Mujeres jóvenes feministas: construyendo nuestro presente. Marusia López Cruz 1 En los últimos años mucho se ha hablado dentro del movimiento feminista de las mujeres jóvenes. Esto ha generado reflexiones, debates, encuentros y desencuentros entre las diversas generaciones que conformamos este movimiento. Las mujeres jóvenes que nos asumimos feministas y que desde diversos espacios estamos buscando aportar a su construcción, nos enfrentamos con diversos retos tanto para estar en él como para asumir e impulsar su agenda. Esto nos ha llevado propiciar espacios de encuentro entre nosotras y con compañeras de otras generaciones, los cuales nos han permitido reflexionar sobre nuestra propia identidad, sobre la forma en la que nos ubicamos dentro del movimiento, sobre nuestras formas de participación, etc. En el presente ensayo desarrollaré diversas preguntas surgidas en los talleres y reuniones que mujeres jóvenes feministas tuvimos durante en el Foro Social Mundial ❨Porto Alegre, enero 2005❩, espacio que nos permitió profundizar en nuestras reflexiones y plantear nuevos retos para nuestra participación. Estos talleres y reuniones fueron organizados por organizaciones integrantes de la Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos ❨Elige, Coordinadora Política Juvenil del Ecuador, Red de Jóvenes de Brasil, DESYR, etc.❩. ¿Cuál es la identidad de las mujeres jóvenes? Tradicionalmente, las y los jóvenes hemos sido definidas y definidos como sujetos en formación, dependientes y sin capacidad de determinar por nosotras y nosotros mismos necesidades, demandas y proyectos. La sociedad adulta ha asignado a este grupo de edad ciertas características ideológicas y valores entre las que está el que deban estar sometidos a la tutela y el control económico y moral...de instituciones adultas...tales como la familia, la escuela, a veces la iglesia, el servicio militar y el empleo2 . Contrario a estas visiones, podemos ubicar que la juventud es una construcción cultural, que está definida a partir de la forma en que cada sociedad organiza la transición de la infancia a la vida adulta, la percepción específica de estos cambios y sus repercusiones en la sociedad.
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Asesora Ex Integrante Elige, Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos A.C. México.
Urteaga, Maritza. Identidades juveniles en la ciudad de México. Dirección de Equidad y Desarrollo Social. Dirección de Programas para la Juventud. Gobierno del Distrito Federal. 2000. México Elige México 2005 2
La juventud es también una identidad. Poseer determinada identidad significa reconocerse y hacerse reconocer como distinto a l@s otros. La identidad es por definición una reducción de las diferencias entre los miembros que se adscriben a ella y una profundización de las diferencias entre los que no pertenecen a ella; busca además su permanencia a través de tiempo permitiendo la construcción de una memoria colectiva que dota de sentido a la identidad y le permite su continuidad. Sin embargo, cada persona en su propia experiencia vive de forma diferente y única las diversas identidades que la conforman, entrando en conflicto con ellas, reproduciéndolas en el contexto específico en el que se encuentra e, incluso, buscando su transformación. Podemos ubicar las identidades en dos grandes tipos: las estructurantes y las transitorias3 . Las primeras son aquellas que se caracterizan porque se adquieren desde el nacimiento y acompañan a la persona a lo largo de toda su vida, tal es el caso de la identidad de género, de etnia o de clase. Las identidades transitorias por el contrario son aquellas que definen específicas del ciclo de vida, por lo que tienen marcas menos rígidas y se manifiestan de formas diversas. Dentro de este tipo es que podemos ubicar a la identidad juvenil. La juventud es diversa. A diferencia de las definiciones rígidas que cristalizan la identidad juvenil en ciertos tipos y marcas, la juventud se expresa con estilos y en escenarios diferentes. Los estilos juveniles son grupos formales o informales de jóvenes a través de los cuales los miembros se