_Champiñon_ Te veo aún en mis sueños, me levanto con el frío de la mañana, con esa mezcla de cansancio y entusiasmo que me invadía mientras me colocaba los tenis para correr y salir en pijama, por otra parte, tú, girabas en círculos cuando escuchabas el tiritar de tu cadena, recuerdo ese brillo en tus ojos mientras sujetaba tu collar, mismo collar del que te liberaste en repetidas ocasiones. Tardé en reconocerte como el experto que eres en maniobras de escapismo, aún me recrimino el no haber aprendido esos trucos para usarlos hoy que las correas del trabajo y los problemas sin importancia me aprietan un poco más el cuello. El ritual de los paseos no es, por supuesto, lo único que extraño, también la mirada que bauticé como “por favor, cinco minutos más” tuya cuando el reloj decidía por nosotros que era hora de volver, entiendo que si hubiese sido por ti, marcharíamos en un éxodo infinito. Caminar y contemplar, debo aceptar que no eran de mis fortalezas, pero por alguna razón, mis pies seguían tu paso, caminaban tu camino, el de nuestro propio clan. Extraño tu presencia, a veces tan discreta, cual fantasma de la fuerza o un patronum que alejaba los dementores que yo mismo invocaba a veces sin darme cuenta. Extraño los días nublados que transcurrían lento mientras comíamos champiñones y veíamos la trilogía de Parque Jurásico en la pantalla que aún no termino de pagar. La vida a créditos. Ahora vengo a entender también que hay ciertos plazos que te molestan porque terminen, no te quedas con nada físico, todo al final se vuelve intangible. Los recuerdos, los olores, los lengüetazos en la cara, los pelos ocultos en la ropa, que encuentras de vez en cuando y te dicen “recuerda” mientras una sonrisa se dibuja bajo en cubrebocas y los ojos se van llenando de 13 KIOSCO VOLADOR