De lo espiritual en el arte. Obertura Palabras inaugurales de la curadora María Iovino el jueves 14 de julio de 2016 en el Teatro MAMM Los períodos, como el presente, en los que se procesan grandes adelantos y se amplía radicalmente el conocimiento en muchas áreas son, paralelamente, tiempos de redescubrimientos. Es natural que mientras más se ilumina un territorio mejor se pueda comprender lo que se ha sembrado allí y que esto se haga de manera más articulada. Las miradas retrospectivas ganan mayor sentido en estas circunstancias, e impulsan relecturas a los grandes pensadores, a los pioneros olvidados, a los creadores que señalaron derroteros, e inclusive, muchas veces, a quienes se juzgó de herejes o dementes. Aún entre personalidades tan intensamente estudiadas e incorporadas en muchos imaginarios, como Leonardo da Vinci, caben reposicionamientos decisivos, como lo demuestran las más recientes investigaciones del físico Fritjof Capra. De acuerdo con las investigaciones de Capra, Leonardo es el primer pensador moderno de la historia, antes que Galileo Galilei; y es, además, un anticipado de la ecología y del pensamiento de sistemas o de las concepciones holísticas en las que hoy se indaga tanto. Este artista es una referencia clave en un momento en que los valores, la manera de percibir y de pensar están llamados a experimentar cambios radicales que sintonicen con las propuestas integradoras y totales por las que abogan los sectores progresistas de la ecología y de las ciencias en general, sean éstas humanas o empíricas. El cuerpo orgánico de conocimiento estructurado por Leonardo revela una habilidad excepcional para interconectar observaciones a través de las cuales hace descubrir a la existencia como a una red vital compuesta de muchas redes. El artista organizó estas representaciones a partir del conocimiento de la naturaleza y de la contemplación del espíritu, pues no concebía al espíritu separado de la materia en su movimiento y transformación constante. De hecho, cuando, de igual manera, con 500 años de anticipación a las demostraciones de la física, Leonardo consignó en sus cuadernos que el observador altera el hecho observado, entendía que esa interacción ocurría desde el alma. Solía expresar: los ojos son ventanas del alma. El físico Nassim Haramein, sostiene que si el encuentro entre Richard Buckminster Fuller y Albert Einstein se hubiera prolongado más allá de la hora en que estas dos grandes mentes alcanzaron a conversar sobre las coincidencias de sus investigaciones y desarrollos, la ciencia se habría anticipado en dar un salto definitivo varias décadas atrás. En la comprensión de la geometría y de su movimiento orgánico, Buckminster Fuller había detectado elementos claves que precisaba la matemática de Einstein para
proseguir en su ecuación hacia la teoría del campo unificado. Por otra parte, Buckminster Fuller había advertido, como lo ha hecho un sector de la física en días recientes, que lo que llamamos amor es una fuerza universal que aglutina. Él la llamaba la gravedad de la metafísica. Las valiosas lecturas que ofrece el mundo de la ciencia al mundo del arte contribuyen a despertar la mirada al hecho de que en las observaciones agudas y profundas de un artista potente lo normal es que sucedan descubrimientos importantes y transformadores. También es evidente que los procesos de un artista los moviliza la fuerza de su espíritu. El arte le otorga rostros al espíritu y el artista expresa el suyo y el de su momento, al cual, generalmente desborda. En la manipulación consciente de la materia el artista penetra las estructuras de la forma y de la energía y, en esa medida, está impelido a superar las convenciones del mundo físico, que generalmente coinciden con las de su contexto amplio y cercano. El arte maniobra, desde una percepción distinta los mismos asuntos que atiende la ciencia y, en un número diciente de casos, se le anticipa en