertemente a quién correspondió en vida el cuerpo autopsiado, lo que puede resultar un valioso dato aportado de parte de los familiares a la justicia o del médico tanatólogo al familiar de la víctima.
Como veremos a continuación, según el tipo de tatuaje, también orientará al médico legista y personal de instrucción, frente a qué individuo u occiso tenemos ante nuestros ojos. Esto significará la necesidad de informar con urgencia a la investigación y tomar recaudos en lo que respecta a normas de bioseguridad, como así también asegurarse de contar con la seguridad física del médico examinante, ya que ante la presencia de ciertos tatuajes tumberos, típico en individuos que han estado presos, están informando que detrás de ese dibujo existe una personalidad agresiva, sin códigos ni frenos éticos, y podría ser potencialmente portador de enfermedades infec
Fig.2: cadáver femenino con un tatuaje en la región inguinal.
tocontagiosas como SIDA, Hepatitis B, C, entre otras.
Es por ello que los médicos legistas que trabajan en Cuerpos Médicos Forenses, Instituciones Carcelarias o Reformatorios y Neuropsiquiátricos, deben conocer el lenguaje y significado de estos diseños artísticos por ocultar toda una significación inherente al individuo portador de los mismos y, posible de ser trasladado a su medio sociocultural de manera casi inequívoca, es decir que revela un historial de vida cuando a tatuajes tumberos nos referimos con particularidad.
A sabiendas del sello que significa ese estigma en sus cuerpos frente a la sociedad, en muchas oportunidades tratarán de ocultarlo efectuando sobretatuajes artísticos o no (Fig. 5), o bien provocando lesiones cicatrizadas producto de quemaduras o heridas cortantes efectuadas sobre los mismos con el fin de eliminarlos.
Solo el médico legista, mimetizado en este mundo de reos, enfermos psiquiátricos y cuerpos autopsiados, aprenderá a otorgarle la real importancia que cuentan estos tatuajes, los que pueden ser valorados como simples diseños por otros colegas con el riesgo de perder la oportunidad de esclarecer un hecho delictivo o exponerse en situación de riesgo para su salud e integridad física.
SUBCULTURA CARCELARIA
La “cultura es un medio de vida de un pueblo” y, porqué no de “una población inmersa en un pueblo”. “La cultura nace como una respuesta a la naturaleza, a la interacción con los demás y consigo mismo”; “tiene que ver con el grupo de personas y con el medio ambiente”.
La subcultura carcelaria trata de grupos sociales excluidos jurídicamente, por el accionar de conductas desviadas típicas en todos o casi todos los reclusos. Esta conducta desviada es
analizada desde lo sociológico como “algo no necesariamente sancionado por la infracción a la norma del derecho positivo, pero sí sancionado desde el punto de vista social”. El fenómeno de la conducta desviada está íntimamente ligado a la generación de subculturas, lo cual se entiende como “un segmento social que imparte determinadas pautas, costumbres, normas y valores, distintos a los valores presentes en una sociedad convencional”. (VÁZQUEZ VELAZQUEZ; 2008; Pág. 13).
En la subcultura carcelaria, si bien se trata de un ambiente cerrado dentro de una comunidad, poblado, a mi criterio, de hombres absolutamente peligrosos, se puede apreciar que también tienen su propia cultura; a pesar de ser un ambiente muy limitado y de escasos recursos para que la misma se despliegue en toda su magnitud. Sin embargo la podemos objetivar a través de las vestimentas, la música (cumbia), el culto (a San La Muerte), el lenguaje y, en los diseños de los tatuajes, a los que me abocaré con más detalles.
Puesta la mirada con un enfoque diferente, nos permite afirmar que se trata del arte de los excluidos, de una subcultura propia de países en vías de desarrollo y por lo general con poblaciones de origen latino; por ello se cree que “el arte es el espacio noble del hombre de manifestarse” y los ejemplos de tatuaje resultan muy interesantes como también las pintadas o murales adoptando los mismos motivos, figuras, leyendas que se graban en la piel, la forma de expresión corporal y verbal, como también las armas que se originaron en esos espacios.
