Tlamatini número 3y4

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Tlamatini

Publicación informativa y de reflexión de la Facultad de Humanidades

La libertad no puede pronunciarse nunca en la boca de un amo, ni mucho menos en la amarga lengua de un esclavo: sólo cobra sentido en la enunciación de un liberto, de alguien que –como Epicteto o Descartes- se hace capaz de acceder a la experiencia del desengaño a partir de un período prolongado de esclavitud.

José Blanco Regueira 1947-2004 Ahora que lo pienso, yo siempre he sido aficionado a pensar, pero antes no me preocupaba tanto el satisfacer esa afición como ahora, que es desgraciadamente cuando menos fuerzas me quedan para ello. Ahora pensar se me ha vuelto una especie de urgencia continua, correspondiente al latido de mi corazón. Como si por pensar, y no por creer, hubiera de ser salvado.¡Oh Señor Uno y Trino! ¿Será posible que Tú mismo, que nos diste por boca del Unigénito el consejo de no confiar nada al pensamiento y sí todo al corazón puro, al corazón no pensante, será posible, digo, que Tú mismo nos induzcas al desenfreno del raciocinio y al libertinaje de la inteligencia? José Blanco Regueira. La camisa de Mister Garland. Publicación financiada por el equipo administrativo de la Facultad de Humanidades.

Volumen I, Números 3-4 Nueva época Marzo 2005 Contenido María Zambrano: Exilio y Ficción Páginas 2-3 Aspectos relevantes... Páginas 3-9 Directores de la Facultad de Humanidades Página 10 García Lorca: La hemorragia sagrada Páginas 11-12 Conversación con Gerardo Meza Páginas 13-14 Testimonio de Ramón Larrauri Página 14 Conversación con el Dr. Mijaíl Malishev Páginas 15-16 ¿Humanismo en José Blanco Regueira? Página 17 La esencia del necio Página 18 El esclavo... Página 19 El arca encallada Ciclo inmarcesible Página 20 Sintomatología de la facultad Página 21 A lo largo de estos tres años no se ha querido integrar a los estudiantes en una organización política; por el contrario, es una necesidad, de cualquier universidad pública, tener estudiantes libres a quienes se les pueda ofrecer, mediante las funciones institucionales, medios para que construyan su propio proyecto personal de vida. Los profesores, lejos de ser universitarios de segunda, han demostrado, en su mayoría, su interés por construir una Facultad más sólida, pues nuestro organismo académico será reconocido por quienes lo integran y su capacidad para producir conocimiento y la calidad de su enseñanza; por eso se han preocupado y ocupado por elevar su nivel académico, integrarse en Cuerpos Académicos, participar en el diseño de la currícula flexible y por competencias, fungir como tutores, diseñar los proyectos PIFI y PIFOP, y desarrollar, sin simular, proyectos de investigación de buen nivel.


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E d i t o r i a l

A pocos hombres guarda la memoria. Sean tiranos, dictadores, escritores, pintores, científicos o filósofos, todos tienen una característica en común: el uso eficaz de la inteligencia. Ya la utilizan para el bien común, ya para conquistar, ya para transformar el universo, la sociedad o el espíritu, ya para encontrarse. Todos quedan en la memoria porque transgredieron la norma, el cánon, los pensamientos anquilosados. Todos buscaron la inmortalidad en el acto, la expresión escrita o el uso eficiente de la palabra. Mas ésta no siempre es bien recibida. El ser humano recuerda a estos con odio, rencor, nostalgia, dulzura, amor. Ya por ser causantes de genocidios, ya por manipular conciencias, ya por bruñir espíritus. La memoria del hombre siempre tienen un punto de partida: la palabra y la imagen, inmanentes a las necesidades del ser humano. Palabra forjada con imágenes; imágenes bruñidas por palabras; pensamiento decantados y apologéticamente empotrados en las páginas en blanco. Tela de araña que texturiza y textualiza las oraciones y los discursos. Proceso infinito que permite a los filosofantes la comprensión del orden universal, del devenir cósmico. Sí, así de huidizo es el pensamiento hecho verbo, el discurso entramado y sentenciado al escándalo, a la reflexión, al hartazgo, al olvido. Discurso contundente y etéreo que anida en los seres capaces de mirar desde fuera el mundo de las ideas, de la filosofía, de las letras, de la ciencia. Y de esta envergadura es el discurso de José Blanco Regueira: contundente, tenaz, hiriente, metampsicósico, palabra que transverbera el alma y el espíritu y los pone a cantar o expeler hediondos vericuentos “a tientas por el lodo”. Blanco dialoga sin cortapizas con Niezstche, Kierkegaard, María Zambrano, Kant, Epicuro, Descartes... Diálogo con los muertos vivos y con los vivos muertos, como diría Quevedo. Los temas del doctor en filosofía son tan disímbolos como precisos: la sangre, la estupidez humana, la libertad, el exilio, el miedo, los valores del hombre moderno, la poesía ..., discurso que revelan a un ser humano filosofando, disertando con el viento, follando con el pensamiento. Nada escapa a la razón de José Blanco Regueira; español que renunció a su patria para pertenecer, como Borges, a la humanidad misma. Tlamatini, en este número, ofrece, en el primer aniversario de su partida, un crisol discursivo de José Blanco Regueira, que abarca toda una vida de filosofía..., en un mundo estúpido y mendaz. Al margen de lo antes mencionado, se presenta una síntesis y datos del tercer informe de labores de la administración 2002-2006 de nuestra Facultad.

María Zambrano: exilio y ficción. A los exiliados nos acompaña siempre la patria como un tumor de ficción. Sólo podemos pensarla por analogía por los apostemas que incuba el cuerpo canceroso: algo que evoca una ablación imposible y que rara, muy rara vez, escapa a la tentación de revestirse con el estúpido manto de la nostalgia. Mucho antes de poder figurar en nuestro espíritu como algo de lo cual fuimos alguna vez arrancados, rezago imaginario donde trata de guarecerse la desdicha, se deja vivir como la insistencia de algo por arrancar: prurito abyecto no del todo deyecto, pesadilla que acompaña a la de los nombres propios. Y es que siempre que se habla de patria se trata de propiedades y de nombres: exilio como expropiación, quimera trashumante de la reapropiación o –dicho con más propiedad- sueño febril de lo impropio, invención de un régimen para nuestra deriva. El sólo hecho de experimentar la vida como “nuestra”, ¿no habla acaso de un intento siempre fallido de domesticar el devenir, de someterlo a un régimen? El concepto de régimen presenta al menos dos facetas cuya articulación convendría pensar. Es a la vez dietético y político, ya que un régimen de la índole que sea sólo puede ser soportado por un enfermo o por un súbdito: en todo caso nos habla de un estado de propiedad del cuerpo, individual o social, valetudinario o ciudadano. Se trata de traer gobernado un cuerpo de suerte que cada parte en devenir haga lo propio; pero la naturaleza de lo propio consiste precisamente en ser determinado como tal. La esencia de la propiedad, en cualquier sentido que se tome, es la determinación, y determinar no es otra cosa que regir. La determinación es el acto violento por el cual el pensamiento fija términos, instaura lindes, pone marcas. Toda patria es un linde y una marca, un límite y un signo, es decir siempre y en todo caso una promesa, una reglamentación bastarda del juego del deseo y la ficción. A la ficción de la patria no se puede oponer nunca con éxito algún ideal cosmopolita, como noblemente pensaran los estoicos, pues cuando los límites de la patria se ensanchan hasta confundirse con los del mundo, y como quiera que éstos nunca serán determinables para el pensamiento, la patria entonces, en vez de desvanecerse, tiene en recurso de volverse celestial, nutrida por suspiros firmes como columnas. Se trata de un fantasma metafísico y político, siempre pronto a mostrar su triste faz religiosa cada vez que lo “terrestre” desmiente las pretensiones de nuestros deseos. Y es que la confusión de la patria con

un territorio, siempre fomentado por todos los estados, no consigue ocultar su esencial idealidad, su enemistad profunda con la tierra.* Antes y después de conquistar para sí una siempre contingente demarcación geográfica, es una idea parasitaria que se nutre con la sangre de los pueblos. Lo que más quisiera el exiliado (¿y qué pueblo no es, en el fondo, exiliado en su “propia” patria?) sería poder arrojar lejos de su corazón ese forúnculo que alimenta el prurito de su vida corrupta y que hace de él, como bien dijera María Zambrano, una criatura devorada, un breve charco de sangre mezclado con ponzoña. Pero ese movimiento de ablación gloriosa que le mudaría de exiliado en apátrida se le torna una y otra vez imposible: para eso está el Origen, para eso la Memoria. El Origen es el guardián de lo imposible, el sello que asegura el fracaso de la libertad, el émulo siniestro de la vida infinita...Siempre a un tiempo memoria de sí mismo y de nada, poder de la memoria como victoria de la nada, invita a la pesadilla de la amnesia sin fin, la horrible conversión hacia “la noche de los tiempos” donde habrá de suponerse guarecido si queremos soportar las torturas de “nuestro” presente. El Origen se anuncia a sí mismo como la Patria de todo devenir, como el fundamento perdido de toda historia. Concebir el proceso histórico como un exilio (“exilio del universo”, dice María Zambrano) será siempre una gran verdad y una verdad a medias. Es que en materia de verdades la grandeza sólo se alcanza por rebajamiento. Sólo las pequeñas verdades conservan su entereza; la grandeza de las otras es a menudo efecto de un modo de callar. Que la historia sea exilio, errancia constante, deriva tragicómica, parece cosa cierta; la falacia comienza cuando ese devaneo se remite a un origen perdido (llámese universo, naturaleza, esencia primera, patria al fin). Entonces se vela irremediablemente lo que de interesante podría ofrecer la palabra exilio tanto para el pensamiento como para la vida misma: exilio que ya no sería de nada ni de nadie, exilio sin referencias, orfandad sin origen. Nos volvemos incapaces de descubrir, tras el devenir del exiliado hecho historia, la condición apátrida que lo sustenta y desborda. Paradójicamente, la noción de Origen nos condena a dos incapacidades simétricas: oblitera el camino hacia el pensamiento de la génesis de nuestra condición de exiliados y suprime también la posibilidad de pensarla como una desembocadura en el océano de la simpatria, en la gloriosa amnesia del devenir que Nietzsche alguna vez se atreviera a nombrar inocencia. Ni remotamente parece haber visto

vislumbrar María Zambrano los efectos mutiladores del Origen a lo largo de todas sus espléndidas descripciones del exilio. Incluso tras sus devoraciones se adivina siempre la dentellada de un padre, aún cuando –como en Notas de un método- el lugar del padre (la Patria) parece ceder su preeminencia al lugar de la Madre (valdría decir la Matria) pensada como Carne, subsuelo sensible de la inteligencia. Siempre la remisión al Origen y el tema concomitante del retorno imposible: los que fuimos arrancados a España; los que fuimos vomitados por España seríamos los únicos todavía obligados a creer en España. ¿Y cómo no habríamos de serlo si insistimos en ser aún piadosos? Pues el Origen hermana del dolor con la piedad, el sufrimiento con la prótesis del “sentido”. La patria –se dice- produce sus exilios. Y es verdad. ¿Se concebiría acaso un Padre cabal sin hijos pródigos? Pero reparemos en el movimiento inverso: es el exiliado quien inventa todas las patrias mucho antes de que éstas reciban constitución, envergadura y nombre. El efecto de anterioridad que luego rige sólo puede ser producido a posteriori, es el nombre de nuestra vergüenza, es decir, de nuestro dolor presente sometido ya a una filiación, a un pasado imaginario. En el dolor de existir insistimos en leer la marca de un desprendimiento original, de una especie de parto metafísico cuya factura infantil es tan evidente que hace superfluas las explicaciones del psicoanálisis. El discurso infantilizante de la metafísica y de la política de Estado nos embrutece con tantas o más eficacia que las religiones del Padre, en la medida que determina las más llanas convicciones del “sentido común”. “Todo tiene un origen”, afirmación en apariencia tan inicua como huera que, sin embargo, entronizada filosóficamente bajo forma de principio (de causalidad o de razón), atestigua un singular efecto de parálisis del pensamiento. Que no podemos pensar nada sin el recurso repetido a tales principios no demuestra en absoluto la “verdad” de los mismos, sino únicamente la atrofia consuetudinaria de nuestra capacidad pensante. Y del mismo modo, siguiendo el corolario político de esa ilusión, que uno no puede imaginarse sin patria sólo revela un deplorable estado de astenia imaginativa: tampoco el paralítico de nacimiento puede imaginarse sin muletas. Todo esto es bien sabido, pero está mal saberlo. La experiencia política del exilio lo muestra a ojos vistas cada vez que se atreve, aunque sólo sea por instantes, a arrancar de sí las prótesis interpretativas que se le injertan desde el nacimiento. ¿Pero cómo concebir una experiencia


liberada permanentemente de tales aditamentos? Tal vez la secreta respuesta la tienen los nómadas, es decir, aquellos para quienes el exilio ya no es un acontecimiento sino un condición de vida, en la cual toda patria posible se encuentra destituida en su identidad fantasmal, privada del prestigio ciego que le hace ser precisamente eso, una patria siempre posible. Pues es la categoría de lo siempre posible (que los cristianos de toda laya llaman “libertad”) la que nos hace la vida imposible. La vida, es decir, el devenir apátrida, atraviesa todas las patria en un movimiento vertiginoso que casi nunca podemos seguir, ya no con la existencia entera, sino ni siquiera con la mirada. ¿Y cómo habríamos de poder, si hemos venido a hacer depender nuestra sobrevivencia de los lastres que al devenir impone una memoria enferma? En nosotros la potencia de volar y de ver, de ver volando y de volar mirando, ha sido sometida a una pesada obligación de recordar. Muertos en vida, exiliados de la vida, eso de vivir se nos ha transformado en un trabajo: la grave tarea de conjurar el vértigo. Los exorcismos de nuestra razón enferma no se dirigen tanto hacia la muerte cuanto hacia la vida misma, si por vida se entiende la puesta en juego vertiginosa de la muerte que contrariaría toda voluntad de asentamiento. ¿No es el hombre –y sobre todo el hombre moderno, ese enfermo terminal- una especie de ave de corral que no sabe qué hacer con el peso de sus enormes alas atrofiadas? De ahí una desvirtuación radical de la voluntad de territorio: la patria como cárcel protectora, como redil o corral, como territorio de Otro que nos vigila y cuida. De ahí también la interpretación del exilio como penitencia o expiación sin término de un pecado que, lógicamente, ha de evocarse siempre teñido por el prestigio de lo “original”. Nos quedamos boquiabiertos al comprobar cómo un espíritu tan vivaz como el de Zambrano ha podido evitar la náusea y la repulsa ante todas esas inmundicias propias de un entendimiento cristiano, que Kierkegaard sólo pudo hacer suyas con el corazón delirante de la “enfermedad mortal”. Pero es propio de muchos espíritus poderosos el retroceder horrorizados por su propia clarividencia. En ellos lo que mueve a la fe no es una falta, sino un exceso de luces. La desesperación, aunada a un exceso de acuidad en la mirada, mueve fácilmente a la pérdida del pudor. La génesis de las abstracciones edificantes (el Bien, el Mal, la Esencia, el fenómeno, el Origen, la Verdad, el Error, el Principio, lo Principiado, el Logos seminal, la Materia marcada, etcétera) está aún por escribirse en gran medida. Las incursiones de Nietzche en ese sentido siguen aún siendo, y lo serán por mucho tiempo,

lo único digno de tomarse en serio. El resto son conatos solamente, muñones abortados más que órganos. Así, por ejemplo, la crítica marxista al concepto de Patria tiende sobre su propio cuello una soga criminal: los proletarios no tienen patria ( sólo a la burguesía le serviría aún para algo esa noción), pero a cambio les toca ser los representantes de lo Universal, triste papel que de golpe sitúa sus luchas en el marco de una concepción cosmopolita, tributaria de los conceptos edificantes de cosmos y polis. ¿ Da Marx con ello un solo paso allende la perspectiva del estoicismos decadente? Una vez más el pensamiento crítico retrocede ante el vértigo de sus consecuencias y en ese retroceso funda la positividad de su acción, su carácter “propositivo”. Seguimos aún historizando el devenir bajo el modelo del “proyecto”, proyectamos aún una vida que habría de ser “nuestra”. ¿Cómo no habremos de terminar entonces por echar mano de los conceptos universales para formular aún esa esperanza? Si el marxismo se revuelve contra ciertas abstracciones, es para echar mano de otras profundamente vinculadas al fraude cristiano. También Marx habría sido, a pesar suyo, zambraniano avant la lettre. Y si nosotros tenemos que serlo, si podemos aún soportar el dictado de la pluma de María Zambrano el despliegue de una cosa tan desconsolante como una filosofía de la esperanza, ello no es por ninguna suerte de simpatía o complacencia; sino por una obligada confesión de invalidez. Si todavía pensamos –tal como recordara Heidegger-es porque todavía no vivimos. La esperanza es el taparrabos de la impotencia. *Por supuesto que no basta con oponer la idealidad de la patria a la materialidad del territorio. Es una distinción insuficiente pero indispensable. Insuficiente por la deuda obvia que aún contrae con los repartos categoriales de la metafísica, pero indispensable por cuanto hay que seguir pensando (conformes a la vez con el marxismo y con la genealogía nietzscheana) que las tareas de descripción de las idealidades “ideológicas” en su fundación misma serán siempre vigentes, es decir pendientes. A este respecto, los análisis de Deleuze-Guattari –desde el Anti-Edipo (1973) hasta ¿Qué es filosofía? (1991)conservan el valor único de geniales esbozos. José Blanco Regueira Publicado en La Jornada Semanal. No. 282. 30 de Junio de 2000.

