Un saludo afectuoso a todos y todas de los que un año más, al comienzo del mismo, visitan nuestro pueblo para disfrutar de ese paisaje que nos ofrece la naturaleza, nuestros almendros en flor. Estamos viviendo un cambio en la naturaleza, en la climatología, que afecta de una manera muy importante a nuestros almendros. El árbol que transforma el paisaje puntagordero como ningún otro, depende también de que las lluvias lleguen a nuestros campos, y los años continuados con escasez de agua se reflejan de una manera muy significativa en nuestros almendreros, y este año es, si cabe, más dura la sequía que en años anteriores. Nuestra fiesta, aún siendo una fiesta joven, ya pasa de los cuarenta años. Desde su primera celebración hasta este año, su esencia es la misma, la de una fiesta en honor a la naturaleza, donde ponemos en valor la importancia que tiene la misma para todos y cada uno de nosotros. Nuestro pueblo se enmarca en una comarca donde, aparte del colorido paisaje de almendros, compartimos recursos naturales , y muchas más cosas, tristemente también compartimos carencias fundamentales en infraestructuras viarias, que hacen que al igual que nuestros almendros con la sequia , se nos dificulte el crecer en población y en actividad económica. Pero al igual que la raíz de nuestros almendreros, seguiremos conectados a esta tierra nuestra, luchando para poder revertir la situación, en honor a nuestros antepasados que con mucha más precariedad la forjaron dejándola como herencia, y a nuestros hijos a los que se la dejaremos. Este año, como siempre se ha hecho, le dedicamos nuestra fiesta a un pueblo hermano de la Isla de La Palma: Los Llanos De Aridane. Entendemos que los paisajes de nuestra isla, como sus recursos son patrimonio de todos, sin diferencias de pueblos o islas. Y es ese pensamiento el que nos posibilitará el compartir y disfrutar juntos en un entorno natural, singular, y gratificante. Brindemos con almendras, con vino, con festivales y bailes, en un ambiente de ventorrillo, artesanía, poesía, alegría y jolgorio. Y brindemos en Puntagorda, por ella y por todos sus hombres y mujeres alegres, luchadores, hospitalarios, solidarios, que tienden las mano a otros para saludar, ofrecer y compartir. Muchas gracias a todos en nombre de la Corporación Municipal por acompañarnos un año más y hacer de la Fiesta del Almendro en Flor una de las grandes de nuestra Isla. Vicente Rodríguez Lorenzo Alcalde de Puntagorda
Puntagorda, un encanto Tierra fecunda, paraĂso concreto, pura ruralidad. BĂşcaro de colores, almirez de mil sones, nogareĂąo sabor. Agro silente, naturaleza pura, sendas de meditar. Catedral del almendro, libre convocatoria, encuentro forestal. Cuenco sonoro, veredas de sosiego, destellos de fanal. Laborar incesante, sementera, vergel, tagoror popular. Mesa, mantel, ofrenda hospitalaria, testimonio vital. Llena, entera, rotunda de armonĂa, voz, palabra, tiempo, eco, puro Encanto Rural. Manuel Plata Bejeque Poeta
SÁBADO 27 DE ENERO 11:00 h. En el polideportivo Municipal de Fagundo Exhibición de Judo 17:00 h. En el Mercadillo del Agricultor. Elaboración y degustación de dulces hechos con almendras a cargo de la Asociación de Mayores de San Mauro Abad. Actuación de la Agrupación folclórica Tagomate de Tijarafe.
DOMINGO 28 DE ENERO 12:00 h. En el Mercadillo del Agricultor. XV Concurso de Cascada de Almendras.
MIÉRCOLES 31 DE ENERO 17:00 h. En el polideportivo Municipal Fagundo. Torneo de tenis.
JUEVES 1 DE FEBRERO En el Local los Almendros. 17:00 h. Charla "Historia de los Vinos de Tea de La Palma" y posterior cata comentada a cargo de José David Rodríguez Pérez de "Bodega Viñarda" 19:30 h. III Concurso de catadores por parejas “Almendro en Flor 2018”.
VIERNES 2 DE FEBRERO En el local Los Almendros. 18:00 h. VII Concurso de Vinos, "almendro en Flor 2018". 20:00 h. Entrega de premios del VII Concurso de Vino “Almendro en Flor” 2018. 20:20 h. I Muestra Enogastronómico "Almendro en Flor"con platos elaborados a base de almendra y maridaje con los vinos presentados al Concurso. En la calle Cuatro Caminos. 23:00 h. Festival Pop-Rock con las actuaciones de los grupos Eremiot y la tripulación, Forever y Barbanegra.