elucidaciones. Esto se debe precisamente a la integralidad de sus procesos. Los procesos del arte involucran al espíritu, al análisis intelectual y a la experimentación formal. El trabajo complejo y lúcido en esos campos le permitó a artistas como Leonardo, Kandinsky, Klee o Gego (Gertrud Goldschmidt) ver de manera distinta a la gravedad. Ellos percibieron que la gravedad no es una fuerza fuerte, como lo anuncia la física hoy. Por ello entendieron que el ser humano, en todos los sentidos, es libre para volar. Nosotros somos todavía herederos de la mirada mecanicista del universo, de la visión cartesiana y de las interpretaciones materialistas y estas miradas juntas generaron la distorsión de que el arte es un asunto racional, que se puede explicar o comprender a partir de discursos o de fórmulas intelectuales. La publicación más conocida de Kandinsky, De lo espiritual en el arte, entre otras observaciones, rebate esos argumentos y anuncia el retorno de la importancia del espíritu al campo del arte y, con ello, la de una observación y un proceso constructivo atento a las resonancias entre imagen, estructura, forma y sonido. Es decir anuncia una mirada integral que reconozca equivalencias. Pensadores como Kandinsky y Carl Jung fueron movilizadores de conocimiento ancestral y organizaron sus reflexiones en armonía con él, con el entendido de que había que superar los errores ocasionados por el cientificismo con sus sospechas y burlas hacía lo metafísico. Esto, mientras se recuperaba la compleja realidad del alma con el desarrollo de herramientas válidas para interpretarla y permitirle interactuar de manera equilibrada con otras esferas de la realidad. Dos guerras mundiales, y, las que han surgido después alrededor del planeta, han comprobado con demasía que en el fortalecimiento de la ciencia sin alma hay una justificación intelectual para desencadenar el horror y para abonar una vida sin
piedad. Con ese entender, varias décadas después de que se publicara De lo espiritual en el arte y de que se cerrara el camino al sueño que creció en la Bauhaus, Joseph Beuys promovió una propuesta estremecedora por la recuperación del espíritu y la consciencia de la educación en este sentido. Con él resonaron, aún sin que existiera diálogo, Buckminster Fuller en los Estados Unidos y otros artistas menos conocidos a nivel planetario entonces, como Carlos Rojas en Colombia, Anna Maria Maiolino en Brasil o Manuel Casanueva en Chile. Otros artistas, como es el caso de Gego en Venezuela, no estructuraron ni organizan hoy un pensamiento en torno al alma, ni defienden verbalmente su lugar, no obstante, su reflexión coincide con la de los predecesores y actualizadores de los entendimientos de la totalidad y los sistemas. Una de las grandes imágenes mentales a que nos llevan estos entendimientos es la del reduccionismo y, así, el error, que comporta la lectura encapsulada o la que hace literales las situaciones que indaga. Gego, Kandinsky, Reverón y la generalidad de artistas que reúne esta muestra, presentan opciones de ingreso a los órdenes que llamamos abstractos o anteriores, a través del camino de la estructura o del de la disolución de toda forma en energía esencial, que puede ser luz u oscuridad. Los amantes de las leyes abstractas pueden entenderse como guías que iluminan nuevas perspectivas de la existencia. Su indicación permite volver al sentido y al ser como un todo material y espiritual, y ello es mucho más necesario cuando los códigos, los paradigmas o los lenguajes que posibilitan los acuerdos sociales ya están agotados y su obsolencia obstaculiza la evolución. El empeño de Xul Solar en comprender en un perspectiva nueva, no sólo el mundo, sino el universo, es signo de un entendimiento adelantado del momento que estamos presenciando. Estamos armando algo nuevo en la historia humana: otras estructuras políticas, otras organizaciones sociales y otras rutas de movilización -inclusive hacia el espacio-, otras economías, otras estructuras energéticas y urbanas, otras estrategias educativas, etc. Xul presentía que había que empezar por reinventar el idioma y así creo la panlingua (una lengua de todos, hecha con elementos de las lenguas de todos). Inventó también el neocriollo, (que es una suerte panlingua especial para América Latina, hecha entonces de español portugués, herencias negras e indígenas). Reinventó el piano. El suyo fue un piano hexatonal, con guías en color para acelerar el estudio del instrumento, al que inclusive podrían acceder los ciegos por sensitividad, porque también grabó incisiones en sus teclas. Pero además, Xul creó su propio I Ching, su propio idioma esotérico y en éste, su alfabeto fueron los San Signos. Inventó además su propio tarot, su propio ajedrés y su propio fútbol, que se jugaba con varios balones. Hablaba en esperanto e instaba a sus amigos a hacerlo también. Fue escritor, crítico y poeta y entre todos esos oficios
reinventó la pintura. Fundió todos sus conocimientos para estructurar un nuevo código pictórico que entendía como un instrumento sanador. Estas pinturas de Xul Solar, decía él, emiten una vibración reorganizadora que sana lo que se ha desarmonizado en los seres y en el planeta. Borges, el gran amigo de Xul Solar, la primera vez que habló de él después de su muerte recordó que Xul había sido el único ciudadano del universo que había conocido en su camino y que la grandeza del alma de Xul no se podía presentar sino con su propio nombre: Xul Solar, un nombre que además él mismo creó; Xul por Luz o lux, Solar por el sol. Borges decía que hablar de Xul era como hablar de la luna. Solo hay un nombre para reconocerla y ese nombre es luna. En el entender de la ampliación de los encuentros que hay que hacer y que muy probablemente conducirán a la organización de nuevos lenguajes hay otro artista en esta muestra. Él es Ariel Guzik. Guzik está trabajando con cetáceos en este momento. Con cuarzos y con metales de alta resonancia, él y el laboratorio de investigación del que hace parte, apoyados por asesores especializados en Alemania, han creado aparatos nuevos y especiales que emiten y reciben resonancias. La serie de trabajos que está acá hace parte del cuerpo de anotaciones de la nave Narcisa. Un proyecto de muy altos costos que tiene apoyo en distintos países del mundo. Mar adentro, en el océano Pacífico Guzik y su equipo ingresan cuerpos resonantes con los que se relacionan los cetáceos. Las vibraciones que emiten esos aparatos son amigables y los atraen. Son amigables por los materiales de que están hechos, sobre todo los cuarzos. Ya han logrado resultados importantes en el encuentro, que demuestran que comienza un reconocimiento. Ya los miembros del equipo de Guzik y las ballenas han logrado convivir durante horas en el mar mientras ellas rodean el barco en el que se realiza la experiencia. En el decir de Guzik lo que se busca ahora exactamente es un encuentro no una conversación, un cruce de miradas que baste para reconocerse. Este es un volverse a ver con comunidades que llevan en su genética la memoria milenaria de la existencia en el mar. En este trabajo hay mucha ciencia pero no por ello una búsqueda científica. Hay una condición espiritual de reconocer, respetar y convivir. Como explica Ariel Guzik, él, al contrario de la ciencia no está interesado en revelar misterios sino en aceptarlos y en vivir con ellos. Vuelvo a que las que se pueden ver aquí en esta sala son imágenes de bitácoras salidas de esos viajes de encuentros. En mi entender éstos son instrumentos muy valiosos para el momento en que ya se pueda pensar en un lenguaje. Los lenguajes han salido siempre de las imágenes. Las sintetizan, las integran, las unifican hasta devolverlas al mundo del sonido. No hay lenguaje sin que primero haya imagen. Ese entendimiento lo aportan en este espacio Xul Solar y Ariel Guzik.