3 Aspectos relevantes del tercer informe anual de la administración 2002-2006 de la Facultad de Humanidades P R E S E N TA C I Ó N El 8 de marzo de 1965 el Honorable Consejo Universitario de nuestra Institución acordó la transformación de la Escuela Superior de Pedagogía en la Escuela de Filosofía y Letras, con la creación de nuestras Licenciaturas de Filosofía, Historia y Letras. Han transcurrido 40 años desde el surgimiento de nuestro Organismo Académico, cuya misión actual es formar individuos con visión humanística, crítica, autónoma y propositiva que puedan afrontar e incidir en las transformaciones de la sociedad contemporánea. Durante cuatro décadas la ahora Facultad de Humanidades ha acumulado una gran experiencia en las funciones sustantivas de la Universidad, en la que trabajadores administrativos, alumnos y profesores han sido los principales actores de esta tan importante trayectoria en la institución. Aquí tuvieron su sede licenciaturas que actualmente constituyen otros espacios académicos: Psicología, Geografía, Turismo y Antropología Social. Otras se configuraron y forman parte de nuestra oferta educativa: Arte Dramático/Artes Teatrales y Ciencias de la Información Documental; varios programas de posgrado que antes funcionaban aisladamente ahora se integraron a un programa de Maestría y Doctorado. Aquí también desarrollaron actividades destacados catedráticos como: Ermilo Abreu Gómez, Armando Bartra, Moisés González Navarro, Rosaura Hernández, Carlos Pereyra, Gustavo G. Velázquez, Silvio Zavala, Gerardo Rodríguez Casas, René Roberto Becerril, Esvón Gamaliel Calvillo y José Blanco Regueira, entre muchos otros. Han desfilado 13 Directores que han innovado y administrado nuestro Organismo Académico de acuerdo con las circunstancias de su tiempo: Josefina Vélez, Alfredo Peruyero, Francisco Zaballa, Manuel Velázquez, Herminio Núñez, Eugenio Núñez Ang, Alberto Saladino, Jenny Lilia Gómez, Ruperto Retana, Edgar Samuel Morales, Gerardo Meza, Francisco Javier Beltrán y Miguel Ángel Flores Gutiérrez. 1. En 2003 se creó el Programa de Maestría y Doctorado en Humanidades, que agrupa las áreas de conocimiento propias de nuestras disciplinas. A un año de operación se logró su aceptación en el Programa Integral de Fortalecimiento del Posgrado (PIFOP), lo cual da una doble ventaja: por un lado, alcanza el reconocimiento nacional por su calidad, y, por otro, permite ofrecer becas a nuestros estudiantes, cuyo monto oscila entre seis y ocho mil pesos mensuales, en los niveles de maestría y doctorado, respectivamente. Cuadro 1 Becas 2004 Tipo

Becas 2004

Escolaridad (promedio)

75

Económica (promedio

59

Beca PRONABES

129

Beca Formación de Recursos Humanos de Grado

4

Beca Deportiva (promedio)

2

Beca Instructor Profesional

1

Beca “Juan Josafat Pichardo”

2

Beca Prestación

49

Beca Grupos Artísticos

1

Bono alimenticio

2

Prácticas Profesionales

3

Beca RED FEMECON

2

Beca Servicio Social

10

Beca “Licenciado Adolfo López Mateos”

1

Beca Escolaridad Posgrado

17


4 Beca Auxiliar de investigación

33

Beca Enlace de Investigación

10

Total

400 Fuente: Departamento de Servicio Social y Coordinación de Posgrado

2. En los meses de julio y agosto de 2004 fueron aprobados, por el Honorable Consejo Universitario, los planes de las licenciaturas de Artes Teatrales, Ciencias de la Información Documental, Filosofía, Historia y Letras Latinoamericanas, en donde colaboraron 52 profesores, encabezados, en su mayoría, por los propios coordinadores de licenciatura. En ese mismo año, después de un arduo trabajo, se pusieron en operación los cinco planes de estudio de licenciatura formulados bajo el modelo de competencias y en el marco del Programa Institucional de Innovación Curricular. En apoyo a los nuevos planes, en el pasado mes de enero, 56 profesores participaron en el curso para la elaboración de programas por unidades de competencia. Desde hace tres años, el Programa de Tutoría Académica empezó su implementación en nuestro espacio académico. Iniciamos con 24 profesores-tutores para la atención de 78 estudiantes; ahora se tienen 77 tutores y un alcance de 420 alumnos. Con la puesta en operación de la nueva currícula, a todos los alumnos de nuevo ingreso a licenciatura les fue asignado un tutor; asimismo, todos los tutores están agrupados en claustros por cada programa, coordinados por un integrante del personal académico. Cuadro 2 Programa de Tutorías 2004 Licenciatura

Tutores

Alumnos beneficiados

Arte Dramático/Artes Teatrales

14

60

Ciencias de la Inf. Documental.

11

55

Filosofía

20

86

Historia

19

113

Letras Latinoamericanas

13

106

77 Tutores (38.12% del total de profesores)

420 Alumnos (51.34% de la matrícula total)

Totales

Fuente: Coordinación del Programa de Tutoría.

3. En el bienio 2002-2003 se constituyeron y registraron nueve Cuerpos Académicos, cuyos integrantes, mediante la atención de líneas de

generación y aplicación del conocimiento, han trabajado para mejorar su práctica docente, organizar actividades académicas y desarrollar proyectos de investigación. Cuadro 3 Cuerpos Académicos en formación registrados 2004 Nombre del Cuerpo Académico

Líder

Nº. de profesores participantes

1. Poética y lingüística

Dr. Herminio Núñez Villavicencio

4

2. Sociedad y fuentes documentales en el Estado de México

Mtra. Yolanda Sandoval Santana

4

3. Filosofía contemporánea

Dr. Mijail Alexeevich Malishev Krasnova

6

4. Creación de Mtro. Raúl Zermeño dramaturgias escénicas Saucedo 5. Historia

6

Dr. Leopoldo René García Castro

8

6. Apoyo a la docencia en ciencias de la información documental

Mtra. Elvia Estrada Lara

6

7. Historia y crítica de la literatura hispanoamericana

Dr. Luis María Quintana Tejera

11

8. Desarrollo y democracia en América Latina

Dr. Francisco Lizcano Fernández

5

9. Pensamientos y acciones de los grupos sociales en América Latina

Dr. René Patricio Cardoso Ruiz

4

Fuente: Coordinación de Investigación.

4. A lo largo de la presente administración el número de proyectos de investigación registrados ante la Coordinación General de Investigación y Estudios Avanzados ha venido incrementándose: en 2002 se tenían 13 proyectos; en 2003 el número ascendió a 26, para 2004-2005 la cantidad es de 37, trabajados bajo la responsabilidad de 67% del personal de carrera y que además tienen adscritos a 33 estudiantes de licenciatura y posgrado como becarios, auxiliares de investigación. Varios de los proyectos están registrados bajo la modalidad de grupales, aspecto novedoso en la Facultad. Cuadro 4 Proyectos de investigación 2004 N°

Clave

Nombre del Proyecto

Responsable

1

SFO11/00

Globalización, imaginarios políticos y neo-populismo en América Latina hoy.

Mtro. Miguel Ángel Arteaga Medina

2

SF10/021584/02

Cuba: Nación, historia y cultura. Dr. René Patricio De la caída del muro de Berlín a Cardoso Ruiz nuestros días.

3

1565/02

Temas y motivos en la poesía dramática de Federico García Lorca y en la narrativa de Juan José Arreola.

Dr. Luis María Quintana Tejera

4

1592/02

El discurso político e histórico en la historia de las indias de Fray Bartolomé de las Casas, 1ª fase.

Dr. Marco Antonio Urdapilleta Muñoz

5

1613/02

El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. El caso de México.

Dr. Alberto Saladino García


5 6

7

SF29/02

1756/03

La imagen femenina en la narrativa de Borges.

Mta. Ángeles Ma. del Rosario Pérez Bernal

Prolegómenos para un manual editorial de la UAEM.

Mtro. Francisco Javier Beltrán Cabrera y Mtra. Cynthia Araceli Ramírez Peñaloza

Catálogos ICLA-UAEM. y protocolos de notaria n° 1 Toluca.

Mta. María Elena Bribiesca Sumano

1734/03

Elementos de disposición documental.

Mtra. Silvana Elisa Cruz Domínguez

10

1710/03

Autonomía, etnia y territorio. El caso de San Mateo Atenco en el Valle de Toluca, siglos XVI y XVII.

Dr. Leopoldo René García Castro

11

1646/03

Hombre frente al espejo de la incertidumbre.

Dr. Mijaíl A. Malishev Krasnova

1670/03

Acercamiento a la semiótica discursiva: un modelo de aplicación.

Mtra. Martha Elia Arizmendi Domínguez y Mtro. Gerardo Meza García

1762/03

Relaciones entre historia y literatura.

Dr. Herminio Núñez Villavicencio

Colección Luis Mario Schneider.

Mtro. Francisco Javier Beltrán y Mtra. Cynthia Araceli Ramírez Peñaloza

El papel del grupo sacerdotal Onis en la transformación social y eclesial durante la época del gobierno militar peruano de Velasco Alvarado, 1968-1975.

Mtro. Miguel Ángel Sobrino Ordóñez

8 9

12

13

14

15

1708/03

1659/03

SF05/03

16

1675/03

Entre dilemas y soluciones artísticas: Todas las sangres de José María Arguedas.

Mtro. Francisco. Xavier Solé Zapatero

17

SF10/03

Teoría de la Historia.

Mtro. Jaime Collazo Odriozola

1763/03

Problemas de población; de la Colonia a principios del siglo XX. ¿Crisis epidémica o crisis alimentaria en el Valle de Toluca?

Mtro. Pedro Canales Guerrero

19

1775/03

Un enfoque teórico de la categoría de personaje (aplicación en textos latinoamericanos).

Dra. Mihaela A. Comsa y Dra. Margarita Tapia Arizmendi

20

PROMEP/ 103.5/03/1132. FEO20/2003

Conflicto familiar en las ciudades de México y Toluca. Siglos XIX y XX.

Dra. Ana Lidia García Peña

21

SF13/03

Hacia una interpretación del cuento.

Lic. Jesús Humberto Florencia Zaldívar

1810/04

La voz poética de Fernando del Paso: un estudio del mito y la historia de José Trigo desde la oralidad escrita.

Dra. María del Carmen Álvarez Lobato

1790/03

El discurso político e histórico en la historia de las indias de Fray Bartolomé de las Casas, 2ª fase.

18

22

23

Dr. Marco Antonio Urdapilleta Muñoz

24

1818/04

Historia del verbo romance I: los tiempos compuestos del italiano.

25

1866/04

Cuba: Nación, historia y cultura. Dr. René Patricio De la caída del muro de Berlín a Cardoso Ruiz nuestros días (fase II).

26

1949/2004-02

Catálogo de protocolos de la notaria nº 1 de Toluca, Vol. XVII. Primera parte, caja 38.

Mtra. Maria Elena Bribiesca Sumano

27

1968/2004-02

Democracia y sistema de partidos en Guatemala 19972003.

Dr. Juan José Monroy García

28

1973/2004-02

La Suprema Corte de Justicia y las garantías individuales en la segunda mitad del siglo XIX: metodología de análisis y fuentes de información.

Dra. Ana Lidia García Peña, Dr. Leopoldo René García Castro y Mtro. Pedro Canales Guerrero

29

1931/2004-02

Mujer, violencia y teología de la liberación latinoamericana.

Mtro. Miguel Ángel Sobrino Ordóñez

30

1939/2004-02

La poesía de Pablo Neruda, los espejos del otro: auto e intertextualidad.

Dr. Luis María Quintana Tejera

31

1920/2004-02

Las constantes semióticas en la obra breve de Juan Rulfo.

Mtro. Gerardo Meza García

32

1902/2004-02

Análisis del proyecto tecnológico de información e-México como directriz hacia una sociedad de la información.

Lic. Ariel Sánchez Espinosa y Mtra. Elvia Estrada Lara

33

1553/02

Las etnias centroamericanas durante la segunda mitad del siglo XX.

Dr. Francisco Lizcano Fernández

34

S/C

El códice de Temascaltepec, gobierno indio y conflictos territoriales en el siglo XVI.

Mtro. Gerardo González Reyes

S/C

La democracia en América Latina: Venezuela, México y Nicaragua.

Dr. Francisco Lizcano Fernández, Mtro. Ruperto Retana Ramírez y Dr. Juan José Monroy García.

S/C

Mujeres impresoras en la Nueva España: su contribución en el desarrollo de la imprenta en México.

Lic. Ana Cecilia Montiel Ontiveros y Lic. Luz del Carmen Beltrán Cabrera

S/C

Traducción y dramaturgia de Ivonne Princesa de Borgoña, de Witold Gombrowicz, y El Señor de Pies a la Cabeza, de Guy Foisy.

Mtro. Raúl Zermeño Saucedo y Lic. Jorge Arredondo Serrano

35

36

37

Dra. Patrizia Romani

Fuente: Coordinación de Investigación.

5. En la presente administración se ha buscado la consolidación de la planta de profesores de carrera: actualmente tenemos ocho profesores con perfil deseable PROMEP y diez integrantes del Sistema Nacional de Investigadores. Cuadro 5 Profesores de carrera por nivel de estudio 2004 Grado académico

Número

Porcentaje

Doctorado

16

30.8 %

Maestría

26

50.0 %

Licenciatura

10

19.2 %

Totales

52

100 %

Fuente: Subdirección Académica.


6 Cuadro 6 Profesores con perfil PROMEP 2004

N°. Nombre Álvarez Lobato María 1 del Carmen Birrichaga Gardida 2 Diana 3 4

Camacho Pichardo Gloria

8

Canales Guerrero Pedro Cardoso Ruiz René Patricio Esquivel Estrada Noé Héctor García Castro Leopoldo René García Peña Ana Lidia

9

González López Sergio

5 6 7

10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

Guerra González María del Rosario Lizcano Fernández Francisco Luna Martínez María América Malishev Krasnova Mijaíl Aleexevich Monroy García Juan José Morales Sales Edgar Samuel

Lugar de adscripción

26

Zamudio Espinoza Guadalupe Yolanda

Fuente: Coordinación de Investigación.

Facultad de Humanidades

Cuadro 7 Miembros del Sistema Nacional de Investigadores 2004

El Colegio Mexiquense, A. C. Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades Centro de Estudios de la Universidad Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades Centro de Estudios de la Universidad Centro de Estudios de la Universidad Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Nombre

1

Birrichaga Gardida Diana

2

Camacho Pichardo Gloria

3

Grado Académico

Nivel

Adscripción Académica

I

El Colegio Mexiquense, A. C.

