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Semilla, una experiencia de permacultura en Sierras Chicas

Hace ochos años, germinó en Unquillo una experiencia que apunta a un cambio de paradigma en la forma de habitar el territorio. Se trata de Semilla, un proyecto asentado en un predio de cinco hectáreas que hoy incluye a nueve núcleos de familias y personas que trabajan, aprenden y comparten dicho espacio desde una mirada permacultural.

UNQUILLO es sencillo ni puede objetivarse en un manual, ya que depende de muchos factores y, justamente, de lo estrictamente situado del territorio, el hábitat y sus habitantes.

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La palabra “permacultura” viene resonando hace un tiempo en la búsqueda de formas de vida más sustentables, en armonía y semejanza con los ecosistemas naturales. Bajo estos lineamientos nació, hace ocho años, un proyecto llamado Semilla, que funciona en un predio de cinco hectáreas ubicado en el corazón de barrio Parque Serrano, Unquillo.

Reunidos por un deseo genuino de acercarse a la naturaleza, la comunidad de Semilla sostiene que la permacultura es “un cambio de paradigma” que implica “pasar de una cultura del consumo a otra manera de mirar el planeta”. Así, sus tres pilares éticos son “el cuidado de la tierra, el cuidado de las personas y la distribución justa y cualitativa de los excedentes”.

“Lo primero que hicimos y lo más concreto que hay en el predio, son dos pequeñas lagunas que funcionan como reservas de agua y que, además, favorecen todo el entorno. Las construimos tras analizar bien el terreno y sus desniveles, aprovechando las escorrentías de la lluvia”, cuenta Luca, quien nació en Italia, pero hoy vive en Mendiolaza.

“En vez de usar o poseer todo lo que tenemos alrededor, la permacultura se pregunta cómo volver a vivir en equilibrio con el entorno, observando atentamente el ambiente que nos rodea”

Con esa agua pueden regar la gran huerta del espacio, lo cual, según explica Pacella, genera que se acerquen más pájaros e insectos, como libélulas y abejas, lo que vuelve al sistema más interesante y rico.

Sobre sus orígenes, cuentan: “Esto comenzó con la inquietud de algunas personas de compartir un pedazo de tierra. Más tarde nos llegó el conocimiento de la permacultura, como herramienta que nos ha ido moldeando y continúa siendo nuestro norte hasta hoy”.

Un sistema en armonía

Según explican desde Semilla, la permacultura es un sistema de diseño para la creación de proyectos productivos sostenibles, diversos y saludables, que pueden tener cualquier escala, desde un jardincito doméstico hasta una escuela.

“En vez de usar o poseer todo lo que tenemos alrededor, la permacultura se pregunta cómo volver a vivir en equilibrio con el ambiente”, explica Luca Pacella, uno de los integrantes del proyecto. Para ello, se basa en saberes ancestrales de los pueblos originarios de todo el mundo, el conocimiento científico y, fundamentalmente, la observación del entorno, que permite construir “algo distinto, que sea más eficiente, biodiverso y saludable”.

El pasaje de la teoría a la práctica no

Observar el territorio

En la permacultura, el análisis del territorio y la interpretación de los ciclos naturales es fundamental, algo que deviene del racionalismo ecológico. Y esto se manifiesta en el lugar donde funciona Semilla, una parcela en forma de U que tiene “una parte baja en el medio y alrededor una ladera sur, una ladera norte, otra ladera sur y así”, dice Pacella.

Además, señala que una característica importante del terreno es que está plagado de siempreverdes, un árbol invasivo que impide el desarrollo de otras especies, acaparando luz y agua. Esto supone un desafío para Semilla, donde la preservación del monte nativo es uno de los principales ejes.

En este aspecto, la permacultura también invita a mezclar las especies productivas con las especies autóctonas, por lo que es necesario pensar estratégicamente cada acción. “No se pueden eliminar los siempreverdes de golpe porque se seca la tierra, entonces tienes que ir de a poquito, empezar a entender los procesos. Nosotros fuimos podando algunos, generando espacio y luz para que crezcan otras especies”, indica Pacella.

Ante la inquietud sobre el “dónde” implementar prácticas como las de Semilla, Pacella afirma: “Todos podemos aplicar los principios de la permacultura, porque se puede hacer siguiendo cualquier tipo de escala. Desde algo microscópico en la terraza de un departamento, hasta en un predio de cinco hectáreas”, resalta Luca, quien además de interesarse en la permacultura es profesor de danza.

Propuesta abierta a la comunidad

Con ocho años de camino recorrido, el proyecto Semilla Permacultura Serrana continúa creciendo. Además de lo referido a la ecología, en el espacio se realizan capacitaciones y diversas actividades que buscan desarrollarse en comunidad.

“Cada una de las personas que formamos parte pone su cualidad en el proyecto, como la idea de crear una sala de danza, que es una propuesta de Luca”, comparte Nadia Bentkovsky, otra inte - grante de Semilla y vecina de Lomas de Zupay.

“En este sentido es importante remarcar que Semilla es un espacio que se abre a la comunidad, donde suceden cosas, no solamente desde la huerta, sino también en estas acciones de quienes formamos parte”, agrega Bentkovsky, ceramista y emprendedora.

Con la mirada puesta en el bienestar colectivo, dicha experiencia se propone generar un ida y vuelta con el resto de Unquillo, a través de talleres, espacios para siembra colectiva, intercambios de semillas, frutos o producciones locales, es decir, acciones donde lo importante no sea el dinero sino la colaboración comunitaria.

Para quienes están pensando en sumarse, los entrevistados avisan que “no es Semilla quien elige a sus integrantes, sino que son las personas las que eligen ser parte”. “Somos y soñamos en ser como un gran laboratorio de experiencias basadas en la práctica de la permacultura”, concluye Pacella.

Redacción: Milagros Alcántaro . periodico@elmilenio.info

Participaron: Antonella Risso, Florencia Galo y Sofía Vieites (4to IMVA). Canay Chalub y Fabrizio Huens (4to IENM).

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