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Beber alcohol con moderación

La división de EE.UU. tras las elecciones anticipa un 2023 difícil para Joe Biden

Washington, (EFE).- Las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre en Estados Unidos reflejaron en el mapa político la división del país y anticiparon un año complicado para el presidente, Joe Biden, cuyo margen de actuación se verá reducido al perder el control de la Cámara Baja. La mayoría demócrata en el Senado y la republicana en la Cámara de Representantes, que estarán operativas cuando el 3 de enero se instale el Congreso surgido de esos comicios, establecerán un juego de fuerzas que corre el riesgo de paralizar toda nueva iniciativa legislativa de aquí al final del mandato presidencial, en 2024. No hubo una “ola roja” republicana en las elecciones, pese a lo pronosticado por las encuestas y los analistas, pero los 220 de los 435 escaños que los diputados conservadores ya tienen asegurados les devuelven la potestad de decidir qué proyectos de ley van a debatirse y cuándo en esa cámara.

Fotografía de archivo del presidente de EE.UU., Joe Biden. EFE/EPA/JIM LO SCALZO

La polarización actual complica cualquier intento de cooperación bipartidista, lo que puede obligar a Biden a recurrir a decretos ejecutivos para cumplir su agenda, como la prohibición de las armas de asalto en las calles. Con el cambio de tornas llegará también un encadenamiento de investigaciones parlamentarias sobre el bando demócrata. El registro que el FBI efectuó en agosto a la mansión del expresidente Donald Trump (2017-2021) en Mar-a-Lago, los supuestos negocios de la familia Biden con adversarios del país aprovechando sus lazos políticos o la gestión de la pandemia y de la frontera con México están en el punto de mira. El líder republicano en la Cámara Baja y principal candidato para asumir su presidencia en enero, Kevin McCarthy, ha amenazado incluso con someter a un juicio político (“impeachment”) al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, si no dimite por el “colapso” de esa frontera. El nuevo ciclo comenzará además con una renovación del liderazgo demócrata en la Cámara de Representantes. Su actual presidente, Nancy Pelosi, de 82 años, y el líder de su mayoría, Steny Hoyer, de 83, han anunciado ya que darán un paso atrás tras considerar que ha llegado el momento de

Otro año decepcionante en migración

Por José López Zamorano Para La Red Hispana

El balance migratorio del año 2022 podría resumirse con la palabra “decepcionante”. Es verdad que la administración del presidente Joe Biden aprobó el estatus de protección temporal para miles de venezolanos y la extensión por 18 meses de los beneficios para los inmigrantes procedentes de El Salvador, IT, Nicaragua, Sudán, Honduras y Nepal. Y hace apenas unos días, los Departamentos de Seguridad Nacional y del Trabajo anunciaron la disponibilidad de 64,716 visas temporales para trabajadores no agrícolas H-2B para el año fiscal 2023. Pero en otras asignaturas, la falta de avances es sencillamente una gran desilusión: Nuestros “Dreamers” y trabajadores agrícolas indocumentados se han quedado nuevamente con las manos vacías, a pesar de que se merecen una solución permanente a su situación migratoria. No sólo fracasó un plan bipartidista impulsado por la senadora de Arizona Kyrsten Sinema y por el senador republicano de Carolina del Norte Thom Tillis, sino que el empuje que dieron al “Dream Act” organizaciones como United We Dream, así como senadores y activistas demócratas, desafortunadamente no llegó a ninguna parte. Por si fuera poco, el polémico Título 42, que permitió a la administración Trump expulsar del país a 2.5 millones de inmigrantes, bajo la excusa de la emergencia de salud pública por la pandemia de COVID, está siendo manipulado como una pelota de ping-pong en los tribunales de Estados Unidos. El título 42 debía expirar el 21 de diciembre, a partir de una orden de un juez federal, pero su terminación provocó una contra demanda de 19 estados y la intervención del presidente de la Suprema Corte de Justicia, que dejó el fin del programa en suspenso por tiempo indefinido. Para quienes llevamos viviendo muchos años en los Estados Unidos, nos resulta todavía incomprensible la disfuncionalidad de la clase política para lidiar con un tema de suma gravedad e importancia para el futuro del país. Es incuestionable que los Estados Unidos requieren un flujo ordenado y legal de todo tipo de mano de obra, tanto en las industrias tecnológicas, como en los sectores de la economía que requieren de mano de obra intensiva, como la agricultura o la construcción. A pesar de ello, la clase política es quien continúa poniendo parches desde 1986, incapaz de ponerse de acuerdo en una política migratoria que equilibre las legítimas preocupaciones de seguridad fronteriza e integridad territorial, con las exigencias de mano de obra que requiere la funcionalidad y prosperidad de la economía de los Estados Unidos. Lamentablemente las perspectivas de una reforma migratoria están marcadas por nubarrones en el horizonte. La próxima mayoría republicana en la cámara de representantes parece estar más preocupada por complacer a Donald Trump y sus políticas radicales que en hacer el trabajo para el que fueron contratados: resolver problemas. Pero no existe otra opción para la comunidad de inmigrantes y sus partidarios que continuar en las trincheras de una lucha justa, no sólo exigiendo la justicia que se merecen sino mostrando con su ejemplo, su trabajo y su patriotismo, que hay una deuda moral hacia ellos que se debe pagar con una solución permanente, digna y humanitaria.

que la representación progresista esté entonces en manos de nuevas generaciones. Pasada la resaca electoral, tras un debate político copado en el país por la lucha en torno al derecho al aborto, la inflación, el control de las armas o el aumento de la violencia, uno y otro partido cogerán fuerzas en 2023 de cara a las presidenciales del año siguiente. Trump, de 76 años, se ha postulado ya para un segundo mandato. Hacía meses que insinuaba sus intenciones y finalmente, el 15 de noviembre desde Mar-a-Lago, confirmó lo que ya no era una sorpresa para nadie: “Me postulo porque creo que el mundo no ha visto todavía la verdadera gloria de lo que esta nación puede ser”, dijo. A pesar de los pobres resultados de los candidatos a los que respaldó, el apoyo que mantiene en la militancia juega a su favor en un momento en que cobra protagonismo en esa formación Ron DeSantis, que en noviembre ganó con holgura la reelección a la gobernación de Florida y prefiere no pronunciarse claramente cuando se le pregunta si cumplirá hasta el final su nuevo mandato de cuatro años. Las mofas que Trump le lanza en cuanto tiene oportunidad, tras haberle bautizado como “DeSanctimonious”, un apodo que juega con su apellido y la palabra sanctimonious en inglés, que puede traducirse como mojigato, deja ver que la batalla se vislumbra cruenta no sólo entre demócratas y republicanos, sino también en el seno de ese último partido.

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