Mtra. en Ciencias

C

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Cardoso Ruiz René Patricio

Dr. en Estudios Latinoamericanos

I

Facultad de Humanidades

4

Carrillo Torea Guadalupe Isabel

Mtra. en Ciencias

C

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

5

Castañeda González María del Rocío

Dra. en Historia

I

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

6

Esquivel Estrada Noé Héctor

Dr. en Filosofía

I

Centro de Estudios de la Universidad

7

García Aguilar María Idalia

Dra. en Documentación

I

Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM.

8

García Castro Leopoldo René

Dr. en Historia

I

Facultad de Humanidades

Dra. en Historia

Facultad de Humanidades Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

9

García Peña Ana Lidia

Dra. en Historia

I

Facultad de Humanidades

10

González López Sergio

Dr. en Urbanismo

I

Centro de Estudios de la Universidad

Facultad de Humanidades

11

González Reyes Gerardo

Mtro. en Historia

C

Facultad de Humanidades

12

Guerra González María del Rosario

Dra. en Filosofía

I

Centro de Estudios de la Universidad

13

Hernández Salazar Patricia

Dra. en Ciencias de la Información

I

Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM.

14

Jarquín Ortega María Teresa

Dra. en Historia

I

El Colegio Mexiquense, A. C.

15

Lizcano Fernández Francisco

Dr. en Estudios Latinoamericanos

I

Facultad de Humanidades

16

Malishev Krasnova Mijaíl Alexeevich

Dr. en Filosofía

II

Facultad de Humanidades

17

Monroy García Juan José

Dr. en Estudios Latinoamericanos

I

Facultad de Humanidades

18

Morales Sales Edgar Samuel

Dr. en Antropología y Etnolingüística

I

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

Núñez Villavicencio Herminio Parent Jacquemín Juan María Quintana Tejera Luis María Ramírez Torres Juan Luis Romani Patrizia Saladino García Alberto Sobrino Ordóñez Miguel Ángel Tapia Arizmendi Margarita Urdapilleta Muñoz Marco Antonio

Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades

Velázquez Mejía Manuel

Coordinación General de Investigación y Estudios Avanzados

Centro de Estudios de la Universidad Facultad de Humanidades

Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades Facultad de Humanidades


7 19

Núñez Villavicencio Herminio

Dr. en Filología

I

Facultad de Humanidades

20

Parent Jacquemín Juan María

Dr. en Filosofía

I

Centro de Estudios de la Universidad

21

Quintana Tejera Luis María

Dr. en Letras

I

Facultad de Humanidades

22

Ramírez Torres Juan Luis

Dr. en Antropología

I

Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública

23

Rendón Rojas Miguel Ángel

Dr. en Filosofía

I

Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM.

24

Saladino García Alberto

Dr. en Estudios Latinoamericanos

I

Facultad de Humanidades

25

Velázquez Mejía Manuel

Dr. en Filosofía

I

Coordinación General de Investigación y Estudios Avanzados

26

Zamudio Espinoza Guadalupe Yolanda

Dra. en Historia

I

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades

los programas de licenciatura: 70 en Artes Teatrales/Arte Dramático, 103 en Ciencias de la Información Documental, 185 en Filosofía, 264 en Historia y 196 en Letras Latinoamericanas. Del total de estudiantes 62% son mujeres. Egresaron 105 personas. Cuadro 9 Egresados por licenciatura 2004 Licenciatura

Número

Arte Dramático

6

Ciencias de la Información Documental

7

Filosofía

26

Historia

27

Letras Latinoamericanas

39

Total

105

Fuente: Departamento de Control Escolar.

Fuente: Investigación y Posgrado. Boletín trimestral Informativo de la Coordinación General de Investigación y Estudios Avanzados de la UAEM, octubre-diciembre de 2004, y Coordinación de Investigación de la Facultad de Humanidades.

En el último año ocurrió un hecho sin precedente: la titulación de 59 egresados de licenciatura: uno de Arte Dramático, cuatro de Ciencias de la Información Documental, 16 de Filosofía, 21 de Historia y 17 de Letras Latinoamericanas, cifras que superan con 34% nuestro índice de graduación alcanzado para el primer año de gestión. Cuadro 8 Titulación de 2004 Programa

Titulados

Porcentaje

Licenciatura en Arte Dramático

1

1.70 %

Licenciatura en Ciencias de la Información Documental

4

6.78 %

Licenciatura en Filosofía

16

35.60 %

Licenciatura en Historia

21

27.11 %

Licenciatura en Letras Latinoamericanas

17

28.81 %

Totales

59

100 %

Posgrado Maestría en Estudios Latinoamericanos

Titulados 5 Fuente: Subdirección Académica y Coordinación de Posgrado.

Durante los tres últimos años se han titulado, mediante el examen recepcional correspondiente, un total de 142 personas en licenciatura y 17 de maestría, logro que ha sido posible, sin duda alguna, a una creciente vocación de nuestros estudiantes egresados y a una atención eficaz de los profesores que han dirigido las tesis. El índice de graduación del posgrado, en su desarrollo histórico, de 1974 a 2004, quedó como sigue: Maestría en Estudios Latinoamericanos, 30.43%; Maestría en Estudios Literarios, 26.92%; Maestría en Filosofía, 30%; Maestría en Filosofía Contemporánea, 33.33%; Maestría en Historia, 75%; Especialidad en Epistemología, 60%. 6. En la Facultad de Humanidades están matriculados 818 alumnos en

7. Durante 2003 y 2004 la actividad intrainstitucional privilegió el trabajo por Dependencias de Educación Superior (DES). El trabajo como DES de Ciencias de la Educación y Humanidades ha permitido no sólo construir los instrumentos relativos a la búsqueda de recursos financieros vía las distintas versiones del PIFI, sino también propiciar la colaboración académica entre nosotros con interesantes resultados. La Dependencia de Educación Superior (DES) y la DES de Ciencias de la Educación y Humanidades está constituida por el Centro de Estudios de la Universidad (CEU), el Centro de Innovación, Desarrollo e Investigación Educativa (CIDIE), el Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades (CICSyH), la Facultad de Ciencias de la Conducta (FACICO), la Facultad de Lenguas y la Facultad de Humanidades. El trabajo como DES ha permitido compartir espacios y docentes; el ejemplo es el programa de Maestría y Doctorado en Humanidades. Otras tareas de colaboración intraDES, durante el año 2004, fueron el Primer Foro de Integración y Fortalecimiento de la DES; el Taller sobre Cuerpos Académicos y Unidades de Vinculación Académicas de Docencia e Investigación (UVADI); el Curso de Evaluación Basada en Competencias como Apoyo a los Currícula Flexibles de las Unidades Académicas de la DES; y el Foro Temático Interdisciplinario: La Educación y las Humanidades, Paradigmas para Hacer Frente al Siglo XXI. La formulación de los proyectos del PIFI, en su versión 3.1, implicó la participación de muchas personas en talleres y reuniones que culminaron con la presentación del Programa de Desarrollo de la DES (PRODES). Para el ejercicio 2005 del PIFI fueron aprobados dos proyectos: “Mejoramiento del perfil del profesorado y los Cuerpos Académicos de


8 la DES” y “Mejora de los programas educativos de la DES con base en los resultados de la evaluación de los CIEES”, con un monto global de $5’338,900 pesos; es decir $3’954,900 pesos más que el año anterior. 8. Continúa la vigencia de la Red de Escuelas y Facultades de Filosofía, Letras y Humanidades del país que, en su sesión de noviembre de 2004, al conformarse el nuevo comité ejecutivo, el director de esta Facultad asumió la Secretaría de dicha organización nacional. Se desarrollaron con el Comité Mexicano de Ciencias Históricas diversas actividades en el campo de esta disciplina; con la Universidad Nacional Autónoma de México para continuar con el proyecto “Catálogo de escultura novohispana”, iniciado desde hace varios años; y con la Asociación Filosófica de México para llevar a cabo, entre otros eventos, la Tercera Celebración del Día Mundial de la Filosofía, cuya sede nacional fue justamente nuestra Facultad de Humanidades, y las diversas actividades de dicha celebración fueron trasmitidas en línea a otras universidades del país. Internamente continúa nuestro vínculo con las Facultades de Lenguas y de Ingeniería para que nuestros alumnos, que cursan los planes de estudio en desfase, puedan recibir la calificación del dominio de un idioma extranjero y de computación, respectivamente. En el primer caso, hasta la fecha, 100 estudiantes han acreditado su habilidad en idiomas tales como inglés, francés e italiano, principalmente. En el segundo, la cifra es de 66 alumnos habilitados. Cuadro 10 Convenios y acuerdos de colaboración 2004 Nº

Dependencia o institución

1

Universidad de Tamkang, Taiwán (intercambio académico)

2

Comité Mexicano de Ciencias Históricas (cooperación y divulgación académica)

3

Facultad de Arquitectura y Diseño y Dirección General de Difusión Cultural de la UAEM (Diplomado en Historia del Arte en México)

4

Facultad de Ingeniería (certificación de computación)

5

Facultad de Lenguas (certificación de idioma extranjero)

6

Red de Escuelas y Facultades de Filosofía, Letras y Humanidades del País (cooperación académica entre 14 IES)

7

Universidad Nacional Autónoma de México (Proyecto nacional: Catálogo de escultura novohispana)

8

Asociación Filosófica de México (cooperación académica)

9

Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del Instituto Nacional de Antropología e Historia (préstamo interbibliotecario)

10

Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (préstamo interbibliotecario)

11

Biblioteca Fernando Rosenzweig, El Colegio Mexiquense A.C. (préstamo interbibliotecario)

12

Biblioteca Daniel Cosío Villegas, El Colegio de México (préstamo interbibliotecario)

13

Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM (préstamo interbibliotecario)

14

Biblioteca Eugenio Garza Sada, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Toluca (préstamo interbibliotecario)

15

Biblioteca del Archivo Histórico del Agua (préstamo interbibliotecario)

16

CONACULTA (coedición)

17

Definitexto (consultoría y asesoría editorial)

Fuente: Coordinación de Vinculación y Biblioteca IMA.

9. En el año 2004 varios profesores nuestros fueron reconocidos por su trayectoria académica y su contribución al desarrollo de la investigación: la Mtra. María Elena Bribiesca Sumano recibió la Presea FAAPAUAEM a la Mujer Académica Universitaria; el Mtro. Eugenio Núñez Ang, el reconocimiento FAAPAUAEM en la Ceremonia del Día del Maestro; el Dr. Francisco Lizcano Fernández fue galardonado con la Presea Estado de México en Ciencias “José Antonio Alzate”; la Dra. Diana Birrrichaga Gardida obtuvo el Premio de la Academia Mexicana de Ciencias y el Premio “Atanasio G. Saravia”, por su tesis de Doctorado en Historia, que otorga la Fundación Cultural Banamex; el Lic. Jesús Angulo Hernández recibió la Nota Laudatoria 2004 de la UAEM en el acto conmemorativo del día del maestro; la Dra. Patrizia Romani y el Mtro. Gerardo Meza García obtuvieron reconocimiento de la UAEM por 25 años de servicio en la Institución; y los Licenciados José Luís Herrera Arciniega y Oliverio Arreola Ceballos fueron seleccionados en la 9° convocatoria FOCAEM 2005 como becarios de creación literaria. 10. Del 27 al 29 de septiembre tuvo lugar el Coloquio de Investigación 2004, que por primera vez se desarrolló bajo la figura de DES, teniendo como sede la Facultad de Humanidades. Se presentaron 32 ponencias, 50% de las cuales elaboradas por profesores-investigadores de nuestra Facultad. Uno de los objetivos, que se persiguió al interior, fue dar a conocer a la comunidad los temas de investigación emprendidos por nuestro personal académico y propiciar el acercamiento de los alumnos con los profesores. Afortunadamente un número considerable de estudiantes acudió a la cita y se enteró de lo que hacen los profesores de tiempo completo. 11. Durante el año 2004 la Facultad de Humanidades, al igual que otras dependencias académicas y de la administración central, se ciñeron al desarrollo e implantación del Sistema de Gestión de la Calidad (SGC) de la Universidad con miras a lograr la certificación de procesos administrativos bajo la norma ISO 9001:2000. La estrategia desde el inicio giró en torno a dos vertientes fundamentales: la planeación participativa, que permitió una interacción eficiente de los espacios


9 académicos y las dependencias de la administración central para retroalimentar los procesos de gestión, por un lado; por otro, el enfoque al usuario, que tuvo como premisa cubrir las necesidades de nuestros estudiantes, profesores, investigadores, personal administrativo y sociedad en general como beneficiarios de los servicios que como universidad pública se ofrecen. Nuestro Organismo Académico participó activamente en este proceso con representantes en la alta dirección y en el grupo de auditores de calidad. Los trabajos, que iniciaron en el mes de marzo, concluyeron diez meses después con la certificación de 34 procesos administrativos por parte del organismo acreditador de sistemas de gestión: la American Trust Register, S.C.

12. La biblioteca “Ignacio Manuel Altamirano” continúa registrando una gran actividad, para buscar especializarse en las áreas propias de las humanidades. Durante 2004 atendió un total de 54,263 usuarios para quienes nuestra oferta ascendió a 34,495 títulos y 48,110 volúmenes. Nuestra biblioteca ha llevado a cabo el procesamiento técnico de 1,154 volúmenes para los programas de licenciatura, 829 de ellos adquiridos con recursos del Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI 2.0) por un monto de $190 mil pesos; los restantes 325 fueron resultado de donaciones diversas. Se concluyó también la adquisición de 1,156 títulos para posgrado por un monto de $308,400 pesos, provenientes del PIFI 2.0. Se contrató una suscripción para la DES de Ciencias de la Educación y Humanidades, que abarca 1,200 títulos de revistas y su acceso a texto completo, que implicó una erogación de $150 mil pesos. Se concretó la suscripción a 12 revistas especializadas para sumar un número de 15. 13. En relación con la revista Contribuciones desde Coatepec, se informa que ya se cuenta con el registro ISSN para este tipo de publicaciones; también que forma parte los índices Sistema Regional de Información de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (LATINDEX), Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (REDALYC), y Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE). Después de que en este año salieron a la luz pública los números 3,4 y 5, para el siguiente número se logró la cooperación del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades.

14. Nuestros alumnos participaron y organizaron diversas reuniones; destacan, entre otras, el VIII Encuentro Nacional de Profesores y Estudiantes de Bibliotecología, Biblioteconomía y Ciencias de la Información Documental, celebrado en nuestra Facultad; el Foro de Propuestas para el Mejoramiento de los Servicios de Información de la Facultad de Humanidades; el XXI Encuentro Nacional de Estudiantes y Pasantes de Filosofía, que tuvo como sede nuestra universidad; el Encuentro Regional de Estudiantes de Filosofía, en Guanajuato, Gto.; el 5° Coloquio Nacional de Filosofía para Niños, en Xalapa, Ver.; el V Encuentro de Estudiantes de Historia del Altiplano Central, en la ciudad de México; y el XXVII Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia, en Morelia, Mich. Cabe hacer mención que los eventos de carácter nacional, cuya sede fue nuestra institución, se desarrollaron con gran éxito gracias a la unidad y entusiasmo de los estudiantes.


10

Directores de la Facultad de Humanidades

Dra. Josefina Vélez Orozco 1965/1968

Dr. Joaquín Francisco Zaballa Omaña 1972/1977

Dr. Manuel Velázquez Mejía 1977/1978

Dr. Herminio Núñez Villavicencio 1878/1982

Mtro. Eugenio Núñez Ang 1982/1986

Dr. Alberto Saladino García 1986/1990

Lic. Jenny Lilia Gómez González 1990

Mtro. Ruperto Retana Ramírez 1990/1994

Dr. Edgar Samuel Morales Sales 1994/1997

Mtro. Gerardo Meza García 1997/1998

Mtro. Francisco Javier Beltrán Cabrera 1998/2002

Mtro. Miguel Ángel Flores Gutiérrez 2002/2006


11

García Lorca: la hemorragia Sagrada

A Don José Blanco Díaz, lorquiano de corazón.

