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Flujo vs. control

En su libro Fluir: una psicología de la felicidad (1990), el psicólogo húngaro estadounidense Mihály Csíkszentmihályi, manifiesta que el mejor momento de la vida de una persona es cuando está inmersa en una actividad que requiere un alto grado de concentración, en la que se pierde el sentido del tiempo y se siente una gran satisfacción por el esfuerzo realizado. Esa es la esencia de su teoría del flujo, la que sugiere que cuando realizamos una actividad que es desafiante pero alcanzable, experimentamos una sensación de satisfacción y fluidez que mejora nuestra productividad y bienestar general.

Se ha comprobado que empresas que permiten ambientes en los que sus empleados pueden fluir, consiguen mayor compromiso, rendimiento y eficacia, lo que beneficia a empleados y empleadores; pero para que las cosas fluyan, se necesita confiar en los empleados y tender a entornos centrados en el cumplimiento de objetivos, más no de rigurosas reglas, las que lejos de mejorar la productividad y bienestar de los empleados consiguen una baja motivación, estrés, ansiedad y falta de creatividad e innovación.

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Como Douglas McGregor planteó en su libro

El lado humano de las organizaciones en los años 60, hay dos tipos de gerentes: los de la teoría X, que creen que los empleados son perezosos, no les gusta trabajar y necesitan ser controlados y supervisados en todo momento, y los de la teoría Y, que creen que los empleados motivados, disfrutan de lo que hacen y pueden trabajar de manera autónoma sin una supervisión constante. Evidentemente, las cosas fluyen de mejor manera en una gerencia basada en la teoría Y, sin embargo, es muy común líderes que manifiestan su necesidad de poder a través del control a los demás y reglas sin sentido (McClelland, 1960). (O)

@ceciliaugalde

Eficiencia tras el terremoto

Un nuevo terremoto, después del ocurrido el 16 de abril de 2016, vuelve sacudir al Ecuador. Las provincias de El Oro y Azuay son las más afectadas.

El movimiento telúrico ocurrido este sábado 18 de marzo de 2023, de magnitud 6,5 en la escala abierta de Richter, causó la muerte de 14 personas, dos ellas en Cuenca, y 446 heridos, a más de la afectación y destrucción de viviendas, centros de salud, bienes públicos y privados, un puente y un campo petrolero.

Un medio día aparentemente sin mayores novedades, en cuestión de segundos se transformó en escenario de pánico, dolor, destrucción y muerte.

Esta vez, el colapso de una vivienda en el Centro Histórico de Cuenca causó la muerte de un hombre, aumentando la conmoción y el desconcierto, mucho más conforme se conocían los efectos del sismo en el resto del país.

Los ecuatorianos, pese a los simulacros y a las recomendaciones de cómo actuar cuando ocurren los sismos, independientemente de su intensidad, demostraron no saber la lección. Prima el pánico, salir de las casas a cómo dé lugar y pegarse al celular para saber de los suyos, justo cuando las primeras informaciones no son verdaderas, incluso ni después de horas de haber ocurrido el fenómeno.

Activado el COE nacional, el gobierno actúa para tomar decisiones en lo social, humanitario, en especial para reconstruir las zonas afectadas, destinando los recursos necesarios. En este contexto, declara la emergencia vial en Azuay.

Ojalá las acciones para conseguir esos fines no se entorpezcan en los “mandos medios”, fluyan los recursos y prime la ejecutividad.

Ecuador se halla en el Cinturón o Anillo de Fuego del Pacífico, donde ocurren hundimientos de placas tectónicas, provocando una fuerte actividad sísmica. Por ello debemos estar atentos y aprender el manual de cómo proceder.

Nuestra solidaridad para los familiares de los fallecidos a causa del terremoto; igual para quienes perdieron sus bienes total o parcialmente. Es la hora de la unión.

Caricatura Del D A

Réplicas políticas

Jorge Durán Figueroa

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