Tengo 14 años y no es una buena noticia

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Tengo 14 añ o s

y no es una buena noticia

Este libro fue publicado en el marco del Programa de Apoyo a la Publicación del Instituto Francés de América Latina (IFAL) y del Institut Français.

Título original: J’ai 14 ans et ce n’est pas une bonne nouvelle © Actes Sud, Francia, 2021. Publicado por acuerdo con Isabelle Torrubia Agencia Literaria. Todos los derechos reservados.

Texto: Jo Witek Dirección editorial: Ana Laura Delgado Revisión de la traducción y asistencia editorial: Elena Borrás Diseño editorial y cuidado de la edición: Raquel Sánchez Corrección: Rosario Ponce Perea

© 2022. Jimena Estíbaliz, por las ilustraciones © 2022. Xitlalitl Rodríguez Mendoza, por la traducción

Primera edición en español, junio de 2022 D. R. © 2022. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, C. P. 10400, Ciudad de México. Tel. +52 (55) 5652 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx

ISBN: 978-607-8807-26-0

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.

Impreso en México / Printed in Mexico

y no es una buena noticia Tengo 14 añ o s

Jo Witek Jimena Estíbaliz, ilustración Xitlalitl Rodríguez Mendoza, traducción

Al final de la carretera de asfalto

Es un atardecer luminoso. Hace mucho calor. Mis trenzas comienzan a deshacerse. Tengo catorce años. Traigo puesto el uniforme de la escuela y mi mochila al hombro. Sentada en la parrilla de la vieja moto azul de mi tío, dejo atrás la ciudad y su bullicio. Las vacaciones me esperan; regreso a casa con una sonrisa inocente. Me siento ligera, fuerte, protegida detrás de mi tío Blablá, quien zigzaguea hábilmente en medio del tráfico pesado.

Para poder seguirme, es necesario salir de la ciudad, abandonar las carreteras de asfalto y adentrarse en terracerías. Kilómetros de polvo. Aquí, el sol, el viento, la lluvia, la alternancia brutal del cambio de clima son parte de la vida, marcan tanto la piel como los territorios. Sequía, polvo, sed y luego, sin transición, inundaciones, lodo, enfermedades. Donde vivo, a veces, las casas arden; otras, naufragan. Estamos acostumbrados a las emergencias y a las incomodidades. Aquí no existen las alertas meteorológicas ni los números de asistencia o de prevención de riesgos. Aquí, sin cooperación ni solidaridad,

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los seres humanos no pueden sobrevivir. Por eso somos tan unidos en los pueblos. Por eso nuestras tradiciones perduran; para bien y para mal.

Este año, afortunadamente, ninguna calamidad cayó sobre nosotros. La cosecha ha sido buena; los ánimos también. Es lo que me cuenta mi tío Blablá, quien vino a recogerme porque, según me informa, la camioneta de mi papá se descompuso otra vez. En la parte de atrás de la ruidosa moto, escucho las novedades que él me cuenta a su manera, es decir, en desorden y sin cronología. En ciertos momentos, sus carcajadas cubren el ruido del motor. A mi tío Blablá le gusta divagar, adornar, bromear; lo que sin duda explica su apodo. Ya extrañaba su risa. En estos meses que estuve fuera de casa extrañé muchísimo a todos.

En esta época del año todo es ocre y polvo. Todo aquí sabe a tierra, en verano como en invierno. Hay tierra en todas partes, en nosotros, con nosotros y contra nosotros. Sentada detrás de mi tío Blablá, aprovecho estos kilómetros de recorrido en moto para fantasear sobre mis vacaciones. Dos meses en casa. Dos meses con mis amigas, mis hermanos y hermanas, mis padres, mis primos. Estoy ansiosa de regresar a mi pueblo y a nuestra pequeña comunidad. Estoy ansiosa por echarme bajo el sol cerca del río con mis amigas, Bo, “la Parlanchina”, y Alvina, “la Florista”. En el pueblo todos tenemos apodos. Yo soy “la Bella”. Hubiera preferido ser “la Inteligente”, pero soy “la Bella”. Parece que mi belleza vale oro, es lo que me dice

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Nana, mi bisabuela, cuando me ve: “Vales oro, mi niña; eres un tesoro para la familia”. Creo que exagera un poco y me parece que Bo y Alvina son mucho más bonitas que yo. Me pregunto si ellas han cambiado. Me pregunto qué pensarán de mí cuando me vean. Espero que nuestro viejo burro no se haya muerto ni la cabra que vi nacer en mis vacaciones pasadas. Sin mi ayuda, la cabrita y su madre no habrían sobrevivido. Mi padre se enojó conmigo porque no lo llamé para el parto y ese día me gané una buena regañada por entrometerme en cosas que, según él, no son de mi incumbencia. No me importa, ¡fue tan conmovedor sentir al animal calientito, tan frágil en mis brazos! En verdad, espero que la chivita pinta siga viva. Desde hace tiempo pienso mucho en esta cabrita; quisiera adoptarla, que me pertenezca, que viva feliz y que no la maten. Esa es mi idea, salvarla. Donde vivimos, los animales no están para ser mimados. Los animales no son sino una forma de ganarse el pan y nada más. Tomamos su leche, su carne, su piel; es cuestión de supervivencia. No tenemos gran cosa y una buena bestia se vende cara en la feria. Entiendo todo esto y, aun así, me aferro a mi sueño absurdo. Regreso a casa con una boleta llena de buenas calificaciones y de excelentes comentarios. Un comportamiento moral ejemplar, anotaron mis profesores este año. Sé que mi actitud le importa mucho a mi madre, tanto como mi rendimiento académico. Entonces, me atrevo a pensar que tal vez, a manera de premio, mis papás podrían darme este regalo: una mascota.