Pondré a consideración una solitaria idea: La poesía se confunde con el derrame de lo esencial. Y si lo esencial para nosotros es la sangre ¿ cómo entonces podemos, y aún debemos, vivir a espaldas de la poesía? Sólo vislumbro una respuesta posible: si vivimos prosaicamente, si asentamos nuestras vidas a espaldas de la poesía, es porque sabemos –sin memoriaque la poesía nos invita a algo letal. O dicho de otra forma: que la poesía es absolutamente incomparable con nuestro actual régimen de sobrevivencia. Aún más, si se me fuerza: la poesía es una piedra arrojada sobre ciénagas del bienestar. Pero también un pedrusco que pende del cuello de un náufrago. Cosa de mucho peso y de agonía, cosa que funde esa mirada sin esperanza que apunta al firmamento, pero que también descubre –a partir de esa intención a la vez sublime y repulsiva- lo que Pascal llamara, con su privilegiado oído musical, “el silencio de los espacios infinitos”. Lo que sigue no pasará tal vez de ser un ejercicio de oídos sordos al cual de alguna manera han de contribuir mis palabras necias.

Merodeo por la periferia de la poesía dejando que me invada de tarde en tarde su luz perversa. ¿Cómo y cuándo podría esa relación traducirse en un dispositivo frontal? ¿ Cómo enfrentarse con la poesía, cómo lidiar con ella dándole el pecho si el discurso de uno se me escurre por sus pies y sus espaldas? Mas ¿no pertenece acaso por esencial a la poesía ese deslizamiento, ese resbalar sin aliento posible sobre lo otro? Ya que “la sangre viene cantando: cantando por marismas y praderas, resbalando por cuernos ateridos”. ¿Sería entonces la poesía el arte que consiste en sorprender a la sangre en ese trance de desliz, en ese resbalón inevitable que termina por transformarla “en una larga, oscura, triste lengua?” Pero es que la lengua, triste o alegre, obedece en cualquier caso a un régimen de deslices. La lengua sólo vive a condición de poder deslizarse. Y no me refiero a ello únicamente como aquel órgano carnal que, encarcelado entre los dientes, esclavo de un paladar y de una boca, trata de abrirse paso hacia un afuera ignoto y prometido; me refiero también a la lengua que hablamos y nos habla, a la lengua que resbala sobre los significados, sobre lo que quisiera atenazar en propio. Ya que cuando digo lo que acabo de decir, es precisamente porque nunca terminaré de decirlo. Cuando digo “me refiero” es a sabiendas de que todo referente se me escapa y de que mi discurso sólo puede acariciarlo como a un límite, como a un horizonte inaprensible. ¿Sería entonces toda poesía crónica de un traspiés? ¿El relato de un tropiezo? ¿De un tropiezo quizás inseparable de la condición humana, de un tropezar que hace inminente bajo nuestros pies el abismo, abismo de la sangre anónima, pero también abismo de la vida? Abismo de la tierra y del cuchillo y de la carne herida y de la muerte, abismo donde el habla se detiene al no poder nombrar, al no encontrar nada capaz de ser fijado en un lenguaje. Abismo que no sería otra cosa sino la tierra misma, devoradora del influjo incontenible de la sangre. Y así puede leerse, en el segundo acto de Bodas de Sangre: “Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua. Porque era mía. Tú no sabes lo que es eso. En una custodia de cristal y de topacios pondría yo la tierra empapada por ella”. La sangre empapa necesariamente aquello que por torpe violencia hemos venido a pensar como la materia del mundo: la tierra que soporta y absorbe en silencio el fruto incalculable de nuestras pasiones, ese flujo carnal que aspira el aire, que desea “una fuente de sangre con cinco chorros”, que violenta su origen telúrico para tratar de entregarse –en vano- a la luna o a las estrellas. Y es que la sangre, en su efusión vertical, tiende a inventarse un firmamento: invención que empero sirve siempre

de proemio a una caída, a un triste recaer en el origen. Porque “la sangre que ve la luz se bebe la tierra”, ávida como está de reducir el sempiterno exceso que es la vida al fondo indiferenciado que con todo empuje nuevo puede. Es esa tierra que a toda vida llama desde el destino común que es el yacer, el entregarse – a veces a fecha fija- al yacijo y la mortaja. Así lo advierte, por ejemplo, el “Romance del Emplazado”: “El 25 de junio/ le dijeron a el Amargo:/ ya puedes cortar si gustas/ las adelfas de tu patio./ Pinta una cruz en la puerta/ y pon tu nombre debajo,/ porque cicuta y ortigas/ nacerán en tu costado,/ y agujas de cal mojada/ te morderán los zapatos./ Será de noche, en lo oscuro,/ por los montes imantados,/ donde los bueyes de agua/ beben los juncos soñando./ Pide luces y campanas./ Aprende a cruzar las manos,/ y gusta los aires fríos/ de metales y peñascos./ Porque dentro de dos meses/ yacerás amortajado”. El cadáver pertenece siempre al pasado de la sangre. Y si tratamos de abordar el habla poética como el canto que brota de esa misma sangre, pronto vislumbraremos en ella un efecto de extraña preterición: la poesía, liviana vibración entre dos cadáveres (el expósito y el sepulto) parece coincidir por todas partes con el recuerdo de una hemorragia eterna, por siempre pasada. Y es que -dicho sea entre paréntesis de plata- ¿qué otra noción puede tener un mortal de lo eterno, si no es la de aquello que por haber pasado siempre no puede tener término fijo? La poesía cantaría la eternidad de un flujo contemporáneo de una herida original, siempre pretérita: fisura inmemorial en las carnes abiertas de la tierra, fisura o hendidura cuyas paredes habrían de cobijar la vacilación esencial de nuestra lengua. Y entonces el habla surgiría como el aleteo de la mariposa que agoniza en la mano abierta del niño: mariposa en agonía sin fin, mano del niño inocente y criminal que no se cierrra. Tal vez Lorca se debatió al sesgo con esa metáfora angustiosa; pero tuvo que alejarse de ella lo suficiente como para desplazar a la muerte hasta el espacio de lo presentido. Ya no el canto de una herida primordial, pasado que no pasa, sino la certeza anticipada del destino del Amargo como algo que empezaba a devorar lentamente su vida. Antes de que la muerte de Ignacio Sánchez Mejías le diera ocasión de llorar la suya por anticipado, pudo aún escribir Poeta en Nueva York (1930), que no parece ser otra cosa sino en testimonio de la muerte anónima y presente, es decir que nosotros, seres contemporáneos, insistimos por obligación en pensar como nuestra vida. Creo que nunca la miseria humana afloró semejante fuerza en la poesía de Lorca. Poeta en Nueva York no canta precisamente a la sangre derramada, ni a la sangre que puja por alcanzar las nubes, sino más bien a la sangre sojuzgada y subterránea, a la sangre desmentida por los cálculos industriales de la sobrevivencia, a la sangre que todos tenemos que perder calladamente para hacernos la ilusión de que aún vivimos: “Debajo de las multliplicaciones/ hay una gota de sangre de pato;/ debajo de las divisiones/ hay una gota de sangre de minero;/ debajo de las sumas, un río de sangre tierna”. ¿Cómo no reparar en seguida en el hecho de que aquí la sangre ya no es algo que se alza en surtidor, ni tampoco algo que buscar empapar la tierra. Sino tan sólo algo que hay, algo que hay debajo? La sangre ya no fluye: se limita a estar ahí, debajo (de las multiplicaciones, de las divisiones, de las sumas). Y sin embargo en el mismo poemario puede leerse aún, líneas arriba: “Sangre furiosa por debajo de las pieles,/ viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes...” Y también: “Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,/ hechas de espartos exprimidos, néctares de subterráneos...” Entonces, atendiendo el testimonio desgarrado de la poesía, la sangre sería a un tiempo la furia que desmiente los juegos de la piel y el rabillo del ojo de la vida: esa mirada lenta que lo soslaya todo, como en un gesto de soberanía mayestática, pero que a la vez se debe y remite siempre a lo subterráneo para en ello encontrar néctares indecibles. Néctares ( y la poesía los dice en plural obedeciendo al juego de multiplicar lo


12 Uno ), que la filosofía intenta encaminar hacia ese único néctar que es la muerte. Y es que mientras la filosofía trata por todos los medios de acorralar a la muerte para poder asirla y darle alcance, la poesía explota el poder que en ella misma se muestra cuando se desparrama. La poesía asiste al desparramarse de la muerte. Por eso se aproxima a ella a través de la radical efusión, de la hemorragia. La poesía, piedra arrojada a la ciénaga de nuestro bienestar, trata siempre de provocar una égida, una incontrolable dispersión, una inundación que desborde los rediles cuyos linderos constituyen el sentido de lo cotidiano. Y por si alguien dudara de la magnitud del abismo que separa al poeta del pastor, ahí aparece una y otra vez evocada la fuerza que desafía todo intento de conducción: ya que si hay algo que no pueda hacerse con la sangre, es precisamente marcarle un cauce. ¿Sería entonces la poesía un intento, y quizás el intento supremo, de sumar la voz humana al flujo anónimo que no conoce cauce? ¿Algo así como anegar la voz del hombre en el torrente sobre el cual chapotea con torpeza su propia identidad? Pero entonces, ¿no sería la más genuina poesía la tentativa de devolver al hombre a lo inhumano? Humanamente vivo y humanamente he de morir. Humanamente vivo en la espera de la muerte y humanamente muero en la espera de una vida imposible. Soy la herida; pero a la vez también soy la sangre que escurre por sus bordes. Soy la palabra y el festín de los gusanos que devoran mi lengua. Soy mis ojos y las larvas que se agitan, hijas de su viscosidad, en el sepulcro. Soy la sangre podrida de mis días, aquello que en todo amanecer me recuerdan el peso inerte de mi vientre. ¿Soy entonces algo distinto de la amenaza oscura que me habita? Ya Baudelaire se había visto forzado a debatir entre la náusea y el éxtasis al adentrarse en las sombrías consideraciones. Pero Lorca, a diferencia del gran poeta parisino, no cederá nunca al spleen: más bien adornará de antemano su cadáver con guirnaldas, celebrará por anticipado su muerte entregándolo todo al divertimento. Y así, después de haber escrito el poema titulado: “La gran tristeza”, confesará en entrevista concedida al llegar a Buenos Aires, muy poco antes de su trágica muerte: “A mí lo único que me interesa en divertirme, salir, conversar largas horas con amigos, andar con muchachas. Todo lo que sea disfrutar de la vida, amplia, plena, juvenil, bien entendida. Lo último para mí, es la literatura”. Vocación de frivolidad que apuntaba –desesperadamente tal vez- hacia esa gloria del instante que abre el devenir del mundo en abanico multicolores. Se trata, en apariencia, de una ebriedad distinta de aquella a través de la cual nos sacude lo trágico: es ahora el misterio que cambia la sangre en agua y cristal, incluso en ese aire al que sólo se accede por el prisma sin sitio de la poesía. Canto y danza que nos aparta de toda confrontación mohína con la muerte, pero que a su vez trata de desplazarla transformándola en un hecho luminoso y glorioso, como en las corridas de toros. La poesía enjaeza a la muerte como a una yegua virgen, es capaz de ponerle riendas doradas. Y por su parte el poeta se acerca a todo eso, no como un sacerdote resplandeciente, sino como un acólito oscuro de cabeza baja: monaguillo cabizbajo. Pero ¿ acaso guarda todo eso la promesa de algún sentido? La cabeza del poeta acaba por inclinarse hacia la tierra mientras recibe un tiro anónimo en la nuca. ¿Será entonces ése el destino de la poesía? ¿Inclinarse bajo el poder de lo anónimo, renunciar a la libertad de la sangre para entregarlo todo a los museos, a la momificación de los nombres, a esa empresa macabra que muchos llaman “historia”? Entonces, a partir del cadáver momificado de Lorca, cobraría renovada vigencia la pregunta de Hölderlin: “¿Para qué los poetas en tiempos de miseria?” Y sería precisamente esa miseria lo que nos resta por pensar. APOSTILLA LAPIDARIA La sangre es un torrente que requiere voz. Quiere la sangre hablar y aun cantar. Pero ¿ será eso cierto? ¿No será más bien que a través del habla y del canto, de la poesía y la filosofía, tratamos en vano de evitar la pérdida que nosotros mismos somos? (A partir de esa sospecha, si cedemos sin trabas a la seducción, poesía y filosofía aparecerían al servicio de la construcción de ciertos torniquetes destinados a paliar las consecuencias de una hemorragia esencial ).*

Tras del derrame fatal, tras la consumación mortal de la hemorragia, la sangre se endurece, deja de ser flujo para cedérselo todo a la piedra, a la piedra lapidaria (“¡oh sangre dura de Ignacio!”). La piedra es el acceso a lo anónimo (“No te conoce nadie”), silencio sepulcral en el que se disuelve toda palabra y todo canto. Silencio: absorción mineral de la vida. Hay un destino lapidario de la sangre que tal vez coincida con el devenir de toda auténtica poesía. Y es que la palabra poética parece condenada a palpitar entre dos tipos muy distintos de cadáveres: uno es el cuerpo expósito (“Muerto que se quedó en la calle/ con un puñal en el pecho/ no lo conoce nadie”); otro es el cuerpo amortajado y sepultado (El emplazada e Ignacio). Pero en cualquier caso el cadáver pertenece al pasado de la sangre. Cadáver anónimo, expuesto a la intemperie, y cadáver memorable, ahogado por la lápida del recuerdo. Entonces la poesía ¿en qué consiste? ¿En acompañar la entrega inevitable de toda vida a lo anónimo, sumándose por exceso a la crueldad de la intemperie? ¿O en colocarse en un sepulcro, una mortaja, para resucitar de ahí –quizá por defecto- la memoria de la sangre derramada? A partir de tales consideraciones, parece inevitable plantear una falsa alternativa, como suelen serlo todas las que atañen al pensamiento: la poesía entre la exposición abismal y el momento fúnebre: oscilando de nuevo entre el abismo y la memoria, entre la sangre perdida y la letra que la fija. La palabra de Lorca no consigue hurtarse nunca a esos vaivenes; más parece buscarlos aleteando desde la insignificancia de un pájaro herido. Me detendré sólo en el efecto de preterición que permite a la poesía acceder al canto de una hemorragia pasada. ¿Cómo consiguen eso los poetas? En tal pregunta apenas encuentro a tientas los vestigios de un enigma. Asunto de bobos, tal vez, como la mayoría de los enigmas. Y estaría dispuesto a explorarlos si para ello no faltaran a un tiempo el puñal y el grito. Desarmados ante el flujo abismal de lo pretérito y mudos ante las oleadas de sangre que aportan “noticia” de lo futuro, ¿ cómo no habríamos desde esta tesitura ridícula del presente, playa donde la memoria del Mar se pierde, herida a partir de la cual la hemorragia sangrada se torna inevocable? Sangramos sin memoria y sin canto. Trastabillamos como niños inválidos muy cerca del Averno. Pero inclusive esta proximidad se nos hurta cada vez que decimos “yo” o “nosotros”. Y en esa circunstancia miserable, ¿de qué nos serviría aún el sacrificio alegre de los poetas? ¿Caso somos aún dignos de cualquier forma de heroísmo? ¿Acaso nos afecta aún en la entraña la voluntad sacrificial y la euforia sagrada? ¿No hemos llegado seguramente, por vía de abandono y profanación, a transformar la sangre en algo así como un “objeto de análisis”? Tataranietos de una civilización anémica, desangrada desde hace mucho tiempo y exhausta en sus más vibrantes convulsiones, nos movemos a pesar nuestro bajo un régimen de eterna preterición ( si puedo evocar a Lorca en este instante, ello no hace más que probar la eficiencia actual de semejante régimen). Por eso sólo me fue dado escribir y hablar de la sangre pretérita y podrida, de la sangre pasada. García Lorca pertenece de mil modos al pasado. Son precisamente los mil modos en que a nosotros nos ha sido negada la posibilidad de desangrarnos heroicamente –y vivir. *En esta observación, escrita entre paréntesis, más de uno podría percibir una contradicción: ¿Cómo es posible afirmar a la vez que la poesía es el canto que acompaña sin medida a una hemorragia y el artilugio (torniquete) que intenta contenerla? Efusión cantada y contención sorda:¿se entenderían ambas cosas al mismo tiempo? ¿El torero desangrándose y el cirujano que lo interviene? La poesía es a la vez una sangría (infinita) y una intervención (finita). En ello, más que una contradicción, parece hallarse una paradoja. Coincidencia impensable del agonizante con el cirujano, línea de intersección entre dos posibles que engendran un imposible. José Blanco Regueira Publicado en La Jornada Semanal. No. 379. 9 de Junio de 2002.