El tatuaje como medio de obtención de datos, permite conocer gran parte de la historia del sujeto, por lo cual, con una simple observación de un tatuaje tumbero permite advertir con certeza, referencias sobre su permanencia en alguna unidad penitenciaria.
Las marcas en la piel, transmiten mensajes visibles en sus cuerpos que hablan de su personalidad (su peligrosidad, el tipo de delito por el cual estuvo detenido, la unidad en que estuvo alojado, sus creencias, reproches, su clara oposición al uniformado, realizando una síntesis de los mensajes)
Existen varios tipos de tatuajes los que analizándolos se puede dividir en los artísticos y carcelarios. Para definirlos sintéticamente, el tatuaje artístico es aquel que se elabora sobre las capas más superficiales de la piel, utilizando pigmentos vegetales, por personal entrenado y con máquinas diseñadas para tal fin, siempre cumpliendo con normas de bioseguridad; mientras que el tatuaje tumbero es el que se efectúa en las capas más profundas de la piel, realizado con tinta china, sin normas de bioseguridad, maquinarias rústicas y caseras utilizadas y efectuados por un aprendiz.
Los grabados carcelarios resultan ser en la mayoría de los casos mensajes destinados a la policía y a la población carcelaria, donde el lenguaje de la piel pondrá de manifiesto verdades, reproches, recuerdos, confesiones, fantasías, rebeldía, Existen diferentes órdenes, motivos o imágenes que indicarán el paso por una unidad penitenciaria, insinuando la jerarquía o grado alcanzado, como ser motivos místicos: los acusados de violación o de delitos sexuales; los pacíficos: flores, estrellas; el nombre o apodo: para reafirmar su identidad; afectivos: nombre de su amada en el corazón, corazones combinados con cintas, flores entre otros; adicciones: como gnomos, duendes, monos, figuras humanas esqueléticas; agresivos: aves de rapiña, animales feroces, puñales, espadas; sexuales: para identificación de heterosexuales y homosexuales.
Cada sujeto que porta un tatuaje tumbero podrá enunciar el grado o jerarquía alcanzada en una unidad penitenciaria, obtenido de acuerdo a reglas no escritas y que distan del alto nivel educacional, la bondad o los afectos, siendo una concesión al nivel de agresividad, desde el más alto nivel de agresividad hasta el mas bajo. Es así, que las jerarquías alcanzadas son señaladas a través de los tatuajes, teniendo valor y siendo respetados en la población carcelaria, aquellos realizados dentro de la Unidad Penitenciaria (UP) donde permaneció alojado.
El máximo nivel jerárquico alcanzado por un interno, es representado por la imagen de SAN LA MUERTE, con su reproducción generalmente en el brazo izquierdo; el mismo es un esqueleto cubierto por una túnica con una guadaña.
Este tatuaje se considera auténtico y es respetado en el ámbito carcelario cuando el portador tiene un hueso humano tallado de San La Muerte insertado en una parte del cuerpo, o una madera de provincias del norte argentino (Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, entre otras), lo cual también actuará como amuleto de protección ante las balas de la policía o enfrentamientos entre presos.
Resulta común hallar en cada interno que lo porta, gran cantidad de heridas de armas blancas y de armas de fuego, lo cual lo jerarquiza por haber sobrevivido a peleas.
El segundo estamento dentro de las Unidades Penitenciarias y considerado en la categoría de Jefe, es la asignada al león, que por lo general se halla el tatuaje de la cabeza vista de perfil, representando la ferocidad. Es adoptado también el león cuerpo entero, en pecho o brazos.
En tercer nivel es atribuido al escorpión, se halla ubicado en brazo y en diferentes partes del cuerpo como pecho, manos, piernas. Esta categoría, a diferencia de los “San La Muerte” y “cabeza de león” resulta ser el grueso de la población carcelaria, ya que alcanzar el máximo nivel es solamente un mínimo de la población. Por último y el más bajo nivel dentro de una UP, está representado por la víbora.
