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Champiñon_ (Cuento Alberto Álvarez
_Champiñon_
Te veo aún en mis sueños, me levanto con el frío de la mañana, con esa mezcla de cansancio y entusiasmo que me invadía mientras me colocaba los tenis para correr y salir en pijama, por otra parte, tú, girabas en círculos cuando escuchabas el tiritar de tu cadena, recuerdo ese brillo en tus ojos mientras sujetaba tu collar, mismo collar del que te liberaste en repetidas ocasiones. Tardé en reconocerte como el experto que eres en maniobras de escapismo, aún me recrimino el no haber aprendido esos trucos para usarlos hoy que las correas del trabajo y los problemas sin importancia me aprietan un poco más el cuello. El ritual de los paseos no es, por supuesto, lo único que extraño, también la mirada que bauticé como “por favor, cinco minutos más” tuya cuando el reloj decidía por nosotros que era hora de volver, entiendo que si hubiese sido por ti, marcharíamos en un éxodo infinito. Caminar y contemplar, debo aceptar que no eran de mis fortalezas, pero por alguna razón, mis pies seguían tu paso, caminaban tu camino, el de nuestro propio clan.
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Extraño tu presencia, a veces tan discreta, cual fantasma de la fuerza o un patronum que alejaba los dementores que yo mismo invocaba a veces sin darme cuenta. Extraño los días nublados que transcurrían lento mientras comíamos champiñones y veíamos la trilogía de Parque Jurásico en la pantalla que aún no termino de pagar. La vida a créditos. Ahora vengo a entender también que hay ciertos plazos que te molestan porque terminen, no te quedas con nada físico, todo al final se vuelve intangible. Los recuerdos, los olores, los lengüetazos en la cara, los pelos ocultos en la ropa, que encuentras de vez en cuando y te dicen “recuerda” mientras una sonrisa se dibuja bajo en cubrebocas y los ojos se van llenando de
Te veo aún en mis sueños, también te veo por videollamadas, en ocasiones lloro y mientras eso sucede, ladeas un poco la cabeza, siempre a la derecha, el movimiento es ligero, casi imperceptible, simulas no entender lo que me pasa, lengüeteas la pantalla y me miras fijamente antes de despedirnos.
Tomo a sorbos el café en turno de los días ya sin fecha, ni hora, y te siento pasearte por el cuarto, escucho tus suspiros, tus pisadas, y de vez en vez, cuando los días están llenos de nostalgia y ganas de correr sin sentido hacía la vía o caminar al exilio o ser el nómada que pretendí hace mucho, mi mente te trae de nuevo conmigo, para caminar juntos, te imagino revolcándote en la tierra mojada por la lluvia que ya no es molesta, al contrario, creo que ha empezado a abrazarme.
-Mi nombre es Alberto Álvarez. Escribo desde los 7 años, cuándo mi madre encontró los cuentos anotados en las hojas de los exámenes de sus alumnos, y lejos de regañarme, al día siguiente me compró una libreta para que tuviera un lugar donde escribir cosas. Estudié psicología, actualmente divido mi tiempo, entre saludar y acariciar perritos en la calle, conectar personas sin empleo con trabajos remunerados y con prestaciones, dar consejos que son muy buenos, pero personalmente no llevo a cabo, y también escribir textos que casi no publico.