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Conversación con Gerardo Meza García. Martín: Gerardo, después de la presentación del libro Estulticia y terror, le preguntaste al Dr. Blanco Regueira qué tan difícil era convivir con la gente y los alumnos después de haber escrito el libro mencionado; ¿qué te contestó? Gerardo: cuando él publicó ese libro, que me obsequió, comentamos que cómo era posible que conviviera ante tanta mediocridad, y decía que bastaba con una pequeña luz en el camino para continuar con su interés de auxiliar sobre todo a los alumnos, precisamente para acabar con esa mediocridad. Él basaba, fundamentaba sus ideas, en que si un solo alumno le respondía en un curso, era una ventaja. Efectivamente, creo que lo lograba, afortunadamente tuvo alumnos que sobresalían con sus enseñanzas y esto le llenaba de placer. Martín: ¿cómo crees que haya sido el Dr. José Blanco Reguiera con estas acotaciones que haces? Gerardo: Francamente, yo creo que entró en una etapa de conformismo vital: al principio dijo, esto es mi ambiente, si es donde me estoy desarrollando, aquí me quedo. Ya su edad, en su situación, no buscó otras alternativas de desarrollo. ... Cuando él llega a México a buscar empleo en algunas universidades del país, como la propia UNAM, Puebla y Morelia, en México está de moda, está en boga, el materialismo histórico, el materialismo dialéctico, pero él era especialista en metafísica, y todas las escuelas de filosofía encaminan su pasos hacia cursos de economía política y marxismo, y eso a él no le gustaba , no era su línea de atención; entonces cuando llega a Toluca y él ofrece sus servicios, se le dice: aquí sí puedes trabajar la metafísica, dijo: aquí me quedo. Creo que fue una persona muy, muy brillante en el terreno de la filosofía. Martín: aún así no le gustaba participar en coloquios, seminarios y todas las cuestiones burocráticas de esta universidad. Incluso abandonó el Sistema Nacional de Investigadores. ¿ Tú crees que también sea debido a esta burocratización del conocimiento? Gerardo: sí, definitivamente. Estaba en contra de todos estos aparatos de control, así los llamaba. Buscaba la libertad y creo que fue consecuente, siempre trabajó y se manejó con mucha libertad; los programas de mejoramiento del profesorado, el Sistema Nacional de Investigadores

y creadores, el mismo programa de estímulos al personal docente, todo eso lo sentía él como una cárcel. Se rebelaba ante esa situación, pocas veces participó. Ahora, ¿por qué no participaba en coloquios, en todo este tipo de cosas? Por la burocracia. A él le fastidiaba la burocracia. Yo recuerdo que hace algunos años, que participó en algunos eventos en Zacatecas y Querétaro, en coloquios internacionales de filosofía, tuvo una serie de problemas para que le pagaran la inscripción y los viáticos; entonces me decía que cómo era posible andar mendigando un dinero para mostrar su conocimiento. Todo este tipo de cosas lo agobió mucho, lo fastidió mucho. Hubo una etapa en su vida, hará diez años, en que él estaba completamente fastidiado. Ya no de la enseñanza, de la facultad, sino de la vida. Para su fortuna, se juntó con otra mujer, tuvo dos hijos más, ya tenía dos hijas, creo que eso lo rehabilitó mucho, lo impulsó, le dio ganas de seguir en la mediocridad que él decía. Martín: Era filósofo, escritor, también intentó la novela, sin embargo era básicamente ensayista. En tu trato con él y en sus asuntos, en los cuestionamiento que él hacía de manera filosófica y como humano, ¿qué decía? Gerardo: Sí, efectivamente, él escribía novela, y escribía ensayo, sus novelas eran muy ensayísticas, sus ensayos eran muy novelescos. Uno no puede leer sus ensayos sin pensar en la posibilidad de una ficción, y sus novelas eran muy, muy meditativas, con muchas ideas de por medio, no era un autor fácil, no es un autor fácil, yo más bien diría que es muy difícil. Acercarse, por ejemplo, a este último de sus libros: Estulticia y terror, precisamente no es sencillo, yo creo que cada página merece un análisis exhaustivo y profundo. Como filósofo era muy profundo, incomprendido, yo diría aquí en el medio, era más reconocido en otras partes. Incluso en Siglo XXI dejó un texto para su dictaminación. Se lo dictaminaron con ciertas cosas un poco absurdas, que decían, por ejemplo, que quitara, entre otras cosas, las palabras obscenas, cosas así que me parecen a mí absurdas. Ahora después de muerto, el director de Siglo XXI, el maestro Labastida, nos pidió a un grupo de compañeros que le pidiésemos a la viuda que le autorizaran editar; evidentemente la viuda se negó. Si en vida él ya no quiso editarlo..., la viuda iba a respetar su opinión. Seguramente lo van a editar en otro lado.

Eso muestra un poco la personalidad de José Blanco. Era una personalidad controvertida y era un hedonista. Él era un hedonista. Le gustaba el placer. Sobre todo la buena comida. Cuando comíamos juntos era un excelente comensal. Los buenos vinos le gustaban mucho. Martín: una anécdota de esas conversaciones. Gerardo: muchísimas, pero muchísimas. Era un hombre que, por ejemplo, te voy hablar de hace unos cinco años: cuando nos reuníamos, íbamos a comer juntos y él siempre degustaba del anís, entonces le ofrecí un anís después de comer, iba yo con mi esposa y nos hizo una explicación histórica del anís: su origen, que es griego, cosa que poca gente sabe, y cómo fue evolucionando esa bebida hasta llegar a la hispania romana, y cómo en hispania se queda como una bebida nacional; en una parte de España, tan importante para esa parte que, ahora, por ejemplo, uno pide un chinchón y saben que se refiere uno al anís y es una región española. Como eso miles, miles de anécdotas... Pero yo creo que lo más profundo de él era su entrega a la vida, por una parte, y, por otra, su rebeldía. Él fue un tipo muy rebelde. Aunque esa rebeldía la expresaba y la mostraba fundamentalmente con sus amigos. No era un tipo, como bien tú dices, muy social, o que gritara en asambleas, se manifestara en mítines o acudiera a manifestaciones, con los amigos él mostraba mucha rebeldía. La invasión de EU a Irak, por ejemplo, le violentó mucho, a tal grado que es la única vez que yo lo vi, que fue orador en un mitin, en la plaza cívica de Toluca, denunciando, hablando, contra esa invasión en Irak. Esa es una anécdota fabulosa. El discurso lo debe tener la viuda, porque lo leyó. Fue un documento escrito. Y mostraba esa rebeldía. Yo creo que al final se le acumularon muchísimas cosas: la muerte de un querido amigo, la invasión de EU a Irak, la publicación de su libro donde manifiesta, precisamente, su razonamiento sobre el ser, sobre el pensar, sobre el razonar, sobre el vivir, en general, en medio de la estulticia, que él decía. Entonces todo esto, al final de su vida, auguraba... Yo recuerdo, antes de que se fuera a España, me comentó la tristeza que sintió cuando murió su madre, que murió a finales de 2003, y me decía que lamentaba mucho no haber estado allá con ella, pero le

preocupaba mucho más su padre, que había quedado en la orfandad a más de ochenta años, entonces que iba ir a verlo. En esta etapa se fue a España. Su objetivo era ver a su padre y cuál fue la sorpresa de que fue al revés: de hecho el padre fue a ver al hijo. Porque ni siquiera Pepe Blanco llegó al lugar donde estaba el padre, sino que ya no llegó, sí a Santiago de Campostela y fue hospitalizado ahí. Incluso esto fue tan impactante para su padre, que, postrado, enfermo, se levanta y va a visitar al hijo al hospital. Se reanima el padre para ir a ver al hijo. Ese tipo de anécdotas rodearon la vida de Pepe. Pepe tuvo muy buenos amigos en Toluca, excelentes amigos. Pero generalmente todos estos amigos son gente aislada, gente intelectual todos ellos, por supuesto, pero gente que, como él, lobos esteparios, gente que no se mostraba, ni buscaba la fama, ni el reconocimiento público, nada de eso; sino gente que le gustaba pensar y dialogar y divagar con sus amigos. Martín: ¿crees que Blanco Regueira buscaba al ser humano por el ser humano o era un hombre religioso, independientemente de los estudios tan profundos de filosofía que hacía? Gerardo: era un tipo de religiosidad, de ascetismos, más que de religiosidad, porque buscaba al ser humano, pero no en el otro ser humano, sino en los principios, en las ideas, en los razonamientos, en la búsqueda de la proyección del hombre hacia..., no al más allá, visto como otra vida, sino en el más allá visto como una forma de raciocinio. Fue un hombre muy comprometido con el hombre mismo, pero, repito, no con el otro hombre sino a nivel de principios filosóficos. Martín: Blanco Regueira, como hombre rebelde, ¿crees que estaría de acuerdo en la serie de homenajes que por ahí van a estar haciéndole, en hacerle publicaciones póstumas? Gerardo: Por supuesto que no. Él era enemigo de todos esos asuntos. Alguna ocasión se le invitó a participar en un homenaje, en el primer aniversario de Genaro Vázquez, profesor de la academia de filosofía de la Facultad de Humanidades. Él me comentó que qué podría decir de una persona con el que en vida tuvo muchas diferencias. Porque en un homenaje no se puede decir lo malo, no debe ser. Debe decir lo bueno y le costó mucho trabajo hacer un discurso; no porque Genaro no tenía cosas buenas, sino porque él hubiera


14 querido decir las cosas malas. Sé que le dijo a Eva que no le hicieran homenajes. Martín: esta entrevista entonces ¿es un insulto a su memoria? Gerardo: no, porque no le estamos haciendo homenaje. Martín: ¿el anecdotario que se está tratando de recopilar, no es también un homenaje? Gerardo: ¡No¡ Una cosa es hacer un homenaje, con un acto póstumo, formal, donde asista un rector, cosas de ese tipo. NO, no, no. Aquí yo supongo que estás platicando con sus amigos, con sus conocidos, a mí me gustaría que, incluso, platicaras con sus discípulos. Yo no encontré en la facultad uno solo de sus exalumnos o alumnos que me hablara mal de Pepe, ni uno solo. Jamás. Nadie me lo dijo. Me han hablado mal hasta de mí mismo, pero de él, jamás, nadie me ha dicho que era una clase mala, aburrida. Es más, yo puedo decirte que en alguna ocasión teníamos en la maestría en estudios literarios una clase que se llamaba filosofía del lenguaje y que nos la daba un eminente doctor, mas no entendíamos la naturaleza de la materia. La cursábamos porque estaba en el plan de estudios; no la entendíamos. Finalmente, le pedimos al doctor Blanco que nos platicara lo que era la filosofía del lenguaje y qué función tenía en la literatura. Y en una sesión de dos horas, una conferencia, yo diría supermagistral que nos dio, nos hizo comprender cuál era la situación de la filosofía del lenguaje y nos convenció de la inutilidad de una materia de ese tipo en los estudios literarios, donde la naturaleza de la obra literaria es la ficción, y la filosofía del lenguaje busca la verdad. Entonces, con una sencillez maravillosa, él nos dijo: esta materia no tienen por qué estarla cursando. Martín: era un maestro. Gerardo: era un maestro en toda la extensión de la palabra y, además debo decir que, con relación al homenaje, seguramente se lo merece, se lo merece, pero a él no le hubiese gustado, hay que respetar un poco la individualidad de la gente. Yo recuerdo que gente de buenos principios y de buena fe le mandó hacer misas. Seguramente él

se hubiera revolcado y hubiera muerto nuevamente, un hombre ateo como lo era él, con sus principios, sí, pero completamente anticristiano y anti religioso, no ateo, agnóstico, yo diría, creer que le estaban haciendo eso..., para él hubiera sido ofensivo. Yo siento que la gente lo hace de muy buena fe y, como esto, que estamos ahora haciendo, no lo hacemos con una intencionalidad negativa, sino con la intencionalidad de recordar al hombre que estará presente siempre, desde mi punto de vista, por su obra misma, por su familia, por sus amigos, él estará siempre presente. Martín: algo más que quieras agregar. Gerardo: ..., que me hubiese gustado estar con él en sus últimos momentos..., es algo que extrañé mucho, porque fue muy sorprendente su muerte, como cualquier muerte de amigos, es sorprendente, aunque la esperes, siempre te sorprende, y decir que el hecho de que Pepe Blanco nos enseñara un poco a soportar muchas cosas en la vida, soportar las injusticias, soportar la mediocridad, soportar a la burocracia, una serie de cosas, yo creo que es su mejor legado. Martín: un gran Hombre José Blanco Regueira Gerardo: sí, un gran Hombre Gracias. 14 de abril de 2004.

Testimonio de Ramón Larrauri Rangel Conocí al Dr. Blanco en un curso de ética. Y lo que más recuerdo de su persona, y de la manera de impartir clase, era la rigurosidad con la que formulaba los pensamientos de diversos autores. De dicho curso puedo contar una anécdota curiosa: yo expuse Kant, la metafísica de las costumbres, la razón práctica. Al final de mi exposición me hizo algunos comentarios críticos. Después de ésta le pregunté: ¿qué cree que me hizo falta?, y me contestó: nada más leerte la crítica de la razón pura. Él era un erudito; más allá del manejo de los autores, tenía una posición frente a estos. Sabía a la perfección las propuestas filosóficas desde Platón hasta los llamados posmodernos; su conocimiento era amplísimo. Fue un personaje que filosofaba. Además de ser erudito en filosofía, en la historia de la filosofía, filosofaba su propia experiencia vital. En no pocas ocasiones llegué a pensar que cada clase era una conferencia magistral. Era tal su manejo de los autores que cada sesión académica era un deleite escucharlo. Era un deleite confirmar con qué facilidad comprobaba las conexiones entre los autores. Yo creo que no habrá un personaje igual que Blanco en nuestra facultad. Platicando con el Dr. Malishev llegábamos a la conclusión de que, ni siquiera en la UNAM hay una persona como José Blanco. ...¿Cómo era como persona? Muy respetuoso, lo que le molestaba era la falta de educación de parte de los estudiantes, la falta de estudio. En algunas ocasiones, tal vez, llegó a proferir un insulto, pero era debido a la falta de preparación de los estudiantes. Recuerdo que, en el mismo curso de ética, una compañera expuso a Jacobo Rosseau; cuando terminó la exposición el Dr. Blanco le dijo: un estudiante de secundaria, de educación media hubiera expuesto mejor el tema. Esto me pareció, en un principio, una falta de respeto a la compañera, sin embargo, una vez que hizo los comentarios dentro de la clase, me di cuenta que tenía toda la razón, pues la falta de rigurosidad, la falta de preparación del tema, el desinterés de la compañera... eso era lo que le molesta al Dr. Blanco Regueira. Entre otras, también la burocracia, esa manera de pensar que se deja encuadrar dentro de los marcos institucionales. Yo sabía que estaba inscrito en el padrón de investigadores, en el sistema nacional, y en una plática con el Dr. Malishev me comentaba que el Dr. Blanco mostraba cierta aberración hacia esa clase de burocracia, con la estratificación del pensamiento, con los parámetros que coloca el mismo CONACYT; se puede investigar

sin estar sujeto a esa prácticas, a esos reglamentos, esas formas de hacer investigación. El Dr. Blanco era contrario a la institucionalidad. Él pensaba que la reflexión filosófica no podía estar enmarcada en los marcos institucionales. Otra anécdota: cuando yo lo invité a que fuera mi asesor de tesis me dijo francamente: ¿quieres aprender filosofía?, sí, Dr., contesté. Salte de la facultad, fue la respuesta. Porque solamente fuera de esta institución puedes aprender filosofía, ponte a leer, a pensar, nada más, dentro de esta misma tesitura, contrario a la institucionalidad. Precisamente cuando lo invité a que fuera mi asesor de tesis me dijo: olvídate de la metodología, es burocracia; olvídate del marco teórico, conceptual, olvídate de esas tonterías. Lee y piensa, sólo así se puede hacer filosofía. Todo lo contrario de los cánones, de las vacas sagradas de la facultad, que son muy dados a la ortodoxia. Blanco era contrario a todo ello. Al Dr. Blanco no le gustaba la confrontación, decía que gastábamos mucha energía en enojarnos.... En el libro Estulticia y terror me parece se puede leer la síntesis del pensamiento del Dr. Blanco. Era un pensador crítico que no le gustaba el circo del debate -acto que extrañé un poco- siendo la filosofía una actividad dialógica, el diálogo puede ayudar a pensar mejor las cosas, a ver nuestro pensamiento cuando éste es autocrítico. A Blanco no le gustaba ese debate, no le gustaba el circo. Y esto da pie a otra anécdota. En el cuarto congreso nacional de filosofía, en Toluca, en 1987, él escribió una ponencia sobre Heidegger, y recuerdo perfectamente el título: Heidegger y el abismo. Mandó su ponencia pero no se presentó a leerla. Le preguntamos que por qué no la había leído: él mencionaba que no le gustaban esos circos. Incluso, hace un año, recuerdo que todavía estaba Roberto como coordinador de filosofía, me mencionó que se le iba a hacer un homenaje al Dr. Blanco. Y éste contestó: no gracias, no me gusta, es un circo. Consideraba los actos públicos como un circo. Y, desde mi óptica, esa aberración a los debates nos dejó un tanto insatisfechos, no sentía mucho afecto por el diálogo académico. Cuando presenté mi examen recepcional, mi idea era juntar a todas esa vacas sagradas: Manuel Velázquez, Juan Parent, Noé Esquivel, Gerardo Rodríguez (q.e.p.d.) y José Blanco (q.e.p.d.). Yo tengo que verlos en un acto público, pensé, haber si se dan un agarrón, pero no se me hizo. Pero sí, verlos juntos. Nunca los escuché debatir. ...Desgraciadamente. Gracias, Ramón. 20 de Abril de 2004.