SÁBADO 3 DE FEBRERO 20:00 h. En la Casa de la Cultura. II Festival de Versadores Almendro en Flor con las actuaciones de los poetas palmeros Joseíto Bienes, Jesús Cristo Pérez, Yapci Bienes y Nicolás González. Contaremos con la actuación estelar de los poetas cubanos Fernando Muga “Murguita” y Juan Antonio Díaz Pérez “El ciclón de Vueltabajo”. El acompañamiento musical corre a cargo de Berto Díaz y Arturo Díaz y del grupo Punto y Clave. 22:00 h. En la calle Cuatro Caminos. Verbena con las orquestas Tropicana`s y Combo Dominicano.
DOMINGO 4 DE FEBRERO 12:00 h. En el polideportivo El Pinar. Festival Tradicional con las actuaciones de: La agrupación folclórica Los Arrieros de Los Llanos de Aridane, el poeta palmero Manuel Plata Bejeque y la agrupación musical Tacantares de El Paso. 12:00 h. En el antiguo local supermercado El Pinar Exposición “La almendra en la repostería tradicional puntagordera” y exposición de artesanía del municipio de Los Llanos de Aridane. 12:00 h. En la cancha anexa al “Albergue Puntagorda” Animación infantil con hinchables a cargo de la Asociación Tabayzú. 12:00 h. En la calle Cuatro Caminos. Verbena con las orquestas Tropicana`s y Combo Dominicano. En la calle Camino el Pinar. Verbena con las orquestas Dúo Libertad y Rico Son.
Durante la mañana se repartirán almendras saladas y vino del país. Cada año la Fiesta del Almendro está dedicada a un municipio de la Isla de La Palma. En esta cuarenta y una edición la localidad invitada es Los Llanos de Aridane, representado por su Excelentísimo Ayuntamiento.
Una de las características que identifica a un pueblo es su patrimonio histórico, y dentro de él, encontramos también el gastronómico. La gastronomía es una de las expresiones culturales más importantes del ser humano, ya que integra las expresiones culinarias de los lugares y de los diferentes estratos sociales que los habitan. El comer bien ha estado siempre presente en los anhelos de las personas, llegando a adquirir el valor y relevancia que tiene en nuestros días. La búsqueda, recolección y producción de alimentos ha sido la ocupación esencial del campesinado puntagordero durante siglos. Los alimentos no sólo se muestran como componentes conformadores de unas dietas, sino que forman parte de una identidad, como es el caso de la almendra, donde se reflejan las escalas de valores dentro de la sociedad puntagordera y sus relaciones con el resto de la Isla. El consumo del azúcar y los productos dulces se implantó sólidamente en las dietas de las élites sociales desde el siglo XVI, pero hay que esperar a los siglos XIX y XX, para que se difunda en la alimentación popular. Dulces y confituras no solamente eran saboreados como delicias, sino también con otros fines
como los medicinales. La farmacopea azucarada era uno de los productos más costosos en la centuria del Seiscientos, y muchos de los dulces que eran elaborados por las monjas en los conventos tenían la condición de estomacales o digestivos. La leche de almendra se utilizada para la falta de apetito y como reconstituyente; el incluir un abundante consumo de almendras en la dieta diaria, era prescrito en enfermedades tan graves como la tuberculosis. Los alimentos como el bizcocho, eran imprescindibles en la subsistencia de las tripulaciones que formaban parte de las naves que surcaban los océanos en siglos pasados. Las almendras fueron consideradas por el propio navegante Cristóbal Colón, como un elemento indispensable de avituallamiento en su escala en las Islas, para continuar su travesía hacia el Nuevo Mundo. Según el pensamiento de la Edad Media las almendras eran un buen remedio contra la melancolía.
