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Historia Un mexicano en la Chiclana de 1835
Joaquín García Icazbalceta ha sido una de las figuras más importantes que han vivido de forma transitoria en Chiclana
José Luis Aragón
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Panés
Una de las figuras más importantes que han vivido de forma transitoria en Chiclana ha sido el escritor, filólogo, historiador, políglota, erudito, editor, y miembro fundador de la Academia de la Lengua Mexicana, Joaquín García Icazbalceta, nacido en la Ciudad de México en 1825 y fallecido en la misma, en 1894.
Era hijo de un riojano, Eusebio García Monasterio, y de Ana Icazbalceta Musitu, una criolla hija de padres vascos, que llegaron al virreinato de Nueva España –actual México– huyendo de la Guerra de la Independencia en 1809 y que hicieron fortuna en lo que es hoy el Estado de Morelos. Joaquín fue el undécimo hijo del matrimonio.
Su relación con Chiclana se remonta al año de 1835 cuando residía en Cádiz desde 1829, pues su familia se asentó en ella como consecuencia del decreto de expulsión –y posterior destierro– emitido por el primer presidente mexicano José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix (1786-1843) –Guadalupe
Victoria– por el que obligaba a todos los españoles y sus familias abandonar los Estados Unidos Mexicanos. En aquella primavera y cuando contaba con nueve años de edad vivió en nuestra ciudad dejando escrito un diario al que tituló, “Mes y medio en Chiclana o Viaje y residencia durante este tiempo en Chiclana y vuelta a Cádiz”.
Desde la visión de este niño, que ya daba muestras de su interés por las letras y las humanidades, podemos
Su relación con Chiclana se remonta a 1835, cuando contaba con 9 años conocer a través de sus paseos cómo era la Chiclana de 1835. Una villa que iniciaba un nuevo proceso histórico de desarrollo después de la Guerra de Independencia contra el francés y tras la ocupación de los Cien mil hijos de San Luis al final del Trienio Liberal en 1823.
Así al menos entendemos este periodo si nos atenemos a la descripción del documento justificativo del Real Decreto por el que la reina Isabel II (1833-1904) le concedía a Chiclana la feria de San An - tonio en agosto de aquel año: “Chiclana por su situación y circunstancia puede aspirar a ser el depósito donde se surtan los pueblos del interior de frutos coloniales y de artículos fabriles e industriales, por la facilidad de cómodos almacenes, excelente caserío, buenas fondas y posadas,