María Callas decía que cuando se logra dominar un instrumento tan difícil como la voz, que está expuesta a ser afectada por tantas cosas, como el ambiente, las emociones, el clima, el público y muchas cosas más, hay un éxtasis y en ese éxtasis, que es un estado superior, un estado de creación y de realización, es en el que se embarca el espectador. Para que esa suma de encuentros con el espíritu se logre se requiere que los lenguajes sean diáfanos, depurados, afinados y que ellos hayan crecido en el corazón del entendimiento. Por lo pronto los instrumentos resonantes de Guzik han verificado que las resonancias afinadas acercan a seres importantes y delicados y que propician reencuentros pacíficos. Estamos buscando salir de las guerras en todo sentido, del abuso con el propio planeta, con los demás, con el otro en general, llámese persona, animal, tierra o flor. Para acabar con el maltrato y con la destrucción, con la barbarie de la ignorancia primero nos tenemos que mirar como seres. La cartilla del arte teórico ha traído consigo mucha confusión y ha maltratado demasiado entre tanto al sentido y a la estética. El arte por más que se quiera y que se busque no se puede explicar, es un lenguaje supremo del mundo sensorial y para hablarlo se necesita destreza con la forma, con la materia, con la visión. Quizás estas imágenes únicas de Claudia Andujar puedan dar fe de que es así. A todos nos inquieta saber cómo es el viaje hacia el alma que experimentan las comunidades portadoras de saberes ancestrales mediante el uso de plantas. El conjunto de imágenes chamánicas desarrollado por Claudia Andujar no nos dice siquiera cómo es ese viaje sino que nos lleva a él; como la voz de María Callas nos adentra en la auténtica experiencia del amor. Hoy la filosofía, la misma ciencia y el arte están recuperando el valor del amor para la adecuada comprensión de la vida y de todo lo que la expresa. Quizás la obra que más abiertamente lo deja ver así en estos últimos años es Interestelar de Cristopher Nolan. En esa obra, el amor es el que propicia las soluciones porque es la fuerza física que une. En Interestelar, después de un viaje desde distancias inimaginables en el espacio estelar esa fuerza llamada amor llega a esta fuerza llamada tierra y actúa como pegante que permite que se encuentren mundos separados. Nolan le da de esta manera una imagen a la gravedad metafísica de la que hablaba Buckminster Fuller. En las famosas clases de Rostropovich dedicadas a Bach, él comenta la dificilísima experiencia que fue formarse y trabajar como artista en un medio defensor del materialismo y de la objetividad, en el que los sentimientos estaban encarcelados, acusados y subvalorados. Qué arte podía florecer o manifestarse allí? El exilio era la huída de esa asfixia, en la que quedaron sepultados los sueños de los constructivistas y de los suprematistas entre otros. Esos equívocos del intelecto se expandieron por el planeta y crecieron como una plaga devoradora que se unió al cartesianismo en contra de la experiencia espiritual.
Artistas como Carlos Rojas sufrieron esa incomprensión. Con la consciencia de que todo lo que se dijera acerca de su mística sería atacado e invalidado, Carlos Rojas aceptó su reconocimiento amplio como un artista abstracto geométrico, seguro de que el siglo XXI traería consigo las herramientas para una lectura mas suficiente e inclusiva de la espiritualidad y así mismo, de su obra. Por la misma razón, al cuestionamiento reiterativo acerca de su distancia con los problemas políticos de su país, prefirió responder con el silencio, convencido de que su respuesta no sería comprendida. Y su respuesta era que la política naturalmente está comprendida en el orden geométrico porque éste reconoce a la realidad como a un sistema. Carlos Rojas, como Leonardo, como Buckminster Fuller, como Gego, como Mónica Girón, como Xul Solar, como Mateo López, como Nicolás Bacal y Nicolás París, como Cesar González, como Marcius Galan y como todos los artistas que estamos honrando en estas salas del MAMM entendía que cada aspecto que se pretendiera estudiar, alterar o cambiar tendría que serlo atendiendo primero el sistema al que está vinculado, porque un movimiento en una pieza repercute en todo el engranaje. Algo no cambia sin que cambie el sistema. Pero además Carlos Rojas entendía, al igual que Leonardo da Vinci, Kandinsky, Itten, Klee, Beuys, Jung, o Buckminster Fuller, que la materia es expresión del espíritu y eso quiere decir que el foco de atención antes que la materia tiene que ser el espíritu