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Lo que atrae En camino
Por Jaime Septién millones de muertos sin que muchos lo sepan. Que se conozca lo que está pasando aquí”.
El horrEndo caso dE Bijoux
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En la Nunciatura, Francisco escucha los testimonios de sobrevivientes de la violencia. Destaco uno: Bijoux Mukumbi Kamala. Cuando tenía 14 años fue secuestrada mientras iba a buscar agua al río. Un grupo de rebeldes la capturó a ella y a sus amigas, se las llevaron al bosque y cada uno eligió a la que prefería. Ella se convirtió en la esclava del comandante. “Me violó como a un animal. Luego lo hizo varias veces al día durante 19 meses. Era inútil gritar porque nadie podía oírme. Pude escapar con una amiga. Pero volví a casa embarazada de dos niñas gemelas que no sabrán nunca quién es su padre”. Bijoux, y sus dos pequeñas hi- jas, se acercan al papa Francisco, quien las bendice y las consuela. Ella perdona públicamente a sus agresores. La escena es estremecedora. El papa Francisco comenta: “No hay palabras; solo llorar, permaneciendo en silencio. Bunia, Beni-Butembo, Goma, Masisi, Rutshuru, Bukavu, Uvira, lugares que los medios de comunicación internacionales no mencionan casi nunca. (...) Es la guerra desatada por una insaciable avidez de materias primas y de dinero, que alimenta una economía armada, la cual exige inestabilidad y corrupción. Qué escándalo y qué hipocresía: la gente es agredida y asesinada, mientras los negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando”.
PEtición rEitErada, ¿mas Escuchada?
En Sudán del Sur las cosas también son cruentas. En 2019, Francisco recibió en el Vaticano al presidente y al líder opositor. En un hecho inédito, el papa rompió el protocolo, se arrodilló ante ellos y les besó los pies, implorandoles detener las violencias. Ahora en 2023, Francisco, acompañado de Justyn Welby, arzobispo anglicano de Canterbury, y del Reverendo Greenshields, moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia, la petición se reitera. Hay que buscar la paz a tiempo y a destiempo, particularmente en las periferias olvidadas por el poder.
*Publicado en El Heraldo de México. Se publica con autorización del autor
Cada vez se perfila con mayor claridad una corriente dentro de la Iglesia de clérigos y laicos que pretenden tener la pureza que nos falta a los demás. Hay que imaginar su amargura. Hay que envidiarles poco su “derecho” a poseer el verdadero camino hacia el cielo. El escritor hindú Salman Rushdie –quien sabe muy bien de lo que está hablando—dijo que “el puritanismo es temer que alguien en alguna parte del mundo esté siendo feliz”. Nada aborrece más el puritano que la felicidad ajena. En su fuero interno se retuerce y clama por que a los “impuros” les vaya mal.
Creo que es lo que pasa con muchos críticos de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. No aceptan lo evidente: que cada vez más personas se alejan. En México 47 por ciento de los 104 millones de católicos van a Misa una vez por semana. Pero en Brasil, que cuenta con el mayor número de católicos en el mundo (130 millones), ¡solamente van a Misa una vez a la semana ocho millones!
Decía en un reciente artículo don Mario de Gasperín que a san Pablo VI le tocó cerrar el Concilio; a san Juan Pablo II y a Benedicto XVI explicarlo, y a Francisco le ha tocado llevarlo a cabo. De ahí su famosa imagen de que la Iglesia es un hospital de campaña. Se atiende al que va herido sin detenerse a distinguir si es “bueno”, si “ha cumplido”, si “se lo merece”. Es la misericordia lo que atrae. Y la rigidez es lo que repele a los hombres de hoy.