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Historia MADAME LINÉ Y EL BALNEARIO DE BRAKE

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz arroja luz sobre la fundadora de este establecimiento chiclanero

Diego Vidal Pérez y Jesús D. Romero Montalban

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Tras la Guerra de la Independencia, Chiclana quedó devastada por la ocupación de las tropas napoleónicas. Los campos quedaron yermos, las industrias -como la fábrica de indianas- se cerraron y, para ahondar más en la crisis, desapareció cualquier actividad comercial interior y exterior dejando a la villa en ruina. Por ello, la reconstrucción fue una tarea ardua y dura -acaso milagrosa-, pues había que partir de cero y sin apenas recursos. Dos fueron las apuestas económicas para salir del pozo en el que se encontraba el municipio: las industrias relacionadas con la viticultura y la puesta en funcionamiento de los “edificios balnearios”, abundantes en aguas minerales sulfurosas, siguiendo las modas que iban llegando de otras geografías.

Los balnearios cobraron gran importancia en el siglo XIX en España

La importancia de los balnearios durante el siglo XIX en España -y Europa- fue enorme. Las políticas liberales favorecieron que, mediante financiación privada, se rehabilitaran antiguas termas y se construyeran también nuevos centros de bienestar y curación, siguiendo las incipientes directrices médicas, aunque también incidiera un claro componente lúdico. Todo ello se vio favorecido por la mejora de las comunicaciones, de las infraestructuras y del transporte.

En Chiclana, en un intento de recuperar ese preturismo del que gozaba la villa desde el siglo XVII, se construyeron dos balnearios en un punto cronológico relativamente temprano: el de Fuente Amarga y el de Brake. En esta segunda instalación, situada junto a un pozo cercano a la colina de Santa Ana, existían dos casas que habían pertenecido al presbítero D. Guillermo de Brack y Berroa, de ahí su posterior denominación. Su familia paterna, originaria de los Países Bajos y dedicada al comercio, durante el siglo XVIII residió en la metrópolis gaditana. Si los inicios de Fuente Amarga lo situamos en 1803 con la petición del párroco D. Nicolás Olmedo para aprovechar sus

Los primeros datos sobre el balneario de Brake datan del 12 de enero de 1826 aguas -aunque la construcción del balneario se hiciera algunos años después bajo otro propietario-, los primeros datos sobre la construcción de Brake los encontramos en las actas capitulares de la sesión del Ayuntamiento del día 12 de enero del año 1826. En ellas, se someten a debate los planos de la casa de Brake que había presentado doña María Lorente, dueña de la finca, que, además, solicitaba poder añadir algún terreno de propiedad municipal al proyecto del gran balneario que pretendía construir en dicho solar.

El regidor D. José Guerra y el síndico procurador D. Gerónimo de Aragón, comisionados para cotejar los planos de las dos casas de Brack y revisar el expediente, informan al Cabildo que, previa consulta a los alarifes públicos Pedro Obando y Blas Bonabías, se muestran conforme a la petición de María Lorente, concediéndose así el terreno que solicita. Esta información es fundamental para clarificar la confusión existente con la fundación de esta instalación.

Nos dice el marqués de Santa Cruz de Inguanzo en sus Apuntes Históricos de la Villa de Chiclana, de 1857, que la propiedad de la casa en donde se encuentra el balneario de Brake fue adquirida por una señora francesa del comercio de Cádiz llamada Mme. Lini. Asimismo, insiste en que esta señora consumió la mayor parte de su patrimonio

Madame Liné, María Dolores Lorente, fue la fundadora de este balneario en edificar un palacio en el que acomodarían unas cómodas pilas, distribuyendo en ellas la abundante agua que aportaba el pozo. Estos escasos datos sobre Mme. Lini serían repetidos por los distintos autores posteriores sin que se ahondara en su identidad y vida.

La información del marqués de Santa Cruz de Inguanzo so- bre esta señora francesa no se ajustaba así a la identidad aportada en las referidas actas capitulares, pero, su cercanía en el tiempo nos inducía a pensar que el autor no debiera equivocarse, máxime cuando a partir de los años cuarenta surge el nombre de José Lorente como dueño del balneario, apellido que delata cierto parentesco con la citada María Lorente. Este señor -que ocupó varios cargos en el Cabildo Municipal- lo vemos en los documentos como dueño del balneario hasta la década de los sesenta, por lo que el marqués de Santa Cruz tuvo que conocerlo. Entonces, ¿quién era Mme. Lini? ¿La gerente del centro? ¿La dueña? ¿Una copropietaria?

El Archivo Histórico Provincial de Cádiz nos va a aportar los datos que nos faltan para identificar a Mme. Lini. De este modo, entre los protocolos notariales, encontramos uno fundamental: el testamento de D. Bernardo Liné y María Dolores Lorente, con fecha del 7 de febrero de 1816. Declaran ante el notario de Cádiz José Joaquín Loran, que él es natural de Oloron, departamento de los Bajos Pirineos, Francia, hijo legítimo de D. Pedro Liné y de Dª Ana Isabel Tresmomant, ambos difuntos. Y que ella es natural de Monda, en la actual provincia de Málaga, hija de D. José Lorente y Dª Ana Delgado, ambos difuntos. Además, nos dice el documento que ambos son vecinos de Cádiz y que contrajeron matrimo- nio católico en la misma ciudad en el año 1803 y que no poseen descendencia.

Los documentos nos dicen que, tras regresar a Cádiz procedente de La Habana en 1816, acogieron a su sobrino José Lorente y Miranda, supliendo con él la falta de hijos.

Dª María Dolores Lorente falleció en Cádiz el día 3 de junio del año 1827. Bernardo Liné Tresmontant, debido a sus achaques, tras hacer testamento el día 24 de enero de 1828 ante el notario de Cádiz Juan Quintero, murió cuatro años después, el día 21 de junio de 1832.

María Dolores Lorente y su esposo nombraron a su sobrino como único y universal heredero, dejándole una tercera parte de su casa y de los negocios en Cádiz y Chiclana (Brake). También el caudal y herencias que el matrimonio poseía en la ciudad de La Habana. En el año 1828, el capital se había incrementado hasta llegar a ciento cincuenta mil reales de vellón. En el citado testamento, Bernardo Liné dejó a su hermana Francisca, residente en Francia, todas las posesiones que tenían en la ciudad de Olorón. Asimismo, fue generoso con la familia de su difunta esposa, dejando veinte mil reales de vellón a su cuñada, madre de su ahijado residente en La Habana, e igual cantidad a otra hermana de su mujer que vivía en Algeciras.

María Dolores Lorente, por tanto, es la hasta ahora enigmática Madame Liné de la que hablaban las crónicas. No siendo francesa, como decía el marqués de Inguanzo, sí que fue esposa de un ciudadano galo, de ahí que adquiriera su apellido que, rápidamente, los vecinos deformarían hasta convertirlo en Lini. No pudo ver esta mujer completado su magnífico balneario, pues falleció recién iniciadas las obras. Aun así, quedó en la memoria de todos los chiclaneros. Bernardo Liné mantuvo -y así lo dice él mismo- la fidelidad a su esposa fallecida a través de su sobrino político, haciéndolo heredero universal y abriendo una nueva etapa.

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