y el que hace ver el espíritu con contundencia es el arte. Hoy, en el clima de búsqueda de la paz para nosotros el espíritu comienza a ser un ítem, pero todavía mínimo y dentro de una noción de cultura aún muy pobre. Pero no solo es pobre la noción de cultura. Lo primero que es muy deficiente es la noción de sociedad y la valorización de lo individual en ella. Lo hace ver con claridad la gran carga de error que hay en los términos social y sociedad. Se entiende que el proyecto social es el que se dirige a los sectores deprimidos y mientras tanto, se nombra como sociedad al grupo favorecido. No hay individuos con alma en estas formas de agrupar. Solo conjuntos que merecen o desmerecen, de buen o de mal gusto, de buena o de mala educación. En concepciones de este orden no cabe el arte en el sentido pleno de la palabra porque para que haya arte primero tiene que haber ser. Ser que lo produzca y ser capaz de leer. A eso se refiere el cuestionamiento famoso de Shakespeare: Ser o no ser. No se trata de conocer el método se trata de ser. Hoy abunda la convicción de que hay mucho entusiasmo por el arte y un crecido grupo de conocedores. Kandinsky afirmó que momentos como éstos (él fue protagonista de uno similar en el comienzo del siglo XX) son el indicio de que las cosas tienen que cambiar. No pueden existir métodos de lectura para las obras de arte porque el del arte es el territorio de lo indecible, de lo sensible, cada uno lo descubre desde un espacio individual y con herramientas individuales, siempre cambiantes, siempre nuevas, porque también hay espíritu del tiempo. Mirarlo de otra manera es un absurdo que solo se puede fortalecer en el desorden. Por eso mismo, los grandes de lo espiritual en el arte se concentraron en revelar estrategias de orden, de estructura y
de composición en la geometría. Por lo mismo, en estas salas abunda la geometría, aún en sus manifestaciones más orgánicas. En los organismos, en el movimiento, como tanto se preocupó Leonardo en hacerlo ver, hay una razón geométrica, hay matemática y la perfección que permite la continuidad y la permanencia del movimiento. El movimiento y las fuerzas que lo determinan en el espacio viviente son un motivo de indagación de la obra de Anna Maria Maiolino. Todo su trabajo habla de la continuidad, de la permanencia, de la eternidad y del constante cambio de lugar de la materia en el infinito en permanente creación. Estos trabajos que están acá pertenecen al conjunto de dibujos en los que la artista descubre que lo que llamamos azar es un trazado que lleva su propia fuerza, su propia dirección, su propio destino. Ella derrama la gota en el papel y le permite que se mueva, casi como en un descubrimiento de sus recorridos. Estos otros trabajos, que no están acá en el MAMM, nos dejan ver que los hilos que atraviesan unen y cohesionan los espacios. En otros trabajos como en este, el hilo marca la línea de la vida y la del tiempo como creación. Estas son madre, hija y madre de la madre. En las creaciones de arcilla de la artista, que son las que más recientemente le han dado un gran nombre internacional, el material mismo es la eternidad, la permanencia y la mutabilidad. La misma arcilla es formas distintas en uno y en otro espacio. Ella la moja, la devuelve al fluido original y la manipula de nuevo en cada nueva ocasión, creando formas y formas y formas. En las manos de Gabriel Orozco hemos visto la increíble manifestación de la fuerza de la creación en las posibilidades más diversas e inesperadas. Eso hace que Orozco parezca un artista fuera de las reglas geométricas pero no es así, también la geometría es la plataforma en la que se mueven las rutas por las que se moviliza su concepción de la imagen. Quizás entre las obras más reveladoras al respecto se encuentren este trabajo (Mis manos son mi corazón) y la espléndida serie del Samurai tree, que en cada versión es deleite compositivo y clarificador acerca de las infinitas posibilidades de la organización bella y armónica. Al igual que Anna Maria Maiolino, Gabriel Orozco está interesado en la comprensión del tao y en el ejercicio de la consciencia. Su pasión por el bumerang es un reflejo de su inquietud por entender el equilibrio en el que actúan y se movilizan las fuerzas en el espacio. Su casa observatorio de la playa en el pacífico, es otro proyecto que manifiesta, a través del diseño de la arquitecta Tatiana Bilbao, que el orden que le interesa a Gabriel Orozco es el universal. Es decir, el del planeta y el de la vida en el planeta con relación por supuesto, al cosmos.