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Nací en París en 1968, justo después de una revolución estudiantil que hizo mucho ruido en Francia. Yo era tímida, bien portada y educada, pero pienso que esa revuelta me marcó de alguna forma porque muy pronto tuve ganas de cambiar el mundo. Como solo era una niña y mi familia no tenía mucho dinero, tomé un cuaderno para empezar mi gran proyecto: escribí un montón de cosas en él, cartas, guiones, luego historias, y así me convertí en escritora. No era el plan original, pero no encontré nada más útil. Después, me di cuenta de que los adultos no eran buenos para los grandes sueños de la humanidad, y, por eso, preferí escribir para los niños y adolescentes. Veremos si mi idea funciona. Por el momento, tengo cincuenta libros publicados y jóvenes lectores en veintidós idiomas —todavía mejor que followers—. Me encanta imaginar que un libro es una caja de utensilios del que cada quien puede tomar algo para pensar, abrir sus horizontes, evolucionar. Me gusta hablar de temas difíciles con dulzura y fue así que inventé a Efi, una adolescente ficticia para denunciar doce millones de terribles realidades en nuestro planeta cada año.

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Jimena Estíbaliz,

ilustradora

Nací en la Ciudad de México en 1990. Ahí he crecido, vivido y leído. Siempre he sido muy distraída y me pierdo fácilmente en otros universos que creo posibles: trato de encontrar sirenas cantoras y hadas despistadas que vayan tirando polvos mágicos. Desde pequeña supe que me encantaba dibujar e hice del papel y el color mi refugio. Así descubrí que dibujando podía comunicarme mejor con las personas. Es por eso que ahora, con mis imágenes, ayudo a los demás a expresar lo que de otra forma no sería posible. Tener tal responsabilidad no siempre es sencillo. Ponerme en los zapatos de Efi fue un gran desafío. Mi cuerpo se llenó de impotencia y en mis ojos aparecieron lágrimas al reconocer que muchas otras adolescentes reales han y siguen formando parte de esta cruel situación. En las ilustraciones de este libro pude liberar mi angustia y brindarle a Efi una voz y una esperanza. Espero sembrar una semilla para visibilizar e impedir que estas injusticias sigan sucediendo en el mundo.

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¿Te atreves? Daniel
Chambers
Bastian Bom y el cocodrilo blanco Mónica Rodríguez
Para jóvenes lectores colección ecos de tinta
H.
Viviendo al filo Vivian Mansour
Para Nina. Un diario sobre la identidad sexual Javier Malpica

se imprimió en el mes de junio de 2022, en los talleres de Litográfica Ingramex, S. A. de C. V., Centeno 162-1, Col. Granjas Esmeralda, C. P. 09810, Ciudad de México. En su composición tipográfica se utilizaron las familias ITC Leawood e IBM Plex Mono. Se imprimieron 3 000 ejemplares en papel bond ahuesado de 90 gramos, con encuadernación rústica. El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ediciones El Naranjo.

Tengo 14 años y no es una buena noticia

colección ecos de tinta

Para jóvenes lectores

Cuando regresa a casa de la escuela para las vacaciones de verano, Efi se siente feliz de ver a su familia, tiene excelentes notas y muchos proyectos en la cabeza. Sin embargo, pronto descubre que se acabaron las salidas por el pueblo. Se acabaron los libros. Se acabaron las risas con sus amigas. No volverá a clases… Tiene 14 años y ya es núbil: todavía no lo sabe, pero su futuro ya está decidido. Efi es una de las millones de chicas que anualmente son privadas de su autonomía y libertad. Con su voz, libre y progresista, resuena una potente denuncia, un llamado para cambiar las cosas.

Jo Witek nació en París en 1968, donde estudió teatro. Ha trabajado para la industria del cine, como periodista, actriz y cuentacuentos. Tiene más de cincuenta libros publicados y desde 2009 escribe para niños y jóvenes. En 2021 Tengo 14 años y no es una buena noticia ganó el Premio Babelio en la categoría juvenil.

Jimena Estíbaliz nació en la Ciudad de México en 1990. Estudió Diseño y Comunicación Visual en la fad de la unam. En 2018 fue seleccionada en el Silent Book Contest de la Feria del Libro Infantil de Bolonia; en el Catálogo Iberoamericano de Ilustradores; y ganó el xxx Concurso Nacional de Cartel “Invitemos a Leer” de la filij. Tengo 14 años y no es una buena noticia es el primer libro que ilustra en El Naranjo.

www.edicioneselnaranjo.com.mx

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