Fig. 3: tatuaje de puntos en las falanges.
Fig. 4: es frecuente el uso de las comillas para remarcar algún afecto en particular.
Se trata de una cobra enroscada en la parte de la cola y con la cabeza hacia arriba, ya sea mirando de frente o de perfil. La víbora significa el odio expreso hacia el uniformado (policía, penitenciario, etc.) y hacia el “buchón”, ya que se lo asocia a que se arrastra y resulta muy letal.
Existen diversos motivos y figuras que tendrán mensajes, como así otros que solamente resultan estampados decorativos con una cuota morbosa.
Otra figura que resulta común en la población carcelaria es la espada con una sola víbora, la que enuncia el odio y resentimiento hacia la policía y también un compromiso de muerte o venganza. La espada simboliza la justicia porque la impartirán a través de la faca o púa, y la víbora representa el buchón o la policía.
El legendario dado o cinco puntos y cada punto en las falanges. Son cinco puntos ubicados de la misma manera que el típico dado. Es la expresión popular de atrapado donde cada punto representa las cuatro paredes de la celda y, el punto en el medio está personificando al detenido encerrado. Representa haber caído en una trampa que originó su encierro y esa traición será vengada en el próximo encuentro con la policía.
En mano izquierda cuatro puntos y uno en el centro, es el ladrón rodeado por cuatro policías. Es típico en menores, en donde se pone de manifiesto la debilidad. Este tatuaje normalmente es del tipo casero, que por imitación muchos jóvenes se realizan, lo que permite inferir que no en todos los casos el sujeto estuvo detenido. En mano derecha o en cualquier parte del cuerpo cuatro puntos y uno en el centro, representa el odio de cuatro delincuentes hacia un policía, y el deseo de salir en libertad para cobrar venganza sobre él. Es un tatuaje realizado en la cárcel o en calabozos, a modo de ritual para atenuar el sufrimiento por el encierro, alejamiento de familiares, compañeros, novias, noche, drogas, alcohol y estilo de vida, habituales en estos grupos sociales y que poco se asemejan a las personas comunes. Los puntos sobre las falanges de los dedos (Figs. 3), representan cada uno de ellos, un proceso judicial y su permanencia en la cárcel hasta salir en libertad. Por ser un tatuaje ya reconocido por la policía y ser señal evidente de haber estado preso, su portador conociendo esta circunstancia es motivo de ganar un pasaje directo al calabozo, por ello es tapado con otro tatuaje, ya sea artístico o carcelario formando otras figuras (geométricas, letras, corazones, un cuadrado, rectángulo o también es transformado en estrellas). Es común que cuando se estampe un tatuaje artístico, el motivo elegido sea tumbero como un escorpión, un ave de rapiña u otras figuras agresivas.
Las escrituras en el ámbito carcelario resultan muy frecuentes, siendo una manera directa de homenaje a los seres queridos, que comprende a padres, esposas, concubinas, compañeras, novias, e hijos. Esa escritura es diversa en cuanto a sus formas. Se realiza con letras de mucha elaboración y en otros casos sin importar la estética, sino solo el grabado como una expresión. Detrás de cada palabra, inicial o frase existe una inscripción, un mensaje de índole privado, que rinde tributo al ser amado y que escasamente tiene relación con el ámbito carcelario.
En este caso se trata del reconocimiento hacia los padres, ya que en su estadía en la cárcel todos sus amigos, compañeros, primos, tíos y conocidos ya no los consideran, siendo los padres los únicos que los comprenden, los visitan, hacen el gran esfuerzo de viajar todas las semanas para llevarles alimentos, cigarrillos, ropas, noticias, dejando de lado la condición de pobreza, y sin importarles lo que dirán por tener un hijo en la cárcel. El uso de comillas (Fig. 4) es frecuente, dado que resulta una forma decorativa, es concederle una pincelada de belleza de acuerdo a los criterios comunes de la población carcelaria.
TATUAJES TíPICOS CARCELARIOS
Existen tatuajes típicos de las cárceles, como puede ser la telaraña, el yin-yang, los tribales de alambre de púas con diversas combinaciones.