apropian de los objetos y lenguajes sociales que los definen4 . Estos estilos están inscritos en diversos escenarios como son: la cultura hegemónica ❨el poder cultural y las instituciones tales como: la escuela, la iglesia, el trabajo, los medios de comunicación o el ejército❩, la cultura parental ❨las grandes redes culturales definidas por las identidades étnicas, de género y clase❩ y la cultura generacional ❨es decir, las experiencias específicas que l@s jóvenes adquieren en el encuentro con otr@s jóvenes con quienes empiezan a identificarse y a construir experiencias comunes❩. Las marcas identitarias de las mujeres jóvenes en particular, se construyen en una interacción sumamente conflictiva entre los discursos y expectativas sociales y sus experiencias cotidianas de vida 5 . En tanto mujeres, estamos en una relación subordinada desde la cual tenemos muy poco acceso al ejercicio del poder ❨desde el poder de decisión sobre su sexualidad, hasta el poder político❩, normalmente se nos atribuyen ciertas virtudes centrales y “naturales”, y solemos estar en una situación de dependencia y servidumbre voluntaria. Al contrario de los varones, la educación tradicional de las mujeres jóvenes está centrada no en la independencia, Valenzuela, J. (1997). “Culturas juveniles. Identidades transitorias”; en Revista Joven- Es, IMJ, Cuarta época, 1(3): México. 3
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Feixa, Carles (1995). El reloj de arena. Causa Joven. México.
5 Alpizar
Lydia y Bernal Marina. Mujeres Jóvenes y derechos humanos. Manual de capacitación en derechos humanos de las mujeres jóvenes y la aplicación de la CEDAW. REDLAC, ILANUD. Elige México 2005
sino en el paso de una dependencia a otra ❨de los padres al esposo❩ y de un espacio privado a otro ❨de la casa de la familia a la casa del matrimonio❩. Es por esto que desde la familia y otras instituciones se promueve el establecimiento de relaciones “formales”, de “virtudes femeninas” ❨belleza, discreción, sacrificio, etc.❩, de roles tradicionales como el cuidado de hermanos y el apoyo en las tareas domesticas, y el control de la sexualidad. Esta última es uno de los ámbitos en el que mayor coerción se ejerce contra las mujeres jóvenes. Esta “asimilación” de los roles tradicionales de género también se refuerza en los espacios entre pares que tienen las mujeres jóvenes. Las relaciones de amistad y noviazgo, son muchas veces espacios en los que se promueve la adopción de los roles tradicionales. Por otro lado las mujeres jóvenes de esta generación ❨sobre todo las de sectores medios❩ hemos accedido también a recursos que trascienden y permiten la modificación de los roles de género como son la educación, el trabajo remunerado, el acceso a algunos espacios de participación pública, etc. Estos recursos “modernos” abren nuevas opciones de vida para nosotras. Sin embargo, la convivencia entre lo tradicional y lo moderno, que es siempre contradictoria, genera fenómenos como el de la “doble vida”, la cual en muchos casos se vive como una sobre exigencia de género: Las mujeres en la juventud deben cumplir con establecer una pareja que, además, sea estable, bien elegida, funcional y magnífica. Tienen que casarse, tienen que ser madres y formar una familia y, al mismo tiempo, como modernas que son, tienen que estudiar y trabajar. Son los momentos cúspides de la exigencia educacional y laboral en un mercado cada vez más competitivo. Además, están las otras exigencias de género ya convertidas en necesidades personales. O sea, al mismo tiempo que tienes que establecer pareja, establecer relaciones amorosas, relaciones sexuales eróticas, tienes que cuidarte para no irrumpir negativamente en tu vida. Tienes que estudiar y hacerlo muy bien y tienes que conseguir trabajo. Todo al mismo tiempo, en unos pocos años6. Sin embargo, no todas las jóvenes reproducimos de manera lineal las normas sociales que buscan definir estilos de vida específicos, muchas veces confrontamos estas normas, definimos demandas propias, generamos formas de articulación y expresión específicas y le damos una dimensión política a nuestra identidad de género.