Intereses similares se expresan en la obra de Gego de una manera eminentemente estructural. La lectura de la Sabiduras, publicación que organiza los textos escritos por la artista con el propósito de aclarar sus reflexiones y también, de organizar los puntos de trabajo en sus clases en la facultad de arquitectura en la Universidad de Caracas, deja entender que Gego también desarrolló una comprensión sistémica de la existencia, o una comprensión universal, como la llamaba Leonardo. La desarrolló en su ejercicio continuo de elucidación de la imagen y de su estructura. En ese trabajo se le reveló que todo, absolutamente todo es interdependiende, que cada cosa hace parte de redes interconectadas en ritmos variables, los cuales pueden ser discernibles a través de una estructura básica, que posibilita el movimiento y la flexibilidad, y esa estructura es la triangular. Sabiduras toma el nombre de la caja en la que Gego guardó los papeles que escribía. María Elena Huitzi, la investigadora que tuvo a su cargo el estudio y presentación de estos documentos para su publicación, aclara que Sabiduras podría ser sabidurías dicho por una alemana que nunca habló perfectamente el español. Así tejeduras, como Gego llamaba a sus trabajos en tejido, podría ser tejedurías pronunciado en el español de la artista. Las tejeduras aclaran cabalmente que Gego sabía, como lo saben las culturas ancestrales, que nuestra existencia es un tejido inmenso, que se arma en una infinita variedad de puntadas y de ritmos. En las Sabiduras hay unas páginas dedicadas al Tantra y a los mándalas del Tantra que Gego pudo haber conocido en una exposición en Venezuela en el comienzo de los años 70. Es una observación que hace María Helena Huitzi. Yo pienso adicionalmente que Gego hablaba mucho de la Bauhaus y de Gropius y en la Bauhaus la gran mayoría de los maestros tenía una plataforma teosófica muy fuerte. Y ellos, además, eran cercanos a Steiner, que era antropósofo y que fue presidente de la sociedad teosófica. Pero tampoco se requiere de toda esta explicación para pensar en Gego como una artista que más allá de cualquier justificación en credos, contribuye a comprender lo que significa el espíritu en la inenarrable complejidad de los sistemas que hacen la vida. El que entiende la totalidad no la puede excluir o separar del alma. De igual manera pienso en Reverón. En la conocida película de Margot Benacerraf se recuerda un decir del artista que nos hace ver hasta donde llegó Reverón. Ese decir es: solo hay luz y lo demás es m….. No importa si Reverón discriminó o no una estructura en la luz. Reconoció que todo era luz. Comprender la luz como estructura formal y colorística es un trabajo que hacen muchos artistas que se honran en esta muestra. Entre ellos, Itten, Kandinsky y Paul Klee, quienes avanzaron sobre la teoría del color de Goette. Lo que siento importante es que Reverón fue consciente de la unidad, y que eso lo hace un anticipado de la comprensión que crece en los días actuales. No importa si
hablaba del niño dios o no. Lo que importa fue que se asomó a la unidad de los sistemas y que subió un peldaño decisivo para el arte de latinoamerica, que es el que nos ha ayudado a abrir los ojos en es esta parte del mundo de manera fundamental. Entre Reverón y Gego está Marcius Galan. Él es luz disuelta y estructura al mismo tiempo. Es unidad. Y por serlo es un aporte en el camino de la comprensión de lo total. El trabajo que nos entrega acá Marcius Galán es como un prisma que también habla de ilusión, del sueño de la visión. La composición de Marcius Galán habla de la diferencia entre verdad y realidad, habla de la abstracción que es todo, no solo aquello que solemos llamar abstracto. En Sección diagonal hay una pintura, que es una instalación, que es un vacío, que es nada y que es una escultura. En ella hay una llamado estremecedor a entender lo que significa la percepción y a recapacitar acerca de los errores a los que nos conduce. Esta es una propuesta demasiado significativa cuando estamos llamados a cambiar la percepción y, hacerlo, supone una tarea mucho más dura de lo que llegamos a imaginar. Einstein, en sus años como pacifista y profesor de una