El yantar de los moradores de Puntagorda fue durante centurias como en el famoso Siglo de Oro de los mortales: es decir, piadoso, inocente y el más conveniente para la naturaleza; lejos de todo lujo y también de los placeres del paladar. Por otra parte, el influjo de la mentalidad religiosa en el terreno de la alimentación ha quedado claramente patente en costumbres como la de bendecir los alimentos: «la bendición de la mesa no debe omitirse jamás por la persona más respetable de la familia»; se alude a la costumbre de bendecir la comida antes de comenzarla como algo que tenía una significación devocional, pero también con la intención de destruir cualquier maleficio que hubiese sobre ella. La religiosidad regulaba las medidas del tiempo y las actividades como las comidas, que se atenían a las horas canónicas; incluso en las pequeñas medidas de tiempo se hallaba presente la religión: un santiamén, un avemaría, un padrenuestro. La mesa en torno a la cual se reunían las familias puntagorderas estaba compuestas por humildes tableros de tea: «un lebrillo grande para amasar, dos tableros de mesa y un harnero». El cultivo del almendro o almendrero (Prunus amygdalus), junto con otros árboles frutales como: los higos; manzanas; granadas; membrillos; pistachos; etc.; estaba muy extendido desde la antigüedad, siendo mencionado en los textos asirios y babilónicos, en la Biblia, y más tardíamente en las citas de los autores clásicos. El fruto del almendro, un árbol caducifolio de gran rusticidad perteneciente a la familia de
las rosáceas, una vez introducido en Puntagorda se convirtió junto con otros productos como el pan de helecho (elaborado con el rizoma de la Davallia canariensis), en un pilar de la alimentación diaria de sus habitantes. La agricultura en este municipio desde el siglo XVI, se basó en los cultivos de subsistencia como los cereales (cebada, trigo, centeno) o las lentejas, que en muchos de los casos no llegaban a cubrir sino una pequeña parte de las necesidades anuales de la población. Sobre este aspecto y la importancia de la almendra en la Isla, encontramos numerosas referencias a lo largo de la historia: «Es abundante en vinos, azúcar, almendras, miel, cera, y seda que se fabrica. Fértil en todo género de frutas exquisitas, de que se hacen confituras. Escasa de granos. Mantienense los pobres de la raíz del helecho que, reducida a polvo, mezclan con harina de centeno, de que hacen pan […] Se plantan pocos cereales o maíz, ni verduras ni hortalizas. Por el contrario, se obtienen tantas almendras que pueden ser exportadas». Las habas, las arvejas, las lentejas negras y los garbanzos eran los productos más utilizados en las mesas de Puntagorda, en esos primeros siglos tras la Conquista, para la elaboración de rudimentarios potajes y sopas, junto con algunas hierbas aromáticas como el laurel, el hinojo o el tomillo u otros productos procedentes de la silvicultura como los frutos de árboles frutales. Con todos estos géneros las mujeres puntagorderas conformaban el menú diario, a los que había que añadir el vino.
La alimentación fue evolucionando con los siglos, además del gofio, el pescado, las papas, etc., la dieta podía complementarse con: frutas, higos y tunos pasados, verduras, potaje de trigo con coles abiertas y carne de cochino (que se consumía en las tres comidas del día), frangollo, dulces, vino o derivados lácteos, según la temporada o su capacidad económica. El gofio amasado podía ser acompañado con un puñado de almendras o higos pasados, estando entre los más habituales del gofio elaborado de trigo, cebada, habas, centeno, etc. El cerdo era el animal mejor aprovechado, ya que su carne se podía consumir fresca o salada. Cuando se hacía la matazón anual del cochino la carne se podía además adobar para su mejor conservación y degustación, depositándolas en cajas de tea o alacenas. En el Circo de Marte (Santa Cruz de La Palma), el 25 de diciembre de 1876, se inauguró una exposición donde se presentaron diferentes objetos agrícolas e industriales. Las máquinas inventadas por don Isidoro Ortega Sánchez fueron las grandes novedades del evento: el sistema creado para los molinos harineros de viento; artilugios para confitar almendras, anises y galletas; para picar almendras; para amasar harinas; un nuevo molino de mano, etc. Según nos adentramos en el siglo XX se mantuvo prácticamente la misma estructura económica que había caracterizado a Puntagorda; pocos productos, fundamentalmente las almendras, eran destinados a la
exportación, siendo embarcados desde el Poris hacia Tazacorte, de donde salían principalmente hacia Inglaterra. La isla de La Palma mantenía una mínima presencia industrial en la transformación de la caña en azúcar y aguardientes; alguna fábrica de fruta en conserva y la elaboración de dulces. Desde el siglo XVI la base de todos los productos elaborados por confiteros y pasteleros en la Isla era el azúcar y los derivados de la caña; así, se elaboraban productos como alfeñiques, alcorzas, etc. Las almendras, harinas, huevos, o algunos ingredientes como las semillas de árboles, junto con frutas como peras o membrillos, y las verduras, tal calabaza, eran los componentes principales de numerosos dulces (algunos de estos originales de la Isla como las rapaduras) y conservas de la época: «peradas, calabacetes y membrilladas de azúcar». Los dulces eran habituales en los comedores en las fiestas relacionadas con la Cuaresma y la Semana Santa (época en la que antiguamente ni se permitía barrer la casa). La compra de cereales era usual en los meses de recogida de la cosecha (junio-septiembre) acumulándose las fanegas en las despensas de las panaderías donde se transformaban en pan, bizcocho o masas de dulces. Las familias nobles y ricos comerciantes disponían entre sus sirvientes de cocineros que satisfacían sus gustos y necesidades.