¿Somos parte del movimiento feminista?
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Lagarde Marcela. La edad más densa de la vida de las mujeres. Entrevista por por Gabriela Cob y Fernando Francia. http://www.cosmovisiones.com/habitacionpropia/cont/lagarde.html Elige México 2005
Las mujeres jóvenes hemos podido aprovechar muchos de los frutos de la lucha feminista de otras generaciones. El acceso a la educación y a políticas de salud reproductiva, las campañas a favor de los derechos de las mujeres, las leyes de cuotas y las hechas en contra la violencia intrafamiliar; los instrumentos internacionales de derechos de las mujeres, etc. han impactado sin duda en nuestras vidas. Nuestros valores y condiciones de vida ❨tanto privadas como públicas❩, han cambiado; aunque muchos de los retos que dieron origen al movimiento feminista sigan vigentes en el presente. Cada vez más mujeres jóvenes nos involucramos en organizaciones y movimientos ciudadanos y, aunque mucho menos, en espacios de representación pública o cargos gubernamentales. Sin embargo esto no ha generado en todos los casos que nos asumamos como feministas, e incluso estando cerca del movimiento, nos hemos sentido fuera de él. Para muchas mujeres jóvenes que no han tenido una relación con organizaciones y articulaciones feministas, la palabra feminista encarna muchas veces los contenidos que grupos conservadores le han dado ❨histéricas, mata hombres, etc.❩, provocando que no quieran ser ubicadas como feministas, ya que esto puede provocar exclusión o aislamiento. Por otro lado, las mujeres jóvenes que se han formado a través de los programas de estudio de género que feministas académicas han impulsado en las universidades, tienen mucha información sobre las reflexiones y debates feministas, pero no ubican con claridad la dimensión política de estas reflexiones y la forma en la que pueden sumarse a las organizaciones y articulaciones existentes dentro del movimiento. Frente a esto no es claro el discurso feminista hacia las mujeres jóvenes, ni la forma en la que este discurso reconoce su situación y demandas específicas. Tampoco las mujeres jóvenes que estamos cercanas o incluso hemos trabajado en organizaciones feministas nos hemos sentido siempre parte del movimiento. Tradicionalmente, las mujeres jóvenes teníamos una participación muy acotada, nuestro aporte era escaso y las posibilidades de construcción conjunta con otras generaciones casi imposible. En muchas ocasiones nuestra condición de edad fue utilizada para excluirnos de los debates o la coordinación de procesos, lo cual fue resentido por muchas jóvenes. Sin embargo, esta situación se ha ido modificado, la participación, la receptividad a la situación de las mujeres jóvenes y la articulación entre jóvenes y mujeres de otras generaciones ha aumentado sustancialmente. Por mucho tiempo las mujeres jóvenes feministas pedimos inclusión y ahora muchas ya nos sentimos parte del movimiento; aunque sigamos ubicando limitaciones en nuestra participación. ¿Relevo, cambio o continuidad? Uno de los temas presentes en el diálogo intergeneracional es el de los relevos. Las mujeres de generaciones anteriores a la nuestra han construido organizaciones, establecido alianzas políticas y gestionado recursos económicos para las causas feministas, los cuales se entiende que deberán ser retomados por las feministas de Elige México 2005