El yin – yang (el bien y el mal) también es utilizado por los encarcelados siendo el tatuaje de origen casero o tumbero.
También los adictos suelen identificarse como por ejemplo con el dibujo compuesto por tres jeringas aludiendo al individuo que consume drogas inyectables como puede ser la heroína, cocaína entre otros; el río, que representa una arteria del sistema circulatorio y; la mujer nadando en río, simboliza la heroína entrando en el cuerpo.
La hoja de marihuana, significa que es un consumidor, la que se presenta mediante una o dos hojas de canavis sativa ya sea con cinco o siete puntas. La hoja tiene la característica de tener cada uno de los pecíolos bordes dentados y difícilmente se trate de números pares, sino frecuentemente impares como cinco o siete pecíolos.
Duende o gñomo, es propio de los consumidores de drogas y significa estar endemoniado por el efecto de las drogas. También se combina con otros elementos que darán mayor precisión al mensaje. Los efectos que las drogas generan en el consumidor es la euforia, alucinación visual, entre otros, siendo común ver demonios, luces, monstruos, arañas, estando en un viaje que los transporta hacia un estado donde se mezcla la ficción, fantasías, alucinación, delirios que lo apartan de la realidad. Característico de los consumidores de cocaína o el tan de moda en esos grupos de la pasta base o paco. Es sabido que ambas sustancias provocan una pérdida considerable del apetito y consecuentemente sobreviene la desnutrición.
Otros símbolos de adicciones, se representan, por ejemplo, con la imagen de la cara del hombre en forma esquelética (Fig. 5), la perdida de la identidad humana, hallándose en un estado avanzado en la adicción.
El león, el león alado, el dragón y el dragón alado, son indicadores de la peligrosidad del interno que los porta. Las alas significan el deseo de libertad, la habilidad de ligereza y de conferir el vuelo, mostrar una característica mas, sumada a la ferocidad. El funcionario o policía es representado con el dragón; el dragón con alas es el preso o interno que se siente superior, literalmente el poder volar y estar por encima del funcionario.
Los jóvenes que han estado alojados en Institutos de Menores, una buena parte también tienen la rúbrica que los identificará. Lo frecuente es la estampa de motivos pacíficos como ser, motivos religiosos o flores.
En cuanto a los tatuajes de flores, lo común es la rosa en forma de pimpollo, y luego de ingresado a una unidad penitenciaria, graban inmediatamente el nombre o apodo, con el objeto de no perder su identidad; siendo común la utilización de dos colores como el rojo y verde .
Fig. 5: tatuaje de calavera humana como fuerte indicador de adicción crónica.
tímetros también es originario de Institutos de Menores, simbolizando al ladrón arrepentido, y/o la pérdida de un compañero por parte de la policía o en alguna pelea con adversarios. El dado o los cinco puntos en mano izquierda también es característico de los Institutos de Menores, ya que se han sentido atrapados o rodeados por la policía, siendo los menores quienes tienen una mayor vulnerabilidad.
El deseo sexual del heterosexual se representa a través de la figura de una mujer, por lo general realizada en una posición muy sensual, desafiante, destacando con mayor tamaño ciertas partes anatómicas como cadera, senos y siempre con cabellos largos, cuerpo entero o medio cuerpo. Se ubica normalmente en los brazos, pecho y extremidades inferiores, nunca en la espalda.
También resulta común el grabado del nombre de la esposa, compañera o mujer amada por lo general en las extremidades o a la altura del corazón como símbolo de compromiso afectivo. En cuanto a los homosexuales, también tienen su identificación, siendo lo habitual la rosa abierta en el pecho. El hecho de ser homosexual no significa afeminado. En cambio el afeminado se lo distingue con una manzana mordida, símbolo del pecado carnal sin importarle al portador su identificación por su condición, también una palmera en el pecho señala la debilidad e identifican a los homosexuales.
Un punto (círculo de 5 mm aproximadamente) en la mejilla o en el glúteo es propio de los violados.