física de la cual no podía conversar en aquel entonces con más que con 9 personas en el mundo entero, advertía que es mucho más sencillo romper un átomo que un preconcepto. Los preconceptos son más resistentes que el acero, más resistentes que las fuerzas que conocemos. Otra vez quiero de nuevo dar las gracias a María Mercedes González y a Emiliano Valdés, como a cada persona que ha colaborado inmensa y entusiastamente en este museo. Por ellos se pueden ver por primera vez en Colombia dos obras del artista brasilero Bispo do Rosario, una de esas monumentalidades que todavía nos falta entender demasiado para atravesar su obra. Bispo oyó una voz que le hizo un dictado y a eso le debió una reclusión en el sanatorio en el que desarrolló toda su obra y del que tampoco quiso volver a salir a pesar de que llegó a ser una celebridad antes de morir. El dictado lo bordó y lo construyó con cada objeto que encontró. Desbarató uniformes, sábanas y tejidos del hospital para tener hilos y con ellos creó un mundo colosal. Tenía la misión de hacer un inventario de este mundo antes de encontrarse con Dios y para ese encuentro jubiloso también se hizo una capa y unas vestiduras especiales. Sin Bispo no habría Leonilson ni muchas otras cosas grandes que después han florecido en Brasil y que todos necesitamos para aprender a integrar, a incluir, a reconocer y a amar. Nuestra integración si de verdad vamos a dar un salto evolutivo como humanidad tiene que ser compleja, inteligente, exigente, ambiciosa, poética, profundamente humana, y ésta no se consigue sin espíritu. En Mónica Girón hay un procesamiento de esas herencias de las que hemos hablado. Piensa en todo simultáneamente: en la espiritualidad como ciencia, en la existencia como complejidad, en el movimiento como en la formación de un tejido infinito, en el color y en la forma como espectros de la luz y del alma y en el artista como un agente de consciencia.
Artistas más jóvenes como Mateo López, Cesar González, Nicolás Paris o Nicolás Bacal nos dan la claridad de que vamos hacia otras dimensiones, hacia otros encuentros. Y dejan ver también que los mundos emergen de la nada impulsados por la voluntad creativa. Kandinsky decía que basta un punto para germinar un plano y en estos trabajos los vemos claramente. No quiero terminar sin pedir un reconocimiento especial para dos grandes pilares del desarrollo de la espiritualidad en el arte en Colombia: Carlos Rojas y Gregorio Cuartas. A Carlos Rojas lo conocí mucho. Después de su muerte, de la que se cumplen 20 años en pocos meses, he seguido indagando en su sabiduría interminable. Cada vez entiendo más que para comprender un ser tan grande como Rojas hace falta entender mucho el infinito del que hacemos parte en lo micro y en lo macro. A Gregorio Cuartas lo conozco más recientemente y cualquier admiración que pueda expresar hacia este ser de nobleza es poca. Me he dispuesto a entender la belleza angelical que él es capaz de producir e invito a que este autodidacta que rompió todas las barreras para ser un artista y un arquitecto se le estudie y se le recupere para el arte de Colombia en la grandeza que merece. Invito a conocer su obra en los monasterios de Guatapé. Concluyo expresando otra vez agradecimiento por quienes me trajeron acá y apoyaron mi iniciativa y con agradecimiento hacia los directores y trabajadores de la capilla Rothko. La bondad que está en el centro de la misión de la capilla tratará de replicarse acá con un programa especial que incluye varias programaciones. Propongo conocer más ampliamente a estos gestores de la conciliación y de la paz, que tienen al inmenso Rothko en su nombre; al artista que nos llevó a la más impronunciable introspección a través de una poética escrita en color. Expreso mi agradecimiento también al equipo de la Sagrada Familia en Barcelona por apoyarnos para enseñar a Gaudí. Cuando hablamos de crecimiento y de expansión nuestro imaginario se va al espacio, olvidando que la tierra empieza ser ahora menos conocida que la luna, o que marte y que la tierra hace parte decisiva de la expansión evolutiva. Nunca podrían desatenderse a ese respecto los impresionantes descubrimientos de Gaudí. Gracias.