las nuevas generaciones. Pero ¿cuándo y como se hace este relevo?. Me parece que esta es una pregunta todavía sin una respuesta clara, aunque en la práctica cada vez son más las organizaciones y líderes feministas que se preocupan por la formación de nuevos cuadros y por la vinculación de mujeres jóvenes en sus procesos y estrategias. La reflexión intergeneracional sobre los mecanismos de relevo me parece aún insuficiente y atravesada por temores, desconfianza y la crisis de recursos que muchas organizaciones y articulaciones feministas están viviendo. Sin embargo, hay un tema que va más allá de pasar la estafeta de una generación a otra y que tiene que ver con la continuidad del movimiento. Frente a este pregunta surgen otras tantas como por ejemplo: ¿cómo entender y articular las diversas identidades que se han ido sumando al movimiento?, ¿las formas organizativas que ha adoptado el movimiento siguen vigentes en el contexto actual?, ¿hay los suficientes recursos ❨económicos, políticos y de información❩ para que las nuevas generaciones puedan asumir los retos del movimiento?. El tema de la identidad del movimiento y de quienes lo integran es un asunto central que se ha venido reflexionando desde hace mucho tiempo. Si bien no podemos decir que las mujeres jóvenes tengamos una sola postura al respecto, sí existen algunas reflexiones comunes que tienen que ver con la realidad global y multicultural en la que nos hemos desarrollado, y con el tipo de articulaciones con otros actores que hemos hecho. Una de estas reflexiones es la que apunta a no escencializar las identidades desde las cuales definimos nuestro activismo, ya que esto nos impide: reconocer las rupturas y contradicciones de nuestras propias identidades, ser incluyentes con otros actores a los que nos les reconocemos esa identidad y reconocer la forma en la que se articulan las diversas problemáticas que nos afectan. Relacionado a esto esta el tema de la inclusión de hombres y personas del movimiento transgénero, trasvesti, intersex y transexual en el movimiento; lo que también ha sido tema de reflexión entre las mujeres jóvenes. En el caso de los hombres, si bien el hecho de que las mujeres contáramos con espacios propios de organización ha sido fundamental para el desarrollo de las luchas feministas, en la presente generación hay condiciones diferentes que permiten una mayor articulación con hombres jóvenes para el impulso de nuestra agenda, que a fin de cuentas, es una agenda de desarrollo y democracia. Muchos de estos hombres jóvenes son hijos de mujeres feministas, o simplemente se han beneficiado al igual que sus pares femeninas del cambio generado gracias a la lucha de las mujeres, y aunque no podemos decir que hayan superado las relaciones de poder existentes entre los géneros, si están más dispuestos a dialogar y a luchar en coordinación con nosotras. Por su parte, las reflexiones que los trasvestis, transgénero, transexuales e intersex han colocado y su definición como feministas; ha implicado un proceso sumamente interesante de cuestionamiento tanto de algunos fundamentos teóricos del feminismo ❨como la noción sexo-género, la Elige México 2005
existencia de solo dos géneros, etc.❩, como de los mecanismos para sumar estas identidades al movimiento. Frente a esto, muchas mujeres jóvenes no nos cuestionamos la inclusión o no de estas identidades, ya que asumimos como en el caso de los hombres jóvenes, condiciones favorables para la articulación. Respecto a las formas organizativas, un tema que me parece fundamental es el de las nuevas organizaciones y articulaciones de jóvenes que se asumen feministas. Actualmente existen diversos espacios de articulación de jóvenes feministas: desde colectivos comunitarios o estudiantiles y pequeños grupos ubicados dentro de organizaciones feministas más grandes, hasta organizaciones legalmente constituidas y redes nacionales y regionales, con formas organizativas propias y recursos para operar. Estos espacios tienen aportes nuevos en términos organizativos, entre los que destacan: •
Mayor uso de los mecanismos de comunicación virtual. Las redes de jóvenes se han multiplicado gracias a la internet, la cual es cada vez más accesible. Esto facilita la comunicación entre jóvenes de diversos lugares, quienes podemos desarrollar proyectos conjuntos sin la necesidad de trasladarnos de nuestros lugares de origen.