Algunos homosexuales también poseen en su espalda la figura de una mujer, al igual que los heterosexuales pero en este caso no se pone de manifiesto el deseo de estar con una mujer, sino que es el recurso empleado para la excitación del sujeto activo, cuando se realiza el acto sexual. Los ojos en la espalda, representan los ojos del sujeto que le permite observar el acto sexual.
Los internos alojados por delitos sexuales, también en su gran mayoría poseen tatuajes, habitualmente llevan la marca ubicada en la espalda, siendo común los motivos místicos como ángeles, vírgenes y cruces.
Fig. 6: este tipo de tatuaje es común en los individuos que delinquen como piratas del asfalto.
Fig. 7: Tatuajes de corazones con sus típicas cintas y algunos con otros agregados.
Los pacíficos llevan inscripciones menos agresivas hacia la vista de las personas comunes, como por ejemplo estrellas, luna o sol, los que también son conocidos como mujer de preso.
Mujer de preso, es aquel que se le asigna la tarea hogareña de limpieza, cocinar, lavar, planchar entre otros y no siempre se trata de un homosexual.
Espada, víbora y cráneo (Fig. 6), es usado por los piratas del asfalto; en éstos la víbora por lo general tiene la característica de carecer de lengua, a diferencia de la cobra con la lengua partida que normalmente portan los que son hábiles con armas blancas. Los primeros, no tienen la necesidad de saber manejar la faca, ya que por su poder adquisitivo no les resulta difícil armar rápidamente su rancho. Los piratas del asfalto en las Unidades Penitenciarias, es sabido que son personajes muy respetados, porque conforman ranchos de magnitud, cuyos integrantes son protegidos económicamente (a ellos y familia), lo cual hace que la lealtad sea un factor predominante.
La mayor parte de los internos, ingresan a los penales con grandes dificultades económicas, producto de pagar defensores, sustentar a la familia que está fuera y lo no menos importante subsistir dentro del penal con todas las necesidades diarias y vicios que son incrementados por el encierro.
Existen tatuajes que tienen relación con lo afectivo y algunos de ellos son el reflejo de la situación marital o de pareja y el más común es el denominado corazón valiente.
Se tiene claro que los internos de las UP provienen en su mayoría de asentamientos, villas de emergencias o de condiciones económicas bajas, gran parte de ellos son indigentes. Esta condición es un impedimento para solventar las necesidades diarias de sus familias desde el encierro en la cárcel, máxime teniendo en cuenta que en muchos de los casos se trata de familias muy numerosas que incluyen varios hijos y esposa, hermanos y progenitores. permitirá en la mayoría de los casos alimentar, vestir a la familia y contribuir con los vicios y necesidades del esposo o pareja detenida. Por ello es que motivo suficiente para titular como corazón valiente a aquel que se encuentra detenido y saber que su pareja se encuentra prostituyéndose para sustentar los gastos cotidianos. Se trata de un corazón que se halla rodeado por una cinta, que puede estar acompañado por una flor (Fig. 7).
Se advierte claramente que las formas de comunicación, son variadas y que se utilizan en toda la República Argentina, ya sea a través de los tatuajes o del lenguaje oral. Existen palabras, términos que se emplean solamente en esos ámbitos, como ser: “brillo”: significa azúcar, “la redonda” la pastilla o medicamento; “bigote” para referirse al policía; “tumba” significa cárcel; “fierro” es sinónimo de arma; “violín” violador; “ranchada” es referenciar a un grupo unido de internos, siendo innumerables los términos y frases utilizadas en forma permanente, que a su vez es transferida a familiares y amistades.
La fabricación de un arma blanca se realiza con cualquier desecho que puede ser metálico, plástico, cartón, colillas de cigarrillo, lapiceras, encendedores, con solidez y filos inestimables.
También en las cárceles se originaron las conocidas armas tumberas, o armas de fabricación casera.
