Las Cavernarias y el templo escondido

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ilustración •

Estelí Meza

Un cuaderno de pastas azules y un viejo cuadro son el origen y la posibilidad de desentrañar el misterio que se esconde en un rincón del Centro Histórico de la Ciudad de México. Mariana, Fernanda y Sofía, autonombradas las Cavernarias, son las adolescentes inquietas y curiosas que se enfrentan al acoso constante de sus compañeras de escuela, las bulis, mientras descubren interesantes secretos sobre la antigua cultura mexica y se involucran en el desvarío de unos extraños sujetos que pretenden revivir un capítulo de la historia prehispánica.

Moisés Sheinberg

Para niños lectores

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�stelí Meza · ilustración

Moisés Sheinberg es ingeniero en Electrónica y Comunicaciones, profesión que desempeña de manera paralela a su labor como escritor de reseñas literarias y de libros para niños. Las Cavernarias y el templo escondido es su segundo

y el templo escondi�o

Estelí Meza estudió Diseño y Comunicación Visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde también realizó una maestría. Su trabajo ha sido seleccionado en varios catálogos de ilustradores. Con El Naranjo también ilustró el libro Cuentos de cabeza.

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título publicado en Ediciones El Naranjo.

ISBN 978-607-7661-73-3

9 786077 661733

Forros_Las Cavernarias_2014.indd 1

www.edicioneselnaranjo.com.mx

05/05/14 17:58





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Dirección editorial: Ana Laura Delgado Corrección de estilo: Sonia Zenteno Asistente editorial: Lupita Baz Formación: Mariana Castro © 2014, Moisés Sheinberg por el texto © 2014, Estelí Meza por las ilustraciones Primera edición: abril 2014 D.R. © 2014. Ediciones El Naranjo, S. A. de C. V. Avenida México 570, Col. San Jerónimo Aculco, 10400, México, D. F. Tel/fax: + 52 (55) 56 52 1974 elnaranjo@edicioneselnaranjo.com.mx www.edicioneselnaranjo.com.mx ISBN 978-607-7661-73-3 Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido y los diseños de la presente obra, por cualquier medio, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. Impreso en México / Printed in Mexico


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�stelí Meza · ilustración



Para Gaby, compa単era inseparable que ha hecho de mi vida una aventura fascinante.


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�l regreso a clases

Fernanda se asomó por quinta vez al espejo para mirar, angustiada, su rubio cabello que no se quedaba quieto por más de cinco segundos. Lo intentó todo: gel, mousse, agua, limón, pero su pelo era inmune a cualquier sustancia y permanecía erguido. Finalmente, optó por ocultar su melena con una gorra de béisbol que hacía que su cara se viera más redonda de lo que era y que sus pecas resaltaran. Era una cachucha de los Yanquis de Nueva York; su tío Joel se la había traído de uno de sus muchos viajes de negocios. No quería llegar tarde a la escuela en su primer día de clases, así que se colgó el morral al hombro, bajó las escaleras deprisa, se despidió de su mamá y tomó una manzana del frutero. De camino a la escuela pasaría frente a la casa de Mariana. No la veía desde hacía tres semanas. Su amiga pasó las vacaciones en Querétaro mientras que ella se quedó en su casa, en la Ciudad de México. El día era frío, así que Fernanda se subió el cierre de la chamarra de la escuela hasta el mentón. Comía su manzana y esquivaba los charcos que se le atravesaban en el camino, cuando escuchó que alguien le gritaba: 9


—¡Oye! ¡Tú! ¡Espera! Fernanda volteó y vio a una muchacha morena con una larga trenza, que corría hacia ella; llevaba puestos unos pantalones de mezclilla, una chamarra de la escuela igual que la suya y un morral amarillo y desgastado. —¡Qué buena onda! —se alegró la chica, jadeando, cuando alcanzó a Fernanda— ¿También vas a la escuela Nicolás Copérnico? —Sí —respondió Fernanda nerviosa y sin dejar de caminar. —Nunca te había visto. ¿Eres nueva? —Me acabo de cambiar. Soy Sofía ¿y tú? —Fernanda —dijo apretando el paso—. Hay que apurarnos o vamos a llegar tarde. Me espera Mariana, una amiga que vive a una cuadra de aquí y también va en la Copérnico. —Y ¿en qué año van? —preguntó Sofía, esforzándose por seguirle el paso. —En primero de secundaria. —¡Excelente! Yo también. —¿En serio? Pareces mayor. ¿Cuántos años tienes? —Tengo trece, lo que pasa es que viví en Inglaterra y allá los grados son diferentes. En ese momento una chica alta, pálida, con ojos color miel y peinada de cola de caballo, salía de su casa en la acera de enfrente. —Ella es Mariana —dijo Fernanda señalando a su amiga. Sofía se siguió de frente. 10


