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Corrupción y política

Una de las razones de las crisis políticas, que ocurren hoy en diversos países del mundo, tiene que ver con la corrupción de la clase política gobernante; una situación que sólo podría ser superada si se enfrentan las causas de fondo de este grave problema ético y legal.

Una de las causas estructurales que incentivan a la corrupción tiene que ver con el modelo de sociedad que hoy impera en el mundo; siendo necesario, por lo tanto, impulsar un proceso de educación en nuevos valores, que pongan en entredicho los valores sociales como la búsqueda del beneficio individual, el consumismo y el desmedido afán por la riqueza material (la concupiscencia) y la codicia.

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Otra causa de fondo tiene que ver con el tipo de modelo político vigente en la sociedad, sobre todo si se trata de un modelo que hace permeable el cometimiento de actos ilícitos en el manejo del Estado y la impunidad.

En el caso de Ecuador, por ejemplo, durante los Gobiernos anteriores y en el Gobierno actual se ha asistido a una permanente búsqueda del control de los diversos órganos del poder político estatal, particularmente de órganos como la Contraloría, la Fiscalía, la Procuraduría, el Consejo de Participación, las Cortes de Justicia, el CNJ y las diversas Superintendencias, anulando con esto la posibilidad de los frenos y los controles necesarios, que conlleve a una auténtica división e independencia de poderes del Estado. Un control con el objetivo de garantizar impunidad para los actos de corrupción; impunidad que, a su vez, ha estimulado en incremento de la corrupción.

Por otro lado, la presencia de una democracia meramente representativa, donde la participación de la gente se reduce a depositar un voto en elecciones, sin que intervenga de una manera activa y permanente en los asuntos públicos y del Estado, también ha contribuido a la corrupción de políticos, burócratas y altos funcionarios del Estado; por lo cual, el enfrentamiento a la corrupción debe implicar la construcción de una democracia participativa.

Finalmente es necesario trabajar por un cambio en la cultura política, que permita superar aquello de que “político que no roba es tonto”, y que promueva valores como el mérito, la honestidad, y la lucha por los ideales y no por el dinero. (O)

Narrativa y periodismo

En el auge de la discusión política de esta semana, un tema sigue siendo la constante: la narrativa en el periodismo de investigación. Curiosamente la conversación sobre la narrativa periodística ha sido asociada con la calidad y con la ética del trabajo periodístico. Es decir, las formas por encima del fondo. El debate -que raya en acusaciónsurge a partir del estilo que utiliza el medio digital La Posta para entregar información sobre los resultados de un trabajo de meses de investigación asociados con los cobros por contratos en empresas públicas, gestio- nes desde personas del sector privado para conseguir cargos y luego favores. Personas de las que, a su vez, se ha puesto en duda la honestidad de sus intenciones. Algunas de ellas dentro del círculo cercano del presidente Lasso.

Lo que me ha llamado la atención es que la crítica desde este sector del periodismo no se hace sobre si hay o no profundidad en los hallazgos, o sobre la ratificación que poco a poco los entrevistados hacen de los audios y los documentos, sino que el periodismo ha publicado información archivada y reservada, que el dueño del medio ha fungido como un actor político más al atender el llamado de la Comisión de la Asamblea Nacional. Que los fondos, el color, el lenguaje y los términos son muy genéricos. Que hay una narrativa empleada en la información con la intención de desestabilizar.

La narrativa cobra protagonismo cuando la defensa ante los argumentos resulta limitada. Así el país vuelve a un contexto de discusión en el que, nuevamente, es la confrontación con el mensajero lo que impera, en lugar de discutir el contenido del mensaje. (O) @avilanieto

Necesidad De Acuerdos

Asentados los sustos del agotamiento del modelo socialcristiano en Guayas, los votantes que dieron el triunfo al nuevo mimado del correismo, en algunas mesas con diferencia de 5 a 1, esperan de la propuesta de Aquiles Alvarez, eficacia en los resultados. Sus ofrecimientos hacen pensar que se desmarcará rápidamente de la “disciplina partidista” populista dirían sus detractores, para implementar la estrategia técnica y dotar de agua potable sin arena, lograr un saneamiento ambiental sostenible, reducir la carencia de vías medianamente transitables, devolver el verdor a los parques, e implementar un patrón exitoso de movilidad. Esperaremos.

Las cartas jugadas en todo el país por el correismo, producto de la desorientación de la gente y la complicidad del CNE al permitir se infrinjan reglas electorales como la de prohibir a los candidatos colocar el rostro de prófugos de la justicia como el caso de Correa, dieron la ganancia en Quito a Pabel Muñoz (25 % de electores), la reelección a Leonardo Orlando en la prefectura de Manabí, y a otros candidatos en varias provincias del país.

La falta de acuerdos de la oposición como el caso del distanciamiento entre Pedro Freile y Andrés Páez, hicieron que se difumine un importante 35 % de votos; la demostración palpable de la falta de un mínimo sentido común, el egocentrismo y la carencia de renunciamientos personalísimos para enfrentar al correismo y al yundismo, le pone a Quito otra vez, como desde hace 15 años en una sobrecogedora angustia. Fueron otros tiempos aquellas alcaldías como las de Roque Sevilla o Rodrigo Paz.

Se debe reconocer que los populistas son más organizados. Su escuela es más práctica; al carecer de una orientación ideológica fuerte, mezclan todo lo imposible y se aprovechan de los vaivenes de la democracia para revivir el pasado inútil a los ingenuos, con una militancia formada en los eclipses del miedo y el recuerdo de las dádivas perpetuas del sanduche y la cola. Para ellos el problema no es ganar las seccionales, sino ver cómo logran traer a su caudillo en medio de una justicia muy cuestionada por las actuaciones inverosímiles de algunos jueces de alquiler, otrora militantes o seguidores de sus idearios congestionados por el repudio a las libertades ciudadanas, y la codicia por el dinero público.

En Cuenca, un histórico cuádruple empate técnico de los candidatos a la alcaldía definió al ganador en las últimas horas. El 18,58 % alcanzado por Cristian Zamora de la ID avecina que el Concejo Cantonal estará muy dividido, y deberá buscar consensos para proyectar a Cuenca hacia niveles de ciudad de futuro. Los tres candidatos que no alcanzaron al alcalde electo quedaron intactos para otra contienda. (O)

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