Las armas caseras que se localizaron por primera vez fue en 1974 en el Penal de Sierra Chica, Olavaria, en la Provincia de Buenos Aires, de allí su vulgar denominación armas tumberas. En su momento, el alojamiento en un penal, el interno lo denominaba hallarse en la tumba dado que se lo asociaba a la oscuridad. El aislamiento de la sociedad era comparado con los días vacíos de contenido social, por ende oscuros que también eran comparables a las condiciones reales de alojamiento. Las estructuras edilicias de las unidades de detención, en su mayoría, por razones de seguridad carecían de aberturas amplias que permitieran el ingreso de la luz solar a las celdas. Si bien en la actualidad las condiciones de alojamiento han evolucionado tendientes a ofrecer al penado una
Fig. 8: distintos modelos de armas tumberas o caseras.
mejor calidad de vida, en el pasado el hecho de recibir una hora de luz natural era comparable con recuperar un fragmento de libertad, era formar parte de lo básico, mezclarse con la naturaleza y así lograr formar parte de la vida misma.
Con el paso de tiempo, los hallazgos de ese tipo armas se fue incrementando en variedad y sofistificación, advirtiéndose la existencia de la elaboración de una gran variedad que va desde las más primarias, arcaicas y obsoletas, carentes de mecanismos y componentes aptos para su uso, hasta las más avanzadas, que poseen características similares a las factory, con martillo percutor, cola disparadora o gatillo, arco guardamontes, alza-guión entre otros elementos habituales en armas legales cuando de armas de fuego nos referimos (Figs. 8). 1) Almada, M.C. Técnicas de Autopsias. Primera Edición. Editorial Forenses. Buenos Aires 2006. 2) Almada, M.C; Vázquez Fanego, H.O. Laboratorios Complementarios en las Autopsias Medico Legales. Editorial Forenes. Buenos Aires 2008. 3) Bonnet, E.F.P. Medicina Legal. Segunda Edición, López Libreros Editores S.R.L., Buenos Aires, 1980. 4) Briñon, E.N. Odontología legal y práctica forense. Purinzon. A. Ediciones y Librería, Buenos Aires, 1982. 5) Cornaglia; Vignolo M. Crónicas Médico Forenses. Ediciones Argentinas, Buenos Aires, 2005. 6) Decreto Nº 3992 del 21 de diciembre de 1984. Código Penal de la Nación Argentina. Editorial Aberedo-Perrot, Buenos Aires, 1999. 7) Di Maio, V.J.M., y Dana, S.E., Manual de Patología Forense, Madrid, Díaz de Santos, 2003. 8) Gisbert Calabuig, J.A., Medicina Legal y Toxicología, Quinta Edición, Barcelona, Masson, 1998. 9) Lecha Marzo, A. Autopsias y Embalsamamiento. El diagnóstico médico-legal en el cadáver. Editor Provenza, Barcelona, 1917. 10) Lossetti, Oscar. La Exhumación Medico Legal. Ediciones Dosyuna. Buenos Aires 2006. 11) Patitó, J.Á., Medicina Legal. Centro Norte, Buenos Aires, 2000. 12) Patitó, J.; Lossetti, O y Trezza, F. Tratado de Medicina Legal y Elementos de Patología Forense. Quórum, Buenos Aires, 2003. 13) Raffo, O., La muerte violenta, Buenos Aires, Editorial Universidad, 1993. 14) Riú, J.A; Riú G. T. Lesiones. Aspectos Médico – Legales. Lema Editora SRL. Buenos Aires, 1994. 15) Sánchez Velásquez, G. Maras, pandillas y desviación social. Editorial Dunken. Buenos Aires, 2008. 16) Silveyra, J. Investigación Científica del Delito. Sistemas de identificación humana. Ediciones La Roca. Buenos Aires 2006. 17) Trezza, F.C. La data de la muerte. Las trasformaciones cadavéricas. Ediciones Argentinas. Buenos Aires, 2006. 18) Vázquez Fanego, H.O. Autopsias Médico – Legales. Desalma, Buenos Aires. 19) Vázquez Fanego, H.O. Investigación medicolegal de la muerte. Tanatología forense. Astrea, Buenos Aires, 2003.