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haces algo por sus preferidos”

Siempre cercana a los enfermos y a sus necesidades, reflexiona sobre la misión a la que estamos llamados como cristianos, lo difícil que es estar enfermo en un mundo de desigualdades y lo importante que es practicar la virtud de la fraternidad.

En el gran número de desigualdades los más afectados son nuestros enfermos, cuando no se tiene la oportunidad de un tratamiento por cuestiones económicas o por no tener un trabajo con seguro médico. Todos tendríamos que tener derecho a una salud pública digna.

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Hace poco vivimos una pandemia, una etapa dura que sacó a relucir lo frágiles que somos y lo mucho que necesitamos los unos de los otros, ¿cómo enfrentaron esa etapa tan dura en esta misión?

▶ R Responsabilidad, incertidumbre como toda la humanidad, pero con la firme confianza de que no estamos solos, que hay situaciones que pueden alterar nuestra vida a nivel mundial, pero Dios siempre está entre nosotros y por lo cual nosotros debemos hacerle presente entre aquellos que a veces no le perciben con facilidad.

La Iglesia supo responder con generosidad y prontitud a la pandemia, supo estar en hospitales, supo salir al encuentro de quien perdió seres queridos…

Atender, cuidar de un enfermo es un ejercicio de fraternidad, ¿el sacerdote, los agentes sanitarios y sociales, la familia nos dan muestra de ello?

▶ R No solo nos dan muestra de ello, sino que nos enseñan el camino, son testigos vivos del cuidado amoroso que Dios tiene con los enfermos. Ellos son el reflejo de Dios cada vez que se ponen ante un enfermo y lo atienden con delicadeza, dejando a un lado sus propias necesidades.

¿Cuáles son los resultados de la labor que realiza la Unión de Enfermos Misioneros? ¿Cuáles son las metas por alcanzar?

▶ R Más que resultados hablamos de frutos en favor de las misiones. Y yo hablaría de retos. Los resultados son maravillosos ya que nuestros enfermos le encuentran sentido a su enfermedad y una vez que descubren que la enfermedad puede ser una forma de ayudar a Cristo a salvar almas, les cambia la vida.

Deciden ofrecer la quimioterapia, el dolor, las limitaciones físicas por los misioneros, y para que surjan vocaciones en territorios de Misión. El gran reto es ese, seguir promoviendo la UEM, para que los enfermos oren por las misiones y siendo misioneros en la enfermedad ayuden en la extensión del Reino de Dios.

En su experiencia, ¿cómo es cuidar de un enfermo?

¿Cómo ha sido caminar junto a ellos?

▶ R He estado en mis primeros años de vida religiosa en un asilo de ancianos, es decir, mi formación fue atendiendo a abuelitas que en su mayoría estaban solas y muy enfermas. Creo que esto marca y nos ayuda a valorar toda nuestra vida, ya que desde el primer momento de entrar al convento optas libremente por servir a abuelitas enfermas. Creo que el Señor siempre es muy generoso cuando haces algo por sus preferidos (pobres y enfermos), y los enfermos aprenden incluso a agradecer lo mucho o poco que puedas hacer por ellos.

Acabamos de celebrar la Jornada Mundial del Enfermo, ¿qué tarea nos deja? ¿A qué nos invita?

▶ R El lema creo que resume muy bien el objetivo: «Cuida de él». La compasión como ejercicio sinodal de sanación. Lo dice el Papa en su mensaje con estas palabras: “La Jornada Mundial del Enfermo, en efecto, no sólo invita a la oración y a la cercanía con los que sufren. También tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos”. Por lo cual, podemos decir que todos volteemos la mirada a los enfermos y juntos construyamos el reino de Dios, ellos desde la enfermedad que es ofrecida y nosotros mediante el servicio generoso.

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