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Estructuras más flexibles de organización. Por la dinámica de vida de las mujeres jóvenes, muchas de las cuales estamos estudiando y/o trabajando, y por una definición explícita en contra de las formas jerárquicas de organización, muchos de los grupos de mujeres jóvenes y de jóvenes en general, nos organizamos a través de la definición de acciones concretas, cuya implementación llevamos a cabo a través de la definición de responsabilidades más que de cargos, y a través de la realización de asambleas. Esto en la práctica no siempre es fácil ya que diluye las responsabilidades, y dificulta el seguimiento de las actividades y la construcción de proyectos a más largo plazo, pero por otro lado permite la experimentación de formas menos rígidas de organización.
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La definición de mecanismos de relevo. Partir de la identidad juvenil para organizarse genera una dinámica de constantes relevos, ya que las personas no pueden permanecer mucho tiempo en la organización o espacio de articulación. Esto facilita que se contemplen mecanismos de relevos o transmisión de la experiencia y que se reflexione sobre el papel de las personas que van dejando estos espacios. Algunos de estos mecanismos han sido: definir dos personas para darle seguimiento a cada iniciativa ❨una con más tiempo y experiencia y otra con menos❩, implementar acciones de capacitación interna, y construir redes de apoyo y asesoría con las personas que van dejando los grupos. Mayor preocupación por lo personal. Muchas de las jóvenes activistas que ahora participamos en nuestras propias organizaciones o articulaciones, somos hijas de feministas o hemos trabajado en organizaciones feministas.
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Esto nos ha permitido conocer de cerca el desgaste que muchas de estas mujeres han tenido a lo largo de su vida por “dar todo a la causa” y, en consecuencia, buscar formas de participación que no supriman las necesidades personales. Las diferencias incluso entre los espacios público y privado ya no son tan radicales, ya que dentro del espacio privado hemos logrado establecer espacios de encuentro y dinámicas de relacionamiento no tradicionales, por lo que se convierten en experiencias que pueden aportar elementos importantes a las estrategias de organización e incidencia pública. •
El desarrollo de estrategias “contraculturales”. Frente a la influencia masiva que los medios de comunicación tienen sobre la vida de las personas jóvenes, muchos grupos juveniles que comparten los enfoques feministas o se asumen como tales, están utilizando el grafiti, la música “callejera” y otras expresiones culturales no legitimadas por el sistema, para difundir mensajes alternativos a los que los medios y la cultura comercial difunden, lo cual ha sido una estrategia muy exitosa aunque solo a escala local.
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¿Una agenda de las mujeres jóvenes feministas? Uno de los cuestionamientos que lagunas compañeras adultas nos han hecho tiene que ver con la especificidad de las demandas de las mujeres jóvenes, es decir, si podemos o no hablar de demandas diferentes a las del resto de las mujeres. Este cuestionamiento ha sido fundamental para la reflexión como jóvenes sobre lo que nos articula con otras mujeres y sobre lo que nos hace diferentes. Preguntas como ¿cuáles son los efectos sociales de nuestra condición de edad? y ¿qué otras identidades impactan en nuestras vidas y posibilidades de desarrollo?, son y serán por mucho tiempo motivo de reflexión entre nosotras y con otros actores. Sin embargo, en los diferentes espacios en los que las jóvenes feministas nos encontramos dentro del Foro Social Mundial pudimos ubicar algunas problemáticas comunes que podrían ir configurando una agenda de mujeres jóvenes feministas de América Latina y el Caribe. Algunas de estas problemáticas son: •
Vulnerabilidad frente a las instituciones sociales responsables de protegernos. Si bien para la mayoría de las mujeres en el mundo, ni la escuela, ni la familia, ni las instituciones encargadas de la impartición de justicia, han sido espacios de empoderamiento; en el caso de las mujeres jóvenes esto se agudiza dada la dependencia que tenemos de ellos. Sobre todo la escuela y la familia son espacios altamente restrictivos que lejos de facilitar herramientas para la autonomía de las mujeres jóvenes, las limitan y sancionan, sobre todo en lo relacionado a la sexualidad y el uso del tiempo libre. La democratización de las familias y escuelas, lo cual tendrá que facilitar una mayor participación de mujeres jóvenes en las decisiones que ahí se toman es una alternativa fundamental para nosotras.