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Conversación con el Dr. Mijaíl Malishev Martín: usted hizo un ensayo que habla de la muerte, obviamente todos sabemos que ésta es incognoscible; pero cuando la tenemos cerca, cuando ya es algo tangible, comenzamos a pensar en ella, algo sucede con el ser humano. Usted conoció muy bien al Dr. José Blanco Regueira. ¿Sigue pensando lo mismo después de la muerte del Dr., ha cambiado su postura frente al concepto de muerte? Mijaíl: dubitativo, contemplando el horizonte: yo considero que la muerte a veces ilumina o resalta algunas cualidades y méritos que normalmente en la vida cotidiana no se ven. Yo apreciaba a Blanco Regueira; es un destacado pensador, filósofo de una gran cultura; he leído sus artículos, libros. Por ejemplo, estoy convencido que su libro Verdad y existencia, dedicado a la filosofía de Kierkegaard, es uno de los mejores libros de lengua española. Conozco sus trabajos sobre Kant, me regaló sus libros Odisea del Liberto y Estulticia y terror, en fin... ...La muerte siempre es como una piedra de toque o una revelación. Esta revelación confirma lo que yo siempre he pensado: que era un destacado pensador, muy modesto. Quizás él se eliminaba de las escalas, de las posibilidades de su cultura, se comportaba de modo bastante modesto, incluso yo diría que vivía en cierta clandestinidad. No participa en muchas actividades porque tenía el carácter antiburocrático, sí daba clase, pero no le gustaba participar en diferentes actividades porque perdía muchas veces el tiempo. Estas reuniones, siempre con retraso, con muchas palabras y pocas nueces. Yo considero, y lo planteo en mi artículo sobre la muerte, que muerte es un reconocimiento de los méritos de quien murió. Hay gente que ya son reconocidas durante la vida, pero también hay algunos como bolas de jabón que están en el centro de atención del presente, pero mueren y se olvidan . El caso de José Blanco

es todo lo contrario. Yo creo que no fue reconocido adecuadamente. Al hacernos conscientes de la universalidad de la muerte de José Blanco, reconociendo su muerte, no sólo como algo accidental e inoportuno, sino como una revelación trágica que introduce un sentido diferente en la personalidad del difunto, arroja una nueva luz sobre algunas acciones que antes nos parecían poco comprensibles, y lo más importante, nos abre la posibilidad de entender el significado de la persona que fue en toda su magnitud, para evaluar más adecuadamente su lugar en el encadenamiento de los acontecimientos de la vida. Tras la muerte de José, pensamos en la realización y en el significado que aportó a la vida y la vida de los demás. A veces sólo el tiempo, más allá de la vida de la persona muerta, puede darnos la dimensión real de sus méritos y otorgarle su justo valor. Nadie había pensado que tan pronto iba a abandonarnos. Martín: ¿usted estaría de acuerdo en el concepto que acuña el Dr. José Blanco Regueira en el libro de Estulticia y terror, con respecto al hastío de la vida, al hastío intelectual o filosófico que revela en el texto? Es decir, ¿el Dr. José Blanco Regueira sería un ser hastiado de la existencia? Mijaíl: Puede ser, puede ser hastío, quizás él sintió algo más. Eso es como una suerte, no depende de nosotros. A veces sentimos incluso como... La vacuidad existencial, yo pienso que él experimentaba más al interior. En primer lugar, él como yo, estaba operado del corazón, él tenía dos catéteres y sin embargo continuaba fumando, que quizá fue una de las causas porque las que terminó trágicamente. Pero también tenía más premisas o fundamentos para experimentar o iniciar el hastío debido a los dramas que sucedieron en su vida. Roberto: una pregunta Mijaíl: ¿cómo percibes tú que lidiaba, alguien como José Blanco Regueira, que se dedicaba a pensar, que se dedicaba a la filosofía, cómo lidiaba con la vida cotidiana, esto que mencionas, su matrimonio, cómo se enfrentaba a estas situaciones, como un filósofo, cómo cualquier humilde mortal? Mijaíl: nunca hablamos al respecto. Yo soy más hombre de tacto, directamente hablar sobre sus asuntos personales, no... Roberto: ¿tú cómo veías que enfrentaba esas situaciones que de alguna manera todos enfrentamos en la vida? ¿Entre un pensador y una persona hay alguna diferencia? Mijaíl: No creo que haya diferencia. Diferencia sólo en el temperamento, en el modo de evidenciar la vida, su carácter, pero no en nuestras profesiones, yo no veo gran diferencia.

Puedo juzgar de modo indirecto que él fue impactado por su divorcio, el abandono de su esposa, sus hijas; por mucho tiempo él no escribió nada, vivió dando clase y después regresaba, yo no sé a donde. Nunca estuve en su casa, invitado. Yo quise invitarlo después. Deduzco que después empezó a escribir. Publicó dos libros y elaboró un curso especial, incluso diseñó un proyecto, extraño en él; empezó a trabajar de modo académico intensivamente. No como antes... Algún periodo estuvo muy deprimido, se sintió lleno de hastío vinculado con su situación de familia, con su esposa... Martín: podemos pensar que el Dr. Blanco Regueira fue un hombre que perdió la fe, en el amplio sentido de la palabra, un hombre, creo, extremadamente religioso, ¿qué sucedió con él? Mijaíl: yo no creo que él fue religioso, hablamos varias veces de ese tema. Él decía: me llevo bien con los religiosos, pero no soy religioso, eso lo puedo testimoniar. Religiosidad en el sentido..., otro sentido... Martín: religioso en el sentido que andaba buscando esa unión terrenal: la razón y lo divino; ¿qué pasaba con él, qué pensaba? Mijaíl: no sé... Conozco de religión, escribo sobre ella, daba clases sobre filosofía religiosa de la Edad Media. El filósofo no puede ser filósofo sin conocer bien La Biblia, mitologías, algunos dogmas, el cristianismo u otras religiones. No creo que él buscara está unión: entre lo terrenal y trascendental, lo divino. Hablamos un poco una vez, y yo dije que para nosotros, que no somos creyentes, la vida es más dramática, más trágica, porque con esta vida se termina, se acaba todo. Para la conciencia religiosa la vida es más aguda, más peligrosa quizá, menos posibilidades de consolación, de consuelo, de pensar que tú vas a vivir más allá, vivir. Algunos quisieran, como Unamuno, pensar así pero, hay una barrera..., sé que otros piensan así. Si la fe les ayuda, en el sentido psicológico o moral, pero para Blanco esto era como una realidad psicológica-moral, no esencial. Roberto: ¿cómo definirías a José Blanco? Es un hombre que toda su vida pensó sobre el Hombre, toda su vida pensó sobre filosofía y de alguna manera su vida es trágica. ¿Qué pasa con el filósofo, se decepciona del hombre, se decepciona de sí mismo, en dónde está la tragedia de José Blanco? Mijaíl: pienso que tiene cierta razón. El hombre no sólo siendo filósofo llega a ciertas desilusiones, con la edad esto se acumula. Si tú tienes el oficio del filósofo y piensas y escribes sobre la fe, sobre la muerte, sobre problemas existenciales, entonces..., Blanco y yo compartíamos estas preocupaciones. Su temática la caracterizaría como temática de la

fenomenología existencial. También se decepcionaba mucho del hombre, sobre sus situaciones afectivas, sobre situaciones trágicas, situaciones de la elección entre la vida y la muerte, para él no había lugar para optimismos a ultranza. Él consideraba que la vida se termina con la muerte. Claro, nosotros podemos consolarnos con la anticipación del futuro, con la publicación de algunos libros, algunos artículos, se contribuye al desarrollo de la filosofía. Para mí este tipo de inmortalidad existe. Otra no. Martín: era un hombre que escribía, que pensaba. Filósofo en amplio sentido de la palabra, pero también, en algún momento, intentó hacer literatura; en la novela, qué decía, se la habían editado muy mal. La palabra no es una manera de salvación. Una posibilidad de permanecer, de trascender y, en el caso de José Blanco Regueira, no es así. Mijaíl: sí, claro, indudablemente. La palabra es la posibilidad de trascender. La palabra es un consuelo. Cuando nos perturba algo siempre tratamos de escondernos, de encontrar el asilo en el mundo de la palabra, sí. Además, Blanco, en mi opinión, era un brillante ensayista, un brillante estilista, tanto en su expresión oral como en sus escritos, sus artículos y libros. Toda mi admiración. Ahora estoy releyendo Verdad y Existencia y puedo confirmar que era un gran estilista, sus escritos son para mí una lección para aprender español. Roberto: estamos hablando de un hombre que tenía un amplísima cultura, que tenía un trabajo reconocido ampliamente, de un hombre que también tenía vicios, que fumaba, que tomaba. Cómo se balancea, se equilibra esa parte del hombre que, de alguna manera, busca el conocimiento profundo, el conocimiento absoluto de la filosofía, en alguna medida la perfección, y, por otro lado, tiene las debilidades humanas, ¿cómo se balancea eso? Mijaíl: no se balancea, porque el hombre no es un ángel, Blanco se daba cuenta. Yo no estoy de acuerdo que siempre buscaba la perfección, no. No fue reconocido en el sentido social. Él fue reconocido sólo por algunos, como nosotros, como ustedes y yo, por su comunidad. Pienso que el Dr. Blanco fue uno de los mejores filósofos de México, pero no recibió muchos reconocimientos formales, premios. Por ejemplo, salió del Sistema Nacional de Investigadores y nunca quiso regresar. Conscientemente se alejaba a la clandestinidad, como automarginado, se automarginó. Por ejemplo, en el sistema nacional, con sus premuras de estímulos, se tiene que trabajar produciendo, se tiene que trabajar en términos de productividad. Esto no es bueno, José Blanco se daba cuenta y trataba de tener espacios para ser libre. Parece que no experimentaba


16 esta presión social en la carrera por dinero. Le reconozco su dignidad, sus cualidades. Le propuse, muchas veces, renovar su estancia en el Sistema Nacional de Investigadores, para tener más dinero. Pero él contestaba, sí, es dinero, pero no, porque es presión. No sabía como abrir y cerrar la puerta de rectoría, de la coordinación de investigación, no tenía proyecto, aunque es autor de tantos libros y tantos artículos. Es una paradoja. Pienso que fue una elección consciente contra la presión, contra el burocratismos, contra el ajetreo, porque como verdadero filósofo debe ser libre y ser responsable, pero intrínsicamente, no responsable por presión externa. Roberto: de acuerdo a lo que nos estás comentando, yo entiendo que José Blanco era un hombre muy consciente de sí mismo, rebelde, en el mejor sentido de la palabra, autodeterminante, y que sabía qué es lo que estaba haciendo. ¿No te parece admirable en este época que alguien viva con esas características? Te lo digo en serio: hay gente que me dice: deje de fumar, ya vio lo que le pasó al Dr. Blanco. Él fumaba porque quería, igual que yo, él sabía a lo que se arriesgaba, igual que yo, todavía más que yo. Estamos hablando de un hombre que autodeterminó su vida, su decisión ante un sistema económico, político, social, ante un sistema burocratizado de la investigación, la educación, etc., él puso su bandera. A mí me parece, desde ese punto de vista, admirable la posición de Blanco. ¿Cuál sería tu opinión al respecto? Mijaíl: estoy de acuerdo, pero también quisiera agregar que él fue muy exigente consigo mismo y con sus alumnos. Hay que decir que me encontraba con él más frecuentemente en los exámenes recepcionales. Con todos sus alumnos fue muy exigente. No pasaba a la comisión revisora tesis que no valieran la pena ser leídas. Se quejaba del nivel de cultura de los alumnos. Hay alumnos buenos, otros que tienen potencialidades y, los más, una cultura bastante baja. No se pueden rechazar todas las tesis, hay que aceptarlo. Y sin embargo, hay que decir que él trataba de trabajar bien, nunca tenía prisa y muchos de sus alumnos, como Javier Caño, Juvenal u Óscar Suárez Zaragoza fueron sus asesorandos y tesis de excelencia. Los cinco doctores del examen recepcional, a éste último, le adjudicamos unánimamente la solicitud para publicar el trabajo de licenciatura como libro, lo cual sucede muy rara vez. Blanco se quejaba del nivel de cultura, pero él trataba de no multiplicarla, sobre todo la ignorancia y a los semicultos. Los ignorantes e incultos son preferibles a los semicultos, porque éstos puede asumir el poder y después perseguir, hacer sufrir a los

hombres. Martín: sobre esta idea del poder, en Estulticia y terror hace un acre crítica a la masa, al común de la gente y su relación con el poder. Un ser humano que llega a ese tipo de conclusiones, como lo han hecho muchos pensadores en política, ¿qué le pasa, qué sucedió con José Blanco después del libro de Estulticia y terror? Mijaíl: primero, quisiera decir que él sí fue autoexiliado, incluso despreciaba el poder, trataba hasta el más mínimo momento de resistir el contacto con la gente del poder, tanto a nivel de la facultad como de la universidad, rectoría. Segundo, su libro es el reflejo más agudo de su actitud hacia el poder. Él fue consecuente, lo que escribió no fue muestra de cobardía, no, ese fue un acto de epojé, en el sentido de Hausserl, poner entre paréntesis las relaciones de poder. Claro, no liberarse por completo, eso es imposible. Hay que siempre escoger a un director cada cuatro años. Y él trabajaba también en la facultad. Él vivió como epicureo o como estoico. En su libro, Odiseo del liberto, escribe mucho sobre estoicismo, en este sentido su área era totalmente académica, totalmente libre de todas las consideraciones del poder. Martín: ¿cuál era el trato con los alumnos en ese sentido? Se puede ser un filósofo, un pensador, y sin embargo..., porque es diferente platicar con los colegas que hacerlo con los alumnos. Con esos alumnos semicultos o ignaros; ¿cómo los trataba José Blanco? Mijaíl: no sé exactamente, porque no nos comunicábamos. Quizá como miembro sinodal. Yo nunca visitaba sus clases, sólo puedo juzgar por su actitud hacia ello. Nuestras conversaciones informales o durante los exámenes recepcionales. Él siempre tenía respeto por el otro, no importa qué cultura tenía, por eso la mayoría de los que le apreciaron eran alumnos bastante cultos. Roberto: era un profesor popular, lo querían sus alumnos. Mijaíl: yo no diría así. No era profesor popular para descender al nivel de los alumnos. Él consideraba que los alumnos tienen que ascender, hacer esfuerzos, sólo algunos seguían un modelo de actitud: retroalimentación alumno-profesor. Él era más bien profesor para la élite. Y con estos alumnos él trataba de trabajar. No rechazaba a los demás, sin embargo trataba de que muchos de estos entendieran que la cultura era básica para aprender, así como la disciplina. Por ejemplo, Josué, egresado hace cinco años, escogió un tema difícil de tesis, que ahora lo tiene avanzada en un ochenta por ciento. El Dr. Blanco revisó dos capítulos, pero desgraciadamente murió. Josué fue muy fiel al Dr., a pesar de la exigencia de éste. Como tres o cuatro alumnos que asesoró Blanco Regueira:

brillantes y fieles. Sus tesis de licenciatura han sido las mejores que yo he leído en mi vida. Como saben, yo soy dictaminador y sólo tengo dos titulados. Blanco trabajaba con muy buenos alumnos, y estos sabían apreciarlo. Martín: ¿cómo recibió la noticia de la muerte del Dr. José Blanco Regueira? Mijaíl: muy afligido. Además se murió una nuera, madre de mi nieta. A los tres días murió José. Es algo que yo todavía no puedo creer. Me faltaba su figura y su voz. Sobre todo porque teníamos muchas casas en común. Éramos como gemelos: los dos estábamos operados del corazón, después de sufrir un infarto. Nuestra cultura era muy semejante, la diferencia es que él analizaba muy bien el español, lo fundamentaba con argumentos contundentes y, a veces, irrefutables. Yo soy más disperso. En ese aspecto me supera. Yo perdí un gran amigo, un colega entrañable. No sólo por las charlas que teníamos sino porque era un amigo espiritual. Un gran amigo, un pensador, un Filósofo. Martín: ¿entonces cree que un homenaje para el Dr. José Blanco sea un insulto a su memoria? Porque un hombre que se alejaba del poder, que se alejaba de las aulas, que se dedicaba a pensar, ¿estaría de acuerdo en que se le hiciera un Homenaje? Mijaíl: no sé. Guardando las distancias... Spinosa vivía en esa condición o Epicuro, con su divisa: vivir tranquilamente, alejado del ajetreo de la vida social; eran grandes pensadores. Tenemos que pensar en

rendir homenaje, reconocer lo que él nos legó, en virtud de su modestia personal, lo que le ofreció a la vida social: el talento, el valor, el mérito.