Una vez introducida dulces y confituras en la dieta popular de los habitantes de Puntagorda, estos se elaboraban en las casas, unas veces para el consumo familiar y otras para su venta a terceros. No todos los hogares disponían de horno para la elaboración de estos productos, así que muchos vecinos se reunían en los moradas donde si lo había, para aprovechar el encendido del horno, lo que provocaba un trajín de personas durante el día y la noche para la elaboración de los dulces. La leña del almendrero era la usada principalmente en las cocinas de Puntagorda; luego las maderas de árboles del monteverde como el brezo (Erica arborea) y la falla (Myrica faya); y finalmente habiendo escasez de las anteriores se recurría a la de pino (Pinus canariensis). El pago por el uso del horno, se cubría dejando al propietario del mismo alguno de los productos elaborados. Uno de los momentos más importantes en la elaboración de los amasijos era el de: liudar, liduar o yudar la masa, dejarla reposar para que creciera o se estofara. La masa se solía forrar con telas, y si hacía demasiado frío se le acercaba un brasero para acelerar la fermentación con el calor. El primer libro de confitería, considerado el recetario más importante de Castilla, fue escrito por Miguel de Baeza y titulado Los quatro libros del arte de la confitería (publicado en 1592). Este recetario es un estudio sobre el proceso de producción
del azúcar de caña y a la elaboración de dulces del momento: confituras, conservas, turrones, bizcochos, almendrados, etc. Desde la Edad Media, a lo largo del Pessah o Pascua Judía (en la cual se conmemoran las 7 plagas que cayeron sobre Egipto) la dieta alimenticia de este periodo se caracterizaba por el pan «cotazo» o «cenceño» (sin levadura) y secundariamente por la aparición de los almendrados, garbanzos turrados y arrucaques. Mazapanes, hojuelas, buñuelos, dulce de membrillo, etc., son postres típicos sefardíes que se consumen actualmente. Muchas recetas de postres que llevan almendras, piñones y especias también son en su mayoría de influencia sefardí. Son numerosos los acontecimientos que narran episodios de la vida isleña desarrollada durante los siglos, en que la presencia portuguesa se constata de manera muy importante. Un significativo remanente de los nuevos colonos que recalaron en el norte de La Palma tras la Conquista eran portugueses, sobre todo los oriundos de Madeira, dedicándose a labores agrícolas o la extracción de la brea. La emigración portuguesa estuvo arribando en la isla hasta 1640, en que cesó casi por completo. De otra parte, los conversos y judíos portugueses, que huyen de la persecución, y no podían ir a las Indias por estar muy vigiladas, buscaban refugio en Canarias, donde la Inquisición se mostró mucho más indulgente que en otros lugares.
Pasteles y dulces se realizaban según el calendario festivo; en Navidad eran típicos los turrados o torrados (voz portuguesa) de almendra y trigo, aunque algunas recetas apuntan a su elaboración con millo también, aglutinados con almíbar o miel de caña, los cuales eran habituales en las romerías desde finales del siglo XIX: «turrado de almendra que las jóvenes campesinas suelen llevar a las romerías en la isla de La Palma y acostumbran dar a los concurrentes que les piden permitiéndoles que ellos mismos lo saquen de la faldriquera que ellas llevan a propósito a un lado». En esta época las novias, después de la ceremonia, repartían almendras confitadas, «que nunca pasan de tres en puño». En las Fiestas de San Mauro los mozos solían brindar a las mozas con los pocos dulces que había. Los almendrados, el pan dulce, las rosquillas y las galletas eran típicos de los Carnavales o de las bodas. Las sopas de miel, eran dulces que se podían realizar en Carnavales o fin de año, elaboradas con miel de caña y rodajas de pan, pudiendo contener almendras fritas; los alférez o alferes, es otro dulce de miel y almendra típico de La Palma. Otros postres más actuales que contienen almendras son el queso de almendra, Príncipe Alberto, etc.
La gastronomía, y todo lo que ésta comprende: productos, técnicas culinarias, procesos de elaboración, etc., conforman parte de la expresión cultural del pueblo de Puntagorda, donde se entremezclan la manifestación de los sentimientos y costumbres de sus antepasados. Amén de la alimentación, el patrimonio gastronómico tiene otra función: la de proporcionar placer y estimular todos los sentidos. La relevancia social y cultural de la gastronomía se apoya en la importancia de comer en familia: «es en torno a la mesa donde pueden mantenerse esas relaciones personales que son indispensables para tener una vida más completa, más positiva y más agradable». Para finalizar quiero agradecer la colaboración prestada por la Asociación de Mayores San Mauro Abad, en especial a: doña Marisa Rodríguez Concepción; doña Tina Lorenzo Barreto; doña Dulcidia Méndez Rodríguez; doña María Nieves Rocha Martín; y a doña Coro Martín Rocha; a doña Nela Machín Díaz y a Miguel Ángel Martín González.
Horacio Concepción García [Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias]