El Sistema de Imprentas Regionales es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores.
2
Roca Insomne
©Mariela Lugo Colección El libro hecho en casa. Serie poesías © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana Sistema Editoriales Regionales Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: DC2018002109 ISBN: 978-980-14-4376-6
Plataforma del Libro y la Lectura: Jairo Brijaldo
Diagramación Jesús Castillo
Consejo Editorial: Asociación de Escritores Mariela Lugo, Rosa Roa Aurístela Herrera Orlando Mendoza Luisana Zavarse Moraima Almeida, Be lkis de Moyetones José Ángel Canadell Rosner Carballo Blanco Diosa George Jesús Castillo
3
Mariela Lugo
ROCA INSOMNE
Cuadernos Asopey No. 7 2018
4
Roca Insomne Mariela Lugo. Cuadernos Asopey No. 7 2018 Editor Literario y diseĂąo Mercedes E. Blanco M
5
A Mercedes Edelmira Blanco Mujica, mi amiga, siempre de la mano de mis letras. A Jesús, Rafael, Tito y José, mis amores… A Ángel y Ángela, mis compañeros de siempre A ti…
6
Preludio para Roca Insomne, una manera trágica y poética de enfrentar el amor y el desamor
Cuando mi querida y gran amiga Mariela Lugo me pidió que le escribiera un prólogo para su libro Roca Insomne, dije que sí inmediatamente, aparte de ser un honor, me parecía que lo haría en un momento, pero luego de leer bien el libro me parece una tarea bien difícil. Mariela es una alquimista de las palabras y en este libro hace gala de ello. Yo pensaba que toda su obra era sobre el amor feliz como motor de nuestras acciones, pero en Roca Insomne Mariela se convierte en la poeta del amor fallido, del amor con dolor. Es un libro donde Mariela muestra su alma de luto por la pérdida de ese amor romántico soñado al que tanto cantan los poetas y creo que más que en otra de sus obras, muestra la concordancia entre el amor y la muerte. Este libro revela otra faceta de Mariela, es el libro de las pérdidas, aunque no los nombre su madre y su esposo, ambos muertos, protagonizan su obra. El europeísta suizo Denis de Rougemont en su aplaudida obra El Amor y Occidente empieza hablando de Amor y muerte, amor mortal: si no es toda la
poesía, es al menos todo lo que hay de popular, todo lo que hay de universalmente emotivo, en nuestras literaturas. El amor feliz no tiene historia. Sólo el amor mortal es novelesco; sólo el amor amenazado y condenado por la propia vida puede ser exaltado por el lirismo. Y los grandes ejemplos de la literatura son Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, los Amantes de Teruel y así por el estilo unas más famosas que otras, las parejas que han pasado a la literatura a las que le han cantado los poetas son las de los amores fallidos y nunca a los amores felices, nadie canta a una unión feliz, en cambio a la tragedia, la muerte y el abandono es a lo que han cantado los autores de todos los tiempos. En Roca Insomne Mariela también le canta al amor filial. Su madre muerta es una constante en su poesía. En el poema Mi Rosa añora a su madre muerta y se pregunta dónde está ¿Por qué se ha ido? En el poema Hermano, nunca 7
llegaste, llora a un hermano que nunca tuvo y que siempre estuvo esperando, en Contaré momentos, lamenta la ausencia, temporal, de los hijos, que con excusas no llegan a su fiesta del domingo y ni hablar de Tu mirada de frente, donde llora la pérdida de su amado y de su amor idealizado y termino con otro ejemplo Terremoto donde una vez más lo que está presente es la fuerza de la muerte. Su obra se nutre del mito del amor en todas sus formas, creando una atmósfera trágica y apasionada. Mariela con su prosa recargada, amalgamada de palabras que en muchos casos evocan tierras lejanas o lo desconocido se embarca en una nave sin vela ni remo y logra captar al lector y adentrarlo en un mundo de ensueño o más bien de ensoñación donde amor, espera, traición, tristeza, abandono, despedidas, pérdida y muerte adquieren un mismo significado como en el Tristán e Isolda de Wagner que exalta esta angustia y en el fondo está feliz pues ha sido su elección.
Mercedes E. Blanco M. Elche, otoño 2018.
8
Solo lo sabe el viento El viento recorre los lugares vacíos anhela contagiar su prisa mañanera. Viene de abrazar el enigma de la noche. No escuchas su prisa, te has ido al lugar de la penumbra, allí la silueta turbia enreda con ficciones la vereda vetusta del mañana. Tocó el pretil envejecido, encontró huellas despintadas. Solo quedó la sombra del carruaje que una vez enhebró nuestro romance…
9
Presencia Eterna… Aquí estoy en la mitad de la paz quiero ser la hoja que baila con el viento, allí estás, en la quietud de los recuerdos que jamás pinté de azul. ¡No, No!... No creas que te hablé de amor, esa palabra se la llevó el cóndor de las alas oscuras a vivir con la roca insomne del pasado que yace en la memoria delirante de los años teñidos de blanco. En la cumbre de la angustia está tu voz quebrantada de soledad acompañada de la melodía que carcomía las horas sin luz. La paz es hoy una bandera moribunda que despide el olor del nunca.
10
Camino difícil El camino me cuesta, al rasgar la tierra árida de las sombras, al retirar el musgo caprichoso de los momentos deslucidos. Me cuesta hacer simas para sembrar rosas sin espinas donde florezca la luz del farol que apocaste. ¿Por qué el camino es difícil? No tengo la respuesta, las monedas oxidadas no tienen valor quedaron secuestradas en el bolso azul de transparencia plástica. Vuelvo a mirar el sol apacentado en el verdor del patio vacío ¿Cuánto cuesta este camino? ¡No sé si tú sabrás, cuánto cuesta!
11
Perdón Siento los suspiros envueltos en silencios tibios pasión y dolor enlazados en palabras, las miradas nulas laceran el latido de la vida. Nuestras almas fundidas en celdas azules. Solo la luz ligera del rocío envuelve los adioses persistentes. Ahora te has ido al silencio de brazos extraños donde los goces engullen los fonemas. El amor clama respuestas mudas, siento el equilibrio de la paz. ¡No te he perdido! Aun vives en las quimeras que nadie ve en las palabras que nadie oye, en el lugar donde trasciende el tiempo del perdón...
12
Céfiro Lucho con el viento que tocó tu espíritu, quiero ser fiel a su presencia, no sé si recoger las cenizas esparcidas o admirar la ausencia sin temor a llorar. Es la verticalidad del silencio la que oprime mis cabellos blancos que son testigos de pensamientos ligeros, suaves como la derrota entendida, lentas como la huida inesperada del amor…
13
Solo quise soplar el viento He soplado el viento que dormía en mi tejado el ruido ensordecedor turbó el silencio, volaron las ilusiones que dormían en las hileras de tejas apostadas, donde un día encontraron cobijo bajo la lluvia y el sol inclemente. Mi memoria delirante las recuerda intactas, aun envueltas en los celofanes multicolores de las noches rosa. Saltan al vacío las palabras dulces, empalagadas de un almíbar prestado. Caen en pedazos las horas desteñidas, desnudas y llorosas de la vida agotada entre las cornisas desgastadas del tiempo azul que ya no recuerdo...
14
Era tarde Llegaste como la brisa taciturna de la tarde ocre. No sentí tus pasos en el sendero desierto porque la bruma había envuelto de incomunicación las horas sin instantes. Sentí tu mano sobre la mía las estrellas titilaban asustadas ante el crujir de una palmera testigo de tus palabras dulces. ¡Era tarde!... Mi asombro no entendía tu idioma coloreado. Sentí el palpitar de tu corazón garzo, hilabas cada soneto de mi verso solitario, había llegado la luz de la esperanza.
15
Tiempo Nuevo Una luz intermitente bulle en mi espíritu, mil colores atrapados en un árbol sin raíz enredan lazos estrechos que emergen de la evocación, abrazos blancos, sonrisas rojas, lágrimas incoloras. Una hora exacta determina el nuevo tiempo la esperanza vuela en sonidos de voz taciturna, oraciones a un pequeño suben al estrato una bendición traspasa el mar lejano, el amor de manos juntas acorta los caminos. Me acerco a las campanas de metal simulado veo el movimiento de las bambalinas trasparentes, radiantes de escarcha tibia de la luz artificial. Vigilo los destellos desvelados de la paz de un corazón lacerado de horas perpetuas carcajadas callejeras llenan de bullicio los espacios festivos. Se oyen en la estancia, gritos volátiles y colores ruidosos refugian el cielo gris… Es medianoche…
16
Límpido Transcurre el tiempo calmoso, cabizbajo, lleno de sueños reprimidos, agobiado de recuerdos intranquilos… Añora la plenitud de la luna incolora deambula por los pasillos marfiles de una caracola de vida en penumbras. Nadie detiene su travesía Socava los espacios antiguos; marca sus huellas en las mejillas pálidas de la niña que aún espera la primavera para contar las flores del silencio, la dejadez de la desesperanza. el tedio del olvido. Así sigue el tiempo sosegado acumula torbellinos ajenos, descifra gotas traslúcidas en el perfil de los caminantes, que dejan inquietudes peregrinas en las calles arqueadas de la alucinación causada por la ausencia de los minutos añiles.
17
Mi Rosa La tarde te dio el frío que no entendí, el viejo chal tejido de sueños cobijó tu ser, una confusión crispó los momentos, la silla roja quedó vacía, y la espera se hizo eterna, saliste de casa, trémula de quejidos ¿Por qué no has vuelto? te extraño en los saludos de los caminantes que saludaban tus tardes,,, te extraño mi Rosa…
18
Murmullos... Murmura la gente en la plaza desierta que se han secado las hojas pajizas se han ido los pasos a la indiferencia, los papeles se quedaron en la mesa roída de trabajo, se marchó tu ilusión impregnada de fragancias, ha viajado la tarde con la humeante infusión rutinaria. Murmura la gente en la plaza desierta que los dardos hieren el amor escondido en los apamates en floración. Debo sepultar las palabras que unidas conformaron la sima sin fondo de lo que vivimos...
19
Terremoto Tu temblor despertó mi sueño no entendí el rugido de la fuerza de la muerte llevándose dormidos la vida de los míos. La madrugada sin aurora pintó de sombras la calle de mi infancia. Juguetes sin niños, sombras sin siluetas nidos sin polluelos, fábricas silenciadas, pupitres vacíos, letras borradas, esperanzas empolvadas de dolor. Mi cuerpo crispado de espacios salió de la nada mi cabello encaneció con cemento pulverizado de movimientos de ira natural. ¡No quedaba nada! Una mano tomó mí mañana y mil voces cantan una plegaria por las carencias que dejó la furia.
20
Calendarios Tiempo de deshojar calendarios rancios allí están los números oscuros que una vez compartí con el aire viciado de la espera... Encuentro una mirada fija, perdida en lontananza sin color, que registra salidas hacia otras moradas. El reloj de la vieja torre también está aturdido de sueños cansado de consuelos. He de seguir pasando hojas ambarinas, allí te encuentro en las páginas de los días muertos, cuando las noches vestían de horas tempranas y las vigilias bailaban danzas sin arpegios y los monólogos observaban la primera luz de las mañanas tormentosas.
21
Tu mirada de frente Tu mirada de frente, la decisión tomada la juez esperaba que firmara. Una lágrima intrusa quiso advertirte mi amor pero el orgullo turbó su presencia creí oír un rumor. Tu mirada de frente, con los papeles fríos quise tomar el lápiz, sentí como un río correr la ilusiones de aquel día, en que segura, feliz firmé mi nombre y luego tu apellido. Tu mirada de frente y ahora que distinto aquella vez un beso sellaba el compromiso, ¡Para siempre dijimos, hasta el olvido! ¡Solo la muerte romperá el hechizo! Tu mirada de frente, con el brindis, el crujir de las copas vacías del ayer y el deseo de unir los lazos frágiles de la mentira. Tu mirada de frente, hoy la siento temblorosa mi mano quebrada mi voz requisitos, papeles, firmas, sellos, que sé yo. Tu mirada de frente, el final ha llegado se cambiaron los rumbos, ya estoy firmando mi nombre sin tu apellido.... Tu mirada de frente la penumbra me nubla los segundos se van, el ayer quedó atrás. Tu mirada de frente...¡Es el final! La juez ya se ido, nada quedó igual…
22
Es solo un sueño Si pudiera verte en el paisaje intangible Con tu figura dormida en las crestas blancas, allí, te acompaña nuestra noche de luceros atada al horizonte de faroles lejanos. Si pudieras ver mi mano extendida, mis uñas rasgadas en la arena ocre. Invoco tus pasos ruidosos, siento tu voz como sinfonía que va tras la calma de mi ser. Aire y silencio, ruido de mares, que decantan sonidos de arcoíris con sabor salobre de renuncias. Si entendieras que aun te busco en el andar del caracol naranja o en el sol trasnochado por la luna que no entendió su brillo. Te guardé un coral blanco que como yo, se quedó en la orilla angustiosa de la tormenta. Si estuvieras aquí tendrías las alas de la gaviota viajera y cruzaríamos los vientos acordonados de siluetas felices, nos vestiríamos con las escamas de la sirena que no pronunció palabras. Si te volviera a ver tejería la luz de los cristales rotos y la aurora me conduciría al portal de las memorias.
23
Sudario Cubro mi desnudez con el sudario rojo de tu ausencia, es una vestimenta peregrina, ha sido el tiempo deslucido el que lo hizo para sembrar esperanzas en mis espinas. Suave seda, teñida de transparencia, que arropa el hastío y la penumbra, es largo como el camino del desierto movedizo que atrapa mi aliento. Es la rosa sangrienta de la vida compañera de mi inútil elegancia, hojas verdes que marchitan su fragancia atadas en un corazón sin sentimientos. Vuelo cual ave sin destino llevo un equipaje siempre atado, allí se tornará suave la brisa, olvidando la bruma condensa del pasado. Tiernas nubes opacas, cual mi historia, sonríen de ternura y de lamentos, confunden conmigo las distancias que inventé como santo sacramento...
24
Brújula No sé si hablarte de la aurora o del cansancio de la vida sepia. No sé si buscarte en la lluvia ligera o en el trinar del ave viajera de mi alma. No sé si hablarte de la entristecida campana de mil toques, silenciados por el elefante de piel ruda, o del caracol que camina tras el sereno o del viento sutil de la cascada que devuelve el celofán de la orfandad. No sé si buscarte en el verdor detenido de la planta que yace sin raíces o en el silencio del ruido del tropel de incontables pisadas. No sé si hablarte en voz baja o a gritos opacos de sopor, no entiendo la angustia de las calles que oyen la afonía de mi adiós. No sé si encontrarte para amarte o para borrar las miradas en desgaste o para izar las banderas de la muerte de una tarde que reposa inerte. No sé si hablarte, del remolino que se llevó las palabras para hacerlas migajas y esparcirlas al viento.
25
Madre Busco en el final de la tarde dorada pinceladas de púrpura telúrica, con miradas cansadas de risas sutiles. Oigo las voces sepultadas en la calle encorvada, encubiertas en la oquedad de la pared de cuadros castaños siempre en el fondo de la casa grande. Un farol sin luz arropa tu nombre en la máquina de costuras recostada en el umbral de un espacio vacío. MADRE: Sigo buscando la silla rústica que dobló mi espalda infantil, con un cordel anudado de anhelos, sostenido en los aires de un hogar feliz, mientras tu mano suave detenía mi carcajada. MADRE: ¿Dónde está mi pasado? ¿Quizás detenido en los ladrillos cuadrados de mis huellas? ¿O en la sala espaciosa de piso gris? ¿O en el oso azul de ojos redondos? MADRE: Busco el delfín bañado de ondas oscuras y la heredad sumisa de tiempos rosas. MADRE: He buscado el ayer para traerlo, la brisa lo atrapó. El aire lo vistió de seda y se esfumó tu risa en la mañana callada cuando el canto suave de tu vida partía a un lugar luminoso, dejándome sus notas recias en la soledad que no entiendo. MADRE: ¿Dónde busco el ayer? Quiero pintarlo de azul como el ropaje de la niña viajera de mis sueños y llevarlo a calmar la sed de la esperanza junto al puente viejo colmado de óxido atado de luz moribunda de horas.
26
Dejé tus zapatos Dejé tus zapatos en la arena lloraban la última huella de tus pasos, sabían de nuestra caminata juntos aun soñaban con las sendas quietas. Lo vivido fue un amor sin pies, sintieron las púas verdes de los caminos de polvo donde el marrón envolvió su color con la ilusión. Dejé tus zapatos en la orilla del mar angustiado por la brisa, no detengas tu andar, allí están en la playa sin palmeras las olas los atraparán y viajarán en las marejadas espumosas del adiós. Dejé tus zapatos en la playa tus pasos ya no cuentan con los míos.
27
Diluvio Las gotas grises me hablan de ti, comentan el crujir del cristal quebrado, susurran el temor de esconder las nubes blancas, el sol luce callado, su nacimiento se esconde tras la fuerza del agua sonríe sumiso ante la arrogancia de una historia cargada de insomnios. Las gotas invaden una vereda tapizada de pasos ajenos, el tañer de la campana rancia vuelve a la vida los anuncios de oración perpetua. No me extraña, es la sombra sembrada a la vida. como luciérnaga a la luz de las sombras. Llueve…las gotas grises me hablan de ti,
28
Tempestad La tempestad aturde mis oídos, el cielo se viste de nubes preñadas, las gotas grises crujen de dolor la oscuridad llena los espacios. Cae el aguacero tozudo, hilos de agua anegan la siembra. Los caminos tiemblan de miedo, el humilde, oye sonar su techo débil, la lluvia sigue corriendo hacia las olas frías del mar lejano, allí reposará su prisa confundida en los mares blancos y torbellinos plomizos. El sol volverá a asomar sus quejas el ave pequeña sentirá su calor e irá al nido húmedo. Todo ha vuelto a girar pasó el vendaval, dejó huellas. Así pasaste tú…
29
No estás… Sé que te has ido porque las luciérnagas se niegan a brillar, porque la brisa se congeló en mi garganta, porque mi sol no nació esta mañana, porque los médanos marrones aquietaron su viaje porque oigo las sordinas visitando las ruinas, porque las alondras se acostaron sin soñar, porque el río de cristal cambió su cauce, porque el bullicio traza mis huellas, porque la soledad toca insistente la vida, porque no encuentro la llave de las palabras, porque eras algo en mí, ¡Y no estás!
30
Necesito un moño azul ¡Necesito un moño azul! para oír palabras que no descifro, para no escribir en papeles rotos, para buscar la tinta en mi corazón. ¡Necesito un moño azul! y veré la luz opaca de tus ojos sentiré tu piel diáfana de miedo soñaré con el escenario que se esfuma con el tiempo lloroso de la vida. ¡Necesito un moño azul! para salir a buscar las mariposas y llevarlas al altar de mis dudas encontrarme contigo en un camino y mirarte tras el vidrio de mis anhelos, tocar tu piel clara de silencios y sentir tu voz en el eco de la sima. ¡Necesito un moño azul…! para irme a dormir a las quebradas del laberinto que sembraste en mi corazón… ¿Dónde dejaste mi moño azul? para entender los pasos que me siguen, para ver el sol con el color que invente mi locura, para despedir los vendavales que hieren mi piel.
31
Contaré Momentos… La antesala quedó vacía, algún juguete imaginario ocupa el espacio del tiempo las huellas pequeñas quedaron sembradas en cada ladrillo el eco persiste en devolver voces transparentes: ¡Bájate de ahí! ¡Come rápido que viene el coco! ¿Verdad viene el coco? ¿Quién dejó ese paño húmedo en el cuarto…? Vengan acá ¿Por qué desaparecieron los dulces de la nevera? Fonemas crispados en las paredes del silencio Suena algún timbre, abren alguna puerta, dejan algún mensaje. - Mamá, no podré ir, mi esposa tiene una cena de negocios, tú sabes de esas cosas… -Voy saliendo mamá, si me arreglan el aire del carro iré. No es seguro…no me esperes. - Sabes mamá te traje el dinero, no tengo tiempo de hacer compras, a la noche no sé si venga tengo un examen y mi esposo está de viaje. ¡Que la pases bien!… - Sabes mamá estoy de excursión, pensaba ir pero está lloviendo no pudimos regresar, si cocinas algo suculento te acuerdas de mí… Las gotas salobres siguen su camino sinuoso, cada grieta del rostro detiene su marcha rápida. Buscaré tiempo en el pasado para acompañar esta fecha especial iré al parque y un columpio naranja sacudirá mi risa. Saltaré la cuerda en el patio grande, recogeré zapaticos blancos regados en la sala, le daré una a una, cucharadas de sopa de apio, al osito viejo que duerme en el banco. Compraré una gran piñata de payaso, le pondré ojos verdes a la muñeca de trapo, lustraré tus mocasines para ir al colegio, juntaré sus manos para orar a Dios, sonreiré de nuevo a leer cartitas de amor, temblaré de alegría en la poesía de la rosa roja, hojearé las hojas del álbum amarillo, 32
alisaré el papel que envolvía el chocolate, revisaré las hojitas de las fórmulas, jugaré con los caracolitos de la caja que dejaron olvidada colocaré en mi hombro los lacitos de la comunión, le cambiaré la cinta a la medalla universitaria, cantaré canciones de cuna y dibujaré historias legendarias oiré la música fuerte que ensordecía mis oídos compraré un oso de ojos redondos. Contaré los momentos felices serán más que los de mi soledad…
33
Renacer Oigo el silbato nuevamente, un tren motiva mis horas Se detiene... Solo temo su andar rápido porque mis días son lentos... Solo temo las ventanillas ruidosas porque mis oídos oyen el silencio. Mis pasos se acercan y la brisa marina envuelve mi cuerpo olvidado de caminos Eres tú, no te veo. Oigo tu voz ceñida en paráfrasis de vida, canto contigo la felicidad de amarte. Es la vida que rodea la nostalgia muere con tu mano abrigada a la mía. Es el reverdecer de un campo minado de esperas atajadas. Veo tus ojos y me encamino hacia la turbulenta cascada de andar contigo los pasos amarillos de la luz del amor. Oyen el traqueteo de cada vagón que se pierde en la oscuridad del túnel que abraza su estructura.
34
Hermano, nunca llegaste Fuiste fantasía de mi vida, te esperé con el tiempo te envolviste en la nube del jamás. Siempre añoré tu presencia para que me dieras tu diestra y encaminaras mis pasos con palabras azules. Jamás te tuve… Solo fuiste un sueño de niña solitaria que jugaba con las manos vacías de tu ausencia Jamás naciste… Envolviste tu figura en mi memoria como una fantasía más en la soledad de unos pasos marcados con solo dos huellas. No llegaste para salvar mi navidad no llegaste para darme el abrazo símil de la herencia. Aún te añoro para corretear contigo en la casa de piso ocre de ladrillos carcomidos por la vejez ¡Hermano!, ¿Por qué no cruzaste el silencio? para acompañar mi tristeza. Vives en mis sueños difíciles vives en el tiempo que debió detenerse para que llegaras a mí y me salvarás del abismo. Hermano, solo hermano de la ilusión…
35
Este amor es para ti...
Este amor congela mis venas suelta estallidos de luz, cubre las cimas de mi esperanza, salta las barreras de la distancia, no atiende a los años vividos, no oye sino los latidos de su locura, me embriaga de licor dulce que me das de beber en el cáliz de la vida, hace saltar mi calma cuando llegas envuelto en la brisa blanqueada de los tiempos. Este amor alumbra las sombras que creí eternas. Este amor nadie lo entiende baila sin música en la pradera sorda camina los senderos que murieron de hastío llena de humedad los ríos secos. Este amor es para ti…
36
Shhhh¡¡¡quiero que calles!!! ¡Quiero que calles! para que oigamos el crujir del abedul sacudido de inercia, cansado de risas ajenas. ¡Quiero que calles! para embriagarte de luz taciturna de silencios, y llenar tus pies de pasos míos, llenar tu cuerpo de mi aroma. ¡Quiero que calles! para sentir el tañer inclemente de la campana desteñida que se quedará con tu ausencia igual que yo. ¡Quiero que calles! no abras los ojos a la aurora, déjala soñar con sus quimeras, yo contaré tus suspiros uno a uno, los guardaré en el capullo de la violeta recién nacida, los mecerá la brisa nocturna de mi sueños, y serán respirados por mí, para oxigenar mi alma. ¡Quiero que calles! y las palabras quebrarán el recuento de tu historia y la mía. ¡Quiero que calles! ya sonó el silbato del adiós ¡Te irás…! perdido entre espumas y colores, entre sonidos y aplausos, entre mi dolor y tu amor... ¡Quiero que calles! Y en silencio recogeremos las violetas moradas olorosas a cumbres sostenidas con tallos incoloros como mis ojos llorosos, sin ti... ¡Solo quiero que calles!
37
Viaje Has empacado la vida con detalles olvidados por la senilidad de los espacios transitados. Te ayudo a buscar en los desvanes de madera tallada carcomida de ocio, encuentro un reloj amarillo de soles, una corbata a rayas grises como el tiempo, unos calcetines de lana para el frío y una esperanza en un lápiz para escribir poesía.. Busco presurosa tu sonrisa atrapada en la foto blanco y negro, las perlas regadas en el tranvía, y el silbato de tu prisa mañanera; encuentro una tarjeta de promesa un anillo que se extravió en mi dedo. Empaco para ti, mis ilusiones y mi risa muerta por las horas. Te vas, te acompaña mi llanto mi soledad, mi angustia mis palabras congeladas, mis pasos tambaleantes por el dolor, ¡Te vas!... sé te quedas en mi para contar las horas de ausencia…
38
Reencuentro Si te encuentro en el camino, te he de contar los destellos de la luna que guardé en el cofre morado de la noche de sonrisas. He de decirte que no existe claridad en el tiempo sin ti… Que las horas se han desteñido y son análogas de hojas yertas que otrora acompañaron al frondoso árbol de los acuerdos. Te diré que el otoño agotó sus caudales en la noche oscura llena de sordinas. Que la brisa saltó la hoguera y apagó el fuego rojo como el carmín de mis labios en la tarde de la unión tranquila. He de decirte al oído que la luna cóncava se desplomó al tocar la piel sutil de ausencias y quebrantos. He de contarte las angustias vividas sin tus pasos viajeros.
39
Caminos ocres Sigo en tránsito solitario mis pupilas dilatadas dibujan ensueños azules, mi alma aprisionada libera sus alas húmedas de agua de mar. Voy tras la quimera del plenilunio para descifrar tus últimas palabras, Mi piel desnuda, se lastima con el sol despiadado de los días de soledad. El ocaso languidece ante la sombra que golpea su escasa luz, No puedo aliviar su dolor, las distancias han hecho caminos intransitables donde crecen las púas marrones que huelen a tiempos desprovistos de espíritu. Amanece el día amarillento el calendario cambió sus grietas y las llenó de silencios sin colores. Sigo este tránsito sola hasta que la aguja de las horas quebradas me regale minutos olorosos a siemprevivas...
40
Es mi tarde… Luciérnaga de luz turbia arropa horas sin segundos. Es la tarde mortecina la que augura pasos mudos en medio del suburbio. El crepúsculo ríe de cansancio en la locura de su muerte lenta, naranja como la vida, gris plateado como el pasado... Corre el ave rancia a guarecerse de la media luz congénita llena de instantes. ¿Habrá un nido para ti? No lo recuerdo… La tarde se encarga de vestir la sombra de descoloridos tonos indagados en la lontananza del ayer sonoro. ¡Sí! …sonoro Aún retumba la tarde de la indiferencia donde los trinos volaban sin retorno y las hojas quietas simulaban sueños para el trasnoche de los espacios largos. Tarde, cruel, pintada de ocre azulado con aroma de flores agonizantes has hecho pedazos el día soleado y mi alma acelera tu penumbra…
41
Oración Perpetua La silueta gris aun vigila el espacio mudo que reclama tus pasos, es tarde, la penumbra no la deja volver a soñar las trivialidades que accedieron a sus caminos sin grama. Solo el ladrido del perro amarillo sobresalta el revoloteo incoherente de sus pensamientos opacos. Sus manos torcidas parecen sucumbir ante la inevitable oscuridad. El grillo transparente de la estancia, le hace compañía. Un sin fin de sonidos comienza a orquestar la melodía de la soledad ¡Se ha ido tu dueño! La visión se hace difusa ante la quimera de volver a oír tu silbido oloroso al mastranto de la colina cercana. Una caravana de agitados personajes te devuelve la realidad, se te cae la careta añil del tiempo. Llega la noche, solo te queda la oración perpetua para abrir caminos hacia Dios...
42
Sueño Añil Anoche soñé con el tiempo, las golondrinas esparcían sus cantos, las hojas lanceoladas no sabían de lágrimas, las nubes eran solo golosinas, los minutos eran de papel amarillo. Anoche soñé con los tiempos soñados.
43
Caminos He de caminar por el sendero de las nubes blancas buscaré tus huellas borradas en las noches interminables. Respiraré el aire de la ilusión y atraparé la estrella trasnochada de las horas mustias. Mi camino no tendrá fin hasta encontrar las palabras diluidas con la dulzura del andar de tu vida y los olores que se fueron con la lluvia tormentosa de los soplos perdidos. Quiero ser libre, pero sigo en búsqueda de las brumas blancas.
44
Bullicio Sigo gritando: ¡Eres mi sombra…! creces con la tarde obediente, apesadumbrada de tránsito taciturno y temeroso, siempre preguntándose: ¿Por qué me hizo daño el bullicio dorado?... Quisiera entender tu soltura, persigo tus pasos amarillentos, escolto tu viaje atávico, irreal como la leyenda fruncido como mi aliento. Tiendo tu orla cristalina sobre el tejado rojo de la casa sin cercas; te visto de sedas para que enredes mis pensamientos ermitaños. La ausencia habita en mis entrañas. Contigo oigo el silencio de mi cansancio, vas de la mano de la muerte acompañada de noches perpetuas. La luna menguada recoge tus rastros, el crepúsculo pinta de naranja tu última sonrisa, un suspiro de aire fresco sacude tu delgadez. Sombra de mis días… Cómplice del dolor de perder la tarde.
45
Ajimez El sol agoniza en las púas del zarzal mis quebrantos leves se amordazan con la despedida del invierno. La envoltura de los versos dibuja los paisajes desiertos de la ausencia que duele y no entiendes. El amor flamea en los colores despoblados de los espacios vacíos. El tiempo fugitivo no tuvo compasión de las palabras que quise decirte. Hoy se han escondido en los claustros de las horas mezquinas para purgar las ordalías infecundas de las culpas blancas sin sentido. Mi faz ataviada de lamentos ensombrece la paz de la dulzura plañidera eterna de las sombras. Contemplo en el ajimez azul de tu estancia, el pozo de los tiempos fatigados, y la cruz que colgó un día el pecho de las violetas lamidas por las brisas cristalinas de los instantes reposados.
46
Duda ¿Eres tú?... repetí muchas en las sombras de falso nirvana. Corrían los sueños temerosos de encontrar las praderas de la soledad. ¡Sí!...era él, el amor de nombre ilusorio que vestido de gris, gastó mis horas azules. ¿Para qué te voy a hablar de las violetas mustias? Si ya el aura y las ofrendas agotaron la noche. Esa noche ciega que embadurnó de ficciones el patio grande, donde las flores se escondían de pudor y los movimientos etéreos no tenían identidad. Falsos pasos vestidos de placidez, palabras giradas, sepultas en la hondura de las lágrimas continuas. ¿Eres tú?... Repetí mil veces, y la sombra cansada de oír mi voz quebrada Respondió inmóvil ¡Sí! ¡Es él, el amor!
47
Solo en mí El tiempo cumplió su marcha el pórtico de la vida se quebró en el tañer de la campana gris. La ausencia deshojó los libros, las estelas se cubrieron de heno y las guirnaldas cantaron a la inercia de las horas. Solo en mí quedó tu nombre cual odre de vino oscuro donde hoy bebe la soledad. Tiempo y distancia de cántaros grises olorosos al ayer de las petunias, frágil como la opacidad que invadió tu mirada. Solo en mí quedó el verso escrito en la página opaca de la libreta estriada rasgada por la fisura de un corazón yacente que late acelerado de persecución perpetua. Solo en mí quedó la aurora construida de palmeras marrones y cordeles multicolores. Solo en mí quedó el silencio de los azulejos que aun espero. Solo en mí quedó el ensueño de vivir años ligeros junto a ti…
48
Letanías Sombra perpetua Amor perecedero
Soledad vigente Amor de nubes
Látigos de brisas Amor doloroso
Uñas rotas Amor aferrado
Caminos turbulentos Amor sin condición
Sonrisas dibujadas Amor de huida
Libros sellados Amor de pertenencia
Gemelos de oro Amor a la seda
Brillo al caminar Amor al sendero
Verso delirante Amor de triunfo
Vals sin música Amor al recuerdo.
49
Noche La algarabía irrumpe la noche quieta la habitación oscura huele a ceniza el invierno arropa los verso fríos del poeta ermitaño. Solo la hierba se guarece bajo la alfombra de la gente que no reacciona ante la muerte de la mariposa azul. Los afligidos se lamentan en la calzada despavorida. Los que sorben siguen riéndole a la pared pintada de gris. La Alfonsina se llevó los sueños que tejieron juntos en la cima de la cumbre de papel. No hay regreso para los que siguen subiendo los peldaños de los silencios. Solo la palabra devolverá la lozanía del alcor colmado de mimosas violetas. El sol tributario tambalea en la mañana perenne, allí, encontrará la brizna tibia que ha guardado el abedul de voz recia, la tuya.
50
Ave Quise perseguir el ruido de tus pasos dormidos en la reminiscencia del tanatorio de las cenizas esparcidas en mi mente. Las cartas revoloteaban alrededor del azar de la vida, los disfraces de rostros pintados acompañaron el silencio de la urbe que se llevó tu risa. Los espacios cremaron las palabras y el concreto selló la hiriente mueca de los tahúres de la rueda que mareó las pasiones. La ruleta no soportó la demencia de las ausencias quiso escoltar los osarios que cubrían los tules del ayer con el mutismo de la lluvia que cae sobre el césped exánime. Escucho tu voz húmeda de rondas acaricio tu faz etérea de huesos blandos bordeada de violetas solitarias cabizbajas como el silencio. El ave sin plumas congelada de tiempo husmea las espinas de la caverna de las horas que crisparon los sueños, enredados entre tus dedos fríos. Recorro el tiempo oloroso a eternidades un volador pequeño merodea el hipogeo azul…
51
El Eje del Tiempo Es tarde… No has visto el eje encorvado de la ternura cuando saltó las barreras de los umbrales revestidos de mimosas rosadas. Llevaba su traje balsámico al mastranto de los tiempos, sus azahares brillaban con los minutos remisos que guardaste en el saquillo de los olvidos. Quieta observó el camino plantado de violetas solitarias. Las abrazó con el yermo escarbado de las piedras mansas, embadurnadas de rigidez ocre. Solo divisó el escudo del alma barroca de los siglos y el desierto de los espejos que irradia sombras de finales turbios. El eje se durmió de cansancio su seriedad expiró ante la inclemencia del sol persistente perdido en el cielo de las quimeras.
52
Ojeada Quise observar el color de la mimbrera y destallar las horas heridas del tiempo pálido. Estaban allí amenazantes, rígidas, indemnes. Mis ojos estáticos hicieron el balance del dolor y la quietud de los instantes. Pasó el invierno… hojas emparamadas buscaron el abrigo guardado en la colina. La oscuridad se apoderó de la noche trasnochada por la luz de las estrellas que contábamos juntos en la cercanías de las distancias de los andenes encapuchados. Oí la melodía tambaleante del salón sepia de las pesadillas henchido de voces serpenteantes por el champan cristalino de los juramentos. Solté mis brazos cansados de vivir calcé mis zapatillas rojas fui a buscar la flor amarilla en el desierto de la fronda donde el cristal rosado perdió su color y el árbol de las neblinas acunó los ánades silenciados.
53
Número Caminaba por el estero del tiempo encontré los números salteados de distancias. Quise cambiarlos y sus colores atraparon la risa de los vientos, Cada uno de ellos solo miró la soledad de nuestras vidas. El uno tambaleó por la rigidez de su cuerpo. El dos bajó la cabeza al ver que ibas por el sendero oscuro del bullicio. El tres contorsionó su pecho para tomar aire y acompañar mi soledad. El cuatro se sentó a la orilla de la playa donde las caracolas esperan el auxilio de las palabras de amor. El cinco cimbró su abdomen para dejar pasar las horas sin minutos. El seis escondió sus brazos en el redondel del anillo de oro, El siete caminó silencioso con su mirada al horizonte rígido de tanto pensar. El ocho degustó las tortas de fresa que quedaron en la mesa gris. El nueve sintió que su cabeza era más grande que su cuerpo al ver morir las violetas del jardín sin sueños. El diez buscó compañía para compartir mi soledad…
54
No hubo fiesta Vi la desnudez del abedul Y la fronda arruinada de silencios ¿A qué hora partió el tren de las fantasías? Donde los loros acurrucaron sus alas y los sonidos no aturdieron los sillones. Mis manos siguen vacías. El rehilado de la antigua querencia llenó de gotas rojas el vestido blanco de las serpentinas. La tarde humeó al saber de la fiesta inconclusa. Los invitados corrieron a aplaudir los parvos babeados de palabras anodinas. Vi los rayos de luz que cubrían arreglos florales marfiles. No hubo festín… La tarde se llevó la sombra del cortejo, los besos se quebraron en las esquinas mudas tú y yo fuimos espectadores de hierro al ver pasar la caravana de soles sin centelleos.
55
Corazón laxo ¿Por qué me impides bailar la danza del tiempo sobre el tejado rojo de los andantes? Has olvidado la luna escarlata de los cristales rotos y el crujir de la tierra de los peregrinos. ¡Vaya trémula pasión la que viví contigo! Olvidé dar la mano a la mimosa y me llevé en el bolso los metales y la luz de la candorosa primavera vestida de cretona. ¡De pronto sentí tu ausencia! como silencioso escándalo. Remonté mis brazos al cielo, ungí mi plegaria entre petunias, busqué el alivio en la fronda reverdecida, respiré el aire de los magos. Escudriñé pasos en los estáticos labriegos, lloré de angustia ante la playa quieta, abracé la caracola desahuciada, corrí como loca a buscar mis zapatillas rojas, la flor amarilla yacía muerta. ¡Que angustia de saberte lejos! Mi corazón laxo miró sus raíces, las arrancó sin gemidos. Hoy transitas donde nadie indaga si aún te amo.
56
La orilla y el río Las alas del silencio lentamente han apagado las caricias del agua a la ribera del río. El torrente pasa lento, incólume ante la orilla enmohecida de humedad perpetua. Ella, silenciosa, enamorada, observa su indiferencia y cree perder su estructura irregular para retomar la horizontalidad de los muertos. ¿Por qué no detienes tus gotas presurosas en mi borde que te ha acompañado desde tu nacimiento? ¿Es que acaso tu viaje rápido es un llamado de pasión al mar que desconocerá tu belleza? ¡Ay río de mis sueños!... Dejaste en mí la humedad de las horas y la tibieza de tu cuerpo en los días de sol. Cuando tus olas apaciguadas acariciaban las plántulas que me abrigaban de frío. ¡Llegabas tú!... Con tu lentitud y tú silencio y cada instante era una despedida de mariposa multicolor. ¡Rio de mis sueños!... Has dejado mis brazos atados a esta orilla desabrigada, la dulzura tozuda de mis riberas te brinda las cenizas de mis lágrimas claras. ¡Has dejado de amarme!... Poco a poco olvidaré tus aromas de luz y quitaré piernas prestadas para correr tras de ti y verte llegar al mar bravío que elegiste. 57
Tucán Hoy mis palabras lejanas no tocan tu piel, no te hieren, porque la nube preñada cobija con su lasitud lo que mil veces quise decirte. Las caracolas están ebrias de licor morado, han ingerido el vino de los cansancios. Allí yacen frente al mar silente de las profecías transitadas donde son centinelas de las palabras que te llevaste en el barco sin proa de la vida. El mar parece no soportar el desierto y ruge ante mi figura delgada confundida entre palmeras sin hojas. ¡Allí te espero!... Con la brisa furiosa de la playa donde las gaviotas han dejado huella perpetua y las conchas marinas han blanqueado hasta sus huesos el color de las perlas que rodaron por el piso del vergel de hierro. Playa los cuentos sin fin, eres tú la que hoy divide el horizonte naranja y despide al tucán que solo emprendió viaje a las nubes preñadas de gotas saladas.
58
Yedra La yedra trepa su pesadez en la pared rígida, levanta la mirada y observa la afonía de un recinto atiborrado de algazaras archivadas. Ríe ante las palabras dulces coloreadas en su pétalos, mueve sus peciolos, los viste de verde para brindar al cosmos la alegría de haber compartido la travesía d un amor asido en las paredes de barro cuadriculado. Ella es testigo de las manos juntas de la niña vestida de azul, del oso redondo de pelaje suave. Vio corretear los pasos pequeños y olió la sopa de tomate que hervía en la cocina, supo de los gritos ¡Ya voy!... ¡Espérame! Se acurrucó ante el llanto de la caída, salió de fiesta con su vestido blanco, y guardó las copas azules del estante de madera. Bailó el vals de las visiones de antaño y escuchó la música del idioma extraño. Merendó los suspiros rosados de la bandeja blanca. Escribió cartas a las quimeras dulces. La yedra teje su urdimbre vegetal para cubrir de verde oscuro las despedidas de la estancia quieta que hoy huele a mutismos.
59
ÏNDICE
Dedicatoria
4
Prólogo
5
Solo lo sabe el viento
7
Presencia eterna
8
Camino difícil
9
Perdón
10
Céfiro
11
Solo quise soplar el viento
12
Era tarde
13
Tiempo nuevo
14
Límpido
15
Mi Rosa
16
Murmullos
17
Terremoto
18
Calendarios
19
Tu mirada de frente
20
Es solo un sueño
21
Sudario
22
Brújula
23
Madre
24
Dejé tus zapatos
25
Diluvio
26
60
Tempestad
27
No estás
28
Necesito un moño azul
29
Contaré momentos
30
Renacer
32
Hermano, nunca llegaste
33
Este amor es para ti
34
Shhhhh ¡¡¡Quiero que calles!!!
35
Viaje
36
Reencuentro
37
Caminos ocres
38
Es mi tarde
39
Oración Perpetua
40
Sueño añil
41
Caminos
42
Bullicio
43
Ajimez
44
Duda
45
Solo en mí
46
Letanías
47
Noche
48
Ave
49
El eje del tiempo
50
Ojeada
51
Número
52 61
No hubo fiesta
53
Corazรณn laxo
54
La orilla y el rio
55
Tucรกn
56
Yedra
57
62
Versiรณn digital noviembre 2018 Sistema de Editoriales Regionales Yaracuy - Venezuela
63
64