No podemos soslayar que la muerte hunde en el río del olvido a las autoridades infladas, a muchos portadores del poder, y, al contrario, resalta las dignidades y valores de los seres que viven al abrigo de las bondades humanas. A veces el reconocimiento de los valores después de la muerte no coinciden con la vida de la gente. El caso del Dr. Blanco Regueira es muy parecido, considerando su gran talento y su modestia, su antiburocratismos, su afán de no querer ser enaltecido. Aunque sospecho que él sabía el precio que se paga por ser auténtico. Como un filósofo, como un hombre de moral no quiso resaltar su imagen. Blanco no era como algunos filósofos que padecen de complejo de superioridad. La forma más adecuada de rendirle homenaje es escribir sobre las virtudes del Dr. José Blanco Regueira. Martín: el mejor homenaje será leer su obra. Mijaíl: Leer y escribir sobre lo que él escribió. O reeditar sus obras. Editar sus manuscritos. Él me entregó una traducción de Yillez Deleuze que aparecerá pronto en la revista La Colmena. O la conferencia que tiene grabada Rubén Mendoza. Todo debe aparecer en nuestra revista Coatepec. O sugerir un tema de tesis a los alumnos de licenciatura o maestría, porque ni en la UNAM tienen un filósofo de este tamaño. Los hay muy viejos sí, reconocidos, pero no de los tamaños de Blanco, ni con la virtud y la modestia con la que contaba el Dr. Un verdadero filósofo en el sentido de Epicuro y Spinosa. Gracias Dr. Mijaíl. Martes 13 de abril de 2004.


17 (el coito de los conceptos) son la defensa violenta contra el Terror, contra la justicia del Terror. Ya en el artículo de 1975, “La inscripción filosófica de ausencia”, refiere nuestro autor: “Porque la ausencia deviene allí donde el decir asegura su verdad”1. Muestra ésta del ocultamiento del Terror a la ausencia. Eso significa que el decir o nombrar o enjuiciar, son por consiguiente un encubrimiento del Terror a la indiferencia, al sin-sentido eterno de lo dicho y pensado. En otra escrito nos refiere que “hablar significa por principio, contraer una deuda impagable con lo real”2. Con ello se insiste en la institucionalización que la Razón hace del lenguaje, mostrándose así, ésta, como amo y señor de un Reino sin reino, de una Realidad camuflajeada detrás de la cual no hay nada seguro. En ese sentido, refiere Blanco que, el lenguaje marca, no signa como parte de un rebaño al servicio de un pastor y amo, denominado Estado; al respecto dice:

¿Humanismo en José Blanco Regueira?, o una invitación a la vergüenza (fragmento) Por Rubén Mendoza ¿Cuál fue su línea de pensamiento?, ¿qué filósofo es guía de su reflexión filosófica?, ¿qué pensaba Blanco? José Blanco no tenía línea de pensamiento, no era seguidor ni discípulo de nadie; pensaba, y lo hacía a su manera; conocía sí, la historia del pensamiento filosófico, y cuando hablaba de algún filósofo en particular, lo conocía tan bien, que podíamos pensar que Blanco era fanático de ese pensador, pero no, porque el conocer no implicaba para él someterse ciegamente, más bien eso le permitía abordarlo, después de explicarlo, para someterlo a una lidia, donde la violencia daba por resultado una interpretación nueva y no dogmática, permitiéndole al acto de pensar enfrentarse al devenir, liberándolo, al mismo tiempo, del estanco del pensamiento que se quiere hacer Verdad. ¿Qué significa el pensamiento de Blanco?, ¿qué dice del humanismo? Por principio, su pensamiento no comulgaba con el humanismo moderno. Más bien fue un crítico de éste. En el preámbulo de su obra, Estulticia y terror, Blanco refiere el objetivo de ésta, el cual consiste en establecer, en lo imposible, una turbia luz en la relación entre la Estulticia y el Terror, cosa dice, que los sinvergüenza, en su estado de bienestar, camuflajean u ocultan en el ejercicio del Terror, y no ante el Terror mismo; es decir, ahogados en la Estulticia, en el Embrutecimiento, velan el fondo de todas sus acciones por medio del arte de la Representación ingenua de una supuesta Realidad institucionalizada. En un Estado de Estulticia, lo más humano es la vergüenza; eso significa asumir, con cierto pasmo y sin prepotencia, el Estado de Razón que lleva a la Estulticia por medio de la Representación de una Realidad camuflajeada. Avergonzarse significa sonrojarse ante los engendros de la Razón Oficial, añagazas fantasiosas que embrutecen, ya de antemano, la vida misma: Razón, Realidad y Verdad. La Razón crea la Realidad, donde posteriormente cree hallar la Verdad. De esta manera, toda Razón se institucionaliza en hechos a través del lenguaje: el hecho de que caigan gotas sobre mi cara es institucionalizado por la palabra “llueve”. Por ello, esta acción institucionalizadora de la Razón aleja del trasfondo de la vida, negándole su estado original: el Terror. Nombrar y juzgar

Puesto como Razón, el Estado digiere, desecha y recicla lo nuestro, precisamente por medio de la promoción de un “nosotros” (La Socie dad, La Tradición, Lo Universal) que no es nadie, ni nada en absoluto significa3.

Por ello, el hombre se hace hombre como tal, sólo cuando por principio es capaz de avergonzarse, reconociendo con humildad (humanismo), su estado de estulto frente al Terror; aceptando, a la vez, y de ante mano, que dicho reconocimiento no es una salvación, sino un nuevo fracaso en relación con su guerra contra el Terror. Así, un humanismo (no entendido en sentido metafísico, no el humanismo de la Espera, de la Felicidad, del Dios eterno, del Porvenir, del Progreso, de la Verdad, de la Persona, de la Sociedad) es producto del reconocimiento de la derrota del hombre ante el Terror bajo el Estado de Estulticia.

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1. José Blanco Regeira. “La inscripción filosófica de ausencia” , p. 17 2. ________________. “Breve meditación sobre el embrutecimiento”, p. 15 3. ________________. “Bisagra de falacias (de la razón que impera)”, p. 19

Bibliografía Libros 1. Blanco Regueira, José. Estulticia y terror, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 2002. 2. -------------------------------. La odisea del liberto, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 1997. Artículos Blanco Regueira, José. “La inscripción filosófica de ausencia”, en Revisión Filosófica, No. I, UAEM, Facultad de Humanidades, Toluca, 1977. ----------------------------------. “Merleau-Ponty o la agonía de la subjetividad”, En Revista de Filosofía, No. 84, septiembre-diciembre, UIA, México, 1995. ----------------------------------. “Bisagra de Falacias”, en La Colmena, No. 4 otoño , UAEM, Toluca, 1994. ----------------------------------. “Breve meditación sobre el embrutecimiento”, en ¿Qué es eso de la filosofía? Razón o embrutecimiento, Recuento de las jornadas filosóficas durante el 2002, Coordinador Rush González, UAEM, Facultad de Humanidades, Toluca, 2003. Isla, Augusto. “Ecos de una ciudad a la deriva”. (En recuerdo de José Blanco Regueira), en La Colmena, No. 41 enero-marzo, UAEM, Toluca, 2004. Conferencias “Letra, sangre y pensamiento”. Dictada en la Facultad de Humanidades. “La lidia del pensamiento”. Dictada en la Facultad de Humanidades (Inédita)


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La esencia del necio 2 Y entonces ¿ qué nos queda por hacer con la existencia, con este fardo que desplazamos a orillas del abismo? Es una pregunta de obrero, de artesano o de transportista, sin responder a la cual ni un solo ser humano podría sobrevivir más que unas décimas de segundo. Envejecer sin haberla contestado es mucho más difícil, si cabe, que envejecer sin haberla planteado. Con este tipo de preguntas sucede lo contrario que con los problemas: quiero decir que se responden siempre necesariamente, mucho antes de haber sido formuladas, y aun –y sobre todo- si no se las formula. El problema moral tan sólo surge cuando se invierte el orden natural de esas preguntas. ¿Qué debo hacer?, no es ya una pregunta de trabajador, sino de ciudadano. Si se llega a confundir con la pregunta de un obrero, será sólo en virtud de una vergonzosa moralización del trabajo. 6 Tal vez valdría entonces como definición de la necedad, ésta que sigue: es necio todo aquel que se vale del tiempo para hacer cuentas. La necedad sería entonces una especie de aritmética ilusoria. (Me temo, sin embargo, que una definición semejante no podría dar cuenta cabal de su espesor: es imposible definir la necedad sin hacer cuentas, y por tanto sólo cabe definirla neciamente, circunstancia capaz por ella misma de desmentir la de-finición en cuanto tal. Pero es que en la espesura de la necedad sin hacer cuentas se deja de percibir todavía un efecto de pastosidad sobrante: el fruto de una pasta que desafía al aliento, o quizá al torrente de flemas que recorre hacia abajo el aparato intestinal de un malnacido. Necedad e indigestión bronquial. Necedad como transformación en asfixia de una desgracia intestinal y respiratoria. Necedad como accidente asfixiante. Pero también necedad como el principio de nuestra respiración y nuestra digestión). 11 Los necios sufren (o se perciben a sí mismos en estado de holganza) según lo vayan determinando las circunstancia, es decir aquello que su propia necedad confunde obligatoriamente con el devenir. Y por la misma razón, los necios lloran a sus muertos sin percatarse de que nunca han vivido. (En el Ensayo de comunicación* escribí que el hombre sólo difiere del perro en virtud de un afecto de obediencia. Ahora reafirmo ese pensamiento añadiéndole una nota voraz, y subrayando a la vez que la profunda analogía que une al hombre con el perro pasa por ser asquerosa relación con lo que está muerto. Tanto el perro como el hombre son capaces de excitarse ante la devoración de un cadáver; pero satisfecho su miserable impulso, sólo deben relamerse. Entre ese acto agradecido para con el mundo y el acto que consiste en lamer las botas de un Superior, no acierto a definir distinción alguna.) * Ensayo de comunicación (seguido de otras proposiciones), La Colmena, revista de la UAEM, No. 17, Toluca, México, 1998. 14 Supongo que lo que determina interiormente el destino de cualquier pensamiento tiene algo (aunque muy poco) que ver con la diferencia que separa a una inteligencia roma de otra aguda: pero sí en cambio, mucho más, con lo que separa a un humano avergonzado de un sinvergüenza. Prueba de ello es que a ningún imbécil le avergüenza el hecho de haber nacido. Mucho menos podremos esperar que se sonroje ante los efectos que

–a título de acciones- se deriva de sus propias facultades. En cambio, si fuera válido invertir esta ley, es propio de todo imbécil avergonzarse de lo impropio y construir gigantescos edificios con ayuda de vigas que piensa ver crecer en unos ojos supuestamente ajenos. Por eso los imbéciles, en lugar de avergonzarse, suelen arrepentirse. 19 A grandes rasgos, todas las respuestas de los homínidos ante el Terror podrían resumirse en dos renglones. Uno sería la institucionalización de la guerra, y el otro la institucionalización del acto de juzgar. Entre la guerra y el juicio hay evidentemente una relación interna e invencible. Toda guerra empieza por un juicio que funda en derecho la declaración de guerra, y termina por otro que ajusta las cuentas entre vencedores y vencidos. (...) 21 En efecto: del necio es propio regocijarse del infortunio –a condición de suponerlo siempre ajeno-. De la mente del necio también emana –por la misma razón- el concepto de felicidad en cuanto estado propio y, en términos generales, toda idea de propiedad. Por ello del necio es propio pensar que toda necedad consiste en un uso impropio de la inteligencia. Esto se basa en la profunda creencia, arraigada en todo necio, en una suerte de propiedad natural de uno mismo, de las facultades y de las cosas a su alcance, que habría de recibirse por el hecho de haber nacido. La creencia en la naturaleza, entendida como ámbito primero de propiedad, es tal vez la hija primogénita de la estulticia. Y es evidente que la creencia en la rectitud del pensamiento provienen de la misma filiación. De ahí que la filosofía no pueda nunca pensar Naturaleza y Verdad si no es desde una relación con lo propio, a partir de la cual el Terror mismo que motiva su despliegue pasa a ser determinado como algo impropio. 28 (...) La necedad se alimenta de la conciencia de la falta, siempre y cuando la falta aparezca como propia. Necedad y propiedad surgen simultáneamente a partir de ese hueco asqueroso que se enuncia como carencia. Pero el más alto grado de estupidez no reside ahí, sino en la promulgación de semejante certeza transformada en un hecho de conciencia. (...) 29 Es mucho más útil y más fácil pensar mal que no pensar. Todo parece indicar que en cambio, el bien pensar no admite ninguna consideración de facilidad o dificultad, puesto que nos refiere siempre a algún acto imposible. 30 La utilidad del malpensar ha sido registrada incluso en los adagios populares –teñidos por la moralidad del sentido común- transmiten utilísimos preceptos para la buena conducción de la “vida práctica”: “piensa mal y acertarás”. En máximas de ese tipo cifran los necios la justificación de su malevolencia. (...) Me referiré entonces a la estulticia como al conjunto de gestos forzados que trata de desvincular al Hombre de la inocencia. José Blanco Regueira Fragmentos del libro Estulticia y Terror, publicado por el IMC, en la colección El corazón y sus confines. Toluca, México 2002.