—¡Sofía! —gritó Fernanda—, ¡espera! La chica regresó. —Perdona, es que soy un poco distraída. —Te decía que la de allá es mi amiga. —¡Fer! —gritó Mariana emocionada. Dejó pasar dos autos y cruzó corriendo. —¿Cómo estás? Parece que fueron años sin verte —exageró, y le dio a Fernanda una palmada en la espalda tan fuerte que hizo que tirara lo que quedaba de la manzana. —Bien —contestó la niña pecosa, atragantándose y un poco apenada—, está bien que me hayas extrañado pero no seas tosca. —Perdona, es que me emocioné de verte —se disculpó y le dio otra palmada. —Ella es Sofía, una nueva vecina que entró a la escuela, vive en la cuadra de atrás. Acaba de regresar de Inglaterra. —¡Hola! —dijo escrutando a Sofía con sus enormes ojos color miel—, soy Mariana. —Hola, Marina —contestó Sofía. —¡Mariana! Su nombre es Mariana —le dijo Fernanda exasperada. —Perdón, Mariana, es que traigo la cabeza en otra parte. ¿Ustedes dos se llevan muy bien? —Ah, pues sí —contestó Mariana—, solo que a Fer le da pena que sea tan efusiva. —¡Es que te pasas! —dijo la otra—. Sí, nos llevamos bien, además hemos estado juntas muchos años en la escuela. 11


—Hay que apurarnos —apuró Fernanda—, vamos a llegar tarde. Cuando estaban por llegar a la entrada de la escuela a Fernanda le dio un ataque de hipo. —¿Y ahora? —preguntó Sofía. —Espera —advirtió Mariana—, algo pasa: a Fernanda le da hipo cuando se pone nerviosa. —Hip, hip, hip —soltaba Fernanda, señalando hacia la entrada. Allí, paradas en pose teatral, con los brazos cruzados estaban cuatro chicas, viéndolas con severidad. —¡Las bulis! —soltó Mariana y volteó hacia Sofía—, son las tipas más nefastas, molestonas, envidiosas y presumidas de la escuela. —¿Las bulis? ¡Qué buen apodo! —se rio Sofía. Fernanda seguía con su hipo. Las cuatro bulis se acercaron. Mariana y Fernanda aminoraron su marcha. Sofía, sin entender qué sucedía, siguió su camino. Las bulis la dejaron pasar y rodearon a Mariana y Fernanda. —Son Mariteta y Fernandeta —se burló Dolores, la líder del grupo. Dolores era una muchacha alta, ancha y tosca, le gustaba pelearse a golpes. Tenía una cicatriz en el labio superior, justo debajo de la nariz. —Las cacarnícolas —dijeron Socorro y Genoveva, las otras bulis, imitando la pose de la primera. —Este año se las verán negras —amenazó Dolores, arrancando la gorra de la cabeza de Fernanda. 12


Índice

El regreso a clases

9

El cuadro

20

Juramento cavernario

31

El libro azul

41

Sacrificios

49

El Centro Histórico

55

Calmécac

70

Iapetus

84

Un accidente

93

Lápidas

102

Los Hijos del Mictlán 109 Ramón

111

Joragua

118

Atrapados 129 El celular

133

¡Es urgente!

137

La ceremonia

140

Una nueva cavernaria

152

Acerca del autor 154 Acerca de la ilustadora

157

155


Otros títulos de la colección

Para niños lectores

Para jóvenes lectores

La colina de los muertos Ricardo Chávez Castañeda

El anillo de César María García Esperón

Copo de Algodón María García Esperón

Dido para Eneas María García Esperón

Diario de un desenterrador de dinosaurios Juan Carlos Quezadas Estrellas de vainilla Moisés Sheinberg Lotería de piratas Vivian Mansour Nada detiene las golondrinas Carlos Marianidis El perfume de la faraona Kyra Galván La risa de los cocodrilos María Baranda Tristania Andrés Acosta

La guarida de las lechuzas Antonio Ramos La locura de Macario Marisela Aguilar Los mil años de Pepe Corcueña Toño Malpica Para Nina Javier Malpica Un hada en el umbral de la Tierra Daína Chaviano Valeria en el espejo Antonio Granados


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se imprimió en el mes de abril de 2014 en los talleres de Litográfica Ingramex, S.A. de C.V., Centeno núm. 162, Col. Granjas Esmeralda, C. P. 09810, México, D. F.• Se utilizaron las familias ITC Leawood y Artifika. • Se imprimieron 1 000 ejemplares en papel bond de 90 gramos, con encuadernación rústica.• El cuidado de la impresión estuvo a cargo de Ana Laura Delgado.


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Estelí Meza

Un cuaderno de pastas azules y un viejo cuadro son el origen y la posibilidad de desentrañar el misterio que se esconde en un rincón del Centro Histórico de la Ciudad de México. Mariana, Fernanda y Sofía, autonombradas las Cavernarias, son las adolescentes inquietas y curiosas que se enfrentan al acoso constante de sus compañeras de escuela, las bulis, mientras descubren interesantes secretos sobre la antigua cultura mexica y se involucran en el desvarío de unos extraños sujetos que pretenden revivir un capítulo de la historia prehispánica.

Moisés Sheinberg

Para niños lectores

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Moisés Sheinberg es ingeniero en Electrónica y Comunicaciones, profesión que desempeña de manera paralela a su labor como escritor de reseñas literarias y de libros para niños. Las Cavernarias y el templo escondido es su segundo

y el templo escondi�o

Estelí Meza estudió Diseño y Comunicación Visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde también realizó una maestría. Su trabajo ha sido seleccionado en varios catálogos de ilustradores. Con El Naranjo también ilustró el libro Cuentos de cabeza.

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título publicado en Ediciones El Naranjo.

ISBN 978-607-7661-73-3

9 786077 661733

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