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Precaria participación de mujeres jóvenes en espacios públicos y en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas. Si las cuotas para mujeres en cargos públicos son limitadas, para las mujeres jóvenes lo son aún más por lo que, bajo en argumento de la poca experiencia, se nos excluye de los espacios de deliberación pública. Sin embargo, más grave que la falta de mujeres jóvenes en cargos públicos, es nuestra precaria participación en las políticas públicas dirigidas a nosotras o que impactan nuestra vida. Tal parece que no fuera necesaria para la definición de programas públicos nuestra opinión sobre la realidad que nos afecta y las alternativas que ubicamos. Como resultado de esta exclusión, el nivel de conocimiento y acceso de las mujeres jóvenes a los programas públicos es sumamente limitado, lo cual responde, entre otras cosas, a la falta de estrategias cercanas a nuestras expectativas y condiciones de vida.
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Violencia. Esta es otra problemática que compartimos con mujeres de todas las edades. Sin embargo, hay tipos específicos de violencia que enfrentamos las mujeres jóvenes que no han sido lo suficientemente analizados y Elige México 2005
visibilizados en la agenda del movimiento. Algunos ejemplos de estas formas de violencia son: el acoso sexual en la calle, los feminicidios, la violencia en el noviazgo, la violencia contra el cuerpo de las mujeres jóvenes utilizada por los medios masivos de comunicación, etc. •
Embarazo adolescente. Este es un tema ampliamente analizado por el movimiento, sin embargo, muchas mujeres jóvenes consideramos que este análisis no se ha centrado en el derecho a decidir, sino en los riesgos de que una mujer adolescente tenga un hijo o hija. En los talleres y encuentros realizados, varias mujeres jóvenes comentaron que este es un tema en el que como jóvenes debemos tener una postura más clara ya que, si bien compartimos la preocupación por los riesgos que implica, también ubicamos casos en los que el embarazo ha sido producto de una decisión autónoma; la cual tendría que ser respetada y se tendrían que garantizar las condiciones para su buen desarrollo.
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Limitaciones al ejercicio de la sexualidad. Uno de los espacios de mayor restricción de la autonomía de las mujeres jóvenes es la sexualidad. La familia y las instituciones educativas en general, han ejercido una normatividad implacable en contra de la sexualidad de las mujeres jóvenes, promoviendo valores como la virginidad y el miedo, imponiendo castigos y restringiendo información necesaria para el pleno ejercicio de la sexualidad. Para muchas mujeres jóvenes, la lucha por una mayor libertad sexual; lo cual contempla sin duda la exigencia por mejores condiciones para ejercer una sexualidad diversa, es un tema central de autonomía y de salud.
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El poco acceso al trabajo y a un trabajo bien remunerado y con seguridad social. A pesar de que las mujeres jóvenes tenemos mayor acceso a la educación y estamos más preparadas para el empleo, cada vez nos es más difícil acceder a un empleo y a un empleo digno. Estudiar ya no es garantía de acceder al mercado de trabajo y las políticas de flexibilización laboral han sido aplicadas sobre todo a las mujeres jóvenes.
Concluyendo... Estas son solo algunas de las reflexiones surgidas en los encuentros y talleres de mujeres jóvenes ocurridos en el FSM, las cuales es necesario seguir profundizando en todos los espacios en los que las jóvenes nos encontremos: entre nosotras, con compañeras de otras generaciones y con otros actores. En lo personal, la oportunidad de reconocerme en otras jóvenes de la región y tener la oportunidad de escucharnos, de compartir nuestras problemáticas y de construir sueños y expectativas comunes, fue una experiencia fundamental que sin duda será un impulso en mi vida personal y en mi activismo.
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