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El esclavo obligado a ser libre De la Odisea del Liberto Hablo de libertad evitando el sonrojo a partir de una condición ansiada de liberto. Ser liberto significa algo que hoy en día podría resultar heroico, a favor de la retirada de los héroes, de su acceso al estado de confinamiento propio de un placer retirado y taciturno. No hablo de la libertad a partir de un suceso de desengaño o de desencanto, sino más allá del engaño y del encanto, desde un espacio en el que se torna imposible la seria audición de toda queja: allí donde todo discurso quejumbroso mueve a risa –en el mejor de los casos-, allí donde toda empresa vindicante, donde todo veneno liberador ha renunciado a posteriori sus derecho. Allí donde ha sabido el pensamiento diferenciar su acción con respecto a cualquier orden empresarial, a cualquier cuestión de derecho. Ni el amo ni el esclavo tienen derecho a hablar de la libertad: precisamente porque en el foso erótico y agonal a partir del cual se yerguen ambos, lo que habla es otra cosa que nada o muy poco tiene que ver con las relaciones de dominio. La libertad no puede pronunciarse nunca en la boca de un amo, ni mucho menos en la amarga lengua de un esclavo: sólo cobra sentido en la enunciación de un liberto, de alguien que –como Epicteto o Descartes- se hace capaz de acceder a la experiencia del desengaño a partir de un período prolongado de esclavitud. Epafrodita* encierra tal vez, bien a pesar suyo, el secreto de la ilusión libertaria moderna: la libertad y la prueba, la libertad como hija de un efecto de crueldad que siempre resulta posterior con respecto a la escenografía de una prueba, de una puesta-enprueba que ha de hacerla aparecer como victoriosa. La libertad inseparable de una lucha traducible en términos de conquista. La libertad en cuanto hija del esfuerzo o blasón sangrante de la ataraxia: el fruto de lo no-dado, lo menos dado, la consecuencia heroica de la posibilidad de lo imposible, aquello que sólo puede hallar albergue al margen de la naturaleza, tal como la entendiera Kant. La libertad como fruto de una apuesta insensata, de una apuesta que sólo cobra sentido cuando se formula de cara a un abismo:¿no la leyera así Pascal? ¿No la releyó mejor aún, a partir de esa línea que apunta al vacío, Kierkegaard en sus escritos de más marcada ascendencia teológica, ahí donde la relación con Dios lo obligaba a mantener una imposible comunión con el abismo? Epicteto, Kant y Kierkegaard: todos ellos se ven forzados a hablar de la libertad a partir de la condición del esclavo liberado, del liberto, de aquel esclavo al que le fue otorgada obligatoriamente el fruto de lo desconocido. Pero ¿cómo se conjuga en su discurso la necesidad con el don? ¿Cómo pensar aquello que se da necesariamente, y en cuyo don es la libertad misma la que resulta forzosamente im-puesta? El liberto, alegoría del hombre moderno, es aquel que se ve forzado a hablar de la libertad a partir de la experiencia de un regalo incómodo. Poco importa la interpretación a la que sea capaz de someter semejante incomodidad: la libertad puede ser leída como el obsequio indeseable de un Dios o como lo que marca, frente al silencio de un ser-en-sí, nuestra contingente condición humana: en cualquier caso es algo transportable y que causa trabajo transportar. La

libertad comunica con una obligación de transporte y de trabajo. Ensueño del liberto: es el transporte. Obligación del liberto: es el trabajo. *Liberto de Nerón que posteriormente habría de esclavizar a Epicteto. De estoicos y modernos ¿En qué puede estribar actualmente la utilidad y la pertinencia de un estudio de la Filosofía Estoica? Al plantearnos esta pregunta en las postrimerías de un siglo que ha transformado la enseñanza de la filosofía en un ejercicio libresco y erudito, regido por la simple curiosidad histórica, importa recordar la radical mutación que la idea de sabiduría (sophia) ha sufrido en la cultura occidental. Un racionalismo ciego, dominado por una obsesión productivista, distorsiona por entero la función del saber y la priva de su antiguo meollo ético. Ya no se trata de aprender a conducirse en la vida, sino de especular en una doble dirección: la del pensamiento “contemplativo” que se repiensa inútilmente a sí mismo, y la del pensamiento “productivo” que incide sobre su otro para provocar efectos. Pero en cualquiera de ambos senderos, queda eludido el problema llano y duro que preocupaba a los antiguos. Mientras los filósofos “profesionales”, con título y cátedra, continúan rumiando su arsenal de sistemas caducos, la ceguera científica da la mano al dogmatismo religioso: lo que la ciencia no plantea, la religión lo resuelve sin necesidad de plantearlo. La filosofía pasa a ser un discurso excedentario y superfluo, en un mundo en el que todos, o casi todos, sabemos mucho y creemos demasiado. Por que nunca hemos estado mejor “informados”, y nunca nos hemos asido tampoco con tanto denuedo a los clavos ardientes de la fe. En un momento lleno de científicos y de iluminados, ¿qué espacio, a no ser el del recuerdo sapiente, podría ocupar la filosofía? Porque la filosofía –es bien sabido- sólo se sustenta en la ignorancia y el silencio, lejos de la docta barahúnda y del comercio irreflexivo de los discursos. La filosofía despunta ahí donde se abre paso el saber de nuestra condición insapiente, la conciencia de que el hombre es el único animal que necesita aprender a vivir para estar vivo y aprender a morir para estar muerto. Para el hombre, como alguna vez apuntara Kierkegaard, existir es un arte. El hombre está destinado a transformar en arte, en oficio y técnica, aquello que para la simple bestia es sólo condición de estancia, habitación natural en el mundo. El hombre, auriga ciego, no puede empero vivir sin conducir su vida. Haga lo que haga, e incluso si determina abstenerse por completo de la acción, su vivir se encuentra preso desde la cuna en las redes del hacer. ¿Qué hacer con la vida? ¿Qué hacer de “mi” vida? ¿Cómo conducir mejor esta vida hacia la muerte? Tales son las preguntas que rigen el esfuerzo de toda filosofía auténtica, a partir de las cuales se bifurcan los caminos de la sabiduría y de la necedad. José Blanco Regueira Fragmentos del libro La odisea del liberto. Publicado por el IMC, en la colección cuadernos de Malinalco (No. 24). Toluca, México, 1977.


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El arca encallada: t ra d u c c i ó n d e p o e m a s

Ciclo Inmarcesible: Reseñas El vuelo que nombra y amordaza Es la noche en la tierra en el campo verdoso e infinito es un pájaro muerto por el hambre: escopeta cargada de silencio. Silvia Tomasa Rivera

Paul Èluard (1895-1952) Nous deux Nous deux nous tenant par la main Nous nous croyons partout chez nous Sous l’arbre doux sous le ciel noir Seuls nous les toits au coin du feu Dans la rue vide en plein soleil Dans les yeux vagues de la foule Auprès des sages et des fous Parmi les enfants et les grands L’amour n’a rien de mystérieux Nous sommes l’évidence même Les amoureux se croient chez nous. Nosotros dos Nosotros dos tomados de la mano En el mundo entero nos creemos en casa Bajo el dulce árbol bajo el negro cielo Bajo el techo solos al amparo del fuego En la calle vacía a pleno sol En los ojos vagos de la muchedumbre Junto a los sabios junto a los locos Entre los niños y entre los grandes Nada tienen el amor de misterioso Somos la evidencia misma Los enamorados se creen en nuestra casa.

Traducción: Miguel Covarrubias. Del libro El traidor: poetas franceses y alemanes contemporáneos. (Edición. Bilingüe). Universidad de Nuevo León/ R. Ayuntamiento de Monterrey. Guadalupe, Nuevo León, México, 1993

Callado, oculto tras las nubes grises y los truenos del alba, se esconde el silencio de la palabra. El estruendo taciturno de las voces que hilan, poco a poco, la mordaza del vuelo y la llaga de la luna, la írrita disolución entre la luz y el fuego. Y llega el sonido, el aleteo nictálope de quien sabe que el ruido es un estorbo, de quien confirma la limpieza del escombro en la lucidez del verbo, de quien sorbe el abismo del sentido en el Decir del mundo. Y yantar palabra es un juego procaz y un delirio en la garganta. El asidero de la llama que no renuncia -vuelo de azor voraz- a mirar, y, a la vez, depositar su dulce pleamar en los brazos del crepúsculo para que la voz anuncie el divertimento en el flujo sanguíneo del inquisidor y poeta. Porque De Cetrería, libro de Sergio Ernesto Ríos, no sólo muestra los detalles de la duda, también nombra a la memoria desde la agotada Memoria de la palabra. Donde los lectores serán devorados por el infinito laberinto de vocablos que deberán ser consultados no sólo en lexicones, sino también en tratados de teología, en libros donde los caballeros andantes lucían sus adargas, en volúmenes de numerología que permitan desentrañar el vuelo cetrero de la página que canta. Y el canto -anquilosado sentimiento de los mares- recorrerá los espacios del poemario y someterá al infortunio del significado en el árido universo del que sueña ser espacio, viento, fuego, vuelo. Sueños en el libre aire del sentido que le consentirán a Sergio Ernesto –palabra fortificada en el conocimiento- atisbar desde el cielo que robustece con sus versos, con sus alegoría, con sus juegos de palabras, con sus retorcidos recreos en los sentidos del poemario. Porque quien se atreve a levantar el vuelo, deberá sirgar el incienso de los muertos para colmarlo de misticismos. Donde la oscuridad del sentido se verá sometida al silencio de los libros y el ritmo de los versos, ora perfectamente encandidos, ora balbuceantes en la prosa, ora haciendo guiños con la vanilocuencia, arrancarán de tajo el miedo a la presa. Como el grácil vuelo del azor que contempla a su presa desde el cielo: viejo canto de guerrero. Danza donde un fardo de hunos busca la tranquilidad de la sangre y donde la voz lírica de Ernesto – Italínica soledad, mordacidad de aquitanio, hedonista baladí- viaja por la lucidez de sus lecturas y ofrece un crisol de panoplias a la espera de la lucha. Batalla entre el homenaje y la voz propia; feroz estampida entre la recreación de la historia y el llanto ensimismado de poeta. Porque Sergio Ernesto enuncia una larga historia, una enmarañada leyenda de nombres y hombres que juegan con la imaginación de los días y la nostalgia de la vida. Donde el primero que llegue contemplará los vericuetos de la razón poética, ávido andar en los andamios del silencio y en las ínsulas del viento. Y mirar será una posibilidad de sentir el vértigo de la sangra y el afán por cazar palabras, ahítas de poesía, en duelo procaz. De Cetrería ofrecerá un lucha espuria entre la mirada del ave de rapiña y el lector de poesía; un campo ensangrentado por la nostalgia y la tristeza escura de la dubitación a ultranza; dueño de la presa, el lector observará el cansancio de los días y la paciencia del poeta refocilada en los lecturas detenidas y en la investigación de los mitos. Mitología personal de Sergio Ernesto que aúlla por el eco de sus dudas en la tierra. Donde el vuelo por el universo libresco es lo único valioso para la voz lírica. Y donde cada lector, lego y taciturno, deberá sentir el vértigo de la ignorancia ante el marasmo del sentido y significaciones de la historia. Memoria de un espacio místico en busca de la Verdad y la voz de la poesía. En fin, silencio de pájaro-palabra muerto: vuelo que nombra y amordaza. mma Sergio Ernesto Ríos. De Cetrería. Bonobos, Metepec; México, 2004.


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Sintomatología de la Facultad Dice un viejo refrán: para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo, y tiene razón. En el año 2003, el Centro de Investigaciones en Ciencias Médicas (CICMED) aplicó una serie de cuestionarios a los estudiantes de la Facultad de Humanidades para saber si estaban sanos, locos o debían practicar el arte de la indigencia. Los aspectos que consideró tal dependencia fueron: uso de algunas sustancias prohibidas por la AFI, el Comité Olímpico Mexicano o cualquiera otra institución; cuántas horas de estudio dedican a sus materias; cómo ocupan el tiempo libre; cuáles enfermedades de trasmisión sexual son más comunes en los estudiantes universitarios; a los cuántos años inician su vida sexual; cuáles enfermedades crónicas padecen ellos o sus familiares; y, finalmente, si son dueños de un equipo de cómputo, en buen castellano, ordenador. En este último, los resultados arrojaron que 50% de los alumnos poseen una computadora, pero no usan frecuentemente internet. Pero resulta preocupante que los alumnos de la Facultad padezcan el síndrome Lezamaniano. No lectores, no crean que nuestros alumnos son unos excelentes narradores o poetas, sino que sólo 45% dedican una hora y media, de tarde en tarde, al arte de ejercitar la musculatura; el resto son sedentarios. De los atletas, 29.9% son apoyados por un entrenador; 1.9% por nutriólogo; 7.5% por ambos y 60% de manera lírica, es decir, al ahí se va. Los problemas físicos que provoca dicha actividad fueron desde esguinces, 8.6%; mielalgias, 7.6%; hasta la artrodina, 21.9%, lo cual demuestra los modos tan raros que nuestros alumnos tienen al caminar, por aquello de las lesiones. En lo que respecta a la actividad sexual, los alumnos revelaron que la inician a los 17 años (37 %), de ellos, 37. 7% son hombres y 63.0 % mujeres. Para tranquilidad de muchos, resulta satisfactorio saber que 70% aceptó usar algún método de protección contra enfermedades de trasmisión sexual. De los 70 encuestados, 11 hombres y 10 mujeres, se aventaron como El Borras; es decir, a cuero pelado. Finalmente, dos hombres, poniendo las manos en el corazón, dijeron que habían mantenido relaciones homosexuales, y 1.9% adujo haber padecido alguna enfermedad de trasmisión sexual; por otro lado, 58% afirmó que usó condón para protegerse y 40.2%

pastillas, inyecciones o ritmo. Algo angustiante, para la comunidad estudiantil, es el uso y abuso de tabaco y alcohol o algún otro enervante. El 57% son tabacómanos; es decir, consumen seis cigarros a la semana, y la edad promedio para comenzar a fumar oscila entre los 15 y 17 años; 74.3% casi está al borde del alcoholismo: 47.4% son hombres y 52.6% mujeres, lo cual indica que el consumo de bebidas embriagantes promedio es de 1.5 copas por semana y la edad para iniciarse en el arte del chupe es de 16 años; 13. 6% consumen drogas. Debido a lo anterior, 9.1% faltó a las labores escolares, por aquello de la resaca; 37.5%, bajo los influjos de Baco, se lio a golpes; y 22.5% sufrió un accidente.

Lo dicho, la cuña está tan honda que el palo puede pudrirse. En fin, las estadísticas son meros números, háganles caso quienes no estén libres del cigarro... o del chupe. Datos obtenido de la encuesta aplicada por CICMED, en 2003, a los estudiantes de la Facultad de Humanidades. Los Alumnos, que deseen colaborar para Tlamatini, realizando reseñas de libros editados por la universidad o cualquier editorial estatal, y los que quieran realizar trabajo periodístico, solicitar información en los departamentos de Educación Continua y Comunicación Humanistica, ubicados en el edificio A, cubículo 6 y en la sala de cómputo de Posgrado, respectivamente. Las entrevistas fueron realizadas por Martín Mondragón Arriaga y Roberto Sverdrup. Tlamatini agradece a David de la Torre Cruz los dos ensayos aparecidos en La Jornada.

Universidad Autónoma del Estado de México. Dr. en Q. Rafael López Castañares Rector M. en A. Ed. Maricruz Moreno Zagal Secretaria de Docencia Dr. en A.P. José Martínez Vilchis Secretario Administrativo M. en C. Eduardo Gasca Pliego Secretario de Rectoría

Facultad de Humanidades M. en H. Miguel Ángel Flores Gutiérrez Director Lic. en H. Magdalena Pacheco Régules Subdirectora Académica C. P. Abraham De la Colina Mercado Subdirector Administrativo Diseño y edición Lic. en Letras Martín Mondragón Arriaga Lic. en C. Roberto Sverdrup Viniegra Estud. en CID Luis Daniel Cruz Monroy Tlamatini es una publicación cuatrimestral de los Departamentos de Educación Continua y Comunicación Humanística, con un tiraje de 1000 ejemplares. Paseo Tollocan esq. Paseo Universidad, Ciudad Universitaria.

Tlamatini Ofrece una disculpa porque no se pudo localizar la fotografía del Mtro. Alfredo Peruyero Sánchez, quien ocupó el puesto de director de nuestra Facultad de 1968 a 1972.

El pasado mes de abril de 2004 se presentaron, en la Facultad de Humanidades, el dramaturgo Ricardo Pérez Quitt y el poeta y ensayista Raymundo Ramos; el primero disertó sobre la evolución del lenguaje dramático y los mecanismos de producción del teatro; el segundo, habló de la poesía religiosa mexicana y destacó aspectos importantes de la poesía de los siglos XVII al XIX; por otra parte, el escritor, Óscar de la Borbolla, en una charla divertida y con argumentos contundentes, profirió el largo y arduo trabajo del novelista; todo ello en la sala de usos múltiples “José Blanco Regueira”, bajo el marco de Abril, mes de la lectura.


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